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ISBN: 958-33-9278-2
Bogotá, Colombia
Julio de 2006
Comité Editorial
Jorge Iván Bonilla – Pontificia Universidad Javeriana
Rocío Castañeda – Programa por la Paz
Marisol Manrique – Corporación Medios para la Paz
Mario Morales - Pontificia Universidad Javeriana
Editora
Marcela Giraldo
Diseño y diagramación
PENSÁ / Diseño editorial
imagologo@yahoo.com
Corrección
Guillermo Marulanda
Fotografía de portada
Jesús Abad Colorado
Impresión
Panamericana – Formas e impresos S.A.
Con el apoyo de
Cáritas Suecia
Los artículos de esta publicación son responsabilidad de los autores y no comprometen a las instituciones
que contribuyeron a su realización.
Impreso en Colombia
Printed in Colombia
Índice
PRESENTACIÓN..................................................................................................................... 7
INTRODUCCIÓN..................................................................................................................... 9
C APÍTULO I
PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN.................................................................. 11
Sigue el dolor, cambian los uniformes .......................................................................... 12
Elizabeth Yarce Ospina
C APÍTULO II
PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI............................................................................ 31
En el Valle del Cauca el temor ronda................................................................................ 32
Mónica Ospino Orozco
C APÍTULO III
PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN B ARRANCABERMEJA.................................................. 50
La tierra prometida............................................................................................................. 51
Wilson Lozano
La violencia en silencio.......................................................................................................72
Helda Martínez
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
C APÍTULO IV
PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ.................................................................... 80
Dimensiones deconocidas de la desmovilización............................................................81
Élber Gutiérrez Roa
C APÍTULO V
OBSERVATORIO DE MEDIOS..................................................................................................101
Aprendiendo a mirarnos................................................................................................... 102
Mario Morales
C APÍTULO VI
UNA MIRADA AL PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO................................................ 136
Recoger cosechas, sembrar inquietudes.......................................................................... 137
Jorge Iván Bonilla y Mario Morales
ANEXOS................................................................................................................................ 143
Periodistas graduados del diplomado............................................................................. 143
6
Presentación
La frase “periodismo responsable en el conflicto armado” debería ser un pleonas-
mo. La razón es sencilla: si el periodismo no es responsable no es periodismo. Pero es
muy desafortunado que en la realidad la información veraz y objetiva, a cuyo servicio
debería estar el periodismo, se ve con frecuencia maltratada por los intereses contra-
rios al bien general que utilizan y manipulan la información a su favor.
Por eso al periodismo hay que ponerle calificativos: responsable, veraz, obje-
tivo. Porque en la forma como aparece en los medios puede ser caracterizado
como manipulador, constructor de la realidad, al servicio de intereses económicos
y políticos particulares, amarillista. Bueno, se podría seguir la lista de las diferen-
tes formas que atentan contra esa noble profesión y la erosionan hasta el punto de
hacerle perder su credibilidad.
7
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Jürgen Horlbeck
Decano Facultad de Comunicación y Lenguaje
Pontificia Universidad Javeriana
8
Introducción
9
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Este volumen pretende ser un aporte para el estudio del periodismo y el cubrimiento
informativo de la guerra y la paz en Colombia. La perspectiva regional fue fundamental en
el proceso y este libro intenta poner de relieve las diferentes dinámicas del conflicto arma-
do y del periodismo en cada zona donde se realizó el diplomado.
Esta publicación también contiene un análisis comparado sobre los resultados obte-
nidos en cada uno de los cuatro observatorios de medios. Con este escrito se presenta un
consolidado más amplio de las mediciones por ciudad, sin que ello pretenda desconocer
las circunstancias locales, ni las condiciones existentes en el momento del diplomado que,
sin duda, incidieron en el desarrollo y conclusiones del observatorio.
Rocío Castañeda
Programa por la Paz
Marisol Manrique
Medios para la Paz
Mario Morales
Pontificia Universidad Javeriana
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Prensa y conflicto
armado en Medellín
CAPÍTULO 1
11
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
SIGUE EL DOLOR,
CAMBIAN LOS UNIFORMES
Ahora no hay balaceras en los barrios de las comunas del oriente de Medellín.
Tampoco en las del occidente. Sí hay viudas, huérfanos, desplazados y madres sin sus
hijos que, a la fuerza, decidieron perdonar, pero no olvidar, los últimos veinte años de
muertes, producto del conflicto armado en la ciudad.
(Foto página anterior) Luego de la operación Orión que realizó la Fuerza Pública en la Comuna 13, en octubre
de 2002, con el fin de desterrar a las milicias que por dos décadas fueron la autoridad de hecho en la zona, se
aumentó la presencia de la Fuerza Pública en ese sector de Medellín. Pero esa situación no significó que otras
estructuras armadas como las autodefensas, las bandas y los combos abandonaran la Comuna.
1
Bandas: aunque no cuentan con el mismo poder económico y militar del pasado, continúan multipli-
cándose; están conformadas, en su mayoría, por menores de edad, y su composición varía entre los
díez y cien miembros. Ante la crisis de finanzas (que en su mayoría provenían del narcotráfico) y debido
a un mejoramiento del sistema judicial y de los organismos de seguridad para enfrentar el delito, éstas
han acudido a las “plazas de drogas” y al cobro generalizado extorsivo ‘vacunas’ en los barrios
populares (rutas de buses, casas, comercio). Combos: jóvenes entre los 13 y los 20 años, que se
reúnen en las esquinas de los barrios con niveles de alto riesgo y en el que surgen las primeras
manifestaciones de expresión de bandas.
12
CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
Josefina**, una habitante del sector de Las Mirlas, en el barrio La Sierra, localiza-
do en la Comuna 8 de Medellín, está decidida a perdonar. “No queda de otra”, añade.
Por más que lo analiza no sabe a quién se condenaría por la muerte de su hermano,
ocurrida en 2002, en el barrio Ocho de Marzo, a 20 cuadras de su residencia actual.
Lo asesinaron, según ella, integrantes del bloque Cacique Nutibara de las autodefensas,
que se desmovilizaron el 25 de noviembre de 2003.
Cuando lo hicieron pertenecían al bloque Metro (disidente de las Autodefensas Unidas de Colombia).
Antes de eso eran milicianos y a mí me consta. A mi hermano -comenta en voz baja- lo mataron
siendo ellos paracos del otro combo (Metro)... Esto ha sido así por muchos años. El que apretó el
gatillo sí tiene claro que fue él y sé que no se le va a olvidar, aunque se haya desmovilizado.
Cuando llegó el bloque Cacique Nutibara a combatir al bloque Metro, pensó que
se haría “justicia” y que, en últimas, vengarían la muerte de su hermano. Denunciar,
o esperar a que las autoridades investigaran, no funcionaba en esa época, según el
sentido común que desarrolló la gente en esos barrios abandonados a su suerte, la de
la guerra en las calles.
“Por eso – explica Josefina – más de uno decidió apoyar a la gente de don
Berna”. Pero su sorpresa vino cuando los vio a todos juntos; “los del Metro y el
Cacique, muy parceros ellos... Entonces, ¿quién fue el responsable, en últimas, de la
muerte de mi hermano?”, se pregunta.
Algunos de los dolientes de las víctimas del conflicto urbano guardan silencio
para poder continuar con sus vidas cotidianas. Muy pocos han pedido que se escla-
rezcan esos crímenes y se juzgue y condene a los responsables.
EL RECICLAJE
Una investigación del Instituto Popular de Capacitación (IPC), ONG que hace
seguimiento a la evolución del conflicto armado en Antioquia, señala que entre
2000 y 2004 se cometieron, en Medellín, 1.687 crímenes de lesa humanidad y en
esos hechos están involucrados varios de los excombatientes del bloque Caci-
que Nutibara de las AUC, que se desmovilizaron en 2003 y gozan ahora de
beneficios jurídicos.
13
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Su relato intenta mostrar que se enroló en esas filas para sobrevivir, pero no por plata.
Era de enfierrarse para defender el barrio. En medio de esta miseria tan brava mucha gente no
supo qué pasó después de que mataron a Pablo Escobar. Quedamos un montón de pelaos2 sin
jefe y nos empezaron a resultar ‘trabajitos’ con las milicias, con las bandas y así se calentó esto.
Luego nos prometieron, desde el Estado, una alternativa con los llamados pactos de paz y
convivencia y nos salieron con un chorro de babas. Al final quedamos mirando para el techo y
sin nada que hacer. Ni un peso3, ni estudio, nada de trabajo. Tocó volver a lo mismo y las
autodefensas se la metieron toda, el que no quiso se fue, o ahí está el ‘muñeco’ (muerto). Estuve
con las milicias, pasé al bloque Metro y me desmovilicé con las AUC.
Una parte de las bandas que hace presencia en Medellín estaba ligada a las autodefensas y
en la desmovilización del bloque Héroes de Granada (el 1 de agosto de 2005), al parecer un
2
Jóvenes.
3
Dinero.
14
CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
número importante de esas bandas se desmontó. Nos toca decantar la información, dice el
secretario de Gobierno de Medellín, Alonso Salazar Jaramillo.
Tras haber sido cooptados, los otros cinco mil jóvenes también servían a las
autodefensas en la ciudad. La pregunta ahora es qué pasará con ellos y cómo acabar
con los nexos que pueden tener con los desmovilizados, advierte Rafael Rincón Patiño,
investigador del Instituto Popular de Capacitación (IPC).
“No es que los muchachos sean violentos. El problema es no tener otra opción.
Aquí no le dejaron a la juventud otra alternativa sino la guerra”, explica un hombre de
25 años, que se le midió hace tres a firmar un pacto de paz en el nororiente de
Medellín. Él hizo parte de un grupo de 150 jóvenes de cinco bandas que, en su
momento, con el acompañamiento de la Asesoría de Paz y Convivencia de la Alcaldía
de Medellín (ya no existe tal dependencia), pactaron la no agresión a favor de la
pacificación del barrio El Bosque (oriente de la ciudad).
Por eso, al margen de la dinámica que tomó el conflicto en Medellín los últimos
cinco años, dice que ésta es la última oportunidad que tiene el gobierno de que
termine el reciclaje de la guerra.
Muchos de esos casos eran por venganza. “Ahora lo hacen para mantener a los
hijos, a los niños. Crecieron y ahora son un montón de muchachitos para mantener”.
Eso les pintan5 trabajo y estudio y se acaba esto. Pero la guerra de la ciudad la definen en el
campo. Si las FARC6 se quieren volver a meter a Medellín esto se ‘putea’, así de sencillo. Las cosas
están calmadas porque las AUC mandan todo y el jefe, don Berna (Diego Fernando Murillo),
desde la cárcel tiene a la gente controlada.
4
Pablo Escobar.
5
Ofrecen.
6
Desde 2002 esa guerrilla inició un repliegue en su accionar urbano en Medellín por la presión de la fuerza
pública y de las autodefensas que con varios bloques asumieron un control territorial en más del 70% de
los barrios, según precisa un informe de la ONG IPC.
15
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Aunque algunos de ellos advierten que detrás de esa muerte hay otra historia.
“Informaron a las autoridades donde estaría. Ese ‘man’ no se iba a dejar agarrar”,
precisa uno de los excombatientes.
El que ha estado en esta guerra sabe cómo es la movida y que uno quedaba como un güevón si
no se metía en esto en cada zona. Una cosa es estar allá, en El Poblado, viendo esto por televisión
y otra muy distinta es estar aquí, muerto del susto y con el fierro en la mano, dice Anderson**.
En 1994, cuando las Milicias Populares del Pueblo y las Milicias Populares del
Valle de Aburrá decidieron desmovilizarse, a instancias del Gobierno Nacional y con-
formar la Cooperativa de Vigilancia y Servicios Comunitarios (Coosercom), se tuvo el
primer tropiezo: en mayo de 1995, un año después de firmarse el proceso, cerca de
150 miembros de la cooperativa murieron como consecuencia de disputas entre ellos
mismos y exmilitantes de las milicias.
“Ese es un riesgo que no podemos correr y por eso le estamos apostando a esta
oportunidad que da el proceso de desmovilización”, insiste Gustavo Villegas.
Entre enero y diciembre de ese año, sostiene, hubo 737 asesinatos, frente a
1.075 en 2004 y más de 3.000 en 2002, cuando fue asesinado el hermano de
Josefina7.
7
Mencionada al inicio de esta historia.
16
Con graffitis cada grupo armado anuncia su llegada. Con el apoyo de la policía comunitaria los
habitantes los han borrado. Paradójicamente, en varios barrios en los que habitan desmovilizados,
la población lee el grafitti: “Gracias don Berna por darnos la paz”.
Fotografía Robinson Sáenz.
Según Quintero, esa estadística debe preocupar a las autoridades. No tiene sen-
tido que en una sociedad en la que las autodefensas desmovilizadas son el actor
armado de mayor presencia sigan ocurriendo esos casos.
La desmovilización de los paramilitares es uno de los factores que señala que, en Medellín, haya
menores índices de homicidios, pero se ha mostrado que ese proyecto no se ha desmovilizado
de manera completa, asevera Jesús Balbín, director de Estrategias del Instituto Popular de
Capacitación (IPC).
Se observa en la ciudad una preocupante situación de control ilegal en territorios que antes
estaban bajo el dominio de grupos paramilitares. Sólo que ahora el control se hace de una
manera diferente, sin masacres ni un alto número de homicidios, aunque se mantienen
prácticas autoritarias y violentas de control social, en las cuales se vulneran los derechos
humanos de las personas sometidas.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
ANTES Y DESPUÉS
El comerciante Árlex Edison Guzmán, de 29 años, desapareció en el barrio Vein-
te de Julio, en la Comuna 13, occidente de Medellín, el 30 de noviembre de 2002,
antes de la desmovilización del bloque Cacique Nutibara de las AUC (BCN). Se
responsabilizó del hecho a esa organización.
Los victimarios siguen siendo los mismos y esos casos son investigados ahora
por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, que adoptó medidas cautelares
de protección para los familiares y amigos de Teresa que presenciaron el hecho.
Igual en el caso de Yarce: “un joven se acercó a Teresa y le disparó tres veces en
la cabeza. Luego se alejó corriendo y subió a un vehículo que le esperaba”, dice un
testigo. Él precisa que el homicida es un supuesto paramilitar, que vive en un sector
vecino, hecho que investiga la Fiscalía.
Árlex tenía un negocio de pollos. Eran como las 9:00 ó 9:30 de la noche cuando llegaron los
sujetos. Después llegó un taxi y lo obligaron a abordarlo. Le dijeron a la gente que allí se
18
CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
Varios testimonios recogidos en ese barrio señalan a las AUC como responsa-
bles y a Árlex como parte del grupo de personas que durante ese año, y hasta
2003, desfilaron por la vereda La Loma, en el corregimiento San Cristóbal, para
desaparecerlas, matarlas, o llevarlas a “comparecer” ante alias King Kong, uno de
los jefes de las AUC en la zona.
Hoy, alias King Kong está muerto, dice Antonio López, vocero de los desmovilizados
agrupados en la Corporación Democracia. Pero en la Comuna 13 varias personas coinci-
dieron en que nunca se desmovilizó y, por el contrario, goza de libertad.
Las autoridades desconocen que pasó con el mencionado ex jefe de las AUC en
Medellín, pero según la Fiscalía en ese sector de la ciudad se encontraron diecinueve
cadáveres en fosas comunes.
Tras el desarme del Bloque Cacique Nutibara (BCN), de las AUC, y con el
aumento de las acciones de la fuerza pública esperaban que no sólo las cifras
dieran cuenta de que las cosas mejoraran en esas zonas, sino que la comunidad
no tuviera ningún tipo de temor.
El ahora no me preocupa, sino el mañana. Dentro de tres o cuatro años no sabemos si haya
garantías para quienes accedan a los programas de desmovilización -dice Leudo-. Me preocupa
cada uno de esos muchachos.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
No es necesario que tengan un fusil al hombro. Uno sabe quién es quién y si quieren sacarlo a uno del
barrio lo sacan. Aquí pasa el uno que mató a fulanito. El otro que mató al hermano, al hijo del otro
vecino. ¿Y qué toca? Pues comer callado... Están unos desmovilizados pero ahí tienen las bandas,
cuenta un habitante del barrio Popular 1, en el nororiente de Medellín.
Una joven del barrio La Sierra dice que también deben buscarse mecanismos
para transitar con más libertad y poder expresarse porque en la ciudad se acabaron las
balaceras pero siguió después un silencio preocupante.
Los niños ya van tranquilos a la escuela en la Comuna 13. Atrás quedaron los días de balaceras de
calle a calle. Los uniformes que ven ahora los menores son los de la Fuerza Pública.
Fotografía Robinson Sáenz.
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CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
La paz no es tal, hay cierto miedito. Ellos (los desmovilizados) siguen cobrando cuotas volunta-
rias por la vigilancia. Hacen controles al transporte y andan con radios. Permiten que se fume
marihuana, pero nada de pepas (barbitúricos). Tienen un pacto que se llama ‘no matar’, pero ha
tenido que salir gente del barrio.
“Los homicidios no es lo único que hay que terminar. Hay que vencer el miedo,
que la gente pueda caminar tranquila por cualquier rincón, que no haya extorsiones”,
sentencia un habitante del barrio Olaya en el occidente de la ciudad.
** Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.
21
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Hace tres años escribir sobre el conflicto urbano en los barrios de Medellín signifi-
caba cruzar las calles en medio de tiroteos y de explosiones para poder hablar con la
gente. Era vencer también las barreras que las bandas, combos, milicias, autodefensas y
guerrillas habían delimitado como territorios suyos. Era buscar en medio de la confronta-
ción bélica a civiles indefensos que quedaban atrapados en medio del odio de uno u otro
bando y que, sin buscárselo, estaban poniendo los muertos.
Esos civiles, a quienes denominamos ‘víctimas’, son las voces autorizadas para relatar lo
que ocurre en Medellín y sus calles y a quienes he considerado siempre como fuente de
primera mano a la hora de hacer una reportería para un escrito periodístico. También he
hablado con las autoridades, los ilegales, los académicos, los líderes comunitarios.
En ese entonces cuando los abordaba, pese al miedo que tenían, a sentir explosiones a
escasos metros de sus casas, esas personas relataban su tragedia. Tenían la amenaza sobre sus
hombros y decían su verdad en medio de operativos de la fuerza pública, de las transforma-
ciones y pactos entre bandas y milicianos para hacer más soportable la vida en barrios del
centro, norte, oriente y occidente de Medellín.
Coincidió además con un silenciamiento de los fusiles y armas cortas que se tradujeron
en la reducción del índice de homicidios en la capital antioqueña que, durante más de una
década, fueron los más altos de América Latina.
A partir de esta frase fue que construí el artículo. La verdad de las víctimas fue la que
empleé para la realización de esta investigación.
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CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
BITÁCORA CONTINUACIÓN
Empecé a buscar entonces fuentes que me sirvieron en el pasado para relatar los
combates de calle a calle y me encontré con una gran sorpresa: muchas de esas personas ya
no estaban, murieron, fueron desplazadas o, sencillamente, ya no querían hablar.
Tocó, entonces, establecer encuentros por fuera de los barrios a fin de que en cada
entrevista la gente se sintiera cómoda.
Encontré nuevos testimonios pero que no reflejaban la soltura de años atrás. Esta
vez percibía una especie de mordaza y mucho temor a ser citados. Ya no hay enfrenta-
mientos pero sí un miedo oculto.
Hoy el lector verá una historia sobre el reciclaje de una violencia que cambia de unifor-
me y que ha tenido una manifestación urbana muy particular en Medellín. Y en medio de eso:
el dolor de las víctimas que sigue siendo el mismo: cómo crecen las víctimas y cómo han sido
invisibilizadas durante los últimos diez años en la ciudad. Cómo el Estado no tiene políticas
para atender a las víctimas: mujeres, hombres, niños que han perdido a sus familiares y que
viven al lado de quienes le mataron a sus hijos y ahora tienen que ver cómo para ellos, para los
desmovilizados de las autodefensas hay una serie de programas de atención y para ellas, para
las víctimas, no hay nada.
Por fortuna, sea cual fuere la razón, hay menos muertos en la ciudad y eso me da
mucha alegría, pero también queda una espina en el alma al saber que en los barrios que
recorrí siguieron los mismos problemas de siempre y que, de no ser controlados a tiempo,
serán otro detonante para esta guerra: excesivo desempleo, demasiada pobreza, desnu-
trición de cientos de niñas y niños, prostitución de las jovencitas. Esto perfora tanto
nuestro interior como ver todos esos miles de muertos tirados en las calles.
Elizabeth Yarce
* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su
artículo en las distintas ciudades.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Los periodistas que cubrían el hecho hicieron bromas entre ellos al advertir el
mensaje escondido: en Colombia a la cocaína se le llama ‘perico’, y los paramilitares
habían cambiado la paloma por el perico, como símbolo de la paz. No obstante, los
medios de comunicación no hicieron ninguna alusión a este trueque de significados.
Uno de ellos, inclusive, publicó al día siguiente la foto de un periquito en las manos
de uno de los 2.033 desarmados, identificándolo como un ‘canario’.
VERSIÓN MEJORADA
Para entender el miedo al que alude Jesús Abad es preciso echar la mirada hacia
atrás y marcar otros dos acontecimientos que modificaron el conflicto en Medellín y
* Filósofo, periodista y escritor. Ha sido reportero de radio, televisión, prensa escrita y agencias de noticias.
Publicó, entre otros, Anarcoiris: Textos casuales (1995), Trópico: visiones de la naturaleza colombiana
(1997), El amor bravío (1999) y Habitantes de la memoria (2005). Es columnista de El Colombiano de
Medellín y colaborador de Lecturas Fin de Semana de El Tiempo. E-mail:arturoguerrero@etb.net.co. Este
artículo fue elaborado en octubre de 2005.
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CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
Las versiones callejeras señalan que las estructuras de este líder han permeado
actividades económicas como la construcción, el transporte, las apuestas, los
sanandresitos, además de haber copado, poco a poco, las instancias de las Juntas
Administradoras Locales de los barrios, las Juntas de Acción Comunal y otras corpora-
ciones locales y regionales. “Don Berna es una versión mejorada de Pablo Escobar”,
afirma un periodista que explica cómo este comandante ha hecho un trabajo más
inteligente, primero controlando, como patrón único, a las bandas, y luego llegándo-
le a la comunidad pobre con mercados, construcción de aceras, fiestas infantiles, el
marrano de diciembre. “Tiene ojos y oídos en todo”, concluye.
En el barrio La Sierra, en el oriente de Medellín se sintió con fuerza el cambio de uniformes: jóvenes de
las milicias 6 y 7 de Noviembre y de bandas y combos pasaron a ser parte del bloque Metro de las
autodefensas. Luego, cuando esa estructura armada ilegal se declaró disidente de ese grupo, los
jóvenes, luego de intensos días de combates terminaron en el bloque Cacique Nutibara. Hoy están
desmovilizados, muertos o viven en otras ciudades.
Fotografía Robinson Sáenz.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
“MANÉJESE BIEN“
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CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
Estas presiones sutiles, junto con el ya anotado maquillaje de las cifras de homi-
cidios, hacen que existan secretos a voces, casos noticiosos que no se están trabajan-
do o que se afrontan únicamente cuando se organizan pools de medios para hacer
denuncias, tal como sucedió con el caso de las casas de apuestas tomadas por los
paramilitares. Este trabajo, que incluyó prácticamente a toda la prensa escrita del país,
diarios y revistas semanales, coordinado por la agencia Colprensa, dio como fruto una
publicación simultánea el domingo 24 de julio de 2005, la cual le dio un especial
énfasis al caso de Medellín.
Hay zonas de Antioquia que siguen siendo vedadas para la prensa. Son los tea-
tros de operaciones: fundamentalmente el oriente antioqueño, también el nordeste y
bajo Cauca, lo mismo que la serranía de Abibe que da entrada a Urabá, y la zona
limítrofe con el Chocó. Para ir a estas regiones hay que hacer llamadas previas y
verificar las condiciones de seguridad. No obstante, los problemas presupuestales de
los medios impiden los viajes a esta periferia, de modo que el cubrimiento se ha
vuelto cada vez más urbano y centralizado. Desde la desaparición del Frente Carlos
Alirio Buitrago del ELN, y del paso de muchos de sus integrantes a las filas de los
paramilitares, la carretera Medellín-Bogotá dejó de ser noticia. Los retenes y la voladu-
ra de torres de energía, que antes hacían acudir a los reporteros por lo menos una vez
por semana, son hoy episodios esporádicos.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Según un informe de la Secretaría de Gobierno de Medellín, la presencia del ELN allí es incipiente.
Fotografía Robinson Sáenz.
Cada uno se siente como una persona que soporta todo, que lleva a cuestas el
mundo entero. “No soy capaz de ser indolente ante la viuda, el desplazado o el niño. Uno
carga con todo eso”, dice entre sollozos Emiro Marín, de la emisora Fénix de Oriente,
quien lidera un grupo de diez emisoras comunitarias en esa convulsionada zona.
Uno es una válvula de escape, de desahogo para la gente, para los familiares de desaparecidos o
secuestrados. La gente lo llama a uno a quejarse y uno carga con esos dolores y se queda con un
montón de cosas adentro que lo llenan de pesimismo. Yo me volví literalmente una nada
cubriendo el conflicto.
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CAPÍTULO 1 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN MEDELLÍN
La anterior es una confesión de Juan Diego Escobar quien, a sus 22 años, tuvo que
afrontar esta fuente en el diario El Mundo, y hoy, cuatro años después, se siente retirado
del periodismo debido a que ejerce en una revista técnica de carácter económico.
Los reporteros piensan que cubrir el conflicto tendría que ser el resultado de una
madurez profesional, que se debería llegar a ello por decisión consciente de la persona
y no por accidente o porque los jefes del medio lo ordenen, pues no todos los perio-
distas son aptos para tratar un tema tan complejo y con tan altas exigencias de tole-
rancia. Además de un examen sobre conocimientos y preparación, se debería hacer,
sobre los candidatos a manejar las fuentes de la guerra, una evaluación emocional. Y
cuando ya se esté en este ejercicio convendría establecer paréntesis, ciclos, dos o tres
vacaciones al año, períodos de experiencia en otras fuentes más livianas, para asimilar
y digerir los golpes.
Al lado de las presiones generadas por la índole cruda de las noticias de guerra,
los periodistas antioqueños están padeciendo los rigores de unas condiciones labora-
les que no dudan en calificar como de esclavitud moderna. En los años de la crisis
económica de finales de los años noventa, los sueldos se redujeron o se congelaron,
para volver a ajustarse cuatro años más tarde únicamente al ritmo del alza de la
inflación. Con la intermediación de empresas temporales, se impusieron modalidades
de vinculación a término fijo, con contratos que fenecen y se renuevan cada tres
meses y que cada año hacen borrón y cuenta nueva en materia de obligaciones
laborales. Los horarios extenuantes no dejan espacio para la familia. La presión y la
exigencia de producción veloz y abundante de información han llegado a agobiar la
salud mental de los reporteros, en especial, de los de televisión. Los canales abren
noticieros en distintos horarios y los realizan con el mismo equipo profesional. “Lleve
los dos logos y luego hace dos versiones”, es la instrucción que reciben los periodis-
tas, quienes se quedaron sin momentos para pensar ni para preocuparse por mejorar
la calidad informativa.
29
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
En los meses de desarrollo del diplomado no habían ocurrido aún los tres
acontecimientos mencionados que le transformaron el rostro al conflicto en An-
tioquia. Así que los conocimientos proporcionados en esa práctica académica se
convirtieron, según el sentir de los participantes, en un morral de campaña para
afrontar los nuevos tiempos. Con diversos grados de entusiasmo, los periodistas
celebran lo recibido allí. Para Luz Patricia Vargas, del canal de televisión de la
Universidad Nacional, el logro del diplomado fue “ponerle palabras al ejercicio
profesional, fue una especie de psicoanálisis”. Glemis Mogollón, de El Colombia-
no, subraya su impacto en el plano cognoscitivo:
Abrió la puerta -dice- para que el grupo siguiera pensando en la capacitación como interés
personal y colectivo. Como por inercia muchos entramos, luego, a otros diplomados y cursos,
para los cuales se gestionaron los cupos en grupo.
Tras anotar que todos los días consulta el separador plastificado que distribu-
yó el diplomado, con los elementos de evaluación del contenido periodístico,
Fernando Cifuentes, del noticiero de televisión Hora 13, apunta al más allá de
esta capacitación:
Deberíamos llegar a que el término periodista sea sinónimo de reflexión, crítica y polémica, que
esto se vuelva un imaginario colectivo de modo que sea casi imposible moverse distinto. De lo
contrario, veo que estaría en grave riesgo la semilla que siembra el diplomado.
Los seis meses de encuentros pusieron también las bases de confianza para que
los periodistas antioqueños consiguieran un alto grado de crítica y autocrítica de sus
propios trabajos, y un colegaje generoso para compartir grabaciones y noticias por
encima de la rapiña por exclusivas y primicias.
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Prensa y conflicto
armado en Cali
CAPÍTULO 2
La ribera del río Cauca en Cali es el principal ‘puerto’ de llegada de los desplazados provenientes de la
costa pacífica vallecaucana.
Fotografía Aymer Álvarez.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
“Ya me quiere hacer matar”. La frase, fue la primera respuesta del alcalde de
Roldanillo - Valle, Omar Tirado Mejía, cuando se le preguntó acerca de la problemá-
tica de los campesinos del norte del departamento que han tenido que abandonar sus
tierras por causa de la confrontación entre narcoparamilitares y guerrilla.
Tirado Mejía, siempre frentero, político de vieja data y uno de los pocos que se
ha atrevido a denunciar la situación de inseguridad en el norte del Valle del Cauca, y
la connivencia de algunas autoridades con la delincuencia organizada, teme cuando
se le habla de esto.
32
CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
Acá (en Roldanillo), lo que tuvimos fueron varios procesos de extinción de dominio a personas
que no pudieron acreditar su procedencia lícita y parte de esos bienes expropiados se entrega-
ron a campesinos del municipio, en especial en el corregimiento del Retiro, explicó Tirado.
Los Machos, la banda de Diego Montoya Henao, y Los Rastrojos, de alias Jabón,
sentaron sus bases de operaciones en los municipios ubicados en el Cañón del Garra-
patas (El Dovio, Versalles, El Águila y El Cairo). Desde esa región empezaron a impo-
ner los cultivos ilícitos a la población campesina y a enfrentarse en una guerra territo-
rial a la que se sumaron las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, (Farc),
situación que ocasionó el desplazamiento de cientos de personas.
Tanto que el director del Programa para la Acción Social en el Valle del Cauca,
Guillermo Rodríguez Buitrago, sostiene que son muy pocos los campesinos que han
llegado a demostrar la propiedad de un terreno cuando registran su condición de
desplazamiento. “Si he llegado a tener tres casos de familias que han demostrado que
eran dueños de un terreno, éstos han sido muchos”, asevera.
Para este funcionario la razón para que esta situación se presente es que, “el 90
por ciento de los desplazados del Valle del Cauca han sido pobres radicales toda la
vida y no tienen propiedades”. De acuerdo con las estadísticas de Acción Social en el
Valle del Cauca, al 31 de enero de 2005, hay 106.787 desplazados, lo que agrupa a
un total de 23.663 familias. Aunque la Consultoría para los Derechos Humanos y el
Desplazamiento, (Codhes), difiere de esa cifra pues sostiene que entre los años1999
y 2005, en el Valle, hubo 125.043 personas desplazadas.
33
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Es muy difícil pensar que, entre ese universo tan grande de personas desplazadas, no haya
propietarios. Porque el desplazamiento es un fenómeno que significa, básicamente, desposesión
material y desarraigo cultural. Y en el Valle, muchas de las tierras expropiadas a la fuerza ya están
legalizadas a favor del autor del desplazamiento.
Para este investigador el problema radica en una falla estructural del sistema que
atiende al desplazado, “hay una incapacidad absoluta en el registro”, y a una condi-
ción natural del problema mismo del desplazamiento: la huida.
Pocos de los que salen se llevan consigo más nada que lo que traen puesto. Pocos se
acuerdan de cargar con papeles y documentos, pues además, su esperanza es la de regresar,
dijo el investigador.
González asegura también que el perfil del Valle del Cauca, en materia de desplaza-
miento, varió a partir de 1999, después de la ocurrencia de los secuestros de La María y el
kilómetro 18, acaecidos en Cali, “que significaron una urbanización del conflicto”, la entrada
de los paramilitares y la consolidación de una guerra territorial de los narcotraficantes.
Cientos de famililias campesinas que han huido del conflicto en las zonas rurales del Valle del Cauca
han llegado a Cali con los pocas cosas que han podido cargar en su precipitada salida y así
han improvisado sus hogares en las calles de la ciudad.
Fotografía Aymer Álvarez.
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CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
DE RECEPTORES A EXPULSORES
De un departamento receptor pasamos a ser un departamento expulsor; situación que ha
afectado a la población de alta montaña y del piedemonte de los municipios con influencia
directa del conflicto, que en 2000 afectaba a 37 de los 42 municipios del Valle, añadió González.
De hecho, hoy los 42 municipios del Valle del Cauca se reportan en las estadís-
ticas de Acción Social como expulsores; en mayor o menor medida, Buenaventura en
el Pacífico, Tuluá en el centro y Bolívar en el norte del Valle son, en su orden, los tres
municipios que más personas expulsan, según el reporte de Acción Social, que coin-
cide con el dado por Codhes.
Y es que la precaria relación legal que los colombianos, habitantes de las zonas
rurales del país, tiene con la tierra es una de las principales causas por las que la
protección a sus bienes ha sido lenta e inefectiva. El vínculo entre los entes legales
encargados de registrar la propiedad de los bienes rurales y sus habitantes es casi
inexistente y la informalidad reina.
El Valle del Cauca no ha escapado a ello y, al igual que en el resto del país, ha
generado que los organismos protectores que manejan el desplazamiento en el departa-
mento tengan que hacer maromas legales muy rápidas para tratar de proteger los bienes
de los desarraigados y muchas veces con poco éxito debido a esa informalidad dominante.
Según el ex gestor de Paz del Valle del Cauca, Fabio Cardozo, quien le hizo frente a
la crisis más grande de desplazamiento en el departamento, entre 2001 y 2004, los
narcotraficantes y guerrilleros “parece que no tienen mayor interés en despojar a los
campesinos de sus dominios, hacer traspasos o compraventas ficticias, pero sí es más bien
por tener el control de esos territorios y obligar a sus habitantes a hacer lo que ellos digan”.
En el Valle el estudio adelantado por Acción Social también encontró, entre otras
cosas, que las tierras dejadas por los desplazados quedaron abandonadas y persisten
en el abandono. También, que cuando las comunidades van a retornar a sus lugares
de origen, lo que se encuentra es que sus tierras están enmontadas, que deben plata
de impuestos y de servicios públicos, es decir, además de los riesgos y el miedo a
regresar se hallan con otros problemas adicionales.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
De igual modo, se detectaron otros casos en los que la población puede ir parcial-
mente a sus tierras y logra sacar algunos de los productos que no ameritan mantenimiento
permanente y también hay casos en que otros campesinos creen que esas tierras no tienen
dueño, “en esto encontramos dos aspectos, uno que es gente que lo hace de buena fe, sin
saber que hay un dueño; y otro que, a sabiendas de que esas tierras tenían un dueño,
toman posesión de las mismas”, añadió Myriam Hernández.
Ha habido momentos picos en el tema de desplazamiento. En 2001 hubo una enorme oleada en
la zona centro del departamento, luego pasó al Pacífico, después se movió hacia el sur. Ahora
hay un conflicto marcado en el norte y el centro del Valle, en donde aparece una nueva
generación de narcoparamilitarismo, con las agrupaciones Los Machos y Los Rastrojos, situación
que ha hecho que se comprometa seriamente esta región en una dinámica del conflicto, en
donde, por supuesto, resultan involucrados los civiles y cuyo impacto, por ser tan recientes,
todavía no se han medido.
EL ESTRATÉGICO CAÑÓN
Pero hay un caso paradigmático que ilustra la gravedad de la desposesión mate-
rial a muchos campesinos vallecaucanos y que ha tenido lugar, en los últimos tres
años, en el Cañón del Garrapatas.
En 2002 tuvimos una inscripción para el Sisben de 18.500 personas y a finales del 2004 esa cifra había
caído a 12.000. Lo más curioso es que en ninguna vereda del municipio tuvimos un evento masivo
de desplazamiento, todo fue gota a gota.
Pero ese desplazamiento que fue casi imperceptible por la ausencia de fenóme-
nos masivos, dejó en menos de seis meses, a la vereda de El Oro, deshabitada. De 25
familias que vivían allí, sólo dos o tres quedaron cuando a mediados del 2002 se
intensificaron los enfrentamientos en esa zona de El Dovio. Según cálculos del alcalde
de El Dovio, sólo 10 por ciento de los desplazados denunció su situación.
36
Esta zona del Cañón del Garrapatas, colindante con el Chocó, es una de las más afectadas con el
conflicto que desde hace casi cuatro años sostienen los paramilitares al servicio de los narcotraficantes
en el norte del Valle.
Fotografía Jorge Orozco.
Y su afirmación es confirmada por las cifras de Acción Social que aseguran que
de ese municipio solamente se han desplazado, a 31 de enero de 2006, 198 personas,
mientras que Codhes sólo registra a 32.
Pero yo calculo que en el Cañón, específicamente en el corregimiento de Playa Rica, hay entre 100 y
150 fincas abandonadas y muchas otras han sido invadidas por gente que no es de la zona; cuando
se les pregunta dicen que son familiares o amigos de los que vivían antes allí, afirmó Padilla.
37
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Del otro bando llegaron a decirnos, como en mayo de 2004, que no siguiéramos trabajando
para Los Machos, que ahora esa parte de Playa Rica era territorio de Los Rastrojos, pero como
todavía le debíamos al señor que nos había prestado para el plante les dijimos que no. Así
seguimos un mes hasta que volvieron y delante de mí, mataron a mi esposo, a mí me dieron dos
días para irme, eso sí no podía decírselo a nadie.
De su finca no sabe nada, dice que no se atreve a regresar y aunque le han contado
que las cosas cambiaron y que están ayudando a la gente con sustitución de cultivos, ella
no está interesada en volver a la tierra en donde su vida fue partida en dos.
Lo curioso es que hemos encontrado con cosas como que en las reuniones informativas han llegado
personas diciendo que la hectárea la pagaban mejor en Tolima o que en Caquetá les daban más plata
por la compra de insumos para la producción, dijo el Alcalde de El Dovio.
Como para inscribirlos teníamos que pedir la cédula de la gente y muchos de esos documen-
tos no habían sido expedidos ni en El Dovio, ni siquiera en otros municipios del Valle, por el
contrario, encontramos que mucha gente tiene cédulas de otros departamentos. Cuando
yo preguntaba, me decían que nacieron allá, pero que hace muchos años vivían acá. En
últimas, lo que nosotros queremos es que la gente entienda que la paz y la tranquilidad dan
más rentabilidad que la coca.
CALMA CHICHA
La guerra ha bajado su intensidad en esa zona del departamento, pero está muy
lejos de terminar, según el oficial de inteligencia de la Policía Nacional.
En El Águila, también área del Cañón, el ambiente que se respira tampoco es de paz.
Su alcalde, Carlos Alberto Vargas, sostiene que lo que hay es “una calma muy frágil”.
La situación nuestra no ha sido tan crítica como la de otros pueblos del norte del Valle
porque hemos tenido mucho apoyo del Ejército. Pero la verdad es que nosotros somos
parte de un corredor de movilización de grupos irregulares. El Águila está de espaldas al
Chocó y eso nos hace muy vulnerables, sobre todo por la presencia histórica de las Farc. Lo
38
La influencia que ejercieron los grupos de autodefensa en el Valle del Cauca (hoy desmovilizados) y
su enfrentamiento con la guerrilla, especialmente en zonas del centro y el norte del departamento,
fue en gran parte causante de los desplazamientos de campesinos en esa región.
Fotografía José Luis Guzmán.
Muy grave, no hay claridad de quiénes son los autores de los desplazamientos ni de los asesinatos
selectivos que ocurren en la zona. Por ejemplo, en el caso de Riofrío, el alcalde despacha desde Tuluá
y en Trujillo hay tal presión a los funcionarios locales que ni se atreven a hablar del tema.
Otra zona delicada, cuya población vive caminando por el filo de la navaja y
que a la vez ha sido calificada como la que experimenta una de las tragedias
humanitarias más complejas del Valle del Cauca es Buenaventura.
39
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
José Luis** tiene 19 años y junto con dos de sus hermanos salió, a finales de
diciembre del 2005, de uno de los esteros del río Sabaletas en Buenaventura, en huida
de un anunciado reclutamiento de la guerrilla y de amenazas más fuertes de los
paramilitares en contra de su familia, si se iban con los primeros.
Tuvimos que dejar a mi mamá sola con mis dos hermanitas, porque la guerrilla nos quería llevar, y si
aceptábamos lo que quería la guerrilla, los ‘paracos’ nos habían dicho que iban a matar a mi mamá,
por eso nos vinimos para Cali. Aquí llegamos a la casa de unos amigos que viven en Aguablanca, pero
lo malo es que allí hay mucha gente y no hemos podido conseguir trabajo.
Este joven admite que sembraba coca, pero que lo hacía obligado por la precaria
situación económica de su familia. Teme regresar porque no quiere empuñar un fusil
ni que maten a su mamá, pero reconoce, con tristeza, que lo que sabe hacer está en
ese pequeño pedazo de tierra.
Me duele porque nada de lo que sé hacer sirve aquí en Cali y nadie me da trabajo. Quiero
volver a lo mío con mis hermanos y mi familia, pero creo que lo mejor va a ser quedarnos
aquí y tratar de buscar algo para ayudar a mi mamá a que siga allá y no pierda la tierrita ni
el rancho, precisó José Luis.
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CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
Tierra, territorio, terreno. Todas, derivaciones de algo que representa más que
una posesión material para quienes, alguna vez, tuvieron en sus manos su significado.
Palabras que se quedaron en el diccionario de los sueños de muchos campesinos
vallecaucanos que hoy viven como parte de ese ejército de ‘inútiles’ urbanos. Despre-
ciados y vistos como un estorbo en las calles de las grandes ciudades.
** Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.
41
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
DESPOSESIÓN, DESARRAIGO,
BITÁCORA*
DESPLAZAMIENTO, DESPROTECCIÓN
El Valle del Cauca, uno de los departamentos más ricos e industrializados del país, no ha
estado blindado a las balas de la guerra y a las consecuencias que deja en la población el temor
a ser alcanzado sin estar siquiera participando de las hostilidades.
En el medio, y a veces más a los lados, ha estado siempre la prensa, que también ha caído
presa del temor y ha hecho que la realidad de la guerra en este departamento y en muchas
ocasiones, haya sido vista desde ángulos que no siempre cuentan toda la verdad y se ‘acomo-
dan’ a la ‘verdad’ que el miedo impone.
Por eso, cuando me plantearon escribir un artículo sobre la problemática de los campe-
sinos desplazados que han perdido sus tierras en el Valle del Cauca por causa del conflicto, lo
primero que sentí fue temor.
Y así fue: me encontré con mucho silencio, pocos datos, negación y propaganda.
Como siempre pude comprobar que toda fuente es interesada y que en la medida en
que se pregunta y se indaga más, el interés por manipular crece y la tendencia a tergiversar los
cuestionamientos y a contestar sin hacerlo realmente se pone en evidencia.
Incluso otras más miedosas aún: “Aquí no nos ha tocado el conflicto tan de cerca”.
La fuente más clara en este sentido fue la que ofreció un estudio de Acción Social sobre
protección a bienes patrimoniales, que apenas está en fase de pilotaje y que sin embargo, ya había
encontrado claridades en la realidad de las tierras campesinas del Valle del Cauca.
Pero pasando al plano de las víctimas directamente, pensé que la situación sería distinta,
me encontré con que fue calcada.
42
CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
BITÁCORA CONTINUACIÓN
Temor sobre todo por los que se quedaron; por aquellos que decidieron no huir y que
siguen sometidos al imperio de los violentos.
La conclusión al final: el miedo siempre hace individuos silenciosos y las historias se constru-
yen son seres anónimos, esos que piden ni mencionar su nombre y otros que aunque lo dan,
condicionan y restringen su uso.
* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su
artículo en las distintas ciudades.
43
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Miguel Ángel Palta, un fornido reportero de lacio pelo negro y aire aventurero,
solía mantener en su oficina del noticiero de televisión 90 Minutos un par de botas
pantaneras, un botiquín de primeros auxilios y unos bluyines limpios, porque en cual-
quier momento debía salir al campo a hacer cubrimientos de orden público, su fuerte.
Ahora no, desde hace dos años para acá, Palta se limita a hacer reportería de escrito-
rio. “Pasamos de hacer trabajo de campo – cuenta –, a periodismo de aire acondicio-
nado”. Y aclara esta denominación explicando que cuando llega a la oficina de los
funcionarios donde, por fuerza, hoy ‘cubre’ el conflicto armado, pide: “doctor, apa-
gue el aire, para que no entre el ruido a la grabadora”.
“Ya no me despeino ni sudo”, se queja, añorando los viejos tiempos en que viajaba
a la montaña y conversaba con comandantes guerrilleros bien estructurados, e incluso
con paramilitares, que le reconocían una investidura de respeto a la profesión del periodis-
ta. Hoy, allá en los campos del conflicto armado, los que se encuentran son bandoleros,
peladitos de 14 años con fusil, acelerados, que no manejan el lenguaje del Derecho
Internacional Humanitario: “Uribe no nos reconoce como un actor –argumentan –, en-
tonces no nos cobija el DIH”.
Para el ejercicio del periodismo en la zona, más grave que esta degradación de
los combatientes, es la aparición, desde hace dos años, de un par de actores violentos
que le han cambiado la cara a la guerra en el Valle del Cauca. Son las bandas de Los
Machos, de Diego Montoya Henao, alias don Diego, y Los Rastrojos, de Wilber
Varela, alias Jabón, agrupaciones armadas al servicio del narcotráfico, cada una de
ochocientos hombres, que se disputan el control del norte del departamento. Sus
crímenes, la contrarreforma agraria que adelantan por la fuerza, su paradero y la
44
CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
Desde los municipios del norte, hasta el centro del Valle, el periodismo está
vetado. Mientras los antiguos dueños del negocio de la droga en el cartel de Cali, los
Rodríguez Orejuela, eran más conniventes y mantenían un relativo ‘orden’ de las
acciones violentas, estas nuevas bandas son intimidatorias, no tienen contemplacio-
nes, y en lugar de amenazar, matan, llevándose por delante no sólo a sus víctimas,
sino a quienes compartan con éstas en el momento del ataque.
EL HUECO DE LA ESQUINA
45
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
En vista de que los medios se demoraban dos o tres meses en pagar los salarios
y que el monto de estos se redujo sin misericordia, equipos enteros de profesionales,
con quince o veinte años de experiencia, se vieron obligados a desertar del ejercicio
periodístico directo y emigraron hacia la comunicación organizacional o hacia las
oficinas de prensa estatales. En su remplazo fueron contratados jóvenes recién egresados
de las facultades de comunicación que no han acumulado ni la experiencia ni la
profundidad de aquellos. A tal punto ha bajado el nivel y la calidad, que un medio
implantó, entre sus redactores, una multa simbólica de mil pesos por cada texto mal
escrito. “La región no ha entendido que hay gente que vale”, sintetizó una vivaz
reportera ante la pérdida de las plantas de redacción sólidas.
46
CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
Estas condiciones laborales precarias han sido el caldo de cultivo del nefasto fenóme-
no de los periodistas ‘mandaderos’ de la mafia. Un día un reportero se sorprende de
recibir una llamada telefónica de un veterano colega, en ocasiones incluso director de un
medio, que nunca antes se había tomado esa confianza, le dice: “Mirá, hubo un golpe y
cayeron cosas de los ‘amigos’. Ellos necesitan que manejés ese temita, que le bajés el
volumen. Ojalá no saqués nombres. Yo te mando después un cariñito”. Los ‘cariñitos’
oscilan entre 200.000 y cinco millones de pesos, según la importancia del medio y del
caso. Los periodistas a sueldo de la mafia son, a veces, reclutados entre quienes cubren la
fuente de orden público y en ocasiones siguen trabajando en los medios. Este trabajo
paralelo de jefes de prensa de ‘los doctores’ utiliza la amistad y el colegaje para ofrecer
dinero a cambio de que se publique o se deje de publicar alguna información. “¿Qué sería
de mí si trabajara en una emisora por cupos? Me torcería”, comentó una periodista
aludiendo al riesgo de caer en la tentación de los mandaderos debido a los sistemas que
degradan los salarios profesionales.
UN PUNTO DE QUIEBRE
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Yo antes entraba como narrando fútbol, – cuenta Víctor Eliécer Cuero, de Radio Buenaventura –
ahora soy mesurado, me di a la tarea de repensar la noticia, de darle la misma importancia a lo oficial
que a la gente que va a pie, de mantenerme informado sobre contexto nacional e internacional para
hacer comparaciones, de llevar un registro cronológico de los sucesos. Me he vuelto un lector de los
temas nacionales y un conocedor de las diferentes normas. No arranco a dar la noticia ya, sino que
pregunto por qué sucede, es decir, doy pocas primicias y más noticias.
Sin duda los temas que más llamaron la atención del diplomado fueron el de la
historia del conflicto armado y el de los costos de la guerra. “Parece mentira, – comenta
Luis Eduardo Calderón – recibimos información que no teníamos, nosotros que creemos
saberlo todo. La realidad detrás de lo que estamos viviendo”. “Cuando llego frente a un
guerrillero de veinte años en la lucha, no le descargo las cámaras, – confiesa el reportero
gráfico Carlos Durán – pero no por miedo, sino por otra información que ahora tengo”.
El diplomado excitó los deseos de estudio entre los reporteros. Algunos entraron
a hacer otros cursos y especializaciones, otros planean ingresar a posgrados universi-
tarios, la mayoría se aplicó a la capacitación autodidacta. A algunos se les abrieron
horizontes en la escritura de libros. En general se dieron cuenta de que hace falta
capacitarse de manera continua. “La información del diplomado nos sirvió para es-
tructurar buenos libretos”, dice Tatiana Pérez, de Telepacífico y de la radio de la Uni-
versidad del Valle. Varios, que son simultáneamente profesores universitarios de co-
municación, replicaron entre sus alumnos los contenidos de las materias. Otros hicie-
ron formación entre corresponsales de barrio, a partir de los documentos entregados,
los cuales les han servido para mantener frescos los conocimientos.
48
CAPÍTULO 2 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN CALI
El público receptor también carga con unos modos de lectura muy arraigados.
En Tuluá, Luis Eduardo Calderón comenzó a introducir, en sus programas de televi-
sión, mucho contexto tomado del bagaje proporcionado en el diplomado, esperando
llamadas y comentarios de respuesta. Éstos no se presentaron. “Parece que a la gente
no le interesara – analiza – y uno cree que está arando en el desierto. Es como si el
alud informativo del día tras día ahogara estos ejercicios. Creo que de todo esto algo
queda en la cabeza del público, pero no sabemos cuándo vamos a cobrar”.
¿Cuáles serían las vías para continuar con un trabajo de capacitación entre los
periodistas del Valle? Varios señalan la necesidad de tomar acciones con los estudian-
tes de comunicación de los últimos años de carrera, para ejercer con ellos una forma-
ción que los prevenga contra aquellas rutinas profesionales perjudiciales que más
adelante van a encontrar en las redacciones. Otros solicitan tratar, en futuras capacita-
ciones, nuevas temáticas que se han puesto a la orden del día, tales como las nuevas
dinámicas sociales frente a la guerra desde lo regional, el narcotráfico y la violencia
urbana, el conflicto en otras regiones del país y en otros países, la autoprotección del
periodista, cómo trabajar en la nueva situación del conflicto y cómo ‘meter goles’
desde el escritorio, la opción del periodismo de análisis frente a la dificultad del traba-
jo de campo.
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PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Prensa y conflicto
armado en Barrancabermeja
CAPÍTULO 3
50
WILSON LOZANO *
Barrancabermeja soportó quince años el poder ilegal de la guerrilla
y ahora vive bajo el control e infiltración paramilitar.
No obstante, su herencia de luchas sociales le alcanza
para que algunas organizaciones aún promuevan
la autonomía de la población civil.
LA TIERRA PROMETIDA
El último icono revolucionario del Che Guevara, pintado en un muro de las comu-
nas populares, desapareció en el año 2001. Estaba en la calle 60 del barrio Primero de
Mayo, en medio de las imágenes de los difuntos Bernardo Jaramillo, Manuel Cepeda y el
cura Camilo Torres Restrepo, que también fueron borradas bajo el blanco vaivén de una
brocha gorda, seis meses después del ingreso de los paramilitares.
Ahora, a la estampa del Che, sólo se le ve en las camisetas o en las sedes blinda-
das de los sindicalistas de esta ciudad, que pasó del control guerrillero al paramilitar,
en medio de la ejecución de delitos contra la vida y la integridad de la población civil.
*
Periodista y comunicador. Estudió comunicación social con énfasis en periodismo en la Universidad Central de
Bogotá y se especializó en producción de medios audiovisuales. Su experiencia profesional se resume en
dieciocho años de práctica cotidiana del periodismo en Barrancabermeja, Santander y Magdalena medio. Ha
sido corresponsal de radio y televisión en RCN radio, CM& Televisión, NTC y Caracol Noticias. Exalumno del
diplomado en Barrancabermeja (2005). Este artículo fue elaborado en febrero de 2006.
51
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
los que iba a mercar y le dieron 24 horas para irse de la ciudad o si no lo mataban
“por colaborador de la guerrilla”.
Primero: EL TERROR
Con una estrategia de terror avanzaron hasta controlar más de cincuenta cascos
urbanos, incluidos los del sur de Bolívar y sur del Cesar. Barrancabermeja fue el último
municipio en ser copado con presencia paramilitar permanente, con guardias y
patrullajes durante las 24 horas del día. El 22 de diciembre del 2000, se tomaron los
barrios para posicionar su ingreso definitivo.
Desde ese año hasta 2005, según registros de Acción Social (antigua Red de
Solidaridad Social), en esta ciudad han sufrido situación de desplazamiento forzado,
13.720 personas, que equivalen a 3.143 familias2. En este mismo lapso, el Instituto
de Medicina Legal registra 1.448 homicidios, 1.378 de ellos con arma de fuego y 70
con armas blancas o contundentes. En 2005, se presentaron 152 asesinatos.
1
Perpetraron masacres como la de Segovia en Remedios, (Antioquia), el 11 de noviembre de 1988, allí
murieron cincuenta personas. En la Rochela en Simacota (Santander), el 18 de enero de 1989, en donde
fueron asesinados doce funcionarios judiciales. En Puerto Boyacá, el 8 de octubre de 1987, fueron
asesinados doce comerciantes. En Barrancabermeja, el 8 de enero de 1998 y el 16 de mayo de ese año,
donde murieron quince personas y desaparecieron a 25. En San Pablo (sur de Bolívar), el 8 de enero de
1999, en donde asesinaron a catorce pobladores.
2
Uno de los casos más dramáticos fue la desarticulación del tejido social en el corregimiento Ciénaga del
Opón. En 1989 cerca de 350 familias se desplazaron hacia el casco urbano de Barrancabermeja por
amenazas de paramilitares.
52
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
El 3 y 18 de noviembre del
2005, respectivamente, fueron ase-
sinados los integrantes del Polo De-
mocrático, Jairo Cala y Delfín Rafael
Pérez Vides. En la madrugada del 11
de diciembre mataron a Gabriel An- Jaime Peña muestra la foto de su hijo Yesid, desapare-
tonio Garves Peñuela, conocido cido el 16 de mayo de 1998 en Barrancabermeja.
como el Loco. El 4 de enero de 2006, Fotografía Wilson Lozano.
la Central Unitaria de Trabajadores
(CUT) denunció el crimen de Carlos Arciniegas, militante comunista y sindicalista de
una empresa palmera en el municipio de Puerto Wilches (Santander).
Algunos de los homicidios han sido actos de barbarie. En 2001, en Morales, fue
desmembrado el cuerpo de Alma Rosa Jaramillo integrante del núcleo de pobladores
del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio. El 15 de noviembre del 2003
en la vereda la Independencia una joven de nombre Diana Patricia, fue atada de
manos y colgada con una cuerda a un árbol. El 4 de septiembre del 2005, el cuerpo
mutilado del comerciante de maderas Jairo Duarte Quintero fue hallado en un paraje
de la vereda Pozo Nutria en el corregimiento El Centro.
3
Lo integran la Diócesis de Barrancabermeja, el Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, la
Defensoría del Pueblo, la Universidad de la Paz y la Corporación Regional para la Defensa de los Derechos
Humanos (Credhos).
53
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Según la Defensoría Regional del Pueblo, entre 2001 y enero del 2006, ha
recibido 244 quejas por presunta desaparición forzada en el Magdalena medio y
el sur de Bolívar.
María, una mujer popular que vive del trabajo doméstico, habitante del sector
nororiental cuenta que “los muchachos (así llamaban a los milicianos de la guerrilla)
pasaron a ser paracos” y la población civil esperó lo peor pues eran sus conocidos y les
“tocaba cumplir sus exigencias”.
4
Barrancabermeja la otra versión, paramilitarismo, control social y desaparición forzada 2000-2003. Cinep y
Credhos. 2005.
5
Un grupo entre treinta y cincuenta paramilitares que portaban armas de largo y corto alcance, algunos de
ellos encapuchados, que se movilizaban en tres camiones, ingresaron a cuatro barrios populares (en uno
se realizaba un bazar), asesinaron a ocho personas y desaparecieron forzosamente a otras 25.
54
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
Normas de convivencia
autodefensas y población civil*
(El incumplimiento de cada uno de los puntos especificados acarreará la respectiva sanción)
Continúa
55
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
RECUADRO 1 CONTINUACIÓN
pias, de tal forma que faciliten la visibilidad. por parte del personal en servicio de las AUC.
Sanción: Multa de quinientos mil pesos/Deco- Sanción: Amonestación disciplinaria para el co-
miso del terreno y su posterior donación a los mandante del personal infractor/Amonesta-
pobladores de la región de escasos recursos. ción disciplinaria para los infractores.
* Las normas de convivencia fueron impuestas y dadas a conocer luego del ingreso paramilitar de
diciembre de 2000. Este texto circuló en diversos barrios de Barrancabermeja y luego apareció
pegado en las paredes de las salas de juego de computador. Hay documentos de organizaciones
defensoras de derechos humanos, de la Defensoría del Pueblo y de la prensa que hacen referen-
cia a dichas normas.
Ella asegura que “cuando fue el tiempo de la guerrilla también había control en
los barrios. Amenazaban a los que iban a la policía, a las inspecciones, a los batallo-
nes, a los que hablaban con militares”. Recuerda que de noche se robaban los carros
cargados con electrodomésticos, motos, coca cola, carne y les entregaban a los que
eran conocidos suyos, les ayudaban. Intervenían en la vida privada de las parejas, en
problemas y les advertían que se arreglaran o los mataban.
56
En 2001, Vanguardia Liberal publicó esta imagen captada en el barrio Arenal de Barrancabermeja. Las
menores de edad fueron castigadas.
Fotografía José David Martínez.
Los paramilitares raparon las cabezas de varias jovencitas por desobedecer las
normas de convivencia impuestas. Fueron acusadas de robos o incumplir los horarios
permitidos para la movilización nocturna. En 2004, le cortaron una parte de cabello y
quemaron con agua caliente las piernas de una integrante de una organización no
gubernamental que presentaba un programa institucional de televisión, dedicado a la
defensa de los derechos humanos.
En una calle cualquiera de un barrio periférico no era raro encontrarse con jóvenes
“tirando machete, barriendo calles, algunas veces en ropa interior con letreros colgando
de su cuello que los señalaban como ladrones o viciosos”, cuenta Laura**, habitante del
barrio Boston. Aunque estas humillaciones han disminuido aún se presentan casos.
57
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Los habitantes denuncian, bajo reserva de identidad, que los ‘paras’ formaron
grupos de celaduría que cuidan de a cuatro, cinco y seis barrios en moto, con armas
y equipos de comunicación. Cuentan que,
Hicieron una reunión hace dos años y dijeron que los negocios pagaban tres mil pesos, cada
ochos días, y las casas dos mil pesos semanales. Eso se paga todavía. Ellos dan un recibito. Los
‘paras’ dijeron que si no pagaban la celaduría no respondían por los robos.
Pero el control social no se limita a los castigos por infringir las “normas de conviven-
cia”, también tienen informantes trabajando como taxistas y mototaxistas, incluso “algu-
nos de ellos llevan a comerciantes y otras personas hasta la Meseta de San Rafael para los
arreglos económicos con los jefes paras”, asegura un transportador.
Los medios de comunicación y periodistas tampoco han sido exentos del con-
trol. Álvaro Pérez Vides, político y director del canal comunitario Telepetróleo, herma-
no del difunto Delfín Pérez, contó que ha sido “objeto de seguimientos, agresiones
armadas en su propia casa y amenazas por parte de paramilitares”.
58
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
En San Pablo el proyecto de palma campesina, que se desarrolla con la Asociación de Palmicultores de
San Pablo (Apalsa) y en Simití, en los entornos de San Blas, incluso el coordinador del proyecto allí, el
señor Beta fue asesinado por las autodefensas en Monterrey el 28 de diciembre del 2004, un hombre
absolutamente pobre. Eso se hizo (el proyecto) como una marca de la determinación del Programa
de no permitir que las autodefensas avanzaran comprando las tierras de los campesinos.
59
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Ellos deciden dónde se rompe el tubo para hacer el enchimbre (lugar de venta y extracción).
Hasta allí llegan los pimpineros (venden galones o pimpinas) que están en las listas, son 30 ó 40
personas a las que les fían y por la noche les cobran.
6
Según el Cuerpo Élite de Hidrocarburos de la Policía, cuatro frentes (seiscientos hombres) del Bloque
Central Bolívar de las autodefensas, se repartían el control sobre cinco líneas de los poliductos Galán
– Sebastapol y Galán – Bucaramanga (Chimita), que tienen su origen en la refinería de Barrancabermeja.
Esta información fue facilitada antes de la desmovilización de ese grupo.
7
Llegó a Colombia en 2001 para acompañar a una comunidad retornada (regresa de una situación de
desplazamiento forzado), en el corregimiento de Ciénaga del Opón de Barrancabermeja.
60
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
Las tasas para contratos de más de 100 millones de pesos están entre 5, 7 y 8 por ciento, esas son las
tablas de negociación, es una negociación que es triste reconocerlo, común y corriente, usted va,
negocia y le dan plazo… se ve como si fuera algo normal pero la gente no lo va a decir, lo desmiente.
Otra cosa piensa el presidente de la Unión Sindical Obrera (USO) Jorge Gamboa,
quien afirma que los trabajadores expresan “que tienen que llevar un aporte a la
Meseta de San Rafael, aunque no tenemos una denuncia concreta porque a la gente
le da miedo perder la vida. Si declaran hay temor de que los maten”.
La diferencia es que la guerrilla, a donde llega, destruye el aparato productivo y comercial para
que las condiciones sociales sean totalmente aberrantes y exista inconformidad; cuando llegan
las autodefensas le dan facilidad al aparato productivo... porque si está bien el empresario, ellos
tienen posibilidad de solventarse.
61
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Los hechos parecen confirmarlo. En agosto de 2005, días antes que el gobierno
se pronunciara sobre el impedimento del ejercicio político de las AUC, mientras no
cumplieran los términos de la ley de justicia y paz, Báez se reunió con alcaldes de la
zona, en el concejo municipal de Puerto Boyacá. Trascendió que en esa oportunidad
les sugirió las peticiones que deberían hacerle al gobierno nacional para garantizar la
seguridad ante la desmovilización de las autodefensas.
En dichos municipios y otros como Puerto Triunfo, Cimitarra, Puerto Parra, Saba-
na de Torres, debe tenerse en cuenta que el concepto autodefensa obedece a un
pensamiento que aglutina a algunos empresarios, comerciantes, ganaderos, políticos,
militares y policías, “porque esas zonas hacen parte de la cultura de autodefensa de
Puerto Boyacá”, explica un funcionario de Puerto Berrío (Antioquia), que pidió no ser
identificado por razones de seguridad.
Orlando** un poblador de la zona afirma que en esas tierras “no se mueve nada sin
permiso de las autodefensas”. Otros casos recientes demuestran la evidente relación
política – paramilitarismo en el Magdalena Medio. En Barrancabermeja, la captura de
la exfiscal y expersonera de Sabana de Torres, Miriam Rojas Osorio, en octubre de
2005, acusada de tener nexos con el Bloque Central Bolívar, por parte del Departamento
Administrativo de Seguridad (DAS).
Funcionarios consultados dicen que en San Pablo (en el sur de Bolívar), Yondó
(Antioquia), Puerto Wilches y San Vicente (Santander), se someten a la corrupción a través
8
Desde la década de los ochenta, los pobladores de Santa Rosa han protagonizado levantamientos contra
los secuestros de la guerrilla y los crímenes de las autodefensas.
62
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
del pago de la ‘vacuna’, sobre los contratos públicos. De esta manera tratan de adminis-
trar las finanzas municipales sin ser objeto de amenazas o intimidaciones.
CONTRA LA PARED
El 1 de enero de 2001, con las autodefensas aún tomando control de los barrios
populares, se posesionó como alcalde Julio César Ardila Torres. Su administración es
recordada por la muerte del locutor Emeterio Rivas y cuatro jóvenes que le acompaña-
ban en la noche del 6 de abril de 2003, a manos de paramilitares al mando de
Wolman Said Sepúlveda, detenido también por las autoridades.
Ardila, y los secretarios de Hacienda, Juan Pablo Ariza, de Gobierno Abelardo Rueda
Tobón y de Obras Públicas Fabio, Pajón, fueron cobijados con una medida de asegura-
miento. Varios meses después recobraron una libertad condicionada.
Pero fue el comandante paramilitar alias don Berna el que “prendió el ventilador”
con sus declaraciones el 2 de mayo de 2004, en una entrevista en el periódico El
Espectador: “Hay ciudades donde tenemos influencia, como en Medellín o Barranca-
bermeja. Es el temor de muchos políticos, porque les estamos quitando espacio”.
Según Jorge Gómez Lizarazo, Defensor Regional del Pueblo, Cote tiene un proceso
en la Fiscalía Delegada para los Derechos Humanos, “varios fiscales llegaron hasta Ba-
63
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Se refieren al concejal Daniel Patiño, por ejemplo, que siempre ha sido cataloga-
do como “de derecha”. Sin embargo, este funcionario se defiende y explica que
“cuando estaba la guerrilla en la ciudad todos eran señalados como guerrilleros y
ahora como paramilitares”.
Sobre Patiño y un diputado, un exasesor de Cote especula en las calles que una
semana antes de las elecciones del 2003, “llevaron varias cajas de zapatos llenas de
dinero de las AUC, a la casa de doña Helena, la mamá del candidato”. El concejal
sonríe antes de responder con un rotundo no a este comentario y agrega que todavía
debe dinero de su propia campaña.
Samuel Larios, tesorero de la campaña Cote, asegura que aún tiene la conta-
bilidad guardada.
Puedo demostrar de quién recibí plata. Las cajas no las vi nunca y si existieron no puedo
decir absolutamente nada de lo cual no tengo certeza, manejé 80 millones de pesos, no
puedo responder por nada más, no se quién más recibía dinero, precisa.
Larios no duda en definir al alcalde como un demócrata, pero advierte que “no
quisiera estar en los zapatos de Édgar”. Advierte que
Son muy poderosos los comentarios que se tejen alrededor del poder de presión que ejerce el
paramilitarismo en Barranca y me imagino que a un alcalde lo pondrán contra la pared aquí y no
creo que sea él la excepción.
Entre los asesores de campaña, uno afirma haber escuchado sobre una reunión
en las afueras de Bucaramanga, entre el candidato Cote y la cúpula del Bloque Central
Bolívar. Hecho que niegan otros dos asesores, “si eso pasó fueron decisiones del
candidato”, dicen.
Uno de los hechos que más llama la atención en lo que va corrido de la adminis-
tración Cote, es la vinculación a la Asociación de Municipios Amigos de la Paz (Amipaz),
realizada a través de un proyecto de acuerdo aprobado en el concejo municipal el 31
de diciembre de 2004.
9
Según lo confirmaron tres de ellos, fueron ocho asesores: Samuel Larios, Maribel Benítez, Álvaro Pérez,
Jorge Toloza, Isaac Jiménez, Ernesto Bedoya, Marta Mina y Néstor Riaño.
64
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
Lo que conocía, a titulo personal, es que era algo que había salido como iniciativa de Santa Fe de
Ralito, era un proyecto que debió dársele mayor debate, que debió consultarse con el Alto
Comisionado, con el Vicepresidente, con la población de Barranca y que el mismo alcalde debió
explicar más en qué consistía. La verdad -dice- es que no conozco, hasta ahora, cuáles son los
beneficios de Amipaz. Todo quedó en la nebulosa.
En otro hecho que genera dudas, en 2004 el periodista Alfredo Serrano Zabala se
fue de esta ciudad amenazado, después de obtener una supuesta grabación en video
de un jefe paramilitar en Santa Fe de Ralito, en donde, al parecer, se asegura que “la
alcaldía de Barrancabermeja es de él porque la compró”. Serrano mostró la grabación
a varias personas en la ciudad, luego declaró en la Fiscalía General en Bogotá y por
último se exilió.
El alcalde Édgar Cote Gravino, no accedió a realizar una entrevista, a pesar que
fue solicitada en cinco oportunidades. Personalmente, le informé que el fin era escu-
char su opinión sobre la infiltración y control paramilitar en la ciudad.
Desde 2000, un periodista ha muerto y cuatro se han desplazado de la ciudad amenazados por paramilitares.
Fotografía Wilson Lozano.
65
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
RESISTENCIA Y DEMOCRACIA
A mediados de los setenta, se realizaron los paros por los servicios públicos en
particular por el derecho al agua. En 1987, ante el asesinato de la estudiante Sandra
Rondón Pinto, como consecuencia del atentado al líder de la Unión Patriótica César
Martínez Blanco, se llevó a cabo el primer paro por la vida en Colombia.
Becerra Vega confiesa que, desde 2004, hay un desgaste de las organizaciones
sociales y una especie de resistencia muda por parte de la comunidad. Resalta que
“las mujeres no comparten lo que está pasando pero sus voces están silenciadas”.
Según Alirio Rueda, presidente de Credhos, “Barranca está dominada pero eso
no significa que no siga resistiendo”. Recuerda que:
Con amenazas y homicidios, los paramilitares extinguieron a tres sindicatos, -Unimotor- gremio
de taxistas, el de temporales de Ecopetrol y el de trabajadores del Seguro Social. Agrega que
también se desintegraron entidades como la Asociación de Familiares de Detenidos Desapareci-
dos (Asfades).
66
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
A pesar de las amenazas, los opositores del Estado que aún sobreviven, lo hacen
con esquemas de seguridad que van, desde sedes y autos blindados, hasta escoltas y
el uso de armas de defensa personal.
De no haber vivido todos un proceso de este tamaño, Barrancabermeja sería como Urabá o
Puerto Boyacá. Un mundo totalmente dominado por el paramilitarismo…la gente aquí no se
dejó, creo que hay un orgullo ciudadano, una determinación de autonomía10.
El padre considera que de los 800.000 habitantes del Magdalena medio “habrá
50.000 que se meten, en serio, a tratar de solucionar esto. El resto no se interesa o se
somete a presiones armadas o a la extorsión”.
10
El Laboratorio de Paz promueve más de cincuenta proyectos económicos, de defensa de los dere-
chos humanos, de salud y organización. Entre éstos, catorce espacios humanitarios en sitios críticos en
el Magdalena medio, la cordillera de San Lucas en la parte alta, las zonas de Tiquisio, Micoahumado,
de reserva campesina de Morales y Arenal, la alta de Aguachica y la Gloria en la serranía del Perijá y del
cerro de armas en el Opón, Ciénaga del Opón y las comunas populares de Barrancabermeja.
67
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
En ese mismo sentido, el Defensor Regional del Pueblo, Jorge Gómez Lizarazo,
llama la atención sobre el hecho de que “los paramilitares no desarticularon sus es-
tructuras económicas ilegales, ni sus bases políticas clandestinas”.
Cristóbal Vanegas y Pastor García, alcaldes de San Pablo y Santa Rosa, respectiva-
mente, denunciaron la reactivación de secuestros en sus municipios, mientras un
vocero de los ganaderos de Rionegro y Sabana de Torres, pidió que les permitieran
“armarse para defenderse”.
**
Los nombres fueron cambiados por solicitud de las fuentes para preservar su identidad.
68
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
Sin embargo, siempre habrá un periodista para defender el sano ejercicio de su oficio,
así sea para ganarse un problema y una baja remuneración. En este sentido ante la posibilidad
de hacer o no hacer, estar o no estar, los periodistas de oficio y no por negocio, preferimos
estar. Cada reportaje es un reto aunque a veces sólo parezca rutina diaria.
Con mayor conciencia aún después de haber hecho parte del diplomado Periodismo
responsable en el conflicto armado, que contó con la orientación de reconocidos maestros
del oficio. Una de las reafirmaciones de vida que hicimos durante el curso fue la de no callar
como lo hacen, obligadas por el miedo las víctimas de la guerra en nuestro país.
YO SOY
El miedo hace que el corazón palpite más fuerte y más rápido. En Colombia aceptar un
tema que merece tratarse con rigor y cuidado por las consecuencias que pueda acarrear para
el periodista y su familia es apreciado como acto suicida.
Por qué responder sí, entonces, a la propuesta hecha por las directivas del Diploma-
do, para escribir un documento sobre el control e infiltración paramilitar en
Barrancabermeja y municipios aledaños.
La única respuesta sensata que se me ocurre, es decir que fue por amor. Sí, por amor al
mejor oficio del mundo, un sentimiento que a los reporteros y cargaladrillos nos mantiene
apenas en la sobrevivencia, pero con dignidad. El resto de argumentos solo tendría validez
para decir no.
Continúa
69
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
BITÁCORA CONTINUACIÓN
Pero en Colombia, escribir textos periodísticos, sobre todo críticos es un riesgo. Por
ejemplo, por amenazas en los dos últimos años, cuatro periodistas han salido de Barrancaber-
meja, según denuncias hechas ante las autoridades. Y otros permanecen en la ciudad en
medio de presiones o concesiones. Lógico su quehacer se ha limitado.
EL OFICIO
¿Por dónde “meterle el diente” a un tema tan espinoso para tratar de publicar sobre
el control e infiltración paramilitar en la zona? Por el cambio de imagen y perfil de
desarrollo que buscan los inversionistas y sectores más prestantes de la sociedad regional,
por el drama de las víctimas en medio del conflicto armado y una política de dominación,
por las razones impuestas por los grupos armados ilegales de derecha e izquierda o a la luz
del respeto del Estado social de derecho.
Dicen los manuales que es necesario mirarlo desde todo punto de vista. Para la
ocasión- sostengo- puede apreciarse con especial atención bajo la lupa de las víctimas y el
respeto a la democracia que representa la Constitución Política de Colombia.
Más complejo es el asunto cuando se trata de abordar las fuentes vivas, pues los
hechos muestran lo evidente pero nadie quiere comprometer su voz en forma pública. Sin
la grabadora se es más claro, más fuerte, “yo hablo pero no me vaya a mencionar”, es la
condición más usual. Algunos dan la cara pero callan lo que les compromete y no les
conviene. Y por último, están los que no hablan, los que prefieren el silencio y la mutila-
ción de la palabra, los que prefieren con su actitud que no se publique nada. Es el miedo
en medio de un régimen de terror.
La confrontación de las fuentes es, sin duda, un paso que lleva a la reorientación del
trabajo. En este tema fue fácil encontrar una versión esclarecedora, pero sin soportes porque
nadie se va a delatar a sí mismo o los involucrados tampoco van a permitir que los delaten. Sin
embargo, la información “off the record” es suficiente para citar a una concejal que afirmó
“cuando el río suena piedras lleva”.
Aquí hay una veta de información, que se puede trabajar con tiempo, prudencia y
respaldo. Lo que está a la vista de todos, no se oculta con el silencio y la mentira, así sea
ésta la venda de la sociedad.
70
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
BITÁCORA CONTINUACIÓN
Pero en aras de la publicación (en últimas lo que cuenta), la información recopilada obedece
a un perfil plural y amplio, oficial y extraoficial, sobre un tema espinoso que incomoda o atemoriza
a la mayoría de las personas consultadas.
Con suficiente ilustración informativa, en donde se cualifica lo que tiene mayor argumenta-
ción y peso, el paso por seguir es la redacción del texto.
LO COLECTIVO
En esta etapa las dudas crecen sobre la conveniencia o no de decir lo evidente, lo
probado, lo oculto. ¿Para qué y para quién voy a escribir? ¿Cómo escribir con responsa-
bilidad sobre este conflicto? Sería más fácil callar. Renunciar para eludir esta mole que se
nos vino encima.
Sin embargo, en este oficio la información que tenemos adentro nos convulsiona, no
nos deja dormir, nos hace dar vueltas y más vueltas, hasta llevarnos a hacer algo con ella. Nos
lleva a intentarlo, en el mejor de los casos, con un compromiso social, que parece ahora un
objetivo de la prehistoria, pero que sigue siendo uno de los más sanos y honestos propósitos
del periodismo.
Servir de caja de resonancia al poder que hace daño, ofrece privilegios materiales pero
nos ensucia la conciencia. Nos hace menos periodistas.
Un texto periodístico, desde esta óptica, es sólo un intento, que puede ser de buena,
regular o mala calidad. Pero es un intento susceptible de ser mejorado. En realidad, más allá
de la verdad (en sus diversa versiones) no creo que existan fórmulas para redactar artículos
responsables en medio de las luchas por el poder económico, político y social.
Sin duda, un texto periodístico responsable en medio del conflicto armado colombiano,
tiene la obligación de mostrar caminos para acabar con la reproducción de la violencia y la
injusticia social. Para eso, entre otras reflexiones, nos puede servir el mejor oficio del mundo.
Wilson Lozano
* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su
artículo en las distintas ciudades.
71
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
La violencia en silencio
HELDA MARTÍNEZ*
HACER LA HISTORIA
72
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
Hoy el Observatorio de Paz Integral (OPI)4 registra que durante el primer semestre
de 2005 la intensidad de la confrontación bélica aumentó de manera significativa; el
conflicto armado mantuvo su impacto sobre la población civil, el desplazamiento
forzado se incrementó ligeramente en relación con 2004 y las economías ilegales
continúan alimentando la acción de grupos armados. Es decir, a pesar de la campaña
de imagen de Tierra prometida, Barrancabermeja sigue siendo una ciudad de extre-
mos, de antagonismos.
2
Según proyección del Dane para 2000 la población de Barrancabermeja se calculó en 300.000 habitantes.
3
Página del Programa de Desarrollo y Paz del Magdalena Medio, (PDPMM) www.pdpmm.org.co
4
El Observatorio de Paz Integral (OPI) es un espacio y ejercicio permanente de carácter interinstitucional e
interdisciplinario de seguimiento, análisis y visibilización de problemáticas del Magdalena, con la parti-
cipación de la Diócesis de Barrancabermeja, la Universidad de la Paz, Credhos, el PDPMM y la Defensoría
del Pueblo Regional Magdalena Medio.
73
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Porque desde entonces se habla muy poco de la fumigación y todos los daños que causa, o
del desplazamiento forzado gota a gota, ni se menciona qué pasa con los desmovilizados de
las autodefensas. Hemos sido débiles frente a lo que es garantizar nuestro trabajo... pero
con esta gente a uno le da más miedo.
5
A Luz Dary Inés Mora le rompieron los huesos de la cara durante una manifestación en 2004. Hoy sufre
consecuencias físicas y sicológicas.
6
Realizado entre septiembre de 2004 y abril de 2005, por convocatoria de la Pontificia Universidad
Javeriana, el Programa por la Paz, la Diócesis de Barrancabermeja, el Programa de Desarrollo y Paz del
Magdalena Medio (PDPMM) y Medios para la Paz.
74
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
notas publicadas, con un promedio de 90.000 pesos por cada una. Hay quienes
alcanzan el millón de pesos mensuales, muy pocos lo superan, y la gran mayoría está
alrededor del salario mínimo. Los periodistas radiales y los dueños de medios inde-
pendientes se disputan la pauta comercial que afecta a los reporteros o “carga ladri-
llos”, en el argot periodístico. El género más común es la noticia, breve, sin desarrollo
y por lo general emitida según fuentes oficiales. Pero también es corriente el comen-
tario personal, directo, que, como ya se dijo, depende en buena parte de la pauta.
Pero además, porque “no hemos hecho conciencia de la responsabilidad que tenemos
frente a la sociedad. De todo lo que se puede construir o destruir con la palabra”,
afirmó Blanca Isabel Herrera, periodista de radio y televisión.
Yo era muy retraída y distante con la gente. A lo largo del diplomado aprendí a escuchar y
a tolerar la opinión del otro, aunque fuera distinta. Pero también tuve cambios radicales en
mi ejercicio profesional.
Gracias a Dios logré el premio, con un trabajo en el que puse en práctica el conocimiento y la
investigación. El Observatorio fue muy importante porque la revisión permanente de los textos
le permite a uno aprender y por eso me gané este reconocimiento que aquí en Barranca es deseo
de muchos periodistas.
Otros más afirman que han logrado aprobación de nuevas prácticas por parte de
sus jefes, y la mayoría acepta la importancia de recordar principios, conceptos y sobre
todo, de confrontar fuentes.
Empezar a contar historias de personas que se afectan con el problema de Ecopetrol y la USO,
fue bien... Al principio mi jefe se opuso, pero luego entendió que contar la historia de los obreros
que no podían entrar a trabajar, y también la de quienes estaban adentro, era una manera de
7
El Observatorio consiste en el análisis de materiales periodísticos presentados por los alumnos del
Diplomado.
75
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
trascender los comunicados de prensa. Después de varias notas por este estilo, con rostro
humano e informaciones opuestas, mi jefe me dijo, usted sabe hacer su trabajo, contó Javier
Gómez Garcés, periodista de TV Circunvalar.
Hace un tiempo me decían que yo prendía la ciudad con mis informaciones. Por eso tuve
muchos problemas. Ahora buscamos lo que hay más allá del hecho de violencia, atamos cabos
y encontramos razones que nos dejan ver la gravedad de la situación.
76
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
lificado de unos repercutirá tanto en los periodistas como en la comunidad que recla-
mará calidad. Pero otros no son tan optimistas, porque, si bien aceptan las posibilida-
des de cambio, creen también que hay costumbres demasiado arraigadas. En relación
con el contenido general se resaltó de manera insistente el trabajo del Observatorio y
la dinámica de conocimiento propio realizada con el sicólogo Roberto Rueda durante
el Taller sobre Dimensión personal del periodista. “Eso estuvo muy bien porque la
situación general afecta mucho a todas los seres. Y nosotros somos personas antes
que periodistas”, afirmó Luz Dary Ines Mora, periodista de la USO.
La evaluación general fue positiva, tanto que más de una persona mencionó una
Maestría como próximo evento. Blanca Isabel Herrera, dijo “porque aquí no tenemos
posibilidades y tampoco es fácil ir a Bucaramanga o a Bogotá, porque no se puede
dejar de trabajar”. Beatriz Helena Mantilla, periodista del Programa de Desarrollo y
Paz del Magdalena Medio, afirmó:
El diplomado es muy serio, con conceptos pertinentes en el ejercicio profesional del periodismo.
Soy una enamorada de la academia y el aprender de manera constante, de modo que una
Maestría sería una posibilidad que me encantaría.
77
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Cada emisora tiene lógicas y misiones particulares, pero el tema de violencia y conflicto atraviesa
todas las parrillas de programación y, por tanto, sentimos que es muy importante el intercambio
de opiniones sobre cómo cubrir la situación. Nosotros informamos pero no asumimos ninguna
posición porque hacerlo pone en peligro la vida, y eso no lo queremos. Pero sí necesitamos cada
vez más herramientas que nos faciliten y apoyen en el cubrimiento periodístico, afirmó Julio
César Hoyos, presidente de la Red de emisoras comunitarias del Magdalena medio (Aredmag).
EL CIERRE
78
CAPÍTULO 3 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BARRANCABERMEJA
gente común en contra de la guerra no han disminuido. Las mujeres barranqueñas se han
caracterizado por la movilización constante y el cuestionamiento que dé fin al conflicto, y
la frase de “no parimos más hijos para la guerra” es ya más que una consigna.
Existe en la región interés por lograr la paz pero también hay quienes aceptan
la presencia y el dominio paramilitar, y por eso también son mujeres las que piden
su apoyo para controlar muchachos díscolos. Los mismos que se han apropiado,
en buena parte, de los íconos paramilitares, con cadenas gruesas en sus cuellos y
muñecas, cabello muy corto, motos grandes y ruidosas, acompañados por muje-
res muy morenas con el pelo pintado de amarillo. El medio ambiente para el
cubrimiento periodístico presenta una gama de contrastes. Los guerrilleros ahora
son ‘paras’, y los “serenos” o vigilantes están armados ilegalmente, según se
escuchó en repetidas ocasiones y por parte de distintas fuentes en la recopilación
de datos para la elaboración de este documento. La información se desarrolla en
un ambiente sin declaraciones públicas por parte de los “comandantes” en las
comunas como lo hicieron de manera prolífica al inicio de lo que algunos recono-
cen como la “administración ‘para‘ ”, integrada por los mismos que los periodis-
tas ven tomando cerveza con la policía. No hablan, se niegan a la prensa, pero
dejan letreros en los que afirman, por ejemplo, “los matamos por sapos, por
ladrones...” o por lo que consideren ser la causa de su muerte, con la firma de
Autodefensas Unidas de Colombia.
79
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Prensa y conflicto
armado en Bogotá
CAPÍTULO 4
Para muchos de los miembros de las Autodefensas el beneficio más grande que les trajo la desmovilización
fue el regreso al seno de sus familias. Los excombatientes ahora tienen el reto de integrarse a la
actividad social y productiva de las regiones en las que fueron ubicados.
Fotografía Revista Semana - León Darío Peláez.
80
ÉLBER GUTIÉRREZ ROA*
DIMENSIONES DESCONOCIDAS
DE LA DESMOVILIZACIÓN
*
Periodista de la Escuela Superior profesional Inpahu, comunicador social, Universidad Central, especialista
en política y asuntos internacionales, Universidad Externado de Colombia y máster en asuntos internacio-
nales de la misma universidad. Desde hace diez años ejerce el periodismo en las áreas de política y paz en
radio, agencias de noticias, periódicos, revistas y noticieros de televisión. Periodista pasante de Univisión
Nueva York En 2003 ganó el Douglas Tweedale Memorial Fellowship, premio financiado por el Chicago
Tribune y la Fundación Tweedale, el cual es otorgado cada dos años a un periodista de América Latina. En
la actualidad editor de la versión on line de la revista Semana. Exalumno del diplomado en Bogotá. Este
artículo fue elaborado en junio de 2006.
81
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Otro que escogió la vida de la ciudad fue Michael, un paramilitar del Magdalena
que ni tiene acento costeño ni viste como la mayoría de reinsertados, pues vive pre-
ocupado por su figura física y la moda juvenil. En Bogotá se siente “más persona” y
cree que tiene más en común con la ciudad que con los campos en los que combatió.
CAPITAL DE DESMOVILIZADOS
82
CAPÍTULO 4 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ
Los que dejaron las armas en forma individual (guerrilleros desertores) fueron
recibidos por el Ministerio de Defensa. Los miembros de las AUC, quienes lo hicieron
de manera colectiva, recibieron un certificado de “reincorporados” de la oficina del
Alto Comisionado para la Paz y veinte días después también pasaron al Ministerio del
Interior. Mientras les verificaban sus datos, unos y otros vivieron en hogares de paso
(albergues). Luego fueron ubicados en granjas y hogares independientes a cargo del
Ministerio. A mayo de 2006, los dieciocho albergues que funcionaban en forma
oficial en Bogotá tenían una población de trescientas personas.
Jeison dice que contó con suerte por estar ubicado en un hogar independiente y
no en una granja. Prefiere permanecer en Bogotá para estudiar sistemas en vez de
dedicarse a las labores del agro. Eso sí, antes de tomar el curso de computación tuvo
que asistir a cien horas de talleres sobre la vida en la ciudad. Luego, comenzaron sus
dos años de atención social por cuenta del Estado.
ERRORES VARIOS
83
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Este análisis podría parecer inexacto si se le mira con la visión clásica de que el
posconflicto empieza tan pronto como termina el conflicto. Pero el director del Pro-
grama de Atención a la Población Reincorporada de Bogotá cree que ese fenómeno
está ocurriendo en la ciudad. “En desarrollo del programa tenemos que tomar medi-
das típicas del fin del conflicto sin que éste haya terminado”, sostiene Villamizar. El
reconocimiento de esta singularidad permite descubrir que las desmovilizaciones de
las Autodefensas ayudan a desescalar el conflicto pero conllevan riesgos que no de-
ben ser indiferentes para los orientadores del proceso. Un ejemplo típico son las
retaliaciones de la guerrilla contra sus excombatientes desertores.
De los 3.100 desmovilizados que según la alcaldía hay en Bogotá (entre acti-
vos e inactivos) 60 por ciento son desertores de la guerrilla como Jeison y Andrés,
mientras que 40 por ciento son exintegrantes de las AUC, como Michael. En uno
y otro caso, el perfil del desmovilizado es el de un joven campesino con bajo nivel
educativo y, en la mitad de las ocasiones, soltero. Según el distrito, 34 por ciento
de los desmovilizados que viven en la ciudad tienen entre 18 y 24 años, 87 por
ciento son hombres, cursaron hasta tercero de primaria y prefieren las labores
agrícolas y ganaderas.
Pese a que los datos estadísticos los muestran como iguales, los desmovilizados
sienten desconfianza entre sí por temas de seguridad, asuntos culturales (un indí-
gena del Putumayo y un campesino antioqueño podrían no tener las mismas ex-
pectativas) o por desconocimiento sobre el programa que los cobija. Una fuente
de conflicto muy común es la incomprensión de las diferencias de contexto entre
una desmovilización y otra. “Ese man (Andrés) ni siquiera entregó arma. Y a pesar
de todo a él le pagaban 530.000 pesos mensuales y a mí sólo 380.000 pesos. Es
que los del gobierno miran caras y al que le caiga bien le dan y al que no, pues
no”, se quejó Michael.
84
El temor de las autoridades
bogotanas es que haya
fallas en la atención a los
desmovilizados y éstos
terminen de nuevo en
grupos armados o ingresen
a las redes de delincuencia
común de la ciudad.
Fotografía El Tiempo.
Diferencia de enfoques
Quizá la principal diferencia entre la alcaldía y el gobierno nacional giró en torno
a la creación de albergues sin la autorización de la administración distrital. El día de la
explosión frente al albergue de Andrés, el presidente Uribe no dio explicaciones para
su desmonte, pero el director de reinserción reconoce ahora que lo hizo porque dicha
política era equivocada:
Ángel cree que el principal desafío para el proceso es el manejo del anonimato.
“Necesitamos que estos muchachos se reinserten en la vida social y, para evitarles
traumatismos en ese proceso, la orden es 100 por ciento de anonimato en las comu-
nidades a las cuales ingresan”. Allí surge la segunda diferencia con el distrito, pues
85
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Villamizar no comparte ese enfoque: “A los bogotanos no se les puede engañar. Hay
unos nuevos vecinos y entre mejor preparados estemos para recibirlos más fácil será la
convivencia para todos”.
Y una tercera diferencia – no expuesta en público – tiene que ver con el momen-
to de intervención del distrito en la atención a los desmovilizados. Según la ley 782 de
2002 y el decreto 128 de 2003, la fase de atención del gobierno dura 730 días. El
distrito entendía que luego de esos dos años entraba el acompañamiento de la ciu-
dad, mientras que el gobierno pretendía que Bogotá se involucrara con anticipación.
Dado el carácter social del tema de los desmovilizados, lo que estaba de fondo era la
discusión sobre a quién le correspondía hacer las inversiones para algunos programas
de acompañamiento.
El tema causó tensión entre los gobiernos nacional y local. En palabras de un alto
funcionario del Ministerio del Interior, existía la percepción de que faltaba apoyo de
Bogotá, mientras que ciudades como Medellín “se echaron al hombro” el tema de los
desmovilizados con un exitoso modelo de atención a quienes dejaron las armas.
86
CAPÍTULO 4 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ
desmovilizado recibe una formación básica para vivir en su nuevo hogar, la comuni-
dad receptora debe tener la orientación sicosocial para acogerlo en forma adecuada.
Piensan que uno tiene que estudiar para volverse bueno, pero los que tienen el coco rayado son
ellos, que a toda hora creen que los vamos a robar. No dicen nada, pero es como si le estuvieran
gritando a uno ‘allá va el matón’. Así no se puede, opina Michael.
Los gobiernos nacional y distrital están ahora más unidos en torno a las posibles
soluciones para este problema. Incluso trabajan juntos en un proyecto que busca
financiación de la Unión Europea y que será exclusivamente para sensibilizar a las
comunidades bogotanas.
Secuelas de la guerra
Para los desmovilizados, la regulación de su diario vivir pasa por los roles que
desempeñaban en el grupo armado. A muchos de ellos les resulta traumático tener
que preocuparse en la civilidad por asuntos que antes eran regulados por sus jefes.
Ese es su primer choque cuando se trata de asumir el reto de vivir fuera de la milicia
guerrillera o de las AUC.
87
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Inseguridad
Dicha visión tampoco es del todo acertada, pues según las cifras de Medicina
Legal y la Policía Metropolitana, el promedio de delitos de alto impacto social (homi-
cidios, lesiones comunes, hurto a residencias, etc.) se redujo en 14 por ciento en los
primeros cuatro meses de 2006 respecto al mismo periodo de 2005.
88
CAPÍTULO 4 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ
Lo que sí es cierto es que en localidades como Ciudad Bolívar, Bosa y Usme hay
casos de desmovilizados que se incorporaron a grupos de delincuencia común. La
problemática en estas zonas de la ciudad merece especial atención, pues en ellas hay
presencia de milicias urbanas de las Farc y grupos paramilitares. Michael fue tentado
‘pa’ volver al monte’ pero dice que se abstuvo porque ya le cogió amor a la ciudad
“así la city no me quiera a mí”. En su caso, pudo más la oferta de servicios y como-
didades que los recuerdos sobre sus combates, tan irreales como crueles. “Yo era el
Rambo, pero sin tatuajes. Ahora tengo tatuajes pero no soy Rambo”.
Si bien los contextos sociales son distintos, es importante aprender de las expe-
riencias pasadas para formular respuestas novedosas y eficaces a los problemas que se
presentan. Frente a la problemática de la desmovilización armada en Colombia es
conveniente formular propuestas conjuntas desde la academia, las comunidades, la
población beneficiaria y los gobiernos locales y nacional, tendientes a mejorar los
vacíos existentes en cuatro temas principales: la definición de competencias de cada
ente gubernamental, las estrategias para mejorar la relación de los desmovilizados
con la población receptora, la formación en tolerancia y respeto para las comunidades
receptoras, y la eficiente atención a fenómenos sociales como las pandillas y el
consumo de drogas, entre otras.
89
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
del proyecto, hay ejemplos que ilustran la mala inversión de los recursos o el fracaso por
falta de asesoría estatal y formación adecuada.
El senador Antonio Navarro -desmovilizado del M-19 -, cree que una forma
eficaz de llevar a cabo la desmovilización es acercando el excombatiente al núcleo
familiar del cual se alejó cuando ingresó a la guerra.
No hay forma de reinserción más eficiente que la que se hace en el seno de la propia familia. Esa
tiene un valor sicosocial enorme en cuanto le quita la máscara al combatiente y lo convierte
rápidamente en el ser humano que muchos creen que dejó de ser, señala el congresista.
Respecto a aquellos que no pueden regresar a sus casas por problemas de segu-
ridad, el congresista Gustavo Petro -también desmovilizado del M-19- recomienda
una desvinculación efectiva de la guerra: “La falla del modelo actual está en que ellos
quieren salirse de la guerra pero el Estado los devuelve mediante el modelo de infor-
mantes o el de soldados campesinos”.
Para León Valencia, director de la Fundación Nuevo Arco Iris, el programa debe
mejorar en tres puntos: atención sicosocial, integración con la comunidad y oferta de
empleo. En relación con la atención sicosocial, su observación se refiere a los
tiempos que transcurren entre el final de una fase de atención y el comienzo de la
siguiente, pues cree los vacíos existentes se prestan para que el desmovilizado
pierda fe en el proyecto. La integración con la comunidad está relacionada con la
urgencia de desarrollar planes conjuntos desmovilizados-localidad que sean de
beneficio común y que le demuestren a Bogotá la utilidad de recibir a los nuevos
vecinos. Y en cuanto a la oferta de empleo coincide con Petro en que no ofrecer
alternativas reales de desarrollo para cada individuo conduciría el proceso a dos
finales indeseables: el del desencanto con la civilidad y el regreso a las armas,
estilo desmovilizados colombianos de los años noventa; o el de la alimentación de
grupos de delincuencia común similares a las “maras” que siguieron a los grupos
guerrilleros tras la firma de la paz en Centroamérica.
La alcaldía parece esforzarse por evitar ese desenlace y ha dado algunos pasos
para involucrar más a los desmovilizados en la vida de la ciudad. Próximamente les
aumentará a un año el empleo en los programas de Misión Bogotá. También incorpo-
90
CAPÍTULO 4 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ
rará a setenta de ellos en un plan para control del tráfico vehicular (en coordinación
con la Secretaría de Tránsito) y capacitará a otros cien beneficiarios en temas ambien-
tales para el cuidado de parques y canales de aguas.
La muestra analiza los logros de los procesos de DDR en su esfuerzo por lograr el retorno
a casa de más de un millón de personas. Entre sus hallazgos más importantes están:
- Un proceso de DDR por lo general dura 3.5 años. Lo habitual es que la fase de desarme y
desmovilización dure unos pocos meses. Las fases de reintegración suelen durar dos años
- Existe un cierto descontrol y un escaso seguimiento sobre el destino final de las armas
recogidas. El porcentaje medio es el de un arma entregada por cada dos personas
desmovilizadas
- Es habitual que entre 8 y 10 pro ciento de las personas desmovilizadas sean menores de edad
91
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
DIMENSIONES DESCONOCIDAS DE LA
BITÁCORA*
DESMOVILIZACIÓN
Recientemente fui invitado a una universidad bogotana para hablar con los alumnos de
comunicación social sobre las formas de hacer periodismo. Me sorprendió ver cómo estos
estudiantes tienen en su imaginario la idea de que el periodismo y la investigación académica
van por caminos separados. Me sorprendió, digo, porque siempre he creído que un buen
trabajo periodístico debe ser en su esencia una excelente investigación.
Esa misma percepción fue la que guió la elaboración de artículo “Dimensiones desconocias
de la desmovilización”, un relato que pretende explorar la problemática entendiendo que
muchos de los desmovilizados de hoy fueron primero huérfanos o viudos por causa de la
violencia. Que no son solo victimarios, sino que también fueron víctimas del conflicto. Que los
habitantes de las comunidades receptoras son al mismo tiempo parte de la solución y del
problema; y que las autoridades distritales y nacionales tienen en sus manos la posibilidad de
culminar con éxito un proceso histórico o permitir que éste se convierta en la génesis de
nuevos brotes de violencia para Colombia.
El reto mayor fue acercarse al ser humano y a la historia que hay detrás de cualquier
desmovilizado. Sobre este tema hubo varias discusiones en el diplomado. “Hay que ver al
guerrillero o al paramilitar no como un enemigo sino como un ser humano que también
siente, que tiene problemas y que sufre como los demás”, sostenía Javier Darío Restrepo. Su
reivindicación de las víctimas era una invitación a humanizar la mirada sobre la guerra, pero
también a investigar con más rigor para descubrir en una primera mirada ángulos informati-
vos imperceptibles.
Intentar descubrir esta dimensión implica ponernos en frente de nuestras propias limi-
taciones y, tal vez, de la más imperceptible de ellas: la del pensamiento, que tiene que ver con
la subjetividad del periodista como ser humano y su costumbre de mirar los acontecimientos
desde la óptica religiosa, moral, económica, cultural y social en la que fue formado. Estas
condiciones específicas son las que impiden descubrir la tragedia humana detrás del victimario
de turno, a quien muchas veces damos cadena perpetua con nuestra versión de la historia. El
verdadero reto está en trascender esa mirada para presentar al público una visión más
completa sobre lo que ocurre, de manera independiente de que lo compartamos o no.
El reto de hacer periodismo en Colombia implica enfrentarse a diario no solo a ésta sino
a otras tantas limitaciones, como la de recursos y seguridad. Pero en medio de ellas está
siempre la posibilidad de hacer un trabajo mejor. De ser creativos, de no ceder ante las
tentaciones del facilismo y de resolver las restricciones con inteligencia.
Élber Gutiérrez
* Las bitácoras son un relato sobre la experiencia de cómo cada uno de los periodistas escribió su
artículo en las distintas ciudades.
92
Un imaginario de
credibilidad y transparencia
HELDA MARTÍNEZ*
La moneda tiene dos caras. En esta ciudad de casi siete millones de habitantes se
calcula una población de periodistas en ejercicio cercana a las dos mil personas.
Profesionales que, en términos generales, se consideran mal remunerados, sin garan-
tías laborales, con jornadas extenuantes que cumplen en medio del estrés, situacio-
nes similares a las que viven los periodistas en el resto del país.
93
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
La distancia del conflicto incide en que su cubrimiento sea distinto, casi ajeno.
Hay una brecha enorme aunque no parezca. Un ejemplo claro se vivió en Sipí (Chocó), donde
asesinaron, en octubre de 2005, a cinco policías. ¿Pero... dónde queda Sipí? en Chocó... en
Colombia... a la final ni nos va ni nos viene. Por el contrario le dedicamos amplio espacio a temas
circunstanciales como el asesinato de una modelo en el norte de Bogotá, hecho sucedido en
tiempo paralelo al de la muerte de los policías en Sipí, quienes apenas se nombraron. En Bogotá
no sentimos el conflicto como en la región pero seguimos creyendo que hacemos las cosas bien;
la verdad es que no estamos aportando en el logro de una mirada integral”, afirmó Melquisedec
Torres, director de Súper Noticias.
Los periodistas creemos que somos el corazón y que influimos en el acontecer del país. Eso no
es cierto. El poder actúa según sus intereses; los medios y los periodistas somos, en términos
generales, voceros de esos intereses, agregó Torres.
LA EXPERIENCIA COMPARTIDA
94
CAPÍTULO 4 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ
Fui corresponsal de El Tiempo en esa época, paralela a los conflictos sindicales, enfrentamientos
guerrilleros y el inicio del proyecto paramilitar. Desde la desmovilización del Ejército Popular de
Liberación (EPL), el control de las Farc y Fidel Castaño que avanzó, desde Córdoba y el norte de
Urabá, hasta apoderarse de la Zona Bananera. Cubrí toda esa parte de la historia con la estela de
muerte que dejó a su paso. Después me vine a vivir a Bogotá, cuenta Orlando León Restrepo,
premio de periodismo Simón Bolívar 2005 y subeditor de Justicia de El Tiempo.
Así aprendí que el conflicto es mucho más que el simplismo del enfrentamiento entre un Estado
y unos tipos que quieren tomarse el poder. El conflicto es poroso, tiene fisuras, quiebres,
fracturas, ausencias: el Estado no existe en muchos sitios del país.
Con ilusión, millones de colombianos creen que si nos anuncian que todos los paramilitares
y los guerrilleros están presos, muertos o desmovilizados, tendremos la paz, pero eso no es
cierto. La paz es otra cosa. Son millones los colombianos que, a diario, sufren por conseguir
qué poner en el plato a sus hijos. Suena simplista pero es la realidad. Los medios y los
periodistas olvidamos que el Estado debe dirigir muchos de sus esfuerzos hacia esta pobla-
ción, con la veeduría de la prensa. No lo hacemos, y de hecho participamos en el show
mediático. El proceso con los paramilitares, por ejemplo, ha sido demasiado reservado. Los
periodistas deberíamos cubrir la situación con seriedad. Saber cómo es la entrega, qué pasa
con ellos y con sus armas. Pero ¡no! Sólo participamos en el show de los centros de poder,
y terminamos imbuidos en el torbellino que han creado para su beneficio. Estar en el show
no permite la reflexión ni el análisis, y por supuesto, niega un periodismo de compromiso,
afirmó Melquisedec Torres.
Con base en este planteamiento surge otro interrogante: ¿qué tanto conoce el
público sobre la verdad de los hechos? “El concepto de verdad es para mí un asunto
95
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
complicado. Creo que hay verdades que no se conocen. Los medios nos muestran un
país que no es el nuestro”, afirmó Orlando Restrepo.
Partamos de la base de que manejamos información de una sola de las orillas, lo que nos da un
porcentaje proporcional que se amplía, un poco, con el periodismo de investigación.... pero
siempre queda algo por decir, agregó Víctor Moré.
No olvidemos que Colombia es un país excluyente, en esencia, y que los medios también lo son,
de manera que los periodistas no podemos conocer la verdad porque, aún conociéndola, no
logramos traspasar los intereses y las estructuras, agregó Restrepo.
Esta práctica está tan arraigada en el ejercicio profesional, que incluso se llega a
olvidar lo esencial.
Antes sentía que si entrevistaba a varias personas, mi información estaría más completa. Ahora
tengo claridad: si todos dicen lo mismo, lo que hago es reforzar el mensaje oficial. Reconozco y
pongo en práctica la diferencia entre voces y fuentes, dijo Arcadio González, corresponsal en
Bogotá de El País de Cali.
96
CAPÍTULO 4 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ
noventa y principios de la actual, son algunas de las razones que argumentan las
empresas periodísticas, práctica que se mantiene después del repunte económico.
Como estrategia contratan practicantes que, en promedio devengan, un salario
mínimo y subsidio de transporte1. Los medios más pequeños, con poca audiencia
y menos pauta, no remuneran la práctica dado que la definen como parte del
contenido académico.
Los salarios más bajos los paga la radio, seguida de cerca por la prensa. Los más
altos ingresos están en los noticieros de canales de televisión privada. Los editores
periodísticos se ubican en la franja de cuatro a ocho millones, según su prestigio y el
medio para el que trabajen. A partir de esta suma, las cifras se elevan hasta alcanzar
rangos que se califican de exorbitantes en comparación con los mínimos ingresos de
los cargaladrillos.
El mercado laboral es ácido y sigue siendo muy pobre. Sobra decir que no hablo de las super
estrellas que hacen farándula, porque casi que buen sueldo es sinónimo de farándula. Mientras
tanto y de manera lamentable, las emisoras han hecho tradición con la práctica de no pagar
sueldos sino de generar contraprestaciones publicitarias o, incluso, porcentajes de las ventas
para retribuir el trabajo de los periodistas, aseguró Melquisedec Torres.
El síndrome de la chiva nos hace egoístas. Además, el acelere produce algo que podemos
llamar chistoso, aunque no lo es: nuestra obligación es informar a la gente, pero a veces
nosotros mismos no compartimos las informaciones porque el ritmo de trabajo no lo
permite, agregó Cabrera.
1
En 2005 el salario mínimo fue de 381.500 pesos; en 2006 de 408.000 pesos.
97
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
También en Bogotá se hacen montajes de noticias falsas de las que han sido
testigos los reporteros.
Hace algún tiempo un comandante de la Policía citaba a desayunos de trabajo en los que nos
invitaba a ‘organizar’ juntos la información que se iba a emitir, falsa con frecuencia. Me parecía
que no estaba bien fabricarnos noticias y nosotros no tenemos que prestarnos para eso. Pero
como los medios publicaban esa información, uno se ganaba el regaño por la supuesta chiva,
afirmó un periodista.
98
CAPÍTULO 4 PRENSA Y CONFLICTO ARMADO EN BOGOTÁ
Hay quienes desean entrevistar a los jefes de los grupos en conflicto para conocer el
pensamiento de Manuel Marulanda Vélez y, otros, el de los paramilitares. Pero también
hubo quién, más apresurado, luego del taller con Germán Castro Caycedo, llegó al perió-
dico con una propuesta de investigación a largo plazo. Su jefe lo escuchó, lo miró fijamen-
te y le dijo con énfasis y algo de su propia nostalgia: “Mijo, por ahora escriba periodismo
y cuando se jubile hace libros”. Los sueños continúan siéndolo, pero sin duda los periodis-
tas sienten que el diplomado algo cambió en su mirada y percepción profesional.
A las palabras de Wilson Bonilla se sumaron otras, como las de Gustavo Reyes:
Fue una experiencia necesaria para conocer distintos ángulos de una misma realidad y
concebirla de manera integral. Esto es importante para cualquier ciudadano colombiano
que quiera saber en dónde está parado, y aún más para los periodistas responsables de
manejar información que puede generar situaciones en uno u otro sentido. El diplomado
nos otorgó elementos valiosos para abrir nuevos caminos hacia la investigación, y a nuevas
formas de escribir versiones novedosas y ciertas.
Lo relaciono con una temporada taurina con corridas muy buenas que quedan en la memo-
ria, otras divertidas y una que otra en donde los toros no dan el juego con los toreros Me
inclino por las buenas tardes, los buenos días, con conferencistas muy buenos junto a uno
99
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
u otro que dejó un sabor agridulce. Por fortuna, en términos generales, salimos con dos o
tres orejas, y en alguna ocasión con rabo.
El diplomado fue para los más jóvenes una experiencia necesaria, en la que se
mezclaron distintas formas de hacer periodismo. Andrea Peña, aseguró que “el diplo-
mado se convirtió en una oportunidad muy importante, por cuanto tuve la posibilidad
de compartir con personas de trayectoria, y la experiencia de hacer periodismo de un
modo que no conocía”.
Para los mayores, los más experimentados, el reconocimiento a lo que aún falta
por aprender. Víctor Moré, aseguró:
Estamos sumergidos en un conflicto armado y todavía nos falta aprender a soltarnos de los
comunicados oficiales y a mirar la mayor cantidad posible de aristas en cada hecho noticioso.
Participamos en controversias muy interesantes y la idea es llegar a las audiencias con elementos
que faciliten el análisis de las situaciones.
Para la fotógrafa Kena Betancur el diplomado le permitió conocer las bases para
fundamentar un trabajo periodístico que le gustaría desarrollar más adelante. Valoro
mucho el haber estado con periodistas porque su percepción es muy diferente a la de
los reporteros gráficos.
Orlando Restrepo aseguró que ahora todas las notas publicadas tienen informa-
ción confrontada. “No sale una sola nota que no lo esté”.
Como reporteros muchas veces podemos hacer poco en relación con los contenidos de la
información. El diplomado permitió despertar una conciencia individual, pero con frecuencia no
podemos hacer nada contra las camisas de fuerza que hay en los medios.
100
Observatorio
de medios
CAPÍTULO 5
101
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Aprendiendo a mirarnos
MARIO MORALES*
Desde el comienzo los objetivos han sido comunes tanto en Medellín, Cali (que
también incluyó trabajos de Buenaventura y Tuluá), Barrancabermeja y Bogotá. La
premisa fue y sigue siendo que los medios y quienes los producen, desde el ámbito
periodístico son también objeto de estudio y requieren del escrutinio público y, en
especial, de la autorreflexión sobre los contenidos o productos emitidos en relación
con la dimensión de textos, ponencias y teorías de expertos nacionales e internaciona-
les que contribuyen no sólo a aumentar el acervo de los comunicadores, sino también
se constituyen en su punto de referencia.
102
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Esa reflexión constante ha estado cualificada con los resultados y aportes de cada
diplomado, con el referente internacional del Proyecto para la Excelencia del Periodis-
mo de la Universidad de Columbia, y con las experiencias de la investigación “Calidad
informativa y cubrimiento del conflicto - Estándares de calidad periodística en el cu-
brimiento del conflicto armado colombiano”, realizada por el Proyecto Antonio Nariño,
proceso que ha sido alimentado y enriquecido por parte de los profesionales encarga-
dos de los Observatorios en cada una de las ciudades y, por supuesto, ha dejado un
instrumento de medición que quiere ser aporte de construcción y reflexión de proce-
sos similares o asociados con el conflicto armado que vive el país en aras de establecer
con un número relativamente bajo de variables, la calidad de una pieza periodística
una vez publicada, pero también como un parámetro del periodista en el proceso de
construcción y producción informativas.
Este instrumento está conformado con base en siete pilares, con sus respectivas
ramificaciones.
103
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
PRECISIONES
Un titular
(antetítulo, título y subtítulo)
+
Un cuerpo informativo
(que es la información que desarrolla ese titular, bien sea en prensa, radio o televisión)
+
Unos recursos visuales
(como las imágenes de video, las fotografías, o las infografías, que son recursos visuales que
también suelen acompañar la información para describir situaciones geográficas).
104
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Los términos son novedosos y están en boca de académicos, periodistas y usuarios cada
vez con mayor frecuencia. Observatorio, veeduría, defensoría, seguimiento son algunos de los
conceptos, aunque con diferencias específicas, apuntan a comprender un fenómeno relativa-
mente joven pero que ya tiene raíces en todo el mundo.
Para connotados analistas, como el investigador belga Armand Mattelart, es una forma
para enfrentar el poder y la manipulación de los consorcios mediáticos. Es decir, es la búsqueda
de la igualdad de acceso y representación mediática.
Para periodistas como Ignacio Ramonet forman parte de un “quinto poder” que permite
oponer una fuerza cívica ciudadana a la nueva coalición dominante. Un “quinto poder” cuya
función es la de denunciar el superpoder de los medios de comunicación, de los grandes grupos
mediáticos, cómplices y difusores de la globalización liberal.
Continúa
105
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
RECUADRO 3 CONTINUACIÓN
En una cosa parecen estar de acuerdo teóricos y especialistas: las características se van
demarcando en la medida en que se construyen. Broullón Pastoriza, Tatiana Hernández, Xosé
López García y José Pereira han propuesto desde América Latina, las siguientes:
Conexión con el presente del entorno y reacción ante los cambios estructurales
Especial atención a los actores sociales y a los asuntos del debate público. Los observato-
rios dependen de la actualidad informativa de la sociedad que constituye su objeto de
análisis y centran su actividad acerca de aquellas cuestiones que congregan una mayor
atención o seguimiento mediático
Evaluación de criterios éticos de los medios. El desarrollo correcto del trabajo periodístico
sigue centrado en una buena parte de los análisis y controversias salidos de los observa-
torios de medios
Los observatorios reconocen su visión parcial y se abren para confrontar con otras
miradas, interactúan con otras observaciones. Será la complementariedad y el aporte
al ejercicio periodístico en su interacción con las audiencias
106
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
METODOLOGÍA
El resultado de cada análisis fue socializado en otras cuatro sesiones para cada
ciudad, con el fin de que los participantes conocieran el proceso como tal, se nutrie-
ran de las observaciones e incorporaran los elementos que consideraran necesarios,
útiles e idóneos en la construcción de calidad de su producción periodística.
Medios Medios
Medios rgionales
nacionales internacionles
107
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Medios Medios
Medios regionales
nacionales internacionles
Magdalena medio
Yariguíes Estéreo
Asociación Red de Emisoras
Comunitarias del Magdalena
Medio – Aredmag
Simití Estéreo
Campo Serrano Estéreo
Betuliana Estéreo
San Vicente Estéreo
Bogotá
Emisora Kennedy
Emisora Mariana
Barrancabermeja
Enlace TV
Canal Comunitario TV
Circunvalar
Telepetróleo
Bogotá
Canal Capital
108
Material del diplomado.
Fotografía Medios para la Paz.
LOS RESULTADOS
Si bien en algunos casos los resultados se observan en relación con cada una
de las ciudades sede del diplomado, es menester precisar que no existe intención
de comparar, porque si bien esos cuatro estadios tuvieron una metodología co-
mún, cada etapa estuvo caracterizada por condiciones específicas que variaron en
tiempos, espacios, participantes e indicadores que se construyeron en forma pro-
gresiva para aprovechar las experiencias precedentes.
109
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
1. CRITERIOS DE IDENTIFICACIÓN
Los demás géneros como crónica, o entrevista no superan, en estas dos ciuda-
des, 9% de los trabajos en promedio. La prevalencia de la noticia tiene dos implicaciones
directas; de una parte uniforma la información, todo parece igual, repetitivo y genera
un efecto de asepsia en la audiencia, que acaban cayendo en la indiferencia. Y de otra
la labor misma del reportero se rutiniza al enfocarse en encuadres prefabricados que
terminan por minarle su estilo. En ambos casos el déficit en el análisis y en la interpre-
tación lo padece el espectador.
2. INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN
En la suma total se encontró que 84% de los trabajos tenían coherencia informa-
tiva, es decir, relación estructural entre el titular y el texto de la nota - informe y el
texto amplía de manera clara y concisa lo que se dice en el titular, o el texto desarrolla
las líneas argumentales propuestas por el título.
110
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
texto que lo acompañaba, se observó que mientras en Bogotá la coherencia era del
83% en Barrancabermeja era del 92%.
En los casos de incoherencia se halló además que en estas dos ciudades la infor-
mación presentada, o bien se contradecía en 33% o confundía en 67%.
111
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
La mayor parte de las carencias tuvieron que ver con aspectos como los de
concordancia gramatical, uso de preposiciones, manejo de los tiempos verbales,
uso inadecuado de términos, abuso del gerundio y de las frases de cajón y del
denominado lenguaje “cebolla”, esto es frases excesivamente largas, con incisos,
paréntesis y oraciones aclaratorias que terminaron por confundir al lector, pero
más aún a oyentes y televidentes.
112
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Son escasos los intentos por explorar los recursos narrativos tanto en pren-
sa, como en radio y televisión. La medición indica que los reporteros escriben
de manera uniforme, sin permitirse licencias en la creación o en la variedad
de estilos o formas de narrar o de contar lo que hace que unas noticias, sin
importar lugar o fecha, se parezcan a las otras y terminen por atiborrar a los
públicos. Sólo 14%, en Bogotá, y 2%, en Barrancabermeja, hace intentos por
innovar en cuanto a la forma de escribir. Con respecto a los medios
audiovisuales el porcentaje de quienes corren riesgos en aras de diferenciar
cada suceso en el imaginario y en la recordación de sus audiencias no supera
8% como sucede en la radio caleña.
Patricia Nieto
Orientadora observatorio de medios diplomado de Medellín
113
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Así, cerca del 48% de las piezas analizadas en Bogotá, Cali, Medellín y Ba-
rrancabermeja no establece esa relación con el acontecimiento periodístico actual,
y no tiende nexos que permitan una construcción más amplia que ayude a enten-
der los hechos de manera global. En Bogotá 54% de las piezas utiliza, en la
información, antecedentes históricos e información de contexto que sirve para
ubicar y enmarcar el acontecimiento periodístico actual. En Barrancabermeja el
promedio alcanza 45%.
La noción de ‘fuente’ es un término que designa a los individuos, los grupos, los
centros de poder y las instituciones que, como actores de la sociedad, tienen la capa-
cidad de ‘comunicar’ algo y de influir en la agenda de los asuntos públicos que trata
la información. Son las instituciones, grupos sociales o sujetos individuales y colecti-
vos que proporcionan comunicación sobre los hechos y los acontecimientos.
114
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
concebido como puntos de vista cuando la pieza periodística presentó distintas ver-
siones de las fuentes citadas. Pero ese contraste se evidencia en lo que dijeron las
fuentes citadas, no en lo que dijo el periodista sin apoyarse en ninguna fuente.
Pero entre los trabajos restantes (que si bien consultaron dos o más fuentes),
64% de las piezas observadas en Bogotá tenían el mismo punto de vista; algo similar
sucedió con 43% de las piezas observadas en Barranca y 46% de los productos
presentados en Medellín.
115
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Así mismo, se puede observar una analogía entre género periodístico utilizado, cali-
dad de la investigación y la pluralidad, diversidad y contraste de las fuentes consultadas.
Así las noticias son mayoritariamente unifuentistas, mientras que los artículos de análisis,
por ejemplo, visibilizan el mayor número de fuentes en cada una de las piezas analizadas.
Se entendió por la atribución de las fuentes citadas las informaciones que ofrecen
los datos de identidad de las fuentes: quiénes son, qué hacen, qué cargo tienen,
dónde habitan, entre otros elementos. La identificación de las fuentes tiene que ver
con criterios de calidad de esas fuentes y, por ende, de credibilidad y confianza por
parte de las audiencias. Permite además establecer si esas voces fueron testigos o
víctimas de los sucesos narrados o si se trató de voceros de fuentes, y aún más, si
tienen intereses específicos y que se ocultan en el anonimato para obviar o dirigir la
orientación de esas informaciones.
116
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Creo que fuimos los únicos periodistas del mundo que nos sentábamos un sábado a las
9 de la noche a analizar noticias. Y lo que es más raro aún, que a veces seguíamos el domingo
a las 7 de la mañana, después del desayuno y antes de las clases formales del diplomado.
Nos sentábamos con una grabadora, porque todos éramos de radio, y escuchába-
mos varias veces cada noticia o informe. Entre todos hacíamos el análisis que duraba
hasta que nos cogía el sueño o los zancudos nos hacían parar (la casa está al lado de la
ciénaga de San Silvestre y por épocas se levantaba ‘la plaga’, como le dicen en algunos
pueblos de la región a esas oleadas de insectos).
Con el resto de colegas, los de Barrancabermeja, las conversaciones eran días después en
la sede de la diócesis local, con la misma metodología y sin mosquitos.
Todas las sesiones fueron muy enriquecedoras y pese a las duras críticas que a veces se
hacían a las informaciones que se analizaban, hubo un espíritu de reflexión bastante positivo
que todos decíamos ojalá se volviera permanente.
Se entendió como fuente cuando los sujetos que hacen parte de la información
tienen una voz propia dentro de la información, esto es, ofrecen un testimonio, una
afirmación, una opinión. Por lo general, una fuente es sujeto que dice algo de algo. En
este acápite se indagó por quiénes son las fuentes y cuáles son los sujetos que aparecen en
las informaciones de prensa, radio y televisión. Se establecieron las mediciones de las
informaciones construidas en relación con las fuentes oficiales (como gobierno, institucio-
nes del Estado, Fuerza Pública) y otros sectores menos visibles como la sociedad civil. En
este aspecto es necesario precisar que parte de los resultados sobre la naturaleza de las
fuentes tiene que ver con los momentos informativos del país o de sus regiones, es decir,
que si la agenda informativa está construida en relación con diálogos o negociaciones, los
sujetos y fuentes que están involucrados en esos procesos pueden tener mayor visibilidad
que los demás.
Ello explica por ejemplo que en Bogotá, cuyo diplomado se llevó a cabo en
época de crisis y negociaciones con sectores paramilitares, 48% de las fuentes haya
sido oficial y la sociedad civil haya aportado 37% de las voces.
117
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
De la sociedad civil la fuente más visible en Bogotá fueron las universidades con
17% y en Barrancabermeja, las organizaciones y las víctimas con 23% en cada caso.
En la capital, las víctimas aparecen sólo en 7% de las piezas analizadas.
Con respecto a los grupos armados al margen de la ley, los paramilitares fueron
los más consultados en Bogotá con 61% y en Barrancabermeja el ELN en 40%.
Los resultados tienen que ver con la agenda coincidente con cada uno de los
diplomados citados. Las Farc aparecen poco en la interlocución mediática, sólo mar-
can 17% en los trabajos presentados en Bogotá.
118
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
La inquietud es:
5. INVESTIGACIÓN PERIODÍSTICA
6. INDICADORES DE TEMATIZACIÓN
(ESTRUCTURA TEMÁTICA)
Hace referencia a las temáticas a partir de las cuales los asuntos relacionados
directa o indirectamente con el conflicto armado en Colombia aparecen como ‘noti-
cia’ (reportaje, crónica, entrevistas, etc.) en las informaciones de los medios. Aquí es
importante observar cómo las agendas de los medios construyen y delimitan los te-
mas directa o indirectamente relacionados con el conflicto armado, así como ubican-
119
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Por ello, y como ya se señaló y acorde con el tiempo durante el que se realizó el
diplomado, aparece la temática de política interna (asuntos relacionados con legisla-
ción, negociación, políticas de seguridad, reinserción) con 41% en Bogotá y 6% en
Barrancabermeja. Al mirar en forma desagregada los indicadores de este ítem, se
encuentra que los temas de legislación y políticas de seguridad alcanzan en cada caso
44% en Barrancabermeja y 7 y 37%, en Bogotá, respectivamente.
En lo atinente a los derechos humanos, éstos ocupan 29% de los temas que
tratan los trabajos de Bogotá. Esta temática toca la agenda de Barrancabermeja en
54% de los casos observados.
El indicador que más marca es el de ataques a la población civil como quedó claro en
las piezas presentadas en Barrancabermeja. Este apartado suma 16% de los trabajos de
Bogotá que en cambio suman 25% en los asuntos informativos sobre el acuerdo humani-
tario. En la capital el desplazamiento con 16% y las acciones en relación con los derechos
humanos suman 16 y 20%, respectivamente, con indicadores muy similares en
Barrancabermeja en estos dos últimos aspectos.
Cabe resaltar que sólo 3% de los trabajos presentados en Bogotá tratan temáticas
en relación con las acciones contra la libertad de prensa. La causa: la capital no es el
escenario de esas acciones.
120
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
7. ÉTICA PERIODÍSTICA
Con base en el análisis de la nota informativa los cuatro directores del observato-
rio hicieron una valoración respecto a indicadores que dan cuenta de un manejo ético
y responsable de la información por parte del periodista.
En un índice que llega al 97% en esas tres ciudades los periodistas respetan la
intimidad y el honor personal de los implicados en la información
También se indagó sobre los eventuales problemas que las piezas presentadas
tuvieran posteriormente a su publicación o emisión. Si bien 100% de los entrevistados
coincidió en afirmar que no fueron rectificadas o demandadas 82% de los periodistas
admitió haber sido sometido a presiones antes, durante y después de la publicación o
emisión de sus piezas periodísticas. Todos estos periodistas señalaron presiones de los
jefes de prensa de las fuentes consultadas en especial antes y durante el proceso de
producción informativa, pero también adujeron “reclamos” de estos funcionarios
una vez la nota informativa se hizo pública. Esas interpelaciones tuvieron diversos
propósitos, el más común, ver la nota antes de ser emitida o publicada, a lo cual
todos dijeron haberse negado.
121
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Un 10% de los estudiantes dijo haber recibido advertencias para evitar la publica-
ción o emisión de una nota en forma de “chantajes” no expresados en busca de
acuerdos sobre apartes de la pieza periodística.
En definitiva, 25% afirmó haber recibido amenazas veladas, mientras 75% res-
tante negó haberlas recibido.
En 90% los periodistas afirmaron que sus trabajos habían generado debate y
discusión pública y que parte o la totalidad de sus informaciones habían sido retomadas
por otros medios en frentes informativos relacionados. El 10% restante adujo que la
ausencia de impacto tenía que ver con la cobertura o periodicidad con que se emitía
o se publicaba su información.
La reportería y la reflexión son parte del mismo oficio. Pero mirar los trabajos de mis
colegas, con la comprensión contextual, inherente a un observatorio, fue para mí evocar los
dilemas y fantasmas del ejercicio del periodismo en el pasado reciente.
Ser observador fue el reencuentro feliz de la pasión por el oficio y sus correspondientes
sensibilidades, con el gusto proverbial por el análisis y la reflexión acerca de eso que somos en
relación con el ideal común de lo que queremos ser.
Mario Morales
Orientador observatorio de medios diplomado de Bogotá
122
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
BALANCE
La gran lección de este diplomado se puede resumir en este juego de palabras: dialogar para
comprender el oficio, comprender para ayudarle a entender a la gente y contextualizar para
informar mejor a la opinión pública. Jesús Abad Colorado, fotógrafo y periodista participante
del diplomado en Medellín (2001).
123
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
¿QUÉ HACER?
124
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
Hay que replantear las relaciones con los jefes (ellos deben saber cómo
se cubre el conflicto, qué dificultades tienen los reporteros, qué caren-
cias hay que subsanar. Así que ese núcleo de editores, jefes y directores
representa un buen target para futuras realizaciones del diplomado y de
otras actividades similares)
Comprender la guerra
Buscar salidas a las historias desde el estilo y el formato. Por ejemplo, libros
e internet para publicar
125
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN,
EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
Exactitud de la información
(Porcentaje)
126
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN,
EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
Coherencia informativa
(Porcentaje)
127
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
INDICADORES DE CONSTRUCCIÓN,
EXACTITUD Y COHERENCIA INFORMATIVA
Precisión del vocabulario
(Porcentaje)
128
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
INDICADORES DE PLURALIDAD Y
MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
Fuentes consultadas
(Porcentaje)
INDICADORES DE PLURALIDAD Y
MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
Identificación de las fuentes
(Porcentaje)
129
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
INDICADORES DE PLURALIDAD Y
MANEJO DE FUENTES DE INFORMACIÓN
Espacio ocupado por las fuentes citadas
(Porcentaje)
130
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
131
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
132
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
(Porcentaje)
(Porcentaje)
133
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
134
CAPÍTULO 5 OBSERVATORIO DE MEDIOS
(Porcentaje)
(Porcentaje)
135
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
CAPÍTULO 6
136
JORGE IVÁN BONILLA*
MARIO MORALES
Pero los problemas no terminan allí. El cubrimiento específico del conflicto ar-
mado en Colombia tiene una serie de improntas que no sólo son peculiares sino
óbices agigantados para el desarrollo de unas prácticas periodísticas idóneas y ade-
cuadas. Obstáculos que están planteados incluso antes de que el periodista empuñe la
libreta o el micrófono, antes de cruzar la puerta de su medio y que se mantienen ahí
como enemigos ocultos para su oficio, entre otras muchas razones, porque cada vez
es menor el tiempo disponible para reflexionar o incluso sólo para hablar del oficio.
Al indagar sobre el saldo pedagógico en relación con los retos expuestos al inicio,
podemos sostener que al cierre del tiempo dedicado, insuficiente pero tiempo al fin y
137
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Nos dimos el espacio para configurar una red de reflexión de reporteros y corres-
ponsales que han sido destacados para cubrir una guerra sui generis. Esta guerra
tiene, sin duda, particularidades como la esbozada por el historiador Gonzalo Sánchez
y retomada por la cronista y periodista Alma Guillermo Prieto en el sentido de tener en
frente el reto de informar, no de una guerra convencional entre estados, sino de un
conflicto civil con masacres de por medio como armas de lucha, pero sin batallas. De
afrontar el cubrimiento no de lo que está sucediendo, el fragor de un combate, por
ejemplo, sino desde la perspectiva de los resultados que dejan las incursiones de los
grupos armados ilegales a los que casi nunca los relatos periodísticos y las imágenes
ven en acción, en confrontación con los ejércitos regulares. De narrar este conflicto
que aparece ante los ojos atónitos de las audiencias (y aún de los mismos reporteros)
como deshilachado, con sucesos aparentemente desconectados, como una suerte de
colcha de retazos, en la que no hay grandes hitos, ni batallas señeras, ni confrontacio-
nes históricas que pudiesen hacer cambiar el rumbo de los acontecimientos. Y en las
que no hay hechos distintos a combates continuos, repetitivos e inacabables para
hacerse al control de un corredor estratégico, de una zona específica, sin que el
grueso de los resultados tenga por ello variaciones significativas, fáciles de medir pero
especialmente fáciles de mostrar casi siempre desde la figura del guerrero. ¿De qué
relatos y mediante qué imágenes está hecha la narración periodística de la confronta-
ción armada en Colombia?
Se tuvo ocasión de evaluar sobre las eventuales formas de cubrir una guerra
desde la perspectiva de un corresponsal que viene de lejos, que ha traspasado las
fronteras de sus lugares de origen, porque esos son los referentes que existen en los
manuales de periodismo, pero se evidenció la ausencia de puntos de apoyo concep-
tuales específicos para el cubrimiento de un conflicto en terreno propio, en el mismo
“vecindario”, con todas sus implicaciones. Esa práctica plantea diferencias de fondo
tanto en el aspecto económico, como en los ámbitos ideológicos, políticos y de
seguridad en la integridad personal de los periodistas.
138
CAPÍTULO 6 UNA MIRADA AL PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO
El corresponsal cuenta con menos presiones del medio para publicar o emitir y
con facilidades para acceder a la información. El reportero en Colombia trabaja contra
el tiempo en relación con el cierre de edición o la hora de emisión, por la premura del
síndrome de la información en tiempo real, con el que contagiaron a los espectadores
los nuevos medios sin espacio para digerir, para reflexionar, para analizar.
También reflexionamos acerca de las formas escriturales y narrativas con las que
hoy se relata el conflicto armado. Nos preguntamos al unísono con Alma Guillermo
Prieto y Germán Castro Caycedo, cómo hacer para reportear la séptima, octava o
novena masacre, de tal manera que no se parezca en su redacción, en su presentación
(y por ende en su representación), a las anteriores. Cómo hacer para diferenciar una
muerte violenta de otra. Nos interrogamos por qué se han descuidado los géneros y
hay una suerte de contentamiento con la noticia como casi única forma expositiva de
los acontecimientos. Sabedores de que la repetición de los hechos sangrientos sin
creatividad en las formas narrativas es generadora de pasividad en una cadena que
empieza con la saturación, se extiende con el rechazo ante la sobreinformación y que
en últimas genera impotencias, efecto de la incomprensión.
139
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Nos cuestionamos por qué se le da más importancia a las cifras que a los rostros,
a las estadísticas que a las personalizaciones o a las singularizaciones de los protago-
nistas, actores y víctimas, que permiten contar más cercanamente el drama de la
guerra, porque por último no es una tragedia local o regional, sino una tragedia
humana. Concluimos que no basta con la descripción de los hechos, sin que junto a
ella se aporten elementos de comprensión que pregunten qué ocurrió y por qué
sucedió. Sólo así se podría comenzar a diferenciar un suceso de otros en la percep-
ción de las audiencias, y aportar a la responsabilidad que tienen el periodismo y los
medios de crear memoria colectiva.
Durante el diplomado se evidenció que los reporteros conocen los procesos, son
conscientes de sus implicaciones, de los intereses velados o manifiestos, pero no
necesariamente los incluyen en los contenidos que forman parte de la agenda cotidia-
na. ¿Se quedan acaso en su condición de mitos o deben subyacer en el terreno de la
140
CAPÍTULO 6 UNA MIRADA AL PROCESO PEDAGÓGICO DEL DIPLOMADO
leyenda, esas historias que han construido los rumores, la oralidad y el voz a voz que
forma parte del acervo periodístico de los comunicadores, pero que no alcanzan a
cuajar en las informaciones propiamente dichas, ni en los antecedentes, ni en los
contextos informativos?
Pudimos indagar por qué se pueden apreciar sensibles diferencias de fondo entre las
prácticas periodísticas que se realizan en las ciudades principales y la que se lleva a cabo en
las regiones, tomando como punto de referencia, por ejemplo, a Barrancabermeja. Mien-
tras que en las primeras se pudo observar un periodismo más profesionalizado, con arre-
glo a valores universales del oficio, en esta ciudad fue evidente la debilidad de la actividad
periodística, entendida como una institución que se caracteriza por hacer posible la visibi-
lidad pública de la democracia mediante valores relacionados con la pluralidad, la veraci-
dad, el equilibrio y la precisión, porque es posible cruzar una y otra vez la puerta giratoria
de la reportería hacia el trabajo organizacional y hacia lo promocional en directa relación
con las dinámicas y actores directos e indirectos del conflicto. Hay allí criterios de no
ingenuidad que no están en concordancia con los principios aceptados y refrendados en
otras latitudes del país y fuera de él.
Queda pues, al término del periplo del diplomado luego de sus cuatro versiones,
una serie de retos que las entidades convocantes, así como quienes en el futuro
asuman actividades similares, han de tomar como referente para afrontar y resolver.
Citemos entre ellos, los modos de abordaje de las narrativas de vida en relación con el
conflicto, de los relatos que le apuesten a las condiciones de la misma gente sujeto y
objeto de las dinámicas de la guerra, de las formas y métodos para entreverar en los
géneros que permitan sacar a la luz pública las verdades de las víctimas, verdades que
son trasunto de los horrores de la guerra.
Sabemos que los periodistas han de explorar nuevos medios, y que en el futuro el
diplomado debe mirar hacia esos nuevos medios como respuesta a la exigencia de
democratización de los discursos periodísticos cuando el espacio, el tiempo o la flexi-
bilidad de las políticas editoriales no alcancen para pluralizar los puntos de vista y las
dinámicas de guerra y de paz. Hoy se hacen cada vez más necesarios nuevos centros
de emisión de la palabra pública, con el concurso de las posibilidades que brindan las
tecnologías de la información y la comunicación.
Sabemos desde la estructura del diplomado que el conflicto está cambiando con
velocidad y el país, en relación con él, también sufre cambios sustanciales que no sólo
141
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
Sabemos, como decíamos antes, que hemos podido fortalecer certezas, interpe-
lar otras que lo parecían pero que no lo eran, hemos cimentado nuestro método
sobre la generación de la duda y en el planteamiento de escenarios posibles que le
permitan a los comunicadores adaptar, crear y construir prácticas que no los distan-
cien de los valores universales del periodismo.
142
Anexos
DIPLOMADO
PERIODISMO RESPONSABLE EN EL CONFLICTO ARMADO
MEDELLÍN*
143
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
CALI*
144
ANEXO A
BARRANCABERMEJA*
145
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
BOGOTÁ*
146
ANEXO A
147
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
PERFILES PROFESIONALES DE EXPOSITORES Y
TALLERISTAS DEL DIPLOMADO PERIODISMO RESPONSABLE
EN EL CONFLICTO ARMADO
CONFERENCISTAS
MAURICIO BELTRÁN
mauro64beltran@hotmail.com
Estudió filosofía, periodismo y comunicación social y se especializó en dirección
de televisión como becario de Ocic – Verbo Films. Su experiencia ha abordado la
producción de cine, televisión y radio, así como la edición de impresos. En la actua-
lidad es el coordinador del Sistema de Comunicación para la Paz (Sipaz), al que se
encuentran asociados grupos de comunicación comunitaria de 25 regiones de Co-
lombia. Desde 1996 dirige la Fundación Colombia Multicolor.
148
ANEXO B
ZLATKO DIZDAREVIC
zlatkodi@yahoo.com
Periodista nacido en Belgrado. Graduado de la Facultad de Derecho, Univer-
sidad de Sarajevo. Columnista y reportero del semanario Bhdani de Sarajevo. Fue
periodista y editor en el diario Oslobodjenje y editor en jefe de las revistas semana-
les “Svijet” y “Nedjelja” en Sarajevo. Durante la guerra en Bosnia, entre 1992 y
1995, publicó numerosos artículos en New York Times, Le Monde, Time Magazi-
ne, La Repubblica, L’Espresso, entre otros. Autor de siete libros publicados en
varios países y por los que ha recibido diversos premios. Fue embajador de Bosnia
y Herzegovina en la República de Croacia. En la actualidad es embajador para el
Ministerio de Relaciones Exteriores para misiones diplomáticas especiales y coor-
dinador nacional para la Iniciativa Central Europea. Trabaja como profesor de pe-
riodismo en la escuela de Periodismo de Sarajevo.
HUGO FAZIO
hfazio@uniandes.edu.co
Historiador, con magíster en historia, doctorado en ciencia política. Profesor titu-
lar del Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales, Universidad Nacio-
nal de Colombia y Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de los Andes. Autor de
varios libros sobre relaciones internacionales.
CARLOS FERNÁNDEZ
karlfen@yahoo.com
Antropólogo, Universidad Nacional. Diplomado en cultura de paz y gestión de
conflictos, Universidad Autónoma de Barcelona - Beca Unesco de investigación. Rea-
149
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
liza estudios de doctorado en paz, conflicto y democracia, Instituto para la Paz y los
Conflictos, Universidad de Granada. En la actualidad se desempeña como investiga-
dor, asesor y consultor para diferentes organizaciones. Es miembro del equipo de
impulso del Movimiento por la Noviolencia en Colombia.
JORGE GIRALDO
calia@epm.net.co
Candidato a doctor en filosofía y maestro en filosofía, Universidad de Antio-
quia. Profesor del departamento de Humanidades y actual director de carrera de
Ciencias Políticas, Escuela de Administración, Finanzas y Tecnología (Eafit). Inves-
tigador asociado del Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia. Ha
dedicado los últimos diez años a los estudios sobre la guerra y pensamiento polí-
tico contemporáneo.
PATRICIA GÓMEZ
pagome@cable.net.co
Comunicadora social y periodista, Universidad Javeriana. Especializada en perio-
dismo, Universidad de Nueva York. Realizó el posgrado de historia, Universidad Na-
cional de Colombia. Dirigió la investigación La guerra: una amenaza para la prensa,
de la Corporación Medios para la Paz.
150
ANEXO B
151
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
GLORIA MORENO
ggcastro@hotmail.com
Periodista con sólida experiencia en la realización de investigaciones sobre temas
sociales, culturales, ambientales y de derechos humanos. Tiene amplio conocimiento en
la dirección de organizaciones, la formulación y gestión de proyectos y el desarrollo de
productos informativos. Durante ocho años se desempeñó como directora ejecutiva de la
Coorporación Medios para la Paz. En la actualidad es su presidenta.
CARLO NASI
cnasi@uniandes.edu.co
Licenciado en ciencia política, Universidad de los Andes, máster en relaciones
internacionales, Ph.D en gobierno y estudios internacionales, Universidad de Notre
Dame. Merecedor de becas en Standfor University, Institute for the Study of World
Politics, Universidad de Notre Dame y Consejo Británico. Director de especializacio-
nes del departamento de Ciencia Política, Universidad de los Andes.
ANDRÉS RESTREPO
arestrepo@segobdis.gov.co
Ph.D en historia, Universidad Lomonósov de Moscú y Máster of Arts en Periodismo,
Universidad de Voronezh. Académico y consultor del sector público y privado. Experto en
metodologías de resolución de conflictos y en procesos de concertación social. En la
actualidad se desempeña como subsecretario para los Asuntos de Convivencia y Seguri-
dad Ciudadana, Secretaría de Gobierno, Alcaldía Mayor de Bogotá.
GERMÁN REY
germrey@hotmail.com
Asesor de la Casa Editorial El Tiempo, diario del que fue Defensor del Lector entre
2000 y 2002. Ha sido uno de los críticos de televisión más reconocidos en Colombia.Con
Jesús Martín Barbero publicó Los ejercicios del ver. Hegemonía audiovisual y ficción
televisiva. Es autor y coautor de cerca de treinta libros. Es miembro del Consejo
Rector del Premio Nuevo Periodismo Cemex-FNPI.
ANDRÉS SÁNCHEZ
ansanthor@yahoo.com
Abogado, Universidad de los Andes. Maestrías en Derecho Internacional de los De-
rechos Humanos, Universidades de Leicester (Reino Unido) y de Notre Dame (EEUU) así
como en el Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo (Francia). Ha
sido profesor universitario de derechos humanos y Derecho Internacional Humanitario, y
ha desarrollado su trabajo en calidad de defensor de derechos humanos desde la Presiden-
cia de la República, Defensoría del Pueblo y, posteriormente, desde el sector no guberna-
mental en la Comisión Colombiana de Juristas.Tiene amplia experiencia en el trabajo de
defensa de los derechos humanos ante las Naciones Unidas.
152
ANEXO B
ANTONIO SANGUINO
asanguino2001@yahoo.es
Sociólogo y magíster en desarrollo regional, Universidad de los Andes. Fue
miembro de la Corriente de Renovación Socialista, organización que depuso las
armas en 1994. Es experto en temas de paz, derechos humanos y del conflicto
armado en Bogotá. Director de la Corporación Nuevo Arco Iris.
LEÓN VALENCIA
leonvalencia@hotmail.com
Fue miembro del comando central del grupo guerrillero ELN en la década del
ochenta. En 1994 participó en la firma de un acuerdo de paz con el gobierno
nacional. Columnista de los diarios El Tiempo y El Colombiano y en revistas como
Semana, Diners y Credencial. Entre sus publicaciones recientes se encuentran:
Adiós a la politica, Bienvenida la guerra, un ensayo político, y la novela Con el
pucho de la vida.
MÓNICA VELÁSQUEZ
monicavelasquez@yahoo.com
Comunicadora social y periodista. Magíster en ciencias políticas. Obtuvo el
Premio nacional de periodismo económico en televisión (Anif, 1995) y el Premio
nacional de periodismo Simón Bolívar (1995). Realizó en 2002 y 2003, junto con
Patricia Gómez y Héctor Fabio Cardona, la investigación de Medios para la Paz
“La guerra, una amenaza para la prensa”. Ha sido docente universitaria y trabaja
en el diseño de comunicaciones estratégicas.
153
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
DARÍO VILLAMIZAR
darioamp@colnodo.apc.org
Politólogo y escritor. Publicó Aquel 19 será (1996), Un adiós a la guerra
(1998), Jaime Bateman biografía de un revolucionario (2002) y ensayos sobre el
conflicto armado colombiano y los procesos de paz. Docente de varias universida-
des en cursos sobre resolución de conflictos y Derecho Internacional Humanitario.
Consultor y asesor. En la actualidad coordina el Programa de Atención Comple-
mentaria a la Población Reincorporada, Alcaldía Mayor de Bogotá.
TALLERISTAS
154
ANEXO B
ARTURO GUERRERO
arturoguerrero@etb.net.co
Filósofo, periodista y escritor. Ha sido reportero de radio, televisión, prensa
escrita y agencias de noticias. Publicó, entre otros, Anarcoiris: textos casuales
(1995), Trópico: visiones de la naturaleza colombiana (1997), El amor bravío
(1999) y Habitantes de la memoria (2005). Es columnista de El Colombiano de
Medellín y colaborador de Lecturas Fin de Semana de El Tiempo.
DIANA LOSADA
diana_losada@hchr.org.co
Comunicadora social-periodista, Universidad de Antioquia. Posgrado en cien-
cias políticas, Universidad Autónoma de Medellín. Fue directora del área nacional
y redactora del área de paz y conflicto armado del periódico El Colombiano.
Reportera especializada en estos temas en el diario El Tiempo. En la actualidad es
coordinadora del área de difusión y prensa de la Oficina en Colombia del Alto
Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos. Ha sido
merecedora del Premio Simón Bolívar en 1995 y 1996 y de la SIP, también en
1996, por mejor investigación en prensa.
155
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
EDUARDO MÁRQUEZ
edumago2000@yahoo.com
Periodista. Se ha desempeñado como redactor de política, orden público y
procesos de paz en la Revista Cromos y como cronista de varias revistas naciona-
les. Es catedrático de varias universidades colombianas. En dos ocasiones ha reci-
bido mención especial en la modalidad de Mejor crónica del Premio de periodis-
mo Simón Bolívar, en 1996 y 1998. Actual coordinador del Centro de Solidaridad
de la FIP con los periodistas de Colombia (Cesofip).
JOSÉ NAVIA
josnav@eltiempo.com.co
Cronista. Comunicador social, especializado en periodismo urbano, Universi-
dad Bolivariana. Ha sido catedrático en varias universidades. En 1992 ganó en dos
ocasiones el Premio nacional de periodismo del Círculo de Periodistas de Bogotá
(CPB), entre otros reconocimientos a su labor. Es autor, entre otros, de El lado
oscuro de las ciudades. Es editor de reportajes de El Tiempo.
HÉCTOR RINCÓN
noticiero1@caracol.com
Periodista. Ha sido reportero de Cromos, editor de Semana, El Tiempo y Cam-
bio. Fundador y director de La Hoja de Medellín y Bogotá. Miembro de mesas de
trabajo radiales dirigidas por Yamid Amat. Director de noticias de Caracol en
Antioquia y director nacional en la misma cadena. Es miembro de la mesa de La
Luciérnaga, columnista de Cambio, colaborador de Soho y profesor de la especia-
lización de periodismo, Universidad de Los Andes.
156
ANEXO B
CAROLINA TEJADA
carotejadab@yahoo.com
Sicóloga, Universidad Javeriana. Ha trabajado en el área clínica y educativa. Está
vinculada al Programa por la Paz donde trabaja en la línea de educación para la paz.
OBSERVADORES
MARIO MORALES
moralesm@javeriana.edu.co
Comunicador social–periodista. Realizó estudios de filosofía y letras y adelanta
su maestría en literatura. Ha sido reportero, cronista, jefe de unidades investigativas,
jefe de redacción y subdirector de espacios informativos en prensa, radio y noticieros
de televisión. Dirige el portal http://www.nuestracolombia.net y es uno de los pione-
ros de los blogs colombianos. Autor de cinco novelas que le han merecido varios
reconocimientos. Ha sido docente universitario y es el director del campo de Periodis-
mo de la Universidad Javeriana.
157
PRENSA, CONFLICTO ARMADO Y REGIÓN
PATRICIA NIETO
nietopatricia12@hotmail.com
Comunicadora social-periodista, magíster en ciencias políticas, Universidad
de Antioquia y candidata a doctora en comunicación, Universidad Nacional de La
Plata. Autora de reportajes sobre el conflicto armado en Colombia publicados en
diversas revistas colombianas y de investigaciones académicas del mismo tema en
el grupo dirigido por la profesora María Teresa Uribe del Instituto de Estudios
Políticos, Universidad de Antioquia. En la actualidad es profesora de pregrado en
periodismo, Facultad de Comunicaciones, Universidad de Antioquia.
PANELISTAS
HOLLMAN MORRIS
holman_m@hotmail.com
Director del programa de televisión Contravía, profesor de la Facultad de
Comunicación, Universidad Sergio Arboleda y director del periódico El Universita-
rio. Ha sido periodista de los noticieros AM-PM, Criptón, Noticiero Nacional, RCN
Televisión, fundador de la Unidad de Paz y Derechos Humanos del periódico El
Espectador. Autor del libro Operación ballena azul, obra finalista de los premios
de literatura del Ministerio de la Cultura.
158
ANEXO B
MARTA RUIZ
mruiz@semana.com
Comunicadora social–periodista, Universidad de Antioquia. Realizó una especia-
lización en televisión, Universidad Javeriana. Ha publicado el libro Esta ciudad que no
me quiere, de relatos sobre jóvenes, y fue editora de Bajo todos los fuegos. Es editora
de seguridad de la revista Semana.
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