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ÓPERA

LAS VOCES DEL


ROMANTICISMO OLVIDADO LA GRAND OPÉRA FRANCESA (1830-1849)
La Revolución de julio de 1830 convirtió a París en la capital del Romanticismo europeo. La monarquía
parlamentaria de Luis Felipe de Orleans liquidaba de forma irreversible el Antiguo Régimen en Francia
y hacía de su capital el refugio europeo de las libertades por cuyas calles y salones desfilaban artistas
de todas las naciones como Delacroix o Daumier en la pintura, Stendhal, Hugo o Balzac en la literatura,
y Liszt, Chopin o Bellini en la música. El presente artículo recoge el testigo de los ya publicados acerca
de las tipologías vocales masculinas y femeninas del siglo XIX para acercarnos a ellas a través de este
periodo fundamental.
Textos: Rafael Fernández de Larrinoa

E
ste París bullicioso y de vida ale- DE LULLY A MEYERBEER tal de El cazador furtivo weberiano, título
gre –que Puccini idealizaría dé- admirado en 1824 por el público parisino
cadas después en su inmortal La gran ópera se originó a partir de los en una curiosa adaptación titulada Robin
La bohème– pero desgarrado por el incre- rescoldos de la tragedia lírica. De este ve- de los bosques. Esta ansiada síntesis se alcan-
mento de las desigualdades sociales deri- tusto género –fundado por Lully allá en la zó poco después con tres títulos que alcan-
vadas de la industrialización, se convirtió década de 1670, modernizado por Rameau zaron un éxito sin precedentes: La mudita
en la capital del arte y en el centro ope- en torno a 1730, reformado por Gluck ha- de Portici (1828) de Auber, Guillermo Tell
rístico más influyente de Europa gracias cia 1770, y restaurado momentáneamente (1829) de Rossini y Roberto el diablo (1831)
a una variada oferta de géneros, seguida por Spontini en el periodo napoleónico–, de Meyerbeer.
por un nutrido público hambriento de la gran ópera heredó el gran formato (en El primero –cuyo argumento trata acer-
novedades y atento a las distintas modas cuatro o, preferentemente, cinco actos), el ca de la sublevación napolitana contra la
y corrientes difundidas a través de una asunto serio (mitológico en origen, histó- dominación española de 1647 liderada
tupida red de teatros: por un lado estaba rico en los nuevos tiempos), la suntuosidad por el pescador Masaniello– fundió dos
la Opèra-Comique, consagrada al géne- escenográfica, los ballets y las escenas cora- elementos hasta entonces insolubles: el fi-
ro homónimo (en uno a tres actos y con les. Prefigurado durante la década de 1820 nal trágico propio de los asuntos elevados
diálogos intercalados), en la que reinaban por diversas obras rossinianas estrenadas con un escenario histórico que permitía la
los genios de Auber y Adam; por otro, el en París (como Le siège de Corinthe de 1826 identificación del público con personajes
Théâtre des Italiens, consagrado a la ópe- o Moïse et Pharaon de 1827, en realidad de diversa extracción social. Según las pa-
ra italiana y donde brillaban los astros de adaptaciones de obras italianas preexisten- labras de Edouard Monnier “con La mudi-
Bellini y Donizetti; y finalmente la Aca- tes), el género encontró su forma definiti- ta, el drama se abrió a todo tipo de temas:
démie Royale de Musique, o simplemente va cuando logró aunar –en opinión de los grandes y pequeños, tristes y alegres, […]
Ópera de París, sede oficial del género coetáneos– lo mejor de los estilos italiano con Masaniello, la gente común invadió
más grandioso e influyente entre todos: la y alemán: la emoción y belleza del canto un dominio antes reservado a pontífices y
gran ópera en cuatro o cinco actos. rossiniano, y la riqueza armónica y orques- reyes, ninfas y princesas”. El impacto

72 ı Audio Clásica
CRONOLOGÍA DE LA GRAND OPÉRA EN FRANCIA
1804 Napoleón Bonaparte 1830 Revolución de Julio. Instauración 1851 Golpe de estado 1881/82 Leyes Jules Ferry
se proclama emperador de Francia de la monarquía parlamentaria de Luis Napoleón Bonaparte por la educación laica

1814 Restauración 1848 Revolución de 1848 1870 Derrota francesa en Sedán 1894 Estalla
de la monarquía absoluta e instauración de la II República e instauración de la III República el affaire Dreyfus

1800 1810 1820 1830 1840 1850 1860 1870 1880 1890
Napoleón I Luis XVIII Carlos X Luis-Felipe I Napoleón III
I R. II R. III REPÚBLICA
I IMPERIO RESTAURACIÓN MONARQUIA DE JULIO II IMPERIO

PRECURSORAS I EDAD DE ORO II EDAD DE ORO DECLIVE


1807 – Spontini: La Vestale 1831 – Meyerbeer: Robert le diable 1850 – Auber: L’enfant prodigue 1877 – Massenet: Le roi de Lahore
1809 – Spontini: Fernand Cortez 1833 – Auber: Gustave III 1851 – Gounod: Sapho 1878 – Gounod: Polyeucte
1813 – Cherubini: Les Abéncerages 1835 – Halévy: La juive 1852 – Halévy: Le Juïf errant 1880 – Verdi: Aïda
1819 – Spontini: Olimpie 1836 – Meyerbeer: Les huguenots 1854 – Gounod: La Nonne sanglante 1881 – Gounod: Le tribut de Zamora
1826 – Rossini: Le siège de Corinthe 1838 – Halévy: Guido et Ginèvre 1855 – Verdi: Les vêpres siciliennes 1882 – Thomas: Françoise de Rimini
1827 – Chelard: Macbeth 1839 – Auber: Le lac des Fées 1857 – Verdi: Le trouvère 1883 – Saint-Saëns: Henry VIII
1827 – Rossini: Moïse et Pharaon 1840 – Donizetti: Les martyrs 1858 – Halévy: La Magicienne 1884 – Reyer: Sigurd
1828 – Auber: La muette de Portici 1840 – Donizetti: La Favorite 1859 – David: Herculanum 1885 – Massenet: Le Cid
1829 – Rossini: Guillaume Tell 1841 – Halévy: La reine de Chypre 1862 – Gounod: La reine de Saba 1886 – Paladilhe: Patrie!
1843 – Halévy: Charles VI 1865 – Meyerbeer: L’Africaine 1890 – Saint-Saëns: Ascanio
1843 – Donizetti: Dom Sébastien 1867 – Verdi: Don Carlos 1893 – Massenet: Thaïs
1847 – Verdi: Jérusalem 1868 – Thomas: Hamlet 1894 – Saint-Saëns: Frédégonde
1849 – Meyerbeer: Le prophète 1869 – Gounod: Faust

Imagen del interior del Palais Garnier.

Audio Clásica ı 73
de esta ópera fue tal que Bélgica obtuvo su de Spontini, 1819), la campana (Guillermo encarnar la agresividad “justiciera” que a
independencia del reino holandés a causa Tell, 1829), el gong (Roberto el diablo, 1831) veces encontramos en el primer Verdi, sino
del desorden provocado en el Teatro de la la trompeta con pistones, el yunque y el ór- que van aún más lejos al encarnar una vio-
Monnaie de Bruselas tras una acalorada gano (La judía, 1835), el clarinete bajo y la lencia irracional y sanguinaria que se dirige
interpretación del dueto “Amour sacré de viola d’amore (Los hugonotes de Meyerbeer, directamente contra los protagonistas del
la patrie”. 1836) o la saxtuba (El judío errante de drama. Estos devaneos con la mala con-
Por su parte, el Guillermo rossiniano y el Halévy, 1852), entre otros. El desarrollo ciencia social de su público constituyeron,
Roberto meyerbeeriano elevaron la sus- del arte de la orquestación en la Ópera de sin duda, un decisivo acicate para el monu-
tancia musical y orquestal del nuevo gé- París proporcionó a Berlioz la base sobre mental éxito obtenido por la obra meyer-
nero (Berlioz calificará a la primera como la cual revolucionar este arte, como lo de- beeriana, pese a las frecuentes prohibicio-
“sublime”, mientras verá en la segunda “el muestra la importante representación que nes y censuras que sufrió fuera de la liberal
ejemplo más asombroso del poder de la encuentra Meyerbeer (Roberto el diablo y Francia. Con estos ingredientes, según An-
orquestación aplicada a la música dramá- Los hugonotes) en su pionero e influyente selm Gerhard (The Urbanization of Opera,
tica”) y, pese a que ambas renunciaron al Tratado de orquestación (1844). Como con- 1998), la gran ópera “anticipa al cine, sus
final trágico, incidieron en temas que serán trapartida a la posición vanguardista logra- grandes contrastes se corresponden con los
fundamentales en la gran ópera madura: da en el apartado orquestal, el teatro acabó de la ciudad moderna; sus ambigüedades
el político en Guillermo Tell –en este caso, por quedar secuestrado por las frivolidades son el resultado de tensiones culturales que
abordando la leyenda del famoso líder in- y el conservadurismo de un público para el aún podemos identificar hoy día. Al in-
dependentista suizo del siglo XIV–, y el re- cual la ópera era ante todo un lujoso even- cluir incluso la violencia terrorista, el coro
ligioso en Roberto el diablo –con su temática to social. Para triunfar en tan exclusivo de ópera alegoriza a veces concentraciones
demoníaca y su, para entonces, escandaloso coliseo los compositores debían plegarse populares capaces de condicionar cambios
ballet de monjas en el cementerio. El entu- a un sinnúmero de convenciones, además políticos”.
siasmo despertado por la obra de este judío de tejer una tupida red de influencias con Pese a todo, no debemos olvidar que en la
alemán radicado recientemente en París gestores y críticos musicales, además de la gran ópera todo elemento político estuvo
desbordó todo lo conocido hasta la fecha, siempre temida claque. ligado indisoluble y (casi siempre) frívola-
hasta el extremo de precipitar la retirada mente con el elemento melodramático (en
de los escenarios musicales de Rossini en LOS MIEDOS DE UNA ÉPOCA Los hugonotes se llega a explicar la histórica
el cenit de su carrera y sin haber cumplido masacre de San Bartolomé a partir de un
siquiera los cuarenta años de edad. La mercantilización de la gran ópera du- simple desengaño amoroso). No nos debe
rante este periodo no le impidió desarro- extrañar, por tanto, que este delicado equi-
ARTE E INDUSTRIA llar un fuerte contenido político, comple- librio entre entretenimiento, arte y nego-
DEL ESPECTÁCULO tamente ajeno hasta entonces tanto en el cio que fue la gran ópera viera mermada
teatro musical italiano (donde los trasfon- su vigencia al cambiar las tornas políticas
El verdadero despegue de la gran ópera dos históricos apenas servían de decorado y hacerse visibles sus costuras y apaños:
tuvo lugar después de 1830, cuando el nue- para el desenvolvimiento de reiterativos el estallido de la revolución de 1848 y la
vo gobierno decidió privatizar la Ópera de triángulos amorosos) como en el alemán reimplantación de la censura en 1852 por
París y adjudicarla a Louis-Désiré Veron, (si exceptuamos el Fidelio del ya entonces parte de Napoleón III pusieron fin a este
quien reformó la institución al gusto de las fallecido Beethoven). Las óperas centrales primer periodo de libertad y esplendor, de
nuevas clases burguesas emergentes. Veron del nuevo estilo, La judía (1835) de Halévy modo que cuando en 1849 Meyerbeer es-
abrió una brillante etapa caracterizada por y Los hugonotes (1836) de Meyerbeer, su- trenó, tras largos años de gestación, El pro-
la libertad artística (gracias también a la maron a su acervo dramatúrgico los rasgos feta -la que es quizá su ópera maestra, ade-
supresión de la censura estatal) y la mo- más definitorios del género: el conflicto más de la más morbosamente interesante-,
dernización del teatro en todos los niveles, político/religioso y las escenas de masas, y sus sofisticados cálculos resultaron más
desde la gestión empresarial y la mercado- si el primero conectaba con las aspiracio- visibles que nunca a las mentes despiertas,
tecnia (coronada por un star system de can- nes laicas de la nueva sociedad, unánime levantando ampollas entre sus colegas más
tantes cuyas principales figuras repasamos en la condena tanto del fanatismo religioso comprometidos. Además del archiconoci-
aparte) hasta la pura tecnología del sonido, como de los abusos de poder cometidos do panfleto wagneriano Del judaísmo en la
mediante la adopción de los avances técni- en nombre de la religión de estado (pero música (1850), dirigido expresamente con-
cos que desde 1820 venían transformando ciega en relación con los abusos del recién tra él, Berlioz le dedicó amargos reproches
los procesos de construcción de numerosos estrenado libre mercado), las segundas tra- en privado (carta a su hermana Nanci del
instrumentos musicales y ampliando sus ducían de la forma más plástica posible los 25 de abril de 1849): “¡Vaya reto constituye
posibilidades (recordemos que el famo- temores más profundamente enraizados en hoy en día estrenar una ópera con éxito!
so constructor de instrumentos de viento el subconsciente de las nuevas clases privi- ¡Cuántas intrigas son necesarias! ¡Cuántos
belga Adolphe Sax se estableció en París legiadas. En ellas, el coro adquiere con fre- halagos, cuánto dinero, cuántas invitacio-
en 1841): fue en la Ópera de París donde cuencia un rol inquietantemente amena- nes a cenar!... Me pone enfermo. Ha sido
debutaron en la orquesta sinfónica instru- zador; lejos de representar al comentarista Meyerbeer quien ha traído todo esto, y
mentos tales como la caja baja (La vestal abstracto de la ópera de gran espectáculo en el camino se ha llevado por delante a
de Spontini, 1807), el oficleido (Olimpia dieciochesca, ni siquiera se conforman con Rossini”.

74 ı Audio Clásica
EL SALTO INTERNACIONAL
DISCOGRAFÍA BÁSICA
Tras casi un siglo de esplendor, los prin-
cipales títulos de la gran ópera francesa La discografía de la Grand Opéra es flagrantemente exigua. Baste decir que
desaparecieron del repertorio durante el no existen grabaciones de estudio de títulos tan indispensables como Robert
le diable o L’Africaine y que de la mayor parte de los títulos de Auber, Halévy o
periodo europeo de entreguerras del siglo Gounod ni siquiera se han comercializado en versiones piratas.
XX en medio de un descrédito casi total, De entre las siguientes grabaciones, las de estudio tienen la ventaja de
tener mejor sonido, presentar menos cortes e incluir los libretos (difíciles de
alimentado en parte por el antisemitis- encontrar incluso en Internet), pero no siempre resultan adecuadas estilística
mo reinante, hacia sus dos protagonistas: o vocalmente (Le Prophète, CBS).
Meyerbeer y Halévy. De ello ha resultado Pese a todos estos inconvenientes, la discografía meyerbeeriana tiene la
enorme fortuna de contar con dos registros piratas protagonizados por Nicolai
la paradoja de que hoy en día conozcamos Gedda absolutamente imprescindibles, en los que el tenor sueco hace justicia
el género sobre todo a través de adapta- como nadie a las extraordinarias proezas vocales que exigen los roles de Raoul
ciones foráneas mientras sus obras funda- de Nangis de Les Huguenots (en una edición severamente cortada) y, más aún,
de Jean de Leyde de Le Prophète en una retransmisión radiofónica turinesa de
cionales se han sumido en el olvido. Los excelente sonido y generosa extensión.
títulos más asentados en el repertorio ac-
tual son, como es bien sabido, italianos:
Don Carlo (1867) y Aida (1871) de Verdi MEYERBEER
y, a cierta distancia, La Gioconda (1876) de LES HUGUENOTS
Leech, Raphanel, Pollet, Borst, Ghiuselev. Orquesta
Ponchielli. Todos ellos conservan los ras- Filarmónica de Montpellier. Cyril Diederich, director.
gos prototípicos del teatro meyerbeeriano ERATO 2292-45027-2 4 CD 1990
(religión, poder, melodrama, coros, ballet,
etc.), pero están servidas, al menos en el
HALÉVY
caso de Verdi, con mayor autenticidad y LA JUIVE
talento musical. Carreras, Varady, Furlanetto, González, Anderson.
Más llamativo e inesperado es el renaci- Philharmonia Orchestra. Antonio de Almeida, director.
PHILIPS 420 190-2 3 CD 1989
miento meyerbeeriano que constituye la
obra escénica de Musorgsky, cuyo Boris
Godunov (1869/1872) encuentra en El MEYERBEER
profeta los precedentes dramatúrgicos de LE PROPHÈTE
McCracken, Horne, Scotto, Hines. Royal Philharmonic
sus celebradas escenas “revolucionaria” Orchestra. Henry Lewis, director.
(Acto III, 1) y “de la coronación” (Acto CBS M3K 79400 3 CD 1976
IV, 2); pero también se inspira en su pro-
tagonista (el falso profeta) para la carac-
terización vocal del falso zarévich Grigori HALÉVY
LA JUIVE
(tenor como su antecedente holandés y Tucker, Hayashi, Gwynne, Sabate, Le Bris. New
que, como aquél, realiza su presentación Philharmonia Orchestra. Anton Guadagno, director.
MYTO 003222 2 CD 1973
mediante la narración de un sueño pre-
monitorio); o realiza en la pareja de mon-
jes Varlaam y Misail una versión ortodoxa MEYERBEER
del trío de anabaptistas meyerbeeriano, LES HUGUENOTS
tan granujas y peligrosos como aquéllos, y Gedda, Shane, Tarrés, Scovotti, Díaz. Orquesta de la Radio
Austríaca. Ernst Märzendorfer, director.
aficionados igualmente a cantar sus him- MYTO 961141 2 CD 1971
nos en octavas paralelas.
Por su parte, Khovanshchina (1880) actua-
liza el espíritu de Los hugonotes al emplear MEYERBEER
LE PROPHÈTE
igualmente como telón de fondo el ge- Gedda, Horne, Rinaldi, El Hage. Orquesta Sinfónica de la
nocidio de una minoría religiosa (en este RAI de Turín. Henry Lewis, director.
caso, los denominados “viejos creyentes”) OPERA D’ORO 1245 3 CD 1970
para desarrollar sobre ella una historia
de calado político mucho más profundo
que el de la ópera francesa, pero cuyo hilo
melodramático, protagonizado por la pa- EN LA GRAN ÓPERA, EL CORO ENCARNA EN
reja Andrei y Marfa, presenta llamativos
elementos en común con la formada por OCASIONES UNA VIOLENCIA IRRACIONAL Y
Raoul y Valentine.
Muy discutida ha sido también la in- SANGUINARIA QUE SE DIRIGE CONTRA LOS
fluencia de la gran ópera en la obra de
Richard Wagner. Siendo Meyerbeer PROPIOS PROTAGONISTAS DEL DRAMA
Audio Clásica ı 75
una de las bestias pardas del sajón, sobre encanto de la escuela francesa y la huella en la trampa de comparar a Meyerbeer
cuya música había escrito en su ensayo del espíritu de Beethoven” y sobre la cual con Berlioz, Verdi o Wagner, cuando
Ópera y drama (1851) que reflejaba “una declaró, sólo unos meses antes del estreno lo justo sería partir del carácter pionero
vaciedad, una superficialidad y nulidad de Parsifal, que “en ella se encontraba la de su obra, instigadora de los progresos
artística que sitúa su capacidad musical mejor manifestación de la esencia judía”. realizados ulteriormente por estos reco-
totalmente bajo cero”, no debería extra- No en vano, Wagner homenajeó (siempre nocidos innovadores. En justicia, si tuvié-
ñar que su efecto en la obra wagneriana según Keller) al malogrado compositor ramos que hacer comparaciones tomando
se sitúe más en la esfera dramática que en francés en el preludio del Acto III de esta como criterio el natalicio del compositor,
la musical, especialmente en Los maestros ópera, cuyo inicio parafrasea la obertu- habría que medir a Meyerbeer con Rossi-
cantores, cuyo Acto II reelabora diversos ra de La reina de Chipre. Según Wagner, ni o a Halévy con Donizetti, y es en este
elementos presentes en el Acto III de Los Halévy habría sido una víctima más de punto obvio que los compositores judíos
hugonotes (algarabía urbana, toque del los hilos urdidos por Meyerbeer en su as- miraban al futuro de modo mucho más
sereno, dúo “nocturno” y pelea callejera censo parisino. decidido que los italianos, pese a lo cual
“fugada”). las tres o cuatro obras fundamentales de
No obstante, y pese a lo morboso que re- RAZONES PARA RECORDAR los primeros reciben menos atención que
sulte rastrear estas puntuales influencias el vigésimo quinto o trigésimo sexto títu-
del anatemizado compositor en su más La gran ópera no sólo desapareció de las lo desconocido de los segundos (o que la
implacable inquisidor, lo cierto es que fue temporadas de ópera durante la prime- vigésimo quinta o trigésimo sexta graba-
Halévy entre los franceses quien ejerció ra mitad del siglo XX, sino que además ción del mismo título de Verdi o Wagner).
en Wagner la fascinación más duradera, fue despedazada por una historiografía En cualquier caso, la posición intermedia
tal como ha documentado el especialista musical fuertemente ideologizada que se ocupada por Meyerbeer y Halévy entre
Walter Keller (Richard Wagner und Jacques ocupó de borrar su importantísima hue- la escuela belcantista y los más fornidos
Fromental Halévy, 1994), matizando de lla alegando la “vaciedad” de su música, estilos de canto auspiciados por Verdi y
paso ciertos malentendidos relativos al como si la trascendencia histórica de una Wagner plantea uno de los problemas
antisemitismo del alemán. En efecto, obra de arte se midiera a partir de la sub- más perentorios en relación con su re-
Wagner fue hasta el final de su vida un jetividad de su valía artística, y no a partir habilitación en los modernos teatros: las
sincero y devoto admirador de Halévy, de su impacto objetivo en el desarrollo del voces. En efecto, las exigencias de algunos
de cuya La judía escribió que reunía “el arte y la cultura de su tiempo. Se ha caído roles les hacen casi irrecuperables, al exi-
gir de los cantantes a la vez unos agudos
(y una coloratura, en el caso de las so-
pranos) belcantista, una calidad verdiana
y una resistencia wagneriana. Es el caso
de roles de tenor casi imposibles, como el
Raoul de Nangis de Los hugonotes y, más
aún, el Jean de Leyde de El profeta.
Si es asumible que, en última instancia,
una gran ópera de Meyerbeer no tiene por
qué gustar más a nadie por muchos argu-
mentos que pongan sobre la mesa, sí cabe
exigir a los historiadores que practiquen
el rigor necesario para distinguir entre su
enorme significación histórica y sus siem-
pre negociables méritos artísticos. Quizá
entonces podamos explicar el olvido del
que ha sido objeto este compositor a otras
causas, como el hecho de que, a diferencia
de Donizetti, Weber o el mismo Berlioz,
su carácter apátrida haya propiciado que
ni su país de origen (Alemania) ni su
país adoptivo (Francia) hayan asumido
la responsabilidad de promover su obra
Arriba: vista
exterior del Palais
dentro de lo exigible. Llegados aquí, no
Garnier sede de queda sino preguntarse por los complejos
la Ópera de París. colectivos que han impelido a alemanes
Junto a estas y franceses a evitar verse reflejados en la
líneas: corte
transversal en una
obra de Meyerbeer convirtiéndole de este
maqueta del Palais modo en el auténtico judío errante de la
Garnier. música del XIX.

76 ı Audio Clásica
GRANDES VOCES DE LA ÓPERA DE PARÍS
Nicolas Levasseur (1791-1871) Gilbert Duprez (1806-1896)
Levasseur conoció a Meyerbeer en Milán en Tras iniciar una carrera como tenor contraltino
1820. Tras asentarse en la capital francesa en Italia, Duprez ganó fama universal al can-
participó en los estrenos parisinos de varios tar por primera vez en 1831 el “Do de pecho”
títulos rossinianos hasta convertirse en primo en el Guglielmo Tell. Sucedió a Nourrit como
basso de la Ópera de París (1827-1853). primo tenore en la Ópera de París en 1836.
Estrenos: Margherita d’Anjou, Il viaggio a Estrenos: Benvenuto Cellini de Berlioz, Guido
Reims, Moïse et Pharaon, Guillaume Tell, et Ginevra, La Favorite, Les Martyrs, La Reine
Robert le diable, La juive, Les Huguenots, La de Chypre y Charles VI, Dom Sébastien y Jéru-
favorita, Dom Sébastien y Le prophète. salem.

Laure Cinti-Damoreau (1801-1863) Marie-Cornélie Falcon (1812-1897)


Debutó en 1816 en Una cosa rara de Martín Legendaria cantante francesa que sobreex-
y Soler. Fue prima donna de la Ópera de Pa- puso su voz y desarrolló una carrera vocal
rís entre 1825 y 1835 y de la Opéra-Comique de apenas seis años de duración. Destacó en
entre 1836 y 1841. la interpretación de roles como Giulia (La
Estrenos: Il viaggio a Reims (Folleville), Le Vestale) y Donna Anna (Don Giovanni).
siège de Corinthe, Moïse et Pharaon, Le com- Su peculiar voz de soprano dramática dio
te Ory, Guillaume Tell, La muette de Porti- nombre al tipo vocal llamado Falcon.
ci, Robert le diable (Isabelle) y Ali Baba de Estrenos: Les Huguenots (Valentin), La jui-
Cherubini. ve (Rachel) y Stradella de Niedermeyer.

Adolphe Nourrit (1802-1839) Gustave-Hippolyte Roger (1815-1879)


Primer tenor de la Ópera de París entre Tenor de voz ligera que inició su carrera
1826 y 1836. Convenció a Halévy de que en la ópera cómica. Tras realizar una gira
escribiera el rol de Eléazar de La Juive para internacional con Jenny Lind, se asentó en
tenor, en vez de para bajo. Tras perder la París donde sucedió a Duprez como primo
voz en 1836 cayó en una depresión que le tenore de la Ópera de París en 1849. Perdió
llevó al suicidio unos años después. un brazo en una cacería en 1859 y se retiró
Estrenos: Le siège de Corinthe, Moïse et Pha- de los escenarios.
raon, Le comte Ory, La muette de Portici, Gui- Estrenos: La damnation de Faust de Ber-
llaume Tell, Robert le diable, La Juive y Les lioz, Haydée de Auber, Le Prophète, L’enfant
Huguenots. prodigue y Le juïf errant.

Julie Dorus-Gras (1805-1896) Pauline Viardot-García (1821-1910)


Compartió velada con Nourrit en la fun- Esta mezzosoprano de origen español
ción que inició la revolución independen- protagonizó el reestreno moderno de Or-
tista belga en 1830. Estrenó roles secunda- phée de Glück en 1859 dirigido por Ber-
rios en la Ópera de París hasta que sucedió lioz. Berlioz y Saint-Saëns escribieron
a Cinti-Damoreau como prima donna. para ella los roles de Dido (Les Troyens) y
Estrenos: Robert le diable (Alice), Gustave Dalila (Sanson et Dalila), aunque al final
III (Oscar), La Juive (Eudoxie), Les Hu- no los cantó.
guenots (Marguerite), Benvenuto Cellini de Estrenos: Le Prophète (Fidés), Sapho y la
Berlioz, Les Martyrs y Charles VI. Rapsodia para contralto de Brahms.

Rafael Fernández de Larrinoa (1972) es titulado superior de Musicología. Actualmente ejerce como profesor de Historia de la Música en la Escuela de Música
Creativa y de profesor de Armonía y Composición en el Conservatorio Joaquín Turina de Madrid.

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