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El documento discute la historia de la biografía como género histórico. Explica que la biografía fue un género marginal en la historiografía académica entre la Segunda Guerra Mundial y los años 1970 debido al paradigma de historia total-estructural que enfatizaba los procesos de larga duración. Sin embargo, este paradigma comenzó a cuestionarse en los años 1970, permitiendo el resurgimiento de la biografía histórica que se enfoca en individuos y eventos. El autor argumenta que es un buen momento para que
El documento discute la historia de la biografía como género histórico. Explica que la biografía fue un género marginal en la historiografía académica entre la Segunda Guerra Mundial y los años 1970 debido al paradigma de historia total-estructural que enfatizaba los procesos de larga duración. Sin embargo, este paradigma comenzó a cuestionarse en los años 1970, permitiendo el resurgimiento de la biografía histórica que se enfoca en individuos y eventos. El autor argumenta que es un buen momento para que
El documento discute la historia de la biografía como género histórico. Explica que la biografía fue un género marginal en la historiografía académica entre la Segunda Guerra Mundial y los años 1970 debido al paradigma de historia total-estructural que enfatizaba los procesos de larga duración. Sin embargo, este paradigma comenzó a cuestionarse en los años 1970, permitiendo el resurgimiento de la biografía histórica que se enfoca en individuos y eventos. El autor argumenta que es un buen momento para que
Escritas por periodistas o por historiadores ocasionales que viran hacia la
novela, las biografas de personajes pblicos se consumen con gran inters en la Argentina. Es hora, afirma el autor, de retomar su escritura segn cnones acadmicos.
Durante un perodo de tiempo bastante prolongado, que podramos situar entre
el trmino de la Segunda Guerra Mundial y fines de los aos setenta, la biografa histrica, tan vieja como la propia historia, era un gnero marginal y escasamente prestigiado en el campo de la historiografa acadmica, especialmente de la Europa continental pues los historiadores anglosajones nunca abandonaron del todo su aficin por la importancia de las acciones de los individuos y de la narrativa biogrfica.
El desprestigio de la biografa histrica no se deba a la falta de inters de los
lectores sino al tipo de paradigma en boga en el campo historiogrfico y de las ciencias sociales en general. Precisamente, como reaccin a la historia poltica tradicional predominante desde finales del siglo XIX, que se centraba en buena medida en las acciones de los grandes hombres, se impuso una historia totalizadora que privilegiaba el anlisis de las estructuras y los grandes procesos y en donde la economa, la geografa y tambin la sociologa desempeaban un rol central. El ejemplo ms interesante en este sentido lo brind la escuela francesa de los Annales que priorizaba el estudio de los procesos de larga duracin, en donde el acontecimiento perda importancia y la accin del individuo se volva opaca, casi invisible, pero adems intil para comprender los procesos histricos. Existan s los actores colectivos (obreros, burgueses, campesinos), pero representaban un sujeto compuesto por hombres abstractos que actuaban determinados por las formaciones econmicas y sociales. En este contexto la biografa no poda desempear en el campo historiogrfico ms que un rol secundario o, en el mejor de los casos, subordinado.
Sin embargo, el paradigma de la historia total-estructural comenz a ser
horadado durante los aos setenta para derrumbarse en la dcada siguiente. En un contexto de desmoronamiento de los Estados de Bienestar y del socialismo real que daba paso a una sociedad ms individualista, lo que entraba en crisis eran las teoras y los conocimientos sobre los cuales la historia haba apoyado sus avances en las dcadas anteriores y haba construido los grandes relatos interpretativos. Y, centralmente, se cuestionaba de manera radical el compromiso de pensar la sociedad como un todo.
Pero, adems, se debilit de manera notable la idea de progreso y, como
sostiene Jacques Revel, como no nos proyectamos ms hacia el futuro, el pasado se ha vuelto opaco. As, desde las certezas, el campo historiogrfico se desliz hacia la duda y la dispersin epistemolgica. Otra vez los Annales son un buen ejemplo de esta mutacin y, uno de sus integrantes, Jacques Le Goff contradiciendo su postura de una dcada atrs, sostena en 1989 el historiador de las estructuras se ha hastiado de las abstracciones y est hambriento de realidades concretas. Es la confesin de quien siente que una forma de entender y hacer la historia haba perdido parte de su capacidad explicativa.
A partir de este momento la biografa histrica volvi al primer plano y la
recuperacin del mtodo biogrfico formaba parte de la tendencia a la revalorizacin del actor social, sea este individual o colectivo. Este actor social ya no poda ser reducido a un dato o a una variable que sirviera para demostrar afirmaciones generales sobre el comportamiento de la sociedad.
Si antes el estudio de los personajes singulares serva para justificar las
interpretaciones estructurales, ahora importaba por s mismo, por la anomala que pudiera significar. As, recobraba importancia la subjetividad que permita el regreso del sujeto a una situacin privilegiada tanto en la historia como en la literatura, revalorizando las historias individuales y familiares e introducindose a travs de la experiencia subjetiva en el plano de lo privado.
Y estos personajes singulares, sean annimos o pblicos, toman sus decisiones
fluctuando entre condiciones racionales e irracionales y explican situaciones especficas que no deberan generalizarse ni extrapolarse. Pero la biografa permite prestar atencin al acontecimiento, a la contingencia, a la secuencia cronolgica y brindarle al historiador el sentido del tiempo y la coyuntura en que viven los hombres y mujeres. Adems, igual que la microhistoria, plantea nuevos problemas como consecuencia de la reduccin de escalas.
Por cierto, como en cualquier gnero historiogrfico, las biografas intentan
formar parte del corpus del conocimiento histrico y las hay aquellas que lo logran y las que no. Una buena biografa se constituye en una interesante herramienta, como sostiene Giovanni Levi, para verificar el carcter intersticial y sin embargo importante de la libertad de que disponen los agentes y observar el modo en que funcionan concretamente los sistemas normativos que no estn nunca exentos de contradicciones.
La biografa permite, en definitiva, describir las normas y su funcionamiento y
los desacoples entre las normas y las prcticas sociales y polticas, esto es, la comprensin del pasado.
En nuestro pas la historiografa acadmica se ha visto influenciada por las
tendencias del cambio de paradigmas y eso es visible en la importancia de algunos trabajos sobre la vida privada y sobre la subjetividad. Sin embargo, ha prestado escasa atencin e importancia a la biografa histrica salvo, claro est, en contadas excepciones. Dada la ausencia de trabas en las reglas de la profesin esta tendencia debera revertirse, especialmente teniendo en cuenta el inters de los lectores que han consumido desde el retorno de la democracia una infinidad de biografas de personas pblicas (polticos, sindicalistas, deportistas, empresarios, etctera) escritas principalmente por periodistas. Tambin fueron vidamente consumidas por los lectores un buen nmero de biografas noveladas escritas por historiadores ocasionales que basaban sus relatos en las desventuras amorosas y familiares de los protagonistas.
Es un buen momento para el resurgimiento de la biografa histrica escrita a
partir de los cnones acadmicos.
Juan Suriano codirige con Gustavo Paz la coleccion Biografias Argentinas, de