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Thomas Mun
Partes I, II y III *
precios ms altos de lo que valen en la casa de moneda; que la ordenanza de empleos para extranjeros
est en vigor o sea derogada; que el simple cambista abuse; que los prncipes opriman, que los abogados
extorsionen, que los usureros expriman, que los derrochadores desperdicien y por ltimo, que los
comerciantes exporten todo el dinero que tengan oportunidad de emplear en el trueque, todas estas
acciones, sin embargo, no pueden producir otros resultados en d curso del comercio del que se ha referido
en esta disertacin, pues solamente ser trada o lle-wda fuera de la repblica tanta riqueza como el
comercio extranjero-supere o sea inferior en valor en la balanza. Y esto debe suceder por una necesidad
ms fuerte que todo lo que se oponga, de tal manera que cualesquiera otras operaciones (que no tiendan a
este fin), aunque pueda aparecer que compelen al dinero a entrar al reino por algn tiempo, sin embargo
(el ltimo trmino), no slo son estriles sino tambin perjudiciales; son como las corrientes violentas que
destruyen las riberas y de pronto se secan de nuevo por falta de agua.
Considerad, pues, la verdadera forma y valor del comercio exterior, el cual es: la gran renta del rey, la
honra del reino, la noble profesin del comerciante, la escuela de nuestros oficios, la satisfaccin de
nuestras necesidades, el empleo de nuestros pobres, el mejoramiento de nuestras tierras, la manutencin
de nuestros marineros, las murallas de los reinos, los recursos de nuestro tesoro, el nervio de nuestrasguerras, el terror de nuestros enemigos. Por todas estas grandes y poderosas razones muchos estados
bien gobernados fomentan grandemente esta profesin y cuidadosamente estimulan esta actividad, no
solamente con una poltica que la aumente, sino tambin con poder para protegerla de daos externos,
pues saben que entre las razones de estado es la principal el mantener y defender aquello que los sostiene
a ellos y a sus haciendas.