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LA IGLESIA: SU NATURALEZA
El término iglesia procede del latín “eclesial”, y del griego “ekklesía”. Cuando
se escribió el N. T., este término servía en ,lo profano para designar una
asamblea democráticamente convocada. El vocablo “ekklesia” consta de
dos partes que son:
EK ⇒ Aglutinación.
KLESIA ⇒ Llamado de.
Cuando hablamos de la
naturaleza de la iglesia,
tenemos que analizarla como:
LA COMUNIDAD
LA DENOMINACIÓN
Se ha dicho que cada ministro tiene que contestar para sí mismo tres
preguntas importantes si quiere tener eficacia en su ministerio.
1 ¿Quién soy? La contestación a esta pregunta afirmará su propia identidad
como hijo de Dios, y le dará una autoimagen sana con la que puede trabajar con
eficacia en el ministerio.
2. ¿Cuál es mi evangelio? Esta pregunta permite aclarar las doctrinas del
ministro. Tendrá que decidir qué cree en cuanto a las doctrinas fundamentales de
la fe.
3 ¿Quién es mi pueblo? Esta pregunta le ayudará a saber con quien se identifica
para colaborar con otros en el esparcimiento del evangelio. Para tomar la
decisión, tendrá que decidir sobre su denominación. Y tendrá que decidir si será
un colaborador con la denominación, o si va a oponerse Al programa que
promueven los líderes denominacionales.
Se puede decir entonces, que el amor del cual Jesús habló es un amor de
alta calidad. Es el amor cristiano “agape”, que es un amor compartido y
excelente.
Es muy importante que la iglesia recuerde las palabras del salmista cuando
dice: “si Jehová no edificare la casa, en vano trabajan los que la edifican”
(Salmo 127:1). La edificación de la iglesia en amor debe ser el propósito central
del pastor. Una iglesia comprometida con el gran mandamiento (Mateo 22:37-37)
y a la gran comisión (Mateo 28:18-20), será una gran iglesia.
1. El ministerio de adoración.
La iglesia es primeramente una comunidad que adora. Por ser una
sociedad redimida responde a la dádiva de Dios en adoración, alabanza, acción
de gracias, confesión y consagración de vida (Hechos 2:41-47; Romanos 12:1;
Filipenses 1:11; 2:17; Hechos 24:17; 1Pedro 2:5).
2. El ministerio de la proclamación.
1Corintios 1:21 dice: “...agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura
de la predicación” La palabra proclamación viene de la palabra griega
“Kerigma” que se refiere al “mensaje proclamado”. Hay que destacar, que
desde el comienzo de la iglesia la proclamación ha sido una función primaria de
ella. Siempre ha sido una “compulsión” de la iglesia. Hechos 4:20 dice: “no
podemos dejar de decir lo que hemos visto y oído”.
Los evangelios y epístolas hablan de “proclamar el evangelio”,
“proclamar el reino de Dios” y “proclamar a Cristo”. La proclamación es la
sangre vital de la iglesia. La evangelización no es una campaña de vez en
cuando. No es simplemente buenos consejos, ni decir a alguien lo que debe
hacer; es expresar la buenas nuevas de tal manera que la gente acepte a Cristo
por si mismo.
Se puede decir que la iglesia, es una comunidad de pecadores perdonados
y que tienen la responsabilidad de influir a otros a aceptar el mismo perdón que
está provisto en el evangelio de Dios.
El compañerismo entre los cristianos, tiene mucho que ver con la comunión
que estos tengan con el Espíritu Santo. La iglesia está llamada a vivir en
comunión, pues eso le ayudará a testificar eficazmente el mensaje de salvación.
5. El ministerio de servicio.
El ministerio de la iglesia es servir (Santiago 2:14-17). Servir es ayudar,
rendir asistencia, hacer algo bueno; todo esto sin esperar nada a cambio. Es el
resultado de la humildad y el interés por la gente. Servir, también significa
ministrar y éste es el propósito de nuestro llamamiento como individuo y como
iglesia del Señor Jesucristo (Mateo 20:28; 25:31-46; Juan 20:21).
Proclamación Liderazgo
Enseñanza Oración
Servicio Comunión
Compañerismo Administración
Adoración
Todos los discípulos, según los dones recibidos del Espíritu Santo,
participaron en la tarea de dar a conocer a Cristo. Por eso el testimonio cristiano
es un testimonio en el que todos participan según los dones que tienen y el lugar
donde Dios los ha colocado.
Tomando en cuenta que todos los discípulos del Señor como “Ministros”
deben participar ejerciendo sus funciones y que los términos que se refieren a los
funcionarios de la iglesia muestran lo que debe ser su función, examinemos las
palabras que expresan las funciones de los “ministros” en la iglesia.
Creo que hay tres porciones bíblicas que nos recuerdan como debemos ser
los que anhelamos servir al Señor en el Ministerio. Estas citas son las siguientes:
1Timoteo 3:1-7; Tito 1:5-9 y 1Pedro 5:1-4. Revisemos estos pasajes de la Biblia
constantemente, hagamos de ellos una vivencia y seremos “Ministros” que
dignifican el “Ministerio”.
Toda persona es llamada por Dios; pero todos no han sido llamados para
ser ministros de Dios. El llamamiento general de Dios viene a todo el mundo para
que entreguen sus vidas a Cristo, le acepten como su salvador y vivan por él. El
llamamiento de Dios viene a todo cristiano para que presente su cuerpo en
sacrificio vivo y se consagre a Dios. Sin embargo, hay que destacar que no todos
reciben un llamamiento “especial” para ministrar a la gente en sus necesidades
espirituales.
Ahora bien, ¿Cuáles son las motivaciones de las personas que reciben un
llamamiento de Dios al ministerio? Se puede decir, que el campo de la
motivaciones suele ser muy complejo. Son muy raros los casos en los que se
actúa por un solo motivo, simple y puro. Junto a las aspiraciones más sublimes
puede haber otras de menos altura, aunque a veces no seamos conscientes de
ellas. Pueden existir incluso anhelos ocultos en el subconsciente que son
incompatibles con la naturaleza del ministro. Algunos pueden estar
involucrados en el ministerio pastoral movidos por motivaciones indignas y
motivaciones dignas.
MOTIVACIONES INDIGNAS
1. Una posición de prestigio.
2. Una posición de dominio.
3. Una oportunidad para la exaltación.
4. Movidos por la vanidad y el afán de vanagloria.
5. Una mera preferencia por el trabajo del ministerio.
6. Una manera para ganar la vida sin trabajar.
7. Lograr distinción social.
8. Escapar de las influencias y contaminaciones del mundo.
9. Ser un reformador social y moral.
10. Un deseo de complacer a la familia.
11. Porque no terminó en la universidad y necesita una profesión.
Al tocar este tema, se debe reconocer que hay algunos que más que por
una verdadera vocación, poco o nada han entendido de la abnegación, de las
renuncias, de las experiencias a menudo humillantes que el ministerio lleva
consigo. Hay quienes buscan un trono cuando sólo puede encontrarse una
cruz.
La persona que se cree llamada por Dios al ministerio debe examinar con
la mayor objetividad posible los motivos que le impelen al ministerio. Por tal
motivo debe hacerse las siguientes preguntas:
1. ¿Es realmente el amor a Dios y al prójimo lo que me impulsa?
2. Es Cristo quien me subyuga?
3. ¿Es su obra, con todos sus problemas y dificultades, lo que me atrae?
4. Seguiría firme en mi decisión de dedicar mi vida al servicio del Señor; aún si
desaparecieran del ministerio los aspectos brillantes?
5. ¿Mantendría su resolución si previera claramente que los ministros de Cristo
no son por lo general primeros, sino postreros, que a menudo no están
encumbrados en alturas de dignidad humana, sino en situaciones de debilidad,
de menosprecio, de necesidad, de fatiga, y de padecimientos? (1Cor. 4:9-13).
CUALIDADES POSITIVAS
Irreprensible. Esto no quiere decir un ministro sin pecado, porque así nadie
sería capaz de ejercer el oficio pastoral, sino lo que quiere decir es que ninguna
acusación de una grave ofensa moral pueda ser sostenida en su contra (1Tim.
3:7). Una caída grave socava la efectividad del ministerio. Además, cuando esto
ocurre el ministro está expuesto a las tentaciones; especialmente la de mentir y
obviar los principios de la doctrina y la práctica para ganar el favor y mantener su
puesto.
Por otra parte, debe ser “Sobrio”. La sobriedad describe a un hombre que
es balanceado en su juicio, sus emociones y sus impulsos: lo opuesto de fanático,
entusiasta, o un hombre que actúa antes de pensar. La palabra
“Prudente” enfatiza esta cualidad, especialmente en cuanto a que no le permite a
uno ser llevado por influencias de afuera, sino que actúa de acuerdo a lo que dice
la Palabra de Dios. Se debe decir, que hay influencias engañosas que surgen
desde adentro del ser; esto incluye la lascivia, y las pasiones. Es por eso que
Pablo específicamente advierte a Timoteo y a todo los otros pastores a que se
comporten “con toda pureza” (Tim. 5:2); “huye también de las pasiones
juveniles” (2Tim.2:22).
La relación del pastor con su Señor está cubierta por el requisito de que
sea “santo”. En toda su manera de vivir, para así poder servir fielmente a su
Señor.
CUALIDADES NEGATIVAS
LA VOLUNTAD DE DIOS
La enseñanza de la Biblia sobre la voluntad de Dios, expresa más que una
doctrina; pues se cruza con la vida diaria de los creyentes. Como cristianos
debemos aprender lo que es la voluntad de Dios; su perfecta voluntad, que es
buena y agradable (Romanos 12:2).
Por otra parte, el creyente debe orar a Dios para que él le enseñe a hacer
su voluntad (Salmo.25:4,5; 143:10). Se puede ver que en la expresión del
salmista “Me guíe a tierra de rectitud”, indica que está pidiendo a Dios la
capacidad para llevar una vida recta; es decir, de acuerdo a la voluntad de Dios.
El libro Mi Experiencia con Dios entre otras cosas dice que: “Dios siempre
está obrando a nuestro alrededor. Que él nos habla por el Espíritu Santo,
por medio de la Biblia y la oración. Y que llegamos a conocer a Dios y su
voluntad cuando le obedecemos”. En otras palabras, si quieres conocer la
voluntad de Dios: vive una vida de oración, lee la Biblia y obedece a las demandas
que el Señor exige.
Dios siempre quiere dirigir a sus siervos; sólo que sus siervos deben observar
de que manera Dios les está guiando a tal o cual dirección.
Su vida privada
1. Devocionalmente. Debe dar suficiente tiempo ala oración, de tal manera que
sepa lo que es tener diariamente íntima comunión con Dios. El ministro debe
evitar la negligencia y descuido en la oración , pues por estar ocupado en
tantas cosas, es fácil tal descuido que siempre será perjudicial. Hay tantos
asuntos del ministerio que el ministro debe llevar fielmente ante el Trono de la
gracia, y es en el sitio de oración que debe ganar sus victorias. El ministro
debe “Orad sin cesar”.
No basta la mucha experiencia, por más sólida y bien fundada que ésta sea.
Es menester renovar continuamente la comunión con Dios. La predicación y la
enseñanza necesitan siempre del Señor un toque nuevo y fresco. Este toque
no puede sustituirlo la experiencia. Confiarse en la pura experiencia o destreza
es presuntuoso y peligroso. Es exponerse a alimentar el rebaño con paja seca.
Cuando el ministro mantiene la comunión con Dios, no sólo ha de manifestarlo
en la predicación sino también en sus relaciones públicas y en todo lo que
atañe a su ministerio. La comunión con Dios le ayudará a ejercitar sabiduría
ante los problemas y a encontrales solución. Lo ayudará a mantener un
corazón lleno de compasión y ternura que manifestará en sus mensajes, en el
trato con las personas y en tantas otras ocasiones.
El ministro en su vida devocional debe estudiar la Palabra, para alimentarse
él mismo, y recibir de ella la inspiración, dirección y bendición que
personalmente necesita. La meditación de las Santas Escrituras forma parte
de su comunión con Dios. Si por la oración el ministro habla con Dios, por la
meditación de la Palabra, Dios habla al ministro respecto a si mismo y en
cuanto al mensaje que deben recibir los demás.
El ministro en su devoción a Dios debe ser solícito en la preparación de sus
mensajes y demás estudios para el uso en la congregación y en su ministerio
en general. Esto muestra la responsabilidad y el respeto que el ministro debe
sentir por la predicación y su ministerio. Si se descuida la preparación de la
predicación y la enseñanza se estará dejando con hambre al rebaño, y las
consecuencias de una alimentación deficiente no se harán esperar. Debido a
ese descuido, muchos púlpitos están en crisis.
El ministro debe tener mucho cuidado de no orar por mera rutina, pues
perder el interés por la oración trae consigo el perder interés por la Palabra y el
sentido genuino del ministerio que Dios ha puesto en sus manos.
Su vida pública
Una de las cualidades que Pablo enseña al ministro es “que tenga buen
testimonio de los extraños” (1Timoteo 3:7). Por consiguiente, debe procurar
mantener buenas relaciones con el público, granjeándose su estimación,
confianza y respeto, mostrándose en toda ocasión como el siervo del Señor. Para
lograr esto ha de hacer “buena profesión delante de muchos testigos” (1Timoteo
6:12); tratar a todos con honradez, pulcritud y seriedad en todos sus asuntos,
cultivar buenos modales, y portarse siempre con amabilidad. En su trato con los
individuos ha de acatar estas palabras del apóstol: “Si se puede hacer, cuanto
está en vosotros, tened paz para con todos los hombres” (Romanos 12:18).
CUALIDADES DE LOS
LLAMADOS AL MINISTERIO
Ahora bien, veamos algunas cualidades que deben desarrollar los que
están puestos por Dios para dirigir a su pueblo.
1. Integridad moral. La integridad moral debe ser como el oro refinado o plata
pura. Lo que el líder exige de los demás, debe exigirlo de sí mismo. Esto significa
integridad.
2. Honestidad intelectual. La honestidad intelectual es una parte del carácter
moral y espiritual. No se puede tolerar un dualismo de mente y espíritu, ni de
razón y fe en la unidad de carácter. Un hombre es honesto intelectualmente o no
es honesto.
3. Fervor espiritual. El fervor espiritual debe ir con fe genuina, porque la lealtad
más alta de la vida es su devoción a Cristo. Se puede tolerar tibieza en algunas
relaciones pero no en el caso del que es llamado al santo ministerio.
4. Sensibilidad estética. La sensibilidad estética, o la habilidad a apreciar los
tesoros de la vida. El hombre de Dios debe “caer bien”. No es un artista, pero es
un estudiante de las artes para comunicar mejor el amor y la belleza.
CUALIDADES BÍBLICAS DEL MINISTRO
1Timoteo 3:1-7
DEJANDO EL MINISTERIO