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El corazón enfermo: Puentes entre las emociones y el infarto
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El corazón enfermo: Puentes entre las emociones y el infarto

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En los últimos veinte años la investigación en diferentes disciplinas ha permitido enriquecer los abordajes de la relación entre las vivencias emocionales y distintas enfermedades, algunas tan graves como los ataques cardíacos. Desde el campo de la investigación básica, se ha avanzado en forma notable en la comprensión del funcionamiento vascular y de la arteriosclerosis: por primera vez se ha podido lograr evitar ataques cardíacos a partir de la intervención con fármacos, prolongando así la vida. Paralelamente, estudios epidemiológicos han demostrado el incremento de problemas cardiovasculares graves correlativos a situaciones socioeconómicas de inequidad, así como también a diferentes "catástrofes sociales": terremotos, guerras e, incluso, derrotas deportivas.
Quizá lo más difícil sea completar la interpretación de la relación entre la historia de vida –las vivencias emocionales– y la aparición de un ataque cardíaco. Contamos hoy con información sólida sobre los mecanismos de enfermedades asociadas con diferentes estados emocionales y su potencial relación con aspectos de los ataques cardíacos. Desde la neurociencia y la neurobiología, por otra parte, ha surgido una comprensión sorprendente de la biología de las emociones, que ha permitido profundizar su sentido y funciones. Nuevas exploraciones del campo psicoanalítico de pacientes con infarto de miocardio han contribuido también con elementos valiosos.
El autor del presente libro ensaya una hipótesis integradora de la multidimensionalidad del problema. A través de su mirada, los mecanismos complejos de la enfermedad adquieren un sentido biológico acorde a las emociones negativas que se asocian a su aparición. Abordado desde este original enfoque, facilita la empatía con quien sufre un problema cardíaco y nos permite un acercamiento diferente y enriquecedor a esta dolencia.
LanguageEspañol
Release dateJan 21, 2021
ISBN9789875992856
El corazón enfermo: Puentes entre las emociones y el infarto

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    El corazón enfermo - Carlos Tajer

    Carlos Tajer

    El corazón enfermo

    Puentes entre las emociones

    y el infarto

    © Libros del Zorzal, 2008

    Buenos Aires, Argentina

    Libros del Zorzal

    Printed in Argentina

    Hecho el depósito que previene la ley 11.723

    Para sugerencias o comentarios acerca del contenido de

    este libro, escríbanos a:

    info@delzorzal.com.ar

    www.delzorzal.com.ar

    www.elcorazonenfermo.com.ar

    Índice

    Prólogo | 5

    Capítulo 1

    El infarto: aspectos biológicos y una hipótesis | 11

    Capítulo 2

    El infarto y los factores psicosociales | 43

    Capítulo 3

    Biología de las emociones | 53

    Capítulo 4

    Emociones y mecanismos biológicos del infarto | 70

    Capítulo 5

    Relatos, emociones y anticipación | 87

    Capítulo 6

    El sentido del infarto | 95

    Lectura Complementaria I

    La interpretación del Dr. Chiozza.Un infarto por una ignominia | 117

    Lectura Complementaria II

    Preguntas | 121

    Lectura Complementaria III

    Spinoza y la medicina | 138

    Lectura Complementaria IV

    Visiones: otra historia de vida | 156

    Lectura Complementaria V

    Cardiología y narrativa | 161

    Posfacio

    Origen y construcción del libro | 177

    Bibliografía General | 181

    Agradecimientos | 184

    Prólogo

    Dr. Carlos Bertolasi

    Al comenzar estas líneas, estoy convencido de que deberé extremar mi capacidad de síntesis, para evitar que resulte el prólogo más largo de la historia. Ello se debe tanto a las características de la obra como a las de su autor. Habitualmente, un libro científico reúne los elementos de un emprendimiento concluido. Semeja, por ejemplo, el estreno de una casa nueva, de la que podremos comentar sus planos, la terminación o el colorido, pero ya está; no será posible agregarle más habitaciones, pisos o cocheras.

    De igual manera, habitualmente el libro científico es el colofón de un largo viaje. Atrás quedaron las hipótesis, los trabajos de investigación, la publicación parcial en revistas especializadas y las discusiones en congresos que agregan, quitan o enriquecen el producto original. Así, lentamente se construye un cuerpo de doctrina que luego es presentado con una estructura coherente, que facilita la comprensión y el análisis de la metodología científica seguida.

    En cambio, en esta obra nos hallamos ante un nuevo desafío para progresar en la milenaria tarea de establecer, con una base cada vez más racional, la relación cuerpo-alma.

    Si bien puedo coincidir en que toda aproximación en el conocimiento puede reconocer aspectos positivos y de los otros, creo que el dualismo cartesiano marcó el inicio de un largo camino de progreso hasta nuestros días.

    Al descorrer velos sectarios que por entonces (y aún hoy) impedían escudriñar el alma, quedó expedito el camino para iniciar una marcha, a tientas al inicio, hasta el asombro actual con el avance logrado y, aún más, con el esperado en las próximas décadas.

    Más complicado resultó profundizar el conocimiento de la mente en su relación con la materia. Teorías ancestrales, posiciones dogmáticas, carencia de metodología consensuada e hipótesis con dificultad probatoria han sido obstáculos casi infranqueables hasta épocas más recientes. Afortunadamente, creo que ha comenzado una etapa en la que la madurez de gran parte de los involucrados resulta determinante para hallarnos ante una ciencia más humanizada y un humanismo más científico.Aunque pueda parecer obvio, el hombre necesitó varios milenios para entender que el geométrico incremento del conocimiento científico sólo multiplica la vastedad de lo aún desconocido. Asimismo, profundizar la comprensión de la mente exige que se adopte cierta metodología científica o crear otras ad hoc para fortalecer el cuerpo de doctrina.

    Recordemos que en los albores de la Medicina se produjo el choque entre la escuela mágica de Esculapio y la primera pretensión racional de Hipócrates.

    Milenios más tarde, la capacidad de curar por intuición (mezcla de experiencia previa y observación más convicción) dejó lugar a la medicina basada en la evidencia.

    Algo parecido ocurre con el pronóstico del tiempo del gaucho y del meteorólogo. A comienzos del siglo pasado, la opinión del gaucho era insustituible; hoy, el gaucho se entera del pronóstico por la televisión.

    Como decíamos, la medicina basada en la evidencia aumentó el rigor científico de la práctica médica, pero tanto progreso conlleva el riesgo de desnaturalizar este fundamental aporte.

    Recordemos que confirma que un recurso es efectivo, pero su aplicación aún depende del buen criterio médico. Un progreso técnico (por ejemplo, un destornillador) puede ser muy útil para ajustar tornillos, pero también para asestar una puñalada (de acuerdo con su modalidad de empleo).

    Muy confundido se halla quien usa a la medicina basada en la evidencia como manual del buen conductor. Sin duda demuestra que el automóvil es útil, pero de ninguna manera nos enseña a manejar.

    La conjunción psicosomática en la práctica médica es reconocida por todos; la dificultad quizás resida en cuantificar la interacción.

    Cuando hace ya muchos años planteamos que el progreso más importante de la historia médica ha sido la silla, tratábamos de simbolizar la relación médico-paciente y la prevención de la enfermedad.

    Atrás quedaba el individuo postrado en su lecho y el médico erguido como expresión de caso terminal y desnivel del conocimiento. La silla inicia el diálogo entre seres humanos que persiguen iguales propósitos.

    Podemos concluir entonces que en esta obra nos hallamos ante un tema actual, de gran trascendencia e imprevisible futuro.

    Aunque no se explicita, creo útil también considerar a quién va dirigido este libro.

    Por su temática y desarrollo, mi impresión es que el espectro de lectores puede ser muy amplio y abarcador.

    Así será mejor la difusión, pero también acarrea riesgos que debemos recordar para evitar una lectura equivocada.

    El médico debe comprender que se trata de una ampliación del panorama en lugar de un cambio de paradigma. Perdemos el tiempo si contraponemos teorías (especialidad argentina) en lugar de integrarlas, como se trata en el texto.

    El profesional no médico, que no lo considere como un triunfo de la intuición sobre la razón. La aproximación científica en Medicina permite conocer la enfermedad y los recursos para su detección y tratamiento como principio general. La aproximación humanística permite entender al individuo, en su condición única.

    Pero quizás quien mayor riesgo corre al leer esta obra es el lector no especializado que sólo busca información cultural a través de la lectura. Que jamás se sienta reflejado fielmente en alguna de las numerosas anécdotas o relatos de pacientes. Debe comprender que es necesario todo el proceso previo de formación científica, para dar acabada interpretación a un relato o una trayectoria. Y así como cada uno de nosotros portamos una impresión digital absolutamente irrepetible, lo mismo ocurre con las circunstancias de la vida, aunque parezcan idénticas.

    No es un texto para un lector desprevenido, pero por si hubiera alguno, sería útil recordarle que no debe caer en enfoques simplistas. El infarto de miocardio no es producto de una rabieta, sino de una posible alteración emocional y de una constelación de otros factores. Aun con haber sido importante, la baja temperatura no ha sido lo único responsable de la reciente nevada en Buenos Aires.

    Para complicar aún más las cosas, factores externos influyen de un modo importante desde el punto de vista epidemiológico; ello dificulta descifrar la relación causa-efecto. La miseria, la inequidad, la desprotección social y el interés por el clientelismo político operan como factores patógenos.

    Hace años se observó que en la ciudad de Karachi era posible reducir en un 50% la diarrea crónica y las infecciones con el lavado cotidiano de las manos. Fue imposible implementarlo porque el lavado costaba un dólar semanal por familia, mientras el ingreso total de más de la mitad de la población era de quince dólares en igual lapso. ¡Lavarse las manos consumía casi el 8% del ingreso!

    En resumen, podemos imaginar a un lector aprisionado por la pasión del tema, pero respetando cuidadosamente cada mensaje. Estamos ante hipótesis que se redefinirán y podrán adquirir mayor o menor relevancia con el curso del tiempo, a partir de la investigación reglada y de una mejor estructura de aproximación al ser humano.

    ¿Y qué podemos comentar sobre el autor? Creo que hoy resulta sencillo emitir opinión sobre la trayectoria de Carlos Tajer. Pero ya hace años formulé un diagnóstico precoz, al considerarlo una mente brillante. Su evolución lo confirma. Habiendo llegado a ser una autoridad indiscutible en la Cardiología científica, toma actitudes definitorias. Primero: alerta sobre los riesgos de las evidencias en manos inmaduras o inmorales. Así, un recurso de extrema importancia puede desvirtuarse como en cualquier otra actividad, cuando el hombre aplica mal (errónea o intencionalmente) la tecnología. Segundo: propone indagar en profundidad la interacción entre cuerpo y alma.

    Así como fue muy oportuno hace siglos separar la materia para someterla al rigor científico sin ataduras, quizás éste sea el momento de aproximarlas (no fusionarlas) para continuar avanzando en la aventura del conocimiento.

    Por último, pero también fundamental, recurre a la ética como controlador de la tarea médica y de investigación.

    No se detiene contra los burdos transgresores, por todos conocidos, y que sólo merecen la aplicación del Código Penal por jueces idóneos. También involucra al transgresor de guante blanco, que con disimulo corrompe, miente o tergiversa en beneficio propio o perjuicio del prójimo.

    Dice Marcia Angell (ex editora en jefe del New England Journal of Medicine): Un médico no debería escandalizarse ante un soborno gubernamental si recibe pagos indebidos o prebendas por su actividad profesional.

    Tajer coincide seguramente con José Ingenieros cuando dijo: Son sujetos despreciables los predicadores de moral que no ajustan la conducta a sus palabras.

    Tuve la fortuna de trabajar durante años con Carlos y disfrutar del afecto y respeto mutuos. No hace falta mi ponderación cuando vemos que jóvenes generaciones lo siguen con devoción. No se equivocan: demuestran la capacidad de la juventud para identificar y seguir la huella de quien lo merece.

    En algún momento nuestra sociedad podrá y deberá desarrollar una masa crítica de líderes capaces de promover el cambio en el que mi generación y tantas otras han fracasado. Dios lo quiera.

    En conclusión, este libro es un llamado a la racionalidad en ciencia, a considerar al ser humano como tal y a la imprescindible necesidad de ajustar nuestra conducta a estrictas normas de comportamiento. ¿Se puede pedir algo más actual?

    Dr. Carlos Bertolasi

    Buenos Aires, septiembre de 2007

    Capítulo 1

    El infarto: aspectos biológicos y una hipótesis

    Un relato introductorio: Alfredo, de Ricardo Grus

    ¹

    1.

    ¡Qué días! Es una locura. Siempre digo lo mismo. Vendo todo y me voy a España. Allá las cosas andan bien y con los dólares puedo empezar de nuevo. Pero sigo aquí... Ahora los carapintadas, otra revolución. Me pasé la vida entre golpes de Estado y planteos militares. En la conscripción, cuarenta y ocho planteos y tres revoluciones. Después, el Proceso y la guerra de Malvinas. ¡Qué proceso! Cada vez que pienso a dónde vinimos a parar... Pueden irse a sus casas, la casa está en orden. Con la democracia se come, decía en la campaña. No sé quiénes pueden comer con esta inflación. ¿¡Para qué leo el diario!? Sólo consigo angustiarme.

    El Mercedes está en su lugar. Qué placer verlo. Es una antigüedad, pero, ¡qué joya! Me hace cosquillas. Al fin solo. El único lugar en el que puedo pensar tranquilo es en el auto. ¿Dónde está el cassette de los Beatles? Cuidado con la curva que ya rayaste un guardabarros. ¿Dónde está el control remoto del portón? Arribeños, Pampa. Siempre igual. Todas las mañanas, todas las tardes, el mismo embole, no sé para qué vengo a almorzar. ¿Cuándo van a hacer el puente sobre Libertador? La barrera se cierra cuando el semáforo está en verde y se abre cuando se prende la luz roja. ¡Diez minutos para agarrar Libertador!

    Estoy cansado sólo de empezar. Todos los días cambiar los precios, es agotador. Estoy podrido... Levantarme dos horas antes para pensar en lo que pasó ayer y especular sobre lo que va pasar hoy. Si no me cuido, la hiperinflación me come. Libertador está como siempre, toda llena. Me hace acordar a ese cuento de Cortázar, el embotellamiento en la autopista. ¡Cuánto hace que no leo un libro! Si un auto se para, si llueve, se pone intransitable. Otra vez quejándome. ¿A quién? Me encanta la subida por Cerrito, la embajada de Francia, Arroyo, Suipacha, es casi increíble haber puesto un bar en este lugar. Cuando era pibe pensaba que aquí vivían los ricos, parece un barrio de París.

    Pero, una de cal y una de arena. Los mozos de Arenales y Suipacha, un lugar de lujo, el que funciona mejor de todos, me hacen huelga. El trabajo a reglamento es una huelga disimulada. Quieren aumento todos los días. Como si la plata lloviera del cielo. No se dan cuenta de que tener trabajo en estos tiempos es una bendición. Es el viejo ucraniano, siempre de mal humor y buscando roña. Un problema todas las semanas: si no es el horario, está enfermo; si no es el uniforme, son los zapatos. Tiene vocación de estar en el centro del escenario, me habla como si él fuera el patrón. A ese lo echo. Y si hacen causa común, se van todos. Cierro una semana, contrato gente nueva, con tantos desesperados sin trabajo que andan por la calle, y gano plata. Pero voy a tener que discutir con esos animales. ¿Y si quieren pelearse? Bueno, enfrente está la comisaría. Me da miedo discutir. Nunca quise pelearme, ni en la escuela. Discuto gritando, para disimular, siempre el mismo cagón. La posición de patrón alguna ventaja da. El viejo ese me tiene harto. Con razón lo echaron de todos lados.

    ¡Pero!, ¿cómo puede ser? ¡El bar está cerrado! ¿Qué hacen en la vereda Juan y Andrés? El ucraniano sentado en el cordón. Pablo, el cocinero, también. Pensar que trabaja conmigo desde hace años. Dejo el auto en el garaje y los mato. ¿A quién vas a matar? Tranquilo, tranquilo. Cuidado al cruzar Suipacha, que ya una vez por poco te pisan.

    —¿Qué pasa que no abrieron?

    —No nos alcanza ni para pagar el colectivo, así no vale la pena trabajar, o nos aumentás o nos quedamos en casa, no gastamos zapatos…

    Con la cara de amargura que tiene me debe echar a todos los clientes.

    —¿Dónde están las llaves del bar? Pasen el lunes y les pago lo que trabajaron hasta hoy.

    El bar se cierra. Con las heladeras llenas y tres días de demora en el pago, salgo ganando. Tengo que dominarlos con la presencia.

    —¡Otra vez venir hasta acá! Paganos ahora.

    El viejo intenta forzarme, pero se da cuenta de que ya perdió. Cuando creía adueñarse de mi boliche, se encuentra otra vez en la calle.

    —Bueno, les pago. Mientras llamo al contador para que haga las cuentas, se van a la galería a mandar el telegrama diciendo que se retiran por propia voluntad del trabajo.

    ¡Je!, me van a joder a mí.

    —¡Nos estás despidiendo! ¿De qué renuncia hablás?

    El ucraniano encabeza la rebelión, pero se la voy a hacer pagar.

    —Muchachos, siempre nos llevamos bien. Si el sueldo que les

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