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La crítica hegeliana al derecho positivo kantiano 1

Lic. Bárbara Pérez Jaime

Directora del proyecto “El pensamiento alemán de los siglos XVIII y XIX: su influencia
en la constitución del sujeto ciudadano contemporáneo” del Programa de
Reconocimiento Institucional de Investigaciones de la Facultad de Ciencias Sociales –
Universidad de Buenos Aires.

barbara.perezjaime@gmail.com

Abstract:

El presente trabajo tiene la intención de hacer un breve recorrido por los pensamientos
filosóficos de Kant y Hegel para mostrar las diferencias que tienen estos autores en
cuanto al Derecho Positivo. Para ello partiremos de los conceptos de voluntad general,
autolegislación y libertad inalienable, retomados de Rousseau, para establecer la
divergencia ya en este punto de partida. Seguiremos entonces con la concepción de
derecho que presentan estos autores y cuáles son sus diferencias para concluir en que
para Kant el derecho es una constricción externa, siendo que gracias al yo trascendental
se es autolegislador, termina actuando conforme al derecho y garantizando la libertad
“negativa” de los individuos; mientras que para Hegel, el derecho es forma y contenido,
y no una mera “formalidad vacía”, que permite la realización del espíritu objetivo –
léase la libertad de los individuos- mediante el yo inmanente de la voluntad libre que
despliega la idea.

1
Ponencia presentada en las VII Jornadas Nacionales de Filosofía y Ciencia Política. Mar del Plata -
21, 22, 23 y 24 de Noviembre de 2007 . Facultad de Derecho - Universidad Nacional de Mar del Plata

1
Antes de comenzar en con esta ponencia quería dejar en claro que determinados
conceptos del idealismo alemán los daré por sentado, o a lo sumo haré una breve
mención si así lo requiere el devenir de esta exposición, debido a que han sido
desarrollados en trabajos anteriores. 2

La influencia de la filosofía rousseauniana en Alemania

Ambos autores están influenciados por el pensamiento del francés Jean Jacques
Rousseau, quien vislumbró la idea de voluntad general, autolegislación y libertad
inalienable. Sin embargo la lectura y la interpretación de su obra han sido diferentes en
nuestros autores tratados en este trabajo.

Para Kant, el principio de libertad está intrínsecamente ligado con el principio de


autolegislación porque es impensable la libertad del hombre si éste no puede, razón
mediante, darse sus propias leyes. En el Contrato Social rousseauniano la expresión de
la voluntad general convierte a la libertad física en libertad moral. Es por esto que
nuestro filósofo de Königsberg enuncia en su criticismo que el hombre- gracias a que el
género humano es la especie en la tierra que tiene y hace uso de la razón- puede
construir los “imperativos categóricos”, vía la buena voluntad 3 , los cuales cristalizan la
posibilidad del mismo de entender y pensar a la humanidad como un fin dentro de un
plano inteligible debido a su universalidad, en primera instancia, y a la representación
de la humanidad en él mismo como fin objetivo, como segunda instancia. Sin ellos, la
moral no podría ser una cualidad propia del hombre. La voluntad general es la ley
universal de la voluntad. La ley moral. La libertad. La autonomía. La voluntad se manda

2
La Revolución Francesa y su influencia en el pensamiento Hegeliano (De Kant a Hegel: una mirada
sobre la constitución del sujeto ciudadano) en “La actualidad de su pensamiento para la Filosofía y las
Ciencias Sociales, a 200 años de la Fenomenología del espíritu” dirigido por Rubén Dri ISBN 987-514-
118-6, Buenos Aires: Leviatán, octubre 2006 (20 x14 cm). El criticismo kantiano y la necesidad de una
teoría de la moral (p.445-449) en “5tas Jornadas Nacionales de Filosofía y Ciencia Política” Pablo Slavin
Compilador ISBN 987-9494-96-2 Mar del Plata: Ediciones Suárez, diciembre 2005. 785 páginas. El
concepto de libertad en las teorías políticas de Kant, Hegel y Marx (p.413-431) Javier Amadeo y
Bárbara Pérez Jaime, en “La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx” Atilio Boron Compilador
ISBN 950-9231-47-9 Buenos Aires: CLACSO, abril de 2000 (15,5 x 22,5 cm) 448 páginas.

3Para Kant “la buena voluntad no es buena por lo que efectúe o realice, no es buena por su adecuación
para alcanzar algún fin que nos hayamos propuesto; es buena sólo por el querer, es decir, es buena en sí
misma” Fundamentación de la metafísica de las costumbres, p.21 Debemos entenderla como la voluntad
moral.

2
así misma y por eso es libre. De estos principios surge la noción kantiana de “voluntad
legisladora universal”

En cuanto a Hegel, la idea de voluntad general fue lo que le llamó la atención del
filósofo ginebrino. Contiene una cierta trascendencia de la voluntad general sobre las
voluntades particulares. Pensar al Estado como voluntad es el gran descubrimiento,
además de la insistencia acerca de la distinción entre voluntad general y voluntad de
todos. “Encontró en Rousseau la idea de la voluntad general de un pueblo, a la vez ideal
para los individuos y realidad en el soberano” (Hippolite, 1970: 27) Sin embargo, Hegel
manifiesta que se ha entendido a la voluntad determinada como voluntad individual,
reflexiva, y a la voluntad general como voluntad comunitaria, que no es en sí para sí,
que surge de esta voluntad individual (consciente), y a través de la unión de los
individuos se genera el contrato como fundamento del derecho positivo. Ésta
connotación es impensable en términos hegelianos porque el contrato4 , a su modo de
ver, es un momento particular, contingente, del derecho abstracto, realizado por
personas, por tanto no tiene carácter ético universal. Aceptar la teoría contractual
implica que la fundación del estado entonces es mero arbitrio, porque “el objeto del
contrato es una cosa individual exterior”, y solo por eso está sometida al arbitrio de la
enajenación 5

Conceptualización de la filosofía del derecho.

Hemos puesto en evidencia qué rescató cada uno del pensamiento rousseauniano.
Ahora, antes de adentrarnos a la problemática que nos atañe, dejaremos en claro cómo
conceptualizan la filosofía del derecho, o mejor dicho, al “Derecho”. Kant dice que “se
llama doctrina del derecho (Ius) al conjunto de leyes, para las que es posible una
4
“En contra de la teoría del contrato social, Hegel destaca que la «voluntad general» surge únicamente
de un largo proceso que culmina en la regulación final de los antagonismos sociales. La voluntad general
es el resultado y no el origen del Estado” (Marcuse, 1994:86)

5
Hegel afirma en el § 75 de Fundamentos de la Filosofía del Derecho que “la naturaleza del Estado
tampoco consiste en relaciones contractuales, ya se tome al Estado como un contrato de todos con todos,
ya como un contrato de estos todos con el príncipe y el gobierno… Así como en periodos anteriores los
derechos del Estado y los deberes del Estado fueron considerados y afirmados como una propiedad
privada inmediata de individuos particulares frente al derecho del príncipe y del Estado, así en un periodo
de tiempo más reciente los derechos del príncipe y del Estado han sido tratados como objetos de contrato
y basados en él, como algo simplemente común surgido de la voluntad y del arbitrio de los unidos en un
Estado” (Hegel,1993: 288)

3
legislación exterior. Si una legislación semejante es real entonces es doctrina del
derecho positivo (Kant, 1993a: 37) En cambio, nuestro filósofo de Tübingen piensa que
“(las) leyes son positivas en la medida en que tiene su significado y su conveniencia en
las circunstancias, por lo que poseen un valor histórico en general, con lo que son
también de naturaleza perecedera” (Hegel, 1993: 86-88)

En Metafísica de las costumbres Kant hace una distinción entre Derecho y Virtud,
separándolas en dos planos diferentes. A su vez, divide al Derecho en dos ámbitos:
como preceptos sistemáticos, por eso hablamos de Derecho Natural y de Derecho
Positivo, y como facultades, a los que clasifica en derecho innato y derecho adquirido.
Nos parece pertinente esta aclaración porque a partir de esta contraposición de
“Derechos”, como así también la escisión que presenta entre Derecho y Virtud descansa
la crítica hegeliana a la doctrina kantiana. “La división suprema del derecho natural no
puede ser la división en derecho natural y social (como sucede a veces), sino la división
en derecho natural y civil: el primero de los cuales se denomina derecho privado y el
segundo derecho público. Porque al estado de naturaleza no se contrapone el estado
social sino el civil: ya que en aquel puede muy bien haber sociedad, sólo que no civil
(que asegura la mío y lo tuyo mediante leyes públicas), de ahí que el derecho en el
primer caso se llame privado” (Kant, 1993ª: 54) Con esta exposición termina Kant la
introducción.

En Hegel, en cambio, el Derecho Natural y el Derecho Positivo no los piensa en


ámbitos diferenciados, sino que son forma y contenido de la ciencia del derecho, esto
porque la filosofía especulativa da cuenta de su racionalidad y realidad en tanto devenir
del espíritu “Lo que es racional es real, lo que es real es racional” predica en el prólogo.

Para Kant la ley universal del derecho “obra de tal modo que el uso libre de tu arbitrio
pueda coexistir con la libertad de cada uno según una ley universal” me exige obrar
conforme al derecho. “Por tanto, el derecho es el conjunto de condiciones bajo las
cuales el arbitrio de uno puede conciliarse con el arbitrio del otro según una ley
universal de la libertad” 6 (Kant, 1993a: 39) Para Hegel, esta determinación kantiana

6
“El concepto del derecho, en tanto que se refiere a una obligación que le corresponde (es decir, el
concepto moral del mismo), afecta, en primer lugar, sólo a la relación externa y ciertamente práctica de
una persona con otra, en tanto que sus acciones, como hechos, pueden influirse entre sí (inmediata o
mediatamente) Pero, en segundo lugar, no significa la relación de arbitrio con el deseo del otro (por tanto,
4
solo contiene la limitación, o sea la determinación negativa por un lado, y una
determinación positiva a saber la ley de la razón, la que permite concordar el arbitrio de
uno con el arbitrio del otro, convergiendo en una identidad formal y en mera
contradicción. Siguiendo con su análisis, afirma que esta forma de pensar se ha
extendido desde Rousseau la cual sostiene que la voluntad 7 debe ser el fundamento
sustancial. Si se acepta este principio lo racional aparece solo como limitador y no como
lo racional inmanente, por tanto exterior.

Sin embargo, la postura hegeliana piensa al derecho como el devenir de la voluntad


libre, es el momento objetivo, autoconsciente, de la filosofía del espíritu, que se
concretiza en la eticidad. La no reconciliación en el universal concreto sería entonces
un lugar de un derecho formal vacío, en tanto unilateralidad, solo por el querer, como lo
plantea Kant; mientras que “el derecho es algo sagrado en general solamente porque es
la existencia del concepto absoluto, de la libertad autoconsciente” (Hegel, 1993: 158) ya
que “el ámbito del derecho es en general lo espiritual y su lugar más exacto y su punto
de partida la voluntad, que es libre de tal modo que la libertad constituye su sustancia y
determinación, y el sistema de derecho es el reino de la libertad realizada, el mundo del
espíritu producido a partir de él mismo como una segunda naturaleza” (Hegel, 1993: 96)

La gran diferencia: moralidad y eticidad 8

Hasta aquí hemos recorrido las diferencias “conceptuales”. De ahora en más trataremos
de mostrar cómo se lleva a la práctica el derecho. La moral kantiana queda en tensión

con la mera necesidad (Bedürfnis), como en las acciones benéficas o crueles, sino sólo con el arbitrio del
otro. En tercer lugar, en esta relación recíproca del arbitrio, es decir, al fin que cada cual se propone con
el objeto que quiero… se pregunta por la forma en la relación del arbitrio de ambas partes, en la medida
en que se considera únicamente libre, y si con ello, la acción de uno de ambos puede conciliarse con la
libertad del otro según una ley universal. (Kant, 1993a: 38, 39)
7
Esta voluntad entendida como reflexiva o contingente, como voluntad del individuo.
8
“Moralidad y eticidad, que habitualmente valen como sinónimos, están tomadas aquí como
esencialmente diferente. Entretanto, también la representación parece distinguirles. El uso lingüístico
kantiano sirve preferentemente de la expresión moralidad, como también los principios prácticos de esta
filosofía se limitan totalmente a este concepto, y hasta hacen imposible, el punto de vista de la eticidad, a
la que incluso aniquilan y ofenden expresamente. Empero, aunque moralidad y eticidad, conforme a su
etimología, fueran también sinónimas, esto no impediría el utilizar estas palabras, antiguamente
diferentes, para conceptos diferentes” §33.2 (Hegel, 1993: 168)

5
con el derecho público –sin reconciliación- , mientras que Hegel niega a la moralidad
para devenirla en eticidad, resolviendo la tensión del filósofo prusiano.

El derecho público para Kant es el conjunto de leyes que se promulgan para la


institución de un estado jurídico, entendiendo un conjunto de leyes externas que hacen
posible la concordancia de la libertad de los hombres, por lo cual tienen carácter
coactivo y posee capacidad de cohesión, en tanto que permite entender al estado
jurídico como una comunidad de fines. Mientras que la doctrina kantiana plantea cómo
debe ser el Estado, el pensamiento hegeliano nos plantea cómo debe ser conocido,
porque el Estado ya está dado: el ciudadano es ciudadano por la existencia misma del
Estado; ellos son parte del mismo en tanto miembros y por ello se saben libres en él.
Caso contrario es el de Kant, donde el Estado se conformará por un a priori de los
hombres que quieren formar una sociedad (pactum sociale) mediante un contrato que
establece una constitución civil (pactum unionis civilis) “el rol principal del contrato se
erige sobre la base de una compleja relación de continuidad entre moral y derecho.
La separación entre estas esferas... debe ser entendida como una tensión entre dos
manera de obligar que surge del hecho de que sólo por el origen racional universal del
concepto de derecho y del contrato originario es que puede mantenerse la autonomía
moral dentro de la sociedad civil” (Marey, 2004: 1) En tanto que para Hegel el Estado
es el que reconcilia el interés general y el particular, uniéndolos.

Retomemos la idea de “contrato originario” 9 por un momento. Este es efectuado por


hombres libres que pueden universalizar objetivamente imperativos categóricos. Sin
embargo no todos pueden ser independientes para ser parte de los colegisladores: la
propiedad es la clave. Ser propietario de bienes u oficio me habilita a ser “ciudadano”,
lo que afirma que la primera adquisición debe ser el suelo, pero para que esta
adquisición no sea temporal deberá existir un estado jurídico que garantice la
perentoriedad del bien adquirido: es en el estado civil que se puede determinar lo mío y
lo tuyo, porque “sólo determina lo que es legítimo, lo que es jurídico y lo que es de
derecho” (Kant, 1993a: 84) Caso contrario es el hegeliano, que como ya hemos visto,
no puede concebir la idea de un Estado en un contrato, y si bien también la propiedad es
la que me determina como persona (autoconsciente en la medida que decido y elijo)
9
“… el único sobre el que se puede fundar entre los hombres una constitución civil, legítima para todos
sin excepción, el único sobre el que se puede erigir una comunidad” (Kant, 1993b: 36)

6
porque ante todo soy propietario de mi cuerpo y de mi vida, en tanto sustancialidad,
empero como fin esencial para sí -en cuanto existencia primera de la libertad- la
propiedad aparece como fin, y como necesidad aparece como medio. Esta propiedad es
tal porque la persona se diferencia de lo exterior de sí, lo impersonal, ajurídico. En
cuanto se deviene voluntad libre para sí, constituye lo verdadero y lo jurídico, por lo
cual determina la propiedad (le da carácter jurídico a la cosa, en tanto es de su
propiedad – mío/no tuyo- por ser él quien es el titular del derecho)

Por ello el concepto de libertad en Hegel va ligado a la propiedad, pero no ya como en


Kant, porque en el Estado todos se saben libres, en tanto son representados, debido a
que la sociedad civil está conformada por propietarios. Aquí la distinción es en clases
sociales (en el sistema de necesidades) según su naturaleza de trabajo y su finalidad.
“Las leyes y los principios del Estado guían las actividades de los sujetos pensantes y
libres, de modo que su elemento no es la naturaleza, sino el espíritu, el conocimiento y
la voluntad racionales de individuos asociados. Esta es la explicación de por qué Hegel
llama al Estado «Espíritu Objetivo». El Estado crea un orden que a diferencia de la
sociedad civil no depende para su perpetuación de la ciega interrelación de las
necesidades y realizaciones particulares. El «sistema de necesidades» se convierte en un
programa consciente de vida controlado por las decisiones autónomas de los hombres en
pro del interés común. Por lo tanto, el Estado puede ser considerado como la
«realización de la libertad»” (Marcuse, 1994: 210)

Deducimos entonces que lo pregonado en Fundamentación de la metafísica de las


costumbres queda a medio camino en los escritos políticos de Kant debido a que:

1. La idea de hombres racionales libres va ligada a la autonomía y a la


autolegislación, lo que equivale ser digno de ser feliz, o sea libre.

2. Esta libertad, expresada en la autolegislación queda restringida debido a que


existe la condición de ser propietario para acceder a los derechos civiles, de lo
que deriva que no todos lo son , dividiendo a la sociedad en colegisladores y
coprotegidos. Vale aclarar que la libertad en cuanto hombres es para todos por
igual. (Kant, 1993b: 33)

7
3. Esto conlleva a una revisión de la teoría rousseauniana que tanto influenció al
criticismo, por lo que suplantamos la idea de voluntad general de indivisibilidad
e inalienabilidad por el de representación.

4. Los defensores de Kant sostendrán que gracias al contrato social – idea de la


razón- los legisladores están obligados a sancionar leyes “como si” emanaran de
la voluntad general: el imperativo categórico es aquí la figura clave. (Kant,
1993b: XVII)

Ahora bien, las leyes públicas son externas y heterónomas y además surgen del arbitrio
de aquellos que se encuentran facultados para ser legisladores, esto es, cumplir con los
requisitos de la libertad interna (virtud), que tiene dos condiciones: a) ser dueño de sí
mismo y b) dominarse a sí mismo. Pero el mismo Kant sostiene que “la virtud no puede
definirse como el hábito de realizar acciones conformes con la ley” (Kant, 1993 a: 264)
Por lo tanto, la moral al ser una libertad interna es subjetiva, aunque pretenda carácter
objetivo, y cuando el derecho positivo pone en funcionamiento la igualación de los
hombres ante la ley en su cumplimiento, pero desiguala en la participación de
promulgación, genera entonces la heteronomía de la ley positiva.

Si bien el intento kantiano de salvar la relación inteligible del deber ser a través del “fin
en sí mismo”, queda truncado por la exterioridad y constricción de las leyes públicas,
que manifiestan la imposibilidad de conocer el deber ser.

La crítica de Hegel a Kant ronda en el problema de la moralidad, además de lo ya


comentado sobre el contrato, porque en el Fundamento de la filosofía del derecho,
donde desarrolla el devenir del Espíritu Objetivo, la moralidad es la particularidad es
decir la reflexión y contingencia, que se reconciliará con el universal en la Eticidad.

“Al deber mismo, en tanto es en la autoconciencia moral lo esencial o universal de la


misma, y en cuanto sólo se refiere a sí dentro de sí, le queda en consecuencia
únicamente la universalidad abstracta, tiene como determinación suya la identidad sin
contenido o lo positivo abstracto, lo sin determinación” (Hegel, 1993: 464) La idea
hegeliana de conciencia moral verdadera (especulativa) es la disposición de querer
aquello que es bueno en sí para sí, mientras que la conciencia moral formal (kantiana)
existe sin este contenido objetivo; lo que es de derecho y de deber , en cuanto es en sí

8
para sí racional en las determinaciones de la voluntad es esencialmente en la forma de
leyes y principios que la conciencia moral se encuentra sometida a este juicio de si es o
no verdadera. La máxima universal kantiana concierne a sentimientos por lo que no
alcanza al concepto de eticidad, por tanto rebaja a la conciencia moral a una retórica del
deber por deber anulando la posibilidad de una teoría de la inmanencia del deber.
Porque en lo moral solo tengo mi propio saber y querer. El Estado no puede reconocer
la particularidad de la conciencia moral, por lo que el derecho como sustancialidad y el
bien y el conciencia moral como reflexión, ser reconcilian en la eticidad, como
resultado de la superación y contención de los momentos anteriores. Porque “el Estado
es la vida moral realizada” (Hegel, 1969: 101) Así es entonces que la forma concreta, el
Estado, reúne lo esencial de la voluntad subjetiva y lo universal y por ello en esta esfera
es que el hombre goza su libertad “pero por cuanto sabe, cree y quiere lo universal”
(Hegel, 1969: 100)

Deja en claro que la única limitación posible de la libertad es existente en la sociedad


civil, expresión de la individualidad y capricho contingente, en cuanto limita el albedrío
de las necesidades particulares. He aquí la gran diferenciación con Kant que, como
vimos, plantea la limitación de la libertad de cada uno de los individuos en
concordancia con la libertad de todos, por lo cual solo tenemos una libertad abstracta.

“El espíritu del pueblo es lo que reconcilia el deber –ser (sollen) y el ser. Es una
realidad histórica que sobrepasa infinitamente al individuo, pero que le permite
encontrase a sí mismo bajo una forma objetiva. Es, estrictamente, el mundo del
espíritu… y no el estado de ideal, como en la filosofía moral de Kant y de Fichte, para
los cuales el mundo, incluso espiritual, ‘es siempre como no debe ser para que la moral
lo haga como debe ser’. Pero Hegel descubre, más allá de la moralidad (Moralität) que
en Kant y Fichte expresa sólo el punto de vista del individuo actuante, la realidad
viviente de las costumbres y de las instituciones (Sittlichkeit)” (Hippolite, 1970: 19)

En resumidas cuentas, las críticas hechas por el idealismo absoluto al criticismo


kantiano son:

1. la división del sujeto en dos planos: inteligible y sensible, lo que conlleva a:

9
2. que la moral (plano inteligible) no concuerde con el derecho (plano sensible)
debido a que la libertad -en tanto autolegislación- queda constreñida por el
derecho público

3. Que la idea de un contrato originario (a priori) sea el fundamento de la


institución del Estado es igual a la expresión de suma de voluntades particulares,

4. esto deriva a que la moral sea solamente formalidad, en tanto que queda en el
arbitrio individual y no se reconcilie en un devenir que unifica lo individual y lo
universal en la eticidad.

Por lo tanto, la buena voluntad kantiana es mera contingencia, o sea subjetiva, mientras
que la voluntad hegeliana, es aquella voluntad libre del en sí para sí, lo mismo que
objetiva.

“El reino del derecho es el reino de la libertad. El sujeto pensante es el ser libre; la
libertad es un atributo de su voluntad. Es la voluntad lo que es libre, de modo que la
libertad es su sustancia y su esencia” (Marcuse, 1994: 183)

Hoy día, la puesta en práctica del derecho positivo es, por así decirlo, kantiano más que
hegeliano. La sociedad civil actúa conforma al derecho y no por deber, en última
instancia se respeta la ley por miedo a ser sancionado. Creo que repensar la filosofía
hegeliana sería una buena práctica en tanto pensar el lugar de los hombres como
miembros del Estado, establecer un compromiso de participación ciudadana ya que es
en el Estado donde somos libres, entendido como el lugar donde nuestros representantes
pueden dirimir las controversias de la sociedad civil, dictando las leyes necesarias para
que el espíritu inmanente del pueblo conozca su obra, como algo objetivo, en la historia
universal.

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Bibliografía:

Bourgeois Bernard (1969) El pensamiento político de Hegel, Buenos Aires. Amorrortu


ISBN 950-518-305-4

Hegel G.W.F (1993) Fundamentos de la Filosofía del Derecho, Madrid.


Libertarias/Prodhufi. ISBN 84-7954-170-9

Hegel G.W.F. (1969) Lecciones sobra a Filosofía de la Historia Universal, Madrid,


Alianza.

Hippolite Jean (1970) Introducción a la filosofía de la historia de Hegel, Buenos Aires.


Ediciones Calden, Colección El hombre y su mundo Nro.9.

Kant, Immanuel (1986) Fundamentación a la metafísica de las costumbres, México,


Editorial Porrúa SA, Colección “Sepan Cuantos…” Nro. 212. ISBN 968-432-504-5

Kant, Immanuel (1993a) La metafísica de las costumbres, Barcelona. Ediciones Altaya,


Grandes Obras del Pensamiento Nro. 15. ISBN 84-487-0134-8

Kant, Immanuel (1993b) Teoría y Práctica, Madrid, Editorial Tecnos SA. Colección
Clásicos del Pensamiento Nro. 24. ISBN 84-309-1346-7

Marcuse, Heber (1994) Razón y Revolución, Barcelona. Ediciones Altaya, Grandes


Obras del Pensamiento Nro. 13. ISBN 84-487-0149-6

Marey, Macarena (2004) El estatuto del contrato originario kantiano. Conferencia


presentada en el marco del Seminario “Kant: 200 años” Buenos Aires – 7, 14, 21 y 28
de octubre de 2004 Museo Roca y Facultad de Ciencias Sociales – Universidad de
Buenos Aires. Inédito.

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