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Naturaleza
El matrimonio para los bautizados es un sacramento que va unido al amor de Cristo su Iglesia,
lo que lo rige es el modelo del amor que Jesucristo le tiene a su Iglesia (Cfr. Ef. 5, 25-32).
Sólo hay verdadero matrimonio entre bautizados cuando se contrae el sacramento.
En lo que se refiere a su esencia, los teólogos hacen distinción entre el casarse y el estar
casado. El casarse es el contrato matrimonial y el estar casado es el vínculo matrimonial
indisoluble.
El matrimonio posee todos los elementos de un contrato. Los contrayentes son el hombre y la
mujer. El objeto es la donación recíproca de los cuerpos para llevar una vida marital. El
consentimiento es lo que ambos contrayentes expresan. Unos fines que son la ayuda mutua,
la procreación y educación de los hijos.
Institución
Hemos dicho que Dios instituyó el matrimonio desde un principio. Cristo lo elevó a la dignidad
de sacramento a esta institución natural deseada por el Creador. No se conoce el momento
preciso en que lo eleva a la dignidad de sacramento, pero se refería a él en su predicación.
Jesucristo explica a sus discípulos el origen divino del matrimonio. “No habéis leído, como Él
que creó al hombre al principio, lo hizo varón y mujer? Y dijo: por ello dejará a su padre y a
su madre, y los dos se harán una sola carne”. (Mt. 19, 4-5). Cristo en el inicio de su vida
pública realiza su primer milagro – a petición de su Madre – en las Bodas de Caná. (Cfr. Jn. 2,
1-11). Esta presencia de Él en un matrimonio es muy significativa para la Iglesia, pues
significa el signo de que - desde ese momento - la presencia de Cristo será eficaz en el
matrimonio. Durante su predicación enseñó el sentido original de esta institución. “Lo que
Dios unió, que no lo separe el hombre”. (Mt. 19, 6). Para un cristiano la unión entre el
matrimonio – como institución natural – y el sacramento es total. Por lo tanto, las leyes que
rigen al matrimonio no pueden ser cambiadas arbitrariamente por los hombres.
Capítulo 2: Fines del matrimonio
El amor que lleva a un hombre y a una mujer a casarse es un reflejo del amor de Dios y debe
de ser fecundo (Cfr. Gaudium et Spes, n. 50)
Cuando hablamos del matrimonio como institución natural, nos damos cuenta que el hombre
o la mujer son seres sexuados, lo que implica una atracción a unirse en cuerpo y alma. A esta
unión la llamamos “acto conyugal”. Este acto es el que hace posible la continuación de la
especie humana. Entonces, podemos deducir que el hombre y la mujer están llamados a dar
vida a nuevos seres humanos, que deben desarrollarse en el seno de una familia que tiene su
origen en el matrimonio. Esto es algo que la pareja debe aceptar desde el momento que
decidieron casarse. Cuando uno escoge un trabajo – sin ser obligado a ello - tiene el
compromiso de cumplir con él. Lo mismo pasa en el matrimonio, cuando la pareja –
libremente – elige casarse, se compromete a cumplir con todas las obligaciones que este
conlleva. No solamente se cumple teniendo hijos, sino que hay que educarlos con
responsabilidad.
El matrimonio está al servicio de la vida. Los esposos han de estar listos y preparados para
tener hijos, para amarlos y educarlos.
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Capítulo 3: Matrimonio: signo, ministro, sujeto, rito
La Materia próxima: es la donación recíproca de los esposos, se donan toda la persona, todo
su ser.
El sujeto puede ser todos los bautizados, ya sean católicos o de otra confesión cristiana:
Ejemplo: un luterano, un ortodoxo, un anglicano, pero no con un Testigo de Jehová o
Mormón. En el caso de que sea un matrimonio de un católico con un bautizado en otra
religión cristiana, se deberá de pedir una dispensa eclesiástica. (Cfr. CIC no. 1124-1129). En
el caso de disparidad de culto, es decir, desear casarse con una persona no bautizada, se
puede pedir una dispensa, siempre y cuando se cumplan las condiciones mencionadas en el
Código de Derecho Canónico nos. 1125 y 1126. (CIC no. 1086 & 1- 2).
El Rito y la Celebración
El matrimonio entre dos fieles católicos se celebra – normalmente – dentro de la Santa Misa.
En la Eucaristía se realiza el memorial de la Nueva Alianza, en la que Cristo se unió a su
esposa, la Iglesia, por la cual se entregó. Por ello, la Iglesia considera conveniente que los
cónyuges sellen su consentimiento - de darse el uno al otro - con la ofrenda de sus propias
vidas. De esta manera unen su ofrenda a la de Cristo por su Iglesia. La liturgia ora y bendice a
la nueva pareja, en el culmen (epíclesis) de este sacramento los esposos reciben el Espíritu
Santo. (Cfr. Catec. n. 1621 –1624).
Para ello la Iglesia pide una serie de requisitos previos que hay que cumplir. Como son
constatar que no exista un vínculo anterior (Cfr. CIC. c. 1066), la instrucción sobre lo que
conlleva el sacramento y las amonestaciones o proclamas matrimoniales con el fin de
corroborar que no existe ningún impedimento. Debe de celebrarse ante un sacerdote, un
diácono, o en un caso especialísimo de un laico autorizado y dos testigos. (Cfr. CIC. n. 1111 –
1112).
Capítulo 4: Propiedades del matrimonio
Un matrimonio se puede desbaratar si no se une sólidamente para hacer frente a todas las
dificultades y vencer los muchos obstáculos que surgen durante la vida. No es nada más la
unión en una sola carne, sino un solo corazón y una sola alma. Caminar juntos el mismo
camino. Hay dificultades en todo matrimonio. No es posible que dos personas piensen igual,
pero deben luchar juntos por vencer esas dificultades. Recordemos que ambos tienen la
misma dignidad.
La indisolubilidad: significa que el vínculo matrimonial dura para toda la vida y nadie lo puede
deshacer. El matrimonio rato y consumado no puede ser disuelto por ningún poder humano, ni
por causa alguna, sólo la muerte deshace el vínculo. “Lo que Dios ha unido que no lo separe
el hombre”. (Mt. 19, 6). Otro tipo de unión no se considera como matrimonio.
Estas propiedades son necesarias porque - por medio de ellas – se logra conservar y fomentar
la fidelidad conyugal, se facilita la ayuda mutua y el perfeccionamiento de ambos cónyuges.
Todo esto es muy importante para la educación de los hijos que requiere una estabilidad
familiar. Además propician la paz y la armonía en la familia y llena de bendiciones a toda la
familia.
Existen casos en que el vínculo matrimonial puede ser disuelto, como son:
El matrimonio rato (sacramentado) pero no consumado, es decir sin haberse llevado a cabo el
acto conyugal. En este caso puede ser disuelto por causas justas. (Cfr. CIC. no. 1142)
Cuando dos personas no bautizadas están casadas y una se bautiza y la otra se opone a vivir
según los designios de Dios. A esto se le llama “privilegio paulino” (Cfr. 1Cor. 7, 12-15; CIC.
no. 1143).
Siendo el matrimonio la unión del hombre y la mujer para ayudarse mutuamente y transmitir
la vida humana, Dios bendice esta unión en el sacramento. El hombre y la mujer fueron
creados el uno para el otro.
El matrimonio cristiano ha de ser fiel, unido, total, indisoluble y fecundo.
La fidelidad
Es esencial en el matrimonio. La entrega total no permite el compartir al cónyuge. Ambos
deben luchar diariamente por buscar vivir unidos en su corazón, en su mente y en su cuerpo.
La totalidad.
Los esposos han de entregarse totalmente el uno al otro: cuerpo, sentimientos, inteligencia y
voluntad. Una entrega de todo lo que son. No podemos amar nada más a una parte del otro.
Lo debemos amar todo: con sus defectos y cualidades, en todas las circunstancias, en lo
próspero y en lo adverso, en la salud y la enfermedad. Si un esposo o una esposa ama al otro,
le podrá decir: tú eres el único que existes para mí, eres mi único amor.
El matrimonio es para siempre. No puede haber una entrega total si es nada más por un
tiempo. El matrimonio es la base de la familia y la seguridad de los hijos, por eso, a quien
más afecta la ruptura es a ellos.
Separación
Divorcio
En el caso del divorcio es la autoridad civil quien determina la disolución del vínculo
matrimonial, por lo cual los esposos pueden contraer nuevas nupcias civilmente. Aún
habiendo disuelto el vínculo matrimonial la autoridad civil – en este caso - los católicos siguen
casados ante Dios y la Iglesia, no pueden volverse a casar. La autoridad civil no tiene poder
para disolver el vínculo matrimonial. El divorcio atenta contra la indisolubilidad. Hay
ocasiones en que los cónyuges se ven obligados al divorcio civil, como medio de protección de
los cónyuges y de los hijos, tales como; el cuidado de los hijos, el sostén económico, la
separación de los bienes. En estos casos en que el divorcio ayuda legalmente, la Iglesia no se
opone. Pero, los cónyuges siguen casados delante de Dios y de la Iglesia, hasta la muerte de
uno de los dos. Como consecuencia, a pesar de estar divorciados, no pueden volver a contraer
un nuevo matrimonio, pues subsiste el vínculo.
El divorcio sólo puede ser civil.
Jesucristo es muy claro y muy tajante respecto al divorcio, pues lo que Dios ha unido no lo
podrá separar el hombre.
También, es muy claro cuando nos dice que el que se divorcia de su esposa y se casa con otra,
comete adulterio. Y el que se casa con una divorciada, también comete adulterio.
Casarse con una persona divorciada es un pecado, es un adulterio, puesto que esa persona
tiene un legítimo esposo.
Por esto, se debe tomar en cuenta que no es lo mismo el cónyuge que se esfuerza por vivir
fiel al matrimonio, pero es injustamente abandonado por su pareja, que el cónyuge que por
una falta grave de su parte, destruye el matrimonio.
El Matrimonio Civil
El matrimonio civil es el que se contrae ante la autoridad civil. Este matrimonio no es válido
para los católicos, el único matrimonio válido entre bautizados es el sacramental. En
ocasiones es necesario contraerlo –depende de las leyes del país – porque es útil en cuanto sus
efectos legales. Los católicos casados – únicamente – por lo civil, deben casarse por la Iglesia.
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Capítulo 6: Otras ofensas al matrimonio
El Adulterio
En la Biblia encontramos:
“¿Cómo podré perdonarte? Tus hijos se han apartado de mí y juran por aquello que no es
Dios. Yo los harté, y se dieron a adulterar y se fueron en tropel a la casa de la prostituta.
Sementales bien gordos y lascivos, relinchan ante la mujer de su prójimo. ¿No habré de
pedirles cuenta de todo esto?, oráculo de Yahvé, de un pueblo como éste, ¿no habré yo de
tomar venganza?” (Jer 5, 7-9).
“No cometas adulterio” (Ex 20, 14; Dt 5,17).
“No codicies la casa de tu prójimo. No codicies su mujer, ni sus servidores, su buey o su
burro. No codicies nada de lo que le pertenece” (Ex 20, 17).
La Iglesia:
Podemos ver que Jesucristo está en contra del adulterio. Y no solamente del adulterio físico,
sino también cuando se desea en el corazón a otra persona. Si el esposo desea a otra mujer
que no sea la suya, ya cometió adulterio en su corazón.
2. Lastima también la unidad de los esposos, puesto que al cometerse, destruye la unión
entre ellos, pues uno de ellos tiene su corazón y su cuerpo fuera de casa.
3. Ofende a la totalidad en la entrega de uno al otro. Uno de los esposos, el adúltero, estará
mintiendo al otro.
La poligamia
2. Ofende a la unión. El hombre al vivir con dos no estará unido con ninguna.
4. Es un pecado grave contra la fidelidad, pues el polígamo tiene relaciones sexuales con otra
mujer que no es su esposa. Es adúltero.
El incesto
El incesto es la relación carnal entre parientes que no deben tenerlas por ser familiares.
Generalmente, es un adulterio con familiares, sea con los papás, con los hijos, con los
abuelos, tíos o primos.
Efectos
Se recibe la gracia sacramental propia que permite a los esposos perfeccionar su amor y
fortalecer su unidad indisoluble. Está gracia – fuente de Cristo – ayuda a vivir los fines del
matrimonio, da la capacidad para que exista un amor sobrenatural y fecundo. Después de
varios años de casados, la vida en común puede que se haga más difícil, hay que recurrir a
esta gracia para recobrar fuerzas y salir adelante (Cfr. Catec. no. 1641)
Consentimiento
Como el signo eficaz de este sacramento – materia y forma – es una aceptación y una
donación, implica un consentimiento. Este debe de ser un acto de la voluntad donde los
cónyuges se aceptan y se entregan mutuamente a la alianza matrimonial. Ha de ser un acto
totalmente libre, verdadero, deliberado, manifestado externamente y sin condición alguna.
Debe ser mutuo y ambos deben darlo al mismo tiempo. Esta alianza es un acuerdo entre dos
personas libres y conscientes, para toda la vida, corriendo la misma suerte los dos y con una
vida común donde predomine el amor. Los cónyuges deben de estar conscientes que el
matrimonio es un consorcio para toda la vida entre un hombre y una mujer y ordenado a una
procreación. Esta ignorancia no se presupone después de la pubertad. (CIC c. 1096). Si el
consentimiento falta, no hay matrimonio.
El consentimiento no puede ser condicionado, pues iría contra la esencia misma del
matrimonio.
Validez
Con frecuencia escuchamos que la Iglesia permite el divorcio en ciertos casos. Esto no es
cierto, no hay que confundir el matrimonio nulo con un divorcio civil.
La nulidad significa que no hubo sacramento, aunque externamente todo pareciera indicar
que sí lo hubo, no se creó un vínculo.
Las causas para que la Iglesia declare nulo una unión deben de exisitir antes o en el
momento de contraer las nupcias.
Capacidad e Incapacidad
Obligaciones
• El amor es la razón principal por la que un hombre y una mujer deciden casarse y de
él nace una fuerza que los mantiene unidos. La celebración del vínculo matrimonial
fue un acto de amor y la promesa de amarse incondicionalmente para toda la vida.
Tiene que convertirse en una forma verdadera de caridad cristiana, teniendo como
fin la perfección y salvación del propio cónyuge. No se debe dejar llevar por los
problemas que surgen por los diferentes temperamentos, ni por la situación
económica, ni por los sentimientos, ni por egoísmos. Se debe fomentar el amor
entre ambos, sobre todo en momentos difíciles. Practicar las virtudes sobrenaturales
y humanas. Crear un ambiente familiar de amor a Dios y al prójimo.
• Cada uno de los esposos tiene la obligación de conceder el débito conyugal al otro,
siempre y cuando lo pida de manera seria y razonable. Este acceder a las relaciones
conyugales es necesario porque puede dañar la relación y provocar el adulterio.
Pero, no hay obligación si hay algún impedimento por salud, por estado de ebriedad,
etc. “El marido otorgue lo que es debido a la mujer e igualmente la mujer al
marido”. (1Cor. 7, 3)
• Los cónyuges están obligados a ser fieles el uno al otro, tal como lo prometieron el
día de su matrimonio.
• Dijimos que otro fin del matrimonio es la procreación de los hijos, pero no basta con
darles vida, hay que educarlos. La educación de los hijos es un deber y un derecho
de los padres.
Frutos
El matrimonio es camino de salvación para los cónyuges porque es vocación divina. Por
medio de él, se hace mucho más fácil el camino de santificación y de apostolado. Cuando se
pone a Dios como centro de la familia, pues es Él quien nos da las bases sólidas para
cimentar la relación, para poder crecer como personas, y lograr una verdadera relación de
amor. En el momento que surjan las dificultades obtendremos las gracias necesarias para
superarlas.
Capítulo 11: Otros aspectos morales
La inseminación artificial y la fertilización “in vitro” son ilícitas. Se realizan sin que exista
una unión sexual entre los cónyuges. Estas técnicas lesionan el derecho del niño de nacer de
un padre y una madre conocidas para él y fruto de una unión conyugal. Cuando se utiliza el
óvulo o el espermatozoide de una persona ajena al matrimonio se le llama heteróloga.
Cuando es practicada utilizando el óvulo y el espermatozoide de la pareja se le llama
homóloga. Ambas son reprobables porque la existencia del hijo no es fruto de una donación,
sino que se confía en manos de extraños – médicos y biólogos – la vida y la identidad del
embrión. Atenta contra la dignidad del ser naciente. (Cfr. Instrucción Donum vitae no. 2, 1-
4; Catec. no. 2376-2377). Hay que recordar que la fecundidad es un “don de Dios” y no es un
derecho.
La unión libre
La unión libre es cuando una pareja vive como si estuviera casada, pero en realidad no lo
están. No están casados ni por la Iglesia, ni por lo civil.
Hay unión libre cuando el hombre y la mujer no quieren casarse ni por la Iglesia, ni por lo
civil, pero viven en la misma casa y tienen relaciones sexuales.
Hoy día hay muchas personas que dicen que es bueno este matrimonio a prueba. Sus
palabras más frecuentes son: “Vamos a vivir en pareja y veamos si funciona. Si no, cada
quien por su lado”.
Pero, ¿habrá realmente una unión cuando la pareja no se compromete, por miedo o
comodidad? Los que viven así no se tienen la confianza entre los dos de vivir bien un
matrimonio comprometido; el hombre y la mujer no confían tampoco en sí mismos, pues
creen que posiblemente no funcionará su matrimonio; no confían en el futuro. ¿Puede
alguien realmente vivir tranquilo consigo mismo y con la pareja sin esta seguridad?
La mayoría de estas uniones limita también una de las finalidades del matrimonio, que es la
procreación. Como es un matrimonio a prueba, no se quieren comprometer con hijos.
-El matrimonio no importa como un sacramento donde Dios esté presente, únicamente
importa el vivir unidos sin más ni más.
-Se está confiando más en uno mismo y la pareja, que en Dios, pues se excluye a Dios de la
vida conyugal.
Por lo tanto, la ayuda de Dios por medio de la gracia no existe en este tipo de uniones.
Recordemos que Jesucristo se compromete a otorgar su gracia, su ayuda, a los esposos que
se casan por la Iglesia, para mantener unido su matrimonio. La gracia también ayuda en la
educación de los hijos y a alcanzar la salvación eterna. El matrimonio tiene sus dificultades
y, sin esta gracia de Dios, es muy difícil que salga adelante.
-Se vive en pecado, pues las relaciones sexuales únicamente se pueden tener cuando se está
casado por la Iglesia. Vivir así es una grave ofensa a Dios.
-Se vive en un escándalo, pues se acepta vivir en pecado.
-Destruye directamente lo que debe ser una verdadera familia, pues la pareja no quiere
establecerla legalmente.
-La fidelidad peligra, porque al no estar casados, una dificultad puede hacer que la pareja
se separe, dañando mucho a los hijos.
-Los hijos sufren mucho, pues saben que sus papás no están casados.
-Esta vida así hace que la pareja se vuelva cada día más egoísta, pues no quieren
comprometerse valiente y generosamente.
En la mayoría de los casos, los que optan por la unión libre, no han sido educados para vivir
responsablemente su sexualidad. Únicamente buscan el placer, sin comprometerse.
Los que buscan la unión libre no saben amar de verdad. No quieren ser generosos, pues lo
más cómodo es gozar sin compromiso. Cada uno busca su propio provecho, sin pensar en el
bien de sus hijos y del otro.
En otros casos, nos encontramos con personas que no tienen la capacidad para contraer
compromisos. Viven como si fueran niños. Les da miedo casarse, porque es una gran
responsabilidad.
•Hoy podemos ver que el mundo nos ofrece el gozar sin comprometernos. Muchas parejas
son engañadas por esto. Piensan que lo más importante es gozar la vida sin responsabilidad.
<B<INTRODUCCI&OACUTE;N: b <>
El objetivo del presente trabajo es el de establecer las relaciones existentes entre dos
regímenes legales matrimoniales que por excelencia han sido considerados como polos
opuestos aún cuando ambos tienen la consigna de dar paso a la formación de una familia: no
importa si hablamos de la legislación civil o religiosa, el matrimonio, como Portalis y otros lo
conciben, coinciden en señalar algunos ítems característicos del matrimonio, los cuales
serán desglosados y analizados con detalle mas adelante.
Aún cuando cada cultura tiene su peculiar manera de entender el matrimonio, es preciso
señalar que éste ha tenido un desarrollo histórico – geográfico muy importante: desde la
antigua Roma hasta nuestro México actual, de oriente a occidente, el matrimonio fue y es
uno de los temas mas estudiados y menos comprendidos del saber humano por la
complejidad que representa el comparar tantas manifestaciones como culturas existen en el
mundo, motivo por el cual se analizarán algunas de las principales culturas alrededor del
mundo, que si bien no dieron origen de manera directa al derecho canónico o al derecho
civil, si influenciaron de manera positiva (¿qué hacer?) o de manera negativa (¿qué no
hacer?) con respecto a este tema. El pueblo babilónico influenció al hitita y al asirio,
coexistiendo estos con la cultura hebraica que a su vez fue contemporánea del derecho
romano, influenciando estos al germano y al español, que de manera inmediata llegó a la
Nueva España y a nuestro derecho civil mexicano, y son coexistentes con el derecho
canónico que surge en Europa. Al ser tan extenso el tema, el presente estudio se concretará
a establecer las semejanzas y diferencias entre el matrimonio como institución y el
matrimonio como sacramento, así como las consecuencias que se derivan de su naturaleza.
De igual manera se analizarán los aspectos históricos que influenciaron al matrimonio
(canónico y civil) como lo vemos en nuestros días.
Para el pueblo judío el matrimonio tiene por características el poderío del hombre sobre la
mujer que toma el papel de sumisión frente a sus padres y posteriormente ante su esposo
cuando contrae nupcias, siendo ésta complemento creador de vida, y la fecundidad como
una bendición de Yahvé , atribuyéndole a la buena mujer judía cualidades de debilidad,
sumisión y prudencia entre otras.
“Matrimonium est manis et femine conjunctio et consortium omnis vitae divini et humani
juris comunicatio”. De esta manera era definido por los romanos de la época justinianea.
Para este pueblo, el matrimonio era siempre monogámico, llegando a respetarse esto en el
contubernio; de la misma manera eran regulados los esponsales, que eran la petición y
promesa de futuras nupcias ya entre los futuros esposos o entre sus respectivos
paterfamilias. Aún cuando no había una formalidad para celebrar el matrimonio, pues era
considerada una situación de hecho, se le denominaba justas nupcias y los requisitos eran:
Pubertad, que en el derecho clásico no se exige una edad determinada, pero en el
justinianeo es de siete años cumplidos.
Consentimiento del paterfamilias o de los contrayentes en caso de que fueran alieni
iuris
Que tuvieran el ius conubium, o derecho para contraer válidamente matrimonio
Que no existiera parentesco en línea recta, colateral, por tutela, curatela o entre
raptada y raptor.
Así como existía el iustae nupciae, la IV tabla establecía que la mujer que vivía con su
marido por espacio de un año sin separarse de su lado por más de tres meses, caerá en su
dominio por usucapión .
Existen numerosas conceptualizaciones del matrimonio según autores haya, sin embargo,
todas toman como elementos derivados de su naturaleza sacramental, y como atinadamente
Goffi menciona creer que el matrimonio es un sacramento, es creer que transforma una
situación natural en situación de gracia , proporcionándose con ello los medios para vivirlo a
diario de manera idónea , otorgando para ello dos tipos de gracias: (a) Gracia santificante,
por tratarse de un sacramento de vivos, y (b) Gracia sacramental, que facilita a los esposos
el cumplimiento de los deberes propios de su estado. Todo lo anterior, es resumido por
Monseñor Escrivá de Balaguer cuando cita “los matrimonios tienen gracia de estado –la
gracia del sacramento- para vivir todas las virtudes humanas y cristianas de la convivencia:
la comprensión, el buen humor, la paciencia, el perdón, la delicadeza en el trato mutuo. Lo
importante es que no se abandonen, que no dejen que les domine el nerviosismo, el orgullo
o las manías personales. Para eso, el marido y la mujer deben crecer en vida interior y
aprender de la Sagrada Familia a vivir con finura –por un motivo humano y sobrenatural a la
vez- las virtudes de un hogar cristiano”.
Los requisitos que deben cumplirse para contraer válidamente matrimonio son, en
consecuencia , que por lo menos uno de los cónyuges sea bautizado, encontrarse en estado
de gracia, llevar a cabo el procedimiento de preparación para el matrimonio (exámen de los
esposos y proclamas o amonestaciones) y obviamente manifestar libremente su
consentimiento. Con respecto a los impedimentos dirimentes suelen clasificarse en :
a) Edad. “inhabilidad del varón y de la mujer para contraer matrimonio antes de haber
cumplido los dieciséis y los catorce años, respectivamente” (c. 1083.1). Con anterioridad,
este impedimento estaba condicionado a la realización de la cópula; en la actualidad la
transgresión a este cánon anularía de manera invariable el matrimonio. Este impedimento es
de derecho eclesiástico y natural.
b) Impotencia. “Incapacidad para realizar el coito” (c. 1084.1). Este impedimento, a traves
de la historia ha sido sujeto de múltiples variaciones por parte de los canonistas, sin
embargo en 1983 se dio la clasificación y enumeración de las clases de impotencia y
anomalias que hacen impotente al hombre y a la mujer, clasificándolas en antecedente y
consiguiente (según su aparición respecto del matrimonio), temporal y perpetua
(dependiendo si puede o no ser erradicada por medios lícitos), absoluta y relativa
(dependiendo si la cópula no puede realizarse con el cónyuge solamente, o con ninguna otra
persona), orgánica o funcional (si depende de cuestión anatómica o de perturbación en la
función de ellos, dividiéndose esta última en física y psíquica). Ahora bien, para que la
impotencia constituya un impedimento, debe reunir tres características: Que sea
antecedente, perpétua y cierta.
c) Ligamen. “Inhabilidad para contraer nuevo matrimonio mientras permanece el vínculo de
un matrimoni anterior, aunque no haya sido consumado” (c. 1085). No puede cesar por
dispensa, sino únicamente por muerte.
d) Disparidad de culto. El matrimonio mixto, es decir, en el que uno de los cónyuges no es
católico, se regula por los cánon 1124 y 1129; es un impedimento dispensable por el obispo
del lugar (c. 1125) cuando concurran dos requiatos: 1) que el cónyuge católico se declare
dispuesto a evitar cualquier peligro para la fe, y prometa bautizar y educar a los hijos en la
fe católica y 2) que el no bautizado esté enterado de las promesas del otro cónyuge, así
como cumplir con una instrucción sobre los fines y propiedades del matrimonio.
e) Orden sacerdotal. “Es la inhabilidad por la que no pueden contraer matrimonio quienes
han recibido la ordenación sacerdotal” (c. 1087). Tiene su fundamento en el celibato
eclesiástico, sin embargo puede ser dispensable por el Romano Pontífice (c. 291)
f) Voto o profesión religiosa. “Impedimento que afecta a quienes han contraído un voto
público de castidad en un instituto religioso” (c. 1088). Al igual que el anterior, su dispensa
está reservada al Pontífice.
g) Rapto. “traslado o la retención violenta de una mujer, con la intención de contraer
matrimonio con ella” (c. 1089). Tiene su origen en el concilio de Trento, y para que cese el
impedimento deben concurrir tres elementos: 1) separación de la mujer de su raptor; 2)
colocación de la mujer en un lugar seguro y libre; 3) los calificactivos seguro y libre, hacen
relación al lugar y no al estado de ánimo de la mujer raptada.
h) Crimen. (c. 1090) Impedimento que consiste en cometer homicidio (por sí o por
interpósita persona) en contra del propio cónyuge o en contra de aquel con el que se desea
contraer matrimonio.
i) Parentesco. Por consanguinidad (c. 1091): línea recta y colateral hasta en cuarto grado.
Por afinidad (c. 1092), es decir entre los consanguineos de uno y los consanguineos del otro.
Pública honestidad (c. 1093) cuando se pretende contraer matrimonio entre afines, pero por
cuestión de concubinato. Legal (c. 1094), cuando supone relación entre adopatante y
adoptado, así como entre los hermanos de éste.
Desde las conceptualizaciones más burdas hasta las más complejas, el matrimonio civil es la
forma legal (para el Estado) de formar una familia, que debe cumplir con ciertos requisitos
que el legislador ha denominado elementos de existencia y de validez; los primeros de ellos
(de existencia), tienen por finalidad el surgimiento a la vida jurídica, mientras que los
segundos plenifican los efectos, imposibilitando la nulidad.
Elementos de existencia: para poder decir que un matrimonio civil es tal, debe contra con
tres elementos: voluntad, objeto lícito y solemnidad. La voluntad o consentimiento debe ser
manifestada expresamente con un “si” pues de no ser así, la voluntad estaría afectada de
manera tal que la violencia inducida a coaccionar la libertad de decisión afectaría la
existencia del matrimonio. Para poder manifestar libremente la voluntad de contraer
matrimonio, debe, la persona ser consiente del objeto del mismo; desde los comienzos de la
regulación civilista del matrimonio, existen dos principales consecuencias del acto
matrimonial: fundar una familia o comunidad permanente de vida , así como la ayuda que
mutuamente deben de prestarse. Al ser una institución regulada por el estado, deben
cumplirse con las solemnidades que el derecho exige :
El código civil menciona que los impedimentos para contraer matrimonio válido son: La falta
de edad, de consentimiento de quien deba ejercerlo, parentesco, el adulterio entre los que
pretendan contraer matrimonio, atentado contra la vida de anteriores cónyuges, fuerza o
miedo grave, embriaguez habitual, impotencia incurable, idiotismo o imbecilidad,
matrimonio subsistente al momento de contraer nuevas nupcias.
Ambos tienen las mismas finalidades aún cuando su justificación es, en algunos casos,
distinta. Consideran la ayuda mutua, la procreación, la cohabitación y la comunidad
permanente de vida. Mientras la legislación civil permite el control natal y la decisión del
número y espaciamiento de los hijos, el código canónico lo reprueba, pues considera,
basándose en el génesis, que Dios dará los hijos en la medida que Él lo quiera.
Teorías existentes
Al tratarse del matrimonio desde dos puntos de vista entre sí distintos, se estudiarán dos
teorías: la iusnaturalista y la positivista.
Para concluir, el matrimonio canónico es de corte iusnaturalista porque fue una institución
creada por Dios y necesaria para todos los hombres.
Respecto al matrimonio civil, es regulado por corrientes positivistas, debido a que las leyes
civiles son sancionadas por el Estado y por lo tanto tienen coercibilidad, debiendo cumplirse
tal y como la ley lo sanciona, principio que consagra el positivismo.