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Falsa democracia en Colombia

Para las próximas elecciones parece que los vicios y la


corruptela política continuarán. Ya se habla de determinados
grupos emergentes paramilitares en la Costa Atlántica, por lo
menos en cinco departamentos, penetrando sectores allegados al
Uribismo. Por los departamentos Oriente Colombiano de posibles
penetración guerrillera y por el sur occidente de grupos de
narcotraficantes. Hay crisis de representación de los partidos
tanto de derecha como de izquierda y en su mayor parte aparecen
como posibles candidatos, no porque estén convencidos de una
doctina filosófica, sino por la posibilidad de hacerse al poder
y el dinero. Expertos han precisado que, “Las elecciones
legislativas del año entrante transcurrirán con la misma
reglamentación y con los mismos vicios que permitieron elegir en
2006 al Congreso actual, uno de los más cuestionados en la
historia del país por la parapolítica, la farcpolítica,
Yidispolítica y la participación de candidatos cuestionados e
inhabilitados… La reciente reforma política, por muchos
calificada como tímida, no tendrá aplicación porque no se
alcanzará a aprobar la ley reglamentaria, proyecto que poco ha
avanzado porque han introducido proposiciones fuera de lugar,
que alteran la unidad de materia y que han originado demoras en
el trámite”. Se trata de trucos politiqueros.

El presidente de la Comisión Primera de la Cámara dijo que, “hay


interés de mantener ciertas posiciones políticas para frenar una
ley que es beneficiosa para el ejercicio político honesto, como
las sanciones a los partidos, a quienes intervienen de manera
indebida y con financiaciones oscuras, pero que no tendrán
aplicación en las elecciones de marzo”. Eso le interesa algunos,
vivir en el estercolero. Quienes están en capacidad de ejercer
este tipo de presión son los sectores mayoritarios, en otras
palabras, los uribistas. El temor que hay en esos uribistas
radica en que si desechan la trapisonda y manejos oscuros y
perversos podrían correr el riesgo de no salir elegido. No saben
ganar sino con trampas. La parapolítica no ha desaparecido y
parece que el castigo aplicado hasta el momento por la Corte
Suprema de Justicia es muy liviano y no les causa temor a
quienes hoy buscan nuevas alianzas con los paramilitares
modernos, Son los que el presidente, Álvaro Uribe, dice que no
existen, pero que están asolando las regiones. En Colombia la
democracia sigue en peligro.

La Organización de Estados Americanos sobre las elecciones en


Colombia ha destacado que “deben solucionar el gravísimo
problema del clientelismo y la desigualdad”. El presidente Uribe
no ha tenido reato de apelar a esas figuras vedadas en las
democracias desarrolladas para obtener ventaja. Es su arma
favorita aún cuando sabe que son antidemocráticas y perversas.
En al reino de Uribe se ha olvida por completo que “No sólo de
votos y de elecciones vive la democracia". La democracia sin
disfraz debe mantener la armonía para hacer respetar los
derechos políticos, económicos, sociales, culturales de todos
por igual. No puede haber jugarretas del gobernante para tomar
ventaja sobre los contrincantes o permitir que sus aliados lo
hagan así sea pisoteando la ley. El respeto pleno de los
derechos cívicos y políticos, perdido desde hace cerca de 8
años, debe restaurarse en el país. Los partidos políticos están
obligados física y moralmente a tomar como propios y tarea
ineludible los problemas de la sociedad. El problema grave de
los partidos colombianos tiene fundamento en que señalan esos
problemas pero no acometen sus soluciones, las dejan para que
venga un “Hada Madrina” y con la varita mágica los salve. La
separación de poderes es uno de los grandes retos que tiene el
país. El mandatario actual al transitar en contra de la regla de
oro de la Democracia ha pretendido concentrar los tres en sus
manos.

En Colombia el clientelismo llegó a su pináculo. La


gobernabilidad de Uribe se origina en el clientelismo, figura
perversa y malsana en la democracia que le he permitido
permanecen en el poder y obtener encuestas de alta
favorabilidad. Nadie olvida la Yidis política, el repugnante
caso de la feria de las notarias, agro ingreso seguro y el
abandono total a la meritocracia, entre miles. "El aumento del
clientelismo es un peligro creciente que impide la modernización
del Estado para que sea eficiente y tenga suficiente poder
político para transformar positivamente la sociedad. No vale
querer reducir la desigualdad, la pobreza y la marginación hay
que hacerlo masivamente, no individualmente como un favor
político". Otras amenazas, posiblemente la más grave contra la
democracia en Colombia es, junto con la creciente “inseguridad y
desigualdad en los ingresos para los sectores populares".

Es el máximo “triunfo” de la democracia uribista, lograr en los


últimos siete años el aumento vertiginoso en la pobreza y la
indigencia. En esto el desprecio de los partidos es total y
ninguno se ha pronunciado o expresado su posición a pesar que es
el principal problema de los colombianos. Hay otra veintena de
problemas como la ambigüedad y el irrespeto a las leyes tratadas
con subjetividad y acomodadas a los intereses personales de
quienes disfrutan el poder político y económico. Sumado todo,
fácilmente podremos llegar a la conclusión que en Colombia hay
una falsa democracia.

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