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Diferencias entre acoso moral en el trabajo (Mobbing), y el

conflicto laboral.

En los últimos años el término “acoso moral” o Mobbing


se ha hecho bastante popular entre la sociedad, está más
reconocido y se tiene más en cuenta por parte de los
diferentes profesionales. Esta situación ha tenido
consecuencias positivas ya que ha permitido a la gente
reconocer el origen de muchos problemas y buscar un
abordaje apropiado. Pero lamentablemente, es un
término que en ocasiones se está utilizando para describir
situaciones que no son realmente un acoso laboral
llegando incluso a plantear denuncias que se pierden en
los tribunales no por falta de pruebas como
lamentablemente ocurre en muchas ocasiones, sino
porque se intenta demostrar algo que desde un principio
es erróneo.

Es por esto por lo que es importante saber determinar qué situaciones corresponden a un acoso
laboral y cuáles pueden no serlo.
La principal confusión se produce entre los términos de acoso laboral y conflicto laboral. No todas las
situaciones de conflicto en el trabajo tienen que ser una conducta de acoso, es más, el conflicto en
muchas ocasiones puede resultar positivo en una empresa. En el conflicto, al contrario que ocurre en
el acoso, se da una escala simétrica de coacción o agresión. En el acoso, esta coacción se caracteriza
entre otras cosas por ser asimétrica. Por otro lado, el conflicto laboral puede ser una fuente de
renovación ya que provoca un cuestionamiento de la situación y posibles alternativas de solución,
por esto puede resultar productivo. En el acoso los cambios están bloqueados. Quizás, lo más
significativo a la hora de marcar la diferencia entre el acoso laboral y el conflicto laboral sea la
intencionalidad que hay detrás de uno u otro. Detrás del acoso hay una clara intención de librarse de
la persona acosada. A pesar de estas diferencias hay un punto de unión, ya que en numerosas
ocasiones el acoso es consecuencia de un conflicto no resuelto.
Además del conflicto laboral hay otras situaciones que también pueden confundirse con un acoso
laboral. Una de ellas, por la sintomatología que presenta es la presencia de un cuadro de estrés
laboral, es decir, numeroso síntomas de estrés derivados de las especiales circunstancias de un
puesto de trabajo (alta responsabilidad, gran exigencia, etc.). En este caso a pesar de poder
presentar una persona una sintomatología muy similar a la de una víctima de acoso, la gran
diferencia igual que en el caso anterior es la ausencia de una intención deliberada de librarse del
trabajador.
Otra de las circunstancias que puede confundirse con una situación de acoso es la existencia de una
agresión esporádica. Ésta puede ser resultado de una actuación impulsiva y puede provocar un
fuerte malestar en la víctima pero se diferencia del acoso en que éste es sistemático, repetitivo y
con clara premeditación.
Las condiciones de trabajo si son negativas (muchas horas, despacho pequeño, poca luz, etc.)
pueden confundirse también con situaciones de acoso pero como anteriormente se ha comentado, si
detrás de éstas no hay una clara intención de librarse de una persona no pueden considerarse
acosos y por lo tanto el trabajador tendría que buscar otro medio para solucionarlas.
Quizás la situación más frecuentes de malentendidos es cuando por un lado existe un jefe o superior
que utiliza la coacción como medio para aumentar la productividad del trabajador, llegando incluso a
ser “torpe” a la hora de dirigir a las personas que tiene a su cargo (siendo agresivo, arrogante etc.),
muchas veces por falta de habilidades sociales; y por otro un trabajador muy exigente consigo
mismo y con un sistema de creencias basado en la justicia. Seguramente en este caso el trabajador
vivirá de una forma muy “injusta”, y por lo tanto muy agresiva, las indicaciones que pueda hacerle
su superior llegando a considerar esta actitud como un acoso laboral. En este caso, si no existe una
clara intención de librarse de esta persona, estaríamos ante un conflicto que de no resolverse,
podría derivar finalmente en un acoso.
Hay otros factores que también pueden influir en la errónea valoración de una situación como acoso,
como pueden ser diferentes rasgos de personalidad en los jefes (personalidad obsesiva, etc.) que
pueden hacer “insoportable” el trabajo a sus empleados, o algunas características de personalidad
de la “supuesta víctima” que haga que viva toda amenaza con una clara intención (paranoides, etc.).
En numerosos casos estas situaciones son denunciadas y llevadas ante un juez. Es aquí donde la
labor del perito psicólogo o psiquiatra es de vital importancia para poder diferenciar si realmente
la situación existente es el resultado de un acoso laboral o de un conflicto laboral

ABORDAJE

Todo caso de maltrato requiere un abordaje profesional, "pero no


necesariamente de una terapia con siquiatra".
También sostiene que los casos de maltratos van asociados con otros
problemas económicos y sociales. A veces están incluidos los factores de
alcohol o drogas en el perfil del victimario o la falta de recursos económico
o disfunciones en lo afectivo.
Sobre las posibles repercusiones que tendrá un menor abusado en su vida
adulta, afirma que si existe un diagnostico y tratamiento oportuno, "los
efectos se minimizan y puede llevar una vida normal, salvo casos graves
con maltrato crónico".
También recomienda a los padres enseñar a los niños y niñas a diferenciar
las señas de afecto con las de abuso sexual. "Tienen que saber lo que es
legítimo. El niño puede ser educado sin que eso signifique que tenga miedo
a sus familiares o profesores. Debe saber qué manifestaciones de afecto
puede recibir y cuales deben contar a sus padres en forma inmediata".

FACTORES COMUNES

De la misma manera como es posible establecer las consecuencias directas


del maltrato, también es posible conocer algunos signos que indican
cuando el menor está sufriendo algún tipo de maltrato y aún no es
conocido el problema.
"Estos signos no son indicadores absolutos, pero si se consideran factores
comunes en el comportamiento que nos mueven a pensar en esa
posibilidad".
Lo principal es que la conducta del niño o niña cambia repentinamente. "Se
vuelve retraído empieza a temerle a algunas circunstancias, en particular
en situaciones relacionada con el victimario".
Agrega también la facilidad con que llora. Baja su nivel escolar y su
comportamiento en la casa.
Respecto a las señas físicas, "los médicos, en particular en los servicios de
urgencia deben estar atentos a los niños que llegan con algún golpe.
Hemos visto niños con la mano marcada en la cara o en otra parte de su
cuerpo".
Respecto al victimario hay que reconocerlo como una persona con
alteración importante de su personalidad que necesita ayuda. Respecto al
perfil del abusador, indica que no es posible reconocerlo a primera vista.
"No se puede ver. No existe un patrón definido o rasgos específicos de
personalidad que pueden señalarlo".

Violencia psicológica o emocional

Son los actos u omisiones destinadas a degradar o controlar las acciones,


comportamientos, creencias y decisiones de otras personas, por medio de
intimidación, manipulación, amenazas en forma directa o indirecta, la
humillación, el aislamiento o cualquier otra conducta que implique un
prejuicio en la salud psicológica o física , la autodeterminación o el
desarrollo personal.

Incluye conductas como criticar permanentemente su cuerpo o sus ideas,


compararla con otras personas, cuestionar todo lo que hace y cómo lo
hace.

Realidades

Una mujer maltratada pude continuar en su relación por muchas


razones:

a) Porque teme a las amenazas del marido.

b) Porque cree en sus arrepentimientos y peticiones de una nueva


oportunidad.

c) Porque ignora sus derechos ante una posible separación.

d) Porque no tiene recursos económicos para sostenerse así misma ya


sus hijos.

e) Porque nunca ha trabajado fuera de casa y, por ello, no le es fácil


encontrar un empleo.
f) Por su aislamiento que le impide pensar en al separación.

g) Por presiones familiares para que no abandone el hogar o cometa


"locuras"

¿Cuáles son las diferentes formas de agresión

familiar?

El maltrato suele comenzar con conductas verbales como

calificativos y amenazas, y golpear o arrojar objetos. Al

empeorar, puede incluir acciones como empujar, abofetear y

retener a la víctima en contra de su voluntad. El maltrato

posterior incluye trompadas, golpes y patadas, y puede

aumentar hasta llegar a conductas que representan una

amenaza para la vida como estrangular, quebrar huesos o

utilizar armas.

Las siguientes son formas de violencia familiar:

• Física - dar palizas o golpes que provocan daños físicos

que pueden incluir moretones, fractura de huesos,

sangrado interno y muerte. Con frecuencia, el maltrato

comienza con contactos leves y aumenta con el tiempo

hasta llegar a acciones más violentas.


• Sexual - suele acompañar o seguir a las palizas y tiene

como resultado la violación u otra actividad sexual sin

consentimiento.

• Psicológica o emocional - una persona que maltrata suele

hacerlo mental o emocionalmente por medio de palabras

insultantes, amenazas, hostigamiento, posesión,

aislamiento sin consentimiento y destrucción de

pertenencias. El aislamiento suele producirse cuando

quien maltrata trata de controlar el tiempo y las

actividades de la víctima, así como su contacto con otras

personas. Las personas que maltratan logran su objetivo

interfiriendo con las relaciones que proporcionan apoyo a

la víctima, creando barreras que impidan el desarrollo de

actividades, como llevarse las llaves del automóvil o

encerrar a la víctima en su casa, y mintiendo o

distorsionando la realidad para obtener control

psicológico.

• Económica - cuando el abusador controla el acceso de la

víctima a todos los recursos, como tiempo, transporte,

alimento, vestimenta, refugio, seguro y dinero. Por


ejemplo, puede interferir con la capacidad de la víctima

para autoabastecerse e insistir en controlar las finanzas.

Cuando la víctima deja la relación violenta, el

perpetrador puede recurrir a los recursos económicos

como un modo de mantener el control o de obligarla a

regresar.

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