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Proyecto Educación y Nuevas Tecnologías

Diplomatura en Educación y Nuevas Tecnologías

MÓDULO: TRANSFORMACIONES Y DESAFÍOS DE LA EDUCACIÓN


TEMA: Sociead de la información 01

Introducción
Sociedad de la Información puede definirse como un conjunto variado, amplio y
multiforme de procesos de reciente data, pues la mayoría de ellos comenzó a
gestarse a partir de la década del setenta del siglo XX. Si bien no existen
definiciones consensuadas sobre la "Sociedad de la Información” uno de los
principales organismos involucrados en su promoción, la Comisión Europea,
plantea que:

"En los últimos veinte años venimos presenciando una revolución en las
tecnologías de la comunicación y de la información cuyo alcance es mucho
mayor de lo que la mayoría de nosotros pudimos haber imaginado. Uno de los
principales efectos de estas nuevas tecnologías ha sido la reducción drástica
del coste y del tiempo necesario para almacenar, procesar y transmitir la
información. Estos impresionantes cambios en las relaciones de precios
afectan de manera fundamental al modo en que organizamos la producción y
distribución de bienes y servicios y, por ende, al propio trabajo. Esta evolución
está transformando el trabajo, las estructuras de cualificaciones y la
organización de las empresas, lo que introduce un cambio fundamental en el
mercado de trabajo y en la sociedad en su conjunto" (CE, 1996: 9).

Ahora bien, ¿en qué medida nos impactan estas transformaciones? ¿y a qué
transformaciones, concretamente, nos estamos refiriendo? ¿en qué esferas de
nuestras vidas impactan? ¿inciden directamente en los procesos educativos?
Seguramente la lectura de esta sesión (y de los textos que la acompañan)
despertará interrogantes como estos, brindará algunas respuestas provisorias e
invitará a generar nuevas preguntas. Es que el propósito principal de esta
primera sesión del módulo es:

- presentar algunas aproximaciones y perspectivas acerca de la Sociedad de la


Información que permitan enmarcar los desarrollos posteriores de este mismo
módulo (y de la Diplomatura en general).

1
- abrir la reflexión y el intercambio respecto de los procesos que conforman la
Sociedad de la Información y del impacto de los mismos en nuestra propia
experiencia personal y profesional.

Desarrollo
Genealogía de la Sociedad de la
Información
Para plantear esta Genealogía de la Sociedad de la Información, recurriremos
a algunas de las ideas planteadas por Diego Levis (ver Lectura básica de esta
sesión).
Hace más de 50 años, Norbert Wiener, creador de la cibernética, anunciaba el
advenimiento de una “sociedad de la información” (en adelante SI) cuya base
organizativa, imaginaba, era la circulación sin trabas de la información, a la
que considerada como una nueva materia prima. El valor social de la
información, señalaba el matemático estadounidense, está vinculado a su
transparencia y capacidad de circulación. Para Wiener este nuevo modelo de
sociedad era, por definición, incompatible con la práctica del secreto, las
desigualdades de acceso a la información y su transformación en mercancía.
Pero advertía que las limitaciones intrínsecas de acceso a la información se
deben, precisamente, a su carácter de artículo de consumo lo cual implica una
degradación de la libre circulación sobre la que, a su juicio, se sustenta el
orden social.

El pensamiento de Wiener tiene continuidad en las propuestas del investigador


japonés Yonedi Masuda quien en Computopía (1966), su obra más influyente,
presentaba la emergente SI como una sociedad que ofrecerá nuevos
conceptos de libertad e igualdad y en la que florecerá la creatividad
cognoscitiva individual, “englobando la libertad de decisión y la igualdad de
oportunidades. (...) la futura sociedad de la información, será una sociedad sin
clases, libre de un poder dominante y cuyo núcleo social serán las
comunidades voluntarias” (Masuda 1988:115 y sigs.)

2
La computadora, añade, nos enfrenta a dos alternativas opuestas. La primera,
a la que denomina “computopía” (unión de computadora y utopía) puede abrir
las puertas a una sociedad del conocimiento. En cambio “si los ordenadores se
utilizaran sólo con fines de automatización la sociedad controlada sería una
realidad y sus consecuencias serían la alienación del género humano y la
decadencia social” (Masuda 1988:122). Si bien este riesgo existe, Masuda
confía en que el camino elegido será finalmente el de computopía.

A comienzos de la década de 1970, grandes avances en el campo de las


telecomunicaciones y la informática permitieron un incremento muy importante
en la velocidad y la capacidad de procesamiento y transmisión de información,
además en un significativo descenso de los costos económicos de equipos y
operaciones.

Para saber más


Avances en las telecomunicaciones y la informática

Podemos señalar algunos hitos que representan avances en el campo de las


telecomunicaciones y la informática

1966: Early Bird, primer satélite artificial de comunicación transatlántica


(Atlántico Norte) , abre el camino a las retransmisiones televisivas en directo
desde y a cualquier parte del mundo y a una mejora sustancial de las
telecomunicaciones internacionales (telefonía y transmisión de datos).

1969: se crea Arpanet, antecedente directo de Internet

1971: Intel presenta el primer microprocesador.

Este progreso tecnológico coincidió con el inicio de una profunda crisis


económica internacional. Ésta se manifestó primero en el abandono unilateral
del patrón oro por parte de los Estados Unidos en 1971 y siguió con la crisis
petrolera de 1973 que cuestionó gravemente el modelo de desarrollo industrial
sustentado en el crecimiento incontrolado del consumo de energía. Estos dos
hechos, vinculados entre sí, afectaron los fundamentos del sistema económico

3
surgido tras la segunda guerra mundial en los acuerdos de Bretton Woods de
1945, provocando una gran incertidumbre sobre el futuro.

La crisis no era más que una manifestación de transformaciones más


profundas. Algunos autores comenzaban a hablar del paso de una economía
basada en la producción de bienes a otra basada en los servicios y en el que la
información, pronosticaban, sería recurso principal y el motor de un sistema
económico cada vez más global.

Una obra precursora de esta visión es The production and distribution of


knowledge in the United States1 del economista estadounidense Fritz Machlup,
publicada en 1962. Pocos años después, el sociólogo francés Alain Tourraine
(La sociedad post-industrial, 1969)2 y el estadounidense Daniel Bell (The
3
Coming of Post-Industrial Society: A venture in social forecasting, 1973)
describen el modelo socio-económico emergente como sociedad post-
industrial. Para Bell “la sociedad post-industrial es una sociedad de
información, igual que la sociedad industrial es una sociedad productora de
4
bienes” (1976:537).

En este contexto los gobiernos de algunos de los países económicamente más


desarrollados comenzaron a centrar su atención en las posibilidades de
desarrollo económico que ofrece la informática, hasta entonces reservada casi
exclusivamente a usos militares, científicos e institucionales. La prensa
estadounidense y de los principales países europeos empezó a popularizar el
concepto de sociedad post-industrial a la que se asociaba con la naciente
revolución informática presentada como decisivo factor de desarrollo
económico y social.

El interés que existía por analizar y evaluar las consecuencias sociales y


económicas implícitas en la interrelación creciente que se verificaba entre las
telecomunicaciones y la informática, dio lugar a la redacción de informes de
expertos por encargo de los gobiernos y a numerosas reuniones organizadas
por diferentes organismos internacionales. La primera de estas citas tuvo lugar

1
La producción y distribución del conocimiento en los Estados Unidos.
2
En su libro Tourraine analiza el advenimiento del nuevo tipo de sociedad desde una
perspectiva centrada sobretodo en los aspectos culturales.
3
Bell, Daniel: El advenimiento de la sociedad post-industrial. Un intento de pragnosis
social. Alianza Editorial, Madrid 1976, 578 págs
4
Curiosamente, a pesar del papel preponderante que se le atribuía al ordenador a
principios de los setenta, para Bell la revolución informática era ilusoria.

4
en París en 1975 convocada por la O.C.D.E. (Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico). La tecnología de la información se
presentaba como garante del consenso social y como el medio para salir de la
crisis económica y política, lo que servía para justificar las estrategias de
desarrollo industrial desplegadas por los sectores implicados. Argumentos y
promesas que casi tres décadas después se utilizan con parecido
convencimiento y entusiasmo.

En este marco, en 1978 se dio a conocer el informe Nora/Minc sobre La


informatización de la sociedad, encargo del presidente de Francia, Valery
Giscard d’Estaing. Este ejemplo pone de relieve la preocupación y el interés
que el tema despertaba en los gobiernos de los países industrializados. Era la
primera vez que el gobierno de un gran país industrial de Europa diseñaba las
líneas maestras de una política específica para afrontar el reto del cambio
5
tecnológico.

La tesis de Nora y Minc, en gran medida deudora del pensamiento de Wiener,


se estructura alrededor de la idea de que las consecuencias del proceso de
informatización son de una dimensión más amplia que otras innovaciones
tecnológicas que la precedieron, pues su alcance concierne a todos los ámbitos
de la actividad social. A partir de este principio, los autores pronosticaron el
desarrollo inmediato de “una informática de masas que invadirá toda la
sociedad, como lo ha hecho la electricidad” (Minc/Nora 1980:17).

El informe francés tuvo gran repercusión y sirvió como punto de referencia en


el posterior diseño de políticas públicas basadas en el emergente paradigma
digital y en el desarrollo de la redes telemáticas (neologismo introducido por
Nora y Minc para designar la combinación de las telecomunicaciones y la
informática). Sin embargo la verdadera revolución informática, que apenas
comenzaba a dar sus primeros pasos, no respondía a los planteamientos
defendidos en la época por las empresas informáticas y por el establishment
político y económico sino que tuvo su origen en ambientes contraculturales de

5
El documento francés es relevante por su repercusión e influencia, aunque los
primeros documentos oficiales sobre informatización y desarrollo socio-económico
fueron elaborados por encargo del gobierno japonés en 1970 y del gobierno de
Canadá en 1972

5
las universidades californianas de Stanford y Berkeley a principios de la década
de 1970.

Influenciados por el pensamiento de Wiener, la idea aglutinante de estos


grupos se puede resumir en una reivindicación central: “La computadora para
el pueblo”, consigna movilizadora que encontró respuesta en el nacimiento de
la micro-informática personal, en cuya creación participaron varios miembros
de esta corriente. La computadora, que hasta entonces había sido considerada
como una amenaza para las libertades, comienza a aparecer como una
herramienta de liberación y comunicación. Durante los años ochenta estas dos
visiones divergentes se mantendrían si bien muchas veces los defensores y los
detractores de la informática coincidían en posturas tecno-deterministas de
sentido opuesto pero igualmente acríticas respecto al poder de transformación
socio-cultural que se le atribuía a las tecnologías de la información y la
comunicación. Algunos autores advirtieron (y aún advierten) contra el
determinismo tecnológico dominante señalando que la influencia de las TIC
sobre las condiciones y la organización de la vida cotidiana depende, entre
otras cosas, de los usos sociales, y no sólo de las innovaciones técnicas.

Para saber más


Las empresas informáticas y los grupos contraculturales en los ’70

Durante la década de 1970, los grandes constructores informáticos de la época


(IBM, Xerox,) desechaban la posibilidad de desarrollar computadoras de uso
personal, a pesar de estar en condiciones de hacerlo, porque no veían en ellas
ningún futuro comercial. De hecho en 1971, un equipo de investigación de
Xerox en Palo Alto (EEUU) creó un ordenador de escritorio, antecedente
directo de las actuales computadoras personales, que incorporaba entre otras
innovaciones interfaz gráfica y mouse.
Por otra parte, la primera computadora personal destinada al mercado no
especializado fue la Apple II, creada en 1976 por Steve Jobs y Steve Wozniak,
dos antiguos miembros de uno de estos grupos contraculturales. En 1984,
Apple presentó el Macintosh, un ordenador de uso personal que incorporaba
varías innovaciones: entre ellas, un monitor de alta resolución, un mouse y un
interfaz gráfico, basado en un sistema de ventanas. Conforme a los orígenes
de la empresa, el eslogan utilizado en la campaña de lanzamiento, “El principio
de la democracia tal como se aplica a la tecnología: una persona una
computadora”, recuperaba el espíritu reivindicativo de comienzos de los
setenta, aunque esta vez con fines comerciales.

6
El proyecto “Sociedad de la
Información”
El proyecto de construcción de la Sociedad de la Información descansa en una
serie de innovaciones tecnológicas en el ámbito de la electrónica, la informática
y las telecomunicaciones y en transformaciones económicas de corte
neoliberal. Durante la década de 1990 las políticas promovidas por el gobierno
de EEUU (programa de las autopistas lanzada en 1993 por el entonces
vicepresidente Al Gore) y por la Unión europea a favor de la SI (Comisión
Europea 1993,1994) impulsó la consolidación mundial de este modelo, cuya
culminación provisional es la Cumbre Mundial de la Sociedad de la
Información celebrada en dos fases en 2003 en Ginebra y en 2005 en Túnez.

Si bien los programas gubernamentales de aliento a la SI fueron inicialmente


gestados en los países centrales -los primeros en asumir este tipo de
iniciativas-, también han sido retomados por algunos países periféricos. En
Sudamérica, Brasil, Chile, Argentina, Paraguay y Bolivia cuentan con proyectos
propagandizados en la mayoría de los casos -y acciones en algunos pocos-,
enmarcados en la necesidad de desarrollar la sociedad informacional.

El fundamento de estos proyectos está ligado a la revolución tecnológica en


información y comunicación ocurrida en los años setenta, cuando se registró el
advenimiento de la microinformática. Para Manuel Castells (1995), un nuevo
modo de desarrollo, el modo de desarrollo informacional, nace en los años
setenta al calor del salto tecnológico consolidado durante la crisis del modelo
keynesiano en los países centrales. Castells sostiene que este salto se vincula
con una nueva lógica de crecimiento y acumulación del capital. Este modelo,
que se expresa con el proyecto de la SI tiene un efecto principalmente
corrosivo sobre los beneficios sociales consagrados durante la anterior etapa
del Estado de Bienestar. Dicho modelo está basado en tres ideas-fuerza:

- la liberalización
- la desregulación y
- la competitividad internacional

Para saber más…

7
Portal de la Unión Europea sobre Sociedad de la Información

http://europa.eu.int/information_society/index_en.htm

Otros autores -como el economista argentino Claudio Katz (1998) o el francés


Armand Mattelart (2002), comparten en parte los planteos de Castells respecto
de las causas que fundamentan el advenimiento de un nuevo modo de
desarrollo. Éstos advierten que la creciente segmentación social en el acceso a
los bienes y servicios ofrecidos en el marco de la SI (además de ser funcional a
la lógica socioeconómica dominante) expresa cuestionamientos al discurso
promotor del proyecto, dado que la convergencia en tecnologías de información
y comunicación tiene, en función de sus impactos productivos, determinaciones
contextuales regresivas.

Como síntesis de los efectos de la revolución tecnológica gestada en los años


setenta que repercuten en la elaboración de proyectos de SI, es posible
destacar las principales modificaciones:

- La información se convierte en insumo y en factor cardinal en la


reestructuración de todos los procesos productivos. Las actividades de
información y comunicación introducidas en los procesos productivos han
cambiado estructuralmente estos procesos, es decir, el modo en cómo se
elaboran bienes y servicios del conjunto de los sectores de la economía (no
sólo los relacionados con las industrias de información y comunicación).

- El menor costo de la producción, procesamiento y transmisión de la


información a escala industrial y masiva en los albores del Siglo XXI que
durante todo el siglo anterior. Ello no implica que el costo del acceso disminuya
en forma proporcional.

- Se incrementa exponencialmente la capacidad de producir, procesar,


almacenar y enviar volúmenes cada vez mayores de información. La
digitalización de los paquetes informacionales y comunicacionales permite
soñar con la perspectiva de eliminar la capacidad de producción,
almacenamiento, emisión o recepción de información como condicionantes de
relevancia.

La concepción de la sociedad de información como proyecto es contemporánea


al debate acerca del "fin de la historia". Ambos conjuntos de ideas tienen un

8
origen común, que son ciertos núcleos del poder y del gobierno
norteamericano, pero sus supuestos son netamente divergentes. Por un lado
se halla la polémica mundial que originó Francis Fukuyama -en su doble rol de
académico y asesor del gobierno norteamericano-, al adaptar el concepto
hegeliano del "fin de la historia" a la coyuntura de los países centrales
inmediatamente posterior a la caída del Muro de Berlín de 1989. El proyecto de
la SI, en cambio, se fundamenta en la particular reedición de los ideales
modernos, tales como la convicción del progreso indefinido, la fe en el
desarrollo, la esperanza en el porvenir, la confianza en la integración y la
creencia en la providencia del mercado.

Estos ideales constituyen un antecedente esencial para analizar de las


nociones claves, programáticas, de la SI. En el nivel estructural, la genealogía
de este proyecto se asienta en el agotamiento y consecuente modificación de
las estrategias de crecimiento, con el salto tecnológico convergente como
herramienta de esa modificación. Pero esta visión sobre sus orígenes debe
complementarse con un examen de los postulados ideológicos que van dando
forma a la agenda de la SI: la exaltación de los valores de progreso y
prosperidad que este proyecto debería perseguir como objetivos.

Así, el proyecto de la SI se vincula fuertemente con la confianza en el progreso


como ideología. En los últimos treinta años del siglo XX se produjo el salto
científico y tecnológico que -heredero de los saltos tecnológicos anteriores-
profundizó y aceleró sus caracteres, representados por las redes, las
aplicaciones y los servicios de telecomunicaciones, microinformática,
biotecnología y biogenética y nuevos materiales, tanto como por sus cualidades
convergentes (de allí que se acuña el término telemática, para referir a la unión
entre telecomunicaciones e informática).

"La presencia extendida de nuevos instrumentos y servicios de información


ofrecerá interesantes oportunidades de construir una sociedad más justa y
equilibrada y de favorecer la realización personal. La sociedad de la
información cuenta con el potencial de mejorar la calidad de vida de los
ciudadanos europeos, de aumentar la eficacia de nuestra organización social y
económica y de reforzar la cohesión" (Comisión Europea, 1994: 6).

La promesa de un mayor bienestar conforme el progreso se materialice, es una


cualidad común a otros saltos tecnológicos y particularmente sensible a los
saltos tecnológicos en comunicación. En rigor, la noción misma de
comunicación como ideal “tuvo lugar al amparo de las ideas de la modernidad y

9
de la perfectibilidad de las sociedades humanas. Es producto de la creencia en
el porvenir. La Ilustración preparó el nacimiento de aquella (la comunicación) al
preconizar el intercambio como creador de valores” (Mattelart, 1998: 10).

La sociedad de la información entroniza al mercado (Becerra, 2003). Aunque


las políticas de cohesión social tengan importancia desde lo discursivo, la
agenda que durante los noventa fue configurando el proyecto mismo de la SI
está sustentada en objetivos principalmente económicos de orientación
libremercadista:

"El mercado llevará la dirección y decidirá quién gana y quién pierde. Debido al
poder y a la omnipresencia de la tecnología, este mercado (el de las
tecnologías infocomunicacionales) tiene carácter mundial. La primera tarea de
los gobiernos consistirá en proteger las fuerzas competitivas y garantizar una
acogida política calurosa y duradera a la sociedad de la información, de modo
que el impulso de la demanda pueda financiar el crecimiento, tal como ocurre
en otros sectores" (Comisión Europea, 1994: 8).

El párrafo precedente condensa el perfil pro-libremercado con que fue diseñado


el proyecto de la SI. También muestra el papel que, en ese diseño, le
correspondía a los actores públicos. En la metamorfosis de las actividades
informacionales y comunicacionales experimentada en las últimas tres décadas
del siglo XX, la tendencia se vislumbra decididamente a favor de la apertura de
los mercados en un sistema que McChesney denomina “global
comercial” (2002).

La apelación al mercado condiciona la política de promoción del servicio


universal y replantea el estatuto de servicio público que -en vastas regiones del
mundo- tuvieron durante el siglo XX los bienes y servicios de comunicación
pues, “la consecuencia de depender del mercado consiste en poner límites muy
reales a los que la gente puede esperar alcanzar. El mercado no proporciona
participación, sino consumo” (Elliott, 1987: 92).
En el caso europeo, se destaca el Informe Bangemann: Europa y la sociedad
global de la información (Comisión Europea, 1994). Este informe presenta una
importancia cualitativa porque plantea una visión de la SI que expresa la
necesidad de romper con las prácticas pasadas (financiamiento público,
subvenciones, dirigismo, proteccionismo) y “preconiza una liberalización rápida
del sector de las telecomunicaciones”, así como de otras actividades
informacionales (Vedel, 1996: 14). En el Informe Bangemann queda claro: la SI
no se refiere a los medios de comunicación ni a Internet: está designando

1
cambios radicales en todos los ámbitos de la producción y, en consecuencia,
de la sociedad entera. Para hacer frente a la pregunta sobre la cualidad
informacional de los cambios sociales que se están produciendo, es preciso
contemplar las continuidades y las rupturas que el proyecto de la SI expresa.
En la genealogía de la SI se encuentran algunas claves para estudiar
críticamente este proyecto desarrollado durante la década de 1990. Con este
proyecto, los países centrales procuraron consolidar una etapa de crecimiento
basada en los pilares de liberalización (y privatización), desregulación y
competitividad internacional. En este modelo, la información aparece no sólo
como recurso ideológico -manifiesto en el discurso sobre la diversidad de la
oferta de información y entretenimientos y la invocada democratización del
acceso-, sino también como un insumo productivo clave, que contribuye a
reformular la lógica del procesamiento de la producción y la circulación de
bienes y servicios.

Para saber más…


Informe Bangemann

http://europa.eu.int/ISPO/infosoc/backg/bangeman.htm

Gestado junto con estas políticas liberalizadoras adoptadas por los países de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE, 1997) el
proyecto de la SI da cuenta de un proceso de transformación que incluye -pero
excede- una transformación radical de las industrias culturales del sector info-
comunicacional. Así lo subraya la Comisión Europea, organización pionera en
la promoción de la sociedad informacional: "La revolución de la información
acaba de comenzar. Las industrias de la Sociedad de la Información
continuarán creciendo en importancia y el ritmo del cambio –más rápido que
cualquiera de los cambios a los que hayamos asistido anteriormente- se
acelerará aún más" (CE, 1998: 1).
Para la Comisión Europea, referir a la Sociedad de la Información supone
consecuencias claras en tres niveles:

1) En lo económico permite expandir el mercado, incrementar beneficios,


realizar un salto en la productividad y, consecuentemente, aprovechar la
convergencia tecnológica protagonizada por las industrias informacionales y
comunicacionales;

1
2) En lo social permite un acceso más directo a las fuentes de conocimiento,
incrementa el bienestar alcanzado durante la fase del Estado de Bienestar,
posibilita una democratización merced a las facilidades tecnológicas e implica
un mejor aprovechamiento del tiempo productivo y mejora la calidad de vida;

3) En lo político, permite nuevas oportunidades de participación en una


democracia de tipo asambleario, mediante la conformación paulatina de una
nueva esfera pública con Internet como reedición contemporánea del Agora
ateniense.

Para el gobierno norteamericano -artífice de la idea de las autopistas globales


de la información- estas tecnologías producen una suerte de "efecto derrame"
sobre el conjunto de las actividades económicas y, por ende, sobre los modos
que la sociedad se da para organizarse, producir y reproducir(se). De hecho, el
fortalecimiento de la agenda de la SI se produjo luego de la adopción de la
High-Performance Computing Act por parte del gobierno de los Estados Unidos
en 1991.

A partir de este acta, los esfuerzos en la materia estuvieron centrados en la


promoción de las autopistas de la información, en el marco de la Global
Information Infrastructure (GII) lanzada por el entonces vicepresidente
demócrata Albert Gore en Buenos Aires en 1994, en la reunión de la Unión
Internacional de Telecomunicaciones (UIT). La propuesta de Gore se puede
resumir en cinco puntos (Gore, 1994):

1) fomento de la inversión privada;

2) incremento de la competencia;

3) desarrollo de una reglamentación flexible;

4) propensión a un acceso abierto; y

5) gestión mediante el principio de servicio universal.

Para saber más…


Comisión de Infraestructura Global de Información

http://www.giic.org/

1
La coincidencia entre los objetivos declarados por la CE y por la administración
gubernamental estadounidense es significativa aunque las denominaciones de
los proyectos (Global Information Infrastructure por el lado norteamericano;
Sociedad de la Información por el europeo) pueda suscitar contrapuntos. En
realidad, la Comisión Europea, que ya antes de la década de los noventa había
esbozado planes de liberalización de las actividades informacionales como las
telecomunicaciones, rebautizó las autopistas estadounidenses como Sociedad
de la Información con la voluntad de dotar de un contenido social al proyecto.

Vista como producción histórica, la Sociedad de la Información trata de


transformaciones socioeconómicas claves en la estructuración de las
sociedades en los países centrales. Mediante el complejo informacional, la
estructura económica es transformada y con ella el conjunto de relaciones
sociales. Ya en 1973, el sociólogo norteamericano Daniel Bell –en su libro El
advenimiento de la Sociedad postindustrial- había intentado demostrar que en
la generación de la riqueza nacional estadounidense el sector industrial cedía
terreno ante el crecimiento del sector terciario. Bell formó parte de un grupo de
analistas del cambio social cuyo objetivo era aprehender en calidad y cantidad
las transformaciones estructurales en la sociedad. En ese texto, advertía sobre
los límites del modelo que estudiaba bajo la denominación de "postindustrial",
al sostener que sólo se refería a una docena de países: las economías más
avanzadas.

Hoy conviene recordar esa advertencia, pues el modelo postindustrialista tiene


como característica fundamental la centralidad de los procesos informacionales
y comunicacionales en la estructura productiva de los países altamente
industrializados.

El "modo de desarrollo
informacional"
Si se considera que la tecnología es definida por la aplicación del conocimiento
científico a la producción (Katz, 1998), el salto tecnológico actual -que ha
revolucionado el procesamiento de la información y el conocimiento y reduce a
bytes todo tipo de datos e informaciones- debe plantearse como un salto
eminentemente productivo.

1
Ante el agotamiento del modelo del Estado de Bienestar, el proyecto de la
Sociedad de la Información interviene en la estructura de los países centrales
como argumento de recomposición de las estrategias de crecimiento y
expansión. Como sostiene Castells, “la rentabilidad y la competitividad son los
determinantes reales de la innovación tecnológica y el crecimiento de la
productividad” (1997: 108).

En los países periféricos que vienen trabajando proyectos de sociedad


informacional hay coincidencia con este diagnóstico: el Libro Verde Sociedad
de la Información en Brasil señala que el conocimiento "es el factor esencial de
todas las etapas del proceso productivo, desde la investigación básica hasta el
marketing final. Pero es en la fase inicial de proyecto y concepción de
productos y servicios que ese factor es más crítico" (Ministério da Ciência e
Tecnologia de Brasil, 2000: 17).

En este sentido, la función de las tecnologías info-comunicacionales no puede


ser menosprecidado. La SI nombra así la apuesta por el aumento de la
productividad que hace posible la revolución tecnológica. Con ella, la
información hace las veces tanto de materia prima (en el sentido de insumo
base) como de producto, aunque, como apunta Castells (1995), sus principales
efectos recaen sobre los procesos productivos más que sobre los productos y
favorecen así el desarrollo de las fuerzas productivas.

Los cambios básicos ocurren en dos dimensiones: por un lado, a través de la


incorporación de funciones y capacidades en el equipo de producción (por
ejemplo, máquinas controladas por computadora); por otro, por la creciente
complejidad, flexibilidad y capacidad de los sistemas de control y de los
dispositivos de monitoreo para la producción continua. Dieterich Steffan -en su
estudio sobre los cambios de las relaciones mundiales de producción
acaecidos recientemente- sostiene que "... el factor trascendental del proceso
lo constituye indudablemente la revolución de las fuerzas productivas. El
desarrollo de las tecnologías de comunicación y transportes proporcionó a los
procesos de producción una movilidad y flexibilidad geográfica, nunca antes
visto en la historia" (Dieterich Steffan, 1996: 56).

Desde el punto de vista socioeconómico, el nuevo modelo productivo que


reemplaza al industrialismo y al pacto social del Estado de Bienestar se basa
en la sustitución a gran escala del trabajo humano, en la centralidad del
complejo microelectrónico y de la industria de las telecomunicaciones, en la
interconexión financiera y comercial del globo, en la deslocalización industrial,

1
en la consolidación del sector terciario y del empleo precario y en la promoción
del consumo como relación social predominantes (Becerra, 2003a).

Esta definición permite reconocer que, en el proyecto de la SI, está el


alumbramiento de un nuevo modo de desarrollo.
Apoyándose en Marx, Castells define a los modos de desarrollo como
“fórmulas tecnológicas mediante las cuales el trabajo actúa sobre la materia
para generar el producto, determinando en último término el nivel de
excedente” (1995: 33). Así, según Castells, el modo de desarrollo industrial se
caracteriza por la introducción de nuevas fuentes de energía y por la tendencia
a la automatización de la producción y la distribución. En el modo de desarrollo
informacional, por su parte, la fuente de la productividad es la utilización de
conocimiento (su producción, tratamiento, almacenamiento, ordenación,
disponibilidad y reproducción) y de las tecnologías.

Las tecnologías de la información y de la comunicación (TIC) agregan valor a la


producción porque mejoran notablemente “la capacidad de medir el producto y
de controlar el intercambio” (Mosco, 1994: 14). Estas cualidades
transformadoras del modo de desarrollo informacional son subrayadas en el
documento Towards a Global Information Society de la Organización para la
Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) de 1997:

"El impacto de las tecnologías de la información y comunicación va a


desencadenarse a partir de su capacidad para integrar diferentes funciones en
el proceso productivo, su habilidad de control, monitoreo y suministro de
información requerida en diferentes procesos, y su rol en la integración de
distintos sectores económicos y en el cambio de los canales de distribución
existentes" (OCDE, 1997: 25).

Mediante la revolución del modo de desarrollo informacional, se intenta


mantener la lógica dominante del modo de producción en los países centrales.
Se advierte entonces que el "modo de desarrollo" no equivale al "modo de
producción". El "modo de desarrollo" industrial ha dinamizado tanto el
socialismo de Estado en su variante soviética como el capitalismo en distintas
facetas, siendo estos modos de producción diferenciados: expresan formas
distintas de apropiación y distribución del excedente y de organización del
consumo.

La SI expresa, por lo tanto, una estrategia de recomposición productiva del


capitalismo. Sus novedades no alteran las coordenadas básicas de la

1
formación social dominante. La mercantilización de las relaciones sociales se
generaliza y se expande, continúa la venta de la fuerza de trabajo en forma de
salario, la propiedad privada de los medios de producción y la búsqueda del
máximo beneficio como principio organizador de la producción y la distribución.
El complejo informacional ha permitido recrear nuevos mercados, bajar los
costos de producción y profundizar la mercantilización en sectores como la
información, las comunicaciones, la educación y el entretenimiento.

El interés en desarrollar la sociedad informacional por parte de los países


centrales se explica por estas razones y no por la retórica de la "aldea global" o
metáforas similares. Hasta ahora, los efectos de los cambios socioeconómicos
relacionados con el modo de desarrollo informacional son marcadamente
regresivos. La sociedad informacional es más excluyente que incluyente: la
brecha registrada entre sectores sociales y regiones geográficas
crecientemente marginados de la distribución de los beneficios generados
conforme se va consolidando con el nuevo modo de desarrollo.

Perspectivas
La SI resume, al igual que la noción de globalización, un conjunto de procesos
de cambio que son contemporáneos y cuyos impactos se registran en todos los
ámbitos de la vida productiva de las sociedades actuales. En el caso de la
sociedad informacional, el fundamento citado por la Comisión Europea sobre
sus inicios suele ser compartido por autores de reflexión crítica: el salto en
tecnologías de la información y de la comunicación acaecido a partir de la
introducción de la microelectrónica y su potencialidad convergente, a
comienzos de los años setenta, repercutió en la metamorfosis de todos los
procesos productivos.
Consecuentemente, el lugar de la información se desplazó hacia el centro
mismo de la estructura productiva de las sociedades, que son intensivas en la
utilización y transformación de ese recurso, que al mismo tiempo se ha vuelto
más versátil, ubicuo, y su producción, almacenamiento y distribución ha
devenido más económica y masiva conforme se extienden las redes digitales
posibilitadas gracias al salto tecnológico mencionado.
Acompañando ese proceso inicialmente tecno-económico, los países centrales
han ido gestando proyectos de construcción de “sociedades informacionales”
en las que sobresalen las ideas fuerza de liberalización, desregulación y
competitividad internacional. Estos principios tienen efectos corrosivos sobre

1
los beneficios sociales consagrados, hasta la década del setenta, durante la
etapa del Estado de Bienestar en dichos países.

En América Latina, en África y en parte del continente asiático, con cierta


demora respecto de la puesta en agenda gubernamental de la SI por parte de
los países centrales, también los gobiernos han aplicado medidas tendientes a
liberalizar sus actividades de información y comunicación con el supuesto de
que ello permitiría modernizar sus infraestructuras redundando en una mejor
capacidad instalada para permitir estrategias de crecimiento.

No obstante, el escenario mundial contemporáneo al salto tecnológico


convergente y al esbozo de proyectos de sociedad de la información, si bien ha
permitido incrementar el crecimiento, también aumentó la marginación de
amplios sectores sociales dentro de los países periféricos e incluso también en
los países centrales, que albergan grandes bolsones de pobreza.

La cesión de actividades centrales en la estructura económica, como son las


informacionales, a manos privadas, se halla en la antípoda de la gestión de
estas actividades durante casi todo el siglo XX en la mayoría de los países. De
acuerdo con la perspectiva de los principales documentos sobre Sociedad de la
Información de la Comisión Europea, de la OCDE y también de países
periféricos como Brasil (Ministério da Ciência e Tecnologia, 2000) o Chile
(Presidencia de Chile, 1999), se supone que las aplicaciones y servicios de
información y comunicación podrán masificarse gracias a la inversión privada
de las fuerzas de mercado. Sin embargo, la creación de una masa crítica de
aplicaciones y servicios, al menos en su etapa de formación, en las actividades
informacionales y comunicacionales, requiere algo más que la inversión
privada. Aunque la SI “debería dejarse en manos del sector privado” (Comisión
Europea, 1994: 30), “los segmentos del mercado basados en las nuevas
infraestructuras de la información no pueden lograr una rentabilidad adecuada
de sus inversiones sin un cierto nivel de demanda. En la mayoría de los casos,
la competencia por sí misma no garantizará alcanzar esta ´masa crítica´, o
tardará demasiado en producirla” (Comisión Europea, 1994: 15).

Es el caso de las experiencias de educación no presencial desarrolladas con


fuerte apoyatura en las TIC comunicación a partir de 1994, aplicaciones
cabales de la sociedad informacional, cuya puesta en marcha ha registrado la
planificación y el sostenido apoyo por parte de los actores públicos (por
ejemplo, la Universitat Oberta de Catalunya o la Universidad Virtual de

1
Quilmes), sin cuyo concurso muy probablemente estas iniciativas no hubiesen
visto la luz.

Los referentes ideológicos de desregulación, liberalización y competitividad


mundial con los que el proyecto de la sociedad informacional promueve el
desmantelamiento de la presencia de la esfera pública en las áreas más
significativas de la producción y distribución económica, son generalmente
fomentados desde instancias estatales de administración de gobierno.

Esta ausencia sobresale cuando se analizan las tendencias mundiales de


desigualdad estructural que acompañan al desarrollo de la Sociedad de la
Información. En 1965, el 20% más rico de la población mundial registraba
ingresos 30 veces más elevados que el 20% más pobre. En 1995, el 20% más
rico recibía 61 veces más, pues gozaba del 85% del ingreso mundial, contra el
1,4% que le correspondió al 20% más pobre. “Así, se duplicó la relación entre
la proporción correspondiente a los más ricos y a los más pobres” (PNUD,
1996: 2). Los 30 años de diferencia en los que se multiplica la brecha entre
unos y otros son el escenario del impacto de la revolución info-comunicacional.
En 1970, el 10% más rico acaparaba 51,5 veces más beneficios que el 10%
más pobre. Pero en 1997 esa diferencia se había multiplicado hasta alcanzar
una diferencia de 127,7 puntos.

Los indicadores de desigualdad estructural no son patrimonio únicamente de


los países periféricos. También los países centrales acusan cada vez más las
consecuencias de un modelo de crecimiento económico sin equidad que ha
llevado al PNUD a advertir que “el crecimiento económico no es sostenible sin
desarrollo humano” y que no es un fin en sí mismo (1996: 6).

En los últimos decenios se ha puesto claramente de manifiesto que no existe


un vínculo automático entre crecimiento económico y desarrollo humano.
Incluso cuando tal vínculo se establece, puede ir erosionándose gradualmente,
a menos que se lo refuerce en forma constante por medio de una gestión
política hábil e inteligente. (PNUD, 1996: 1).

Son indicadores socioeconómicos que contrastan con la “nueva era de


bienestar” prometida con la sociedad interconectada en una red que
posibilitaría que todos tengan acceso a un nuevo tipo de trabajo, de consumo y
de entretenimientos, según las palabras de la OCDE (1997). Estos indicadores
permiten ubicar a la vez cuáles son los diferentes impactos de la sociedad
informacional en diferentes contextos y países, y contribuyen a reflexionar

1
acerca de los horizontes de desarrollo de la Sociedad de la Información desde
las periféricas orillas de Sudamérica.

CMSI: ¿Cuáles sociedades de la


información?
El informe Construir la sociedad europea de la información para todos,
redactado por un grupo de expertos de alto nivel en 1997 por pedido de la
Comisión europea, define la sociedad de la información como “aquella que
actualmente se desarrolla, en la cual las tecnologías poco costosas de
almacenaje y de transmisión de información y de datos son accesibles a todos.
Esta generalización de la utilización de información y de datos está
acompañada de innovaciones organizacionales, comerciales, sociales y
jurídicas que cambiarán en profundidad la vida, tanto en el mundo del trabajo
como en la sociedad en general” (CE:1997,17) ¿Resulta suficiente esta
definición? ¿Es válido describir algo en sí mismo como hacen los autores del
informe europeo cuando señalan que sociedad de la información “es aquella
que se desarrolla actualmente”? ¿No seremos acaso prisioneros de un
eslogan?
La repetición abusiva del concepto “sociedad de la información” hace que su
sentido haya ido desdibujándose hasta aparecer cada vez más desprovisto de
contenido, lo cual no significa que aquellas transformaciones que pretende
describir no se estén produciendo. La cuestión es el rumbo que ha ido tomando
la sociedad que emerge, tan lejos de la computopía imaginada por Masuda
hace 40 años como, en cierta medida, cercana a las distopías modeladas por
Huxley y Orwell en la primera mitad del siglo pasado.

Las TIC no tienen en sí mismas capacidades intrínsecas de cambio que


conduzcan inevitablemente a una mejora en las condiciones de vida de sus
usuarios. No es seguro que viviremos mejor por el sólo hecho de tener acceso
a más imágenes, más informaciones y más canales de comunicación.

La sociedad civil presentó en Ginebra una declaración conjunta, aprobada por


unanimidad, en la que señala que “no existe una sola sociedad de la
información, comunicación o conocimiento, lo que hay, a nivel local, nacional y

1
6
mundial, son posibles sociedades del futuro” , cuestionando la posición al
respecto de los convocantes de la cumbre. No obstante, el documento deja
traslucir las dificultades de los representantes de la sociedad civil para
separarse del lenguaje y los presupuestos utilizados de quienes ven en la
promoción de las TIC una oportunidad para consolidar su poder.

De nada vale repetir, en coincidencia a los gobiernos firmantes de la


declaración de principios de la misma cumbre que se reconoce “el enorme
potencial de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) para
responder a la devastación ocasionada por el hambre, las catástrofes
naturales, las nuevas pandemias, por ejemplo el VIH/SIDA, y la proliferación de
7
armamento” , si no se proponen acciones que permitan alcanzar los objetivos
marcados.

La hibridez del contenido de los documentos finales de la CMSI deja el campo


libre para que se propague la falsa idea de que la solución a los desafíos a los
que se enfrenta la humanidad (educación, desnutrición, enfermedades,
desigualdad, etc.) pasa por eliminar la llamada brecha digital, como si esta
fuera la causa y no consecuencia de la brecha económica y social que separa
a los habitantes del mundo.

El positivismo tecnológico que atraviesa los documentos oficiales de la


Cumbre, como a anteriores planes y declaraciones de la misma índole, ignora
las dinámicas socioculturales que impulsan los procesos de apropiación social
de las tecnologías en las que se ponen en juego cuatro lógicas
interrelacionadas entre sí: técnica, comercial, social y cultural.

Uno de los principales obstáculos que encuentra la construcción de una


sociedad de la información que responda a las expectativas de transformación
social, cultural y económica que despiertan las TIC es la propensión que existe

6
"Construir sociedades de la información que respondan a las necesidades

humanas”http://www.itu.int/wsis/docs/geneva/civil-society-
declaration-es.pdf

7
WSIS. op.cit.:3. Los propósitos expresados en la declaración de la sociedad civil en
Ginebra no sólo coinciden en lo fundamental con la Declaración de Principios de la
cumbre sino que recogen muchas de las principales líneas de la Carta de Okinawa
firmada por el Grupo de los Ocho en Japón en Julio de 2000.

2
a centrarse casi exclusivamente en la búsqueda de respuestas estrictamente
técnicas para problemas que no lo son. Como acertadamente se recomienda
en la declaración de principios de la CMSI “las TIC deben considerarse como
un instrumento y no como un fin en sí mismas”.

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2
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