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Mientras Llega la Promesa

¿Cuántos de nosotros estamos esperando una respuesta de parte de Dios? Vamos a hablar de
cómo esperar mientras llega la respuesta de Dios. Se ha hablado mucho de la situación
económica del país, de los problemas que esto ha ocasionado en el seno familiar, en los
trabajos, la escasez y demás, pero es hora de buscar algo que nos sostenga en medio de la
prueba.

Siempre que hay un desierto o una adversidad, la gente se altera, se pone de mal humor y se
alteran los estados de ánimos. Somos seres espirituales que han perdido la capacidad espiritual
a causa de la caída y desde el nacimiento nos han dado una formación emocional. ¿Qué quiere
decir esto? Que nos dejamos guiar por las emociones y no por el espíritu. De manera, que
cuando se presenta un problema, no buscamos la solución en el espíritu, sino que las
emociones nos dominan, nos nublan el entendimiento y no percibimos ni vemos la solución
aunque esta esté delante de nosotros.

A la gente, normalmente, no le gusta esperar en Dios. Vivimos en la época del microonda, de la


banda rápida del internet (DSL), de la comida rápida, etc., y por tanto, todo lo queremos rápido
y si no es rápido, no sirve, no es bueno y no es Dios. Pero muchas veces, se nos olvida, que ya
Dios nos dejo saber que para Él un día es como mil años y mil años son como un día. Dios no
tiene apuro, si usted va a hacer la voluntad de Dios, tiene que saber que es en Su tiempo: con
quien Él quiere, como Él quiere y donde Él quiere. Así de sencillo.

Alguien dice: “Pero es que yo no sé que voy hacer porque esto esta malo y yo necesito la
respuesta ya: no mañana, sino ahora”. Le cuento, que Dios no llega tarde, si la respuesta no le
ha llegado es porque no es el tiempo de Dios para su vida: tiene que seguir esperando. Y sigue
preguntando: “¿Qué voy hacer mientras tanto? Me van a botar de la casa, no tengo trabajo,
tengo un problema serio con mi familia, ¿Qué hago?”. Hay varias cosas que podemos hacer
mientras llega la respuesta, mientras llega la promesa de Dios.

Lo primero que vamos a hacer es aprender a esperar en Dios. Si vamos a la Escritura,


encontraremos que muchos tuvieron que esperar por la respuesta de Dios y para ello, tuvieron
que aprender como esperar y como depender de Dios. Unos tuvieron que derramar el alma en
la presencia de Dios, como Ana la madre de Samuel; otros tuvieron que servir más de 80 años
en el templo para ver su promesa cumplida: ver al Mesías, como la profetiza Ana; pero siempre
hubo un tiempo de espera y ellos tuvieron que aprender a esperar en Dios.

«20Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe,
dando gloria a Dios», Romanos 4.20

La palabra fortalecer en griego es endunamóo que quiere decir dar fuerza, esforzar, fortalecer.
Esta palabra, a su vez, viene de dunamóo que quiere decir capacitar, fortalecer. Mientras
esperaba, Abraham se fortaleció dando gloria a Dios.

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Lea lo que dice la Biblia Amplificada en Romanos 4.20:

«20Ni la incredulidad o la desconfianza le hicieron tambalearse, cuestionar dudando con


respecto a la promesa de Dios, sino que se fortaleció y se habilitó por fe mientras daba
alabanza y gloria a Dios». Romanos 4.20

Cuando Dios le da una promesa es porque tiene toda la intención de cumplirla, siga leyendo el
versículo siguiente en Romanos 4.21:

«21Plenamente convencido de que era también poderoso para hacer todo lo que había
prometido». Romanos 4.21

Abraham estaba “plenamente convencido”. Note que él no estaba convencido, sino plenamente
convencido de que Dios era poderoso para cumplir lo prometido. Esa palabra poderoso
significa eso precisamente: poderoso, pero también quiere decir capaz, posible. Así que,
comience a alabar a y dar gloria a Dios, comience a agradecerle todo lo que Él le ha dado y le ha
prometido.

Fíjese en esta otra palabra, prometido, epanguélo en griego, que significa anunciar sobre, hacer
promesa, prometer, afirmar algo respecto a uno mismo. Esta palabra es impresionante porque
la connotación no solo es promesa, anunciar algo, sino que el énfasis esta en el hecho de
afirmar algo sobre uno mismo. Lo que Dios está diciendo es algo sobre sí mismo, más bien lo
está afirmando es “Yo soy capaz, Yo puedo hacerlo, Yo lo voy a hacer, Yo prometo, Yo cumplo, Yo
soy Dios”. Dios se está jugando su reputación cuando hace una promesa.

Dele gracias por todo lo que ya le ha provisto, por las oraciones contestadas pero sobre todo
por la salvación de su alma, pero, también dele gracias por las promesas que aún no ha
cumplido. Es la única forma de que su fe crezca, que su confianza se fortalezca y que Dios
cumpla sus promesas.

Ahora bien, ya vimos que lo primero que podemos hacer mientras esperamos por la promesa es
aprender a esperar en Dios, mientras que lo segundo es pelear con la Palabra recibida.

«18Este mandamiento, hijo Timoteo, te encargo, para que conforme a las profecías que se
hicieron antes en cuanto a ti, milites por ellas la buena milicia» 1 Timoteo 1.18

Milicia es strateía en griego y significa servicio militar, milicia. Figurativamente, quiere decir
carrera apostólica con privaciones y peligro. La versión en inglés de la Biblia me gusta más, la
traducción de la King James dice:

«18Te encomiendo este mandamiento, hijo Timoteo, de acuerdo a las profecías que han ido
delante de ti, por ellas, guerrees poderosamente una buena batalla». 1 Timoteo 1.18

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Aquí está hablando de intercesión y guerra. Pero antes de entrar a hacer guerra tenemos que
examinarnos a nosotros mismos para identificar la fuente del desierto que estamos
atravesando. Hay tres fuentes que producen desiertos en el creyente: primero, debemos
preguntarnos si viene de nuestra propia carne por una mala decisión. Si es así, arrepiéntase,
asuma la responsabilidad y haga lo necesario para volver a la voluntad de Dios y corregir el
problema.

La segunda fuente es el Señor. Debemos preguntarle a Dios que es lo que tenemos que
aprender de esa prueba por la que estamos atravesando o que es lo que tenemos que sacar de
nuestro corazón para poder ir al próximo nivel, al cual Él nos quiere llevar. Una vez, conocido el
propósito de Dios para esa prueba, tenemos que hacer los cambios necesarios para lograrlo.

Pero si no ha cometido errores que le hayan llevado al problema que esta atravesando y Dios le
confirma que Él no le está probando, entonces la fuente de su adversidad es el diablo.
Repréndelo y pelea la buena batalla. En la primera, por más guerra que hagamos, no va a pasar
nada porque fue nuestra carne la que provocó la crisis. En la segunda, si Dios le esta lijando, lo
mejor que puede hacer es disfrutar el viaje, pero eso sí, recuérdele todos los días esas promesas
incumplidas: “Señor, te recuerdo hoy que tú me dijiste…”. Cánselo con sus palabras para que no
se le olvide. Cada vez que aparece en la Escritura la frase: “Se acordó Dios de…” significa que
había una promesa dada por Dios que aún no se había cumplido y de repente, Él se acuerda y la
trae a cumplimiento.

«24Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob».
Éxodo 2.24

El pueblo estaba gimiendo, estaba orando, estaba suplicando a Dios, entonces Él recordó su
pacto con Abraham y levantó a un Moisés para sacar a su pueblo de la esclavitud. Saque las
promesas que Dios le ha dado, desempolve esas profecías, esos sueños, esas visiones, esos
deseos ocultos que tiene en el corazón, que usted sabe que lo sabe que son de Dios y comience
a recordárselos a Dios de día y de noche. Eso va a hacer la espera más pasadera porque va a
aumentar su fe y su confianza en Él. Comience a militar la buena batalla, comience a hacer
guerra con sus promesas, no deje que el diablo se las quite, ni las deseche. ¿Cuántas promesas
han sido enterradas en tumbas juntamente con los que las recibieron? Un montón, que no sean
las suyas unas de esas. Yo no sé qué fue lo que Dios le prometió, pero lo que sea, sáquelo,
desempólvelo, sacúdalo.

Lo tercero que podemos hacer mientras esperamos la promesa es fortalecer nuestra fe. No voy
a hablar mucho de fe porque en los últimos meses se ha hablado mucho del tópico, pero
necesitamos vivir por fe. Nos es preciso vivir expectando algo nuevo de parte de Dios,
necesitamos tener nuestros ojos puestos en Él.

«6Pero sin fe es imposible agradar a Dios; porque es necesario que el que se acerca a Dios
crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan». Hebreos 11.6

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¿Se ha preguntado por qué no podemos agradar a Dios sin fe? Simplemente porque aquel que
no cree por fe esta dudando de Dios, esta dudando que Dios existe, o sea, que le hay. Pero no
solo tiene que creer que Dios existe, sino además que es galardonador de los que le buscan. Si
usted le busca, le va a encontrar, precisamente porque esta creyendo que lo va a encontrar y
eso es lo que le hace merecedor de ser galardonador. Un galardonador es uno que recibe un
premio. Su premio será recibir su promesa, recibir su respuesta, simplemente por haberle
creído a Dios.

Por último, mientras usted espera la llegada de su promesa, tiene que adorar a Dios. La gente
no está acostumbrada a esperar en Dios y la mejor forma de esperar en Dios es adorándole.
Cuando usted tiene problemas, pónganse a adorar.

«24Y el rey dijo a Arauna: No, sino por precio te lo compraré; porque no ofreceré a Jehová mi
Dios holocaustos que no me cuesten nada. Entonces David compró la era y los bueyes por
cincuenta siclos de plata». 2 Samuel 2.24

La adoración debe ser en público y en privado. La alabanza se divide en dos: alabanza y


adoración, las cuales son diferentes y con características propias. Alabanza es la proclamación y
la declaración de quien es Dios y de sus poderosos hechos expresándolos con júbilo, excitación
y gozo. La alabanza es una proclamación, es algo que usted expresa con palabras. Por ejemplo:
es lo que ha hecho Dios, es quien es Dios, que ha hecho por usted, por mí y por la humanidad.

Mientras que la adoración es postrarse, inclinarse en reverencia y respeto. Es una súplica


humilde a alguien para que haga algo. Tanto en hebreo como en griego, todas las palabras que
hablan de adoración, tienen que ver con una postura del cuerpo. La raíz hebrea de la palabra
adoración, da la idea de caer de rodillas en el piso ante el rey, dejarse caer, rodar de manera
indolente delante del rey. Es la palabra griega proscuneo, la cual es una palabra compuesta: pro
que quiere decir hacia y cuneo que significa perro (como besar). En otras palabras, significa
besar la mano, con inclinación hacia adelante como el perro lame o besa la mano de su amo.
Esta palabra también tiene que ver con la postura: se inclina hacia adelante, se postra. Un
ejemplo es la mujer sirofenisia que se postro a los pies del Maestro.

La adoración es una actitud interna de humildad, respeto y reverencia a Dios del corazón
demostrada con actos visibles mostrados con las diferentes posturas que asumimos en Su
presencia. La verdadera adoración a Dios tiene que ver con una actitud interna que a diferencia
de la alabanza que es una proclamación y declaración de quién es y de lo que ha hecho.

La mayor parte del mundo, creyentes o no, tienen un objeto de adoración, en quien confían
cuando tienen un problema: ya sea un hombre, un cónyuge, una imagen, un dios, el dinero,
etc., pero confían en alguien o en algo. El porqué de ello es porque Dios hizo al hombre para
adorar, lo llevamos por dentro y aún antes de conocer al Dios verdadero, tenemos que adorar a
algo o a alguien porque hay una pasión que llevamos por dentro para adorar. La adoración es
como el amor, le hemos dado muchos dolores de cabeza a Dios y aun así nos sigue amando
porque Él tiene que tener un objeto de su amor.

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Usted y yo expresamos esa actitud de adoración con un lenguaje corporal: cuando usted está
enamorado sus ojos se van detrás de ese amor, su rostro cambia cuando esa persona llega, su
manera de hablar se dulcifica y hasta se emboba, así mismo, hacemos cuando expresamos
adoración a Dios. Si usted está enamorado, no importa el rollo en que este metido, cuando llega
el objeto de su amor, a usted se le olvida todo, no le preocupa la renta, ni el trabajo y le
resbalan los problemas, de la misma manera, debe ser cuando adoramos a Dios: no importa el
rollo, no importa el problema, no importa el dolor ni la preocupación, es cuando más debemos
adorar.

Las posturas del cuerpo son las que determinan esa actitud humilde de corazón, respeto y
reverencia a Dios. Cuando nos cruzamos de brazos, demostramos una actitud de orgullo, son
aquellos que dicen a mí nadie me va a decir lo que tengo que hacer, eso es orgullo. Estas son las
posturas con las que expresamos nuestra adoración y honra a Dios mientras esperamos
demostramos que estamos expectando y confiando en Él:

Batir las manos: aplaudir es una expresión de alabanza y adoración. Los cantantes del mundo
dicen: “gracias a mi público, gracias por sus aplausos”. Eso es lo que alimenta su ego. Ellos no se
lo merecen, pero se alimentan de eso, razón de más por la cual debemos aplaudir a Dios.
Enseguida alguien piensa que es alabanza porque es algo rápido, pero es una forma de
adoración.

«1Pueblos todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de júbilo». Salmo 47.1

Clamad con voz de júbilo. Aquellos que están confiando en Dios se regocijan alabándole porque
saben que el galardón está cerca. Mientras espera su promesa, alábele con voz de júbilo,
sabiendo que mayor júbilo vendrá con su respuesta en mano.

«1Pueblos todos, batid las manos; aclamad a Dios con voz de júbilo». Salmo 47.1

«1Venid, aclamemos alegremente a Jehová; cantemos con júbilo a la roca de nuestra salvación».
Salmo 95.1

«11Pero alégrense todos los que en ti confían; den voces de júbilo para siempre, porque tú los
defiendes; en ti se regocijen los que aman tu nombre». Salmo 5.11

Danzar. La danza es una actitud de adoración. Aquellos que no danzan nunca, no son humildes y
están bajo la influencia de la religiosidad. Consideran que danzar es algo malo, algo carnal y no
tiene nada que ver con ellos ni con Dios, pero eso no es lo que dice la Palabra de Dios. Tenemos
que olvidarnos de los problemas, pero no con alcohol o drogas, pierda la cabeza danzando para
su Dios y olvídese de los problemas. Mientras usted danza, Dios comienza a moverse en su
necesidad porque Él habita en medio de la alabanza de su pueblo.

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«14Y David danzaba con toda su fuerza delante de Jehová; y estaba David vestido con un
efod de lino». 2 Samuel 6.14

Inclinar el rostro. Es una señal de adoración. Cuando usted se inclina no tienen nada que ver
con proclamación: es una actitud de respeto. Por eso, inclinamos el rostro cuando oramos, o
hacemos el llamado. Si usted inclina su rostro, le está diciendo a Dios: “Yo te respeto, te honro y
reconozco tu grandeza y majestad”. Hay muchos que ni siquiera inclinan su rostro, no hablemos
de aplaudir y mucho menos danzar.

Ese comportamiento exterior, ese lenguaje corporal está expresando la condición de su corazón,
está expresando la actitud de su corazón: “¡Oh, eso de danzar, aplaudir y todo eso, no es para
mí! Yo no bailaba en el mundo, mucho menos lo voy a hacer ahora”. Le está diciendo a Dios: “yo
no te respeto ni estoy agradecido lo suficiente como para perder mi postura, ni mi imagen…”.
¡Eso se llama orgullo! Eso es lo que hay en su corazón. Si a mi Dios me pide que me ponga de
cabeza, me pongo de cabeza: yo hago cualquier cosa para agradar a Dios, después de todo, fue
Él quien pago por mis pecados. A mí no importa la opinión de los demás, a mi me interesa la
opinión de Dios y que Él este agradado conmigo.

«31Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová había visitado a los hijos de Israel, y que había visto
su aflicción, se inclinaron y adoraron». Éxodo 4.31

Levantar las manos. La palabra gracias en el hebreo es la palabra todá. En Israel, cuando se
agradece algo se dice todá. Para que usted tenga acceso rápido al trono de Dios en su vida de
oración, tiene que entrar con acción de gracias, así mismo, cuando vamos a adorar hay que
empezar por dar gracias. Cuando alguien le hace un favor y usted da gracias hay algo que
ocurre: cambia la relación entre ambos. Aquellos que son malagradecidos con otros, también lo
son con Dios. Levantamos nuestras manos para darle gracias a Dios.

“Señor, levantamos nuestras manos para darte gracias, nos reunimos para darte
gracias, te adoramos, levantamos las manos como expresión de decirte gracias por mi
hogar, por mi familia, por la salud, por la provisión, por tu misericordia que son
nuevas cada mañana y a pesar de lo mucho que te he fallado y lo que te sigo fallando,
tú me perdonas. No tengo trabajo, pero tengo vida. Me va mal en las finanzas, pero
mi familia está bien. Señor, gracias por Jesucristo, por su sangre derramada por mí,
gracias por mi sanidad”.

Cuando usted da gracias no tiene que hacer guerra, no hay que echar fuera demonios,
simplemente darle gracias, sin esforzarse. Dele tan solo gracias porque Él se acerca a los que le
adoran. La adoración atrae a Dios a nuestros medios. Cada vez que levante sus manos, le dice
gracias y le demuestra que usted está agradecido.

«4Así te bendeciré en mi vida; en tu nombre alzaré mis manos». Salmo 63.4

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Extender sus brazos. Usted extiende las manos cuando va a abrazar a alguien, abre los brazos
para abrazar a alguien. Ahora bien, hay una diferencia entre levantar los brazos y extenderlos:
cuando se levanta las manos se da gracias a Dios mientras que cuando se extienden, es para
recibir de Dios. Dígale: “Señor, todo lo que tengas para mí lo recibo por la fe”.
«6Extendí mis manos a ti, mi alma a ti como la tierra sedienta. Selah» Salmos 143.6

Arrodillarse. Es una actitud my distintiva de adoración

«13Porque Salomón había hecho un estrado de bronce, de cinco codos de largo, de cinco codos
de ancho, y de altura de tres codos, y lo había puesto en medio del atrio: y se puso sobre él, se
arrodilló delante de toda la congregación de Israel, y extendió sus manos al cielo, y dijo:
14
Jehová Dios de Israel, no hay Dios semejante a ti en el cielo ni en la tierra, que guardas el
pacto y la misericordia con tus siervos que caminan delante de ti de todo su corazón» 2 Crónicas
6.13-14

Extender las manos y arrodillarse

«14Por esta causa doblo mis rodillas ante el Padre de nuestro Señor Jesucristo». Efesio 3.14

Doblar las rodillas significa un acto total de sumisión para reconocer que Él es nuestro Dios y
nuestro señor. Nosotros no podemos arrodillarnos ante nadie porque esta postura solo le
pertenece a Dios.

«10para que en el nombre de Jesús se doble toda rodilla de los que están en los cielos, y en la
tierra, y debajo de la tierra; 11y toda lengua confiese que Jesucristo es el Señor, para gloria de
Dios Padre». Filipense 2.10-11

No hay un lugar mejor y más hermoso para estar que Su presencia. Dice la Escritura que toda
rodilla se va a doblar ante Su presencia, por las buenas o por las malas. Nosotros lo hacemos
con gusto, pero toda lengua va a reconocer que Él es Señor y va a confesar que Jesús es el
Señor. Muchos no lo hacen porque se están cuidando la reputación, otros lo hacen como un
acto religioso, pero el adorador verdadero, lo hace en señal de adoración, respeto y honra.

Postrarse sobre su rostro. El caer postrado sobre el rostro, es reconocer nuestra total
dependencia de Dios: postrarse en Su presencia, delante de Él es la máxima expresión de
rendición y adoración. ¿Qué defensa tiene una persona postrada en el piso? Ninguna,
cualquiera lo puede patear, escupir, etc. Esta postura, esta expresión le está diciendo a Dios lo
siguiente: “Si tú no me cuidas Dios, si tú no me proteges, estoy a merced de cualquiera, yo
depende de ti”.

El más alto acto de adoración es postrarse delante de Dios sobre el rostro. Es no tener fuerza, es
reconocer que Él es Dios, que somos vulnerables y sin Él nada podemos hacer. Cuando nos
arrodillarnos y nos postrarnos, es una forma de decirle a Él: “Tú eres Dios y tú eres Señor”. En la

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Biblia, la mayor parte de los hombres de Dios, se postraban delante de Él y ese era el camino a
la grandeza. Dejemos que Dios sea Dios con nuestra adoración.

«5Exaltad a Jehová nuestro Dios, y postraos ante el estrado de sus pies; Él es santo».
Salmo 99.5
«6Venid, adoremos y postrémonos; arrodillémonos delante de Jehová nuestro Hacedor».
Salmo 95.6

«29Dad a Jehová la honra debida a su nombre; traed ofrenda, y venid delante de él; postraos
delante de Jehová en la hermosura de la santidad». 1 Crónicas 16.29

Silencio. El Señor le exhorta a que permanezca en silencio y que espere en Él. No importa lo que
el enemigo este intentando en contra suya, no se altere: espere en Dios, …en silencio.

«7Guarda silencio ante Jehová, y espera en él. No te alteres con motivo del que prospera en su
camino, por el hombre que hace maldades. Salmo 37.7

Silencio es la palabra hebrea dumiá que quiere decir silencio, quietud, confianza, acallar, callar y
esperar.

«17No habrá para qué peleéis vosotros en este caso: paraos, estad quedos, y ved la salvación de
Jehová con vosotros. Oh Judá y Jerusalén, no temáis ni desmayéis; salid mañana contra ellos,
que Jehová estará con vosotros». 2 Crónicas 20.17

El Señor le dice: estad quedos y ved la salvación. Esa palabra, salvación, es yeshúa en hebreo
que significa liberación, auxilio, victoria, prosperidad, salvación, salvador, triunfo. Dios dice: “Si
usted permanece en silencio, en adoración en mi presencia, vera mi salvación, vera mi
liberación, vera mi victoria y mi auxilio viene en camino para usted y Él dice más:

«10Estad quietos, y conoced que yo soy Dios; seré exaltado entre las naciones; enaltecido seré en
la tierra. 11Jehová de los ejércitos está con nosotros». Salmo 46.10-11

La única forma de conocer a Dios y de lo que Él es capaz de hacer por usted, es en Su presencia,
en silencio y dejando que Él se revele a su vida. Eso le va a dar confianza, le va a fortalecer la fe
y le va a sostener en el tiempo de espera mientras llega su promesa.

«1Jehová, no se ha envanecido mi corazón, ni mis ojos se enaltecieron; ni anduve en grandezas,


ni en cosas demasiado sublimes para mí. 2En verdad que me he comportado y he acallado mi
alma como un niño destetado de su madre; como un niño destetado está mi alma. 3Espera, oh
Israel, en Jehová, desde ahora y para siempre. Salmo 131.1-3

Varias cosas podemos sacar de este pasaje: primero, no se enorgulleció ni se envaneció. Esto
habla de humildad de corazón, alguien que se humilla y se postra delante de Dios. Dijimos que
los que no adoran desprecian a Dios y demuestran orgullo. Además, se ha comportado como un

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niño que ha obedecido, esto habla de hacer la voluntad de Dios, pero también habla de esperar
en Dios.

Habría que señalar además al silencio como forma de adoración porque es allí donde Dios nos
habla. Cuando cae la presencia de Dios, es cuando Dios comienza a moverse en su pueblo
sanando, libertando, restaurando y haciendo lo que es necesario ser hecho.

En tiempos de prueba, cuando aun no ha llegado el cumplimiento de la promesa de Dios para


nuestras vidas tenemos que aprender a esperar sosteniéndonos dando gloria a Dios, tenemos
que orar e interceder con las profecías la buena batalla, tenemos que fortalecer nuestra fe para
agradar a Dios y por último, tenemos que adorarle en todas las formas bíblicas posibles.

Bendiciones,

Pastora Clara Valenzuela


Diciembre 2009
Miami, FL USA

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