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El mito y la alegoría han sido vehículos preeminentes de la
inspiración en el arte occidental desde tiempos inmemoriales, éstos
toman forma desde el clasicismo en la mitología grecorromana, que
va a construir el imaginario cultural europeo desde antes de la
irrupción del humanismo hasta nuestros días, lo que ha favorecido
una historia fecunda de simbiosis entre arte y mito poético. Nuestro
concepto de arte tiene su origen en el ritual ya que la función
primigenia de las manifestaciones artísticas (cantos, máscaras,
petroglifos, etc.…) es marcar las situaciones o etapas decisivas de la
vida del ser humano o de la tribu. La capacidad para expresar lo que
podríamos denominar como “inefable”, se sintetiza en la primitiva
Grecia que nos relata Homero y Hesíodo en el don o facultad que
enaltece al artista cuando esta inspirado, personificado en la Musa
(Mousa en griego es el sustantivo para designar ‘canción’ o ‘poema’)
una suerte de símbolo mítico del poder creador del inconsciente. Así,
el Mythos que parte de la invocación a la deidad propiciatoria o musa,
sirve para evocar una memoria deconstruida en la fantasía,
haciéndose imprescindible el concurso de la inspiración puesto que
no es posible la remembranza de los hechos sin haber sido
previamente invocada su memoria. Podemos afirmar que, desde un
punto de vista metafísico, la vida conlleva la invocación puesto que
de alguna manera “llamamos” al devenir de la existencia (los
sucesos, las personas o las circunstancias).
2
verdades “eternas” escondidas, como resonancias psicológicas de
una visión interior primigenia, misteriosa pero auténticamente “real”.
3
demostrar su divinidad. Hesíodo, en su “Teogonía” nos legó el
nombre de las nueve que, con el paso del tiempo, fueron adquiriendo
los atributos que les identificarían desde el clasicismo:
1
Graves, R. La Diosa Blanca, Ed. Alianza Editorial, Madrid, 1986 (de la primera
edición de 1948). Pág. 16
4
subyace esa idea ancestral de la inspiración como estado de
arrobamiento o éxtasis fuera de las coordenadas espacio-temporales
"aunque la mente sigue activa y puede relatar poéticamente sus
aprehensiones prolépticas o analépticas…"2, es decir sus visiones del
pasado y el futuro, ese estado puede ser inducido (y de hecho lo es
todavía) artificialmente mediante la absorción de vapores
embriagantes o por la ingestión de plantas psicotrópicas... Pero
inspiración puede ser también, "la inducción del mismo estado
poético mediante el acto de escuchar al viento en un solo de árboles
sagrados, el roble o la acacia"3. Las figuras alegóricas se aparecen
realmente al artista en “visiones” de las que no tenemos motivos
para dudar. En estos estados psíquicos y en las percepciones que de
ellos se desprenden es donde sin duda tenemos el origen de las
divinidades que representa el artista. Si se quiere una explicación
más precisa de los estados psíquicos de que hablamos y de las
percepciones que de ellos se derivan, hay que buscarla del lado del
sueño. No sólo del sueño nocturno sino de los estados hipnoides;
tanto de los que pueden nacer sin ser provocados ni deseados
(autohipnosis) como de los obtenidos a través de la meditación, la
concentración o incluso de la ensoñación cuando ésta adquiere cierto
poder de sugestión. El carácter de realidad del que viene investida la
inspiración propiciada por la musa está en la esencia de esos estados
psíquicos, como nos explica Freud; “ Cuando después de un sueño
persiste de forma desacostumbradamente larga la creencia en la
realidad de las imágenes del sueño, de suerte que no podemos
interrumpir el sueño, no nos las habemos con una alteración del juicio
producida por la fuerza de las imágenes del sueño, sino con un acto
psicológico, la certeza de que ahí, en el contenido del sueño, hay algo
tan real que lo hemos soñado, y tenemos razón al creer en esta
certeza”4
2
Ibídem.
3
Ibíd.
4
S. Freud, Der Wahn und die Traüme in W.Jensens “Gradiva” (Gesamm.Werke, VII,
166).
5
(imagen 1), nos legó en sus conferencias muchas de las claves en
torno a los misteriosos mecanismos que, inseparables de la
naturaleza, nos inducen a la creación. Una de sus reflexiones
favoritas es la que utiliza la imagen simbólica del árbol, arcaica
metáfora del ser creador; Klee imagina que el artista, es como el
árbol; es decir, él es la raíz, el tronco, a través del cual fluye la savia
de la creación. Cuando el artista es el tronco, por él circula la savia
como efecto combinado de la creación de la tierra (lo oculto, invisible,
el subsuelo) y los poderes manifiestos del cielo y el sol. El artista
simplemente es el médium por el que discurre la savia que luego
expresa el fruto. Cuando Paul Klee medita de esta manera la
creación, recupera una vieja tradición a la que supo dar forma Platón
con el diálogo “Ion”, donde el poeta no crea a título personal sino que
es elegido por la Musa. Y la Musa plasma y expresa la obra a través
del poeta elegido; el artista que ejerce de médium de la fuerza
creadora, pero no se limita a ser instrumentalizado sino que
experimenta en sí una espiritualidad inmanente que contrasta con la
separación entre cuerpo y alma del concepto de trascendencia judeo-
cristiana. Este espíritu inherente a la materia es el que provee al
artista del fermento creador, el mismo que Joan Miró trataba de
captar primero y de amar después en las partículas inmaterialmente
vivas de cada objeto, un sustrato material que no se refiere a los
entramados de moléculas y átomos, sino a otra dimensión donde no
impera ley natural como sistema de regularidades y repeticiones.
Siguiendo con el símil de Klee, dentro de la raíz que nutriría al artista
ruge el espíritu como proceso incontenible de transformación y
generación de nuevas imágenes. Nuevas combinaciones de
imágenes, preludios de nuevas obras. En definitiva, mediante el
artista-tronco-médium se expresa el poder creador de la Naturaleza,
cuyo espíritu es potencia creadora.
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representación gráfica que deben formar parte de la obra en su forma
visible, tres aspectos merecen ser comentados: a) el carácter básico,
gramatical de los elementos nombrados, con los que se ponen las
bases de un lenguaje nuevo b) la estrecha relación entre arte y
naturaleza: c) la comprensión de la actividad plástica como una
actividad temporal.”5
5
Bozal, Valerio: “Paul Klee: Hacer Visible” texto del Catalogo de la exposición “Paul
Klee” del IVAM Centre Julio González. Ed. IVAM y Museo Thyssen-Bornemisza.
Valencia, 1998, Pág. 27.
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producción de imágenes, partiendo del primer concepto de mimesis
como interpretación ritual, por medio de mímica y danzas rituales, del
culto mistérico de Dionisos y la representación simbólica que sus
sacerdotes interpretaban desde los tiempos homéricos. La
arquitectura, escultura y pintura se irían desarrollando desde una
concepción constructiva, partiendo de una función simbólica y/o de
evocación en los rituales, las ceremonias o los juegos para llegar a la
comprensión de la Belleza, en cuanto reflejo de lo divino en lo visible
en su forma matemática, donde el número explica el kanon, o sea, las
normas universales a las que debía atenerse el artista; la armonía del
universo a través de la proporción.
8
locura denominándole Baco o Bacchos “el privado de razón”, desde
entonces recorre el mundo convirtiéndose para los hombres en
Lyaeos “el libertador”.
9
Hermes por tener acceso a una poesía oscura que es necesario
descifrar.
7
Apolonio de Tiro hace referencia al “Pitio” nombrando al dios, ya que cuando Apolo
necesitaba un santuario eligió uno situado en el Monte Parnaso: Delfos. Pero este
santuario pertenecía a la Titánide Gea, la Madre Tierra, y estaba protegido por una
hija de ésta, Pitón. Pitón era una serpiente monstruosa a la que Apolo consiguió
matar y, tras purificarse por este crimen, instaló en el santuario un oráculo.
10
Se conoce muy poco sobre el rito que se seguía en el oráculo;
se sabe que la Pitia (Sacerdotisa) se sentaba en un trípode que
estaba en un espacio llamado aditon, al fondo del templo. La Pitia
indaga al oráculo para obtener respuestas que un sacerdote recogía y
escribía en forma de verso. Parece ser que los sacerdotes regían el
culto bajo los preceptos de la secta pitagórica, según los estudios
sobre esta “especulación pitagórica” - que sostiene que en el propio
nombre de Pitágoras se encuentra la denominación del “anunciado
por el Pitio” - , esta indagación consistía en una estructura numérica
que se expresa tácitamente en la armonía universal, como afirma
Bernardo Narte: “…Aristóteles en la Metafísica señala que los
pitagóricos dicen que las cosas son ‘por imitación’ de los números.
Delatte afirma que esta es la forma más antigua de la teoría
numérica pitagórica, que fue transmitida por Timeo como
correspondiendo al Discurso Sagrado, lo cual permite suponer que el
concepto de mimesis posee un significado ético-religioso. [...]…El
ritual lleva en germen la especulación, el tránsito de la posesión
apolínea, de la mimesis como identidad (que ya supone en alguna
medida “distancia”, “moderación”) a la mimesis como semejanza que
se hace patente en un proceso racional. La mimesis expresada en la
inmediatez del cultivo de la música, se mediatiza en el contar y en las
operaciones numéricas, generándose así la matemática: y en el
descubrimiento de las correspondencias numéricas que revelan el
cosmos como un todo ordenado de acuerdo con el número se genera
la filosofía. Sin embargo, paradójicamente, este tránsito, lejos de
implicar una mediación definitiva, recae en la experiencia inmediata
del sabio que aspira a escuchar la armonía de las esferas”8
8
Nante, B. “Filosofía y adivinación: pitagorismo antiguo” Volumen 5 sección:
Pensamiento. http://www.elhilodeariadna.org/
11
valores específicamente estéticos, y viene decisivamente
determinada por el definitivo desarrollo de la cultura escrita, en el
que se llega a algo diferente, nunca antes conocido en el terreno de
la representación; el signo lingüístico como vehículo privilegiado de la
abstracción del lenguaje. El concepto del arts latina que conformará
el de la cultura occidental, es la adaptación de lo que los griegos
denominaron la téchne; un concepto creativo tan amplio que en él se
incluye todo lo asimilable a oficios, ciencias o artes. Se partía del
convencimiento de que la habilidad en el arte era primordial, razón
por la cual consideraban el arte como actividad intelectual; hacían
hincapié en el conocimiento que el arte presupone, y era ese
conocimiento lo que más estimaban. Aristóteles lo explica como una
fusión de pensamiento o diánoia y producción o poitiké: En la “Física”,
sostiene que la téchne imita a la naturaleza, esto es; toda téchne, y
no la téchne mimetiké es decir la habilidad de producción de
imágenes.
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fuentes del saber eran calificadas de “nodrizas del alma”, una figura
femenina propiciadora que es una de las creencias más antiguas de
las que tenemos constancia; la gran diosa madre.
10
Hipostasiar: Considerar algo como sustrato real o verdadero distinguiéndolo de lo
accidental.
11
Himnos órficos LXXI, 4-8
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hasta que su hija le sea devuelta, por lo que la tierra se hiela durante
el invierno, tiempo que permanece Perséfone junto a Hades puesto
que aquellos que prueban la comida de los muertos ya no pueden
regresar del infierno y ella comió semillas de la granada. Perséfone
escapa de la mansión de los muertos para reunirse con Deméter en
primavera y la tierra vuelve a la vida los restantes ocho meses del
año. En Eleusis, pequeña ciudad cercana a Atenas, se centraba la
celebración de las fiestas para solemnizar el renacimiento de la vida
con el regreso a su madre de Perséfone en primavera, con una serie
de ritos orientados a iniciarse en cultos mistéricos. Los misterios
eleusinos mayores tenían lugar en honor de Deméter, Perséfone y
Hades como dioses ctónicos del mundo subterráneo, durante el
primer mes del calendario ático en el equinoccio de otoño, a fin de
propiciar la generación de nueva vida desde las semillas enterradas
en el subsuelo. Que el mito trate del misterio de la germinación
explica que el iniciado recibiese en los solemnes misterios la idea del
estrecho vínculo existente entre el alimento, fuente de toda vida y la
muerte, propiciando mediante ritos de purificación, la esperanza de
que esa alternancia que se observa en la naturaleza sea asimilable al
destino del hombre, que al abrirse a la idea de muerte y resurrección
accede a la vida eterna.
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inconsciente colectivo, depositario de la herencia de la experiencia
humana, y en el mundo de la fantasía onírica. Según la psicología
jungiana, en el ánima se sustancian los aspectos femeninos de la
componente psíquica del hombre, de modo que se podría decir que
las musas actúan como mensajeras de lo divino, más allá del Yo
consciente: el Sí. Un ejemplo ilustrativo de ello nos lo da San Gregorio
Nacianceno, uno de los cuatro grandes Doctores de la Iglesia Griega,
en su poema autobiográfico que data del año 375, donde narra una
visión en estado de sueño en la que se le aparecen dos deidades
femeninas Agneia (Castidad) y Sophrosyne (Sabiduría) y que éstas,
percibidas sin ninguna duda como reales, le llevan a amar
espontáneamente la virginidad diciéndole así: “¡Vamos, ven, hijo, une
tu espíritu al nuestro y lleva tu antorcha prendida con las nuestras
para que te llevemos, deslumbrante de luz, a través del cielo, y te
situaremos en el esplendor de la Trinidad inmortal!”12 Aquí las
mensajeras del Dios verdadero son alegorías femeninas de sus
cualidades, que actúa a modo de “musa” para propiciar la traducción
del proceso de individuación del Sí; el Sí se proyecta al exterior en las
dos mujeres. La luz marca una tensión de la energía psíquica que
corresponde a importantes contenidos inconscientes; esos contenidos
poseen un gran dinamismo e irrumpen en lo consciente. Es un
fenómeno análogo a la forma en que se construyen las
personificaciones divinas de la naturaleza, las Ninfas; presentes
desde el origen del mundo en el agua, se descubren mediante
“ensoñación mental” de la cual las separará el poeta; una vez
separadas se personificaron.
12
Citado en la obra de Jean Hani Mitos, ritos y símbolos . Editor José J. de Olañeta.
Colección “El Barquero”, Capítulo V Las “abstracciones personificadas” y los
orígenes del politeísmo. Pág. 106
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final deja de producir. Más tarde se la pudo concebir como otra tríada:
la doncella del aire superior, la ninfa de la tierra o el mar y la vieja del
mundo subterráneo. Ya hemos visto como las musas son una
variedad de ninfas, alegoría de múltiples aspectos metafísicos
personificados en las tres Gracias, tres ninfas o la triple diosa del
amor, manifestaciones todas lunares, atribuyéndoseles incontables
maneras de influir sobre el ser humano. En este sentido los
especialistas en mitología nos emplazan a contemplar en los aspectos
de la diosa símbolos sincréticos en contradicción interna fruto de su
hibridación gradual con los sistemas simbólicos de la ideología
antropocéntrica de las tribus indoeuropeas. De este modo aunque la
religión lunar se asimiló en los panteones posteriores, permaneció
con fuerza tanto en los ya citados cultos mistéricos dedicados a
Deméter y Perséfone como en todo la panoplia de diosas encargadas
de los ritos mortuorios, natales y de fertilidad de la tierra:
16
relacionadas con diversos conceptos primordiales como; el
mar (Tetis), la fructífera tierra (Rea), el sol (Febe) y la luna
(Selene), la memoria (Mnemósine musa y madre de musas),
la vista (Tea) y la ley natural (Temis). Entre las titánides
destaca Gea, que personifica la tierra como protectora
continuidad de la vida y su hija Rea, la Madre Tierra, a quien
Homero trasladó al Olimpo como el suelo fértil. Temis
personifica la ley divina y moral madre de las Moiras,
propietaria del oráculo de Delfos antes de Apolo.
- Selene nombre en griego de la Luna, está conectado con
selas, «luz», terminó siendo suplantada en buena medida por
Artemisa, la cazadora del arco de plata, la hermana del dios
solar Apolo es la Luna nueva, oscura y hermosa a la vez,
virgen impenetrable y despiadada. Esta sería la "Diosa
Negra" como mujer sabia, sugerida en cierta forma por la
ausencia de la luna nueva en el simbolismo indicado
previamente.
- Artemisa además de su carácter de cazadora indómita, en su
condición de proveedora de fertilidad era adorada en Éfeso
donde se la representaba como la genitrix que mostraba y
oprimía sus muchos pechos.
- Hécate, la inconstante y cambiante como las fases de la
Luna, funesta diosa del inframundo, comparte con la bruja
Circe, las dotes encantatorias. Aparece en el himno homérico
a Deméter y en la Teogonía de Hesíodo, donde es
fuertemente promocionada como gran diosa Némesis que
como abstracción personificada de la equidad, medía la
felicidad y la desdicha de los mortales aplicándoles la justicia
divina.
- Hera, la romana Juno Lucina, luz lunar nocturna protectora
de la maternidad y los partos. Juno era epíteto de la
genialidad femenina
- Afrodita, según Homero hija de la diosa primordial Dione,
personifica el impulso sexual como hembra, era
frecuentemente acompañada por las Oréades, las ninfas de
las montañas.
- Palas Atenea, diosa partenogénita surgida de la cabeza de
Zeus, es la sabiduría y el ingenio (por ello es inventora de las
artes, ciencias y leyes), es la joven guerrera que salvaguarda
las alturas (tanto en sentido físico como espiritual.)
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añadir, que en nuestro sustrato conceptual se amalgaman algunos
factores significativos que, entre otros, inciden directamente en su
determinación: Una heterogeneidad donde conviven la determinación
conceptual de la función del arte con la fuerza que hoy tienen todavía
el primitivismo como elemento de renovación o ruptura estética, y
por otro lado, la influencia de filosofías orientales como el Zen y el
Tao en la búsqueda de un misticismo que pueda renovar el
sentimiento de totalidad y el papel del creador como vehículo o
médium.
18
autor Alfonso Sánchez Luna ha realizado mediante vías de inspiración
basadas en conceptos creativos formalmente ajenos (ilustraciones 6 y
7) y dibujos preparatorios de una serie pictórica sobre poemas de
Ovidio contenidos en su inmortal obra Las Metamorfosis (ilustraciones
3, 4 y 5), con la intención de que la evocación plástica que emana de
la lírica sea “la Musa” de la voluntad expresiva. La idea es abogar
claramente por recuperar el poder de las musas como salida natural
de los problemas de identidad en el arte actual, como lo hizo la
estética griega; mediante la búsqueda del equilibrio entre lo atávico
del ser humano en su condición animal social y su aspiración a lo
sublime. Desde nuestro punto de vista, sería acertado poder aplicar a
este momento del arte lo que opina Umberto Eco cuando se refiere al
concepto romántico de belleza: “Dolor y terror son causa de lo
sublime si no son realmente perjudiciales...Lo bello es lo que produce
un placer que no empuja necesariamente a la posesión.....En eso
consiste la profunda relación entre lo bello y lo sublime”14
19
El resultado de esta mecánica creativa es un modelo artístico
que parte de la conciencia intuitiva de un todo metafísico, lo que
llamaríamos lo inefable o sublime. Lo problemático es asimilar la
valoración de “sublime” a categorías estéticas, por lo que no hay
fórmulas para crear bajo esa égida; formalmente no se puede asimilar
a modelos concretos de belleza y tal como nos enseña alguien que ha
teorizado tanto sobre la postmodernidad como Lyotard: ”La diferencia
entre lo bello y lo sublime es una de tipo trascendental y no
meramente de énfasis [...]…El sentimiento sublime no es más que,
desde este aspecto, la impresión de un pensamiento, de este sordo
deseo de ilimitación”.16 Creemos que la postura verdaderamente
interesante para el arte de vanguardia es la de no buscar la imagen
del “absoluto” sino presentar la imposible representación del mismo,
es decir constatar lo subjetivo con sus limitaciones. Entendiendo
como límites a unos valores positivos; aquellos hacia los que nos
sentimos proyectados por nuestras capacidades, de la manera en que
lo formulaba el gran filósofo humanista Erasmo de Rótterdam cuya
divisa era, precisamente, el aforismo latino “Cedo nulli” (no cedo ante
nadie).
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Reseña de las "Lecciones sobre la analítica de lo sublime" de Lyotard, Jean-
Français, en página web www. uprh.edu/humanidades/libromania/lyotard/
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Bibliografía:
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