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Prensa, conflicto armado y región

Aprendizajes del diplomado


Periodismo responsable en el conflicto armado
Prensa, conflicto armado y región

Aprendizajes del diplomado


Periodismo responsable en el conflicto armado
PRENSA , CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Aprendizajes del diplomado
Periodismo responsable en el conflicto armado

© Corporación Medios para la Paz - MPP


Programa por la Paz
Pontificia Universidad Javeriana

Primera edición. Bogotá, julio de 2006

ISBN: 958-33-9278-2

Bogotá, Colombia
Julio de 2006

Corporación Medios para la Paz – MPP


www.mediosparalapaz.org
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PBX. 57(1) 530 6182
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Pontificia Universidad Javeriana – Facultad de Comunicación y Lenguaje


www.javeriana.edu.co
Tranv. 4 No. 42-00 Piso 6. Edificio José Rafael Arboleda (67)
Tel. 320 8320

Comité Editorial
Jorge Iván Bonilla – Pontificia Universidad Javeriana
Rocío Castañeda – Programa por la Paz
Marisol Manrique – Corporación Medios para la Paz
Mario Morales - Pontificia Universidad Javeriana

Editora
Marcela Giraldo

Diseño y diagramación
PENSÁ / Diseño editorial
imagologo@yahoo.com

Corrección
Guillermo Marulanda

Fotografía de portada
Jesús Abad Colorado

Impresión
Panamericana – Formas e impresos S.A.

Con el apoyo de
Cáritas Suecia

Los artículos de esta publicación son responsabilidad de los autores y no comprometen a las instituciones
que contribuyeron a su realización.

Impreso en Colombia
Printed in Colombia
Índice


PRESENTACIÓN..................................................................................................................... 7

INTRODUCCIÓN..................................................................................................................... 9

C APÍTULO I
PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN.................................................................. 11
Sigue el dolor, cambian los uniformes .......................................................................... 12
Elizabeth Yarce Ospina

Bitácora “Las otras muertes”............................................................................................ 22


Elizabeth Yarce Ospina

Ganarse la vida con la muerte........................................................................................... 24


Arturo Guerrero

C APÍTULO II
PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI............................................................................ 31
En el Valle del Cauca el temor ronda................................................................................ 32
Mónica Ospino Orozco

Bitácora “Desposesión, desarraigo, desplazamiento, desprotección”..........................42


Mónica Ospino Orozco

Otros ámbitos, otras voces.................................................................................................44


Arturo Guerrero

C APÍTULO III
PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN B ARRANCABERMEJA.................................................. 50
La tierra prometida............................................................................................................. 51
Wilson Lozano

Bitácora “El mejor oficio del mundo”.............................................................................. 69


Wilson Lozano

La violencia en silencio.......................................................................................................72
Helda Martínez
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

C APÍTULO IV
PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ.................................................................... 80
Dimensiones deconocidas de la desmovilización............................................................81
Élber Gutiérrez Roa

Bitácora “Dimensiones desconocidas de la desmovilización”....................................... 92


Élber Gutiérrez Roa

Un imaginario de credibilidad y transparencia................................................................ 93


Helda Martínez

C APÍTULO V
OBSERVATORIO DE MEDIOS..................................................................................................101
Aprendiendo a mirarnos................................................................................................... 102
Mario Morales

Indicadores del observatorio de medios.......................................................................... 126

C APÍTULO VI
UNA MIRADA AL PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO................................................ 136
Recoger cosechas, sembrar inquietudes.......................................................................... 137
Jorge Iván Bonilla y Mario Morales

ANEXOS................................................................................................................................ 143
Periodistas graduados del diplomado............................................................................. 143

Perfiles, expositores y talleristas .......................................................................................148

6
Presentación

La frase “periodismo responsable en el conflicto armado” debería ser un pleonas-
mo. La razón es sencilla: si el periodismo no es responsable no es periodismo. Pero es
muy desafortunado que en la realidad la información veraz y objetiva, a cuyo servicio
debería estar el periodismo, se ve con frecuencia maltratada por los intereses contra-
rios al bien general que utilizan y manipulan la información a su favor.

Por eso al periodismo hay que ponerle calificativos: responsable, veraz, obje-
tivo. Porque en la forma como aparece en los medios puede ser caracterizado
como manipulador, constructor de la realidad, al servicio de intereses económicos
y políticos particulares, amarillista. Bueno, se podría seguir la lista de las diferen-
tes formas que atentan contra esa noble profesión y la erosionan hasta el punto de
hacerle perder su credibilidad.

Si el periodismo se encuentra en medio de un conflicto armado tiene el alto


riesgo de convertirse en un arma de guerra. Se pone al servicio de uno de los campos
en conflicto y se puede dedicar a construir la imagen del enemigo con el fin de
justificar su destrucción. No importa si el pretendido enemigo es tan malo como lo
pintan: lo importante en el conflicto es justificar la dosis de violencia que se está
empleando contra el adversario.

Entonces, situarse en medio de este panorama como profesional de la informa-


ción reviste una especial complejidad y un enorme riesgo. Quizás se podría hablar de
una profesión extrema, al estilo de los deportes extremos y otras actividades que así
son calificadas por poner a las personas en el límite aventurado entre la vida y la
muerte. Basta con repasar la lista de los hombres y mujeres que han sido asesinados:
¿por qué?, ¿por ser periodistas? No, por mostrar la cara de los acontecimientos, de
los comportamientos, de las decisiones que ponen en evidencia las perversiones de la
guerra, lo sombría que es la corrupción, lo abominable que es la destrucción de la
vida en cualquiera de sus formas. Si de acuerdo con Kant: “La guerra produce más
personas malas que las que mata”, el poder se impone como dominación al servicio
de intereses particulares. Como fuerza que establece monopolios con eliminación de
quienes no están de acuerdo. Y ¡ay! de quien se atreva a cuestionar o desenmascarar
lo que oscuramente se oculta bajo las apariencias de legalidad o democracia.

El proceso de fortalecimiento de varios grupos de hombres y mujeres, periodistas


valientes, caminó de manera decidida a condenar la lógica radical de la guerra, hacia

7
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

la denuncia de la manera cómo utilizamos nuestras diferencias para atacarnos unos a


otros y provocar la violencia. Ese proceso los animó a recuperar el sueño de que vale
la pena servir a la verdad, visibilizar lo que está en juego en estas guerras. Quiso
mostrar que es posible y vale la pena apostar por la construcción de confianza por
medio del diálogo y la compasión, de la solidaridad y del entendimiento entre los
seres humanos. Que se deben presentar con valentía ante la conciencia de los colom-
bianos las causas de nuestra violencia: la marginación cultural, la injusticia económica
y la dominación política.

Se trata de fortalecer su responsabilidad profesional, su temple ético, su con-


ciencia de humanidad digna, de su servicio sin contemplaciones a la verdad. For-
talecer su valor para enfrentar los riesgos, fortalecer los lazos que permiten que el
gremio se apoye y se anime a asumir su oficio con responsabilidad. Que ninguno,
ninguna se sientan abandonados en medio del fuego cruzado. Y sobre todo, ani-
marse de forma colectiva a afirmar con toda la fuerza de su dignidad que su
conciencia no tiene precio.

Gloria Ortega Pérez


Directora Ejecutiva
Medios para la Paz

Jorge Julio Mejía Mejía, S.J.


Director
Programa por la Paz

Jürgen Horlbeck
Decano Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana

8
Introducción


Ante la urgencia de una capacitación específica para mejorar el cubrimiento


periodístico de la guerra y la paz, y la necesidad de dotar a los colegas con herra-
mientas profesionales que apoyen su difícil y peligrosa labor, la Corporación Me-
dios para la Paz, la Facultad de Comunicación y Lenguaje de la Pontificia Univer-
sidad Javeriana y el Programa por la Paz, decidieron construir de manera colectiva
una propuesta formativa y de acompañamiento para los periodistas que cubren
conflicto armado y procesos de paz, que se concretó en el proyecto diplomado
Periodismo responsable en el conflicto armado.

El diplomado se inició en 2001 en Medellín y tuvo desde ese momento la clara


intención de extenderse a otras ciudades, para reunir a 35 periodistas por región y
ofrecerles una oportunidad de capacitación calificada y permanente, así como un
espacio en el que fuera posible reflexionar en forma abierta con los colegas sobre el
ejercicio del periodismo en la zona, sus condiciones, posibilidades y dificultades.

Este programa académico de 120 horas, se desarrolló a través de ocho jornadas


presenciales de dos días compuestas por cuatro módulos, cuatro talleres sobre herra-
mientas profesionales y un ejercicio permanente de observatorio de medios durante
seis meses, que permitió un seguimiento reflexivo a las notas producidas por parte de
los periodistas durante ese lapso.

Cali en 2003, Barrancabermeja en 2004 y Bogotá en 2005, fueron además de


Medellín, los epicentros del diplomado. En cada una de estas ciudades la compren-
sión de las raíces e historia del conflicto armado, los esfuerzos de negociación política
y búsqueda de la paz, el papel de la información en contextos de guerra y paz, la
responsabilidad de los periodistas y la ética del oficio, así como la reflexión y construc-
ción de herramientas periodísticas para el cubrimiento de estas temáticas fueron los
ejes centrales del proceso formativo, que fue ajustado de ciudad a ciudad según las
particularidades y necesidades locales específicas.

A partir del diplomado, las instituciones responsables han acumulado aprendiza-


jes en este proceso de formación y acompañamiento a la labor de los periodistas
enfrentados a diario a los retos del oficio en medio de un contexto de guerra y bús-
queda de la paz. Al finalizar esta primera etapa del diplomado (cuatro acciones regio-
nales), hemos querido hacer un alto en el camino y compartir con otros periodistas, con

9
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

directivos de medios de información, instituciones y académicos interesados en el tema


del periodismo, una publicación que dé cuenta de estos aprendizajes y experiencias.

Este volumen pretende ser un aporte para el estudio del periodismo y el cubrimiento
informativo de la guerra y la paz en Colombia. La perspectiva regional fue fundamental en
el proceso y este libro intenta poner de relieve las diferentes dinámicas del conflicto arma-
do y del periodismo en cada zona donde se realizó el diplomado.

En cada ciudad se hicieron dos ejercicios: primero, un artículo investigado y trabaja-


do por uno de los estudiantes del diplomado que profundiza sobre un tema relevante y
específico del conflicto armado en cada región. Segundo, una caracterización del periodis-
mo en la zona, a partir de un encuentro con los periodistas que se graduaron y de la
percepción individual y colectiva respecto a los cambios, favorables o no, que se presen-
taron en el desempeño del oficio, no sólo a raíz de la realización del diplomado, si no
también por las circunstancias regionales y las transformaciones en las dinámicas del
oficio, las presiones, las condiciones laborales, la vivencia personal.

Esta publicación también contiene un análisis comparado sobre los resultados obte-
nidos en cada uno de los cuatro observatorios de medios. Con este escrito se presenta un
consolidado más amplio de las mediciones por ciudad, sin que ello pretenda desconocer
las circunstancias locales, ni las condiciones existentes en el momento del diplomado que,
sin duda, incidieron en el desarrollo y conclusiones del observatorio.

Fue importante, asimismo, mirarnos desde nuestro trabajo institucional y hacer


una retrospectiva de los logros, pero también identificar qué otros retos nos esperan
frente al ejercicio del periodismo y su permanente análisis.

Este producto es un esbozo de la prensa regional y de sus características. Colegas


de Medellín, Cali, Barrancabermeja y Bogotá quienes recibieron información actuali-
zada y documentada por parte de cerca de 22 expertos en contexto y desarrollo del
conflicto armado y esfuerzos de paz en Colombia, así como sobre el ejercicio del
periodismo, se mostraron abiertos a compartir sus experiencias, a hacer una autocrítica
permanente y a practicar un periodismo más ético y responsable.

Rocío Castañeda
Programa por la Paz

Marisol Manrique
Medios para la Paz

Mario Morales
Pontificia Universidad Javeriana

10
Prensa y conflicto
armado en Medellín

CAPÍTULO 1

Comuna 7 de Medellín. Fotografía Robinson Sáenz.

11
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

 ELIZABETH YARCE OSPINA*

SIGUE EL DOLOR,
CAMBIAN LOS UNIFORMES

Ahora no hay balaceras en los barrios de las comunas del oriente de Medellín.
Tampoco en las del occidente. Sí hay viudas, huérfanos, desplazados y madres sin sus
hijos que, a la fuerza, decidieron perdonar, pero no olvidar, los últimos veinte años de
muertes, producto del conflicto armado en la ciudad.

Según cifras de la Alcaldía de Medellín, en ese lapso, más de 40.000 jóvenes


murieron en la ciudad. Pertenecían a bandas, combos1, milicias, autodefensas.
Pero el mayor porcentaje de ellos era civil. Se trataba de muchos muchachos al
margen de las confrontaciones.

 (Foto página anterior) Luego de la operación Orión que realizó la Fuerza Pública en la Comuna 13, en octubre
de 2002, con el fin de desterrar a las milicias que por dos décadas fueron la autoridad de hecho en la zona, se
aumentó la presencia de la Fuerza Pública en ese sector de Medellín. Pero esa situación no significó que otras
estructuras armadas como las autodefensas, las bandas y los combos abandonaran la Comuna.

*Periodista egresada de la Universidad de Antioquia y especialista en ciencia política de la Universidad


Nacional. Desde hace diez años cubre el tema del conflicto armado, seis de ellos como corresponsal de
El Espectador en Medellín y los últimos cuatro como periodista de la Unidad de Paz y Derechos
Humanos de El Colombiano. Exalumna del diplomado realizado en Medellín (2001). Este artículo fue
elaborado en febrero de 2006.

1
Bandas: aunque no cuentan con el mismo poder económico y militar del pasado, continúan multipli-
cándose; están conformadas, en su mayoría, por menores de edad, y su composición varía entre los
díez y cien miembros. Ante la crisis de finanzas (que en su mayoría provenían del narcotráfico) y debido
a un mejoramiento del sistema judicial y de los organismos de seguridad para enfrentar el delito, éstas
han acudido a las “plazas de drogas” y al cobro generalizado extorsivo ‘vacunas’ en los barrios
populares (rutas de buses, casas, comercio). Combos: jóvenes entre los 13 y los 20 años, que se
reúnen en las esquinas de los barrios con niveles de alto riesgo y en el que surgen las primeras
manifestaciones de expresión de bandas.

12
CAPÍTULO 1  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN

Josefina**, una habitante del sector de Las Mirlas, en el barrio La Sierra, localiza-
do en la Comuna 8 de Medellín, está decidida a perdonar. “No queda de otra”, añade.
Por más que lo analiza no sabe a quién se condenaría por la muerte de su hermano,
ocurrida en 2002, en el barrio Ocho de Marzo, a 20 cuadras de su residencia actual.
Lo asesinaron, según ella, integrantes del bloque Cacique Nutibara de las autodefensas,
que se desmovilizaron el 25 de noviembre de 2003.

Cuando lo hicieron pertenecían al bloque Metro (disidente de las Autodefensas Unidas de Colombia).
Antes de eso eran milicianos y a mí me consta. A mi hermano -comenta en voz baja- lo mataron
siendo ellos paracos del otro combo (Metro)... Esto ha sido así por muchos años. El que apretó el
gatillo sí tiene claro que fue él y sé que no se le va a olvidar, aunque se haya desmovilizado.

Ella señala a un grupo de jóvenes que la mira con recelo.

Cuando llegó el bloque Cacique Nutibara a combatir al bloque Metro, pensó que
se haría “justicia” y que, en últimas, vengarían la muerte de su hermano. Denunciar,
o esperar a que las autoridades investigaran, no funcionaba en esa época, según el
sentido común que desarrolló la gente en esos barrios abandonados a su suerte, la de
la guerra en las calles.

“Por eso – explica Josefina – más de uno decidió apoyar a la gente de don
Berna”. Pero su sorpresa vino cuando los vio a todos juntos; “los del Metro y el
Cacique, muy parceros ellos... Entonces, ¿quién fue el responsable, en últimas, de la
muerte de mi hermano?”, se pregunta.

Algunos de los dolientes de las víctimas del conflicto urbano guardan silencio
para poder continuar con sus vidas cotidianas. Muy pocos han pedido que se escla-
rezcan esos crímenes y se juzgue y condene a los responsables.

EL RECICLAJE

Una investigación del Instituto Popular de Capacitación (IPC), ONG que hace
seguimiento a la evolución del conflicto armado en Antioquia, señala que entre
2000 y 2004 se cometieron, en Medellín, 1.687 crímenes de lesa humanidad y en
esos hechos están involucrados varios de los excombatientes del bloque Caci-
que Nutibara de las AUC, que se desmovilizaron en 2003 y gozan ahora de
beneficios jurídicos.

Algunos de los crímenes los cometieron en el pasado, cuando pertenecían a


las milicias y luego fueron cooptados por las autodefensas. También lo hicieron
otros que pertenecían a las bandas y combos y también terminaron sirviéndole a
las AUC.

13
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Según el investigador y asesor de la Universidad de Antioquia, Pablo Emilio Angarita,


Por eso se habla de una paramilitarización en Medellín. La guerra ha cambiado de uniformes
una y otra vez. Las cosas están mejores pero sigue el temor de que si no hay un acompaña-
miento serio de las autoridades al proceso de desmovilización y un compromiso real de los
excombatientes de no volver a cometer delitos, puede reciclarse otra vez ese conflicto.

Julio**, de 29 años, perteneció a las milicias 6 y 7 de Noviembre, que hicieron


presencia en el oriente de la ciudad hasta 2000. Luego pasó al bloque Metro de las
autodefensas y, por último, se desmovilizó con el bloque Cacique Nutibara. “Es casi
toda una vida en este cuento – dice – y por eso puedo asegurar que no nos pueden
tratar como simples verdugos, asesinos o pillos”.

Su relato intenta mostrar que se enroló en esas filas para sobrevivir, pero no por plata.

Era de enfierrarse para defender el barrio. En medio de esta miseria tan brava mucha gente no
supo qué pasó después de que mataron a Pablo Escobar. Quedamos un montón de pelaos2 sin
jefe y nos empezaron a resultar ‘trabajitos’ con las milicias, con las bandas y así se calentó esto.

Luego nos prometieron, desde el Estado, una alternativa con los llamados pactos de paz y
convivencia y nos salieron con un chorro de babas. Al final quedamos mirando para el techo y
sin nada que hacer. Ni un peso3, ni estudio, nada de trabajo. Tocó volver a lo mismo y las
autodefensas se la metieron toda, el que no quiso se fue, o ahí está el ‘muñeco’ (muerto). Estuve
con las milicias, pasé al bloque Metro y me desmovilicé con las AUC.

En su momento las autodefensas les pagaban 450.000 pesos mensuales a los


combatientes rasos. La guerrilla, dependiendo de si eran las Fuerzas Armadas Revolu-
cionarias de Colombia (Farc) o el Ejército de Liberación Nacional (ELN) pagaban entre
400.000 y 500.000 pesos, precisa el joven, aunque otros consultados aseguraron que
en el ELN muchos trabajaron gratis.

El director de Paz y Reconciliación de la Alcaldía de Medellín, Gustavo Villegas,


considera que lo importante ahora es evitar que el conflicto se recicle y se repita lo de
las dos últimas décadas en la ciudad sin un acompañamiento serio por parte del
Estado, respecto a que quienes se desmovilicen o depongan las armas vuelvan a
incurrir en las mismas prácticas.

Se estima que, en la actualidad cinco mil jóvenes continúan armados en Medellín,


en cerca de doscientas bandas y combos. Otros dos mil se desmovilizaron con los
bloques Cacique Nutibara y Héroes de Granada de las AUC, entre 2003 y 2005.

Una parte de las bandas que hace presencia en Medellín estaba ligada a las autodefensas y
en la desmovilización del bloque Héroes de Granada (el 1 de agosto de 2005), al parecer un

2
Jóvenes.
3
Dinero.

14
CAPÍTULO 1  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN

número importante de esas bandas se desmontó. Nos toca decantar la información, dice el
secretario de Gobierno de Medellín, Alonso Salazar Jaramillo.

Tras haber sido cooptados, los otros cinco mil jóvenes también servían a las
autodefensas en la ciudad. La pregunta ahora es qué pasará con ellos y cómo acabar
con los nexos que pueden tener con los desmovilizados, advierte Rafael Rincón Patiño,
investigador del Instituto Popular de Capacitación (IPC).

“No es que los muchachos sean violentos. El problema es no tener otra opción.
Aquí no le dejaron a la juventud otra alternativa sino la guerra”, explica un hombre de
25 años, que se le midió hace tres a firmar un pacto de paz en el nororiente de
Medellín. Él hizo parte de un grupo de 150 jóvenes de cinco bandas que, en su
momento, con el acompañamiento de la Asesoría de Paz y Convivencia de la Alcaldía
de Medellín (ya no existe tal dependencia), pactaron la no agresión a favor de la
pacificación del barrio El Bosque (oriente de la ciudad).

Por eso, al margen de la dinámica que tomó el conflicto en Medellín los últimos
cinco años, dice que ésta es la última oportunidad que tiene el gobierno de que
termine el reciclaje de la guerra.

Estamos como en la tercera o cuarta generación de combatientes y lo que se vive es un desgaste.


Los muchachos están cansados en las bandas. En el tiempo de Pablo4 era el sicario que mataba
por la plata para la mamá. La vaina cambió y los pelaos mataban porque sí o porque no, lo que
llamaban plata fácil.

Muchos de esos casos eran por venganza. “Ahora lo hacen para mantener a los
hijos, a los niños. Crecieron y ahora son un montón de muchachitos para mantener”.

Para este joven la solución es simple

Eso les pintan5 trabajo y estudio y se acaba esto. Pero la guerra de la ciudad la definen en el
campo. Si las FARC6 se quieren volver a meter a Medellín esto se ‘putea’, así de sencillo. Las cosas
están calmadas porque las AUC mandan todo y el jefe, don Berna (Diego Fernando Murillo),
desde la cárcel tiene a la gente controlada.

En el barrio La Sierra, la experiencia fue parecida: después de la muerte durante


un operativo militar de alias La Muñeca, jefe del bloque Metro en la zona, treinta
jóvenes de ese grupo se rindieron y decidieron unirse al bloque Cacique Nutibara. Hoy
están desmovilizados.

4
Pablo Escobar.
5
Ofrecen.
6
Desde 2002 esa guerrilla inició un repliegue en su accionar urbano en Medellín por la presión de la fuerza
pública y de las autodefensas que con varios bloques asumieron un control territorial en más del 70% de
los barrios, según precisa un informe de la ONG IPC.

15
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Aunque algunos de ellos advierten que detrás de esa muerte hay otra historia.
“Informaron a las autoridades donde estaría. Ese ‘man’ no se iba a dejar agarrar”,
precisa uno de los excombatientes.
El que ha estado en esta guerra sabe cómo es la movida y que uno quedaba como un güevón si
no se metía en esto en cada zona. Una cosa es estar allá, en El Poblado, viendo esto por televisión
y otra muy distinta es estar aquí, muerto del susto y con el fierro en la mano, dice Anderson**.

La preocupación del excombatiente la tienen también las autoridades porque la


experiencia, en materia de reinserción, hasta antes de la desmovilización de las AUC,
dejó muchas dudas.

En 1994, cuando las Milicias Populares del Pueblo y las Milicias Populares del
Valle de Aburrá decidieron desmovilizarse, a instancias del Gobierno Nacional y con-
formar la Cooperativa de Vigilancia y Servicios Comunitarios (Coosercom), se tuvo el
primer tropiezo: en mayo de 1995, un año después de firmarse el proceso, cerca de
150 miembros de la cooperativa murieron como consecuencia de disputas entre ellos
mismos y exmilitantes de las milicias.

En 1997 el exalcalde Sergio Naranjo exigió el desarme de Coosercom. Pero mu-


chos terminaron en las autodefensas y otros en las guerrillas.

Igual ocurrió con 61 mediaciones y pactos de no agresión acordados entre 1998


y 2000, por la desaparecida Asesoría de Paz y Convivencia, en momentos en que se
contabilizaban doscientas bandas y combos. La mayoría de los jóvenes terminó al
servicio de las AUC y, en menor escala, de las FARC y del ELN.

“Ese es un riesgo que no podemos correr y por eso le estamos apostando a esta
oportunidad que da el proceso de desmovilización”, insiste Gustavo Villegas.

SIN PAZ TOTAL


En Medellín, las cosas son mejores hoy porque se redujo en 34 por ciento el número
de muertes violentas durante 2005, explica el secretario de Gobierno, Alonso Salazar.

Entre enero y diciembre de ese año, sostiene, hubo 737 asesinatos, frente a
1.075 en 2004 y más de 3.000 en 2002, cuando fue asesinado el hermano de
Josefina7.

Esas cifras, indica Yolima Quintero, representante en Medellín de la Asocia-


ción de Familiares de Detenidos y Desaparecidos (Asfaddes) son un buen indica-

7
Mencionada al inicio de esta historia.

16
 Con graffitis cada grupo armado anuncia su llegada. Con el apoyo de la policía comunitaria los
habitantes los han borrado. Paradójicamente, en varios barrios en los que habitan desmovilizados,
la población lee el grafitti: “Gracias don Berna por darnos la paz”.
 Fotografía Robinson Sáenz.

dor para la ciudad. Lamenta que a la par no se reduzca la cifra de desaparecidos


en los barrios de Medellín y que los supuestos victimarios sean quienes depusie-
ron las armas y hoy son desmovilizados.

El área de Identificación de Desaparecidos y NN de la Fiscalía General de la


Nación en la ciudad, indica en el informe de 2005 que durante ese año aumentaron
las desapariciones en el Valle de Aburrá: hubo 291 casos frente a 264 de 2004.

Según Quintero, esa estadística debe preocupar a las autoridades. No tiene sen-
tido que en una sociedad en la que las autodefensas desmovilizadas son el actor
armado de mayor presencia sigan ocurriendo esos casos.

La desmovilización de los paramilitares es uno de los factores que señala que, en Medellín, haya
menores índices de homicidios, pero se ha mostrado que ese proyecto no se ha desmovilizado
de manera completa, asevera Jesús Balbín, director de Estrategias del Instituto Popular de
Capacitación (IPC).

El personero de Medellín, Jairo Herrán Vargas, coincide,

Se observa en la ciudad una preocupante situación de control ilegal en territorios que antes
estaban bajo el dominio de grupos paramilitares. Sólo que ahora el control se hace de una
manera diferente, sin masacres ni un alto número de homicidios, aunque se mantienen
prácticas autoritarias y violentas de control social, en las cuales se vulneran los derechos
humanos de las personas sometidas.

17
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

ANTES Y DESPUÉS
El comerciante Árlex Edison Guzmán, de 29 años, desapareció en el barrio Vein-
te de Julio, en la Comuna 13, occidente de Medellín, el 30 de noviembre de 2002,
antes de la desmovilización del bloque Cacique Nutibara de las AUC (BCN). Se
responsabilizó del hecho a esa organización.

A Teresa Yarce, de 46 años, madre de cinco hijos, la asesinaron el 6 de octu-


bre de 2004, muy cerca de su casa en la Comuna 13. El hecho ocurrió un año
después de esa desmovilización.

Los victimarios siguen siendo los mismos y esos casos son investigados ahora
por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que adoptó medidas cautelares
de protección para los familiares y amigos de Teresa que presenciaron el hecho.

Fue en la Comuna 13 donde la comunidad padeció cruentos combates entre


milicias, AUC y fuerza pública que terminaron en un operativo militar con más de
1.500 efectivos, en octubre de 2002.

Ese operativo fue el comienzo del retorno de la tranquilidad, la disminución de


los homicidios y de las presiones contra la gente de los barrios que la componen.
Después vino la construcción de más puestos de Policía y bases del Ejército.

Pero siguieron las intimidaciones: en el caso de Guzmán, varias ONG de dere-


chos humanos pidieron esclarecer las circunstancias y la reparación inmediata a los
familiares de la víctima por parte de los supuestos responsables.

Igual en el caso de Yarce: “un joven se acercó a Teresa y le disparó tres veces en
la cabeza. Luego se alejó corriendo y subió a un vehículo que le esperaba”, dice un
testigo. Él precisa que el homicida es un supuesto paramilitar, que vive en un sector
vecino, hecho que investiga la Fiscalía.

El 22 de octubre de 2004, la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH)


adoptó medidas cautelares a favor de Mery Naranjo Jiménez (y su familia) y Socorro
Mosquera Londoño. Ellas son integrantes de la junta de Acción Comunal del barrio
Independencias III, de la Comuna 13, occidente de la ciudad.

El caso de Árlex Guzmán también es considerado un crimen de lesa humanidad:


llegaron a su negocio hombres de civil que “necesitaban hablar con él urgente”. Él
salió a la calle, relatan sus conocidos.

Árlex tenía un negocio de pollos. Eran como las 9:00 ó 9:30 de la noche cuando llegaron los
sujetos. Después llegó un taxi y lo obligaron a abordarlo. Le dijeron a la gente que allí se

18
CAPÍTULO 1  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN

encontraba y se lo llevaban porque el ‘jefe’ necesitaba entrevistarlo y volvería en dos horas... Y


hasta el sol de hoy, indica uno de sus amigos.

Varios testimonios recogidos en ese barrio señalan a las AUC como responsa-
bles y a Árlex como parte del grupo de personas que durante ese año, y hasta
2003, desfilaron por la vereda La Loma, en el corregimiento San Cristóbal, para
desaparecerlas, matarlas, o llevarlas a “comparecer” ante alias King Kong, uno de
los jefes de las AUC en la zona.

Hoy, alias King Kong está muerto, dice Antonio López, vocero de los desmovilizados
agrupados en la Corporación Democracia. Pero en la Comuna 13 varias personas coinci-
dieron en que nunca se desmovilizó y, por el contrario, goza de libertad.

Las autoridades desconocen que pasó con el mencionado ex jefe de las AUC en
Medellín, pero según la Fiscalía en ese sector de la ciudad se encontraron diecinueve
cadáveres en fosas comunes.

Este año continuarán las exhumaciones en la zona porque en el Área de Identifi-


cación de Desaparecidos y NN de la Fiscalía General de la Nación hay denuncias de
que en el sector todavía quedan más fosas.

Hoy, incidentes como la muerte de Teresa Yarce y las presiones de integrantes de


bandas delincuenciales, que se apoderaron de varias viviendas en los barrios 20 de
Julio e Independencias, entre otros, son una preocupación para las autoridades.

Tras el desarme del Bloque Cacique Nutibara (BCN), de las AUC, y con el
aumento de las acciones de la fuerza pública esperaban que no sólo las cifras
dieran cuenta de que las cosas mejoraran en esas zonas, sino que la comunidad
no tuviera ningún tipo de temor.

El sacerdote Francisco Leudo, coordinador del Centro Arquidiocesano de Re-


conciliación de la Arquidiócesis de Medellín, considera que debe garantizarse la
reparación de todas las víctimas de la violencia que a diario deben toparse con la
mirada de los verdugos.

El ahora no me preocupa, sino el mañana. Dentro de tres o cuatro años no sabemos si haya
garantías para quienes accedan a los programas de desmovilización -dice Leudo-. Me preocupa
cada uno de esos muchachos.

Algunos habitantes de los barrios que padecieron el conflicto urbano en los


últimos veinte años piensan que las cosas están mejores porque se puede recorrer las
calles con tranquilidad. Pero, comentan, siempre hay alguien observando.

19
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

No es necesario que tengan un fusil al hombro. Uno sabe quién es quién y si quieren sacarlo a uno del
barrio lo sacan. Aquí pasa el uno que mató a fulanito. El otro que mató al hermano, al hijo del otro
vecino. ¿Y qué toca? Pues comer callado... Están unos desmovilizados pero ahí tienen las bandas,
cuenta un habitante del barrio Popular 1, en el nororiente de Medellín.

En ese barrio, donde se estima viven entre cincuenta y sesenta desmovilizados,


no hay tiroteos en las calles, relata una tendera, que como muchas de las mujeres del
sector, de estrato 1 y 2, es viuda o tiene un hijo muerto. Ella lamenta la muerte de su
hijo, pero ahora se alegra de poder trabajar y caminar tranquila en el sector, aunque
aún con algún temor.

El secretario de Gobierno de Medellín, Alonso Salazar, considera que en medio de


esa calma que se respira hoy en la ciudad todavía falta mucho por hacer: “nunca han
existido estructuras paramilitares como ejércitos sino una federación de bandas de delin-
cuencia que, en algún momento, se pusieron el rótulo del bloque Cacique Nutibara”.

Una joven del barrio La Sierra dice que también deben buscarse mecanismos
para transitar con más libertad y poder expresarse porque en la ciudad se acabaron las
balaceras pero siguió después un silencio preocupante.

 Los niños ya van tranquilos a la escuela en la Comuna 13. Atrás quedaron los días de balaceras de
calle a calle. Los uniformes que ven ahora los menores son los de la Fuerza Pública.
 Fotografía Robinson Sáenz.

20
CAPÍTULO 1  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN

La paz no es tal, hay cierto miedito. Ellos (los desmovilizados) siguen cobrando cuotas volunta-
rias por la vigilancia. Hacen controles al transporte y andan con radios. Permiten que se fume
marihuana, pero nada de pepas (barbitúricos). Tienen un pacto que se llama ‘no matar’, pero ha
tenido que salir gente del barrio.

“Los homicidios no es lo único que hay que terminar. Hay que vencer el miedo,
que la gente pueda caminar tranquila por cualquier rincón, que no haya extorsiones”,
sentencia un habitante del barrio Olaya en el occidente de la ciudad.

La paz no es total en Medellín, dice el investigador Rafael Rincón Patiño, al


precisar que el silencio de los fusiles no puede ser una tensa calma que se rompa en
cualquier momento si quienes han tenido por años las armas en su poder en la ilega-
lidad deciden cambiar de opinión y combatir, otra vez, de calle a calle.

** Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.

21
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

BITÁCORA * LAS OTRAS MUERTES

Hace tres años escribir sobre el conflicto urbano en los barrios de Medellín signifi-
caba cruzar las calles en medio de tiroteos y de explosiones para poder hablar con la
gente. Era vencer también las barreras que las bandas, combos, milicias, autodefensas y
guerrillas habían delimitado como territorios suyos. Era buscar en medio de la confronta-
ción bélica a civiles indefensos que quedaban atrapados en medio del odio de uno u otro
bando y que, sin buscárselo, estaban poniendo los muertos.

Esos civiles, a quienes denominamos ‘víctimas’, son las voces autorizadas para relatar lo
que ocurre en Medellín y sus calles y a quienes he considerado siempre como fuente de
primera mano a la hora de hacer una reportería para un escrito periodístico. También he
hablado con las autoridades, los ilegales, los académicos, los líderes comunitarios.

Pero el ciudadano invisible era el que tenía la esencia de la historia y de la realidad. A


través suyo entendía lo que pasaba en mi ciudad, esa que no padecía yo cuando me iba a
dormir tranquila a mi casa. Entendí, además, que aparte del miedo la mayoría tenía los
estómagos vacíos. Eso también me cuestionaba más tarde cuando les hablaba y a pesar de su
dolor sacaban fuerza para contar chistes, para planear futuro a corto plazo porque temían
morir. Esa gente tenía esperanza.

En ese entonces cuando los abordaba, pese al miedo que tenían, a sentir explosiones a
escasos metros de sus casas, esas personas relataban su tragedia. Tenían la amenaza sobre sus
hombros y decían su verdad en medio de operativos de la fuerza pública, de las transforma-
ciones y pactos entre bandas y milicianos para hacer más soportable la vida en barrios del
centro, norte, oriente y occidente de Medellín.

Esas víctimas observaron un proceso de transformación en la ciudad que muchos


académicos denominaron paramilitarización. Consistió en que grupos armados históricamen-
te enemigos terminaron siendo “amigos” y trabajando para el mismo bando.

Ese proceso se vivió en medio de la desmovilización de las autodefensas en todo el país,


que arrancó en Medellín el 25 de noviembre de 2003, y que generó dudas puesto que quienes
dejaban las armas eran jóvenes de esos combos y bandas (delincuenciales).

Coincidió además con un silenciamiento de los fusiles y armas cortas que se tradujeron
en la reducción del índice de homicidios en la capital antioqueña que, durante más de una
década, fueron los más altos de América Latina.

Las autoridades tuvieron su versión de los hechos y señalaron que se trataba de la


eficacia de la fuerza pública que si bien incidió en este comportamiento de las cifras, no
fue el único factor determinante: las víctimas, otra vez, tenían de primera mano la versión
sobre lo ocurrido: “Don Berna (exjefe de las AUC en Medellín) dio la orden de que se
calmara todo”.

A partir de esta frase fue que construí el artículo. La verdad de las víctimas fue la que
empleé para la realización de esta investigación.

22
CAPÍTULO 1  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN

BITÁCORA CONTINUACIÓN

Empecé a buscar entonces fuentes que me sirvieron en el pasado para relatar los
combates de calle a calle y me encontré con una gran sorpresa: muchas de esas personas ya
no estaban, murieron, fueron desplazadas o, sencillamente, ya no querían hablar.

Tocó, entonces, establecer encuentros por fuera de los barrios a fin de que en cada
entrevista la gente se sintiera cómoda.

Encontré nuevos testimonios pero que no reflejaban la soltura de años atrás. Esta
vez percibía una especie de mordaza y mucho temor a ser citados. Ya no hay enfrenta-
mientos pero sí un miedo oculto.

Hoy el lector verá una historia sobre el reciclaje de una violencia que cambia de unifor-
me y que ha tenido una manifestación urbana muy particular en Medellín. Y en medio de eso:
el dolor de las víctimas que sigue siendo el mismo: cómo crecen las víctimas y cómo han sido
invisibilizadas durante los últimos diez años en la ciudad. Cómo el Estado no tiene políticas
para atender a las víctimas: mujeres, hombres, niños que han perdido a sus familiares y que
viven al lado de quienes le mataron a sus hijos y ahora tienen que ver cómo para ellos, para los
desmovilizados de las autodefensas hay una serie de programas de atención y para ellas, para
las víctimas, no hay nada.

A partir de ese hecho y atendiendo la sugerencia de las instituciones organizadoras del


diplomado en cuanto a escribir sobre las transformaciones o mutaciones de los grupos
armados hacia otras manifestaciones violentas (delincuencia común, narcobandas, comercio
de armas), haciendo referencia no sólo a los paramilitares, sino también a la guerrilla, decidí
escribir un artículo que tratara de demostrar ese miedo oculto. Tuve más dificultades que en
años anteriores para conseguir las voces pero me sentí tranquila al hacer reportería sin
balaceras. También me sentí observada a cada rato y que muchos decían la verdad a medias
(eso lo he sentido durante toda mi vida periodística). Por eso sé, que este informe no consti-
tuye una verdad absoluta. Son testimonios y análisis de los hechos. Porque solo quien vive y ha
crecido en medio de esos barrios sabe a ciencia cierta qué está pasando en Medellín.

Por fortuna, sea cual fuere la razón, hay menos muertos en la ciudad y eso me da
mucha alegría, pero también queda una espina en el alma al saber que en los barrios que
recorrí siguieron los mismos problemas de siempre y que, de no ser controlados a tiempo,
serán otro detonante para esta guerra: excesivo desempleo, demasiada pobreza, desnu-
trición de cientos de niñas y niños, prostitución de las jovencitas. Esto perfora tanto
nuestro interior como ver todos esos miles de muertos tirados en las calles.

Elizabeth Yarce

* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su
artículo en las distintas ciudades.

23
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Ganarse la vida con la muerte


 ARTURO GUERRERO*

El primero de agosto de 2005, día de la desmovilización del bloque paramilitar


Héroes de Granada, comandado por alias Adolfo Paz o don Berna, se liberó en San
Roque, un municipio del nordeste antioqueño a poco más de cien kilómetros de
Medellín, una bandada de ochocientos pericos, a los que se les había cortado previa-
mente las alas. Las pequeñas aves verdes habían sido compradas en la Plaza Minorista
de esta capital y llegaron al sitio de la entrega de armas en dos carros que eran un solo
bullicio. Como no podían volar, terminaron en las manos de los desmovilizados.

Los periodistas que cubrían el hecho hicieron bromas entre ellos al advertir el
mensaje escondido: en Colombia a la cocaína se le llama ‘perico’, y los paramilitares
habían cambiado la paloma por el perico, como símbolo de la paz. No obstante, los
medios de comunicación no hicieron ninguna alusión a este trueque de significados.
Uno de ellos, inclusive, publicó al día siguiente la foto de un periquito en las manos
de uno de los 2.033 desarmados, identificándolo como un ‘canario’.

Entre los comunicadores asistentes al acto estaba el reconocido fotógrafo


antioqueño Jesús Abad Colorado, un valiente documentador de las guerras del país,
quien aludiendo al símbolo reflexiona: “No sé si se trató de una parodia o de una
burla. En todo caso fue un ejemplo de realismo mágico, del cual, por miedo, no se
hizo ningún comentario”.

VERSIÓN MEJORADA
Para entender el miedo al que alude Jesús Abad es preciso echar la mirada hacia
atrás y marcar otros dos acontecimientos que modificaron el conflicto en Medellín y

* Filósofo, periodista y escritor. Ha sido reportero de radio, televisión, prensa escrita y agencias de noticias.
Publicó, entre otros, Anarcoiris: Textos casuales (1995), Trópico: visiones de la naturaleza colombiana
(1997), El amor bravío (1999) y Habitantes de la memoria (2005). Es columnista de El Colombiano de
Medellín y colaborador de Lecturas Fin de Semana de El Tiempo. E-mail:arturoguerrero@etb.net.co. Este
artículo fue elaborado en octubre de 2005.

24
CAPÍTULO 1  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN

en Antioquia: la operación Orión que desocupó de milicias guerrilleras a la Comuna


13, en octubre de 2002; y la desmovilización de 855 hombres del bloque Cacique
Nutibara, también de alias don Berna, en noviembre del año siguiente. Los tres he-
chos encierran, como común denominador, el nombre y la figura de Diego Fernando
Murillo, alias don Berna, uno de los comandantes de las Autodefensas Unidas de
Colombia (AUC) quien, a partir de la pacificación de la Comuna 13 por parte del
ejército y la policía, apareció como jefe indiscutible e indiscutido del accionar de las
bandas violentas en la capital antioqueña.

Las versiones callejeras señalan que las estructuras de este líder han permeado
actividades económicas como la construcción, el transporte, las apuestas, los
sanandresitos, además de haber copado, poco a poco, las instancias de las Juntas
Administradoras Locales de los barrios, las Juntas de Acción Comunal y otras corpora-
ciones locales y regionales. “Don Berna es una versión mejorada de Pablo Escobar”,
afirma un periodista que explica cómo este comandante ha hecho un trabajo más
inteligente, primero controlando, como patrón único, a las bandas, y luego llegándo-
le a la comunidad pobre con mercados, construcción de aceras, fiestas infantiles, el
marrano de diciembre. “Tiene ojos y oídos en todo”, concluye.

 En el barrio La Sierra, en el oriente de Medellín se sintió con fuerza el cambio de uniformes: jóvenes de
las milicias 6 y 7 de Noviembre y de bandas y combos pasaron a ser parte del bloque Metro de las
autodefensas. Luego, cuando esa estructura armada ilegal se declaró disidente de ese grupo, los
jóvenes, luego de intensos días de combates terminaron en el bloque Cacique Nutibara. Hoy están
desmovilizados, muertos o viven en otras ciudades.
 Fotografía Robinson Sáenz.

25
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

A primera vista las cifras de homicidios en Medellín han descendido, hasta el


punto que en 2005, por primera vez en 25 años, la principal causa de muerte no es
ésta, sino las enfermedades del corazón. Pero por un lado, los periodistas antioqueños
perciben que hay un maquillaje de estas cifras, pues muchos muertos violentos son
registrados por las autoridades como víctimas de accidentes de tránsito. Y por otro, el
descenso de asesinatos, según los mismos comunicadores, se debe menos a la acción
de las fuerzas estatales o a la intervención social de los gobernantes locales, que al
poder ordenador del mencionado único actor armado ilegal vigente y de su jefe,
quien además, en su momento, tuvo un papel preponderante como colaborador de
las autoridades en la persecución y muerte del propio Pablo Escobar.

Aun desde antes de la desmovilización de los bloques de autodefensas, sus es-


tructuras han realizado un trabajo que conjuga el ataque armado contra la subversión
y la ayuda comunitaria, en práctica que irónicamente recuerda la antigua consigna de
los comunistas criollos sobre la combinación de todas las formas de lucha. A lo
anterior se suma que los desmovilizados siguen marchando bajo las anteriores jerar-
quías de mando e incluso, según lo afirma el analista Jorge Giraldo, reciben subven-
ción económica de éstas. Se estima que en las comunas populares medellinenses
persisten seis mil hombres armados, que pertenecen a bandas y combos, de los cuales
se sospecha que no son actores sueltos, sino que continúan obedeciendo órdenes de
los grupos que ejercen hegemonía en la zona. De hecho, según comentaron reporte-
ros entrevistados, para realizar algunas actividades periodísticas es preciso pedir per-
miso a la Corporación Democracia, el ente creado para cobijar a los desarmados del
bloque Cacique Nutibara.

“MANÉJESE BIEN“

Este nuevo panorama ha borrado de la agenda periodística las balaceras, ha abierto


los barrios difíciles al paso de los carros de la prensa y ha eliminado las amenazas a los
informadores. “Hace unos años fui testigo de amenazas a colegas, pero hace rato no
conozco de amenazas”, reconoce Eduardo Bermúdez, corresponsal de RCN Televisión.
“No tengo, en este momento, amenazas y aquí no hay nadie amenazado”, confirma
Elizabeth Yarce, de la Unidad de Paz y Derechos Humanos de El Colombiano.

No obstante, los periodistas paisas se sienten intimidados. Pueden ir a los


barrios vedados desde hace tres años, pero les es difícil conseguir declaraciones
de la gente. Hay un ojo que todo lo ve, hay un poder oculto, hay un ambiente
pesado, hay un actor dormido, y nadie sabe hasta cuándo va a ser posible movi-
lizarse en medio de esta calma chicha y trabajar en las comunas problemáticas.
No hay presión directa sobre la prensa, pero a las salas de redacción entran llama-
das que piden “manéjese bien con nosotros”, o “salió este comunicado, a ver si
entrevistas a esta persona, haznos este favor”. Ante denuncias sobre reclutamien-

26
CAPÍTULO 1  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN

to forzado en la Comuna 13, por parte de los reinsertados, se oyen peticiones


como “no deberían pararle bolas a eso”.

Estas presiones sutiles, junto con el ya anotado maquillaje de las cifras de homi-
cidios, hacen que existan secretos a voces, casos noticiosos que no se están trabajan-
do o que se afrontan únicamente cuando se organizan pools de medios para hacer
denuncias, tal como sucedió con el caso de las casas de apuestas tomadas por los
paramilitares. Este trabajo, que incluyó prácticamente a toda la prensa escrita del país,
diarios y revistas semanales, coordinado por la agencia Colprensa, dio como fruto una
publicación simultánea el domingo 24 de julio de 2005, la cual le dio un especial
énfasis al caso de Medellín.

Hay zonas de Antioquia que siguen siendo vedadas para la prensa. Son los tea-
tros de operaciones: fundamentalmente el oriente antioqueño, también el nordeste y
bajo Cauca, lo mismo que la serranía de Abibe que da entrada a Urabá, y la zona
limítrofe con el Chocó. Para ir a estas regiones hay que hacer llamadas previas y
verificar las condiciones de seguridad. No obstante, los problemas presupuestales de
los medios impiden los viajes a esta periferia, de modo que el cubrimiento se ha
vuelto cada vez más urbano y centralizado. Desde la desaparición del Frente Carlos
Alirio Buitrago del ELN, y del paso de muchos de sus integrantes a las filas de los
paramilitares, la carretera Medellín-Bogotá dejó de ser noticia. Los retenes y la voladu-
ra de torres de energía, que antes hacían acudir a los reporteros por lo menos una vez
por semana, son hoy episodios esporádicos.

CON EL MUNDO A CUESTAS

A lo anterior se suma una consigna soterrada de los directores de medios de


comunicación y de las autoridades militares y civiles, para limpiar de muerte las
pantallas, para que la guerra aparezca menos, para bajarle el perfil a la violencia.
Los periodistas llaman a este fenómeno ’guillotina’ informativa. Sienten que se
quiere amarrar la información, que no se está contando más allá de la nariz, que
se intenta imponer un optimismo generalizado, con el argumento de que la gente
está cansada de lo mismo, de la guerra. El ejército y la policía informan única-
mente sobre sus ‘positivos’. “¿Le sirve a la paz no cubrir la guerra?”, se pregunta
inquieto Heiner Castañeda, veterano reportero de televisión y actual profesor de
comunicación en la Universidad de Antioquia, quien luego de adelantar una in-
vestigación académica con seguimiento de catorce meses sobre noticieros nacio-
nales y regionales, lamenta el unanimismo y la uniformidad a que se ha llegado en
la confección de las noticias.

Al mermar los enfrentamientos, como consecuencia de la hegemonía de un


único actor en Medellín, y al bajársele el volumen al relato de la guerra, se ha origina-

27
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

 Según un informe de la Secretaría de Gobierno de Medellín, la presencia del ELN allí es incipiente.
 Fotografía Robinson Sáenz.

do en el gremio periodístico un fenómeno inusual, el agotamiento de la reportería


sobre el conflicto. Un profesional lo grafica así: “me cansé de ganarme la vida con la
muerte”. Mary Luz Avendaño, editora de Paz y Derechos Humanos de Teleantioquia
Noticias, es más cruda y lo eleva a categoría irreparable: “es que nosotros, los perio-
distas que cubrimos el conflicto, tomamos la decisión de ser infelices, al saber lo que
pasa en este país”. Los reporteros, que antes dormían como niños, cambiaron el
sueño por pesadillas y se despiertan en medio de charcos de sudor. Sufren de fiebres,
se les revientan los labios, no logran quitarse de la mente la volquetada de muertos, el
niño descuartizado, las viudas perplejas. No saben responderse quién mató esa vida o
para dónde va este país. Están agotados de ver que las cosas no cambian y de sufrir
las mismas escenas de dolor y muerte. En vista de que la mengua de las acciones de
guerra les ofrece ocasión para reflexionar sobre su trabajo, intentan acceder a sicólogos,
pero las empresas prestadoras de salud les dan pastillas que los dopan.

Cada uno se siente como una persona que soporta todo, que lleva a cuestas el
mundo entero. “No soy capaz de ser indolente ante la viuda, el desplazado o el niño. Uno
carga con todo eso”, dice entre sollozos Emiro Marín, de la emisora Fénix de Oriente,
quien lidera un grupo de diez emisoras comunitarias en esa convulsionada zona.

Uno es una válvula de escape, de desahogo para la gente, para los familiares de desaparecidos o
secuestrados. La gente lo llama a uno a quejarse y uno carga con esos dolores y se queda con un
montón de cosas adentro que lo llenan de pesimismo. Yo me volví literalmente una nada
cubriendo el conflicto.

28
CAPÍTULO 1  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN

La anterior es una confesión de Juan Diego Escobar quien, a sus 22 años, tuvo que
afrontar esta fuente en el diario El Mundo, y hoy, cuatro años después, se siente retirado
del periodismo debido a que ejerce en una revista técnica de carácter económico.

Los reporteros piensan que cubrir el conflicto tendría que ser el resultado de una
madurez profesional, que se debería llegar a ello por decisión consciente de la persona
y no por accidente o porque los jefes del medio lo ordenen, pues no todos los perio-
distas son aptos para tratar un tema tan complejo y con tan altas exigencias de tole-
rancia. Además de un examen sobre conocimientos y preparación, se debería hacer,
sobre los candidatos a manejar las fuentes de la guerra, una evaluación emocional. Y
cuando ya se esté en este ejercicio convendría establecer paréntesis, ciclos, dos o tres
vacaciones al año, períodos de experiencia en otras fuentes más livianas, para asimilar
y digerir los golpes.

Al lado de las presiones generadas por la índole cruda de las noticias de guerra,
los periodistas antioqueños están padeciendo los rigores de unas condiciones labora-
les que no dudan en calificar como de esclavitud moderna. En los años de la crisis
económica de finales de los años noventa, los sueldos se redujeron o se congelaron,
para volver a ajustarse cuatro años más tarde únicamente al ritmo del alza de la
inflación. Con la intermediación de empresas temporales, se impusieron modalidades
de vinculación a término fijo, con contratos que fenecen y se renuevan cada tres
meses y que cada año hacen borrón y cuenta nueva en materia de obligaciones
laborales. Los horarios extenuantes no dejan espacio para la familia. La presión y la
exigencia de producción veloz y abundante de información han llegado a agobiar la
salud mental de los reporteros, en especial, de los de televisión. Los canales abren
noticieros en distintos horarios y los realizan con el mismo equipo profesional. “Lleve
los dos logos y luego hace dos versiones”, es la instrucción que reciben los periodis-
tas, quienes se quedaron sin momentos para pensar ni para preocuparse por mejorar
la calidad informativa.

Los contratos temporales son una herramienta de los empresarios y directivos


para acabar con el espíritu crítico de los periodistas y con el debate antiguamente
existente en los consejos de redacción. “O te portas bien o en tres meses te cance-
lo el contrato”, es la amenaza latente, la espada de Damocles. “Yo, entonces, me
porto bien y todos nos domesticamos”, lamenta un reportero. Se impone, de este
modo, el unanimismo informativo, y a los periodistas no les queda otra opción
que la de una respuesta individual, la de tratar de hacer sus notas de la manera
más decorosa ante su conciencia, pero evitando la controversia y la crítica para no
ser clasificados de conflictivos o problemáticos. Lo mismo sucede con temas de-
licados, como corrupción y narcotráfico, frente a los cuales la consigna imperante
es “mejor no meterse con eso”.

29
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

UNA ESPECIE DE SICOANÁLISIS

En los meses de desarrollo del diplomado no habían ocurrido aún los tres
acontecimientos mencionados que le transformaron el rostro al conflicto en An-
tioquia. Así que los conocimientos proporcionados en esa práctica académica se
convirtieron, según el sentir de los participantes, en un morral de campaña para
afrontar los nuevos tiempos. Con diversos grados de entusiasmo, los periodistas
celebran lo recibido allí. Para Luz Patricia Vargas, del canal de televisión de la
Universidad Nacional, el logro del diplomado fue “ponerle palabras al ejercicio
profesional, fue una especie de psicoanálisis”. Glemis Mogollón, de El Colombia-
no, subraya su impacto en el plano cognoscitivo:

Abrió la puerta -dice- para que el grupo siguiera pensando en la capacitación como interés
personal y colectivo. Como por inercia muchos entramos, luego, a otros diplomados y cursos,
para los cuales se gestionaron los cupos en grupo.

Tras anotar que todos los días consulta el separador plastificado que distribu-
yó el diplomado, con los elementos de evaluación del contenido periodístico,
Fernando Cifuentes, del noticiero de televisión Hora 13, apunta al más allá de
esta capacitación:

Deberíamos llegar a que el término periodista sea sinónimo de reflexión, crítica y polémica, que
esto se vuelva un imaginario colectivo de modo que sea casi imposible moverse distinto. De lo
contrario, veo que estaría en grave riesgo la semilla que siembra el diplomado.

Para llegar a ello propone la realización de diplomados cada año, o el estableci-


miento de niveles en estos ejercicios académicos, de modo que se consolide un pro-
grama de formación permanente que apunte a que la información pase de ser algo
personal a un fenómeno público y social.

En Medellín, el diplomado consiguió un resultado contundente en materia


gremial. A continuación de las sesiones del mismo, varios de los estudiantes si-
guieron reuniéndose el último sábado de cada mes a discutir, con un experto,
sobre los temas de interés noticioso. Luego de una maduración como grupo, de
tres años y medio, en abril de 2005 fundaron la Asociación de Periodistas de
Antioquia, que busca, mediante el trabajo colectivo, ampliar el impacto de los
esfuerzos individuales por elevar el oficio, y así evitar las frustraciones y el cansan-
cio que minan a los reporteros en sus medios.

Los seis meses de encuentros pusieron también las bases de confianza para que
los periodistas antioqueños consiguieran un alto grado de crítica y autocrítica de sus
propios trabajos, y un colegaje generoso para compartir grabaciones y noticias por
encima de la rapiña por exclusivas y primicias.

30
Prensa y conflicto
armado en Cali

CAPÍTULO 2

 La ribera del río Cauca en Cali es el principal ‘puerto’ de llegada de los desplazados provenientes de la
costa pacífica vallecaucana.
 Fotografía Aymer Álvarez.

31
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

 MÓNICA OSPINO OROZCO*

EN EL VALLE DEL CAUCA EL TEMOR RONDA

“Ya me quiere hacer matar”. La frase, fue la primera respuesta del alcalde de
Roldanillo - Valle, Omar Tirado Mejía, cuando se le preguntó acerca de la problemá-
tica de los campesinos del norte del departamento que han tenido que abandonar sus
tierras por causa de la confrontación entre narcoparamilitares y guerrilla.

Tirado Mejía, siempre frentero, político de vieja data y uno de los pocos que se
ha atrevido a denunciar la situación de inseguridad en el norte del Valle del Cauca, y
la connivencia de algunas autoridades con la delincuencia organizada, teme cuando
se le habla de esto.

Su miedo es legítimo pues es justamente en el norte del departamento en donde


el conflicto armado que padece el país se incrementó desde hace unos cuatro años,
con la presencia de dos actores que llegaron para sumar a la confrontación más dolor,
muerte y desplazamiento: Los Machos y Los Rastrojos.

Dos bandas armadas que surgieron de los aparatos de seguridad de los


narcotraficantes Diego Montoya Henao, alias don Diego, y Wílber Varela, alias
Jabón, luego de la desarticulación de los carteles de Cali y del norte del Valle,
precipitada con la captura de los hermanos Rodríguez Orejuela y la posterior muerte
de Iván Urdinola Grajales.
*
Periodista de El País de Cali desde hace cinco años. Antes, laboró en los diarios Occidente y El Liberal
de Popayán. Egresada de la Universidad Autónoma de Occidente. Ganadora en 2005 de la beca del
Programa Balboa para Jóvenes Periodistas Iberoamericanos, que le dio la oportunidad de trabajar
durante seis meses en la redacción del periódico El País de Madrid (España). Exalumna del diplomado
en Cali (2003). Este artículo fue elaborado en marzo de 2006.

32
CAPÍTULO 2  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI

LOS DESPOSEÍDOS DE LA TIERRA

El alcalde de Roldanillo, sin embargo, niega que en su municipio el fenómeno de la


desposesión a campesinos haya ocurrido, pero admite que en otros municipios cercanos
a su jurisdicción sí se ha presentado esta situación, mas no se atreve a decir más.

Acá (en Roldanillo), lo que tuvimos fueron varios procesos de extinción de dominio a personas
que no pudieron acreditar su procedencia lícita y parte de esos bienes expropiados se entrega-
ron a campesinos del municipio, en especial en el corregimiento del Retiro, explicó Tirado.

Los Machos, la banda de Diego Montoya Henao, y Los Rastrojos, de alias Jabón,
sentaron sus bases de operaciones en los municipios ubicados en el Cañón del Garra-
patas (El Dovio, Versalles, El Águila y El Cairo). Desde esa región empezaron a impo-
ner los cultivos ilícitos a la población campesina y a enfrentarse en una guerra territo-
rial a la que se sumaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (Farc),
situación que ocasionó el desplazamiento de cientos de personas.

Por consiguiente esto trajo el abandono de miles de hectáreas de tierra, mu-


chas de las cuales hoy persisten en el abandono o fueron apropiadas por los
actores armados que los desplazaron. Lo cierto es que en el Valle del Cauca no
hay cifras oficiales, ni de otras fuentes, que den cuenta de cuánta tierra ha cam-
biado de manos por causa del conflicto.

Tanto que el director del Programa para la Acción Social en el Valle del Cauca,
Guillermo Rodríguez Buitrago, sostiene que son muy pocos los campesinos que han
llegado a demostrar la propiedad de un terreno cuando registran su condición de
desplazamiento. “Si he llegado a tener tres casos de familias que han demostrado que
eran dueños de un terreno, éstos han sido muchos”, asevera.

Para este funcionario la razón para que esta situación se presente es que, “el 90
por ciento de los desplazados del Valle del Cauca han sido pobres radicales toda la
vida y no tienen propiedades”. De acuerdo con las estadísticas de Acción Social en el
Valle del Cauca, al 31 de enero de 2005, hay 106.787 desplazados, lo que agrupa a
un total de 23.663 familias. Aunque la Consultoría para los Derechos Humanos y el
Desplazamiento, (Codhes), difiere de esa cifra pues sostiene que entre los años1999
y 2005, en el Valle, hubo 125.043 personas desplazadas.

Sin embargo, según el proyecto de protección de tierras y patrimonio de la población


desplazada, realizado por el Programa para la Acción Social y la Cooperación Internacio-
nal, en el Valle del Cauca, “el proceso de titulación de territorios, acompañado de recono-
cimiento de la identidad y las autoridades propias, coincidió, en el tiempo, con la llegada
a la región de la violencia, el narcotráfico y el desplazamiento forzado”.

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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Con ello coincide el investigador social de la Fundación Ciudad Abierta y


exfuncionario de la Defensoría del Pueblo, Jesús Darío González, quien aseguró que:

Es muy difícil pensar que, entre ese universo tan grande de personas desplazadas, no haya
propietarios. Porque el desplazamiento es un fenómeno que significa, básicamente, desposesión
material y desarraigo cultural. Y en el Valle, muchas de las tierras expropiadas a la fuerza ya están
legalizadas a favor del autor del desplazamiento.

Para este investigador el problema radica en una falla estructural del sistema que
atiende al desplazado, “hay una incapacidad absoluta en el registro”, y a una condi-
ción natural del problema mismo del desplazamiento: la huida.

Pocos de los que salen se llevan consigo más nada que lo que traen puesto. Pocos se
acuerdan de cargar con papeles y documentos, pues además, su esperanza es la de regresar,
dijo el investigador.

González asegura también que el perfil del Valle del Cauca, en materia de desplaza-
miento, varió a partir de 1999, después de la ocurrencia de los secuestros de La María y el
kilómetro 18, acaecidos en Cali, “que significaron una urbanización del conflicto”, la entrada
de los paramilitares y la consolidación de una guerra territorial de los narcotraficantes.

 Cientos de famililias campesinas que han huido del conflicto en las zonas rurales del Valle del Cauca
han llegado a Cali con los pocas cosas que han podido cargar en su precipitada salida y así
han improvisado sus hogares en las calles de la ciudad.
 Fotografía Aymer Álvarez.

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CAPÍTULO 2  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI

DE RECEPTORES A EXPULSORES
De un departamento receptor pasamos a ser un departamento expulsor; situación que ha
afectado a la población de alta montaña y del piedemonte de los municipios con influencia
directa del conflicto, que en 2000 afectaba a 37 de los 42 municipios del Valle, añadió González.

De hecho, hoy los 42 municipios del Valle del Cauca se reportan en las estadís-
ticas de Acción Social como expulsores; en mayor o menor medida, Buenaventura en
el Pacífico, Tuluá en el centro y Bolívar en el norte del Valle son, en su orden, los tres
municipios que más personas expulsan, según el reporte de Acción Social, que coin-
cide con el dado por Codhes.

Y es que la precaria relación legal que los colombianos, habitantes de las zonas
rurales del país, tiene con la tierra es una de las principales causas por las que la
protección a sus bienes ha sido lenta e inefectiva. El vínculo entre los entes legales
encargados de registrar la propiedad de los bienes rurales y sus habitantes es casi
inexistente y la informalidad reina.

El Valle del Cauca no ha escapado a ello y, al igual que en el resto del país, ha
generado que los organismos protectores que manejan el desplazamiento en el departa-
mento tengan que hacer maromas legales muy rápidas para tratar de proteger los bienes
de los desarraigados y muchas veces con poco éxito debido a esa informalidad dominante.

Según el ex gestor de Paz del Valle del Cauca, Fabio Cardozo, quien le hizo frente a
la crisis más grande de desplazamiento en el departamento, entre 2001 y 2004, los
narcotraficantes y guerrilleros “parece que no tienen mayor interés en despojar a los
campesinos de sus dominios, hacer traspasos o compraventas ficticias, pero sí es más bien
por tener el control de esos territorios y obligar a sus habitantes a hacer lo que ellos digan”.

Afirmación que coincide con lo encontrado por Myriam Hernández Sabogal,


directora del proyecto de protección de tierras y patrimonio de la población desplaza-
da, quien asegura que:

Las comunidades afrocolombianas, por ejemplo, ya tienen su título de propiedad, pero


infortunadamente han llegado unos terceros que imponen algunos cultivos, que obligan a la
gente a sembrar cultivos ilícitos, a pesar de la existencia del título. Yo diría que es una de las
situaciones más críticas que ha venido golpeando a este grupo étnico en el Valle del Cauca.

En el Valle el estudio adelantado por Acción Social también encontró, entre otras
cosas, que las tierras dejadas por los desplazados quedaron abandonadas y persisten
en el abandono. También, que cuando las comunidades van a retornar a sus lugares
de origen, lo que se encuentra es que sus tierras están enmontadas, que deben plata
de impuestos y de servicios públicos, es decir, además de los riesgos y el miedo a
regresar se hallan con otros problemas adicionales.

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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

De igual modo, se detectaron otros casos en los que la población puede ir parcial-
mente a sus tierras y logra sacar algunos de los productos que no ameritan mantenimiento
permanente y también hay casos en que otros campesinos creen que esas tierras no tienen
dueño, “en esto encontramos dos aspectos, uno que es gente que lo hace de buena fe, sin
saber que hay un dueño; y otro que, a sabiendas de que esas tierras tenían un dueño,
toman posesión de las mismas”, añadió Myriam Hernández.

Fabio Cardozo explica que en el departamento,

Ha habido momentos picos en el tema de desplazamiento. En 2001 hubo una enorme oleada en
la zona centro del departamento, luego pasó al Pacífico, después se movió hacia el sur. Ahora
hay un conflicto marcado en el norte y el centro del Valle, en donde aparece una nueva
generación de narcoparamilitarismo, con las agrupaciones Los Machos y Los Rastrojos, situación
que ha hecho que se comprometa seriamente esta región en una dinámica del conflicto, en
donde, por supuesto, resultan involucrados los civiles y cuyo impacto, por ser tan recientes,
todavía no se han medido.

EL ESTRATÉGICO CAÑÓN
Pero hay un caso paradigmático que ilustra la gravedad de la desposesión mate-
rial a muchos campesinos vallecaucanos y que ha tenido lugar, en los últimos tres
años, en el Cañón del Garrapatas.

El municipio de El Dovio es la puerta de entrada a ese Cañón, considerado


corredor histórico de las guerrillas de las Farc (Columna Móvil Arturo Ruiz y Frente
30) y el ELN que lo utilizan como salida hacia el Chocó y el mar Pacífico. Hoy
sigue siendo territorio guerrillero, pero también fue dividido entre los grupos ar-
mados de los narcotraficantes Montoya y Varela, quienes, después de casi cuatro
años de guerra a muerte por el control de la zona, en noviembre del 2005, pacta-
ron cesar la confrontación y respetar los territorios ya “conquistados”, según
afirmó un oficial de inteligencia de la Policía Nacional, que prefirió la reserva
de su identidad.

La situación de El Dovio, descrita fríamente por las cifras de las inscripciones al


Sisben, deja ver claramente que es grave, según lo admite el alcalde José Gustavo Padilla.

En 2002 tuvimos una inscripción para el Sisben de 18.500 personas y a finales del 2004 esa cifra había
caído a 12.000. Lo más curioso es que en ninguna vereda del municipio tuvimos un evento masivo
de desplazamiento, todo fue gota a gota.

Pero ese desplazamiento que fue casi imperceptible por la ausencia de fenóme-
nos masivos, dejó en menos de seis meses, a la vereda de El Oro, deshabitada. De 25
familias que vivían allí, sólo dos o tres quedaron cuando a mediados del 2002 se
intensificaron los enfrentamientos en esa zona de El Dovio. Según cálculos del alcalde
de El Dovio, sólo 10 por ciento de los desplazados denunció su situación.

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 Esta zona del Cañón del Garrapatas, colindante con el Chocó, es una de las más afectadas con el
conflicto que desde hace casi cuatro años sostienen los paramilitares al servicio de los narcotraficantes
en el norte del Valle.
 Fotografía Jorge Orozco.

Y su afirmación es confirmada por las cifras de Acción Social que aseguran que
de ese municipio solamente se han desplazado, a 31 de enero de 2006, 198 personas,
mientras que Codhes sólo registra a 32.

Pero yo calculo que en el Cañón, específicamente en el corregimiento de Playa Rica, hay entre 100 y
150 fincas abandonadas y muchas otras han sido invadidas por gente que no es de la zona; cuando
se les pregunta dicen que son familiares o amigos de los que vivían antes allí, afirmó Padilla.

Liliana** es una de esas desplazadas que salió de su finca ubicada en el


corregimiento de Playa Rica en El Dovio, ella, de 34 años de edad y madre de dos
niños, huyó poco después de que su esposo fuera asesinado por un grupo armado
que prefiere no identificar. Hace año y medio vive en una casa que alquila con
otra familia en el barrio El Vallado de Cali, en pleno Distrito de Aguablanca.
Nunca se registró como desplazada y por tanto, ni ella ni sus hijos recibieron
ayuda de emergencia.
Nosotros éramos simples campesinos, teníamos una mejorita arriba en Playa Rica, allí sembrába-
mos cacao, plátano y algo de yuca, pero cuando llegó la guerra, como a mediados del 2002,
llegaron ofreciéndonos un préstamo para sembrar coca. En principio no queríamos porque nos
parecía peligroso, pero después mi esposo dijo que sembrar coca salía mejor porque la pagaban
bien y no había que buscar cómo bajar la cosecha pues ellos la recogían; así fue que empezamos,
narró Liliana, quien hoy se gana la vida como vendedora ambulante en el centro de Cali.

Trabajar para un solo “patrón” y confiar en su protección fue lo que le costó la


vida al esposo de Liliana.

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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Del otro bando llegaron a decirnos, como en mayo de 2004, que no siguiéramos trabajando
para Los Machos, que ahora esa parte de Playa Rica era territorio de Los Rastrojos, pero como
todavía le debíamos al señor que nos había prestado para el plante les dijimos que no. Así
seguimos un mes hasta que volvieron y delante de mí, mataron a mi esposo, a mí me dieron dos
días para irme, eso sí no podía decírselo a nadie.

De su finca no sabe nada, dice que no se atreve a regresar y aunque le han contado
que las cosas cambiaron y que están ayudando a la gente con sustitución de cultivos, ella
no está interesada en volver a la tierra en donde su vida fue partida en dos.

Y, en efecto, hoy en El Dovio la gobernación y el Comité de Cafeteros del Valle,


con la gestión de la alcaldía, iniciaron un proyecto de sustitución de cultivos ilícitos
que involucra a quinientas familias de Playa Rica.

Lo curioso es que hemos encontrado con cosas como que en las reuniones informativas han llegado
personas diciendo que la hectárea la pagaban mejor en Tolima o que en Caquetá les daban más plata
por la compra de insumos para la producción, dijo el Alcalde de El Dovio.

La directora de la Umata de ese municipio, Maritza Escarria, directa responsable


de la atención de ese programa y quien se desplaza semanalmente por esa zona,
corrobora las afirmaciones del alcalde Padilla.

Como para inscribirlos teníamos que pedir la cédula de la gente y muchos de esos documen-
tos no habían sido expedidos ni en El Dovio, ni siquiera en otros municipios del Valle, por el
contrario, encontramos que mucha gente tiene cédulas de otros departamentos. Cuando
yo preguntaba, me decían que nacieron allá, pero que hace muchos años vivían acá. En
últimas, lo que nosotros queremos es que la gente entienda que la paz y la tranquilidad dan
más rentabilidad que la coca.

CALMA CHICHA
La guerra ha bajado su intensidad en esa zona del departamento, pero está muy
lejos de terminar, según el oficial de inteligencia de la Policía Nacional.

Si bien ellos (Montoya y Varela), pactaron en noviembre bajarle a la confrontación y esto se


ajustó con algunas ejecuciones de miembros de las bandas, también pactadas, la presencia
de otros actores del conflicto como las Farc y algún reducto del ELN, no dejan que la zona
esté en completa calma, el Cañón del Garrapatas es un corredor de movilización muy
importante.

En El Águila, también área del Cañón, el ambiente que se respira tampoco es de paz.
Su alcalde, Carlos Alberto Vargas, sostiene que lo que hay es “una calma muy frágil”.

La situación nuestra no ha sido tan crítica como la de otros pueblos del norte del Valle
porque hemos tenido mucho apoyo del Ejército. Pero la verdad es que nosotros somos
parte de un corredor de movilización de grupos irregulares. El Águila está de espaldas al
Chocó y eso nos hace muy vulnerables, sobre todo por la presencia histórica de las Farc. Lo

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 La influencia que ejercieron los grupos de autodefensa en el Valle del Cauca (hoy desmovilizados) y
su enfrentamiento con la guerrilla, especialmente en zonas del centro y el norte del departamento,
fue en gran parte causante de los desplazamientos de campesinos en esa región.
 Fotografía José Luis Guzmán.

que sí no puedo afirmar categóricamente es que no haya habido abandono de tierras y


apropiaciones ilegales, es mejor no especular, acá hay que cuidar cada palabra que se dice,
añadió Vargas, casi susurrando, pues su temor es evidente.

Frangey Rendón, miembro de la Oficina de Paz de la Gobernación del Valle,


resume sencillamente la situación del norte.

Muy grave, no hay claridad de quiénes son los autores de los desplazamientos ni de los asesinatos
selectivos que ocurren en la zona. Por ejemplo, en el caso de Riofrío, el alcalde despacha desde Tuluá
y en Trujillo hay tal presión a los funcionarios locales que ni se atreven a hablar del tema.

Otra zona delicada, cuya población vive caminando por el filo de la navaja y
que a la vez ha sido calificada como la que experimenta una de las tragedias
humanitarias más complejas del Valle del Cauca es Buenaventura.

El puerto más importante sobre el Pacífico colombiano es el municipio que


registra la doble condición de ser el expulsor y el receptor más grande de pobla-
ción desplazada de esta zona del país, sólo superada por Cali en lo que a recep-
ción se refiere. En Buenaventura confluyen, al igual que en el norte, los tres gran-
des actores del conflicto: paramilitares (en proceso de desmovilización), guerrilla
(Farc y ELN) y narcotraficantes (grupos del norte y sur del Valle).

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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Y es que la situación de vulnerabilidad de la población afrocolombiana e


indígena que habita la zona es la que le añade gravedad al problema de Buenaven-
tura, aunque la ‘ventaja’ que ha mediado en estos casos es que algunas de esas
comunidades desplazadas, por causa del conflicto, ya tenían propiedad colectiva
sobre los terrenos y eso, en cierta forma, los ‘blinda’ de perder la tierra, pero no
les quita el miedo a regresar, y los que se quedan deben someterse a la voluntad
de los violentos sembrando coca.

Y esto lo corrobora Fabio Cardozo cuando señala que:


Lo cierto, es que en el Valle se ha ido ampliando la frontera de cultivos ilícitos, por ejemplo, en
Buenaventura, aunque sigue siendo eminentemente maderero, los narcocultivos han ido ganando
espacio y terreno.

PÉRDIDA DEL TERRITORIO, PÉRDIDA DE LA IDENTIDAD

José Luis** tiene 19 años y junto con dos de sus hermanos salió, a finales de
diciembre del 2005, de uno de los esteros del río Sabaletas en Buenaventura, en huida
de un anunciado reclutamiento de la guerrilla y de amenazas más fuertes de los
paramilitares en contra de su familia, si se iban con los primeros.

Mientras espera ser atendido en la sala de la Unidad de Atención y Orientación al


Desplazado, (UAO), de Cali, relató:

Tuvimos que dejar a mi mamá sola con mis dos hermanitas, porque la guerrilla nos quería llevar, y si
aceptábamos lo que quería la guerrilla, los ‘paracos’ nos habían dicho que iban a matar a mi mamá,
por eso nos vinimos para Cali. Aquí llegamos a la casa de unos amigos que viven en Aguablanca, pero
lo malo es que allí hay mucha gente y no hemos podido conseguir trabajo.

Este joven admite que sembraba coca, pero que lo hacía obligado por la precaria
situación económica de su familia. Teme regresar porque no quiere empuñar un fusil
ni que maten a su mamá, pero reconoce, con tristeza, que lo que sabe hacer está en
ese pequeño pedazo de tierra.

Me duele porque nada de lo que sé hacer sirve aquí en Cali y nadie me da trabajo. Quiero
volver a lo mío con mis hermanos y mi familia, pero creo que lo mejor va a ser quedarnos
aquí y tratar de buscar algo para ayudar a mi mamá a que siga allá y no pierda la tierrita ni
el rancho, precisó José Luis.

El caso de este joven es interpretado por Adriana Buchelli, oficial de Protec-


ción de la Oficina del Alto Comisionado para los Refugiados (Acnur), al señalar
recientemente en Cali que “la población desplazada en su conjunto:
afrocolombianos, indígenas y campesinos, pierde parte de su identidad cuando
pierde su territorio”.

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CAPÍTULO 2  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI

Tierra, territorio, terreno. Todas, derivaciones de algo que representa más que
una posesión material para quienes, alguna vez, tuvieron en sus manos su significado.
Palabras que se quedaron en el diccionario de los sueños de muchos campesinos
vallecaucanos que hoy viven como parte de ese ejército de ‘inútiles’ urbanos. Despre-
ciados y vistos como un estorbo en las calles de las grandes ciudades.

Sus historias están todavía pendientes de escribirse. Las estadísticas de su pérdida


material están aún por levantarse y su camino difícilmente será desandado; el miedo
que los echó está lejos de irse.

** Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.

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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

DESPOSESIÓN, DESARRAIGO,
BITÁCORA*
DESPLAZAMIENTO, DESPROTECCIÓN

Todas, palabras con distinto significado, pero en el conflicto colombiano, de su lugar en el


diccionario, saltan como sinónimos a la vida de miles de víctimas de la espiral de violencia que sin
compasión las ha sacado de sus raíces.

El Valle del Cauca, uno de los departamentos más ricos e industrializados del país, no ha
estado blindado a las balas de la guerra y a las consecuencias que deja en la población el temor
a ser alcanzado sin estar siquiera participando de las hostilidades.

En el medio, y a veces más a los lados, ha estado siempre la prensa, que también ha caído
presa del temor y ha hecho que la realidad de la guerra en este departamento y en muchas
ocasiones, haya sido vista desde ángulos que no siempre cuentan toda la verdad y se ‘acomo-
dan’ a la ‘verdad’ que el miedo impone.

Por eso, cuando me plantearon escribir un artículo sobre la problemática de los campe-
sinos desplazados que han perdido sus tierras en el Valle del Cauca por causa del conflicto, lo
primero que sentí fue temor.

Es ya una aprehensión natural cuando nos acercamos a temas y actores sensibles y a la


posibilidad de encontrar detrás miedos, inseguridades y sobre todo silencio.

Y así fue: me encontré con mucho silencio, pocos datos, negación y propaganda.

Como siempre pude comprobar que toda fuente es interesada y que en la medida en
que se pregunta y se indaga más, el interés por manipular crece y la tendencia a tergiversar los
cuestionamientos y a contestar sin hacerlo realmente se pone en evidencia.

En el curso de la reportería surgieron frases y palabras cargadas de temor: “Me querés


hacer matar”; “esto es mejor no hablarlo”; “aquí uno no puede decir que está en calma,
porque nunca se sabe qué pueda pasar”; “a mí mejor ni me pregunte”.

Incluso otras más miedosas aún: “Aquí no nos ha tocado el conflicto tan de cerca”.

Sin duda el mayor inconveniente fue el de aterrizar, a la realidad, la hipótesis planteada.


Fue como arar en el desierto, como andar en un camino sin señalización. Muchas veces las
fuentes que podían estar informadas coincidían en reconocer que lo planteado, es decir, la
pérdida de tierras campesinas, sí había pasado, pero en una muy baja proporción, y pocos de
los consultados tuvo cifras ciertas para soportar su respuesta.

La fuente más clara en este sentido fue la que ofreció un estudio de Acción Social sobre
protección a bienes patrimoniales, que apenas está en fase de pilotaje y que sin embargo, ya había
encontrado claridades en la realidad de las tierras campesinas del Valle del Cauca.

Pero pasando al plano de las víctimas directamente, pensé que la situación sería distinta,
me encontré con que fue calcada.

Pocas respuestas, miedo a contar su historia, aprehensión de ser abordados sobre un


tema que les duele como la vida misma y que los golpea cada vez que recuerdan que, hoy, su
tierra y su hogar posiblemente no existen más y que tal vez nunca más volverán.

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CAPÍTULO 2  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI

BITÁCORA CONTINUACIÓN

Temor sobre todo por los que se quedaron; por aquellos que decidieron no huir y que
siguen sometidos al imperio de los violentos.

Y también ignorancia, esa que es natural cuando al campesino se le habla de documen-


tación, de leyes, de propiedad, de escrituras.

La conclusión al final: el miedo siempre hace individuos silenciosos y las historias se constru-
yen son seres anónimos, esos que piden ni mencionar su nombre y otros que aunque lo dan,
condicionan y restringen su uso.

Mónica Ospino Orozco

* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su
artículo en las distintas ciudades.

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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

 ARTURO GUERRERO*

OTROS ÁMBITOS, OTRAS VOCES

Miguel Ángel Palta, un fornido reportero de lacio pelo negro y aire aventurero,
solía mantener en su oficina del noticiero de televisión 90 Minutos un par de botas
pantaneras, un botiquín de primeros auxilios y unos bluyines limpios, porque en cual-
quier momento debía salir al campo a hacer cubrimientos de orden público, su fuerte.
Ahora no, desde hace dos años para acá, Palta se limita a hacer reportería de escrito-
rio. “Pasamos de hacer trabajo de campo – cuenta –, a periodismo de aire acondicio-
nado”. Y aclara esta denominación explicando que cuando llega a la oficina de los
funcionarios donde, por fuerza, hoy ‘cubre’ el conflicto armado, pide: “doctor, apa-
gue el aire, para que no entre el ruido a la grabadora”.

“Ya no me despeino ni sudo”, se queja, añorando los viejos tiempos en que viajaba
a la montaña y conversaba con comandantes guerrilleros bien estructurados, e incluso
con paramilitares, que le reconocían una investidura de respeto a la profesión del periodis-
ta. Hoy, allá en los campos del conflicto armado, los que se encuentran son bandoleros,
peladitos de 14 años con fusil, acelerados, que no manejan el lenguaje del Derecho
Internacional Humanitario: “Uribe no nos reconoce como un actor –argumentan –, en-
tonces no nos cobija el DIH”.

Para el ejercicio del periodismo en la zona, más grave que esta degradación de
los combatientes, es la aparición, desde hace dos años, de un par de actores violentos
que le han cambiado la cara a la guerra en el Valle del Cauca. Son las bandas de Los
Machos, de Diego Montoya Henao, alias don Diego, y Los Rastrojos, de Wilber
Varela, alias Jabón, agrupaciones armadas al servicio del narcotráfico, cada una de
ochocientos hombres, que se disputan el control del norte del departamento. Sus
crímenes, la contrarreforma agraria que adelantan por la fuerza, su paradero y la

* Este artículo fue elaborado en octubre de 2005.

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CAPÍTULO 2  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI

 Clausura del diplomado en Cali, diciembre 2003.


 Fotografía Medios para la Paz.

cooptación que han hecho de autoridades y de miembros de la fuerza pública, son de


conocimiento callejero, pero nadie se atreve a hablar de ello por miedo.

Desde los municipios del norte, hasta el centro del Valle, el periodismo está
vetado. Mientras los antiguos dueños del negocio de la droga en el cartel de Cali, los
Rodríguez Orejuela, eran más conniventes y mantenían un relativo ‘orden’ de las
acciones violentas, estas nuevas bandas son intimidatorias, no tienen contemplacio-
nes, y en lugar de amenazar, matan, llevándose por delante no sólo a sus víctimas,
sino a quienes compartan con éstas en el momento del ataque.

EL HUECO DE LA ESQUINA

Las desmovilizaciones de los paramilitares y el evidente repliegue de las guerrillas


han hecho disminuir las masacres y las tomas de pueblos. De modo que los hechos de
orden público más sonados tienen que ver con decomisos de cargamentos de droga
y capturas de narcotraficantes. Pero estas detenciones se producen, sobre todo, en
Bogotá y los allanamientos a las casas de la mafia no dejan rastros. Cuando llega la
prensa, no hay armas ni droga ni personas acusadas, de modo que los fotógrafos y
camarógrafos deben resignarse a tomas de fachadas que ‘no venden’ ni son atractivas
para los medios. Como reacción, algunos tratan de hacer montajes de escenas, dando
instrucciones a policía y ejército por el estilo de “hagamos como que se bajan del
helicóptero, pateen la puerta, apúntenme a mí”.

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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

El trabajo de los fotocorresponsales de agencias internacionales tiende a desaparecer – lamenta


Carlos Durán, de Reuters –, no hay nada que mostrar, porque Colombia sÓlo vende muertos. En este
momento, para las agencias, nuestro país está al mismo bajo nivel de interés que África.

Cuando se hacía periodismo de campo, los actores guerrilleros y paramilitares


tenían cara, eran de carne y hueso. Hoy los narcotraficantes no se muestran ni hablan.
Para lograr nombres, imágenes o palabras suyas hay que atenerse a la policía o a los
archivos, de modo que las fuentes oficiales, especialmente las de las fuerzas de segu-
ridad del Estado, se han vuelto indispensables. “Del narcotráfico sólo informamos lo
que diga el comandante”, afirma un reportero. “Los corresponsales del norte del Valle
saben lo que pasa, pero no lo dicen. Por teléfono no hablan, por miedo al monitoreo”,
explica José Luis Valencia, editor encargado de El Tiempo Cali.

El Valle es el reino de la autocensura. La agenda informativa ha sufrido una


gran transformación. En el menú diario de los noticieros son escasos el narcotráfico,
la guerrilla y los paramilitares. “Estamos interesados en el hueco de la esquina
– insiste Miguel Ángel Palta –, ya no nos arriesgamos al trabajo de campo.
Escasamente salimos de día y encaravanados”. Los nuevos temas noticiosos
son los homicidios urbanos, el sistema de transporte MIO, la tala de árboles, las
congestiones del tránsito y los problemas del río Cauca. El único asunto del con-
flicto que merece la mirada de los medios es el acuerdo humanitario, ya que
algunas zonas del departamento han sido propuestas como sede de negociacio-
nes y el gobernador ha liderado este proceso.

El único factor de esta languidez informativa no es la autocensura. A partir de la


crisis económica nacional de finales de los años noventa, y en especial de la irrupción
de los canales privados de televisión por la misma época, los presupuestos de los
medios informativos cayeron drásticamente. Los salarios de los periodistas se
pauperizaron y las facilidades para viajes de cubrimientos se redujeron hasta el drama.
No hay dinero para los viáticos, ni siquiera para la gasolina de los carros. “No hay
plata ni para ir a Palmira o a Jamundí”, afirma María Claudia Home, ex jefe de redac-
ción y presentadora de 90 Minutos.

En vista de que los medios se demoraban dos o tres meses en pagar los salarios
y que el monto de estos se redujo sin misericordia, equipos enteros de profesionales,
con quince o veinte años de experiencia, se vieron obligados a desertar del ejercicio
periodístico directo y emigraron hacia la comunicación organizacional o hacia las
oficinas de prensa estatales. En su remplazo fueron contratados jóvenes recién egresados
de las facultades de comunicación que no han acumulado ni la experiencia ni la
profundidad de aquellos. A tal punto ha bajado el nivel y la calidad, que un medio
implantó, entre sus redactores, una multa simbólica de mil pesos por cada texto mal
escrito. “La región no ha entendido que hay gente que vale”, sintetizó una vivaz
reportera ante la pérdida de las plantas de redacción sólidas.

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CAPÍTULO 2  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI

Estas condiciones laborales precarias han sido el caldo de cultivo del nefasto fenóme-
no de los periodistas ‘mandaderos’ de la mafia. Un día un reportero se sorprende de
recibir una llamada telefónica de un veterano colega, en ocasiones incluso director de un
medio, que nunca antes se había tomado esa confianza, le dice: “Mirá, hubo un golpe y
cayeron cosas de los ‘amigos’. Ellos necesitan que manejés ese temita, que le bajés el
volumen. Ojalá no saqués nombres. Yo te mando después un cariñito”. Los ‘cariñitos’
oscilan entre 200.000 y cinco millones de pesos, según la importancia del medio y del
caso. Los periodistas a sueldo de la mafia son, a veces, reclutados entre quienes cubren la
fuente de orden público y en ocasiones siguen trabajando en los medios. Este trabajo
paralelo de jefes de prensa de ‘los doctores’ utiliza la amistad y el colegaje para ofrecer
dinero a cambio de que se publique o se deje de publicar alguna información. “¿Qué sería
de mí si trabajara en una emisora por cupos? Me torcería”, comentó una periodista
aludiendo al riesgo de caer en la tentación de los mandaderos debido a los sistemas que
degradan los salarios profesionales.

UN PUNTO DE QUIEBRE

Esta cartografía reciente de las circunstancias como se ejerce el periodismo en el


Valle contiene muchos elementos que no existían hace dos años, cuando tuvo lugar el
diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado. De ahí que la evaluación
de esta experiencia académica exigió una recontextualización de cómo los reporteros
participantes en ella deben trabajar hoy. Los periodistas que asistieron durante un
semestre al diplomado consideran, en la actualidad, que esta experiencia fue decisiva
para su desarrollo profesional, que ha modificado en buena medida su práctica, que
los sacudió como comunicadores y como seres humanos. Pero se muestran perplejos
ante las nuevas realidades de la guerra, sienten la necesidad de repensar la profesión
y de ahondar en nuevos temas producto de la dinámica cambiante del conflicto.

Las expresiones de entusiasmo y de agradecimiento por lo aprendido en el diplo-


mado son unánimes. “Las enseñanzas que recibimos fueron contundentes en cada
tema, – afirma Luis Eduardo Calderón, de Tuluá Centro T V – la admiración por las
cosas nuevas fue evidente”. “Hubo reflexiones académicas bien profundas – agrega
Adriana Santacruz, exdirectora de 90 Minutos, hoy en comunicaciones de la Goberna-
ción – y mapas muy ilustrativos. Uno no conocía esas dinámicas de la guerra que van
cambiando con el tiempo”. “El diplomado fue, para mí, un punto de quiebre, – dice
Mónica Ospino, de El País – no fue un punto final sino un punto de partida que me
despertó y me definió otras inquietudes”. ”Me sirvió demasiado, – concluye Juan
Carlos Díaz, de Caracol Radio – fue esencial para conocer la situación de Colombia,
de dónde venimos y a dónde vamos”. “Fue una experiencia maravillosa que marcó el
rumbo de mi profesión – declara María Claudia Home – Sentí que detrás del diploma-
do hay un grupo de profesionales que se han ganado el respeto de la sociedad y que
se pusieron al nivel de uno para restructurar todo”.

47
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Varias rutinas profesionales sufrieron modificaciones a raíz del diplomado.

Yo antes entraba como narrando fútbol, – cuenta Víctor Eliécer Cuero, de Radio Buenaventura –
ahora soy mesurado, me di a la tarea de repensar la noticia, de darle la misma importancia a lo oficial
que a la gente que va a pie, de mantenerme informado sobre contexto nacional e internacional para
hacer comparaciones, de llevar un registro cronológico de los sucesos. Me he vuelto un lector de los
temas nacionales y un conocedor de las diferentes normas. No arranco a dar la noticia ya, sino que
pregunto por qué sucede, es decir, doy pocas primicias y más noticias.

Los reporteros encontraron maneras de darle más contexto a las noticias. En


prensa escrita están utilizando, para ello, los recuadros o las notas adicionales donde
añaden antecedentes a las historias centrales. En medios electrónicos acuden a entre-
vistas con investigadores y expertos en cada materia. Son más avezados en las
contrapreguntas, no les ‘comen entero’ a los ministros, no se dejan meter el dedo en
la boca. Varios han incidido en el cambio y la ampliación de la agenda informativa de
sus medios. Han propuesto y sabido ‘vender’ a sus editores temas que, de otra mane-
ra, se habrían quedado por fuera del espectro. Le han encontrado ángulos nuevos a la
información. Se han esforzado por hallar nuevas formas de narrar. Han cambiado su
visión de las víctimas y las han seguido viendo como personas, como seres humanos
con rostro. Han enriquecido sus libretas de fuentes con los datos de los líderes de la
Acción Comunal de los barrios, de los representantes de organismos como Defensoría
del Pueblo y Procuraduría. Y las han replicado entre los colegas. Han hallado en estas
nuevas fuentes una entusiasta colaboración.

UN ANIMAL QUE TE ARRASTRA

Sin duda los temas que más llamaron la atención del diplomado fueron el de la
historia del conflicto armado y el de los costos de la guerra. “Parece mentira, – comenta
Luis Eduardo Calderón – recibimos información que no teníamos, nosotros que creemos
saberlo todo. La realidad detrás de lo que estamos viviendo”. “Cuando llego frente a un
guerrillero de veinte años en la lucha, no le descargo las cámaras, – confiesa el reportero
gráfico Carlos Durán – pero no por miedo, sino por otra información que ahora tengo”.

El diplomado excitó los deseos de estudio entre los reporteros. Algunos entraron
a hacer otros cursos y especializaciones, otros planean ingresar a posgrados universi-
tarios, la mayoría se aplicó a la capacitación autodidacta. A algunos se les abrieron
horizontes en la escritura de libros. En general se dieron cuenta de que hace falta
capacitarse de manera continua. “La información del diplomado nos sirvió para es-
tructurar buenos libretos”, dice Tatiana Pérez, de Telepacífico y de la radio de la Uni-
versidad del Valle. Varios, que son simultáneamente profesores universitarios de co-
municación, replicaron entre sus alumnos los contenidos de las materias. Otros hicie-
ron formación entre corresponsales de barrio, a partir de los documentos entregados,
los cuales les han servido para mantener frescos los conocimientos.

48
CAPÍTULO 2  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI

No todo ha sido color de rosa, claro está. Adriana Santacruz recuerda la


dificultad que se presentó para pasar, a la práctica, el saldo pedagógico del diplo-
mado, frente a los códigos aprendidos y a las rutinas y errores difíciles de deshacer
entre los periodistas. “Ponerse a probar estilos es dispendioso. – comenta – Se siguen
cometiendo los mismos errores, como si hubiera un animal que te arrastra”. En el
fondo de las conciencias de los periodistas la guerra sigue entendiéndose como los
momentos dramáticos de la confrontación.

El público receptor también carga con unos modos de lectura muy arraigados.
En Tuluá, Luis Eduardo Calderón comenzó a introducir, en sus programas de televi-
sión, mucho contexto tomado del bagaje proporcionado en el diplomado, esperando
llamadas y comentarios de respuesta. Éstos no se presentaron. “Parece que a la gente
no le interesara – analiza – y uno cree que está arando en el desierto. Es como si el
alud informativo del día tras día ahogara estos ejercicios. Creo que de todo esto algo
queda en la cabeza del público, pero no sabemos cuándo vamos a cobrar”.

Al finalizar el diplomado los asistentes se propusieron seguir reuniéndose para


hacer tertulias con expertos y para alimentar el espíritu del mismo. No se logró, no
obstante, ninguna forma de continuidad grupal. La causa parece ser la ausencia de
liderazgo. Durante los seis meses de la actividad, el lazo lo constituyeron las entidades
convocantes, pero cuando éstas dejaron, en manos de los propios periodistas, la
iniciativa, todo se diluyó. Claro que la actividad académica incrementó la camaradería
y estrechó los vínculos profesionales y personales, a escala informal. “No nos reuni-
mos en el papel, pero siempre nos vemos”, sintetizó gráficamente Álvaro Miguel
Mina, de Caracol Radio.

¿Cuáles serían las vías para continuar con un trabajo de capacitación entre los
periodistas del Valle? Varios señalan la necesidad de tomar acciones con los estudian-
tes de comunicación de los últimos años de carrera, para ejercer con ellos una forma-
ción que los prevenga contra aquellas rutinas profesionales perjudiciales que más
adelante van a encontrar en las redacciones. Otros solicitan tratar, en futuras capacita-
ciones, nuevas temáticas que se han puesto a la orden del día, tales como las nuevas
dinámicas sociales frente a la guerra desde lo regional, el narcotráfico y la violencia
urbana, el conflicto en otras regiones del país y en otros países, la autoprotección del
periodista, cómo trabajar en la nueva situación del conflicto y cómo ‘meter goles’
desde el escritorio, la opción del periodismo de análisis frente a la dificultad del traba-
jo de campo.

49
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Prensa y conflicto
armado en Barrancabermeja

CAPÍTULO 3

 En 2005, este agricultor de La India, escapó de los paramilitares en una balsa.


 Fotografía Wilson Lozano.

50
 WILSON LOZANO *
Barrancabermeja soportó quince años el poder ilegal de la guerrilla
y ahora vive bajo el control e infiltración paramilitar.
No obstante, su herencia de luchas sociales le alcanza
para que algunas organizaciones aún promuevan
la autonomía de la población civil.

LA TIERRA PROMETIDA

El último icono revolucionario del Che Guevara, pintado en un muro de las comu-
nas populares, desapareció en el año 2001. Estaba en la calle 60 del barrio Primero de
Mayo, en medio de las imágenes de los difuntos Bernardo Jaramillo, Manuel Cepeda y el
cura Camilo Torres Restrepo, que también fueron borradas bajo el blanco vaivén de una
brocha gorda, seis meses después del ingreso de los paramilitares.

Ahora, a la estampa del Che, sólo se le ve en las camisetas o en las sedes blinda-
das de los sindicalistas de esta ciudad, que pasó del control guerrillero al paramilitar,
en medio de la ejecución de delitos contra la vida y la integridad de la población civil.

Ramiro Vergara**, un vendedor callejero de verduras, relata cómo bajo el calor


infernal de las cuatro de la tarde, se lo llevaron “dos hombres armados”, que lo
abordaron en los alrededores de la plaza Satélite, a una cuadra de la estación de
policía del barrio Las Granjas, al nororiente de Barrancabermeja.

Asegura que lo subieron a un carro Renault 9, color vinotinto y, tirado boca


abajo, con un pie sobre su cabeza lo condujeron hasta un rastrojo por la vía a
Puerto Wilches, allí fue torturado, le hurtaron sus documentos, 150 mil pesos con

*
Periodista y comunicador. Estudió comunicación social con énfasis en periodismo en la Universidad Central de
Bogotá y se especializó en producción de medios audiovisuales. Su experiencia profesional se resume en
dieciocho años de práctica cotidiana del periodismo en Barrancabermeja, Santander y Magdalena medio. Ha
sido corresponsal de radio y televisión en RCN radio, CM& Televisión, NTC y Caracol Noticias. Exalumno del
diplomado en Barrancabermeja (2005). Este artículo fue elaborado en febrero de 2006.

51
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

los que iba a mercar y le dieron 24 horas para irse de la ciudad o si no lo mataban
“por colaborador de la guerrilla”.

A las 10 de la noche lo dejaron en un costado de la carretera.

Al día siguiente, en compañía de su compañera Raquel y de sus cuatro hijos


menores de edad, puso la queja en la Defensoría del Pueblo. Allí recibió ayuda huma-
nitaria para salir de la ‘tierra prometida’, término usado por el alcalde Édgar Cote
Gravino (2004- 2007), para referirse a esta ciudad.

En la noche del 5 de enero del 2006, en una camioneta de la alcaldía,


escoltados por dos policías, se fueron, huyendo, de un poder paralelo al ofi-
cial: el paramilitarismo.

Primero: EL TERROR

En la cruzada contra la guerrilla, el comunismo y la oposición política del Estado,


desde su epicentro en Las Mercedes, San Juan Bosco La Verde y Puerto Boyacá a
comienzos de la década de los ochenta, es larga la lista de hechos delictivos que han
cometido los paramilitares en el Magdalena medio y en territorios limítrofes como el
nordeste antioqueño1.

Con una estrategia de terror avanzaron hasta controlar más de cincuenta cascos
urbanos, incluidos los del sur de Bolívar y sur del Cesar. Barrancabermeja fue el último
municipio en ser copado con presencia paramilitar permanente, con guardias y
patrullajes durante las 24 horas del día. El 22 de diciembre del 2000, se tomaron los
barrios para posicionar su ingreso definitivo.

Desde ese año hasta 2005, según registros de Acción Social (antigua Red de
Solidaridad Social), en esta ciudad han sufrido situación de desplazamiento forzado,
13.720 personas, que equivalen a 3.143 familias2. En este mismo lapso, el Instituto
de Medicina Legal registra 1.448 homicidios, 1.378 de ellos con arma de fuego y 70
con armas blancas o contundentes. En 2005, se presentaron 152 asesinatos.

1
Perpetraron masacres como la de Segovia en Remedios, (Antioquia), el 11 de noviembre de 1988, allí
murieron cincuenta personas. En la Rochela en Simacota (Santander), el 18 de enero de 1989, en donde
fueron asesinados doce funcionarios judiciales. En Puerto Boyacá, el 8 de octubre de 1987, fueron
asesinados doce comerciantes. En Barrancabermeja, el 8 de enero de 1998 y el 16 de mayo de ese año,
donde murieron quince personas y desaparecieron a 25. En San Pablo (sur de Bolívar), el 8 de enero de
1999, en donde asesinaron a catorce pobladores.
2
Uno de los casos más dramáticos fue la desarticulación del tejido social en el corregimiento Ciénaga del
Opón. En 1989 cerca de 350 familias se desplazaron hacia el casco urbano de Barrancabermeja por
amenazas de paramilitares.

52
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

Según el Observatorio de Paz In-


tegral (OPI)3, con cobertura en treinta
municipios del Magdalena medio, los
paramilitares son responsables por lo
menos del 50 por ciento de dichos crí-
menes y otras violaciones a los Dere-
chos Humanos en esta región.

Las víctimas han sido de diver-


so origen pero siempre con la ca-
racterística de pertenecer a secto-
res populares u organizaciones so-
ciales. En el primer semestre del
2002 fue asesinado el instructor de
danzas Diofanol Sierra Vargas, un
año después Esperanza Amaris, in-
tegrante de la Organización Feme-
nina Popular (OFP).

El 3 y 18 de noviembre del
2005, respectivamente, fueron ase-
sinados los integrantes del Polo De-
mocrático, Jairo Cala y Delfín Rafael
Pérez Vides. En la madrugada del 11
de diciembre mataron a Gabriel An-  Jaime Peña muestra la foto de su hijo Yesid, desapare-
tonio Garves Peñuela, conocido cido el 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja.
como el Loco. El 4 de enero de 2006, Fotografía Wilson Lozano.
la Central Unitaria de Trabajadores
(CUT) denunció el crimen de Carlos Arciniegas, militante comunista y sindicalista de
una empresa palmera en el municipio de Puerto Wilches (Santander).

Algunos de los homicidios han sido actos de barbarie. En 2001, en Morales, fue
desmembrado el cuerpo de Alma Rosa Jaramillo integrante del núcleo de pobladores
del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. El 15 de noviembre del 2003
en la vereda la Independencia una joven de nombre Diana Patricia, fue atada de
manos y colgada con una cuerda a un árbol. El 4 de septiembre del 2005, el cuerpo
mutilado del comerciante de maderas Jairo Duarte Quintero fue hallado en un paraje
de la vereda Pozo Nutria en el corregimiento El Centro.

3
Lo integran la Diócesis de Barrancabermeja, el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, la
Defensoría del Pueblo, la Universidad de la Paz y la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos
Humanos (Credhos).

53
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

En 2005, el Cinep y Credhos publicaron un informe sobre la desaparición forza-


da en Barrancabermeja y otros municipios del Magdalena medio4, en el que lograron
documentar con procesos en las fiscalías de Bucaramanga, Barrancabermeja y otras
especializadas, 123 casos de este crimen de lesa humanidad. No obstante, en dicho
documento se menciona la cifra extraoficial de 300 personas desaparecidas desde el
16 de mayo de 19985.

Según la Defensoría Regional del Pueblo, entre 2001 y enero del 2006, ha
recibido 244 quejas por presunta desaparición forzada en el Magdalena medio y
el sur de Bolívar.

La desaparición como práctica sistemática se incrementó desde 2000. Se suma-


ron, a la lista de víctimas, líderes sociales como Édgar Quiroga (desaparecido en Cerro
Azul, sur de Bolívar), vocero del éxodo de 10.000 campesinos a Barrancabermeja, que
huían del acoso paramilitar en 1998.

Técnicos de fútbol infantil como José Armando Garzón, trabajadores oficiales


como Boris Núñez Hernández, vendedores ambulantes, agricultores, estudiantes,
docentes y desempleados. En un hecho reciente, el 23 de enero de 2006, fue víctima
de desaparición forzada el taxista Elkin Flórez Quintero.

A la luz de estos hechos y otros que no se mencionan, nadie puede negar el


control armado, social y político que ha alcanzado el paramilitarismo en poblaciones
y corregimientos del Magdalena medio.

Segundo: EL CONTROL SOCIAL

Tomadas las poblaciones, los ‘paras’ comenzaron a imponer su ley. Dieron a


conocer reglas de comportamiento (Recuadro 1), que deberían regir en adelante la
vida de los ciudadanos.

María, una mujer popular que vive del trabajo doméstico, habitante del sector
nororiental cuenta que “los muchachos (así llamaban a los milicianos de la guerrilla)
pasaron a ser paracos” y la población civil esperó lo peor pues eran sus conocidos y les
“tocaba cumplir sus exigencias”.

4
Barrancabermeja la otra versión, paramilitarismo, control social y desaparición forzada 2000-2003. Cinep y
Credhos. 2005.
5
Un grupo entre treinta y cincuenta paramilitares que portaban armas de largo y corto alcance, algunos de
ellos encapuchados, que se movilizaban en tres camiones, ingresaron a cuatro barrios populares (en uno
se realizaba un bazar), asesinaron a ocho personas y desaparecieron forzosamente a otras 25.

54
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

RECUADRO 1 NORMAS DE CONVIVENCIA

Normas de convivencia
autodefensas y población civil*
(El incumplimiento de cada uno de los puntos especificados acarreará la respectiva sanción)

1. Horario para lo menores de edad 6. Juegos de azar


De 6 A. M. a 9 P. M. Lunes a viernes Participación de los miembros en servicio de
De 6 A. M. a 10 P. M. Sábados y domingos. las AUC en cualquier tipo de juego o espectá-
Sanción: Detención durante 12 horas al me- culo que desprestigie al buen nombre de la
nor que infrinja la norma, luego de las cuales organización.
será entregado a sus padres y/o familiares. Sanción: Disciplinaria al infractor y multa de qui-
nientos mil pesos al establecimiento implicado.
2. Horario para los establecimientos públicos
De 6 A. M. a 11 P. M. Lunes a viernes 7. Desarme de la población civil
De 6 A. M. a 2 A. M. Sábados y domingos Se prohíbe el porte de cualquier tipo de ar-
Sanción: Multa de Quinientos mil pesos/Cierre mas sin autorización previa de las AUC.
temporal del establecimiento/Cierre permanen- Aquellas personas que estén debidamente
te del establecimiento. autorizadas, perderán ese derecho en el caso
de que ingieran bebidas alcohólicas.
3. Venta de licores Sanción: Decomiso del arma y detención del
Distribución y venta de bebidas alcohólicas a infractor/Expulsión de la zona.
personal en servicio de las AUC
Sanción: Multa de Quinientos mil pesos/Cierre 8. Prendas de uso privativo
temporal del establecimiento/Cierre permanen- Se prohíbe el uso de prendas y/o accesorios
te del establecimiento. similares por parte de la población civil.
Sanción: Decomiso de las prendas y detención
4. Escándalos en la vía pública del infractor/Expulsión de la zona.
En el caso de riñas entre civiles se procederá
al decomiso de las armas. En el caso de riñas 9. Mantenimiento de fachadas
entre miembros de las AUC, entrará en rigor Hace referencia a la buena presentación de las
el estamento disciplinario interno. casas y sus alrededores.
Sanción: En el primero de los casos, los civi- Sanción: Trabajos para el beneficio de la co-
les involucrados realizarán trabajos asigna- munidad tales como limpieza de las vías pú-
dos por las AUC. blicas, mantenimiento de las mismas,
arborización y otros.
5. Relaciones con la población civil
Falta de respeto o maltrato por parte de la 10. Recolección de basuras
población civil hacia personal de las AUC. Cada casa deberá tener su respectiva caneca
Abuso de autoridad o maltrato por parte de roja y hacer uso adecuado de las mismas.
personal de las AUC hacia la población civil. Sanción: Multa de cien mil pesos/Trabajos para
Sanción: Se someterá a estudio disciplinario el beneficio de la comunidad.
por parte del comando central y acarreará
la expulsión de la zona/Sanción ejemplar por 11. Limpieza de fincas y potreros
parte del comando central y destitución de Las fincas que tengan límites con vías de co-
la organización. municación deberán mantener sus orillas lim-

Continúa

55
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

RECUADRO 1 CONTINUACIÓN

pias, de tal forma que faciliten la visibilidad. por parte del personal en servicio de las AUC.
Sanción: Multa de quinientos mil pesos/Deco- Sanción: Amonestación disciplinaria para el co-
miso del terreno y su posterior donación a los mandante del personal infractor/Amonesta-
pobladores de la región de escasos recursos. ción disciplinaria para los infractores.

12. Manutención de animales 15. Hospedaje y sitios de vivienda para los


Todo animal doméstico deberá permanecer en miembros de las AUC
en los predios de su propietario y bajo las me- Este punto hace referencia a la utilización de
didas de higiene apropiadas. establecimientos civiles y/o privados, para ser
Sanción: Multa de doscientos mils pesos/De- utilizados por miembros en servicio de las AUC,
comiso de animales. como dormitorios o sitios para acampar.
Sanción: Amonestación disciplinaria para el co-
13. Estudio obligatorio mandante del personal infractor/Amonesta-
Reglamentado para los menores cuyas edades ción disciplinaria para los infractores.
estén entre los 4 y los 17 años. Este control se
llevará a cabo mediante la exigencia del res- 16. Respeto a la propiedad privada
pectivo carné de estudiante. Hace referencia al hurto, en cualquiera de sus
Sanción: Llamado de atención a sus padres y san- modalidades, ya sea de animales o enseres,
ciones disciplinarias por parte del comando central. por parte de miembros de las AUC o civiles.
Sanción: Amonestación disciplinaria para los
14. Uso de vehículos oficiales o de entidades infractores/Amonestación disciplinaria para el
privadas comandante del personal infractor.
Se prohíbe rotundamente el uso de vehículos
con emblemas de entidades oficiales o privadas

* Las normas de convivencia fueron impuestas y dadas a conocer luego del ingreso paramilitar de
diciembre de 2000. Este texto circuló en diversos barrios de Barrancabermeja y luego apareció
pegado en las paredes de las salas de juego de computador. Hay documentos de organizaciones
defensoras de derechos humanos, de la Defensoría del Pueblo y de la prensa que hacen referen-
cia a dichas normas.

Ella asegura que “cuando fue el tiempo de la guerrilla también había control en
los barrios. Amenazaban a los que iban a la policía, a las inspecciones, a los batallo-
nes, a los que hablaban con militares”. Recuerda que de noche se robaban los carros
cargados con electrodomésticos, motos, coca cola, carne y les entregaban a los que
eran conocidos suyos, les ayudaban. Intervenían en la vida privada de las parejas, en
problemas y les advertían que se arreglaran o los mataban.

Algunos pobladores afirman que cuando llegaron las autodefensas cambió


un poco. “A los que colaboraban con la guerrilla los hicieron ir de Barranca y a
otros los mataron. Recién llegaron hubo un control sobre todo. Seguían a la gente
a ver dónde trabajaba”.

Ordenaron limpiar las paredes donde hubiese pintas de la guerrilla y exigieron


borrar el icono del Che Guevara de la fachada de la Universidad de la Paz y de la

56
 En 2001, Vanguardia Liberal publicó esta imagen captada en el barrio Arenal de Barrancabermeja. Las
menores de edad fueron castigadas.
Fotografía José David Martínez.

calle 60, en el barrio Primero de Mayo. La palabras compañero y “sapo” (infor-


mante de la policía o ejército) fueron eliminadas de la jerga popular y en su lugar
comenzaron a usarse “mi viejo” y “torcido” (no hace lo que los ‘paras’ dicen).

Los paramilitares raparon las cabezas de varias jovencitas por desobedecer las
normas de convivencia impuestas. Fueron acusadas de robos o incumplir los horarios
permitidos para la movilización nocturna. En 2004, le cortaron una parte de cabello y
quemaron con agua caliente las piernas de una integrante de una organización no
gubernamental que presentaba un programa institucional de televisión, dedicado a la
defensa de los derechos humanos.

Persiguieron a los homosexuales, las prostitutas y los vendedores de drogas


ilegales “y así se apoderaron de los mercados del bajo mundo”, dice Sandra, una
trabajadora sexual.

En una calle cualquiera de un barrio periférico no era raro encontrarse con jóvenes
“tirando machete, barriendo calles, algunas veces en ropa interior con letreros colgando
de su cuello que los señalaban como ladrones o viciosos”, cuenta Laura**, habitante del
barrio Boston. Aunque estas humillaciones han disminuido aún se presentan casos.

57
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Los habitantes denuncian, bajo reserva de identidad, que los ‘paras’ formaron
grupos de celaduría que cuidan de a cuatro, cinco y seis barrios en moto, con armas
y equipos de comunicación. Cuentan que,

Hicieron una reunión hace dos años y dijeron que los negocios pagaban tres mil pesos, cada
ochos días, y las casas dos mil pesos semanales. Eso se paga todavía. Ellos dan un recibito. Los
‘paras’ dijeron que si no pagaban la celaduría no respondían por los robos.

Sobre la acción de las autoridades contra los delincuentes, el comandante del


departamento de la policía del Magdalena Medio, coronel Óscar Torres, afirma que
más de ochenta presuntos miembros de las autodefensas fueron capturados en 2005
y puestos a órdenes de la Fiscalía regional.

Pero el control social no se limita a los castigos por infringir las “normas de conviven-
cia”, también tienen informantes trabajando como taxistas y mototaxistas, incluso “algu-
nos de ellos llevan a comerciantes y otras personas hasta la Meseta de San Rafael para los
arreglos económicos con los jefes paras”, asegura un transportador.

Otras presiones se han dirigido hacia los pescadores de la región. Artemio, un


viejo de 60 años dice, con el ceño fruncido, que desde abril de 2005, “son los paracos
los que dicen cómo debemos pescar”.

Los medios de comunicación y periodistas tampoco han sido exentos del con-
trol. Álvaro Pérez Vides, político y director del canal comunitario Telepetróleo, herma-
no del difunto Delfín Pérez, contó que ha sido “objeto de seguimientos, agresiones
armadas en su propia casa y amenazas por parte de paramilitares”.

Este caso fue tratado en un consejo de seguridad el 28 de diciembre de 2005, en


las instalaciones del Comando Operativo de la Policía del Magdalena medio.

Pérez Vides considera que el problema de fondo es el canal comunitario de


Televisión – Telepetróleo –, por el cual dice le han hecho ofertas ilegales.

A nombre de ellos hablaron, y demostrar si son voceros o representantes oficiales no lo puedo


garantizar. Después recibí mensajes indirectos, efectivamente para decir que estaban interesa-
dos, incluso uno de esos mensajes fue de un periodista y después por medio de una compañera
de trabajo que fue abordada y le dijeron lo mismo, que sabían de nuestros problemas económi-
cos, que ellos tenían la plata y estaban interesados en comprar esto. El monto de la oferta ha
oscilado más o menos en 500 millones de pesos.

El 17 de enero de 2006, el director del semanario La Tarde, Diro César González,


salió huyendo de la ciudad ante las amenazas de dos presuntos paramilitares que
llegaron a buscarlo a su casa, según denuncia del periodista ante la Fundación para la
Libertad de Prensa (Flip).

58
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

Tercero: EL CONTROL ECONÓMICO


En veinte años, los paramilitares han logrado controlar la mayor parte del territorio
de la región. La concentración de la propiedad de la tierra, agravada por el narcotráfico
y la ocupación del 78 por ciento para la ganadería extensiva, es una preocupación que
expresa Francisco de Roux S.J., director del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena
Medio, quien explica lo difícil que ha sido comprar parcelas para adelantar proyectos
productivos para pequeños propietarios.

En San Pablo el proyecto de palma campesina, que se desarrolla con la Asociación de Palmicultores de
San Pablo (Apalsa) y en Simití, en los entornos de San Blas, incluso el coordinador del proyecto allí, el
señor Beta fue asesinado por las autodefensas en Monterrey el 28 de diciembre del 2004, un hombre
absolutamente pobre. Eso se hizo (el proyecto) como una marca de la determinación del Programa
de no permitir que las autodefensas avanzaran comprando las tierras de los campesinos.

El sacerdote afirma que, ”no podemos desarrollar fincas campesinas si los


campesinos no tienen tierra, el otro día se lo dijimos al presidente Uribe, por los
medios de comunicación“.

En cuanto al control económico ilegal, la policía y voceros de los gremios


revelan que las autodefensas tienen tres fuentes de financiación: el narcotráfico,
el hurto de combustibles y las ‘vacunas’ a comerciantes, transportadores terres-
tres y fluviales, a los contratistas del municipio y de Ecopetrol, a los mineros del
nordeste antioqueño y la serranía de San Lucas (allí se produce 40 por ciento de la
explotación nacional de oro).

Sobre los cultivos ilícitos en la zona, la Dirección Nacional Antinarcóticos, en


un informe del 2003, considera que hay alrededor de 6.000 hectáreas sembradas
con hoja de coca en el sur de Bolívar y municipios del Magdalena medio
santandereano y antioqueño.

En la investigación Cultivos de uso ilícito en el sur de Bolívar, financiada por el


Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), publicada en abril de
2005, se menciona cómo el Bloque Central Bolívar logró controlar:

Recursos de poder político y económico fundamentales. La base de coca es procesada en


laboratorios de su propiedad, localizados en otras zonas del Magdalena medio (Cimitarra,
San Rafael de Lebrija, Puerto Berrío) y el clorhidrato es transportado a lugares estratégicos
de donde es exportado.

El coronel Jorge Enrique Murillo, comandante del Cuerpo Élite de Hidrocarburos


de la Policía (Celhi), dice que los costos del procesamiento de la coca han bajado,
debido a que 80% de la gasolina hurtada a Ecopetrol, en el Magdalena Medio, está
destinada al narcotráfico, “ahora no compran los insumos, se los roban” explica.

59
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Un empresario que pidió el anonimato, asegura que en la región además están


“lavando dineros ilegales”, hecho sobre el que no hay datos oficiales.

La otra fuente de financiación importante para los paramilitares, es el hurto de


hidrocarburos6. En esta zona de Colombia se registra más del 50 por ciento del robo
total de gasolina corriente para avión y ACPM. Según cifras de Ecopetrol, en 2005 se
estimaron pérdidas por 30 millones de dólares (equivalente a 1.600 barriles), a pesar
de la disminución del delito, desde 2002, cuando se perdieron alrededor de 102
millones de dólares (7.560 barriles).

La cadena del hurto de combustibles es controlada en su totalidad por los


paramilitares. Estela, una mujer dedicada a la venta del combustible ilegal (cartelera),
cuenta que:

Ellos deciden dónde se rompe el tubo para hacer el enchimbre (lugar de venta y extracción).
Hasta allí llegan los pimpineros (venden galones o pimpinas) que están en las listas, son 30 ó 40
personas a las que les fían y por la noche les cobran.

Un fiscal adjunto a la policía de hidrocarburos sospecha que hay personal de


Ecopetrol vinculado a este ilícito. Como indicio, cita la detención en 2005, en
Sabana de Torres (Santander), del coordinador de seguridad al servicio de la petro-
lera, ex suboficial del ejército Hernán Leguizamón Carranza, con orden de captura
por hurto de hidrocarburos y concierto para delinquir. El funcionario revela que
las pruebas para su captura fueron recolectadas por informaciones de inteligencia
e interceptaciones telefónicas.

Los ciudadanos canadienses Pierre Shantiz y Stward Uriesinga, voluntarios de la


ONG Equipos Cristianos de Acción por la Paz (Ecap)7, publicaron en su sitio web
www.cpt.org, el relato de un encuentro en mayo de 2005, entre autodefensas del
Bloque Central Bolívar y miembros del batallón Plan Energético Número 7 (creado
para cuidar la infraestructura petrolera del Magdalena medio).

Dos de sus voluntarios presenciaron el cruce de palabras, recuerdan los ex-


tranjeros, “durante unos tres minutos, por parte de paramilitares que llevaban
decenas de canoas cargadas con canecas llenas de gasolina robada y unos treinta

6
Según el Cuerpo Élite de Hidrocarburos de la Policía, cuatro frentes (seiscientos hombres) del Bloque
Central Bolívar de las autodefensas, se repartían el control sobre cinco líneas de los poliductos Galán
– Sebastapol y Galán – Bucaramanga (Chimita), que tienen su origen en la refinería de Barrancabermeja.
Esta información fue facilitada antes de la desmovilización de ese grupo.
7
Llegó a Colombia en 2001 para acompañar a una comunidad retornada (regresa de una situación de
desplazamiento forzado), en el corregimiento de Ciénaga del Opón de Barrancabermeja.

60
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

soldados”. Este hecho fue puesto en conocimiento de las autoridades militares y


de la comunidad internacional, por parte de Ecap. “Está siendo investigado”,
según explica el coronel Samuel Ríos, comandante de esa unidad militar.

El coronel Murillo (policía de Hidrocarburos) y un fiscal coinciden en una


apreciación: en su concepto la desmovilización no acaba el hurto de combustibles
pues: “los carteles de gasolina no se van a desmovilizar”.

La tercera fuente de financiación de los ‘paras’ son las ‘vacunas’. Un empresario


de Barrancabermeja acepta que ‘vacunan’ a los contratistas del municipio y de
Ecopetrol.

La vacuna, de alguna manera, es focalizada, es selectiva, en cambio con la guerrilla se volvió


indiscriminada, desde el tendero, o el muchacho que trabajaba de ambulante también tenían
que pagar. Hoy se vive pero las condiciones son diferentes.

Según el empresario, le cobran a los contratistas locales, nacionales y las


multinacionales.

Las tasas para contratos de más de 100 millones de pesos están entre 5, 7 y 8 por ciento, esas son las
tablas de negociación, es una negociación que es triste reconocerlo, común y corriente, usted va,
negocia y le dan plazo… se ve como si fuera algo normal pero la gente no lo va a decir, lo desmiente.

Para el gerente de la refinería de Ecopetrol en Barrancabermeja, ingeniero


Jorge Lozano, ‘la vacuna’ no está probada para los contratistas de la estatal petro-
lera. Asegura que el margen de ganancia que les está quedando es mínimo, “pri-
mero, en el último año, no hay ninguna queja de contratistas por ese hecho y,
segundo, lo que les queda no les alcanza para pagarle vacuna a nadie porque
apenas queda su utilidad”.

Otra cosa piensa el presidente de la Unión Sindical Obrera (USO) Jorge Gamboa,
quien afirma que los trabajadores expresan “que tienen que llevar un aporte a la
Meseta de San Rafael, aunque no tenemos una denuncia concreta porque a la gente
le da miedo perder la vida. Si declaran hay temor de que los maten”.

Comerciantes y empresarios del transporte consultados aceptan el pago de


‘vacunas’ pero aclaran que “los paras dejan trabajar”. En ese sentido, el empresa-
rio consultado explica que

La diferencia es que la guerrilla, a donde llega, destruye el aparato productivo y comercial para
que las condiciones sociales sean totalmente aberrantes y exista inconformidad; cuando llegan
las autodefensas le dan facilidad al aparato productivo... porque si está bien el empresario, ellos
tienen posibilidad de solventarse.

61
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Cuarto: EL CONTROL POLÍTICO

El sacerdote De Roux, expresa una preocupación sobre la presencia paramilitar en


la región: “la capacidad con la que inciden sobre las instituciones, la vulnerabilidad
del Estado de derecho por ese tipo de presencias”.

Los hechos parecen confirmarlo. En agosto de 2005, días antes que el gobierno
se pronunciara sobre el impedimento del ejercicio político de las AUC, mientras no
cumplieran los términos de la ley de justicia y paz, Báez se reunió con alcaldes de la
zona, en el concejo municipal de Puerto Boyacá. Trascendió que en esa oportunidad
les sugirió las peticiones que deberían hacerle al gobierno nacional para garantizar la
seguridad ante la desmovilización de las autodefensas.

En dichos municipios y otros como Puerto Triunfo, Cimitarra, Puerto Parra, Saba-
na de Torres, debe tenerse en cuenta que el concepto autodefensa obedece a un
pensamiento que aglutina a algunos empresarios, comerciantes, ganaderos, políticos,
militares y policías, “porque esas zonas hacen parte de la cultura de autodefensa de
Puerto Boyacá”, explica un funcionario de Puerto Berrío (Antioquia), que pidió no ser
identificado por razones de seguridad.

Orlando** un poblador de la zona afirma que en esas tierras “no se mueve nada sin
permiso de las autodefensas”. Otros casos recientes demuestran la evidente relación
política – paramilitarismo en el Magdalena Medio. En Barrancabermeja, la captura de
la exfiscal y expersonera de Sabana de Torres, Miriam Rojas Osorio, en octubre de
2005, acusada de tener nexos con el Bloque Central Bolívar, por parte del Departamento
Administrativo de Seguridad (DAS).

Y en La Dorada, revela el periódico El Tiempo el 3 de febrero de 2006, directivos


de Coca Cola acusaron a la concejal Maribel Galvis por tratar de extorsionarlos. “Se-
gún las autoridades fue a reuniones en que los ‘paras’ exigieron a funcionarios de la
empresa una ‘vacuna’ anual de 10 millones de pesos”, informa el diario.

Pese al control paramilitar, otros territorios como el de Santa Rosa, en el sur


de Bolívar han alcanzado en algún grado la autonomía para tomar decisiones
administrativas, debido a su postura de no ceder sus derechos frente a los grupos
armados ilegales8.

Funcionarios consultados dicen que en San Pablo (en el sur de Bolívar), Yondó
(Antioquia), Puerto Wilches y San Vicente (Santander), se someten a la corrupción a través

8
Desde la década de los ochenta, los pobladores de Santa Rosa han protagonizado levantamientos contra
los secuestros de la guerrilla y los crímenes de las autodefensas.

62
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

del pago de la ‘vacuna’, sobre los contratos públicos. De esta manera tratan de adminis-
trar las finanzas municipales sin ser objeto de amenazas o intimidaciones.

CONTRA LA PARED

El puerto petrolero no escapa a esta presión. Un manto de dudas se cier-


ne sobre varios funcionarios públicos, incluidos los últimos tres alcaldes que,
en concepto de Francisco Campos, de la Corporación Nación “han dejado un
vacío de gobernabilidad”.

En el segundo periodo de gobierno, el alcalde Elkin David Bueno Altahona


(1998 – 2000), no terminó debido a una investigación de carácter disciplinario.
Afrontó como mandatario el 16 de mayo de 1998, la desaparición de 25 personas
y el homicidio de otras 8, en lo que califican defensores de derechos humanos “la
puerta de entrada” de los paramilitares.

El 1 de enero de 2001, con las autodefensas aún tomando control de los barrios
populares, se posesionó como alcalde Julio César Ardila Torres. Su administración es
recordada por la muerte del locutor Emeterio Rivas y cuatro jóvenes que le acompaña-
ban en la noche del 6 de abril de 2003, a manos de paramilitares al mando de
Wolman Said Sepúlveda, detenido también por las autoridades.

Ardila, y los secretarios de Hacienda, Juan Pablo Ariza, de Gobierno Abelardo Rueda
Tobón y de Obras Públicas Fabio, Pajón, fueron cobijados con una medida de asegura-
miento. Varios meses después recobraron una libertad condicionada.

Después de tres aspiraciones fallidas, el 1 de enero del 2004, en la cancha de


fútbol del barrio Primero de Mayo, se posesionó como alcalde de Barrancabermeja, el
arquitecto Édgar Cote Gravino, que para participar en las elecciones, tuvo el aval del
Polo Democrático Independiente.

El 30 de marzo de 2005, casi un año después, Cote renunció al Polo, precisamente


días antes que este partido político “hiciera oficial su expulsión por presuntos vínculos con
grupos paramilitares”, afirma el vocero regional de este grupo, Arturo Moncada.

Pero fue el comandante paramilitar alias don Berna el que “prendió el ventilador”
con sus declaraciones el 2 de mayo de 2004, en una entrevista en el periódico El
Espectador: “Hay ciudades donde tenemos influencia, como en Medellín o Barranca-
bermeja. Es el temor de muchos políticos, porque les estamos quitando espacio”.

Según Jorge Gómez Lizarazo, Defensor Regional del Pueblo, Cote tiene un proceso
en la Fiscalía Delegada para los Derechos Humanos, “varios fiscales llegaron hasta Ba-

63
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

rrancabermeja para escuchar asesores y funcionarios”. Interrogados sobre los posibles


vínculos de la alcaldía con los ‘paras’, tres de los ocho asesores en campaña9 del entonces
candidato Cote, coinciden en que “algo pasó” porque de un momento a otro, ingresaron
personas lejanas ideológicamente a la propuesta inicial que “era democrática”.

Se refieren al concejal Daniel Patiño, por ejemplo, que siempre ha sido cataloga-
do como “de derecha”. Sin embargo, este funcionario se defiende y explica que
“cuando estaba la guerrilla en la ciudad todos eran señalados como guerrilleros y
ahora como paramilitares”.

Sobre Patiño y un diputado, un exasesor de Cote especula en las calles que una
semana antes de las elecciones del 2003, “llevaron varias cajas de zapatos llenas de
dinero de las AUC, a la casa de doña Helena, la mamá del candidato”. El concejal
sonríe antes de responder con un rotundo no a este comentario y agrega que todavía
debe dinero de su propia campaña.

Samuel Larios, tesorero de la campaña Cote, asegura que aún tiene la conta-
bilidad guardada.

Puedo demostrar de quién recibí plata. Las cajas no las vi nunca y si existieron no puedo
decir absolutamente nada de lo cual no tengo certeza, manejé 80 millones de pesos, no
puedo responder por nada más, no se quién más recibía dinero, precisa.

Larios no duda en definir al alcalde como un demócrata, pero advierte que “no
quisiera estar en los zapatos de Édgar”. Advierte que

Son muy poderosos los comentarios que se tejen alrededor del poder de presión que ejerce el
paramilitarismo en Barranca y me imagino que a un alcalde lo pondrán contra la pared aquí y no
creo que sea él la excepción.

Entre los asesores de campaña, uno afirma haber escuchado sobre una reunión
en las afueras de Bucaramanga, entre el candidato Cote y la cúpula del Bloque Central
Bolívar. Hecho que niegan otros dos asesores, “si eso pasó fueron decisiones del
candidato”, dicen.

Uno de los hechos que más llama la atención en lo que va corrido de la adminis-
tración Cote, es la vinculación a la Asociación de Municipios Amigos de la Paz (Amipaz),
realizada a través de un proyecto de acuerdo aprobado en el concejo municipal el 31
de diciembre de 2004.

9
Según lo confirmaron tres de ellos, fueron ocho asesores: Samuel Larios, Maribel Benítez, Álvaro Pérez,
Jorge Toloza, Isaac Jiménez, Ernesto Bedoya, Marta Mina y Néstor Riaño.

64
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

La concejal Claudia Andrade no lo aprobó porque desconocía los motivos del


alcalde para insistir con ese proyecto.

Lo que conocía, a titulo personal, es que era algo que había salido como iniciativa de Santa Fe de
Ralito, era un proyecto que debió dársele mayor debate, que debió consultarse con el Alto
Comisionado, con el Vicepresidente, con la población de Barranca y que el mismo alcalde debió
explicar más en qué consistía. La verdad -dice- es que no conozco, hasta ahora, cuáles son los
beneficios de Amipaz. Todo quedó en la nebulosa.

En otro hecho que genera dudas, en 2004 el periodista Alfredo Serrano Zabala se
fue de esta ciudad amenazado, después de obtener una supuesta grabación en video
de un jefe paramilitar en Santa Fe de Ralito, en donde, al parecer, se asegura que “la
alcaldía de Barrancabermeja es de él porque la compró”. Serrano mostró la grabación
a varias personas en la ciudad, luego declaró en la Fiscalía General en Bogotá y por
último se exilió.

El alcalde Édgar Cote Gravino, no accedió a realizar una entrevista, a pesar que
fue solicitada en cinco oportunidades. Personalmente, le informé que el fin era escu-
char su opinión sobre la infiltración y control paramilitar en la ciudad.

 Desde 2000, un periodista ha muerto y cuatro se han desplazado de la ciudad amenazados por paramilitares.
 Fotografía Wilson Lozano.

65
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

RESISTENCIA Y DEMOCRACIA

Barrancabermeja es cuna de las luchas sociales. Primero, entre 1920 y 1951,


fueron los movimientos de los obreros petroleros, ante la explotación de la multina-
cional norteamericana Tropical Oil Company. En 1924, nació la Sociedad Unión Obre-
ra, antecedente de la Unión Sindical Obrera (USO), que con su huelga de 1948 logra
nacionalizar la industria petrolera.

A mediados de los setenta, se realizaron los paros por los servicios públicos en
particular por el derecho al agua. En 1987, ante el asesinato de la estudiante Sandra
Rondón Pinto, como consecuencia del atentado al líder de la Unión Patriótica César
Martínez Blanco, se llevó a cabo el primer paro por la vida en Colombia.

A lo largo de treinta años surgieron organizaciones sociales y no gubernamenta-


les, encargadas de promover la defensa de los derechos humanos. Algunos ejemplos
son las comunidades eclesiales de base, la Pastoral Social de la Iglesia Católica, la
Organización Femenina Popular (OFP), la Corporación Regional para la Defensa de los
Derechos Humanos (Credhos), los sindicatos de obreros, educadores, transportado-
res, las asociaciones campesinas y mineras, el Programa de Desarrollo y Paz y el
Laboratorio de Paz, entre otras.

Monseñor Jaime Prieto Amaya, Obispo de Barrancabermeja, asegura que con el


terror “lo que se ha diezmado es la capacidad organizativa”. Sin embargo, para denunciar
los crímenes y las agresiones paramilitares, dice Yolanda Becerra Vega, directora de la
Organización Femenina Popular, las ONG y la Iglesia, logró establecer “una mesa intersectorial
de diálogo con el gobierno nacional y la comunidad internacional”.

Becerra Vega confiesa que, desde 2004, hay un desgaste de las organizaciones
sociales y una especie de resistencia muda por parte de la comunidad. Resalta que
“las mujeres no comparten lo que está pasando pero sus voces están silenciadas”.

Según Alirio Rueda, presidente de Credhos, “Barranca está dominada pero eso
no significa que no siga resistiendo”. Recuerda que:

Con amenazas y homicidios, los paramilitares extinguieron a tres sindicatos, -Unimotor- gremio
de taxistas, el de temporales de Ecopetrol y el de trabajadores del Seguro Social. Agrega que
también se desintegraron entidades como la Asociación de Familiares de Detenidos Desapareci-
dos (Asfades).

En este contexto de violencia política, el 22 de abril de 2004 la USO inició


una huelga que duró sesenta días, la última en 27 años, “para defender la indus-
tria petrolera nacional”, afirma el presidente del sindicato Jorge Gamboa.

66
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

En noviembre de 2005, el Espacio de trabajadores y trabajadoras de derechos


humanos se reunió para denunciar “una supuesta lista negra de amenazas contra la
Asociación de Desplazados del Municipio de Barrancabermeja (Asodesamuba), la OFP,
la USO, Credhos y la Asociación Campesina del Valle del río Cimitarra”, declara Fran-
cisco Campos, uno de los presuntos afectados.

A pesar de las amenazas, los opositores del Estado que aún sobreviven, lo hacen
con esquemas de seguridad que van, desde sedes y autos blindados, hasta escoltas y
el uso de armas de defensa personal.

Los líderes y representantes sociales vigentes también han acudido a la solidari-


dad internacional de organizaciones que hacen las veces de “escudos humanos” como
las Brigadas Internacionales de Paz, los Equipos Cristianos de Acción por la Paz, la Red
de Hermandad y el Observatorio Internacional de Paz (IPO). Con ellos conviven la
mayor parte de las 24 horas de cada día.

El sacerdote De Roux está convencido que

De no haber vivido todos un proceso de este tamaño, Barrancabermeja sería como Urabá o
Puerto Boyacá. Un mundo totalmente dominado por el paramilitarismo…la gente aquí no se
dejó, creo que hay un orgullo ciudadano, una determinación de autonomía10.

El padre considera que de los 800.000 habitantes del Magdalena medio “habrá
50.000 que se meten, en serio, a tratar de solucionar esto. El resto no se interesa o se
somete a presiones armadas o a la extorsión”.

En la región, el proceso de desmovilización de los paramilitares despierta reac-


ciones contradictorias. Para el presidente del concejo municipal de Barrancabermeja,
Óscar Iván Vásquez, en la medida en “que se den garantías de participación, de
expresión y de toma de decisiones, esto puede ir cambiando, un proceso lento pero
muy bien dirigido. El problema nuestro es de exclusión”, afirma.

Monseñor Prieto Amaya es crítico de ese proceso de paz, en el marco de las


elecciones para Congreso y Presidencia de la República. El prelado tiene un plan-
teamiento: “O el país se paramilitariza o sale adelante en una verdadera contienda
democrática”.

10
El Laboratorio de Paz promueve más de cincuenta proyectos económicos, de defensa de los dere-
chos humanos, de salud y organización. Entre éstos, catorce espacios humanitarios en sitios críticos en
el Magdalena medio, la cordillera de San Lucas en la parte alta, las zonas de Tiquisio, Micoahumado,
de reserva campesina de Morales y Arenal, la alta de Aguachica y la Gloria en la serranía del Perijá y del
cerro de armas en el Opón, Ciénaga del Opón y las comunas populares de Barrancabermeja.

67
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

En ese mismo sentido, el Defensor Regional del Pueblo, Jorge Gómez Lizarazo,
llama la atención sobre el hecho de que “los paramilitares no desarticularon sus es-
tructuras económicas ilegales, ni sus bases políticas clandestinas”.

En Barrancabermeja, el 10 de febrero de 2006, el presidente Álvaro Uribe Vélez,


presidió un consejo de seguridad en el batallón Nueva Granada. Allí, alcaldes, gana-
deros y palmicultores de la región, revelaron sus temores por los movimientos de la
guerrilla ante la desmovilización paramilitar.

Cristóbal Vanegas y Pastor García, alcaldes de San Pablo y Santa Rosa, respectiva-
mente, denunciaron la reactivación de secuestros en sus municipios, mientras un
vocero de los ganaderos de Rionegro y Sabana de Torres, pidió que les permitieran
“armarse para defenderse”.

Al tiempo, delegados de empresas privadas del Magdalena medio antioqueño


pidieron, a las autoridades militares y de policía mayor control sobre las vías, porque
según ellos “puede ser que algunos paramilitares estén asaltando sus camiones”.

No obstante, las desmovilizaciones de las autodefensas, bajo cualquier lupa, el


panorama de Barrancabermeja y la región del Magdalena medio, no es claro. De
todas formas, la población civil sigue siendo víctima del conflicto político y armado,
como lo demuestra el desplazamiento forzado de Ramiro Vergara, el vendedor de
verduras, que con su familia, dos costales y una maleta, se marchó de la “tierra
prometida”, para proteger su vida.

**
Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.

68
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

BITÁCORA * EL MEJOR OFICIO DEL MUNDO

El profesor Antanas Mockus, en una alusión a la indiferencia y a la complicidad, dijo el


19 de enero de 2006, en el hotel Cacique de Barrancabermeja, que muchos de nosotros
podíamos tener un pedacito infiltrado por los ‘paras’. Tema tan evidente, que asusta a la hora
de escribir. Hay pruebas nefastas de lo que puede suceder a los grupos sociales que promue-
ven y ejecutan la violencia política cuando se “pisan cayos”. De izquierda o de derecha.

Sin embargo, siempre habrá un periodista para defender el sano ejercicio de su oficio,
así sea para ganarse un problema y una baja remuneración. En este sentido ante la posibilidad
de hacer o no hacer, estar o no estar, los periodistas de oficio y no por negocio, preferimos
estar. Cada reportaje es un reto aunque a veces sólo parezca rutina diaria.

El texto “La tierra prometida”, es el resultado de una decisión enmarcada en ese


pensamiento, que se ha concretado en la práctica cotidiana durante dieciocho años en el
Magdalena medio. Así como enseña Publio Ovidio Marón en su libro Arte de amar, al
referirse a alcanzar la felicidad en compañía femenina, cuando asegura que todas las
mujeres pueden ser enamoradas, en el periodismo podríamos afirmar que todos los
reportajes pueden ser escritos.

Con mayor conciencia aún después de haber hecho parte del diplomado Periodismo
responsable en el conflicto armado, que contó con la orientación de reconocidos maestros
del oficio. Una de las reafirmaciones de vida que hicimos durante el curso fue la de no callar
como lo hacen, obligadas por el miedo las víctimas de la guerra en nuestro país.

En ese propósito, para escribir el texto en desarrollo de la producción periodística, se


combinan varios hechos, pensamientos y decisiones que mezclan tres aspectos humanos: el
personal, el profesional y el colectivo.

 YO SOY
El miedo hace que el corazón palpite más fuerte y más rápido. En Colombia aceptar un
tema que merece tratarse con rigor y cuidado por las consecuencias que pueda acarrear para
el periodista y su familia es apreciado como acto suicida.

Por qué responder sí, entonces, a la propuesta hecha por las directivas del Diploma-
do, para escribir un documento sobre el control e infiltración paramilitar en
Barrancabermeja y municipios aledaños.

La única respuesta sensata que se me ocurre, es decir que fue por amor. Sí, por amor al
mejor oficio del mundo, un sentimiento que a los reporteros y cargaladrillos nos mantiene
apenas en la sobrevivencia, pero con dignidad. El resto de argumentos solo tendría validez
para decir no.

¿PERIODISMO RESPONSABLE EN MEDIO DEL CONFLICTO?


Hasta dónde llega esa responsabilidad. ¿Hasta la censura? ¿Hasta la autocensura? ¿Hasta
el silencio? O hasta un trabajo que muestre lo que pasa en la vida cotidiana y aporte elementos
para buscar soluciones en el marco del orden constitucional. Es responsabilidad del periodista
escribir para que no le pase nada y siga pasando de todo. O cuál es su responsabilidad. Seguro
cada reportero tiene una respuesta justificada y válida.

Continúa

69
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

BITÁCORA CONTINUACIÓN

Pero en Colombia, escribir textos periodísticos, sobre todo críticos es un riesgo. Por
ejemplo, por amenazas en los dos últimos años, cuatro periodistas han salido de Barrancaber-
meja, según denuncias hechas ante las autoridades. Y otros permanecen en la ciudad en
medio de presiones o concesiones. Lógico su quehacer se ha limitado.

Entonces, ¿cómo superar el miedo y cumplir con la práctica de un periodismo responsable


en medio del conflicto armado? Este reto es también una decisión personal que obedece a una
afirmación de vida que los metafísicos concretan en el Yo Soy. En este caso es pisar con los pies
sobre la tierra y repetir yo existo, aquí estoy con mis principios, valores y debilidades. Con mis ideas
y mis palabras.

 EL OFICIO
¿Por dónde “meterle el diente” a un tema tan espinoso para tratar de publicar sobre
el control e infiltración paramilitar en la zona? Por el cambio de imagen y perfil de
desarrollo que buscan los inversionistas y sectores más prestantes de la sociedad regional,
por el drama de las víctimas en medio del conflicto armado y una política de dominación,
por las razones impuestas por los grupos armados ilegales de derecha e izquierda o a la luz
del respeto del Estado social de derecho.

Dicen los manuales que es necesario mirarlo desde todo punto de vista. Para la
ocasión- sostengo- puede apreciarse con especial atención bajo la lupa de las víctimas y el
respeto a la democracia que representa la Constitución Política de Colombia.

“Desenredando la madeja”, en la consulta de fuentes, los documentos e investigaciones


hacen más clara la visión del presente. Las versiones oficiales y particulares de esta historia, por
ejemplo, nos ofrecen múltiples indicios sobre el origen del paramilitarismo. Seguir su evolución
es percatarse de una estrategia que inició enmarcada en el conflicto armado, pero que busca
proyecciones políticas y sociales en el postconflicto.

Más complejo es el asunto cuando se trata de abordar las fuentes vivas, pues los
hechos muestran lo evidente pero nadie quiere comprometer su voz en forma pública. Sin
la grabadora se es más claro, más fuerte, “yo hablo pero no me vaya a mencionar”, es la
condición más usual. Algunos dan la cara pero callan lo que les compromete y no les
conviene. Y por último, están los que no hablan, los que prefieren el silencio y la mutila-
ción de la palabra, los que prefieren con su actitud que no se publique nada. Es el miedo
en medio de un régimen de terror.

La confrontación de las fuentes es, sin duda, un paso que lleva a la reorientación del
trabajo. En este tema fue fácil encontrar una versión esclarecedora, pero sin soportes porque
nadie se va a delatar a sí mismo o los involucrados tampoco van a permitir que los delaten. Sin
embargo, la información “off the record” es suficiente para citar a una concejal que afirmó
“cuando el río suena piedras lleva”.

Aquí hay una veta de información, que se puede trabajar con tiempo, prudencia y
respaldo. Lo que está a la vista de todos, no se oculta con el silencio y la mentira, así sea
ésta la venda de la sociedad.

70
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

BITÁCORA CONTINUACIÓN

Pero en aras de la publicación (en últimas lo que cuenta), la información recopilada obedece
a un perfil plural y amplio, oficial y extraoficial, sobre un tema espinoso que incomoda o atemoriza
a la mayoría de las personas consultadas.

Con suficiente ilustración informativa, en donde se cualifica lo que tiene mayor argumenta-
ción y peso, el paso por seguir es la redacción del texto.

 LO COLECTIVO
En esta etapa las dudas crecen sobre la conveniencia o no de decir lo evidente, lo
probado, lo oculto. ¿Para qué y para quién voy a escribir? ¿Cómo escribir con responsa-
bilidad sobre este conflicto? Sería más fácil callar. Renunciar para eludir esta mole que se
nos vino encima.

Sin embargo, en este oficio la información que tenemos adentro nos convulsiona, no
nos deja dormir, nos hace dar vueltas y más vueltas, hasta llevarnos a hacer algo con ella. Nos
lleva a intentarlo, en el mejor de los casos, con un compromiso social, que parece ahora un
objetivo de la prehistoria, pero que sigue siendo uno de los más sanos y honestos propósitos
del periodismo.

Servir de caja de resonancia al poder que hace daño, ofrece privilegios materiales pero
nos ensucia la conciencia. Nos hace menos periodistas.

Un texto periodístico, desde esta óptica, es sólo un intento, que puede ser de buena,
regular o mala calidad. Pero es un intento susceptible de ser mejorado. En realidad, más allá
de la verdad (en sus diversa versiones) no creo que existan fórmulas para redactar artículos
responsables en medio de las luchas por el poder económico, político y social.

En buena hora tratamos de retomar el tema de la responsabilidad, porque tenemos una


enorme deuda con los miles de muertos, desplazados, desaparecidos, torturados, amenaza-
dos, secuestrados, extorsionados. Y un enorme compromiso con los ejemplos históricos
escritos y audiovisuales que dejamos a las nuevas generaciones de colombianos.

Sin duda, un texto periodístico responsable en medio del conflicto armado colombiano,
tiene la obligación de mostrar caminos para acabar con la reproducción de la violencia y la
injusticia social. Para eso, entre otras reflexiones, nos puede servir el mejor oficio del mundo.

Wilson Lozano

* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su
artículo en las distintas ciudades.

71
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

La violencia en silencio
 HELDA MARTÍNEZ*

¿Cómo evitar que el periodismo maquille la verdad, y más aún, en ciudades


como Barrancabermeja en donde las desapariciones, la justicia privada, la muerte y la
violencia se mantienen? ¿Cómo negar la propaganda en las notas periodísticas, en
especial, las que tratan temas comunitarios?¿Cómo ejercer la profesión sin los extre-
mos amarillistas, sinónimo de permanencia en el mercado? Interrogantes como éstos
se formulan periodistas de esta ciudad sin que, hasta el momento, hayan encontrado
la respuesta.

Porque no es fácil. El mandato paramilitar promulgado en 2002 y aún vigente,


les ordenó que “de ahora en adelante: ¡ojo! con la buena imagen de Barranca. Hay
que hablar bien de la ciudad, no hablen de los muertos”1. Si bien es cierto que la
orden no se ha cumplido nunca al ciento por ciento pero hace mella. Por otro lado,
los intentos de hacer periodismo de investigación y denuncia no han prosperado por
falta de pauta, abundante cuando se cede ante el juego de exaltación o vituperio de
acuerdo con el valor de la cuña concedida.

HACER LA HISTORIA

En Barrancabermeja se respira un aire enrarecido. La tensión, en este tiempo, la


causa una particular mezcla entre la tranquilidad de la ciudad que incluso se disfruta,

* Comunicadora social–periodista, con amplia experiencia en disímiles expresiones de la comunicación, con


énfasis en las áreas de desarrollo. Ejerció la reportería y mereció el premio Simón Bolívar por el Mejor trabajo
social en radio (1981). Investigadora y redactora de temas con carácter social, cultural y periodístico. Como
miembro de la Corporación Medios para la Paz (MPP) hizo parte del equipo de trabajo de la investigación
La guerra: una amenaza para la prensa. E-mail:helda.martinez@hotmail.com. Este artículo fue elaborado
en enero de 2006.
1
La guerra: una amenaza para la prensa, MPP, 2002.

72
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

y el malestar por el silencio obligado, de pánico, que produce la verdad con


maquillaje. Porque es cierto que la gente hoy sale a la calle más tranquila que
durante la época de enfrentamiento entre guerrilleros y paramilitares. Pero la muerte
continúa sin ruido ni registro. Los parientes de los desaparecidos saben que no
enterrarán los cuerpos ni arreglarán sus tumbas. Las familias de quienes mueren
de manera violenta en la ciudad tienen que llevárselos a los cementerios de
Bucaramanga, Yondó, San Pablo, “donde sea, pero lejos porque aquí no pasa
nada”, según la orden paramilitar.

Barrancabermeja tiene cerca de 300.000 habitantes2 unidos por la historia y la topo-


grafía a la región del Magdalena medio, que conforman treinta municipios, algunos ribereños
al Magdalena y pertenecientes a los departamentos de Antioquia, Bolívar, Cesar y Santan-
der. Treinta mil kilómetros cuadrados en los que habita una población que se aproxima a
las 750.000 personas víctimas, de una u otra forma, de hechos de violencia cuyos índices
se han ubicado entre los más altos del mundo. En 1995 los homicidios en Barranca
superaron la tasa de doscientos asesinatos por cada cien mil habitantes3.

Hoy el Observatorio de Paz Integral (OPI)4 registra que durante el primer semestre
de 2005 la intensidad de la confrontación bélica aumentó de manera significativa; el
conflicto armado mantuvo su impacto sobre la población civil, el desplazamiento
forzado se incrementó ligeramente en relación con 2004 y las economías ilegales
continúan alimentando la acción de grupos armados. Es decir, a pesar de la campaña
de imagen de Tierra prometida, Barrancabermeja sigue siendo una ciudad de extre-
mos, de antagonismos.

EL EJERCICIO DEL PERIODISMO ¿EN BLANCO Y NEGRO?

De extremos y antagonismos tampoco están exentos los periodistas


barranqueños. Los de mayor trayectoria recuerdan cuando la información la cu-
brían ocho personas y todo giraba alrededor del Frente de Izquierda Liberal Autén-
tico (Fila), fundado por Horacio Serpa. Alrededor de 70 por ciento de quienes hoy
ejercen el periodismo también lo hicieron en época de presencia guerrillera, de
paros cívicos, trabajaron con la USO con organismos de derechos humanos, sin-
tieron la ciudad bajo el estupor de las masacres y se consideran pioneros en el
periodismo sobre derechos humanos. Han vivido advertencias, amenazas, algu-

2
Según proyección del Dane para 2000 la población de Barrancabermeja se calculó en 300.000 habitantes.
3
Página del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, (PDPMM) www.pdpmm.org.co
4
El Observatorio de Paz Integral (OPI) es un espacio y ejercicio permanente de carácter interinstitucional e
interdisciplinario de seguimiento, análisis y visibilización de problemáticas del Magdalena, con la parti-
cipación de la Diócesis de Barrancabermeja, la Universidad de la Paz, Credhos, el PDPMM y la Defensoría
del Pueblo Regional Magdalena Medio.

73
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

nos de ellos golpes físicos de gravedad5, otros el secuestro. Participaron como


ciudadanos y como reporteros de la entrada paramilitar a la ciudad, la imposición
de normas y el control de cumplimiento. “En ese momento vivimos el desalojo y
la censura en carne propia”, aseguró un periodista de televisión.

Porque desde entonces se habla muy poco de la fumigación y todos los daños que causa, o
del desplazamiento forzado gota a gota, ni se menciona qué pasa con los desmovilizados de
las autodefensas. Hemos sido débiles frente a lo que es garantizar nuestro trabajo... pero
con esta gente a uno le da más miedo.

Los periodistas barranqueños han estado unidos en el temor, en la intensidad y el


peligro, como también en conflictos de distintos matices. Esta conclusión es resulta-
do de conversaciones extensas con participantes del diplomado Periodismo responsa-
ble en el conflicto armado6.

En Barrancabermeja hay una población cercana a los noventa periodistas,


entre corresponsales de medios nacionales, reporteros locales, comunicadores de
organizaciones de derechos humanos, empíricos, graduados de universidad,
egresados de institutos técnicos, los que tienen vínculos reales o supuestos con la
izquierda o la derecha política, los comunicadores populares de la Asociación de
Radios Comunitarias del Magdalena Medio (Aredmag) o sea, una amplia gama de
personas con un eje común: una profesión que ejercen en medio de dos caracte-
rísticas entrelazadas. La situación generalizada de desprotección laboral y la evi-
dente competencia. Entre los empíricos hay quienes afirman que la relación armó-
nica entre los periodistas terminó cuando llegaron los egresados de universidad,
porque “los empíricos siempre hemos sido bravos a la hora de censurar malos
manejos, pero no peleamos ni nos acusamos entre sí”; y agregan que, “además
tuvimos que enseñarles”. Los universitarios afirman que los graduados como téc-
nicos en uno o dos años no cuentan con formación para dirigir noticieros, y los
técnicos dicen que han demostrado mayores capacidades que los egresados, quie-
nes a su vez censuran el periodismo empírico y lo señalan de corrupto.

Pero la competencia radica sobre todo en la dificultad que representa la estabili-


dad laboral y los sueldos devengados, con frecuencia dependientes de la pauta, lo que
incide en la dirección de la información y limita las posibilidades de investigación o
innovación. En 80 por ciento, aproximado, trabaja a destajo, es decir, cobra por nota.
A los corresponsales de medios nacionales les pagan de acuerdo con el número de

5
A Luz Dary Inés Mora le rompieron los huesos de la cara durante una manifestación en 2004. Hoy sufre
consecuencias físicas y sicológicas.
6
Realizado entre septiembre de 2004 y abril de 2005, por convocatoria de la Pontificia Universidad
Javeriana, el Programa por la Paz, la Diócesis de Barrancabermeja, el Programa de Desarrollo y Paz del
Magdalena Medio (PDPMM) y Medios para la Paz.

74
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

notas publicadas, con un promedio de 90.000 pesos por cada una. Hay quienes
alcanzan el millón de pesos mensuales, muy pocos lo superan, y la gran mayoría está
alrededor del salario mínimo. Los periodistas radiales y los dueños de medios inde-
pendientes se disputan la pauta comercial que afecta a los reporteros o “carga ladri-
llos”, en el argot periodístico. El género más común es la noticia, breve, sin desarrollo
y por lo general emitida según fuentes oficiales. Pero también es corriente el comen-
tario personal, directo, que, como ya se dijo, depende en buena parte de la pauta.
Pero además, porque “no hemos hecho conciencia de la responsabilidad que tenemos
frente a la sociedad. De todo lo que se puede construir o destruir con la palabra”,
afirmó Blanca Isabel Herrera, periodista de radio y televisión.

EN ESTE ESCENARIO, EL DIPLOMADO

En medio de esta situación el diplomado irrumpió para romper esquemas de


distintas maneras. Marta Arias confesó cambios en la mirada hacia sí misma en el
ámbito de lo personal.

Yo era muy retraída y distante con la gente. A lo largo del diplomado aprendí a escuchar y
a tolerar la opinión del otro, aunque fuera distinta. Pero también tuve cambios radicales en
mi ejercicio profesional.

Dos periodistas mujeres optaron por cambiar de trabajo, como resultado de la


reflexión que el diplomado les motivó. Consideraron, en ambos casos, que la informa-
ción debe ser investigada y tratada con una responsabilidad que incluye la exposición
y el análisis de opuestos, lo cual no era factible en los espacios, distintos, en que ellas
trabajaban. Otro participante, Raúl Meneses Monsalve mereció el premio de periodis-
mo Pluma de Oro con un trabajo radial de quince minutos sobre el robo de gasolina,
presentado en el Observatorio de Medios7.

Gracias a Dios logré el premio, con un trabajo en el que puse en práctica el conocimiento y la
investigación. El Observatorio fue muy importante porque la revisión permanente de los textos
le permite a uno aprender y por eso me gané este reconocimiento que aquí en Barranca es deseo
de muchos periodistas.

Otros más afirman que han logrado aprobación de nuevas prácticas por parte de
sus jefes, y la mayoría acepta la importancia de recordar principios, conceptos y sobre
todo, de confrontar fuentes.

Empezar a contar historias de personas que se afectan con el problema de Ecopetrol y la USO,
fue bien... Al principio mi jefe se opuso, pero luego entendió que contar la historia de los obreros
que no podían entrar a trabajar, y también la de quienes estaban adentro, era una manera de

7
El Observatorio consiste en el análisis de materiales periodísticos presentados por los alumnos del
Diplomado.

75
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Acto de clausura del diplomado en Barrancabermeja. 2005.


Fotografía Medios para la Paz.

trascender los comunicados de prensa. Después de varias notas por este estilo, con rostro
humano e informaciones opuestas, mi jefe me dijo, usted sabe hacer su trabajo, contó Javier
Gómez Garcés, periodista de TV Circunvalar.

También se hizo evidente el cambio radical en la forma de trabajo de una perio-


dista reconocida por la crónica roja. Anyela Muñoz recuerda:

Hace un tiempo me decían que yo prendía la ciudad con mis informaciones. Por eso tuve
muchos problemas. Ahora buscamos lo que hay más allá del hecho de violencia, atamos cabos
y encontramos razones que nos dejan ver la gravedad de la situación.

A la suma de opiniones sobre los resultados del diplomado se agregó la de


Wilson Lozano, corresponsal de Caracol Televisión: “Siempre que exista la posibilidad
de repensar el oficio hay que hacerlo, y el diplomado nos dio esa posibilidad”.

Sin embargo calificativos como “extraordinario o muy interesante”, no limitaron


miradas críticas frente a situaciones como el hecho de que la convocatoria excluyera,
en principio, a los comunicadores de organizaciones sociales, quienes lograron dos
cupos con el argumento de “somos los que estamos más cerca del conflicto y trata-
mos el tema como fuente”. Al final Marta Arias y Luz Eliam Rodríguez reconocieron:
“nos dieron mucho palo por la forma de escribir... pero eso está bien”. “Claro que fue
¡tanto! que llegué a pensar que en la universidad no me enseñaron nada”, agregó Luz
Eliam. Otros participantes extrañaron la presencia en el diplomado de quienes ejercen
“periodismo amarillo, porque son los que más daño hacen a la sociedad”.

La convocatoria fue atendida por 82 personas de las que fueron aceptadas 46 y


graduadas 26, quienes coinciden en que aprendizajes sobre el uso del lenguaje y la
confrontación de fuentes dará como resultado un mejor periodismo. El ejercicio cua-

76
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

lificado de unos repercutirá tanto en los periodistas como en la comunidad que recla-
mará calidad. Pero otros no son tan optimistas, porque, si bien aceptan las posibilida-
des de cambio, creen también que hay costumbres demasiado arraigadas. En relación
con el contenido general se resaltó de manera insistente el trabajo del Observatorio y
la dinámica de conocimiento propio realizada con el sicólogo Roberto Rueda durante
el Taller sobre Dimensión personal del periodista. “Eso estuvo muy bien porque la
situación general afecta mucho a todas los seres. Y nosotros somos personas antes
que periodistas”, afirmó Luz Dary Ines Mora, periodista de la USO.

CON PASO DE FUTURO

La evaluación general fue positiva, tanto que más de una persona mencionó una
Maestría como próximo evento. Blanca Isabel Herrera, dijo “porque aquí no tenemos
posibilidades y tampoco es fácil ir a Bucaramanga o a Bogotá, porque no se puede
dejar de trabajar”. Beatriz Helena Mantilla, periodista del Programa de Desarrollo y
Paz del Magdalena Medio, afirmó:

El diplomado es muy serio, con conceptos pertinentes en el ejercicio profesional del periodismo.
Soy una enamorada de la academia y el aprender de manera constante, de modo que una
Maestría sería una posibilidad que me encantaría.

Casi todos coincidieron en la importancia del acompañamiento mediante talle-


res, la continuidad del Observatorio de Medios, la actualización constante con mate-
riales novedosos, y sobre todo “que la gente de afuera sepa que no estamos solos”,
precisó Wilson Lozano. También se recordaron, a sí mismos, la importancia de no
volver a olvidar la confrontación de opiniones para que “logremos ejercer el periodis-
mo alrededor de la verdad. Este cambio debe ser amplio, general, porque siento que
el periodismo de región es reflejo del ejercicio en Bogotá, en donde tienen un interés
muy marcado por la guerra”, afirmó el periodista Manfry Gómez.

También es una creencia, que el periodismo que intentarán de ahora en adelante


influirá de manera notoria en el ejercicio de otros. “Porque si entre los ochenta uno
dice: ¡un momento! yo tengo otra versión. Seguro que lo van a oír, y se irá ampliando
el eco”, opinó Wilson Lozano. “De una u otra forma, influiremos en nuestro quehacer
hasta que todos entendamos que nuestro papel es hacer la historia de Barranca”,
agregó. En igual sentido se expresó Hydamis Acero Devia: “El papel del periodismo es
fundamental en el desarrollo de una sociedad”.

LA COMUNICACIÓN POPULAR EN RED

La Asociación de Radios Comunitarias del Magdalena Medio (Aredmag) es un


esfuerzo de comunicación popular con catorce emisoras y siete noticieros, en siete

77
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

municipios de la región, a la vez que esperan la aprobación de licencias para diez


emisoras más el próximo año. Al diplomado asistieron cinco representantes de Aredmag,
que se desplazaron desde sus lugares de origen para participar, cada dos o tres sema-
nas, en el encuentro. El deseo de participar en actividades académicas como el diplo-
mado es común para todos los periodistas de la Red, pero saben que la infraestructura
para su desarrollo es compleja, por lo que quienes asistieron comparten materiales y
conocimientos con quienes no lo pudieron hacer. Radio ciudadana, espacio para la
democracia, es el proyecto radial que sirve de marco, por cuanto los sábados en la
mañana se enlazan para intercambiar información.

Cada emisora tiene lógicas y misiones particulares, pero el tema de violencia y conflicto atraviesa
todas las parrillas de programación y, por tanto, sentimos que es muy importante el intercambio
de opiniones sobre cómo cubrir la situación. Nosotros informamos pero no asumimos ninguna
posición porque hacerlo pone en peligro la vida, y eso no lo queremos. Pero sí necesitamos cada
vez más herramientas que nos faciliten y apoyen en el cubrimiento periodístico, afirmó Julio
César Hoyos, presidente de la Red de emisoras comunitarias del Magdalena medio (Aredmag).

UNA POSIBILIDAD PARA EL ENCUENTRO,


NO PARA LA AGREMIACIÓN
El diplomado se convirtió en “una posibilidad de encontrarnos, pero no logró la
reactivación de la Asociación de Periodistas de Barrancabermeja (APB)”, afirmó Wilson
Lozano. Esta Asociación cuenta con más de una década de funcionamiento. Los más
antiguos recuerdan que, hace algunos años, la asociación facilitó la consecución de
terrenos para un grupo de periodistas, “durante gestión que hicimos en tres alcaldías
distintas. Pero sin hipotecarnos”, agregó Lozano. “Se promovían capacitaciones, talle-
res, había unidad y actividad”, dijo Hydamis Acero Devia pero poco a poco fue per-
diendo credibilidad en el grueso de periodistas de la ciudad, quienes argumentan que
“la Asociación se convirtió en el lucro personal de algunos pocos, en el marco de la
politiquería”, dijo un periodista de radio local. “Se ha convertido en competencia
porque algunos proyectos les son concedidos porque cotizan más barato”, agregó
una periodista de televisión comunitaria.

El diplomado incluyó en sus contenidos elementos para motivar la asociación de


periodistas que, para el caso de Barranca, concluyó con la redacción de nuevos estatutos.
Terminó ahí, porque en las convocatorias para su aprobación no hubo quórum en dos
oportunidades y la tercera se salvó gracias a un poder que permitió elegir a la junta directiva.

EL CIERRE

Es indiscutible que el diplomado ejerció influencia entre quienes participaron en él.


Los periodistas avanzarán en los esfuerzos por cubrir una verdad con participación impor-
tante de la sociedad civil. Según el Observatorio de Paz Integral (OPI), las expresiones de la

78
CAPÍTULO 3  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA

gente común en contra de la guerra no han disminuido. Las mujeres barranqueñas se han
caracterizado por la movilización constante y el cuestionamiento que dé fin al conflicto, y
la frase de “no parimos más hijos para la guerra” es ya más que una consigna.

Existe en la región interés por lograr la paz pero también hay quienes aceptan
la presencia y el dominio paramilitar, y por eso también son mujeres las que piden
su apoyo para controlar muchachos díscolos. Los mismos que se han apropiado,
en buena parte, de los íconos paramilitares, con cadenas gruesas en sus cuellos y
muñecas, cabello muy corto, motos grandes y ruidosas, acompañados por muje-
res muy morenas con el pelo pintado de amarillo. El medio ambiente para el
cubrimiento periodístico presenta una gama de contrastes. Los guerrilleros ahora
son ‘paras’, y los “serenos” o vigilantes están armados ilegalmente, según se
escuchó en repetidas ocasiones y por parte de distintas fuentes en la recopilación
de datos para la elaboración de este documento. La información se desarrolla en
un ambiente sin declaraciones públicas por parte de los “comandantes” en las
comunas como lo hicieron de manera prolífica al inicio de lo que algunos recono-
cen como la “administración ‘para‘ ”, integrada por los mismos que los periodis-
tas ven tomando cerveza con la policía. No hablan, se niegan a la prensa, pero
dejan letreros en los que afirman, por ejemplo, “los matamos por sapos, por
ladrones...” o por lo que consideren ser la causa de su muerte, con la firma de
Autodefensas Unidas de Colombia.

79
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Prensa y conflicto
armado en Bogotá

CAPÍTULO 4

 Para muchos de los miembros de las Autodefensas el beneficio más grande que les trajo la desmovilización
fue el regreso al seno de sus familias. Los excombatientes ahora tienen el reto de integrarse a la
actividad social y productiva de las regiones en las que fueron ubicados.
 Fotografía Revista Semana - León Darío Peláez.

80
 ÉLBER GUTIÉRREZ ROA*

La atención a los desmovilizados resultó ser


una experiencia agridulce para Bogotá.
El éxito de esta nueva dinámica social en la ciudad
depende de la forma como los excombatientes y
la capital enfrenten sus retos y desafíos.

DIMENSIONES DESCONOCIDAS
DE LA DESMOVILIZACIÓN

Jeison se hizo famoso en marzo de 2006 cuando apareció por televisión en el


acto de dejación de armas de la compañía Cacica la Gaitana, una supuesta célula de
las Farc que un mes antes había decidido desertar. Su figura de cantante de rancheras
era la segunda en la fila de setenta exguerrilleros (catorce de ellos milicianos) que
entregaron 54 armas al Estado y juraron no volver a delinquir.

El comandante de la Policía, general Jorge Daniel Castro, le dio la bienvenida a la


civilidad, celebró su valentía para renunciar a la guerra y le regaló su reloj suizo como
buen augurio en su proceso de reinserción. Jeison se despidió de los amigos que hizo
durante siete años de vida armada y decidió que su nuevo proyecto de vida sería en
Bogotá, lejos de los guerrilleros a los que entrenó en manejo de explosivos cuando
operaba en el sur del Tolima y cerca de la anciana madre a la que hoy se arrepiente de
haber abandonado.

*
Periodista de la Escuela Superior profesional Inpahu, comunicador social, Universidad Central, especialista
en política y asuntos internacionales, Universidad Externado de Colombia y máster en asuntos internacio-
nales de la misma universidad. Desde hace diez años ejerce el periodismo en las áreas de política y paz en
radio, agencias de noticias, periódicos, revistas y noticieros de televisión. Periodista pasante de Univisión
Nueva York En 2003 ganó el Douglas Tweedale Memorial Fellowship, premio financiado por el Chicago
Tribune y la Fundación Tweedale, el cual es otorgado cada dos años a un periodista de América Latina. En
la actualidad editor de la versión on line de la revista Semana. Exalumno del diplomado en Bogotá. Este
artículo fue elaborado en junio de 2006.

81
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

A la capital también llegó Andrés, un exguerrillero que contrajo el sida hace


muchos años y quien decidió que su fase terminal la pasaría sin afanes en un lugar
desconocido donde nadie pudiera cuestionarlo por su pasado.

Otro que escogió la vida de la ciudad fue Michael, un paramilitar del Magdalena
que ni tiene acento costeño ni viste como la mayoría de reinsertados, pues vive pre-
ocupado por su figura física y la moda juvenil. En Bogotá se siente “más persona” y
cree que tiene más en común con la ciudad que con los campos en los que combatió.

Jeison, Andrés y Michael fundaron sus esperanzas en el reino del cemento


convencidos de que la vida les cambiaría y que se convertirían en millonarios
famosos como los personajes de la televisión. Pero el choque con la ciudad fue
más duro de lo que esperaban y tuvieron que luchar a diario – como los otros
3.100 excombatientes que están establecidos en la ciudad – para cambiar su rea-
lidad por una más amable.

CAPITAL DE DESMOVILIZADOS

La dinámica de la desmovilización de combatientes – en la que a diario entran y


salen beneficiarios –, dificulta la obtención de datos actualizados sobre la cantidad de
desmovilizados que tiene Bogotá, así como sobre su ubicación real. Una cosa es lo
que dicen las cifras del Ministerio del Interior (encargado de la coordinación de la
política de reincorporación a la vida civil) y otra lo que registran las autoridades bogo-
tanas (receptoras de parte de los beneficiarios del programa).

En Bogotá hacen presencia por lo menos cinco tipos distintos de población


desmovilizada: los de los procesos de paz de los años ochenta y noventa, los que son
atendidos por el Ministerio de Defensa (desertores recientes de grupos guerrilleros),
los del Programa para la Reincorporación del Ministerio del Interior (desmovilizados
colectivos de las AUC), los que ya han salido de esta institución (ubicados en hogares
independientes) y los menores de edad, que están a cargo del ICBF. Según Juan Ma-
nuel Ospina, secretario de Gobierno, la suma de estas poblaciones llegó a totalizar
ocho mil personas en julio de 2005.

En mayo de 2006, el director del Programa de Atención Complementaria a la


Población Reincorporada en Bogotá, Darío Villamizar, aseguró que entre desmovilizados
de las Farc, el ELN y los paramilitares había 2.600 desmovilizados activos y 1.500
inactivos. Los activos son los que están recibiendo ayuda social en la ciudad, mientras
que los inactivos son aquellos que optaron por quedarse en la capital al finalizar los
dos años de ayuda estatal a la que tenían derecho. Eso significa que en Bogotá están
más del 12% de las 31.920 personas que, según el Ministerio del Interior, se
desmovilizaron en los últimos tres años.

82
CAPÍTULO 4  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ

Están ubicadas en diecinueve localidades, pero la mayoría vive en Ciudad Bolívar


(355), Rafael Uribe (229), Engativá (222), Kennedy (204) y San Cristóbal (121). Muchos
se conocían desde su vida pasada. Otros, entablaron amistad durante las reuniones de
desmovilizados, a las cuales Jeison decidió no llevar su reloj suizo por físico miedo a
que se lo robaran.

Los que dejaron las armas en forma individual (guerrilleros desertores) fueron
recibidos por el Ministerio de Defensa. Los miembros de las AUC, quienes lo hicieron
de manera colectiva, recibieron un certificado de “reincorporados” de la oficina del
Alto Comisionado para la Paz y veinte días después también pasaron al Ministerio del
Interior. Mientras les verificaban sus datos, unos y otros vivieron en hogares de paso
(albergues). Luego fueron ubicados en granjas y hogares independientes a cargo del
Ministerio. A mayo de 2006, los dieciocho albergues que funcionaban en forma
oficial en Bogotá tenían una población de trescientas personas.

Jeison dice que contó con suerte por estar ubicado en un hogar independiente y
no en una granja. Prefiere permanecer en Bogotá para estudiar sistemas en vez de
dedicarse a las labores del agro. Eso sí, antes de tomar el curso de computación tuvo
que asistir a cien horas de talleres sobre la vida en la ciudad. Luego, comenzaron sus
dos años de atención social por cuenta del Estado.

El momento de mayor expansión de los albergues en la ciudad fue un año atrás y


llegó hasta julio de 2005 (había más de ochenta, todos instalados por el gobierno nacional
de manera inconsulta con el distrito). En varios de ellos se presentaron protestas ciudada-
nas ante supuestos incrementos en los índices de violencia local. El 15 de julio, la explo-
sión de un petardo en el barrio Teusaquillo encendió las alarmas sobre los errores cometi-
dos en la desmovilización y obligó al presidente Álvaro Uribe a comprometerse con el
desmonte gradual de los albergues en la ciudad. Ese día, Andrés estuvo a punto de morir.
No por la explosión, sino porque tuvo una recaída en su enfermedad.

ERRORES VARIOS

La problemática social relacionada con la desmovilización tiene varios orígenes:


la dinámica misma de una desmovilización en medio del conflicto armado, la diferen-
cia de enfoques entre las autoridades nacionales y distritales, la falta de preparación
ciudadana para acoger a los nuevos vecinos, las secuelas de la guerra en los
excombatientes y su incidencia en la percepción sobre inseguridad.

¿Posconflicto en medio del conflicto?

La atipicidad del conflicto colombiano hace que se presenten de manera si-


multánea características que en casos como los de Centroamérica de los años

83
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

noventa eran excluyentes. Una de ellas es la desmovilización de uno de los acto-


res, mientras que los demás (Farc, ELN) continúan en las armas. Se trata de un
caso en el que confluyen elementos del posconflicto en medio del conflicto arma-
do: las desmovilizaciones no implican el fin del conflicto, ni la existencia del
mismo es obstáculo para aquellas.

Este análisis podría parecer inexacto si se le mira con la visión clásica de que el
posconflicto empieza tan pronto como termina el conflicto. Pero el director del Pro-
grama de Atención a la Población Reincorporada de Bogotá cree que ese fenómeno
está ocurriendo en la ciudad. “En desarrollo del programa tenemos que tomar medi-
das típicas del fin del conflicto sin que éste haya terminado”, sostiene Villamizar. El
reconocimiento de esta singularidad permite descubrir que las desmovilizaciones de
las Autodefensas ayudan a desescalar el conflicto pero conllevan riesgos que no de-
ben ser indiferentes para los orientadores del proceso. Un ejemplo típico son las
retaliaciones de la guerrilla contra sus excombatientes desertores.

La solución a este problema escapa a las autoridades locales en cuanto resulta


imposible comprometer a la guerrilla con un proceso de negociación ajeno. Sin em-
bargo, es necesario adoptar medidas de seguridad en casos como el de Andrés, quien
tuvo que pedir cambio de ubicación ante la certeza de que sus excompañeros lo
habían ubicado para matarlo. Tampoco son iguales los problemas de seguridad para
Michael -cuyo bloque se desintegró, al menos oficialmente- que los que sufre Jeison,
quien dice estar seguro de que le siguen los pasos.

De los 3.100 desmovilizados que según la alcaldía hay en Bogotá (entre acti-
vos e inactivos) 60 por ciento son desertores de la guerrilla como Jeison y Andrés,
mientras que 40 por ciento son exintegrantes de las AUC, como Michael. En uno
y otro caso, el perfil del desmovilizado es el de un joven campesino con bajo nivel
educativo y, en la mitad de las ocasiones, soltero. Según el distrito, 34 por ciento
de los desmovilizados que viven en la ciudad tienen entre 18 y 24 años, 87 por
ciento son hombres, cursaron hasta tercero de primaria y prefieren las labores
agrícolas y ganaderas.

Pese a que los datos estadísticos los muestran como iguales, los desmovilizados
sienten desconfianza entre sí por temas de seguridad, asuntos culturales (un indí-
gena del Putumayo y un campesino antioqueño podrían no tener las mismas ex-
pectativas) o por desconocimiento sobre el programa que los cobija. Una fuente
de conflicto muy común es la incomprensión de las diferencias de contexto entre
una desmovilización y otra. “Ese man (Andrés) ni siquiera entregó arma. Y a pesar
de todo a él le pagaban 530.000 pesos mensuales y a mí sólo 380.000 pesos. Es
que los del gobierno miran caras y al que le caiga bien le dan y al que no, pues
no”, se quejó Michael.

84
 El temor de las autoridades
bogotanas es que haya
fallas en la atención a los
desmovilizados y éstos
terminen de nuevo en
grupos armados o ingresen
a las redes de delincuencia
común de la ciudad.

 Fotografía El Tiempo.

Lo imposible de comprender para él era que los desertores de la guerrilla (por no


poder volver a sus hogares) recibieran un subsidio estatal mayor que el de los
desmovilizados de las Autodefensas, quienes por lo general hacen el proceso de
reinserción a la vida civil cerca de sus familias.

Diferencia de enfoques
Quizá la principal diferencia entre la alcaldía y el gobierno nacional giró en torno
a la creación de albergues sin la autorización de la administración distrital. El día de la
explosión frente al albergue de Andrés, el presidente Uribe no dio explicaciones para
su desmonte, pero el director de reinserción reconoce ahora que lo hizo porque dicha
política era equivocada:

Aprendimos de la experiencia. Nos faltó consultar al distrito y el tema se estaba saliendo de


las manos. En ese punto fallamos y ya mejoramos. Pero ojo, los problemas con los albergues
comenzaron cuando la gente descubrió que sus vecinos eran reinsertados. Mientras estos
permanecieron en el anonimato no hubo ninguna clase de complicaciones, sostiene Juan
David Ángel, director del Programa Nacional para la Reincorporación a la Vida Civil del
Ministerio del Interior.

Ángel cree que el principal desafío para el proceso es el manejo del anonimato.
“Necesitamos que estos muchachos se reinserten en la vida social y, para evitarles
traumatismos en ese proceso, la orden es 100 por ciento de anonimato en las comu-
nidades a las cuales ingresan”. Allí surge la segunda diferencia con el distrito, pues

85
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Villamizar no comparte ese enfoque: “A los bogotanos no se les puede engañar. Hay
unos nuevos vecinos y entre mejor preparados estemos para recibirlos más fácil será la
convivencia para todos”.

Mientras el Programa Nacional para la Reincorporación promueve ayudas in-


dividuales, la alcaldía ejecuta planes de participación ciudadana en los que los
desmovilizados tengan papel protagónico y la comunidad los reconozca como
actores sociales que contribuyen en la solución de problemas y necesidades co-
munes. Michael prefiere que le den su ayuda mensual y punto. Jeison se está
acostumbrando a participar en celebraciones comunales como las del día del niño
y el de la familia, organizados en 2006 con ayuda de desmovilizados en quince
localidades de Bogotá.

Y una tercera diferencia – no expuesta en público – tiene que ver con el momen-
to de intervención del distrito en la atención a los desmovilizados. Según la ley 782 de
2002 y el decreto 128 de 2003, la fase de atención del gobierno dura 730 días. El
distrito entendía que luego de esos dos años entraba el acompañamiento de la ciu-
dad, mientras que el gobierno pretendía que Bogotá se involucrara con anticipación.
Dado el carácter social del tema de los desmovilizados, lo que estaba de fondo era la
discusión sobre a quién le correspondía hacer las inversiones para algunos programas
de acompañamiento.

El tema causó tensión entre los gobiernos nacional y local. En palabras de un alto
funcionario del Ministerio del Interior, existía la percepción de que faltaba apoyo de
Bogotá, mientras que ciudades como Medellín “se echaron al hombro” el tema de los
desmovilizados con un exitoso modelo de atención a quienes dejaron las armas.

Pero la comparación con Medellín, no es tan exacta – según Villamizar– porque


el proceso de Medellín tiene mayor participación de recursos del gobierno nacional.
El gobierno central transfiere y la alcaldía ejecuta. Además, 45 por ciento de los 3.889
desmovilizados que hay en Medellín pertenecían al Bloque Cacique Nutibara, facción
de las Autodefensas que reclutaba jóvenes de la ciudad o sus alrededores. Eso quiere
decir que Medellín no es desconocida para ellos porque allá operaban y que su adap-
tación es más fácil porque hasta tienen sus familias allá. En el caso de Bogotá, la
mitad de los desmovilizados no conocían la ciudad y 85 por ciento no tiene familia
en ella. Jeison viene de Planadas (Tolima), Andrés llegó desde Caquetá y Michael,
siempre parco en palabras, apenas comenta que es costeño.

Falta de preparación ciudadana

El tercer gran problema de la reinserción es la falta de preparación ciudadana


para acoger a quienes vienen de un grupo armado. Lo ideal es que así como el

86
CAPÍTULO 4  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ

desmovilizado recibe una formación básica para vivir en su nuevo hogar, la comuni-
dad receptora debe tener la orientación sicosocial para acogerlo en forma adecuada.

En este punto es en donde verdaderamente está a prueba la política de reinserción.


Si la ciudad lo rechaza, en el imaginario del desmovilizado pueden resurgir las razones
que lo llevaron a empuñar las armas. El trabajo con las comunidades receptoras es
clave para que se cumpla el principio de reconciliación.

La falta de trabajo con la ciudadanía ha sido percibida por los desmovilizados en


escenarios como la escuela, el trabajo e incluso la iglesia.

Piensan que uno tiene que estudiar para volverse bueno, pero los que tienen el coco rayado son
ellos, que a toda hora creen que los vamos a robar. No dicen nada, pero es como si le estuvieran
gritando a uno ‘allá va el matón’. Así no se puede, opina Michael.

Los gobiernos nacional y distrital están ahora más unidos en torno a las posibles
soluciones para este problema. Incluso trabajan juntos en un proyecto que busca
financiación de la Unión Europea y que será exclusivamente para sensibilizar a las
comunidades bogotanas.

Secuelas de la guerra

Dado que provienen de un grupo armado con jerarquía militar, los


desmovilizados son personas acostumbradas a cumplir órdenes sobre las situacio-
nes más cotidianas de la vida. “Un combatiente no desayuna, ni se baña, ni
saluda sino hasta cuando sus superiores le dan la orden de que desayune, se bañe
y salude”, dice el analista León Valencia.

Para los desmovilizados, la regulación de su diario vivir pasa por los roles que
desempeñaban en el grupo armado. A muchos de ellos les resulta traumático tener
que preocuparse en la civilidad por asuntos que antes eran regulados por sus jefes.
Ese es su primer choque cuando se trata de asumir el reto de vivir fuera de la milicia
guerrillera o de las AUC.

Le ocurrió a Michael, quien estaba acostumbrado a que en las Autodefensas le


ordenaran qué comer y en qué momento hacerlo. Es más, le daban la comida. Su
sorpresa fue grande cuando recibió los 380.000 pesos mensuales de asistencia por
desmovilizarse: “La platica me la gasté en ropa. Me compré ropa bacana. No guardé
para la comida”.

Otro problema derivado de esa formación militar es que los desmovilizados


aprendieron a ser huraños y violentos con quienes les generen desconfianzas.
Como decía Michael, sienten recelo por la población que los acoge. Si las princi-

87
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

pales quejas de las comunidades son sobre el comportamiento social de los


excombatientes, éstos acusan cada vez con más frecuencia a los bogotanos de ser
excluyentes, clasistas y hasta xenófobos.

También se han descubierto casos de desmovilizados involucrados en consumo


de alcohol y drogas, violencia por insatisfacción frente a los beneficios recibidos y
hasta tendencia a ser reincorporados de nuevo por grupos armados. Así como en los
años noventa cerca de doscientos desmovilizados del EPL terminaron en las
autodefensas, el distrito calcula que 4 por ciento de quienes dejaron las armas en los
últimos tres años fueron nuevamente reclutados, lo que para el caso de Bogotá signi-
fica más de 150 personas.

Cualquier error en el proceso puede derivar en conductas tan dañinas para el


desmovilizado como las que trae consigo la vida como combatiente. Por ejemplo, en
la guerrilla y las autodefensas está proscrito el consumo de drogas, pero cerca del 3
por ciento de los desmovilizados que están en Bogotá cayó en ese flagelo. A marzo de
2006, el Programa Nacional para la Reincorporación ofrecía asesoría terapéutica a
treinta de ellos. Andrés se negó a asistir argumentando que de todas formas se tendría
que morir. Un mes después, su pronóstico se cumplió. Con él, ya son tres los
exguerrilleros de su albergue muertos. Uno fue asesinado y el otro perdió la vida en un
accidente de tránsito.

Inseguridad

El último gran problema de la desmovilización es su incidencia en la percepción


sobre inseguridad ciudadana. No es un tema que tenga que ver exclusivamente con
los excombatientes (varía según los niveles de desplazamiento, delincuencia común y
la presencia de paramilitares y milicias guerrilleras en la periferia de la ciudad) pero en
algunas zonas hay una tendencia a responsabilizarlos por su deterioro.

Dicha visión tampoco es del todo acertada, pues según las cifras de Medicina
Legal y la Policía Metropolitana, el promedio de delitos de alto impacto social (homi-
cidios, lesiones comunes, hurto a residencias, etc.) se redujo en 14 por ciento en los
primeros cuatro meses de 2006 respecto al mismo periodo de 2005.

Según datos de la Policía Metropolitana, los homicidios atribuidos a desmovilizados


pasaron de 7 a 10 entre 2004 y 2005, pero las lesiones personales se redujeron de 16
a 8. La misma fuente señala que, durante ese período, a los exparamilitares se les
imputan 9 homicidios y 13 lesiones personales, y a los exguerrilleros 7 homicidios y
11 casos de lesiones. Incluso en Teusaquillo – localidad que llegó a tener 1.300
desmovilizados y treinta albergues– la tasa de homicidios en 2005 se redujo a la mitad
respecto al año anterior. De 74 casos reportados pasó a 37.

88
CAPÍTULO 4  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ

Lo que sí es cierto es que en localidades como Ciudad Bolívar, Bosa y Usme hay
casos de desmovilizados que se incorporaron a grupos de delincuencia común. La
problemática en estas zonas de la ciudad merece especial atención, pues en ellas hay
presencia de milicias urbanas de las Farc y grupos paramilitares. Michael fue tentado
‘pa’ volver al monte’ pero dice que se abstuvo porque ya le cogió amor a la ciudad
“así la city no me quiera a mí”. En su caso, pudo más la oferta de servicios y como-
didades que los recuerdos sobre sus combates, tan irreales como crueles. “Yo era el
Rambo, pero sin tatuajes. Ahora tengo tatuajes pero no soy Rambo”.

De nuevo el tema de la inseguridad tiene también una característica especial en


el caso de los desertores de la guerrilla. “Esta es la mata de la milicia y no tengo que
dar papaya”, se repite Jeison cada vez que baja de Ciudad Bolívar hacia los centros de
capacitación de los desmovilizados. No habla con nadie en el vecindario. Escasamen-
te saluda a la dueña del inquilinato en el que paga 250.000 pesos mensuales y al
vendedor de la tienda más cercana, con quien alguna vez cruzó unas palabras. De vez
en cuando se encuentra en la ruta con un muchacho con ínfulas de Rambo. Se hacen
una mueca, pero sólo se saludan de mano en las aulas de clase, cuando la terapia
sicosocial lo requiere.

¿CÓMO ENFRENTAR LA PROBLEMÁTICA?

Si bien los contextos sociales son distintos, es importante aprender de las expe-
riencias pasadas para formular respuestas novedosas y eficaces a los problemas que se
presentan. Frente a la problemática de la desmovilización armada en Colombia es
conveniente formular propuestas conjuntas desde la academia, las comunidades, la
población beneficiaria y los gobiernos locales y nacional, tendientes a mejorar los
vacíos existentes en cuatro temas principales: la definición de competencias de cada
ente gubernamental, las estrategias para mejorar la relación de los desmovilizados
con la población receptora, la formación en tolerancia y respeto para las comunidades
receptoras, y la eficiente atención a fenómenos sociales como las pandillas y el
consumo de drogas, entre otras.

Es importante reconocer que el de Colombia no es el único proceso de


desmovilización en curso y que así como tiene fortalezas, también tiene muchas
debilidades, producto de los errores ya descritos.

Conviene revisar trabajos como el de la Universidad Autónoma de Barcelona (Albert


Caramés, febrero de 2006) (Recuadro 2) que evalúa veinte procesos de desmovilización
en curso en igual número de países. El estudio demuestra que un “programa de reinserción”
en los demás países dura, en promedio, 3.5 años. En Colombia el desmovilizado sólo
recibe dos años de atención, al cabo de los cuales le dan 8 millones de pesos para la
compra de vivienda o un proyecto productivo. Tanto en el caso de la vivienda, como en el

89
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

del proyecto, hay ejemplos que ilustran la mala inversión de los recursos o el fracaso por
falta de asesoría estatal y formación adecuada.

El informe también destaca que la fase inicial de un proceso de desarme y


desmovilización cuesta entre 5 y 15 por ciento del presupuesto total del proceso, con
lo cual se evidencia que lo difícil no es quitarle el arma a un guerrillero, sino acostum-
brarlo a vivir sin ella. Otros aportes del informe, que bien servirían de base para el
estudio de políticas públicas en Colombia, son los que señalan que entre 8 y 10 por
ciento de los desmovilizados en un proceso son menores de edad y que las mujeres
muchas veces quedan excluidas de dichos procesos.

El senador Antonio Navarro -desmovilizado del M-19 -, cree que una forma
eficaz de llevar a cabo la desmovilización es acercando el excombatiente al núcleo
familiar del cual se alejó cuando ingresó a la guerra.

No hay forma de reinserción más eficiente que la que se hace en el seno de la propia familia. Esa
tiene un valor sicosocial enorme en cuanto le quita la máscara al combatiente y lo convierte
rápidamente en el ser humano que muchos creen que dejó de ser, señala el congresista.

Respecto a aquellos que no pueden regresar a sus casas por problemas de segu-
ridad, el congresista Gustavo Petro -también desmovilizado del M-19- recomienda
una desvinculación efectiva de la guerra: “La falla del modelo actual está en que ellos
quieren salirse de la guerra pero el Estado los devuelve mediante el modelo de infor-
mantes o el de soldados campesinos”.

Para León Valencia, director de la Fundación Nuevo Arco Iris, el programa debe
mejorar en tres puntos: atención sicosocial, integración con la comunidad y oferta de
empleo. En relación con la atención sicosocial, su observación se refiere a los
tiempos que transcurren entre el final de una fase de atención y el comienzo de la
siguiente, pues cree los vacíos existentes se prestan para que el desmovilizado
pierda fe en el proyecto. La integración con la comunidad está relacionada con la
urgencia de desarrollar planes conjuntos desmovilizados-localidad que sean de
beneficio común y que le demuestren a Bogotá la utilidad de recibir a los nuevos
vecinos. Y en cuanto a la oferta de empleo coincide con Petro en que no ofrecer
alternativas reales de desarrollo para cada individuo conduciría el proceso a dos
finales indeseables: el del desencanto con la civilidad y el regreso a las armas,
estilo desmovilizados colombianos de los años noventa; o el de la alimentación de
grupos de delincuencia común similares a las “maras” que siguieron a los grupos
guerrilleros tras la firma de la paz en Centroamérica.

La alcaldía parece esforzarse por evitar ese desenlace y ha dado algunos pasos
para involucrar más a los desmovilizados en la vida de la ciudad. Próximamente les
aumentará a un año el empleo en los programas de Misión Bogotá. También incorpo-

90
CAPÍTULO 4  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ

rará a setenta de ellos en un plan para control del tráfico vehicular (en coordinación
con la Secretaría de Tránsito) y capacitará a otros cien beneficiarios en temas ambien-
tales para el cuidado de parques y canales de aguas.

Hacer cambios sobre la marcha en un proceso inédito es un trabajo difícil,


máxime cuando al mismo tiempo se debe atender a otros grupos vulnerables
como los desplazados, los desempleados y las madres cabeza de familia. Pero los
pasos en esta dirección son los únicos que garantizarán que los bogotanos am-
plíen su visión de ciudadanía y que los excombatientes miren la desmovilización
más allá de una oportunidad para morir sin afanes, comprar ropa de moda o
ganarse un fino reloj suizo.

RECUADRO 2 LA DESMOVILIZACIÓN EN EL MUNDO

La Universidad Autónoma de Barcelona presentó en febrero de 2006 el “Análisis de los


programas de desarme, desmovilización y reintegración (DDR) existentes en el mundo durante
2005”. La investigación, realizada por Albert Caramés, Vincent Fisas y Daniel Luz, recoge la
experiencia de veinte países, entre ellos los de Afganistán, Angola, Burundi, Camboya, Chad,
Eritrea, Filipinas, Haití, Indonesia, Liberia, Rwanda, Sudán, Sierra Leona y Colombia.

La muestra analiza los logros de los procesos de DDR en su esfuerzo por lograr el retorno
a casa de más de un millón de personas. Entre sus hallazgos más importantes están:

- Excepto Colombia, en el resto de países la desmovilización de grupos paramilitares ha


ido en paralelo a la desmovilización de milicias, guerrillas y Fuerzas Armadas, y como
resultado de acuerdos políticos globales

- Cuando todas las partes enfrentadas concuerdan un cese de hostilidades y el inicio de


un nuevo ciclo político, puede producirse un contexto sicosocial favorable a la amnistía,
el perdón y la reconciliación. En otros casos, como en Colombia, el mencionado contex-
to no puede desarrollarse en igual medida, al no cerrarse completamente el ciclo de
violencias. “El DDR debe ser un proceso de dignificación de las personas que intervienen
en él” y que debe ser un componente de una estrategia más amplia de paz

- Un proceso de DDR por lo general dura 3.5 años. Lo habitual es que la fase de desarme y
desmovilización dure unos pocos meses. Las fases de reintegración suelen durar dos años

- Existe un cierto descontrol y un escaso seguimiento sobre el destino final de las armas
recogidas. El porcentaje medio es el de un arma entregada por cada dos personas
desmovilizadas

- La fase inicial de desarme y desmovilización supone entre 5 y 15 por ciento del


presupuesto total (del proceso)

- Es habitual que entre 8 y 10 pro ciento de las personas desmovilizadas sean menores de edad

- Las mujeres quedan muchas veces excluidas de los procesos de DDR.

91
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

DIMENSIONES DESCONOCIDAS DE LA
BITÁCORA*
DESMOVILIZACIÓN

Recientemente fui invitado a una universidad bogotana para hablar con los alumnos de
comunicación social sobre las formas de hacer periodismo. Me sorprendió ver cómo estos
estudiantes tienen en su imaginario la idea de que el periodismo y la investigación académica
van por caminos separados. Me sorprendió, digo, porque siempre he creído que un buen
trabajo periodístico debe ser en su esencia una excelente investigación.

Esa misma percepción fue la que guió la elaboración de artículo “Dimensiones desconocias
de la desmovilización”, un relato que pretende explorar la problemática entendiendo que
muchos de los desmovilizados de hoy fueron primero huérfanos o viudos por causa de la
violencia. Que no son solo victimarios, sino que también fueron víctimas del conflicto. Que los
habitantes de las comunidades receptoras son al mismo tiempo parte de la solución y del
problema; y que las autoridades distritales y nacionales tienen en sus manos la posibilidad de
culminar con éxito un proceso histórico o permitir que éste se convierta en la génesis de
nuevos brotes de violencia para Colombia.

El reto mayor fue acercarse al ser humano y a la historia que hay detrás de cualquier
desmovilizado. Sobre este tema hubo varias discusiones en el diplomado. “Hay que ver al
guerrillero o al paramilitar no como un enemigo sino como un ser humano que también
siente, que tiene problemas y que sufre como los demás”, sostenía Javier Darío Restrepo. Su
reivindicación de las víctimas era una invitación a humanizar la mirada sobre la guerra, pero
también a investigar con más rigor para descubrir en una primera mirada ángulos informati-
vos imperceptibles.

Para la aplicación de la idea en terreno fue necesario acompañar a los desmovilizados en


sus contactos con los riesgos que los acechan, con las comunidades, con las autoridades
distritales y con ellos mismos. Descubrirlos mientras exploraban su nuevo vecindario y descu-
brir al vecindario mientras llegaban los nuevos inquilinos. Encontrarlos en la ventanilla de
atención de la oficina de reinsertados y en sus pensativos recorridos por las calles de la ciudad.

Intentar descubrir esta dimensión implica ponernos en frente de nuestras propias limi-
taciones y, tal vez, de la más imperceptible de ellas: la del pensamiento, que tiene que ver con
la subjetividad del periodista como ser humano y su costumbre de mirar los acontecimientos
desde la óptica religiosa, moral, económica, cultural y social en la que fue formado. Estas
condiciones específicas son las que impiden descubrir la tragedia humana detrás del victimario
de turno, a quien muchas veces damos cadena perpetua con nuestra versión de la historia. El
verdadero reto está en trascender esa mirada para presentar al público una visión más
completa sobre lo que ocurre, de manera independiente de que lo compartamos o no.

El reto de hacer periodismo en Colombia implica enfrentarse a diario no solo a ésta sino
a otras tantas limitaciones, como la de recursos y seguridad. Pero en medio de ellas está
siempre la posibilidad de hacer un trabajo mejor. De ser creativos, de no ceder ante las
tentaciones del facilismo y de resolver las restricciones con inteligencia.

Élber Gutiérrez

* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su
artículo en las distintas ciudades.

92
Un imaginario de
credibilidad y transparencia
 HELDA MARTÍNEZ*

En el imaginario periodístico Bogotá ofrece escenarios y posibilidades más


amplias que en el resto del país. Es un imaginario. Es verdad que la capital,
epicentro político y administrativo produce un alto porcentaje de la información
que se registra en los medios masivos colombianos. También lo es que la capital
ofrece posibilidades de acceso al conocimiento y la cultura inexistentes en la ma-
yor parte del territorio nacional, y que la oferta laboral parece amplia por cuanto
es sede de medios de cobertura, agencias locales e internacionales y acoge a sus
corresponsales y a la mayoría de periodistas de renombre cuyas firmas, voces e
imágenes alimentan el supuesto.

La moneda tiene dos caras. En esta ciudad de casi siete millones de habitantes se
calcula una población de periodistas en ejercicio cercana a las dos mil personas.
Profesionales que, en términos generales, se consideran mal remunerados, sin garan-
tías laborales, con jornadas extenuantes que cumplen en medio del estrés, situacio-
nes similares a las que viven los periodistas en el resto del país.

La diferencia está en la tensión por amenazas o intimidaciones que en Bogotá


son menos frecuentes que en el Magdalena medio, Arauca o Caquetá, por ejem-
plo, en donde los protagonistas del conflicto amenazan, de cerca, a los autores de
las notas periodísticas dado que la población de reporteros es menor y con ellos
transitan las mismas calles. En Bogotá se facilita el anonimato y se disminuye la
presión directa de los grupos armados ilegales y, por supuesto, la tensión que
padecen los periodistas de cualquier región del país. “Aquí podemos evitar los
sitios de riesgo. La policía suministra las noticias que se producen en esos lugares,
de modo que no hay por qué ir a la boca del lobo. Y si hay que ampliar la

* Este artículo fue elaborado en febrero de 2006.

93
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

información, vamos en grupo”, describió Edwin Bohórquez, de El Espectador. Esta


opinión la ratificó Gustavo Reyes de la revista Cambio: “En Bogotá tenemos ciertas
garantías por estar lejos de los sitios en donde se desarrollan los enfrentamientos.
Aquí tenemos otro tipo de presiones porque ser periodista es sinónimo de presión
desde muchos flancos, pero aún así Bogotá es la plaza más segura”.

A LO LEJOS EL CONFLICTO SE VE DISTINTO

La distancia del conflicto incide en que su cubrimiento sea distinto, casi ajeno.

Hay una brecha enorme aunque no parezca. Un ejemplo claro se vivió en Sipí (Chocó), donde
asesinaron, en octubre de 2005, a cinco policías. ¿Pero... dónde queda Sipí? en Chocó... en
Colombia... a la final ni nos va ni nos viene. Por el contrario le dedicamos amplio espacio a temas
circunstanciales como el asesinato de una modelo en el norte de Bogotá, hecho sucedido en
tiempo paralelo al de la muerte de los policías en Sipí, quienes apenas se nombraron. En Bogotá
no sentimos el conflicto como en la región pero seguimos creyendo que hacemos las cosas bien;
la verdad es que no estamos aportando en el logro de una mirada integral”, afirmó Melquisedec
Torres, director de Súper Noticias.

Los periodistas creemos que somos el corazón y que influimos en el acontecer del país. Eso no
es cierto. El poder actúa según sus intereses; los medios y los periodistas somos, en términos
generales, voceros de esos intereses, agregó Torres.

LA EXPERIENCIA COMPARTIDA

El diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado se realizó en


Bogotá entre el 10 de julio y el 4 de diciembre de 2005, e igual que en sus
versiones de Cali, Medellín y Barrancabermeja, cumplió con el objetivo de capaci-
tar a los periodistas en el cubrimiento de hechos relacionados con el conflicto y la
construcción de paz, mediante el suministro de herramientas profesionales que
aporten a la realización del trabajo.

Asistieron periodistas con trayectoria en todos los medios y experiencia en


cubrimiento de fuentes distintas, junto con profesionales que inician el recorrido
como Andrea Peña que, a sus 24 años, cumplió cuatro en el cubrimiento de temas
judiciales en la agencia de noticias Colprensa antes de hacer parte de la revista
Semana. Con Andrea, también participó Kena Betancur, contemporánea suya,
quien se enteró del diplomado por un amigo que asistió a la versión de Medellín,
entusiasmándose hasta vencer la negativa inicial de ingreso por ser fotógrafa.
Participó de manera activa y se graduó. Con ellas compartió pupitre Víctor Moré,
periodista de experiencia en medios nacionales e internacionales durante más de
dos décadas, actual director de noticias en la Emisora Mariana y autor de informes
diarios, con prevalencia en temas relacionados con el conflicto, para medios en
Ecuador, Venezuela y Canadá.

94
CAPÍTULO 4  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ

Tomaron parte testigos de situaciones como la de Antioquia, en general, y Medellín


en particular, con Pablo Escobar al frente de la guerra del narcotráfico.

Fui corresponsal de El Tiempo en esa época, paralela a los conflictos sindicales, enfrentamientos
guerrilleros y el inicio del proyecto paramilitar. Desde la desmovilización del Ejército Popular de
Liberación (EPL), el control de las Farc y Fidel Castaño que avanzó, desde Córdoba y el norte de
Urabá, hasta apoderarse de la Zona Bananera. Cubrí toda esa parte de la historia con la estela de
muerte que dejó a su paso. Después me vine a vivir a Bogotá, cuenta Orlando León Restrepo,
premio de periodismo Simón Bolívar 2005 y subeditor de Justicia de El Tiempo.

De Huila, “epicentro y escenario de muchas de las cosas que han pasado en


el país”, Melquisedec Torres, quien inició su trabajo en Pitalito para continuar en
Neiva y Bogotá.

Así aprendí que el conflicto es mucho más que el simplismo del enfrentamiento entre un Estado
y unos tipos que quieren tomarse el poder. El conflicto es poroso, tiene fisuras, quiebres,
fracturas, ausencias: el Estado no existe en muchos sitios del país.

A la experiencia de Antioquia y Huila se sumó la de quienes cubrieron la llamada


Zona de Distensión durante el gobierno de Andrés Pastrana y la de otros que están
convencidos de que la información sobre el conflicto es demasiado importante por-
que “puede matar gente o salvar vidas”, como afirmó José Peñuela, jefe de informa-
ción de El Nuevo Siglo.

¿QUÉ INFORMAN LOS MEDIOS?

La suma de experiencias y el compartir miradas sobre el conflicto se sumaron


al contenido de conferencias, lecturas, videos, talleres y al Observatorio de Me-
dios, todo lo cual alentó el diálogo y la discusión de temas como, por ejemplo, la
posibilidad de paz.

Con ilusión, millones de colombianos creen que si nos anuncian que todos los paramilitares
y los guerrilleros están presos, muertos o desmovilizados, tendremos la paz, pero eso no es
cierto. La paz es otra cosa. Son millones los colombianos que, a diario, sufren por conseguir
qué poner en el plato a sus hijos. Suena simplista pero es la realidad. Los medios y los
periodistas olvidamos que el Estado debe dirigir muchos de sus esfuerzos hacia esta pobla-
ción, con la veeduría de la prensa. No lo hacemos, y de hecho participamos en el show
mediático. El proceso con los paramilitares, por ejemplo, ha sido demasiado reservado. Los
periodistas deberíamos cubrir la situación con seriedad. Saber cómo es la entrega, qué pasa
con ellos y con sus armas. Pero ¡no! Sólo participamos en el show de los centros de poder,
y terminamos imbuidos en el torbellino que han creado para su beneficio. Estar en el show
no permite la reflexión ni el análisis, y por supuesto, niega un periodismo de compromiso,
afirmó Melquisedec Torres.

Con base en este planteamiento surge otro interrogante: ¿qué tanto conoce el
público sobre la verdad de los hechos? “El concepto de verdad es para mí un asunto

95
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

complicado. Creo que hay verdades que no se conocen. Los medios nos muestran un
país que no es el nuestro”, afirmó Orlando Restrepo.

Partamos de la base de que manejamos información de una sola de las orillas, lo que nos da un
porcentaje proporcional que se amplía, un poco, con el periodismo de investigación.... pero
siempre queda algo por decir, agregó Víctor Moré.

“Muchas veces por salir primero se emiten noticias mediocres, o mentirosas, lo


que es muy preocupante” opinó Dicson Cabrera, jefe de corresponsales del noticiero
CM&, para quien la verdad está mediada por el síndrome de la chiva.

En la parcialidad de la información influye la satanización.

No olvidemos que Colombia es un país excluyente, en esencia, y que los medios también lo son,
de manera que los periodistas no podemos conocer la verdad porque, aún conociéndola, no
logramos traspasar los intereses y las estructuras, agregó Restrepo.

La afirmación fue ratificada por un periodista de televisión al decir que se siente


muy lejos de la información real en su medio, por cuanto su director exige voces
oficiales, en más del 90 por ciento de las noticias.

Esta práctica está tan arraigada en el ejercicio profesional, que incluso se llega a
olvidar lo esencial.

Antes sentía que si entrevistaba a varias personas, mi información estaría más completa. Ahora
tengo claridad: si todos dicen lo mismo, lo que hago es reforzar el mensaje oficial. Reconozco y
pongo en práctica la diferencia entre voces y fuentes, dijo Arcadio González, corresponsal en
Bogotá de El País de Cali.

Las ganas de llegar a la verdad se resumen en la convicción de Orlando Restrepo,


“mi único patrimonio es la credibilidad y la transparencia; quiero que la gente en-
cuentre eso en mis notas periodísticas”.

LARGAS JORNADAS, CORTOS INGRESOS

Otro aspecto en el que se equipara la situación de los periodistas de Bogotá y


el resto del país es el de las condiciones laborales. Aun cuando en los últimos
treinta años de las facultades de comunicación y periodismo egresaron profesio-
nales que ocupan hoy el puesto que fue de los empíricos, las condiciones labora-
les no se han cualificado.

La insuficiente oferta laboral en comparación con el número de personas que


se gradúan cada semestre en comunicación y periodismo, y la crisis económica
que afectó la economía y, por supuesto, a los medios masivos en la década de los

96
CAPÍTULO 4  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ

noventa y principios de la actual, son algunas de las razones que argumentan las
empresas periodísticas, práctica que se mantiene después del repunte económico.
Como estrategia contratan practicantes que, en promedio devengan, un salario
mínimo y subsidio de transporte1. Los medios más pequeños, con poca audiencia
y menos pauta, no remuneran la práctica dado que la definen como parte del
contenido académico.

Un profesional recién egresado devenga entre el mínimo y un millón de pesos,


ingresos que se congelan de acuerdo con una condición de “recién egresado” que puede
prolongarse. Periodistas con más de tres años de experiencia en emisoras de prestigio no
superan los 700.000 pesos mensuales; otros, con personal a cargo y la responsabilidad de
las noticias regionales no logran los dos millones de pesos al mes; el salario integral se ha
impuesto como la forma más común de contratación.

Los salarios más bajos los paga la radio, seguida de cerca por la prensa. Los más
altos ingresos están en los noticieros de canales de televisión privada. Los editores
periodísticos se ubican en la franja de cuatro a ocho millones, según su prestigio y el
medio para el que trabajen. A partir de esta suma, las cifras se elevan hasta alcanzar
rangos que se califican de exorbitantes en comparación con los mínimos ingresos de
los cargaladrillos.

El mercado laboral es ácido y sigue siendo muy pobre. Sobra decir que no hablo de las super
estrellas que hacen farándula, porque casi que buen sueldo es sinónimo de farándula. Mientras
tanto y de manera lamentable, las emisoras han hecho tradición con la práctica de no pagar
sueldos sino de generar contraprestaciones publicitarias o, incluso, porcentajes de las ventas
para retribuir el trabajo de los periodistas, aseguró Melquisedec Torres.

A los bajos ingresos se suman jornadas laborales intensas.“El periodismo te


absorbe tanto que dejas de lado tu familia, tu vida personal, muchas cosas que
son necesarias”, afirmó Dicson Cabrera. La rutina de un periodista en Bogotá
incluye sábado y domingo cada tres semanas, con diez, doce o más horas de
trabajo diario en medio del estrés por la búsqueda de la primicia. La competencia
por lograrla se convierte en un comportamiento cotidiano que se traduce en dis-
tancia y recelo entre colegas, con espacios de intercambio o análisis de informa-
ción casi inexistentes.

El síndrome de la chiva nos hace egoístas. Además, el acelere produce algo que podemos
llamar chistoso, aunque no lo es: nuestra obligación es informar a la gente, pero a veces
nosotros mismos no compartimos las informaciones porque el ritmo de trabajo no lo
permite, agregó Cabrera.

1
En 2005 el salario mínimo fue de 381.500 pesos; en 2006 de 408.000 pesos.

97
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

SUEÑOS COMPARTIDOS, SUEÑOS DE INDEPENDENCIA

Los periodistas colombianos comparten condiciones laborales, elevados niveles


de competencia y trabajo en largas jornadas, con el estrés y el sueño de informar
sobre temas que ahora les limitan sus jefes. Quisieran, por lo menos, abstenerse de
emitir informaciones incompletas.

No logramos confirmar si realmente son guerrilleros o no a quienes nos muestran como


tales. La opción es creerle a las fuentes. Incluso, y aún sabiendo que la información es falsa,
si hay orden de publicarla hay que cumplirla, si no se quiere arriesgar el ‘puesto’. Si no es
posible comprobar lo contrario, uno se mete en líos, en lo que varios manifestaron su
concidencia.

También en Bogotá se hacen montajes de noticias falsas de las que han sido
testigos los reporteros.

Hace algún tiempo un comandante de la Policía citaba a desayunos de trabajo en los que nos
invitaba a ‘organizar’ juntos la información que se iba a emitir, falsa con frecuencia. Me parecía
que no estaba bien fabricarnos noticias y nosotros no tenemos que prestarnos para eso. Pero
como los medios publicaban esa información, uno se ganaba el regaño por la supuesta chiva,
afirmó un periodista.

 Presentación pública del diplomado en Bogotá, en las instalaciones de la Pontificia Universidad


Javeriana. 2005.
 Fotografía Medios para la Paz.

98
CAPÍTULO 4  PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ

El contenido del diplomado motivó sensaciones, miedos, ausencias y sueños por


ejercer un periodismo con criterios personales en donde se destaque la responsabili-
dad. Dicson Cabrera se imagina la dirección de un programa periodístico semanal en
televisión, con tiempo suficiente para investigar, establecer las verdades y darlas a
conocer. Kena Betancur cree que si llega al periodismo escrito, lo ejercerá de manera
“transparente y neutral, informando sobre toda la verdad de los hechos”.

Hay quienes desean entrevistar a los jefes de los grupos en conflicto para conocer el
pensamiento de Manuel Marulanda Vélez y, otros, el de los paramilitares. Pero también
hubo quién, más apresurado, luego del taller con Germán Castro Caycedo, llegó al perió-
dico con una propuesta de investigación a largo plazo. Su jefe lo escuchó, lo miró fijamen-
te y le dijo con énfasis y algo de su propia nostalgia: “Mijo, por ahora escriba periodismo
y cuando se jubile hace libros”. Los sueños continúan siéndolo, pero sin duda los periodis-
tas sienten que el diplomado algo cambió en su mirada y percepción profesional.

INFORMAR CON RESPONSABILIDAD

El 10 de diciembre de 2005, se cumplió el acto de graduación en la Universidad


Javeriana. Directivos y graduandos expresaron emoción y expectativas al concluir la IV
versión del diplomado Periodismo responsable en el conflicto armado. Wilson Bonilla,
periodista de RCN en representación de los participantes afirmó:

Muchos de nosotros, comunicadores periodistas que hoy recibimos el certificado de participación


del diplomado, nos preguntamos antes de ingresar: ¿cómo es cubrir el conflicto? La interrogación
era aún más crítica cuando se insistía en la responsabilidad de los contenidos, y en la forma de
entregar la información, insistencia que en muchos casos, incluso, hizo llorar a algunos compañeros.
Cuando fuimos estudiantes en la Universidad soñábamos con ser presentadores, corresponsales,
jefes de redacción, reporteros, pero era muy lejano a nuestras mentes un fusil, un cilindro de gas, una
prisión, la censura y tantas otras cosas. Hoy sabemos que fue muy grato y productivo este diplomado
para entender lo importante de saber en dónde estamos, pero ante todo, en qué país vivimos.
Recordemos que quien no conoce su historia, está condenado a repetirla.

A las palabras de Wilson Bonilla se sumaron otras, como las de Gustavo Reyes:

Fue una experiencia necesaria para conocer distintos ángulos de una misma realidad y
concebirla de manera integral. Esto es importante para cualquier ciudadano colombiano
que quiera saber en dónde está parado, y aún más para los periodistas responsables de
manejar información que puede generar situaciones en uno u otro sentido. El diplomado
nos otorgó elementos valiosos para abrir nuevos caminos hacia la investigación, y a nuevas
formas de escribir versiones novedosas y ciertas.

Carlos Barragán, a su turno lo visualizó con una metáfora:

Lo relaciono con una temporada taurina con corridas muy buenas que quedan en la memo-
ria, otras divertidas y una que otra en donde los toros no dan el juego con los toreros Me
inclino por las buenas tardes, los buenos días, con conferencistas muy buenos junto a uno

99
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

u otro que dejó un sabor agridulce. Por fortuna, en términos generales, salimos con dos o
tres orejas, y en alguna ocasión con rabo.

El diplomado fue para los más jóvenes una experiencia necesaria, en la que se
mezclaron distintas formas de hacer periodismo. Andrea Peña, aseguró que “el diplo-
mado se convirtió en una oportunidad muy importante, por cuanto tuve la posibilidad
de compartir con personas de trayectoria, y la experiencia de hacer periodismo de un
modo que no conocía”.

Para los mayores, los más experimentados, el reconocimiento a lo que aún falta
por aprender. Víctor Moré, aseguró:

Estamos sumergidos en un conflicto armado y todavía nos falta aprender a soltarnos de los
comunicados oficiales y a mirar la mayor cantidad posible de aristas en cada hecho noticioso.
Participamos en controversias muy interesantes y la idea es llegar a las audiencias con elementos
que faciliten el análisis de las situaciones.

Para la fotógrafa Kena Betancur el diplomado le permitió conocer las bases para
fundamentar un trabajo periodístico que le gustaría desarrollar más adelante. Valoro
mucho el haber estado con periodistas porque su percepción es muy diferente a la de
los reporteros gráficos.

Orlando Restrepo aseguró que ahora todas las notas publicadas tienen informa-
ción confrontada. “No sale una sola nota que no lo esté”.

El consenso en cuanto a contenidos y seriedad en el desarrollo del diplomado los


lleva a considerar la pertinencia de experiencias de capacitación e información cons-
tante. Mauricio Pichot de la W Radio opinó que el diplomado debe ampliar su espec-
tro para llegar a quienes ocupan cargos de decisión en los medios.

Como reporteros muchas veces podemos hacer poco en relación con los contenidos de la
información. El diplomado permitió despertar una conciencia individual, pero con frecuencia no
podemos hacer nada contra las camisas de fuerza que hay en los medios.

A lo positivo se sumaron comentarios por tener en cuenta en próximas experien-


cias: Arcadio González extrañó la visita a una región como Ralito para conocer la
situación de cerca; la mayoría mencionó lo extenso de las jornadas en fines de semana
como una barrera difícil de cruzar. Aún así, la mayoría la cruzó en la búsqueda de un
sueño que les permitirá acercarse a un periodismo que conlleve verdad, puesta de
frente como un objetivo por cumplir.

100
Observatorio
de medios

CAPÍTULO 5

 Actividad en una de las sesiones del diplomado en Barrancabermeja.


 Fotografía Medios para la Paz.

101
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Aprendiendo a mirarnos
 MARIO MORALES*

Han sido 4 años de trabajo, 4 diplomados, 480 horas de capacitación, 32 en-


cuentros presenciales, 8 módulos de dos días y 8 talleres de una jornada, en cada
diplomado; 16 sesiones de observatorio, 8 páneles, 480 trabajos de prensa, radio y
televisión presentados a análisis por parte de los comunicadores que participaron en
cada diplomado. Es una muestra representativa en el universo del cubrimiento del
conflicto armado en Colombia durante el último lustro.

Desde el comienzo los objetivos han sido comunes tanto en Medellín, Cali (que
también incluyó trabajos de Buenaventura y Tuluá), Barrancabermeja y Bogotá. La
premisa fue y sigue siendo que los medios y quienes los producen, desde el ámbito
periodístico son también objeto de estudio y requieren del escrutinio público y, en
especial, de la autorreflexión sobre los contenidos o productos emitidos en relación
con la dimensión de textos, ponencias y teorías de expertos nacionales e internaciona-
les que contribuyen no sólo a aumentar el acervo de los comunicadores, sino también
se constituyen en su punto de referencia.

Así, el propósito inicial fue el análisis colectivo, riguroso y sistemático de textos


periodísticos sobre el conflicto armado y los esfuerzos de paz, entendidos como ma-
nifestaciones desde la sociedad civil para contrarrestar el efecto de la guerra y pronun-
ciarse en contra de ella, que fuesen plataforma e indicadores de procesos de investiga-
ción sobre el ejercicio del periodismo en Colombia. Al mismo tiempo que evidenciaba

* Comunicador social–periodista. Realizó estudios de filosofía y letras y adelanta su maestría en


literatura. Ha sido reportero, cronista, jefe de unidades investigativas, jefe de redacción y subdirector
de espacios informativos en prensa, radio y noticieros de televisión. Dirige el portal http://
www.nuestracolombia.net y es uno de los pioneros de los blogs colombianos. Autor de cinco novelas
que le han merecido varios reconocimientos. Ha sido docente universitario y es el director del campo
de Periodismo de la Universidad Javeriana.

102
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

en qué medida y de qué manera se fueron incorporando a los productos en los


diversos géneros, los conceptos, referencias y especificaciones que se iban adelantan-
do en el decurso de cada diplomado.

De manera adicional, el proyecto estuvo encaminado a construir un sistema de


indicadores que permitieran el análisis cuantitativo y cualitativo de los textos periodísticos.

Esa reflexión constante ha estado cualificada con los resultados y aportes de cada
diplomado, con el referente internacional del Proyecto para la Excelencia del Periodis-
mo de la Universidad de Columbia, y con las experiencias de la investigación “Calidad
informativa y cubrimiento del conflicto - Estándares de calidad periodística en el cu-
brimiento del conflicto armado colombiano”, realizada por el Proyecto Antonio Nariño,
proceso que ha sido alimentado y enriquecido por parte de los profesionales encarga-
dos de los Observatorios en cada una de las ciudades y, por supuesto, ha dejado un
instrumento de medición que quiere ser aporte de construcción y reflexión de proce-
sos similares o asociados con el conflicto armado que vive el país en aras de establecer
con un número relativamente bajo de variables, la calidad de una pieza periodística
una vez publicada, pero también como un parámetro del periodista en el proceso de
construcción y producción informativas.

PILARES PARA ESCRITOS PERIODÍSTICOS

Este instrumento está conformado con base en siete pilares, con sus respectivas
ramificaciones.

1. Identificación del autor, medio, características del producto: género y duración.

2. Indicadores de construcción, exactitud y coherencia informativa que dieron


cuenta de la correspondencia entre los lenguajes informativos aplicados a
cada medio, su rigor, la forma de calificación de cada producto para nombrar
el hecho o situación objeto de la información, la precisión del vocabulario en
relación con los cánones de la Real Academia de la Lengua, la ley colombiana
y el DIH y la exploración de recursos narrativos novedosos y de calidad.

3. Indicadores de contexto informativo para establecer la relación de cada hecho


con sus antecedentes y contexto, así como con otros hechos o acontecimien-
tos recientes.

4. Indicadores de pluralidad y manejo de las fuentes de información para


observar el número de fuentes consultadas, el contraste entre diferentes
versiones, la calidad en términos de su identificación, naturaleza, así como
el tiempo o espacio dedicados a cada una de ellas.

103
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

5. Indicadores de investigación periodística con el objetivo de conocer el origen


de las informaciones presentadas.

6. Indicadores de tematización informativa para saber sobre cuáles asuntos gi-


ran en mayor o menor medida los productos periodísticos que tienen que ver
con el conflicto armado. De igual modo, los indicadores de la ética periodís-
tica asentada en la diferenciación de información y opinión, en el respeto a la
intimidad, a las estrategias para evitar el sensacionalismo y a las rutinas que
han permitido el acceso a la información.

7. Indicadores de impacto de la información y de agenda propia para entrever


las motivaciones de cada informe, el impacto y las reacciones que suscitan en
la esfera pública.

PRECISIONES

Con el fin de profundizar en las mediciones es necesario señalar que el instru-


mento se fundamentó sobre conceptos bien delimitados que permitieran puntos de
referencia comunes para los encargados de adelantar el observatorio. Con el fin de
poder seguir, sistematizar y evaluar la producción informativa el documento del ob-
servatorio especificó tres conceptos básicos.

Se entendió que la unidad de análisis en la que se centró la medición del obser-


vatorio es la “información periodística” que se refiere de manera directa o relacionada
con el conflicto armado en Colombia: acciones bélicas y judiciales, acciones de paz y
convivencia, conversaciones y acuerdos humanitarios y de negociación política con
actores armados, conflictos bélicos urbanos en lo que participan actores armados que
le disputan el monopolio de la fuerza al Estado.

En ese sentido como información periodística se tomó el texto - nota - informe


que contiene, bien sea:

Un titular
(antetítulo, título y subtítulo)

+
Un cuerpo informativo
(que es la información que desarrolla ese titular, bien sea en prensa, radio o televisión)

+
Unos recursos visuales
(como las imágenes de video, las fotografías, o las infografías, que son recursos visuales que
también suelen acompañar la información para describir situaciones geográficas).

104
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

Se asumió por informaciones directas sobre el conflicto armado interno en Colombia


todos los informes - notas - textos periodísticos que comunican sobre acontecimientos,
hechos, personajes y situaciones directamente involucradas con la confrontación armada
interna entre las fuerzas armadas estatales y los grupos armados de distinta índole que le
disputan el monopolio de la fuerza al Estado, que ejercen control sobre diversos territorios
de la nación y que actúan bajo órdenes de un bando con responsabilidad política y militar,
así como con las consecuencias de estas acciones de guerra contra la población civil, el
medio ambiente y las riquezas de la nación. Lo que incluye informaciones sobre despla-
zamientos, exilios, amenazas, daños ambientales, atentados contra obras de infraestructu-
ra física, etcétera. Este grupo incluye tanto a las Fuerzas Militares, de policía e instituciones
del Estado, como a grupos armados ilegales.

Se entendió por informaciones relacionadas con el conflicto armado todos aque-


llos textos - notas - informes periodísticos cuyo propósito es notificar sobre aconteci-
mientos, hechos, personajes y situaciones relacionadas con procesos de negociación
política del conflicto armado, con acuerdos humanitarios, con pronunciamientos
políticos sobre asuntos concernientes a la paz y la confrontación interna y con accio-
nes civiles de paz y convivencia de sectores de la sociedad civil.

RECUADRO 3 LOS OBSERVATORIOS:


EXPLORAR LOS ACONTECIMIENTOS

Los términos son novedosos y están en boca de académicos, periodistas y usuarios cada
vez con mayor frecuencia. Observatorio, veeduría, defensoría, seguimiento son algunos de los
conceptos, aunque con diferencias específicas, apuntan a comprender un fenómeno relativa-
mente joven pero que ya tiene raíces en todo el mundo.

Tienen un común denominador, el espacio para la reflexión y la producción de conoci-


miento en el campo de la comunicación, los medios, el ejercicio del poder político, el conflicto
armado, los procesos de paz y la construcción de ciudadanía.

Para connotados analistas, como el investigador belga Armand Mattelart, es una forma
para enfrentar el poder y la manipulación de los consorcios mediáticos. Es decir, es la búsqueda
de la igualdad de acceso y representación mediática.

Para periodistas como Ignacio Ramonet forman parte de un “quinto poder” que permite
oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un “quinto poder” cuya
función es la de denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos
mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal.

Los observatorios, según la investigadora mexicana Carmen Gómez, se acercan a los


medios para precisar sus matices, explorar las formas como cubren los acontecimientos, esta-
blecer sus lógicas de producción, los modelos y estrategias que emplean como herramientas en
la construcción y definición de agendas.

Continúa

105
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

RECUADRO 3 CONTINUACIÓN

PARA AMÉRICA LATINA CONVERGENCIA DE CARACTERÍSTICAS

En una cosa parecen estar de acuerdo teóricos y especialistas: las características se van
demarcando en la medida en que se construyen. Broullón Pastoriza, Tatiana Hernández, Xosé
López García y José Pereira han propuesto desde América Latina, las siguientes:

 Conexión con el presente del entorno y reacción ante los cambios estructurales

 Análisis de topologías, instituciones, narrativas y discursos. Los distintos elementos


de que consta el proceso de comunicación, así como los diversos actores que parti-
cipan del mismo son objeto de análisis

 Monitoreo de la información y de su resignificación. La perspectiva sobre los aconte-


cimientos y las correspondientes actuaciones de los medios son comparados, analiza-
dos (en forma individual y dentro de una trayectoria) e interpretados

 Especial atención a los actores sociales y a los asuntos del debate público. Los observato-
rios dependen de la actualidad informativa de la sociedad que constituye su objeto de
análisis y centran su actividad acerca de aquellas cuestiones que congregan una mayor
atención o seguimiento mediático

 Evaluación de criterios éticos de los medios. El desarrollo correcto del trabajo periodístico
sigue centrado en una buena parte de los análisis y controversias salidos de los observa-
torios de medios

 Conformación de iniciativas ciudadanas, empresariales y sociales, relacionadas con la


comunicación y el ejercicio de la democracia. La mayor parte de los observatorios no
permanece estancada en la mera contemplación de la realidad mediática de la que
informan, sino que participan, de manera directa o indirecta, de iniciativas de reac-
ción ante las irregularidades descubiertas

 Elaboración de estudios minuciosos como arma fundamental de acción. No imponen


sanciones jurídicas sino que informan de manera notoria sobre los desajustes

 Los observatorios reconocen su visión parcial y se abren para confrontar con otras
miradas, interactúan con otras observaciones. Será la complementariedad y el aporte
al ejercicio periodístico en su interacción con las audiencias

 Los observatorios no son expresión de una representación, sino formas de participación

106
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

METODOLOGÍA

El observatorio se movió en cada una de sus cuatro etapas sobre un componente


cuantitativo derivado del instrumento aplicado a cada informe presentado por los periodis-
tas participantes. Asimismo con un componente cualitativo obtenido mediante la valora-
ción y explicación de los resultados, rutinas de producción, expectativas y conclusiones de
cada nota periodística basado en entrevistas personales de los observadores en cada ciu-
dad, con cada uno de los periodistas que entregaban de manera voluntaria un promedio
de tres trabajos en cuatro momentos distintos de cada diplomado.

El resultado de cada análisis fue socializado en otras cuatro sesiones para cada
ciudad, con el fin de que los participantes conocieran el proceso como tal, se nutrie-
ran de las observaciones e incorporaran los elementos que consideraran necesarios,
útiles e idóneos en la construcción de calidad de su producción periodística.

Hubo periodistas que de manera permanente u ocasional cubrieron el conflicto


armado como fuente directa o en relación con el desempeño de su trabajo en otros
frentes informativos, bien como redactores de planta o como corresponsales en cada
una de las cuatro ciudades.

Medios Medios
Medios rgionales
nacionales internacionles

Prensa El Tiempo Antioquia Agencia Reuters


El Espectador El Colombiano Agencia AFP
El Nuevo Siglo El Mundo Agencia AP
Revista Semana Periódico La Urbe Agencia EFE
Revista Cambio Periódico La Hoja
Revista Cromos
Revista Esquina Valle del Cauca
Regional El País
Agencia Colprensa Diario Occidente
UN Periódico
Barrancabermeja
Semanario La Noticia
Periódico La Tarde
Vanguardia Liberal
Credhos Informa
Revista La Mohana – OFP
Periódico Familia
Diocesana –
Diócesis de Barranca
Semanario El Medio
Magdalena
Continúa

107
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Medios Medios
Medios regionales
nacionales internacionles

Radio RCN Antioquia


Caracol Emisora Fénix de Oriente
Super Supernoticias de Antioquia
Todelar
Colmundo Valle del Cauca
La W Radio Buenaventura
Radio Santa Fe Cascajal Estéreo
Magazín 7 días

Magdalena medio
Yariguíes Estéreo
Asociación Red de Emisoras
Comunitarias del Magdalena
Medio – Aredmag
Simití Estéreo
Campo Serrano Estéreo
Betuliana Estéreo
San Vicente Estéreo

Bogotá
Emisora Kennedy
Emisora Mariana

Televisión Caracol Antioquia


CM& Telemedellín
RCN Teleantioquia
NTC Hora 13
Hora Cero
Noticiero de las 7 Valle del Cauca
Noticiero 90 Minutos
Telepacífico
Noti 5
CVN Noticias
Tuluá TV Centro

Barrancabermeja
Enlace TV
Canal Comunitario TV
Circunvalar
Telepetróleo

Bogotá
Canal Capital

108
 Material del diplomado.
 Fotografía Medios para la Paz.

LOS RESULTADOS

Si bien en algunos casos los resultados se observan en relación con cada una
de las ciudades sede del diplomado, es menester precisar que no existe intención
de comparar, porque si bien esos cuatro estadios tuvieron una metodología co-
mún, cada etapa estuvo caracterizada por condiciones específicas que variaron en
tiempos, espacios, participantes e indicadores que se construyeron en forma pro-
gresiva para aprovechar las experiencias precedentes.

A partir, pues, de esas mediciones no es conveniente comparar criterios de


calidad de los trabajos periodísticos evaluados en una ciudad con respecto a las
otras tres. La intención de observarlos en conjunto es la de tener una mirada global
de las experiencias acumuladas, pero sin perder el criterio particular de cada medición
en relación con su propio contexto.

109
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

1. CRITERIOS DE IDENTIFICACIÓN

Permitieron establecer el medio, el autor, la extensión o duración, el titular y el


género informativo, bien fuese noticia, reportaje, entrevista, informe especial análisis
noticioso, crónica, perfil o reseña.

En particular, en los observatorios de Barrancabermeja y Bogotá, donde se hizo


especial énfasis en establecer las narrativas periodísticas se pudo detectar que en estas dos
ciudades, 58% de los trabajos eran noticias con las implicaciones de escasez de tiempo en
la preparación y con las limitaciones de duración o extensión en la publicación o emisión.
Mientras tanto otros géneros como el análisis noticioso no son trabajados continuamente
y en ciudades, como Bogotá suman apenas 11% y los informes especiales 20% de los
trabajos presentados en Barrancabermeja, pero que son sensiblemente inferiores en canti-
dad a los trabajos que fueron elaborados con las características de noticias.

Los demás géneros como crónica, o entrevista no superan, en estas dos ciuda-
des, 9% de los trabajos en promedio. La prevalencia de la noticia tiene dos implicaciones
directas; de una parte uniforma la información, todo parece igual, repetitivo y genera
un efecto de asepsia en la audiencia, que acaban cayendo en la indiferencia. Y de otra
la labor misma del reportero se rutiniza al enfocarse en encuadres prefabricados que
terminan por minarle su estilo. En ambos casos el déficit en el análisis y en la interpre-
tación lo padece el espectador.

Entonces, aquí resulta pertinente formularse el siguiente interrogante:

¿Se impone el registro noticioso a los géneros interpretativos?

2. INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN

En este apartado se le hizo seguimiento a la exactitud de la información, esto es,


a la inclusión de los datos básicos que permitan comprender la información: qué,
quién, cómo, dónde y cuándo. Del total de trabajos 21% no entregó la información
completa requerida para su total comprensión.

En la suma total se encontró que 84% de los trabajos tenían coherencia informa-
tiva, es decir, relación estructural entre el titular y el texto de la nota - informe y el
texto amplía de manera clara y concisa lo que se dice en el titular, o el texto desarrolla
las líneas argumentales propuestas por el título.

En cuanto a las mediciones realizadas en Bogotá y Barrancabermeja en relación


con la coherencia entre el texto y la imagen - fotografía - sonido (cuando aplicaba), es
decir, que la imagen - fotografía - sonido presentaban información coherente con el

110
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

texto que lo acompañaba, se observó que mientras en Bogotá la coherencia era del
83% en Barrancabermeja era del 92%.

En los casos de incoherencia se halló además que en estas dos ciudades la infor-
mación presentada, o bien se contradecía en 33% o confundía en 67%.

CALIFICACIÓN DEL MEDIO PARA NOMBRAR HECHOS O


SITUACIONES DEL CONFLICTO ARMADO

El seguimiento estuvo dirigido a registrar la forma en que el periodista califica o


enmarca los hechos que describe en una situación más amplia. Es decir, si para deno-
minar el espectro más amplio de los acontecimientos que narra utiliza el lenguaje de
las fuentes, si evita esa denominación o si para especificar la tipología de la informa-
ción emplea referentes políticos, jurídicos o de convenciones o acuerdos en este sen-
tido en los ámbitos nacional e internacional.

La mayor parte de los trabajos 62% en Bogotá, 37% en Barrancabermeja y 41% en


Medellín no especifica o no califica. En Barrancabermeja, en las sesiones cualitativas, se
puso de manifiesto que la ausencia de calificación se debía al temor que sentían los
reporteros debido al momento por el que estaban atravesando. En Bogotá, en cambio, la
apreciación más generalizada era que no se debía calificar el conflicto, por lo menos en lo
referente a medios nacionales, debido a que, según los comunicadores, era un tema de
conocimiento público y hacerlo sería redundar y quitarle espacio a otro tipo de informaciones.

No obstante, 36% de los trabajos presentados en Medellín utiliza la tipología de


conflicto armado y, en Bogotá, sólo lo hace 12 y 17% en Barrancabermeja. El 13% de
los trabajos de Bogotá optó por denominar los hechos como guerra interna. En
porcentaje menor como 4% en Bogotá ó 1% en Barrancabermeja se utiliza el lenguaje
de las fuentes en la calificación de los sucesos.

En Bogotá, la calificación del medio, cuando lo hace, y el contenido de la noticia


es coherente en 97%, lo que deja entrever un carácter de intencionalidad.

 La inquietud es: si los periodistas no nombran, no definen,


no denominan ¿quién lo hará? ¿y con qué intenciones?

PRECISIÓN DEL VOCABULARIO

En esta categoría la medición buscaba establecer la designación lingüística para


nombrar los asuntos relacionados directa o indirectamente con el conflicto armado.
Aplicaba en el caso de informaciones que se refieren a los combatientes y las acciones
bélicas, y buscó establecer cuál es el grado de exactitud para referirse a éstos.

111
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Las categorías de medición de esta variable fueron:

 Uso de vocabulario acorde con el diccionario de la Real Academia de la


Lengua: En Bogotá, 17% de los trabajos hizo uso inadecuado del lenguaje,
en Barranca este aspecto alcanzó 12 y 3% en Cali. En estos trabajos fue
evidente el desconocimiento de normas gramaticales, uso indebido de pre-
posiciones, falta de concordancia, errónea utilización de expresiones, mal
uso de preposiciones y de adverbios y deficiencias y transposición del lengua-
je de cada medio. Más allá de la normatividad, se pudo apreciar en el obser-
vatorio que estas incorrecciones no sólo confundían, sino que además con-
tradecían o presentaban una información completamente distinta a la que el
reportero se había propuesto.

La mayor parte de las carencias tuvieron que ver con aspectos como los de
concordancia gramatical, uso de preposiciones, manejo de los tiempos verbales,
uso inadecuado de términos, abuso del gerundio y de las frases de cajón y del
denominado lenguaje “cebolla”, esto es frases excesivamente largas, con incisos,
paréntesis y oraciones aclaratorias que terminaron por confundir al lector, pero
más aún a oyentes y televidentes.

Se detectó, así mismo, que hay demasiadas repeticiones de algunos aspectos


de la noticia en detrimento de otros que no se conocieron o pasaron
inadvertidos. Hay abuso de pleonasmos, ambigüedades, generalizaciones y
en algunas ocasiones, de adjetivaciones innecesarias. Hay utilización excesiva
del “se” impersonal lo que, de alguna manera, contribuye a restarle respon-
sabilidad para bien y para mal a los protagonistas. Así mismo, los reporteros
usan de manera inadecuada eufemismos, estereotipos, sesgos, prejuicios,
lugares comunes y frases de cajón

 El lenguaje televisivo no es el más apropiado; se confunde con frecuencia


con el lenguaje radial; hay desaprovechamiento de la imagen, imprecisión en los
términos y uso precario del elemento sonoro

 Uso de vocabulario acorde con el DIH. En Bogotá, 7% no se acogió a las


disposiciones del DIH. En Barrancabermeja el porcentaje de uso inadecuado,
bien por desconocimiento de los términos, bien por la utilización del lenguaje de
las fuentes fue del 85%, en Cali del 37% y en Medellín del 28%

 En Cali, 59% de las piezas periodísticas utilizó el vocabulario acorde con la


ley colombiana, 53% hizo lo propio en Barrancabermeja y 99% en Bogotá.

112
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

Con respecto a estos indicadores la inquietud que queda es:

 ¿Conocen los reporteros el DIH y la ley colombiana aplicada


al desempeño de su oficio?

 Los indicadores en cuanto a uso de metáforas y expresiones para referirse a


los sujetos, asuntos y acontecimientos de la información, alcanzan en promedio
en las cuatro ciudades 14%, es decir, cuando los periodistas califican o estable-
cen juicios de valor que dirigen la interpretación de la información o utilizan
frases de cajón o lugares comunes que impiden diferenciar, identificar y digerir
una información con respecto a otra.

 Son escasos los intentos por explorar los recursos narrativos tanto en pren-
sa, como en radio y televisión. La medición indica que los reporteros escriben
de manera uniforme, sin permitirse licencias en la creación o en la variedad
de estilos o formas de narrar o de contar lo que hace que unas noticias, sin
importar lugar o fecha, se parezcan a las otras y terminen por atiborrar a los
públicos. Sólo 14%, en Bogotá, y 2%, en Barrancabermeja, hace intentos por
innovar en cuanto a la forma de escribir. Con respecto a los medios
audiovisuales el porcentaje de quienes corren riesgos en aras de diferenciar
cada suceso en el imaginario y en la recordación de sus audiencias no supera
8% como sucede en la radio caleña.

Es necesario mencionar que en las reflexiones verbales hechas durante la presen-


tación de los resultados del observatorio, los periodistas mencionaron como una de
las causas en la linealidad del estilo las decisiones de los jefes, editores o correctores
cuando, en algunos casos, se intentaba escribir con estructuras creativas.

RECUADRO 4 OBSERVATORIO MEDELLÍN

Construir un observatorio de piezas informativas sobre el conflicto armado en Colom-


bia, durante el desarrollo del diplomado implicó poner a prueba la capacidad para cruzar el
análisis del contenido y la reflexión en torno a las prácticas profesionales. Así, cada encuentro
con los periodistas-alumnos se convirtió en una jornada que iniciaba en los resultados duros
productos de la estadística y terminaba en un autoexamen público del ejercicio periodístico.

Lo más importante para mí fue comprobar cómo la construcción del observatorio,


que en la primera presentación de resultados se recibió con desconfianza, se convirtió en
el espejo donde todos los alumnos querían mirarse con la intención, creo yo, de reencontrar
al periodista abnegado y equilibrado que muchas veces se desdibuja, abatido por la
presión de informar en un país en guerra.

Patricia Nieto
Orientadora observatorio de medios diplomado de Medellín

113
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

3. INDICADORES DE CONTEXTO INFORMATIVO

Se entendió por contexto informativo la relación que existe entre la coyuntura


informativa (el hecho que acabó de suceder) y el proceso (el contexto en el que se
enmarca ese hecho).

Así, cerca del 48% de las piezas analizadas en Bogotá, Cali, Medellín y Ba-
rrancabermeja no establece esa relación con el acontecimiento periodístico actual,
y no tiende nexos que permitan una construcción más amplia que ayude a enten-
der los hechos de manera global. En Bogotá 54% de las piezas utiliza, en la
información, antecedentes históricos e información de contexto que sirve para
ubicar y enmarcar el acontecimiento periodístico actual. En Barrancabermeja el
promedio alcanza 45%.

La ausencia de antecedentes y la escasez de contextos como práctica periodística


originan la percepción de que los hechos suceden por primera vez o se suscitan por
generación espontánea, desligándolos del proceso donde reposan sus causas, y muy
posiblemente sus explicaciones.

Como origen de este inconveniente, según lo expresado por los comunicadores,


se citó una de estas dos vertientes: la escasez de espacio o tiempo, de acuerdo con el
medio, y la presunción de que las audiencias conocían esos antecedentes y esos
contextos. En relación con el segundo punto el debate se centró en la diferencia de
posibilidades de acceso en las regiones con respecto a la capital y la gran cantidad de
información que fluye diariamente y que impide su comprensión o confunde por las
diversas facetas que cada hecho puede tener.

4. INDICADORES DE PLURALIDAD Y MANEJO DE


FUENTES DE LA INFORMACIÓN

La noción de ‘fuente’ es un término que designa a los individuos, los grupos, los
centros de poder y las instituciones que, como actores de la sociedad, tienen la capa-
cidad de ‘comunicar’ algo y de influir en la agenda de los asuntos públicos que trata
la información. Son las instituciones, grupos sociales o sujetos individuales y colecti-
vos que proporcionan comunicación sobre los hechos y los acontecimientos.

Número de fuentes consultadas y


contrastación de las versiones de las fuentes

El número de fuentes resultó como es obvio de la cuantificación de éstas de


acuerdo con su intervención en la construcción de la información. El contraste está

114
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

 Durante una de las sesiones del diplomado en Bogotá.


 Fotografía Medios para la Paz.

concebido como puntos de vista cuando la pieza periodística presentó distintas ver-
siones de las fuentes citadas. Pero ese contraste se evidencia en lo que dijeron las
fuentes citadas, no en lo que dijo el periodista sin apoyarse en ninguna fuente.

Es necesario tener en cuenta que el contraste de fuentes no es lo mismo que la


cantidad de ellas. Así pueden existir informaciones con más de tres o cuatro fuentes,
por poner un caso, pero sus puntos de vista son similares. A mayor número de fuentes
no necesariamente corresponde mayor contraste de los puntos de vista que presenta
la información.

Con este criterio fueron definitivamente unifuentistas, es decir, consultaron una


sola fuente, 16% de los trabajos presentados en Bogotá, 32% de las piezas de Barran-
cabermeja, 46% de los trabajos en Medellín y 47% de Cali.

Pero entre los trabajos restantes (que si bien consultaron dos o más fuentes),
64% de las piezas observadas en Bogotá tenían el mismo punto de vista; algo similar
sucedió con 43% de las piezas observadas en Barranca y 46% de los productos
presentados en Medellín.

115
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Así mismo, se puede observar una analogía entre género periodístico utilizado, cali-
dad de la investigación y la pluralidad, diversidad y contraste de las fuentes consultadas.
Así las noticias son mayoritariamente unifuentistas, mientras que los artículos de análisis,
por ejemplo, visibilizan el mayor número de fuentes en cada una de las piezas analizadas.

Identificación de las fuentes

Se entendió por la atribución de las fuentes citadas las informaciones que ofrecen
los datos de identidad de las fuentes: quiénes son, qué hacen, qué cargo tienen,
dónde habitan, entre otros elementos. La identificación de las fuentes tiene que ver
con criterios de calidad de esas fuentes y, por ende, de credibilidad y confianza por
parte de las audiencias. Permite además establecer si esas voces fueron testigos o
víctimas de los sucesos narrados o si se trató de voceros de fuentes, y aún más, si
tienen intereses específicos y que se ocultan en el anonimato para obviar o dirigir la
orientación de esas informaciones.

En este sentido 72% de las fuentes consultadas en los cuatro observatorios se


identificó plenamente. En Bogotá, 13% de las piezas identificó sus fuentes parcial-
mente, 11% no las identificó, es decir, atribuyó declaraciones a fuentes anónimas sin
justificaciones de reserva por razones de seguridad, por ejemplo, como sí sucedió con
2% que pidieron y así se publicó, no mencionar sus nombres o que por razones de
edad y de acuerdo con las disposiciones legales, no se pueden mencionar.

En Cali 93%, de las fuentes fue identificado. En Barrancabermeja 19% de traba-


jos identificó parcialmente las fuentes, 16% no se identificó y 4% pidió reserva por
seguridad. En Medellín se observó el promedio más alto de fuentes no identificadas,
con 39%, lo que puede afectar en un momento determinado la plena credibilidad de
las informaciones presentadas que no pueden atribuirse a seres o a rostros identificables
que permiten construir la memoria del conflicto armado.

No obstante, no sobra recalcar que el periodista tiene la discrecionalidad de no


identificar las fuentes pensando en la seguridad de las mismas, pero nunca con otro
tipo de motivaciones como el manejo exclusivista de esas fuentes y, en el peor de los
casos, el reportero permitirse ser objeto de control por parte de una fuente que logra
de esa manera que el periodista diga lo que le conviene.

116
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

RECUADRO 5 OBSERVATORIO BARRANCABERMEJA

Creo que fuimos los únicos periodistas del mundo que nos sentábamos un sábado a las
9 de la noche a analizar noticias. Y lo que es más raro aún, que a veces seguíamos el domingo
a las 7 de la mañana, después del desayuno y antes de las clases formales del diplomado.

Lo hacíamos en la casa de las afueras de Barrancabermeja donde se hizo el diploma-


do. Nos juntábamos cinco o seis personas y el trabajo era con los periodistas que venían
de municipios alejados del Magdalena medio. Tenía que ser en ese momento porque era la
única ocasión en que estaban, dado que otro día se dificultaba mucho su desplazamiento
hasta la ciudad.

Nos sentábamos con una grabadora, porque todos éramos de radio, y escuchába-
mos varias veces cada noticia o informe. Entre todos hacíamos el análisis que duraba
hasta que nos cogía el sueño o los zancudos nos hacían parar (la casa está al lado de la
ciénaga de San Silvestre y por épocas se levantaba ‘la plaga’, como le dicen en algunos
pueblos de la región a esas oleadas de insectos).

Con el resto de colegas, los de Barrancabermeja, las conversaciones eran días después en
la sede de la diócesis local, con la misma metodología y sin mosquitos.

Todas las sesiones fueron muy enriquecedoras y pese a las duras críticas que a veces se
hacían a las informaciones que se analizaban, hubo un espíritu de reflexión bastante positivo
que todos decíamos ojalá se volviera permanente.

Juan Gonzalo Betancur


Orientador observatorio de medios diplomado de Barrancabermeja

Naturaleza de las fuentes

Se entendió como fuente cuando los sujetos que hacen parte de la información
tienen una voz propia dentro de la información, esto es, ofrecen un testimonio, una
afirmación, una opinión. Por lo general, una fuente es sujeto que dice algo de algo. En
este acápite se indagó por quiénes son las fuentes y cuáles son los sujetos que aparecen en
las informaciones de prensa, radio y televisión. Se establecieron las mediciones de las
informaciones construidas en relación con las fuentes oficiales (como gobierno, institucio-
nes del Estado, Fuerza Pública) y otros sectores menos visibles como la sociedad civil. En
este aspecto es necesario precisar que parte de los resultados sobre la naturaleza de las
fuentes tiene que ver con los momentos informativos del país o de sus regiones, es decir,
que si la agenda informativa está construida en relación con diálogos o negociaciones, los
sujetos y fuentes que están involucrados en esos procesos pueden tener mayor visibilidad
que los demás.

Ello explica por ejemplo que en Bogotá, cuyo diplomado se llevó a cabo en
época de crisis y negociaciones con sectores paramilitares, 48% de las fuentes haya
sido oficial y la sociedad civil haya aportado 37% de las voces.

117
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

En Barrancabermeja, 31% de las fuentes fue oficial y 62% correspondió a voce-


ros de la sociedad civil, entendida en un eventual doble rol, bien como sujetos, como
víctimas o testigos, o bien como fuentes provenientes de movimientos y organizacio-
nes sociales y civiles nacionales no gubernamentales, empresarios, dirigentes miem-
bros y voceros de gremios, asociaciones, federaciones y consejos económicos y
de la producción y de ligas de deportes; miembros y voceros de universidades y
centros de investigación nacionales, miembros y voceros de la Iglesia: Conferen-
cia Episcopal, obispos, prelados de la Iglesia Católica y de otras iglesias, así como
víctimas y testigos.

En Bogotá, la fuente gubernamental más consultada fue el presidente de la Re-


pública con 27% y en Barrancabermeja el alcalde con 53%. De las instituciones del
Estado, el Congreso fue la fuente más consultada en Bogotá con 50% y en Barranca-
bermeja, la Defensoría del Pueblo con 44%. En relación con la Fuerza Pública, tanto
en la capital del país como en Barrancabermeja, la fuente que más apareció fue la
policía con 53 y 54% respectivamente.

De la sociedad civil la fuente más visible en Bogotá fueron las universidades con
17% y en Barrancabermeja, las organizaciones y las víctimas con 23% en cada caso.
En la capital, las víctimas aparecen sólo en 7% de las piezas analizadas.

Con respecto a los grupos armados al margen de la ley, los paramilitares fueron
los más consultados en Bogotá con 61% y en Barrancabermeja el ELN en 40%.

Los resultados tienen que ver con la agenda coincidente con cada uno de los
diplomados citados. Las Farc aparecen poco en la interlocución mediática, sólo mar-
can 17% en los trabajos presentados en Bogotá.

Espacio-tiempo ocupado por las fuentes citadas en la información

Como conclusión del indicador anterior (identificación de la naturaleza de fuen-


tes y tiempo de cada una), se definió si hubo equilibrio o no entre las fuentes citadas
en relación con el espacio o tiempo que le dedicaron las publicaciones y las emisio-
nes. Es obvio que todos los indicadores que arrojaron consultas hasta de una sola
fuente muestran un desequilibrio por omisión. En los restantes trabajos se observó
que por ejemplo en Bogotá, el desequilibrio fue del 61%, en Barrancabermeja del
15%, en Cali del 56% y en Medellín del 59%. La mirada presentada aquí es eminen-
temente cuantitativa.

De ese desequilibrio se deduce que hay más visibilidad de unas fuentes


frente a otras pero también de lo que dicen esas fuentes, lo que implica, sin
duda, que haya versiones que tengan, aparentemente frente a las audiencias,

118
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

más carga informativa y a la postre, mayor influencia en la formación de las


corrientes de opinión pública, al tiempo que se desechan o quedan al margen
otras versiones que se emiten o publican disminuidas y sin fuerza ante los
espectadores desprevenidos.

La inquietud es:

 ¿Qué tanto se plantean los periodistas criterios de equilibrio en cuanto a


visibilidad, tiempo y espacio dedicados a sus fuentes?

5. INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA

Para establecer el criterio de calidad en la investigación de los reporteros se


observó, en la medida de lo posible y de lo evidente, el origen de la información
proporcionada por las fuentes consultadas, esto es, el ‘lugar’ periodístico, institu-
cional, físico o documental de donde el periodista tomó la información para la
construcción de su informe.

La presencialidad y el seguimiento del periodista en la consecución de la


información alcanzó en Bogotá 50%, en Barrancabermeja 65%, en Cali 49% y en
Medellín 44%. Los boletines siguen siendo lugar de consulta para 9% de los
trabajos analizados en Bogotá y los foros y eventos en 11% en Barrancabermeja.
Esto debido a la numerosa presencia de organizaciones sociales y las múltiples
actividades que lideran y promueven.

Esos resultados dejan, a su vez, la inquietud acerca de las prácticas periodís-


ticas de cerca de la otra mitad de reporteros quienes omiten su presencia en los
lugares de los hechos, cuando ello es posible, y se remiten a boletines, versiones
de otros medios, incluida internet, por lo que no sólo no tienen posibilidades de
contrastación y verificación, sino que además refuerzan eventuales carencias de
los productos informativos de los otros medios que les sirven como punto de
referencia. Así las cosas las posibilidades de utilizar recursos narrativos se reducen
de manera significativa.

6. INDICADORES DE TEMATIZACIÓN
(ESTRUCTURA TEMÁTICA)

Hace referencia a las temáticas a partir de las cuales los asuntos relacionados
directa o indirectamente con el conflicto armado en Colombia aparecen como ‘noti-
cia’ (reportaje, crónica, entrevistas, etc.) en las informaciones de los medios. Aquí es
importante observar cómo las agendas de los medios construyen y delimitan los te-
mas directa o indirectamente relacionados con el conflicto armado, así como ubican-

119
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

do a determinadas ‘fuentes’ de la información con respecto a esos temas. De igual


modo, interesa mirar qué agenda informativa se construye con respecto al conflicto
armado en relación con el momento periodístico, la coyuntura y los procesos que
llaman la atención noticiosa. Se optó por agrupar los temas de la agenda informativa
en siete grandes bloques.

Por ello, y como ya se señaló y acorde con el tiempo durante el que se realizó el
diplomado, aparece la temática de política interna (asuntos relacionados con legisla-
ción, negociación, políticas de seguridad, reinserción) con 41% en Bogotá y 6% en
Barrancabermeja. Al mirar en forma desagregada los indicadores de este ítem, se
encuentra que los temas de legislación y políticas de seguridad alcanzan en cada caso
44% en Barrancabermeja y 7 y 37%, en Bogotá, respectivamente.

El tema de reinserción alcanza, también 28% dentro de los asuntos informa-


tivos relevantes.

La negociación de las piezas periodísticas de Bogotá suma 21% y en Barran-


cabermeja 11%.

Lo bélico militar aparece en 18 y 19%, respectivamente. Al desagregar esta te-


mática, resultan observaciones interesantes. Como por ejemplo en lo bélico militar,
los combates, aparecen tan sólo en 10% tanto en Bogotá como en Barrancabermeja.
El periodista siempre llega después y debe someterse a las versiones que le den los
directamente implicados en esos combates sin poder ser testigo aunque distante por
razones de su seguridad. Aparecen en cambio de manera más nutrida los temas que
conciernen a acciones de grupos militares ilegales con 43% de los trabajos en Bogotá
y 62% de Barrancabermeja. Mientras que las operaciones militares del Estado, conta-
bilizan 43% en Bogotá y 21% en Barrancabermeja.

En lo atinente a los derechos humanos, éstos ocupan 29% de los temas que
tratan los trabajos de Bogotá. Esta temática toca la agenda de Barrancabermeja en
54% de los casos observados.

El indicador que más marca es el de ataques a la población civil como quedó claro en
las piezas presentadas en Barrancabermeja. Este apartado suma 16% de los trabajos de
Bogotá que en cambio suman 25% en los asuntos informativos sobre el acuerdo humani-
tario. En la capital el desplazamiento con 16% y las acciones en relación con los derechos
humanos suman 16 y 20%, respectivamente, con indicadores muy similares en
Barrancabermeja en estos dos últimos aspectos.

Cabe resaltar que sólo 3% de los trabajos presentados en Bogotá tratan temáticas
en relación con las acciones contra la libertad de prensa. La causa: la capital no es el
escenario de esas acciones.

120
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

7. ÉTICA PERIODÍSTICA
Con base en el análisis de la nota informativa los cuatro directores del observato-
rio hicieron una valoración respecto a indicadores que dan cuenta de un manejo ético
y responsable de la información por parte del periodista.

 El 83% de las piezas observadas en Bogotá, Barrancabermeja y Cali diferen-


cian información de opinión

 En un índice que llega al 97% en esas tres ciudades los periodistas respetan la
intimidad y el honor personal de los implicados en la información

 El 91% de los trabajos observados evita recursos sensacionalistas en el len-


guaje específico de su medio

 Como dato particular 30% de los trabajos analizados en Bogotá informa


sobre las circunstancias que le permitieron o impidieron obtener más informa-
ción. Sólo 2% lo hace en Barrancabermeja.

8. INDICADORES DE IMPACTO DE LA INFORMACIÓN


Y AGENDA PROPIA

Estos indicadores no se aplicaron a las piezas periodísticas sino que se exploraron


en las entrevistas personales o grupales con los periodistas, pero también tuvieron
seguimiento y evaluación tanto cuantitativa como cualitativa.

En Bogotá, por ejemplo, a la inquietud sobre la intencionalidad subyacente en


las piezas presentadas, 12% de los reporteros entrevistados aceptó que sus trabajos
analizados eran producto de un esfuerzo empresarial, mientras 88% defendió los
intereses periodísticos como origen de las piezas sometidas a observación.

También se indagó sobre los eventuales problemas que las piezas presentadas
tuvieran posteriormente a su publicación o emisión. Si bien 100% de los entrevistados
coincidió en afirmar que no fueron rectificadas o demandadas 82% de los periodistas
admitió haber sido sometido a presiones antes, durante y después de la publicación o
emisión de sus piezas periodísticas. Todos estos periodistas señalaron presiones de los
jefes de prensa de las fuentes consultadas en especial antes y durante el proceso de
producción informativa, pero también adujeron “reclamos” de estos funcionarios
una vez la nota informativa se hizo pública. Esas interpelaciones tuvieron diversos
propósitos, el más común, ver la nota antes de ser emitida o publicada, a lo cual
todos dijeron haberse negado.

121
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

De ellos 40% señaló discriminación de la fuente a la hora de dar información


luego de una información que no fue de su agrado.

Uno de cada tres comunicadores dijo haber sentido la presión de la línea


editorial del medio para el cual trabaja.

Un 10% de los estudiantes dijo haber recibido advertencias para evitar la publica-
ción o emisión de una nota en forma de “chantajes” no expresados en busca de
acuerdos sobre apartes de la pieza periodística.

En definitiva, 25% afirmó haber recibido amenazas veladas, mientras 75% res-
tante negó haberlas recibido.

En 90% los periodistas afirmaron que sus trabajos habían generado debate y
discusión pública y que parte o la totalidad de sus informaciones habían sido retomadas
por otros medios en frentes informativos relacionados. El 10% restante adujo que la
ausencia de impacto tenía que ver con la cobertura o periodicidad con que se emitía
o se publicaba su información.

RECUADRO 6 OBSERVATORIO BOGOTÁ

La reportería y la reflexión son parte del mismo oficio. Pero mirar los trabajos de mis
colegas, con la comprensión contextual, inherente a un observatorio, fue para mí evocar los
dilemas y fantasmas del ejercicio del periodismo en el pasado reciente.

Trabajar en el observatorio, fue la confirmación de que la labor consciente del periodis-


mo no es posible sin la juiciosa evaluación permanente sobre las prácticas, productos y efectos
del quehacer informativo.

Ser observador fue el reencuentro feliz de la pasión por el oficio y sus correspondientes
sensibilidades, con el gusto proverbial por el análisis y la reflexión acerca de eso que somos en
relación con el ideal común de lo que queremos ser.

La generosidad de los colegas participantes, el compromiso de las tres instituciones


cooperantes y la incansable labor de coordinadores, panelistas y participantes permitieron que
la experiencia del observatorio, más allá de la satisfacción personal, reverdeciera la esperanza
que cifré en la enseñanza de Albert Camus, cuando elegí al periodismo como la profesión de
mi vida: el compromiso con la raza humana que tiene el reportero de no plegarse ante el
servilismo ni ante la mentira.

Mario Morales
Orientador observatorio de medios diplomado de Bogotá

122
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

BALANCE
La gran lección de este diplomado se puede resumir en este juego de palabras: dialogar para
comprender el oficio, comprender para ayudarle a entender a la gente y contextualizar para
informar mejor a la opinión pública. Jesús Abad Colorado, fotógrafo y periodista participante
del diplomado en Medellín (2001).

Algunas de las observaciones (mas no conclusiones definitivas) que pretenden


abrir el debate sobre las rutinas y prácticas de cómo se cubre el conflicto armado en
Colombia son:

 Predomina lo episódico, el recuento inmediato y el registro del acontecer del


conflicto armado sobre lo interpretativo y lo contextual. Sin duda, por razones
propias de los formatos actuales, la noticia es el género preferido, pero el que
menos posibilidades de abordaje le permite al periodista para lograr componen-
tes de calidad en relación con el equilibrio, la diversidad de voces, el contexto y
la rigurosidad informativa. Son pocos los relatos o narraciones, más allá de la
simplicidad de los datos, porque no se exploran los otros géneros

 El tiempo de producción está relacionado de manera directamente proporcio-


nal con la calidad de los contenidos periodísticos. En este sentido la prensa
escrita entrega no sólo diversidad de géneros, fuentes y recursos creativos, sino
que además presenta indicadores de mayor calidad en el uso del lenguaje en
relación con la Academia de la Lengua, el DIH y la ley colombiana

 No obstante, la inmediatez de los medios audiovisuales no justifica de


manera alguna, los errores, las imprecisiones y las carencias en las prácticas
periodísticas. Está claro y en ello hay unanimidad que hay carencias en la
formación y preparación de los periodistas para afrontar su trabajo en condi-
ciones si bien difíciles, propias de su trabajo

 Se aprecia falta de preparación, desconocimiento o confusión en el uso del


lenguaje. Hay vicios, imprecisiones y errores recurrentes que influyen sensible-
mente en el enfoque de las informaciones y terminan por incidir con intención o
sin ella en las valoraciones que puedan hacer las audiencias

 La creatividad sigue en el centro del debate. La ausencia de estilos propios


y distintivos y el temor a innovar en el lenguaje y en los géneros han propicia-
do una asepsia niveladora que ha devenido en frialdad y mecanicidad en la
manera de abordar los lenguajes propios de cada medio con la consecuente
uniformidad con que reciben los contenidos las audiencias. Así los hechos no
se diferencian unos de otros

123
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

 El unifuentismo sigue siendo un derrotero afincado en la forma de ejercer


el periodismo en Colombia, no obstante que se consulten varias voces, hay
unifuentismo si esas voces tienen los mismos intereses, si se desenvuelven en
igual entorno o tienen una relación lineal y directa entre sí. Si no hay con-
traste como principio regulador entre las voces que aparecen en las piezas, el
resultado es la reafirmación de una sola idea o de una forma de ver el conflic-
to armado colombiano

 El unifuentismo es caldo de cultivo para la visibilidad exclusiva de las fuentes


oficiales y también para su legitimación. No se les da espacio a las víctimas,
limitadas a su papel de sujetos, de elementos de más o de menos en las cifras,
que tampoco tienen contraste, pero no tienen presencia equilibrada entre las
voces que permitan narrar el conflicto

 El unifuentismo tiene que ver directamente con las narrativas periodísticas.


Los géneros puramente informativos usan menos fuentes que los interpretativos

 Identificar las fuentes significa poner rostro, ayudar a la recordación, pero


además evita políticas informativas o editoriales que manejen criterios con
intenciones distintas

 Por razones de coyuntura en las mediciones realizadas, el tema que más


aparece en mediciones como Barrancabermeja y Bogotá es el de derechos
humanos, bien como acciones que los protegen, o mayoritariamente en si-
tuaciones que los afectan como ataques a la población civil y el desplaza-
miento forzado. Aparecen poco, en cambio, los asuntos bélicos militares,
y entre ellos, escasamente los temas relacionados con combates entre
las Fuerzas Militares y los grupos armados ilegales, no sucede así con las
acciones de los grupos al margen de la ley que tiene aún una gran inci-
dencia en la agenda informativa

Se resaltan temas como legislación, acuerdo DIH y negociación atravesados por


las coyunturas políticas.

¿QUÉ HACER?

El cúmulo de estrategias construidas con los estudiantes, los expositores y los


panelistas podría comenzar con los siguientes elementos:

 Fortalecer la vida periodística. ¿Cómo? Mediante alianzas de colegas, aso-


ciaciones de trabajo, grupos de estudio, grupos de discusión, listas de co-
rreo, blogs, etcétera

124
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

 Credibilidad para mantener la independencia

 Reportería es la base del periodismo

 Hay que replantear las relaciones con los jefes (ellos deben saber cómo
se cubre el conflicto, qué dificultades tienen los reporteros, qué caren-
cias hay que subsanar. Así que ese núcleo de editores, jefes y directores
representa un buen target para futuras realizaciones del diplomado y de
otras actividades similares)

 Comprender la guerra

 No usar el lenguaje de las fuentes

 Buscar salidas a las historias desde el estilo y el formato. Por ejemplo, libros
e internet para publicar

 Recuperar el valor cultural e intelectual del periodismo

 Crear nuevas reglas de juego entre periodistas, fuentes y opinión pública

 Promover mapas regionales en las agendas informativas

 Hay que inculcar la relación ciudadanía y medios

 La autorregulación siempre funciona, pero también las veedurías. Y claro,


las agremiaciones. Entre todos es posible construir el verdadero sentido de
responsabilidad a la hora de cubrir el conflicto armado en nuestro país

A partir de la página siguiente se presentan los datos de los


indicadores del observatorio de medios, con base en el cual se
realizó un análisis comparativo de los resultados de las cuatro
ciudades

125
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Indicadores observatorio de medios

TOTAL TRABAJOS ANALIZADOS


IDENTIFICACIÓN

INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN,
EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
Exactitud de la información
(Porcentaje)

126
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN,
EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
Coherencia informativa
(Porcentaje)

Clasificación del medio para nombrar


hechos o situaciones del conflicto armado
(Porcentaje)

127
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN,
EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
Precisión del vocabulario
(Porcentaje)

INDICADORES DE CONTEXTO INFORMATIVO


Contexto informativo
(Porcentaje)

128
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

INDICADORES DE PLURALIDAD Y
MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
Fuentes consultadas
(Porcentaje)

INDICADORES DE PLURALIDAD Y
MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
Identificación de las fuentes
(Porcentaje)

129
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

INDICADORES DE PLURALIDAD Y
MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
Espacio ocupado por las fuentes citadas
(Porcentaje)

INDICADORES DE INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA


Origen de la información
proporcionada por el periodista
(Porcentaje)

130
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

INDICADORES DE LA TEMATIZACIÓN INFORMATIVA


Indicadores de ética periodística
(Porcentaje)

Total medios analizados

131
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

NATURALEZA DE LAS FUENTES


Indicadores de ética periodística
(Porcentaje)

NATURALEZA DE LAS FUENTES


Indicadores de ética periodística
(Porcentaje)

132
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

(Porcentaje)
(Porcentaje)

133
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

INDICADORES DE LA TEMATIZACIÓN INFORMATIVA


Asuntos de la información
(Porcentaje)

INDICADORES DE LA TEMATIZACIÓN INFORMATIVA


Asuntos de la información
(Porcentaje)

134
CAPÍTULO 5  OBSERVATORIO DE MEDIOS

(Porcentaje)
(Porcentaje)

135
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Una mirada al proceso


pedagógico del diplomado

CAPÍTULO 6

 Durante una de las sesiones del diplomado en Bogotá.


 Fotografía Medios para la Paz.

136
 JORGE IVÁN BONILLA*
MARIO MORALES

RECOGER COSECHAS, SEMBRAR INQUIETUDES

No basta la solidaridad, la palmadita en la espalda o la voz de apoyo. Los perio-


distas que cubren lo que en ordinario se denomina orden público en Colombia saben
que se mueven en medio del conflicto armado más acentuado, más largo y más
complejo de toda la historia del continente americano. Saben que nuestro territorio es
uno de los vértices del triángulo mortal (que completan México y Haití) para los
comunicadores en esta parte del planeta. Comprenden que el porcentaje de impuni-
dad en los delitos y especialmente aquellos contra quienes son representantes de la
prensa se acerca en nuestro país a 98 casos entre cada cien, según las cifras que
manejan las organizaciones que trabajan por la protección de los reporteros.

Pero los problemas no terminan allí. El cubrimiento específico del conflicto ar-
mado en Colombia tiene una serie de improntas que no sólo son peculiares sino
óbices agigantados para el desarrollo de unas prácticas periodísticas idóneas y ade-
cuadas. Obstáculos que están planteados incluso antes de que el periodista empuñe la
libreta o el micrófono, antes de cruzar la puerta de su medio y que se mantienen ahí
como enemigos ocultos para su oficio, entre otras muchas razones, porque cada vez
es menor el tiempo disponible para reflexionar o incluso sólo para hablar del oficio.

Al indagar sobre el saldo pedagógico en relación con los retos expuestos al inicio,
podemos sostener que al cierre del tiempo dedicado, insuficiente pero tiempo al fin y

* Comunicador social-periodista, Universidad Bolivariana. Magíster en comunicación, Universidad Javeriana.


Profesor asociado del departamento de Comunicación y exdirector de la Maestría en Comunicación,
Pontificia Universidad Javeriana.

137
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

al cabo, en el diplomado de Periodismo responsable en el conflicto armado en Colom-


bia se presentaron diversas posibilidades, como aquella de hacernos preguntas así
todas las respuestas no estuvieran a la mano.

Nos dimos el espacio para configurar una red de reflexión de reporteros y corres-
ponsales que han sido destacados para cubrir una guerra sui generis. Esta guerra
tiene, sin duda, particularidades como la esbozada por el historiador Gonzalo Sánchez
y retomada por la cronista y periodista Alma Guillermo Prieto en el sentido de tener en
frente el reto de informar, no de una guerra convencional entre estados, sino de un
conflicto civil con masacres de por medio como armas de lucha, pero sin batallas. De
afrontar el cubrimiento no de lo que está sucediendo, el fragor de un combate, por
ejemplo, sino desde la perspectiva de los resultados que dejan las incursiones de los
grupos armados ilegales a los que casi nunca los relatos periodísticos y las imágenes
ven en acción, en confrontación con los ejércitos regulares. De narrar este conflicto
que aparece ante los ojos atónitos de las audiencias (y aún de los mismos reporteros)
como deshilachado, con sucesos aparentemente desconectados, como una suerte de
colcha de retazos, en la que no hay grandes hitos, ni batallas señeras, ni confrontacio-
nes históricas que pudiesen hacer cambiar el rumbo de los acontecimientos. Y en las
que no hay hechos distintos a combates continuos, repetitivos e inacabables para
hacerse al control de un corredor estratégico, de una zona específica, sin que el
grueso de los resultados tenga por ello variaciones significativas, fáciles de medir pero
especialmente fáciles de mostrar casi siempre desde la figura del guerrero. ¿De qué
relatos y mediante qué imágenes está hecha la narración periodística de la confronta-
ción armada en Colombia?

Se tuvo ocasión de evaluar sobre las eventuales formas de cubrir una guerra
desde la perspectiva de un corresponsal que viene de lejos, que ha traspasado las
fronteras de sus lugares de origen, porque esos son los referentes que existen en los
manuales de periodismo, pero se evidenció la ausencia de puntos de apoyo concep-
tuales específicos para el cubrimiento de un conflicto en terreno propio, en el mismo
“vecindario”, con todas sus implicaciones. Esa práctica plantea diferencias de fondo
tanto en el aspecto económico, como en los ámbitos ideológicos, políticos y de
seguridad en la integridad personal de los periodistas.

El corresponsal, tal como se concibe tradicionalmente, llega a un país lejano,


con frecuencia escudado en la protección diplomática, con el dinero suficiente y
el tiempo necesario para un cubrimiento adecuado. El reportero de orden público,
como se le ha dado en llamar en Colombia, tiene limitaciones laborales, de con-
tratación, de precariedad salarial, pero especialmente de implicación geográfica.
Diga o escriba lo que tiene que contar, una vez publicado o emitido su mensaje,
se tiene que quedar. El corresponsal convencional, en cambio se va y quizás no
regrese a ese mismo sitio jamás.

138
CAPÍTULO 6  UNA MIRADA AL PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO

El corresponsal cuenta con menos presiones del medio para publicar o emitir y
con facilidades para acceder a la información. El reportero en Colombia trabaja contra
el tiempo en relación con el cierre de edición o la hora de emisión, por la premura del
síndrome de la información en tiempo real, con el que contagiaron a los espectadores
los nuevos medios sin espacio para digerir, para reflexionar, para analizar.

Durante el diplomado se pudo pensar en las fortalezas y debilidades del ejer-


cicio periodístico en medio de dinámicas diversas como la de los derechos huma-
nos en escenarios carentes de héroes, en los que los iconos que quedan en el
imaginario de las audiencias son escasos. Combatientes y víctimas son en su ma-
yoría anónimos y aparecen desdibujados o aglutinados bajo números o nombres
que se han autoatribuido.

Pudimos preguntarnos por qué escasea también la instancia editorial perti-


nente, esa voz en la redacción que, con base en la experiencia y en la distancia
equilibrada de los sucesos, le permita al reportero corregir el camino, reenfocar las
temáticas, resaltar lo olvidado. Porque se siente la carencia en las redacciones
de la cabeza fría del editor periodístico que le indique a los enviados especia-
les a las “zonas rojas” para dónde van el trabajo periodístico, el conflicto y el
país que lo padece.

Pudimos analizar la paradoja informativa, primer efecto de la globalización


multimediática, de estar en el lugar de los hechos, pero saber menos que quienes a
distancia tienen acceso a más fuentes de informaciones por la multiplicidad de me-
dios y la cooptación de fuentes y de informaciones que con certeza llama el periodista
Ignacio Ramonet mimetismo mediático y que indebidamente eximen al periodista del
cumplimiento de uno de sus deberes primarios, como es el de la verificación de la
información en las fuentes apropiadas, por la sobreestimulación de unos medios con
respecto a los otros. En definitiva, estar en el lugar de los acontecimientos no basta
para comprenderlos mejor.

También reflexionamos acerca de las formas escriturales y narrativas con las que
hoy se relata el conflicto armado. Nos preguntamos al unísono con Alma Guillermo
Prieto y Germán Castro Caycedo, cómo hacer para reportear la séptima, octava o
novena masacre, de tal manera que no se parezca en su redacción, en su presentación
(y por ende en su representación), a las anteriores. Cómo hacer para diferenciar una
muerte violenta de otra. Nos interrogamos por qué se han descuidado los géneros y
hay una suerte de contentamiento con la noticia como casi única forma expositiva de
los acontecimientos. Sabedores de que la repetición de los hechos sangrientos sin
creatividad en las formas narrativas es generadora de pasividad en una cadena que
empieza con la saturación, se extiende con el rechazo ante la sobreinformación y que
en últimas genera impotencias, efecto de la incomprensión.

139
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Nos cuestionamos por qué se le da más importancia a las cifras que a los rostros,
a las estadísticas que a las personalizaciones o a las singularizaciones de los protago-
nistas, actores y víctimas, que permiten contar más cercanamente el drama de la
guerra, porque por último no es una tragedia local o regional, sino una tragedia
humana. Concluimos que no basta con la descripción de los hechos, sin que junto a
ella se aporten elementos de comprensión que pregunten qué ocurrió y por qué
sucedió. Sólo así se podría comenzar a diferenciar un suceso de otros en la percep-
ción de las audiencias, y aportar a la responsabilidad que tienen el periodismo y los
medios de crear memoria colectiva.

Planteamos inquietudes en torno a la posición y la actitud del reportero en rela-


ción con los hechos objeto de su cubrimiento. La discusión tocó alternativas con
respecto a la pertinencia de la toma de partido, subrepticia o no en favor, por ejem-
plo, de las víctimas, tomando como referencia a periodistas y pensadores del oficio
como Miguel Ángel Bastenier, que han dejado de manifiesto que toda clase de toma
de partido es una forma de contaminación, con el riesgo que ello implica, si se
desconoce, por ejemplo, la procedencia o intenciones de quienes cree el periodista
debe apoyar o estar de su parte.

Tuvimos ocasión de conocer, profundizar y cotejar prácticas en relación con


la ley colombiana, con el derecho internacional humanitario y con la deontología
periodística. Pero al final de ésta y de todas las anteriores reflexiones, nos pregun-
tamos por qué todo el bagaje con el que indudablemente cuenta la mayoría de los
reporteros, en especial, después de los diplomados, no se refleja, como pudiera
pensarse, en los trabajos observados en las emisiones y publicaciones que tienen
que ver con el conflicto armado. ¿Es tan fuerte la máquina de producción de
noticias? ¿Tiene tanta incidencia que puede opacar con sus moldes, lógicas y
estándares las dinámicas de un cubrimiento consolidado y responsable? ¿Es tan
poderosa la aplanadora del noticierismo que no permite dar cuenta en el trabajo
diario de las prácticas pensadas y reflexionadas?

Materia del consolidado conceptual, al cabo de las sesiones, es la inquietud


sobre la condición del periodista que, al igual que algunos sectores afectados por la
crudeza del conflicto, saben y repiten en voz baja las causas y efectos relacionados
con la guerra pero que no alcanzan a permear sus discursos periodísticos expuestos a
la luz pública y por ende, no son visibles para las audiencias mayoritarias que se
quedan sin conocerlos.

Durante el diplomado se evidenció que los reporteros conocen los procesos, son
conscientes de sus implicaciones, de los intereses velados o manifiestos, pero no
necesariamente los incluyen en los contenidos que forman parte de la agenda cotidia-
na. ¿Se quedan acaso en su condición de mitos o deben subyacer en el terreno de la

140
CAPÍTULO 6  UNA MIRADA AL PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO

leyenda, esas historias que han construido los rumores, la oralidad y el voz a voz que
forma parte del acervo periodístico de los comunicadores, pero que no alcanzan a
cuajar en las informaciones propiamente dichas, ni en los antecedentes, ni en los
contextos informativos?

Pudimos indagar por qué se pueden apreciar sensibles diferencias de fondo entre las
prácticas periodísticas que se realizan en las ciudades principales y la que se lleva a cabo en
las regiones, tomando como punto de referencia, por ejemplo, a Barrancabermeja. Mien-
tras que en las primeras se pudo observar un periodismo más profesionalizado, con arre-
glo a valores universales del oficio, en esta ciudad fue evidente la debilidad de la actividad
periodística, entendida como una institución que se caracteriza por hacer posible la visibi-
lidad pública de la democracia mediante valores relacionados con la pluralidad, la veraci-
dad, el equilibrio y la precisión, porque es posible cruzar una y otra vez la puerta giratoria
de la reportería hacia el trabajo organizacional y hacia lo promocional en directa relación
con las dinámicas y actores directos e indirectos del conflicto. Hay allí criterios de no
ingenuidad que no están en concordancia con los principios aceptados y refrendados en
otras latitudes del país y fuera de él.

Queda pues, al término del periplo del diplomado luego de sus cuatro versiones,
una serie de retos que las entidades convocantes, así como quienes en el futuro
asuman actividades similares, han de tomar como referente para afrontar y resolver.
Citemos entre ellos, los modos de abordaje de las narrativas de vida en relación con el
conflicto, de los relatos que le apuesten a las condiciones de la misma gente sujeto y
objeto de las dinámicas de la guerra, de las formas y métodos para entreverar en los
géneros que permitan sacar a la luz pública las verdades de las víctimas, verdades que
son trasunto de los horrores de la guerra.

Sabemos que no es por inspiración o por revelación, sino que un cubrimiento


responsable del conflicto obedece al desempeño de periodistas preparados con
ese fin y a lógicas de medios fortalecidos para hacer frente a los avatares propios
de la guerra.

Sabemos que los periodistas han de explorar nuevos medios, y que en el futuro el
diplomado debe mirar hacia esos nuevos medios como respuesta a la exigencia de
democratización de los discursos periodísticos cuando el espacio, el tiempo o la flexi-
bilidad de las políticas editoriales no alcancen para pluralizar los puntos de vista y las
dinámicas de guerra y de paz. Hoy se hacen cada vez más necesarios nuevos centros
de emisión de la palabra pública, con el concurso de las posibilidades que brindan las
tecnologías de la información y la comunicación.

Sabemos desde la estructura del diplomado que el conflicto está cambiando con
velocidad y el país, en relación con él, también sufre cambios sustanciales que no sólo

141
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

ameritan sino exigen medios y periodistas hábiles en la adaptación, probos en la


anticipación y tendientes a afrontar los desafíos de las nuevas relaciones que se susci-
tan ante esos cambios intempestivos. El diplomado entonces deberá abordar los me-
dios electrónicos sin anular la presencia e injerencia en los otros medios fundamenta-
dos en tecnologías análogas o digitales, mediante la apertura del espectro para posibi-
litar el estudio y reflexión acerca de las nuevas posibilidades que permiten las tecnolo-
gías como ya se ha comenzado a hacer.

Sabemos que el diplomado habrá de contemplar momentos de análisis para


prácticas periodísticas idóneas en regiones específicas donde la institucionalidad pe-
riodística está debilitada o maculada por influencias en las que se mezclan intereses
de diversa índole de manera intencional o no, para que el periodista tenga herramien-
tas y argumentos que le permitan afrontar momentos específicos en procesos que por
definición son mutantes.

Sabemos, como decíamos antes, que hemos podido fortalecer certezas, interpe-
lar otras que lo parecían pero que no lo eran, hemos cimentado nuestro método
sobre la generación de la duda y en el planteamiento de escenarios posibles que le
permitan a los comunicadores adaptar, crear y construir prácticas que no los distan-
cien de los valores universales del periodismo.

Y hemos sembrado inquietudes, dudas y deseos por preguntar, porque creemos


con Milán Kundera que el único antídoto contra los totalitarismos de toda especie,
más peligrosos en el terreno periodístico, es antes que nada el ser humano que pre-
gunta, y preguntar es el oficio del reportero.

142
Anexos



DIPLOMADO
PERIODISMO RESPONSABLE EN EL CONFLICTO ARMADO

Periodistas graduados por ciudad y medio en el que estaban


vínculados durante la realización de los diplomados

MEDELLÍN*

Maryluz Avendaño Teleantioquia Noticias


Yolanda Bedoya Noticiero CM& y N7
Eduardo Bermúdez NTC Noticias
Natalia Botero Duque Fotógrafa revista Semana
Catalina Carmona Telemedellín
Heiner Castañeda Universidad de Antioquia
Rocío Castañeda Programa por la Paz
Fernando Cifuentes Hora Cero
Jesús Abad Colorado Fotógrafo independiente
Juan Diego Escobar El Mundo
Gustavo González RCN TV
Emiro Marín Carvajal Emisora Fénix de Oriente
Glemis Mogollón El Tiempo
Liliana Monroy Salazar Supernoticias de Antioquia
Claudia Moreno La Hoja

* Octubre 2001- abril 2002.

143
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Adriana Obando Henao Hora 13 Noticias


Yamit Palacio Caracol TV
James León Parra Revista Semana
Jaime Alberto Quintero La Urbe – Universidad de Antioquia
Luz Madelen Ramírez CISP
Carlos Olimpo Restrepo El Colombiano
Gabriel Jaime Salazar Radio Sucesos RCN
Jorge Alonso Sierra Caracol TV
Jesús Emerio Torres Corpades
Luz Patricia Vargas Hora 13 Noticias
Víctor Jaime Vargas Teleantioquia Noticias
Clara Isabel Vélez El Colombiano
Elizabeth Yarce El Espectador
Luz María Zapata Gobernación de Antioquia
Guillermo Zuluaga RCN Radio

CALI*

Patricia Helena Aley El Tiempo


Leidy Johana Amaya RCN TV
Renata Cabrales elpaís.com
Luis Eduardo Calderón Tuluá TV Centro Noticias
Óscar Corral Todelar
Víctor Eliécer Cuero Radio Buenaventura
Juan Carlos Díaz Flórez Caracol Radio
Mauricio Dueñas Fotógrafo AFP
Carlos Arturo Durán Fotógrafo Agencia EFE
Carolina García Estudiante Periodismo Universidad
Santiago de Cali
Cristian García Gómez Cascajal Stéreo
Darío Gómez Perlaza Caracol Radio
María Claudia Home Noticiero 90 Minutos
Jair Hernán Lenis Radio Sucesos RCN
Álvaro Miguel Mina Caracol Radio
Héctor Fabio Molina Noti 5
Jairo Eliécer Muñoz CVN Noticias
Mónica Ospino El País

* Julio a diciembre 2003.

144
ANEXO A 

Jorge Oswaldo Páez Fotógrafo The Associated Press


Miguel Ángel Palta CVN Noticias
Ángela María Parra Estudiante Periodismo
Universidad Santiago de Cali
Tatiana Pérez García Noticiero 90 Minutos
Leo Quintero Caracol Radio
Vicente Ramírez Magazín 7 Días
Carmen Andrea Rengifo RCN TV
José Armando Saavedra Diario Occidente
Adriana Santacruz Gobernación del Valle
José Luis Valencia El Tiempo
Guillermo Vallejo López Caracol Radio
Isabella Vernaza Procívica

BARRANCABERMEJA*

Julio César Abaunza Vanguardia Liberal


Hydamis Acero Devia Telepetróleo
Ramiro Álvarez Betuliana Estéreo- Red Aredmag
Leonardo Ardila Programa de Desarrollo y Paz del
Magdalena Medio
Martha Cecilia Arias Organización Femenina Popular- OFP
Carolina Cantillo Canal Comunitario TV Circunvalar
Darley Castro Simití Estéreo- Red Aredmag
Daneris Maritza Cueto Enlace Televisión
Javier Gómez Garcés Telepetróleo
Blanca Isabel Herrera Enlace Televisión
Julio César Hoyos Coa Asociación Red de Emisoras Comunitarias
del Magdalena Medio- Aredmag
Luz Dary Ines Mora Enlace Televisión
Ramón Albeiro León Aredmag - Red San Vicente Estéreo 91.2
Wilson Lozano Leguizamón Caracol TV
Beatriz Elena Mantilla Programa de Desarrollo y Paz del
Magdalena Medio
José David Martínez Fotógrafo Vanguardia Liberal
Raúl Meneses Monsalve Semanario El Medio Magdalena –
Noticiero Caracol

* Octubre 2004- abril 2005.

145
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

Ányela Muñoz Trujillo Telepetróleo


Ingrid Tatiana Paredes Campo Serrano Estéreo- Red Aredmag
Alexandra Parra Diócesis de Barrancabermeja
Carmen Cecilia Pedraza Fotógrafa semanario La Noticia
Rosberg Gerardo Perilla Yariguíes Estéreo
Álvaro Pinzón Quiñónez La Tarde - Independiente Democrático
Luz Eliam Rodríguez Corporación Regional para la Defensa de los
Derechos Humanos- Credhos
Mallerly Ulloque Diócesis de Barrancabermeja
María Eliana Villa Enlace Televisión

BOGOTÁ*

Luis Jaime Acosta Agencia Reuters


Carlos Eduardo Barragán Caracol TV
Kena Betancur Fotógrafa Agencia EFE
Edwin Bohórquez Aya El Espectador
Wilson Adrián Bonilla RCN Radio
Dicson Alfonso Cabrera CM&
Cristina Callejas Campo Revista Cromos
Gloria Yaneth Castrillón Revista Cromos
Mary Rocío Franco Caracol Radio
César Arturo Garzón Canal Capital
Arcadio González El País
Pablo César Guevara La Esquina Regional
Elber Gutiérrez Roa CM&
Orlando León Restrepo El Tiempo
Betty Monzón Medios para la Paz
Víctor Miguel Moré Emisora Mariana
María Luisa Murillo AFP
Yesid Mauricio Orjuela Radio Super
Pilar Andrea Peña Colprensa
José Leonidas Peñuela El Nuevo Siglo
Mauricio René Pichot La W
Gustavo Reyes Ramírez Revista Cambio
Carlos Alberto Rivera La Esquina Regional
María Claudia Rojas UN Periódico

* Julio a diciembre 2005.

146
ANEXO A 

Andrés Sánchez Villamil Colmundo Radio


José Orlando Supelano Emisora Kennedy
Melquisedec Torres Ortiz Radio Super
William Alberto Varela Radio Santa Fe
Andrés Weisner Collazos Revista Semana

147
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN


PERFILES PROFESIONALES DE EXPOSITORES Y
TALLERISTAS DEL DIPLOMADO PERIODISMO RESPONSABLE
EN EL CONFLICTO ARMADO

CONFERENCISTAS

MAURICIO BELTRÁN
mauro64beltran@hotmail.com
Estudió filosofía, periodismo y comunicación social y se especializó en dirección
de televisión como becario de Ocic – Verbo Films. Su experiencia ha abordado la
producción de cine, televisión y radio, así como la edición de impresos. En la actua-
lidad es el coordinador del Sistema de Comunicación para la Paz (Sipaz), al que se
encuentran asociados grupos de comunicación comunitaria de 25 regiones de Co-
lombia. Desde 1996 dirige la Fundación Colombia Multicolor.

ANDREA MILENA BOLAÑOS VARGAS


andreamilenab@yahoo.com
Politóloga con estudios en derecho humanitario y derechos humanos y procesos de
democratización. Investigadora con experiencia en elaboración de informes de análisis
sobre la situación de conflicto armado y violencia política, y manejo de análisis estadísti-
cos. Es investigadora de derecho humanitario, Comisión Colombiana de Juristas y consul-
tora Benetech -Human Rights Data Analysis Group (HRDAG).

JORGE IVÁN BONILLA VÉLEZ


jibonill@javeriana.edu.co
Comunicador social-periodista, Universidad Bolivariana. Magíster en co-
municación, Universidad Javeriana. Profesor asociado del departamento de
Comunicación. Exdirector de la Maestría en Comunicación, Pontificia Univer-
sidad Javeriana.

148
ANEXO B 

CRUZ ROJA SECCIONAL VALLE


cruzroja@crvalle.com
Entidad humanitaria, independiente y privada. Sus acciones corresponden a las
necesidades cambiantes del pueblo colombiano. Las acciones de la Cruz Roja Colom-
biana son muy diversas y se han ido adecuando a la demanda social de cada momen-
to para responder a su misión esencial: el servicio humanitario.

FRANCISCO DE ROUX. S.J.


cdpmmdir@telecom.com.co
Teólogo, filósofo y economista. Magíster en Filosofía, Universidad Javeriana,
Magíster en Economía, Universidad de los Andes. Magíster en Teología del Centre
Sevre en París, MA de Economía, London School of Economics y Doctorado (PhD)
en Economía de la Sorbonne en París. Ha sido director del Programa por la Paz y
del Centro de Investigación y Educación Popular (Cinep). Además ha sido catedrá-
tico en las universidades Javeriana, Nacional de Colombia y de los Andes. Desde
1995 es director del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio.

ZLATKO DIZDAREVIC
zlatkodi@yahoo.com
Periodista nacido en Belgrado. Graduado de la Facultad de Derecho, Univer-
sidad de Sarajevo. Columnista y reportero del semanario Bhdani de Sarajevo. Fue
periodista y editor en el diario Oslobodjenje y editor en jefe de las revistas semana-
les “Svijet” y “Nedjelja” en Sarajevo. Durante la guerra en Bosnia, entre 1992 y
1995, publicó numerosos artículos en New York Times, Le Monde, Time Magazi-
ne, La Repubblica, L’Espresso, entre otros. Autor de siete libros publicados en
varios países y por los que ha recibido diversos premios. Fue embajador de Bosnia
y Herzegovina en la República de Croacia. En la actualidad es embajador para el
Ministerio de Relaciones Exteriores para misiones diplomáticas especiales y coor-
dinador nacional para la Iniciativa Central Europea. Trabaja como profesor de pe-
riodismo en la escuela de Periodismo de Sarajevo.

HUGO FAZIO
hfazio@uniandes.edu.co
Historiador, con magíster en historia, doctorado en ciencia política. Profesor titu-
lar del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacio-
nal de Colombia y Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes. Autor de
varios libros sobre relaciones internacionales.

CARLOS FERNÁNDEZ
karlfen@yahoo.com
Antropólogo, Universidad Nacional. Diplomado en cultura de paz y gestión de
conflictos, Universidad Autónoma de Barcelona - Beca Unesco de investigación. Rea-

149
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

liza estudios de doctorado en paz, conflicto y democracia, Instituto para la Paz y los
Conflictos, Universidad de Granada. En la actualidad se desempeña como investiga-
dor, asesor y consultor para diferentes organizaciones. Es miembro del equipo de
impulso del Movimiento por la Noviolencia en Colombia.

GUSTAVO GALLÓN GIRALDO


ggallon52@yahoo.com
Abogado y politólogo. Fue representante especial de la Comisión de Dere-
chos Humanos de Naciones Unidas para Guinea Ecuatorial (1999-2002). Miem-
bro de la Comisión Internacional de Juristas desde 1998 y de su comité ejecutivo
desde 2004. Ha sido catedrático en varias instituciones en Colombia y en el ex-
tranjero incluyendo la Universidad de Notre Dame en Estados Unidos. Ha recibido
varios reconocimientos a su labor. Obtuvo su Ph.D en sociología política y una
maestría en ciencia política (DEA), Universidad de París. Es director de la Comi-
sión Colombiana de Juristas desde su fundación en 1988, y autor de varios libros
y artículos sobre derechos humanos y Estado de derecho.

JORGE GIRALDO
calia@epm.net.co
Candidato a doctor en filosofía y maestro en filosofía, Universidad de Antio-
quia. Profesor del departamento de Humanidades y actual director de carrera de
Ciencias Políticas, Escuela de Administración, Finanzas y Tecnología (Eafit). Inves-
tigador asociado del Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia. Ha
dedicado los últimos diez años a los estudios sobre la guerra y pensamiento polí-
tico contemporáneo.

LUIS ALBERTO GÓMEZ


alberto5gomez@gmail.com
Sicólogo, Universidad Nacional de Colombia y comunicador social de la Unad. Ha
trabajado en procesos orientados al desarrollo social y comunitario, la gestión ambiental y
la defensa de los derechos humanos. Se ha especializado en alternativas de protección para
poblaciones afectadas por el conflicto armado y poblaciones desplazadas. En la actualidad
brinda asistencia técnica a diversas entidades, en la construcción de planes y programas de
atención para comunidades en situación de alto riesgo y vulnerabilidad derivadas de la
confrontación armada y la violencia política.

PATRICIA GÓMEZ
pagome@cable.net.co
Comunicadora social y periodista, Universidad Javeriana. Especializada en perio-
dismo, Universidad de Nueva York. Realizó el posgrado de historia, Universidad Na-
cional de Colombia. Dirigió la investigación La guerra: una amenaza para la prensa,
de la Corporación Medios para la Paz.

150
ANEXO B 

CAMILO GONZÁLEZ POSSO


camilo@indepaz.org.co
Ingeniero químico y magíster en economía. Docente e investigador en temas
económicos y sociales desde 1970. Autor de varios libros y ensayos sobre el tema y
editor de la serie de libros Agenda de cambios para la paz; negociador del proceso de
paz M-19 – gobierno. Firmante del pacto político para la Constituyente de 1991. Ex
ministro de Salud. Coordinador del Mandato por la Paz 1998-2002. Presidente del
Instituto de Estudios para el Desarrollo y la Paz (Indepaz).

JUAN CARLOS HENAO


jucarelo18@hotmail.com
Administrador de empresas. Diplomado en cultura de paz y convivencia, Universi-
dad Javeriana. Diplomado en Derecho Internacional Humanitario y tratamiento de conflic-
tos, universidades Javeriana y Externado de Colombia. Miembro del equipo de impulso
del Movimiento por la Noviolencia, miembro de la junta directiva, Fundación Synergia.

HERNANDO LLANO ÁNGEL


ellano@puj.edu.co
Abogado y Magíster en Estudios Políticos. Candidato a doctor en Ciencia
Política, Universidad Complutense de Madrid. Ha sido columnista de los periódi-
cos El País y diario Occidente de Cali, en los cuales publicó la importante columna
de opinión Calicanto, que puede ser consultada actualmente en http://
calicantopinion.blogspot.com. Se desempeña como profesor asociado del Depar-
tamento de Ciencia Jurídica y Política, Facultad de Humanidades y Ciencias Socia-
les, Pontificia Universidad Javeriana de Cali.

MARIO MADRID-MALO GARIZÁBAL


mmadrid@hchr.org.com
Doctor en derecho, Universidad Externado de Colombia. Ha ejercido la docencia
en varias universidades. Ha asumido importantes cargos, entre ellos, el de director
nacional de Promoción y Divulgación de los Derechos Humanos, Defensoría del Pue-
blo. Desde agosto de 1997 es el asesor legal de la Oficina en Colombia del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, y desde 2002
Conjuez de la Corte Constitucional.

IRIS MARÍN ORTIZ


imarinortiz@coljuristas.org
Abogada, Universidad Colegio Mayor de Nuestra Señora del Rosario. Maestría en
derecho, Facultad de Derecho, Ciencias Políticas y Sociales, Universidad Nacional de
Colombia. Su experiencia laboral y académica se ha centrado en el trabajo de defensa
de los derechos humanos desde una perspectiva jurídica. Se desempeña como coordi-
nadora del área de Promoción y Debates, Comisión Colombiana de Juristas.

151
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

GLORIA MORENO
ggcastro@hotmail.com
Periodista con sólida experiencia en la realización de investigaciones sobre temas
sociales, culturales, ambientales y de derechos humanos. Tiene amplio conocimiento en
la dirección de organizaciones, la formulación y gestión de proyectos y el desarrollo de
productos informativos. Durante ocho años se desempeñó como directora ejecutiva de la
Coorporación Medios para la Paz. En la actualidad es su presidenta.

CARLO NASI
cnasi@uniandes.edu.co
Licenciado en ciencia política, Universidad de los Andes, máster en relaciones
internacionales, Ph.D en gobierno y estudios internacionales, Universidad de Notre
Dame. Merecedor de becas en Standfor University, Institute for the Study of World
Politics, Universidad de Notre Dame y Consejo Británico. Director de especializacio-
nes del departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes.

ANDRÉS RESTREPO
arestrepo@segobdis.gov.co
Ph.D en historia, Universidad Lomonósov de Moscú y Máster of Arts en Periodismo,
Universidad de Voronezh. Académico y consultor del sector público y privado. Experto en
metodologías de resolución de conflictos y en procesos de concertación social. En la
actualidad se desempeña como subsecretario para los Asuntos de Convivencia y Seguri-
dad Ciudadana, Secretaría de Gobierno, Alcaldía Mayor de Bogotá.

GERMÁN REY
germrey@hotmail.com
Asesor de la Casa Editorial El Tiempo, diario del que fue Defensor del Lector entre
2000 y 2002. Ha sido uno de los críticos de televisión más reconocidos en Colombia.Con
Jesús Martín Barbero publicó Los ejercicios del ver. Hegemonía audiovisual y ficción
televisiva. Es autor y coautor de cerca de treinta libros. Es miembro del Consejo
Rector del Premio Nuevo Periodismo Cemex-FNPI.

ANDRÉS SÁNCHEZ
ansanthor@yahoo.com
Abogado, Universidad de los Andes. Maestrías en Derecho Internacional de los De-
rechos Humanos, Universidades de Leicester (Reino Unido) y de Notre Dame (EEUU) así
como en el Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo (Francia). Ha
sido profesor universitario de derechos humanos y Derecho Internacional Humanitario, y
ha desarrollado su trabajo en calidad de defensor de derechos humanos desde la Presiden-
cia de la República, Defensoría del Pueblo y, posteriormente, desde el sector no guberna-
mental en la Comisión Colombiana de Juristas.Tiene amplia experiencia en el trabajo de
defensa de los derechos humanos ante las Naciones Unidas.

152
ANEXO B 

ANTONIO SANGUINO
asanguino2001@yahoo.es
Sociólogo y magíster en desarrollo regional, Universidad de los Andes. Fue
miembro de la Corriente de Renovación Socialista, organización que depuso las
armas en 1994. Es experto en temas de paz, derechos humanos y del conflicto
armado en Bogotá. Director de la Corporación Nuevo Arco Iris.

MARÍA TERESA URIBE


penelope@epm.net.co
Licenciada en sociología, Universidad Pontificia Bolivariana y magíster en
planeación urbana, Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín. Profesora
titular, Universidad de Antioquia. Coautora, entre otros, de: Urabá, región o
territorio (1992) y Raíces del poder regional: el caso antioqueño (1998). Ha
publicado diversos artículos en revistas nacionales.

LEÓN VALENCIA
leonvalencia@hotmail.com
Fue miembro del comando central del grupo guerrillero ELN en la década del
ochenta. En 1994 participó en la firma de un acuerdo de paz con el gobierno
nacional. Columnista de los diarios El Tiempo y El Colombiano y en revistas como
Semana, Diners y Credencial. Entre sus publicaciones recientes se encuentran:
Adiós a la politica, Bienvenida la guerra, un ensayo político, y la novela Con el
pucho de la vida.

JAVIER TORRES VELASCO


javiertorres@cable.net.co
Ph.D y Máster of Arts en ciencia política, Universidad del Estado de Nueva
York. Licenciado en ciencia política, Universidad de los Andes. Algunos de los
cargos desempeñado son: director Programa BID - Ministerio de Educación, ase-
sor estratégico del Ministerio de Defensa Nacional, asesor de la Consejería de
Seguridad y Defensa Nacional, profesor y catedrático de varias universidades.

MÓNICA VELÁSQUEZ
monicavelasquez@yahoo.com
Comunicadora social y periodista. Magíster en ciencias políticas. Obtuvo el
Premio nacional de periodismo económico en televisión (Anif, 1995) y el Premio
nacional de periodismo Simón Bolívar (1995). Realizó en 2002 y 2003, junto con
Patricia Gómez y Héctor Fabio Cardona, la investigación de Medios para la Paz
“La guerra, una amenaza para la prensa”. Ha sido docente universitaria y trabaja
en el diseño de comunicaciones estratégicas.

153
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

JUAN DAVID VILLA


judavigo@yahoo.com
Sicólogo, Pontificia Universidad Javeriana. Allí adelantó el ciclo básico de
formación en filosofía, Baccalearum filosófico entre 1991 y 1992, ciclo básico
eclesiástico. Colaboró en el Cinep con las comunidades de paz entre 1999 y 2002.
Posteriormente trabajó en el Programa Teveré de la Sección Vida, Justicia y Paz del
Secretariado Nacional de Pastoral Social entre 2002 y 2003. En la actualidad hace
parte del Programa por la Paz en el oriente antioqueño en procesos de reconcilia-
ción, recuperación emocional y organización de víctimas.

DARÍO VILLAMIZAR
darioamp@colnodo.apc.org
Politólogo y escritor. Publicó Aquel 19 será (1996), Un adiós a la guerra
(1998), Jaime Bateman biografía de un revolucionario (2002) y ensayos sobre el
conflicto armado colombiano y los procesos de paz. Docente de varias universida-
des en cursos sobre resolución de conflictos y Derecho Internacional Humanitario.
Consultor y asesor. En la actualidad coordina el Programa de Atención Comple-
mentaria a la Población Reincorporada, Alcaldía Mayor de Bogotá.

TALLERISTAS

ROCÍO CASTAÑEDA CISNEROS


rociocas99@yahoo.com
Comunicadora social, Universidad de la Sabana. Con especialización en ética y dere-
chos humanos, Universidad del Valle, y un máster internacional de estudios para la paz y
el desarrollo, Universidad Jaume I (España). Su formación profesional se ha enfocado al
trabajo en comunicación para el desarrollo. Hace parte del equipo de proyectos del Pro-
grama por la Paz, en donde coordina la línea de opinión pública favorable a la paz.

GERMÁN CASTRO CAYCEDO


ggcastro@hotmail.com
Periodista con más de tres décadas de ejercicio continuo. Ha sido distinguido
con diez premios nacionales y ocho internacionales de periodismo. Los últimos, el
Premio Rodolfo Walsh que destacó a El Karina como el mejor libro de narrativa no
ficción publicado en España en 1999 y el Premio Planeta 2005. Ha publicado diecio-
cho libros, algunos en España, Francia, Grecia, Hungría y Japón.

AMPARO DÍAZ URIBE


amparo.diaz@undp.org
Periodista, Universidad de Oriente (Santiago de Cuba). Ph. D. en periodismo
y filología, Universidad Lomonósov de Moscú, maestría en diplomacia, ciencias

154
ANEXO B 

políticas y relaciones internacionales. Coautora de Para desarmar la palabra. Dic-


cionario de términos del conflicto y de la paz de la Corporación Medios para la
Paz (1999). Es oficial de comunicaciones del Programa de las Naciones Unidas
para el Desarrollo.

GUILLERMO GONZÁLEZ URIBE


guillogonzalez@yahoo.com
Periodista y editor. Comunicador social con especialización en opinión publi-
ca, Universidad Externado de Colombia. Realizó un posgrado en gestión cultural,
Universidad de Barcelona. Se ha desempeñado como editor del Magazín Domini-
cal de El Espectador, director de la revista Gaceta de Colcultura y como director
de la revista Número desde hace trece años. Premio Planeta de periodismo 2002
por su trayectoria profesional y su libro Los niños de la guerra, entre otros recono-
cimientos.

ARTURO GUERRERO
arturoguerrero@etb.net.co
Filósofo, periodista y escritor. Ha sido reportero de radio, televisión, prensa
escrita y agencias de noticias. Publicó, entre otros, Anarcoiris: textos casuales
(1995), Trópico: visiones de la naturaleza colombiana (1997), El amor bravío
(1999) y Habitantes de la memoria (2005). Es columnista de El Colombiano de
Medellín y colaborador de Lecturas Fin de Semana de El Tiempo.

JUAN JOSÉ HOYOS


juanjhoyos@epm.net.co
Periodista y escritor. Licenciado en comunicación social y periodismo, Uni-
versidad de Antioquia. Ha sido corresponsal y enviado especial del periódico El
Tiempo. Ha publicado varios libros y es profesor de periodismo, Facultad de Co-
municaciones, Universidad de Antioquia. Sus crónicas han sido publicadas en el
periódico El Colombiano, donde es columnista de la edición dominical.

DIANA LOSADA
diana_losada@hchr.org.co
Comunicadora social-periodista, Universidad de Antioquia. Posgrado en cien-
cias políticas, Universidad Autónoma de Medellín. Fue directora del área nacional
y redactora del área de paz y conflicto armado del periódico El Colombiano.
Reportera especializada en estos temas en el diario El Tiempo. En la actualidad es
coordinadora del área de difusión y prensa de la Oficina en Colombia del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Ha sido
merecedora del Premio Simón Bolívar en 1995 y 1996 y de la SIP, también en
1996, por mejor investigación en prensa.

155
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

EDUARDO MÁRQUEZ
edumago2000@yahoo.com
Periodista. Se ha desempeñado como redactor de política, orden público y
procesos de paz en la Revista Cromos y como cronista de varias revistas naciona-
les. Es catedrático de varias universidades colombianas. En dos ocasiones ha reci-
bido mención especial en la modalidad de Mejor crónica del Premio de periodis-
mo Simón Bolívar, en 1996 y 1998. Actual coordinador del Centro de Solidaridad
de la FIP con los periodistas de Colombia (Cesofip).

JOSÉ NAVIA
josnav@eltiempo.com.co
Cronista. Comunicador social, especializado en periodismo urbano, Universi-
dad Bolivariana. Ha sido catedrático en varias universidades. En 1992 ganó en dos
ocasiones el Premio nacional de periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá
(CPB), entre otros reconocimientos a su labor. Es autor, entre otros, de El lado
oscuro de las ciudades. Es editor de reportajes de El Tiempo.

JAVIER DARÍO RESTREPO


jrestrep1@cable.net.co
Periodista con 50 años de experiencia, 27 de los cuales trabajó en televisión.
Autor, entre otros, del libro Ética para periodistas (en colaboración con María
Teresa Herrán), El zumbido y el moscardón, Cartas de guerra y testigo de seis
guerras. Ha dirigido múltiples talleres para periodistas y es maestro, columnista y
merecedor de importantes premios de periodismo en el país y en el exterior. Fue
Defensor del Lector en los diarios El Tiempo y El Colombiano.

HÉCTOR RINCÓN
noticiero1@caracol.com
Periodista. Ha sido reportero de Cromos, editor de Semana, El Tiempo y Cam-
bio. Fundador y director de La Hoja de Medellín y Bogotá. Miembro de mesas de
trabajo radiales dirigidas por Yamid Amat. Director de noticias de Caracol en
Antioquia y director nacional en la misma cadena. Es miembro de la mesa de La
Luciérnaga, columnista de Cambio, colaborador de Soho y profesor de la especia-
lización de periodismo, Universidad de Los Andes.

ROBERTO RUEDA LÓPEZ


ruedaroberto65@yahoo.com
Sicólogo, Universidad Javeriana, con amplia experiencia en el área educativa
y clínica. Estudios de posgrado en comunicación-educación, Universidad Central.
Estudios de posgrado en estudios culturales, Universidad Javeriana. Especial inte-
rés en la relación entre afectos, comunicación y cultura. Estudioso de la aplica-
ción de la sicología transpersonal al desarrollo humano.

156
ANEXO B 

ALBERTO SALCEDO RAMOS


albertosalcedo@cable.net.co
Comunicador social–periodista, Universidad Autónoma del Caribe. Dirige el pro-
grama de televisión Experiencias significativas que emite Señal Colombia. Es autor de
varios libros. Ha sido merecedor de diversos premios y reconocimientos a su trabajo.
Acaba de publicar el libro El oro y la oscuridad, biografía de Kid Pambelé. En la
actualidad se desempeña como cronista de las revistas Soho y El Malpensante y es
corresponsal de Ecos de España.

CAROLINA TEJADA
carotejadab@yahoo.com
Sicóloga, Universidad Javeriana. Ha trabajado en el área clínica y educativa. Está
vinculada al Programa por la Paz donde trabaja en la línea de educación para la paz.

OBSERVADORES

JOSÉ VICENTE ARIZMENDI


jarizmendi@puj.edu.co
Comunicador social y periodista, Universidad de la Sabana. Diploma de Posgrado
PGLA, Universidad de Navarra (España). Diploma de Posgrado del Goldsmith’s College,
Universidad de Londres. Fue director del Noticiero 90 Minutos del canal regional Telepacífico
y director de la carrera de Comunicación, Universidad Javeriana de Cali. Es columnista del
diario El País y director del departamento de Ciencias Sociales, Universidad Javeriana de Cali.

JUAN GONZALO BETANCUR


juango@unab.edu.co
Periodista. Especialista en análisis político y del Estado, Universidad Autónoma Lati-
noamericana (Medellín) y en comunicación y conflictos armados, Universidad
Complutense (Madrid). Fue periodista del diario El Colombiano, donde se especializó en
manejo de información sobre violencia y conflicto armado interno. Es profesor e investigador,
Facultad de Comunicación Social, Universidad Autónoma de Bucaramanga (Unab).

MARIO MORALES
moralesm@javeriana.edu.co
Comunicador social–periodista. Realizó estudios de filosofía y letras y adelanta
su maestría en literatura. Ha sido reportero, cronista, jefe de unidades investigativas,
jefe de redacción y subdirector de espacios informativos en prensa, radio y noticieros
de televisión. Dirige el portal http://www.nuestracolombia.net y es uno de los pione-
ros de los blogs colombianos. Autor de cinco novelas que le han merecido varios
reconocimientos. Ha sido docente universitario y es el director del campo de Periodis-
mo de la Universidad Javeriana.

157
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN

PATRICIA NIETO
nietopatricia12@hotmail.com
Comunicadora social-periodista, magíster en ciencias políticas, Universidad
de Antioquia y candidata a doctora en comunicación, Universidad Nacional de La
Plata. Autora de reportajes sobre el conflicto armado en Colombia publicados en
diversas revistas colombianas y de investigaciones académicas del mismo tema en
el grupo dirigido por la profesora María Teresa Uribe del Instituto de Estudios
Políticos, Universidad de Antioquia. En la actualidad es profesora de pregrado en
periodismo, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia.

PANELISTAS

MARISOL GÓMEZ GIRALDO


margir@eltiempo.com.co
Es egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana , donde también fue do-
cente. Ha sido tallerista en la actualización en periodismo, Universidad de los
Andes y del seminario sobre el cubrimiento del conflicto, Universidad Sergio Ar-
boleda. Autora del libro Desterrados, cicatrices de la guerra en Colombia. Es
editora de nación del diario El Tiempo.

HOLLMAN MORRIS
holman_m@hotmail.com
Director del programa de televisión Contravía, profesor de la Facultad de
Comunicación, Universidad Sergio Arboleda y director del periódico El Universita-
rio. Ha sido periodista de los noticieros AM-PM, Criptón, Noticiero Nacional, RCN
Televisión, fundador de la Unidad de Paz y Derechos Humanos del periódico El
Espectador. Autor del libro Operación ballena azul, obra finalista de los premios
de literatura del Ministerio de la Cultura.

JUAN MANUEL RUIZ


juanruizmachado@hotmail.com
Periodista, Universidad de la Sabana, especialista en relaciones internaciona-
les, Universidad Jorge Tadeo Lozano y estudios latinoamericanos, Universidad de
Indiana. Asesor de la Unión Europea. Periodista de radio, prensa y televisión.
Ganador de cuatro premios de periodismo Simón Bolívar en las categorías de
análisis de televisión (1995), crónica de radio (2002), narración en radio (1999) y
cubrimiento electoral (1998). También recibió el premio CPB de periodismo por
mejor reportaje en radio (2006). Coautor de los libros El regreso del infierno y La
banda presidencial. Es el coordinador general de noticias de Radiosucesos RCN.

158
ANEXO B 

MARTA RUIZ
mruiz@semana.com
Comunicadora social–periodista, Universidad de Antioquia. Realizó una especia-
lización en televisión, Universidad Javeriana. Ha publicado el libro Esta ciudad que no
me quiere, de relatos sobre jóvenes, y fue editora de Bajo todos los fuegos. Es editora
de seguridad de la revista Semana.

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