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El gnosticismo

Hasta la mitad del siglo XIX no se conocía de los gnósticos más que los
fragmentos conservados en las obras antiagnósticas de algunos padre de la
iglesia.

Un descubrimiento muy importante surge en 1945-1946 se descubrió en una


tumba junto al antiguo monasterio pacomiano de Khenoboskion, en los
alrededores de la actual aldea de Nag Hammadi, un ánfora con trece códices
de papiro, con cincuenta y tres tratados. Buena parte de estos tratados, que
datan del 400, se pueden dividir provisionalmente, según su contenido, como
sigue:

A) Apocalipsis de los profetas de la gnosis desde Seth a Zoroastro:


Apocalipsis de Adán, Carta de Eugnosto el Dichoso, Paráfrasis de Shem,
Las tres estelas de Seth, Logos segundo del gran Seth
B) Escritos gnósticos con apariencias cristianas o al revés:
Hipóstasis de los Arcontes, Exégesis sobre el alma, El pensamiento de la
gran potencia, Libro del atleta Tomás, Apócrifo de Juan.
C) Evangelio de la gnosis cristianizada: Evangelio de Tomás, Evangelio
de la Verdad, Apocalipsis de Pablo, Apocalipsis de Pedro
D) Escritos “herméticos”: Tratado sobre la injusticia, La oración de
acción de gracias, Apocalípsis de Asclepio

Llamados a estos fuentes primarias y a los escritos antignosticos se


les llama fuentes secundarias.

Las obras principales de los padres son:

Adversus heareses, de Ireneo

Philosopumena, de Hipólito

De praescriptione haereticorum, De anima, Adversus Valentinianos, Adversus


Marcionem y Adversus Hermogenem; de Tertuliano

Panarion, de Epifanio

Los términos “gnosis” y “gnosticismo”

“Gnosticismos” se habla aquí del hecho histórico determinado por la existencia


en el siglos II de un complejo de doctrinas y de sectas.

“Gnosis” es el conocimiento de los misterios divinos reservados a una élite


Características propias del “Gnosticismo”:

1. Concepción de la presencia en el hombre de una chispa divina que


procede del mundo divino, que debe ser despertada en su yo interior
2. Existe la idea de emanaciones de eones que conlleva una
“degradación”.
3. No toda “gnosis” es “gnosticismo”, sino solo aquella que implica la idea
de la chispa divina que debe ser reintegrada en el hombre.

Existe una “gnosis” cristiana, que podemos definir como el conocimiento de


Dios y de sus misterios, fundada en la fe y en la tradición de la Iglesia y en la
intereptación espiritual de la Sagrada Escritura con la tendencia a distinguirse
de la fe y de la intrepretación literal de la Escritura del simple fiel. La “gnosis”
cristiana tendrá su mayor desarrollo y acomodación en el siglos III. El término
“gnosticismo” será tomando a lo largo de nuestro exposición para señalar
aquel determinado complejo de doctrinas y sectas del siglo II que combatieron
los Padres.

El origen del gnosticismo

Es difundida la opinión del origen oriental del gnosticismo. Con esta expresión
“origen oriental”, se quiere indicar la preponderancia de los influjos orientales,
a los que naturalmente se une, en el ámbito del sincretismo helenístico, el
influjo griego. De hecho, solo con la unión de estos dos factores surge el
gnosticismo.

Los gnósticos se sirven, de una parte, de la terminología e ideología filosófica


griega y, por otra, de los símbolos ideológicos de la religión persa de Zoroastro
sólo para hacer comprensible y propagar la propia doctrina en el mundo
helenístico o persa.

Los primeros escritos gnósticos deben buscarse en la literatura judía


apocalíptica.

El problema del origen del gnosticismo, es bastante complejo para que se le


quiera resolver en el estado actual de la investigación.

Está claro que aun habiendo cambiado mucho el gnosticismo del helenismo y
del judaísmo, creó algo nuevo, un sistema tal como para poner en serio peligro
la existencia misma del cristianismo, surgido fuera del cristianismo, su
competidor. De hecho el gnosticismo, surgido fuera del cristianismo, aun
infiltrándose algo en él en el siglo II, permanece sustancialmente, más que un
pseudocristianismo, como un no critianismo, y como tal fue combatido por la
Iglesia.
LA DOCTRINA

Hay algunos principios fundamentales que son comunes a casi todos los
sistemas gnósticos.

“¿Quiénes éramos? ¿Qué hemos llegado a ser? ¿Dónde estábamos? ¿Adónde


hemos sido arrojados? ¿Adónde vamos tan de prisa? ¿De que hemos sido
liberados? ¿Qué es la generación? ¿Qué es la regeneración?”

El punto de partida del gnosticismo es el problema del hombre, de su origen,


de su naturaleza y de su fin. Este problema tiene su origen en una visión del
mundo, del hombre y de Dios.

En la base de la problemática gnóstica, como postulado inicial de todo el


sistema gnóstico, se halla el dualismo, la oposición entre Dios y la materia,
entre lo divino y lo antidivino. No es un dualismo radical, ya que existe un
sustrato monístico.

Aun siendo incompatibles y opuestos Dios y el mundo material, también es


verdad que el mundo ha tenido su origen en Dios por emanación.

Una emanación que ha sufrido una brusca interrupción a causa de una “caída”,
que ha provocado, como un salto de cualidades, desde el mundo de las
emanaciones divinas al mundo de las emanaciones antidivinas.

El mal es este mundo, cuya sustancia no ha sido creada por Dios, y el mundo
excluye a Dios todo cuanto puede, minetras Dios pone fin al poder del mundo
sobre el hombre en espera de poner fin al mundo mismo.

DIOS

Dios es único, absolutamente separado de los seres materiales, y se le llama,


por ejemplo, el Silencio o el Abismo. Escapa a cualquier analogía con el mundo
empírico, caracterizado por el movimiento continuo de generación y
corrupción. Se manifiesta en un cierto modo de emanaciones sucesivas.

Al producto de las emanaciones se le llama comúnmente “ eon”, “cielo”,


“ángel”. Estos “seres intermedios entre Dios y la materia, eternos también
ellos, son emanados por Dios por pareja, a su vez, produce la segunda, tercera
etc. Emanaciones. La serie total de tales eones constituye el pleroma (la
plenitud). En un cierto punto de la degradación progresiva ha habido una
“caída” que ha provocado,como un salto de cualidad, la distinción entre el
mundo de las emanaciones divinas y el mundo de las emanaciones antidivinas.

El eon que sufrió “la caída” de una emanación, a esta emanación caída se le
llama generalmente “Sophia”, emana una serie de eones inferiores, uno de los
cuales es el Demiurgo, el Dios de los hebreos, el Dios del AT, creador del
mundo material, del cosmos, de la materia, del destino, del tiempo y del
hombre.

EL HOMBRE

Las potencias demiúrgicas o Arcontes crean, pues, el hombre y le encarcelan el


“espíritu”, la chispa divina caída o infundida desde el mundo divino. Para hacer
el “espíritu” con más seguridad ineficaz, infunden también en el hombre una
“potencia” que lo mantenga en la materia. Existe pues una tricotomía en el
hombre: el “espíritu”, la psyché y el cuerpo.

Solo la “gnosis”, el conocimiento de los misterios divinos, es decir, el


conocimiento de la propia situación cósmica y del destino que le espera, podrá
liberar al espíritu del hombre de la materia.

Se salva solamente aquel que, después de reconocerse a sí mismo, su origen y


fin, y después de haber despreciado el mundo de la materia y de la carne,
siente la “llamada” del Salvador: sólo el que ha sido “elegido” se halla unido a
Dios en su ser más profundo y puede, por eso, esperar la salvación en la vuelta
de su “Yo divino”. No todos los hombres son elegidos.

Existen tres clases de hombres, consiguientemente a la tricotomía humana. (


cuerpo, psyché y espíritu)

Los hýlicos: constituyen la mayoría de los hombres, ignorantes y atados a la


tierra, no son capaces de penetrar el misterio del hombre y son condenados,
por eso, a la perdición.

Los psíquicos: Son un número menor, aun no habiendo recibido el “espíritu”


como los anteriores son, sin embargo, capaces de decidirse por la perdición o
por la salvación, a la que llegan con la observancia de las prescripciones de la
Iglesia (comunidad gnóstica)

Los pnumáticos: Son pocos, aquellos en los que se ha infundido el “espíritu”,


pueden hablar movidos por el espíritu, son la élite de la humanidad sobre la
que se apoya la esperanza del mundo, los perfectos, los santos, los amados,
los hijos de Dios, los que se salvan. Los perfectos entre ellos realizan todas
aquellas acciones prohibidas, sin escrúpulos, de las que afirman las escrituras
que son acciones que hacen que no hereden el reino de Dios.
Trabajo realizado por:

Fr. Juan Carlos Plascencia Aldrete, OFM

Hno. David Ramírez, FN.

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