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República de Colombia
Departamento de Nariño
Municipio de pasto
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Guiarse por Principios Luis Hernando Mutis Ibarra
CONTENIDO
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Principio viene del latín principium, que significa fundamento, inicio, punto de
partida, idea rectora, regla fundamental de conducta. En sentido lógico, el
principio es un concepto central, que constituye una generalización. Por principio
de acción, se sobre entiende, la norma ética que caracteriza las relaciones de los
individuos en un colectivo.
Hablar de principios implica interiorización valorativa, como una forma vital de
desarrollo social. En nuestra cotidianidad hay muchas ideas y cosas que
valoramos unas más que otras, pero, que en ciertas circunstancias tenemos que
priorizarlas; sin embargo el principio se ha tomado como un abstracto general,
como si aquello fuera exógeno a nosotros, que nada tiene que ver con las
acciones reales, terminando como parte solo de un discurso especulativo, como
un adorno. Sabemos que con adornos no se puede actuar, la actitud tiene su
motor energético, que son los principios; y estos son básicos en la nueva forma
de vida personal y cotidiana que pensamos emprender como personas en
cualquier rol que tengamos que asumir.
Lo que hoy existe es una gran dificultad en asumir nuevos valores, sin
desechar valores tradicionales que tendrían que reafirmarse. Hay muchos valores
nuevos por concebir, aunque antes se hayan mencionado constantemente, no
tenían la categoría de principios valorativos.
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dimensión física. Los principios son como faros. Son leyes naturales que no se
pueden quebrantar.
Ninguno de los principios corresponde a una doctrina, filosofía o religión en
particular. Estos principios son parte de las principales religiones, así como
también de órdenes y organizaciones esotéricas y de autoayuda, de las filosofías
sociales duraderas y de los sistemas éticos. Son evidentes por sí mismos y
pueden ser comprobados fácilmente por cualquier persona. Es como si tales
principios formaran parte de la condición, conciencia y moral humanas. Parecen
existir en todos los seres humanos, independientemente del condicionamiento
social y de la lealtad a ellos, incluso aunque puedan verse sumergidos, adormeci-
dos u ocultos por el imperio de condiciones negativas.
Por ejemplo, el principio de la rectitud, a partir del cual se desarrolla todo el
concepto de la equidad y la justicia. La rectitud puede definirse y lograrse de
maneras muy diferentes, pero la conciencia que se tiene de ella es casi universal.
Otro, es la integridad y la honestidad. Éstas crean los cimientos de la confianza,
que es esencial para la cooperación y el desarrollo personal e interpersonal a
largo plazo. Otro principio es la dignidad humana. El concepto básico de este
valor o principio, sostiene que todos los hombres han sido creados iguales y
dotados por el Creador de ciertos derechos inalienables, contándose entre ellos
los derechos a la vida, a la libertad y a la búsqueda de la felicidad. Está también
el principio del servicio o la idea de contribuir. Otro es la calidad o excelencia. Así
mismo está el principio del potencial, la idea de que tenemos una capacidad
embrionaria y de que podemos crecer y desarrollarnos, liberando cada vez más
potencial, desarrollando cada vez más talentos. Muy relacionado con el potencial
está el principio del crecimiento —el proceso de liberar potencial y desarrollar
talentos, con la necesidad correlativa de principios tales como la paciencia, la
educación y el estímulo.
Los principios no son prácticas. Una práctica es una actividad o acción
específica. Una práctica que da resultado en cierta circunstancia no
necesariamente lo dará en otra, como pueden atestiguarlo los padres que han
intentado educar a un segundo hijo exactamente como al primero.
Mientras que las prácticas son específicas de las situaciones, los principios
son verdades profundas, fundamentales, de aplicación universal. Se aplican a los
individuos, las familias, los matrimonios, a las empresas y organizaciones
privadas y públicas de todo tipo. Cuando esas verdades se internalizan como
hábitos, otorgan el poder de crear una amplia variedad de prácticas para abordar
diferentes situaciones.
Los principios no son valores. Una pandilla de ladrones puede tener valores,
pero violan los principios fundamentales de los que estamos hablando. Los
principios son el territorio. Los valores son mapas. Cuando valoramos los
principios correctos, tenemos la verdad, un conocimiento de las cosas tal como
son.
Los principios son directrices para la conducta humana que han demostrado
tener un valor duradero, permanente. Son fundamentales. Son esencialmente
indiscutibles, porque son evidentes por sí mismos. Para captar rápidamente su
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naturaleza evidente basta con considerar el absurdo de tratar de vivir una vida
efectiva basada en sus opuestos. Dudo de que alguien pueda seriamente
considerar que la mala fe, el engaño, la bajeza, la inutilidad, la mediocridad o la
degeneración sean una base sólida para la felicidad o el éxito duraderos.
El principio opera como el volante de un reloj que mantiene el ritmo regular
de su mecanismo, conserva el equilibrio entre pensar y sentir. Se traduce en una
vida ordenada; sin ellos, no habría más que desorden y caos. Evitan los
extremos, puesto que el principio representa la armonía de los contrarios, la
integración del sentimiento con el pensamiento.
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3. INTERIORIZACIÓN DE PRINCIPIOS
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OSHO. ―Coraje‖. La alegría de vivir peligrosamente. Traducción de Esperanza Moriones Alonso. 175 páginas.
www.osho.com; oshointernational64@oshointernational.com
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que quedemos como picados o tocados por ella durante la búsqueda. Por
ejemplo, lo que vemos en presencia de alguien realizado, es tan precioso que
tenemos que descubrirlo; tiene que convenirse en nuestra experiencia. Nadie
puede darnos la verdad -nadie puede hacerlo, pero puedo abrirnos el corazón,
que ha conocido la verdad, que ha vivido la verdad. Y esa apertura puede
ayudarnos de manera muy directa a seguir nuestra propia peregrinación.
Simplemente vivamos el momento con totalidad e intensidad. Vivámosla con
toda la alegría que podamos, con todo el amor que podamos, sin miedo, sin
culpa. Esta existencia es nuestra y este momento es un regalo: no lo echemos a
perder. Y no nos preocupemos de la realización. Este momento, vivido
totalmente, es realmente una iluminación. Simplemente intentemos vivir este
momento tan sinceramente y consciente, tan totalmente como podamos, sin
dejarnos molestar ni perturbar por el pasado o el futuro. Sin distracción,
entremos en él profundamente y eso es suficiente. Eso es iluminación. Ahora
depende de nosotros dejar que este pequeño momento lo sea todo; y lo
habremos conseguido todo. No tenemos por qué preocuparnos.
Cualquier cosa inconsciente que se vuelva consciente empieza a desaparecer;
pierde su significado. La inconsciencia es como un sótano en el que se tiran o se
depositan cosas, reprimimos cosas. Cosas que no queremos ver, cosas que no
queremos oír, cosas que no queremos aceptar, las vamos tirando al inconsciente.
Son nuestras partes reprimidas, permitimos que surjan a la superficie. Esto es lo
que ocurre cuando planteamos una pregunta consciente.
Pero las preguntas intelectuales son las que no desaparecen; las preguntas
intelectuales continuarán. Pero si una pregunta surge del inconsciente es
significativa. Las preguntas intelectuales son basura; no tienen nada que ver con
el ser y nuestro cambio. Dejemos que se revele nuestro inconsciente y
empezaremos a notar cambios: no es que las preguntas desaparezcan, pero
nuestras actitudes, planteamientos, comportamiento, incluso los sueños
cambiarán.
Es un ejercicio precioso e interesante escribir y anotar cualquier cosa que
sintamos que acecha en la oscuridad de la mente. No es algo claro; está allí en la
oscuridad, traigámoslo hacia la luz de la consciencia. Y si podemos traer todos
los contenidos del inconsciente a la mente consciente, nuestra mente consciente
e inconsciente serán una; ambas serán conscientes. Lo equivocado es
mantenerlas en la oscuridad. Al traerlas a la luz cambia toda su cualidad...
desaparecen.
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Artículos 2 y 11 de la Constitución Nacional de la República de Colombia.
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hay que entender. Es cuestión de claridad, de tener claro qué es qué. Actuemos
espontáneamente, como un niño. Abandonémonos absolutamente al momento, y
veremos que cada día se abren nuevas cosas, nueva luz, nuevas percepciones. Y
esas percepciones nos irán cambiando. De repente, un día nos daremos cuenta
de que somos nuevos en cada momento. Ya no arrastramos lo viejo, ya no nos
envuelve como si fuese una nube. Seremos como una gota de rocío, joven y
fresca.
Comprenderemos que todo lo que poseímos no era nuestro; la misma idea
de posesión es errónea. Las posesiones nos han corrompido. Sin posesiones, sin
éxito, sin fama, ¿quién eres? No lo sabemos. Somos el nombre, somos la fama, el
prestigio, el poder. Pero, aparte de eso, ¿quién somos? Es que las posesiones se
han convertido en nuestra identidad. Nos dan un sentido de identidad falso. Eso
es el ego. No sabemos quiénes somos, necesitamos sustituirlo con otra identidad
falsa. Las posesiones nos dan esa falsa identidad.
Si Dios supiese lo que iba a ocurrir en el momento siguiente, la vida sólo
sería un proceso mecánico, inerte. No habría libertad, ¿y cómo puede existir la
vida sin libertad? No habría ninguna posibilidad de crecer, ni de no crecer. Si todo
está predestinado de antemano, no habrá gloria ni grandeza. Entonces sólo
seríamos robots.
La vida no escucha nuestros razonamientos; va por su propio camino sin
detenerse. Nosotros tenemos que escuchar a la vida, la vida no va a escuchar lo
que opinemos de ella, no le interesan nuestras disquisiciones. Ante ella, no
podemos prepararnos de antemano, no podemos estar listos. Ésa es su belleza,
ése es el misterio, que siempre nos coge de sorpresa, siempre llega de sorpresa.
Cada momento es una sorpresa y no se puede aplicar una respuesta
premeditada.
No intentemos comprender la vida. ¡Vivámosla! No intentemos comprender
el amor. Instalémonos en él. La vida no es un problema. Si la consideramos un
problema estamos dando un paso equivocado. La vida es un misterio que
tenemos que vivir, amar y experimentar. No podemos hacer un mapa de ella
porque la vida va cambiando continuamente. Todos los momentos son ahora. No
hay nada viejo en ella, todo es nuevo. Hay un tremendo dinamismo, un
movimiento absoluto. Sólo el cambio es permanente, lo único que no cambia es el
cambio.
Por eso, no hay mayor fracaso que el éxito. El éxito sólo tiene importancia
si nuestra vida es un fracaso. Cuando lo alcanzamos nos damos cuenta de que
todo el mundo nos ha engañado, toda la gente y la sociedad. El éxito nos quita
toda la paz mental. El éxito extrae todo lo significativo de la vida: la paz, el
silencio, la alegría, el amor. Nos va quitando todo. Al final, nuestras manos están
llenas de cosas inútiles, y se pierde todo lo que tenía valor. Y de repente, nos
damos cuenta de que necesitamos paz mental.
Sólo se puede vivir la vida peligrosamente, no hay otra forma de vivirla. La
vida sólo alcanza la madurez y el crecimiento a través del peligro. Hay que ser un
aventurero, siempre dispuestos a arriesgar lo conocido por lo desconocido. En
cuanto hayamos probado la alegría que produce la libertad y la ausencia de
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miedo, nunca nos arrepentiremos, porque sabremos qué significa vivir al máximo.
Sabremos qué significa quemar la antorcha de nuestra vida por los dos extremos.
Un solo instante de esa intensidad es más gratificante que toda una eternidad de
vida mediocre. Si no vivimos peligrosamente, no vivimos. La vida sólo florece
cuando hay peligro. La vida no florece en la seguridad; sólo florece en la
inseguridad.
Nos perdemos muchas cosas en la vida porque no somos valientes. En
realidad, no necesitas hacer ningún esfuerzo para alcanzarlas —sólo ser
valientes— y las cosas empezaran a llegar en lugar de tener que ir a buscarlas;
por lo menos, en el mundo interior es así. Lo más valiente es ser dichoso. Ser
infeliz es muy cobarde. De hecho, no necesitamos nada para ser infeliz. Hasta un
cobarde puede hacerlo, hasta un idiota puede hacerlo. Todo el mundo es capaz de
ser infeliz, pero para ser dichoso se necesita tener mucho coraje, es una ardua
tarea.
Es solamente a través del peligro que se logra madurar y crecer en la vida.
Es necesario ser temerarios y estar dispuestos en todo momento a correr el
riesgo de cambiar lo conocido por lo desconocido. Una vez experimentadas las
alegrías de la libertad y la osadía, no hay arrepentimiento posible porque ya se
sabe cómo es vivir la vida al máximo. Se le teme a la muerte porque no sabemos
lo que es la vida. Puesto que no sabemos lo que es la vida, tememos que llegue a
su fin algún día. Todo el tiempo estamos postergando. No sabemos vivir el
momento. No se puede vivir si se deja de morir. Estar dispuestos a morir, es
realmente vivir.
Cuando se vive la vida al mínimo, entonces se percibe una separación entre
la vida y la muerte. Mientras más nos acercamos al clímax, más se acercan los
dos. En la cumbre, se juntan y se vuelven una. En el amor, en la meditación, en
la oración, en la confianza, donde quiera que la vida esté, es total, pero está
también la muerte.
La vida es un proceso sin principio ni fin. No comienza jamás. No comienza
ni termina en ninguna parte. Somos parte de la eternidad. La vida es un proceso
atemporal y eterno. La muerte es parte del proceso.
Parecería que aunque todo cambia constantemente, hay algo que permanece
igual eternamente. Hay un hilo, por invisible que sea, que permanece igual a
pesar de que todo cambia constantemente. Ese hilo está más allá de la vida y la
muerte; y ambas son procesos de aquello que está más allá y las usamos a
ambas, como la inhalación y la exhalación. Pero hay algo en nosotros que es
trascendental.
―Lo que sucede es que estamos demasiado identificados con la forma y eso
da lugar al ego. Por consiguiente, vive atemorizado, temblando, trepidando,
siempre asustado, siempre protegiéndose, asegurándose.
―Todo regresa a su fuente original. Quien comprende la vida, comprende
también la muerte. La vida es el olvido de la fuente original y la muerte es el
recuerdo. La vida es apartarse de la fuente original y la muerte es el regreso al
hogar. La muerte es bella solamente para quienes han vivido la vida sin
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OSHO. ―El Miedo‖. Cómo comprender y aceptar las incertidumbres de la vida. Traducción de Adriana de Hassan. Grupo
Editorial Norma. Bogotá, D. C. Abril de 2008. 143 páginas. www.osho.com;
oshointernational64@oshointernational.com
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NECROFILIA BIOFILIA
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carente de intereses; orden mecánico interiores; guía en el arte de vivir; influencia estimulante de
en vez de orden determinado por otros y respuesta a la misma; un modo de vida que sea
relaciones directas y humanas entre verdaderamente interesante. Integra y no divide; se disfruta
las personas. Tener un sabor agrio y igualmente de la alegría como de la tristeza; manejo
triste de la vida. Su estado habitual es apropiado y divertido de la incertidumbre, el riesgo y la
la queja, el lamento, ser víctima. inseguridad. La vida es un juego permanente.
Libertad viene del latín liberatas, liberatis: que significa franqueza, permiso.
Es la posibilidad que tenemos de decidir por nosotros mismos como actuar en las
diferentes situaciones que se nos presentan en la vida. El que es libre elige, entre
determinadas opciones, la o las que le parecen mejores o más convenientes,
tanto para su propio bienestar como el de los demás o el de la sociedad en
general. Las personas libres piensan muy bien lo que van a hacer antes de
decidirse a actuar de una u otra manera, pues saben que la libertad no es
sinónimo de hacer ―lo que nos viene en gana‖, y que la mayoría de nuestros actos
tienen consecuencias buenas o malas, entendiendo que la plena libertad también
implica plena responsabilidad.
El argumento a favor de la opinión de que el hombre no tiene libertad para
elegir lo mejor en oposición a lo peor, se basa en el hecho de que suele atenderse
a la última decisión en una cadena de acontecimientos, que a lo mejor ya no hay
nada que hacer porque estaremos atrapados en situaciones y condiciones donde
nuestra capacidad de decidir ya está anulada, ha desaparecido. Dentro de la vida
cotidiana, por lo general, la libertad está en saber ubicarse antes de pasar el
umbral o la línea límite desde donde tenemos nuestro propio control.
La libertad para elegir está en nuestras manos, cuando tenemos toda la
capacidad y condición para hacerlo, que por lo común se presenta en los primeros
niveles o momentos de una situación dada. Veámoslo con un ejemplo cotidiano,
frente a un momento de celebración –fiesta, invitación, u otro motivo para
brindar, tomar o ingerir alguna bebida alcohólica-; es posible tomar la decisión
antes de tomar la primera copa o después de la primera o segunda copa –aquí
está el punto límite o umbral, donde cada cual conoce su propio cuerpo, para
saber hasta dónde se extiende la capacidad de control y libertad para decidir-.
Porque una vez traspasado dicho límite, ya no seremos capaces de decidir;
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podemos hacer esta pregunta: ¿no queda excluida la libertad de elección moral
por el condicionamiento exterior e interior de la decisión moral?, algunos opinan
que la conducta del hombre está dada por las circunstancias, y, por tanto la
elección moral es una ficción. Para Marx por ejemplo, el hombre ―es libre, no por
fuerza negativa de poder evitar esto o aquello, sino por el poder positivo de hacer
valer su verdadera individualidad‖. Para Engels por su parte, ―el libre arbitrario
no es otra cosa que la capacidad de decidir con conocimiento de causa‖. Para
Sartre dentro de su existencialismo, opina que el hombre está abandonado a su
suerte y, como tal, es absolutamente libre, para él, la libertad no es una cualidad
particular o un bien adquirido, sino una maldición originaria del hombre que se
encuentra ―condenado a la libertad‖. Sin embargo, para Erich Fromm el hombre
le tiene miedo a la libertad y que si bien las luchas por la libertad fueron
sostenidas por los oprimidos, estos mismos combatientes contra la opresión luego
se alienaban junto a los enemigos de la Libertad cuando esta había sido ganada y
les era preciso defender los privilegios recién adquiridos.
Con estos debates se podría continuar llenando páginas sobre lo que se
conceptúa nuestro máximos pensadores sobre la libertad, porque definirla es una
odisea y hasta quizá una utopía; cada Estado se acoge a lo articulado en sus
constituciones por ser norma de normas y porque está en armonía con su filosofía
basada en la autonomía. Surge aquí ―el respeto‖ por dichas libertades,
comenzando por la conciencia, las creencias, ideologías, credos y cultos, la
expresión, la crítica, la opinión y difusión del libre pensamiento entre otras cosas;
sin que por ello, se constituya en excusas para invadir individualidades, asaltar la
buena fe, atacar agresiva y violentamente a otras personas u organizaciones
sociales, o para crear dogmatismos y fanatismos que igualmente pueden
desembocar en varios tipos de agresión.
La libertad y la norma
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fuertes y a los más astutos; y que, casi siempre, esa libertad permite a los
dominantes imponer su ley a los más débiles y a los más desfavorecidos. Por lo
general todos invocan la libertad allí donde se limitan a negar la de los otros para
poder disponer de su dignidad, de su seguridad, de su dignidad; en estos casos 5
no se trata de libertad. Es mejor estar dispuestos a reconocernos una libertad
integral que nos permita mantener buenas relaciones de comprensión con la
mayoría.
Para impedir el dominio sobre los débiles, los pequeños, los abandonados,
los socialmente vulnerables y reactivos, los disminuidos psicológicos,
necesariamente hace falta imponer el poder de la ley como garantía de una regla
de juego que permita la vida en común y la convivencia pacífica, eliminando al
máximo los perjuicios. En las instituciones y organizaciones, para evitar todo y
cualquier cosa, es necesario construir normas internas, creadas en consenso con
todos los participantes; que tengan como guía rectora unos principios, desde los
cuales derechos y deberes que formulen equitativamente para todos. Cada
miembro podrá hablar, cambiar, corregir, perfeccionar y contribuir a la redacción
del texto de convivencia para aceptar lo esencial –la necesidad de una regla de
juego- sin que sea necesario pagar un alto precio por ello (todos los derechos
para ciertos sectores y pocos o ninguno para otros).
En todas partes, entre individuos y grupos, el contrato social debe ponerse
en práctica: constatar el peligro de una libertad sin limitación, querer vivir juntos
y construir un proyecto para permitir esa convivencia –en casa, institución, grupo
u organización-, aceptar la renuncia al poder de perjudicar, después construir una
regla de juego viable, a la cual pueda referirse cada uno en caso de necesidad.
Desde estas situaciones es importante entender que, la ley puede
modificarse, enmendarse –mejorarse, corregirse), abolirse. La reforma procede
normalmente de un doble deseo: si uno de los dos ya no está satisfecho del
contrato propuesto, es libre de proponer una negociación para crear las
condiciones de ejercicio de otra libertad, ampliada, verdadera y no reducida a
nada o casi nada. Allí donde la libertad no está creada por la ley sino reducida por
ella, es evidente que se puede reclamar, en el nombre mismo del principio de las
reglas del juego, la mejora del documento que la hace más adecuada a los
deseos, las aspiraciones o a las posibilidades de los participantes. La ley y el
derecho se justifican cuando permiten reducir los riesgos de la vida en
comunidad.
5
Se invoca libertad: cuando la empresa despide al personal cuando sus beneficios aumentan; cuando el líder o cabecilla de
un grupo social cualquiera roba, viola aterroriza, recurre a las armas, atraca, presiona, chantajea e incluso mata; el
regionalista o chauvinista que ataca a otros que no pertenecen a su ámbito; el pobre que roba creyendo que es su derecho; el
desadaptado que envía anónimos de amenazas, el jefe que recurre al chantaje sexual como promoción de trabajo; el profesor
que humilla y hace quedar en ridículo a sus estudiantes.
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interior humano, lo cual implica incluso ir más allá del ámbito exclusivamente
social; trasciende los límites mismos del ser humano, pero que aunque se salgan
del canon tradicionalmente concebida, contribuyen grande y significativamente en
la espiritualidad de las personas. Bien sabemos que un alto desarrollo o que un
crecimiento superior de los individuos, significa una incidencia significativa en su
mismo orden social.
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Todos los libros sagrados son cadáveres, flores muertas y nada más. La verdad
viva, la tiene que descubrir cada individuo, él solo. Nadie nos la puede dar.
Los psicólogos dicen que el niño primero toma conciencia de los demás,
después lentamente, se va acercando a sí mismo, hasta tomar conciencia de su
propio cuerpo. Entonces, un día, comienza a sentirse separado de los demás.
Primero toma conciencia del otro y es con referencia a ese otro que se define a sí
mismo. El otro le proporciona su definición.
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Constitución Nacional de Colombia, artículo 3º.
7
Ideas y conceptos tomados y adaptados de: OSHO. ―El Miedo‖. Cómo comprender y aceptar las incertidumbres de la vida.
Traducción de Adriana de Hassan. Grupo Editorial Norma. Bogotá, D. C. Abril de 2008. 143 páginas. www.osho.com;
oshointernational64@oshointernational.com
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ventanas, porque tenemos miedo de que alguien pueda entrar por ellas. No
vemos más que enemigos al acecho. Pero recordemos, que el problema que hay
que resolver es el del amor y no el del miedo. Hay que recordar que no debemos
convertir la ausencia –la oscuridad es una ausencia- en problema porque no hay
nada que podamos hacer con ella. Hagamos nuestro el problema de la presencia
porque es algo que está en nuestras manos resolver.
Si una persona dice que no, no nos sintamos heridos. Sencillamente
aceptémoslo –no sucedió-, la otra persona no quiso moverse con nosotros, no
éramos el uno para el otro. Éramos de tipos diferentes. El rechazo no fue
realmente hacia nosotros, no fue una cosa personal. Sencillamente no
cuadrábamos. Por lo tanto, sigamos adelante. Y fue bueno que la persona dijera
que no, porque si no encajamos con una persona y ella dice que sí, entonces el
problema será más grande. En este preciso momento no nos damos cuenta, pero
esa persona nos ahorró toda una vida de dificultades. Debemos agradecérselo y
seguir adelante porque no todo el mundo es para todo el mundo.
No temamos equivocarnos, porque el miedo nos paralizará y nos
perderemos la vida entera. Es mejor equivocarse que hacer nada. Es mejor ser
rechazado que permanecer encerrado en uno mismo, temeroso de tomar la
iniciativa, porque el rechazo encierra la posibilidad de la aceptación; es la otra
cara de la aceptación. Si alguien rechaza, otro aceptara. Es preciso continuar
moviéndose hasta encontrar a la persona indicada.
Si el amor está vivo, también habrá conflictos, habrá también ira, tristeza,
peleas; porque si hay felicidad, también tiene que haber tristeza. Lo que indica
que el amor es un fenómeno vivo. Cuando se ama se aceptan todas, la de uno y
la de la pareja; ya que muchas veces la pareja se aleja sólo para acercarse
nuevamente. Al amor no hay que temerle; a lo que hay que temer es al miedo,
porque éste envenena, paraliza y mata. Pasa del miedo al amor. Del amor se
pasará a la meditación, a la devoción, fuente de la valentía. Sin amor hay miedo;
con amor hay valentía, y la valentía final está en la meditación porque entonces
ni la muerte produce miedo, y no hay muerte. Es tan grande el grado de sintonía
con la existencia que no hay lugar al miedo.
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Las ideas de este aspecto son tomadas y adaptadas de: COVEY R., Stephen. ¨Los 7 Hábitos de la Gente Altamente
Efectiva¨, La revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa. Buenos Aires - Barcelona – México. Paidós. Págs. 117-
124.
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Lo que para alguien es una misión, para otro es una minucia. Cuando nos
dedicamos a otra persona, lo que es importante para la otra persona debe ser tan
importante para nosotros como lo es esa persona. Tal vez estemos trabajando en
un proyecto de alta prioridad cuando nuestro hijo de seis años nos interrumpe
con algo que para nosotros es trivial, pero para él tiene mucha importancia. Es
muy importante subordinar nuestros horarios a esa prioridad humana.
La regla de oro dice: «Trata a los otros como querrías que ellos te trataran a
ti». Si bien superficialmente esto podría entenderse como hacer por los otros lo
que queremos que ellos hagan por nosotros; en un aspecto más esencial quiere
decir que hay que comprenderlos profundamente en tanto individuos, como
nosotros mismos querríamos ser comprendidos, y después tratarlos en los
términos de esa comprensión. Un padre inteligente ha dicho sobre la educación
de los hijos: «Hay que tratarlos a todos igual, es decir, a cada uno de modo
diferente».
4ª. Aclarar las expectativas: Las expectativas poco claras en una relación
socavan la comunicación y la confianza. Pues, la causa de casi todas las
dificultades que aparecen en las relaciones arraiga en expectativas conflictivas o
ambiguas en torno situaciones específicas de las vivencias. Ya se trate de la
cuestión de quién hace qué en el trabajo, de cómo se comunica uno con sus hijos
cuando les dice que arreglen su cuarto, o de quién pondrá la comida al perro y
sacará la basura, podemos estar seguros de que las expectativas poco claras
provocarán incomprensiones, decepciones y retiros de confianza.
Muchas expectativas son implícitas. No han sido anunciadas o enunciadas
explícitamente, pero sin embargo las personas las incorporan a una situación
particular. En el matrimonio, por ejemplo, el hombre y la mujer tienen
expectativas recíprocas respecto de sus roles. Aunque no se hayan examinado (y
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errores del corazón, la mala intención, los malos motivos, la justificación que por
orgullo pretende encubrir el error.
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Este campo temático, lo construyo apoyado desde las ideas históricas que la ―Asociación Cultural NUEVA ACRÓPOLIS‖
realiza con sus participantes en ―el taller del hombre integral‖, en el capítulo VIII sobre la tradición griega, donde hace
énfasis en los estudios de Platón sobre su obra ―La República‖. Son ideas coherentes que bien vale la pena tener en cuenta
en el aspecto referido a la democracia.
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Se suele aceptar como fecha de su nacimiento, en Atenas, el año 427 a.C. y su muerte en el 347 a.C., con lo cual se le
conceden unos 80 años de vida. Perteneció a una familia noble, muy antigua en Atenas; que su nombre no era Platón -había
recibido el de Aristocles -el mismo nombre de su abuelo-, pero se le llamaba así porque tenía las espaldas muy anchas, quizá
debido a las típicas clases de gimnasia en aquella época para los jóvenes, y este sobrenombre le ha quedado para siempre.
Dice Diógenes de Laercio que su padre se llamaba Aristón y su madre Perictiona. En la actualidad se conocen 34 Diálogos,
13 Cartas y la Apología de Sócrates que no se suele incluir dentro de los Diálogos. Su escuela perduró hasta el 529 d.C. -
aunque con cambios bastante profundos- año en que fue cerrada por el Emperador Justiniano y confiscados todos sus
bienes.
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Así como hay cinco formas de gobierno hay cinco tipos de hombres que se
corresponden con estas formas, ya que los gobiernos surgen de las costumbres
de los ciudadanos. Veamos cual es el ciclo de degradación de los gobiernos:
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Platón, ―La República‖, libro VIII.
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Esto es una cuestión que atañe a todo el mundo. La estructura de nuestra vida
es tal que se nos enseña que a menos que tengamos el reconocimiento de
alguien, no valemos nada. Sin embargo, el trabajo debería ser importante por sí
mismo, una alegría en sí mismo. Se debería trabajar no para ser reconocido, sino
porque nos gusta ser creativos; deberíamos amar el trabajo por sí mismo.
Trabajamos si nos gusta; así, no pediríamos reconocimiento. Si viene,
tomémoslo con soltura; si no viene, no pensemos en ello. Nuestra realización
debería estar en el trabajo mismo. Y si todo el mundo aprendiéramos este simple
arte de amar el trabajo, sea el que sea, disfrutándolo sin pedir reconocimiento,
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OSHO. ―Autobiografía de un místico espiritualmente incorrecto‖. Traducción de Luis Martín Santos Laffón. Editorial
Planeta Colombiana S.A. Primera edición en Colombia: mayo de 2007. 416 páginas
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Construir confianza
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Aunque por supuesto, se puede encontrar algo peor que el asalariado 13. En todos
los casos, son víctimas del modo social económico, caracterizada por un uso
exclusivo ajustado al dinero, al beneficio y a la rentabilidad. Esclavo es cualquiera
que sufra este proceso y desempeñe en la sociedad un papel degradante que no
puede permitirse el lujo de rechazar. Es verdad que el esclavo ha existido
siempre, y no solamente se agudizó en el momento en que la técnica y la
tecnología tomaron las riendas de la economía en todo el planeta. Producir
riquezas siempre ha supuesto, en todas las épocas, una clase explotada, la más
numerosa, y una clase explotadora. Pasado el tiempo del descubrimiento, la
técnica permite a los más fuertes dominar a los más débiles. De la edad de las
cavernas a la de internet, la técnica siempre actúa como instrumento de
dominación de un grupo sobre otro.
Es preciso entender, sin embargo, que una vez efectuados los progresos
técnicos, hacen difíciles e improbables las vueltas atrás. Podemos resistirlos todo
lo que queramos, rechazarlos un tiempo, pero el consentimiento es inevitable,
porque el movimiento del mundo obliga a seguir el nuevo ritmo. ¿Quién
rechazaría su crecimiento: el auto, el avión, la virtualidad, la iluminación
eléctrica, las máquinas que facilitan la producción de cualquier tipo? Nadie, ni
siquiera los enemigos del progreso o los opositores habituales de los avances de
la técnica.
La técnica se define por el conjunto de medios empleados por los hombres
para emanciparse de las necesidades y penalidades naturales. Allí donde la
naturaleza obliga, la técnica libera, hace retroceder los límites de la sumisión a
las potencias naturales. En el origen, la técnica no busca más que permitir la
adaptación del hombre a un medio hostil. En un primer momento, se trata de
asegurar la supervivencia. Luego, el objetivo no será tanto la supervivencia como
la vida agradable. Pero el principio permanece: liberarse aún y siempre de los
límites impuestos por la naturaleza, principalmente ligados al medio. Con los
avances tecnológicos, la vida se hace más agradable, más fácil. Las personas
sufrimos cada vez menos, actuamos cada vez más, y aseguramos un dominio
creciente de lo real. Sin embargo, podemos temer el reverso de la moneda. Una
invención no existe sin su contrapunto negativo. Incluso, surge la idea de que la
técnica puede someter más a los hombres que servirlos, pero aquello no es
problema de la técnica y la tecnología, sino del uso que los humanos hagamos de
ella: mayor pauperización (ricos más ricos, pobres más pobres), desempleo,
disminución del trabajo, alienación (aumento de ritmo, cálculo exigente y
cronometrado).
Habría que transformar estas condiciones en alternativas para fines
liberadores, donde se inviertan aquellas situaciones, para poner las máquinas y
todas las tecnologías al servicio de la humanidad. Que dicha tecnología reduzca el
tiempo que la persona pasa en el trabajo, reduzca la penalidad de las tareas;
suprimir su peligrosidad y su nocividad mortal; que lo mecánico se lo deje
13
El que no tiene empleo, el desplazado, el sin techo, las prostitutas de todas las edades y sexos, los niños que se ven
obligados a trabajar; los adultos que están obligados a trabajar más de 10 horas al día por poco dinero para cubrir sus
necesidades básicas.
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EL ESTAMENTO IMPOSIBLE14
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NIETZSCHE, Friedrich. ―Aurora‖ (1881). Traducción de Eduardo Knorr, Editorial Edaf, Madrid, 1996. Texto
seleccionado y citado en el ―Antimanual de filosofía‖, lecciones socráticas y alternativas; de Michel Onfray. EDAF-
Ensayo, 2ª edición, octubre de 2005. Págs. 114-115.
Friedrich Nietzsche (1844-1900), Filósofo alemán, ateo, anticristiano, enfermo durante toda su existencia, recuperado por el
nazismo —a causa de un falso libro publicado por su hermana para complacer a Hitler—, muere después de diez años de
locura y postración. Invita a pasar la página de dos mil años de pensamiento occidental, afirmando una pasión desenfrenada
por la vida «más allá del bien y del mal».
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4. CONSTRUIR EL HÁBITO
Aristóteles dice que ―Somos lo que hacemos día a día. De modo que la
excelencia no es un acto, sino un hábito‖. Pues, básicamente, nuestro carácter
está compuesto por nuestros hábitos. Por eso se insiste que si se «siembra un
pensamiento, se cosecha una acción; si se siembra una acción, se cosecha un
hábito. Si se siembra un hábito, se cosecha un carácter; y si se siembra un
carácter, se cosechara un destino»
Los hábitos tienen también una enorme atracción gravitatoria, más de lo
que la mayoría de las personas comprenden o admiten. Para romper tendencias
habituales profundamente enraizadas tales como la indecisión, la impaciencia, la
crítica o el egoísmo, que violan los principios básicos de la efectividad humana, se
necesita algo más que un poco de fuerza de voluntad y algunos cambios menores
en nuestras vidas. El «despegue» exige un esfuerzo tremendo, pero en cuanto
nos despegamos de la atracción gravitatoria, nuestra libertad adquiere una
dimensión totalmente nueva.
Se define el hábito como una intersección de conocimiento, capacidad y
deseo. El conocimiento es el paradigma teórico, el qué hacer y el por qué, la
capacidad es el cómo hacer. Y el deseo es la motivación, el querer hacer. Para
convertir algo en un hábito de nuestra vida, necesitamos esos tres elementos.
Aunque sepa que para interactuar con efectividad con otros tengo que
escucharlos, tal vez me falte capacidad para hacerlo. Podría no saber cómo se
escucha real y profundamente a otro ser humano. Pero saber que necesito
escuchar y saber cómo escuchar no basta. A menos que quiera escuchar, a
menos que tenga ese deseo, no se convertirá en un hábito de mi vida. Para crear
un hábito hay que trabajar en esas tres dimensiones.
El cambio de ser y ver es un proceso progresivo: el ser cambia al ver, que a
su vez cambia al ser, y así sucesivamente en una espiral ascendente de
crecimiento. Trabajando sobre el conocimiento, la capacidad y el deseo, podemos
irrumpir en nuevos niveles de efectividad personal e interpersonal cuando
rompemos con viejos paradigmas que pueden haber sido para nosotros una
fuente de inseguridad o aparente seguridad durante años.
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venciendo con ello las dificultades y tropiezos que se tienen en el avance, midiendo
así los estados proximales de la meta propuesta.
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Lo aquí trabajado, son conceptos tomados y adaptados del audio-conferencia llamada ―lenguaje y destino‖, en torno a la
programación neurolingüística, del autor: Guillermo Villa Ríos. 2007.
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son los que mantienen atribuyendo sus éxitos o sus fracasos a la buena o a la
mala suerte, los que tienen siempre a flor de labios un ― yo no sé porqué me
sucede esto‖, ―yo soy tan de buenas para esto‖, ―yo soy tan de malas para
aquello‖. El propósito aquí es poder despertar, hacernos cargo de nuestro propio
destino, asumir la responsabilidad de nuestra propia vida, hacernos cargo de todo
lo que nos sucede. Repetirnos (pensando y sintiendo): ―Yo creo, permito y
promuevo todo lo que a mí me pasa‖, ―Yo soy el único responsable de mi propio
destino‖, ―Yo he creado mi propia vida‖. Si despertamos en estos pasos, aquí y
ahora, seremos diferentes. La clave es vivir esta experiencia en el pensar y el
sentir de manera simultánea, grabémoslo en nuestro corazón, ya que de ello
depende la creación de nuestro propio destino.
Los pasos funcionan como las fichas del dominó, al parar ocho fichas una a
continuación de la otra, al derribar la primera, una a una se van empujando.
Memoricemos e interioricemos estos ocho pasos, simplemente comencemos con
la primera, empecemos a hablar en forma asertiva, hablemos de lo que queremos
en lugar de hablar de lo que no queremos. En vez de decir ―porque no me hace el
favor‖, digamos ―hágame el favor‖; en vez de decir ―no vaya a llegar tarde‖,
digamos ―por favor llegue temprano‖; en vez de decir ―no se salga para la calle‖,
digamos ―por favor quédate en la casa‖; siempre estamos hablando de lo que no
queremos en lugar de lo que sí queremos.
Recordemos que nuestra mente subconsciente sólo recibe afirmaciones, ella
rechaza las negaciones, por ejemplo cuando decimos ―no se olvide de comprar el
jabón‖, la mente subconsciente está grabando ―olvídese de comprar el jabón‖,
por eso es mejor decir ―recuerda comprar el jabón‖. Hablemos de lo que
queremos. En vez de ―¿no te gustaría ir al cine?‖, es mejor decir ―¿te agradaría ir
al cine?‖.; ―quieres que vamos a cine o quieres que vamos a bailar‖; cualquier
respuesta sería entonces positiva.
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palabras que son con las que estamos construyendo nuestro destino, es el
lenguaje con que estamos programando nuestra mente subconsciente, esas son
la materia prima con la que estamos construyendo nuestros pensamientos, con
las que estamos construyendo nuestras actitudes, comportamientos, con esas
palabras estamos labrando nuestro propio destino.
Cuando las palabras se corrompen y los significados se vuelven inciertos, el
sentido de nuestros actos es también inseguro. Tomemos conciencia de que
nuestra mente subconsciente es una grabadora, ella sólo se limita a grabar en
forma fría, ella no distingue entre lo que es bueno o es malo, entre lo que es
correcto y es incorrecto, entre lo que es serio o es una broma, ellas simplemente
graba tal y como se ha dicho. Todo lo que pasa en nuestras vidas lo hemos
creado nosotros con nuestras palabras.
Por ejemplo, repitámonos: ―Yo Soy archimillonario‖, ―Yo Soy próspero y
rico, el dinero fluye en mi vida en forma abundante, copiosa, permanente y sin
esfuerzo, el dinero crece en mis manos como crecen los árboles en el campo,
todo lo que yo gasto, vuelve a mí multiplicado, porque Yo Soy la fuente de toda
riqueza‖. Observemos esas palabras que son con las que estamos construyendo
nuestro destino, es el lenguaje con que estamos programando nuestra mente
subconsciente, esas son la materia prima con la que estamos construyendo
nuestros pensamientos, con las que estamos construyendo nuestras actitudes,
comportamientos, con esas palabras estamos labrando nuestro propio destino.
En diversas circunstancias de la vida las palabras que proferimos son
evidencias de mediocridad e ineptitud, no se cree ni se confía en sí mismos, por
eso dicen que fue ―chiripa‖, ―chepa‖, o cualquier otra palabra que indica
desconfianza de conseguir o lograr algo conquistado con esfuerzo; aquello
demerita y se reafirma un programa mental negativo. Si queremos cambiar el
destino, debemos comenzar ya a cambiar las palabras y el lenguaje negativo:
―más o menos‖, ―ahí como para el gasto‖, Palabras como estas, sumergen en la
escasez, la limitación y en la pobreza. Si queremos ser ricos, hablemos de
riqueza, si se quiere la pobreza háblese de pobreza, si se quiere ser sano, háblese
de salud.
Se sabe de personas que han superado enfermedades terminales utilizando
en su favor el poder creativo de la palabra hablada, diciendo: ― esta enfermedad a
mí no me corresponde; envío a las tinieblas este tumor, o este cáncer; envío a la
nada desde donde vino esta enfermedad, Yo estoy sano, yo estoy bien, yo me
declaro sano y salvo en nombre de Dios‖. En contraste, se miran personas con un
resfriado o una gripa diciendo: ―estoy que me muero, esta gripa me va a matar‖,
diciendo con eso que la enfermedad se potencie, haciendo grave un problema
minúsculo.
Creer que para conseguir un peso hay que matarse, sacrificarse; es una
mentira que nos metieron, tanto así como que hay que trabajar duro para
obtener el éxito, pues, trabajando duro se consigue más trabajo. El paradigma
que se necesita es que trabajando inteligentemente, que con esfuerzo o sin él se
puede conseguir lo que queramos.
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Mientras unos piden el pan de cada día otros piden millones de euros, Dios
le da a quien le sabe pedir; si se le pide trabajo, eso le manda, si le pide
paciencia, le manda problemas para que aprenda a conseguirla; pídale dinero
directamente y no trabajo. Se puede ganar mientras se ríe y se divierte, no
renuncie al derecho a la prosperidad, porqué se ha renunciado a ese derecho.
Comencemos a utilizar el poder creativo de la palabra hablada en nuestro
favor, empecemos a utilizar nuestra mente subconsciente, empecemos a cultivar
un nuevo futuro a partir de palabras positivas. No esperemos que el mundo
cambie, somos nosotros los que debemos cambiar y, el primer paso es cambiar la
forma de hablar.
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a la visita refiriéndose a su hijo: ―éste si nos va a dar que hacer‖, ―este si nos va
a sacar canas‖, ―este sí va a ser candela‖, y se dicen convencidos que aquellas
palabras se las lleva el viento; pero no se entiende que son las que están creando
programas mentales que se traducirán después en los siguientes pasos hacia un
destino igual. Cuántas veces de forma irresponsable aunque de buena voluntad
hemos programado y reprogramado mal a nuestros hijos a través de presiones
que, aunque son cariñosas son negativas y vulgares.
Todo lo que sucede en nuestra vida, son el producto de las palabras y los
pensamientos animados por los sentimientos. La vida es como un eco, si no se
está conforme con lo que se está recibiendo, préstese atención de lo que se está
emitiendo.
Hagamos una tarea sencilla, regalémonos unos quince minutos de nuestro
tiempo, tengamos a la mano papel y algo con qué escribir y procedamos
anotando y respondiendo a la pregunta ¿cuál es el área de conflicto de nuestra
vida? ¿Cuál es nuestra piedra en el zapato? Algunos escribirán: No hay plata que
me alcance, siempre estoy alcanzado, mi problema es económico, siempre estoy
en déficit, o mi problema es mi pareja, o mi área de conflicto son mis hijos o mis
compañeros de trabajo, o mi vecino, o mis familiares; cualquiera que sea el área
conflictiva, escribámosla. Luego procedamos a escribir sobre lo que se habla de
esa área, cuáles son las expresiones sociales cuando se está con los amigos o con
cualquier persona que entremos en contacto. Lo seguro es que lo que se está
viviendo se ha creado con las propias palabras. Recordemos que la vida es como
el eco, por lo que, si no estamos conformes con lo que recibimos, prestemos
mucha atención a lo que decimos.
Revisemos nuestra forma de saludar e invitémonos a crear un nuevo
programa a partir de esos mismos saludos: me va excelentemente bien,
fantástico, maravilloso por la gracia de Dios, ese es el saludo de un triunfador, de
un ganador. Muchas replicarán, pero yo para qué voy a decir que estoy bien,
cuando la realidad es que estoy mal; pero, hay que recordar que hoy está mal,
debido a lo emitido negativamente y de manera constante desde hace tiempo, y
si se insiste en repetir ese tipo de lenguaje ese será el único futuro que tendrá en
tiempos posteriores.
Si se quiere un cambio en la vida, tendremos que iniciar con un cambio del
pensamiento, y no podremos hacerlo cuando en él anidan programas arraigados,
viejos y negativos, no se podrán cambiar si se insiste en reincidir en las mismas
palabras negativas.
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El sexto paso: Hábitos. Los hábitos, son las conductas repetidas. Todos los
seres humanos somos esclavos de nuestros buenos o malos hábitos, vivimos en
función de esos hábitos. Es imprescindible y urgente poner en claro la gran
diferencia en los hábitos mecánicos y cuando se cuenta con la plena consciencia.
Ese es el gran peligro del hábito, que nos atrapa y nos deja como estábamos al
inicio: dormidos psicológicamente.
Cada acción y pensamiento que se ejecuta, tiene su manera de persistir y
repetirse una y otra vez, porque puede crear un canal en nuestro ser. Empieza a
absorber energía de nosotros. Por ejemplo, cuando estamos irritados, se nos puede
pasar el mal humor y sin embargo creemos que ya no estamos irritados. Pero,
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aunque haya pasado el mal humor, no ha ocurrido nada. Sólo que la ira estaba en
la superficie hace unos minutos; ahora se pasó al subconsciente, a las
profundidades del ser. Allí aguardará y esperará que vuelva a llegar su momento.
Si hemos actuado de ese modo, lo hemos reforzado. Le hemos permitido seguir
viviendo. Le hemos vuelto a dar poder y energía, porque cooperamos con él. Está
palpitando como una semilla bajo tierra, esperando la oportunidad y la estación
adecuadas, y entonces brotará. Tarde o temprano, se convierte en habitual. Lo
haremos y ya no seremos nosotros los que actuamos; lo haremos mecánicamente,
solo por la fuerza de la costumbre. La gente dice que la costumbre es una segunda
naturaleza y no es una exageración. Al contrario, es quedarse corto. De hecho, la
costumbre acaba por convertirse en la primera naturaleza, y la naturaleza pasa a
un plano secundario. La naturaleza se convierte en algo parecido al apéndice de un
libro, o a las notas a pie de página, y la costumbre pasa a ser el texto principal del
libro.
Generalmente hemos vivido basados en hábitos... eso significa que los
hábitos viven básicamente por medio nuestro. El hábito persiste, tiene una
energía propia. Claro que esa energía viene de nosotros, porque cooperamos en
el pasado y seguimos cooperando en el presente. Poco a poco, el hábito se
convirtió en el señor, en el amo, y sólo nos volvimos sirvientes, unas sombras. La
costumbre dará las órdenes, será quien mande, y nosotros seremos solo un
sirviente obediente. Tendremos que obedecer.
Los hábitos nos obligan a hacer ciertas cosas; prácticamente somos unas
víctimas de ellos. Cada acción que repetimos, o cada pensamiento -porque el
pensamiento es también un sutil acto de la mente-, adquiere más y más poder
cada vez. Y entonces estamos en sus garras. Somos prisioneros del hábito.
Entonces vivimos como unos presos, como esclavos. Y la prisión es muy sutil; la
prisión está constituida con nuestros hábitos y condicionamientos y con los actos
que hemos realizado. Rodea todo el cuerpo y estamos atrapados en él. Pero lo
interesante es que estamos muy seguros y seguimos pensando que somos
nosotros quienes actuamos; seguimos engañándonos a sí mismos.
Continuamente uno pasa por cantidad de estados de ánimo. Eso significa que
algo sale de dentro, pero siempre se lo achacamos a otro. Nos sentimos bien, nos
sentimos mal, y esas sensaciones burbujean desde nuestro propio subconsciente,
desde nuestro propio pasado –o de las expectativas de un supuesto futuro-. Pero,
nadie es responsable, excepto nosotros mismos. Nadie puede ponernos furiosos,
nadie puede aturdirnos y nadie ni nada puede ponernos contentos. Nos ponemos
contentos, furiosos o tristes nosotros solos. Si no nos damos cuenta de esto,
seguiremos entonces siendo unos esclavos.
El dominio de uno mismo se adquiere cuando uno se da cuenta que «Somos
absolutamente responsables de todo lo que nos ocurre. Ocurra lo que ocurra, sin
condiciones, el responsable absoluto somos nosotros y nadie ni nada lo es».
Al principio, esto no nos gusta para nada; porque si podemos cargar a otro
con la responsabilidad, obviamente es más cómodo y nos sentiremos bien porque
eso nos exime de actuar ¿Qué puede uno hacer cuando un hijo se comporta de un
modo desagradable? Tenemos que enfadarnos. Pero recordemos bien que el hijo se
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PROTO, Louis. ―Aprende a Meditar‖. Técnicas sencillas y prácticas para el autodescubrimiento y vencer la angustia, la
ansiedad y la depresión. Intermedio Editores. Ediciones RobinBook, SL. Santafé de Bogotá. 1994. (volumen 9). página
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Presente. Al cerebro hay que darle órdenes precisas. Lo que quiere decir
que si en la primera se dice Yo, en la segunda se dice ― Soy o Estoy‖. Cuando una
persona dice ―voy a adelgazar‖, la palabra ―voy‖ es un futuro indeterminado, si se
quiere adelgazar, no importa cuánto. Desde hoy, empiece por decir, ― yo estoy
adelgazando, yo soy esbelto‖. ―Yo Soy‖ es la afirmación más poderosa que
nosotros podemos pronunciar.
Si vamos a Éxodo 3-14 en la Biblia, podemos encontrar el significado
profundo del Yo Soy, que significa Dios en acción. El gran misterio de Dios
comienza aquí en el yo soy. Deletrear la palabra D-i-o-s; y ahora leámosla al
contrario y luego nos devolvemos: s-o-i-D-i-o-s, encontramos entonces: ―Soy
Dios‖. El misterio de este principio, comienza en el yo soy.
Empezamos a creer y a sentir a Dios, cuando podemos aceptar que
nosotros somos Dios, porque él está en nosotros. Cuando decimos ―Yo Soy‖, todo
lo que digamos con Yo Soy, se realiza en nuestra vida, porque es un mandato
divino, porque estamos colocando a Dios en acción dentro de nosotros. No es lo
mismo decir ―yo estoy gordo‖ a decir ―yo soy gordo‖; en la primera afirmación el
cerebro la entiende como una orden temporal, es decir, estás pero, pueda que
mañana no lo estés. En la segunda, el yo soy, es poner a dios en acción, es poner
algo eterno en nuestra vida.
Todos los que tengan afecciones de salud nunca repitan la enfermedad
anteponiendo el yo soy: ―yo soy diabético‖, ―Yo soy hipertenso‖. Si hay que
decirlo, es mejor decir ―yo estoy diabético‖, pero yo estoy en tratamiento, pero
es mejor decir yo soy sano y yo salgo adelante.
Por otro lado las personas que viven en escasez, siempre están diciendo es
que ―yo soy pobre‖, y eso se eterniza en su vida. Cuando les pasa algo bueno,
para reafirmar su estado, dicen: ―es que uno es tan de buenas‖; no son capaces
de decir: Yo me lo merezco. Tómese esta norma de oro, para cuando siempre que
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se diga ―Yo Soy‖, es mucho mejor acompañarlo con algo positivo, de algo que nos
engrandezca y nos saque adelante.
Positivas. Si vamos a cambiar, que sea para bien, y no para mal. Cuantas
personas se la pasan diciendo: ―yo sé que algún día tendré que matar a alguien‖,
―el día que manche mi honor, lo haré con algo que valga la pena ‖, y así lo repiten
constantemente; por eso muchos después de varios años (o después de viejos)
se meten en líos que nadie esperaba. Ellos se han programado mentalmente a
través de sus palabras para cometer un ilícito.
Lo positivo también implica algo adicional, y es que la mente subconsciente
rechaza las negaciones. Por ejemplo, hagamos el siguiente ejercicio: pensemos
en la familia (padres, hermanos, esposa, o hijos), ahora por favor no pensemos
(es una orden) en su trabajo, no pensemos en el estudio, no pensemos en un
profesor. Ahora preguntémonos, ¿en qué pensamos?, ¿no es cierto que no se
piense sino en lo que no se pide que se haga? Eso es porque la mente
subconsciente rechaza las negaciones, por eso las prohibiciones son causales de
apetito. En lugar de decir ―yo no soy celoso‖ diga ―yo soy seguro‖, ―yo confío en
mis capacidades‖, eliminemos la negación.
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se harán mazorcas en una gran cosecha, y recordaremos que todo comenzó con
la lectura paciente, agradable y reflexiva de este texto; que al leerlas no está en
sus manos por casualidad, sino porque lo merecemos y es el momento de
comenzar a transformar nuestra vida y construir lo que nosotros nos merecemos,
ya estamos listos para emprender ese nuevo camino que tanto queríamos, no
dudemos y a la acción desde aquí y ahora. Ya estamos a las puertas del nuevo
camino, seamos persistentes, escuchemos, repitamos, compartamos; la
persistencia es lo que dará el hábito, este formará el carácter y este a su vez dará
un nuevo destino.
Poder. Hay que decir palabras de poder, por ejemplo cuando decimos tratar
o intentar, son palabras negativas, no indican compromiso, es hacer lo posible.
No tratemos ni intentemos, ¡hagámoslo!, digamos ― lo voy a hacer‖, ―lo estoy
haciendo‖, ―lo puedo lograr‖, no digamos ―voy a tratar‖, reafirmémonos diciendo
―yo soy fuerte y capaz ahora y en todo momento‖, ―yo soy un ganador‖, ―yo
puedo triunfar‖. Eliminemos de nuestro léxico la palabra imposible, quien sabe;
quitemos la i y la m y convenzámonos de que todo es posible en nuestra vida.
La otra connotación de poder en esta afirmación, tiene que ver con que lo
digamos de forma poderosa, visceral, pensándolo y sintiéndolo con toda el alma y
la fuerza interna de que somos capaces, repitámoslo con ganas.
Recordemos que el Universo premia a aquellos que creyendo en Dios,
piensan en grande, sienten muy hondo y hablan muy claro. Se piensa y se siente
simultáneamente. Hablemos claro, cantémosle al universo lo que nosotros
queremos. Cuando gritamos lo que queremos, nos está oyendo la persona más
importante del universo: Nosotros, nuestra mente subconsciente, que es a la vez
la conexión directa con la gran inteligencia universal, con Dios.
Si queremos transformar la vida prestemos atención a lo que estamos
emitiendo, comencemos a producir nuevas palabras, comencemos una ecología
del lenguaje hoy. Comencemos a repetirnos lo que nos merecemos, lo que
queremos.
Cuando mueren en la lengua las palabras viejas, brotan en el corazón
nuevas melodías; el universo es nuestro. Si no tenemos lo que nos merecemos,
es porque renunciamos a ello con nuestras palabras.
El mismo esfuerzo que necesitamos para emitir palabras negativas el
mismo que necesitamos para decir todo lo positivo. Utilicemos las palabras en
nuestro favor, utilicemos nuestro subconsciente en nuestro favor, inundémosla de
todo lo positivo, para que nos generen pensamientos, sentimientos, actitudes,
hábitos, carácter y un destino positivo. Recordemos que por nuestras palabras
nos salvaremos o nos condenaremos, La opción es completamente nuestra.
Las afirmaciones son enunciaciones que deliberadamente introducimos en
nuestras mentes-ordenadores para reprogramarnos en busca de una mayor
calidad de vida. Si las repetimos con la frecuencia suficiente, arraigan como
semillas en lo profundo de nuestro subconsciente y rinden frutos en nuestras
vidas como experiencias positivas. Hacemos uso del mecanismo que,
lamentablemente, funciona también en el caso de la propaganda política: repite
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Tomado y adaptado de: COVEY R., Stephen. ¨Los 7 Hábitos de la Gente Altamente Efectiva¨, La revolución ética en la
vida cotidiana y en la empresa. Buenos Aires - Barcelona – México. Paidós. Publicado en inglés por Simón and Schuster,
Nueva York. Traducción: Jorge Piatigorsky. ISBN 950-12-9000- 1ª edición, I959, 1ª - edición com/itidn, 1997; 11ª-
reimpresión, 2003. Páginas 30-33
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Las ideas de este capítulo son tomadas y adaptadas de: COVEY R., Stephen. ¨Los 7 Hábitos de la Gente Altamente
Efectiva¨, La revolución ética en la vida cotidiana y en la empresa. Buenos Aires - Barcelona – México. Paidós. Publicado
en inglés por Simón and Schuster, Nueva York. Traducción: Jorge Piatigorsky. ISBN 950-12-9000- 1ª edición, I959, 1ª -
edición com/itidn, 1997; 11ª-reimpresión, 2003. Páginas 20, 64, 75, 82, 176.
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y/o queremos ser y hacer, y en los valores o principios que dan fundamento a ese
ser y hacer.
El texto aquí trabajado contiene las ideas preliminares que constituirán la
base de la Carta Magna, la Constitución Familiar y/o Personal, la Misión y Visión o
el enunciado básico (como queramos llamarlo) que dirigirá todo nuestro actuar –
comportamientos, actividades, actitudes, conductas, acciones- y en todos los
ámbitos de nuestra vida –familiar, social, laboral, individual –privado o público-,
sea en el orden físico y corporal, mental, emocional y espiritual.
Esto, permitirá que ninguno de nosotros estemos al garete (manipulación,
maniobra, manejo, control, mando, dirección) de las circunstancias, las
situaciones, roles –padre, hijos, cónyuge, profesional, miembro, organización,
empresa, sociedad- y/o las personas.
Intentemos hacer un ejercicio de autoconciencia: mirémonos a sí mismos
casi como si fuéramos otra persona; luego, intentemos ahora otra cosa:
Pensemos en el estado de ánimo en el que nos encontramos. ¿Podemos
identificarlo? ¿Qué estamos sintiendo? ¿Cómo se describiría este presente estado
mental? Pensemos ahora durante un minuto sobre cómo está trabajando la
mente. ¿Es rápida y despierta? ¿Se siente dividido entre practicar este ejercicio
mental y conjeturar lo que se pretende con él? Autoconciencia es entonces, la
aptitud para pensar en los propios procesos de pensamiento. Ésta es la razón de
que el hombre posea el dominio de todas las cosas del mundo y de que pueda
realizar progresos significativos. No somos nuestros sentimientos. No somos
nuestros estados de ánimo. Ni siquiera somos nuestros pensamientos. La
autoconciencia nos permite distanciarnos y examinar incluso el modo en que nos
«vemos»: ver el paradigma de nosotros mismos, que es el más fundamental para
la efectividad. Afecta no sólo a nuestras actitudes y conductas, sino también al
modo en que vemos a las otras personas. De hecho, mientras no tengamos en
cuenta cómo nos vemos a nosotros mismos (y cómo vemos a los otros) no
seremos capaces de comprender cómo ven los otros y qué sienten acerca de sí
mismos y de su mundo. Sin conciencia, proyectaremos nuestras propias
intenciones sobre su conducta, y al mismo tiempo nos consideraremos objetivos.
Los principios, estarán enunciados en forma de ideas afirmativas,
emergidas del Ser y la Conciencia, cuyas fuentes tienen que ver con la sabiduría
universal. Son cosmovisiones que vienen desde la antigüedad y que confluyen en
puntos de vista comunes (psicológico, autoayuda, religioso, esotérico, filosofía…)
que nos pueden ayudar en el Despertar de nuestras conciencias –o como
queramos llamarlo: chispa divina, sexto sentido, el Ser, Cristo íntimo,
corazonada, intuición, cosquilleo, gran fuerza universal, el cósmico, Dios, el
Absoluto, Uno, la Vida-.
Antes de consolidarlos, es imprescindible e importante tenerlos claros en su
contenido y precisión (aunque esto puede irse logrando en el transcurso de toda
la vida, pues bien se sabe que ellos no están sujetos al cambio de épocas o
situaciones, por el contrario, la diversidad y las transformaciones sociales y
temporales e históricas, lo que les dan es madures y claridad); por eso tenemos
que ponerlos sobre la mesa de la tranquilidad –la mesita tiene tres patitas o
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soportes los cuales debemos articular como una unidad, ellos son: lo que
pensamos y lo que sentimos como personas, en un cuerpo dentro de entornos
naturales y sociales-; para eso, se requiere leer y estudiar concienzudamente y
con plena conciencia, muy bien ubicados, es decir que cuando abordemos esta
lectura, lo hagamos de forma integrada, con el cuerpo físico, el pensamiento y el
sentimiento.
De esta lectura reflexionada, es urgente no dejar pasar nada, por lo cual se
requiere con prioridad expresar todo lo que se piense y se sienta a este respecto:
dudas, inquietudes, preguntas, contradicciones, desacuerdos, ambigüedades,
confusiones, precisiones, redacción, afirmaciones, claridades, anexos, vacíos,
sentimientos de cualquier orden, solicitudes, aportes, agregar otros, plantear
situaciones… Se solicita que cualquiera de estos aspectos se tengan presentes
para manifestarlos en las reuniones y plenarias de la familia, aunque para evitar
que se esfume y se pierda esa sensación o idea que surge en el momento de la
lectura, es recomendable y necesario para bien de todos nosotros que se escriba
y se anote o se registre en las hojas en blanco anexas a este documento.
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Metas, tareas y/o actividades. Las frases que leemos sobre los «ecos del
amor en nuestro hogar, el orden, la independencia responsable, la cooperación, la
utilidad, la satisfacción de las necesidades, el desarrollo de los talentos, mostrar
interés por los talentos de los otros, y servir a los demás» nos proporcionan
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algunos criterios para saber en qué lugar nos encontramos en lo que se refiere a
aquello que más nos importa como familia.
Cuando planificamos nuestras metas y actividades familiares, decimos: «A
la luz de estos principios, ¿cuáles son las metas con las que vamos a trabajar?
¿Cuáles son nuestros planes de acción para alcanzar las metas y actualizar esos
valores?».
Tenemos que revisar el enunciado con frecuencia y reelaboraremos metas y
tareas dos veces por año, (diciembre y julio), para que reflejen la situación en
términos reales, para mejorarla y fortalecerla. Ello nos dará nuevas fuerzas,
vuelve a comprometernos con aquello en lo que creemos y que representamos.
Visualizarse lo que podría estar haciendo o cómo podría estar viviendo dentro
de 5, 10 o más años. Redacte y describa realmente cómo se vería en ese tiempo:
es recomendable ser lo más específico y preciso posible. Puede incluso ayudarse
de imágenes y/o diagramas. En este mismo ámbito, puede mirarse en sus bodas
de plata y después sus bodas de oro. Trate de captar la esencia de la relación
familiar que quiere crear por medio de su dedicación cotidiana durante períodos
de veinticinco y cincuenta años. También puede hacerse en el momento de la
jubilación –o en el momento de gozar de una libertad financiera y económica-.
¿Qué aportaciones, qué logros querrá haber realizado en su campo, profesión u
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oficio? ¿Qué planes se tienen para después de jubilarse? ¿Iniciará una segunda
carrera, se dedicará con mayor tiempo en el hobbie que viene haciendo, o se
dedicará a algo que siempre quiso emprender pero que por diversas
circunstancias no ha podido hacerlo?
Ampliemos nuestros pensamientos. Hay que visualizarlo todo con riqueza de
detalles, abarcando tanto sentimientos como emociones y tanto como resulte
posible. Implicar en ello todos los sentidos que se pueda. Por ejemplo,
suponiendo que sólo queda un tiempo corto de vida –semanas, meses-, podría
visualizarse ¿cómo se pasaría este tiempo?
Hay algunas técnicas que, empleando la imaginación, pueden ponernos en
contacto con nuestros valores y principios. Cuando las personas intentan
seriamente identificarse con lo que en realidad más les importa en sus vidas, lo
que realmente quieren ser y hacer, se vuelven muy reverentes. Su pensamiento
empieza a ir más allá del día de hoy y el día de mañana. Se trata de un proceso
que consiste en mantener en mente la propia visión y los propios valores, y en
organizar la vida para que sea congruente con las cosas más importantes de
nuestras vidas.
Otra actividad es identificar las diversas áreas de la vida y los dos o tres
resultados importantes que creemos se tiene que conseguir en cada área para
avanzar; de este modo, se tendrá una perspectiva general de la vida y un sentido
de dirección y de sentido.
Recordar el uso de las afirmaciones que contribuyen a la solidez de lo que
queremos. Una buena afirmación tiene cinco características básicas: es personal,
positiva, está en tiempo presente, es visual y emocional. De modo que se podría
escribir algo como: «Sería profundamente satisfactorio (aspecto emocional) para
mí (aspecto personal) responder a partir de ahora (tiempo presente) con
sabiduría, amor, firmeza y autocontrol (aspecto positivo) cuando mis hijos se
portaran mal». En lugar de vivir los guiones que inscribieron en mí otras
personas, la sociedad, mi herencia genética o mi ambiente, ―viviré el guión que
yo mismo haya redactado a partir de mi propio sistema de valores, que yo mismo
haya elegido‖.
Antes de cualquier tarea, de una presentación, socialización, un encuentro
difícil o del desafío cotidiano de alcanzar una meta, es importante verse con
claridad y vividez, de modo inexorable, una y otra vez. Puede crearse una «zona
cómoda» en nuestro interior. Después, cuando entre en la situación, no resultará
extraña. No nos provocará temor, sino un relajamiento cómodo y rápido.
Las técnicas de visualización y afirmación surgen naturalmente de un
fundamento mental bien conocido, a través de propósitos y principios que pasan
a ser el centro de la vida individual. Son extremadamente poderosas para
reescribir los guiones y la reprogramación, para sellar un compromiso profundo
con ciertos propósitos y principios, en la mente y el corazón. Todas las religiones
perdurables de la sociedad se basan en los mismos principios y prácticas
esenciales, revestidos con diferentes lenguajes semejantes: meditación, oración,
alianzas, mantrams, cultos, ritos, estudio de escrituras, empatía, compasión y
muchas formas diferentes del uso de la conciencia y la imaginación.
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Tomarse unos momentos y describir por escrito nuestros roles –hijo, padre,
compañero, cónyuge, miembro, profesional, obrero, dirigente, líder, ayudante,
colaborador- tal como los vemos y los ejercemos. ¿Estamos satisfechos con esa
imagen de nuestra vida?
Dedicar tiempo a aislarse completamente de las actividades diarias y empezar
a trabajar y escribir sobre el enunciado de la misión personal, familiar y/o
institucional.
Inicie una colección de notas –apuntes, bocetos-, citas e ideas que tal vez
pueda usar cuando redacte su enunciado de la misión personal. Recordemos que
las ideas son como las estrellas fugaces, aparecen y desaparecen al momento,
por lo que es recomendable atraparlas registrándolas en cualquier objeto; no por
muy sencilla y clara que aparezca significa que lo mantendremos en nuestra
mente. Por lo general, cuando desaparecen ya no se recupera.
Identifique un plan o proyecto que deberá afrontar en un futuro próximo, y
aplique el principio de la creación mental. Escriba los resultados que desea
obtener, y los pasos que conducirán a esos resultados.
Comparta con su familia o con su grupo de trabajo los valores y principios
clarificados, y proponga iniciar un proceso conjunto de elaboración de un
enunciado de misión para todos.
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