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Caficultura: tradición e identidad en el Departamento del

Quindío.

Luis Carlos Gil García

Universidad de Caldas
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Programa de Antropología
Manizales
2006

1
Caficultura: tradición e identidad en el Departamento del
Quindío.

Luis Carlos Gil García

Trabajo de Grado para optar


al titulo de Antropólogo

Director
Diego Narváez Medina
Sociólogo

Universidad de Caldas
Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales
Programa de Antropología
Manizales
2006

2
Agradecimientos

Resulta imposible pensar que este trabajo nace del simple interés
antropológico de describir una práctica que caracteriza la realidad y la identidad
del departamento del Quindío. En cierta forma la búsqueda de la tradición
cafetera involucra también la propia historia del autor y de muchos otros
narradores que describieron con gran entusiasmo sus historias particulares y
las de sus familias en este recorrido que uno de ellos muy correctamente
definió como “la historia del café”. A todos estos narradores les agradezco
profundamente, por su pasión, entusiasmo y profundo amor al café.

También agradezco a mis profesores en la Universidad de Caldas. En especial


a la Doctora en Antropología Beatriz Nates Directora del Grupo de
Investigación Territorialidades, quien fue constante guía en mi camino de
comenzar a aprender el quehacer antropológico. A Diego Narváez, le
agradezco mucho su ayuda y paciencia en el desarrollo de este trabajo, su
interés por el tema cafetero fue de gran inspiración. A mis compañeros de
Territorialidades; Pablo Jaramillo, Leonardo Valencia, Adriana Quiceno, Claudia
Duque, Fabián Villota, Paula Andrea Velásquez, Jorge Eliécer Galeano y muy
especialmente a Mónica Guerrero y Gregorio Hernández. A todos ellos muchas
gracias por acompañarme en esta empresa de hacer antropología.

En general a todos con los que compartí tan buenos momentos en la


Universidad, gracias compañeros.

3
Tabla de contenido. Pág.

Agradecimientos……………………………………………………………………3
Tabla de contenido…………………………………………………………………4
Lista de figuras……………………………………………………………………...6
Introducción………………………………………………………………………….7
Reflexiones de método……………………………………………………………13
Contextualización geográfica. …………………………………………………..16

Capitulo 1: Contexto histórico de la caficultura en Colombia

1. Desarrollo de la caficultura en América………………………………..22


1.1 Primer auge expansivo: la hacienda……………………………………24
1.2 La hacienda cafetera……………………………………………………….26
1.3 Tipología de las haciendas cafeteras…………………………………...28
1.3.1 Santander…………………………………………………………………….29
1.3.2 Cundinamarca - Tolima……………………………………………………31
1.3.3 Antioquia……………………………………………………………………..35
1.3.4 Colapso del sistema de haciendas cafeteras……………………….…37
1.4 La Colonización antioqueña y la gran expansión campesina………38
1.4.1 Antecedentes de La Colonización……………………………………….40
1.5 Dinámica y configuración del entramado territorial………………….45
1.6 El Café durante el siglo XX………………………………………………..49
1.6.1 Tecnologías de producción y comercialización………………………51
1.7 Orígenes de la Federación Nacional de Cafeteros…………………..54
1.7.1 La era de los acuerdos internacionales……………………………...…57
1.8 La crisis cafetera……………………………………………………………59

4
Capitulo 2: La caficultura como práctica

2. La producción de café en Colombia………………………………….…61


2.1 El Proceso de producción del café………………………………………65
2.2 Caficultura tradicional y caficultura tecnificada………………………68
2.3 Estructura de la Federación Nacional de Cafeteros………………….71
2.3.1 Influencia de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia….73
2.3.2 Desarrollismo y paternalismo…………………………………………….74
2.4 La caficultura en la estructuración de la escalaridad social y
territorial…..………………………………………………………………………….77

Capitulo 3: Caficultura y Cafeteros de Tradición

3. El concepto de tradición como categoría analítica…………………..82


3.1 Construcción del concepto de tradición entre los cafeteros del
Quindío……………………………………………………………………………….84
3.2 Caficultura y cafeteros de tradición……………………………………..87
3.3 Crisis cafetera y escalas de manejo territorial en el departamento
del Quindío…………………………………………………………………..………94
3.4 Conclusiones………………………………………………………………112

Bibliografía..................................................................................................117

5
Lista de figuras.

Figura 1. Líneas de colonización en el Quindío………………………………17

Figura 2. Tipología de las haciendas cafeteras……………………………….29

Figura 3. Ruta de la Colonización Antioqueña………………………………..40

Figura 4. Producción de café en Colombia…………………………………….61

Figura 5. Finca cafetera. (Pijao, Quindío)………………………………………65

Figura 6. Secado del Café en Helva…………………………………………..…67

Figura 7. Cafetal Tradicional. (Pijao Quindío)…………………………………70

Figura 8. Configuración del estilo de vida cafetero………………………….89

Figura 9. Escalaridad Social y Territorial en la práctica cafetera………...111

6
Introducción
Es importante resaltar el hecho de que este trabajo fue desarrollado en el
marco del proyecto de investigación “Crisis Cafetera y Contexto Regional”,
adelantado por el Grupo de Investigación Territorialidades (GIT), asociado al
Departamento de Antropología y Sociología de la Universidad de Caldas,
financiado por la Vicerrectoria de Investigación y Postgrados de dicha
Universidad. Además resulta importante aclarar que muchas de las reflexiones
contenidas en este trabajo forman parte del proyecto “Territorio y Cultura en el
País Paisa”, adelantado también por el Grupo de Investigación Territorialidades
y financiado en parte por la Vicerrectoria de Investigación y Postgrados de la
Universidad de Caldas.

Los tres capítulos que conforman esta investigación se ocupan de darle una
mirada a la caficultura practicada en el Departamento del Quindío desde una
perspectiva histórica y cultural. Centrándose particularmente en las formas de
construcción de territorio a partir de una práctica que, aunque aparentemente
es vista como de subsistencia comporta una serie de relaciones económicas y
sociales que sirven como marcadores identitarios. Esta identidad se reifíca a
partir del mantenimiento de la tradición, entendida como una construcción
social transmitida temporalmente de una generación a otra. El conocimiento de
la práctica cafetera codificado y decantado a partir de la tradición es traducido
en prácticas con las cuales la comunidad se identifica y construye su territorio.

La visión de esta identidad permeada por la práctica cafetera, se analiza


recurriendo a varios conceptos de varios autores pero se da un uso privilegiado
a los propuestos por Pierre Bourdieu, partiendo de su noción de que la
sociedad es un sistema relacional de diferencias en el que existen una serie de
campos que comportan unas reglas y regularidades particulares. Los campos
se caracterizan por ser espacios de lucha limitados mediante regularidades de
conducta y reglas aceptadas en los cuales la distribución de fuerzas es
desigual. Al interior de los campos se desarrollan conflictos específicos entre
los agentes involucrados. El educativo, el artístico, el científico, por mencionar
algunos ejemplos, son campos específicos, estructurados conforme a unas

7
reglas y regularidades que son asumidas y puestas en funcionamiento por los
involucrados.

Bourdieu analiza la relación entre una serie de posiciones sociales distribuidas


en lo que el llama el “espacio social”, constituido a partir de las posiciones
relacionales de los agentes que lo componen; estas posiciones se configuran
según dos principios básicos de diferenciación: capitales culturales y capitales
económicos. Para el caso de la práctica cafetera podríamos ubicar estas dos
especies de capital de la siguiente manera: capitales culturales (por ejemplo, el
saber-hacer cafetero en tanto conocimiento) y capitales económicos (por
ejemplo, la finca cafetera en tanto sustrato espacial posibilitador de la práctica).

El volumen y la estructura de los capitales heredados por un sujeto nacido


dentro de una familia con “tradición cafetera” condicionan la estructuración de
unas prácticas que objetivamente se ajustan a una posición original dentro del
espacio social, de esta manera la práctica se naturaliza y se convierte en un
camino lógico a seguir (Bourdieu 1998). Al estar inmerso en una clase
particular de condiciones de existencia, es decir, aquellas derivadas de
pertenecer a una familia con tradición cafetera se produce un habitus
característico, noción que Bourdieu describe como “estructuras estructuradas
predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes, es decir, como
principios generadores y organizadores de prácticas y representaciones que
pueden estar objetivamente adaptas a su fin” (Bourdieu 1991: 92). Sin
embargo, el habitus no es el producto de un cálculo estratégico producto de
una inculcación deliberada de los valores del grupo sobre el individuo, ya que
los fines no son necesariamente buscados mediante el cálculo conciente, “son
colectivamente orquestados sin ser producto de la acción organizadora de un
director de orquesta” (Bourdieu 1991: 92). No obstante, no se descarta el
hecho de que las prácticas engendradas por un habitus particular vayan
acompañadas de un cálculo estratégico que analiza las “potencialidades
objetivas, inmediatamente inscritas en el presente, cosas por hacer o no hacer,
decir o no decir en relación con un porvenir probable” (Bourdieu 1991: 93), es
decir, la prácticas de un individuo son el producto de una análisis de las
situaciones presentes pero vistas desde una óptica que involucra los

8
acontecimientos pasados inscritos en la tradición del grupo. Para Bourdieu, “el
mundo práctico que se constituye en la relación con el habitus como sistema de
estructuras cognitivas y motivaciones es un mundo de fines ya realizados,
modos de empleo o caminos a seguir” (Bourdieu 1991: 93). La tradición a
través del efecto de inculcación y los mecanismos hereditarios, aseguran la
trascendencia transgeneracional del habitus, en el caso de la tradición cafetera,
este vínculo es también establecido con el territorio. La finca en tanto sustrato
espacial posibilitador de la práctica, se ve territorializada desde las
posibilidades de semantización que ofrece la caficultura como conocimiento
práctico. Esta territorialización se realiza en el plano diacrónico, (capitales
acumulados por generaciones pasadas) y en plano sincrónico a partir de la
vivenciación del espacio a través de la práctica. La finca cafetera se constituye
entonces en capital territorial, por un lado capital económico efectivo por su
valor en el mercado, y por otro lado espacio semantizado a partir de una lógica
concreta.

En el plano sincrónico los agentes se distribuyen en el espacio social según su


volumen global de capital poseído en sus diferentes especies, según la
estructura de su capital, es decir, según el peso relativo de las diferentes
especies de capital (económico y cultural) en el volumen total de capital. Y en
el plano diacrónico según la evolución en el tiempo del volumen y la estructura
de los capitales efectivos. Las posiciones sociales en el espacio social se
traducen en las tomas de posición a través del espacio de las disposiciones
(Bourdieu 1998). A cada clase de posición en el espacio social corresponde
una clase de habitus producido por los condicionamientos sociales asociados a
una posición determinada en el espacio social. A través del habitus y su
capacidad de generar prácticas ajustadas a una posición originaria se define un
estilo de vida característico.

De esta manera el habitus da cuenta de una noción particular de estilo de vida


que une a las prácticas y los bienes de un agente singular o de una clase de
agentes. El habitus es el principio generador y unificador de prácticas que
retraduce las características intrínsecas y relacionales de un estilo de vida,
asociado a unas prácticas y unos bienes característicos. Al igual que las

9
posiciones de las que es producto, el habitus produce distinciones a partir de la
puesta en marcha de principios diferenciadores, es decir, los habitus generan
prácticas distintas y distintivas. Los habitus son también esquemas
clasificatorios, principios de visión y de división (Bourdieu 1998). En el plano
diacrónico el habitus es un elemento continuador de la tradición, va moldeando
una serie de realidades sociales fundamentales que van dando forma a
sistemas culturales, ejerce un efecto de inculcación que condiciona la
territorialidad a partir de la movilización de las experiencias vividas por las
generaciones pasadas y condiciona a las nuevas generaciones a involucrarse
en una práctica que más que un negocio se ha constituido en referente
identitario para todo una región. El carácter altamente estructurante de la
caficultura es establecido a través del mantenimiento de la “tradición cafetera”,
que es fundamento para la generación de un sentido de pertenencia creador de
fuertes vínculos con el territorio que se reactualiza generación tras generación
a través de la incorporación del saber-hacer cafetero, desde la praxis social, las
costumbres, lo cotidiano, lo institucional y lo tecnológico.

Se entiende a la práctica cafetera como estructurante del territorio y como la


materialización de una representación social; es decir, dinamizadora de una
territorialidad a partir del espacio percibido y representado, portador de códigos
culturales asociados a maneras características de ver y de hacer, es decir, lo
asociado al café como producto económico y como práctica social ha
configurado la territorialidad y la cotidianeidad de las comunidades cafeteras,
permeando los espacios de vida y los espacios vividos, inscribiéndose entre los
diversos sistemas que condicionan la práctica tanto en lo inmediato como en
algunos otros contextos más institucionalizados. Esta práctica a manera de
sistema cultural fija los limites del espacio a partir de las categorías utilizadas
para representarla, es decir, la práctica cafetera organiza los distintos planos
territoriales a partir de la lógica de las relaciones sociales que desarrolla, estas
relaciones se ven representadas en jerarquías sociales que desarrollan su
territorialidad de acuerdo a las distintas prácticas sociales y espaciales que son
correspondientes a posiciones diferenciales al interior del espacio social. La
territorialidad es el resultado de la vivenciación del producto territorial a partir
de sistemas de relaciones que pueden ser tanto existenciales como

10
productivistas, pero que en uno u otro sentido se constituyen como relaciones
de poder. La noción de territorialidad “es el resultado de la experiencia, la suma
de todos los lugares concretos con los cuales el individuo es involucrado a
través del tiempo: en el pasado (experiencias pasadas movilizadas por la
memoria), en el presente (acción y experiencia directa) y el futuro (proyectos
anticipaciones y expectativas)” (Monnet 2000).

El concepto de territorio utilizado en este trabajo parte de la idea de que se


trata de un espacio dotado de unas características sociales y culturales,
constituyendo el sustrato espacial necesario para la puesta en práctica de
cualquier tipo de relación social (García 1976). En este sentido, el espacio
constituye siempre la materia prima del territorio y le es siempre anterior, es a
partir de un proceso de semantización, es decir, de puesta en práctica de
acciones o comportamientos sustentados en la posesión de sistemas de
significado, cuando el espacio se convierte en territorio.

Dentro de la tradición occidental el territorio es considerado como un espacio


de dominación de carácter colectivo o individual, es decir, se trata de un
espacio sometido a unas relaciones de poder específicas (Restrepo 2000).
Estas relaciones de poder son definidas a través de la proyección de sistemas
de significado que dotan al espacio de límites movilizados para representarlo.
Estos límites son marcados a partir de la infraestructura de las fuerzas de
trabajo y las relaciones de producción, es decir, por los modos de producción,
esto significa que la representación no toca en el espacio, mas que aquello que
está susceptible de corresponder a unas utilidades sociales. Es así como la
representación asegura la puesta en escena y la organización de la empresa
original de poder. (Raffestin 1980). Los límites son sistemas de significado
utilizados por las colectividades para marcar el territorio estructurándolo, la
producción de límites necesita del ejercicio de un poder derivado de la puesta
en funcionamiento de los modos de producción.

La construcción de territorio se refiere a un largo proceso de conformación que


en la mayoría de los casos se remite a varias generaciones como lo resalta

11
Gloria Restrepo:

“tiene las huellas de los antepasados pero también nuestras


propias huellas (…) El territorio no es simplemente lo que vemos;
mucho más que montañas, ríos, valles, asentamientos humanos,
puentes, caminos, cultivos, paisajes, es el espacio habitado por la
memoria y la experiencia de los pueblos (…) El territorio es
espacio construido por el tiempo, cualquier región o cualquier
localidad es producto del tiempo de la naturaleza y del tiempo de
los seres humanos y los pueblos; es decir, en lo fundamental, el
territorio es producto de la relación que todos los días
entretejemos entre todos nosotros con la naturaleza y con los
otros” (Restrepo 2000).

La caficultura se establece como una práctica económica que se inscribe a


manera de componente dentro del sistema social. Es decir, junto a otros
factores diacrónicos y sincrónicos sirve como apoyo a la configuración de la
identidad de las comunidades que la practican. Siguiendo a García (1976) es
entendida como un sistema económico, y en este sentido, constituye en si
misma una formalización semántica, es decir, aporta significados particulares
que junto a otros factores socioculturales entra a formar parte de los elementos
que definen la identidad y la territorialidad del grupo. Lo cafetero como práctica
económica media en la construcción de sistemas simbólicos que actúan como
sustento de referentes identitarios. Asumirse cafetero implica incorporar a
través de un proceso de socialización unas pautas y principios particulares de
pensar y de actuar, principios que se ven traducidos en acciones y relaciones
sociales particulares que median permanentemente en la configuración de la
territorialidad y el quehacer cotidiano. Este proceso histórico de incorporación
de principios se ve mediado por la tradición, la cual genera un vínculo de
pertenencia tanto con la caficultura como con el territorio. El territorio humano
se hace significativo a partir de la interacción entre varios individuos, son las
relaciones sociales (como se ha dicho) las que fijan los límites de las distintas
escalas de representación territorial, estas relaciones se establecen a partir de

12
un sustrato físico, que brinda a la comunidad un espacio de vida adecuado
para la coexistencia y el desarrollo de las relaciones derivadas del sistema
social. (García 1976: 43)

La identidad colectivizada se manifiesta en la apropiación de la denominación


colectiva de cafeteros que funciona como una forma de instrumentalizar la
identidad que no sólo se mantiene a través de los discursos sino que es
asumida y reapropiada mediante las relaciones construidas con el territorio, a
partir de imágenes como el “paisaje cafetero”, el cual se encuentra íntimamente
relacionado con una construcción histórica particular que refleja lo que significa
el ser cafetero. La comunidad se instituye necesariamente a partir de unos
rasgos y recursos que son comunes en todos sus miembros, para el caso
cafetero supone la capacidad de movilización de recursos como por ejemplo el
conocimiento sobre la práctica cafetera y traducirlo en particulares
producciones territoriales coherentes con dicho conocimiento. En este sentido,
la práctica cafetera es estructura estructurada en la medida que se constituye
en un referente o modelo de acción legitimado a través de la tradición y la
institucionalidad.

Reflexiones de método.

Este trabajo parte de ejercicio de la etnografía como método de investigación


básico en ciencias sociales. La etnografía en cualquiera de sus variedades
guarda una estrecha semejanza con la manera en como la gente otorga
sentido a las cosas de la vida cotidiana. A través de ella puede entenderse el
sentido que da forma y contenido a los procesos sociales. (Hammersley y
Atkinson 1994).

Una constante de la etnografía como práctica de investigación de lo social es


que se remite básicamente a un contexto espacio-temporal delimitado, la
etnografía comporta en su sentido más clásico, la noción de desplazamiento.
Una noción que implica entrar en contacto con el “otro” diferente. Ese otro por
lo general se encuentra ubicado en un contexto espacial definido, el etnógrafo

13
se desplaza a ese contexto y a partir de la aplicación de diversas técnicas de
investigación trata de acercarse a la dimensión social y cognitiva de esos otros
lejanos o no tan lejanos. El sentido del otro, la alteridad se ha considerado
como el objeto fundamental de la antropología, apareció desde su comienzo
como una base cognitiva para el desarrollo de la disciplina pero limitada al
tema de las sociedades no occidentales y pre-modernas. Sin embargo, el difícil
acceso a estas culturas exóticas ha llevado a la antropología contemporánea a
mirar hacia si misma, buscando en la sociedad occidental rasgos de exotismo o
tradición.

Este trabajo se caracteriza por el hecho de que la investigación se lleva a cabo


entrando en contacto con esos otros que no son tan lejanos ni geográfica ni
culturalmente. Si bien es cierto que la distancia entre “la ecuación personal” y
“la ecuación de algún otro” marca la distinción social entre lo científico y lo que
no, es cierto también que como sujetos dispuestos en lo que Geertz (1995)
denomina “entramados de significación”, pensamos y actuamos a partir de los
mismos mecanismos de nuestros sujetos – objeto. Pero lo que implica este
enunciado no debe conducir ni a homologar conceptualmente lo que
inscribimos en terreno con el producto de su análisis, ni a separar el
pensamiento en lo cotidiano del campo del pensamiento lógico. A lo que
pretendo, que conduzca tal aseveración, es a la conclusión práctica de que la
labor investigativa nos impele a hacer explicitas las lógicas implícitas del
mundo social.

La distancia objetiva queda aquí expresada como la distancia real que nos
hace otros frente a nuestros objetos de estudio, es decir, la separación
inminente entre la realidad implicada como sentido del juego aprendido y
aprehendido desde y en la propia vivencia para unos y la realidad construida
como modelo interpretativo para nosotros.

La coherencia no puede ser la principal prueba de validez de una descripción


cultural. Aunque los sistemas culturales deben poseer un mínimo de
coherencia, considero que al explicar las acciones sociales en términos de la
regla, se corre con el peligro de creer que se conoce la acción, cuando se

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conoce la regla, negando toda posibilidad de tener en cuenta el sentido del
juego que moviliza las acciones, este no es siempre el producto de un cálculo
racional orientado a fines explícitos. Es en el fluir de la conducta, en la acción
social donde las formas culturales encuentran su articulación. Esto es debido al
carácter publico de la cultura, a determinadas acciones o prácticas que tienen
que corresponder a un contexto cultural determinado, de lo contrario podrían
parecer mal adaptadas o poco normales. Es decir, en contra de “la lógica
formal de lo real”.

Una pieza de interpretación antropológica consiste en trazar la curva de un


discurso social y fijarlo de una forma susceptible de ser examinada. Esto tiene
que ver con la función del etnógrafo, la cual es describir a partir de sus
observaciones sus registros y su análisis, lo cual implica un compromiso moral
con lo que se escribe y con las personas de las cuales se escribe.

Dentro de las técnicas de investigación que se implementaron para este trabajo


cabe resaltar, el uso de las entrevistas de tipo abierto1. En este tipo de
entrevista la forma de recoger los datos está poco estructurada y la dirección
que ejerce el investigador sobre el contenido de la información es escasa. El
objetivo de la entrevista abierta no es contrastar una idea, sino acercarse a las
ideas y creencias del entrevistado y a los significados atribuidos a los objetos o
situaciones. Estas entrevistas fueron implementadas individualmente y por
grupos en todos los casos se recurrió al uso de grabaciones que
posteriormente fueron trascritas, solo se utilizaron algunas preguntas
predefinidas orientadas a alentar el desarrollo de las entrevistas. La proximidad
cultural al objeto de estudio facilitó el abordaje de las entrevistas, permitiendo
profundizar en otros aspectos más íntimos de la práctica cafetera.

1
Las entrevistas abiertas corresponden a las siguientes cifras: Sevilla Valle: 11 con caficultores
propietarios. Calarcá Quindío: 13 con caficultores propietarios. 5 con recolectores 2 con dueños de
compraventa. 2 con funcionarios del comité de cafeteros. Montenegro Quindío: 6 con caficultores
propietarios. 2 con funcionarios del comité de cafeteros. Pijao: 8 con propietarios cafeteros. 6 con
recolectores 2 con dueños de compra de café. Armenia: 6 con propietarios cafeteros. 2 con dueños de
compra de café. 3 con funcionarios del comité de cafeteros. En la elección de los informantes se
privilegio el hecho de pertenecer a familias con por lo menos dos generaciones de tradición cafetera.

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Contextualización geográfica.

A pesar de la llamada crisis cafetera, los departamentos del “eje cafetero” han
continuado fieles al producto que consolidó su economía, Caldas, Quindío y
Risaralada son la tierra cafetera en un país reconocido internacionalmente por
ser la tierra del café.

El “Eje Cafetero”, como es conocida en la actualidad la región conformada por


los departamentos nombrados anteriormente, se encuentra ubicado en la zona
centro-occidental de los Andes Colombianos. Esta región comparte una historia
común que se remonta a finales del siglo XVIII cuando un gran número de
familias inició el poblamiento de las tierras inexploradas al sur del Antioquia.
Por esto, a pesar de que en la actualidad el eje cafetero se encuentra dividido
en tres circunscripciones político-administrativas, estos tres departamentos
comparten unas configuraciones identitarias muy similares construidas
alrededor de su ancestro antioqueño y el cultivo del café.

Sin embargo, la Colonización Antioqueña también se extendió a otros


departamentos, como Tolima (en su parte nor-occidental) y el Valle del Cauca
(en su parte norte), en los cuales es posible encontrar municipios con una
marcada ascendencia antioqueña y una economía basada en el cultivo del
café.

El énfasis etnográfico de este trabajo se centro en el departamento del Quindío,


específicamente en los municipios de Armenia, Calarcá, Montenegro y Pijao,
pero también resultó de particular interés el municipio de Sevilla, ubicado en la
parte norte del Valle del Cauca cuya larga tradición cafetera fue de gran
relevancia en el desarrollo de trabajo de campo.

El departamento del Quindío, se encuentra ubicado en la parte centro-


occidental de Colombia, cuenta con una superficie de 1845 km2, lo cual
representa un 0,2% del área total colombiana, limita al norte con Risaralda, al
este con Tolima, al sur con Tolima y el Valle del Cauca, y al oeste nuevamente
con el Valle del Cauca.

16
Figura 1. Líneas de Colonización en el Quindío.

El Quindío se extiende desde las cumbres de la cordillera central hasta las


márgenes de los ríos Barragán y La Vieja, la mayor parte de su relieve es de
carácter montañoso y sus zonas ligeramente planas se encuentran en las
proximidades del rió La Vieja, en límites con Valle del Cauca debido a su
relieve el departamento cuenta con climas cálidos, medios y fríos de páramo.

El Quindío está conformado por 12 municipios, 3 corregimientos y 38


inspecciones de policía. Los municipios más importantes son Armenia, Calarcá,
Quimbaya y Circasia, seguidos por, Montenegro, La Tebaida, Cordoba, Pijao,
Buenavista, Génova, y Salento. Según proyecciones del DANE para el 2005 el
Quindío cuenta con 612.719 habitantes de los cuales 521.503 viven en las

17
cabeceras municipales y 91.216 en el campo. Es importante resaltar que más
de la mitad de los habitantes (314.634) viven en la cabecera municipal de
Armenia.

El Quindío es un departamento esencialmente agrícola pero congrega el 83%


de su población en los cascos urbanos, básicamente en las cabeceras de
Armenia, Calarcá, Montenegro, Quimbaya, La Tebaida y Circasia. Esto es
explicado por que las distancias a recorrer son relativamente cortas, por la
mejor cobertura urbana de salud, educación y servicios, por la excelente
infraestructura de transporte existente y los cortos tiempos de desplazamiento
a las fincas para los trabajadores rurales.

Por la rentabilidad que ofreció el cultivo del café, la dotación de infraestructura


básica alcanzo elevados índices y se cataloga al Quindío a nivel nacional con
los mayores desarrollos en comunicaciones, acueductos, energía y carreteras.
A raíz de la crisis, esta infraestructura regional no ha contado con el
mantenimiento y la modernización requerida para afirmar que el departamento
esta provisto de instalaciones físicas y de servicios públicos adecuados en
condiciones de competitividad con departamentos vecinos.

A partir de los años veinte2, se instalaron las primeras factorías y


establecimientos comerciales con participación de capital extranjero, pero la
élite local, con importantes patrimonios acumulados, producto de la actividad
cafetera, entendió tardíamente la necesidad de apoyar y fomentar la incipiente
industria departamental. Mientras tanto, se conformaron otros polos de
desarrollo en las regiones vecinas. Manizales y Pereira lograron consolidar un
verdadero renglón industrial en sus economías, mientras el Quindío se
sustentaba esencialmente del café.

Hoy el sector industrial es pequeño en tamaño, producción y en generación de


empleo y participa con el 0,4% en el contexto productivo nacional.

2
Fuente: Cámara de Comercio de Armenia.

18
Tecnológicamente en las pocas fábricas del Quindío predomina la maquinaria
manual y eléctrica y se depende de la compra de energía. La producción no
satisface las necesidades de la población y obliga a importar de otros
departamentos una proporción grande de los artículos de consumo diario. En
1996 empelo el 0.15% del total de energía industrial (de esta el 75% se emplea
en la trilla del café), correspondiente al 10% de la energía consumida en el
departamento.

La característica más sobresaliente del sector manufacturero es la


predominancia de los establecimientos pequeños. En efecto, casi el 90% de los
establecimientos industriales en el Quindío y el 85% en Risaralda son
microempresas con menos de 10 personas ocupadas. Otro 5% y 9% de los
establecimientos en el Quindío y Risaralda respectivamente son empresas
pequeñas (entre 10 y 49 empleados).

El personal ocupado en la industria para 1966 era superior del utilizado en


1991, lo cual da cuenta del estancamiento de la industria, cuya incipiente auge
se dio paralelo con la bonanza cafetera. Las actividades industriales se
distribuyen entre fabricantes de prendas de vestir, calzado, metalmecánica,
muebles y accesorios.

La agricultura es el fundamento de la economía quindiana. Por la crisis cafetera


los cultivadores se han visto en la necesidad de explorar nuevas alternativas de
producción, enfrentados a dificultades como la mínima oferta de asistencia
técnica y tecnológica para cultivos de frutales de clima templado y hortalizas,
apertura económica sin control, contrabando de productos que compiten
deslealmente, intermediación en la venta de la producción agrícola,
irregularidades en lo mercados, bajos precios, falta de comercialización
asegurada, inexistencia de información especializada sobre mercadeo y
ausencia de estímulos.

19
El café y el plátano continúan siendo los principales productos agrícolas, como
también los renglones mas organizados en cuanto a producción, cosecha,
asistencia técnica, aplicación de tecnología e investigación.

Entre otros productos sobresalen, el maíz, el fríjol, las frutas, la caña de azúcar,
la yuca, la papa, las legumbres, la palma africana. El plátano ocupa el segundo
lugar después del café. El Departamento precisamente con el apoyo del café
se viene abriendo hacia la diversificación y la agroindustria. En este aspecto
incrementa su producción en flores, cítricos, ajo, pitajaya, espárragos,
champiñones, sorgo, lombrices y plantas aromáticas.

El Quindío también es importante en ganado lechero, bovino y equino,


especialmente en el Valle del río La Vieja; igualmente en los municipios de
Salento, Circasia y Filandia. Otras regiones ganaderas, aunque en menor
grado son Armenia, Calarcá y Montenegro.

El Departamento, rico en recursos minerales, posee yacimientos de oro, plata,


cobre, calizas, antimonio, cuarzo, mármol, carbón, arcillas y gredas. El oro se
explota en la mina de Las Nieblas que produce 60 toneladas al año de galerna
argentífera. Otra mina que debe nombrarse es La Morena. Los empresarios a
raíz de la crisis del café han buscado alternativas de diversificación, siendo una
de ellas las explotaciones pecuarias. En términos generales esta actividad se
ha incrementado con las mayores producciones de leche y de carne de ganado
bovino.

El Turismo se perfila como uno de los sectores económicos de mayor


crecimiento en el departamento, este sector goza de enormes posibilidades por
la excelente comunicación y localización geográfica del departamento, su
medio ambiente excepcional y las buenas condiciones internas de orden
público. Desde al año 2004 el Quindío se posicionó como el segundo destino
turístico de Colombia. Con la crisis cafetera, numerosas fincas tradicionales y

20
casas campestres se convirtieron en albergues turísticos y surgió un conjunto
de entidades y comercializadoras dedicadas al fomento de esta alternativa,

Entre los atractivos de interés turístico, destacan el Parque nacional de Los


Nevados, el Jardín Botánico y Mariposario de Calarcá, el Parque Nacional del
Café en Montenegro, El Parque Nacional de la Cultura Agropecuaria en
Quimbaya y por supuesto, el Valle del Cocóra en Salento, lugar en el que se
encuentra la palma de cera, la cual es considerada como el árbol nacional y
cuyo cultivo actualmente es fomentado por entidades públicas y privadas con el
fin de conservar el patrimonio ecológico del país.

21
Capitulo 1: Contexto histórico de la caficultura en Colombia

1. Desarrollo de la caficultura en América.

La expansión del cultivo del café llegó al nuevo mundo de la mano del
colonialismo. Las islas caribeñas fueron los lugares donde se inició la
colonización europea de territorios americanos, las colonias del Caribe ya
fueran británicas, francesas o españolas se centraban principalmente en la
producción de la caña de azúcar. Los franceses introdujeron el café a principios
del siglo XVIII en Santo Domingo, probablemente la colonia gala más prospera
de todo el mundo, situada en la parte occidental de la isla de La Española en
las Indias Occidentales (Antillas), fue la primera potencia cafetera americana,
no obstante, entre 1791 y 1803 se desarrollo un exitoso levantamiento de
esclavos que logró la abolición de un sistema clases sociales apoyado sobre el
dominio de la población esclava. Esta situación aseguró la independencia
política de Francia y la creación de un Estado propio conocido como Haití. Sin
embargo, el gobierno pronto se vió puesto en cuarentena. Los países y
colonias que permitían la esclavitud (Estados Unidos, Jamaica y Cuba)
rechazaron relacionarse con un Estado que utilizaba los ideales de la
Ilustración3 en un sentido que no compartían quienes los habían alumbrado. El
aislacionismo económico acabó con la supremacía cafetera de las antillas
francesas, la independencia tenía un precio. Haití seguiría siendo un territorio
política y económicamente bloqueado durante buena parte de su historia. Otros
países y colonias temían que sus ideas revolucionarias pudieran extenderse a
los esclavos que vivían dentro de sus fronteras.

En Suramérica, el café fue cultivado por primera vez en 1714 por colonos
Holandeses en Surinam (Palacios 1983: 63), de este punto el café comenzaría
a propagarse lentamente hacia Brasil y Venezuela; las primeras plantaciones

3
Como Sugiere Karras, la revuelta de los esclavos haitianos representa una de las grandes
contradicciones de la ilustración, aunque los revolucionarios franceses y estadounidenses aplicaron a sus
respectivas luchas las mismas filosofías proveniente del ideal ilustrado, rechazaron apoyar a otros grupos
imbuidos por idénticas ideas.

22
cafeteras cercanas a Caracas se levantarían en 17844. La caficultura
venezolana experimentó una difusión estable como consecuencia de los
buenos precios causados por la caída de las colonias francesas y
eventualmente comenzaría a sustituir al cacao como principal producto
venezolano de exportación. La caficultura venezolana se establecería
definitivamente en la región andina, valorizando las laderas, dinamizando
económica y políticamente a las tierras andinas, especialmente al Táchira y
dando un enorme impulso al puerto de Maracaibo, que actuaba como la salida
natural de las exportaciones cafetaleras de la región andina y del departamento
colombiano del Norte de Santander. Ya desde finales del siglo XVIII las
autoridades coloniales de Cartagena y Santa Marta habían considerado
proponer a la corona española la introducción del cultivo del café como medida
para mitigar la pobreza de estas provincias. (Palacios 1983: 64). El café llegó a
reemplazar una economía basada en haciendas esclavistas de tamaño
mediano. Con la gradual extinción de estas haciendas se dá paso al
surgimiento de las haciendas cafeteras que funcionaban con mano de obra
conformada por peones y jornaleros libres.

El proceso de expansión de la caficultura en Colombia se puede dividir en dos


procesos históricos distintos, el primero va desde su introducción a principios
del siglo XIX cuando el café fue traído desde Venezuela a Norte de Santander,
departamento que constituye el epicentro desde donde se difundió la caficultura
al resto del país, primero a Santander y posteriormente a Cundinamarca y
Antioquia. Este primer periodo se caracterizó principalmente por el auge de las
haciendas y las grandes explotaciones. Sin embargo la hacienda no sería el
lugar desde donde Colombia se convertiría en un país monoexportador de café,
no sería la base del desarrollo cafetero sino su precursora, a lo largo de la
historia del siglo XIX y en todas sus variaciones regionales, la hacienda nunca
dominaría el paisaje cafetero colombiano, por el contrario, se desarrollaría en
medio de un mezcla de contradicciones sociales, económicas y políticas que la
acabarían para la tercera década del siglo XX.

4
La información sobre la difusión del cultivo en Venezuela fue tomada de la pagina web “Historia del
café en Venezuela” www.cafeimperial.com/historia.html

23
El segundo momento expansivo se relaciona con la difusión de la caficultura en
los territorios de colonización antioqueña, principalmente en los actuales
departamentos de Caldas, Risaralda y Quindío, lugares en donde comienza a
explotarse comercialmente el cultivo desde principios del siglo XX, fue tal el
impacto del cultivo en esta zona del país que posteriormente se conocería la
región conformada por estos tres departamentos como el “eje cafetero”. Esta
segunda expansión cafetera se caracteriza por las explotaciones medianas y
pequeñas de tipo familiar las cuales a pesar de las múltiples crisis se
mantienen hasta hoy.

1.1 Primer auge expansivo: la hacienda.

El sistema de haciendas tiene sus orígenes en modelos europeos, implantados


en América hispana. El reparto de tierras entre los conquistadores para su
explotación agropecuaria fue el punto de partida de esta forma de propiedad
que con el paso del tiempo, dió lugar a la acumulación de tierras como símbolo
de prestigio y poder dentro de la sociedad colonial. Los patrones de
apropiación de la tierra estuvieron ligados a situaciones relacionadas con el
poder y el privilegio, ya que la repartición de tierras seguía la ecuación entre el
número de habitantes y la disponibilidad de las mismas. (Colmenares 1989:
132).

La hacienda fue la unidad productiva agrícola característica del período


colonial, el crecimiento de la población española y la incapacidad de la cada
vez más reducida población indígena de satisfacer las necesidades alimenticias
de los ocupantes, dió origen a las primeras estancias en torno a los aposentos
de los encomenderos, estas se dedicaron al cultivo de trigo, cebada y a la
ganadería. El establecimiento legal de las encomiendas o de los repartimientos
de indios surgió de una Real Provisión del 20 de diciembre de 1503, en la que
se establecía la libertad de los indios, su obligación de convivir con los
españoles y la de trabajar para ellos a cambio de salario y manutención, junto
con la obligación de los encomenderos de educar a los naturales en la fe
cristiana.

24
La disponibilidad de mano de obra fue un problema que aquejo a la hacienda
tanto en el período colonial como en la república. Los resguardos ayudaron a
concentrar la residencia de los indígenas lo cual facilitó su adoctrinamiento y su
mejor distribución entre los estancieros mediante las modalidades laborales de
conciertos (trabajadores permanentes) y alquileres, (trabajadores temporales).
Este régimen de producción se logró sustentar durante el siglo XVII, logrando
niveles de producción aceptables suficientes para abastecer las ciudades y los
centros mineros. (Céspedes 1985, Zavala 1973, Colmenares 1989). Para el
caso del Valle del Cauca el desarrollo de las haciendas se dió a finales del siglo
XVII y durante el siglo XVIII, sin embargo las relaciones de producción
desarrolladas allí se vieron influenciadas por una combinación entre el modelo
de la hacienda, basado en el peonaje y la orientación hacia el mercado local, y
el modelo de la plantación basada en los esclavos y con una orientación hacia
el mercado internacional, caracterizándose las explotaciones vallecaucanas por
el uso de esclavos pero estando sus productos destinados a un mercado local.
(Colmenares 1989: 136)

Las relaciones sociales desarrolladas en Colombia en el período post-


independentista se fijan sobre estructuras heredadas del período colonial.
Muchos historiadores e ideólogos del siglo XIX entre ellos Camacho Roldán
presentan a la herencia colonial como una de las grandes trabas para el
desarrollo de las fuerzas productivas colombianas. Las haciendas son
percibidas como sistemas opresores que limitan la capacidad de libre
producción de los arrendatarios, así como la introducción de mejoras técnicas.

Pero mas que continuidad lineal con esa época [la colonial] hay
cambios de ritmo, rupturas de formas de producción y circulación,
se profundizan algunas tendencias ya visibles anteriormente y se
intervienen otras que en conjunto llevan a una consolidación
históricamente regresiva de un sistema de haciendas que logra
en gran medida monopolizar la tierra y someter un importante
sector de la población a unas relaciones serviles de producción.
(Kalmanovitz 1989: 101)

25
La hacienda cafetera aparecería en el paisaje agrícola colombiano como un
sistema de producción atrofiado por su herencia colonial, las inmensas
contradicciones inherentes a las relaciones sociales de producción que
desarrollaba serian objeto de muchos conflictos que se adelantarían a lo largo
del siglo XIX. El advenimiento de la independencia suponía profundas
modificaciones en el sistema tributario, estos cambios deberían ser acordes
con los ideales democráticos y ser compatibles con el desarrollo económico de
un naciente Estado. Sin embargo, esto no era posible en la práctica, dado que
la abolición del sistema tributario colonial equivaldría a sumir a la República en
la ruina financiera. No obstante, el sistema aduanero fue reformado con una
orientación proteccionista para con las florecientes industrias exportadoras de
café, azúcar, algodón y maderas.

1.2 La hacienda cafetera.

El sistema de haciendas predominó como la forma de explotación cafetera


característica del siglo XIX, con la gradual extinción de las haciendas
esclavistas (en el caso santandereano) da paso al surgimiento de las
haciendas cafeteras que funcionaban con mano de obra conformada por
peones y jornaleros libres. La diversidad de las haciendas se relaciona con la
diversidad geográfica y social de las regiones colombianas, Palacios (1983:
189), propone una tipología de las haciendas cafeteras colombianas del siglo
XIX teniendo en cuenta tres regiones con tres períodos históricos
correspondientes: Santanderes (1840-1900), Cundinamarca-Tolima (1875-
1900) y Antioquia (1885-1905).

La creación de una hacienda cafetera aparece en la mayoría de los casos


como el resultado de la fragmentación de un latifundio colonial. Estas no se
fundaron a expensas de tierras campesinas o de comunidades indígenas. “Los
caficultores y comerciantes colombianos tenían razón cuando afirmaban que
estaban expandiendo la civilización y poblando zonas antes inhóspitas”
(Palacios 1983: 153). La consolidación definitiva de los linderos de una
hacienda toma tiempo y los linderantes efectúan frecuentes operaciones de

26
compra y venta de pequeños lotes de acuerdo con la topografía, la forma
geométrica del terreno o la ubicaron en relación a los caminos.

Palacios (1983: 187), resalta el carácter del hacendado como “hombre de


progreso”, que logro la tierra y el crédito a través del lo que él describe como
“negocios de confianza y honor”, en los cuales las relaciones de parentesco y
la afinidad política eran indispensables.

El término para el es sinónimo de mejores caminos, más


ferrocarriles, libertad de exportar y sobre todo, libertad de
contratar. Europeocentrista, sueña con imponer “la civilización”
en las oquedades andinas cultivando café (Palacios 1983: 187)

Los hacendados cafeteros del siglo XIX se caracterizaron por ser


predominantemente urbanos, fueron en su gran mayoría comerciantes que
motivados por la aspiración de exportar directamente el café, invirtieron su
capital en tierras de cultivo. Al intervenir en una gran variedad de negocios, el
hacendado permanecía la mayor parte del tiempo en la ciudad, su ingerencia
en los asuntos de la hacienda se relacionaba con la inversión de sumas
considerables de dinero para la compra de tierras, el establecimiento del
cultivo, la consecución de mano de obra y la construcción de las instalaciones
necesarias para el procesamiento del grano (beneficio), además del pago de
salarios durante la cosecha y la comercialización del café. (Arango 1981: 135).

Los hacendados cafeteros del siglo XIX demostraron gran capacidad e


iniciativa para el establecimiento de empresas agrícolas exportadoras. Desde
la ciudad se seguían las tendencias del mercado cafetero a partir de los
reportes enviados por los agentes en Londres, Hamburgo y Nueva York. (Deas
1976: 77). Estos negocios eran manejados casi exclusivamente por los
sectores dominantes regionales, los comerciantes fueron los que mejor
pusieron en práctica las normas y valores de la práctica capitalista, claramente
influida por las doctrinas económicas liberales, inspiradas en el librecambismo,
y en la consolidación del sector exportador, como vía para llevar al país por los

27
caminos de la civilización. El impulso que tomó la caficultura concordaba con
una época en que Colombia necesitaba con urgencia un vínculo sólido con el
mercado mundial5. Se esperaba que la orientación agroexportadora vinculada a
la caficultura llevaría al “anhelado desarrollo de capitalismo agrario que, se
creía, era una etapa necesaria para pasar al capitalismo fabril” (Palacios 1983:
126). La hacienda cafetera se instituyó en el encuentro entre el mundo urbano,
dominado por los comerciantes, con las sociedades agrarias de la Colombia
central del siglo XIX, que se encontraban sumidas en unas estructuras sociales
virtualmente autarquicas, condicionadas por una serie de tradiciones, hábitos y
costumbres de circunscripción regional. La inserción de la economía
colombiana al mercado mundial inspirada en las doctrinas económicas
liberales, traía consigo elementos extraeconómicos6, que deberían debilitar
todos aquellos rezagos coloniales y reemplazarlos por ideas progresistas
vinculadas al modelo capitalista que se pensaba implantar. Este modelo
pretendía romper con todas las estructuras estáticas y de autoconsumo
heredadas de la colonia, dichas ideologías no eran asumidas como una simple
postura intelectual y moral acorde con el periodo post-independentista, las
clases dominantes efectivamente verían a la caficultura como el vehiculo que
impulsaría al país hacia el mercado mundial, esto no solo aseguraría su
dominio económico y político sino que ayudaría a alcanzar el ideal de
civilización fuertemente vinculado con la idea de desarrollo económico.

1.3 Tipología de las haciendas cafeteras7.

La hacienda como forma de producción tuvo variaciones de acuerdo a


condiciones particulares y disímiles historias locales de las distintas regiones
productoras. Las diferencias se relacionaban principalmente con la estructura

5
La economía colombiana postcolonial se caracterizo por la existencia de un vasto sector productivo en
alguna medida asilado del comercio internacional. Por ejemplo, la caída dramática de las exportaciones
de oro en siglo XVII no pareció afectar considerablemente la economía interna, por el contrario, como
aseguran algunos autores (Colmenares 1973: 185), pareció demostrar cierto dinamismo.
6
Como lo señala Palacios (1983: 26), “el debilitamiento de las supersticiones campesinas, y de las
ideologías oscurantistas, el enjuiciamiento del orden de castas raciales y de las actitudes y valores
señoriales”.
7
Tomado de: Palacios, M. 1983. El café en Colombia, 1850-1970, Una historia económica, social y
política. El Colegio de México / El Ancora Editores. Pagina 190.

28
de la distribución de la tierra y con la naturaleza de las relaciones sociales
históricamente constituidas.

Figura 2. Tipología de las haciendas cafeteras

Cundinamarca - Antioquia Santanderes


Tolima
Origen social del Comerciante Comerciante Comerciante
propietario
Sistema de trabajo Arrendamiento Contrato de Aparcería
dominante precapitalista agregados
Patrón de Difuso: parcelas Concentrado: aldeas Difuso: parcelas
asentamiento de la dispersas nucleadas dispersas
población residente
Relaciones de clase El propietario y el Homogeneidad Mixto
y “raza” trabajador no “racial” y cultura del
pertenecen a la propietario y el
misma “raza” agregado
Diversificación de Baja Alta N.D
los activos del
propietario
Tenencia de la tierra Latifundismo más Latifundismo Latifundismo
en la región exclusivo que coexistente con coexistente con
inclusivo campesinado campesinado
parcelario parcelario

1.3.1 Santander.

En Santander las formas de organización de la producción fueron diversas pero


predominaron las pequeñas explotaciones parcelarias de tipo familiar, como lo
señala Ocampo (1989: 217), “se había desarrollado desde tiempos de la
colonia una economía donde los pequeños propietarios rurales y los artesanos,
descendientes de inmigrantes blancos pobres, tenían una gran importancia”. La
equidad en la repartición de la tierra en Santander dió paso a una economía
tipo campesina, en este tipo de explotación, el campesino es propietario de la
tierra que cultiva, siendo a la vez su instrumento de producción y su capital; la
explotación de estos predios fue de carácter familiar, además del cultivo de
café se sembraron productos de pancoger destinados al autoconsumo y un
pequeño porcentaje se destinaba al comercio en los pueblos.

Además de las explotaciones campesinas la hacienda como forma de


explotación cafetera tuvo un auge para la segunda mitad del siglo XIX, las

29
haciendas cafeteras santandereanas, se fundaron en base a reductos de las
haciendas esclavistas coloniales, además, el poder político local contribuyó a
un aumento en la concentración de tierras para mediados del siglo XIX. Según
Ocampo (1989: 218) y Palacios (1983: 65) en las haciendas santandereanas
parece haber predominado los contratos de aparcería8, en esta forma de
organización de la producción el aparcero se encargaba por sus propios
medios (o con ayuda de unos pocos trabajadores) de explotar una parte de la
hacienda, guardando para si mismo la mitad de la producción y entregando la
otra mitad al hacendado. Arango (1981: 146) citando dos ejemplares de la
revista cafetera de 19329 acota:

“Las obligaciones del dueño de la tierra con respecto al


compañero son las siguientes: suministro de casa de
habitación sin cobrar canon de arrendamiento, tierras de
labor, dejando al compañero tres cuartas partes de la
producción…; suministro de avances en víveres y dinero a
medida que se vaya cultivando el cafetal…; facilitarles las
mulas y los aperos para el transporte de café en baba a la
maquinaria de beneficio; el café es dado a tres partes, dos
para este y una para el dueño de la tierra; se obliga a comprar
la parte del compañero al precio corriente del mercado el día
del arreglo. El compañero se compromete a darles las
desyerbas anuales, efectuar la poda, resiembra, despalizada,
desbejuque, arreglo del sombrío etc., en tiempo oportuno del
cafetal, a entregar sin demora el café en baba producido,
aceptar por carga de café en blanco la producción de 50
arrobas en baba (5.2 Kgs. X 1), a pagar por sus dos partes el
beneficio y la escogida, a razón de 3 pesos por carga sencilla”

8
Sin embargo, al respecto Palacios (1983: 72) citado un informe de la Comisión Corográfica señala, “en
1820 algunos comerciantes ricos de Bucaramanga intentaron cultivar conforme al sistema de aparcería,
pero aparentemente fracasaron en encontrar aparceros interesados”. Al parecer, el desarrollo de la
aparcería en Santander coincidiría con el auge en la acumulación de tierras que se daría en la segunda
mitad del siglo XIX
9
Federación de Cafeteros, “Revista Cafetera”, Num 38-39, Bogota, 1932.

30
El sistema de contratos de aparcería, era útil para el hacendado que no
contaba con un considerable capital en dinero para poner en a producir su
fundo, por otro lado, este tipo de contratos garantizaba la puesta en producción
de terrenos incultos, producto del auge del concentración de tierras descrito
anteriormente. El aparcero en Santander era completamente independiente
para dirigir las labores que consideraba pertinentes para obtener el mayor
rendimiento de los cafetales. Estos tipos de contratos se ejercían entre
personas distanciadas solo en cuanto a la riqueza, en Santander a pesar de
existir un pasado colonial dominado por la hacienda esclavista, no se
desarrollaron sistemas de trabajo semi-serviles. A diferencia de otras regiones
en donde existió la encomienda colonial como forma de sometimiento laboral,
en Santander, como se dijo anteriormente se desarrollaron otro tipo de
relaciones sociales basadas en una mayor homogeneidad social y cultural de
las partes.

A pesar de que el cultivo en este departamento contaba con una larga


tradición, tuvo una clara tendencia al estancamiento, para los años diez del
siglo XX, según lo señala Palacios (1983: 72-73) varios factores influyeron en la
decadencia de la caficultura santandereana, entre ellos el político, relacionado
con los frecuentes cierres de la frontera venezolana, lo cual generaba un
ambiente de incertidumbre entre los cultivadores, esto, sumado a la destrucción
de los cafetales y las instalaciones de beneficio durante la guerra de los mil
días. Además de estos factores también influyó el agotamiento de los suelos
poco fértiles en comparación con los de la Cordillera Central, en este sentido el
producto santandereano era de menor calidad en comparación al de sus
competidores de Antioquia y Caldas.

1.3.2 Cundinamarca-Tolima.

De Santander la frontera cafetera continuó expandiéndose hacia el sur a través


de la cordillera central, estableciéndose en poblaciones como La Palma,
Yacopí y Pacho. Muchas de estas haciendas se fundan a partir de fragmentos
de los latifundios coloniales y de la disolución de los resguardos indígenas. En
muchos casos el asilamiento geográfico y el distanciamiento de algún centro

31
urbano importante contribuyo al establecimiento, de formas de organización de
la producción bastantes opresivas, esto, sumado al abismo cultural existente
entre hacendados y trabajadores, situación que suscitó la creación de unas
relaciones sociales en donde predominaban elementos semi-serviles
influenciados por tres siglos de dominación sobre la población indígena.

“Es en estas regiones, en donde, (…) la tremenda


disparidad cultural y étnica entre los propietarios
(“blancos”) y los jornaleros y peones (“indios”) reforzó
actitudes e ideologías racistas entre los propietarios y sus
administradores y capataces”. (Palacios 1983: 192).

En Cundinamarca, la forma de producción cafetera predominante fue la


hacienda explotada por arrendatarios, quienes a cambio de habitación y un lote
para cultivar tenían la obligación de trabajar gratuitamente la mitad del tiempo
en los cultivos de la hacienda. (Arango 1981: 68. Palacios 1983: 192 y Ocampo
1999: 218). Esta forma de organización de la producción se caracteriza por la
dualidad existente entre la economía parcelaria de los arrendatarios,
caracterizada por los cultivos de transitorios de pancoger, el autoconsumo, y la
economía cafetera de la haciendas. El arrendatario tenía prohibido sembrar
café en su parcela, ese elemento serviría como caldo de cultivo para múltiples
protestas reivindicatorias por parte de los arrendatarios quienes imbuidos por
ideologías socialistas lucharían por abolir las restricciones institucionales que
recaían sobre su trabajo en las haciendas. Este tipo de organización de la
producción generaba un ambiente de descontento entre los arrendatarios,
situación que se agudizaba en tiempos de cosecha cuando el trabajo se
duplicaba y escaseaba la mano de obra. Con el aumento de población en la
región, el negocio de la venta de alimentos era más lucrativo para los
arrendatarios, lo que generaba un ambiente de indisciplina ya que los
arrendatarios dedicaban cada vez más tiempo a los cultivos de pancoger. Estas
situaciones generaron entre los arrendatarios un cierto tipo de espíritu
independentista, ya que al interior de las haciendas comenzó a fortalecerse una
economía campesina, con cierta receptividad hacia las ideas socialistas.
(Ocampo 1998: 219)

32
La figura del propietario ausentista fue también característica de la hacienda
cundinamarquesa, este en la mayoría de los casos era también un
comerciante urbano involucrado en una gran variedad de negocios como por
ejemplo tabaco, añil, panela y ganado, las propias haciendas cafeteras
combinaban la producción del grano con estas actividades. El propietario de la
hacienda se encargaba de los contactos comerciales y crediticios así como de
las decisiones fundamentales, este constituía el vínculo entre la hacienda y el
exterior. El manejo cotidiano de la hacienda estaba a cargo de un administrador
que era el encargado de lidiar con los asuntos al interior del predio, repartía
funciones, se encargaba de la inspección general de los trabajos, la
contabilidad y la resolución de conflictos.

Malcolm Deas hace una extraordinaria descripción de los pormenores de la


administración de la hacienda cafetera Santa Bárbara entre 1870 y 191210,
propiedad del bogotano Roberto Herrera Restrepo. Esta hacienda llegó a tener
en su mejor momento ciento veinte mil árboles del café, y exportó exitosamente
el producto hacia los mercados de Londres, Nueva York y Hamburgo. Aunque
Santa Bárbara, ubicada en Sasaima quedaba relativamente cerca de Bogotá
(un día a caballo), Roberto Herrera no la visita muy seguido, la comunicación
con el administrador se realizaba a través del correo o el telégrafo. Sin
embargo, la relación del propietario y Cornelio Rubio, el administrador mayor
(“mayoral”) era bastante cercana, frecuentemente este le consultaba a su
patrón sobre decisiones personales y familiares, además tenía algunos
privilegios como un porcentaje de participación sobre el café producido, pasto
gratis para doce cabezas de ganado y la facilidad de préstamos para realizar
sus propios negocios. En Santa Bárbara, mantenían también un herrero, un
carpintero y algunas veces albañiles experimentados, estos eran los pocos
oficios especializados que se realizaban en la hacienda, el grueso del personal
estaba constituido por familias de arrendatarios, que según calcula Deas no
pasaban de veinte, a estos se les asignaban pequeñas viviendas de barro y

10
Deas, M. Una Hacienda cafetera de Cundinamarca: Santa Bárbara (1870– 1912) En: Anuario
colombiano de historia social y de la cultura, volumen 8. Universidad Nacional de Colombia, Facultad de
ciencias humanas, Departamento de historia. Bogotá 1976.

33
techo de paja dotados de huertas donde podían tener sus alimentos y
mantener cerdos y gallinas, a cambio de esto los arrendatarios debían trabajar
la mitad del mes en la hacienda, recibiendo pago por ello11. La puesta en
práctica de esta obligación era tan problemática como el mismo hecho de
conseguir los arrendatarios, la expansión cafetera trajo consigo una escasez de
mano de obra. Los problemas con los arrendatarios se agudizaban ante la
prohibición de sembrar café en sus parcelas, esto era justificado por parte del
patrón apoyándose en la necesidad de impedir el robo de café, al no poseer
café los arrendatarios, este podía alegar que todo el café en la hacienda era
suyo, los cambios en las leyes suscitados en los años veinte del siglo XX les
obligaban a pagar por las mejoras que hicieran los arrendatarios. Los
problemas con los arrendatarios se agudizaban en tiempo de cosecha, en
palabras del propio Rubio, era cuando los arrendatarios “se hacen rogar más”,
muchas veces era preferible obviar la falta de disciplina el resto del año para
poder asegura la mano de obra en la época de cosecha.

Los cafetales necesitaban buena atención para poder producir un grano suave
de alta calidad, se debían mantener podados y desyerbados, además de
realizar una recolección cuidadosa grano por grano, un cafetal12 descuidado
disminuía rápidamente su productividad, lo que producía una evitable
depreciación de las tierras de la hacienda. La época de cosecha era de vital
importancia para la hacienda, en este periodo los conflictos laborales se
agudizaban pues los arrendatarios aprovechaban la urgencia del momento
para poner condiciones a sus patrones, por su lado, Rubio trataba de
“mantener el mayor número de trabajadores por el menor precio”. La escasez
de mano de obra es una constante en la historia de la hacienda cafetera
colombiana, para mantener a los trabajadores, diferentes grupos de

11
Sin embargo, observa Deas que el pago por la labor en la hacienda era pagado muy por debajo de lo
que se ganaría trabajando como cosechero en cualquier otra parte.
12
A las áreas sembradas en café se les llamaba “tablones”, estas eran delimitadas a partir de los accidentes
naturales del terreno. El “tablón” equivale a lo que en el eje cafetero actual es llamado “tajo”, sin
embargo aunque los factores topográficos condicionan la delimitación del tajo, se prefiere efectuar una
división uniforme de los tajos que componen una finca.

34
trabajadores podían estar cosechando al mismo tiempo con diferentes sistemas
de pago. Cuando el volumen de grano en los cafetales bajaba los trabajadores
preferían trabajar al jornal, cuando la cosecha estaba en su apogeo, los
trabajadores migratorios cobraban por cada arroba de café recogida. El
“enganche”, (más utilizado en Antioquia) era una modalidad de contratación
que consistía en traer trabajadores de tierra fría para que se ocuparan de las
labores de cosecha, esto se hacia mediante un contrato que muchas veces era
difícil de hacer cumplir. Para reducir el período que transcurría entre la
inversión en la siembra de café y los primeros ingresos monetarios asociados a
dicha inversión, en algunas zonas de Cundinamarca se desarrolló una forma de
contrato de siembra. En este caso, el trabajador vendía los árboles de café en
edad de producir al hacendado y tenía derecho de usufructuar la tierra para
producir artículos de pancoger durante el período del contrato, este tipo de
relaciones se desarrollaron en la región de Sumapaz pero no hay evidencia de
ellas en el Tequendama o en Antioquia. (Ocampo 1998: 218)

1.3.3 Antioquia.

El desarrollo de grandes plantaciones de café tuvo un desarrollo más tardío en


Antioquia. El incipiente desarrollo vial del país en el siglo XIX constituyó una
gran limitación para el desarrollo de la industria cafetera en lugares que no
contaban con un acceso fácil a las principales rutas de exportación, al
comienzo del auge de las exportaciones de café, la principal vía de salida para
las exportaciones colombianas era la navegación a vapor a través del
Magdalena. Esta situación beneficiaba a Cundinamarca, que gozaba de fácil
acceso a este rió como consecuencia de los desarrollos en materia vial
relacionados con el auge de las exportaciones tabacaleras en la región del
magdalena alto y medio. Por su parte Santander tenía como ventaja su
cercanía al rió Zulia y al Golfo de Maracaibo. (Brew 2000: 248)

Los empresarios cafeteros antioqueños siguieron la constante de los


hacendados de otras regiones, “eran comerciantes establecidos en la ciudad
que cultivaban café en las grandes haciendas ganaderas que habían abierto
hacia unos cuarenta años” (Brew 2000: 254). El desarrollo de la caficultura

35
antioqueña fue impulsado por las elites de Medellín, Mariano Ospina Rodríguez
presidente de la confederación de la Nueva Granada entre 1858 y 1860,
publicó “el cultivo del café”, el cual fue el resultado de sus experiencias en
Centro América. La publicación de diversos manuales impulsó de manera
decisiva el desarrollo de la caficultura en Antioquia, los cafeteros de este
departamento se preocuparon no solo por implementar las técnicas descritas,
si no que también buscaron mejorarlas a través de la experimentación. Sin
embargo, en un principio la mala ubicación de las plantaciones significó
problemas tanto para Antioquia como para otras regiones cafeteras del país. El
impulso definitivo para el desarrollo de la caficultura antioqueña se relacionó
con la firma del contrato para la construcción del ferrocarril en 1874, los
primeros cafeteros escogieron las tierras de cultivo basándose en su cercanía
con los tramos ya existentes o proyectados del ferrocarril. (Brew 2000: 253). No
obstante, el transporte del grano desde la hacienda o la finca hasta los puntos
de comercialización siguió haciéndose hasta bien entrado el siglo XX a lomo de
mula.

Las haciendas antioqueñas desarrollaron una modalidad intermedia entre la


hacienda cundinamarquesa y la santandereana. En este caso, la relación entre
el trabajador permanente y la hacienda, aunque no tan teñida de elementos
semi serviles, tenia características muy similares a las del arrendatario
cundinamarqués. La diferencia más importante fue la concentración del sitio de
residencia de los agregados y como consecuencia de esto, la separación entre
la habitación y la parcela. Esta separación parece haber sido decisiva para
evitar que se dieran los procesos de fortalecimiento de la economía campesina
típicos de Cundinamarca.

La escasez de mano de obra fue una problemática generalizada para las


haciendas del siglo XIX, esto llevó a los propietarios a implementar una gran
variedad de modalidades con el fin de atraer mano de obra. Cuando la cantidad
de trabajadores temporales no era suficiente el propietario de la hacienda
ofrecía mejores jornales con el fin de atraer la mano de obra flotante cercana al
predio. Otra opción era la de ofrecer al trabajador un jornal al destajo. El uso de
fuerza de trabajo individual también desarrolló otra variante de pago: el contrato

36
por tarea asignada. Esta modalidad se aplicó especialmente para el
mantenimiento de los cafetales. Por ejemplo, para el arreglo de matas de café,
oficios de desyerbe y poda del cafeto. Los trabajadores -muchos de ellos
jornaleros o destajistas-, empezaron a llamarse contratistas, un tipo de
trabajador más independiente del control hacendatario. Otra forma de
procurarse mano de obra para la explotación era la movilización laboral. La
práctica del enganche -modalidad utilizada desde tiempos coloniales- consistía
en contratar trabajadores, especialmente del altiplano cundiboyacense, zona
donde generalmente se ha concentrado la mayor cantidad de población del
país- y llevarlos a las zonas de penetración de la industria cafetera. Los
hacendados cafeteros -especialmente antioqueños-, empezaron a enviar a sus
mayordomos y administradores al altiplano cundiboyacense, logrando atraer a
los labriegos con el ofrecimiento de transporte gratuito, buena alimentación y
altos jornales. De esta manera incentivaron la emigración laboral,
especialmente hacia las regiones cálidas de la cordillera Central, al sur de
Antioquía y el norte montañoso del Tolima.

1.3.4 Colapso del sistema de haciendas cafeteras.

La Guerra de los Mil Días dejó un panorama desolador para la industria


cafetera, la hacienda debilitada y virtualmente agonizante no se presentaba
como el escenario propicio para adelantar una nueva expansión del cultivo.
Cuando finalizo la guerra en 1903 existían serias dudas sobre el futuro de la
caficultura nacional, sin embargo, la consolidación de la Colonización
Antioqueña dió origen al fortalecimiento del pequeño caficultor que podía
producir a costos muy bajos, además la recuperación de los precios a raíz de
las políticas de valorización brasileñas13, dieron un segundo aire a la economía
cafetera colombiana.

13
Estas políticas se relacionan con el acuerdo de Taubauté que involucraban una participación directa del
Estado brasileño en los procesos de crecimiento económico y distribución del ingreso. Furtado (1962)
citado por Palacios (2002: 242) resume de la siguiente manera los principales elementos del acuerdo: 1)
El Gobierno compraría los excedentes de café para reestablecer el equilibrio entre la oferta y la demanda.
2) La financiación de estas compras se haría mediante empréstitos externos. 3) El servicio de la deuda
seria cubierto con un nuevo impuesto en oro, fijado sobre cada saco de café exportado. 4) Los gobiernos
de los tres estados productores (Sao Paulo, Minas Gerais y Rio) debían entorpecer (durante dos años) la
expansión del cultivo.

37
Al asumir la presidencia, el conservador General Rafael Reyes enfrenta el
compromiso de rehabilitar un país acabado por la guerra y la miseria. El
General Reyes dió impulso a las inversiones extranjeras en suelo colombiano,
centralizó las rentas públicas y desmembró a los viejos Estados soberanos,
estas medidas buscaban promover un nuevo auge exportador. El gobierno
Reyes dió una participación razonable en política a los liberales a través de la
ley de minorías, esto permitió que Rafael Uribe Uribe asumiera el manejo de la
diplomacia en América del Sur. Este, pronto se presentó como un defensor del
“socialismo de estado” inherente al tratado de Taubauté. Promovió la idea de
organizar la colonización, y se mostró poco partidario de las grandes
plantaciones, sosteniendo que el tipo de producción más adecuado era el de
carácter familiar. La explotación en pequeña escala aseguró costos de
producción muy bajos, situación que fue difícil de superar para el sistema de
haciendas. Como sostiene Palacios (2002: 244), “En cierta forma los
hacendados fracasaron, pero el café no. La burguesía cafetera, cuyo corazón
estaba conformado por los hacendados exportadores, no desapareció. En
adelante se movió de la producción a la comercialización. De ahora en
adelante los capitales no se dirigieron a controlar la tierra y la mano de obra,
como en 1870-1895, sino a controlar la comercialización del café”.

De esta manera el hacendado antiguo protagonista de la caficultora colombiana


volvió a su antiguo rol de comerciante, y dió paso al colonizador antioqueño
para que emprendiera una nueva expansión del cultivo que efectivamente
lograría consolidar a Colombia como un país caficultor.

1.4 La Colonización antioqueña y la gran expansión campesina.

La Colonización antioqueña del occidente es sin duda uno de los procesos


socio económicos con mayor relevancia en la historia colombiana. Tuvo sus
inicios a fines del siglo XVIII en las postrimerías de la época colonial cuando un
gran número de familias antioqueñas comenzó a desplazarse hacia el sur
ocupando tierras despobladas. Tal flujo de colonos cubre todo el siglo XIX y los
primeros decenios del XX. Como resultado de este proceso se integraron a la

38
economía colombiana miles de hectáreas de tierra que durante tres siglos
habían permanecido incultas.

La colonización se desarrolla en un momento crucial de la historia colombiana,


al dejar atrás el régimen colonial y todas las limitaciones que este implicaba, la
nueva República comenzó a buscar el camino hacia la estabilidad económica,
política y social. La Colonización significó un enfrentamiento contra los rezagos
coloniales al oponer los títulos de propiedad otorgados por el Rey contra la
ocupación de hecho adelantada por los colonos. Como resultado la migración
antioqueña dejó miles de propietarios en un país en donde la tenencia de la
tierra era privilegio de los más poderosos. Posteriormente “La Colonización
hizo un importante aporte de orden económico al país, con su encuentro casi
casual, con el café, hacia 1870, puesto que el grano no solo estabilizó la
epopeya al darle una base económica fuerte y sólida, si no porque las
características de su cultivo, de su mercadeo y su rendimiento económico,
termino dándole un vuelco general a la economía colombiana”. (de los Ríos
1983: 23)

39
Figura 3. Ruta de la Colonización Antioqueña.

1.4.1 Antecedentes de La Colonización.

Las causas que desencadenaron la colonización han sido explicadas de


distintas maneras. R. de Los Ríos (1983), propone dos tipos enfoques que no
necesariamente se excluyen mutuamente. El primer enfoque es de carácter
histórico, encuentra las causas de La Colonización en hechos puntuales
ocurridos a finales de la época colonial, como por ejemplo la situación de
extrema pobreza que se vivía en Antioquia desde la segunda mitad del siglo
XVIII. Tal crisis fue la consecuencia de un modelo de crecimiento económico

40
desequilibrado entre dos sectores productivos, el minero y el agrícola además
de un sector intermedio, el comercial que se quedaba con los rendimientos de
los dos anteriores. Ante un crecimiento casi nulo de la producción agrícola, el
abastecimiento de alimentos fue insuficiente para satisfacer las necesidades de
una población en constante aumento. Los precios de los alimentos se
dispararon haciendo insostenibles a las empresas mineras. El segundo
enfoque propuesto tiene un carácter procesal y encuentra en las situaciones
descritas anteriormente un catalizador para el comienzo de la migración. El
enfoque sociológico, explica La Colonización a partir de la evolución de la
estructura social y económica antioqueña ocurrida durante trescientos años de
historia colonial, período en el cual se desarrolla una economía basada casi
exclusivamente alrededor de la explotación minera. Estas condiciones según
anota este autor, se concentraron para la configuración de un nuevo prototipo
de hombre antioqueño, un ethos paisa asociado a un espíritu negociante,
recursivo y sobre todo aventurero.

Desde el siglo XVI los españoles comienzan a establecer grandes empresas


mineras de veta y aluvión, alrededor de estas se fundan las primeras ciudades:
Santa Fe de Antioquia, Cáceres, Remedios, Zaragoza y Santiago de Arma. (de
los Ríos 1983). Otros centros mineros importantes como Buriticá y Guamacó
concentraron alrededor suyo explotaciones agrícolas y actividades comerciales
articuladas al sistema económico colonial. (Giraldo 1983). La agricultura
antioqueña de la época colonial solo se orientaría hacia la satisfacción de las
necesidades de la empresa minera. La poca fertilidad de los suelos asociada a
las características de la explotación minera dió como resultado un desarrollo
agrícola y ganadero apenas necesario para la reproducción de la fuerza de
trabajo y muchas veces insuficiente14.

Durante el primer siglo de presencia española en territorio antioqueño se


explotaron vetas superficiales sin necesidad de mayores adelantos técnicos. La

14
Como señala de los Ríos, “La producción agrícola la hicieron primero los grandes y medianos
empresarios mineros para sus indios, sus esclavos y para sí mismos. Luego fueron los comerciantes
intermedios quienes sembraron directamente o contrataron el suministro de productos agrícolas para
poder proveer a sus clientes mineros. Fuera de esto, en parte alguita de la Provincia hubo empresas
agrícolas

41
mano de obra indígena empleada a través de la figura de la encomienda fue
ampliamente utilizada por los españoles para la explotación de las minas de
oro, sin embargo las duras condiciones de trabajo provocaron la disminución de
esta fuente de trabajadores. Frente a esta situación se promulgaron leyes para
proteger a la diezmada población nativa, implementando el sistema de reservas
el cual otorgaba tierras comunales a los indígenas. Ante la falta de brazos para
el trabajo en la mina los españoles optaron por traer cuadrillas de esclavos
negros desde África, sin embargo, esta alternativa resultaba demasiado
onerosa, dado el alto costo de los esclavos y su manutención. Bajo estas
circunstancias, en donde primaba la escasez de mano de obra comienzan a
aparecer nuevas categorías laborales dedicadas a la explotación minera:
barequeros, mazamorreros, zambullidores y guaqueros, quienes desde la
segunda mitad del siglo XVII comenzarían a transformar la estructura social y
económica de Antioquia. El surgimiento de la minería independiente posibilitó el
establecimiento de grupos sociales marginados del control de los señores
coloniales. Este hecho seria un factor fundamental para la posterior
acumulación de capital y para el debilitamiento del sistema colonial.

La aparición del minero independiente comienza a revolucionar el orden social


y económico de Antioquia, junto con él comienzan a aparecer nuevos sectores
sociales y se comienza a estructurar un nuevo sistema económico que
deterioraría al sistema colonial. En esta nueva estructura aparecen los
intermediarios que compran el oro a los mineros independientes y los venden a
los abastecimientos en las ciudades, muchas veces intercambiándolo por otras
mercancías que son revendidas en los centros mineros. El minero libre debe
agudizar su ingenio y especializarse dado que el mercado de su oro no está
garantizado como era el caso del minero colonial. De esta situación se
desprenden unas estrategias orientadas a facilitar el nuevo negocio: pagos en
especie, financiaciones en abastos previas a las exploraciones, largos plazos
para los pagos en oro y la organización de rutas y sistemas de transporte para
poder llegar a los compradores. (de los Ríos 1983). El comercio de oro entre
Antioquia y Cartagena contribuyó decisivamente a la acumulación de capital, y
a partir de este nuevo orden social y económico se consolidó una élite minera y
comercial que para 1830 gozaba de amplio poder político y era propietaria de

42
grandes extensiones de tierra15. Brew (2000) sostiene que la Colonización fue
claramente influenciada por estas élites, quienes se interesaron en hacer
productivas las grandes extensiones de tierra que poseían al sur de la frontera
antioqueña. Al controlar los poderes legislativos pudieron garantizar el marco
legal necesario para adelantar la Colonización, ofreciendo a los colonizadores
términos cómodos y seguros para adelantar su empresa. Primero brindando
crédito y aprovisionamiento de bestias, aperos, semillas y herramientas
utilizadas en las primeras avanzadas, y segundo dando el apoyo político
necesario para que el Estado traspasara tierras públicas a colonizadores y
colonos organizados o para que mediara en su favor en caso de disputas con
terratenientes ausentistas, por último dieron apoyo político y legal para que el
Estado reconociera las autoridades locales y extendiera sus servicios
administrativos a las nuevas poblaciones. (Palacios 2002)

Sin embargo, La Colonización patrocinada por los capitalistas terratenientes fue


la culminación de un proceso que había comenzado cien años atrás. Gran
parte del territorio en donde se adelantaría La Colonización Antioqueña, había
sido adjudicado a través de cédulas reales a grandes latifundistas y
acaudalados españoles, quienes aun después de la independencia
constituyeron una gran traba para el desarrollo de la colonización. Este asunto
sería advertido entre 1786 y 1789 por el visitador Mon y Velarde, quien
recorrería la provincia antioqueña con el fin de evaluar sus recursos culturales y
económicos y tomar medidas que “ayudaran a mitigar la pobreza y el atraso
que se vivía en la región”. Mon y Velarde profirió cientos de recomendaciones
sobre agricultura, minería, artesanías, comercio, ejercicio de profesiones y
oficios, educación, organización de la administración pública, aspectos de
religión y moralidad, hacienda, tributos y administración de justicia. Su lucha
por el desconocimiento de las Cédulas Reales, fue uno de los primeros intentos
de reforma agraria (Santa 1993). Entre las recomendaciones hechas por el
visitador se destaca la de fundar poblaciones y repartir tierras entre los colonos

15
Sin embargo observa de los Ríos, “La provincia antioqueña no tuvo latifundios ni terratenientes en la
misma proporción que otras partes del país”. Argumenta: “el objetivo era la minería y el empresario
minero no podía ser el sedentario latifundista, sino un aventurero, casi un visionario con mentalidad
diferente. También porque desde 1587 hubo leyes de limitación territorial para las conseciones mineras.
Además porque no había indios ni negros suficientes para las explotaciones agrícolas”. (de los Ríos
1983:54)

43
que se comprometieran con esta empresa. Tal fue el caso de Yarumal, Amagá
y Don Matías (fundadas alrededor de 1787). A estas poblaciones se les
asignaron varias leguas cuadradas de tierra las cuales fueron repartidas entre
los colonos por un Juez Poblador, quien definió el tamaño de los lotes teniendo
en cuenta el número de integrantes de la familia y su capacidad para trabajarlo.
Sin embargo estos primeros colonizadores no encontraron de su agrado las
improductivas tierras frías de las nuevas fundaciones por lo tanto comenzaron
a desplazarse hacia las agrestes tierras hacia el sur de Medellín, esta primera
avanzada fue llevada a cabo espontáneamente por hombres sin dinero que
invadieron los terrenos de las concesiones reales. Posteriormente el mismo
Mon y Velarde enterándose de la prosperidad de las nuevas tierras, promovería
la fundación de Sonsón, el cual se convertiría en el principal centro de irrigación
colonizadora. A partir de este momento comienza un nuevo tipo de
colonización más organizada, adelantada por comerciantes y agricultores con
algún capital, más preocupados por darle sustento legal a sus terrenos y por
fundar nuevas poblaciones (de los Ríos 1983).

La llegada de la independencia que reemplazó al régimen de la corona


española por un gobierno de tipo republicano, modificó radicalmente los
procesos de poblamiento del territorio colombiano, el acto de fundación de
ciudades en la época colonial se había caracterizado por un cierto simbolismo
religioso vinculado a la tradición medieval española, la conquista de un territorio
confería el dominio efectivo a La Corona, y en este sentido, la fundación de una
población representaba la puesta en práctica de este dominio, según resalta
Martínez (1967) citado por Blanco (2001) "el rey poseía en lo civil la potestad
en todo lo referente a la erección y gobierno de nuevas ciudades. Además,
tenía el título de real patrono de las nuevas cristiandades: podía erigir iglesias,
autorizar parroquias y diócesis, y fijarles límites". Sin embargo, en la joven
República, la fundación de una población pasó a ser un acto puramente civil. Si
antes el poblar un espacio geográfico era asunto de un súbdito de la corona
española, ahora el colono, el que ocupaba de hecho o solicitaba al gobierno
tierra para establecerse, era el ciudadano de una República. Las normas
expedidas después del congreso de Cúcuta consideraban al trabajo y al
esfuerzo personal como titulo suficiente para poseer la tierra. Cuando se

44
consolida la independencia en 1819 el nombrado congreso dicta una seria de
medidas orientadas hacia la adjudicación de tierras entre las cuales Santa
(1993: 60) destaca las siguientes: “1. Adjudicación de tierras baldías para pagar
servicios oficiales y soldados que lucharon a favor de la independencia. 2.
Venta de baldíos a particulares con el fin de recaudar fondos para pagar
deudas contraídas por los empréstitos que demando la guerra, y para organizar
y poner a funcionar la nueva república. 3. Adjudicación de tierras baldías a los
inmigrantes europeos y norteamericanos que quisieran venir a la nueva
república, en su condición de agricultores o artesanos y con el fin de estimular
el doblamiento de una nación diezmada por la guerra. 4. Adjudicación de
baldíos a las diversas provincias en que se encuentra dividida la republica, para
que ellas se arbitren recursos económicos y puedan, también, estimular esa
política de doblamiento de zonas desabitadas, adjudicando limitadas
extensiones de los mismo a fundadores de nuevas poblaciones”. Estas
políticas fueron desarrolladas por lo gobiernos sucesivos desde el Congreso de
Cúcuta hasta mediados del siglo XIX, los cuales vieron en los baldíos de la
república pero particularmente en las agrestes vertientes andinas una
oportunidad de ampliar la base económica de la joven república, fomentando la
fundación de pueblos en tierras que eran consideradas sin valor durante la
época colonial.

1.5 Dinámica y configuración del entramado territorial.

El advenimiento de la república generó un auge en el proceso de poblamiento


del territorio colombiano, siendo el movimiento migratorio antioqueño el de
mayor relevancia. A diferencia de la conquista y colonización española sobre el
territorio indígena, la migración antioqueña se trató de una conquista y posterior
colonización del espacio natural16. La expansión de la frontera antioqueña
puede describirse como un proceso de apropiación tanto material como
simbólico del espacio. Este proceso es sustentado a partir de la construcción

16
Se utiliza el concepto espacio natural en oposición al concepto de espacio culto, es decir, aquel en el
cual se ha llevado un proceso de apropiación tanto material como simbólico, siguiendo a García (1976)
una territorialización. Para Raffestin (1980) el espacio constituye la materia prima del territorio y es
preexistente a toda acción, este es generado a partir del espacio como resultado de acciones conducidas
por actores sintagmáticos.

45
de una serie de relaciones tanto económicas como sociales que fueron
proyectadas sobre el espacio baldío que se sabía existía al sur de la frontera
agraria antioqueña17. Esta expansión sugiere la existencia de un eje de
dispersión colonizadora compuesto por los caminos heredados de la época
colonial que conectaban a Antioquia con los principales centros poblados de la
época, estos caminos constituyeron la red primaria de dispersión colonizadora,
a partir de la cual se configuraría el entramado territorial18 de las nuevas zonas
de colonización. Este proceso de apropiación del espacio representa la
proyección de una serie de valores culturales asociados a la significación del
“ser antioqueño” (ser paisa) es decir, el ser emprendedor, aventurero,
negociante y hombre de familia con un profundo sentimiento religioso. A estos
valores se suman una serie de prácticas económicas como por ejemplo la
arriería, la agricultura de subsistencia y el comercio, que son en si mismas
formalizaciones semánticas que dotan al espacio de unas características
especiales que definen la territorialidad del grupo (García 1976), y es a partir de
ellas que se va dando forma al sistema territorial. Todos estos valores y
prácticas asociadas a la identidad paisa llevarían a que el “ethos de hacha”
logrará imponerse al carácter agreste de las tierras al sur de la vieja Antioquia y
constituyera un núcleo de más de cien poblaciones entre grandes y pequeñas,
unidas por una gran proximidad social y cultural. Las fundaciones de Sonsón
(1797), Abejorral (1808) y Aguadas (1814), marcaron el comienzo de este
proceso de configuración territorial, constituyendo los nodos límite desde donde
comenzaría el movimiento centrífugo de irrigación colonizadora.

La expansión de la frontera colonizadora sugiere un proceso centrifugo que


parte de la existencia de nodos de irrigación colonizadora que sirven como
puntos de partida para el proceso de poblamiento, Sonsón fundada en 1787 y
ubicada al sur de Antioquia en la falda occidental de la cordillera central al
sureste de Medellín, es reconocida por varios autores (Lopera 1986, Parsons
17
El concepto de frontera agraria significa el limite entre el espacio culto y el espacio natural, a medida
que la frontera agraria avanza se van proyectando sobre el espacio baldío las prácticas sociales y
económicas asociadas a la cultura colonizadora, es este proceso el que define la apropiación simbólica y
material del espacio.
18
El entramado territorial esta compuesto por el conjunto de relaciones que se establecen entre los nodos,
las redes y los límites. Los nodos son centros de poder (por ejemplo pueblos y ciudades) adscritos al
entramado que configuran un área de influencia que determina los límites del entramado a partir de un
flujo de relaciones de poder que circula a través de las redes.

46
1997) como uno de los lugares principales desde donde se inició el proceso
colonizador. Al estar situada en el límite sur de la frontera antioqueña era
considerara como marginal en cuanto a otros centros de poder como por
ejemplo Medellín. Sin embargo, para efectos del proceso de poblamiento se
constituye como un nodo central desde donde se gesta el proceso colonizador
y desde donde se comienza a concebir una nueva imagen de territorialización y
la construcción de un nuevo entramado territorial.

Raffestin (1980) sostiene que la centralidad y la marginalidad se definen una en


relación con la otra y que estas pueden invertirse territorialmente de acuerdo a
una jerarquía de los nodos territoriales establecida de acuerdo a la relaciones
de poder económico y político que se establecen entre cada uno de estos
centros. De esta manera, la marginalidad se constituye en centralidad a partir
de la cual se engendra el proyecto colonizador, estas centralidades se originan
en la existencia de una colectividad cohesionada por motivaciones objetivas
(como el deseo de tierras) que confluyen en la necesidad de concebir nuevas
imágenes territoriales, nuevos espacios susceptibles de ser apropiados tanto
material como simbólicamente.

La colonización (como se ha dicho) parte del uso de una infraestructura


territorial configurada por los caminos heredados de la colonia y las escasas
fondas camineras que se repartían a lo largo de estos. A medida que la
colonización avanzaba comenzaba a levantarse ranchos y a efectuarse
mejoras en los terrenos cercanos a los caminos, luego comenzaban a aparecer
otras fondas que surtían de elementos de primera necesidad a las fincas
aledañas. Muchas de las poblaciones nacidas de la colonización como
Aguadas y Manizales (Santa 1993:30) comenzaron alrededor de las fondas
camineras. La fundación de un pueblo parte de un ejercicio de proyección
efectuado por parte de sus colonizadores, primero se reservaba un lote en
donde se ubicaría la plaza principal del pueblo y se organizaba un “convite”
para comenzar a despejar el terreno seleccionado, se seleccionaban los
árboles más grandes o “madrinos”, a todos los que les circundaban se les
denominaba “ahijados”, a los cuales se le hacia una muesca, posteriormente se
pasaba a “tumbar” el árbol principal el cual con su peso derribaba a los demás.

47
Despejado el lote principal se procedía a selecciona los lotes donde se
construirían el templo, la escuela, la cárcel y la casa de gobierno.

Dicen que en alguna ocasión un viajero vió en medio de


aquella entonces montaña inextricable un grupo de labriegos
que iban corriendo al son acompasado de una esquila el
contorno de un desmonte. “¿Qué hacen ustedes así?” inquirió
[el narrador] curioso. “Estamos fundando un pueblo”, le
respondieron ingenuamente, con sencillez que el transeúnte
halló irónica. Años mas tarde, cuenta el narrador, al regresar
por aquella cordillera vió ser verdad el poblado prometido,
haberse trocado en plaza amena el bosque derribado, en
campana más sonora y grande la esquila de iniciación19.

La fundación de pueblos significa la configuración de nuevas nodosidades al


interior del entramado territorial a medida que estos nodos se desarrollan
comienzan a establecer relaciones comerciales y sociales con otros nodos,
estas se concretan a partir de la construcción de caminos, los cuales facilitan el
flujo de estas relaciones. La concentración de relaciones en un nodo significa al
aumento de la influencia de su poder, esto tiende a reconfigurar las relaciones
de poder al interior del entramado territorial, modificando sus límites y su
estructura. Los nodos tienden a modificar su posición jerárquica al interior del
entramado territorial. Es decir, a partir de un movimiento centrífugo un nodo
genera una corriente de irrigación colonizadora, esta corriente se concentra en
la creación de un nuevo nodo, cuando el flujo de relaciones comienza a
concentrarse en este nodo (moviendo centrípeto), el proceso se invierte y el
nuevo nodo tiende a generar una nueva corriente de irrigación colonizadora.
Podemos tomar el ejemplo de Manizales, que para mediados del siglo XIX se
encontraba en desventaja jerárquica en relación a Sonsón, sin embargo
algunas décadas después estas posiciones se invertirían y Manizales ocuparía
una posición más privilegiada al interior del entramado territorial y se convertiría
en centro de irrigación colonizadora hacia el Quindío y el norte del Valle.

19
Luis Lopez de Mesa, Introducción a la historia de la cultura colombiana, Bogota, Editorial Antena,
1930. Citado en Santa (1993: 22)

48
A mediados del siglo XIX, el gobierno dicta una serie de normas orientadas a
estimular la fundación de pueblos destinados a ubicar a los colonos pobres que
quisieran trabajar la tierra y hacerla suya a partir del esfuerzo. Este es un
período en el que se da un auge en las fundaciones, y en donde comienzan a
aparecer las poblaciones más importantes como Manizales (1848) y Pereira
(1863). Para la década de 1880 el flujo colonizador disminuye su intensidad y
se orienta hacia la región del Quindío. El auge fundador merma y se intensifica
la creación de relaciones económicas y sociales entre las nuevas fundaciones,
el auge fundador deviene en un moviendo centrípeto de consolidación y
estabilización de las nuevas poblaciones. Este fenómeno estabilizador se
consolida definitivamente, la economía caracterizada por el autoconsumo se
transforma totalmente con la llegada del cultivo del café, que comienza a
intensificarse a partir de 1880, esto trajo una notable valorización de la tierra y
la vinculación a ella de considerables capitales. Esta consolidación genera una
nueva modalidad de colonización, los pioneros colonizadores ahora pudientes
empresarios agrícolas se dirigen hacia los valles del rió magdalena para fundar
establecimientos ganaderos.

1.6 El Café durante el siglo XX.

La Colonización Antioqueña sentó las bases para un nuevo tipo de estructura


de tenencia de la tierra. El nuevo auge de producción cafetera se desarrollo
durante el siglo XX principalmente en pequeñas y medianas unidades de
explotación, caracterizadas por el uso de mano de obra familiar. La economía
parcelaria permitió reducir considerablemente la inversión de capital necesaria
para producir el grano. El trabajo personal se convirtió en el capital necesario
para la ampliación de los cultivos. “El escaso capital en dinero disponible en el
país podía ahora concentrarse en el comercio y otras actividades
complementarias del negocio, no exigían inmovilizar los recursos por largo
periodos de tiempo” (Ocampo 1989: 230).

El crecimiento de la producción se concentro en el viejo Caldas, el sur de


Antioquia, el norte del Tolima y el norte del Valle del Cauca. En los inicios de la

49
colonización se desarrollo en estas zonas una agricultura de roza y quema20,
complementada por actividades comerciales como el engorde de cerdos, la
guaquería y la explotación del caucho. (Ocampo 1989). La economía cafetera
comenzaría a desarrollarse y consolidarse casi una década después del
establecimiento de las primeras parcelas. El café no es un cultivo que se
adapte adecuadamente a las condiciones de colonización temprana, dado que
involucra una considerable inversión monetaria y su rendimiento es de carácter
tardío (por lo menos cinco años después de la siembra). A estas condiciones
se suma el hecho de que las zonas de colonización no contaban con la
infraestructura necesaria para su trasporte y comercialización. “el café tuvo que
esperar a que se establecieran las comunidades de colonos con su agricultura
de subsistencia: maíz, fríjol, plátano, yuca, a que mejoraran los caminos de
herradura por donde salían los cerdos que se engordaban para abastecimiento
de ciudades lejanas como Medellín y Bogotá” (Palacios 2002: 282). El cultivo
de grano se expandió rápidamente en las pequeñas y medianas propiedades
que se habían desarrollado en la región, gracias a un largo proceso de lucha
por la tierra de los colonizadores contra los adjudicatarios de baldíos, que como
se mencionó anteriormente contó con el apoyo de las élites comerciales de
Medellín y posteriormente de Manizales.

A pesar de que el panorama económico mundial de principios del siglo XX no


era muy favorable para la industria cafetera, el volumen de producción
comenzó a aumentar vertiginosamente, hecho que comenzó a repercutir en el
panorama exportador colombiano a partir de 1910. La pequeña explotación se
consolidó y dominó el paisaje cafetero colombiano para la década de 1920, en
este período la mitad de la producción nacional provenía de unidades de
producción de menos de doce hectáreas. (Ocampo 1989). Para 1930 el
proceso de democratización de la propiedad cafetera se había acentuado aún
más, las nuevas zonas de explotación aportaban las tres cuartas partes del
total de la producción nacional, quintuplicando la producción y posicionando al
café como primer producto de exportación. Colombia surgió en el panorama

20
En este sistema típico de las zonas de colonización, la tierra permanecía inactiva durante largos periodos
de tiempo mientras recuperaba su fertilidad. En este sentido la introducción de la caficultura dio paso a un
uso intensivo del suelo que permitía incrementar su producción comercializable.

50
cafetero mundial como el segundo país productor después de Brasil. La
expansión cafetera fue un factor determinante para la consolidación del
comercio exterior colombiano, hecho que daría vía libre a un verdadero cambio
cualitativo en el desarrollo colombiano. La economía cafetera abrió el camino
para un verdadero desarrollo del capitalismo moderno en Colombia (Ocampo
1989).

1.6.1 Tecnologías de producción y comercialización.

Las tecnologías empleadas en la producción de café eran aun muy primitivas


para principios del siglo XX, el café al ser un característico cultivo de ladera no
apto para la mecanización, aladamente estacional y muy intensivo en mano de
obra, favorecía la explotación por vías rudimentarias y presentó pocas pero
sustantivas innovaciones técnicas a lo largo del siglo, la verdadera revolución
en la producción cafetera solo se daría muchos años después (como se verá
en el siguiente capitulo) con la introducción de la tecnificación de la caficultura.
Los cuidados del cultivo se limitaban a dos desyerbes anuales, la
deschuponada, y el desmusgado de los árboles, labores que no requieren de
un gran volumen de mano de obra. La fertilización de los cafetales era una
práctica virtualmente desconocida, solo en contados casos se utilizaban los
desechos orgánicos como fuente de nutrientes para los suelos. Los nuevos
cafetales eran sembrados a partir de árboles jóvenes nacidos en plantaciones
adultas, que no eran obtenidos a partir de germinadores o almácigos como se
hace en la actualidad. Con el fin de proteger los cultivos del los rayos solares
se acostumbraba intercalar los árboles con otras plantaciones de mayor
tamaño como el plátano y el árbol de guamo. Como complemento a la
economía cafetera eran comunes los cultivos de subsistencia como el maíz y el
fríjol, los cuales eran destinados para al autoconsumo y la comercialización en
los mercados locales, la cría de cerdos y gallinas complementaba la producción
de alimentos. En épocas de cosecha era común la utilización de mano de obra
extrafamiliar, trabajadores itinerantes viajaban a las zonas cafeteras del viejo
caldas en busca de oportunidades de trabajo. La forma de contratación más
común eran el pago de jornales y el sistema de compañías.

51
La expansión de la caficultura tuvo importantes efectos en la economía
nacional, desde comienzos del Siglo XX. La demanda agregada que generó fue
esencial para apoyar el crecimiento de los bancos, de los ferrocarriles y del
sector industrial. En este sentido la inversión en tecnología logró que se
operaran grandes avances en la industrialización de la caficultura colombiana,
estos se dieron en el ámbito de las fincas con la introducción de la
despulpadora manual, la cual significó un gran avance en el proceso de
beneficio del grano; esta innovación permitió concentrar en la finca la mayor
parte del proceso de beneficio. Además del avance técnico la despulpadora
significó un cambio en la relación que el campesino sostenía con los centros
urbanos, al eliminarse los intermediarios que se ocupaban de procesar el café y
venderlo en pergamino a los comerciantes de las ciudades. Para el sector
industrial, la trilla de café a gran escala constituyó otra de las innovaciones
técnicas en la industria cafetera del siglo XX.

El transporte del café se siguió haciendo en recuas de mulas hasta muy


entrado el siglo XX, las fincas contaban con pastos para alimentar a las bestias
necesarias para el transporte del los bultos de café, solo los avances en la red
de carreteras a partir de los años treinta logró el reemplazo de la mula por el
Jeep Willys, medio de transporte que se ha convertido en un verdadero ícono
de la región cafetera colombiana. Este cambio permitió que un mayor número
de municipios productores tuviera accesos a medios de transporte modernos.

Buenaventura logró consolidarse como el primer puerto cafetero de Colombia,


desplazando al Río Magdalena como principal vía de salida de las
exportaciones cafeteras colombianas. El fácil acceso a Buenaventura a través
del Ferrocarril y la red de de carreteras permitió que dicho puerto moviera el
80% del café colombiano para finales de los años cincuenta. La creación de la
Flota Mercante Grancolombiana en 1946 es otro de los grandes avances en
materia de transporte que vinieron de la mano de la industria cafetera.

La fonda constituyó el primer eslabón en la cadena comercial que unía al


productor con el consumidor final, esta relación “entre el campesino y la fonda
sustituyo en las zonas de colonización antioqueña aquella entre el arrendatario

52
y la hacienda típica del oriente del país” (Ocampo 1989: 227). El fondero
brindaba crédito al cafeteros para realizar sus compras entre cosecha y
cosecha, aplicando intereses que alcanzaban tasas de usura, adicional a esto,
el cafeteros se veía obligado a venderle el café al fondero con un descuento
significativo.

El fondero era apenas la primera pieza en la red comercial del


café. El grano pasaba a manos de los agentes de las casas
exportadoras, localizadas en los pueblos más importantes, que
debían remitir el café a los centros comerciales, donde se
trillaba antes de remitirlo a los mercados de destino. Las casas
exportadoras a veces actuaban en forma concertada a través
de sus agentes para disminuir el precio de compra, controlar los
fletes de las mulas y otras actividades similares. Los primitivos
medios de comunicación de la época permitían disparidades
importantes en los precios de adquisición del grano a nivel local
y grandes márgenes comerciales. (Ocampo 1989: 227)

La comercialización externa de café se siguió haciendo por el sistema de


consignación típico del siglo XIX. Durante las dos primeras décadas del siglo
XX, las exportaciones se concentraron el los Estados Unidos, el cierre de los
mercados europeos durante la Primera Guerra Mundial determinó que las
ventas del café colombiano se concentraran casi exclusivamente en el mercado
norteamericano. El incremento en la escala de exportaciones de café
colombiano permitió a las principales casas comerciales la apertura de oficinas
en Nueva York. Para la década de 1930 las casas comercializadoras
extranjeras dominaban ampliamente el mercado, dominando una tercera parte
de las exportaciones nacionales (Ocampo 1989)

Al comienzo de la depresión económica de 1929, los productores de café no


contaban con asistencia técnica, créditos especializados ni con facilidades de
almacenamiento. Los cafeteros tenían escaso poder de negociación frente al
las casas comercializadoras extranjeras. Estas situaciones motivaron a los

53
cafeteros a organizarse y crear una institución que los representar tanto política
como comercialmente.

1.7 Orígenes de la Federación Nacional de Cafeteros.

La consolidación de la industria cafetera colombiana condicionó la idea de


fundar una asociación que se encargara de atender exclusivamente los
intereses del gremio cafetero, esta iniciativa provenía de hacendados y
políticos antioqueños y bogotanos principalmente. La Federación Nacional de
Cafeteros de Colombia (FNCC), es creada en junio de 1927, con la idea de
representar los intereses de los caficultores mediante la organización
democrática y participativa del gremio. El primer paso para la fundación de la
FNCC se dio en 1920 cuando la Sociedad de Agricultores Colombianos (SAC)
convocó el primer Congreso Cafetero, en este evento se analizarían los
problemas relacionados con la baja en las cotizaciones internacionales del
grano y la congestión del transporte a través del rió magdalena, en este
congreso se pidió al gobierno una rebaja en los fletes, la creación de un banco
emisor y desarrollar la legislación sobre prenda agraria en el país (Ocampo
1989: 246).

La Sociedad de Agricultores Colombianos (SAC) tiene sus inicios alrededor de


1870, se trataba de una “incipiente” institución compuesta por terratenientes de
orientación económica liberal que se encargaban de difundir fundamentos de
agricultura tropical, informaban sobre el estado de los mercados
internacionales y se encargaban de orientar a los exportadores sobre las
políticas económicas favorables para el desarrollo del sector agrícola. Uno de
los primeros lineamientos de la SAC fue el de conferirle a la sociedad un
carácter preponderadamente técnico y menos político. (Palacios 2000: 423,
424). Sin embargo este esfuerzo fracasó en 1875 a raíz de diferencias entre
sus dirigentes y de los conflictos bélicos de finales del siglo XIX. Los efectos de
la guerra de los mil días (1899-1903) llevaron a los caficultores a buscar una
organización que ayudara a sacar al sector. A partir de este esfuerzo se fundó
en 1904 la Sociedad de Productores de Café, cuyos objetivos se relacionaban
con la solución de problemas referentes al cultivo, el beneficio y la exportación

54
del grano. En 1906 la Sociedad de Productores de Café retoma el nombre de
Sociedad de Agricultores de Colombia con la intención de darle una mayor
amplitud a la organización, sin embargo aunque contemplaba a otros gremios
agrícolas, esta institución fue controlada por lo cafeteros hasta 1927, año en
que se funda la FNCC. (Machado 1988: 65)

La FNCC se crearía en el segundo congreso cafetero celebrado en 1927, su


funcionamiento era financiado con ingresos provenientes de un reducido
impuesto a las exportaciones de café21. En un principio sus funciones se
limitaban a “federar” miembros, hacerles antesala a ministros y formular
declaraciones de prensa. En sus inicios la FNCC fue una institución débil tanto
económica como organizacionalmente, debido a que el gobierno no transfirió
desde un principio los dineros generados por concepto del impuesto a las
importaciones de café. La situación se normalizó cuando el gobierno liberal de
Olaya Herrera, pagara el impuesto en forma retroactiva. Para 1929, a pesar de
la caída de la bolsa de Nueva York, la Federación creó el primer Almacén
General de Depósito en Manizales y estaban por abrirse los de Medellín,
Girardot, Cali y Honda. Entre 1930 y 1934 el número de federados paso de
cuatro mil a cincuenta mil. El gobierno comenzó a intervenir el mercado interno
cafetero situación que beneficio considerablemente a los pequeños
productores. Las actividades de la Federación comenzaron a tener cada vez
mayor injerencia en los asuntos de primer orden de la época: el problema
crediticio, la determinación del tipo de cambio y los tratados comerciales del
país. (Ocampo 1989: 248)

A raíz de la crisis económica mundial de 1928-1930, la FNCC es


reestructurada. En este proceso, paso de ser una institución que agremiaba a
los productores a servir de vocera a los grandes exportadores, en esta época
se introducen reformas estatutarias que permaneces hasta hoy. Los esfuerzos
de la FNCC se concentraron principalmente en los campos mercantil, financiero

21
El comité fundador de la FNCC pidió al gobierno un subsidio de cincuenta mil pesos para el
funcionamiento de la Federación pero el gobierno se negó a hacerlo, sugiriendo en cambio que la entidad
gremiales financiara con un impuesto a las exportaciones del grano de diez centavos por saco de 60kg.
Aunque la idea del impuesto controvertía los principios aprobados en el Congreso Nacional de Cafeteros,
el Comité termino aceptándolo como única posibilidad de existencia de la federación. (Ocampo 1989:
247)

55
y de propaganda, en este período de consolidación institucionales logra la
organización y desarrollo de lo Almacenes Generales de Deposito y los bonos
de prenda agraria, también se reglamentaron y estandarizaron los tipos y
marcas del café de exportación, pensando principalmente en el mercado de los
Estados Unidos, además se crearon oficinas en Europa y los Estados Unidos
encargadas de promocionar el café colombiano. (Palacios 2002)

En 1940 se aprueba el Acuerdo Interamericano del Café y con el se pone en


funcionamiento el Fondo Nacional del Café, una cuenta de la Tesorería de la
Nación, sustentada a partir de un impuesto sobre la producción de café, su
función radica en comprar las cosechas, almacenarlas y venderlas de acuerdo
a los topes de la cuota de exportación evitando los desequilibrios monetarios,
las presiones inflacionarias, estabilizando de esta manera los ingresos de los
caficultores a través del mantenimiento de un precio interno de sustentación22
frente a la variación de los precios internacionales. (Palacios 2002)

El Fondo Nacional del Café es un importante instrumento creado para la


defensa de la industria cafetera que ha permitido consolidar la función
comercial para cumplir con los requerimientos de los acuerdos internacionales,
la defensa y estabilización del ingreso del caficultor, así como para el desarrollo
de una serie de políticas en procura de su bienestar.

“El Fondo Nacional del Café es una cuenta de naturaleza


parafiscal constituída por recursos públicos cuyo objetivo
prioritario es estabilizar el ingreso cafetero mediante la reducción
de efectos de la volatilidad del precio Internacional. El Fondo
cumplirá los objetivos previstos en las normas legales vigentes,
en orden de fomentar una caficultura eficiente, sostenible y
mundialmente competitiva". (Contrato de administración del
FoNC, 1998. p2)23

22
El precio interno de sustentación es el precio que la Federación paga por el café pergamino en los
mercados primarios del país. Fijarlo fue un privilegio exclusivo del gremio, pero desde 1967 es
determinado por un comité del que forman parte el gerente de la Federación y dos ministros. Aunque el
precio interno aparece como una función del precio externo (convertido en pesos) tiende, por el contrario,
a asilar al productor de las fluctuaciones externas (Palacios 2002: 439)
23
Tomado de www.cafedecolombia.com

56
El Fondo Nacional del Café permitió ofrecer al caficultor una gran variedad de
servicios y logró maximizar el ingreso de divisas al país, estabilizando el
ingreso de los productores y mejorando la infraestructura física de las zonas
productoras a través del mejoramiento del ingreso cafetero y el impulso a la
masificación y tecnificación de la producción.

1.7.1 La era de los acuerdos internacionales.

La caficultura nacional ha estado sometida a las variaciones de los mercados


internacionales, la variación de las cotizaciones internacionales ha sido el factor
determinante de muchas de las crisis que históricamente a afrontado el sector.
La caficultura está constantemente sometida a la variación de los precios
internacionales, estos precios se presentan en ciclos que son variables, en los
cuales los períodos de precios relativamente bajos se presentan en ciclos
temporales más largos, estos eventualmente son interrumpidos por ciclos de
precios altos que son determinados por fenómenos exteriores como heladas,
sequías o guerras que producen alzas repentinas en la cotización del grano, ya
que estos aumentos tienden a ser más cortos que los períodos de baja
cotización (Santos 1989).

La inestabilidad del mercado cafetero ha sido una de las principales


motivaciones que han impulsado a los países exportadores a promover
acuerdos que logren mitigar los efectos de la variación de precios.

Durante los años treinta se convocaron varias reuniones entre los principales
productores latinoamericanos con la finalidad de poner orden al mercado
cafetero, de estas reuniones surgieron algunos acuerdos que aunque cortos,
sentaron las bases para los convenios futuros. (Santos 1989). Sin embargo, al
estallar la Segunda Guerra Mundial y con el consecuente cierre del mercado
Europeo, la industria cafetera se vió sumida en una gran crisis. Este hecho
suscito la firma del primer pacto de cuotas (Convenio Interamericano del Café),
firmado entre catorce países productores, es importante resaltar que en el

57
ámbito de este convenio se creo el Fondo Nacional del Café y la reapertura de
los mercados europeos trajo un nuevo auge de la industria cafetera.

Durante gran parte de la década de los cincuenta la caficultura experimentó un


ciclo de buenos precios, en 1953 una helada en Brasil provocó que la
cotización del grano superara por primera vez la barrera de un dólar por libra,
los altos precios motivaron un aumento dramático en la producción, hecho que
impulsó la búsqueda de formulas que evitaran que la sobreproducción causara
una nueva caída de precios, por tal motivo se convocó a la Quinta Conferencia
Panamericana del Café, en este evento los productores tomaron conciencia de
que debían contar con la colaboración de los países consumidores para lograr
equilibrar los mercados.

En 1962 se firma el Convenio Internacional del Café o Pacto Cafetero, el cual


tiene como objetivo fundamental, la estabilización de los precios a niveles
remunerativos para los productores y aceptables para los consumidores
(Santos 1989). Busca la equidad en los intercambios comerciales con los
países industrializados. Los exportadores se benefician de un precio más alto
que el que adquirirían en un mercado libre y los importadores tienen
garantizada su materia prima que en otras condiciones podría ser de difícil
obtención.

Con el fin de administrar el convenio cafetero, fue creada la Organización


Internacional del Café (OIC), con sede en Londres. Esta, está integrada por
representantes de todos los países subscriptores del pacto y cada uno de ellos
cuenta con un determinado número de votos que son asignados de acuerdo a
su importancia como importador o exportador.

En 1968 el pacto de 1962 es renegociado, con el fin de que se ajustara más a


las nuevas realidades de los países subscriptores. Con tal fin, se modificó la
estructura organizacional de la institución. El paso más importante de esta
renegociación fue la creación del Fondo de Diversificación, el cual estaba
diseñado para limitar el aumento de la producción en épocas de buenos
precios, al respecto Santos (1989) señala: “Un convenio de cuotas que

58
restringe la oferta tiene su propio germen de destrucción en la medida que
unos precios artificialmente altos estimulan la producción y los excedente
aumentan hasta llegar a un punto en que el costo de mantenerlos se vuelve
intolerable”. Sin embargo, este fondo fracasó debido a que los planes de
diversificación eran impuestos desde Londres, hecho que generó protesta en
los países productores.

En 1983 comienza la cuarta vigencia del mismo cuya discusión se centró en


torno a la redistribución de las cuotas que debía aportar cada país productor. Al
respecto, se suscitó un acalorado debate entre las delegaciones de Colombia y
Brasil que puso en preligo la negociación del nuevo pacto que luego de una
intensa labor diplomática, esta crisis fue superada, dando al consejo de la
Organización la facultad de establecer el reparto de las cuotas básicas entre
los productores. (Santos 1989).

Después de veinte años de existencia de la OIC existían 75 países miembros,


de los cuales cincuenta eran productores y veinticinco consumidores,
representando el 99% de las exportaciones y 90% del consumo mundial.
(Santos 1989).

1.8 La crisis cafetera.

La ruptura en 1989 del Acuerdo Internacional del Café de 1962, significó el


comienzo de severos procesos de reajuste en la economía cafetera mundial.
La anulación de los instrumentos de manejo del comercio mundial de café, que
hasta entonces habían permitido un desarrollo ordenado y equilibrado del
mercado internacional del café. El acuerdo de 1962, fue quizás el mas exitoso
modelo del cooperación económica Norte-Sur, y su desaparición dio paso a un
mercado libre fundamentado en los intereses particulares de los intermediarios
y tostadores.

Este nuevo escenario de comercio internacional, abrió las puertas a que


muchos países comenzaran una expansión descontrolada del cultivo,
fundamentada en el pensamiento de que la expansión del área de cultivo

59
podría mitigar las bajas cotizaciones internacionales. Este fenómeno propicio
una sobreoferta mundial de café, que termino fortaleciendo la capacidad
negociadora de los países consumidores. La crisis cafetera, solo ha
perjudicado a los productores, a pesar de las bajas cotizaciones la libra de café
no rebajo su precio en las estanterías de los supermercados del mundo.

Dicha crisis ha significado el empobrecimiento de aproximadamente 566.230


familias colombianas dependientes de la economía cafetera. La crisis cafetera
comportó un dramático cambio del pasaje cafetero colombiano, los caficultores
al encontrar nula rentabilidad en el cultivo se vieron obligados a buscar la
implementación de cultivos alternativos orientados a la subsanación de la
situación económica.

El rompimiento del pacto de cuotas afectó a cerca de treinta países productores


los cuales vieron sus ingresos seriamente comprometidos. Sin embargo, la
situación en Colombia se hace particular debido a alto costo de producción del
café colombiano, el cual se ve incapaz de competir con los bajos precios de
productores asiáticos como Viet-Nam.

60
Capitulo 2: La caficultura como práctica

2. La producción de café en Colombia.

La producción de café en Colombia24, está distribuida a lo largo de la zona


andina incluyendo la Sierra Nevada de Santa Marta. En la Actualidad existen
cultivadas aproximadamente 900 mil hectáreas distribuidas en 549 municipios
ubicados en 16 de los 33 departamentos en que se divide el país, los cuales
son: Antioquia, Boyacá, Caldas, Cauca, Cesar, Cundinamarca, Huila, Guajira,
Magdalena, Nariño, Norte de Santander, Quindío, Risaralda, Santander, Tolima
y Valle del Cauca.

Figura 4. Producción de café en Colombia25

24
La información sobre los aspectos constitutivos de la práctica cafetera fue recogida durante el trabajo
de campo realizado en el año varias fincas cafeteras, a partir de la observación de todo el proceso de
producción desde la recolección hasta su venta. La información puntual y complementaria fue tomada de
www.cafedecolombia.com.
25
Fuente www.cafedecolombia.com

61
La gran mayoría de las fincas dedicadas al cultivo constituyen parcelas de un
promedio de 3 hectáreas por finca, por este motivo la caficultura es practicada
principalmente por grupos familiares que se ocupan de realizar todo el proceso
de producción. En fincas más grandes, es decir de 15 hectáreas en adelante,
es frecuente el uso de la figura del agregado o capataz, a esta persona le
corresponde poner en práctica las disposiciones del propietario o el
administrador de la finca, dependiendo del caso. El agregado habita
generalmente en la casa de la finca dependiendo esto también del tamaño y
de las características de la finca. Se observan fincas con casa principal (de uso
exclusivo del patrón) y casa del agregado aparte. También, con la casa
principal y la del agregado dentro de la misma estructura pero divididas por un
corredor o por la cocina. En otras, la estructura principal es ocupada por el
agregado y su familia, y el propietario o administrador disponen de una sola
habitación a veces provisional. Esta características se relacionan con la
extensión y la naturaleza de la propiedad de la finca.

En una finca pequeña de por ejemplo 3 ha, la naturaleza de la propiedad


estaría relacionada con la estructura familiar, es decir, una cabeza de familia
que en compañía se su mujer (o su marido), sus hijos y en algunos casos
familiares cercanos, se encargan de todo el proceso de producción del café y
de las “labores culturales”, de la recolección etc. Antes de la “bonanza
cafetera”26, era muy usual que los dueños de las fincas “partieran” con el
agregado, es decir, este se encargaba de asumir todos los costos producción y
le entregaba el cincuenta por ciento de las ganancias al dueño, de esta manera
los grandes y medianos terratenientes se daban el lujo de vivir en el pueblo sin
interesarse por lo que pasara en sus fincas y preocupados por otro tipo de
actividades de carácter social, cultural o comercial. A partir de la bonanza, es
cuando la caficultura se percibe como un excelente negocio, este tipo de
sociedad se disuelve pues muchos de los agregados lograron acumular capital
suficiente para convertirse en medianos y grandes terratenientes. Además, los
dueños tradicionales de las tierras no estaban dispuestos a compartir las
excelentes ganancias producidas por el café. A esto se le suma que muchos

26
La “bonanza cafetera” se da en 1976, cuando por motivo de las heladas en Brasil el precio del café se
triplico, una carga de café (5 bultos de 60kg) llego a costar tres salarios mínimos de la época.

62
comerciantes, profesionales o funcionarios del gobierno local al ver a la
caficultura como un excelente negocio invirtieron sus ahorros en fincas
cafeteras.

Algo común en la caficultura de hoy es el desplazamiento de los campesinos


hacia los centros urbanos debido a que la “escolarización los aleja del campo”;
la zona cafetera cuenta con una bien dotada red de escuelas rurales, por lo
tanto el nivel de educación es mas que aceptable, además las vías de
comunicación facilitan que los niños que alguna vez estudiaron en la escuela
veredal se desplacen a los centros urbanos a seguir con la educación
secundaria y si se tiene en cuenta el largo periodo de grandes utilidades que
dió el café, se puede considerar a la educación superior como algo no muy
lejano, de hecho muchas familias cafeteras se desplazaron a centros urbanos
como Armenia o principalmente Manizales para que “los hijos se educaran”.

Hoy día, muchos de estos profesionales dejan de lado la administración de las


fincas para dedicarse a su oficio, además, con la crisis del café la caficultura es
percibida como una opción no muy viable, muchas de estas fincas o se dejan
casi abandonadas en manos de un administrador o agregado o se alquilan para
ser cultivadas o son usadas solo como sitios de recreo. En este sentido, es
común escuchar la expresiones como “si no estudia lo mando a la finca a
bolear azadón”, es como si la finca que de hecho constituye el lugar de donde
proviene el dinero para la educación, fuera percibida como un lugar donde van
a parar los que se niegan a escolarizarse, las “ovejas negras de la familia”.

Algo también particular es el hecho de que antes los campesinos trabajadores


de las fincas medianas y grandes, siempre habitaban en las mismas fincas en
los llamados “cuarteles de los trabajadores”, pero hoy prefieren pasar la noche
en el pueblo, de hecho viven con sus familias en el pueblo y se desplazan
todas las mañanas a sus sitios de trabajo, esto se acentúa mucho en el
Quindío, dado que las distancias entre las veredas y los centros urbanos son
muy cortas, de hecho las distancias intermunicipales también son muy cortas.

Si tomamos como punto de referencia el Parque del Café (ubicado a cinco


kilómetros del perímetro urbano del municipios de Montenegro), la distancia

63
más larga a recorrer serían 58 kilómetros hasta Génova, muchos dueños de
fincas se desplazan si no es diariamente por lo menos 3 veces a la semana,
desde Armenia hasta este y otros municipios para atender los asuntos de sus
fincas. Incluso personas de Armenia y otros municipios se desplazan hasta
Sevilla en el departamento del Valle siguiendo la misma lógica.

Por otro lado es evidente que la ofertas de la modernidad hacen muy atractivos
los centros urbanos para los campesinos, más allá de las ventajas en servicios
públicos que de hecho son igualmente asequibles en las veredas, el
entretenimiento, los bares, billares, bingos, el solo hecho de una vida social
mas activa atrae a los campesinos a establecerse en los centros urbanos y ha
viajar todos los días a su sitio de trabajo. En términos de Lopera (1989), el
Quindío es “una ciudad dispersa”.

Las fincas se encuentran generalmente en terrenos pendientes, lo que excluye


el uso de la mecanización en las labores de cultivo. Esto es altamente
condicionante dado que el trabajo en el cafetal se hace esencialmente a mano,
desde la preparación del terreno y la siembra hasta la recolección del grano.
Esto le da un carácter de particularidad a la caficultura colombiana, ya que es
en lo riguroso y artesanal del procedimiento de producción en donde el café
colombiano encuentra su calidad y reconocimiento. Este proceso de producción
se ha mantenido casi intacto por más de 70 años. Y es por esto también que la
distribución del capital económico producto de las exportaciones de café es
mas que democrática, el 70% del costo de producción está representado en
mano de obra, lo cual es garantía de una repartición de los recursos muy
equilibrada entre los propietarios de las fincas y sus trabajadores, un buen
recolector en época de cosecha “podría haber llegado a ganarse hasta unos
tres o cuatro salarios mínimos [mensuales]”. En las parcelas pequeñas la mano
de obra es eminentemente familiar y sólo se contratan jornaleros para épocas
de cosecha. En las fincas de mayor tamaño se cuenta con una nomina regular
todo el año que se encarga de las labores denominadas “culturales”, es decir el
mantenimiento de los cafetales.

64
Figura 5. Finca cafetera. (Pijao, Quindío)

(Foto: Luis Carlos Gil. 2005)

2.1 El Proceso de producción del café.

Por la diversidad de climas y regiones geográficas, en Colombia no se puede


hablar de una sola época de cosecha al año, como sucede en otros países
cafeteros. La altura sobre el nivel del mar y los períodos de lluvia y verano dan
como resultado permanentes floraciones de mayor o menor intensidad que a su
vez determinan períodos de cosechas diferentes:

• Algunas zonas tienen su cosecha principal entre octubre y diciembre


(70% en promedio) y cosecha de traviesa o mitaca entre abril y mayo
(30% en promedio).
• Otras zonas tienen su cosecha principal entre abril y mayo y mitaca
entre octubre y diciembre.
• En otras zonas se distribuyen sus cosechas en las dos épocas.

65
• La Sierra Nevada de Santa Marta tiene una sola cosecha, concentrada
entre octubre y enero.

Pero aunque todo el año se produzca café en el país, el hecho que la cosecha
sea de carácter anual es altamente condicionante ya que obliga al cafetero a
mantenerse todo el año con lo que gane en dos o tres meses de producción,
por este motivo, la institucionalidad cafetera es tan importante para el cafetero,
pues se encarga de regular los ingresos y gastos de los caficultores a través de
créditos en efectivo o representados en insumos y maquinaria adquirida a
través de las tarjetas cafeteras en los almacenes cafeteros, de esta manera el
caficultor establece una relación de dependencia con la institucionalidad
cafetera, depende de Bancafé para los créditos de inversión, de las
cooperativas que aseguran la compra de toda su cosecha y expiden los
cheques para pagar las deudas del año.

Para garantizar la calidad del café, el cafetero colombiano pasa de 6 a 8 veces


por el mismo árbol durante el año, recolectando cada vez y únicamente el café
maduro, hasta cosechar el árbol totalmente. Para obtener un saco de café
verde (trillado) de 60 kilogramos, se deben cosechar aproximadamente 450
kilogramos de café cereza (frutos del árbol).

Después de cosechado el café cereza se beneficia para transformarlo en café


pergamino seco apto para la comercialización e industrialización. En Colombia
se utiliza el beneficio por vía húmeda, es decir, se usa agua en las diferentes
etapas del proceso.

Generalmente, cada finca tiene sus propias instalaciones adecuadas a su


producción para adelantar el despulpado, fermentado, lavado y secado del café
que constituyen las etapas del beneficio:

Despulpado: consiste en quitar la cáscara (pulpa) que cubre los frutos


maduros. Se realiza el mismo día de la recolección, en máquinas que reciben
el nombre de despulpadoras. La pulpa resultante se descompone en fosas y se
utiliza luego como abono orgánico. El grano de café continúa el proceso.

66
Fermentación: busca descomponer el mucílago o capa viscosa que envuelve el
grano. Este proceso se realiza en tanques y tarda de 12 a 24 horas según la
temperatura del lugar. También se puede hacer en equipos llamados
desmucilaginadores, estos son los equipos de beneficio ecológico
desarrollados por Cenicafé los cuales reducen hasta en un 80% el consumo de
agua en el proceso de beneficio.

Lavado: se realiza dentro del tanque fermentador o en canales de correteo


buscando retirar el mucílago ya fermentado. Se utiliza agua limpia y el
resultado es un grano de café totalmente limpio y húmedo.

Secado: este proceso consiste en bajar la humedad del grano. En las fincas
pequeñas el café se seca al sol y en las más grandes se utilizan secadoras
mecánicas que reciben el nombre de silos. Cuando el café se seca se obtiene
el llamado café Pergamino seco.

Figura 6. Secado del Café en Helva.

(Foto. Luis Carlos Gil. 2005)

67
A partir de este momento el caficultor vende su producto. Las agencias de
compra de las Cooperativas de Caficultores reciben el café pergamino seco,
toman pequeñas muestras para verificar y controlar el color, tamaño, humedad
y calidad del mismo. Una vez pasa este examen, se realiza la operación de
compra y continúa luego la trilla, a partir de este momento termina la
intervención del cafetero en el proceso, desde la finalización de la venta en
adelante lo que sucede con el café está en manos de las Cooperativas, la
Federación y los trilladores y exportadores particulares.

Después de la comercialización se reconocen las siguientes etapas:

Trilla: Consiste en desprender el pergamino o cascarilla de color amarillo que


protege el grano. Después de realizarlo el café queda trillado y recibe el
nombre de Café Verde. Se clasifica entonces para exportación y consumo
nacional.

Clasificación: Después de trillado, el café se clasifica de acuerdo al color,


tamaño y forma, utilizando para ello máquinas especiales y mano de obra
(mujeres) que controlan las variables enunciadas. El café clasificado se
empaca en sacos especiales. Los granos de menor calidad nunca llegan a
esos sacos.

Control de calidad: Expertos de la Federación Nacional de Cafeteros toman


muestras de los distintos sacos de café. Esas muestran se tuestan, muelen y
escaldan. Posteriormente el experto degustador califica el café de acuerdo con
su aroma, intensidad (concentración), acidez y uniformidad de la calidad.

2.2 Caficultura tradicional y caficultura tecnificada.

La caficultura practicada en Colombia se inscribe dentro de dos formas de


producción, la caficultura tradicional y la caficultura tecnificada. A través del
tiempo los caficultores han venido modificando sus formas de producción a
partir de la incorporación de nuevas técnicas y tecnologías, pero esto rara vez
a sido producto de la experimentación directa del caficultor a partir de la
intervención en el cultivo. Machado (2001) hace referencia a la manera en que

68
las técnicas de producción eran difundidas a través de manuales técnicos que
explicaban al potencial caficultor la manera de incursionar en el cultivo.
Posteriormente a medida que la Federación Nacional de Cafeteros de
Colombia27 (FNC) desarrollaba tecnología, se fueron incorporando nuevas
formas de hacer que con el tiempo sustituyeron a la caficultura tradicional por la
tecnificada.

La caficultura tradicional está caracterizada por el uso de variedades como el


arábigo, el borbón y la típica. Dentro del cafetal son conservados los árboles
que le dan sombrío al arbusto, se tiene una especial preferencia por el árbol de
guamo ya que sus hojas al caer abonan la tierra dado que son portadoras de
una alta cantidad de nutrientes. Esta es la característica más visible a nivel
paisajístico para reconocer la utilización del sistema de producción tradicional
en un cafetal determinado, aunque de hecho existen cafetales tecnificados con
alguna proporción de sombrío. En la caficultura tradicional la población de
cafetos oscila entre unos 900 a 1000 arbustos de café y unos 150 árboles de
sombrío por hectárea. Este tipo de plantaciones comienzan su producción a
escala comercial a partir del cuarto año de sembrado, la vida útil de un cafeto
se puede extender hasta por treinta años. Por lo general en este sistema de
producción no se utilizan abonos químicos. Se utiliza por lo general la "cacota"
o pulpa que es sobrante del proceso de pelado para abonar los cafetales. Las
labores culturales en el cafetal se limitan a dos desyerbas anuales y varias
podas para controlar el crecimiento de los arbustos. El rendimiento de la
producción en la tecnología tradicional es de aproximadamente de unos 450
kilos por hectárea.

27
Como se dijo anteriormente la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia fue creada en 1927, esta
compuesta por los productores de café de las distintas regiones de Colombia, inscritos como miembros de
ella. Son productores quienes exploten un predio cuya producción anual no sea inferior a 375 kilos de
café pergamino seco, o en el caso de tener una producción inferior, cuenten con un área sembrada de café
igual o superior a una hectárea. Entre otras actividades la Federación se encarga comprar todo el café tipo
Federación, que ofrezcan los productores, a precio fijo definido previamente y para pago de contado,
también apoya campañas publicitarias y de promoción del café colombiano tanto en el interior como en el
exterior, además investiga y divulga tecnologías para el mejoramiento de la producción de café en todos
los niveles. Ente las actividades mas difundidas de la Federación se encuentra el ofrecimiento de asesoría
técnica a la los productores con el fin de mejorar la producción, así como el procuramiento de la dotación
de infraestructura física en las áreas rurales cafeteras. (Fuente Comité de Cafeteros de Calarcá.)

69
Figura 7. Cafetal Tradicional. (Pijao Quindío)

La caficultura tecnificada, aparece a mediados de la década del sesenta en el


ámbito de la llamada revolución verde, cuando empieza a generalizarse la
variedad caturra, primero en Caldas y el Norte del Valle del Cauca y después
en las demás regiones cafeteras importantes del país. Se caracteriza por la
existencia de instalaciones adecuadas para el tratamiento del grano, la
intensificación del uso del suelo y la implementación de tecnologías de
producción y tecnologías agroquímicas en las que se debe tener en cuenta: La
explotación de variedades más productivas (caturra y variedad Colombia), la
siembra de un elevado número de cafetos por hectárea, la renovación de los
cafetales mediante la zoca, la aplicación de fumigación para prevenir plagas y
el uso de fertilizantes.

70
2.3 Estructura de la Federación Nacional de Cafeteros28.

La FNCC está compuesta por los productores de Café de las distintas regiones
del país. Es productor de café, aquel que explote para si o para su familia un
terreno cuya producción anual no sea inferior a 375 kilos de café pergamino
seco o en caso de tener una producción inferior que posean un área sembrada
de café igual o superior a una hectárea. La base social de la FNCC esta
constituida por los productores federados, es decir aquellos que poseen una
cedula cafetera. Cada uno de los productores se agrupa en un comité
municipal de cafeteros. En todo municipio que cuente por lo menos con 400
predios cultivados en café y cuya producción anual sea igual o superior a
60.000 arrobas de café pergamino, funciona un Comité Municipal, compuesto
por seis miembros principales con sus respectivos suplentes, elegidos por los
productores federaros de cada municipio. Estos se encargan de representar
los intereses de los productores ante el comité departamental respectivo.

Los comités departamentales tienen como función la orientación del gremio y la


ejecución de los planes y programas de la Federación. En cada departamento
cuya producción exceda el 2% del total nacional, funciona un Comité
Departamental de Cafeteros integrado por los seis delegados principales al
Congreso Nacional de Cafeteros, esta entidad constituye la autoridad suprema
en la federación, esta compuesto por los delegados de los 15 departamentos
donde funcionan comités departamentales de Cafeteros. El Comité Nacional de
Cafeteros es la máxima instancia de la organización política de la federación,
está compuesto por representantes del gobierno nacional (Ministro de
Hacienda, de Comercio, de Agricultura y el jefe de planeación nacional) y por
ocho miembros elegidos por el congreso cafetero con sus respectivos
suplentes por un período de tres años, estos a su vez conforman el comité
ejecutivo que tiene funciones permanentes y se encarga junto con el gerente

28
La información sobre la estructura política y económica de la FNCC fue recopilada en: VVV. 1997
Café algo mas que un tinto. Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, Comité departamental de
Cafeteros del Quindío. En la pagina de Internet www.cafedecolombia.com. Y En entrevistas de campo
con funcionarios del Comité Departamental de Cafeteros del Quindío, la Cooperativa de Caficultores del
Quindío y los Comités Municipales de Cafeteros de Calarcá y Montenegro (Quindío).

71
general de la gestión de los asuntos relacionados con aspectos gremiales y
administrativos de la Federación. El gerente general de la Federación debe ser
un colombiano de nacimiento y la representa legalmente ante todas las
autoridades del país y del exterior, es el ejecutor de los programas de la
federación y es nombrado por el congreso nacional de cafeteros de una terna
elaborada por el comité nacional.

Las Cooperativas de Caficultores son organizaciones solidarias, de propiedad


de los caficultores, su función principal es la de garantizar la compra de la
cosecha cafetera en efectivo a un precio mínimo de sustentación, para esto
cuentan con recursos del Fondo Nacional de Café, los cuales son
suministrados por la FNCC a través de Almacafé.

El Fondo Nacional del Café, es el principal instrumento de acción de la política


cafetera a nivel nacional, se crea con el decreto 2078 de noviembre de 1940,
con el objetivo de financiar las compras y adquirir los excedentes no
exportables. Fue concebido principalmente para cumplir con el acuerdo de
paridades de producción suscrito con Brasil en 1939 y con el convenio
interamericano de Washington o pacto de cuotas firmado en 1940. El Fondo
Nacional del Café es una cuenta del tesoro público administrada por la FNCC
y vigilada por la Contraloría General de la República, que garantiza la compra
en efectivo y con precio sustentado de la totalidad de la producción cafetera,
estabilizando el ingreso de los productores y amortiguando las fluctuaciones de
los mercados internacionales. Se financia principalmente de las ventas de café
al interior y al exterior del país, otras fuentes son originadas en impuestos y
contribuciones de los cafeteros federados, la remuneración por servicios que
preste el Fondo; y los provenientes del rendimiento de las distintas inversiones,
incluyendo las financieras. Además se encarga de la protección y el fomento de
la industria cafetera colombiana a través de la inversión de recursos del Fondo
Nacional del Café en empresas relacionadas con el desarrollo de la industria
cafetera.

72
2.3.1 Influencia de la Federación Nacional de Cafeteros de Colombia.

La construcción de sentidos y las formas de hacer al interior de la práctica


cafetera se ven condicionadas en gran medida por la influencia
homogenizadora de la Federación Nacional de Cafetos de Colombia (FNCC).
Esta institución ha sido la encargada de mediar en la relación de conocimiento
necesario para que el caficultor lleve a cabo la intervención sobre las distintas
escalas territoriales pertinentes a la práctica. Para comprender el carácter
altamente estructurante de la práctica cafetera, es importante tener en cuenta
el contexto institucional que la condiciona.

La intervención de la FNCC es claramente perceptible en la estructuración


escalar del conjunto de prácticas relacionadas con el cultivo que van desde la
intervención en las formas de producción del grano en las fincas hasta la
comercialización internacional del producto. La FNCC es generadora de
sentidos para el mundo caficultor, a partir del ejercicio de la “violencia
simbólica” implícita en sus estrategias comunicativas institucionales, produce
discursos que son asumidos y naturalizados por los cafeteros. Ciertas
regularidades insertas en las condiciones de existencia asociadas a la práctica
cafetera tienden a reproducirse en tanto "estructuras estructuradas
predispuestas a funcionar como estructuras estructurantes" (Bourdieu 2000:
56), es decir, como principios de acción (percepción y apreciación), habitus,
que son producidos en el ambiente social y cultural. Estos principios funcionan
como mediadores en la construcción de representaciones por parte del
colectivo y tienden a reforzar su imagen de unidad. Esta imagen se ve también
influida por un cierto sentido de clase que es el resultado de la proximidad
cultural y social asociada a la homogeneidad de las prácticas, en este caso,
condiciones objetivas asociadas al caficultor como lo son: la propiedad de la
tierra, un conjunto común de prácticas agrícolas relacionadas con la producción
del grano, el compartir espacios de comercialización y desenvolvimiento
político al interior del gremio (comités de cafeteros), dotan a los caficultores de
un espacio social común, definido por una trayectoria modal característica.

73
2.3.2 Desarrollismo y paternalismo.

La idea de intensificar la producción de café en Colombia está asociada a la


aplicación del desarrollismo, concepción de la Federación Nacional de
Cafeteros de Colombia que se fundamenta en el supuesto de que las
transformaciones en los modos de pensar y actuar de las poblaciones objeto
son el resultado de la puesta en marcha de mecanismos institucionales.
(London 1999). La intervención de la FNCC ha sido evidente en la
configuración del entramado territorial que compone las distintas escalas de
representación propias de la práctica cafetera, para citar solo un ejemplo, la red
vial que une a las veredas productoras con lo centros de comercialización (en
el caso quindiano) fue construida casi en su totalidad con dineros aportados por
el gremio cafetero a través de los comités departamentales de cafeteros. En
este sentido, varios narradores asocian la labor de la FNCC con la del Estado,
en algunos casos sin llegar a diferenciarla, para muchos cafeteros “la FNCC es
el Estado”, en muchas de las entrevistas de campo los narradores hacían
alusiones a los comités locales u otras instancias administrativas de la FNCC
como “el gobierno”. Sin embargo y como expone el siguiente narrador, esta
situación es claramente comprendida por muchos cafeteros. Se entiende que
“la plata del gremio” es capital económico de “los cafeteros”, esto supone una
forma de equivalencia entre lo que significa el “ser cafetero” con lo que significa
el “ser federado”, si el ser cafetero es una forma de instrumentalizar la
identidad, el ser cafetero federado es una forma de darle un soporte
institucional a esta identidad.

[El] desarrollo completo de la zona cafetera en la parte social,


en la parte de vías, en la parte de electrificación...es obra de
Federación, que era una labor que tenía que hacer el Estado y
la Federación absorbió ese patrimonio y salió, pero no era
función de Federación. En su momento por un convenio, unos
acuerdos y se dió la plata, pero era una plata del gremio que la
usó el Estado en otras cosas. Cuando vino el momento de la
devolución el Estado no ha dicho: le compro las carreteras que
hicieron los comités de cafeteros; esa fue una plata que se fue

74
a inversión social que ahí está, nadie se la llevó, nadie se la
robó, ahí está, pero fue una plata que en su momento eran
sobrantes de lo que debió haber recibido el cafetero. Es que en
eso del esquema de la Federación hay unas teorías y hay unas
cosas [...] y ellos hacen el esquema social que es el esquema
que vos lo ves en la zona cafetera que es una confrontación
más o menos entre el sistema capitalista y el sistema socialista,
entonces es un ensayo social único en el mundo; entonces vos
ves la zona normal del eje cafetero y la gente es por lo menos
ilustrada, el analfabetismo es muy poco, vos ves las escuela y
la proliferación de escuelas y el Quindío se vanagloria de tener
una escuela cada dos kilómetros y medio promedio. . (Luís
Alberto Echeverri: entrevista de terreno, 2002)

Asociada a la idea de desarrollismo esta la de productivismo que supone que a


través del aumento continuo de la producción por medio de la intensificación
del cultivo se lograra acumular el suficiente capital económico para solventar
los problemas sociales. El productivismo orienta al cafetero hacia una
economía de mercado, desestimulando formas económicas de subsistencia
tradicionales tales como el intercambio de productos y los cultivos de
autoconsumo. El productivismo va en detrimento de la forma de explotación
conocida como “caficultura tradicional”, muchos de los narradores entrevistados
expresaban un descontento con el productivismo y lo culpaban de muchas de
las situaciones que han puesto a la caficultura en estado de crisis. La
introducción de nuevas tecnologías29, imponen nuevas estructuras de
producción para los grupos. El desarrollismo induce el reemplazo del
conocimiento tradicional o local por la autoridad de expertos. Los nuevos

29
la introducción de nuevas tecnologías de producción y comercialización, a través de su programa de
investigación científica desarrollado en el Centro Nacional de Investigaciones de Café (CENICAFÉ)
ubicado en Chinchiná Caldas creado en 1938,, se encarga de la generación, adaptación y transferencia de
conocimientos científicos y tecnológicos relacionados con la caficultura, busca la sostenibilidad de la
producción en las zonas cafeteras, el control de los precios de producción, cosecha y poscosecha, la
preservación de los recursos naturales. Dos de los grandes logros de Cenicafé han sido la creación de la
variedad Colombia, un cafeto con resistencia genética a la enfermedad conocida como la roya, y el
desarrollo del sistema de beneficio ecológico del café.

75
sistemas de producción y tecnologías son desarrollados en centros de
experimentación (Cenicafé) y universidades. Se da una codificación del
conocimiento, dejando de un lado el conocimiento tradicional. De esta manera
el conocimiento deja de ser un capital colectivo dado que se convierte en un
bien comercializado por la Federación. (London 1999). Dicho desarrollismo es
la base ideológica sobre la cual se ha cimentado la tecnificación de la
producción del café. La dialéctica entre tecnificado-tradicional es una constante
de la producción cafetera quindiana, muchos de los narradores culpan a la
introducción de la tecnificación de la producción de muchos de los males que
agobian a la industria, por ejemplo el uso de fertilizantes y abonos era una
práctica totalmente desconocida en la caficultura temprana, hoy día el uso de
estas tecnologías es vista como “un gasto extra”.

El comité se inventó todas esas cuestiones para sacarnos más


plata a nosotros, los viejos lo único que hacían para abonar era
voliar la cacota en los cafetales, y con eso tenían para producir
café ventiado (Carlos Julio: entrevista de terreno, 2003)

Estos mecanismos institucionales inducen cambios al introducir nuevas


tecnologías y formas de comercialización, imponiendo nuevas estructuras de
producción a los grupos. Se entiende con London (1999) que la base ideológica
del desarrollismo se sustenta en dos supuestos principales, el paternalismo y el
productivismo.

[El paternalismo trajo] Desarrollo social. Como han tenido sus


cosas con el productor y han tenido unos precios de
sustentación y han tenido un paternalismo grande, ¿Qué ocurre
hoy por hoy, que en las escuelas no hay muchachos que vayan
a estudiar, por qué no los hay?, porque las familias campesinas
ya no es de diez hijos y la familia campesina en el momento
que va desarrollando la crisis se va viniendo al pueblo o a los
pueblos y las ciudades a formar cinturones de miseria y ya no
hay esa parte de... [...] [El paternalismo perjudicó] Porque el
cafetero siempre recibió precio real, entonces la confusión del

76
café la gente perdió su capacidad de pensar porque era el
único cultivo que estaba garantizado el mercadeo. (Luis Alberto
Echeverri: entrevista de terreno, 2002)

El paternalismo supone un acuerdo tácito entre la Federación y los caficultores,


la gerencia se encarga de satisfacer las necesidades básicas de los
caficultores a través del crédito blando y la asistencia técnica. Esto produce
una relación de dependencia con la Federación, una conciencia o mentalidad
especifica orientada a seguir las disposiciones institucionales de la Federación.

2.4 La caficultura en la estructuración de la escalaridad social y territorial.

La caficultura es el resultado de la instrumentalización del conocimiento que


lleva a cabo el caficultor sobre las maneras de producir el grano desde la
germinación hasta la venta del producto. La instrumentalización de este
conocimiento media sobre las diferentes instancias representacionales y
territoriales de lo que significa ser cafetero. Cada una de las etapas, desde la
siembra hasta la exportación del café se desarrolla en una determinada escala
territorial, los límites de estas escalas están definidos por jerarquías sociales
concretadas por la posesión de capitales específicos.

La escala social al interior de la caficultura comienza con los no propietarios; a


esta escala se encuentran adscritos jornaleros, agregados y administradores.
Los jornaleros se encargan de realizar las labores cotidianas de la finca, en
época de no cosecha se encargan del mantenimiento de los cafetales, en
época de cosecha se ocupan de las labores de recolección. La escala de
representación territorial de los jornaleros esta limitada al “tajo”, que es la
demarcación por lotes que se hace de la finca, los trabajadores son asignados
a trabajar semanalmente en determinados tajos, la recolección del café implica
“repasar” varias veces cada tajo, cosechando los granos maduros de cada
cafeto. El tajo es la escala de representación mínima en la práctica cafetera, en
él se desarrollan las actividades básicas para el cultivo (deshierba,
deschuponada, abonada); estas se efectúan mediante trayectorias que se
repiten a lo largo de todo el año, en este nivel escalar la relación con el

77
territorio se hace más íntima. A cada tajo se le asigna un nombre particular,
estas apropiaciones se hacen de acuerdo a nombres escogidos generalmente
por los trabajadores a partir de rasgos y usos particulares que se pueden
identificar al interior del territorio. Por ejemplo el “tajo del guayabo”, “el tajo del
finado”.

[Una vez] llego el administrador nuevo, le dió por numerar los tajos,
eso fue un enredo el macho, nosotros que llevamos metidos tiempo
acá nos dió duro aprender a recordarnos esa vaina, que el tajo uno,
que el dos (...) como a la gente, uno (...) distingue [las cosas] por su
nombre como uno las aprendió a distinguir.” (Alfonso: entrevista de
terreno, recolector, Calarcá, 2002)

En ocasiones, es necesario entrar a resignificar los lugares de acuerdo a


nuevos usos que se le dan al suelo; esto se ha venido dando con la sustitución
del café por otros cultivos. Los tajos definidos históricamente con nombres
determinados, han sido renombrados simplemente por el tipo de cultivo que ha
sustituido al café, por ejemplo “el lote de fríjol”, “el lote de pasto”. Dentro de la
planeación de las labores es necesario tener un conocimiento detallado de la
finca, sus recursos y las características de sus espacios, a la hora de impartir
ordenes es más sencillo nombrar las cosas que simplemente enumerarlas.
Los trabajadores están a cargo de un agregado, este es el encargado de rendir
cuenta por los trabajos realizados. Por lo general los agregados viven con su
familia en la finca. La escala territorial para los agregados está limitada al área
de la finca. El agregado se encarga de “dar vuelta” a los trabajos que se
realizan en los distintos tajos. Su escala de representación encuentra sus
límites en los linderos de la finca; mediante trayectorias repetidas a lo largo de
la semana, ya que el agregado va supervisando las labores agrícolas que se
desarrollan en los cafetales. Los linderos son los límites con otras fincas que
generalmente se fijan a partir de rasgos del terreno (carreteras, “filos”,
quebradas) o en algunos casos se establecen a partir de barreras artificiales
(cercas, alambres de púa, entre otras).

78
Algunas fincas cuentan con la figura del administrador; este tiene la libertad de
planificar las acciones que considere convenientes para optimizar el manejo de
la finca. El administrador vive fuera de la finca y se encarga de “dar vuelta” o
revisar periódicamente, vende el café y remunera los trabajadores. Cuando el
administrador visita la finca se encarga de planificar las actividades hasta su
próxima visita, su escala territorial se amplia a la vereda y al pueblo mediante
las trayectorias repetidas en los viajes a la finca. La territorialidad en esta
escala social se reactualiza mediante trayectorias repetidas que encierran al
espacio en una red de usos y hábitos, esta escala se amplía a niveles
institucionalizados de organización territorial que se relacionan con las
jurisdicciones de los comités municipales, comités departamentales; en estos
niveles de organización territorial el espacio se encuentra configurado por las
compras de café y las cooperativas de caficultores.

El “ser cafetero”30 encuentra su sentido en la capacidad de transformación


efectiva del espacio llevada a cabo a partir de la puesta en práctica del saber-
hacer caficultor. Esta capacidad se hace posible a partir de la toma de
decisiones que se traducen en transformaciones espaciales31. La capacidad de
ejercer un poder que se traduzca en modificaciones del espacio es lo que fija
los límites de la territorialidad para la práctica cafetera. La escala social para
los no propietarios se jerarquiza a partir de la posesión de capitales que van
desde la fuerza de trabajo hasta conocimientos especializados sobre el cultivo.
El volumen y la estructura de estos capitales determinan la posición ocupada
tanto en el espacio social como en la escala territorial. Los propietarios tienen
al territorio en sí mismo como capital efectivo y las variaciones de la
infraestructura de ese territorio condiciona su posición en la escala social. La
jerarquía social para el caso de los propietarios de predios cafeteros varía de
acuerdo a características como la infraestructura territorial del predio de cultivo,
y de acuerdo a la posesión de otros capitales (sociales, económicos y

30
El “ser cafetero” esta íntimamente relacionado con el sentido de tradición que se da al interior de la
práctica, tema que se desarrolla más adelante.
31
Cultivar el espacio implica transformaciones territoriales. Si el café como cultivo es la
instrumentalización del conocimiento que se tiene sobre éste, el café como práctica, son las producciones,
las formas, las maneras, las relaciones, las representaciones, por medio de las cuales se materializa lo que
es “ser cafetero”, el capital-territorio se produce al prácticar el conocimiento caficultor sobre el espacio
convirtiéndolo en territorio y reactualizandolo mediante la tradición.

79
culturales); el volumen y la estructura de estos capitales efectivos media
constantemente en la relación que se mantiene con el territorio.

Los propietarios de predios cafeteros son clasificados en tres categorías:


pequeños, medianos y grandes. Estas categorías son utilizadas por la FNC y
son incorporadas por los caficultores en su discurso cotidiano. Cada una de
estas categorías esta relacionada con la extensión en Hectáreas de la finca, los
“pequeños caficultores” son los propietarios de terrenos de entre tres y diez
hectáreas, este tipo de fincas representa según la FNC casi el 70% de los
predios cafeteros en Colombia. Los “caficultores medianos” son propietarios de
predios de una extensión de entre diez y treinta hectáreas y representan un
22% de los predios. Los “grandes caficultores” poseen extensiones de treinta
hectáreas en adelante y representan un 8% de los predios.

En el caso de los cafeteros pequeños, la producción es familiar, una cabeza de


familia en compañía de su pareja e hijos se encarga de todo el proceso de
producción, se da una alta concentración de roles; el propietario es a la vez
recolector, agregado y administrador que se encarga de todas las instancias de
producción, su escala de representación territorial se amplia desde el tajo hasta
los niveles institucionalizados de representación territorial. En este sentido su
relación con el territorio tiende a ser más íntima.

El cafetero mediano generalmente vive en el pueblo, además de la caficultura


se dedica en muchos casos a algún otro oficio, ya sea profesional o comercial.
En las fincas de tamaño mediano se cuenta con una nómina regular todo el año
que se encarga de las labores denominadas “culturales”, es decir, labores
manuales dentro de los cafetales. La organización de la producción introduce la
figura del “agregado”, persona que es contratada por el dueño de la finca
donde vive con su familia. El propietario se encarga periódicamente de “darle
vuelta”, es decir, lleva a cabo visitas regulares con la finalidad de revisar los
trabajos, pagar nóminas y proveer los insumos necesarios para las labores
agrícolas.

80
Los grandes cafeteros son por lo general propietarios de más de un predio, por
lo tanto utilizan la figura del administrador general que es el encargado de
intermediar entre el propietario y los administradores a agregados de cada
predio. En este nivel la caficultura es practicada en una escala industrial y por
lo general estos grandes cafeteros intervienen en negocios de trilla e
exportación directa de café. Los grandes predios son los responsables de gran
parte de la producción de café en Colombia y por lo general son platanciones
altamente tecnificadas.

Entre más grandes sean las extensiones de café que se posee, pareciera que
la relación con el territorio y con la caficultura se hace menos íntima, sin
embargo, como se puede observar en el capítulo siguiente, es posible
reconocer en el Quindío una verdadera tradición cafetera identificable en todas
las escalas sociales, aunque la relación con el territorio no sea directa, es decir,
“se cultive personalmente el café”, la relación efectiva con la caficultura y la
finca son muy estrechas, en muchos de los casos observados, ser cafetero es
un “verdadero orgullo”.

81
Capitulo 3: Caficultura y Cafeteros de Tradición

3. El concepto de tradición como categoría analítica.

Tradición es uno de esos conceptos que en antropología aparecen como


complejos, ambiguos y polisémicos, su significado varía de acuerdo a los
contextos, las épocas y sobre todo, según la realidad social que se quiera
abordar. Se refiere esencialmente a una construcción social transmitida
temporalmente de una generación a otra, como una forma de rutinización de
las prácticas a través del tiempo. Balandier resalta el hecho de que la tradición
tiene dos tipos de representación, una pasiva que “manifiesta su función de
conservación, de puesta en memoria; la otra, activa, que permite hacer ser lo
que ya ha existido” (Balandier 1997: 87). La tradición es reproducida en la
historia a través de la palabra, el símbolo y el rito, estos elementos prolongan el
pasado en el presente asegurando la permanencia de órdenes anteriores.

La tradición sirve como decantadora y codificadora del conocimiento más


valorado por el grupo, este conocimiento es traducido en prácticas con las
cuales la comunidad se identifica. Sin embargo, la tradición no es solo el
legado del pasado, entendiéndola como un conjunto de conocimientos,
costumbres y prácticas sociales que se han mantenido anacrónicas y
congeladas en el tiempo, la tradición es aquella herencia del pasado que se
manifiesta en el presente reactualizandolo, es ella la que garantiza la
continuidad cultural adaptando las construcciones sociales a la nuevas
realidades, la cultura encuentra en la tradición un elemento posibilitador de la
continuidad a partir de la versatilidad en el cambio y la adaptación a las nuevas
realidades sociales. Lo tradicional remite a la presencia del pasado en el
presente pero no como una presencia estática e inalterable, la tradición debe
ser observada desde la perspectiva del cambio cultural, es en si misma un
proceso vinculado a dos polos dialécticamente opuestos, la continuidad y el
cambio, lo que del pasado vive en el presente es la tradición.

82
La tradición ha sido vista en la antropología como un elemento definitorio o
patrón guía de la cultura, es a menudo identificada como un componente tácito
de acciones racionales, morales y cognoscitivas. En cada cultura existe una
tendencia a mantener viejos patrones, esto hace de la tradición un elemento
importante en el mantenimiento de la continuidad cultural. La tradición es un
modelo interpretativo del pasado pero localizado en el presente, involucra tanto
las continuidades como las discontinuidades se puede entender como memoria
cultural de la comunidad. Sin embargo es importante pensar en la tradición
como un proceso que implica una reconstrucción continua de los valores
culturales asociada a la continuidad de ciertos elementos esenciales que
persisten en el tiempo junto a aquellos que cambian. Aquí la continuidad se
define como un fenómeno sintético caracterizado por su flexibilidad y capacidad
de adaptación. Este proceso de continuidad y cambio sirve como un
mecanismo que decanta la identidad de los grupos, la tradición a su vez
continuidad espacial y realidad localizada sirve para reforzar la territorialidad
del grupo, en este sentido, la identidad local se significa como identificación
personal con los mismos lugares ocupados por generaciones anteriores. En
este contexto la tradición se debe considerar como una reproducción continua
de la identidad. La tradición encuentra su campo de reproducción en el ámbito
de las prácticas sociales, es estructura estructurada que condiciona al habitus a
producir estructuras estructurantes objetivamente arregladas a una condiciones
originales de producción.

La tradición es un instrumento analítico que sirve para interpretar las culturas


locales. De muchas maneras, la tradición y la cultura se traslapan como
categorías analíticas: ambas encajan en la experiencia humana de maneras
complejas e iluminan la relación entre los individuos y las colectividades,
ambas funcionan como elementos reguladores de las distintas dimensiones
culturales y como categorías analíticas deben ser distinguidas de sus usos en
el sentido común.

83
3.1 Construcción del concepto de tradición entre los cafeteros del
Quindío.

La historia de la región quindiana es la historia del café, la configuración del


territorio en el Quindío ha venido de la mano del caficultura casi desde el inicio
de su proceso de poblamiento. A partir de la dinámica económica de este
cultivo se vino configurando el entramado territorial de la región. El desarrollo
de relaciones sociales y económicas orientadas desde y hacia el café, convirtió
a la región, otrora inhóspita y desconocida en uno de los principales motores de
la economía nacional.

“La producción cafetera sirvió como una de las principales


fuentes de acumulación de capital, como motor del proceso de
industrialización y modernización económica en general, amplio
la demanda de productos manufacturados, fortaleciendo el sector
comercial, desarrollo las relaciones monetario mercantiles al
vincular a su producción y beneficio una gran cantidad de mano
de obra”. (Cárdenas y Pérez 2005: 121)

La economía orientada desde el café sirvió como factor decisivo en la


consolidación del entramando territorial quindiano a partir del la construcción de
una serie de redes infraestructurales, desde los caminos veredales, las vías
intermunicipales y nacionales hasta las vías internacionales, elementos que
configuran la lógica territorial escalar en el Quindío. En este sentido, a nivel
macro se habla de unas prácticas orientadas desde el café, es decir, la
construcción de unas relaciones formales de tipo institucional y comercial. En
este nivel el entramado territorial funciona como medio posibilitador de la
práctica, las redes de comunicación funcionan a modo de conectores que unen
las distintas escalas de la práctica: finca (producción) – pueblo
(comercialización). Al interior de esta lógica escalar desde sus instancias mas
egocentradas hasta las más alocentradas, se desarrolla una serie de relaciones
que dotan de una identidad y una territorialidad orientadas hacia el café
características de los caficultores quindianos. Al hablar de esta identidad

84
orientada hacia el café se hace referencia a una tradición constituida a partir de
la acumulación sincrónica de una serie de valores culturales que funcionan a
manera de patrón guía de los comportamientos sociales de los cafeteros como
grupo social. Estas relaciones se desarrollan al interior de las distintas
instancias de escalaridad territorial que definen la práctica cafetera.

La caficultura es portadora de códigos culturales asociados a formas


características de ver y de hacer, estos códigos definen las formas de
apropiación del territorio y condicionan el estilo de vida. Lo que aparentemente
es una práctica vinculada a la economía de subsistencia, para los pequeños
caficultores, y de consolidación de todo un sector, en el caso de los grandes
productores; es realmente un vínculo de tradición y de circunscripción
identitaria con el territorio. A nivel micro, la finca, la parcela, el paisaje cafetero,
son íconos de dicha circunscripción; a un nivel macro, estos elementos
configuran toda una región, que se muestra hacia el exterior como próspera,
definida a través de imágenes como la que se designa bajo la figura de “cultura
cafetera”.

Con el concepto de paisaje cafetero se hace referencia a una construcción


territorial mediada por el café como práctica dimensionadora y condicionadora
de prácticas sociales y territoriales. La composición de distintas imágenes
históricas del paisaje cafetero recogidas durante el trabajo de campo, vincula
características bien particulares relatadas por varios narradores:

“En la época de la bonanza, el café copaba todos los espacios.


Todo era un inmenso cafetal, moteado por pueblos. Ahora en los
planes solo se ven cultivos de plátano y ganado, muy poco café.
La crisis dejó al café en la montaña, donde la tierra es mas barata
y el clima es mejor. Arriba se produce mejor calidad, pero es más
difícil coger café, la mano de obra sale más cara”.32

32
El párrafo anterior fue compuesto con fragmentos de entrevistas de campo llevadas a cabo con varios
narradores de Sevilla y Armenia.

85
Las imágenes contemporáneas de crisis remontan la mirada a la caficultura
incipiente pero prometedora prácticada a principios del siglo XX; mas tarde el
café efectivamente lograría consolidar una imagen de progreso que identificaría
a la región. Sin embargo esta imagen se ha deteriorado con la llamada crisis
del café33. Las imágenes de progreso asociadas a la inmensidad de los
cafetales, son ahora liminales, el café volvió a las montañas de donde llegó.
Aunque la llamada crisis es la más dura que ha golpeado al gremio caficultor,
muchos todavía guardan esperanzas de “tiempos mejores”, en los que los
precios se reestablezcan y vuelva el progreso. La historia de la caficultura se
ha caracterizado por altibajos, son varias las crisis que han azotado al gremio
(crisis de plagas, crisis de precios, particularmente). Sin embargo un arraigado
sentido de pertenencia condiciona al cafetero a seguir inmerso en la práctica.
Se ha desarrollado una tradición que condiciona a las nuevas generaciones a
prácticar la caficultura. Este sentido de tradición reactualiza constantemente la
relación que el cafetero mantiene con el territorio y la hace más intima. La
tradición al interior de la práctica cafetera se constituye a partir del
establecimiento de relaciones históricamente constituidas a nivel individual y
colectivo, media constantemente en la construcción de la realidad y pone en
juego conductas que son coherentes con los valores culturales aprendidos y
aprehendidos. La caficultura hecha práctica es el modelo que constituye a la
comunidad de los cafeteros como estructura performativa, y es a través de la
tradición en tanto que reactualización generacional de la práctica en donde la
performatividad moviliza los principios que estructuran el modelo mismo de la
práctica, de esta manera, lo cafetero como estructura funciona como principio
organizador del mundo social y de la territorialidad. Partiendo del universo
social cafetero fundamentado en primera instancia por la tradición, se
estructuran una serie de relaciones sociales y territoriales que configuran la
región tanto a nivel interno como externo, los paisa y lo cafetero se muestran
como elementos comunes mas no homogenizadores de la pluricomunidad
regional, sirven mas bien como matices de las distintas manifestaciones
comunales que se dan en el eje cafetero.

33
Por crisis del café se entiende la venida a menos del sector cafetero producida principalmente por la
baja en la cotización internacional del producto desde la caída del pacto cafetero en 1989.

86
Desde sus inicios la caficultura siempre se caracterizó por practicarse en zonas
montañosas, por lo tanto habitualmente el trabajo en el cafetal se ha llevado a
cabo con herramientas manuales, desde el almacigo, la preparación del
terreno, la siembra, hasta la recolección. Esto le ha dado un carácter de
particularidad a la caficultura colombiana, ya que es en lo riguroso y artesanal
del procedimiento de producción en donde el café colombiano encuentra su
calidad y reconocimiento. Los procedimientos de producción se han mantenido
virtualmente intactos durante más de un siglo; aunque las formas de
producción se han ido modificando (léase caficultura tradicional y caficultura
tecnificada). La ausencia de mecanización garantiza una gran base laboral; por
lo tanto la distribución del capital económico producto de las exportaciones es
bastante democrática, un gran porcentaje del costo de producción está
representado en mano de obra, lo cual es garantía de una repartición de los
recursos muy equilibrada entre los propietarios de las fincas y sus trabajadores.

3.2 Caficultura y cafeteros de tradición34

El conocimiento en la práctica cafetera funciona como capital cultural, por lo


tanto es susceptible de ser transmitido a manera de herencia, es decir, como lo
expresa Bourdieu se fija en las disposiciones estructurales del habitus como
una estructura estructurada condicionadora del estilo de vida. El habitus tiende
a reproducir las regularidades inherentes a las condiciones en que ha sido
producido, este se ajusta a las exigencias inscritas de su principio generador;
las prácticas no se pueden comprender solamente desde las condiciones
presentes que pueden haberlas originado, ni tampoco desde las condiciones
pasadas que las han producido.

“Solo es posible explicarlas si se relacionan las condiciones


sociales en las que se ha constituido el habitus que las ha

34
Se utiliza Cafeteros de tradición para establecer una diferenciación conceptual con los cafeteros
tradicionales, es decir, los que utilizan la caficultura tradicional como método de producción; sin
embargo, las dos categorías no necesariamente se excluyen mutuamente.

87
engendrado, y las condiciones sociales en las cuales se
manifiestan” (Bourdieu 1991:97).

La caficultura como sistema de valores preexistentes al sujeto se presenta a


manera de una estructura estructurada, un opus operatum, es decir, como un
sistema de disposiciones a la práctica que tiene su origen en la adscripción
social del individuo. El sujeto por virtud del nacimiento, se vincula a un universo
social y cultural particular, aprende y aprehende estas estructuras objetivas que
son independientes de su conciencia y que son capaces de imponer sus
prácticas y representaciones.

Las condiciones iniciales de existencia son incorporadas por el sujeto para


engendrar prácticas que se adapten a su condición de origen. El hecho de
pertenecer a una familia con tradición cafetera, impone ciertas constricciones
expresadas en un conjunto de propiedades comunes, que son incorporadas por
el individuo. La homogeneidad del habitus entre los cafeteros de tradición
obedece a la homogeneidad de las condiciones de existencia. Desde su
nacimiento el sujeto se encuentra inmerso en un conjunto de prácticas
características a un universo cultural particular.

En mi familia hemos tenido café toda la vida, es algo que viene


desde mi abuelo (...) los hermanos de mi papá (..) la mayoría
fueron también caficultores, eso ha sido como una vocación en la
familia (Alberto: entrevista de terreno. Calarcá, 2002.)

Toda la vida he estado en el café, mi papá fue caficultor ento’es


se puede decir que es una tradición familiar (...) yo trabajaba en
Bogotá, ento’es el viejo estaba muy viejo y debido a eso me pidió
el favor que regresara a Sevilla para hacerme cargo de sus
bienes. (Silvio: entrevista de terreno, Sevilla 2002)

Desde sus primera etapas de socialización, el joven perteneciente a una familia


de tradición cafetera comienza a incorporar las regularidades de la práctica,

88
como lo cita el narrador anterior se “esta en el café” o “se vive en el café”, esto
genera un vinculo que en este caso supera los lazos con otras posibles
actividades económicas. El joven adscrito a una tradición cafetera es
influenciado por un efecto de inculcación que da inicio cuando comienza a
frecuentar las fincas de su familia y a significar y jerarquizar sus lugares,
aprende sobre la administración de la finca y sobre la producción del grano, a
medida que va adquiriendo experiencia, comienza a reemplazar a su padre en
algunas labores puntuales de la finca como los pagos semanales o la venta del
café. Estos procesos de incorporación de las lógicas de la práctica es
estimulado por los padres quienes ven “con orgullo como los muchachos se
interesan por el negocio familiar”. La tradición ejerce un efecto de inculcación
que garantiza la perpetuación del habitus y contribuye a formar la experiencia
originaria de la inserción del sujeto dentro de su universo social particular.
(Bourdieu 1998:110).

Figura 8. Configuración del estilo de vida cafetero

89
El efecto de inculcación ejercido por la tradición familiar, condiciona al individuo
a vincularse y a interiorizar las lógicas implícitas de la práctica; pero es
importante reconocer que existen unas disposiciones adquiridas a partir de la
experiencia que pueden llegar a modificar estos esquemas, cambiando
radicalmente la manera de percibir al mundo a partir de los sistemas de valores
incorporados con anterioridad, es decir, en momentos coyunturales el habitus
se adapta a nuevas condiciones, este es el sentido practico, noción estratégica
que permite al habitus acomodarse a infinidad de situaciones que ninguna regla
por mas elaborada que sea podrá prever. (Bourdieu 1996:22).

La tradición cafetera se inscribe como un vinculo identitario que condiciona el


estilo de vida y se fija en las estructuras que componen el habitus, de esta
manera la historia colectiva se convierte en historia individual manifiesta en la
producción de una vocación por el café, esta forma arraigada de sentido de
pertenencia condiciona un vinculo muy fuerte con la caficultura el cual está
íntimamente relacionado con la perpetuación de la estructura de la comunidad
cafetera.

Nosotros hemos sido caficultores de toda la vida, la familia hizo


todo el proceso del café desde que llego de Antioquia, ento’es
uno hereda como una especie de vocación por la tierra (...) [el
café] tradicionalmente no se va a acabar todavía habemos los
que pensamos que el café sigue siendo bueno (Oscar Julián:
entrevista de terreno, Calarcá, 2002)

La homogeneidad de las disposiciones asociadas a una posición y su arreglo a


las exigencias inscritas en la misma, son el producto de los mecanismos que
orientan al agente social a ajustarse a unas prácticas que aparecen como
acordadas de antemano a sus expectativas, esta es la vocación como adhesión
anticipada a un destino objetivo que se impone mediante la referencia práctica
de la trayectoria social en la clase objetiva de origen. (Bourdieu 1998:109).

El habitus también está definido por el volumen y la estructura de los distintos


capitales aprehendidos por un lado de manera sincrónica, es decir, como

90
sistemas de valores económicos, sociales y culturales, heredados de su
entorno social y familiar, y por otro lado de manera diacrónica, como resultado
de la interacción con el mundo social, estos capitales diacrónicos son
aprehendidos en la trayectoria social individual, es decir, dotan al sujeto social
de un modus operandi especifico y de una individualidad objetivable.

Por otro lado el habitus no se fija como una estructura rígida que se mantiene a
través del tiempo, este se reacomoda incorporando nuevas disposiciones y
abandonando mecanismos que pueden parecer mal adaptados a nuevas
situaciones, si bien, la caficultura se fija como disposición a la práctica, en
momentos coyunturales, como lo es la crisis cafetera, se engendran nuevas
prácticas encaminadas a solventar las dificultades.

Pues de pronto la caficultura se puede llevar en la sangre, pero


hay muchas formas de trabajar, hay otros cultivos para uno
radicarse, no solo del café vive uno, pues nosotros hemos estado
pensando lógicamente que hemos pensado en radicarnos solo de
café pero el café esta supremamente malo entonces uno piensa
si vale la pena. (Javier: entrevista de terreno, Sevilla, 2002)

A partir de la experiencia directa con el manejo de la finca, desde la


frecuentación de los lugares que la componen y con la puesta en práctica del
conocimiento de la actividad cafetera, se produce una perspectiva egocentrada
del territorio que define la escala. El territorio se construye a partir de la relación
que el cafetero mantiene con el espacio. Si esta relación es mantenida por
varias generaciones como componente de la trayectoria social modal, la
relación con el territorio es mas intima. El vínculo identitario con la tierra se
constituye en una capital que es trasmitido y funciona junto con el conocimiento
como uno de los componentes que producen y perpetúan a la tradición
cafetera.

Vea esa tierra tiene tres generaciones encima, me daría mucho


guayabo tener que venderla porque yo se del esfuerzo que hizo

91
mi abuelo para hacerse a ella, [yo] desde muy pollo aprendí del
manejo de la finca del abuelo, el ya bastante entrado en años
todavía andaba ahia metido (...) luego mi papá la cogió y ahora
me toco a mi. (Carlos: entrevista de terreno, Calarcá, 2002)

El conocimiento de la práctica cafetera heredado a manera de capital cultural,


como ya se ha dicho, se inscribe en las disposiciones estructurales del habitus.
En el caso de los caficultores de tradición, la caficultura como universo cultural
constituye un factor determinante para el desarrollo de las relaciones
espaciales, esto es condicionante dado que se desarrolla un sentido de
territorialidad en relación a la finca que es reactualizado por varias
generaciones, de esta manera el conocimiento del manejo territorial esta dado
por la experiencia que se gana a través de muchos años de estar en relación
con el manejo de la finca. La caficultura como conjunto de representaciones
colectivas características, apropiadas a partir de la tradición por parte de sus
practicantes, da cuenta de un conocimiento heterogéneo (localizado) que
contribuye a la producción de representaciones territoriales.

Las estructuras elementales de la territorialidad están relacionadas con la


demarcación cognitiva que el agente social lleva a cabo sobre el espacio, esta
demarcación se ve permeada por las lógicas estructurales de la práctica
cafetera. La tradición, el conocimiento y la finca -en tanto capital económico-
territorio reactualizado a partir de varias generaciones, constituyen los capitales
que definen el habitus de los caficultores de tradición, y es a partir de ellos que
el agente social convertido en agente geográfico, construye una relación social
con el espacio: una territorialidad.

Las escalas de manejo territorial en la caficultura cambian de acuerdo a los


distintos horizontes mediante los cuales el individuo organiza su relación con el
espacio. Estos horizontes se mueven entre la finca y sus fragmentaciones y
entre los niveles más elevados de organización de la caficultura en sus
aspectos institucionales, que van desde los territorios de la familiaridad
hasta los territorios de la gobernabilidad, y son definidos por Monnet (1999) de

92
la siguiente forma: “La apropiación física reactualizada permanentemente en
una pequeña extensión; esta escala conformaría los territorios de la intimidad”.
En esta escala incluiríamos el territorio de la finca, es decir es un espacio que
se configura a partir de la apropiación física que hacen los involucrados en la
práctica a partir de una planificación, es decir, a partir de la puesta en práctica
de su conocimiento sobre la caficultura, dota al espacio de las significaciones
pertinentes a este cultivo; el espacio es semantizado con las lógicas de esta
práctica, se utilizan categorías escalares como tajo, cafetal y otras categorías
infraestructurales como beneficiadero, helva, todas ellas relacionadas con un
que-hacer especifico al interior de la finca como territorio esencial de la
práctica. La forma de producción del café (tradicional o tecnificada) es
fundamental para la configuración territorial de la práctica. La siguiente escala
es definida por Monnet como “La apropiación de una extensión mayor,
mediante las trayectorias repetidas que encierran el espacio en una red de
usos y hábitos; esta seria la escala de los territorios de la familiaridad”. En esta
escala se circunscribe la vereda, la cual es usualmente configurada en torno a
una vía de comunicación, a lo largo de esta recorrido se configuran puntos
nodales como las fondas o tiendas, la escuela veredal. Por otro lado, los
territorios de la gobernabilidad se corresponden con “La apropiación de una
extensión mayor, apoyada sobre la experiencia directa pero no usual, de
algunos lugares concretos, estos son los territorios de la gobernabilidad, que
constituyen generalmente los niveles básicos de gobierno y organización
política de una sociedad y permiten articular las escalas de la familiaridad y la
alteridad”. Estos territorios son los que articulan al caficultor con los espacios
mas institucionalizados de la práctica. La escalaridad territorial en la caficultura
se ve definida por la organización política propuesta desde el modelo de la
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia (FNC). Esta escalaridad
corresponde a los comités municipales, comités departamentales y comité
nacional, la vida económica y política del caficultor discurre en estos tres
espacios y teniendo en cuenta la gran influencia homogenizadora de la FNC,
es posible decir que la práctica es estructurada desde estas instancias, la
organización socio-espacial de la caficultura siguiendo el modelo de federación
se configura desde la alocentralidad hasta la egocentralidad teniendo en cuenta
que el flujo de conocimiento va en este sentido.

93
3.3 Crisis cafetera y escalas de manejo territorial en departamento del
Quindío.

Entendiendo al territorio como una exterioridad física que impone ciertas


condiciones y limitaciones a la acción humana (Monnet 1999), se pretende
entender la manera como la crisis cafetera influye de distintas maneras según
el tipo de actor geográfico que se tome como referencia, entendiendo al manejo
territorial como variable de acuerdo a la posición cambiante de los sujetos al
interior del espacio social. Esta posición cambiante de la trayectoria social de
los agentes, esta determinada por el hecho de que es el mismo territorio el
instrumento para lograr los objetivos de un individuo o actor colectivo en la
sociedad.

De esta manera se pretende hacer una construcción de la escalas de jerarquía


social correspondientes a la práctica cafetera, teniendo en cuenta que un
cambio de escala social supone un cambio en la relación que se tiene con el
territorio en su acepción escalar. Relacionar la construcción de distinciones
sociales al interior de la práctica cafetera con la crisis del café, supone una
estrategia para analizar dentro de un contexto práctico y especifico, la
operatividad del conjunto de esquemas de percepción pensamiento y acción
constitutivos del habitus de los cafeteros. De esta manera es posible analizar
situacionalmente tanto las estrategias de perpetuación del habitus, como las
prácticas emergentes que este produce en las situaciones de crisis, que son
en las que el habitus tiene la oportunidad de desarrollar potencialidades
desconocidas o deshabitúales.

El hecho histórico que marco para muchos el comienzo de lo que se ha


llamado “la crisis del café” es la ruptura del “pacto cafetero” en 1989. A partir
de este momento la caficultura colombiana comienza un proceso gradual de
deterioro económico sin precedentes en su historia, pero si bien esta ha sido la
crisis mas profunda no ha sido la única. La caficultura ha afrontado momentos
difíciles de la mano de las crisis mundiales. Para Machado (1999), la crisis

94
cafetera debe entenderse dentro del contexto de las crisis del sector rural en
Colombia y dentro de los grandes cambios a nivel macroeconómico que se
están dando en el ámbito internacional.

Los cafeteros han sido protagonistas de grandes episodios de la historia


política, económica y social de Colombia. Son concientes del valioso aporte
que han hecho a la economía nacional y del amplio poder político que han
detentado como gremio. La industria ha crecido bajo la orientación de la
Federación Nacional de Cafeteros de Colombia, logrando un reconocimiento
mundial del producto y logrando un desarrollo en la infraestructura social de las
zonas cafeteras que difícilmente se hubiera alcanzado sin su apoyo.

En este apartado se pretende dar una mirada a las estrategias utilizadas por
los cafeteros y las personas involucradas en la producción para afrontar la
crisis, teniendo en cuenta dos puntos de vista complementarios:

1) A un nivel de escala social, es decir tratar de entender la crisis de acuerdo a


los distintos niveles de jerarquía social (posiciones diferenciales al interior del
espacio social).

2) A un nivel de escala territorial, teniendo en cuenta las distintas formas de


manejo del territorio frente a la crisis de acuerdo con las posiciones ocupadas
dentro de la escala social.

Estos dos parámetros definen las variables que evidencian las escalas
territoriales en la práctica cafetera (escala cafetera). La movilidad social esta
definida por un desplazamiento vertical, es decir el ascenso en la escala social
dentro del mismo campo cafetero, supone la modificación del volumen de la
especie del capital dominante en la estructura del capital patrimonial. En este
sentido, al poner en práctica la caficultura se acumula capital económico que es
reinvertido en tierras, la acumulación de tierras potencializa la reproducción del
capital económico que es reinvertido en mas tierras. Esta estrategia es seguida

95
dentro de trayectorias sociales individuales, pero dadas las características de
las estructuras de transmisión del patrimonio en la práctica cafetera se da una
perpetuación de esta estrategia de reconversión que es aplicada generación
tras generación.

Yo personalmente como notario diría que el [Arcesio


Domínguez] fue el hombre que mas fincas tuvo en el Quindío
(...) el llego por acá de los lados de Tulúa (...) empezó a
comprar fincas, a comprar fincas de una forma tan espectacular
que podríamos decir que tuvo setenta, ochenta fincas en un
solo momento (...) el todo lo que le vendían alrededor de unas
fincas que tenia por el lado de Quebrada Negra [Calarcá] todo
lo que le vendían lo compraba; además el tipo era muy buen
negociante el era muy vivo para negociar, entonces el no solo
compraba sino que compraba muy bien porque compraba
barato porque compraba de contado (...) el llegaba y recorría
una finca que le gustaba y le mandaba a ofrecer al cliente (...) la
valorizaba en un precio y tenían que dársela por eso o si no, no
la compraba (...) llego a tener unas cuatro mil cuadras en café;
pero el conservaba a sus agregados en cada una de las finca,
solamente tenia que ser muy pequeña para unirla a otra (...)
dejaba las casas principales y los montajes principales y
arreglaba los montajes grandes y ahí recogía el café de todas
las fincas. (Trabajo de campo. Elkin. Calarcá).

El éxito en la aplicación de esta estrategia depende en gran parte de atributos


subjetivos de los agentes sociales como lo son “ser un buen cafetero”, o “ser un
buen negociante”, características que son a veces asociadas con el “ser paisa”,
pero que son visibles en otros grupos familiares con procedencias distintas.
Estas características subjetivas se pontencializan a través del sentido del
juego, es decir aquel que sirve para tomar ventaja sobre los adversarios en
algún campo determinado, el que mejor sepa “jugar” con las reglas y

96
regularidades del campo, sin duda tiene una ventaja sobre sus rivales en
cuanto a la apropiación de los capitales que se ponen en juego en ese campo.

Las estrategias de reconversión constituyen un conjunto de prácticas mediante


las cuales los agentes sociales o grupos tienden a modificar su posición al
interior de la escala social. Los cambios en la escala social comportan cambios
en la escala de manejo territorial. Se pasa de relaciones territoriales más
egocentradas a otra más alocentradas definidas por la relación efectiva con
porciones más grandes del espacio.

La posición de origen es el punto de partida con respecto al cual se define la


pendiente de la carrera social. Es posible construir un espacio cuyas tres
dimensiones fundamentales estén definidas por el volumen del capital, la
estructura del capital y la evolución en el tiempo de estas dos propiedades.
(Bourdieu 1998:110)

“toda la vida yo fui pues del café, me toco sembrar, después


manejarlo en compañía, después compre [finca], después fui
comprador de café y exportador después entre al comité
municipal de Pijao y después entre al departamental, en el
departamental hice toda esa carrera hasta que llegue a la
presidencia del comité, también fui representante del Quindío al
Congreso Nacional de Cafeteros (...) toda la historia del café la
hice”. (Trabajo de Campo. Darío. Caficultor. Armenia).

De esta forma “hacer toda la historia del café” comporta recorrer una trayectoria
social vertical que implica desplazarse por las distintas instancias de la escala
cafetera, estas instancias se recorren desde las escalas de la intimidad hasta
las escalas de la alteridad. Es decir, desde la finca como territorio esencial
hasta la jurisdicción más alocentrada del nivel organizativo institucional de la
caficultura, el Comité Nacional de Cafeteros.

97
Si se pretende entender el proceso histórico de construcción de un sector
dominante cafetero es indispensable entender el modelo de desplazamiento
vertical que ofrece la práctica. Casi sin excepciones las personas entrevistadas
repitieron la historia de cómo sus padres o abuelos llegaron en la época de la
colonización a “descuajar monte” en estas tierras, o en otros casos llegaron en
la segunda colonización (la cafetera), atraídos por las ventajas del negocio y la
aura de prosperidad de la tierra quindiana.

Yo vine a esta tierra en busca de eso, de trabajar con el café, yo


vine [desde Santander ] muy joven y me atrajo mucho la fama
que tenia por el café el Quindío. (Trabajo de Campo. Absalon.
Calarcá)

El territorio varía en su acepción escalar de acuerdo al sistema de valores de


cada grupo social. Y para Raffestin (1980) según las fuerzas donde este
ubicado el actor geográfico. El territorio para Di Méo 1998, representa la
relación que el sujeto convertido en actor geográfico tiene con el espacio. Las
distintas escalas o niveles de organización del espacio se centran en el sujeto,
Para Monnet (1999) los limites de estas distintas escalas se edifican a partir de
las demarcaciones cognitivas que se pueden hacer a partir de la experiencia
concreta con el espacio y a partir de la movilización de representaciones
mentales en relación con perspectivas mas alocentradas del territorio.

La práctica cafetera determina diferentes niveles de organización del espacio


que se concretan en relaciones particulares con el territorio, el cambio en estas
relaciones se ve permeado por el desplazamiento del agente social dentro de
una trayectoria social modal. Las escalas de manejo territorial en la caficultura
cambian de acuerdo a los distintos horizontes mediante los cuales el individuo
organiza su relación con el espacio. Estos horizontes se mueven entre la finca
y sus fragmentaciones y entre los niveles de mas elevados de organización de

98
la caficultura en sus aspectos institucionales, van desde los territorios de la
familiaridad hasta los territorios de la gobernabilidad.

La infraestructura que conforma el territorio de una finca se refiere a las


instalaciones asociadas a la producción del café, es decir, el beneficiadero, el
suministro del agua, la helva o el silo y los cafetales. La finca, limita sus
fronteras con otras fincas, a partir de los linderos. La finca esta suscrita a lo que
se conoce como la vereda, que comprende otras características
infraestructurales especificas, la escuela, la fonda, etc. Las distintas veredas
están circunscritas a un comité de cafeteros, este tiene una jurisdicción
municipal, en esta escala territorial se reconocen las cooperativas de
caficultores, las compras de café particulares, las trilladoras, los almacenes
cafeteros etc. Los comités municipales se encuentran circunscritos al comité
departamental, y estos a su vez al Comité Nacional de Cafeteros.

Estas distintas instancias nos remiten a lo que Monnet (1999) llama las escalas
territoriales, estas definen los territorios de acuerdo a los distintos niveles de
organización socio-espacial de acuerdo al tamaño de un territorio; estas
escalas están definidas por Monnet de la siguiente forma:

-“la apropiación física reactualizada permanentemente en una pequeña


extensión; esta escala conformaría los territorios de la intimidad”. En esta
incluiríamos el territorio de la finca, es decir es un espacio que se configura a
partir de la apropiación física que hace su dueño, este a partir de una
planificación, es decir a partir del conocimiento de la práctica cafetera, culturiza
el territorio, esta culturización, se ve condicionada por las lógicas propias de la
actividad cafetera.

-“la apropiación de una extensión mayor, mediante las trayectorias repetidas


que encierran el espacio en una red de usos y hábitos; esta seria la escala de
los territorios de la familiaridad”, En esta escala se circunscribe la vereda,

99
constituida por lugares como “la fonda” o tienda, los caminos veredales que
conectan a las fincas con los centros urbanos.

-“la apropiación de una extensión mayor, apoyada sobre la experiencia directa


pero no usual, de algunos lugares concretos, estos son los territorios de la
gubernabilidad, que constituyen generalmente los niveles básicos de gobierno
y organización política de una sociedad y permiten articular las escalas de la
familiaridad y la alteridad”. Dentro de esta se incluyen la jurisdicción de los
comités municipales y departamentales de cafeteros.
Asi se pretende entender lo que más bien se debería llamar “las crisis de los
cafeteros”, es decir las distintas formas como las distintas clases de individuos
o grupos involucrados en la práctica cafetera, diferenciados a partir de los dos
criterios expuestos anteriormente enfrentan los efectos económicos y sociales
de la venida a menos de la industria cafetera.

Los efectos de la caída del pacto cafetero no fueron inmediatos, dado que la
Federación continuo manteniendo en alza los precios del grano, utilizando
recursos del Fondo Nacional del Café. Es hasta el año de 1992 cuando la
federación dejo de mantener el precio de sustentación del mercado y comenzó
el desmonte gradual de lo subsidios y servicios que beneficiaban a los
cafeteros agremiados.

La crisis no ha afectado por igual a todos los cafeteros, si bien sus efectos han
sido graduales, no se pueden entender como un proceso que involucro
simultáneamente a la industria en su conjunto, a pesar de los bajos precios
internacionales, que oscilan entre 0.59 y 0.70 dólares la libra, (cuando el precio
de sustentación que manejaba la Federación nunca estaba por debajo de 1.20
dólares la libra) la caficultura se ha mantenido y sobre todo en los
departamentos del Eje Cafetero como uno de los principales renglones de la
economía.

100
Para entender como la movilidad social en la escala cafetera implica también
un cambio de escala territorial, es necesario entrar a definir las distintas
escalas sociales involucradas en la producción cafetera, teniendo en cuenta las
diferentes formas de ver la crisis que se presentan, en este punto es importante
hacer una distinción entre dos tipos de actores que se presentan; propietarios y
no propietarios.

Una de las características de la caficultura en el Quindío, es que el 70% de los


predios son de menos de diez ha, que se catalogan dentro de la categoría de
pequeños caficultores, aunque en el Quindío se ha manejado una percepción
de una supuesta democratización en la tenencia de la tierra, la verdad es que
este 70% de los predios corresponden a un poco mas del 40% del área, el otro
casi 60% del área se ve representado por el 30% de los predios, en este
sentido existe una simultaneidad entre la distribución y la concentración de la
tierra.

Además de la extensión de la tierra el propietario puede ser definido por la


posición que ocupe en el espacio social. Se puede tener en cierto sentido una
pequeña extensión de tierra, pero ocupar una posición mas privilegiada en el
espacio social, ser miembro de un comité de cafeteros, exportador etc. Por otro
lado la ubicación de la tierra es también determinante dado que la proporción
del precio entre las tierras mejor ubicadas y las menos valiosas puede variar en
una proporción de diez a uno. De esta manera tener en cuenta las dos escalas
permite precisar mas sobre el volumen y la estructura de los capitales que
conforman el habitus, factor que es determinante para la construcción de los
distintos modos de percibir la crisis.

Para el pequeño caficultor, el manejo territorial, es esencialmente familiar, un


matrimonio con sus hijos se encargan de todos los aspectos de la producción.
En este sentido el negocio es percibido (principalmente por los caficultores mas
grande) como algo mas rentable dado que no se invierte dinero en mano de

101
obra, además de que se generan ingresos extra cuando el predio no absorbe la
totalidad de la mano de obra familiar.

El [cafetero] pequeño pues tiene su finca y vende su mano de obra,


ento’es pues puede afectarse pero de pronto tiene sus manos para
trabajar y pone a producir eso”. [Trabajo de campo. Guillermo.
Cafetero. Pijao].

Cuando no hay trabajo en la finca familiar, los hombres de desplazan a


jornalear a fincas vecinas. Dentro de las entrevistas realizadas con pequeños
propietarios en el Quindío se hace evidente el profundo arraigo de la
caficultura, aunque el negocio ande mal es claro para la mayoría que no
existen alternativas rentables. El arraigo de la caficultura puede entenderse
desde la tendencia de los habitus a reproducir sus condiciones de producción.
Ajuste de las expectativas del agente social frente a la adhesión anticipada de
un destino objetivo mediante la referencia práctica de la trayectoria de origen.

Mire, yo llevo toda mi vida dedicado a esto, es lo único que se


hacer, por mas jodido que este el negocio, pa’que me pongo a
botarle tiempo a otras vainas, si yo se que mi cafecito aunque mal
siempre me lo van a pagar (...) con otros cultivos el riesgo es mas
alto, el plátano, tas! llega un vendaval y me lo tumba, así es con
otras vainas, el café es lo mas seguro. (Trabajo de campo.
Albeiro. Cafetero. Calarcá.)

Aunque el pequeño predio cafetero tiene menos gastos, la crisis se hace más
evidente en ellos, dado que en la mayoría de los casos, no se cuenta con el
capital económico necesario para invertir en insumos y en la renovación de los
cafetales. Por lo tanto el pequeño caficultor debe mantener una relación de
dependencia con la Federación, en el sentido de que debe adquirir deudas con
el Bancafé para poder solventar los gastos de producción.

102
La percepción de la crisis dentro del pequeño caficultor se da desde una
concepción egocentrada proyectada hacia lo alocentrado con referentes que
tienden a ser vagos en la medida en que se ocupe una posición menos
privilegiada en el espacio social. Se tiene una idea de los factores externos
tales como los precios internacionales y la superproducción mundial, pero por
otro lado las estrategias para solventar la crisis están relacionadas con una
optimización del manejo del territorio en su escala mas intima, es decir, a
través de una mejor administración o un mejor manejo de los recursos.

A ellos les avisan, digamos el gerente de acá de la


cooperativa, no vamos a hablar mal, el gerente de la
cooperativa a los grande cafeteros, el esta pendiente del
Internet y del precio del café, inmediatamente sube llama a
fulano de tal, vé traeté el café que tengas que esta a buen
precio, te lo vamos a pagar. A nosotros los pequeños
caficultores no nos avisan porque desafortunadamente nosotros
ni teléfono tenemos en la casa y entonces nosotros no tenemos
acceso a eso. (Trabajo de Campo. Javier. Sevilla).

Así se construye la relación entre la escala social y la escala territorial, entre


mas abajo se este en la escala social, mas intima será la relación con el
territorio, el pequeño caficultor esta inmerso en su finca, territorio de la
familiaridad por excelencia en la práctica cafetera, en el opera una
territorialidad mas reactualizada, la relación menos frecuente con otras escalas
territoriales (espacios de la gobernabilidad, por ejemplo) solo se define por sus
relaciones comerciales y bancarias con las cooperativas, pero mas allá de esa
escala su relación con el mundo, con los mercados bursátiles que determinan
el precio de su producto, es una relación que se establece a partir del discurso
de Federación que le es inculcado en los comités, o a través de los medios de
comunicación.

103
Dentro del discurso de Federación, es claro que la única forma de que la
caficultura sea rentable es implementado la tecnificación y la optimización de la
administración, muchos cafeteros especialmente los de mas tradición culpan a
la tecnificación de la crisis.

Lo que hizo el comité fue implementar ese cuento, para poder


vendernos todos esos insumos ellos mismos, pa’ sacarnos mas
plata fuera de los que le sacan al café, en la época del arábigo,
uno si acaso, mantenía limpio el cafetal, con buen sombrío y en
vez de químicos se regaba la cacota. (Trabajo de campo. Albeiro.
Cafetero. Calarcá.)

Para los cafeteros de tradición la crisis se presenta como una eventualidad mas
en su trayectoria social modal, es decir, se tiene en cuenta que “crisis han
habido muchas”. A través de la historia de la caficultura en su familia, se han
solventado las muchas crisis que ha sufrido el café, y aunque esta sea la más
profunda, la vocación como perpetuación del habitus condiciona al agente a no
ver mas allá de las posibilidades que brinde la caficultura.

La incorporación dentro del habitus, de disposiciones estructurales con


referentes a largo plazo funciona como otro de los mecanismos que garantizan
su perpetuación generacional, como reconoce Bourdieu, “Aquel que esta
comprometido en el juego, cogido por el juego, se ajusta no a lo que ve, si no a
lo que pre-ve, a lo que anticipa desde el presente directamente percibido. El
sentido del juego es el sentido del advenir del juego, el sentido del sentido de la
historia del juego que proporciona su sentido del juego”. (Bourdieu 1991:140)

La economía cafetera mundial se ha caracterizado por sus


ciclos variables: a periodos de precios relativamente altos
siguen épocas –generalmente mas largas- de precios
deprimidos, hasta que la oferta y la demanda vuelven a

104
equilibrarse. A partir de ese momento, cualquier fenómeno –
como seria una helada, una sequía e inclusive una guerra-
produce nuevamente un alza en los precios del grano, y así
sucesivamente. (Santos 1989:264)

Los periodos de bonanza son aprovechados para la acumulación diacrónica de


capital económico, capital que se inscribe en los mecanismos de reproducción
para asegurar la perpetuación de las condiciones de existencia que son
transmitidas de generación en generación, de esta manera se asegura a las
generaciones siguientes de cafeteros en una familia, el capital económico
(tierras o recursos representados en dinero) suficiente para solventar las crisis.
En este sentido en los periodos de bonanza la estrategia es la acumulación de
capital representado en tierras y en propiedades y en otra medida algunas
estrategias de diversificación de los capitales.

El pequeño caficultor que apenas comienza su carrera en el café, no tiene una


historia que se remonta a varias generaciones de cafeteros, por lo tanto dentro
de las disposiciones estructurales de su habitus, no tiene inscritas las
estrategias de perpetuación descritas anteriormente. Por lo tanto, en esta
categoría las estrategias pueden ser más diversas, o pueden pertenecer a un
estado anterior de las condiciones estructurales del habitus. Para el caso del
Quindío, mucha gente ha iniciado la transición hacia otros cultivos como el
plátano; el pequeño caficultor con tradición tiende a continuar con su cultivo.

Las cosas de una u otra forma tendrán que mejorar, el café es un


buen negocio, por que es fácil, de otra forma no seguiríamos en
el (...) el café nos ha dado todo tradicionalmente, hemos vivido
bueno, en la bonanza, tuvimos oportunidad de pasear, conocimos
San Andrés, tuvimos carro (...) yo siempre he sido campesina
poco estudiada, pero mis hijos si pasaron por una Universidad,
¿por qué?, pues por el café. (Trabajo de campo. Marlene .
Cafetera. Sevilla.)

105
Al momento de enfrentar la crisis las estrategias son diversas, el pequeño
caficultor de tradicion es conciente de que la manera de salir adelante es
aplicando una buena administración sobre su predio; ha tenido que aprender
ha llevar cuentas, y ha ser muy organizado. Antes de la crisis actual es no era
casi necesario, dado que “la finca se manejaba casi sola”, es decir las
utilidades eran tan buenas que no era necesario aplicar mucho control.

En el caso de los pequeños caficultores, se da una alta concentración de roles,


es decir el mismo propietario del predio es a la vez administrador, agregado y
hasta recolector. Los pequeños caficultores viven en el pueblo, por lo general
llegaron al Quindío como recolectores, cuando el café permitía acumular,
compraron una casa en el pueblo la cual cambiaron después por una finca, que
fueron pagando con el tiempo.

El mediano caficultor por lo general vive en el pueblo y se dedica a algún otro


oficio, ya sea profesional o comercial. Alternado este tipo de actividades con el
manejo de la finca. En el Quindío se presentan muchos casos de profesionales
y empleados públicos, que en la época de bonanza del café invirtieron sus
ahorros en fincas cafeteras, estas fincas fueron encargadas a administradores,
hoy día en épocas de crisis, muchas de estas fincas han comenzado la
transición hacia otros cultivos, principalmente el plátano, la yuca y cítricos. Los
propietarios con más capital han invertido en ganaderías.

Los caficultores no tradicionales, es decir aquellos que llevaban una trayectoria


social vertical en algún otro campo y decidieron invertir en la caficultura,
presentan una trayectoria social transversal, es decir se dio una estrategia de
reconversión del capital económico, para ingresar al campo cafetero, por lo
general estas fincas son manejadas por administradores, dado que el
conocimiento aunque pueda ser adquirido vía Federación, no tiene el mismo
carácter del de el cafetero de tradición, la caficultura en este sentido no es
percibida como una vocación, es mas un negocio, una estrategia de

106
acumulación de capital económico, en este sentido este tipo de agentes son los
que inician mas rápidamente la transición hacia otro tipo de cultivos, o también
venden sus fincas tratando de recuperar algo del capital económico invertido.

La inscripción de la caficultura en el habitus es cuestión de varias


generaciones, no solo en lo que tiene que ver con el conocimiento, sino
también con la aprehensión de los ciclos temporales que la caficultura sigue,
además de la perpetuación del patrimonio a través de la herencia de la finca.

Para el caso de los grandes cafeteros su posición privilegiada en la escala


social determina una relación mas frecuente con la alocentralidad de la escala
cafetera, por lo tanto en ellos la crisis es de otro carácter dado que no están
restringidos a las constricciones de Federación, manejan su propio capital en
las inversiones que se realizan en la finca, muchos de ellos manejan el
suficiente capital para poder realizarse como exportadores, por lo tanto se
puede decir que en cierto modo pueden escapar de la lógica de Federación, del
modelo paternalista y desarrollista y tienen mas libertad a la hora de diseñar
estrategias para solventar la crisis. Al constituirse como exportadores o
tostadores, completan todo el ciclo del café. Esta estrategia puede hacerse
evidente en Sevilla donde algunos grandes cafeteros se asociaron para
completar todo el ciclo, cultivo, trilla y tuesta.

Para los no propietarios la escala social comienza con los jornaleros, ellos
constituyen la base de toda la industria. Por un lado están los trabajadores
permanentes de la finca, aquellos encargados de realizar todas las labores de
mantenimiento de los cafetales en épocas de no cosecha, son trabajadores
fijos, el manejo territorial está dado por la apropiación por experiencia directa
de pequeñas extensiones de tierra, que constituyen la finca lo que se conoce
en la caficultura como “tajos”, es decir, la división por lotes que se ha hecho en
la finca. A cada lote se le asigna un nombre en particular, estas apropiaciones
se hacen de acuerdo ha nombres escogidos generalmente por los
trabajadores, a partir de rasgos o usos particulares que se pueden identificar al

107
interior del territorio. Por ejemplo el “tajo del guayabo”, “el tajo del finado”. A
veces, es necesario entrar a resignificar los lugares de acuerdo a nuevos usos
que se le dan al suelo, esto se ha venido dando con la sustitución del café por
otros cultivos, los “tajos” definidos históricamente con nombres determinados,
han sido renombrados por simplemente el tipo de cultivo que ha sustituido al
café, por ejemplo “el lote de fríjol”, “el lote de pasto”. Dentro de la planeación de
las labores es necesario tener un conocimiento detallado de la finca, sus
recursos y las características de sus espacios, a la hora de impartir ordenes es
mas sencillo nombrar las cosas que simplemente enumerarlas.

[Una vez] llego el administrador nuevo, le dio por numerar los tajos,
eso fue un enredo el macho, nosotros que llevamos metidos tiempo
acá nos dio duro aprender a recordarnos esa vaina, que el tajo
uno, que el dos (...) como a la gente, uno (...) distingue [las cosas]
por su nombre como uno las aprendió a distinguir.” (Entrevista de
campo Alfonso. Recolector. Calarcá. Mayo de 2002)

En la misma escala social de los trabajadores permanentes, se encuentran los


recolectores o “cosecheros”. A partir de la crisis cafetera, gran parte de estos
trabajadores itinerantes se desplazaron hacia las zonas cocaleras del país. La
mejor oferta laboral que ofrece este negocio ilícito ha suscitado el hecho de que
gran parte de la mano de obra que se ocupaba en la caficultura se haya
desplazado hacia estos lugares.

Ento´es un hombre que cogía café, no volvió por que raspando


coca sacaba mas del jornal que sacaba en la zona cafetera (...) el
café no pudo competir con el mismo precio de mano de obra, con
la plata de los cultivos ilícitos. (Entrevista de campo Luis.
Cafetero. Armenia. Mayo de 2002)

108
La caficultura ofreció por muchos años los mejores jornales del país, llegando a
pagar mas del doble de lo que se ganaba en otro tipo de cultivo, hoy día, a
pesar de la situación económica del país, es difícil conseguir trabajadores, y
sobre todo trabajadores buenos, dado que la recolección del café, necesita
mano de obra con alguna considerable destreza manual, para que se puedan
solventar los gastos de alimentación. El hecho de que la caficultura no absorba
el potencial de mano de obra utilizado antes de la crisis, es un factor
determinante para la expansión de los cultivos ilícitos, por un lado, por el
desplazamiento de mano de obra hacia las zonas cocaleras, por otro, la crisis
en las zonas cafeteras es “caldo de cultivo” para generar descontento entre la
población, situación que es aprovechada por los grupos armados ilegales para
canalizar ese descontento, poco evidente en épocas anteriores a la crisis actual
cuando los grupo ilegales no habían hecho presencia activa en el Quindío.

La gente no era receptiva, a vos te hablaban de que hay que tener


y vos ya tenias, (...) la zona cafetera tuvo los jornales a nivel de
trabajador raso mas altos del país y cuando el resto del país
pagaba doce pesos la zona cafetera pagaba treinta (...) en la época
de cosecha el hombre recibía una cantidad de plata equivalente a
muchos meses de trabajo [los grupos armados ilegales] decían
camine que vamos, no, la gente estaba cogiendo plata y cuando la
gente coge plata no se pone a pensar en el hambre. (Entrevista de
campo Luis. Cafetero. Armenia. Mayo de 2002).

Continuando con la escala, se encuentran los “buenos jornaleros”.

Eran tipos que tenían una capacidad extraordinaria pa’ coger


café, ganaban hasta el doble o el triple que los demás
trabajadores, con la ventaja pal’ el patrón que comían por un
solo. (Entrevista de campo No.8. Jairo. Cafetero. Armenia. Abril
de 2002)

109
En esta escala social el manejo territorial esta definido por la apropiación que
se hace de lugares específicos en una extensión mayor de espacio (diferentes
zonas cafeteras); el ser un buen jornalero además de requerir una
considerable destreza manual, implica un conocimiento detallado del manejo
adecuado que se debe hacer del entorno, es decir, conocer las zonas con
mejores cosechas y además, aprender a reconocer los mejores “tajos” para
trabajar, en este sentido el conocimiento de estrategias adecuadas de acceso
a recursos es lo que permite a el buen jornalero la optimización del acceso al
capital económico.

Hasta este punto de la escala social, podemos identificar un tipo de crisis


especifica, que podría ser llamada la crisis laboral del sector, por un lado, la
venida a menos de los salarios ha perjudicado notablemente a la base de la
industria, en este sentido, los perjudicados son los jornaleros establecidos
tradicionalmente en las zonas cafeteras, dado que la mano de obra itinerante
es absorbida por las zonas cocaleras. La baja en los salarios ha prácticamente
detenido la dinámica de movilidad social que se veía en otras épocas, ya es
casi imposible acumular el capital suficiente para ascender en la escala
cafetera.

Continuando con la escala social siguen los “agregados”, que son los
encargados de responder ante el patrón o el administrador por los trabajos
realizados, estos casi sin excepciones viven con su familia en la finca. Además
de poner en práctica las disposiciones del patrón, el agregado cumple también
con labores propias de los jornaleros. Los agregados sostienen una relación
más reactualizada con la escala más intima del territorio.

Después siguen los administradores, ellos son los encargados de llevar a cabo
la planificación de las labores en la finca cafetera, en esta escala la concepción
del manejo del territorio parte del hecho de que dicho manejo lo que busca es
hacer satisfactorio el uso del territorio, buscando la reducción de las
limitaciones y aumentando la instrumentalización positiva de los recursos

110
territoriales (Monnet 2000). En este sentido lo que hace concretamente el
administrador es “manejar la finca”.

A partir de estos distintos tipos de agentes geográficos se puede definir la


perspectiva mas egocentrada de lo que constituye la territorialidad cafetera,
definida por la experiencia directa y la apropiación física reactualizada de una
pequeña extensión, es decir la finca como territorio esencial en al práctica
cafetera. En este sentido la finca es lo que Monnet (2000), llama un territorio de
la intimidad.

La perspectiva más alocentrada dentro de la escala cafetera esta definida por


la relación que se establece con porciones cada vez más extensas del espacio,
es decir, a medida que se desarrolla la “carrera cafetera” se asciende más en la
escala social. Desde la perspectiva del recolector y su experiencia en el “tajo”
como fragmento territorial de la finca, hasta la perspectiva del exportador que
sostiene relaciones personales directas con los países importadores.

Figura 9. Escalaridad social y territorial en la práctica cafetera.

111
3.4 Conclusiones.

La práctica cafetera es portadora de códigos culturales asociados a formas


características de ver y hacer, que se hacen evidentes particularmente en el
departamento del Quindío, donde el profundo arraigo de la práctica cafetera,
permite hablar de un territorio dimensionado a partir de la caficultura. Es decir,
se ve a la caficultura como dimensionadora de los estilos de vida regionales, lo
que se podría llamar unas condiciones de existencia asociadas a la práctica
cafetera, lo que se ha definido en páginas anteriores como el habitus de los
cafeteros. Este proceso de apropiación del territorio esta dado a partir de las
representaciones construidas alrededor de lo cafetero, esta práctica a manera
de sistema cultural fija los limites del espacio a partir de las categorías
utilizadas para representar la práctica.

El profundo arraigo de la práctica cafetera en Quindío, Caldas y Risaralda


principalmente, es el factor que diferencia (individualiza) a la región cafetera de
los andes centrales de otras zonas de producción en Colombia, este arraigo se
relaciona con la imagen de estabilidad y prosperidad que se logro concretar
con la caficultura en las épocas de bonanza, imágenes como la de “los
inmensos cafetales moteados por pueblos” o la de “cultura cafetera”, son
tipificaciones que se han constituido en fundamentos de identificación tanto al
interior como al exterior de la región, evidentemente lo cafetero ayudó a
concretar la imagen de empuje y tenacidad asociada con lo paisa.

La caficultura como práctica social y económica es uno de lo referentes


fundamentales para la individualización del eje cafetero como región, esta no
es vista como una producción económica homogénea que se da en un
determinado espacio. El concepto de región al que se hace referencia tiene que
ver con la identidad altamente colectivizada, producto de una proximidad
histórica y cultural que parte de los referentes producidos en la colonización
antioqueña y se matiza con la tradición cafetera. La estructuración de la región
vista desde la caficultura parte de considerarla como una práctica social con un
carácter altamente estructurante.

112
Este carácter altamente estructurante se configura a través del mantenimiento
de una tradición que es fundamento para la generación de un sentido de
pertenencia creador de fuertes vínculos con el territorio. La identidad
colectivizada se manifiesta en la apropiación de la denominación colectiva de
cafeteros, esto funciona como una forma de instrumentalizar la identidad, que
no sólo se mantiene a través de los discursos, sino que es asumida y
reapropiada a través de las relaciones construidas con el territorio, a través de
imágenes como el paisaje cafetero, el cual se encuentra íntimamente
relacionado con una construcción histórica particular que refleja lo que significa
el ser cafetero.

La comunidad cafetera se legitima a partir de la tradición en tanto perpetuadora


generacional de la práctica, y también a partir del soporte institucional que le da
la Federación Nacional de Cafeteros, la cual es de vital importancia para la
homogenización de la prácticas y para el mantenimiento de la cohesión
comunitaria a partir de figuras como el paternalismo. Por otro lado, la
generación de tecnología por parte de la FNC condiciona nuevas
reconfiguraciones territoriales propiciadas a partir de la implementación de
nuevas formas de producción, como lo ejemplifica la tecnificación en la
producción cafetera.

Las distintas escalas de la territorialidad que se definen entre la intimidad y la


alteridad, se ven condicionadas por la escala social, es decir por las distintas
trayectorias divergentes seguidas por los actores sociales. De esta manera no
se puede olvidar que las percepciones sobre la práctica y el territorio varían de
acuerdo a la posición del agente social al interior del espacio social, y esta
posición social esta asociada a una determinada posición al interior del espacio
geográfico.

Las distintas categorías laborales y formas de propiedad al interior de la


práctica, establecen la estructura social de lo cafetero; son relaciones creadas
a partir de una división del trabajo, construida a partir de saberes específicos

113
relacionados con cada una de las categorías, estas están enmarcadas en una
escalaridad territorial que está determinada por el volumen y la estructura de
los capitales detentados por los agentes poseedores de estos saberes.
Determinado tipo de saber-hacer encuentra una determinada delimitación
práctica al interior de la escala territorial (siembra, beneficio, recolección,
comercialización). A partir de esos saberes, se van consolidando los roles, los
status, las jerarquizaciones, el poder adquisitivo, las disposiciones y
distribuciones de la práctica cafetera.

El cambio de escala social en la práctica cafetera (como se ha dicho), está


determinado por la acumulación de capitales llevada a cabo a partir de
estrategias de reproducción, tales como la acumulación de capital económico
encaminado hacia la adquisición de tierra, acumulación de capital educacional
para optimizar el manejo del territorio, en este sentido, se pueden seguir
estrategias distintas, pero todas encaminadas a mejorar o conservar la posición
al interior del espacio social, de esta manera las estrategias de reproducción
del capital utilizadas están relacionadas con formas de manejo del territorial,
que dependen de la relación que se establece en cada momento entre el
patrimonio35 de los grupos y los diferentes instrumentos de reproducción, en
este sentido, dependen del rendimiento diferencial que los distintos
instrumentos de reproducción pueden ofrecer a las inversiones de cada grupo.

Los mecanismos de transmisión del patrimonio, son concluyentes para la


reproducción de las condiciones estructurales del habitus, la herencia de la
finca determina un condicionamiento del agente social hacia una vocación que
podría parecer preajustada a sus intereses, el conocimiento sobre el manejo
del territorio en la finca cafetera, la vocación hacia la caficultura, operan como
mecanismos que perpetúan el habitus.

35
Patrimonio en términos de posesión de capitales, como seria la finca en tanto capital económico que a
la vez representa el sustrato espacial posibilitador de la práctica, misma que emerge del conocimiento
como capital cultural apropiado.

114
La estructura social al interior de la caficultura genera un ámbito comunitario
que se jerarquiza a partir de la instrumentalización práctica de cada una de las
posiciones detentadas por las distintas categorías sociales, la diferenciación de
los distintos saberes y categorías sociales no desdibuja la imagen de
comunidad entre los adscritos a la práctica cafetera, la jerarquización es
fundamento base para el mantenimiento de la estructura.

Para el caso especifico de la región cafetera, la tradición es uno de los


fundamentos de la individualización, esta forma de arraigo funciona como una
manera de hacer individuales las historias colectivas lo cual genera fuertes
vínculos de identificación frente a la comunidad y frente al territorio. Al interior
de la tradición la movilidad social ha funcionado como decantadora de los
vínculos territoriales, a partir las historias particulares de ascenso en la escala
social que se han vivido en las familias cafeteras se crean vínculos mas fuertes
con el territorio y con la práctica, en este sentido la tradición también se
cimenta en el recorrido a través de la escala social que se ha vivido en varias
generaciones de cafeteros. Los espacios de vida y lo espacios vividos lugares
donde se desarrolla la práctica cafetera, son el resultado de la prácticas
sociales y culturales que tienen lugar en el espacio, para el caso cafetero se
objetivizan a partir de imágenes como el paisaje cafetero, la finca, la parcela o
el tajo, que son instancias del espacio que tienen una gran significación para
las personas que los frecuentan y los asumen. Estos espacios son construidos
a partir de las prácticas cotidianas que se desprenden de la caficultura, y se
relacionan y se asumen de acuerdo a la posición detentada al interior de la
jerarquía social, la frecuentación de los distintos espacios de vida varia de
acuerdo al rol que se tenga al interior de la práctica, y es en este sentido en
donde las jerarquizaciones sociales se constituyen como jerarquizaciones
territoriales.

La caficultura se puede entender como estructura estructurada y estructura


estructurante en la medida en que se vale de la tradición para mantenerse, y al
mismo tiempo, mediante ese saber-hacer se reactualiza y se convierte más que
en una práctica económica, en un campo a través del cuál toda una región ha

115
sido definida, hasta el punto de sostenerse el mayor vínculo identitario a través
suyo. La apropiación del espacio para el caso de los cafeteros se da a partir de
las representaciones construidas alrededor de la caficultura (saberes y
jerarquizaciones); ésta a manera de sistema cultural fija los límites del espacio
a partir de las categorías utilizadas para representar la práctica. De esta
manera al interior de la caficultura se construyen diferentes niveles de
organización del espacio que se concretan en relaciones particulares con el
territorio, en este sentido, la escalaridad territorial esta delimitada por la
escalaridad social, por la capacidad de ejercer un poder que se evidencia en
reconfiguraciones territoriales, estas al asociarse a la caficultura significan el
espacio a partir de las lógicas intrínsecas de esta práctica, el estilo de vida
asociado al café deviene en una territorialidad asociada al café.

116
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