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POBLAMIENTO HISTÓRICO
Aunque se tome como punto de partida para entender el poblamiento de Antioquia, los
procesos de colonización posteriores al descubrimiento de América, es preciso resaltar
que algunas evidencias arqueológicas permiten identificar asentamientos humanos que
anteceden el período colonial, donde es posible afirmar que el territorio que conocemos
actualmente como Antioquia, contaba con unos 600.000 habitantes ubicados en las zonas
bajas tropicales de las vertientes y llanura del río Atrato y la costa Atlántica, la región
montañosa de la Cordillera Occidental, la cuenca del río Cauca, el valle de los ríos Nechí
y Cauca, de igual forma asentamientos entre los ríos Nechí y Cimitarra, el Valle de Aburrá
y el altiplano oriental, y toda la vertiente del río Magdalena; así pues, Antioquia a
comienzos del siglo XVI contaba con los siguientes grupos indígenas:
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Oriente: Guamacoes, Punchinaes, Pántagoras, Amaníes.
Desde el momento de su fundación, los resguardos fueron invadidos por los ganados y
sementeras de blancos, mestizos y mulatos; hacia 1670 los indígenas de Sabanalarga
(1610), San Jerónimo (1616) y Sopetrán se quejaban ante las autoridades de la
progresiva presencia de mulatos y negros libres en sus tierras, lo cual augura un
acelerado proceso de mestizaje. En 1785 el gobernador Francisco Silvestre consideraba
que había unos 2.681 indios ubicados en los pueblos de Sopetrán, Cañasgordas,
Sabanalarga, La Estrella, Sabaletas, Pereira y El Peñol5.
El siglo XVI marca el inicio del proceso de colonización y conquista; los grupos indígenas
asisten al resquebrajamiento paulatino de su estructura social y cultural al igual que a la
modificación drástica de su entorno natural, en tanto los españoles, se establecen y se
dedican a saquear y esclavizar indios para vender en la isla La Española (Santo
Domingo).
La minería tiene un impacto notable y explica en parte los procesos iniciales de ocupación
en Antioquia. Entre 1580 y 1630 se formaron los distritos mineros de Santa Fe, Zaragoza
(1581), Cáceres (1576) y Guamocó. En Santa Fe de Antioquia se hicieron reales
concesiones de tierras a ricos residentes que establecieron haciendas de ganado para
proveer de carne a las crecientes poblaciones mineras del norte, nordeste y oriente. Los
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Álvarez, Víctor. La sociedad colonial, 1580-1720. En: Melo, Jorge Orlando (1988). La Historia de Antioquia.
Medellín, Suramericana de Seguros.
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asentamientos mineros iban acompañados de transformaciones del espacio geográfico,
tanto por la actividad minera misma como por la producción de alimentos básicos. Así, la
presencia del oro y de actividades de producción agrícolas, es el marco natural dentro del
cual se establecen en Antioquia los patrones de asentamiento y se configuran regiones.
Santa Maria la Antigua del Darién (1510), San Sebastián de Urabá (1509), San Sebastián
de Buenavista (1510) –ambos cerca de Necoclí-, Dabeiba (1574), San Juan de Rodas
(1570), Buriticá (1614), Caramanta (1548-49), Mungía o Pueblo de la Sal (descubierto en
1541 data su fundación de 1814 cuando deja de ser Guaca y se convierte en la parroquia
de Heliconia), Ebéjico, Llano de Ovejas y Sopetrán, serían las nacientes poblaciones y
los caminos recorridos, que a grandes rasgos configuran los nuevos asentamientos del
territorio de la Provincia de Antioquia.
Poco después de la fundación, Gaspar de Rodas asume el control total del territorio y con
el ánimo de procurar una administración más eficaz que permita aglutinar los poderes
descentralizados a favor de la conquista paulatina del territorio, a más de eliminar las
querellas por propiedad de la tierra entre los españoles que van llegando al territorio,
decide trasladar Antioquia a Santa Fé, unificando de esta manera las dos ciudades de
mayor importancia regional.
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El período comprendido entre 1546 y 1580 es de una enorme inestabilidad y salvo un
pequeño grupo español que habita la ciudad con el fin de explotar las minas de Buriticá,
fue necesario esperar hasta 1584 cuando se unifico la región de Santa Fé de Antioquia
con el Bajo Cauca y Porce, con el objetivo de fiscalizar, supervisar y mantener la
explotación aurífera del nordeste en Zaragoza -1594- y Cáceres -1576-, Remedios6-1560-,
a más de controlar los procesos expedicionarios y de colonización. Así pues, Santa Fe se
convierte en el núcleo desde donde se organiza la conquista, la pacificación y la
colonización del norte y nordeste de la Provincia de Antioquia.
Las colonizaciones ligadas a este primer período de fundaciones, responde ante todo al
afianzamiento de los españoles y sus estructuras administrativas, con el fin de controlar y
enfrentar a los pueblos indígenas. Este período, si bien es importante en cuanto al
reconocimiento de los posibles sitios de explotación minera, no se caracteriza por una
explotación sistemática, y responde ante todo a la apropiación de las riquezas de los
indígenas y al reconocimiento gradual del territorio.
Durante el siglo XVII, regiones como el Valle de los Osos, el oriente antioqueño y el Valle
de Aburrá, adquieren relevancia dentro de los proyectos colonizadores, debido a su
importante potencial aurífero. La meseta norte de Antioquia fue avistada por Gaspar de
Rodas y Andrés Valdivia en 1541, a su paso hacia las auríferas tierras del nordeste y al
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Remedios se convertiría en una especie de campamento minero en movimiento, aprovechando y siguiendo
el oro además de los indios para poder extraerlo. Inicialmente fundado sobre el río Guatape, y pasando
luego por San Carlos, Yolombó, Cancán (valle de San Bartolomé), y por último instalarse hacía 1594 donde
actualmente se encuentra.
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parecer todavía se encontraban indígenas en la región, sin embargo, de ellos apenas
quedaron algunas huellas, pues los grupos poblacionales habían desaparecido por los
siglos XVII y XVIII cuando fue explorado el territorio. 7
No obstante tener noticia del altiplano norte desde 1541, deben pasar casi cien años para
que el proceso de exploración, poblamiento y conformación del territorio comience. El
poblamiento de la región de los Osos se inició en el siglo XVII siguiendo la ruta del oro,
así que el patrón de asentamientos y la configuración del paisaje en esta región es
resultado de la actividad minera de la época colonial, que se vio posteriormente reforzada
por la economía campesina de pequeña propiedad, la cual supone mayores densidades
de población que las propias de regiones donde predomina el latifundio. El oro
proporciona autonomía, dinamismo comercial y obliga a crear y a importar técnicas y
maquinaria que permitan la fundición y el moldeo del mineral. Su progresiva tecnificación
conduce también a estabilizar los asentamientos y a configurar espacios y clases
sociales.
Desde los mil seiscientos treinta el oro de los lechos del río Porce, el río Guadalupe, y los
ríos Grande y el Chico es descubierto, dando lugar a la llegada y asentamiento de
cuadrillas de esclavos negros dirigidas por españoles y a la exploración sistemática de
sus afluentes, comenzando así la minería en la región.
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Tamayo Arango, Alba Shirley. Camino a la región de los Osos. Exploración y colonización de la meseta del
norte de Antioquia (2002). Ministerio de Cultura. Departamento de Antioquia. Editorial El Mal Pensante.
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A principios del siglo XVII, se abre otro frente de trabajo minero, la explotación de las
minas de oro en las tierras altas de San Pedro, Ovejas, Riochico y Santa Rosa; la
consolidación de una población creciente y estable de empresarios y cuadrillas de
esclavos, permitió que hacía 1675 se fundara el curato de Santa Rosa de Osos. Desde
entonces, la instalación de mineros procedentes de la ciudad de Antioquia generó
inicialmente en la zona, un modelo económico sustentado fundamentalmente en la
minería con mano de obra esclava, condición que durante el siglo se fue modificando a
medida que las explotaciones se hacían menos rentables y los centros mineros ubicados
exigían mayor producción agrícola y ganadera. Proceso similar ocurriría en Guarne,
Rionegro y Piedras Blancas, sitios donde al promediar el siglo XVII, encontramos
importantes asentamientos de empresarios y cuadrillas encargadas de la explotación
minera.
A partir de 1740 se inicia un nuevo ciclo aurífero y el norte amplía la frontera agrícola y
minera, por medio de quienes habían logrado obtener concesiones de mercedes de
tierras, propietarios ricos que retenían minas sin explotar y acumulaban tierras valiéndose
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de pobladores pobres que utilizaban en calidad de agregados para desmontarlas y
aumentar su valor. Para frenar esta situación y mejorar asuntos fiscales se fundan en
esta región tres poblaciones en 1788, San Luís de Góngora (Yarumal), San Antonio del
Infante (Don Matías) y Carolina del Príncipe en las montañas de los Osos, marcando con
esto la transición de colonización espontánea a colonización dirigida.
La oleada migratoria de finales del siglo XVIII y comienzos del XIX, cuyos principales
representantes fueron vecinos de Rionegro y el Valle de Aburrá, ayudó a configurar toda
una red y cruce de caminos que además de comunicar de sur-norte con la costa
Atlántica, y de occidente a oriente la región8, hizo posible que se estructurara todo un
sistema proveedor de alimentos y manufacturas de los centros mineros y comerciales de
Antioquia y algunos municipios externos a la Provincia. Este período marca un cambio
en la tradición minera de la región, en la medida en que los nuevos colonos no sólo
llegaron buscando oro, también “trajeron consigo semillas y arados”; los nuevos
migrantes dieron cabida a la consolidación de medianos y pequeños propietarios, base
de la economía en explotaciones ganaderas y parcelaciones agrícolas del altiplano.
Una nueva caída de la producción del oro al finalizar el siglo XVIII, obliga al cierre de
minas y por ende a la manumisión de esclavos, la rentabilidad de la explotación minera
bajo el sistema de fuerza esclava o de cuadrillas venía siendo cuestionado desde hacía
varios años, los problemas técnicos de la minería de canalón, la necesidad de invertir
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Algunos de estos caminos eran: Desde Santa Rosa y el altiplano hasta el Magdalena, comunicando con
Honda y Mariquita por el antiguo Nare (construido en el siglo XIX). Desde Santa Rosa hasta Puerto Espíritu
Santo (Siglo XIX). Yarumal con Cáceres (Siglo XIX). Yarumal con Santa Rosa. Medellín siguiendo hasta
Rionegro con una salida anterior que se dirigía a Marinilla (Siglo XVIII), y por último nos encontramos, un
camino construido en la colonia que pasaba por los municipios de Yolombó, Santa Rosa, Sopetran,
Sabanalarga, Puerto Espíritu Santo, San Andrés de Cuerquia, Cáceres, Zaragoza, Remedios y Puerto Nare.
(Gallego, Amparo y otros, 1995: 48).
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grandes capitales, el rápido agotamiento de los yacimientos situados en sitios fáciles de
abastecer, el carácter estacional de la explotación, entre otros aspectos, abonarían el
terreno para las manumisiones y el afianzamiento de los mazamorreros quienes
trabajaban en números menores de cinco personas o se dedicaban a la extracción
independiente del oro.
La cada vez más cuantiosa profusión de negros libres hizo que se conformaran núcleos
importantes con presencia en la vida económica y social de la región. En municipios
como San Jerónimo, Sopetrán y algunos del Valle de Aburrá aumenta el número de
negros libres y mulatos. En el censo de 1675, se habla de unas 300 familias de negros
libres y mulatos en el Valle de Aburrá, este aspecto a su vez, dinamiza el proceso de
colonización ampliando las fronteras mineras y agrícolas y entronizando otras variables
sociales y culturales.
Para finales del siglo XVIII aparecen nuevos centros poblados como Urrao (1781) en el
occidente antioqueño, Yarumal (1787- San Luis de Góngora), Don Matías (San Antonio
del Infante 1787) y Carolina del Príncipe en el norte (1788), Rionegro (1783) y Marinilla
(1787) hacia el oriente, Titiribí (1775), Amagá (1788) y Fredonia (1790) en el sur;
fundaciones ligadas en gran medida a la producción agrícola necesaria para el
sostenimiento de los centros mineros cercanos, así también a las políticas propuestas por
las reformas Borbónicas llevadas a cabo en la segunda mitad del siglo XVIII, las cuales
introdujeron importantes cambios en el poblamiento y la economía, pues buscaban una
mayor eficiencia productiva, aglutinar poblaciones dispersas con el fin de controlarlas a
través de la autoridad eclesiástica y civil e incentivar colonizaciones de los espacios
vacíos e improductivos; básicamente se buscó promocionar la organización espacial y
urbana.
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una al norte conformada por los núcleos de Cáceres, Zaragoza y Nechí, al centro los de
Antioquia y Medellín, y al oriente Rionegro y Marinilla. (Ver Gráfico 7).
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A comienzos del siglo XIX, Santa Fé de Antioquia pierde la primacía administrativa que la
había acompañado desde el siglo XVI, la cual se sustentaba fundamentalmente en la
explotación minera de las zonas circundantes.
El aspecto que resume las razones de colonización del Valle de Aburrá y los valles
circundantes, son las condiciones ecogeográficas: abundantes fuentes hídricas, un clima
medio menos malsano y frío que en otras regiones, la altura permitía dos cosechas de
maíz y de fríjol al año, una mayor variedad de productos alimenticios, la provisión de
madera y materiales para la construcción (piedra y arcilla), buena cantidad de pastos,
además de una ruta por el río Porce para abastecer los centros mineros del Norte; eran
las bases para la configuración en el Valle de Aburrá de una economía de medianos y
pequeños comerciantes, finalizando el siglo XVIII.
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que permitieron el establecimiento de pequeños y medianos propietarios de tierra. (Ver
Gráfico 8).
A principios del siglo XIX, gran parte de la tierras de esta región pertenecían a la
concesión Echeverri, la cual tenía como claros intereses, la búsqueda de minas y la
apertura de caminos que condujeran a Marmato (en muchos casos se otorgaron
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concesiones de tierra a cambio de la apertura de caminos), poblado que se había
convertido desde el siglo XVIII, en un importante centro de explotación minera, no
obstante había presentado períodos de crisis a finales del siglo que interrumpieron el
poblamiento general. (Ver Gráfico 9).
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Un nuevo auge colonizador ligado a la explotación minera, se presenta para mediados
del siglo XIX, colonos venidos de diferentes regiones del Departamento y del país entran
a conformar la masa de nuevos pobladores. Molinos de pisones, bocartes y técnicas de
amalgamación traídas por técnicos e ingenieros extranjeros, empujan y permiten la
construcción de las grandes fundiciones de metales preciosos, aprovechando de esta
manera la minas de veta existentes en Anorí, Amalfí, Santa Rosa, Segovia, Frontino y
Titiribí.
Para 1890 se inicia el apogeo de la producción cafetera, difundiéndose este cultivo entre
los campesinos del sur y el suroeste del departamento, bajo un sistema de aparcería que
favoreció el poblamiento y la expansión rápida de esta forma de producción agrícola,
pues los pequeños y medianos colonos que habitaban esta región necesitaban un
producto comercial que les permitiera romper la economía cerrada de la colonización y
utilizar mano de obra familiar.
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contribuciones de guerra; esto junto con los bajos costos de la tierra permitió que familias
enteras se desplazaran buscando formas de subsistencia9.
A principios del siglo XX la inmigración continúa, pues la subregión contaba con factores
atractivos, como mejores condiciones higiénicas, un relativo acceso a la medicina y la
constante necesidad de mano de obra para el sostenimiento de las parcelas cafeteras.
En este proceso de expansión y consolidación demográfica de los primeros años del siglo
XX, juega un papel importante la representación monetaria de la economía campesina,
aspecto producido por el cultivo del café.
A nivel regional, el suroeste figuraba como una importante área, cuya dinámica
demográfica la ponía por encima de regiones tradicionales ya consolidadas económica y
políticamente. Este proceso de expansión social se afianzará en el lapso que va de 1883
a 1912, cuando el suroeste se consolida como una región demográficamente importante
en Antioquia.
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Vélez Rendón, Juan Carlos. Los pueblos allende el río Cauca: la formación del suroeste y la cohesión del
espacio en Antioquia, 1830-1877. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia
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La construcción del ferrocarril de Antioquia desde Puerto Berrío, a finales del siglo XIX y
comienzos del XX establece un sistema de intercambios interregionales y regionales, las
estaciones ubicadas en los municipios del norte de la ciudad de Medellín favorecen a una
población flotante encargada de comercializar con los establecidos centros urbanos de
comercio.
Entre 1938 y 1951, Medellín alcanzó unas tasas de crecimiento anual del 6% y del 4%,
crecimiento que sin lugar a dudas favorece las estructuras económicas de los municipios
cercanos. La economía ya no gira únicamente en torno a las actividades primarias y se
suscitan otros renglones como son el sector manufacturero con un 12% de participación
de la población hacia 1912. Las estadísticas obreras demuestran que para 1917 el 37%
de la población trabajadora provenía de otras subregiones del departamento y para 1926
la cifra alcanza el 40%, aspecto que pone a los municipios del Valle de Aburrá como
epicentro para la migración.
Estas fuerzas del mercado, acrecentadas en gran medida por la cercanía al Área
Metropolitana, han configurado un espacio territorial agrícola ganadero, con centros de
acopio que históricamente han tenido un mayor desarrollo económico (Yarumal, Santa
Rosa y San Pedro) o en los cercanos a Medellín que cuentan además con vías de acceso
adecuadas para el transporte de productos.
La apertura de la carretera al mar, a finales del XIX y principios del XX, implicó leyes
sobre adjudicación de baldíos y la introducción de cultivos comerciales, aspecto que
llamó la atención de pobladores que se trasladaron a los pequeños caseríos que
quedarían conectados por la vía. De esta manera la vía al mar se consolidó como un
importante eje cultural y un importante eje de poblamiento hacia la región de Urabá.
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Después de la Segunda Guerra Mundial, concurren dos factores que presionan la
migración del campo a los centros urbanos y de éstos hacia la ciudad de Medellín u otras
ciudades del país. De un lado, la pérdida de competitividad del oro colombiano, que se
traduce en el decaimiento de la actividad minera, y de otro lado, la irrupción de la violencia
política conservadora-liberal, que se prolongó hasta finales de los años 60.
A partir de la segunda mitad del siglo XX, las dinámicas poblacionales varían
completamente; veamos algunos casos:
Algunos centros urbanos como Don Matías, San Pedro, Entrerríos y Santa Rosa, se han
beneficiado de la proximidad y buena accesibilidad a Medellín y el Valle del Aburrá,
desarrollando una incipiente industrialización, especialmente en el campo de la
confección, bebidas y alimentos, con excepción de la industria de derivados lácteos que
es complementaria a la base económica regional. En cuanto a la industria extractiva en
el sector de la minería, se da la explotación de talco y asbesto en los municipios de
Yarumal y Campamento respectivamente.
En cuanto al suroeste, la segunda mitad del siglo se caracteriza por que se introduce la
variedad de café caturra, con la cual se le da un nuevo impulso a la economía cafetera,
presentándose además una bonanza en los años setenta; durante toda esta década, el
área de producción cafetera se amplía ininterrumpidamente hasta fines de los años
ochenta, cuando la broca y los precios del café sumen a la región en una crisis,
disminuyendo la productividad del cultivo de café. Actualmente, municipios como Salgar,
Andes, Ciudad Bolívar, Betania y Betulia, presentan una fuerte tendencia a la disminución
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de la población, y esto no sólo debido a la ya mencionada crisis cafetera, sino al
desencanto de vivir en el campo. Actualmente la dinámica poblacional es de carácter
urbano, con una fuerte tendencia a la expulsión de población rural efecto de la baja
productividad, finalmente, por el conflicto armado.
En general podemos establecer a manera de resumen una estructura antes que temporal
temática, en lo que concierne al poblamiento de Antioquia; no obstante, es posible que
cada una dé cuenta de un período relativamente identificable. Así pues, en primer lugar
nos encontramos con la colonización española ligada al afianzamiento de la actividad
minera y la conformación de los centros urbanos inherentes a éste sector productivo en
los siglo XVI y XVII, localizado en las inmediaciones a Santa Fe de Antioquia y los
yacimientos auríferos de los municipios del norte, nordeste y oriente cercano; en un
segundo momento, nos encontramos con la expansión de la frontera agrícola y la
consolidación como renglón productivo ligado a la tierra en el Siglo XVIII y XIX, localizada
entre los municipios que conforman el norte y sur del Departamento; en tercer lugar
podemos hablar del auge de la economía agrícola y las primeras luces de la
industrialización en los siglos XIX y XX) con lugar en el suroeste; y por último,
encontramos dentro de la distribución de los procesos de poblamiento y de configuración
territorial, un período que iría desde la segunda mitad del siglo XX hasta finales y
comienzos del XXI, caracterizado fundamentalmente por los movimientos socioespaciales
de población, que convergen mayoritariamente en Medellín y los municipios integrados al
Valle de Aburrá.
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