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El don de la eucarista a la Iglesia expresa una verdad esencial: slo Jesucristo es nuestra accin de
gracias, como l solo es nuestra alabanza. l da el primero gracias al Padre, y los cristianos tras l y en
l: per ipsum et cum ipso et in ipso. En la accin de gracias cristiana, como en toda oracin cristiana,
Cristo es el nico modelo y el nico mediador Rom 1,8 7,25 1Tes 5,18 Ef 5,20 Col 3,17. Los primeros
cristianos, conscientes del don recibido y arrastrados por el ejemplo del maestro, hacen de la accin
de gracias la trama misma de su vida renovada. La abundancia de estas manifestaciones tiene algo
sorprendente. Son los cnticos de Lc 1 y Lc 2, provocados, como ciertos cnticos del AT, por la
meditacin lenta y religiosa de los acontecimientos. Son los reflejos de accin de gracias de los
apstoles
y
de
las
primeras
comunidades Act 28,15 5,41 21,20 Rom 7,25 2Cor 1,11 Ef 5,20 Col 3,171Tes 5,18. Son sobre todo los
grandes
textos
de
Pablo,
tan
evocadores
de
su
accin
de
gracias
continua 1Cor 1,14 Flp 1,3 Col 1,3 1Tes 1,2 2,13 2Tes 1,3, que adoptan a veces la forma solemne de la
bendicin 2Cor 2,3 Ef 1,3. Toda la vida cristiana, toda la vida de la Iglesia, est para Pablo sostenida y
envuelta por una combinacin constante de splica y de accin de gracias 1Tes 3,9s 5,17s Rom 1,8ss El
objeto de esta accin de gracias, a travs de toda clase de acontecimientos y de signos, es siempre el
mismo, el que llena la gran accin de gracias de la epstola a los Efesios: el reino de Dios, el
advenimiento del Evangelio, el misterio de Cristo, fruto de la redencin, desplegado en la Iglesia.
El Apocalipsis amplia esta accin de gracias hasta las dimensiones de la vida eterna. En
la Jerusaln celeste, acabada ya la obra mesinica, la accin de gracias viene a ser pura alabanza de
gloria, contemplacin absorta de Dios y de sus maravillas eternas Ap 4,9ss 11,16s 15,3s 19,1-8.