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Geertz y el impacto del concepto de cultura en el concepto de hombre

Para Clifford Geertz trazar una línea entre lo natural y lo adquirido es falsear la condición
humana. Así, se pregunta: ¿el hombre es sólo lo que su cultura lo hace? En todo caso, las
relaciones entre cultura y desarrollo social y biológico están demasiado amalgamadas para
tratar de plantear preguntas y respuestas en casillas separadas. La humanidad sólo puede
definirse en sus variadas expresiones: lo específico de cada cultura es lo que define la
humanidad del hombre.

Geertz descarta la concepción estratificada de la cultura y propone una concepción sintética,


esto es, que la cultura no es la suma de complejos o esquemas concretos de conducta sino,
sobre todo, mecanismos de control que gobiernan la conducta. Este concepto comienza con el
supuesto de que el pensamiento humano no es una actividad íntima sino fundamentalmente
social y pública, es decir, no es más que el hecho de pensar es un intercambio de símbolos
significantes. En este aspecto las propuestas de Geertz coinciden con las de Jacques Lacan,
sobre todo cuando plantea la idea del orden simbólico como previo a la estructuración de
cualquier atisbo de pensamiento. Esto es, que para pensar y tener memoria se requiere de
elementos mínimos de simbolización, por este motivo la memoria sobre los primeros años de
un niño se pierde en tanto que no posee elementos simbólicos que permitan plantear
estructuras de ordenamiento de la realidad.

Para Geertz estos mecanismos de control de la cultura modelan la humanidad del hombre y
propone tres cuestiones básicas para entender este planteamiento:

1. En primer lugar el desarrollo del primate al hombre está vinculado con la propia cultura e
inclusive el desarrollo biológico (cerebro y sistema nervioso central) corresponde a un feedback
entre hechos, actos culturales, trabajo y desarrollo corporal. No es que la evolución biológica se
haya dado antes que la cultural: una y otra caminan estrechamente relacionadas.

2. El desarrollo del sistema nervioso central y el cerebro dependen de la cultura. Al hablar de


los hombres en Bali, Geertz enfatiza: no existe naturaleza humana independiente de la cultura.

3. El hombre es un animal incompleto, sólo se completa a partir de la cultura, pero no se puede


buscar la esencia en una cultura humana, sino que lo completo se da en la medida de la cultura
en cada hombre.

Al estudiar específicamente los factores de la cultura que han intervenido en la evolución


humana y cómo los elementos biológicos se entremezclan con los culturales en el desarrollo de
la forma de pensar en el hombre. Plantea Geertz elementos novedosos sobre dos términos
estigmatizados en todas las teorías científicas: espíritu y mente. Descartando al espíritu,
cuestiona el término mente como "un sistema organizado de disposiciones que encuentra su
manifestación en algunas acciones y en algunas cosas" para sostener que cuando hablamos
de mente nos referimos a una capacidad y a una aptitud de disposición para realizar cierta
clase de acciones y producir cierto tipo de productos y no un sistema. Después critica las ideas
freudianas sobre procesos primarios y secundarios de pensamiento, concepto que estuvo muy
en boga y sirvió de sustento para plantear prejuicios en relación con los procesos de
pensamiento de otros pueblos. Así desbarata la idea errónea de que la cultura no tuvo mayor
importancia para el desarrollo biológico del hombre.

Señala Geertz que así como es imposible sostener que el hombre aparece, es igualmente
imposible plantear que la cultura aparece. La cultura se va desarrollando lentamente tanto
cuantitativa cuanto cualitativamente. La cultura, concretamente el uso de herramientas - la
cultura material- no sólo determinó el desarrollo social sino también físico del cerebro, del
sistema nervioso central e incluso de la mano. Para analizar el complejo sistema de la sinapsis
y desarrollar esta idea a profundidad ha planteado que la humanidad del hombre no depende
tan sólo del tamaño del cerebro y del número de neuronas, sino de los complejos procesos
físicoquímicos que se desarrollan en el salto de la información de una a otra neurona.
Entra después en el polémico campo de los sentimientos y las sensaciones para sostener que
éstos y las conductas que producen son producto del enjambre cultural y biológico que es la
mente humana. Para concluir remarca que el hombre es no solo físicamente inviable sin la
cultura, sino que es también mentalmente inviable sin la cultura. La mente no sólo se desarrolló
biológicamente, sino que la cultura planteó las bases para el desarrollo físico del cerebro hacia
un camino: el que ahora recorremos. Por eso los recursos culturales -entre los cuales se
destacan las relaciones sociales y los productos pero también otros elementos más sutiles
como el arte y la religión- son elementos constitutivos del pensamiento humano y no simples
accesorios. En este sentido, el sistema nervioso humano depende inevitablemente del acceso
a estructuras simbólicas públicas para elaborar sus procesos autónomos: no hay pensamiento
sin comunicación y no hay comunicación sin información, inclusive biológica. Es decir, contrario
sensu, la identidad del ser humano no sólo se piensa, sino que "se experimenta".

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