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Volumen 2 de la colección Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición de 1988 fue publicada por CEAL; la de 1997, por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Las peleas de los dioses / Perseo, el matador de monstruos / Dédalo, el hombre que aprendió a volar / Hércules, el forzudo / Jasón y los argonautas / Teseo, Ariadna y el Minotauro / El caballo de Troya / El largo viaje de Ulises.
Volumen 2 de la colección Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición de 1988 fue publicada por CEAL; la de 1997, por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Las peleas de los dioses / Perseo, el matador de monstruos / Dédalo, el hombre que aprendió a volar / Hércules, el forzudo / Jasón y los argonautas / Teseo, Ariadna y el Minotauro / El caballo de Troya / El largo viaje de Ulises.
Volumen 2 de la colección Cuentos de la Mitología Griega. Adaptaciones de mitos de la literatura griega, realizadas por Graciela Montes y publicadas con ilustraciones de Liliana Mendez. La edición de 1988 fue publicada por CEAL; la de 1997, por Odo/Gramón Colihue y Página 12. La colección "Cuentos de la Mitología Griega" incluye los siguientes volúmenes: Las peleas de los dioses / Perseo, el matador de monstruos / Dédalo, el hombre que aprendió a volar / Hércules, el forzudo / Jasón y los argonautas / Teseo, Ariadna y el Minotauro / El caballo de Troya / El largo viaje de Ulises.
Perseo,
el matador de monstruosUno de tos eventos que es gustaba
contar una y otra vez a los griegos era el
de Perseo, él matador de monstruos.
Perseo era hijo del mi
rey de los dioses, y de Dinae, una griega
muy hermosa, hija del rey de Argos.
Por raro que parezca, el padre de Dénae
sintié mucho miedo de ese nieto: los adivi
nos le habian asegurado que el recién naci-
do era un peligro porque, tarde o tempro-
no, le quitaria el trono.
Como a los reyes lo que menos les gusta
en el mundo es que les quiten el trono, el
padre de Danae corté por lo sano y metié a
su hija y a su nieto en un arca y arrojé el
area al mar.Pero no en vano ese bebé era hijo de
Zeus. El rey de los dioses, al que nada se
le escapaba, vio el arca flotando, la prote-
iG de las tempestades y Ia hizo tocar tierra
en Ia isla de Serifo
En Serifo reinaban dos hermanos, Dictis
y Polidectes. Eran generosos y tuvieron
ppena de esa mujer y ese bebé abandonados.
Polidectes se cas6 con Dinae y adopts a
Perseo como hijo. Lo cuidé y lo crié hasta
que Meg6 a muchacho y, cuando legs a
muchacho, le dijo:
—Perseo, ya es hora de que salgas en
busca de aventuras
Polidectes confiaba mucho en su hijo
adoptivo y estaba convencido de que era
bien capaz de llevar a cabo alguna gran
hazafia, de esas que después se siguen con-
tando por afios. (Y parece que tuvo razén
porque nosotros, después de tantos aos,
‘nos estamos acordando de las aventuras de
Perseo.)
Perseo y Polidectes charlaron un buen
rato acerca de cual podia resultar la aventu-
ra més conveniente.
—iYa sé, hijo! —dijo Polidectes de
pronto—. Lo que més te conviene es ir a
cortarle la cabeza a Medusa.
Y Perseo estuvo de acuerdo en que cor-
tarle la cabeza a Medusa podia ser una
aventura muy interesante.Tal vez ustedes no sepan tanto acerca de
Medusa como Perseo, asi que les cuento:
Medusa era un monstruo, un horrible mons-
truo. Y no les cuento més porque ya la
vamos a conocer de cerca.
En Grecia, cuando alguien queria ir a
‘conocer monstruos, Io mejor que podia ha-
cer era ir al reino de Forcis. Forcis era el
padre de un montén de monstruos.
Y eso fue, precisamente, lo que hizo
Perseo.
Primero se encontré con las Viejas. Las
Viejas eran tres brujas feisimas, de cabellos
blancos y caras arrugadas, que tenfan un
solo ojo y un solo diente. Pero no un solo
‘ojo y un solo diente para cada una: jun
solo ojo y un solo diente para las tres!, y
tenian que turnarse para usarlo. “‘Pasenme
el diente, que me toca a mi”, decia una.
“Bueno, pero entonces me das el ojo”,
ccontestaba otra. ‘“Ah, no”, decia la terce-
ra, “‘el ojo me lo quedo yo por un rato;
hace més de tres horas que no lo uso”. Y
asi todo el dia.
Bueno, zqué creen que hizo Perseo? Les
robé el ojo y el diente, y las Viejas se
Pusieron como locas y gritaron y grufierony le pidieron par todos los dioses que se
jos devolviera.
—Esti bien —dijo Perseo, que no era
nada zonz0—. Se los doy siempre y cuando
me digan cémo puedo hacer para ir a la
casa de las Ninfas.
Ustedes se estardn preguntando para qué
hablaba Perseo de ir a la casa de las Ninfas
si lo que él queria hacer eta matar a Me-
dusa. Bueno, lo que sucede es que Perseo
queria ir bien protegido al combate con
Medusa y habia pensado que le podrian ser
muy ttiles algunas posesiones de las Nin-
fas: las sandalias, el casco y la mochila
Con las sandalias aladas uno podia volar de
un lado al otro como un pajarito; con el
ccasco de piel uno se volvia invisible, y con
la mochila... bueno, siempre viene bien
tuna mochila cuando uno sale de viaje.
Ya ven, Perseo era un muchacho inteli-
gente y precavido.
Las. Viejas, que apreciaban muchisimo
su iinico ojo y su tinico diente, le explica-
ron cuidadosamente cémo llegar a la casa
de las Ninfas y Perseo encontr6 ficilmente
el camino,
Cuando Hlegé entré sigilosamente, se cal-
26 las sandalias, agarré el casco, s€ colg6
la mochila y se escapé volando.Hermes, el dios mensajero, que lo vio
pasar por el cielo asi vestido, imaginando
que iba preparado para una gran aventura
Te regal6 una hermosa hoz de bronce.
Y fue asi, bien equipado, como Perseo
se dirigié a la morada de las Gorgonas.
Las Gorgonas eran tres hermanas, hijas
de Forcis, el padre de los monstruos. Dos
de ellas eran inmortales; solo una, Medusa,
era mortal
Perseo sabia bien que eran horribles por-
ue todos los griegos sabian que no habis
nada més feo que una Gorgona, pero sabia
bien que, mas que de ninguna otra cosa,
tenia que cuidarse de mirarlas de frente. El
que miraba a las Gorgonas quedaba con-
vertido en piedra de inmediato.
Por eso Perseo recurrié a un truco. En
lugar de mirarlas miré la imagen que refle-
Jaban en su escudo de bronce, que, de tan
bruftido, parecia un espejo.
Las Gorgonas estaban dormidas y eran
feisimas. Tenian la cabeza cubierta de es-
ccamias y, en lugar de cabellos, les crecian
espantosas serpientes que se enroscaban y
desenroscaban formando rulos inmundos.
De la boca les salian enormes colmillos de
Jabali. Las manos eran de hierro y grandes
alas de oro les colgaban de la espalda.
Perseo sabia que corria terrible peligro.
Un solo paso en falso y las Gorgonas se
despertarian y lo destruirian con sus colmi-
los y sus garras. Una sola miradita y que-
daria convertido en piedra.Silenciosa y cuidadosamente, guidndose
por la imagen del escudo, mirando y vol-
viendo a mirar (y también, segin se cuen-
ta, con la ayuda de Atenea, la diosa de la
inteligencia, que quiso darle una manito a
‘este muchacho tan astuto), Perseo identifi-
6 a Medusa, 1a Gorgona mortal.
‘Acercdndose en puntas de pie y sin dejar
de mirar la imagen del escudo ni por un
momento, alzé la hoz de Hermes en el aire
y.... Tuvo que quedarse paralizado, con la
hoz en el aire y aguantando la respiracién:
uuna de las hermanas dio vuelta la cabeza
en el suefio y las enruladas serpientes de su
cabeza rozaron la nariz de Medusa, que
dormia a su lado. Medusa entreabrié. los
ojos. Con un gesto rapido Perseo se puso
el casco y se volvié invisible en el acto
Medusa miré a su alrededor, sacudié con
su garra de hierro a la hermana que habia
interrumpido con cosquillas su sueiio, las
{tes gruferon y siguieron durmiendo.
‘Cuando volvieron a escucharse los ron-
quidos Perseo volvié a empuiiar su hoz y,
de un solo tajo, le corté la cabeza a
Medusa.Parece ser que, en cuanto la cabeza cays
rodando, del tronco descabezado nacieron
un caballo alado y un gigante. {Cosas de
los monstruos!
Perseo no miré la cabeza, por supuesto,
pero se la guardé en la mochila que les
habia robado a las Ninfas (ya ven que una
mochila siempre es stil cuando uno sale de
viaje).
Pensando que ahi se habia terminado la
aventura se colg6 la mochila al hombro y
se fue volando en direccién a Serifo: queria
evarle 1a cabeza de regalo a su padre
Polidectes.
Entretanto, las dos Gorgonas inmortales
se habian despertado y, al ver el tronco
descabezado de su hermana, habian levan-
tado vuelo para perseguir a Perseo. Pero no
pudieron encontrarlo: Perseo era invisible
Bracias al casco de las Ninfas.Dias y dias vol6 Perseo, levado de un
lado a otro por los vientos.
Un dia, cansado, bajé a descansar en ef
reino de Atlante. Atlante era un gigantén
que tenia un huerto leno de frutos de oro,
‘que cuidaba con ayuda de un dragon.
—{Seria usted tan amable de dejarme
pasar a descansar un rato? —pidi6. Perseo.
Allante era un gruién y un egoista.
—iDe ningiin modo! Todos quieren en-
trar para robarme la fruta. {Si los conoceré
yo! —gnuié—. jFuera! ;Fuera de aqui en-
seguida!
—Pero, por favor —volvié a pedir Per-
seo—. Estoy tan cansado!
Esta vez. Atlante ni siquiera le respondis.
Perseo se puso furioso: ya veria ese rey
orgulloso y cruel!
—Esté bien —dijo Perseo haciéndose el
que aceptaba—. Ya que no quiere dejarme
entrar por lo menos acepte este regalito
Y sacé la cabeza de Medusa de la mo-
chila.
Y sucedis Jo que ustedes ya se imaginan:
en cuanto Atlante la miré qued6 convertido
en piedra y, como era un tipo muy robusto
y muy grandote, més que en piedra se con-
virtié en montaiia.—iSe lo tenia merecido! —dijo Perseo
Y, Volviendo a guardar la cabeza de Medu-
sa en la mochila, se calzé las sandalias
aladas, se puso el casco de volverse invisi-
ble y se lanzé de nuevo al espacio,
—Bueno, espero Iegar a casa cuanto
antes —dijo.
Pero ya se sabe que las aventuras de los.
héroes nunca terminan. Cuando volaba so-
bre la costa de Etiopia vio algo que le
Hamé la atencién, Junto a la orilla del mar,
atada a una saliente de roca, habia una
muchacha hermosisima. Y, ademés de her-
mosisima, seguramente era muy desdichada
Porque loraba y Moraba sin parar.
Perseo sintié mucha pena y se posé a su—iQué te pasa? {Por qué Moris? {Por
qué te ataron a esta roca? —le pregunté.
La prisionera no le contests. Parecia
avergonzada y siguié lorando.
—Por favor —dijo Perseo—. Quiero sa-
ber lo que te pasa. En una de esas puedo
ayudarte
Entonces la muchacha miré a Perseo y,
‘como vio que tenia cara de muchacho bue-
no, decidié contarle su historia
—Yo soy Andrémeda —dijo—, la hija
del rey de Etiopia. Todo andaba més 0
‘menos bien en nuestro reino hasta el dia en
que mi mamé tuvo la mala idea de decirle
a alguien que se consideraba més hermosa
que las nereidas, las ninfas del mar. ;Para
qué! Desde ese dia todos Ios dioses del
‘mar se nos pusieron en contra y empezaron
a mandamos tempestades y naufragios y
hasta un monstruo enorme que devoraba a
cuanta persona podia atrapar. Era espanto-
80, pero no sabiamos qué hacer para que
los dioses nos perdonaran. Entonces papa
consult6 a un adivino y el adivino le dijo
ue el Ginico modo de que los dioses nos
perdonaran era entregindome a mi, para
que me comiera. A papa y a mamé no les
parecié nada bien la idea (jsoy su tinica
hija!), pero toda la gente empez6 a decir
que si, que era lo mejor que se podia
hhacer, asi se terminaba de una vez. por
todas el asunto del monstruo. Ademis, to-
do habia sido por culpa de mi mamé, asi
que... Y bueno, aqui estoy, esperando
que venga el monstruo a comerme.
Andromeda terminé de contar su triste
historia y empez6 a lorar de nuevo.>
SEED
= er
CLE
Perseo se dio cuenta de que se habia
enamorado como loco de esa chica tan her-
mosa y tan desdichada. ;Tenia que salvar-
at
—No tengas miedo —le dijo acaricién-
dole la mejilla—. No voy a dejar que te
devore el] monstruo.
‘Acabé de decir “‘monstruo” y las aguas
‘se agitaron horriblemente. Desde el fondo
de las olas aparecié una figura horripilante
Y tan enorme que parecia lenar toda la
‘superficie del mar. Como un barco veloz,
el monstruo comenzé a avanzar hacia la
orilla
Perseo entonces levanté vuelo hasta las
rnubes y desde alli se lanzé en picada con
el pufal en a mano.
{Justo a tiempo! El monstruo ya estaba a
Pocos metros de Andrémeda y abria sus
Bigantescas fauces. Perseo le clavé el pufialtuna y cien veces. Retrocedia hasta las nubes
y volvia a lanzarse en picada para clavar su
Pufial. Una sangre espesa manaba de las
heridas del monstruo y el mar se iba tifen-
do de rojo oscuro. Decidido a salvar a
‘Andrémeda, cansadisimo pero invencible,
Perseo siguié atacando y atacando hasta
que el monstruo murié.
Perseo habia triunfado. Andrémeda,
agradecida y feliz, lo miraba desde la orilla.
Perseo se acercé y le quité las sogas que
la tenian prisionera de la roca.
—Gracias —dijo ella y le sonrié con una
sonrisa tan hermosa que Perseo se dijo que
no podria seguir viviendo si no se casaba
con ella.
Los padres de Andrémeda consideraron
que un muchacho que sabia volar y volver-
se invisible y que era capaz de derrotar
monstruos podia ser un muy buen esposo
para su hija, asi que estuvieron de acuerdo
y celebraron la boda, que fue divertida y
grandiosa, como son siempre las bodas de
los reyes,Perseo parecia haber terminado por fin
sus aventuras. Sin embargo, no fue asi. No
habian pasado més que unos pocos dias
desde el casamiento cuando se presenté en
el palacio Fineo.
Fineo era el tio de Andrémeda, pero
también habia sido una vez su pretendien-
te, mucho antes, antes de que Andromeda
fuera arrojada al monstruo marino
—Vengo a buscar a mi novia —dijo
Fineo.
—Tu novia ya esté casada —dijo el pa-
dre de Andrémeda—. Se casé con Perseo,
tun valiente, que no huyé como huiste vos,
dejéndola abandonada en la orilla del mar.
¢Por qué no viniste cuando te necesitaba?
Perseo la salvé y Perseo se casé con ella
Pero Fineo no entendia razones. Queria
casarse con Andromeda aunque para eso
tuviese que matar a medio mundo.
CUETO
Se armé la pelea. Fineo y sus soldados
contra Perseo y los soldados del rey. Fue
tun largo combate, La tropa de Fineo era
grande y estaba bien entrenada y los solda-
dos del rey eran pocos; Perseo se dio cuenta
muy pronto de que, si no tramaba algo, iba
perder su vida y su novia.
Pero ya lo conocemos a Perseo, ya vimos
que siempre tiene algin recurso. Se acordé
de su mochila, donde seguia guardada la
horripilante cabeza de Medusa con su ca-
bellera de serpientes,
‘Todos los que son mis amigos —gri-
6 Perseo— que miren hacia otro lado!
Sus amigos, entonces, no miraron, pero
los que no eran sus amigos siguieron mi-
rando cuando Perseo levanté en el aire la
cabeza de Medusa y... uno a uno queda-
ron convertides en piedra. Cientos de esta-tuas de soldados quedaron petrificadas en
los salones, en los pasllos y vestibulos del
palacio. Desesperado, Fineo veia cémo su
tropa se iba quedando dura y muerta
—Ahora —dijo Perseo— tenemos un pa-
lacio bien adomnado, leno de estatuas. Sin
embargo, todavia falta una juna sola!— y
Jo miro a Fineo.
Yo no pienso mirar esa cosa —dijo
Fineo y esquivd los ojos.
Perseo seguia sosteniendo en el aire la
cabeza de Medusa.
—No voy a mirarla —repitié Fineo, pero
mind de reojo.
—No voy a mir... —quiso decir, pero
‘no pudo evitar que sus ojos se clavaran en
Medusa.
Y en ese mismo instante quedé converti-
do en la més dura y quieta de las piedras.
Y entonces si comenzaron para Perseo,
el matador de monstruos, y para su esposa
Andrémeda muchos dias felices, soleados y
tranquilos.