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Lámina 28.Conferencia sobre los perjuicios del alcoholismo en el auditorio de la prisión de Fresnes.
De Vigilar y castigar de Michel Foucault
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Tratemos de inscribir estos datos empíricos en un entorno de análisis.
Lo que sigue fue tomado del libro El banco fijo y la mesa colectiva de Julio
Castro, en la edición del I.C.E.R. (Instituto Cooperativo de Educación Rural) de 1966.
Corresponde a la edición del trabajo de igual nombre presentado por el autor al
Concurso Anual de Pedagogía en el año 1941. Se reitera: año 1941.
Cualquier semejanza con la lámina del libro de Foucault donde el que escucha
sólo puede ver al que expone pero éste puede ver a todos, no es mera coincidencia.
En una nota al pie, Castro señala:
Muchas veces me he echado a pensar sobre la similitud que existe entre la disposición
de los asientos del ferrocarril, del tranvía, del teatro y del cine, y la que se usa en los
salones de clase. Es evidente que, además de un problema de espacio, en el tranvía,
cine, etc., se busca la forma más cómoda de proximidad entre personas que no
tienen relación entre sí; en el teatro y en el ferrocarril o en el tranvía, a lo
propio, con prescindencia de quien va al lado, adelante o atrás. Nos resulta más
cómodo, tener al vecino desconocido de espalda que de frente. Son formas todas de
aislamiento; cuando en la escuela se disponen los bancos como en el tranvía, se busca
la misma finalidad ¡Cuántos maestros… quisieran que sus alumnos se comportaran en
la clase como los desconocidos en el tranvía, o en el cine, es decir, atendiendo
exclusivamente a lo suyo, o exclusivamente a la lección verbalista que les ofrece el
maestro!
…
La disciplina escolar, rígida y autoritaria, que no se ha podido desterrar
hasta ahora, es un legado de los viejos tiempos de la pedagogía científica.
Complemento de ella son los horarios fraccionados, las materias sin correlación, las
“penitencias” (No debo hacer…tal cosa. 500 veces), las filas y los bancos. Estos,
juzgados a la luz del criterio pedagógico que los creó, demuestran ser parte de un
sistema, amplio y general, en la cual doctrina, método, menaje y mobiliario,
respondieron a un mismo fin.
Es casi imposible no relacionar lo que señala Castro, con lo que expresa Saviani
unos años más tarde, en el siguiente texto:
…son ellos (los docentes) los que tiene el extraño ¿privilegio? de permanecer en el lugar donde
se formaron al insertarse en el mercado laboral. …deberán realizar un plus de esfuerzo para
“ver” aquello, que a otros les resulta evidente El aprendizaje previo a la etapa profesional es una
gran fuente de experiencia. Los docentes pasan quince años como mínimo formándose en el
sistema educativo para luego volver a la escuela. La biografía escolar constituye una instancia
formativa con importantes efectos en el ejercicio profesional de los maestros. …los esquemas
in teriorizados (a partir de ciertas condiciones de existencia) conforman un “habitus”…
… puede decirse que existe un “fondo” compartido que le otorga a las prácticas una
racionalidad implícita que aparece como natural. Cuando nos preguntamos por la génesis del
“habitus” la encontramos en la experiencia escolar vivida por los docentes, como alumnos.
…hay una continuidad entre la experiencia previamente vivida y la que se consolida
durante el desempeño docente.
Los saberes incorporados durante el trayecto escolar, tienden a actualizarse en las instancias de
aprendizaje y en las instancias de trabajo sin “problematizarse”… los supuestos desde donde se
trabaja no se cuestionan y perdura lo hecho en perjuicio de lo “nuevo”.
Si algo s e torna natural, no se le otorga atención, lo obvio se naturaliza invisibilizándolo. Lo
obvio, obvia la posibilidad de reflexión.
…como afirmaba Foucault en una entrevista realizada por Ewald: "...el trabajo …estriba …en
cuestionar a través de los análisis que lleva a cabo en terrenos que les son propios, las
evidencias y los postulados, en sacudir los hábitos, las formas de actuar, en disipar las
familiaridades admitidas…” Foucault, Hermenéutica del sujeto. Editorial Altamira, Buenos
Aires, 1996, página 9.Citado porAlicia Tenuto y M. José Sabelli. Una práctica posible.
Boletín Nuestra Aldea.
Pero el docente no ocupa esta posición de defensa del stablishment
“naturalmente”. Está condicionado por el sistema para hacerlo. Todo el poder apunta a
que todo se mantenga, a que no cambie. A lograr que los maestros y profesores sean
agentes del poder.
Los docentes… cuestionan el conjunto del orden social y sus relaciones con la
escuela, buscando cambiarlos, o (son) reproductores conscientes o inconscientes del
status-quo.
Castro señala:
“La parte superior del cuerpo debe permanecer vertical, la espina dorsal no ha de
torcerse ni a la derecha ni a la izquierda, los omóplatos deben quedar colocados a la
misma altura; los brazos, aplicados a las costillas, no soportarán nunca el peso del
cuerpo. Los dos codos, a nivel y casi perpendiculares bajo los omóplatos no deben
estar apoyados; y sólo las manos y el antebrazo descansarán en la mesa; es preciso que
el peso de la cabeza esté bien equilibrado sobre la columna vertebral, sin que nunca se
incline hacia delante, ni debe torcerse sobre su eje horizontal más que lo precisamente
necesario para que, estando la cara ligeramente inclinada, el ángulo formado por el
rayo visual dirigido sobre el libro, no sea muy agudo.” Citados por Alcántara García,
“Pedagogía”.
Es evidente, por último, que al cambiar las ideas, y aspirar la pedagogía a crear en la
escuela otro ambiente que el de la quietud, el banco fijo debió sufrir la dura crítica de
quienes vieron en él el instrumento de inmovilidad que simbolizaba, con justeza, la
época en que el niño era más un objeto que un ser.
…
Si se quiere tener una idea de cómo evolucionó el mobiliario –especialmente en lo que
al banco se refiere-en el país, pueden exponerse algunos datos.
Al asumir Varela la dirección del I. Primaria, había en Montevideo 1192 mesas
americanas y 469 mesas largas. En el resto del país el mobiliario era de lo más
variado. Becerro de Bengoa, Inspector de San José en tiempos de la Reforma, describe
así una escuela:
“Había un abecedario antiguo, en el cual, con una vara larga, señalaba la maestra,
desde su asiento, las letras que repetían todos los niños en coro. Había un pizarrón
para trazar números y sacar cuentas. Una mesa larga para escribir, y después bancos
sueltos, sin mesa, sillas, sillitas bajas, cajones, etc., en donde se acomodaban, como
podían, los cincuenta y tantos niños que asistían a ella.” (Anales de I. Primaria, Tomo
III, 1906).
“Las mesas eran de madera de gran espesor y, por consiguiente, sumamente pesadas,
altas y por lo común sin pintar, …
…recién en al año 1887 se creó un banco nacional. Fue ideado por el entonces
Inspector Nacional Sr. Jacobo Varela, y por consiguiente llevó su nombre. Es el banco
“Varela”, difundido en todo el país y usado en el presente. No modificó
sustancialmente los sistemas americanos pero redujo considerablemente su costo.
Sin embargo, como para completar el simbolismo, el banco también resistió a los
nuevos elementos que pretendieron sustituirlo pues no sólo tiene en el presente sus
partidarios, sino que, además, han sido bancos de tipo vareliano, los últimos que se han
construido para las escuelas públicas.
Réplicas a escala de
bancos Vare la.
Ejemplifica la posición
higiénica y por lo tanto
saludable que permitían
adoptar e sos banc os
diseñados por Jacobo
Vare la basándose en
diseños estadounidenses.
Estos bancos “Varela” coexisten con otros que, a partir de los ’60 comenzaron
a llegar a las escuelas: mesas hexagonales con patas de hierro, mesas de cármica con
estructura de hierro tubular, mesas rectangulares y trapezoidales, etc. Este variado
mobiliario, más sillas de maestro donde se sientan los niños, sillas de plástico, bancos
“de Comedor” y hasta alguna silla del juego de muebles de algún vecino, forman parte
aún del “paisaje” aúlico que se observa en nuestras escuelas.