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ganz1912 CHARLES P. KINDLEBERGER LA CRISIS ECONOMICA 1929-1939 Traducci6n castellana de LLUIS ARGEMI D’ABADAL EDITORIAL CRITICA Grupo editorial Grijalbo BARCELONA enon __&. He. Navas “Weosoo. ‘92 Eee | 330.9 37727-2 K51 32 NTN TU AL Titulo original: THE WORLD IN DEPRESSION, 1929-1939 (edicién revisada y ampliada de University of California Press) Cubjerta: Enric Satué © 1973: Deutscher Taschenbuch Verlag GmbH & Co. KG, Munich © 1985: Charles P. Kindleberger © 1985 de Ja traduccién castellana para Espafia y América: Editorial Critica, S. A., calle Pedté de la Creu, 58, 08034 Barcelona ISBN: 84.7423.278-3 Depésito legal: B. 37.913-1985 a ganz1i912 A la memoria de E. C.T ganz1912 PREFACIO DE LA EDICION REVISADA La realizacién de una nueva edicién de este libro fue idea mia, no del editor. Se escribiéd por primera vez hace trece afios. Desde entonces la literatura sobre el tema se ha multiplicado. He aprendido mucho de ella, aunque me resisto a cambiar mis propias ideas. Ade- mas he ampliado mis conocimientos en dos direcciones importantes al participar en dos simposios organizados respectivamente por Gian- ni Toniolo en 1981, sobre las relaciones entre bancos e industrias en los afios treinta, y por Rosemary Thorp en 1982, sobre las ex- periencias econdmicas de~América Latina en esa década. Gran parte del interés en esta revision surge de la intencién de responder alos que dudan del mérito de mi tesis. Algunos son mo- netaristas, cuya expresién mas reciente es la de Roland Vaubel Otros son keynesianos, como Donald Moggridge, quien cree que la gran depresion de los treinta requeria una terapia mds profunda que la que se incluye en mi receta, algo mids parecido al plan Marshall? Espero desarrollar esta discusién sin polémicas y sin decir que sé mds de lo que se puede saber. Mi verdadera intencidén, en relacién a lo anteriormente dicho, creo que es evangélica. No he podido convencer a muchos estudiosos de que la depresién fue un fenédmeno mundial en su origen y en sus | interacciones, més que una recesién de dmbito norteamericano pro- fundizada por los errores de la politica seguida por el sistema de la Reserva Federal hasta convertirla en una depresién que se exten- did al resto de los paises. es 1. Roland Vaubel, «International Debt, Bank Failures and the Money Supply: The Thirties and the Eighties» (1984). 2. D. E. Moggridge, «Policy in the Crises of 1920 and 1929», 1982. 10 LA CRISIS ECONOMICA Aplico a los atios treint juicic Ao 5 afios treinta el juicio de Robin Matthews sobr eeresisn mundial de cien aos enter, aes initttntenter “inaer oe tire care » répide, que asigne a cualquier pats la primacta causal de file en su globulidad o en sus fases individuaes». Los mone- faristas an atadido wn aspecto internacional a su explicact le depresion: el arancel SmootHavley, que se Roar conmacoes fone @ que los modelos al uso creen que los aranceles poe oie = set asieeereconelratcot, @ menos que det ae. lias por medic otros ara ae ee Presilies por, medio de otros aranceles y cuotas de importacién en Otros aspectos de la pri ici ‘os de la primera edicién se han i a z : ! ¢ ignorade as refutado, Entre ellos, ls importancia de las dificadtades de lguides ‘ oes ret colapso de la bolsa en octubre de 1929, en lo que se refiere 4 los, precios de las mercanctas, los cuales disminuyer * ieee Se de un 12 a un 20 por 100 en el alto que va @ “is : 40 de 1929 a agosto de 1930; 1a importancia de las ealdas irrever- sibles de precios « nivel mundial debidas a la quibra de bancos; ol impacto deflaioniste en Estados Unidos, Alemania y el blogue del Ge ite fe depreciacin de Ia libra esterlina (y repreciacton del r» eb rsmark y de las monedas li; al er 00 entre septiembre y dicembre de Sesame aes oh ae 'spero ser convincente en la afirmacion de q i re jue es rr cos toro el observa la depresion como un fendmeno simple, 9 como we cesién ordinaria que se convirtié en una depresion importante Irinciptmente a case de les entvocactones de las ators es neteies norteamericanas. Se necesita una explicacin para los dhes , que vieron mucho mds recesién ordinaris oir para tos aos que von de 1931 « 1993. La mayonl defor ae netaristas comparan el stack monetario con la rent. 1 ? n eal otc en los Extados Unidos desde 1929 @ 1933 como a peas tae mientras que se puede obtener una impresion muy distinta (Seeds fe ve que entre 1929 y 1930 la renta real cay6 en un 10 por 100, {os precios en un 12 por 100 + el dinero silo en un 5 por 100, Et , la cantidad nominal dividida por los precios al por ma- 3. R. CO. Matthows, A Study tn Trade. ada, B atthews, TradeCycle History: Econom ts A a Great Britain, 1832-1842, 1954, p. 6. Moats oor Ga reckinnete, vation autores on. Karl Bivone x ited, 1981, especialmente Anna J. Schwartz, james A. Wilcox, pp. 80-83; Allan H. Meltzer, | td, The Great Depression p. 22; Robert J. a aa J. Gordon y PREFACIO DE LA EDICION REVISADA uw ‘en realidad aument6 en este periodo. Ello no significa, sin em- ha ser Keynesiano para estudiar 1929 y 1930 w“ilguien que crea que la caida en la produccién y la renta_aparecié principalmente por los desplazamientos. del. gasto, por ejensploen automdviles viviendas. “Creo que estas explicaciones, al igual que las de los monetaris- tas, son demasiado simples para un mundo complejo.|Mi explicacion de 1929 y 1930 es financiera] pero no monetarista en el sentido de que esté ligada a la cantidad de dinero. Es saludable confesar que be sido incapaz de resolv tamente cierto nimero de rompecabezas histOricos: 1. Mi relato de 1929-1930 se basa fundamentalmente en la fal- ta de liquidex causada por el crac del mercado de valores, que Wed a una dréstica catda de los precios de las mercancias y de la faayorta deTos activos, y cuyas repercusiones dltimas tuvieron lu. rar con las crisis bancarias. Qued Eller en los precios de las mercancias en 1920-1921 no condujo erisis bancarias ni extendi6 la crisis i “Se pueden aducir varias explicaciones; ninguna es completamen- te_convincente. 2. El punto de vista de Moggridge antes mencionado, segrin a cual se necesitaba un ajuste estructural en la economia mundial ynbs que un prestanista de tltima instancia, y especialmente en el tolapso financiero de 1931, no puede probarse de ninguna mane- ra. Creo que si las catdas bancarias en Austria, Alemania y Gran Bretaha ubiéien sido detenidas a tiempo mediante una ayuda in- Jernacional masiva, Tos poderes de recuperacién de los mercados com- etitives babrian prevenido que la depresién fuese tan larga y tan 70) Ttnibargo, esto es una afirmacién y no tina demostre- cién, y la vision alternativa de Moggridge merece respeto. Z "5. La depreciacién de la libra esterlina en septiembre de 1931, segin este libro, no pudo elevar los precios de Gran Bretafa, sino que los bajé en las dreas ajenas a la libra, especialmente en los Es- fados Unidos y en el blogue del oro, pero menos en Alemania, que empezaba a protegerse con restricciones. En 1933 sin embargo, cuando se deprecié el délar, los precios aumentaron en los Estados Unidos y permanecieron estables en el yesto, La diferencia era critica para la recuperacin mundial. No hay una explicacién obvia para la diferencia de ambos periodos. yor, bargo, que uno del ier comple- lala cuestién de por qué un colapso — a ‘LA CRISIS ECONGMICA Conservo el prefacio de la edicién de 1 servi, incluyenda la esencia de un parrafo que extoncce Techie or ur conte gue abore considero equtvocado. I resto del libro ba sido tratado de la misma guna informacién y anilivis ahadidos, » poco (epee tie oats las cifras que apoyen algunas de las figuras del texto, Ja que el editor britinico, a pesar de mi protesta,crey6 que deblan induce resultado es un libro mayor. Espero que sea también mejor, Cu. P. Kinpiesercer Lincoln Center, Massachusetts PREFACIO A LA PRIMERA EDICION «Aqui es donde yo entré.» Cuando el doctor Wolfram Fischer me pidié que escribiese sobre 1a historia econémica mundial de los afios treinta, estuve encantado de poderlo cumplir. En parte a causa del creciente interés intelectual en la depresién mundial que existe entre los investigadores de todas partes. Pero en parte también para trabajar por m{ mismo los complejos sucesos de mi juventud y de los inicios de mi vida profesional: sucesos que me Ievaron a mf y a muchos otros a la ciencia econémica. Comienzo en marzo-de 1928 y con los dias originales de los cuatro millones de acciones en la holsa de Nueva York. Acostum- braba a ir desde un suburbio de las afueras de Nueva York hasta Ja escuela secundaria en otro estado. En febrero de 1928 hubo una epidemia de neumonia en Ia escuela por la que, en los tiempos an- teriores a los antibisticos, tres chicos murieron. A los demés nos mandaron a casa durante tres semanas. Nada podfa hacer en Flushing. ‘Mis amigos estaban fuera todo el dfa en otras escuelas o encerrados en Ia escuela local. Mi padre sugirié que consiguiese trabajo como botones» 0 chico de oficina en Ja empresa de agentes de bolsa con Ja que él trabajaba. La cantidad que percibi como paga semanal se me ha olvidado, quiz diez 0 doce délares, de los que debfan res- tarse diariamente 33 centavos para el tren de Long Island, y 5 cen- tavos para el metro, y esto sélo por el viaje de ida. Pero el boom de la bolsa, con las altas cotizaciones de las acciones, afects tam- bién al salario, que se hizo mas alto. Cuando trabajabamos hasta después de las seis de la tarde, como sucedié todos los dias de las dos semanas en que estuve dedicado al trabajo atrasado del papeleo de Ja oficina, disponfamos de un délar mas para la cena. Se podia retrasar Ja cena hasta llegar a casa, y tener asf el délar limpio, 0 se 14 LA CRISIS ECONOMICA podia cenar adccuadamente por 40 centavos, ahorrando el resto.* Un recuerdo vivido que conservo de esos dias es el de evar diatiamente un cheque de un millén de délares en el bolsillo hasta el National City Bank, tal como se le conocia entonces, para devol- ver el exédito diario de los agentes. Desde aquellos dias no he vuel- to a tocar un cheque de estas cantidades.* El crac de la bolsa de oc- tubre de 1929 no pulsa ninguna cuerda de mi memoria. Fui cons- clente del mismo como el resto del mundo, pero para un recién in- gtesado en la universidad significaba poca cosa. Las pocas acciones propiedad de Ja familia las mantenfamos como algo importante més que de forma un poco marginal, A pesar de la caida de los nego- ios, y con la ayuda de un tfo que trabajaba en la navegacién, con- seguf un trabajo para el verano siguiente en un cargueto que levaba equipo pesado desde Copenhague a Leningrado y volvia cargado de pulpa de madera de Kotka, Raumo y Kemi en Finlandia. No creo que fuese un dumping ordinario, pero no puedo ascguratlo. No era el tipo de intercambio-dumping que tuvo lugar después de 1932 y que se discute en el capitulo 8. El viaje fue memorable principalmente por el hecho de que se podia beber cerveza y bebidas alcohélicas a cuenta de Ja paga que Se recibirla una. vez el barco llegase a Co- Peahague. (Mi salario como grumete era de 20 délares al mes.) El viaje cultivé en m{ un interés en el comercio internacional y un gusto por la cerveza Tuborg que han perdurado toda mi vida. (Un amigo mio consiguié en 1940 un trabajo en un barco a través de su tfo. El tfo que me ayudé a mi era vicepresidente de Ia compa tia naviera; el suyo eta vicepresidente del sindicato de marinos. La préetica del nepotismo continu durante la década de los afios trein- ta, pero los sujetos habjan cambiado.) La disminuida renta familiar fue ain suficiente para pagar tan- to los gastos universitarios como mi viaje a Europa en el verano de 1931 para aprovechar una beca de verano de la Students Inter- national Union (Unién Internacional de Estudiantes). Salvador de Madariaga, que notmalmente tenia a su cargo el seminario, acababa de ser nombrado embajador de Espafia en los Estados Unidos, con Jo que los nuevos estudiantes de Estados Unidos y Europa fuimos Mevados junto a los antiguos estudiantes de la Escuela de Estudios * Estos pérrafos se han afiadido al prefacio de la edicién de 1973, sustie ‘myendo un material que en aquel momento fue eliminado. i PREFACIO A LA PRIMERA EDICION 15 Jonales de Ginebra, a cargo del profesor (més tarde sir) Al- He Zits, Bue una efperiercla exitante, tanto por ls ref sores vistantes como pos hechos como la despedida de Patrick al final del verano, cuando marchaba equipado con rollos de papel higignico y agujas a pasar un afio en la Uniéa Sovieica. No puedo decir, sin embargo, que me formase una idea muy clara de los sucesos dscritos en el capitulo 7. He vuelto a relecr libro de notas gue Hevé aquel verano, y en el que anoté las clases de Paul Douglas, E. M. Patterson de Estados Unidos, Mautice Bonn, Hensi Hauser, Douglas Copland y muchos otros. Incluso tengo esquema de un seminario que yo mismo imparti al grupo de econo- mi, titulado «Condiciones econdmicas en Estados Unidos». Ningu- no de esos apuntes me han servido para lo que he escrito en este libro. Sabfa de la existencia del Banco de Acuerdos Internacionales sobre todo a causa de un joven empleado que venta eon frecuencia desde Basilea a cortejar a una de las deliciosas chicas Smith de colonia norteamericana de Ginebra. Mer Pine de 1952, después de gpadusrme, tive la reconfor- tante experiencia de estar desempleado, pero sélo durante un periodo limitado de ocho 0 diez semanas. De nuevo mediante influencias consegul un trabajo como oficinste (completado con una licencatura con matticula de honor y una lave del club Phi Beta Kappa) en la que shora, como keynesiano, me da vergiienza decir era la Natio Economy League (Liga de la Economia Nacional), grupo de pre sién fundado por Aschibald Roosevelt y otros consctvadores « fi de insistir en el equilibrio del presupuesto nacional. En julio de 1932, de muevo pot nepotismo, obtuve otro trabajo come ofinista en Johnson and Higgins, agentes de segutos maxfimos. Los dos acontecimientos memorables del siguiente aio en este puesto inclu- yeron el aumento del correo de primera clase de dos a tres centavos, Jo cual indyjo a la empresa a utilizar como sistema de comunicacio- nes en Manhattan no los servicios de correos sino a sus propios re- caderos (fue mii primer encuentro doloroso con una demands cist ca); y una hoja de papel de la oficina del director diciendo que a causa de la NRA (National Recovery Administration, Administ: Giga para la Resaperaciéa Nacional) y, pudiendo leer entre Mineas, segut tun curso nocturno de teorla monetaria y bancaria que daba Ti W. Robey, el editor financiero del New York Hoenig Poss iss be primeras semanas de febrero y marzo de 1933, deleit6 a la clase con Ja descrip, dia a ia del colapso del sistema banctio ametisano acia de Ia ciencia i i gn hacia de Ia ciencia econdmica algo tan excitante como Las fen Por algtin proceso intelectual que no puedo reconstrui bajo final del semestse de orofo de: 1933-1934 en Ie cies de renria bancaria internacional vers6 sobre el tema de la depreciacién del in- tercambio competitivo entre Dinamaica y Nueva Zelanda. El. pro- fesor Benjamin H. Beclhart me animé a revisarlo para su publica. , 19. Robert H. Ferrell, American Diplomacy in the Great Depression, 1957, p. 33. 20. H. Hoover, Memoirs of Herbert Hoover, vel. 3, p. 185. Hoover afitma que los franceses habtian pagado en diciembre de 1932 sino hubiese sido por uuna frase desafortunada de Roosevelt en Warm Springs, en que decfa que ne | | | délares. INTRODUCCION 29 “fue Ia cémara francesa, tal como puede ponerse en evidencia por la “ida de Hersiot det 'poder el 14, de diciembre, de 1932 cuando el pago de 1a deuda para el dia siguiente SPmAAI fracaso de las fuerzas autométicas en la neutralizaciéa de los acontecimientos que empujaron al sistema en la direccién de la de- Bresi6n ha recibido alguna atencién en lo que se refiere al patron G20, pero mucho menos en otros aspects, Esté bastante generals: dala afirmacién de que no fue el patrén oro lo que falls, sino forma en que éste cra gestionado.” Los paises que perdfan oro no siempre deflactaron y los que ganaban oro, especialmente Francia y Estados Unidos, se expansionaron demasiado o demasiado poco. Mu- ay Rothbard mantiene que Estados Unidos se habfa expansionado demasiado en la década de 1920 hasta cotas inflacionatias, y de esta -opinién se ha hecho eco el historiador inglés Paul Johnson, que apo- ya ea Rothbard su interesante capitulo sobre Ja depresi6n, aunque Jo lo crea equivocado® La visién més comiin esté en que los Esta. dos Unidos fracasaron en su expansién, como puede verse por la facumulacién de oro durante ¢ inmediatamente después de la guerra, greando asf una presién deflacionaria en el mundo y especialmente en Gran Bretafia.” Fe py ct yes a US cu es see ee eegeen ance eae ace un en mere ae, en Be ee a ae aya ae ra Sap ee tee pr ee Ae aaa ney Tre el i Ca i ces Se BS pies hie Sees aah oe eee fee e ae ponin poceg mea rea ae ee ee eae ie Se ee eee eee ae a a eee eee ie eee Ta eens a ‘Murray Rothbard, America’s Great Depression, 19753; Paul Johnson, i ‘Modern Times: The World from the Twenties to the Eighties, 1983, cap. VII; i nétese la simpleza del titulo. 30 LA CRISIS ECONOMICA No estd tan generalmente aceptado que otros aspectos del meca- nismo monetario internacional trabajen de forma simétrica; si se pata el flujo de capital, por ejemplo, ello puede resultar deflacionario ara los paises que cesan de importar capital, aunque debe resultar expansionista en aquellos paises que ya no envian sus ahorros al ex- tranjero. Igualmente, la imposicién de aranceles debe ser expansio- nista para el pais importador si es antiexpansionista para los paises que pierden mercados de exportacién. Si los precios de las mer cancias del comercio internacional disminuyen, las rentas y el gas- to de los paises especializados en estos bienes evidentemente deben también caer, pero los de los paises que con regularidad los com- pran deben aumentar. De nuevo, la revaluacidn de Ia moneda resulta deflacionaria, pero la depreciacién en otros paises como com- pensacién presiona en la direccién opuesta. Por lo tanto es inade- cuado explicar la depresién mundial refitiéndose a pérdidas de oro © de mercados, a una cafda de precios, o a la revalorizacién mone- taria sin especificar por qué la fuerza expansionist, contrapartida del factor depresivo especificado, no_ funciona correctamente, Exis- te un cierto niimero de factores a mencionar, y que se explicarén cuando surja la ocasién: aceleradores, ilusién’ monetatia, expectati- vas elisticas, transmisién dindmica de la deflacién al sistema ban- catio. Sin algunas de dichas asimetsias 0 feedbacks positives, no es posible ninguna depresién sustancial, Un sistema simétrico que funcione con fuerzas contrarrestantes, como se supone que funciona el patrén oro, puede dar lugar a un sistema en que cada participante busque maximizar su ganancia a corto plazo. Este es el sistema competitive en el que pensaba Adam Smith y por el que cada hombre (0 pafs), al procurar su propio bienestar, procura también por el bienestar de Ja totalidad, bien porque hay ausencia de interacciones, bien por economias externas. Pero un sistema mundial de pocos actores (pafses) no funciona asf, y Ja falacia de la composicién —el total es a menudo distinto de la suma de las partes— surge para modificar el resultado, Al se su propio bien econémico mediante un arancel, la depreciacién de la moneda o el control del cambio extranjero, un pais puede men- guar el bienestar de los demés en una cantidad mayor que aquella que obtiene, Las técticas de empobrecer al vecino pueden condu- cir a represalias, de tal forma que cada pais accbe en una posicién INTRODUCCION aa 1or por perseguir s6lo su propio beneficio* Los intereses econémi- es nucionalcs ton complemcataioe a veces y a veces opuestt, sin que ni uno ni dos pafses puedan controlar el resultado, que més bien depende de las acciones del conjunto de ellos. va. Esto es un juego de suma cero tipico en el que cualquier juga- dor que adopte una solucién a largo plazo encontraré que otros paises intentan aprovechar las ventajas de esta decisién. Puede ser satisfactorio conceptualmente un acuerdo en que todos los paises adopten una estrategia a largo plazo, pero seguramente esto impli- cara grados distintos de sacrificio por parte de los distintos jugadores en determinados momentos. Gran Bretafia desea estabilizar las di- visas a 3,40 délares la libra, mientras que Estados Unidos no tiene ningiin interés en ello hasta que el tipo se acerque a 4,86 délares la libra. O bien, supongamos un sistema de reparaciones de guerra, deudas de guerra y créditos comerciales en que Alemania debe repa- raciones a Gran Bretafia y Francia y deudas comerciales a Estados Unidos; Gran Bretafia debe a Estados Unidos més 0 menos lo. que recibe de Alemania, y es acreedora de deudas de guerra de Francia; Francia asimismo recibir Ia parte del ledn de las reparaciones, muy superiores a sus deudas de guerra con Gran Bretafia y con Estados ‘Unidos, En estas circunstancias, Alemania est4 més interesada en can- celar las reparaciones que las deudas comerciales, ya que posee al- gunos activos en el extranjero y estd interesada en mantener su cré- 25. Véase primer discurso inaugural de Roosevelt, «nuestras relaciones co- terials internacionales, aungue muy importantes, son aqul y aor, por nece- ‘dad, un elemento secuadatio para el eaublecimiento de una economia nacional tél, Favorezco como politica préctica el poner antes las cosas importantes. No voy # ahorrar ningéa esfucrao para zestaurar el comercio internacional me- Giante el sjuste econdmico intemational; pero la situacén de emergencia del pals no pucde esperar a cate acontecimients. The Papers and Addresses of Franklin ‘D. Roosevelt, vol. I, The Years of Criss, 1938, p. 14. También Blam, From tbe Morgenibau Diaries, wo. I, p. 73: «Las nacioncs euopeas en tonjunto se resinticron de Ia politica de compra de ofo, pero niagia pals se tabla preccupedo demasiado dutaate vatios alos por las conveniencas cconéaa- cas de los dems, y en 1933 la presiGn que Telbla el presidente era tan fuerte gue tuvo que hacer algor. Hugh T. Patick, The Economic Muddle of se ‘bas, 1971, p. 298: be verdad Ia extca de que Japin segula una politica de eapobrecr al vecino; sin embargo, en la economia mundial del momento, lov veeinos debfan de preocuparse de ellos mismosy. . 26, Oskar Morgenstern, International Financial Transactions and Business Cycles, 1959, p. 572.

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