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LIBROS PARA EL PUEBLO

LOS IMPUESTOS
Y LA INDUSTRIA

CAPITAL FIJO Y FLUCTUANTE

por
J. da C. FORTINHO

MONTEVIDEO: 1878
5

Imp. á vapor de “El Telégrafo Marítimo”

CALLE DE LAS PIEDRAS, 69, 71 y 73.


6

Índice

Los impuestos y la industria pg 7

Capital fijo y fluctuante pg 57

_____________
7

LOS
IMPUESTOS
Y
LA
INDUSTRIA


I



El progreso de un país está en gran parte subordinado a la buena organización de su


sistema financiero. Los impuestos ejercen sobre el destino de los pueblos y de su
industria una influencia de la mas elevada importancia.
Un Estado no debe limitarse a obtener ad libitum los medios precisos para ocurrir a
las necesidades públicas, sino que tiene que saber cuales son las contribuciones
justas y procura que estas no recaigan desproporcionalmente sobre las clases menos
favorecidas de la fortuna, que no impidan la creación provechosa de ramos de
industria ni dificulten la marcha de los que existan; que cada uno pague con arreglo
a so que posee, y finalmente que los agentes administrativos no absorban a título de
8

recaudación una suma importante de las rentas de la nación, esterilizando así los
sacrificios del pueblo.
Solo después de una apreciación meditada pueden señalarse los impuestos que
deben ser preferidos y determinar la organización completa de un sistema rentístico.
Establecer esa preferencia en este país y asimismo en la generalidad de los países
sud-americanos, creemos que no es una tarea difícil. Los países jóvenes no cuentan
como aquellos del viejo mundo numerosa industria que los obliguen a recargar a sus
contribuyentes con impuestos generales directos é indirectos de muchas especies
diferentes.
El sistema de Quesnay, así como el income tax, lo juzgamos, sin discusión,
inaplicable a nuestra sociedad, como lo considerará todo estadista que conozca las
condiciones económicas de estos países. La contribución nacional como renta
nacional no puede tampoco adoptarse en los países que basan la grandeza de su
porvenir en la importación de brazos para el trabajo.
Fundar el presupuesto del Estado en un impuesto único, además de ser una
preocupación de los espíritus que no tratan de las resoluciones prácticas, sería una
9

negación del principio descentralizador, que es la base primordial de toda la


administración pública en los países democráticos.
En armonía, pues, con la organización política de los pueblos republicanos, y de
conformidad con las condiciones económicas de los Estados sud-americanos,
suponemos que el sistema preferible es formar el presupuesto general de la nación
con los impuestos aduaneros y tasas de sellos sobre todas las transacciones. Esos
impuestos son los que ofrecen la mas justa y proporcional repartición entre los
contribuyentes, porque cada uno pagará en razón directa de lo que consume.
Además de ser favorables y expeditos, también son las contribuciones que mejor se
recaudan.
Desde que los altos poderes del Estado se limiten a atender exclusivamente los
servicios de la administración general con el producto de los impuestos arriba
mencionados y mas alguna renta de Capitanías de puertos, quedará establecida de
hecho la descentralización, que tan prodigiosos beneficios produce a la sociedad.
Asimismo quedará campo abierto a los departamentos ó a sus municipalidades para
imponer otras cargas locales, en relación a sus particulares recursos, con las cuales
puedan acudir a las mejoras morales y materiales de sus respectivas
circunscripciones.
10

Las reclamaciones, los clamores que le levantan siempre en los pueblos por la
absorción de las rentas públicas a favor de las metrópolis ó de las poblaciones cabeza
de los departamentos, no tendrán ya razón de existir cuando se practique el sistema
rentístico que acabamos de indicar.
Al mismo tiempo las cuotas municipales establecida sen los pueblos, por fuertes que
sean se pagarán siempre sin dificultad desde que su importe se emplee en el mismo
punto y el contribuyente pueda convencerse de su utilidad, a la par que ejercer una
fiscalización directa.
En todas partes el lugareño posee en alto grado el patriotismo del hogar, porque cree
de eso modo ser también el defensor nato y entusiasta de los lares de su familia.
Y nada mas justo que allí donde el hombre vive, donde reside con los suyos, goce de
algunos beneficios que correspondan directamente a la parte con que él concurre a
favor de la sociedad.

II


La descentralización administrativa considérase, muy justificadamente, como un
principio de libertad y elemento de progreso.
11

Como principio de libertad, porque los ciudadanos pagando ciertos impuestos de


Estado que les garantan su representación é independencia nacional, la alta justicia
de sus causas y la superior instrucción de la juventud, quedan completamente libres
para ejercer, según su criterio y voluntad, todas las atribuciones mas íntimas que
competen al hombre social y para mejor gozar de todos los derechos civiles y
políticos.
Elemento de progreso, porque el ciudadano existe en el hombre el sentimiento
natural de la familia y de las relaciones amistosas que conducen a crear otros
deberes, que podemos llamar domésticos, como son el desear que la ciudad, villa ó
aldea donde él educa sus hijos, posea cultos religiosos y escuelas que les formen y
alimenten el espíritu; vías de comunicación que permitan el cambio de sus productos
y las relaciones con los otros pueblos vecinos, y de allí con los mercados principales;
en una palabra, cuanto pueda concurrir a lo útil y agradable de la existencia
humana: todo lo cual se satisfará por medio de la concurrencia de otros impuestos
locales, cuyo establecimiento y reparto se hace ya mas fácil, puesto que pueden ser
directos cual sucede, por ejemplo, con casi todas las cargas municipales.

En fin, por el sistema mencionado, cada población gozará de los beneficios


correspondientes a su riqueza y proporcionarles a los impuestos que pesan sobre sus
habitantes.
12

III


La centralización es por el contrario una traba constante puesta al trabajo y a la
riqueza; disminuye la actividad personal; consume sin reproducción una importante
suma de las fuerzas y de la iniciativa que se emplean en los variados ramos de la
industria, y es bajo todos los puntos de vista una rémora para el progreso de un país.
La centralización tiene aun el inconveniente de representar las atribuciones de un
poder sin limites al cual sin ventajas correspondientes todo está sometido. La
extensión que este poder abraza no le permite impedir que se transformen en una
fuerza de presión las exigencias de los empleados subalternos. De ahí que el abuso y
el despotismo vengan casi siempre a ser crímenes innatos en los gobiernos
centralizadores.
Para impedir los excesos y abusos de las autoridades subalternas y que mejor se
respeten las leyes por sus propios ejecutores, es indispensable fundar los municipios,
dándoles todos sus derechos sobre la autonomía del hogar.
13

Sin este baluarte de la libertad donde puedan agruparse alrededor de él todos los
buenos ciudadanos, no habrá fuerte punto de apoyo para la tranquilidad pública ni
quien salvaguarde la propiedad: en fin, no puede establecerse y hacerse
indestructible la paz en la República.
Como principio político y también como principio económico, el sistema de
administración de la República no deberá ser otro que el de la descentralización; y
para la ejecución de él no se reclaman eminentes estadísticas: hombres prácticos de
buen sentido y sobre todo de reconocida moralidad, son los que deben ocupar los
delicados puestos de la alta administración de la Hacienda nacional.
Si la República no se envuelve, como lo esperamos, en nuevos extravíos, a pesar de
su abultado déficit, y cuando siga aprovechando los abundantes recursos que
poseemos, el Tesoro nacional pagará los compromisos del Estado sin exigir pesados
gravámenes ni sacrificios del público.
Pero dada la hipótesis de que no hubiera paz ni orden en la administración, todos los
sistemas son iguales porque todas las medidas son inútiles. No hay medios
económicos conocidos para oponer a la corrupción é inmoralidad, que produzcan
buenos resultados.
14

Aceptando un sistema, es preciso secundarlo con los preceptos inherentes al orden


regular de todas las administraciones.
Hoy el primer paso a darse debe ser el de establecer un nuevo régimen en las
aduanas y realizar en la tarifa de las mismas la gran reforma que la actual por su
imperfección reclama. Eso seria, a la vez de una necesidad provechosa, un acto de
moralidad y justicia.

IV


Los empleados del Fisco deben ser escogidos entre lo mejor del personal
administrativo de un Estado. La responsabilidad mas estrecha debe pesar sobre
ellos, al mismo tiempo que sus sueldos beben ser tal altos cual corresponde á
hombres dignos de toda confianza.
Exigir buen servicio y cumplimiento intachable de quien tiene haberes insuficientes
para su sustento y el de su familia, es pretender lo que no cabe en la voluntad
humana.
Si el funcionario por la insuficiencia de los medios que le proporciona el Estado tiene
que ocuparse de otros asuntos ajenos a sus deberes para aumentar sus
participaciones ingresos, ocasiona necesariamente un prejuicio al país, puesto que
distrae un tiempo debiera emplear en el servicio público. Si sus talentos ó su
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actividad no les permiten obtener suplementarios recursos fuera de sus empleos,


tales funcionaros, á no poseer la rara abnegación de resignarse a una triste
existencia de privación y miseria, se ven impedidos a contraer deudas que jamás
pueden solventar.
Dado este paso, son muchos los que se lanzan involuntariamente al ancho camino
del crimen.
Lo acreedores no se paran, como es natural, a examinar las causas por que aquellos
contrajeron las deudas, y a trueque de recobrar su importe no hay medio alguno que
no propongan al deudor, sin que les parezca condenable. Exige, pues, el pago del
compromiso ó su equivalente en algún servicio que les sea útil, y nadie mejor que un
empleado en aduanas puede prontamente encontrar equivalencia con que solventar
sus deudas…
Supóngase cualquiera en la posición de un empleado fiscal abrumado por el compro-
miso de una deuda, a quien se acosa con citaciones, embargos y además coacciones
judiciales que al mismo tiempo está diariamente tratando con especuladores que al
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despachar sus mercancías le invitan a clasificar éstas como calidad inferior y por
tanto menos gravada por la tarifa, o bien a mudar el nombre al género mediante
mediante el reparto entre ambos del beneficio que resulta del fraude. Dudamos que
haya muchos que resistan a semejante tentación en dichas circunstancias
apremiantes.
Creemos además que se el ofrecimiento de concusión procede del mismo acreedor, y,
hábil este tales manejos, sabe pintar con negros colores el cuadro de la vida futura
de su víctima, en tal caso el funcionario público será pronto vencido, aceptando la
propuesta que le arrastra a caer en el acto criminal de defraudar el Tesoro nacional.
Ese servidor del Estado que así procedió una vez, quedó imposibilitando en adelante,
con dicho especulador, que fue su cómplice, para defender como debiera los intereses
de la Hacienda pública. Repítese, pues, el crimen cada vez que este se presenta. Al
precio de que su delito no sea conocido, el empleado tiene que subordinarse por
completo a voluntad del especulador.
Corre el tiempo y con él la impunidad queda reconocida; entonces el funcionario, que
ya tenido, gracias a sus abusos, ocasión de gustar las comodidades; que puede ya
educar convenientemente a sus hijos, empieza a comparar su venturoso presente
17

con el pasado y a convencerse de que aun debe especular en mayor escala con su
posición oficial, para reunir una fortuna que le haga independiente y le permita
abandonar su empleo.
En el comercio la noticia de que se contrabandea por medio de los Baladores de la
Hacienda pública, causa al principio un movimiento de alarma pero bien pronto cada
cual procura estudiar el negocio y se tantean todos los medios de pagar el menor
impuesto posible al Tesoro nacional.
Los mas refractarios a estas condenadas especulaciones vienen a convencerse de su
necesidad. un comerciante en efectos que despacha lícitamente sus mercancías en la
aduana, no puede competir en la venta con otro que haga contrabando. su interés y
su criterio le persuaden de que sería una victima de sus preocupaciones si insistiese
en proceder con el respeto que se debe a las leyes.
Un ejemplo de corrupción basta para inmoralizar a una corporación y para
generalizar el contrabando, mermando considerablemente las rentas del Estado y
haciéndose patentes todos los abusos.
Los empleados mas subalternos de las casas fiscales, no pudiendo participar de los
beneficios producidos por altas combinaciones basadas en el pago de impuestos,
18

buscan utilidades a su alcance diezmando las mercaderías que bajo su custodia


están almacenadas.
Esos nuevos delitos necesariamente han de quedar a su vez impunes, puesto que de
otro modo los reos se convertirían en acusadores de mayores faltas.
En las circunstancias que indicamos el desorden sustituye al orden, y la corrupción y
la inmoralidad dirigen impunemente las situación de un país.
Malo es el resultado a que se llega en todas partes del mundo cuando la
administración pública se ve infestada por la desmoralización.

V



Las tarifas de las aduanas, sirven, hábilmente manejadas, para poderosa palanca de
progreso a los gobiernos que se ocupan de la creación de nuevos ramos de industria
nacional; sirven asimismo a estos de balanza para justicia por medio de la cual pesan
la aplicación que cada mercadería va a tener en el consumo general, a fin de que el
impuesto se reparta en justa proporción al haber de cada consumidor.
19

Las tarifas tienen, por otra parte, una importancia inmensa en la vida particular de
los pueblos: así, influyen sobre los gastos domésticos como sobre los precios de todos
los artículos del consumo.
La mayor baratura posible de la vida del operario y del hombre de trabajo en general,
toma las proporciones de una cuestión de Estado en los países que tienen pendiente
de la inmigración y aclimatación de brazos su futura riqueza. Es por lo tanto una
cuestión que conviene estudiar con el mayor detenimiento.
En la organización de tarifas aduaneras debe atenderse a que las materias auxiliares
que en país no pueden producirse y sean indispensables para concurrir a la creación
de las industrias apropiadas al clima, no se carguen con pesados derechos. Al mismo
tiempo se debe establecer en las tarifas la equitativa diferencia entre los géneros de
consumo general de la población, de importación extranjera, y aquellos de la misma
procedencia, exclusivamente de lujo, que consume la clase social mas acomodada.
La estrategia económica en la organización de las tarifas consiste en proporcionar
indirectamente a la iniciativa particular los medios de levantar en el país provechosa
industria, haciendo que las manufacturas de procedencia extranjera no perjudiquen
a las nacionales y aun aquellas cuya creación sea razonable esperarse.
20

A este aspectos los Estados Unidos dieron al mundo una gran lección aun después
de su lucha civil. La victoria del Norte sobre el Sud no fue solo el triunfo de las
doctrinas anti-escravistas. Al mismo tiempo venció el principio proteccionista. Por ese
sistema los norte-americanos consiguieron prepararse para hacer ventajosa
concurrencia a la industria europea.
Los pocos años que los ciudadanos de la Unión Americana estuvieron encerrados
dentro de las líneas aduaneras, le bastó para que fundasen muchas importantes
industria que ellos no poseían y que se desarrollaron al abrigo del proteccionismo.
Ahora y con razón ya se levantan voces pidiendo a concurrencia con las
manufacturas extranjeras como el seguro medio de perfeccionar los nuevos ramos de
industria y por consiguiente de conseguir los consumidores la reducción de precios
de algunos de esos artículos de producción nacional.
Del incremento de muchas industrias norte-americanas proviene que eminentes
economías de aquel país se propusiesen demostrar que la incomparable lucha civil
había producido las ventajas de un grande aumento para la riqueza pública.
21

Y sin los grandes medios que produjo la industria por cierto que el general Grant
presidente de los Estados-Unidos, no hubiera elevado a su ejecución la proclama
estrepitosa después de concluir la guerra, en que dijo:
“Una gran deuda fue contraída. Debemos pensar en liquidarla, y por consiguiente
abrir el pago en especies metálicas tan pronto sea posible, para que así respetemos
los derechos de los acreedores del Estado y el interés general del país.
“No opinamos que sea repudiado un solo centésimo de la deuda pública. Este
principio contribuirá a aumentar inmensamente nuestro crédito, que debe ser el
primer crédito del mundo.
“Cuando no se haya especificado otra forma, cada peso de la deuda nacional debe ser
reembolsado en oro para salvaguardar la honra de la nación.”

VI


Las seductoras teorías libre-cambistas que los países a la vanguardia de la
civilización proclaman entusiasmados, solo entre ellos tienen útil aplicación. Allí,
donde la industria esta ya robustecida y perfeccionada, la protección representaría
ahora el monopolio que mataría la emulación, incentivo que conduce a la perfección
22

artística y económica. La concurrencia, pues, en los productos de esos ya


perfeccionados talleres de nacionalidades diversas que están a igual altura y tienen
los mismos elementos, obliga a los fabricantes a proporcionar al mercado artefactos
de la mejor calidad y al precio mas económico posible.
La Inglaterra podía y debía levantar el grito de libre-cambio, porque siendo sus
inagotables materias primas el hierro y el carbón, necesitaba permutar una parte de
estas materias por todas las otras tan numerosas de que carecía y que otros países
debían proporcionarle a fin de alimentar sus fábricas de tejidos, de cueros y de
tantas otras especies que posee y que hoy constituyen su inmensa riqueza nacional.
La historia nos enseña que el libre-cambio no tiene aplicación en tanto que los
ejércitos civilizadores de la industria no se hallen convenientemente armados y
municionados para poder entrar con ventaja en las luchas del progreso.
Todas las portentosos ramos de industria que asombran al mundo fueron creados y
desarrollados al amparo de los impuestos proteccionistas, aunque establecidos con
mas ó menos prudencia legislativa, según convenía a los intereses de cada país.
23

Y tales fueron los medios restrictivos que se adoptaron para favorecer la industria,
que hasta es estableció una diferencia entre los derechos de las mercaderías según
fuese la bandera bajo la cual habían sido transportadas; diferencia aun vigente en
algunos países progresistas.

VII


La necesidad y conveniencia de la protección a la industria en los países nuevos no
puede ser negada ni aun por los hombres de mas talento que abogan por el libre-
cambio.
Todos los bellos argumentos sobre que el ciudadano no está obligado a pagar otros
impuestos que aquellos que directamente competen al Estado, como asimismo que
las industrias protegidas son monopolios que el pueblo sustenta en interés particular
de determinados individuos ó asociaciones; todos esos argumentos, decimos, se
desvanecen ante el inexorable realismo de la práctica en los países en donde todo
existe por explorar y donde fuertes motivos aconsejan procurar la detención de los
capitales internos.
Los pueblos nuevos que se encuentran en los primeros días de su juventud
consumiendo en estado natural todos los productos de su suelo, en la permuta con
24

las cosas indispensables a las necesidades de la vida que les son enviadas de los
mercados extranjeros efectúan un comercio ruinoso para sí, constituyéndose en
recompradores a los mas altos precisos de su propios productos después de
manufacturados.
Legase de esta manera a sentir los terribles efectos de la pérdida de capital fluctuante
de un país y a la constante disminución de su presupuesto. La grave cuestión de la
reproducción es a lo que se obsta por el arrebato hecho a la circulación con los saldo
que absorben las diferencias de valor entre las remesas exportadas en bruto y
recibidas manufacturadas. Así, disminuyendo la oferta de capital se aumenta el
precio de alquiler, disminuye la producción necesaria al consumo, y se empobrece la
riqueza de la nación.
La base racional de todo el sistema económico de los países sud-americanos debe ser
buscar los medios que promuevan el aumento del capital fluctuante de sus
mercados, a fin de que estos Estados posean elementos con que satisfacer sus
premiosas necesidades, y para utilizar de un modo provechoso la corriente de
inmigración que viene a pedir trabajo a estas fértiles regiones.
25

VIII

Es intuitivo del análisis práctico del sistema rentístico que venidos indicando, que sin
los impuestos proteccionistas muchos artículos podrían ser ofrecidos al consumo por
mas módico precio, pero también el consumo de productos extranjeros disminuiría el
capital fluctuante de nuestro presupuesto y por ese motivo aumentaría el precio de
su alquiler; en resultado, pues, desaparecería la ventaja antes mencionada, porque
se pagaría al propio tiempo mayor precio para adquirir otros diferentes artículos.
Para el consumidor nada influye pagar un reducido premio por el artículo A y
satisfacer muy caro los artículos B y C. Su sola aspiración consiste en que el total de
sus gastos sea lo mas reducido posible.
No es bastante estudiar lo que son hoy esos grandes centros del mundo industrial;
conviene examinar cual fue su punto de partida y las condiciones particulares de
cada país, después de poseer valiosos instrumentos de producción. Y no es aun
menos importante que al mismo tiempo se medite en su abundancia de brazos para
el trabajo en la cantidad de capital fluctuante ya invertido en fijo que en la actualidad
les facilita el aumento de su presupuesto corriente.
En los Estados sud-americanos y en todos aquellos cuyas riquezas se encuentran por
exportar, dos causas únicas en circunstancias ordinarias pueden establecer la
carestía del alquiler de capital; y son: la múltiple actividad de la industria y creación
de nuevas empresas ó una sensible pobreza de las primeras, cuya producción y
26

reproducción del presupuesto corriente no corresponda a las necesidades del


consumo diario.
El testimonio de los hechos es siempre elocuente para decidir cuestiones de este
orden, y tanto mas cuando de buscan ejemplos en los propios países sud-
americanos, puesto que entre éstos la analogía el real y positiva.
Los capitales en Chile y el Brasil, en general, piden un interés ordinario de 6 a 8 por
ciento al año y en el Río de la Plata de 8 a 12 por ciento, porque en aquellos países
predomina el principio de protección a la industria nacional.

IX


Aun admitiendo como resultado en estos países que de la comparación de los
sistemas Proteccionismo y Libre-cambio hubiese igualdad de gastos generales, es
preciso reconocer que sería mas peligroso preferir el libre-cambio, porque haría
imposible la creación de escuelas industriales; y porque provocaría mayor número de
crisis económicas; esos acontecimientos que tanto perturban el orden de las
transacciones de un mercado y disminuyen la fortuna general de una nación.
27

Cuando la existencia comercial de un pueblo está absolutamente ligada y


dependiente de los mercados exteriores, él posee el triste privilegio de que sus crisis
económicas no sean solo ocasionadas por los desequilibrios propios: éstos vienen
repetidamente impelidos por las mismas transacciones de los mercados
abastecedores, conservando siempre la intensidad de su fuerza para reproducirse en
la proporción numérica de las relaciones que el comercio tiene establecidas entre sí.
Por esa razón las crisis europeas perturban completamente la marcha regular del
movimiento comercial é industrial de estos países, en un todo dependientes de los
mas leves movimientos de aquellos grandes centros.
Restringir cuanto sea posible este radicalismo de relaciones, el cual no representa la
febril actividad comercial, sino la triste supeditación que obliga a sufrir además de
los males propios las desgracias ajenas, es un problema que nos parece resolverse en
gran parte por la creación de algunos ramos de industria nacional, siquiera sean solo
aquellos cuyas primeras materias poseemos.
28

Por nuestra parte, para los países jóvenes damos nuestro voto en pró de moderadas
tarifas proteccionistas, como medio de dar vida y desarrollo a su conveniente
industria.
Los que exageradamente interpretan la palabra libertad como un derecho aplicable
en todos sentidos, deberían reflexionar que el libre-cambio en las condiciones
excepcionales de los Estados sud-americanos no representa como ellos proclaman, la
felicidad y la independencia. Es negar al trabajo nacional la protección del Estado
otorgándola generosamente a favor de la fabricación extrajera.
Cuando un país, como este, importa manufacturas extranjeras cuya materia primera
proviene de la producción nacional, no vemos dificultad en que se sostenga ante el
hecho mismo de esa fabricación, que existe en semejante sistema aduanero una
positiva protección a favor del trabajo extranjero.
¿Qué libertad ó feliz independencia ofrece, el libre-cambio a quien por sí se
imposibilita hasta de aprovechar las materias primeras que dentro de su propio
Estado se producen?
29

Económicamente considerada tal operación de remitir las materias primeras para


que sean manufacturadas en el exterior representa un consumo improductivo de
capital fluctuante. Bajo el punto de vista político, un país que vive produciendo
únicamente las materias primeras en el estado natural en que son arrancadas a su
suelo, hace en la comunidad de las naciones cultas una triste representación de
servidumbre, además de verse expuesto a las mas funestas consecuencias en caso de
guerra con el extranjero y que sus puertos sean bloqueados.

X



Para que se haga juicio seguro respecto de la protección que pide la industria fabril
en las sociedades recién formadas, es indispensable profundizar también la cuestión
del capital fluctuante y fijo, reconocerle toda su inmensa influencia, como él se
relaciona con el progreso de los pueblos, y al mismo tiempo juzgar los inconvenientes
ó peligros que ocasiona el escape de dicho capital.
Cuando se habla de plantear cualquier industria en un país, es evidente que la
referencia se entiende con relación a aquellas que le son mas adecuadas a
consecuencia de los elementos ofrecidos por su solo y clima.
30

Cierto es que ningún país puede fabricar todo cuanto necesita, y también que solo
deberá producir las manufacturas que después de los primeros años de experiencias
y estudios sirvan para competir con iguales productos de procedencia extranjera.
Abogamos por la protección a la industria nacional, pero combatimos el monopolio
bajo la forma de privilegios de introducción. Entre esos dos principios la diferencia es
inmensa para las personas que despreocupadamente aprecian los hechos.
Cuando un Estado impone contribuciones proteccionistas a favor de la industria
nacional, ofrece igual derecho a todos sus habitantes para gozar de ese beneficio.
Debe hacer mas: cualquier tiempo que esa industria necesita para robustecerse y
desarrollarse, y después de una determinada época cuando ya puede resistir a la
concurrencia de los productos similares dispensarse de darlo su protección.
El monopolio es el privilegio concedido a determinada asociación, que no admite ni la
propia concurrencia de los demás ciudadanos del país. Es un solo y único productor
de especificada mercadería que se impone a los consumidores de todo el mercado
interno.
31

Además de la importante cuestión de capital fluctuante, la existencia de la industria


manufacturera proporciona medios de trabajo a toda la actividad humana.
En ella se emplean personas de todas las edades y sexos, y asimismo desde lo mas
robusto hasta los inválidos. Y al mismo tiempo del consiguiente provecho de la
actividad manual, también se pueden utilizar todos los elementos susceptibles de
producción que se pierden donde no existe industria fabril.
En las tarifas aduaneras se puede atender a solo proteger los ramos de industria
cuyo planteamiento sea natural al país. Y no obstante el derecho de importación
sobre las manufacturas extranjeras de especie igual ó semejante que el Estado
resuelva proteger, no precisa exceder de un pago de contribución mayor del 30 por
ciento sobre el respectivo valor. Toda industria que con ese beneficio proteccionista
se hace plantear y no produce ventajosamente, es claro que no ofrece garantía para
su futuro engrandecimiento.
32

También son derechos proteccionistas las reducidas contribuciones sobre las


materias primeras que el país no posee y se conocen por indispensables a la
fabricación de todas las manufacturas que la industria jamás pide un sacrificio del
Tesoro, puesto que dichas materias auxiliares de las industrias nada producen como
renta pública antes de funcionar las oficinas manufactureras.

XI



Los impuestos aduaneros establecidos con criterio según las condiciones de cada
país, permiten hacer de ellos un reparto justo sobre los consumidores. Esta es la
base esencial de todas las contribuciones que se piden al público.
Por otra parte, las rentas de un Estado dificultarían mucho su cobranza cuando
prescindiendo de este medio tratase él de organizar su presupuesto con cantidades
de otro orden.
También, como ya hemos demostrado, las contribuciones aduaneras tienen el poder
entre los Gobiernos ilustrados de servir de regulador y activo agente del
planteamiento y progreso de ramos de industria.
La rigorosa fiscalización sobre entrada y salida de géneros de que se encargan las
33

aduanas, sirve para conseguir que se exprese y reduzca a números minuciosos todo
el movimiento de cambio con los mercados del exterior. Así como se constituyen las
estadísticas, ese gran libro de estudio para el progreso de los pueblos.

XII


El examen de la tarifa aduanera del Estado uruguayo revela a todas las luces el
imperdonable descuido con que son tratadas en el país las importantes cuestiones
financieras.
Una parte de las contribuciones sobre los artículos de importación, por su elevado
valor representan el derecho proteccionista. Sin embargo, como el recargo sobre
parte, aquella de las materias auxiliares é indispensables al fomento de la industria
nacional, es también elevado, así quedan destruidos los beneficios a favor de las
manufacturas nacionales.
Como resultado de las desordenadas ideas que presidieron a la confección de la tarifa
aduanera de la República uruguaya, sucede que inconscientemente los poderes
públicos promulgaron leyes proteccionistas a favor de la industria extranjera. Esto es
hasta donde se puede llevar el desorden económico de un país.
34

El análisis minucioso de la tarifa aduanera de la República nos dice aun mas en


certificación de dicha protección a la industria extranjera. Muchos avalúos
establecidos en la tarifa se encuentran hechos por un valor menor del costo de
ciertos artículos en los mercados productores . Eso agrava mas la imposibilidad de
plantear ramos de industria nacional, al paso que protege los productos de aquella
procedencia.
Para apreciar semejantes errores no se necesita poseer profundos conocimientos de
la ciencia económica; bastaría que los gobiernos y legisladores del país atendiesen al
cumplimiento de su mandato y que no autorizasen sin ninguna meditación esos
absurdos económicos, cuyo alcance es imposibilitar el progreso nacional,
conservando perpetuamente la obligación de consumir mercaderías extranjeras.

XIII


Mas adelante demostraremos la importancia que ejerce el capital fluctuante sobre el
progreso de un país. Emprenderemos asa tarea para que las personas que
desconocen estos asuntos, por el buen sentido alcancen juzgar de los efectos que
produce dicho capital sobre los adelantos de la industria nacional.
35

En el Estado uruguayo han sido y son todavía poderosas las causas que se oponen al
planteamiento de nuevos ramos de industria. El contrabando, ese opositor al trabajo
legítimo de los pueblos, fue durante mucho tiempo mas peligroso enemigo de la
industria nacional. Después viene la escasez de brazos y la carestía en el interés de
los capitales, que eleva el costo de todas las mercaderías y por lo tanto el de la mano
de obra.
A todo eso únese que las materias que el país no producen y son auxiliares valiosos
de la industria, pagan muy pesados impuestos de importación. En vista de lo
referido, a nadie admirará por cierto la falta de planteamiento de nuevos ramos de
industria y así mismo el fracaso de las arriesgadas empresas que intentaron vencer
todas las dificultades propias a los países jóvenes y además los inconvenientes de los
acuerdos legislativos.
Estos acontecimientos se ocultan al país entre la confusión de la libertad á la mode,
porque unos pretenciosos y algunos talentos maníacos proclaman, exageran y
explican los efectos del libre-cambio, poniendo en paralelo las condiciones de esta
sociedad con aquellas de las mas adelantadas del viejo mundo.
Los propagadores de dicha doctrina llevan su ceguedad hasta persuadirse de que se
justifican con las autorizadas ideas que grandes maestros de la ciencia económica
concibieron y publicaron con determinado fin de servir a las sociedades que cuentan
muchos siglos de progreso.
36

Aquí, donde todos aspiran a todas las libertades, por lo mismo que el goce de esa
felicidad se ha negado de largo tiempo, los progresos del libre-cambio encuentran los
aplausos del vulgo ignorante, que cree que la grandeza y prosperidad de muchos
Estados proviene exclusiva, pura y simplemente de su actual libertad de permutas.
El libre-cambio se presenta como un elixir económico que sirve para curar
radicalmente todas las enfermedades financieras.
XIV
La influencia de los errores económicos inscritos en la tarifa aduanera del Estado
uruguayo es tan prejudicial a la industria nacional, que ni los privilegios exclusivos
ya concedidos a favor de algunas empresas consiguen aminorar sus graves
inconvenientes.
Como la ventaja de los privilegios es absoluta sobre el consumo interno, en nada se
mejora la posición de los especuladores privilegiados ante la concurrencia extranjera.
37

El pesado recargo sobre las materias auxiliares indispensables al procedimiento de


las manufacturas, alcanza a anular las utilidades de la mayor parte de las propias
industrias privilegiadas.
En otros países el privilegio a favor de determinada industria es una segura garantía
de importantes intereses sobre el capital que se emplea en la especulación. Aquí los
privilegios no aseguran intereses, ni son raros los fracasos de empresas privilegiadas.
En otros países el inventor ó introductor de una industria privilegiada encuentra
siempre abundancia de capital que se asocie para explotar esa producción. Aquí una
carta de privilegio no recomienda por sí sola a nadie que pida capital para la
industria que pretende plantear.
Por eso que la prodigalidad con que en la República se expiden privilegios no ofende a
los intereses sociales.
Existen ejemplos de que semejante favor del Estado ha servido de condenación
práctica a los propios privilegiados, puesto que perdieron sus fortunas en las
experiencias de nuevos ramos de industria.

XV


La legislación del Estado uruguayo en materia de privilegios presenta doctrinas
desconocidas: por eso no sabemos en qué se fundaron sus autores para establecer
las prescripciones de la ley vigente.
38

En todos los Estados observamos que los privilegios se conceden por largo tiempo a
los inventores y por un plazo muy limitado a los introductores. A los primeros
acuerdan aquellos el derecho natural que poseen los mismos al goce de la propiedad
de sus combinaciones ó inventos. En cuanto a los segundos, apenas introductores de
ya conocidas industrias, las opiniones y usos de los Estados no son uniformes; en
algunos de estos no se expiden privilegios de introducción. Y en aquellos mismos
donde esa práctica se admite, no se concede privilegio sobre toda nueva importación
de industria; asimismo, el tiempo de la concesión especial se regula por la
importancia del capital que dicha industria necesita inmovilizar.
En los Estados-Unidos solo se acuerdan privilegios al inventor obligándose a sujetar
la invención a un examen previo. Esos privilegios son por 14 años, y los poderes
públicos ofrecen su decidido apoyo para castigar a los contraventores.
En los Estados europeos se concede a los inventores casi en general 15 años de
privilegio para explorar su invención; y á los especuladores que introducen los
nuevos inventos, de 3 a 5 años de privilegio.
39

En el Estado uruguayo la ley de 20 de junio de 1853 sobre privilegios concede diez


años para los inventores y ocho para los introductores.
Estas notables diferencias en la legislación de este país sobre principios generales,
comparada con la de todos los otros países, es lo que algunas veces no fuerza a
formular con severidad nuestro juicio en la apreciación de los hechos. El escritor,
como es natural, traduciendo el pensamiento hace imprimir la sensación que
produce en su animo esa repetida acumulación de males que impiden el
engrandecimiento de este hermoso suelo, ten contrariado para el progreso de sus
mismos legisladores.
Los principios económicos que mejor aplicación pueden tener en la República son los
menos conocidos para proclamarse y los menos apreciados en la práctica.
Todo aconseja que se organice un tribunal donde se reúnan los hombres
competentes del país para estudiar la reforma de las leyes nacionales que deben
constituir el plan financiero de la República.
El señor Gilbart condena por incompetentes a los estadistas europeos para legislar
sobre Bancos, cuyas maquinas, dice ese ilustrado economista, son mas difíciles de
comprender que las de acero, hierro ó cobre, para las que se buscan peritos
especiales que den su parecer a tal respecto.
40

¿Qué diría ese respetable publicista inglés se conociese la legislación financiera de la


República uruguaya, donde los hombres mas ilustrados han dedicado casi todo su
tiempo al estudio de las cuestiones de la política interna?
Cuanto mas tiempo sean aplazadas las cuestiones financieras, mayores serán las
dificultades que se acumularán para esa reforma y mas retardo sufrirá el país en su
progreso.

XVI



Como el presupuesto de un Estado se saca en proporción relativa al presupuesto


corriente de la industria, aquel está, pues, subordinado al desenvolvimiento y riqueza
de la cantidad de capital fluctuante que existe promoviendo la producción del país:
así es que buscándose formar dicho presupuesto oficial con mayores ingresos de los
que naturalmente pueden pagar las industrias, éstas serán obligadas a pesados
sacrificios ó mejor dicho a disminuir los elementos de producción, impidiendo el
desarrollo industrial en la misma proporción del capital sacrificado a las exigencias
del Tesoro público.
41

Y esta cuenta representa en el inventario general de una nación en la forma de


intereses compuestos, que se acumulan en perjuicios nacionales por tanto tiempo
cuanto dure el consumo improductivo del capital fluctuante.
Por este proceder continuo se llega a conocer cómo un Estado pidiendo mas
impuestos que aquellos que le corresponden consume anticipadamente las rentas de
su porvenir. Es evidente que disminuida la producción y reproducción del capital de
movimiento por la salida creciente de una parte del mismo, los recargos de
contribuciones serán hechos sobre menor cantidad de capital, y por tanto reducido
también quedará el presupuesto oficial.
Sin la armonía económica un país no marchará en la senda del progreso. Su
estructura íntima que todos los resortes que componen el mecanismo financiero de
un Estado, funcionen de una manera uniforme que produzca el impulso a que se
destinó cada uno de ellos. Desde que un móvil económico imposibilita ó destruye el
movimiento de los otros, la fuerza total de producción no puede ser la misma; tiene
necesariamente que disminuir.
Fundándonos en los principios armónicos de la ciencia económica insistimos por la
creación de ramos de la industria nacional.
42

El retardo en su planteamiento será una rémora a nuestra felicidad.


Las cuestiones económicas no pueden resolverse sujetándolas a la afinidad de la
política de los partidos ni tampoco a las aspiraciones de los burocráticos.
Mientras no se haga por in tribunal compuesto de hombres competentes é
independientes las importantes y urgentes reformas sobre leyes financieras, nunca le
saldrá del tradicional régimen heredado de la época colonial.
Conviene que sobre una base de estudios profundos se organicen las sabias
propuestas de leyes que deben someterse a la aprobación del Cuerpo legislativo. Así
proceden los gobiernos que tienen en atención los intereses generales de los Estados.
Los representantes de un país serán buenos jueces para apreciar trabajos ya
meditados; pero no puede exigírseles que reúnan toda la competencia de
conocimientos financieros, además de que materialmente les faltaría tiempo a los
mas inteligentes en la materia de entre ellos para formular los proyectos de ley y aun
convencer a sus colegas menos entendidos de la ventaja de los mismos.
Como ya dijimos, así se procede en las sociedades mas adelantadas en ciencia
económica, y de otro modo los legisladores en los pocos meses de sesiones podrían
43

tratar, además de las cuestiones financieras, las de la política interna y externa, cuya
multiplicidad é importancia de asuntos les ocupa gran parte del tiempo prescrito
para sus reuniones anuales.
Medítese el consejo que nos permitimos presentar y se convencerán todos los
ciudadanos deseosos del orden administrativo de que este es el sistema bajo el cual
mejor se organizará un plan financiero y la reforma administrativa.
Al igual del ejemplo ya indicado sobre las tarifas de las aduanas, se encuentran otras
muchas prescripciones legislativas que también se contradicen con grave perjuicio de
la nación.

XVII



En el mecanismo financiero de los Estados introdújose modernamente el impuesto


del timbre, abrazando casi todas las operaciones sociales; y sus resultados de
equidad merecieron tan unánime apoyo, que la generalización de los timbres es hoy
completa entre los pueblos regidos bajo el mejor orden administrativo.
El timbre es una contribución que se reparte directamente sobre el consumidor y en
el mismo acto de liquidar ó certificar la transacción. Nadie paga ese imposto sin que
haya practicado la operación que le corresponde.
44

Como la cuota de dicha contribución empieza desde las pequeñas operaciones hasta
las mayores, el Estado percibe proporcionalmente sobre todas, y esa extensión que
abraza el impuesto permite que su importe sea en relación módico para los
contribuyentes, al mismo tiempo que su total eleve a una considerable suma la renta
pública.
El recaudo de la contribución de los timbres no obliga al Tesoro público a grandes
gastos; además, las conveniencias del comercio en corta y grande escala hacen que
se ofrezcan agentes particulares para la venta de los mismos, mediante una
insignificante comisión.
En la primera época la fiscalización de este impuesto sobre el comercio de menudeo
es sin duda difícil, como son todas las innovaciones, especialmente tratándose de
pagos al Estado; pero establecido la ley de timbres rigorosas apenas a los infractores,
el castigo aplicado a unos servirá de advertencia a muchos para que no se animen a
repetir el fraude. Por este medio todas las naciones consiguieron hacer efectiva esa
contribución como asimismo crear una valiosa renta.
En el impuesto de timbres se comprenden también los correos, y del mismo modo los
agentes particulares se encargan de la venta de los que sirven para las cartas.
45

XVIII


Exigencias del servicio público reclaman que las Capitanías de los puertos
constituyan una oficina especial del Estado.
No obstan su necesaria independencia en cuanto a la recaudación de los impuestos
pertenecientes al Estado, nada se opone a que esa oficina se sirva de la receptoría
aduanera.
Y bien sencillamente se puede establecer que el pago de tasas a las Capitanías de los
puertos se realice en las aduanas. Las Capitanías, en vez de recibir las cantidades en
dinero, darán a los contribuyentes una guía para la aduana donde se efectuará el
pago y se pasará a los mismos el resguardo que sirva para saldar su cuenta en dicha
oficina marítima.
Cuantas menos receptorías posee un Estado, menos fiscalización necesita ejercer y
así también menores son sus gastos en funcionarios de alta confianza como deben
ser los comisionados encargados de recaudar las rentas de la nación.

XIX


Los errores que aquí se han cometido en todos los ramos de la administración y la
aceptación de una mezcla de teorías opuestas, provienen de la incompetencia de los
46

que han sido llamados a dictaminar en materia administrativa, y también de que


algunas veces el capricho se sobrepusiese al todo el bien entendido interés general.
Yerran unos porque no bajan de las regiones filosóficas al terreno de las realidades, y
otros porque en su posición oficial les son indiferentes las consecuencias de los
proyectos que sin estudio ni meditación se llevan a cabo: todas sus miras son que se
aumenten las rentas públicas. Para estos un Estado no es participante de los
intereses que produce la industria, ni tampoco se convencieron de que el Tesoro
público percibiendo mayor suma que la que naturalmente le partencia, desfalcaba el
capital necesario a la producción, puesto que consumiría el mismo con la errada idea
de utilizar una renta.
En nada divergen los principios que regulan los negocios públicos, de aquellos a que
está sujeto el comercio particular. Así, por ejemplo, si una casa comercial tiene de
capital un millón de pesos y su renta anual es de cien mil pesos, desde que los socios
é interesados de dicha casa gasten en un año ciento e veinte mil pesos, ellos no
consumirán la renta, pero si la renta y mas veinte mil pesos del capital; el cual al
siguiente año, puesto que fue reducido a novecientos ochenta mil pesos, no podrá
producir los mismos anteriores intereses.
47

Es indispensable al progreso de los pueblos que los hombres llamados a legislar


sobre las rentas de un Estado atiendan en sus cálculos a las justas exigencias de la
industria; que el reparto de los impuestos se haga de manera que no perturbe la
armonía que debe reinar en el movimiento mercantil de cada país.
Como reacción contra los que piden para el Estado mas contribuciones que las
mismas que la industria puede ofrecerle, se pronuncian otros círculos negando a
aquel sus derechos de participación en el movimiento general de las transacciones
sociales. Y esa falange oposicionista no levanta solo un grito de guerra contra los
impuestos; hace mas: en nombre de la libertad proclaman hasta cuantas teorías
irrealizables han escrito los Law, los Proudhon y tantos otros utopistas y demagogos.
Conducir las cuestiones económicas de un país a confundirlas con las aspiraciones
políticas es el mas condenable de los errores a que se puede arrastrar a la fortuna
pública.
48

XX



En Sud-América la práctica del soit distant libre-cambio no pasará, por largos años,
de un ardiente deseo de los espíritus inquietos y llenos de ilusiones.
Todas las naciones que en Europa acordaron entre sí el libre cambio de ciertos
productos, estaban a la misma altura de engrandecimiento industrial. Sus
transacciones de dar y recibir lo que cada una necesita, no les disminuyen el
presupuesto corriente de sus mercados. El cambio allí no es entre sociedades que
unas solo envían materias en bruto para permutarlas por artículos manufacturados,
como aquí se proponen hacerlo.
Y en esa inmensa diferencia de condiciones está la oposición que hacemos y harán
todos los que piensen en el asunto del llamado libre-cambio, porque reconocerán el
consumo de capital que en semejante proceder se sacrifica en beneficio de los
mercados extranjeros.
Además, al otro lado del Atlántico la proximidad de las distancias, la rapidez y
baratura de comunicaciones, todo, en fin, hace que el libre-cambio sea allí un mutuo
recurso que la actividad industrial estableció.
49

En la combinación del libre-cambio en la propia Europa se cuentan apenas los países


mas adelantados en los perfeccionamientos de la industria. Estas, poseyendo su
particular comercio de proveedores de géneros manufacturados con todos los demás
pueblos del globo, ¿cuántas veces sin el libre-cambio la escasez de una cosecha les
imposibilitaría el satisfacer los pedidos de sus clientes a un precio regular, así como
mantener en esos años sus operarios?
La Bélgica, que cuenta un comercio directo con el extranjero muy inferior aun
proporcionalmente a la Francia y a la Inglaterra, aceptó el libre-cambio utilizándolo
en estrechar mas sus relaciones con esos emporios del comercio y la navegación,
para que se encargasen de la reexportación y venta de sus productos, puesto que a
aquellos Estados les sobran los pedidos de consumo de mercaderías, además de que
los belgas aprendieron a adelantarse a satisfacer la primera exigencia de los
mercados: la modicidad en los precios. Es preciso haber estado en el comercio,
conocer la intimidad de las relaciones comerciales entre esos pueblos mas
adelantados, para juzgar de los efectos del libre-cambio.
Cuando se estudian las particulares condiciones de cada país, es cuando se puede
con acierto preferir el sistema económico que mas conviene aceptar.
50

La industria en sus primeros años es como las criaturas: necesita quien la proteja y
encamine. Es tiempo que se consume en proteger la industria es tan proficuo a la
riqueza de las naciones, como útiles son todos los gastos en la educación de la
juventud.
Pretender sin atenciones especiales que un país plantee industrias, es como esperar
que las criaturas apenas nazcan, caminen, hablen los varios idiomas y discutan las
ciencias.
La protección del estado a las industrias es un acto tan racional en la primera época
de su planteamiento, cuanto sería un abuso incalificable si ellas gozasen de dicha
protección desde que tuviesen el vigor necesario para su propia existencia.

XXI


Antes de dar por terminada la primera parte de este abreviado estudio, seamos
permitido que en corroboración de cuanto hemos dicho, hagamos la trascripción de
un pequeño artículo que publicó el semanario Fomento de la Producción Española;
donde con sencillez, claridad y verdad se demuestra que la teoría de libre-cambio no
es una panacea de cura de todos los males, ni que tampoco es la expresión genuina
del laisser faire, como pretenden hacerlo creer sus apologistas.
51

Entre el sistema conocido por libre-cambio y el proteccionista, no existe de hecho


sino la diferencia en la aplicación de los medios de activar y favorecer la producción
nacional.
Cualquiera de los sistemas no son, como pretenden los pocos entendidos en materia
económica, reglas ó principios de esta ciencia. Hay en esa apreciación una
lamentable confusión . Los principios de las ciencias experimentales son tan
invariables como los de las ciencias positivas. Y si así no fuera, no habría razón que
determinase poseer la economía política el título de ciencia.
Y la demostración práctica de que se hace una errada confusión tomando el
resultado de combinaciones inventadas según las exigencias de cada país con los
principios de la ciencia, está que en toda parte precio y valor tienen la misma
significación; y que los efectos, por ejemplo, de la inversión del capital fluctuante en
capital fijo, producen los mismos fenómenos, como se verá en la discusión que vamos
abrir sobre este interesante punto.
52

Entretanto cederemos la palabra a la redacción del Fomento de la Producción


Española, que dijo:
“EL LIBRE CAMBIO”

“Es la de libre-cambio una teoría que se recomienda por su sencillez. No hacer nada
es un precepto al alcance de todas las actividades y todas las inteligencias.
“Las naciones, como los particulares, dícese cambian únicamente para procurarse
aquellos artículos que no pueden producir en buenas condiciones de calidad ó
baratura. No se compra sin vender ni se vende sin comprar; los productos se
cambian siempre por productos; por lo tanto, el comercio internacional salda en
definitiva por sumas iguales de entradas y salidas, y lejos de poder construir un
peligro es siempre el seguro termómetro de la prosperidad de un país. El que mas
compra es el que mas vende, el que mejor sabe dirigir su actividad. Si el comercio
exterior es, pues, siempre bienhechor y signo de bienandanza, el deber del estadista
se reduce a evitar y destruir las trabas que lo dificultan. Et voilá.
“Una simple pregunta hay que dirigir a los que así razonan y que por añadidura se
arrogan la exclusiva propiedad de la ciencia económica: ¿cómo sabeis que vuestro
sistema es el mejor? A esta pregunta contestan con una balumba de razonamientos;
pero ni un ejemplo pueden citar en apoyo de su tesis. Es raro; se llaman científicos, y
no pasan de ampulosos discutidores.
53

“Cómo, cuando los fenómenos del adelantamiento económico son debidos a la


aplicación de los principios que defienden? No nos referimos a los pueblos de la
antigüedad que, basados en la conquista y en el desperdicio del trabajo, no tenían
otra mira en sus relaciones exteriores que aniquilarse mutuamente, creyendo cada
uno que el perjuicio de sus rivales se convertía en beneficio propio. No hablaremos de
la Edad media, confusa época de transición, en la que sin embargo las repúblicas
italianas y Barcelona empiezan ya a dar ejemplo de una inteligente protección. En la
época moderna ¿qué pueblo ha prosperado con el planteamiento de las doctrinas
profesadas por la escuela Bastiat? Isabel de Inglaterra y Cromwell ¿prepararon acaso
la prosperidad inglesa con el régimen libre-cambista? Enrique IV y Colbert en Francia
¿empujaron la producción francesa planteando el laissez faire? Los reyes católicos de
España y Carlos III ¿abandonaron al azar la producción y el comercio? El progreso en
España en nuestro siglo (progreso favorecido y combatido también por otras causas)
¿débese acaso a las teorías de Smith? Donde está el ejemplo? ¿Dónde la
demostración práctica de la bondad de esos principios, que tantos predican en
ateneos y cátedras y nadie aplica desde las esferas del poder? ¿Cómo cabe afirmar
que es bueno lo que nunca se ha ensayado siquiera?
54

“NO sabemos de un solo pueblo que haya suprimido las aduanas. Inglaterra, dicen
las sostiene únicamente con miras fiscales. Pero las sostiene y la traba existe. Sin
embargo, no tiene tarifas protectoras, añaden. ¿No? Recordad que todo el mundo
conviene (cuando menos) en que Inglaterra sostiene derechos elevados a la
importación de los alcoholes para compensar el elevado tributo que satisfacen los
cerveceros y destiladores; y esto en definitiva no es otra cosa que un sistema de
protección ó compensación de las circunstancias especiales en que se encuentran
determinadas industrias, y los proteccionistas, al reclamar la elevación de tarifas, no
piden mas sino que los derechos de aduanas compensen las malas condiciones en
que se encuentra la producción de su país respectivo.
“Para la producción restante, los ingleses no necesitan compensaciones y no las
piden y hacen bien. Un apoyo innecesario puede as veces convertirse en estorbo. Pero
¿es cierto por lo demás que Inglaterra deje su comercio entregado a sus propias
fuerzas? Cien millones le cuestan las subvenciones que concede a las líneas de
vapores; hombres y dinero y permanentes complicaciones le cuesta la conservación
de la India y de sus innumerables posesiones en todos lo mare, y sus gobiernos
atienden con celo extraordinario, y no siempre equitativo para los demás pueblos,
cuanto puede contribuir a la pujanza del comercio inglés.
55

“?Se admite todo esto como bueno por la escuela libre-cambista? ¿Admite además
que el Estado pueda construir carreteras, subvencionar ferro-carriles y líneas de
vapores, limitar la libertad de Bancos, abrir canales y abrigar puertos? ¿No lo
admite? Pruebe entonces cómo puede marchar la sociedad con la aplicación de sus
decantados principios. ¿Lo admite? Pues en este caso no venga a hablarnos de
principios al combatir los del proteccionismo, y diga sencillamente que la supresión
de las Aduanas es una excepción cuyo planteamiento les parece bueno porque les
parece bueno, y nada mas.
“Aquí los únicos que pueden hablar de principios fijos son, pues, los proteccionistas,
porque no vacilan ni si contradicen en su aplicación. Los únicos que pueden
llamarse científicos son los proteccionistas, porque sus doctrinas se apoyan en la
observación imparcial de los fenómenos económicos.”
56

__________________
57

CAPITAL
FIJO
Y
FLUCTUANTE


I


Como complemento ó aclaración al estudio que acabamos de hacer respecto a la
influencia que ejerce el desarrollo de la industria en cualquier país, creemos
conveniente abordar ahora la interesante cuestión Capital fijo y capital fluctuante.
Para apreciar con acierto los efectos económicos es indispensable conocer bien el
valor de cada uno de los elementos constitutivos de la ciencia que, como
generalmente se define, trata de la formación, distribución y consumo de los
capitales.
De otro modo se repiten graves confusiones al discutir materias económicas, porque
las expresiones que se emplean como nomenclatura de esta ciencia son semejantes
muchas veces y asimismo sus manifestaciones momentáneamente casi idénticas, de
manera que todo contribuyente a establecer las equivocaciones.
58

Al conocimiento general de los principios ó reglas de esta ciencia, cuando se trata de


doctrinar para una aplicación práctica, debe el escritor que emprende esa difícil tarea
no perder de vista las condiciones particulares del país, donde desea que se planteen
las mejoras que él indica.
El escritor que en las sociedades jóvenes, como esta, ciega y obedientemente defiende
la rigorosa aplicación de todas las teorías ó sistemas combinados para países como
Francia, Inglaterra y otros, en que su organización social, sus recursos y sus
necesidades, todo, en fin, es muy diferente, podrá ese escritor, inspirado por nobles y
generosos sentimientos, agradar a sus oyentes, pero su propaganda nunca
concurrirá a resultados efectivos para el progreso de los pueblos situados a este lado
del Atlántico.
Las citadas sociedades europeas encuéntranse en un período de organización
completa. Su adelantada industria produce, además de la renta para los gastos, un
crecido sobrante que se constituye en ahorro. El exceso de población que aquellos
países exportan para estas regiones, viene
59

aquí a hacerse consumidor de muchos de los artículos manufacturados en su país; a


constituirse en generosos contribuyentes al aumento del engrandecimiento de su
patria.
La inmigración, además, remite anualmente en calidad de socorro a los parientes que
dejaron en su tierra natal y para compra de fincas y otros bienes, fuertes sumas que
entran también en el movimiento general de aquellos mercados, contribuyendo todo
eso a elevar el total de la riqueza progresiva que constituye el inventario general de
cada respectivo Estado del viejo mundo.
Allí, pues, cuéntase con grandes elementos para elevar anualmente el ahorro social, ó
sea el saldo natural de la producción y los capitales que de aquí van, provenientes de
las remesas de inmigración que ha venido a América a dedicarse a trabajos
productivos, y aun de aquella parte de la misma inmigración que regresa a su patria,
cuando aquí ya consiguió acumular las economías fijadas por ella como limite de sus
aspiraciones.
El resultado del movimiento económico en las sociedades sud-americanas es muy
diferente.
60

Aquí estamos en el período embrionario de organización. Nuestra industria se reduce


casi exclusivamente a levantar del suelo los productos que éste nos ofrece directa é
indirectamente, y para ese mismo trabajo luchamos con la escasez de brazos. El
saldo de las faenas que pertenece al propietario, destinase inmediatamente a ser
inmovilizado en la compra de maquinarias y de todos los demás útiles que pueden
contribuir a facilitar el trabajo futuro y crear nuevos ramos de industria.
De la parte adquirida por el operario que con su brazo concurrió a la producción, una
crecida cantidad viene a ser exportada por la inmigración, como ya lo hemos dicho
antes.
El ahorro anual de nuestra sociedad se reduce, pues, a una suma inferior a la
cantidad que realmente el país produjo; y la parte del saldo de la producción que no
se exporta, por las crecientes necesidades de nuestra industria pasa a invertirse en
capital fijo.
Cierto es, que encontramos al cabo de cada año por la situación excepcional del a
riqueza de nuestro suelo, un aumento en el inventario general de los bienes de la
nación; pero muy escaso en capital disponible.
Y si a todo esto agregamos que la tendencia al lujo en nuestra sociedad cada día se
manifiesta mas exagerada, y que ese lujo en nuestras actuales condiciones
industriales solo se satisface por la importación de artículos manufacturados en el
61

extranjero, cuyo pago realizamos remitiendo productos en bruto, nadie dejara de


convencerse de que tal sistema concurre a impedir la elevación del capital disponible
en nuestro presupuesto corriente.
Es preciso entrar de lleno en las cuestiones económicas y profundizarlas de una
manera teórico-práctica, para juzgar con acierto de nuestros males y tener seguridad
en los efectos de las medidas que se aconsejan.
El que pretenda doctrinar sobre estos asuntos según su fantasía, no conseguirá
nunca hacer un servicio útil al país.
También el sistema de tomar aisladamente un problema económico y tratar de
resolverlo por el rigor de teorías que se combinaron para otras sociedades en
situación muy diferente a la nuestra; ó como repetidamente acontece doctrinar por el
apoyo de algún genio eminente en creaciones nuevas, eso en general solo sirve para
enredar las discusiones sin ningún provecho para los poco inteligentes que se
proponen saber algo sobre cualquiera de los ramos de esta ciencia.
La confusión de las discusiones en nuestra prensa, no es, como se pretende casi
siempre una cuestión de principios, sino una cuestión de aplicación bueno ó mala
según nuestro modo de ser y los recursos de que disponemos.
62

Y tan no es de principios, que los que abogan por ciertas aplicaciones si empezasen
por disertar sobre las dificultades que se oponen a la elevación del capital disponible
en nuestro presupuesto corriente, estamos convencidos de que no podrían llegar a
sus conclusiones ni aun protegidos por el recurso de los sofismas, que es tantas
veces hábilmente puesto al servicio de apasionadas discusiones.

II


En el capítulo anterior hicimos notar, que del saldo de nuestra producción una parte
se invierte en capital fijo, y que del saldo capital disponible también una parte es
exportada por la inmigración a consecuencia de las diferentes causas antes
mencionadas.
Para conocer bien los efectos del fenómeno que hemos indicado, convendrá entrar en
el estudio, un poco detenido, de lo que es capital y sus variadas aplicaciones en el
movimiento general de una sociedad.
Sobre un asunto tan importante y que tiene que servir de base para dilucidar ciertos
63

errores que aquí se cometen en algunas de las acaloradas discusiones de materias


económicas, creemos preferible hacer oír la opinión de una respetable autoridad á
este respecto, a empeñarnos en la discusión desde luego sin ese importante apoyo.
Procediendo así, con mayor precisión demostraremos también lo que antes dijimos,
que al conocimiento general de las reglas ó principios de esta ciencia se debe agregar
el conocimiento de las condiciones particulares de cada país, cuando se trata de
doctrinar para una aplicación práctica.
Por las razones presentadas, cederemos la palabra al Sr. Wilson, que dice:
«?Qué constituye en realidad el capital?
«Se sabe generalmente que el capital en el sentido mas amplio, significa el trabajo
acumulado de tal modo, que facilita la producción futura. El salvaje que apenas caza
ó pesca lo suficiente a su manutención con las simples medios de la naturaleza, no
posee ni acumula capital. Pero desde que él consuma una parte de su tiempo en
preparar un instrumento que le facilite mayor cantidad de alimento con el mismo
trabajo, entonces poseerá un capital que será dicho instrumento, y cuyo valor se
determinará conforme la mayor ó menor facilidad que aquel ofrece para conseguir la
adquisición de alimento.
64

Ese capital, que consiste por ejemplo en una red, tiene dos valores: uno que se mide
por el tiempo y arte empleado en su formación, que le determina el precio, porque
otra persona si lo adquiriese habría de pagarlo; otro que se regula por el provecho ó
facilidad que su empleo ofrece, el cual determina el precio, porque otra persona lo
pagaría si lo tomase alquilado. El primer valor es el precio de la venta; el segundo es
el alquiler ó interés del capital.
………………………………………………
«Si un hombre consumiese el trabajo de un año construyendo una máquina que no le
facilitase mas producción que su propio trabajo, no podría aumentar su capital; pero
empleando su trabajo en mejorar un terreno ó en hacer un instrumento que en el
porvenir le produjese, con la misma cantidad de trabajo, mas alimento ó vestuario en
ese caso tendría aumentado ya su capital y obtendría mejor precio en la venta, ó
mejor renta en el alquiler sobre dicho terreno mejorado ó sobre dicho instrumento.
«Lo que es verdad respecto de una persona, no lo es menos en relación a una nación.
En la proporción que un país produzca mas, quedara de su consumo mayor
excedente de trabajo, y cuando este se aplique para producciones futuras se
aumentará también el capital en la correspondiente proporción.
65

«Así es que, tanto en el estado mas simple de la sociedad, como en las mas enredadas
transacciones, todo el capital representa trabajo acumulado y tiene su valor en la
proporción al empleo de la reproducción que se le busca en el porvenir.
«En la primera época de formación de la sociedad, la red representando la primera
economía ó acumulación tiene un valor proporcional a la facilidad que agrega a los
medios de coger peces. En el estado civilizado de la sociedad, al existir la máquina, el
ferro-carril ó el buque, en que se reúnen acumulaciones de trabajo, se encuentran
aumentadas las sumas generales de capital en la misma proporción; porque se
facilita la producción y el menor costo de la permuta de mercaderías; y esta facilidad
determina el precio de la compra ó del alquiler, según sea el caso.
«El capital consiste en todos los mejoramientos de los elementos naturales de la
producción, en todos los instrumentos que la facilitan y en todas las mercaderías,
aunque producidas para el consumo, cuyo valor en ese caso será satisfecho a los
productores por el presupuesto de aquellos que consumieren dichas mercaderías. Así
las mejoras permanentes hechas en las tierras, que aseguran mejores cosechas con
la misma suma de trabajo; los mejoramientos en los ríos ó puertos; la abertura de
66

canales ó caminos de hierro, que facilitan las comunicaciones y las permutas;


asimismo los edificios, buques, máquinas y todos los instrumentos de producción
como también mercaderías de toda especie, sea vestuario, trigo, azúcar, oro, plata,
hierro, etc., cuando se produce para ser vendido y cuyo precio sacarse al
presupuesto de los consumidores y de que solo el interés líquido es gasto por los
productores; todo eso constituye el capital de una nación.
«Todo lo que aumenta la eficiencia de los elementos de la producción, aumenta el
capital del país; como por ejemplo, la aplicación del vapor a los buques, las
máquinas, los caminos de hierro etc.; al mismo tiempo que lo todo que danifica ó
destruye, como naufragio, incendios, etc., priva al país de otro tanto de capital. Las
inundaciones sustraen el capital correspondiente al trabajo preciso para reparar las
ruinas que ocasionan. Así también, con referencia al efecto de las estaciones sobre la
producción de cereales, algodón y otros artículos, cuando una estación permite que
los frutos sembrados produzcan excedentes a las necesidades del consumo, ese
exceso pasa las acumulaciones y constituye capital; pero cuando en otro año las
cosechas no alcanzan para los gastos, entonces es preciso recurrir a las economías
anteriores a fin de cubrir la deficiencia, y así se disminuye en la misma proporción el
capital del país.»
67

………………………………………………
«Toda acumulación de capital pone a nuestra disposición cierta cantidad de trabajo,
que solo puede hacerse productiva empleando ese trabajo, el cual se utiliza de dos
maneras distintas, y es: en la fabricación de instrumentos y en la edificación de
casas ó abertura de caminos; pero todo eso se hace en el intento de facilitar la
producción futura. El otro modo de emplear la acumulación de capital, es
destinándolo a la producción de artículos para consumo inmediato del público.
«En el primer caso, el capital que se emplea es fijo y el provecho que de él se obtiene
será en la forma de facilidad adicional para la producción futura. En esta hipótesis el
dueño del capital solo consigue obtener una renta.
«En el segundo caso, el productor recibe otra vez todo su capital, y mas el interés
correspondiente, y todo eso lo consigue por el presupuesto general del país.
68

«Por ejemplo: en el primer caso, un hombre constituye una casa é introdúcele una
maquinaria; la casa y la maquinaria ofrecen a su dueño mayor facilidad que hasta
entonces para producir paño. Esta mayor facilidad proporciona, sobre el capital así
empleado, una renta en relación al interés del capital con que fue adquirida la casa y
la maquinaria. Y cuando ese mismo hombre presta esos bienes a uno, otro recibirá
entonces un alquiler sobre su capital. Así es que en las condiciones dichas el capital
solo producirá renta bajo la forma de interés ó de alquiler. Es la renta lo que
únicamente se paga por el presupuesto general del país, incluyéndole el costo de las
mercaderías cuya producción facilitó.
«En fin, todo capital que no se paga por el presupuesto del país y apenas el alquiler,
renta ó interés, ese capital se clasifica como fijo.
«El hombre que alquila ó emplea su fábrica en la producción de paño, necesita
servirse de otra especie mas de capital, y es el que emplea en la compra de lanas y en
el pago de salarios.
«En el precio que establece para la venta de su paño incluye el costo de la lana y de
los salarios de sus operarios, así como un alquiler ó interés sobre el valor de fábrica y
aun una renta por su trabajo personal.
69

Así es que al realizar la venta del paño se le restituye todo su capital é interés, y lo
recibe por el presupuesto general del país; de manera que su capital vuelve a tener
aplicación en nuevas operaciones.
«Todo capital que admite movimiento de reproducción constituye el capital fluctuante
del país, y en él se incluyen los productos agrícolas y artículos manufacturados, aun
cuando sean importados del exterior. En conclusión, se clasifica de capital fluctuante
todos los objetos que son pagados totalmente por el presupuesto corriente.
«En todas las hipótesis, el capital fijo solo recibe del público lo que corresponde a su
interés ó alquiler. Así por ejemplo, los fletes pagados por el público a una compañía
de ferro-carril y que se sacan del presupuesto general del país, ese pago es una
remuneración por la facilidad que se obtiene, la que se realiza en forma de interés ó
alquiler en el cual se incluye el costo de los gastos de la empresa, pero nadie paga la
restitución del capital con que se fundó la obra. No acontece lo mismo en cuanto a
los principios que el público paga por los paños, cereales, etc., puesto que restituye
todo el capital empleado, conservando el mismo fondo disponible en el presupuesto
corriente para el futuro empleo de aquel trabajo y reproducción de artículos
similares.
70

«La distinción, pues, que se debe hacer entre el capital fijo y fluctuante, es que todos
los empleos ó mejoras de que sus dueños solo reciben alquiler, renta ó interés,
constituyen el capital fijo del país; mientras que los artículos cuyo costo total es
pagado por el presupuesto corriente, constituyen el capital fluctuante. Los empleos
de la primera clase son estacionarios y solo dan renta; los de la segunda circulan
constantemente y siempre ofrecen medios, sacados de la renta general del país, para
un muevo empleo y reproducción.
«Las distinciones mas importantes entre el capital fijo y fluctuante, son: 1º que aquel
consiste únicamente en trabajo empleado con el fin de obtener mayor facilidad para
la producción de artículos del consumo diario de la humanidad; al paso que el otro
consiste en el trabajo empleado en la efectiva producción de esos mismos artículos; y
2º que el uso de los artículos que representan el capital fijo no produce un fondo que
se pueda volver a emplear en la misma cantidad de trabajo mientras que el uso del
capital fluctuante reproduce un fondo desfalcado que vuelve a emplearse en la
misma cantidad de trabajo.
71

«El servicio de una fábrica ó la mejora de uno terreno pueden aumentar el


presupuesto del capitalista; pero el fondo gastado en la construcción de una fábrica ó
en la mejora de un terreno, no se reproduce enteramente en el presupuesto corriente
de un país, excepto si la importancia del mayor provecho en la producción llegase a
ser tal, que se pudiese aplicar a la misma cantidad de trabajo que el capital invertido
en dichas mejoras.
«El fondo empleado en el cultivo inmediato del trigo ó en la fabricación de paño es por
completo restituido al cultivador ó al fabricante y puede servir para un nuevo empleo
de trabajo en la misma proporción que anteriormente.
«Por lo que acabamos de discutir queda evidenciado, que ninguna nación puede sin
los mayores inconvenientes y desorden aumentar su capital fijo mas pronto que
como lo permite el estado de la producción.
«Sean cuales fueren las circunstancias, no puede aplicarse al aumento del capital fijo
de un país mayor suma de trabajo que el que le sea permitido por sus propias
economías.»
………………………………………………
«El tiempo que el salvaje economizará para hacer su primera red, no podía ser mayor
que lo absolutamente indispensable, puesto que tenia que atender a su subsistencia.
72

Así es que el fondo que un país puede disponer para aumentar su capital fijo, debe
ser limitado por los artículos producidos para el uso general ó consumo, en justa
proporción al exceso de las economías de la nación.
«Este importante punto quedará mejor esclarecido si consideramos que de hecho los
salarios pagados por el trabajo, aun nominalmente en dinero, consisten realmente en
artículos consumidos por los propios operarios durante el dicho trabajo. Que los
salarios sean pagados en dinero ó se le alimente y se le entregue vestuario al operario
en remuneración de su trabajo, eso viene a ser una misma cosa.
«El trabajo total empleado en la producción de los artículos de consumo diario, como
trigo, paño, etc., ya sea para consumo interno, ya para exportación en permuta de
azúcar, café y otros artículos extranjeros, todo eso debe representar sustitución de
trabajo en el consumo, para que deje sin desfalco los fondos del futuro empleo de
mas trabajo.
«Los operarios empleados en la fábrica de paño producen no solo la cantidad que
elles mismos consumen de este artículo especial, sino tanta mas cuanta es necesaria
para que dichos operarios permuten por todos los otros géneros que consumen y aun
para reponer el capital de la persona que los emplea en la fábrica. El producto, pues,
del trabajo en paño permutase por los cereales y mas provisiones nacionales, así
como por el azúcar y café extranjero que los operarios consumen.
73

«Suponga para mejor simplificación, que un fabricante produzca mil piezas de paño y
que en vez de pagar los salarios en dinero, distribuye como pago la cantidad de
piezas correspondientes a los gastos de sus operarios en pan, carne, azúcar, café y
vestuario. Estas piezas de paño serán repartidas por el cultivador en permuta del
trigo y demás géneros alimenticios, así como por otros tejidos para vestuarios, y con
el negociante en permuta de azúcar y café; y todos esos a su vez distribuirán también
las piezas de paño obtenidas, además de otras mercaderías, por los operarios
empleados en la producción de los nuevos artículos. Por este procedimiento, todo el
trabajo ya reproduciendo el fondo preciso para su futuro empleo. La introducción del
dinero y crédito fue el medio de simplificar las operaciones del orden indicado.
«Todo ese procedimiento continuará sin interrupción en tanto el trabajo sea empleado
en la reproducción de géneros así consumidos, puesto que el consumo y gasto de
cada día serán repuestos en la suma total por una producción correspondiente,
continuando el capital disponible del país en su estado fluctuante ó circulante.
74

“Pero si al momento empezamos a edificar casas, a abrir caminos, por mas que se
facilite la futura reproducción y aun mejor que sea el empleo de capital en esas obras
en cuanto a interés, eso no impide que deje de haber reproducción inmediata de pan,
carne, paño ó de otra cualquier cosa permutable por esos artículos, en cuanto a que
su consumo continuará siendo el mismo. Es, pues, claro que semejantes obras no se
pueden emprender sino con el sobrante de provisiones ó exceso de capital, después
de hecha la necesaria aplicación a la reproducción regular. Ese excedente es el que
marcará los limites hasta donde una nación puede aumentar su capital fijo.
………………………………………………
«Llegamos a la conclusión. El capital fluctuante de una nación es aquel que se
emplea en la producción de todos los artículos que constituyen el consumo ordinario
del país y sirven para permutar por otros también del consumo ordinario, aunque de
producción extrajera, y que son repuestos por el presupuesto corriente.
«El capital fijo proviene de la cantidad de trabajo que excede al necesario para
producción inmediata de géneros de consumo continuo y que se retira de esa
aplicación, siendo empleado de cualquier forma que produzca alquiler ó interés,
facilitando mayor producción ordinaria y por ese modo aumentando el valor del
capital fluctuante y el trabajo del país.
75

«Así no es difícil reconocer, que para desarrollar el progreso de un país conviene no


retirar de su capital fluctuante, confiado a constante reproducción de los artículos de
consumo cuotidiano para convertirlo en fijo, una mayor cantidad que los saldos de
acumulación del país, conseguidos después de repuesto todo el fondo necesario para
continuar produciendo los artículos de consumo, ya sean de origen nacional ó ya
también producciones extranjeras permutadas por ellos.
«Siendo el capital fluctuante imprudentemente convertido en fijo, es evidente que el
resultado final será la escasez y carestía de los géneros de consumo y hasta el
desfalco del fondo preciso al empleo del trabajo. Por consiguiente, aquellos que
retiran de las aplicaciones ordinarias su capital fluctuante para convertirlo en fijo, se
ven forzados a limitar la inmovilización de una manera proporcional a las
necesidades de las operaciones inmediatamente productivas: en caso contrario
tendrán que sufrir los embarazos ocasionados por la falta de capital de movimiento,
cuando sea importante la renta del empleo permanente que hicieran.
76

«Mientras se procediese a la inversión del capital fluctuante en fijo, existiría


momentánea apariencia de prosperidad. Es un hecho que al empezar la inversión
sería lo mismo que se gastase el trabajo principal en ves del interés de nuestro
capital: esto en relación a los efectos inmediatos sobre la demanda de trabajo y
artículos de consumo diario. La producción de mercaderías siendo inferior al
consumo de las mismas subiría gradualmente de precio, y seguiría como
consecuencia necesaria una mayor importación, la cual sería pagada por el fondo
existente de capital fluctuante, desde que los géneros producidos no fuesen
suficientes al consumo y para ofrecerse en permuta de los importados. Así por el
desfalco del capital fluctuante aparecería la reacción prejudicial a los intereses
generales del país y en especial a las clases operarias, que sin reproducir capital no
tendrían empleo futuro.
«El último resultado de la mala dirección dada al capital fluctuante es hacerlo muy
escaso, y eso se revela pronto por el alto precio del interés de capital, y aun por la
disminución de trabajo como consecuencia de encontrarse gastado el fondo que
facilitaba su empleo.»
77

III



El Sr. Wilson entiende que: ninguna nación puede, sin sufrir las mayores
inconvenientes, aumentar su capital fijo, sino con los excedentes de sus propias
economías.
¿Cuán gravísimo no serán pues los inconvenientes que resultarán donde, como aquí,
se emplea anualmente una fuerte parte del capital disponible en el pago del trabajo
manual de toda especie de manufacturas y confecciones que se reciben de los
mercados extranjeros?
Si en la Europa, y muy especialmente en Inglaterra, sus economistas tratan de hacer
sentir los males que resultan de inmovilizar una parte del capital fluctuante, que no
sea el excedente de sus propias economías, - ¿qué dirían de la gravedad de ese mal
en país donde, por un erróneo sistema, se promueve activamente la escasez del
capital destinado al movimiento de la producción?
78

Los escritores que aquí se ocupan de doctrinar sobre cuestiones económicas,


mezclando los principios de esta ciencia, con los principios de sus credos políticos,
podrán abogar por muy lindas teorías; pero nunca llegarán a proponer, por ese modo
de discutir los asuntos económicos, los medios prácticos que el país necesita llevar a
la ejecución para conseguir una regular reforma en su sistema económico y
financiero.
Si nuestros gobiernos hubiesen entendido ya toda la importancia de los datos que
nos ofrece la estadística sobre el movimiento de la producción y valor de las
permutas; entonces muchos de los problemas económicos se resuelven sobre el papel
al capricho de algunas entidades, encontrarían en la elocuencia de los guarismo
demostraciones bien palpables de sus erradas doctrinas.
Las sociedades que cuentan largos siglos de existencia y poseen perfeccionados
talleres para facilitarles la producción, hoy mismo, tienen por una trascendental
cuestión los medio de regular la inmovilización de su capital fluctuante.
Y si recordamos que las sociedades, que marchan a la vanguardia de la civilización,
obtienen de su adelantada industria en cada año un constante y creciente aumento
de economías disponibles, eso disminuye, por cierto, la influencia que allí puede
tener la inversión de capital fluctuante en capital fijo; si comparamos esa inversión
con sociedades como la nuestra, donde el retiro del capital hecho por la inmigración
no permite que guardemos anualmente todo el resultado de la producción.
79

Además, nuestras crecientes necesidades de mejorar la industria, consume una


fuerte cantidad de trabajo reproductivo.
Aquí, no se dispone como en otros Estados, de las innumerables máquinas que
economizan los brazos de los operarios; por eso mismo se debía tomar mas en
consideración el buscar los medios de no perjudicar el capital fluctuante de nuestro
presupuesto corriente.
Los estadistas y escritores sobre materias económicas que se olvidan de nuestra
escasez de capital disponible, no podrán jamás formar combinaciones económicas y
financieras que produzcan útiles y ventajosos resultados para la prosperidad del
país.

IV


Si los Gobiernos de la República se hubiesen decidido a abrir un enquête, como
repetidamente hemos pedido, sobre las crisis que han perturbado la marcha regular
de nuestro mercado, ese estudio mostraría con la mayor claridad, que la causa
principal de lagunas de dichas crisis ha sido la inversión desordenada del capital
fluctuante en fijo y así mismo la fuerte exportación de economías de la producción
para pagar trabajo extranjero, que se podría haber conseguido con nuestra actividad
social.
80

Hasta ahora hemos confiado toda la producción a la natural fertilidad del suelo. Y
aun para agravar los males que provienen de la imperfección de los instrumentos que
empleamos en el servicio de la industria, nuestro sistema económico es, lo mas
precario que se podría combinar para concurrir a desfalcar la reserva de las
economías que se consiguen por la actividad industrial al cabo de cada año.
Toda nuestra gran producción se reduce a materias primeras, y son éstas los únicos
productos con que entramos en la concurrencia de las permutas con los mercados
extranjeros.
Y esta operación no la hacemos con el exceso de producción, como lo practican todas
las sociedades cultas. Todas nuestras lanas y todos nuestros cueros son enviados a
los mercados extranjeros, para que éstos los remitan después ya manufacturados en
ropa y en calzado que necesitamos para el consumo de nuestra sociedad.
En los mercados extranjeros, es donde se hace el reparto sobre el excedente de
nuestra producción en lanas y en cueros.
Es allí, y no aquí, donde se decide cual es la cantidad de nuestra propia producción
que pertenece al consumo interno de nuestro mercado.
81

Y abogase todavía por la continuación de semejante doctrina, en nombre de los sanos


principios de libertad!
Levantase el grito – dejad hacer. Créese que el país puede prosperar rápidamente sin
otros ramos de industria, que la de aquellos cuyos productos se levantan del suelo;
así mismo que solo debemos entrar con estos productos en la concurrencia general
de las permutas.
Supónese pues, que en la operación de recibir otra vez y después de manufacturados
los mismos productos antes exportados, no hay ninguna pérdida contra el capital del
país, ni retardo que impida los medios de facilitar capital a la producción y
reproducción del país.
Todo el equivalente de los gastos de remesas en las lanas y cueros que exportamos
para volver otra vez al consumo de nuestro mercado, así como el equivalente de la
mano de obra que se emplea en manufacturar dichos artículos; todo eso representa
la exportación de una cantidad de capital conseguido por la producción nacional, que
desaparece del movimiento interno de nuestros mercados, sin la compensación que
resulta de otros artículos de producción, como son la de carnes y harinas, que
nuestra industria ofrece al consumo interno y aun para las permutas con los
mercados del exterior.
82

Si estudiásemos el medio práctico de impedir que siguiese un sistema de permutas,


en condiciones tan precarias para la riqueza general del país y en particular para la
producción de nuestra industria rural, conseguiríamos como saber muy pronto
acumular las economías que se necesitan para el movimiento ordinario de las
transacciones hechas por el presupuesto corriente de nuestro mercado; y aun
obtendríamos un exceso de producción, anualmente, para destinar una parte para
invertir en capital fijo, como medio de obtener ciertas mejoras que facilitarían la
producción futura, y otra para que sin notable falta se satisfaciesen las exigencias de
la inmigración, ya sea para las remesas en forma de socorros a sus parientes
residentes en Europa, ya para las remesas de capital que acompañan a la
inmigración, cuando vuelve a residenciarse en las tierras de su naturalidad.
Es cierto que la producción de nuestro fértil suelo es inmensa, pero no es menos
cierto que dejamos de utilizar todos los beneficios que él nos ofrece. Y cuando
comparamos este país con otras nuevas sociedades en inferiores condiciones bajo el
83

punto de vista de fertilidad del suelo, y observamos que allí el interés fijado sobre los
capitales es inferior al que aquí se paga, nadie dejará de confesar que la escasez de
nuestro capital disponible procede del pésimo sistema económico que hemos
preferido adoptar.

V


La inversión del capital fluctuante, en fijo, es una cuestión de la mas trascendental
importancia en todo el mundo, hasta donde existen largas acumulaciones de
economías del trabajo de los pueblos como acontece a las industriosas naciones del
viejo mundo.
Así es, porque en los países jóvenes como toda la América, buscar los medios de
economizar su capital fluctuante, será un gran elemento para facilitar el progreso de
estas regiones, y tan importante como puede ser la resultante que se obtiene del
cálculo establecido entre la proporción de las naciones en que la industria cuenta
siglos de perfeccionamiento y exceso de brazos para el trabajo, y aquellos países,
como el Estado uruguayo, donde la industria apenas da los primeros pasos en su
adelanto;
84

además de ser contrariada por la escasez de brazos para la producción y aun sin
población permanente, y de que esa poca hace inmigrar una fuerte parte del capital
fluctuante del país para su tierra natal, sin que vuelva otra retribución que el
incentivo de invitar su sustitución por nuevos inmigrantes.
Ese inmenso escape de capital fluctuante reunido a las crecientes necesidades de
empleo, de parte del mismo en capital fijo por activar el desenvolvimiento de la
industria, influye de tal manera sobre nuestra existencia social, que no pueden sus
efectos sino impedir el progreso material y moral de la nación.
Conocemos prácticamente esos efectos económicos, pero, desgraciadamente, no se
busca el remedio a tamaños males. Y sin embargo nadie, que posee capital
acumulado ó que lo produzca por su trabajo, deja de ser perjudicado en sus intereses
por tan constantes obstáculos al desenvolvimiento de la riqueza particular y pública.
La inversión del capital fluctuante en fijo y su consumo improductivo produce, como
ya se ha demostrado, la elevación del precio del interés sobre todos los capitales.
¿Qué importa, pues, a los que poseen capital acumulado, que éste les produzca
grande renta, si sus gastos están en proporción de los intereses que reciben?
85

La tasa del interés es sin contestación el regulador general de un mercado: desde que
su precio se eleva proporcionalmente al valor de los otros mercados sus iguales, el
país donde eso sucede, si es rico por su suelo, como este, se condena a no utilizar
todos los beneficios que la naturaleza pone a su disposición.
Cualquiera que sea la forma en que se inmovilize el capital ó que ocasione su escape,
es perder fuerzas productoras para la riqueza pública, disminuyendo el monto del
presupuesto necesario a las producciones del consumo interno y de permutas en el
exterior.
Si bien la naturaleza de nuestro suelo y la bondad de nuestro clima nos invita a que
seamos mas que todo industriales agrícolas; esta circunstancia no debe forzarnos a
que continuemos siendo, como en la actualidad, apenas ganaderos y cultivadores de
trigo y maíz.
La agricultura y la ganadería, son la base de formación de todos los otros ramos de
industria, puesto que producen las materias primeras necesarias para el alimento y
goce de la humanidad.
86

Acontece mas, y es; que entre la industria agrícola y la manufacturera estabelécese


una tan íntima ligación, que llega hasta haber mutua protección, en lo que se
relaciona a la utilidad de los capitales disponibles del presupuesto corriente de un
mercado en su aplicación para el aumento de la producción.
Es en épocas diferentes del año que dichas industrias tienen mayor necesidad de
utilizarse del capital disponible de un mercado para el servicio de sus especiales
tareas. Esa circunstancia produce el ventajoso resultado, de que los saldos de la
agricultura en determinada estación del año puedan ser aplicados a la industria
manufacturera; y en otra estación que los de esta industria servirán para satisfacer
las necesidades de la agricultura.
El servicio de la industria rural y fabril reunidos producen necesariamente mayor
acumulación de trabajo. Desde que es este él que forma el capital social, parécenos
lógico, que busquemos el medio de promover lo mas pronto posible que se obtenga
ese resultado.
En fin pues, de todas las combinaciones económicas, que real y positivamente se
hagan llegar a la práctica, en las sociedades jóvenes como esta, deben propender
para que se consiga reunir una valiosa cantidad de acumulación de trabajo que
alcance a las crecientes necesidades de la industria nacional; ó mejor dicho, del
continuo movimiento de su producción y reproducción.
87

Mientras que las discusiones en la prensa uruguaya, en cuestiones económicas, no


se sostengan a la altura conveniente de apreciar sin ninguna especie de pasión los
fenómenos de nuestra sociedad, subordinando todas las combinaciones a las
actuales condiciones del país, esas discusiones no servirán para dilucidar tan
importantes asuntos; pero si para confundir a los pocos inteligentes y hacer
propaganda a favor de la continuación de los errores, que tanto han retardado el
progreso de la República.
Pretender, que sean dirigidas las cuestiones económicas de un país al capricho de
invenciones académicas que tienen por base exclusiva, ya sean opiniones de ciertos
filósofos, las cuales nunca tuvieron aplicación práctica, ya las doctrinas que se
redactaron para sociedades de notable engrandecimiento industrial; creemos, es el
peor de los medios que se emplee en un país que apremiantemente precisa sacar
ventajas é inmediatas de la reforma de su sistema económico.
Para que sea posible en las actuales condiciones económicas de este país, animar la
fundación de nuevos ramos de industria y desarrollar los que hoy poseemos, se ne-
cesitará provocar el aumento de acumulación de trabajo disponible.
88

Esta acumulación no se realizará sin economizar la producción, y para conseguir


esta economía no conocemos otro medio que, no exportar mas la parte de trabajo
absolutamente indispensable para permutar por los géneros que aun no estamos
habilitados para fabricar por falta de materiales a propósito; porque su fabricación es
muy difícil, y en fin, por que no es posible que un país produzca lo todo que satisfaga
las necesidades y goces de una sociedad.
Lo racional será, que empecemos por fundar aquellos ramos de industria cuyas
materias primeras ya poseemos, y que sin embargo hoy se exportan totalmente como
si fuesen un sobrante en el consumo de nuestro mercado interno.
No nos explicamos qué aspiraciones de progreso son las que manifiestan algunos
escritores, al tratar de las cuestiones económicas de este país, negando su apoyo al
desarrollo industrial.
El progreso de los Estados proviene del adelanto é importancia de su industria,
puesto que, solo la producción es riqueza.
Estamos en una época en que se discute tanto la necesidad de propagar la
instrucción pública: sin embargo, nadie trata de la necesidad de preparar el país
para educar a la juventud en habilitarse a tomar un puesto en los talleres donde se
fomenta la verdadera civilización y riqueza de un pueblo.
89

Tenemos actualmente leyes en vigor que autorizan a obtener privilegios hasta para la
introducción de industrias, cuyo procedimiento lo explica cualquier manual
industrial, para de ese modo los que tienen tiempo y paciencia para lucrar en hacer
correr expedientes durante algunos años en la oficinas públicas, consigan dichos
privilegios para especular con ellos y dificultar por consiguiente la fundación de
nuevos ramos de industria.
Tenemos en la actualidad propagandistas del libre-cambio, pero que no proponen los
medio prontos y eficaces de solventar los compromisos que la nación contrajo por
largos años, dando en hipoteca las rentas de las Aduanas.

VI

En vista de las razones expuestas consideramos que todas las combinaciones


económicas de útiles resultados en este país deben responder al principio de
conseguir que se aumente el capital disponible de nuestro presupuesto corriente.
Los problemas económicos que no resuelvan economizar cuanto sea posible el
capital disponible de nuestro presupuesto corriente, no responden a las necesidades
del presente y porvenir de la República.
90

El principio, pues, de conseguir con seguridad y sin retardo crear el capital preciso al
movimiento de la producción es el de todos los principios aquel que mas
rigurosamente se debe respetar.
Y si a incontestables razones económicas se agrega: por ejemplo, que en nuestra
sociedad las facilidades otorgadas a favor de confecciones extranjeras, como ropa y
calzado, privan de trabajo manual a aquellos que aquí en él se podían emplear,
ocasionando por tal motivo que la miseria bata a la puerta del hogar de las familias,
la cuestión de capital disponible toma por tanto las proporciones de una cuestión
social.
Además que el capital exportado, en pago de las confecciones que en el país se
pueden hacer, también influye sobre el empobrecimiento de nuestro presupuesto
corriente.
Para que los espíritus meticulosos no tomen por exagerado cuanto decimos con
referencia a la escasez de capital disponible, nos permitiremos concluir con algunas
palabras de señor Wilson, sobre la inversión del capital fluctuante en fijo, aunque
sus efectos sean en la Inglaterra mucho menos precarios que aquí, donde la escasez
de acumulación de trabajo destinado a la producción tiene su origen en causas de
mayor gravedad.
91

Hélas aquí:
«Es una ilusión decirse, que poco importa que el capital se gaste en caminos de
hierro, con tal que sea dentro del país, creyéndose que la operación se reduce a una
simple transferencia de dueños, que ninguna diferencia producirá en general al país.
«Pretendíase, que las compañías podían absorber del público las cantidades que
quisiesen; porque siendo estas otra vez distribuidas a título de salarios por los
operarios, estos también las distribuían; finalmente que la operación se reducía a
una transferencia como de una cuenta corriente entre los clientes de un mismo
Banco.»

_________________
FIN

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