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CUADERNO PARA QUIJOTES

Quiero escribir un relato para los Premios Matute. La cuestión es que estoy falta de
inspiración. Y de estilo, para ser sinceros. Podría decirse por adelantado que este
relato va a ser un auténtico desastre. Busco en Internet y encuentro un curso gratuito
de escritura creativa. Se llama “Cuaderno para Quijotes”. Empiezo a leer los
ejercicios que propone para vencer el bloqueo creativo.

Empiezo con el método de la “Escritura automática“. El método indica que debo


coger tres folios y escribir lo primero que se me pase por la mente, aunque sean cosas
sin sentido. Qué tontería. A quién van a interesar todas las majaderías que se me
ocurran. X me interrumpe, por suerte, para ofrecerme un vermut. Domingo, olivitas,
un bitter sin alcohol. Oigo a X trasteando en la cocina. Yo sigo con lo mío. X viene
con el bitter. Le leo lo que he escrito y me dice: “Real como la vida misma” y
automáticamente yo lo escribo. X sigue hablando: “Me parece que este curso va a dar
mucho de sí”, y también lo escribo. Ya me estoy embrollando; entro en un bucle. Dice
que me deja trabajar y se va. Y ahora ¿qué? Sigo leyendo el curso de escritura.
Consiste en extraer lo que sea aprovechable de este ejercicio y desechar el resto. Me
relamo en el hecho de que soy yo la que está escribiendo y por tanto puedo escribir lo
que quiero. Lo que me da la gana. Culo. Puedo decir culo y me quedo tan ancha. Yo
que soy una devoradora de libros, siempre leyendo y leyendo lo que otros han escrito.
Ahora me apetece escribir algunas palabras que me gustan especialmente:
triquiñuelas, clepsidra, gatuno, cascarrabias, rompetechos, cojón de mico, clarinete,
simio robot gilipollas, Pernambuco. Basta, esto no tiene fin. El método dice que es
imposible hacer mal el ejercicio. Solamente hay una regla que es no parar de escribir
hasta rellenar las tres hojas. Y resulta que no llevo ni una. De modo que sigo
obstinadamente adelante con este descabellado proyecto. Para ahorrar tiempo a mis
queridos amigos e improvisados lectores, me abstendré de incluir en el relato final la
cantidad de sandeces que he tenido la osadía de escribir. Parece mentira pero este
primer ejercicio me ha valido de mucho, ha sido como un calentamiento. Como si yo
fuera una deportista y acabara de hacer unos ejercicios para luego correr una larga
carrera.

Z apartó a un lado de la cama el ordenador portátil cuando X llegó con la bandeja de


la comida. Hacía más de dos años que comía recostada en la cama y dos años que Z le
preparaba pacientemente todas las comidas. Con su primer ejercicio de redacción Z
había tenido la sensación de que una puerta se abría en su mente, una puerta hacia el
subconsciente. Estaba agotada y un descanso para comer le vino bien.

El segundo ejercicio que propone el método de escritura “Cuaderno para Quijotes”


se llama el “Plagio Creativo”. Se trata de reinventar una historia que ya conocemos,
de desgranarla, de quedarnos con la estructura y reescribirla. Como si fuéramos un
arquitecto que copia los cimientos de un edificio para construir el suyo propio. Me
gusta la idea. Pienso en un cuento. Ya lo tengo. El relato corto de Vila-Matas,
“Porque ella no lo pidió”, incluido en su libro de relatos breves “Exploradores del
Abismo”. En él, Sophie Call, una peculiar artista de acciones, le propone al escritor
que escriba una historia para que ella se dedique a vivirla. Decido reescribir este
relato. Para este proyecto necesito un colaborador. El siempre solícito X seguro que se
presta a ayudarme. Primero escribiré la historia, luego se la enseñaré y le pediré que la
convierta en realidad. Ahí va mi historia:

1
“X pasó la tarde de domingo realizando las más penosas tareas del hogar y del jardín:
pasó el limpia-fondos por el suelo de la piscina, cortó el césped, fregó los platos que
se amontonaban en la cocina, preparó macarrones para la cena, recogió y dobló la
ropa que estaba tendida, pagó facturas por Internet, llamó por teléfono a mis padres y
cocinó un pastel de chocolate y nueces”.

Una vez termino de escribir mi historia se la paso a X y éste la lee con incredulidad.
No puede creer que vaya a utilizar este método como excusa para que sea mi siervo
toda la tarde, pero sin queja alguna se dirige hacia la piscina y empieza a colocar el
limpia-fondos. Le esperan varias horas de duro trabajo y no quiere perder el tiempo.

Z empezaba a pensar que quizás estos ejercicios serían útiles a fin y al cabo. Las ideas
brotaban con fluidez y sus dedos se desplazaban velozmente por el teclado de su
portátil. Cada vez era más consciente de que tarde o temprano sus más ocultos
secretos irían aflorando a la superficie mientras escribía.

El “Binomio fantástico” es la técnica más eficaz y más rápida para poder estimular la
imaginación y poder desarrollar historias rápidamente. Elegimos dos palabras al azar,
procurando que sus significados no estén relacionados. Blanco y montaña. Esas son
mis dos palabras. La historia es la que sigue: Una tarde de domingo X, Z y dos
amigos se van de excursión por la montaña, suben al castillo del Sarraceno, observan
unas bonitas vistas, se dan prisa por bajar porque se hace de noche, en un despiste Z
cae de espaldas. Dolor. En el camino de vuelta se cruzan con una extraña mujer
vestida de blanco. La blancura y la vaporosidad de sus ropas contrasta con el rojo y el
negro que describirían el dolor de Z. Meses más tarde Z se pregunta quién era la
misteriosa dama con la que se cruzaron aquella tarde.

La ejecución de los sucesivos ejercicios constituyó una terapia eficaz para la torturada
alma de Z que quizás se vería beneficiada por el ejercicio de introspección que la
escritura le exigía. Tomó un cuarto de pastilla de su frasco de calmantes, felicitándose
por la considerable reducción de dosis que había conseguido en los últimos días. A
este paso, pronto podría abandonar las pastillas del todo, dando por terminada tanto su
dependencia como su adicción a las que el dolor de los últimos meses la había
conducido. Grandes proyectos la esperaban una vez recuperara su salud.

“Escribir a partir de la fotografía” es otra de las muchas técnicas que se detallan en


este método de escritura. Busco una fotografía. Ya se cuál. Se trata de una tomada
hace tres años en Costa Rica en la que salgo en una playa, apoyada en un tronco
caído. Creo que es la mejor que hay de mí, no por lo guapa que pueda estar, sino por
lo feliz que se me ve.

Z siguió buscando entre sus fotografías y no encontró ninguna otra más reciente en la
que se la viera feliz, o mínimamente guapa. Era la hora del paseo de la tarde así que
tomó su cámara, llamó a X y salió al jardín haciendo rodar con sus manos las ruedas
de su silla. Todavía quedaban un par de horas de luz de una tarde del mes de mayo,
una luz perfecta para hacer una bonita fotografía.

Anónimo

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