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En primera medida, será necesario antes de entrar a tratar el tema concreto de mi reflexión,
hacer algunas aclaraciones frente al método y los resultados del mismo.
Este proyecto está pensado desde la metodología estipulada en el seminario de análisis de
contenido proveído por el docente en el curso de Historia de Norteamérica, con el objetivo
de hacer un breve trabajo de archivo donde se evidencie la relación dialéctica
metrópoli/colonia, que en mi caso se reduce a los años comprendidos entre 1990 y 1995,
consultando una documentación determinada, que en mi caso es El Espectador, de tiraje
diario y de afiliación liberal tal como lo expresa su epígrafe: “En bien de la patria con
principios liberales, en bien del liberalismo con principios patrióticos”. La reflexión según
el seminario, radica en dos niveles: uno cuantitativo (que tendría en cuenta las unidades
básicas de relevancia y las unidades de contexto encontradas, en la cantidad de artículos del
tema que la documentación arroje), y otro cualitativo (donde se construyen las inferencias
y las codeterminaciones del texto concreto en sus planos explícito e implícito, conllevando
a ciertas conclusiones hipotéticas).
Como es sabido, mi tema de indagación comprende las implicaciones ideológicas de la
ciencia concretadas en el tratamiento textual de los medios de comunicación, en relación
con un contexto socio-político de poder tecnológico, y las particularidades en la adaptación
de los modelos cientificistas de origen norteamericano a nuestra cultura de religiosidad
profundamente católica. Acudí a la documentación con una serie de preguntas y de
hipótesis previas que paulatinamente se fueron concretando y falseando, no obstante la
relativamente escasa información encontrada en dicha fuente. Por la misma escasez, me he
visto obligado a hacer un análisis cuantitativo somero, en comparación con la reflexión
cualitativa y teórica que brindó mejores frutos. Probablemente habría sido más conveniente
utilizar una documentación especializada en el tema (la ciencia y la tecnología) y emanada
del país que se pretendía abordar en el ejercicio; sin embargo por las condiciones concretas
de mi pesquisa archivística, se me es necesario abstenerme de hacer conjeturas al respecto
del papel jugado por Norteamérica en las relaciones de poder geopolítico en el período
preestablecido, derivadas del trabajo de archivo. Mi pretensión, dadas las desfavorables
condiciones en las que me hallé, radica en desentrañar la problemática de la ciencia y la
tecnología (método, aplicación, idealización, etc.) apelando tanto a lo encontrado en la
revisión textual, como a mi conocimiento del tema.
Acervo Documental:
1. Una brújula para la apertura y el progreso. 29 Septiembre del 91, 15-A
2. Diálogo campesinos industria. 17 de Marzo del 91, 7-B
3. Nueva revolución industrial. 3 de Noviembre del 91, 1-C
4. Colombia tierra de robots. 27 de Octubre del 91, 1-C
5. Por una Colombia capaz de competir. 30 de Diciembre del 90, 9-A
6. A la ciencia hay que pedirle cuentas. 16 de Septiembre del 90, 2-C
7. Cirugía por televisión. 8 de Noviembre del 92, 14-A
8. La apertura a la tecnología móvil celular. 16 de Diciembre del 92, 1-B
9. La ciencia en el 92. 30 de Diciembre del 92, 1-B
10. La revolución de las telecomunicaciones. 8 de abril del 92, 1-B
11. Una misión para la ciencia y el desarrollo. 5 de Septiembre del 93, 13-A
12. El reto de la revolución tecnológica. 17 de Febrero del 93, 1-B
13. Expociencia. 6 de Octubre del 93, 1-C
14. Bajón tecnológico. 28 de Noviembre del 94, 1-B
15. Tecnología necesita liderazgo estatal. 4 de Junio del 94, 12-A
16. La meta: productividad industrial. 18 de Marzo del 95, 1-B
17. La guía del desarrollo. 24 de Agosto del 95, 1-C
Análisis
No me dedicaré a hacer una exposición minuciosa y aburrida del contenido exacto de cada
artículo, pues lo encuentro ocioso. Solo expondré los lineamientos básicos que siguen cada
uno de estos, y cómo se conectan temáticamente entre sí.
Recordemos también que la coyuntura trabajada, (sobretodo los primeros años) se ubica en
el contexto de la Apertura Económica, agenciada por el presidente de la república de aquel
entonces: Cesar Gaviria. Por esto también, encontramos una mayor cantidad de artículos
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Añadiendo “modernización”.
referentes al tema (en relación con la competitividad en el mercado internacional) de la
tecnología y su aplicación en el inicio de dicho programa (1990).
Cabe también tener en cuenta que el tratamiento dado a la información expuesta, además
de estar bañado de un tono mesiánico y teleológico, está acompañado por imágenes
futuristas de máquinas voladoras aerodinámicas, robots antropomorfos e implementos
sofisticados de laboratorios de física, imágenes que expresan el sentido latente que posee el
tema en la interpretación “popular”. Además, es interesante ver cómo ninguno de los
artículos habla de los resultados concretos de ninguna investigación. Esto se debe a dos
razones: en primer lugar, el metalenguaje utilizado en la “comunidad científica” excluye de
entrada las consideraciones por fuera del selecto círculo, y en segundo lugar, la
cientificidad del tema u objeto a tratar es legitimado en el texto más por la excentricidad
del objeto que se estudia (satélites, anticuerpos, robots, cibernética), que por los medios o
resultados del proceso de investigación.
Ahora bien, ¿cómo podemos explicar estos fenómenos interpretativos? ¿Cuál es la validez
o arbitrariedad en la utilización de tantos conceptos? ¿Por qué la insistencia en la
tecnología?
Para responder estos interrogantes es necesario hacer una reflexión, que si bien es
independiente de la información encontrada, la explica y le da coherencia, y ésta a su vez,
ratifica y corrobora la primera. Cabe añadir que mi respuesta desde el principio apeló a
determinaciones metonímicas de la religiosidad católica, como concreto en la conclusión.
La primera crítica a este modelo y a sus pretensiones de objetividad provino del marxismo.
Desde su sistema teórico, la ciencia es principalmente un factor de la producción,
constituyendo un ingrediente esencial del modo moderno de producción de bienes y
capitales. De acuerdo con el modelo base/superestructura, la ciencia sería un mero reflejo
del modo de producción capitalista, por lo tanto, la objetividad quedaba reducida al
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Por no retomar la eterna pugna que tuvo en las universidades medioevales la razón y la fe, con argumentos que
probablemente utilizaron los posteriores revolucionarios científicos (Galileo, Copérnico, Newton, Bacon, entre
otros).
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Esta es la teoría denominada por los historiadores de la ciencia como “clásica”.
servicio de los intereses de la productividad, el consumo y la alienación. Según la crítica
marxista, la ciencia también estaba respaldando los intereses de dominación de las clases
oligárquicas y burguesas sobre las demás clases sociales por una parte, y la dominación de
los centros capitalistas más desarrollados frente a los menos, por otro. La verdad científica
pasaba de una relación directa con el medio, a un acuerdo recíproco de la comunidad
científica al servicio del sistema.
Conclusión
Así las cosas, la preponderancia económica y militar adquirida por EEUU sobretodo
después de la segunda guerra mundial, le brindó una estabilidad social desde la cual
patrocinó más que nunca la investigación científica en todo ámbito, lo que redundó
inexorablemente en una lluvia de creaciones tecnológicas. Si bien en Japón y algunos
lugares de Europa también se acicateó la investigación, es el caso Estadounidense el que
debemos tratar por hallarnos dentro de su rango de influencia geopolítica desde comienzos
de siglo. Además de poseer una industria que monopoliza la factura de los elementos
tecnológicos que nuestro país importa, Estados Unidos desarrolló una casuística legal de
patentes e impuestos frente a todos los inventos que se usaran por fuera de su territorio,
creando así una compleja red de poder y dominio basada en la ciencia. Por otra parte, se
encargó de difundir una ideología desarrollista, dentro de la cual el factor científico-
tecnológico ocupaba una prioridad. Este discurso teleológico del desarrollo remonta sus
orígenes siglos atrás; lo que si es definitivamente una novedad es el papel jugado por la
ciencia como proveedora de la verdad, y de la tecnología como único elemento posible
para salir del “subdesarrollo”, aun cuando su continua creencia y aplicación reflejó más los
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Llegado este punto, es también necesario explicitar la ideología como un conjunto complejo de convicciones (la
mayoría de las veces dogmáticas) que configuran la estructura de la realidad, sobretodo el nivel filosófico del
significado de la acción humana y de la historia, convicciones que sirven de justificación teórica relativamente
explícita para el comportamiento de los individuos que a ella se vinculan en determinadas situaciones socio-
históricas.
intereses utilitaristas y lucrativos de Estados Unidos, que un sostenido desarrollo
económico o social. No me atrevo invalidar el papel de la tecnología que en muchos
campos evidentemente brindó beneficios de variada índole, no obstante su altísimo costo.
Mi crítica radica en cómo la ciencia ha cobrado de nuevo, ahora en un contexto más
amplio, las connotaciones típicas del modelo clásico para justificar su aplicación (en la que
subyacen ciertos intereses), es decir, se cree autorregulada, neutral e independiente de
factores externos, y por lo tanto, no requiere ningún tipo de regulación ni tampoco un
análisis en sus dimensiones éticas, en coherencia con nuestro contexto social concreto.
Ahora bien, la pregunta de fondo es la siguiente ¿por qué entonces se acepta con tal
dogmatismo una ideología cientificista que ha demostrado estar inmersa en un juego de
poder geopolítico desfavorable en cierta medida para nosotros?
La respuesta a ese interrogante es de gran complejidad, pues en ella operan muchos
factores: el esplendor llamativo de la tecnología y sus virtudes, la esperanza del desarrollo
colombiano, la dependencia económica, el imperialismo ideológico coadyuvado por los
medios de comunicación, y el que considero de mayor relevancia, la religiosidad católica.
Colombia, nación consagrada al sagrado corazón de Jesús durante casi quinientos años y
cuya devoción la distingue entre las demás, ha aceptado la verdad científica en asociación
metonímica con la verdad religiosa: dogmática, absoluta, y sin necesidad de comprobación.
Basta enunciar con un metalenguaje apropiado cualquier desfachatez, para ser considerado
científico. La misma educación “moderna” y “científica” impartida en los colegios (y en
muchas ocasiones en las universidades) utiliza métodos pedagógicos típicamente católicos,
donde una autoridad externa impone, y obedientemente se memoriza o aplica sin el menor
cuestionamiento o duda. Por otra parte, la tecnología adquiere (por la misma vía
metonímica inconsciente) un sentido soteriológico, es decir como único camino para lograr
la tan anhelada salvación. Podríamos continuar identificando los componentes ideológicos
cientificistas con los elementos de la religiosidad católica, brindándonos probablemente
mayores luces sobre el tema. Sin embargo, la reflexión podría llegar a niveles mucho más
profundos, que exigen otro lugar de exposición.