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(Rumores melódicos sobre cómo los ricos no han hecho ni una huevá en
Chile, de cómo España vuelve a la reconquista y de por qué nos podemos
limpiar el poto con el Bicentenario)
Con la excepción del vino, nada de lo que nos rodea y nos crea la ilusión
efímera de felicidad es nuestro. Hay algo de bienestar por el momento, pero
no es nuestro. De pronto, mañana desaparece, así como de pronto apareció. ¿O
alguien cree seriamente que nosotros somos los productores de nuestro
estándar de vida?
Nos visita pronto el Rey de España (foto al instante para Piñera). La Madre
Patria (es decir, Madre Padre, o sea, los padres de la patria) ha logrado
últimamente consolidar una segunda línea en Europa (de un tercer y hasta
cuarto rango a los que había descendido por largos decenios). Hay asunto
lingüístico importante de por medio; un proyecto favorito de España:
mantener la Academia de la Lengua, vertebrar su mundo hispano-americano a
través de ese medio. Dictar, sutilmente, sin que la indiada lo advierta, sobre su
uso adecuado, su propiedad. Controlar ese medio. Controlar esa propiedad.
Coordinar a las academias o sucursales locales y premiar de cuando en cuando
a aquellos indios que hablen y escriban florida, extraordinaria y apegadamente
bien. España ha vuelto a explotar sus colonias americanas y el lenguaje es un
agente central en la campaña. Para el concierto global, los españoles son
capataces idóneos en estas tierras. Ellos dependen en parte de los alemanes y
de los ingleses. Estos últimos dependen de los estadounidenses.
¿Resta acaso alguna pregunta? Algo así como ¿podrá este plutócrata ricachón
gobernar? ¿Habrá una tormenta de protestas en el país? ¿Se organizará la
centro-izquierda y aniquilará por otras dos décadas, con un enérgico y
rejuvenecido nuevo NO, las pretensiones de poder de la derecha? Permítanme
un cierto escepticismo (bajo la confesión, eso sí, de un deseo subyacente,
filántrópico y fervoroso, de errar). El país siempre ha sido plutócrata. Tiene un
presidente plutócrata… ¿Sigo?
Terminemos estas notas australes con ritmos trabaléngüicos: El presidente de
plutocracilandia se quiere desplutocratizar… El que lo desplutocratice, gran
desplutocratizador será.