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GLOBALIZACION

Globalización no es un capítulo más de la internacionalización, de un proceso en curso, la


globalización es propiamente una revolución, como la que originó la primera
modernidad, aquélla que gestó la sociedad industrial, la modernidad en la que crecieron
las generaciones precedentes a ustedes. Aquélla primera modernidad fue gestada por la
conjunción de dos procesos de transformaciones trascendentes: uno político (la
Revolución Francesa) y otro tecnológico (la Revolución Industrial). Del mismo modo, la
globalización es el producto de dos procesos, uno tecnológico, la revolución informática;
y el otro político, el fin del mundo bipolar, o más bien, el fin del intento por alcanzar el
desarrollo, por alcanzar la modernidad eludiendo el mercado. A eso es lo que se pone fin
con el fin del ciclo de la Unión Soviética; incluso la experiencia china es una experiencia
que busca la combinación de Estado marxista, obrero, pero con una economía que es de
mercado, vale decir, la idea que se puede llegar al desarrollo eludiendo al mercado llega
a su fin.
El mundo transita hacia un intercambio cada vez mayor de intangibles; la sociedad
industrial es una sociedad construida sobre un fuerte intercambio de bienes materiales. Y
hoy hay un intercambio cada vez mayor de intangibles: información, imágenes, de
confianzas, de credibilidad, de transparencia, una sociedad que busca intangibles como
su punto de apoyo. El producto material y su calidad dependen mucho más ahora de la
calidad de estos intangibles. La calidad se ha transformado en una categoría
multidimensional, que va más allá de la sola factura material del producto. Inglaterra
inundó de textiles al siglo XIX, nadie que consumía esos textiles, que no fueran los
movimientos contestatarios, nadie que consumiera esos textiles se preguntaba por la
condiciones de los trabajadores, ni por el medio ambiente inglés, ni por el colonialismo
inglés que permitía sustentar esta economía, ni por las condiciones de la vida social
inglesa, tan bien descritas por Dickens en su literatura. Era masa anónima incluida en
productos homogéneos. Toda esa masa de depredaciones, de explotaciones, de
desequilibrios, se integraban en productos homogéneos indistinguibles; ésa era la cadena
de producción capitalista original. Eso es lo que ha cambiado radicalmente y hace de la
globalización un proceso, cuyas múltiples dimensiones son inseparables. No es posible
entonces ahora abrir sólo la economía, la apertura es global. Y aquí entro en los asuntos
propiamente de transformación de la sociedad, y con ello, para bien de nuestra
sociedad, agoniza el sueño de modernizar la economía y resguardar la sociedad
tradicional.
Mundialización es un concepto que se genera a partir del amanecer mercantil del
capitalismo, vale decir entre aquella época fronteriza entre el fin de la Edad Media y
comienzos de la modernidad y antes del nacimiento de la sociedad industrial; la
revolución industrial se produjo en un mundo medieval que ya se ha desplomado y el
rumbo que ha tomado el mundo, es el del mercantilismo. De ahí en adelante se produce
una internacionalización muy grande del comercio y es este flujo comercial el que genera
grandes transformaciones en la vida.
La globalización es un fenómeno mucho más específico porque es el reemplazo de la
sociedad industrial por una sociedad distinta, básicamente por la sociedad de la
informatización, de la imagen y en donde básicamente el mundo cambia drásticamente
porque termina el mundo bipolar y porque tecnológicamente la información se extiende y
vivimos ahora un mundo de exceso de información y de déficit de atención, hay más
información disponible que la que un individuo puede captar. Hay abundancia de
información que genera una tendencia muy grande a la homogeneización del mundo,
coexistiendo naturalmente con lo que ya he dicho, con las entidades familiares,
identidades culturales, etc.
El conductor de este cambio es la apertura comercial que abrió la puerta a un mundo
globalizado y esto ha ido generando un impacto cada vez mayor en el ciudadano y su
familia, la gente común.
TRANSFORMACIONES

Hace cinco años atrás, qué porcentajes habría respondido estar disponible para invitar a
una pareja homosexual a su casa, algo así como el 30%, hoy es el 60%; 70% está por la
libertad de uso de la píldora del día después, con una Iglesia que tiene una prédica
activa respecto del tema; con porcentajes mayores a favor del divorcio. Estos son hechos
tan contundentes que demuestran que Chile está viviendo un cambio valórico global, es
un cambio profundo, tanto que la sociedad real, ésa que va al supermercado, que va al
cine, se moderniza y cambio más de aquello que la elite da cuenta; tenemos ciertas élites
que tienen ceguera respecto de la profundidad del cambio cultural que está en
gestación. Se trata estrictamente de un proceso de cambio y el proceso de cambio se
caracteriza por su heterogeneidad; las sociedades adquieren homogeneidad cuando
alcanzan un vuelo de crucero, no en los tiempos de gran confusión o turbulencia. Basta
con ver una gran contradicción, así como la sociedad chilena se moderniza y tiene
mutaciones valóricas tan importantes como las que he dicho, es bien probable que la
próxima elección presidencial la definan también el 3 ó 4% - al modo como fue resuelta la
primera y segunda vuelta en la elección presidencial pasada – de mujeres entre 35 y 45
años, C3, conservadores. Ése es parte del mundo heterogéneo que vivimos, no tenemos
una sociedad que haya alcanzado los niveles de modernidad propios de una
transformación exitosa, vivimos la heterogeneidad propia de la época de cambios.
Chile está condenado a transformarse en una sociedad moderna, probablemente para
disgusto de conservadores de distinto tipo, los estatistas a un lado, los tradicionales al otro.
Chile no tiene otro destino que la apertura, que no tiene destino encerrándose, que no
tiene espacio echando atrás los tratados comerciales. La apertura comercial es sin duda
el hilo conductor de las transformaciones en el país, como sostengo que esas aperturas no
pueden ser unilaterales, creo que vamos en camino de lo que llamo la muerte de este
sueño de abrir la economía manteniendo las sociedades tradicionales.
Otro rasgo característico de este tiempo, es la relación directa del mundo globalizado y el
individuo, instalado frente al computador, frente al cable, el mundo entra directamente
en la vida del individuo. Existe el concepto que la globalización es globalización en una
cara de la medalla y fragmentación en la otra cara, porque hay también esta apelación
directa, o este vínculo directo con el individuo, No es ya el tiempo de los grandes
movimientos sociales, portadores de los grandes mensajes transformaciones, esos grandes
movimientos sociales que hicieron gran parte de la fisonomía del siglo XX. El éxito
individual reemplaza al ideal colectivo. Ésta es la sustancia de la transformación cultural
de la sociedad y esto es también indiscutible que ocurrió en Chile y, por tanto, creo que la
polémica planteada está dirimida a favor de una sociedad que se moderniza (y no sólo
se internacionaliza) porque este rasgo consustancial de que el éxito individual reemplaza
a ese ideal colectivo y, no sólo el éxito individual, sino también la fama. El ascenso
individual y su radio familiar y la preocupación por el destino y el entorno de los individuos
y sus familias está puesto en el centro de las oportunidades y de las angustias de esta
sociedad. He dicho oportunidad y angustia, también podría decir, ansias por la libertad,
pero miedo a la desprotección. Ése es el corazón de los dramas y dilemas de esta
sociedad. Optimismo ante las oportunidad y temor al infortunio; del optimismo se nutre el
liberalismo y el discurso liberal. Del temor se nutre el discurso conservador y ambos son
igualmente reales. Este, sin embargo, no es un fenómeno propio y específico de esta
época de la globalización; esto es propio del capitalismo y Chile lo vive ahora, porque
vive grados de modernización capitalista inéditos.
Importante de resaltar es el curso en la sociedad chilena, y en un curso muy doloroso, muy
complejo, es que creo que se está acabando el monoteísmo en la sociedad (un solo Dios,
una sola Iglesia, una sola moral). Sobreviene la verdad y muy fuerte, la secularización de la
sociedad, incluso una cierta euforia de la diversidad, pero en medio de incertidumbres
mayores. Un buen barómetro para medir lo que será la sociedad chilena de la próxima
década, será lo que ocurra con la familia, que estará en el centro de la discusión, del
debate, de las angustias, de las oportunidades, porque es sin duda, es propiamente el
reducto de las seguridades personales. La evolución del concepto de familia, de los
distintos tipos de familia van a estar muy puestos no sólo de la discusión valórica, sino que
propiamente en la discusión de las políticas sociales. Creo que la familia reemplazará
como concepto colectivos mayores.
Se afirmó fuertemente hasta la crisis asiática, que el Estado Nacional estaba en
declinación debido al fenómeno de la globalización al reducir sus esferas de decisión
frente al mercado.
Esta especie de ataque a lo nacional producto de la globalización generó los
movimientos antiglobalización cuyas manifestaciones políticas han tendido a subrayar
expresiones culturales nacionalistas. Por ello, el desarrollo tiende a ser cosmopolita;
desarrollo y nacionalismo no se han llevado bien.
Los extremos de este movimiento han llegado a hablar del fin del Estado nacional,
señalando la futura primacía de lo mundial y lo local (la aldea global) haciendo convivir
una homogeneización con una fragmentación muy grande.
La realidad ha demostrado que los vaivenes de la economía mundial, ocasionados por el
capital especulativo y su consiguiente riesgo, han re-equilibrado el rol del Estado.
Por otra parte, la globalización es un fenómeno multidimensional, no sólo económico.
No sólo se globaliza la economía, también la política y los derechos humanos, lo cual
requiere un rol muy importante del Estado.
El auge del tema económico ha dado un nuevo impulso al Estado.
Es cierto que la OMC limita la autonomía del Estado nacional al otorgarle primacía a sus
decisiones sobre las de sus propios países, pero, al mismo tiempo, le asigna a los Estados
un nuevo rol en tanto miembros de la OMC.
Por otra parte, es cierto que el mercado es un eficiente asignador de recursos, pero hay
un conjunto de asuntos que no se compran ni venden en el mercado: la equidad social. El
mercado permite “comprar” las condiciones para una mejor equidad social, porque
provee de más recursos, pero no garantiza la equidad.
El mercado tampoco “vende” o asigna los equilibrios regionales, al menos aún no en
América Latina.
La relación entre la globalización y Estado-Mercado, es que lo público ya no es monopolio
del Estado. El capitalismo en su fenómeno originario le daba al mercado un rol
estrictamente privado. Hoy el mercado asume tareas públicas (proveedor de servicios
públicos como educación, salud, agua).
En este ajuste de ámbitos entre lo público y lo privado, pienso que vamos en dirección de
una distinción cada vez mayor entre un Estado diseñador de políticas públicas, de un
Estado ejecutor de las mismas.
Si el Estado ya no es empresario y tampoco dejará de tener un rol de importancia en la
provisión de bienes no comprables, su rol se ha centrado hacia la regulación.
Ello se explica por la existencia de las llamadas fallas del mercado. Los mercados óptimos
son un concepto que permite medir lo cerca o lejos que estamos de él.
Como todo en la vida, la atención se centra no en la normalidad o los beneficios, sino en
la anomalía y los perjuicios.
Mientras más fallas del mercado, mayor necesidad de simular el mercado ideal. Ése es el
rol de la regulación.
BENEFICIOS Y PROBLEMAS

Estos cambios de la sociedad generan nuevas obligaciones a los Estados. Vivimos una
etapa en los ’80 de lo que pudiéramos llamar prédica de los cambios capitalistas salvajes;
lo que importaba era que la economía creciera, incluso el concepto de gobernabilidad
tuvo altos grados de autoritarismo. Hoy no basta con crecer para tener éxito; se requieren
elevadas calidades institucionales, grados elevados de libertad y altos niveles de cohesión
social. Sociedades desintegradas no alcanzan la modernidad, su modernidad se dificulta
cada vez más, entonces temas como la equidad social no son sólo un imperativo moral
sino un imperativo del propio crecimiento. Los derechos ciudadanos e igualdad de
oportunidad pareciera ser el nuevo nombre del cambio social.
Otro elemento que interesante, es que no está dicho que todos los países puedan
incorporarse a esta carrera por esta nueva modernidad. Hay países que pueden fracasar
y que podamos tener inmensas regiones en el mundo rezagadas muy profundamente en
esta modernidad.
Enrique Correa selecciono tres razones de ese posible fracaso:
♦ la pobre calidad de la política
♦ la incompetencia para reducir la pobreza, y
♦ la incapacidad para transformarse tecnológicamente

Chile tampoco tiene asegurado su arribo a la modernidad que busca porque tiene dos
de estos tres problemas: niveles de pobreza todavía no tolerables en el mundo moderno.
Si no se genera una reducción muy sustancial de la pobreza, Chile puede quedar
rezagado en la carrera. Y si bien ha avanzado mucho en tecnologías de la información,
también tiene un rezago muy importante en la materia tecnológica. Tecnología en una
punta, pobreza en la otra punta, si no se resuelven bien, pueden representar una nueva
frustración en esta búsqueda de la modernidad, una frustración social consiguiente muy
grande.
CONCLUSIONES

Todo esto ocurre en un mundo que dejó de creer en el progreso inevitable, que fundó el
siglo XIX. Ahora se ha abierto una brecha a ese concepto; podríamos decir que existen
hoy día niveles de desarrollo y civilización portentosos junto a niveles de barbarie
espantosos, y no distribuidos en distintas regiones del mundo, sino que barbarie y
civilización coexisten desarrollándose en el corazón de las grandes ciudades. Pareciera
que el desarrollo lleva también un componente de violencia, de barbarie, de riesgo muy
altos; es otra de las características muy propias de este mundo singular.
De alguna manera, se ha descrito esta hipótesis que pudiera estar en curso un cambio
trascendente, espectacular que no sólo genere un cambio en la economía, sino que
también una mutación muy profunda en la sociedad. Es imposible decir cuál será el
destino de estos cambios, pero son cambios que están en curso y que van a generar una
fisonomía por completo distinta, también del mundo político. Tengo la impresión que la
batalla por transformarse en fuerzas modernas, congruentes con lo que ocurre, en general
no está ganada en la competencia política chilena. Y así como creo que en
determinados momentos – sobre todo en el plebiscito, en los primeros años de gobierno,
la centro izquierda logró capturar cuál era efectivamente el anhelo de la sociedad, hay
una lectura que la elite política no ha terminado de construir respecto de las
transformaciones que tienen su origen en el acelerado crecimiento de la economía.
La elección presidencial del ’99 y segunda vuelta de inicios del 2000, fue la rendición de
un cierto concepto imperial de la clase política que conducía a los ciudadanos, con
arreglo a sus propias ideas, a sus propuestas, fue un ajuste de cuentas del ciudadano
común con su elite.
Si miramos las encuestas políticas (Carlos Vergara lo señalaba), los casilleros que
representan al centro político estaban vacíos entonces y hoy fluctúan entre un 20% y un
25% que responde. Ése es un cambio sustancial; otro cambio importante es la disminución
del voto duro, cautivo, mucho más duro sí, como ocurre en los electorados modernos.
Tengo la impresión, además, que este fenómeno se va a acentuar, no va a tener una
mutación, pero se va a acentuar con este tema de la inscripción automática y voto
voluntario; eso mas bien acrecienta el centro del cuadro. Entonces, tengo la impresión
que no hay una fuerza motriz, sino un impacto en el ciudadano y su familia de este
proceso de apertura del país.
REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

♦ Manuel Castells; La Era de la Información, Vol. II


♦ Eugenio Tironi; La Irrupción de las Masas
♦ Anthony Giddens; Un Mundo Desbocado. Los efectos de la Globalización en
nuestras vidas.
♦ José Joaquín Brunner; Globalización cultural y posmodernidad.
♦ Enrique Correa; Clases N° 2 y 4 Magíster Política y Gobierno, Flacso – Chile.

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