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Francfort 1647
Domingo Sol
Lunes Luna
Martes Marte
Miércoles Mercurio
Jueves Júpiter
Viernes Venus
Sábado Saturno
Sea como fuere, está claro que los días de la semana no aluden a los
astros sólo en su carácter de entidades físicas. Considerarlos así revela
una confusión que, si bien viene de larga data, se ha consolidado
firmemente en la mentalidad moderna y contemporánea, tanto entre los
latinos como entre los anglosajones.
*
* *
Un asunto llamativo
Cuando nos referimos, pues, a la semana planetaria, estamos
considerando a los planetas en su doble carácter: físico y simbólico.
Naturalmente, no existe ni puede existir contradicción alguna entre ambos
aspectos de los astros: La entidad física es el soporte de la entidad
simbólica, así como las palabras, los versos, la métrica, la cadencia y la
rima son los soportes materiales de la poesía.
Tierra-Luna-Sol-Venus-Mercurio-Marte-Júpiter-Saturno-Estrellas
Posteriormente, los estoicos retomaron las ideas de la antigua astronomía
caldea y propusieron un nuevo ordenamiento, que fue adoptado por
Hiparco y conservado hasta Copérnico:
Tierra-Luna-Mercurio-Venus-Sol-Marte-Júpiter-Saturno-Estrellas
Pero el orden de los días de la semana no es lunes, domingo, viernes,
miércoles, martes, jueves, sábado; y tampoco es lunes, miércoles, viernes,
domingo, martes, jueves, sábado.
Tierra-Luna-Venus-Mercurio-Sol-Marte-Júpiter-Saturno-Estrellas
Como se aprecia, el Calendario Azteca reúne o, mejor dicho, sintetiza los
dos órdenes griegos. Por un lado, la posición de los planetas interiores
(Venus-Mercurio) es igual a la propuesta por Anaxágoras y se
corresponde con la realidad física vista desde la Tierra. Por otro lado, la
posición del Sol es la misma que la propuesta por los estoicos y se
corresponde con la realidad simbólica, toda vez que el Sol ha de ocupar,
simbólicamente, el lugar central aún cuando se considere a la Tierra como
el centro físico del Universo.
Dos hipótesis
A primera vista, el ordenamiento planetario de nuestra semana no tiene el
menor sentido. Los astrónomos y cronólogos contemporáneos se limitan a
"explicar" la semana planetaria diciendo que es inexplicable en términos
científicos y atribuyéndola a una convención probablemente derivada de
la astrología y por lo tanto -según los criterios en boga-, enteramente
arbitraria.
Afirma Cassius que "la dedicación de los días a las siete estrellas que
son llamadas planetas fue establecida por los egipcios, y su difusión
entre todos los hombres es de no mucho tiempo". Seis siglos antes,
Herodoto (484-425 a.C.) había escrito en el segundo de sus "Nueve
Libros de la Historia": "Los egipcios además de otras invenciones
enseñaron varios puntos de astrología; qué mes, qué día, por ejemplo,
sea apropiado a cada uno de los dioses".
En efecto, "el dios que llega a cada día" es, sucesivamente: Saturno, Sol,
Luna, Marte, Mercurio, Júpiter y Venus, tal como se puede comprobar
confeccionando una sencilla tabla. Esto indica que los egipcios, además
de contar con una semana civil de 10 días, contaban también con una
semana astrológica de 7 días. Nuestra semana actual conserva el mismo
orden planetario, sólo que comenzando por el Sol y terminando en
Saturno.
Cuestión de jerarquías
Las dos hipótesis de Dio Cassius -que, como dijimos, no se contraponen
sino se complementan- tienen el gran mérito de ser coherentes en sí
mismas. En los tiempos actuales, cuando todo el gigantesco edificio de la
ciencia tiene por basamento la idea de que, en última instancia, el motor
del Universo es el azar, la coherencia interna de una hipótesis es algo que
merece ser destacado.
Mercurio-Saturno-Júpiter-Luna-Venus-Marte-Sol
Esta disposición expresa la correspondencia simbólica entre los astros -las
potencias celestes- y las etapas de la obra alquímica. No viene al caso
exponer aquí el significado de la secuencia. Lo que interesa es la
ubicación final, culminante, del Sol (el oro). La obra alquímica es, ante
todo y por sobre todas las cosas, una obra interior. El camino del
alquimista es un camino hacia adentro, de modo que el punto culminante
no puede ser otro que su propio Centro.
De modo que los números que corresponde asignar a los días de nuestra
semana son:
Domingo Sol 7
Lunes Luna 1
Martes Marte 2
Miércoles Mercurio 3
Jueves Júpiter 4
Viernes Venus 5
Sábado Saturno 6
De más está decir que ubicar los astros alrededor del Sol nada tiene que
ver con discusiones relativas a heliocentrismo o geocentrismo. Ya hemos
demostrado en nuestros estudios sobre la Piedra del Calendario que allí
el Centro es ocupado simultáneamente por la Tierra y por el Sol, como
corresponde a una concepción auténticamente tradicional.3 La discusión,
planteada en términos puramente físicos, es irrelevante.
Luna - Saturno
Mercurio - Júpiter
Venus - Marte
1 - 6
3 - 4
5 - 2
Saturno
Mercurio Venus
Sol
Marte Júpiter
Luna
6
3 5
7
2 4
1
4 9 2
3 5 7
8 1 6
A su vez, una lectura interior nos revelará, por ejemplo, que a través del
Centro las parejas de opuestos-complementarios (1-9, 2-8, 3-7 y 4-6), se
expresan en suspotencialidades diferenciadas y, a la vez, se reabsorben
-por así decirlo- en la Unidad: 10. (El número 5, al ser su propio opuesto-
complementario, 5 + 5 = 10, es simbólicamente idéntico al 10). Vale decir
que, en realidad, las filas, las columnas y las diagonales del cuadrado
mágico siempre suman 10. Y suman 10 -se reabsorben en la Unidad-
debido, precisamente, a la acción no actuante del 5, ya sea que el 5 esté
"ausente" -como en el círculo de los Trigramas- o bien esté "presente"
-como en el cuadrado-. ¡Esta es la magia del cuadrado mágico!. (Nunca
deben perderse de vista las diferencias entre una ciencia tradicional y una
ciencia "positiva").
En el caso que nos ocupa -la semana planetaria-, es el Centro (7) el que
hace posible que las parejas de opuestos complementarios (1-6, 2-5, 3-4),
desplieguen todas sus potencialidades diferenciadas y, a la vez, revelen su
origen también central: 1 + 6 = 7; 2 + 5 = 7; 3 + 4 = 7.
Buenos Aires
Otoño 1997
NOTAS
1
Aquí debemos ser justos y no recargar las tintas solamente sobre el
racionalismo materialista. La escisión viene de lejos (ver, por ejemplo, las
Confesiones de San Agustín), y el dogmatismo racionalista de la ciencia
moderna no fue sino una reacción simétrica al dogmatismo confesional, uno
tan alejado como el otro de la Tradición.
2
Hammerly Dupuy, Daniel: Fundamentos astronómicos de la cronología.
Colegio Unión, Departamento de Publicaciones. Lima, 1966.
3
Maskin, Javier S.: La Perfecta Armonía del Universo Azteca. Abya-Yala,
Buenos Aires, 1996.
4
Esto es así en las tradiciones abrahámicas y solares. En otras tradiciones, en
cambio, Luna es masculino. Por ejemplo, entre los sumerios la Luna estaba
identificada con Sin el dios que era padre de Shamash, el Sol. Asimismo,
muchas tradiciones consideran al Sol femenino como, por ejemplo, se
refleja hoy en las lenguas alemana, vasca, japonesa, guaraní, etc. Con toda
su importancia, este asunto excede los límites del presente trabajo.