Arquitectura Solar

ABRIÉNDOLE LA PUERTA AL SOL

Entrevistó: JOSÉ LUIS D'AMATO

Como rayos que apuntan a un centro futuro, desde distintos ámbitos se viene construyendo
e investigando más allá de promociones y réditos inmediatos. Con esta perspectiva, en el
Instituto Solar Arquitectura Buenos Aires un grupo de arquitectos, ingenieros y físicos
aunaron sus profesiones para hacer entrar el sol en los diseños arquitectónicos e
industriales del país. Las páginas siguientes creemos que reflejan la calidez y la vitalidad de
las zonas fértiles donde siempre hay luz.

¿Cómo nació el interés y la sea, la arquitectura como objeto de

preocupación de ustedes por la
arquitectura solar?
Arq. Eduardo Yarke: Ya hace varios años que
el problema de la energía flota en el
ambiente, y la arquitectura solar está muy
vinculada a las cuestiones energéticas. Hace
tiempo que percibimos que con las energías
alternativas se abre un camino que tiene
algo de misterio, algo de cosa a descubrir.
Evidentemente, nuestro interés por el
aprovechamiento de la enrgía solar surgió
en primer término a partir de nuestra
profesión de arquitectos, por todo lo que
puede significar un nuevo enfoque en la
arquitectura de este último tramo del siglo
XX. Pero no fue sólo desde el campo de la
arquitectura que surgió en nosotros ese
interés, sino también desde el campo más
amplio de la sociedad global, lo cual implica
preguntarse hacia dónde va esta sociedad
actual. Aquí haría falta hacer un pequeño
racconto. Todos nosotros fuimos muy
formados por aquella filosofía base del siglo
XIX que estableció que el progreso
constante y permanente es la ley que rige
nuestra organización social. (En realidad, la
misma arquitectura contemporánea fue un
resultado de esa filosofía de base, pues
llegó a ser aceptada como la arquitectura de
nuestro tiempo en la medida que se adecuó
a la tendencia mundial hacia la
concentración energética y económica en
las grandes ciudades, y en la medida que
fue incorporando a sí misma pautas
tecnológicas. Así fue como la arquitectura
se convirtió en un objeto, reconocible como
hecho de nuestro siglo del mismo modo
como podían serlo el jet o la televisión, o
consumo). Pero estaba dicho que esa
especie de ley de progreso constante, de
que todo tiempo futuro va a ser mejor por el
mero transcurrir del tiempo, no era una ley
cierta. Síntomas de alarma como la
contaminación ambiental, la superpoblación,
la escasez de alimentos, fueron generando
nuevos problemas a los cuales había que
prestar atención. De este modo, se empezó
a ver poco a poco que en algún momento se
irían a estableces límites a ese progreso
supuestamente indefinido. La escasez de
energía, la demolición de la idea de energía
ilimitada y barata, fue lo que hizo tomar
conciencia que el progreso tiene sus límites
- al menos el progreso del superdesarrollo y
del superconsumo -. Bueno, en síntesis,
éstan han sido las cuestiones que nos
preocuparon en lo humano y en lo
profesional como para que nos inclináramos
a analizar qué tenían que ver los problemas
energéticos con la arquitectura y con las
formas de vida de la gente. Si bien no
sabemos exactamente hacia dónde se dirige
este nuevo camino que se abre,
vislumbramos que conduce a un cambio
importante en el proceso de evolución.
¿Podrían definir la intención básica que Elisa: Son varios los temas. Trabajamos en
los llevó a concretar este Instituto equipos centralizados de agua caliente para
Solar? viviendas del plan FONAVI; en conservación
de energía y en la posibilidad de adaptar
Arq. Martha Fujol: El Instituto principalmente equipos solares en edificios existentes,
trata de ser un organismo lo más vivo como el edificio de la Universidad del
posible. Nació desde la actividad privada y, Salvador que está en la calle Tucumán,
por lo tanto, desde los grupos sin entre Callao y Riobamba. Trabajamos
compromisos. La intención es que el también en arquitectura solar pasiva;
Instituto sirva de ámbito fértil para todas estamos trabajando además en el problema
aquellas personas que, trabajando en el de la desalinización de las aguas, que es
tema, podrían ver limitada su acción por una cuestión acuciante en muchas zonas del
pertenecer a organismos oficiales apolíticos interior donde no hay agua para el consumo
sobre los que no podrían influir. O sea, se humano.
pretende reunir en nuestro Instituto la
mayor cantidad posible de personas
vinculadas al tema y proponiéndoles un
trabajo común lo más libre posible. Es un
medio desde el cual investigamos,
enseñamos y prestamos servicios, aunque
sin apremios de tiempo ni retribuciones
inmediatas. Es una entidad civil sin fines de
lucro, pero ello no quiere decir que
descartemos la posibilidad de ganar dinero
para que el instituto Se autosostenga y
crezca, ya que no dependemos de partidas
o subsidios oficiales, ni de otros aportes que
no sean los de sus propios miembros.

Arq. Elisa Vinocur: El hecho de no contar con

subsidios del Estado nos hace aguzar el
ingenio frente a las formas de subsistencia
como institución. Toda nuestra actitud frete
al tema es eminentemente vocacional, con
lo cual entendemos estar un poco más allá
de avatares coyunturales. Entendemos
también que el hecho de estar libres de los
compromisos con que te ata un subsidio
oficial, nos permite desarrolla nuestra
actividad en lo que creemos más útil para
nuestra sociedad, para nuestro país, a partir
de los requerimientos que nos hacen las
municipalidades de provincia, las
instituciones privadas, las empresas, los
individuos particulares. Este modo de
trabajo tiene la ventaja de darnos una
mayor libertad de acción. Y ante la opción
de estar enmarcados por pautas muy rígidas
que nos digan lo que tenemos que hacer y
lo que no tenemos que hacer, preferimos
esta situación de instituto independiente. Es
posible que por este camino se demoren un
poco más nuestros proyectos, pero nos deja ¿Cómo y cuándo materializaron la idea
la libertad necesaria para desarrollar del Instituto?
nuestra vocación de la forma que
entendemos es la mejor. Martha: En forma individual, cada uno de
nosotros empezamos a abordar el tema de
¿En qué temas ha trabajado y está las energías alternativas y de la arquitectura
trabajando el instituto? solar alrededor del año 1976. Cada cual en
la medida de sus posibilidades iba buscando
material, leyendo, analizando. En el año
1977 fuimos invitados por la Secretaría de
Ciencia y Tecnología a un seminario que se
realizó en Salta y donde el arquitecto
francés Jacques Michel dictó una serie de
charlas sobre arquitectura solar. Como
resultado del seminario, efectuamos un
primer trabajo práctico que consistió en
desarrollar un proyecto para una escuela-
albergue en la localidad de Acoyte, Salta.
Ese proyecto está concentrado en el
aprovechamiento de la energía solar, pues
las condiciones climáticas del lugar son muy
extremas, con amplitudes térmicas muy
grande - más de 20° de diferencia entre la
máxima y la mínima diarias. Además,
también son muy extremas las condiciones
socioeconómicas de los chicos de la zona.
Es por eso que se pensó el proyecto como
una escuela-albergue, para que los chicas
residieran allí durante su período lectivo y
tuvieran así acceso a condiciones higiénicas
y alimentarias que sus hogares no les
pueden ofrecer. Lamentablemente, el
proyecto quedó en eso, en proyecto, y
nunca llegó a concretarse.
Elisa: A partir de entonces nos fuimos dando
cuenta cada vez que necesitábamos
integrar otros tipos de conocimientos que
escapaban a nuestra área específica, la
arquitectura. Esos conocimientos los
empezamos a buscar entre los amigos
"solares" que teníamos. Algunos temas los
abordamos con ingenieros, otros con físicos,
con especialistas en computación, con
ingenieros agrónomos.
Las mismas necesidades prácitas nos fueron
imponiendo un trabajo interdisciplinario. A
medida que se fueron nucleando personas
de otras disciplinas, encontramos que el
trabajo interdisciplinario tiene la ventaja
metodológica de poder encarar un problema
desde diversas ópticas. Pero también tiene
la desventaja práctica de los diferentes
lenguajes que utiliza cada uno. Nos tomó su
buen tiempo elaborar un idioma común.
Muchas veces tuvimos que detenernos a
analizar qué quería decir un ingeniero o un
físico, por ejemplo, cuando empleaba una
palabra o un concepto que para los otros
era familiar pero en otro contexto y con otro
significado.
Como decía Eduardo al principio, el
desarrollo de la arquitectura solar está
muy ligado al de las energías
alternativas. ¿Alternativas a qué? Al
estrangulamiento provocado en los
países industrializados por la
estampida del precio del petróleo a
partir de 1973. Países como Japón,
Estados Unidos, Brasil y casi todos los
europeos están compelidos a
desarrollar energías alternativas por su
escasez de recursos energéticos y/o su
dependencia del extranjero. En
Argentina, esa situación crítica hasta
ahora la fuimos soslayando; no sé si no
la tendremos a largo plazo, pero lo
paplpable es que hasta ahora la fuimos
gambeteando. Entonces, ¿qué
necesidad apremiante tenemos
nosotros de desarrollar energías
alternativas y arquitectura solar?
Eduardo: Claro. Nosotros tenemos,
potencialmente por lo menos, una reserva
importante de energía en sus distintas
formas (carbón, hidroelectricidad, petróleo).
Pero lo que ocurre es que, con el tiempo, la
energía se va a ir convirtiendo cada vez más
en un bien de intercambio muy caro, y el
hecho de que tengamos en nuestro país una
aparente abundancia de energía no significa
que debamos despilfarrarla. Estamos
convencidos de que, tarde o temprano, en
Argentina tendremos que tener una ley de
enrgía encarada desde el punto de vista de
la conservación ética, y encarada también
desde la perspectiva de la aplicación masiva
de las energías alternativas. El mundo es
cada vez más uno solo, y en estos temas es
poco realista pensar que en el futuro
seremos una isla. Si en el concierto mundial
Argentina puede ser contemplada como un
pico de excedentes de combustibles, ya es
hora de pensar que ése y otros picos van a
ser erosionados por las necesidades que hay
en toras partes. Tomando en cuenta soólo el
área sudamericana, está el caso de Brasil,
ese gigante en desarrollo que necesita ser
provisto de una energía que no tiene en la
medida de sus necesidades. En este sentido,
Argentina tiene un rol muy importante a
jugar en Sudamérica.
Además, las energías alternativas traen una
posibilidad de solución a una de las
necesidades críticas de nuestro país: el
poblamiento del interior, la ocupación de los
grandes vacíos que hay en nuestras
provincias. Para esto, hay que ir pensando
en emplear formas energéticas alternativas
que vayan eliminando la dependencia de las
pequeñas comunidades hacia la red única y
centralizada de distribución de energía. Este
es uno de los puntos claves del empleo de la
energía solar (E.S., en adelante), y que tiene
importantes consecuencias en otros
campos, como el económico y social. Si bien
la E.S. no es la única energía alternativa
posible (están también la eólica, la
mareomotriz, la biomasa, etc.), la E.S. tiene
la inmensa ventaja de estar distribuída de
forma muy pareja en la superficie terrestre,
pudiendo ser aprovechada hasta los límites
de los circulos polares, si bien su mejor
rendimiento se obtiene en la franja entre los
trópicos, que es justamente el cinturón de
Cuando tenemos en cuenta las
consecuencias negativas del desarrollo
en los países industrializados, se
advierte que el subdesarrollo también
tiene sus ventajas, pues podemos
aprender de la experiencia ajena y no
repetir los mismos errores de otros.
Pero en Argentina eso no sucede. Como
vos decías, en la política energética
para las próximas décadas se intentas
seguir los caminos andados hace
tiempo por los países industriales sin
querer advertir que esos mismos
países están ahora desandando sus
pasos y volviendo a la última
encrucijada. De este modo, no sólo
carecemos de las ventajas del alto
desarrollo, sino que además
incrementamos las desventajas del
bajo desarrollo.
Eduardo: Es un tema difícil, complejo.
Pareciera ser que se juegan ciertas
cuestiones de amor propio; sin querer tener
aunque más no sea muestras de lo que se
hace en otros lados, ya sean torres de
cristal o centrales nucleares, la E.S. tiene
características muy diferentes. Por empezar,
es de baja potencia, o sea, está distribuida
los países pobles del planeta. La Argentina
no es un país que está fuera del mundo. Sin
embargo, aquí estamos tratando de seguir
las pautas de desarrollo energético de los
países industrializados, en el momento que
esos países ya las han dejado hace años
para pasar a tomar otros puntos de vista
respecto de la energía.
en forma pareja por la superficie de la
Tierra, pero no está concentrada. Por otra
parte, es discontinua, lo cual obliga a
adaptarse a la realidad de cada situación
climática.
Son varias las discontinuidades de la
E.S., ¿no?
Martha: La discontinuidad más notoria es la
del dia y la noche. Otra discontinuidad es la
de día despejado / día nublado. Otra más es
la diferencia de radiación solar que llega en
verano y en invierno. Nuestra forma de vida
artificial, en la cual todas las
discontinuidades climáticas naturalmente
son resueltas, uniformadas mediante el uso
de aparatos que consumen energía, hace
que vivamos un tanto al margen de esas
condiciones climáticas. Llueva o no llueva,
haga frío o no, seguimos desarrollando
nuestras actividades impertérritos. Nos
podemos quejar en nuestras charlas, pero
no es un hecho que influya en forma
evidente en nuestras prácticas cotidianas.
Sobre todo esto es así porque tenemos un
ideal de confort que dice que, más allá del
clima externo, el interior del edificio debe
mantener condiciones uniformes de
temperatura, humedad, etc. Este es nuestro
patrón de confort.
La cápsula espacial...
Eduardo: Sí, la cápsula espacial. En este
sentido, como país en vías de desarrollo -
para ponerle un nombre - todavía tenemos
la ventaja de que nuestros patrones de
confort son inferiores a los que existen en
Estados Unidos, por ejemplo. Y nuestra
situación es una ventaja porque es mucho
más difícil modificar pautsa de conducta en
una sociedad con patrones rígidos. Al
norteamericano le cuesta mucho adaptarse
a la escasez energética porque desde hace
décadas que está acostumbrado al aire
acondicionado y, en general, a vivir su casa,
su oficina, su auto como una cápsula
espacial aislada del medio. Aquí en
Argentina ese nivel de confort sólo fue
alcanzado por una minoría. La mayoría de la
gente vive todavía en forma más
naturalmente adecuada al clima, y no le
resultaría embromado adaptarse a teniendo
situaciones más oscilantes como las
implicancias en la arquitectura solar.
Elisa: El ejemplo más patético de lo
irracional que es, desde el punto de vista
energético, la arquitectura que importa los
estilos y los patrones extranjeros de confort,
tal vez esté dado por esas torres de cristal
de la zona de Retiro. En esas cajas vidriadas
por los cuatro costados, hay que prender el
aire acondicionado en las caras norte y
oeste porque se mueren de calor, mientras
hay que prender la calefacción en la cara
sur, donde no da el sol, porque se mueren
de frío. Se ve bien cómo van de la mano la
arquitectura y las cuestiones energéticas
cuando se piensa que toda la energía
generada por El Chocón es igual al consumo
total de aire acondicionado.
Eduardo: Desde ya, la E.S., por la
discontinuidad del recurso y por su baja
potencia, hace que todo usuario de
arquitectura solar tenga necesidad de estar
más atento a lo que el clima ofrece. Al no
haber alcanzado patrones altos de confort,
esto hace que los argentinos estemos
psicológica, anímicamente mejor
preparados para entender que se pueden
lograr niveles aceptables de confort aún
osciliaciones climáticas. La
arquitectura solar puede amortiguar esas
oscilaciones sin tornarlas uniformes,
restringidas a una faja muy estrecha de
variaciones.
¿Un ejemplo claro tal vez podría ser el
proyecto desarrollado por ustedes para
la escuela-albergue de la Puna? Allí
puede haber en invierno una máxima de
20° y una mínima de 8° bajo cero...
Martha: En la escuela de la Puna salteña se
nos planteaba claramente la cuestión cuál
era para esos chicos el nivel de confort. El
problema era no partir de nuestras propias
pautas de confort. No contaminarlos con
nuestras categorías a priori. Aquellos son
chicos que no tienen el hábito de bañarse
seguido con agua caliente - y ni siquiera
tienen el hábito de bañarse -. Se acuestan y
están permanentemente muy vestidos, muy
abrigados. Viven en viviendas precarias. Si
bien la tecnología natural de esa gente no
está muy desarrollada, sus viviendas están
bastante aisladas y amortiguan bastante bien
las diferencias de temperatura. Cuando
empezamos a proyectar esa escuela-
albergue, sabíamos que era utópico
establecer para esos chicos los mismos
patrones de confort a que pueden estar
habituados los habitantes de las zonas
urbanas densas. De allí que la escuela de la
Puna cumpliría su función en la medida que
amortiguara los efectos climáticos, sin
eliminarlos. Esto se podía conseguir bien con
arquitectura solar por sistemas pasivos. En
¿El aprovechamiento racional de la E.S.
implicaría entonces la muerte de las
ciudades?
Eduardo: No es eso exactamente lo que
quiero significar. Creo que, en primera
instancia, la E.S. da la posibilidad de generar
pequeñas comunidades autónomas. Lo
vemos en principio como la ocupación de
vacíos a través de la autonomía energética
que se puede conseguir con la E.S., más la
posibilidad de agregar la energía eólica y de
nuestro proyecto, el edificio en sí mismo
trataba de captar la radiación solar,
conservándola para luego retransmitirla al
iterior en las horas más adecuadas, sin la
intervención de niungún mecanismo
accionado por energías complementarias
(de aquí que este tipo de sistema
constructivo sea llamado pasivo). En este
caso, se trató de no introducir dispositivos
complicados que resultaran ajenos a la
propia cultura y que fueran difíciles de
manejar. El único cuidado que había que
tener era el de cerrar las aberturas al
ponerse el sol, cosa a la cual allá están
todos habituados.
Eduardo: Retomando lo anterior, cuando
hablábamos de que la E.S. se distribuye en
forma muy pareja, que es de baja potencia
y que tiene como característica sus
diversas discontinuidades, todo esto hace
pensar que el empleo de la E.S. está
naturalmente relacionado con la
desconcentración. No tiene demasiado
gollete prever que las ciudades como hoy
las concebimos - ciudades que son
justamente, como decíamos al principio, el
resultado de la concentración energética,
además de la concentración económica -
puedan subsistir de la misma forma si se
extiende y se masifica el uso de la energía
solar.
la biomasa. Es decir, esto permitiría cortar
con la atadura a una red única centralizada
que nos suministra energía. Si bien la
energía hidroeléctrica, por ejemplo, es
barata en su punto de generación, tiene el
problema del tendido de las redes cuando
se trata de llevar electricidad a un poblado
pequeño. No se justifica una alta inversión
en cables y torres cuando los usuarios son
pocos. Para las localidades chicas,
tampoco es solución el generador de
petróleo, porque ya se han visto los
problemas que hay cuando se termina el
combustible o cuando hay que reparar la
máquina: pasan varios días hasta que llegue
el camión o se consiga el repuesto que hace
falta, o venga el técnico que la arregle -
además del problema económico de estar
generando electricidad con un recurso cada
vez más caro y escaso.
Martha: Volviendo a tu pregunta, sería muy
aventurado ponernos a predecir hoy la
muerte de las ciudades. Todavía actualmente
la tendencia mundial es hacia la
concentración urbana. La gran ciudad, y todo
lo que ello implica psicológica y grande, aunque muy saludable. De esto
sociológicamente, es un fenómeno que está
muy enraizado en nuestra cultura, y que
viene desde muy antiguo. Los humanos
somos todos potencialmente urbanos aunque
no vivamos en grandes ciudades.
En realidad, quisiera ser más preciso y
decir de otro modo mi pregunta.
Personalmente creo que la energía solar
no implica en sí misma la destrucción de
las ciudades, sino que a lo sumo permite
el abandono de las ciudades si uno se lo
propone como proyecto. De alguna
manera, los que nacimos y siempre
fuimos cobijados por las ciudades,
vemos ahora en los aprovechamientos
múltiples de la E.S. un modo de cortar
nuestro cordón umbilical sin el dolor de
perder las ventajas de la energía, sin el
temor a la pérdida de las ventajas de la
civilización. Pero la E.S., por sí misma,
no significaría la muerte de las ciudades
si atrás no hay un proyecto más básico
de descentralización y vuelta al contacto
con lo natural.
Eduardo: Yo prefiero, ante la opción de morir
o vivir, ver las cosas en términos de revivir.
Que revivan pequeñas comunidades de
nuestro país que no terminan de convertirse
en comunidades, ya sea porque no tienen
agua, o ésta es salada, o porque no tienen
autonomía. Vemos a la E.S. como una
posibilidad de revitalizar y hacer posible la
vida en zonas que hoy son inhóspitas o por lo
menos vacías. Pensemos que con la energía
solar podemos bombear agua, desalinizarla,
regar, calefaccionar, dar agua caliente,
brindar electricidad a través de la conversión
fotovoltaica, secar granos, fruta, madera.
Pensemos que las posibles aplicaciones de la
E.S. son muchs y variadas, y que hoy día es
factible la idea de la comunidad autónoma de
la forma en que, por ejemplo, es planteada
por Paolo Soleri bajo el concepto de
Arcología, es decir, la integración de la
arquitectura y la ecología.
Es evidente que plantear la aplicación de la
E.S. en la arquitectura es un hecho que
trasciende al edificio en sí, y que tiene
implicacias inmediatas en lo urbano. Hay
que crear un diseño urbano que desde el
vamos empiece a poner en práctica lo que
hoy se denomina derecho al sol. En ese
sentido, el contraste entre este urbanismo
por hacer y nuestras ciudades abigarradas,
donde muchos viven con una ventana a un
patio oscuro, creemos que sí a ser muy
nos interesa fundamentalmente todo
aquello que signifique vivir más en
contacto con la naturaleza; estar más
relacionados con los ciclos que la
naturaleza propone; saber que el sol,
fuente de toda la vida en la Tierra, también
es parte de nuestra vida, que podemos
aprender a usarlo, a tenerlo en cuenta, a
estar más atento a sus cambios, a valorar
el día y la noche. Todo esto, que es una
necesidad y puede ser una posibilidad , no
va a dejar de tener sus consecuencias en
el orden psicológico y social. Creemos que
una socidedad que se mueva al ritmo de lo
natural, va a ser una sociedad más
humana, más sana.
Martha: Yo creo que el problema clave es
la necesidad de una concientización. No se
puede concebir la aplicación de la E.S en
arquitectura con el mismo criterio con que
estamos concibiendo el aire
acondicionado, donde se aprieta un
botoncito y se consigue la temperatura
deseada. Tampoco se concibe la
arquitectura solar con un precio
preestablecido, dado de antemano para
todos y cada uno de los casos. Cada
situación hay que estudiarla, analizar sus
particularidades a fondo, y recién después
se hace factible dar costos. Cuando la
gente nos pregunta "¿Cuánto cuesta?,
¿cómo resolvemos los problemas de la
falta de sol?", lo que se puede decir es que
los costos son relativos, que cada casi es
un caso particular. Los problemas de la
falta de sol son problemas a resolver a
medias: en parte serán solucionados por
nuestro proyecto, y en parte deberá
solucionarlos el usuario con su manera de
hacer uso de la vivienda.
O sea, que el usuario de una casa
solar tiene que tener una
participación más activa que el
usuario de una casa tradicional. Eso
significa un cambio en el estilo de vida
acostumbrado...
Elisa: Exactamente. No se concibe una
arquitectura solar sin participación del
habitante de la casa. Es él quien tiene que
cuidar su consumo energético, quien tiene
que facilitar la recepción de energía, el que
tiene la responsabilidad de evitar que se
dilapide la energía eléctrica, el calor. Es el
usuario quien tiene que estar atento al ciclo
natural de los días y las noches, al ciclo de los
cambios de estaciones. Evidentemente, esto
involucra una alteración del concepto
aprietabotón en que se basan nuestra
arquitectura y sociedad actuales.
Esto conduciría entonces a una
distinción generacional en el uso de la
arquitectura solar y la E.S. Porque si
implica un cambio importante en el
estilo de vida, es difícil que las
generaciones mayores sean capaces de
alterar sus patrones rígidos de
conducta, sus costumbres arraigadas.
Las generaciones más jóvenes, en
cambio, serían más proclives a diseñar
desde el vamos sus vidas de acuerdo a
pautas nuevas. En EE.UU., el tema está
tan de moda que tanto los viejos como
los jóvenes se inclinan por la
arquitectura solar. Pero con una
diferencia importante: los jóvenes
tienden a usar sistemas pasivos, que
implican mayor cuidado y atención,
como decían antes ustedes, mientras
que los viejos prefieren los sistemas
activos con todos sus chiches, lo cual no
les altera demasiado su mentalidad
aprietabotón.
Elisa: Y, en cierto modo, es lógico que sea así.
Son las generaciones jóvenes las primeras en
tomar conciencia de los problemas nuevos
que aparecen. La conciencia por lo ecológico
y ambiental surgió primero entre la gente
joven de las sociedades industrializadas, y,
más particularmente, entre la gente con un
cierto nivel de instrucción y, por ende, de
información de los problemas.
Martha: Yo creo que eso no es totalmente así.
Hay mucha gente mayor y sin un nivel de
instrucción importante que siempre tuvo
conciencia de lo ambiental y ecológico. Lo
que pasa es que hay dos tipos de gente y de
situaciones. Una es la gente de ciudad y otra
es la gente de campo. La persona "de
campo", digamos, que vivió tradicionalmente
en contacto con la naturaleza y que por su
cultura intrínseca cuidó su hábitat, su tierra,
sus recursos, es una persona mucho más
conciente en esos aspector que la persona
de ciudad. Y es más consciente de lo
ambiental y ecológico (aunque desconozca
estas palabras) porque siempre vivió más
sensiblemente las variaciones de su medio,
no se aisló de él. Un habitante del interior
de Córdoba o de la Puna salteña, por
ejemplo, vive activamente su vivienda, la
sabe ir modificando según las horas y
según los cambios de estación, ta sea
cerrando cuando hace falta una abertura, o
poniendo algún tipo de protección, como
podría ser mitigar los rigores de una mala
orientación cubriendo un costado de su
vivienda aunque más no sea con una
parra. En cambio, la gente de ciudad se
olvidó totalmente, e incluso se mofó, de su
hábitat. Lo ensució, lo degradó, lo
contaminó, lo arruinó de cuanta manera
fue posible y sin tener conciencia de ello.
Pero entre esta gente "de ciudad",
digamos, también hay que hacer una
diferenciación. Son las generaciones más
viejas las que actuaron más
inconscientemente, y cuyo estilo de vida
se puede llamar aprietabotón. Pero entre
las generaciones más jóvenes - y aquí sí,
quizás, con más instrucción - la situación
ya empieza a cambiar. Son los más
jóvenes quienes van tomando conciencia
de la situación heredada, reaccionan ante
ella y se proponen comenzar a sanear lo
que se pueda y a tomar, nuevamente,
conciencia de lo que nos rodea,
cuidándolo, protegiéndolo.
Eduardo: Pienso que tenemos que volver la
mirada a las culturas tradicionales para ver
cómo han resuelto ellos su adaptación a
los desafíos que les planteaban sus
distintos ambientes. Evidentemente, para
que una cultura se desarrolle hasta sus
niveles más complejos, se requiere tiempo
y seguridad. Es decir, tiene que estar en
posesión de todos los recursos de su
territorio, y de su destino. Solamente así
puede desarrollarse una cultura con
sentido de trascendencia. Al observar las
múltiples soluciones dadas por la
arquitectura del pasado a los problemas
planteados por cada clima particular, se
evidencia que esas soluciones se fueron
logrando con la experiencia que se iba
recogiendo con el devenir del tiempo. Hay
mucho para aprender de las antiguas
culturas que han sido poderosas en su
época. Los arquitectos tenemos que volver
a aprender a proyectar. Tenemos que
hacer una arquitectura que sea más
racional, tomando este último término con
un sentido más amplio que el entendido
hasta ahora.
... más racional en el sentido de que se
contemplen más variables.
Eduardo: Sí, contemplando más parámetros y
considerando que el comportamiento
energético de un edificio, y su relación con el
clima, es un hecho fundamental que ha de
definir el estilo arquitectónico. Si analizamos
ejemplos de lo que es la arquitectura del
Islam, del Japón tradicional, del Mediterráneo
(Marruecos, Túnez), de India, Bangla Desh, e
incluso de Europa, en las zonas más agrícolas
de Alemania, Francia, Suiza, generalmente
captamos sólo su estilo formal ("arquitectura
alpina", "arquitectura normanda") sin
terminar de comprender lo que esa
arquitectura significaba como respuesta
frente al medio en el cual estaba implantada.
Y es así como muchas veces transplantamos
una determinada arquitectura despojándola
de su contenido. Con la arquitectura
contemporánea hoy día se hace exactamente
o mismo. Traemos aquí estilos de otros
países - como esas cajas de cristal de las que
hablaba Elisa, que se incendian y provocan
un "infierno en la torre" - sin considerar las
pautas económicas, sociales, tecnológicas
que han dado orígen a esa arquitectura.
Meno aún tomamos en cuenta las
condiciones climáticas, que son las que, en
última instancia, han dado forma a esas
arquitecturas. Uno de los ejemplos más
depurados de balance energético, sólo
comprensible con las actuales técnicas de
computación, se encuentra en algunos
edificios de la arquitectura islámica. Las
formas de calentar, enfriar, de mantener el
calor, las formas de orientar, de emplear
los materiales, etc., son excepcionales. En
el caso de nuestro país, ahora estamos
volviendo la mirada otra vez a las
cualidades del adobe, de las paredes
gruesas, de los aleros, de las ventanas
pequeñas, de todo aquello que hace decir
a las personas mayores - algo vapuleadas
en esta charla - "las casas de antes eran
más frescas, eran agradables". Y eran más
agradables porque su arquitectura
respondía a nuestro medio ambiente
particular.
¿Cuál es el panorama que se observa
en la profesión de ustedes con
respecto a la consideración de todos
estos temas? ¿Cómo se comportan los
arquitectos y qué conciencia
demuestran en la práctica acerca de
los problemas ambientales,
ecológicos, energéticos?
Eduardo: Nuestra profesión es una
profesión contradictoria. Es decir, podemos
separar por un lado el grupo de los
arquitectos de moda, los arquitectos que
hacen una arquitectura con mucho ingenio,
con mucha creatividad, pero totalmente
prendida a las ondas internacionales.
Perdón, pero yo creo que para todo hace
falta ingenio, creatividad, y que exista
eso no salva a nadie de nada. Hay que
ser un publicitario muy ingenioso para
enchufarle a la gente el más nefasto
artículo de consumo. La gente que
trabajó en la bomba atómica era gente
muy creativa.
Eduardo: Siguiendo con la arquitectura de
nuestro país, ésta la podemos dividir en la
arquitectura de los concursos y la
arquitectura de todos los días; la arquitectura
que se hace para las revistas y la que se hace
para ser vivida. Son dos mundos totalmente
distintos que no tienen nada que ver entre sí.
En nuestro país se ha dicho muchas veces
que sobran los arquitectos, que hay
demasiados. Pero como no hay mal que por
bien no venga, creo que eso es una suerte,
porque hoy día el arquitecto joven deja de ser
el exquisito diseñador de ideas novedosas, el
vocero de la cosa que está de onda, y se
arremanga y termina poco menos que
poniendo él los ladrillos, colocando techados
asfálticos, y solucionando él los problemas
cotidianos que tiene cada uno en su casa, en
la de sus amigos o en la de sus parientes. En
este sentido, notamos una gran inquietud por
la arquitectura solar de parte de los
profesionales jóvenes. Y hasta nos
encontramos en falta como Instituto por no
haber podido todavía canalizar en forma
orgánica, en cursos regulares, esa inquietud
que advertimos por conocer estos temas y
adquirir las herramientas para aplicarlas y
manejarlas. Permanentemente tenemos la
esperanza de nuclear aquí esos intereses,
integrando un cuerpo docente que permita
transmitir toda la experiencia que nos costó
años cumular. La idea es volcar esos
conocimentos fundamentalmente entre los
colegas jóvenes y los estudiantes avanzados,
con la propuesta de hacer una arquietectura
más realista, más racional, más humana, más
simple y a su vez más eficaz.
Me quedó una duda sobre lo dijiste
antes. ¿A qué te referías cuando
hablaste de arquitectos "a la última
moda"? Pienso que en realidad querías
decir algo más con eso, porque visto
desde cierto punto de vista, ustedes
también pueden ser calificados de
arquitectos "a la última moda", ya que
están haciendo punta en un quehacer
para el cual nuestro medio es inhóspito,
poco nutritivo, donde aún se carece de
conciencia acerca de los problemas
energéticos globales y de largo plazo.
Sin embargo, ustedes están haciendo
lo que hacen, fundamentalmente no
porque nuestro entorno lo requiera
ya, sino porque visualizan problemas
a nivel mundial que también son moda
desde hace casi diez años en todos los
medios extranjeros y en todos los
foros internacionales.
Eduardo: Nuestro interés por el tema,
como decíamos al comienzo, trata de tener
un sustento filosófico; tiene que ver con lo
que aspiramos que sea nuestra forma de
vida. En ningún momento nos planteamos
la cuestión de la arquitectura solar, o de un
nuevo enfoque de la arquitectura, con un
criterio de cosa distinta por lo distinto en sí
mismo; de cosa novedosa con la misma
duración que puede tener un fósforo
encendido. Queremos diferenciar los que
pueden ser cambios superficiales de
aquellos que tienen mayor profundidad.
Diferenciar los cambios formales de los
estructurales. Cuando nos referíamos a los
que están en la última onda, hablábamos
de aquellos que se quedan en la superficie
de las cosas. Evidentemente, la moda
también recoge cosas que flotan en el
ambiente, pero se trata en ese caso de
hechos pasajeros, totalmente efímeros,
que están vinculados al cambio por el
cambio mismo, como si la dinámica del
cambio fuera una justificación filósofica
cerrada en sí misma, al igual que una
serpiente que se muerde la cola. Lo que
nosotros quisiéramos es pasar por un
embudo para abrirnos a otra situación,
situación en la cual la arquitectura habrá
de ser reflejo de una sociedad: una
arquitectura cambiada como aporte a un
cambio más ámplio.