“…La alimentación vegetariana es justificada por muchas razones.
algunas de las cuales pecan de ser meros esquemas moralistas
prejuiciosos siguiendo algunas corrientes de origen religioso-orientalista, más para la persona que opta por el vegetarianismo y el naturismo científico, es escoger las ventajas reales de una alimentación conciente de acuerdo a la proyección espiritual que se espera alcanzar. Sabemos que la mayoría come lo que le gusta y no lo que le hace bien; porque el secreto de la buena alimentación no está en comer mucho, sino en una adecuada dieta que sea bien balanceada y que en el caso de ser vegetariana no se circunscribe exclusivamente en vivir en base a ''ensaladas", como por ignorancia se piensa, ni tampoco nos condena a comer comida desagradable o sin sabor, porque para ello existe el arte culinario, que sin engreírnos demasiado -sacrificando el organismo frente a condimentos muchos de ellos nocivos en exceso- nos permite ingerir los alimentos agradando el gusto de manera mesurada. En mi propio caso soy un vegetariano por convicción y no por religión, ya que ésta no me lo prohíbe, pero incluye un mandamiento que dice: "Ama a tu prójimo como a ti mismo. . .". Esto, que en ningún caso sugiere narcisismo alguno, señala el deber de respetarnos y cuidar de nuestra persona y nuestro cuerpo que nos fue dado en administración, procurando su justo descanso y adecuada alimentación. Ya sabemos qué sucede con la excesiva dedicación que llega a convertir a nuestro cuerpo en una masa cebada, que no responde después a los requerimientos; igualmente, cuando lo maltratamos llega éste a rebelarse o a acostumbrarse al sufrimiento, tornándose indolente Si en alguna ocasión se me presenta la necesidad de ingerir carne, porque no tengo acceso a otro alimento, lo hago sin ir con ello contra mi conciencia, además no todas las vitaminas se encuentran en los vegetales que están a nuestro alcance, por ello se recomienda hacer alguna concesión para no llegar a extremos de fanatismo que debiliten innecesariamente nuestro organismo, combinando cada cierto tiempo la alimentación con pescado. Biológicamente hablando, la célula vegetal mediante la fotosíntesis se constituye en una fábrica de vida, pues genera su propio alimento. Por otro fenómeno "el de la turgencia", la planta retiene agua, de tal manera que al ser ingerido el vegetal; este se encuentra vivo. A diferencia del vegetal, a célula animal es una célula parásita dependiente, es incapaz de fabricar alimento, además que al morir el animal inmediatamente entra en proceso de descomposición, generando una toxina que se llama “putrina”. Así es que el vegetal lo comemos vivo, mientras que al animal lo hacemos estando muerto y en proceso de putrefacción; mientras que en uno incorporamos a nuestro organismo síntesis de vida, con el otro ingerimos muerte y toxinas. En el animal queda más marcada la imagen y vibración de angustia por la muerte que en el vegetal; de allí que con la carne estamos absorbiendo tensión y angustia. El vegetal acepta noblemente el hecho de servir como alimento nuestro, incorporándose a nuestro organismo a través de una comunión sagrada en la que su cesación sirve para que el hombre siga subsistiendo; además que también eleva su vibración al integrarse a nuestro ser. El vegetal es consciente de todo esto tal como lo revelan los experimentos que se han hecho con plantas y que demuestran su reacción a los diferentes estímulos y situaciones, haciéndonos ver que ellas sienten con cierta intensidad. Es evidente, también, la influencia de la alimentación carnívora, especialmente de las carnes rojas sobre los instintos y la agresividad de las personas. Por todas estas razones y muchas más nos vemos atraídos sin fanatismo alguno hacia el vegetarianismo consciente, lacto, ovo vegetariano ( huevos, leche y vegetales diversos) y que exige un aprendizaje gradual para la correcta combinación de alimentos y dieta. Como recomendación final, es conveniente el consumo durante el verano, de alimentos naturales especialmente frutas fiestas que no fermenten y verduras crudas, tratando de ingerir pocos alimentos y más líquidos como son el agua fresca y corriente, el zumo de limón y jugos diversos. Todo esto para evitar el calor estomacal (estomatitis), la deshidratación por diarreas, etc. Durante el invierno se imponen las verduras cocidas, los cereales, la fruta seca y demás frutas como nueces, castañas, así como semillas de girasol entre otras, ricas en calorías….”
Extraído del libro: “Los Guías extraterrestres” Sixto Paz Wells