Академический Документы
Профессиональный Документы
Культура Документы
Mientras tanto, el gobernador de la isla de Jamaica, Francisco de Garay, envió una expedición de
exploración con tres navíos y doscientos setenta hombres al mando de Alonso Álvarez de Pineda al
Golfo de México. Después de haber navegado desde la Florida hasta el río Pánuco fueron avistados por
Escalante, quien de inmediato avisó a su capitán. Cortés creyó que eran embarcaciones enviadas por
Velázquez y decidió poner una trampa en la playa para capturar a los nuevos expedicionarios, pero la
argucia sólo funcionó con siete hombres que desembarcaron en un bajel y el resto de la expedición pudo
regresar a Jamaica.[82] El 16 de agosto de 1519 Cortés con el resto de los españoles y un gran contingente
de aliados totonacas comenzó la marcha hacia la ciudad de México-Tenochtitlan.[83]
Alianza con los tlaxcaltecas [editar]
Véase también: Historia prehispánica de Tlaxcala y Xicohténcatl
Al inicio, la trayectoria de los conquistadores no fue fácil. Pasaron por Ixcalpan (Rinconada) y después
Xalapa, donde fueron bien recibidos, así como Xicochimalco. Continuaron a Monte Grande, que tomo el
nombre de Puerto de Dios, y siguieron a Teoizhuacán y Ayahualulco; cruzaron la Sierra de Puebla por el
Cofre de Perote con abastecimiento muy limitado de agua; se dirigieron hacia el norte pasando por los
poblados de Altotonga, Xalacingo y Teziutlán hasta llegar a Zautla, donde fueron recibidos por el
gobernante local Olintetl. Cuando éste fue cuestionado para saber si era tributario de los mexicas, su
respuesta fue: «¿Acaso existe alguien que no sea vasallo de Moctezuma?».[84] Durante la entrevista
Cortés intentó convencerlo para dejar de tributar y aceptar la corona española, pero Olintetl se rehusó
pues en el lugar se encontraba apostado un grupo de guerreros mexicas; no obstante, los españoles
fueron bienvenidos y hospedados. El teuctli de Ixtacamaxtitlán, quien también era vasallo de
Moctezuma, envió una invitación a los españoles y trató de convencerlos de seguir su ruta hacia Cholula
para evitar el cruce por territorios tlaxcaltecas, pero Mamexi advirtió a Cortés de una posible celada y le
propuso enviar mensajeros de paz a los dirigentes tlaxcaltecas para conformar una alianza en contra de
los mexicas. Cortés, convencido de la fidelidad de los totonacas, siguió el consejo y prosiguió el
itinerario preestablecido.[85]
Recorrido de la
expedición de
Hernán Cortés.
Tlaxcala era una
confederación
de ciudades-
estados unidas
en una república
gobernada por
los integrantes
de un senado.[86]
Tenochtitlan, estaba organizada de forma similar a un imperio; desde 1455 el poderío azteca estaba
conformado sobre la base de una triple alianza cuyos integrantes eran los señoríos de Texcoco,
Tlacopan, y Tenochtitlan, sin embargo éste último ejercía la hegemonía del poder.[87] En esos años
ambas confederaciones rivalizaron y comenzaron las guerras floridas en contra de Huejotzingo, Cholula
y Tlaxcala. El objetivo principal del ejercicio bélico era la captura de prisioneros.
Bajo estas circunstancias de animadversión llegó Cortés al territorio de Tlaxcala al mando de el ejército
totonaca-español, el cual era numéricamente muy inferior con respecto a la densa población de Tlaxcala
que se conformaba por los pinomes, los otomíes y los tlaxcaltecas, quienes vivían asentados en cientos
de pequeñas localidades.[84] El senado de Tlaxcala ya estaba enterado de los españoles y cuando
recibieron a los mensajeros se reunieron para deliberar la propuesta de Cortés. Los principales
representantes eran Xicohténcatl Huehue «el Viejo», Maxixcatzin, Citlalpopocatzin y Hueyolotzin.[85] Al
igual que los mexicas, los tlaxcaltecas consideraban a los españoles como semidioses pues las noticias al
respecto de sus caballos y sus armas los habían impresionado. Maxixcatzin se inclinó por sellar la
alianza y luchar contra sus acérrimos rivales, pero Xicohténcatl Axayacatzin argumentó la posibilidad de
que los españoles no fueran semidioses, creyendo que la ambición que habían mostrado por el oro, los
pequeños hurtos en los pueblos, la destrucción de templos y el desprecio de leyes ancestrales
evidenciaba más un comportamiento humano que divino. La resolución fue atacar a los recién llegados:
de lograrse la victoria se daría crédito a la nación tlaxcalteca, en caso de derrota se culparía a los otomíes
de haber actuado en desobediencia a las órdenes del senado y se firmaría la alianza.[88]
El oro del quinto del rey fue fundido por los orfebres de Azcapotzalco
para ser enviado a España, mural de Diego Rivera.
Durante la breve estancia, los españoles habían descubierto
accidentalmente tesoros escondidos en una de las recámaras principales
del suntuoso palacio de Axayácatl; pero también habían valorado el
posible riesgo de una emboscada por parte de los mexicas y por tales
motivos decidieron someter a Moctezuma.[104] El 14 de noviembre
Cortés tomó como pretexto los acontecimientos de Nautla para arrestar
al tlatoani, exigiendo también castigo para los responsables.
Sorprendido, Moctezuma negó haber ordenado el ataque y mandó
llamar a Cuauhpopoca, los emisarios mexicas fueron acompañados por
Francisco de Aguilar, Andrés de Tapia y Gutiérrez de Valdelomar. A partir de ese momento el tlatoani
fue vigilado por una escolta española. Cuando regresaron los emisarios, el tlatoani otorgó el privilegio
de juicio a Cortés; el proceso fue breve y se sentenciaron a morir en la hoguera a Cuauhpopoca, a su hijo
y quince principales de Nautla. Para prevenir una sublevación, Moctezuma fue entonces sometido con
grilletes y se le obligó a presenciar la ejecución. El pueblo mexica, en silencio y expectante, comenzó a
dudar de su máximo dirigente por la sumisión mostrada.[105]
Permanentemente custodiado, Moctezuma continuó sus actividades cotidianas. Convivió con Cortés y
sus capitanes, les mostró la ciudad y los alrededores. Durante los siguientes días el conquistador pidió al
tlatoani que abandonase a sus dioses y que prohibiese los sacrificios humanos. También averiguó los
lugares de donde procedía el oro. Ante el asombro y disgusto de los sacerdotes mexicas, se derribaron
las efigies de sus dioses, se impusieron imágenes cristianas y se celebró una misa en la cúspide de el
Templo Mayor.[106]
Se organizaron excursiones para inspeccionar las minas. Gonzalo de Umbría se dirigió hacia Zacatula en
la región mixteca; Diego de Ordás hacia Tuxtepec y Coatzacoalcos; Andrés de Tapia y Diego Pizarro se
dirigieron a la zona de Pánuco.[107] Cortés también pidió a Moctezuma solicitar oro a todos los pueblos
tributarios de los mexicas. Nuevamente el tlatoani accedió con la esperanza de que a cambio de entregar
esos tesoros, los europeos se retiraran de Tenochtitlan. Para facilitar su transporte y reparto, todo el oro
fue fundido en barras por los orfebres de Azcapotzalco, separándose el quinto del rey.[108]
Una pequeña comitiva de españoles fue enviada en búsqueda de oro a Tetzcuco. Los guías eran
Netzahualquentzin y Tetlahuehuezquititzin, ambos hermanos de Cacama. Debido a un malentendido, se
sospechó de una posible traición de Netzahualquentzin, motivo por el cual fue sentenciado a morir en la
horca. Cacama, exacerbado, intentó sublevarse con los señores de Coyoacán, Tlacopan, Iztapalapa,
Toluca y Matalcingo,[106] pero Ixtlilxóchitl, también hermano y a la vez enemigo de Cacama, lo
traicionó. Los rebeldes fueron arrestados y Cortés decidió nombrar a Coanácoch como nuevo tlatoani de
Tetzcuco.[107] Días más tarde, Pedro de Alvarado torturó a Cacama para que éste entregara una mayor
cantidad de oro, acción que fue denunciada por Bernardino Vázquez de Tapia durante el juicio de
residencia de Alvarado.[109]
Moctezuma le insistió a Cortés que se retirase de la ciudad, pero la respuesta fue negativa. La estancia se
prolongó bajo la excusa de no contar con embarcaciones, pues éstas habían sido destruidas. A pesar del
malestar social de los mexicas por las acciones de los conquistadores españoles y el abyecto
comportamiento del huey tlatoani, éste intentó por todos los medios evitar un levantamiento. A petición
de Cortés, dirigió un discurso solemne frente a su pueblo, en el cual, llorando, se reconoció como
vasallo de Carlos I y pidió rendir obediencia a los españoles. Creía en las profecías y supersticiones,
pero también temía que en caso de un enfrentamiento armado su pueblo fuese masacrado.[107]
Considerando tener un relativo control sobre Tenochtitlan, Cortés envió a la región de Coatzacoalcos a
Juan Velázquez de León con cien hombres con el objetivo de fundar una colonia, para de esta manera,
extraer oro y vigilar la costa.[107] Rodrigo Rangel fue enviado a Chinantla, y para tranquilizar a
Moctezuma, Cortés envió a la Villa Rica de la Vera Cruz, a Gonzalo de Sandoval, Martín López, Andrés
Núñez, y Alfonso Yañez con órdenes oficiales de construir nuevas embarcaciones a la vista de los
mexicas, pero con instrucciones secretas de realizar los trabajos de la manera más lenta posible.[110]
Entrevista de los procuradores con el rey y el Consejo de Castilla [editar]
Mientras eso ocurría en Tenochtitlan, los procuradores de la Villa Rica de la Vera Cruz, Alonso
Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, habían llegado a Sevilla. Era octubre de 1519 cuando
el obispo Juan Rodríguez de Fonseca se enteró de los acontecimientos, girando órdenes al contador de la
Casa de Contratación Juan López de Recalde para incautar el tesoro que transportaban los procuradores.
Fray Benito Martin había conseguido ya en la corte el título de adelantado para Diego Velázquez de
Cuéllar y solicitó que se otorgara plena autoridad al gobernador de Cuba para castigar la
insubordinación de Cortés.[71]
Rodríguez de Fonseca aún tenía el control del Consejo de Castilla, el cual atendía los asuntos de las
Indias, pero el obispo de Badajoz Pedro Ruiz de la Mota y el secretario del rey Francisco de los Cobos y
Molina quedaron impresionados por el oro traído de México. El obispo de Badajoz abogó por Cortés
ante el rey Carlos I. Por otra parte los procuradores acudieron a Martin Cortés, padre del caudillo, para
tratar de conseguir mediante cartas una entrevista con el rey, quien al escuchar esta solicitud se mostró
interesado en recibirlos y en conocer a los totonacas que habían traído en el viaje. Los emisarios de
Cortés llegaron tarde a Barcelona en donde encontrarían al rey, pero éste, en constante movimiento, se
había trasladado a Burgos. No obstante, pudieron contactar al abogado Francisco Núñez y al consejero
del rey Lorenzo Galíndez de Carvajal, quien decidió apoyarlos.[71]
Carlos I había sido elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, además de atender los
asuntos de la Guerra de las comunidades de Castilla, debería hacer frente al conflicto de la reforma
luterana y viajar hacia Aquisgrán donde sería coronado. Sin embargo, mostró gran interés en los asuntos
de Indias.[111] Cuando los emisarios de Cortés llegaron a Burgos la corte se había desplazado a
Valladolid. En Tordesillas el monarca sostuvo una reunión informal con los procuradores, pero fue hasta
el 30 de abril de 1520, en Santiago de Compostela, donde el comité del Consejo de Castilla escuchó
finalmente a los procuradores.[71]
El comité estaba conformado por el cardenal Adriano de Utrecht, el canciller imperial Mercurino
Arborio Gattinara, el obispo de Badajoz Pedro Ruiz de la Mota, el arzobispo de Palermo Jean
Carondelete, el arzobispo de Granada Antonio de Rojas Manrique, el comendador mayor de Castilla
Hernando de la Vega, y el obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca. Además estuvieron presentes
en la reunión el doctor Diego Beltrán, Luis Zapata, Francisco de Aguirre, Lorenzo Galíndez de Carvajal,
Pedro Mártir de Anglería, Bartolomé de las Casas, Juan de Sámano, y Francisco de los Cobos y Molina.
[71]
Se realizó una larga sesión en la que fueron cuestionados los procuradores Francisco de Montejo,
Alonso Hernández Portocarrero y el emisario del gobernador de Cuba, Gonzalo de Guzmán. A pesar de
que el obispo de Burgos acusó a Cortés y sus hombres como desertores y traidores, el 17 de mayo de
1520 el comité decidió aplazar la resolución hasta escuchar nuevas pruebas tanto de Velázquez como de
Cortés.[111]
Expedición de Narváez [editar]
Pánfilo de Narváez.
Diego Velázquez, desconociendo aún los últimos sucesos en España,
confiscó en la isla de Cuba los bienes de Cortés y de algunos de sus
hombres. Organizó un ejército que constaba de diecinueve embarcaciones,
mil cuatrocientos hombres, ochenta caballos, veinte piezas de artillería y
mil auxiliares cubanos. Designó a Pánfilo de Narváez como capitán con
órdenes secretas para arrestar o matar a Cortés. Cuando Rodrigo de
Figueroa, juez de residencia de La Española, se enteró de los planes de
Velázquez, consideró que la pugna no era beneficiosa para la corona y por
tal motivo envió al oidor Lucas Vázquez de Ayllón junto con el alguacil de
Santo Domingo Luis de Sotelo y el escribano Pedro de Ledesma para
detener la expedición.[112] Vázquez de Ayllón encontró a Narváez en Xaraguas y le ordenó abortar la
expedición. Adicionalmente, el 18 de febrero de 1520 notificó directamente a Velázquez las órdenes de
Figueroa pero el gobernador de Cuba prosiguió con sus planes, desatendiendo la petición oficial y
desafiando la autoridad de Figueroa. En esa circunstancia, Vázquez de Ayllón decidió viajar
simultáneamente a la Villa Rica de la Vera Cruz para tratar de negociar un acuerdo. Las embarcaciones
zarparon de Cuba el 5 de marzo de 1520.[113] Poco antes de salir de Cuba se había extendido una
epidemia de viruela en la isla, el virus fue transportado en la excursión.[113]
Participaron en la excursión de Narváez Juan Bono de Quejo, Leonel de Cervantes, el veedor del
gobernador de Cuba Gerónimo Martínez de Salvatierra, un sobrino homónimo de Velázquez conocido
como «el Mozo», el alcalde de Trinidad Francisco Verdugo, Gaspar de Garnica, Baltasar Bermúdez y
otros experimentados conquistadores. También viajó Andrés de Duero, secretario de Velázquez pero
amigo de Cortés, ya que Amador de Lares había muerto a principios de 1520. Los barcos hicieron escala
en Cozumel, en donde rescataron a los sobrevivientes del naufragio de Alonso de Parada y fundaron una
pequeña guarnición. Se dirigieron hacia Tabasco llegando a Potonchan donde se encontraba la Villa de
Santa María de la Victoria para reabastecerse de agua y en la etapa final del viaje fueron sorprendidos
por una tormenta, perdiendo un barco y cincuenta hombres, entre ellos Cristóbal de Morante, quien
había sido socio y capitán en la primera excursión a la península de Yucatán. Llegaron a San Juan de
Ulúa el 19 de abril pero los barcos de Vázquez de Ayllón habían llegado un par de días antes, por lo que
el oidor pudo contactar a los hombres de la Villa Rica de la Vera Cruz, enterándose antes de los logros
de Cortés.[113]
Al desembarcar, Pánfilo de Narváez decidió fundar la ciudad de San Salvador. Hicieron contacto con los
totonacas, a quienes informaron que pretendían arrestar a Cortés y liberar a Moctezuma. El tecutli gordo
de Cempoala quedó impresionado ante las noticias, pero prefirió dar la bienvenida a los recién llegados,
suministrándoles víveres durante tres semanas. Los totonacas enviaron los acostumbrados regalos pero
Pánfilo los guardó para sí, provocando la antipatía de sus seguidores.[113] Debido a que la zona se
encontraba en paz, Ayllón habló bien de Cortés y los hombres al desconocer los planes de la expedición
comenzaron a inquietarse. Narváez culpó al oidor de la situación y decidió arrestarlo. Vázquez de
Ayllón, Pedro de Ledesma y algunos simpatizantes de Cortés fueron hechos prisioneros y enviados en
un barco con dirección a Cuba. El oidor no pudo hacer nada frente a los hombres de Narváez, pero
cuando zarparon, amenazó al capitán del barco, en el sentido de que si éste obedecía las órdenes de ir a
Cuba lo condenaría a la horca; por tal motivo, la embarcación se dirigió hacia La Española. Ahí,
Vázquez de Ayllón denunció los hechos y envió cartas a España detallando la afrenta y el proceder
violento de Narváez. Finalmente, lo sucedido fue contraproducente a los intereses de Diego Velázquez.
[113]
Una comitiva de Moctezuma, quien estaba sometido, se puso en contacto con Narváez, y pronto fueron
enviados mensajes al huey tlatoani. Éste albergó nuevas esperanzas de ser liberado y mantuvo en secreto
esta comunicación, pero no pudo ocultar las noticias de la llegada de las embarcaciones. Cortés designó
a fray Bartolomé de Olmedo y cinco emisarios para indagar las noticias de lo que ocurría.[114] En la
costa, Narváez comisionó a fray Antonio Ruiz de Guevara y al escribano Alfonso de Vergara para que
notificasen a Gonzalo de Sandoval las nuevas provisiones de Diego Velázquez: se consideraba a Cortés
un traidor y Narváez debía recibir el apoyo de todos los españoles. Sandoval, lejos de atender la
petición, decidió apresar a los comisionados y enviarlos de inmediato a Tenochtitlan. Narváez también
envió cartas a Juan Velázquez de León pensando, equivocadamente, que el pariente del gobernador de
Cuba sería un aliado.[112]
Cortés recibió con halagos a Vergara y Guevara, les pidió disculpas por el trato de Sandoval. El caudillo
organizó un banquete y les regaló oro, ante lo que los comisionados quedaron pasmados. [115] Muy
pronto se hicieron amigos del anfitrión e informaron a éste todos los detalles de la expedición, olvidaron
leer las provisiones de Velázquez e incluso sugirieron enviar regalos a los hombres de Narváez. Cortés
los envió de regreso a la costa con una escolta y una carta de respuesta para Narváez.[114] En contraste,
los emisarios de Cortés habían sido arrestados a excepción del clérigo Olmedo, quien se dedicó a
describir las riquezas de la tierra. Cuando Vergara y Guevara llegaron a San Salvador, comenzaron a
repartir oro de forma secreta a los hombres de Narváez. La misiva de Cortés contenía palabras de
bienvenida e invitación a los miembros de la expedición, pero de sorpresa por la nueva designación de
Narváez.[113]
Ante la expectativa, Cortés salió de Tenochtitlan marchando con parte de su ejército hacia la costa,
dejando una guarnición de ochenta hombres al mando de Pedro de Alvarado, envió instrucciones a
Velázquez de León y Rangel para que se reunieran con él en Cholula para ir de manera conjunta hacia
Cempoala.[116] Fueron diversas idas y venidas de mensajeros, Narváez hacía proposiciones no aceptadas
por Cortés pues trataba de desposeerlo en favor de Velázquez, y Cortés hacía contraposiciones
inaceptables por parte de Narváez, pues justificaba su obediencia de forma directa al rey sin reconocer la
autoridad del gobernador de Cuba. Las entrevistas con mensajeros sirvieron de espionaje, Andrés de
Duero ayudó nuevamente a su amigo para sobornar a diferentes oficiales de Narváez.[117] Los hombres
de Cortés avanzaron hacia Mictlancuauhtla y acamparon el 28 de mayo en la ribera del río Chachalacas.
Pocas horas antes de realizar el ataque sus espías informaron los pormenores de las posiciones de los
contrincantes. Narváez se encontraba en Cempoala, confiado en que no atacarían por las condiciones del
tiempo.[114]
A pesar de que el ejército de Cortés era menos numeroso que el de Narváez, el ataque sorpresa fue veloz
y certero. Diego Pizarro con sesenta hombres tenía órdenes de apoderarse de la artillería; Gonzalo de
Sandoval con ochenta hombres debía capturar o matar a Narváez; Juan Velázquez de León enfrentaría a
las fuerzas de su primo Diego Velázquez «el Mozo», sobrino del gobernador; Diego de Ordás tendría
que capturar a las fuerzas comandadas por Salvatierra; finalmente, Andrés de Tapia y Cortés reforzarían
con ayuda a cualquiera de los otros capitanes.[117]
Cuando Narváez se dio cuenta del ataque trató de reaccionar, pero era tarde. Los sobornos funcionaron,
el jefe de artillería Bartolomé de Usagre había colocado cera en loa cañones, la pólvora se había mojado,
los hombres de Bermúdez no se encontraban en sus puestos y los espías de Cortés habían cortado las
cinchas de las sillas de los caballos.[114] Tras una breve refriega en lo alto del teocalli, el piquero Pedro
Gutiérrez de Valdomar dejó tuerto a Narváez. Pedro Sánchez Farfán llevó al prisionero herido ante los
capitanes Gonzalo de Sándoval, Alonso de Ávila, y Diego de Ordás, quienes le quitaron las supuestas
provisiones del rey, que resultaron ser tan sólo las instrucciones de Velázquez.[117] Cuando Pánfilo fue
llevado ante Cortés, le dijo «Señor capitán, tened en mucho esta victoria y el haberme preso», a lo que
éste contestó: «Doy gracias a Dios y a mis esforzados caballeros, mas una de las menores cosas que he
hecho en esta tierra es desbarataros y prenderos».[114] Hubo pocas bajas, no más de veinte, entre ellas el
tecutli gordo de Cempoala, Diego Velázquez «el Mozo» y Alonso Carretero. La mayor parte de los
hombres se rindieron convencidos de la riqueza de las tierras descubiertas y reconocieron a Cortés como
nuevo jefe, incrementando así la fuerza militar del conquistador. Entre los auxiliares viajaba un esclavo
de raza negra enfermo de viruela.[118] Al terminar la campaña se desmanteló San Salvador, Juan
Velázquez de León partió hacia Pánuco para poblar la zona con cien hombres y vigilar posibles
incursiones de Francisco de Garay. Un mensajero proveniente de Tenochtitlan informó a Cortés sobre
una rebelión en la ciudad, mediante la cual tenían emboscados a todos los hombres que habían quedado
al resguardo de la misma; así mismo, se enteró la comunicación secreta que había sostenido Moctezuma
con Narváez.[114]
Matanza del Templo Mayor [editar]
Artículo principal: Matanza del Templo Mayor
Durante la ausencia de Cortés, en Tenochtitlan se debía celebrar la ceremonia en honor del dios
Huitzilopochtli. Los mexicas pidieron permiso al capitán Pedro de Alvarado, quien otorgó el permiso
correspondiente para llevar a cabo la fiesta de Tóxcatl, la cual era un extenso ritual en donde se hacía
una estatua de Huitzilopochtli; sacerdotes, capitanes, así como jóvenes guerreros bailaban y cantaban
desarmados. Alvarado mandó cerrar las salidas, pasos y entradas al patio sagrado, la entrada de
Cuauhquiyauac (Águila) en el palacio menor, la de Ácatl iyacapan (Punta de caña), la de Tezcacóac
(Serpiente de espejos) y entonces comenzó la masacre. «Dieron un tajo al que estaba tañendo el tambor,
le cortaron ambos brazos y luego lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada, otros comenzaron
a matar con lanzas y espadas; corría la sangre como el agua cuando llueve, y todo el patio estaba
sembrado de cabezas, brazos, tripas y cuerpos de hombres muertos».[119]
El recinto del
Templo Mayor,
maqueta del
Museo Nacional
de Antropología
(México).
Fue una gran pérdida porque los asesinados eran los dirigentes que se habían educado en el Calmécac,
los veteranos de guerra, los calpixques, los intérpretes de códices. La presencia de los extranjeros
ofendía al pueblo de Tenochtitlan, pero era tanto el respeto que sentían por la figura del huey tlatoani,
que nadie se había atrevido a contradecirlo.[120] La matanza del Templo Mayor provocó una enorme
indignación y los mexicas se lanzaron contra el palacio de Axayácatl. Moctezuma pidió al
tlacochcálcatl (jefe de armas) de Tlatelolco, Itzcuauhtzin, calmar a la población enardecida con un
discurso en el que pedía a tenochcas y tlatelolcas no combatir contra los españoles. La rebelión ya no
puedo ser detenida, la población ofendida por la actitud del tlatoani, gritaba «¡Ya no somos tus
vasallos!». Además se encontraban irritados por el ataque alevoso a sus capitanes. Sitiaron el palacio
durante más de veinte días, donde los españoles se atrincheraron llevando con ellos a Moctezuma y a
otros jefes.[121]
La Noche Triste [editar]
Artículo principal: Noche Triste
.. «Cortés a esto se paró, y aun se sentó, y no a descansar, sino a hacer duelo sobre
los muertos y que vivos quedaban, y pensar y decir el baque la fortuna le daba con perder tantos amigos, tanto
tesoro, tanto mando, tan grande ciudad y reino; y no solamente lloraba la desventura presente, más temía la
venidera, por estar todos heridos, por no saber adónde ir, y por no tener cierta la guardia y amistad en Tlaxcala; y
¿quién no llorara viendo la muerte y estrago de aquellos que con tanto triunfo, pompa y regocijo entrado habían?»
Historia general de las Indias, Francisco López de Gómara.[128]
Batalla de Otumba.
El jefe de carpinteros, Martín López, fue enviado por Cortés a Tlaxcala. Su misión era cortar y preparar
madera para construir trece bergantines, los cuales serían utilizados en el asalto anfibio a Tenochtitlan.
Cuando López llegó a Tlaxcala, se enteró que Maxixcatzin había muerto víctima de la viruela pero pudo
obtener sin problema la ayuda de Xicohténcatl Huehue.[133]
Alonso de Ávila y Francisco Álvarez Chico viajaron a Santo Domingo en busca de caballos, ballestas,
pólvora, arcabuces y cañones. Por otra parte, Francisco de Solís viajó a Jamaica en una misión similar.
Los gastos fueron financiados con el poco oro rescatado de Tenochtitlan y del almacenado previamente
en Tlaxcala.[137]
En esos días llegaron diferentes embarcaciones: una de ellas procedente de Cuba comandada por Pedro
Barba, quien llevaba una carta de Velázquez dirigida a Narváez. El capitán de la nave y la tripulación
decidieron unirse a Cortés. Lo mismo sucedió con una embarcación capitaneada por Rodrigo Morejón.
Desde Castilla, Juan de Burgos llegó al mando de una embarcación que hizo escala en las islas Canarias;
paralelamente, desde Sevilla llegó Juan de Salamanca, quien hizo escala en Santo Domingo.[137]
En la zona del río Pánuco una expedición dirigida por Diego de Camargo bajo órdenes del gobernador
de Jamaica, Francisco de Garay, había sido derrotada por los nativos huastecos. Para colmo, durante el
escape una de las embarcaciones naufragó. Los sesenta sobrevivientes y Camargo se unieron a Cortés.
El gobernador de Jamaica envió embarcaciones de apoyo, cincuenta hombres al mando de Miguel Díez
de Aux y cuarenta hombres al mando de Francisco Ramírez «el Viejo». Estos capitanes, al evaluar la
situación, también decidieron unirse a las fuerzas de Cortés.[133]
Con el objetivo de controlar la totalidad de la ruta hacia la costa oriental, Gonzalo de Sandoval fue
designado para efectuar una nueva campaña en Zautla y Xalacingo. Con tan sólo ocho bajas españolas,
los pueblos fueron sometidos y al igual que en Tepeaca, los prisioneros fueron esclavizados y herrados.
[133]
En repetidas ocasiones Cortés había pedido a los mexicas la rendición y ellos siempre se negaron. Era la
víspera del ataque final.[147]
Sitio de Tenochtitlan [editar]
Se dio la orden de cortar los suministros de agua dulce que llegaban a México-Tenochtitlan desde
Chapultepec, los mexicas trataron de impedirlo en un férreo combate que perdieron. Comenzaron las
batallas, por las aguas del lago de Texcoco, por las calzadas y los puentes en una forma coordinada.
Sandoval cubrió también el área de Tepeyac. Al principio las bajas por ambos bandos eran semejantes,
tanto atacantes como defensores tenían organizadas sus acciones. La estrategia de los conquistadores era
destruir los puentes y albarradas de comunicación a la isla de México-Tenochtitlan y con los bergantines
provocar incendios en las poblaciones, de tal suerte que no hubiera forma de abastecer comida y agua a
los sitiados. La estrategia de los mexicas fue reconstruir y defender el paso de los puentes y albarradas,
de vez en cuando enviaron escuadrones para contraatacar a los cuarteles de los conquistadores.
Contrario a las costumbres de los mexicas, quienes usualmente no combatían durante la noche, las
confrontaciones se llevaron a cabo a toda hora.[151]
Díaz del Castillo relató en su crónica que «cada día existían tantos combates (no siempre victorias) que
si los hubiera relatado todos parecería un libro de Amadís o de Caballerías. Fueron noventa y tres días
de sitio...» La falta de agua y alimento surtió efecto...«digo que en tres días con sus noches, en todas
tres calzadas, llenas de hombres y mujeres y criaturas, no dejaron de salir y tan flacos y amarillos y
sucios y hediondos, que era lástima de verlos...».[153]
Por otra parte López de Gómara relató en su crónica que al final del sitio «los mexicas solo se
alimentaban de raíces, bebían agua salobre de la laguna, dormían entre los muertos y estaban en
perpetua hedentina, jamás quisieron la paz».[154]
Caída de Tenochtitlan [editar]
Artículo principal: Caída de México-Tenochtitlan
De acuerdo a las estimaciones de Hernán Cortés, los conquistadores españoles, junto con sus aliados
tlaxcaltecas, texcocanos, huejotzincas, chalcas, cholultecas y demás coaligados mataron a más de
cuarenta mil mexicas durante las últimas jornadas. López de Gómara describió en su obra que «el cerco
duró tres meses, tuvo en él doscientos mil hombres, novecientos españoles, ochenta caballos, diecisiete
tiros de artillería, trece bergantines y seis mil barcas. Murieron cincuenta españoles y seis caballos y no
muchos indios. Murieron de los enemigos cien mil, sin contar los que mató el hambre y la pestilencia».
[161]
Para celebrar el acontecimiento, los castellanos se reunieron en el palacio del señor de Coyoacán
Coapopocatizin, pues en Tenochtitlan el hedor era insoportable. Organizaron un banquete con vino,
carne de cerdo, carne de pavo y tortillas maíz en abundancia. Al día siguiente celebraron misa y se cantó
un tedeum.[162]
Restauración de la ciudad y tormento de Cuauhtémoc [editar]
Monumento a Cuauhtémoc.
Enterado Cortés de la rebelión de Cristóbal de Olid, decidió viajar hacia
las Hibueras a pesar de tener pocos españoles en Tenochtitlan. Decidió
llevar con él en el viaje, como medida preventiva ante una posible
sublevación, a Cuauhtémoc y otros nobles mexicas.[198]
Al cruzar el río Candelaria (afluente del río Grijalva) las huestes de Cortés
tuvieron que construir una serie de puentes para lograr atravesar la zona
del actual municipio de Candelaria, en el actual estado de Campeche. De
acuerdo a las crónicas de Indias la tarea no fue nada fácil. En el lugar fue
recibido por el batab o halach uinik de Acalán, llamado Apoxpalón, quién
comerciaba cacao, algodón, sal y esclavos. La reunión fue pacífica y el
gobernante local ayudó a la expedición a continuar su camino. Por su
parte Cortés le entregó una carta o salvoconducto para mostrar a posibles
futuras expediciones españolas, en la cual se hacía constar el acuerdo de paz logrado.
Poco después Cortés sospechó de una posible sublevación simultánea por parte de los mexicas tanto en
el viaje como en la ciudad. Por tal motivo, al sureste de Xicalango, aún dentro de la jurisdicción de
Acalán de los mayas chontales, en un punto llamado “Itzamkanac”[199] se realizó la sentencia y ejecución
por ahorcamiento del último huey tlatoani Cuauhtémoc. También fueron ejecutados el señor de
Tlacopan Tetlepanquetzal y muy probablemente el señor de Tetzcuco Coanácoch.[200] Este hecho ocurrió
el día 28 de febrero de 1525.[201]
..estando para ahorcar al Quauhtemoc, dijo estas palabras: «O capitan Malinche, dias ha que yo tenia entendido, é
habia conocido tus falsas palabras: que esta muerte me habias de dar, pues yo no me la dí, cuando te entregaste en
mi ciudad de Méjico; porque me matas sin justicia?»
Conquista de Yucatán, Diego López de Cogolludo.[202]
Esta acción preventiva fue utilizada en España como un argumento en contra de Hernán Cortés, por los
seguidores de Diego Velázquez de Cuéllar y ha sido criticada a través de los siglos por los historiadores.
Tayasal en el Lago Petén Itzá (Guatemala).
El viaje continuó y la expedición tuvo contacto con los mayas itzáes en las
inmediaciones de Tayasal. Fueron bien recibidos y Cortés se entrevistó
con el Halach Uinik Ah Can Ek (Canek). Cortés explicó lo acontecido
con el poderío mexica, y el halach uinik no tenía aún las noticias de
Tenochtitlan pero le contó acerca de noticias de guerras acontecidas con los mayas chontales de Centla
con los dzules (hombres blancos). Cortés explicó que el era el capitán de esas guerras y trato de
convencerlos para su conversión al cristianismo.[203] Ante el resguardo de la ciudad y el número de
habitantes mayas, Cortés prefirió no llevar a cabo ninguna acción militar y se despidió de los itzáes,
dejando un caballo lastimado y moribundo que Ah Can Ek prometió cuidar.[204] En 1618 los misioneros
franciscanos encontraron a los descendientes mayas adorando a un caballo fabricado de madera.[205]
La expedición continuó el camino durante más de treinta días en un trayecto accidentado y sinuoso hasta
Nito (Guatemala), donde no fueron bien recibidos por los nativos. Después de una pequeña escaramuza
se establecieron en el sitio durante algunos días. Cortés envió un pequeño grupo para solicitar una
embarcación y poder continuar su trayectoria por mar hacia Naco (las Hibueras). Al llegar la
embarcación a Nito le informaron que Cristóbal de Olid ya había sido ejecutado.
Llegando a Naco, Cortés se reunió con sus capitanes y evaluó las noticias que llegaban de México-
Tenochtitlan, donde se habían amotinado los españoles. Envió inmediatamente a Gonzalo de Sandoval
de regreso.
En la zona, los pueblos vecinos de Papayca y Chiapaxina habían recibido amistosamente a los
españoles, pero poco tiempo después las condiciones cambiaron y comenzaron los enfrentamientos.
Cortés logró capturar a los señores principales llamados Chicuéytl, Póchotl y Mendexeto para de esta
manera negociar la paz a cambio de la vida y libertad de los prisioneros. Los de Chiapaxina se rindieron,
pero los nativos de Papayca continuaron las hostilidades. Fue capturado y ahorcado el líder llamado
Mátzal. También fue capturado otro líder de nombre Pizacura, a quién Cortés mantuvo en cautiverio,
pero las hostilidades continuaron. En las cercanías Cortés fundó la villa de Trujillo el 18 de mayo de
1525 y nombró a Juan de Medina como alcalde.[206] No obstante, en las inmediaciones de la zona los
lencas, aliados con los cares y dirigidos por el caudillo lenca Lempira, resistieron la conquista durante
doce años. En 1537 durante las campañas de conquista de Francisco de Montejo, el capitán Alonso de
Cáceres concertó una reunión para negociar la paz, sin embargo la reunión fue una trampa y un
arcabucero asesinó al dirigente indígena.[207]
Llegaron a la villa de Trujillo fuerzas españolas dirigidas por Francisco Hernández de Córdoba,
fundador de Nicaragua, homónimo del descubridor de Yucatán, que estaba bajo las órdenes de Pedro
Arias Dávila (Pedrarias). Al escuchar que la zona era rica en metales preciosos, Cortés se interesó en las
minas y acciones de conquista. Se encontraba preparando su expedición a Nicaragua cuando llegó fray
Diego de Altamirano con noticias acerca de la situación en la ciudad de México, por lo que prefirió
cancelar su expedición y regresar por vía marítima a San Juan de Ulúa. Envió a sus soldados a
Guatemala para poblar la zona y dar apoyo a Pedro de Alvarado, y partió de la villa de Trujillo, el día 25
de abril de 1526.[208]
La Nueva España [editar]
Artículo principal: Virreinato de la Nueva España
Territorio del Virreinato de la Nueva España en su máxima expansión.
La pugna entre Cortés y Velázquez para obtener el derecho de gobernar los territorios conquistados
había sido estudiada en mayo de 1520, antes de la caída de Tenochtitlan, por el Consejo de Castilla. En
esa ocasión se determinó aplazar el veredicto para que las partes involucradas presentaran más pruebas y
argumentos.
Fray Benito Martín siguió transmitiendo quejas de Cortés al obispo Juan Rodríguez de Fonseca para que
éste apoyara a Velázquez, pero la Guerra de las Comunidades de Castilla había atraído la atención de
todo el reino. Fue hasta abril de 1521 cuando Fonseca arrestó al procurador Alonso Hernández
Portocarrero bajo la excusa amañada de haber seducido ocho años antes a una mujer llamada María
Rodríguez. Portocarrero nunca fue puesto en libertad y murió en prisión.[209] El siguiente paso del obispo
de Burgos fue nombrar al veedor de Santo Domingo, Cristóbal de Tapia, como gobernador, sustituyendo
la capitanía de Cortés. A pesar de que el cardenal Adriano de Utrecht desconfiaba de Fonseca, autorizó
el nombramiento, pues se encontraba preocupado ante los acontecimientos relativos al discurso de la
Dieta de Worms que había pronunciado Martin Lutero.[210]
En mayo de 1521 llegaron a Sevilla Diego de Ordás y Alonso de Mendoza con un cargamento de oro y
portando la segunda carta de relación de Cortés. El oro fue confiscado por la Casa de Contratación, pero
los emisarios lograron huir y se pusieron en contacto con Francisco de Montejo. Juntos lograron
entrevistarse con el cardenal Utrecht y le mostraron la carta dirigida a Carlos I. En el documento, Cortés
utilizaba por primera vez el nombre de Nueva España. Había creído conveniente la denominación para
bautizar al territorio recién conquistado, debido entre otros argumentos, a la similitud de climas con
España.[211]
Además de notificar los avances de la conquista, los emisarios informaron al cardenal la confiscación
del tesoro que se había efectuado en Sevilla y de las órdenes que Fonseca había girado para cerrar el
paso a Ordás y Mendoza. La desconfianza de Utrecht aumentó, debido a que también había escuchado
rumores de la pretensión del obispo de Burgos de casar a su sobrina con Velázquez. Tras las
acusaciones, el cardenal investigó los hechos y ordenó a Fonseca abstenerse de intervenir en los asuntos
de Cortés y Velázquez. Se revocaron las órdenes que había emitido el obispo, liberándose también los
embargos de Sevilla.[212]
De cualquier forma, las instrucciones enviadas a Cristóbal de Tapia llegaron a Santo Domingo a finales
del verano de 1521. Se ordenaba a Tapia tomar la gobernación del territorio, sustituyendo del cargo a
Cortés. A pesar de que la Audiencia de la Española no estaba conforme con la determinación, Tapia
viajó a la Villa Rica de la Vera Cruz y fue recibido por el alcalde Rodrigo Rangel y por el regidor
Bernardino Vázquez de Tapia en diciembre de 1521. Se enviaron mensajeros con las nuevas noticias a
Coyoacán, en donde ya residía Cortés.[213]
Con su acostumbrada diplomacia ante estas situaciones, Cortés envió una carta de bienvenida al veedor.
La misiva fue llevada por fray Melgarejo y en ella se explicaba que los trabajos de conquista no habían
sido concluidos, y por tanto, se excusaba de no poder asistir a la entrevista personalmente. Los
procuradores de las villas de Vera Cruz y Segura de la Frontera, coludidos con el plan, hicieron eco a las
aseveraciones de su capitán. De manera atenta reconocieron la autoridad de Tapia, así como las
instrucciones reales pero le solicitaron retirarse por el bien de los trabajos de la conquista. Tapia no tuvo
más opción que acceder, y zarpó de regreso a La Española.[214] Casi de inmediato arribó procedente de
Cuba Juan Bono de Quejo. Velázquez lo había enviado con cartas en las cuales el nombre del
destinatario era un espacio en blanco para ser llenado. Los documentos estaban firmados por el obispo
Fonseca y en ellos se ofrecían beneficios a quienes aceptaran reconocer a Cristóbal de Tapia como
nuevo gobernador. Para mala suerte de Velázquez, el veedor se había marchado a La Española, en donde
había determinado no interferir más, por el bien de la conquista.[213]
En enero de 1522, el cardenal Utrecht fue nombrado sucesor del papa León X. A partir de entonces los
asuntos de Indias fueron atendidos por el tesorero de Castilla, Francisco Pérez de Vargas. El nuevo papa,
Adriano VI, ratificó al emperador Carlos V, la bula Exponi nobis fecisti y la intención de enviar frailes
de la orden mendicante y frailes menores de orden regular a los territorios recién conquistados por
Hernán Cortés.[170]
En marzo de 1522 ya habían llegado noticias del sometimiento de la ciudad de México-Tenochtitlan.
Carlos I organizó un nuevo comité que fue antecedente del Consejo de Indias. Confirmó la decisión de
Adriano VI, de excluir al obispo Fonseca de los asuntos de la Nueva España.[215] Entre los miembros que
participaron en esta ocasión estuvo el doctor Diego Beltrán, el licenciado Francisco de Vargas, el
canciller Mercurino Gattinara, el comendador de la orden de Santiago Hernando de la Vega, el consejero
real Lorenzo Galíndez de Carvajal y los consejeros flamencos Charles de Poupet, señor de la Chaulx, y
De La Roche.[216]
A fin de llegar a conclusiones, el comité analizó las cartas de Diego Velázquez, las quejas de Vázquez
de Ayllón, el informe de Cristóbal de Tapia, las cartas de Hernán Cortés y las cartas firmadas por los
procuradores de la Villa Rica de la Vera Cruz. Así mismo, se entrevistaron a diversos testigos, entre los
más importantes Andrés de Duero, Benito Martin, Diego de Ordás, Alonso de Mendoza y Francisco de
Montejo.
Se determinó que no había razón para que Diego Velázquez tratara como suya la conquista, pues
solamente había gastado parte de dinero para financiar la empresa y eso podría ser reembolsado por
Cortés, siempre y cuando el gobernador demostrase que era su propio dinero y no de la corona. Además
se concluyó que el documento con el que había nombrado a Cortés como capitán no tenía validez pues
carecía de autoridad.[216]
El 11 de octubre de 1522 se nombró oficialmente a Hernán Cortés como «adelantado, repartidor de
indios, capitán general y gobernador de la Nueva España». Cortés quedó obligado a reembolsar los
gastos erogados por Diego Velázquez. A este último se le indicó que no volviera a inmiscuirse en los
asuntos de Cortés y se le ordenó presentar una probanza por su conducta.[217] Cuatro días más tarde, el 15
de octubre de 1522, se firmó un decreto real en el cual fue nombrado Alfonso de Aragón y de Estrada
como tesorero real de la Nueva España, Gonzalo de Salazar como factor, Rodrigo de Albornoz como
contador y Pedro Almíndez Chirino como veedor para ayudar a Hernán Cortés en su gobierno.[170]
Los primeros frailes que viajaron a Nueva España en 1523 fueron Juan de Aora, Juan de Tecto, y Pedro
de Gante. En mayo de 1524 llegaron a San Juan de Ulúa los franciscanos Martín de Valencia, Toribio de
Benavente «Motolinía», Francisco de Soto, Martín de Jesús, Juan Suárez, Antonio de Ciudad Rodrigo,
García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Ximénez, Andrés de Córdoba y Juan
de Palos, conocidos como los doce apóstoles. En 1528 Juan de Zumárraga fue nombrado primer obispo
de la Nueva España.
*CONQUISTA MATERIAL*
Esta representada por el poder militar desplegado por España contra los pueblos
indígenas de America y las formas de sometimiento administrativas. Existen 4 etapas
históricas en el desarrollo de la conquista.
La retirada de la ciudad se hace inevitable, pero los aztecas, ahora dirigidos por
Ciutlahuac, atacaron duramente al español y la pérdida de los tesoros que Cortes había
ido acumulando. A esta derrota sufrida por los españoles el 30 de julio de 1520 se le
reconoce como “la noche triste”, según Bernal Díaz del Castillo porque a Cortes “se le
salieron las lagrimas”.
*CONQUISTA ESPIRITUAL*
La idea religiosa fue para los españoles el mejor pretexto para el desarrollo de la
conquista. Podemos identificar dos periodos que nos explican como se presento la
conquista espiritual:
El primero se considera desde la llegada de la primera misión de franciscanos, en 1523,
hasta mediados del mismo siglo; resalan las ideas utópicas de los misioneros que
buscaban en los pueblos puros de America la sencillez, la humildad, el amor a los
semejantes y la colaboración humana.
El segundo periodo inicia en 1555 con la definición de la situación que dominará durante
la etapa colonial hasta culminar con una gran estructura jerárquica.
El clero se había organizado en dos grandes sectores: el clero regular y el clero secular. Al
primero grupo pertenecían aquellas ordenes misioneras que estaban representadas por
frailes sujetos a determinadas reglas o regulaciones en su forma de vivir. Los frailes más
representativos fueron: Fray Bartolomé de las Casas, Fray Pedro de Gante. Al clero
secular, le correspondía la administración espiritual de los fieles, eran denominados
secular porque vivían en el siglo; es decir, en el comercio y el trato de los hombres.
2
LLEGADA A AMÉRICA
.
Zempoala
A los 19 años, se embarcó con rumbo a Santo Domingo, en donde actuó como escribano en la villa de
Azua. Acompañó a Diego Velázquez de Cuéllar en 1511 en la conquista de Cuba. Fue luego secretario
del mismo y más tarde alcalde de Baracoa. A pesar de que tuvo dificultades con Diego Velázquez, al
casarse en 1514 con Catalina Juárez Marcaida, logró que él fuera su padrino. Esta relación, así como el
conocimiento de las capacidades de Cortés, propiciaron que, después de las dos expediciones a la tierra
firme de lo que hoy es México, las capitaneadas por Francisco Hernández de Córdoba y Juan de
Grijalva, confiara el gobernador Velázquez a Cortés la organización de una tercera expedición.
Lecturas adicionales
Lectura adicional
Encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma II
El cronista español Bernal Díaz del Castillo escribió en el tercer cuarto del siglo XVI el relato de la
conquista y primera colonización de los territorios mexicanos, bajo el título de Historia verdadera de la
conquista de la Nueva España. En tanto que testigo, el autor describió los acontecimientos como una
gesta dirigida, pero no protagonizada en exclusiva, por Hernán Cortés. Los dos capítulos de esa obra que
reproduce el siguiente texto están dedicados a uno de los hechos históricos más trascendentales de la
historia americana: el encuentro en 1519 entre un guerrero europeo, Cortés, y uno de los últimos
soberanos aztecas, Moctezuma II.
Abrir Lectura adicional
El gran interés que puso Cortés en la preparación de lo tocante a la Armada que iba a capitanear,
despertó en Diego Velázquez sospecha de traición. Sin embargo, no pudo impedir que el 18 de febrero
de 1519 zarpara llevando 11 navíos, más de 500 soldados, cerca de 100 marineros, 16 caballos, 14
cañones, 32 ballestas y 13 escopetas. Pocos días después llegó a la isla de Cozumel, de la que los
indígenas se habían retirado. Entrando al fin en contacto con algunos, inquirió acerca de los náufragos
españoles que sabía se hallaban cautivos en las tierras cercanas. Para sorpresa general, apareció entonces
Jerónimo de Aguilar, que habría de convertirse en inapreciable colaborador de Cortés, gracias a su
conocimiento de la lengua maya. A través de él se supo que el otro náufrago sobreviviente, Gonzalo
Guerrero, no había querido salir al encuentro de los españoles.
Las embarcaciones de Cortés costearon luego los litorales de la península de Yucatán hasta el río de
Tabasco, que se conoció ya como Grijalva. En el pueblo de Centla, en Tabasco, ocurrió el primer
enfrentamiento bélico con los indios. Consumada la victoria de Cortés, los señores mayas agasajaron a
los españoles haciéndoles entrega de veinte jóvenes mujeres entre las que estaba la célebre Malintzin o
Malinche. Esta última fue entregada a Alonso Hernández Portocarrero.
Continuando la navegación, llegó Cortés a la región conocida como Chalchicueyecan (‘el lugar de la
diosa de la falda de jade’), en donde el Viernes Santo de 1519 hizo la fundación de la Villa Rica de la
Veracruz. Cortés, decidido a romper toda relación de obediencia con Diego Velázquez, creó el cabildo
de esa Villa Rica, el cual a su vez lo nombró capitán general y justicia mayor. Acerca de esto informaría
él muy pronto al emperador Carlos V (Carlos I de España). De este modo, su única vinculación iba a ser
ya con la monarquía.
Estableció luego Cortés contacto con indígenas totonacas en Zempoala. Recibió también una primera
embajada del soberano azteca Moctezuma II con grandes presentes de joyas, oro, plumajes y varios
atavíos. Según los testimonios indígenas que se conservan, Moctezuma, hondamente preocupado por las
noticias que le llegaban de las costas del golfo de México, pensó que los recién venidos eran
Quetzalcóatl y otros dioses que lo acompañaban. Nuevamente envió mensajeros que llevaron, entre otras
cosas, dos grandes discos, uno de oro y otro de plata, artísticamente trabajados. Esos mensajeros
regresaron a Tenochtitlan y refirieron a Moctezuma todo lo que habían visto. El señor de los aztecas
(mexicas) se sumió entonces en profunda consternación.
Hernán Cortés dispuso una embajada que debía zarpar con rumbo a España. Se redactó entonces la que
se conoce como Carta del Cabildo, fechada el 10 de julio de 1519. En ella se hacía saber a Carlos V que
el dicho cabildo había nombrado a Cortés capitán general y justicia mayor. Dos semanas después, se
embarcaron los enviados de Cortés, yendo como procuradores Alonso Hernández Portocarrero y
Francisco de Montejo. Llevaron consigo presentes para el Emperador, entre ellos algunos códices
indígenas. Poco después, Cortés ordenó el desmantelamiento de sus naves, y, a mediados de agosto de
ese mismo año, emprendió su salida hacia el interior de México.
Dejando en la Villa Rica de la Veracruz al ayuntamiento que había fundado, salió con 400 peones, 15
jinetes, 6 piezas de artillería, así como varios centenares de indígenas que llevaban los alimentos y la
impedimenta. Después de cruzar la sierra, se aproximó a la región tlaxcalteca. Valiéndose de un grupo
otomí sometido a ellos, los tlaxcaltecas pusieron a prueba la fuerza militar de los españoles. Al ver cómo
los otomíes eran fácilmente vencidos, quedaron persuadidos de que esos blancos barbudos eran mucho
más poderosos. Decidieron entonces aliarse con ellos, con la esperanza de derrotar así a sus antiguos
enemigos, los señores de Tenochtitlan. A finales de septiembre de 1519, los españoles entraron en la
capital de los tlaxcaltecas, Ocotelulco, quedando desde entonces como aliados.
Cortés prosiguió su avance hacia la metrópoli de los aztecas. Según los cronistas españoles, al pasar por
la gran ciudad de Cholula (ciudad sagrada de los aztecas, en la actualidad Cholula de Rivadabia),
sometida entonces al poderío azteca, se descubrió una traición de sus habitantes dirigida a dar muerte a
los españoles. Según las crónicas indígenas, la traición fue perpetrada en realidad por los mismos
españoles y los aliados indígenas. El hecho es que allí tuvo lugar una matanza de indígenas por orden de
Hernán Cortés.
3
.
CONQUISTA DE MÉXICO
El 8 de noviembre de 1519, después de atravesar los volcanes, Cortés y su gente hicieron su primera
entrada en Tenochtitlan, llegando por la calzada de Iztapalapa que unía por el sur a la ciudad con la
ribera del lago. Alojados en los palacios reales, pudieron percatarse de la grandeza y poderío de la
ciudad. Moctezuma, que los recibió como huéspedes, pronto se convirtió en su prisionero. En mayo de
1520, llegó Pánfilo de Narváez a la región de Zempoala, enviado por el gobernador de Cuba para
deponer y hacer preso a Cortés. Éste salió de Tenochtitlan para hacerle frente y derrotó a Narváez en
Zempoala, lo cual le permitió acrecentar el número de sus hombres, ya que muchos de los que venían
con Narváez se pasaron a sus filas. En tanto que Cortés había estado fuera, Pedro de Alvarado acometió
súbitamente a los aztecas durante la gran fiesta de Tóxcatl, en honor de su dios Huitzilopochtli. Los
textos indígenas que hablan de ese episodio son en verdad dramáticos.
Lecturas adicionales
Lectura adicional
La Noche Triste
En el siguiente texto se narra el trágico episodio conocido como la Noche Triste, acaecido en tierras
mexicanas durante la colonización española. En ausencia del conquistador Hernán Cortés, su
lugarteniente Pedro de Alvarado, que se había granjeado no pocas enemistades entre la nobleza azteca
debido a los métodos poco honestos que había empleado para enriquecerse, dirige una matanza en
Tenochtitlan que provoca el levantamiento del pueblo contra los españoles y sus aliados tlaxcaltecas;
éstos son obligados a huir de la ciudad la noche del 30 de junio de 1520.
Abrir Lectura adicional
Al regresar Cortés a la ciudad, y encontrarla muy agitada, consideró que lo mejor era salir de ella a
ocultas. Fue entonces cuando perdió la vida Moctezuma. Según unos, al tratar de apaciguar a los aztecas,
le lanzaron éstos varias pedradas, una de las cuales lo hirió en la cabeza; según otros, a mano de los
españoles, que le dieron más de una cuchillada en el bajo vientre. La noche del 30 de junio de ese año,
Cortés y sus hombres, con gran sigilo, abandonaron la ciudad. Los aztecas, que dieron la voz de alarma,
los acometieron con furia. Los españoles perdieron entonces más de la mitad de sus hombres así como
todos los tesoros de que se habían apoderado. Esta derrota se conoce con el nombre de la Noche Triste.
Batalla de Otumba
Los conquistadores marcharon en busca del auxilio de sus aliados tlaxcaltecas y no fue sino hasta casi
un año después, es decir, el 30 de mayo de 1521, cuando dieron principio al asedio formal de la ciudad
de Tenochtitlan. Para ello, Cortés concentró a más de 80.000 tlaxcaltecas y reforzó sus propias tropas
con la llegada de otras varias expediciones a Veracruz. Desde finales de abril de ese mismo año, había
botado al agua trece bergantines que jugaron un papel muy importante en el asedio de la isla, donde se
erigía la ciudad que habría de pasar a ser conocida como México.
4.
GOBIERNO DE
CORTÉS
Nacido en Trento, cuna del concilio de la Contrarreforma, Eusebio Kino adoptó su segundo
nombre en honor a Francisco de Asís, a quien admiraba. Llegó a la Nueva España en 1682,
y se dedicó a difundir el cristianismo. Fundó misiones en Sonora y Arizona, y la mayor de
ellas lleva su nombre. Murió en 1711.En el siglo XVI, los españoles al mando de Hernán
Cortés conquistaron a los mexicas y se hicieron de sus propiedades. La labor misional de
la Iglesia Católica inició con el arribo de las órdenes mendicantes: franciscanos, dominicos
y agustinos, quienes evangelizaron partiendo del Altiplano Central hacia fuera las
localidades más pobladas y creando nuevas en donde eran dispersas. En el transcurso de
la segunda década de tal siglo, Cristóbal de Olid, Pedro de Alvarado y Nuño Beltrán de
Guzmán, se apoderaron de gran parte del territorio mexicano, salvo el norte del país,
donde las tribus chichimecas perduraron hasta principios del siglo XVII, cuando fueron casi
exterminadas. En ese mismo siglo, la labor de los frailes llegados a Nueva España,
permitió la extensión de los núcleos poblacionales a Nuevo León, donde se fundaron
Cerralvo, Cadereyta y Sabinas Hidalgo.[9]
En ese mismo período de tiempo, la labor de los franciscanos hizo posible la fundación de
Paso del Norte, en 1682. Carlos de Sigüenza y Góngora, intelectual y geógrafo mexicano,
se dedicó a tareas de cartografía en las Nuevas Filipinas (Tejas) y en el puerto de
Panzacola, donde se edificó el fuerte de San Carlos para defender la localidad de ataques
piratas.[10]
La labor de Kino inspiró a otros jesuitas para continuar la obra de fundación, ya entrado el
siglo XVIII, con la fundación de San Antonio de Béjar y la bahía del Espíritu Santo, ambas
en Texas. Pero en 1767, Carlos III expulsó a los jesuitas de sus dominios por atentar contra
las doctrinas de la Iglesia y del rey, y sus antiguas misiones pasaron a ser de los
dominicos, quienes las extendieron hasta Paraguay y Ecuador. Junípero Serra, natural de
las Islas Baleares, fundó en Monterrey las misiones de San Diego y San Carlos Borromeo,
ambas en Monterrey. Su labor fue llevada hasta California, donde creó las misiones de San
Gabriel, San Luis Obispo, San Francisco de Asís y San Juan de Capistrano. El italiano Peri
recibió mandato de Pío VI para evangelizar las tierras de Chihuahua, donde fundó en 1798
la misión de San Luis Rey. La labor de evangelización y población no se detuvo hasta
1830, cuando el Virreinato no existía y ya habían logrado su independencia muchos de los
países que lo integraban.[12