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La conquista [editar]

Alianza con los totonacas e inicio de la guerra política [editar]

Cortés avanzando con ayuda de tamemes, Códice Azcatitlan.


Cortés se dirigió hacia Quiahuiztlán y Cempoala ambos, pueblos
totonacas que eran tributarios de los mexicas. Los gobernantes o teuctlis
habían conocido a Juan de Grijalva, logrado una buena relación con los
españoles. El teuctli de Cempoala fue descrito como un hombre gordo con
poca movilidad para desplazarse pero que, al igual que el teuctli de Quiahuiztlán, recibió amistosamente
al contingente español. En la entrevista, Cortés prometió ayudar a liberarlos del tributo a los mexicas, a
cambio de sellar una alianza militar de españoles y totonacas. Ahí empezó la insidia política genial de
Cortés que habría de permitirle capitanear una rebelión de pueblos sometidos que sería determinante en
la conquista de los territorios del Imperio mexica.[73]
Durante esos días llegaron, de forma regular, cinco recaudadores de Moctezuma para cobrar los tributos
pero Cortés aconsejó no pagarles y ponerles bajo arresto. Con temor, los totonacas siguieron el consejo.
El caudillo español jugaba un doble papel: se entrevistó con los recaudadores y puso a dos de ellos en
libertad fingiendo no conocer la actitud de los totoncas, además envió un falso mensaje de paz al
tlatoani de Tenochtitlan, prometiendo ayudarlo para someter a los «alzados».[74] A la mañana siguiente,
Cortés reclamó a los teuctlis totonacas el «escape» de los dos recaudadores, y fingiendo enojo, hizo
conducir a los tres restantes a las embarcaciones. La estratagema del caudillo era obtener el apoyo
incondicional del pueblo totonaca y engañar a Moctezuma.[75] Días más tarde, llegó una segunda
embajada de Moctezuma, esta vez a cargo de Motelchiuh y dos sobrinos de Cacamatzin, que llegaron
con regalos y agradeciendo el apoyo que ofrecía Cortés para someter a los «alzados». Éste habló de
forma secreta con el teuctli de Quiahuiztlán, a quien dijo que ya podía considerarse libre de su yugo y le
recomendó «liberar» a los otros tres recaudadores. Motelchiuh regresó feliz a Tenochtitlan con los
recién liberados.[70]
En Tizapancingo un grupo de mexicas comenzó a organizarse para someter a pueblos totonacas que
dejaron de pagar tributo. Cortés asistió con la caballería y pudo vencerlos rápidamente, lo que convenció
a los teuctlis de Quiahuiztlán y Cempoala de la efectividad de las fuerzas españolas y no dudaron en
refrendar la alianza.[76] Treinta pueblos totonacas se reunieron en Cempoala para sellar la alianza y
marchar juntos a la conquista de Tenochtitlan, ofreciendo un gran número de tamemes para transportar
la artillería de los europeos.
Los totonacas aportaron mil trescientos guerreros a la empresa de Cortés.[77] Sus comandantes
principales fueron Mamexi, Teuch y Tamalli. El acuerdo se realizó sobre la base de que, una vez
derrotados los mexicas, la nación totonaca sería libre.[78] Las ciudades de Cempoala y Quiahuiztlán
fueron bautizadas respectivamente como Nueva Sevilla y Archidona, pero dichos nombres no
subsistieron.[70]

Destrucción de naves y conato de deserción [editar]


Véase también: Juan de Escalante
Hernán Cortés mandó hundir sus naves («Cortés dio con los navíos al través») grabado de Van Beecq.
Después de la partida de los emisarios, Alonso de Grado y Alonso de Ávila fueron nombrados alcaldes
sustitutos de la Villa Rica de la Vera Cruz. Poco después de dicho nombramiento, un grupo inconforme
de amigos de Diego Velázquez decidió regresar a Cuba, entre los que estaban fray Juan Díaz, Juan
Velázquez de León, Diego de Ordás, Alonso de Escobar, Juan Escudero, el piloto Diego Cermeño, y los
marineros Gonzalo de Umbría y Alfonso Peñate.[79] Ante la situación se celebró un consejo de guerra
presidido por Cortés y organizado por el regimiento de la villa con el respaldo de los nuevos alcaldes.
Como resultado Juan Escudero y Diego Cermeño fueron sentenciados a morir en la horca, a Gonzalo de
Umbría se le cortó parte de un pie, y a los demás se le puso bajo arresto. Cuando los amotinados fueron
puestos en libertad, se convirtieron en incondicionales del caudillo.[70] Adicionalmente, como medida
preventiva para futuras conspiraciones, Cortés mandó barrenar y hundir la mayor parte de los barcos.[80]
A manera de excusa se dijo que las embarcaciones eran «innavegables» y dicha declaración fue
respaldada por los seguidores de Cortés.[70] de acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo, quienes
pretendían desertar se vieron obligados a continuar en la empresa. Los que estaban a favor de la
aventura, no necesitaban artificios para decidirse: Pues, ¿de qué condición somos los españoles para no
ir adelante, y estarnos en partes que no tengamos provecho de guerra?.
El alguacil mayor de la Villa Rica, Juan de Escalante, quedó al cuidado de la guarnición con un pequeño
grupo de soldados, en su mayoría viejos y heridos; las órdenes de Escalante incluían brindar el apoyo
necesario al pueblo totonaca, ante eventuales hostilidades que perpetrasen los mexicas y vigilar la costa.
[81]

Mientras tanto, el gobernador de la isla de Jamaica, Francisco de Garay, envió una expedición de
exploración con tres navíos y doscientos setenta hombres al mando de Alonso Álvarez de Pineda al
Golfo de México. Después de haber navegado desde la Florida hasta el río Pánuco fueron avistados por
Escalante, quien de inmediato avisó a su capitán. Cortés creyó que eran embarcaciones enviadas por
Velázquez y decidió poner una trampa en la playa para capturar a los nuevos expedicionarios, pero la
argucia sólo funcionó con siete hombres que desembarcaron en un bajel y el resto de la expedición pudo
regresar a Jamaica.[82] El 16 de agosto de 1519 Cortés con el resto de los españoles y un gran contingente
de aliados totonacas comenzó la marcha hacia la ciudad de México-Tenochtitlan.[83]
Alianza con los tlaxcaltecas [editar]
Véase también: Historia prehispánica de Tlaxcala y Xicohténcatl
Al inicio, la trayectoria de los conquistadores no fue fácil. Pasaron por Ixcalpan (Rinconada) y después
Xalapa, donde fueron bien recibidos, así como Xicochimalco. Continuaron a Monte Grande, que tomo el
nombre de Puerto de Dios, y siguieron a Teoizhuacán y Ayahualulco; cruzaron la Sierra de Puebla por el
Cofre de Perote con abastecimiento muy limitado de agua; se dirigieron hacia el norte pasando por los
poblados de Altotonga, Xalacingo y Teziutlán hasta llegar a Zautla, donde fueron recibidos por el
gobernante local Olintetl. Cuando éste fue cuestionado para saber si era tributario de los mexicas, su
respuesta fue: «¿Acaso existe alguien que no sea vasallo de Moctezuma?».[84] Durante la entrevista
Cortés intentó convencerlo para dejar de tributar y aceptar la corona española, pero Olintetl se rehusó
pues en el lugar se encontraba apostado un grupo de guerreros mexicas; no obstante, los españoles
fueron bienvenidos y hospedados. El teuctli de Ixtacamaxtitlán, quien también era vasallo de
Moctezuma, envió una invitación a los españoles y trató de convencerlos de seguir su ruta hacia Cholula
para evitar el cruce por territorios tlaxcaltecas, pero Mamexi advirtió a Cortés de una posible celada y le
propuso enviar mensajeros de paz a los dirigentes tlaxcaltecas para conformar una alianza en contra de
los mexicas. Cortés, convencido de la fidelidad de los totonacas, siguió el consejo y prosiguió el
itinerario preestablecido.[85]
Recorrido de la
expedición de
Hernán Cortés.
Tlaxcala era una
confederación
de ciudades-
estados unidas
en una república
gobernada por
los integrantes
de un senado.[86]
Tenochtitlan, estaba organizada de forma similar a un imperio; desde 1455 el poderío azteca estaba
conformado sobre la base de una triple alianza cuyos integrantes eran los señoríos de Texcoco,
Tlacopan, y Tenochtitlan, sin embargo éste último ejercía la hegemonía del poder.[87] En esos años
ambas confederaciones rivalizaron y comenzaron las guerras floridas en contra de Huejotzingo, Cholula
y Tlaxcala. El objetivo principal del ejercicio bélico era la captura de prisioneros.
Bajo estas circunstancias de animadversión llegó Cortés al territorio de Tlaxcala al mando de el ejército
totonaca-español, el cual era numéricamente muy inferior con respecto a la densa población de Tlaxcala
que se conformaba por los pinomes, los otomíes y los tlaxcaltecas, quienes vivían asentados en cientos
de pequeñas localidades.[84] El senado de Tlaxcala ya estaba enterado de los españoles y cuando
recibieron a los mensajeros se reunieron para deliberar la propuesta de Cortés. Los principales
representantes eran Xicohténcatl Huehue «el Viejo», Maxixcatzin, Citlalpopocatzin y Hueyolotzin.[85] Al
igual que los mexicas, los tlaxcaltecas consideraban a los españoles como semidioses pues las noticias al
respecto de sus caballos y sus armas los habían impresionado. Maxixcatzin se inclinó por sellar la
alianza y luchar contra sus acérrimos rivales, pero Xicohténcatl Axayacatzin argumentó la posibilidad de
que los españoles no fueran semidioses, creyendo que la ambición que habían mostrado por el oro, los
pequeños hurtos en los pueblos, la destrucción de templos y el desprecio de leyes ancestrales
evidenciaba más un comportamiento humano que divino. La resolución fue atacar a los recién llegados:
de lograrse la victoria se daría crédito a la nación tlaxcalteca, en caso de derrota se culparía a los otomíes
de haber actuado en desobediencia a las órdenes del senado y se firmaría la alianza.[88]

Hernán Cortés y Xicohténcatl, Lienzo de Tlaxcala.


El 2 de septiembre de 1519 un grupo de quince indígenas sirvió de
anzuelo, se dejó perseguir por los extranjeros hasta el desfiladero de
Tecóac, donde Xicohténcatl Axayacatzin había preparado una emboscada
con un gran número de guerreros otomíes. Ante la situación el propio
Cortés leyó el requerimiento pero no fue atendido.[85] Al grito de
«¡Santiago y cierra España!» se entabló la primera batalla,[89] cuyo
resultado fue favorable para los españoles a pesar de encontrarse en
desventaja numérica. Durante la noche que siguió, Cortés y sus hombres
consideraron por primera vez la posibilidad de que su reducido ejército
fuese aniquilado, estableciendo su campamento en el cerro de
Tzompachtepetl.[89]
Buscando siempre la alianza, Cortés envió mensajeros de paz recibiendo una respuesta de Xicohténcatl
irónica: «¿Paces?, ciertamente, las celebraremos, venid a Tlaxcala en donde esta mi padre. Allí
haremos los paces, hartándonos de vuestras carnes y honrando a nuestros dioses con vuestros
corazones».[85] A pesar del anuncio de exterminio los caballos, las armas y las tácticas militares
españolas se impusieron a los tlaxcaltecas, quienes atacaban de forma inarticulada, sin cooperar entre sí,
tratando siempre de capturar enemigos en lugar de liquidarlos.[85]
De cualquier forma, las subsecuentes batallas no fueron victorias fáciles para el ejército conformado por
españoles y totonacas. Por su parte, Xicohténcatl envió espías con comida y regalos a la guarnición
española, pero éstos fueron descubiertos rápidamente. Cortés ordenó amputarles manos y pulgares a
manera de escarmiento. El espionaje tlaxcalteca resultó un fracaso pues los espías delataron la posición
y planes de su ejército.[89] Durante un nuevo enfrentamiento en los llanos, el cual volvió a ser
desfavorable para Tlaxcala, Xicohténcatl tachó de incapaz a su lugarteniente Chichimecatecle dando
como resultado la deserción de las tropas de Ocotelulco y Tepetícpac.[85]
Tras evaluar la nueva situación, y considerando las repetidas derrotas, el senado de Tlaxcala ordenó a
Xicohténcatl Axayacatzin detener la guerra para negociar un acuerdo de paz.[85] Xicohténcatl Huehue,
Maxixcatzin, Citlalpopocatzin, Hueyolotzin y algunos otros señores importantes recibieron a los
españoles el 18 de septiembre de 1519. En la reunión se estableció la crucial alianza para hacer frente a
los mexicas. Como muestra de paz los tlaxcaltecas regalaron mujeres a los españoles, entre las que se
encontraba una hija de Xicohténcatl el viejo, quién se casó con Pedro de Alvarado y fue bautizada como
María Luisa Tecuelhuatzin. Los guerreros tlaxcaltecas que combatieron como aliados a partir de ese
momento, fueron Piltecuhtli, Aexoxécatl, Tecpanécatl Cahuecahua, Cocomitecuhtli, Quauhtotohua,
Textlípitl y Xicohténcatl Axayacatzin. Éste último, sin embargo, nunca estuvo convencido de la alianza.
[90]

Matanza de Cholula [editar]

Matanza de Cholula, Lienzo de Tlaxcala.


Artículo principal: Matanza de Cholula
Antes de dirigirse hacia Tenochtitlan, Cortés llegó a Cholula,[91] ciudad
tributaria y aliada de los mexicas con una población de treinta mil
habitantes, que tenía un arraigado culto a Quetzalcóatl.[92] Los tlaxcaltecas
no eran amigos de los cholultecas y advirtieron a los españoles no confiar
en ellos.[93] Una comitiva de cholultecas dirigida por los capitanes
Tlaquiach y Ttalchiac, salió al encuentro del ejército de Cortés siendo
recibidos y hospedados cuatrocientos españoles y cuatrocientos totonacas
dentro de la ciudad, pero los dos mil tlaxcaltecas a quienes consideraban enemigos, debieron acampar en
la periferia.[92] Durante dos días el trato para los recién llegados fue hospitalario; poco después, las
autoridades cholultecas comenzaron a evadir a Cortés y sus capitanes,[93] ya que habían recibido en
forma secreta instrucciones de Moctezuma para realizar una emboscada y aniquilar a los españoles.[94]
Una anciana que pretendía convertirse en la suegra de Malintzin confió a ésta lo que se tramaba y poco
después la intérprete por su parte alertó a Cortés.[92]
A la mañana siguiente el conquistador, anticipándose, capturó a los líderes cholultecas. Con una señal
prevista mandó a su ejército a realizar un ataque preventivo,[95] provocando la llamada matanza de
Cholula.[96] Más de cinco mil hombres murieron en menos de cinco horas bajo el acero de las espadas
españolas y la furia incontrolable de sus aliados tlaxcaltecas y totonacas.[97] También se dio la orden de
incendiar casas y templos.[95] A pesar de haber sido una acción preventiva, muchas de las víctimas
fueron civiles cholultecas que se encontraban desarmados.[97] Pocos guerreros ofrecieron resistencia
reaccionando hasta después de las dos primeras horas del sorpresivo ataque. Se sospechaba de veinte mil
guerreros mexicas acampados en las inmediaciones de la ciudad para reforzar la emboscada; sin
embargo, estos nunca aparecieron.[95] Tras la victoria, los españoles se apoderaron del oro y las joyas,
mientras que los aliados indígenas tomaron la sal y algodón.[97] El contingente español, tlaxcalteca y
totonaca permaneció en Cholula durante catorce días.[95] Los cholultecas que habían sido tributarios de
los mexicas, fueron sometidos y en la derrota, terminaron aliándose a las fuerzas de Cortés.[97]
Los conquistadores continuaron su expedición hacia Huejotzingo; atravesaron entre los dos volcanes
vigías del valle, el Popocatépetl y el Iztaccíhuatl por un paraje boscoso que hoy lleva el nombre de Paso
de Cortés. Del otro lado, avistaron por primera vez el lago de Texcoco y la isla de la ciudad de México-
Tenochtitlan. Cruzaron por Amaquemecan y Chalco-Atenco, donde embajadores de Moctezuma
intentaron convencerlos para detener su marcha. Tras una breve estancia en Ayotzingo continuaron la
marcha hacia Mixquic, Cuitláhuac (Tláhuac), Culhuacán e Iztapalapa. Al llegar a la ciudad, la población
veía con asombro a los europeos y sus caballos.[98]

Entrada y estancia en Tenochtitlan [editar]


Véase también: Cuauhpopoca

Vista de México-Tenochtitlan desde el mercado de Tlatelolco, mural de


Diego Rivera.
Moctezuma realizó muchos intentos para disuadir a Cortés de avanzar
hacia Tenochtitlan. El tlatoani envió regalos, embajadores e innumerables
mensajes para convencer a los españoles de no visitar la ciudad pero todo
fue inútil.[99] Después de haber llegado al valle de México, el ejército compuesto por cuatrocientos
españoles, cuatro mil tlaxcaltecas y dieciséis caballos entró el 8 de noviembre de 1519 a la ciudad de
México-Tenochtitlan, construida en una isla del lago de Texcoco y unida a tierra por tres calzadas
principales.
Cortés y sus hombres fueron recibidos por el huey tlatoani Moctezuma Xocoyotzin y un amplio séquito,
entre los cuales se encontraban el tlatoani de Tlacopan Totoquihuatzin, el tlatoani de Tetzcuco
Cacamatzin, Cuitláhuac, Tetlepanquetzaltzin, Itzcuauhtzin, Topantemoctzin, y algunos otros servidores.
[100]
Tras una breve presentación, hubo un intercambio de regalos. Cortés entregó a Moctezuma un collar
de cuentas de vidrio que se llamaban margaritas y el gobernante entregó al caudillo un collar con ocho
camarones de oro. Posteriormente los españoles fueron alojados en el palacio de Axayácatl, cercano al
recinto sagrado de la ciudad. Moctezuma era un guerrero experimentado, pero como hombre
supersticioso, continuaba con la idea de que posiblemente los extraños visitantes eran semidioses.[100] Se
entrevistó de forma privada con Cortés y dio a entender, de acuerdo a diversas crónicas, la sumisión
como vasallo del rey Carlos I de España.[101]
Mientras tanto en la costa, siguiendo los consejos de los conquistadores españoles, los totonacas dejaron
de pagar el acostumbrado tributo a los mexicas. El calpixque Cuauhpopoca dirigió a los guerreros
mexicas y comenzó el ataque contra los totonacas, pero estos fueron defendidos por la guarnición
española de la Villa Rica de la Vera Cruz. Como resultado de la contienda, los españoles sufrieron siete
bajas, entre ellas, Juan de Escalante quien logró incendiar la población de Nautla antes de la retirada de
sus hombres pero murió más tarde a consecuencia de las heridas.[102] Las noticias pronto llegaron a
Tenochtitlan; desde la costa los mexicas enviaron a Moctezuma, junto con el reporte de la batalla, la
cabeza decapitada del soldado español Juan de Argüello como prueba fehaciente de que los europeos
eran seres mortales y no dioses. El tlatoani, aterrado al ver la cabeza, prohibió las acciones militares y
pidió mantener en secreto la noticia. De forma paralela mensajeros totonacas informaron los mismos
sucesos a Cortés.[103]

El oro del quinto del rey fue fundido por los orfebres de Azcapotzalco
para ser enviado a España, mural de Diego Rivera.
Durante la breve estancia, los españoles habían descubierto
accidentalmente tesoros escondidos en una de las recámaras principales
del suntuoso palacio de Axayácatl; pero también habían valorado el
posible riesgo de una emboscada por parte de los mexicas y por tales
motivos decidieron someter a Moctezuma.[104] El 14 de noviembre
Cortés tomó como pretexto los acontecimientos de Nautla para arrestar
al tlatoani, exigiendo también castigo para los responsables.
Sorprendido, Moctezuma negó haber ordenado el ataque y mandó
llamar a Cuauhpopoca, los emisarios mexicas fueron acompañados por
Francisco de Aguilar, Andrés de Tapia y Gutiérrez de Valdelomar. A partir de ese momento el tlatoani
fue vigilado por una escolta española. Cuando regresaron los emisarios, el tlatoani otorgó el privilegio
de juicio a Cortés; el proceso fue breve y se sentenciaron a morir en la hoguera a Cuauhpopoca, a su hijo
y quince principales de Nautla. Para prevenir una sublevación, Moctezuma fue entonces sometido con
grilletes y se le obligó a presenciar la ejecución. El pueblo mexica, en silencio y expectante, comenzó a
dudar de su máximo dirigente por la sumisión mostrada.[105]
Permanentemente custodiado, Moctezuma continuó sus actividades cotidianas. Convivió con Cortés y
sus capitanes, les mostró la ciudad y los alrededores. Durante los siguientes días el conquistador pidió al
tlatoani que abandonase a sus dioses y que prohibiese los sacrificios humanos. También averiguó los
lugares de donde procedía el oro. Ante el asombro y disgusto de los sacerdotes mexicas, se derribaron
las efigies de sus dioses, se impusieron imágenes cristianas y se celebró una misa en la cúspide de el
Templo Mayor.[106]
Se organizaron excursiones para inspeccionar las minas. Gonzalo de Umbría se dirigió hacia Zacatula en
la región mixteca; Diego de Ordás hacia Tuxtepec y Coatzacoalcos; Andrés de Tapia y Diego Pizarro se
dirigieron a la zona de Pánuco.[107] Cortés también pidió a Moctezuma solicitar oro a todos los pueblos
tributarios de los mexicas. Nuevamente el tlatoani accedió con la esperanza de que a cambio de entregar
esos tesoros, los europeos se retiraran de Tenochtitlan. Para facilitar su transporte y reparto, todo el oro
fue fundido en barras por los orfebres de Azcapotzalco, separándose el quinto del rey.[108]
Una pequeña comitiva de españoles fue enviada en búsqueda de oro a Tetzcuco. Los guías eran
Netzahualquentzin y Tetlahuehuezquititzin, ambos hermanos de Cacama. Debido a un malentendido, se
sospechó de una posible traición de Netzahualquentzin, motivo por el cual fue sentenciado a morir en la
horca. Cacama, exacerbado, intentó sublevarse con los señores de Coyoacán, Tlacopan, Iztapalapa,
Toluca y Matalcingo,[106] pero Ixtlilxóchitl, también hermano y a la vez enemigo de Cacama, lo
traicionó. Los rebeldes fueron arrestados y Cortés decidió nombrar a Coanácoch como nuevo tlatoani de
Tetzcuco.[107] Días más tarde, Pedro de Alvarado torturó a Cacama para que éste entregara una mayor
cantidad de oro, acción que fue denunciada por Bernardino Vázquez de Tapia durante el juicio de
residencia de Alvarado.[109]
Moctezuma le insistió a Cortés que se retirase de la ciudad, pero la respuesta fue negativa. La estancia se
prolongó bajo la excusa de no contar con embarcaciones, pues éstas habían sido destruidas. A pesar del
malestar social de los mexicas por las acciones de los conquistadores españoles y el abyecto
comportamiento del huey tlatoani, éste intentó por todos los medios evitar un levantamiento. A petición
de Cortés, dirigió un discurso solemne frente a su pueblo, en el cual, llorando, se reconoció como
vasallo de Carlos I y pidió rendir obediencia a los españoles. Creía en las profecías y supersticiones,
pero también temía que en caso de un enfrentamiento armado su pueblo fuese masacrado.[107]
Considerando tener un relativo control sobre Tenochtitlan, Cortés envió a la región de Coatzacoalcos a
Juan Velázquez de León con cien hombres con el objetivo de fundar una colonia, para de esta manera,
extraer oro y vigilar la costa.[107] Rodrigo Rangel fue enviado a Chinantla, y para tranquilizar a
Moctezuma, Cortés envió a la Villa Rica de la Vera Cruz, a Gonzalo de Sandoval, Martín López, Andrés
Núñez, y Alfonso Yañez con órdenes oficiales de construir nuevas embarcaciones a la vista de los
mexicas, pero con instrucciones secretas de realizar los trabajos de la manera más lenta posible.[110]
Entrevista de los procuradores con el rey y el Consejo de Castilla [editar]
Mientras eso ocurría en Tenochtitlan, los procuradores de la Villa Rica de la Vera Cruz, Alonso
Hernández Portocarrero y Francisco de Montejo, habían llegado a Sevilla. Era octubre de 1519 cuando
el obispo Juan Rodríguez de Fonseca se enteró de los acontecimientos, girando órdenes al contador de la
Casa de Contratación Juan López de Recalde para incautar el tesoro que transportaban los procuradores.
Fray Benito Martin había conseguido ya en la corte el título de adelantado para Diego Velázquez de
Cuéllar y solicitó que se otorgara plena autoridad al gobernador de Cuba para castigar la
insubordinación de Cortés.[71]
Rodríguez de Fonseca aún tenía el control del Consejo de Castilla, el cual atendía los asuntos de las
Indias, pero el obispo de Badajoz Pedro Ruiz de la Mota y el secretario del rey Francisco de los Cobos y
Molina quedaron impresionados por el oro traído de México. El obispo de Badajoz abogó por Cortés
ante el rey Carlos I. Por otra parte los procuradores acudieron a Martin Cortés, padre del caudillo, para
tratar de conseguir mediante cartas una entrevista con el rey, quien al escuchar esta solicitud se mostró
interesado en recibirlos y en conocer a los totonacas que habían traído en el viaje. Los emisarios de
Cortés llegaron tarde a Barcelona en donde encontrarían al rey, pero éste, en constante movimiento, se
había trasladado a Burgos. No obstante, pudieron contactar al abogado Francisco Núñez y al consejero
del rey Lorenzo Galíndez de Carvajal, quien decidió apoyarlos.[71]
Carlos I había sido elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico, además de atender los
asuntos de la Guerra de las comunidades de Castilla, debería hacer frente al conflicto de la reforma
luterana y viajar hacia Aquisgrán donde sería coronado. Sin embargo, mostró gran interés en los asuntos
de Indias.[111] Cuando los emisarios de Cortés llegaron a Burgos la corte se había desplazado a
Valladolid. En Tordesillas el monarca sostuvo una reunión informal con los procuradores, pero fue hasta
el 30 de abril de 1520, en Santiago de Compostela, donde el comité del Consejo de Castilla escuchó
finalmente a los procuradores.[71]
El comité estaba conformado por el cardenal Adriano de Utrecht, el canciller imperial Mercurino
Arborio Gattinara, el obispo de Badajoz Pedro Ruiz de la Mota, el arzobispo de Palermo Jean
Carondelete, el arzobispo de Granada Antonio de Rojas Manrique, el comendador mayor de Castilla
Hernando de la Vega, y el obispo de Burgos Juan Rodríguez de Fonseca. Además estuvieron presentes
en la reunión el doctor Diego Beltrán, Luis Zapata, Francisco de Aguirre, Lorenzo Galíndez de Carvajal,
Pedro Mártir de Anglería, Bartolomé de las Casas, Juan de Sámano, y Francisco de los Cobos y Molina.
[71]
Se realizó una larga sesión en la que fueron cuestionados los procuradores Francisco de Montejo,
Alonso Hernández Portocarrero y el emisario del gobernador de Cuba, Gonzalo de Guzmán. A pesar de
que el obispo de Burgos acusó a Cortés y sus hombres como desertores y traidores, el 17 de mayo de
1520 el comité decidió aplazar la resolución hasta escuchar nuevas pruebas tanto de Velázquez como de
Cortés.[111]
Expedición de Narváez [editar]

Pánfilo de Narváez.
Diego Velázquez, desconociendo aún los últimos sucesos en España,
confiscó en la isla de Cuba los bienes de Cortés y de algunos de sus
hombres. Organizó un ejército que constaba de diecinueve embarcaciones,
mil cuatrocientos hombres, ochenta caballos, veinte piezas de artillería y
mil auxiliares cubanos. Designó a Pánfilo de Narváez como capitán con
órdenes secretas para arrestar o matar a Cortés. Cuando Rodrigo de
Figueroa, juez de residencia de La Española, se enteró de los planes de
Velázquez, consideró que la pugna no era beneficiosa para la corona y por
tal motivo envió al oidor Lucas Vázquez de Ayllón junto con el alguacil de
Santo Domingo Luis de Sotelo y el escribano Pedro de Ledesma para
detener la expedición.[112] Vázquez de Ayllón encontró a Narváez en Xaraguas y le ordenó abortar la
expedición. Adicionalmente, el 18 de febrero de 1520 notificó directamente a Velázquez las órdenes de
Figueroa pero el gobernador de Cuba prosiguió con sus planes, desatendiendo la petición oficial y
desafiando la autoridad de Figueroa. En esa circunstancia, Vázquez de Ayllón decidió viajar
simultáneamente a la Villa Rica de la Vera Cruz para tratar de negociar un acuerdo. Las embarcaciones
zarparon de Cuba el 5 de marzo de 1520.[113] Poco antes de salir de Cuba se había extendido una
epidemia de viruela en la isla, el virus fue transportado en la excursión.[113]
Participaron en la excursión de Narváez Juan Bono de Quejo, Leonel de Cervantes, el veedor del
gobernador de Cuba Gerónimo Martínez de Salvatierra, un sobrino homónimo de Velázquez conocido
como «el Mozo», el alcalde de Trinidad Francisco Verdugo, Gaspar de Garnica, Baltasar Bermúdez y
otros experimentados conquistadores. También viajó Andrés de Duero, secretario de Velázquez pero
amigo de Cortés, ya que Amador de Lares había muerto a principios de 1520. Los barcos hicieron escala
en Cozumel, en donde rescataron a los sobrevivientes del naufragio de Alonso de Parada y fundaron una
pequeña guarnición. Se dirigieron hacia Tabasco llegando a Potonchan donde se encontraba la Villa de
Santa María de la Victoria para reabastecerse de agua y en la etapa final del viaje fueron sorprendidos
por una tormenta, perdiendo un barco y cincuenta hombres, entre ellos Cristóbal de Morante, quien
había sido socio y capitán en la primera excursión a la península de Yucatán. Llegaron a San Juan de
Ulúa el 19 de abril pero los barcos de Vázquez de Ayllón habían llegado un par de días antes, por lo que
el oidor pudo contactar a los hombres de la Villa Rica de la Vera Cruz, enterándose antes de los logros
de Cortés.[113]
Al desembarcar, Pánfilo de Narváez decidió fundar la ciudad de San Salvador. Hicieron contacto con los
totonacas, a quienes informaron que pretendían arrestar a Cortés y liberar a Moctezuma. El tecutli gordo
de Cempoala quedó impresionado ante las noticias, pero prefirió dar la bienvenida a los recién llegados,
suministrándoles víveres durante tres semanas. Los totonacas enviaron los acostumbrados regalos pero
Pánfilo los guardó para sí, provocando la antipatía de sus seguidores.[113] Debido a que la zona se
encontraba en paz, Ayllón habló bien de Cortés y los hombres al desconocer los planes de la expedición
comenzaron a inquietarse. Narváez culpó al oidor de la situación y decidió arrestarlo. Vázquez de
Ayllón, Pedro de Ledesma y algunos simpatizantes de Cortés fueron hechos prisioneros y enviados en
un barco con dirección a Cuba. El oidor no pudo hacer nada frente a los hombres de Narváez, pero
cuando zarparon, amenazó al capitán del barco, en el sentido de que si éste obedecía las órdenes de ir a
Cuba lo condenaría a la horca; por tal motivo, la embarcación se dirigió hacia La Española. Ahí,
Vázquez de Ayllón denunció los hechos y envió cartas a España detallando la afrenta y el proceder
violento de Narváez. Finalmente, lo sucedido fue contraproducente a los intereses de Diego Velázquez.
[113]

Una comitiva de Moctezuma, quien estaba sometido, se puso en contacto con Narváez, y pronto fueron
enviados mensajes al huey tlatoani. Éste albergó nuevas esperanzas de ser liberado y mantuvo en secreto
esta comunicación, pero no pudo ocultar las noticias de la llegada de las embarcaciones. Cortés designó
a fray Bartolomé de Olmedo y cinco emisarios para indagar las noticias de lo que ocurría.[114] En la
costa, Narváez comisionó a fray Antonio Ruiz de Guevara y al escribano Alfonso de Vergara para que
notificasen a Gonzalo de Sandoval las nuevas provisiones de Diego Velázquez: se consideraba a Cortés
un traidor y Narváez debía recibir el apoyo de todos los españoles. Sandoval, lejos de atender la
petición, decidió apresar a los comisionados y enviarlos de inmediato a Tenochtitlan. Narváez también
envió cartas a Juan Velázquez de León pensando, equivocadamente, que el pariente del gobernador de
Cuba sería un aliado.[112]
Cortés recibió con halagos a Vergara y Guevara, les pidió disculpas por el trato de Sandoval. El caudillo
organizó un banquete y les regaló oro, ante lo que los comisionados quedaron pasmados. [115] Muy
pronto se hicieron amigos del anfitrión e informaron a éste todos los detalles de la expedición, olvidaron
leer las provisiones de Velázquez e incluso sugirieron enviar regalos a los hombres de Narváez. Cortés
los envió de regreso a la costa con una escolta y una carta de respuesta para Narváez.[114] En contraste,
los emisarios de Cortés habían sido arrestados a excepción del clérigo Olmedo, quien se dedicó a
describir las riquezas de la tierra. Cuando Vergara y Guevara llegaron a San Salvador, comenzaron a
repartir oro de forma secreta a los hombres de Narváez. La misiva de Cortés contenía palabras de
bienvenida e invitación a los miembros de la expedición, pero de sorpresa por la nueva designación de
Narváez.[113]
Ante la expectativa, Cortés salió de Tenochtitlan marchando con parte de su ejército hacia la costa,
dejando una guarnición de ochenta hombres al mando de Pedro de Alvarado, envió instrucciones a
Velázquez de León y Rangel para que se reunieran con él en Cholula para ir de manera conjunta hacia
Cempoala.[116] Fueron diversas idas y venidas de mensajeros, Narváez hacía proposiciones no aceptadas
por Cortés pues trataba de desposeerlo en favor de Velázquez, y Cortés hacía contraposiciones
inaceptables por parte de Narváez, pues justificaba su obediencia de forma directa al rey sin reconocer la
autoridad del gobernador de Cuba. Las entrevistas con mensajeros sirvieron de espionaje, Andrés de
Duero ayudó nuevamente a su amigo para sobornar a diferentes oficiales de Narváez.[117] Los hombres
de Cortés avanzaron hacia Mictlancuauhtla y acamparon el 28 de mayo en la ribera del río Chachalacas.
Pocas horas antes de realizar el ataque sus espías informaron los pormenores de las posiciones de los
contrincantes. Narváez se encontraba en Cempoala, confiado en que no atacarían por las condiciones del
tiempo.[114]
A pesar de que el ejército de Cortés era menos numeroso que el de Narváez, el ataque sorpresa fue veloz
y certero. Diego Pizarro con sesenta hombres tenía órdenes de apoderarse de la artillería; Gonzalo de
Sandoval con ochenta hombres debía capturar o matar a Narváez; Juan Velázquez de León enfrentaría a
las fuerzas de su primo Diego Velázquez «el Mozo», sobrino del gobernador; Diego de Ordás tendría
que capturar a las fuerzas comandadas por Salvatierra; finalmente, Andrés de Tapia y Cortés reforzarían
con ayuda a cualquiera de los otros capitanes.[117]
Cuando Narváez se dio cuenta del ataque trató de reaccionar, pero era tarde. Los sobornos funcionaron,
el jefe de artillería Bartolomé de Usagre había colocado cera en loa cañones, la pólvora se había mojado,
los hombres de Bermúdez no se encontraban en sus puestos y los espías de Cortés habían cortado las
cinchas de las sillas de los caballos.[114] Tras una breve refriega en lo alto del teocalli, el piquero Pedro
Gutiérrez de Valdomar dejó tuerto a Narváez. Pedro Sánchez Farfán llevó al prisionero herido ante los
capitanes Gonzalo de Sándoval, Alonso de Ávila, y Diego de Ordás, quienes le quitaron las supuestas
provisiones del rey, que resultaron ser tan sólo las instrucciones de Velázquez.[117] Cuando Pánfilo fue
llevado ante Cortés, le dijo «Señor capitán, tened en mucho esta victoria y el haberme preso», a lo que
éste contestó: «Doy gracias a Dios y a mis esforzados caballeros, mas una de las menores cosas que he
hecho en esta tierra es desbarataros y prenderos».[114] Hubo pocas bajas, no más de veinte, entre ellas el
tecutli gordo de Cempoala, Diego Velázquez «el Mozo» y Alonso Carretero. La mayor parte de los
hombres se rindieron convencidos de la riqueza de las tierras descubiertas y reconocieron a Cortés como
nuevo jefe, incrementando así la fuerza militar del conquistador. Entre los auxiliares viajaba un esclavo
de raza negra enfermo de viruela.[118] Al terminar la campaña se desmanteló San Salvador, Juan
Velázquez de León partió hacia Pánuco para poblar la zona con cien hombres y vigilar posibles
incursiones de Francisco de Garay. Un mensajero proveniente de Tenochtitlan informó a Cortés sobre
una rebelión en la ciudad, mediante la cual tenían emboscados a todos los hombres que habían quedado
al resguardo de la misma; así mismo, se enteró la comunicación secreta que había sostenido Moctezuma
con Narváez.[114]
Matanza del Templo Mayor [editar]
Artículo principal: Matanza del Templo Mayor
Durante la ausencia de Cortés, en Tenochtitlan se debía celebrar la ceremonia en honor del dios
Huitzilopochtli. Los mexicas pidieron permiso al capitán Pedro de Alvarado, quien otorgó el permiso
correspondiente para llevar a cabo la fiesta de Tóxcatl, la cual era un extenso ritual en donde se hacía
una estatua de Huitzilopochtli; sacerdotes, capitanes, así como jóvenes guerreros bailaban y cantaban
desarmados. Alvarado mandó cerrar las salidas, pasos y entradas al patio sagrado, la entrada de
Cuauhquiyauac (Águila) en el palacio menor, la de Ácatl iyacapan (Punta de caña), la de Tezcacóac
(Serpiente de espejos) y entonces comenzó la masacre. «Dieron un tajo al que estaba tañendo el tambor,
le cortaron ambos brazos y luego lo decapitaron, lejos fue a caer su cabeza cercenada, otros comenzaron
a matar con lanzas y espadas; corría la sangre como el agua cuando llueve, y todo el patio estaba
sembrado de cabezas, brazos, tripas y cuerpos de hombres muertos».[119]

El recinto del
Templo Mayor,
maqueta del
Museo Nacional
de Antropología
(México).
Fue una gran pérdida porque los asesinados eran los dirigentes que se habían educado en el Calmécac,
los veteranos de guerra, los calpixques, los intérpretes de códices. La presencia de los extranjeros
ofendía al pueblo de Tenochtitlan, pero era tanto el respeto que sentían por la figura del huey tlatoani,
que nadie se había atrevido a contradecirlo.[120] La matanza del Templo Mayor provocó una enorme
indignación y los mexicas se lanzaron contra el palacio de Axayácatl. Moctezuma pidió al
tlacochcálcatl (jefe de armas) de Tlatelolco, Itzcuauhtzin, calmar a la población enardecida con un
discurso en el que pedía a tenochcas y tlatelolcas no combatir contra los españoles. La rebelión ya no
puedo ser detenida, la población ofendida por la actitud del tlatoani, gritaba «¡Ya no somos tus
vasallos!». Además se encontraban irritados por el ataque alevoso a sus capitanes. Sitiaron el palacio
durante más de veinte días, donde los españoles se atrincheraron llevando con ellos a Moctezuma y a
otros jefes.[121]
La Noche Triste [editar]
Artículo principal: Noche Triste

Muerte del tlatoani Moctezuma Xocoyotzin y el tlacochcálcatl (jefe de


armas) de Tlatelolco Itzquauhtzin, Códice Florentino.
De regreso en la ciudad y tras un enfrentamiento en Iztapalapa, Cortés
pudo reunirse con sus compañeros en el palacio de Axayácatl desde el que
se defendían de constantes ataques. De acuerdo a Díaz del Castillo, Cortés
había llegado con más de mil trescientos soldados, noventa y siete
caballos, ochenta ballesteros, ochenta escopeteros, artillería y más de dos
mil tlaxcaltecas. Pedro de Alvarado había mantenido cautivo a
Moctezuma, junto con algunos de sus hijos y varios sacerdotes.[122]
En un intento por traer la paz, Cortés hizo que Moctezuma subiera a uno
de los muros del palacio para que hablara con su gente y los tranquilizara;
sin embargo, la multitud enardecida comenzó a arrojar piedras, una de las
cuales hirió a Moctezuma de gravedad durante su discurso. Moctezuma
fue llevado al interior pero falleció tres días después a causa de la herida.
Su cuerpo y el de Itzquauhtzin fueron llevados fuera del palacio por dos sirvientes del tlatoani.[123] La
convivencia entre Cortés y Moctezuma había creado un vínculo de amistad y el tlatoani antes de morir
pidió a Cortés que favoreciese a su hijo de nombre Chimalpopoca.[124] Al morir, Cortés y los capitanes
que habían arraigado a Moctezuma entristecieron.[125]
El palacio quedó cercado, sin agua, ni alimentos, y el Tlahtocan (concejo) eligió como nuevo tlatoani a
un primo de Moctezuma, Cuitláhuac. En esas circunstancias, Cortés se vio forzado a abandonar la
ciudad. Organizó el escape ordenando cargar la mayor cantidad de oro posible. Para impedir la huida de
los españoles, los mexicas habían desmontado los puentes de los canales en la ciudad, Cortés utilizó las
vigas del palacio de Axaycácatl para improvisar puentes portátiles.
..«Todo lo cogieron, de todo se adueñaron, todo lo arrebataron como suyo, todo
se apropiaron como si fuera su suerte. Y después que le fueron quitando a todo el
oro, cuando se lo hubieron quitado, todo lo demás lo juntaron, lo acumularon en
la medianía del patio, a medio patio; todo era pluma fina»..
Historia general de las cosas de la Nueva España.[126]
Cuitláhuac.
El 30 de junio de 1520 durante la noche, Cortés salió de Tenochtitlan. Ochenta tamemes tlaxcaltecas
fueron previstos para transportar el oro y las joyas. Adelante marcharon Gonzalo de Sandoval, Antonio
de Quiñones, Francisco de Acevedo, Francisco Lugo, Diego de Ordás, Andrés de Tapia, doscientos
peones, veinte jinetes y cuatrocientos tlaxcaltecas. En el centro transportando el tesoro, Hernán Cortés,
Alonso de Ávila, Cristóbal de Olid, Bernardino Vázquez de Tapia, la artillería, Malintzin y otras
mujeres indígenas, Chimalpopoca con sus hermanas, los prisioneros mexicas y el grueso de las fuerzas
españolas y aliadas. En la retaguardia Pedro de Alvarado, Juan Velázquez de León, la caballería y la
mayor parte de los soldados de Narváez.[120]
Sólo consiguieron salir los primeros ya que, descubiertos y dada la voz de alarma, fueron acosados
desde canoas, muriendo unos ochocientos españoles y gran número de aliados, además de perder
cuarenta caballos, cañones, arcabuces, espadas, arcos y saetas de hierro, así como la mayor parte del oro.
Entre las bajas se encontraron el capitán Juan Velázquez de León, quién había sido fiel a Cortés a pesar
de ser pariente de Diego Velázquez de Cuéllar, Francisco de Morla, Francisco de Salcedo,[127] Cacama,
dos hijas de Moctezuma y Chimalpopoca. El propio Cortés fue herido en una mano. Los supervivientes
escaparon por la ruta de Tlacopan, episodio en el que el cronista López de Gómara describió el salto de
Pedro de Alvarado en el puente de Toltacacalopan, mismo que fue desmentido por Díaz del Castillo.
Todos los cronistas coinciden con el llanto de Cortés en la Noche Triste:

.. «Cortés a esto se paró, y aun se sentó, y no a descansar, sino a hacer duelo sobre
los muertos y que vivos quedaban, y pensar y decir el baque la fortuna le daba con perder tantos amigos, tanto
tesoro, tanto mando, tan grande ciudad y reino; y no solamente lloraba la desventura presente, más temía la
venidera, por estar todos heridos, por no saber adónde ir, y por no tener cierta la guardia y amistad en Tlaxcala; y
¿quién no llorara viendo la muerte y estrago de aquellos que con tanto triunfo, pompa y regocijo entrado habían?»
Historia general de las Indias, Francisco López de Gómara.[128]

Batalla de Otumba.

Epidemia de viruela, Códice Florentino.


Batalla de Otumba [editar]
Artículo principal: Batalla de Otumba
La ruta que tomaron hacia Tlaxcala fue a través de Tlalnepantla,
Atizapán, Teocalhueycan, Cuautitlán, Tepotzotlán, Xóloc, Zacamolco. El
7 de julio los conquistadores fueron ferozmente atacados en la batalla de Otumba, sin embargo
triunfaron al matar al cihuacoatl o principal capitán de los mexicas, pues muerto éste, los perseguidores
se dispersaron y huyeron. Los españoles pasaron la noche en Apan. Debido a que el mayor número de
bajas correspondía a los indios aliados, Hernán Cortés pensó que la alianza con los tlaxcaltecas había
terminado tras la derrota, pero de forma contraria a sus predicciones fue recibido con benevolencia por
el senado de Tlaxcala, a pesar de la oposición de Xicohténcatl. Las fuerzas españolas comenzaron a
reorganizarse, aunque tardaron más de un año para regresar a tomar la plaza de Tenochtitlan.[129]
Mientras tanto en la ciudad se desató una epidemia de viruela, enfermedad desconocida en América y a
consecuencia de la cual mucha gente murió en un lapso corto. Como daño colateral se presentó una
hambruna, en razón del desquiciamiento de los sistemas de abastecimiento. Cuitláhuac mandó
reconstruir el templo mayor, reorganizó el ejército y lo envió al valle de Tepeaca. Intentó realizar alianza
con los purépechas, pero el cazonci Zuanga después de considerar la oferta, se negó a aceptarla.
También fueron enviados emisarios con intenciones de sellar la paz con los tlaxcaltecas, pero éstos se
negaron rotundamente. En noviembre de ese mismo año, Cuitláhuac murió de viruela al igual que el
tlatoani de Tlacopan Totoquihuatzin.[130] Considerando que Cacama había muerto durante los hechos
ocurridos el 30 de junio, la Triple Alianza tuvo nuevos sucesores, Coanácoch en Tetzcuco,
Tetlepanquetzaltzin en Tlacopan y Cuauhtémoc (Águila que desciende), sobrino de Moctezuma
Xocoyotzin, en Tenochtitlan.[129]
Cuauhtémoc había participado en el episodio de la noche triste como tlacochcálcatl (jefe de armas) y se
había pronunciado en contra de la actitud pasiva de Moctezuma. Debido a que su madre era
Tiacapantzin, heredera al trono de Tlatelolco, pudo reunir el apoyo de toda la ciudad. Cuando fue
elegido nuevo tlatoani continuó con los trabajos de reconstrucción y fortificación la ciudad, pues
suponía el regreso de los españoles, envió embajadores a todos los pueblos solicitando aliados por medio
de la disminución o eliminación de tributos. Buscó por segunda ocasión la alianza con el nuevo cazonci
purépecha Tangáxoan Tzíntzicha, cuyo padre Zuanga también había muerto por la viruela; la negativa
del heredero fue más violenta, los emisarios de Cuauhtémoc fueron asesinados en Tzintzuntzan.[131]

Reagrupamiento de los españoles y abastecimiento de Cortés [editar]


Los sobrevivientes españoles pasaron tres días en Hueyotlipan donde fueron auxiliados por los
tlaxcaltecas. Poco después Cortés y Maxixcatzin se reunieron en Tlaxcala para refrendar su alianza.
Durante veinte días los conquistadores descansaron, atendieron a los heridos y se reorganizaron.
Poco antes a la última incursión a Tenochtitlan habían sido atacadas dos comitivas españolas. El primer
ataque causó poco más de veinte bajas, algunos hombres de Narváez habían sido arrestados por las
fuerzas de Cortés y eran conducidos al valle de México. Los prisioneros nunca llegaron a su destino
pues fueron sorprendidos por guerreros mexicas en Quecholac. El segundo ataque causó cuarenta y
cinco bajas españolas y doscientas bajas tlaxcaltecas cuando una excursión al mando de Juan de
Alcántara fue aniquilada en Calpulalpan.[132]
Cortés decidió entonces emprender una campaña militar para castigar a la región, no sólo para recuperar
el honor y el ánimo de sus hombres, sino también para cortar la vía de suministros que recibía la ciudad
de Tenochtitlan desde la costa oriental. En base al discurso de Moctezuma, el caudillo español consideró
que todos los mexicas y tributarios eran oficialmente vasallos de Carlos I y que cualquier acción
adversa, por tal motivo, debía ser considerada como acto de rebeldía. La lectura del requerimiento fue
un procedimiento habitual para justificar legalmente los actos punitivos de la nueva campaña.[133]
Los tlaxcaltecas aportaron dos mil guerreros al mando de Tianquizlatoatzin, quien guió a Cortés a las
zonas de Zacatepec, Acatzingo y Tepeaca. El teuctli local se rindió el 4 de septiembre de 1520. Los
prisioneros fueron esclavizados y se les marcó con hierro candente en la mejilla una «G» de «guerra».
[134]
Muchos guerreros tepeacas fueron sacrificados por los tlaxcaltecas sin ninguna reclamación por
parte de Cortés, quien toleró en repetidas ocasiones las acciones que sus aliados llevaban a cabo a pesar
de que éstas eran las mismas que tanto criticó de sus enemigos.[133]
El caudillo español fundó la villa de Segura de la Frontera y desde el nuevo emplazamiento dirigió
ataques a las localidades de Quecholac, Huaquechula, Itzocan, Tecamachalco, Zapotitlán, Izúcar y
Chiautla.[135] Varios pueblos de la zona, entre ellos Huejotzingo y Cuetlaxtlan, prefirieron no oponer
resistencia y aceptaron la alianza con las fuerzas españolas, pero otros como Tecamachalco y
Acaptelahuacan fueron casi exterminados. El 30 de octubre, en Segura de la Frontera, Cortés redactó la
segunda carta de relación, en la cual describió los últimos acontecimientos sin dar gran importancia al
revés de Tenochtitlan. Alonso de Mendoza y Diego de Ordás fueron los responsables de llevar la misiva,
pero zarparon con destino a la península ibérica hasta marzo de 1521:
«...y por no dar cuenta de todas las particularidades que nos acaecieron en esta guerra, que sería prolijidad, no diré
sino que, después de hechos los requerimientos para que viniesen a obedecer los mandamientos que de parte de
vuestra majestad se les hacían acerca de la paz, no los quisieron cumplir y les hicimos la guerra y pelearon
muchas veces con nosotros y con la ayuda de Dios y de la real ventura de vuestra alteza siempre les desbaratamos
y matamos muchos, sin que en toda la dicha guerra me matasen ni hiriesen ni un español..en obra de veinte días
hube pacíficas muchas villas y poblaciones a ella sujetas y los señores y principales de ellas han venido a
ofrecerse y dar por vasallos de vuestra majestad...»
Segunda carta de relación. Hernán Cortés.[136]

El jefe de carpinteros, Martín López, fue enviado por Cortés a Tlaxcala. Su misión era cortar y preparar
madera para construir trece bergantines, los cuales serían utilizados en el asalto anfibio a Tenochtitlan.
Cuando López llegó a Tlaxcala, se enteró que Maxixcatzin había muerto víctima de la viruela pero pudo
obtener sin problema la ayuda de Xicohténcatl Huehue.[133]
Alonso de Ávila y Francisco Álvarez Chico viajaron a Santo Domingo en busca de caballos, ballestas,
pólvora, arcabuces y cañones. Por otra parte, Francisco de Solís viajó a Jamaica en una misión similar.
Los gastos fueron financiados con el poco oro rescatado de Tenochtitlan y del almacenado previamente
en Tlaxcala.[137]
En esos días llegaron diferentes embarcaciones: una de ellas procedente de Cuba comandada por Pedro
Barba, quien llevaba una carta de Velázquez dirigida a Narváez. El capitán de la nave y la tripulación
decidieron unirse a Cortés. Lo mismo sucedió con una embarcación capitaneada por Rodrigo Morejón.
Desde Castilla, Juan de Burgos llegó al mando de una embarcación que hizo escala en las islas Canarias;
paralelamente, desde Sevilla llegó Juan de Salamanca, quien hizo escala en Santo Domingo.[137]
En la zona del río Pánuco una expedición dirigida por Diego de Camargo bajo órdenes del gobernador
de Jamaica, Francisco de Garay, había sido derrotada por los nativos huastecos. Para colmo, durante el
escape una de las embarcaciones naufragó. Los sesenta sobrevivientes y Camargo se unieron a Cortés.
El gobernador de Jamaica envió embarcaciones de apoyo, cincuenta hombres al mando de Miguel Díez
de Aux y cuarenta hombres al mando de Francisco Ramírez «el Viejo». Estos capitanes, al evaluar la
situación, también decidieron unirse a las fuerzas de Cortés.[133]
Con el objetivo de controlar la totalidad de la ruta hacia la costa oriental, Gonzalo de Sandoval fue
designado para efectuar una nueva campaña en Zautla y Xalacingo. Con tan sólo ocho bajas españolas,
los pueblos fueron sometidos y al igual que en Tepeaca, los prisioneros fueron esclavizados y herrados.
[133]

Avance hacia Tenochtitlan por el oriente [editar]


Debido a que los tesoros fueron utilizados para conseguir los aprovisionamientos y se respetó además el
quinto del rey, no hubo reparto de oro para los soldados. Algunos se inconformaron, entre ellos se
encontraba Andrés de Duero, lo cual provocó el rompimiento de la larga amistad con Cortés. Éste
decidió dejar partir a los inconformes de regreso a Cuba para evitar posibles sublevaciones y redactó
ordenanzas militares y civiles para controlar a los que se quedaron.[138]
Las fuerzas españolas comenzaron el avance hacia Texmelucan acompañadas por un gran contingente
de tlaxcaltecas, quienes sumaron diez mil hombres bajo el mando de Chichimecatecle. El objetivo de
Cortés fue realizar un bloqueo a la ciudad de Tenochtitlan. Los pueblos de Huexotla, Coatlinchan,
Chalco, Amecameca, Tlalmanalco, Ozumba, y Mixquic, decidieron apoyar a los españoles
proveyéndoles también de alimentos.
Por su lado, Cuauhtémoc había ordenado cortar las líneas de suministro españolas en Chalco y Huexotla,
pues el maíz de la zona era de vital importancia, pero las fuerzas mexicas fueron derrotadas por Gonzalo
de Sandoval.[139]
Cuando las fuerzas españolas llegaron a Tetzcuco, el tlatoani Coanacoch huyó hacia Tenochtitlan para
reunirse con Cuauhtémoc. Ixtlilxóchitl, enemigo y hermano del tlatoani, se convirtió en aliado
incondicional de los españoles. Los tlaxcaltecas por su parte incendiaron el palacio de Nezahualpilli, en
el cual se encontraban los códices texcocanos.[140]
El 15 de febrero de 1521 Cortés consideró que la construcción de los bergantines debía terminarse cerca
del lago. Un gran número de tamemes y aliados tlaxcaltecas transportaron las tablas desde Tlaxcala hasta
las orillas del lago de Texcoco y se excavaron zanjas para poner las embarcaciones en el agua. En ese
punto, Cortés ordenó un nuevo avance para someter a Iztapalapa. En el lugar hubo fuertes
enfrentamientos con los mexicas, quienes defendieron el sitio por tierra y por agua cruzando el lago de
Texcoco en pequeñas embarcaciones. Ixtlilxóchitl apoyó a los españoles con un número indeterminado
de texcocanos, forzando el retiro de los mexicas y favoreciendo la victoria de los conquistadores.[141]
Campañas militares al norte y occidente de Tenochtitlan [editar]

Guerreros Aztecas, Códice Mendoza.


A continuación Cortés buscó cercar Tenochtitlan por el norte. Avanzó
hacia Xaltocan, Acolman, Tenayuca, Cuautitlán y Azcapotzalco sin
encontrar mayor resistencia, pero en Tlacopan, ciudad principal de los
tepanecas, se libró una fuerte batalla. Tetlepanquetzaltzin y sus hombres fueron obligados a replegarse a
Tenochtitlan y los tlaxcaltecas bajo las órdenes de Cortés incendiaron la población. Después de
permanecer seis días en el sitio, Cortés intentó un avance por la calzada que habían usado para huir
durante la Noche Triste, pero fue repelido. En este punto, el cuadillo español amenazó con destruir la
ciudad y solicitó a los contrincantes su rendición. La negativa de los defensores de Tenochtitlan fue
contundente y las escaramuzas continuaron. Ante eso Cortés decidió regresar a Tetzcuco.[141]
Sin embargo, las victorias conseguidas por los españoles y el fortalecimiento de la alianza con los
tlaxcaltecas ya eran noticia en todo el Imperio mexica. Tributarios y enemigos fueron aumentando, lenta
pero inexorablemente, las fuerzas de Cortés. Poblaciones enteras de las comarcas vecinas enviaron
embajadores de paz para rendir tributo a la corona española y aliarse en el ataque a Tenochtitlan. La
inercia avasalladora de la irrupción se había generado.[142]
Los nuevos aliados no sólo incrementaron la fortaleza bélica del conquistador a lo largo de esa etapa,
sino que además cumplieron la tarea estratégica de espionaje e información al alto mando acerca de las
concentraciones y movimientos de las fuerzas enemigas. Cuauhtémoc ordenó atacar las poblaciones de
Chalco y Tlalmanalco, pero cuando los españoles se enteraron, contraatacaron y vencieron a las fuerzas
mexicas.[141]
Campañas militares al sur de Tenochtitlan [editar]

Guerero águila y soldado español, «El abrazo» de Jorge González


Camarena. Museo de historia del Castillo de Chapultepec.
En respuesta a las gestiones de Francisco Álvarez Chico y Alonso de
Ávila, en febrero de 1521 una nueva embarcación, procedente de Santo
Domingo, ancló frente a la Villa Rica de la Vera Cruz. En ella se
transportaba armamento, pólvora, sesenta caballos y doscientos hombres. Entre estos se encontraban el
tesorero Julián de Alderete, fray Pedro Melgarejo de Urrea y el licenciado Alonso Pérez, quienes
habrían de incorporarse a la campañas militares.[141]
Estando en Tetzcuco, durante los últimos días de marzo de ese año, Gonzalo de Sandoval reunió
doscientos soldados españoles, veinte jinetes y un gran contingente de aliados chalcas y tlaxcaltecas.
Partió en dirección a Cuauhnáhuac (Cuernavaca) para confrontar a un ejército mexica que se encontraba
defendiendo esa posición. El lugar era importante para Tenochtitlan debido a que era la ruta de
comunicación hacia Xochicalco. Sandoval y sus hombres descansaron en Tlalmanalco y al continuar su
avance tuvieron enfrentamientos en Huaxtépec (Oaxtepec) y Chimalhuacán. Un segundo ejército mexica
había reforzado la zona y se había posicionado en Yecapixtla. Sandoval decidió regresar a Texcoco.[143]
Cortés aumentó el contingente con texcocanos y huejotzingas; Olid, Tapia y Pedro de Alvarado
relevaron a Sandoval. El siguiente encuentro fue en el peñón de Tlayacapan. Los capitanes Pedro de
Ircio, Andrés de Monjaraz, Rodríguez de Villafuerte y Francisco Verdugo encabezaron el asalto. Ahí los
mexicas repelieron el primer intento, pero días más tarde fueron derrotados cuando las fuerzas españolas
los rodearon y dejaron sin agua.[144]

Conquistadores españoles y sus aliados tlaxcaltecas en Metztitlan, Lienzo


de Tlaxcala.
El avance de los conquistadores continuó hacia Yautepec. El segundo
ejército mexica que se encontraba en la localidad huyó a Juchitepec,
donde fue alcanzado y sometido. El 13 de abril desde Tetzcuco, Cortés
partió con refuerzos, incursionó por Tepoztlán y Cuauhtlan (Cuautla).
Una vez dominadas las localidades, se reunió con la primera expedición para realizar el ataque final y
definitivo a Cuauhnáhuac.[145]
La siguiente etapa de la campaña se desarrolló en Xochimilco. El tlatoani local Yaomahuitzin ofreció
resistencia, casi a punto de ser vencido engañó a los españoles fingiendo tener intenciones de pactar pero
sólo con el objetivo de ganar tiempo y recibir ayuda desde Tenochtitlan. Cuauhtémoc envió un ataque
combinado por tierra y por la laguna. Debido al factor sorpresa, mexicas y xochimilcas lograron una
victoria temporal. Cortés casi fue hecho prisionero al caer de su caballo. Cristóbal de Olea pudo salvarlo
a cambio de ser herido y de que un par de soldados españoles fueron capturados y más tarde,
sacrificados.[146] La batalla se prolongó durante tres días más y finalmente, los hombres de Cuauhtémoc
se replegaron a Tenochtitlan.
Tras haber roto la barrera defensiva, los conquistadores avanzaron a Coyoacán donde el teuctli
Coapopocatizin prefirió huir y la localidad fue tomada por las fuerzas de Cortés. Desde este lugar, las
fuerzas de ataque se dividieron con los objetivos de tomar Churubusco, controlar la retaguardia en
Tláhuac y Mixquic, y rodear el lago por occidente hasta Tlacopan. De esta forma, se cerró totalmente el
cerco a Tenochtitlan.[141]
Algunas fuerzas mexicas atacaron en escaramuzas aisladas, logrando capturar a algunos soldados más.
Cortés subió a la cúspide de un teocalli para mostrar al tesorero Julián de Alderete, la ciudad de
Tenochtitlan que se encontraba a trece kilómetros de distancia. El licenciado Alonso Pérez, notó cierta
melancolía en la expresión del conquistador y le dijo:
«Mira Nerón de Tarpeya
a Roma cómo se ardía,
gritos dan niños y viejos
y él de nada se dolía»

El caudillo español respondió:


«que ya veía cuántas veces había enviado a México a rogarles paz, y la tristeza no la tenía por una sola causa,
sino en pensar en los grandes trabajos en que habíamos de ver hasta tornarla a señorear, y que con la ayuda de
Dios presto lo pondríamos por la obra».

En repetidas ocasiones Cortés había pedido a los mexicas la rendición y ellos siempre se negaron. Era la
víspera del ataque final.[147]
Sitio de Tenochtitlan [editar]

Xicohténcatl Axayacatzin, guerrero tlaxcalteca.


Controlado el oriente, nororiente y sur, Cortés no dudo en reafirmar las
posiciones en Tlacopan (Tacuba) , Azcapotzalco, Tenayuca y Cuautitlán. El
objetivo de aislar la ciudad se había logrado y ahora faltaba coordinar un
ataque simultáneo a la ciudad desde todos los accesos, al igual que el asalto
apoyado en los bergantines que había venido construyendo.
Poco antes de iniciar el sitio de la ciudad, Antonio de Villafaña, aún fiel a
Diego Velázquez de Cuéllar, elaboró un plan para asesinar a Cortés y a los
capitanes Sandoval, Alvarado y Tapia. Pronto Villafaña fue descubierto y
sentenciado a la horca, por lo que el hecho no tuvo mayor repercusión.[148]
Tras el incidente, Cortés comenzó a reagrupar fuerzas; los bergantines
estaban listos en Texcoco; solicitó hombres de Chalco, Tlalmanalco; envió
mensajeros a Xicohténcatl Huehue y pidió refuerzos de Tlaxcala, Cholula y
Huejotzingo. Entre los capitanes tlaxcaltecas viajaba Xīcohténcatl
Āxāyacatzin (el hijo), quién nunca había querido ser aliado de Cortés.
Pedro de Alvarado fue asignado al frente de Tlacopan. Cristóbal de Olid con el apoyo de Andrés de
Tapia, Francisco Verdugo y Francisco Lugo por Coyoacán. Gonzalo de Sandoval, apoyado por Luis
Marín y Pedro de Ircio, por Iztapalapa. Hernán Cortés quedó al mando de los bergantines desde
Texcoco.[149]
Antes de iniciar el ataque se supo que Xicohténcatl no se encontraba en su posición, probablemente por
estar coordinando sus fuerzas o realizando tareas de acopio. Cortés aprovechó la ocasión para acusarlo
de traición y lo sentenció a morir en la horca el 12 de mayo de 1521.[150]
Cortés siempre desconfió del capitán tlaxcalteca, quién había opuesto fuerte resistencia en las guerras
confrontadas antes de ser aliados y con esta acción preventiva quiso eliminar la posibilidad de que sus
más fuertes aliados se volvieran en su contra.[151]
Fuerzas iniciales para sitiar a Tenochtitlan:
Tlacopan - Pedro de Alvarado
30 caballos, 18 ballesteros y escopeteros, 150 peones de espada y rodela, 25,000 tlaxcaltecas.
Coyoacán - Cristóbal de Olid
36 caballos, 18 ballesteros y escopeteros, 160 peones de espada y rodela, 20,000 tlaxcaltecas.
Iztapalapa - Gonzalo de Sandoval
24 caballos, 4 escopeteros, 13 ballesteros, 150 peones de espada y rodela, 30,000 aliados de
Huejotzingo, Cholula y Chalco.
Asalto anfibio Lago de Texcoco - Hernán Cortés
13 bergantines, 325 hombres, cada bergantin con 25 españoles y una fusta, incluyendo capitán,
veedor, 6 ballesteros y escopeteros.
Tercera carta de relación, Hernán Cortés.[152]

Se dio la orden de cortar los suministros de agua dulce que llegaban a México-Tenochtitlan desde
Chapultepec, los mexicas trataron de impedirlo en un férreo combate que perdieron. Comenzaron las
batallas, por las aguas del lago de Texcoco, por las calzadas y los puentes en una forma coordinada.
Sandoval cubrió también el área de Tepeyac. Al principio las bajas por ambos bandos eran semejantes,
tanto atacantes como defensores tenían organizadas sus acciones. La estrategia de los conquistadores era
destruir los puentes y albarradas de comunicación a la isla de México-Tenochtitlan y con los bergantines
provocar incendios en las poblaciones, de tal suerte que no hubiera forma de abastecer comida y agua a
los sitiados. La estrategia de los mexicas fue reconstruir y defender el paso de los puentes y albarradas,
de vez en cuando enviaron escuadrones para contraatacar a los cuarteles de los conquistadores.
Contrario a las costumbres de los mexicas, quienes usualmente no combatían durante la noche, las
confrontaciones se llevaron a cabo a toda hora.[151]
Díaz del Castillo relató en su crónica que «cada día existían tantos combates (no siempre victorias) que
si los hubiera relatado todos parecería un libro de Amadís o de Caballerías. Fueron noventa y tres días
de sitio...» La falta de agua y alimento surtió efecto...«digo que en tres días con sus noches, en todas
tres calzadas, llenas de hombres y mujeres y criaturas, no dejaron de salir y tan flacos y amarillos y
sucios y hediondos, que era lástima de verlos...».[153]
Por otra parte López de Gómara relató en su crónica que al final del sitio «los mexicas solo se
alimentaban de raíces, bebían agua salobre de la laguna, dormían entre los muertos y estaban en
perpetua hedentina, jamás quisieron la paz».[154]
Caída de Tenochtitlan [editar]
Artículo principal: Caída de México-Tenochtitlan

Tlatelolco, mural de David Alfaro Siqueiros.


La última ofensiva externa de las fuerzas leales a los mexicas provenía de
los malinalcas, matlatzincas y cohuixcas. Cortés envió fuerzas a cargo de
Andrés de Tapia y Gonzalo de Sandoval para detener su avance.[155]
Los conquistadores españoles pensaron que los mexicas estaban totalmente debilitados y realizaron una
incursión general a la ciudad. En una escaramuza Cortés fue capturado, pero fue valientemente rescatado
por Cristóbal de Guzmán, quien por salvar la vida de Cortés cayó prisionero en manos de los mexicas.
En franca retirada, algunos otros españoles fueron hechos prisioneros.[156]
De acuerdo con las costumbres de guerra de los mexicas, los prisioneros fueron sacrificados a sus dioses
en lo alto de sus templos. Impotentes, sus conmilitones pudieron observar los hechos a lo lejos,
reconociéndolos por la blancura de su piel. Sin embargo el hecho dio ánimo a Pedro de Alvarado, quien,
en su afán de venganza, se colocó a la vanguardia para el asalto final.
«Digamos ahora lo que los mexicanos hacían de noche en sus grandes y altos cués, y es que tañían el maldito
tambor, que digo otra vez que era el maldito sonido y más triste que se podía inventar, y sonaba en lejanas tierras,
y tañían otros peores instrumentos y cosas diabólicas, y tenían grandes lumbres y daban grandísimos gritos y
silbos; y en aquel instante estaban sacrificando a nuestros compañeros de los que habían tomado a Cortés, que
supimos que diez días arreo acabaron de sacrificar a todos nuestros soldados y al postrero dejaron a Cristóbal de
Guzmán...».
Historia verdadera de la conquista de la Nueva España, Díaz del Castillo.[157]

Los prisioneros españoles y tlaxcaltecas fueron sacrificados de acuerdo a


los rituales religiosos, Códice Florentino.
Al final del sitio, que duró tres meses, Pedro de Alvarado tomó la plaza de
Tlatelolco. Los tenochcas que aún quedaban confrontaron las últimas
batallas y fue entonces cuando los conquistadores pudieron observar,
horrorizados, que los mexicas no solo habían sacrificado a los prisioneros: además de extirparles el
corazón, habían arrancado la piel de los españoles caídos para adornar sus templos u ofrendarla a su dios
Xipe Tótec.
En la refriega murieron algunos de los últimos señores y jefes mexicas. Los capitanes más destacados en
la defensa del sitio por parte de los tlatelolcas fueron Coyohuehuetzin y Temilotzin, y por parte de los
tenochcas Tlacutzin y Motelchiuhtzin. Cuauhtémoc se reunió en Tolmayecan con sus capitanes,
intendentes y principales para deliberar la inminente rendición.[158]
El 13 de agosto de 1521 Cuauhtémoc salió de Tenochtitlan en una canoa, probablemente con la
intención de negociar la rendición, pero fue avistado y capturado por el capitán García Holguín,
mientras la ciudad caía en manos de los españoles y de sus aliados.[159] Cuando Cuauhtémoc estuvo en
presencia de Cortés, señaló el puñal que el conquistador llevaba al cinto y le pidió que lo matara, pues
no habiendo sido capaz de defender su ciudad y a sus vasallos, prefería morir a manos del invasor. Este
hecho fue descrito por el propio Hernán Cortés en su tercera carta de relación a Carlos I de España:
«llegóse a mi y díjome en su lengua que ya él había hecho todo lo que de su parte era obligado para defenderse a
sí y a los suyos hasta venir a aquel estado, que ahora hiciese de él lo que yo quisiese; y puso la mano en un puñal
que yo tenía, diciéndome que le diese de puñaladas y le matase...»
Tercera carta de relación, Hernán Cortés.[160]

De acuerdo a las estimaciones de Hernán Cortés, los conquistadores españoles, junto con sus aliados
tlaxcaltecas, texcocanos, huejotzincas, chalcas, cholultecas y demás coaligados mataron a más de
cuarenta mil mexicas durante las últimas jornadas. López de Gómara describió en su obra que «el cerco
duró tres meses, tuvo en él doscientos mil hombres, novecientos españoles, ochenta caballos, diecisiete
tiros de artillería, trece bergantines y seis mil barcas. Murieron cincuenta españoles y seis caballos y no
muchos indios. Murieron de los enemigos cien mil, sin contar los que mató el hambre y la pestilencia».
[161]

Para celebrar el acontecimiento, los castellanos se reunieron en el palacio del señor de Coyoacán
Coapopocatizin, pues en Tenochtitlan el hedor era insoportable. Organizaron un banquete con vino,
carne de cerdo, carne de pavo y tortillas maíz en abundancia. Al día siguiente celebraron misa y se cantó
un tedeum.[162]
Restauración de la ciudad y tormento de Cuauhtémoc [editar]

Tortura de Cuauhtémoc, pintura oscurantista del siglo XIX.


A Cortés no le interesaba en ese momento la muerte de Cuauhtémoc.
Prefirió utilizar ante los mexicas su reconocimiento como tlatoani,
aunque en realidad ya era súbdito del emperador Carlos V y del propio
Cortés. Así lo hizo con éxito, aprovechando la iniciativa y el poder de Cuauhtémoc a quién le restituyó
el status de noble mexica, respetado y bien tratado pero cautivo, para usar su prestigio y autoridad a fin
de gobernar a los vencidos, asegurando la colaboración de los mexicas en los trabajos de limpieza y
restauración de la ciudad. Lo primero que ordenó fue restablecer el suministro de agua potable a la
ciudad. La reconstrucción de Tenochtitlan se realizó al estilo renacentista europeo para convertirla más
tarde con el nombre de México, en la capital de la Nueva España, que fue el primer virreinato de las
Indias.[163]
La codicia por el oro no se hizo esperar y no conforme con trescientos ochenta mil pesos oro ya fundido
en barras de acuerdo a la crónica de Díaz del Castillo, o ciento treinta mil castellanos según la crónica de
López de Gómara; el tesorero Julián de Alderete exigió el tormento de Cuauhtémoc, para que éste
confesase donde se escondía el resto del tesoro de Moctezuma Xocoyotzin. Fue entonces cuando a
Tetlepanquetzaltzin y Cuauhtémoc les untaron los pies de aceite acercándoselos al fuego. Aquél se quejó
con Cuauhtémoc del martirio y éste le respondió: «¿Acaso estoy yo en algún deleite o baño?». Años más
tarde en España, recayó en Hernán Cortés la culpabilidad de permitir el martirio.[164]
Se hizo entonces el recuento de los tesoros y se separó el quinto real, el cual incluía oro, perlas, plata,
tarros, platos, ídolos de oro así como figuras de peces y pájaros, ropas lujosas de sacerdotes, plumas
exóticas, animales vivos como aves, jaguares, y esclavos. Alonso de Ávila y Antonio de Quiñónez
fueron los que llevaron este cargamento en tres carabelas, pero fueron asaltados por corsarios franceses
comandados por Jean Fleury cerca de las islas Azores.[165] Todo el quinto del rey fue robado y los
españoles fueron hechos prisioneros. Ávila fue puesto en libertad dos años más tarde.[166]
Entre los conquistadores se realizó la repartición de oro. Descontando el pago a la corona, el porcentaje
de Cortés, los gastos de expedición y los altos pagos de algunos capitanes, la suma a repartir entre la
tropa sólo alcanzó los setenta pesos. La cantidad era ridícula, pues en ese tiempo una espada tenía un
costo de cincuenta pesos.[167] Para conseguir nuevos tesoros y subir el ánimo de los hombres, Cortés
organizó de inmediato nuevas expediciones. De esta forma evitó una rebelión.[168]
El caudillo español solicitó el envío de frailes o sacerdotes evangelizadores. Mientras tanto se estableció
en Coyoacán a donde llegó su mujer, Catalina Juárez «la Marcaida», quien falleció al poco tiempo.[169]
Cuando en 1522 se recibió en la Nueva España la autorización correspondiente por parte del rey, Hernán
Cortés comenzó la asignación de tierras a los soldados y capitanes participantes de las campañas, usando
el régimen de encomiendas.[170]
Rendición de Michoacán [editar]
Los purépechas eran enemigos de los mexicas, no obstante Cuitláhuac había enviado mensajeros
pidiendo ayuda al cazonci Zuanga, quién indiferente ante la situación de Tenochtitlan, decidió no
apoyarlos. Alguno de los mensajeros mexicas había llegado enfermo de viruela, lo cual provocó una
epidemia en la zona. Zuanga murió a los pocos días a causa de la enfermedad.[171] El sucesor del
gobernante purépecha fue su hijo mayor Tangáxoan Tzíntzicha, a quien también solicitó ayuda
Cuauhtémoc, pero la negativa fue más violenta; el nuevo cazonci ordenó matar a los mensajeros.
Poco tiempo después la noticia de la caída de Tenochtitlan a manos de los españoles llegó a
Tzintzuntzan, capital del pueblo purépecha. Tangáxoan Tzíntzicha evaluó la situación y envió
embajadores de paz a Coyoacán, quienes fueron bien recibidos por los conquistadores españoles. Cortés
hizo alarde de sus fuerzas militares, caballos, artillería y bergantines, los embajadores quedaron
impresionados y regresaron con las noticias a la meseta purépecha.[172]
El nuevo cazonci y sus asesores, a pesar de las dudas que tuvieron, finalmente prefirieron recibir
pacíficamente el 25 de junio de 1522 a Cristóbal de Olid, quien lideraba una fuerza de cuarenta caballos,
cien soldados de infantería e indios aliados. Tangáxoan Tzíntzicha entregó un gran tributo en oro y plata,
jurando obediencia a la corona española. Esta paz fue quebrantada más tarde a finales de 1529 y
principios de 1530 por Nuño de Guzmán, cuando en un acto cruel y codicioso asesinó a Tangáxoan
Tzíntzicha, provocando el levantamiento del pueblo purépecha.[173]
Campañas en Tuxtepec y Coatzacoalcos [editar]
En la zona de Tuxtepec (Oaxaca) se había instalado una guarnición con soldados de la expedición de
Narváez y algunas mujeres. En el lugar habitaban chinantecas y mazatecos, quienes habían atacado la
guarnición matando poco más de sesenta soldados y a las mujeres. Cortés envió a Gonzalo de Sandoval
a la zona y en una breve campaña militar capturó al líder de los nativos, a quién enjuició y sentenció a
morir en la hoguera.[174]
Cortés convocó por medio del capitán Brionesa a los pueblos zapotecas a someterse sin lograrlo en esa
primera instancia. Sería necesaria una campaña más reforzada para lograr el dominio de la zona
mixteco-zapoteca.
Después, viajando a través del Istmo de Tehuantepec, Gonzalo de Sandoval avanzó hacia Coatzacoalcos
(Veracruz) y fundó en junio de 1522 la villa de Espíritu Santo (Coatzacoalcos) y la de Medellín cerca
del actual Huatusco, comenzando a colonizar el litoral sur de lo que es hoy el estado de Veracruz.[175]
Campaña en Tabasco [editar]
Desde la fundacion de la Villa de Santa María de la Victoria el 25 de marzo de 1519 por Hernán Cortés,
ésta fue nombrada capitál de la provincia de Tabasco, sin embargo, después de la partida de Cortés y al
dejar pocos soldados y bastimentos para la defensa de la población, los indígenas se rebelaron y habian
destruido la ciudad. Teniendo Cortés noticias de ello, envió en 1523 al capitán Luis Marín a pacificar
Tabasco y a conquistar y pacificar Chiapas. Marín entabló ferreos combates con los indígenas
tabasqueños en la región de la Chontalpa y sobre todo en Cimatán, no pudiendo pacificar la provincia,
por lo que solicitó a Cortés más apoyos. Más tarde, el capitán Rodrigo Rangél, fue enviado a pacificar la
provincia junto con cien soldados y veintiseis vallesteros y escopeteros. Después de sangrientos
combates en Copilco, Zacualco y Cimatán, tampoco pudo con la ferrea resistencia idígena.
En 1525 Hernán Cortés decide enviar al Capitán Juan de Vallecillos, nombrándolo gobernador de
Tabasco, con las instrucciones de refundar la ciudad de Santa María de la Victoria y de pacificar la
provincia. Vallecillos recupera la villa, pero cae enfermo y muere sin cumplir su misión
En 1526 y después de no haberse cumplido los objetivos, el rey Carlos I nombra a Francisco de Montejo
como adelantado de Yucatán y Cozumel. Hacia 1535 la reina Juana I expidió una cédula para extender
los terrenos concedidos a Montejo, con órdenes de ejercer la gobernación de Tabasco para pacificar,
envangelizar y poblar esta zona. Después de muchos combates y cruentas batallas, Francisco de Montejo
y León "el Mozo", por instrucciones de su padre, logró derrotar a los aguerridos cimatecos, consumando
así la pacificación del área.
Hacia 1537 por instrucciones de Montejo, su lugarteniente Alonso de Ávila se interna en territorio
tabasqueño y funda la villa de Salamanca de Acalán, sin embargo, debido a la hostilidad de los
indígenas y a la dificultad para hacerce de bastimentos, a los pocos meses, Ávila decidió abandonar la
ciudad. Ese mismo año, desde Guatemala, Pedro de Alvarado envió soldados para una nueva incursión
en la cual se logró fundar la villa de San Pedro Tanoche, sin embargo debido a disputa con Montejo
sobre los límites de sus territorios, decidió abandonar la villa. Debido a que la población se encontraba
enmedio de la selva, incomunicada, y muy apartada de los centros de abasteciminto, al poco tiempo
Montejo "el Mozo" dió instrucciones a Lorenzo de Godoy para que la villa fuera trasladada a Salamanca
de Champotón.
Viaje de Cortés a las Hibueras y muerte de Cuauhtémoc [editar]

Monumento a Cuauhtémoc.
Enterado Cortés de la rebelión de Cristóbal de Olid, decidió viajar hacia
las Hibueras a pesar de tener pocos españoles en Tenochtitlan. Decidió
llevar con él en el viaje, como medida preventiva ante una posible
sublevación, a Cuauhtémoc y otros nobles mexicas.[198]
Al cruzar el río Candelaria (afluente del río Grijalva) las huestes de Cortés
tuvieron que construir una serie de puentes para lograr atravesar la zona
del actual municipio de Candelaria, en el actual estado de Campeche. De
acuerdo a las crónicas de Indias la tarea no fue nada fácil. En el lugar fue
recibido por el batab o halach uinik de Acalán, llamado Apoxpalón, quién
comerciaba cacao, algodón, sal y esclavos. La reunión fue pacífica y el
gobernante local ayudó a la expedición a continuar su camino. Por su
parte Cortés le entregó una carta o salvoconducto para mostrar a posibles
futuras expediciones españolas, en la cual se hacía constar el acuerdo de paz logrado.
Poco después Cortés sospechó de una posible sublevación simultánea por parte de los mexicas tanto en
el viaje como en la ciudad. Por tal motivo, al sureste de Xicalango, aún dentro de la jurisdicción de
Acalán de los mayas chontales, en un punto llamado “Itzamkanac”[199] se realizó la sentencia y ejecución
por ahorcamiento del último huey tlatoani Cuauhtémoc. También fueron ejecutados el señor de
Tlacopan Tetlepanquetzal y muy probablemente el señor de Tetzcuco Coanácoch.[200] Este hecho ocurrió
el día 28 de febrero de 1525.[201]
..estando para ahorcar al Quauhtemoc, dijo estas palabras: «O capitan Malinche, dias ha que yo tenia entendido, é
habia conocido tus falsas palabras: que esta muerte me habias de dar, pues yo no me la dí, cuando te entregaste en
mi ciudad de Méjico; porque me matas sin justicia?»
Conquista de Yucatán, Diego López de Cogolludo.[202]

Esta acción preventiva fue utilizada en España como un argumento en contra de Hernán Cortés, por los
seguidores de Diego Velázquez de Cuéllar y ha sido criticada a través de los siglos por los historiadores.
Tayasal en el Lago Petén Itzá (Guatemala).
El viaje continuó y la expedición tuvo contacto con los mayas itzáes en las
inmediaciones de Tayasal. Fueron bien recibidos y Cortés se entrevistó
con el Halach Uinik Ah Can Ek (Canek). Cortés explicó lo acontecido
con el poderío mexica, y el halach uinik no tenía aún las noticias de
Tenochtitlan pero le contó acerca de noticias de guerras acontecidas con los mayas chontales de Centla
con los dzules (hombres blancos). Cortés explicó que el era el capitán de esas guerras y trato de
convencerlos para su conversión al cristianismo.[203] Ante el resguardo de la ciudad y el número de
habitantes mayas, Cortés prefirió no llevar a cabo ninguna acción militar y se despidió de los itzáes,
dejando un caballo lastimado y moribundo que Ah Can Ek prometió cuidar.[204] En 1618 los misioneros
franciscanos encontraron a los descendientes mayas adorando a un caballo fabricado de madera.[205]
La expedición continuó el camino durante más de treinta días en un trayecto accidentado y sinuoso hasta
Nito (Guatemala), donde no fueron bien recibidos por los nativos. Después de una pequeña escaramuza
se establecieron en el sitio durante algunos días. Cortés envió un pequeño grupo para solicitar una
embarcación y poder continuar su trayectoria por mar hacia Naco (las Hibueras). Al llegar la
embarcación a Nito le informaron que Cristóbal de Olid ya había sido ejecutado.
Llegando a Naco, Cortés se reunió con sus capitanes y evaluó las noticias que llegaban de México-
Tenochtitlan, donde se habían amotinado los españoles. Envió inmediatamente a Gonzalo de Sandoval
de regreso.
En la zona, los pueblos vecinos de Papayca y Chiapaxina habían recibido amistosamente a los
españoles, pero poco tiempo después las condiciones cambiaron y comenzaron los enfrentamientos.
Cortés logró capturar a los señores principales llamados Chicuéytl, Póchotl y Mendexeto para de esta
manera negociar la paz a cambio de la vida y libertad de los prisioneros. Los de Chiapaxina se rindieron,
pero los nativos de Papayca continuaron las hostilidades. Fue capturado y ahorcado el líder llamado
Mátzal. También fue capturado otro líder de nombre Pizacura, a quién Cortés mantuvo en cautiverio,
pero las hostilidades continuaron. En las cercanías Cortés fundó la villa de Trujillo el 18 de mayo de
1525 y nombró a Juan de Medina como alcalde.[206] No obstante, en las inmediaciones de la zona los
lencas, aliados con los cares y dirigidos por el caudillo lenca Lempira, resistieron la conquista durante
doce años. En 1537 durante las campañas de conquista de Francisco de Montejo, el capitán Alonso de
Cáceres concertó una reunión para negociar la paz, sin embargo la reunión fue una trampa y un
arcabucero asesinó al dirigente indígena.[207]
Llegaron a la villa de Trujillo fuerzas españolas dirigidas por Francisco Hernández de Córdoba,
fundador de Nicaragua, homónimo del descubridor de Yucatán, que estaba bajo las órdenes de Pedro
Arias Dávila (Pedrarias). Al escuchar que la zona era rica en metales preciosos, Cortés se interesó en las
minas y acciones de conquista. Se encontraba preparando su expedición a Nicaragua cuando llegó fray
Diego de Altamirano con noticias acerca de la situación en la ciudad de México, por lo que prefirió
cancelar su expedición y regresar por vía marítima a San Juan de Ulúa. Envió a sus soldados a
Guatemala para poblar la zona y dar apoyo a Pedro de Alvarado, y partió de la villa de Trujillo, el día 25
de abril de 1526.[208]
La Nueva España [editar]
Artículo principal: Virreinato de la Nueva España
Territorio del Virreinato de la Nueva España en su máxima expansión.
La pugna entre Cortés y Velázquez para obtener el derecho de gobernar los territorios conquistados
había sido estudiada en mayo de 1520, antes de la caída de Tenochtitlan, por el Consejo de Castilla. En
esa ocasión se determinó aplazar el veredicto para que las partes involucradas presentaran más pruebas y
argumentos.
Fray Benito Martín siguió transmitiendo quejas de Cortés al obispo Juan Rodríguez de Fonseca para que
éste apoyara a Velázquez, pero la Guerra de las Comunidades de Castilla había atraído la atención de
todo el reino. Fue hasta abril de 1521 cuando Fonseca arrestó al procurador Alonso Hernández
Portocarrero bajo la excusa amañada de haber seducido ocho años antes a una mujer llamada María
Rodríguez. Portocarrero nunca fue puesto en libertad y murió en prisión.[209] El siguiente paso del obispo
de Burgos fue nombrar al veedor de Santo Domingo, Cristóbal de Tapia, como gobernador, sustituyendo
la capitanía de Cortés. A pesar de que el cardenal Adriano de Utrecht desconfiaba de Fonseca, autorizó
el nombramiento, pues se encontraba preocupado ante los acontecimientos relativos al discurso de la
Dieta de Worms que había pronunciado Martin Lutero.[210]
En mayo de 1521 llegaron a Sevilla Diego de Ordás y Alonso de Mendoza con un cargamento de oro y
portando la segunda carta de relación de Cortés. El oro fue confiscado por la Casa de Contratación, pero
los emisarios lograron huir y se pusieron en contacto con Francisco de Montejo. Juntos lograron
entrevistarse con el cardenal Utrecht y le mostraron la carta dirigida a Carlos I. En el documento, Cortés
utilizaba por primera vez el nombre de Nueva España. Había creído conveniente la denominación para
bautizar al territorio recién conquistado, debido entre otros argumentos, a la similitud de climas con
España.[211]
Además de notificar los avances de la conquista, los emisarios informaron al cardenal la confiscación
del tesoro que se había efectuado en Sevilla y de las órdenes que Fonseca había girado para cerrar el
paso a Ordás y Mendoza. La desconfianza de Utrecht aumentó, debido a que también había escuchado
rumores de la pretensión del obispo de Burgos de casar a su sobrina con Velázquez. Tras las
acusaciones, el cardenal investigó los hechos y ordenó a Fonseca abstenerse de intervenir en los asuntos
de Cortés y Velázquez. Se revocaron las órdenes que había emitido el obispo, liberándose también los
embargos de Sevilla.[212]
De cualquier forma, las instrucciones enviadas a Cristóbal de Tapia llegaron a Santo Domingo a finales
del verano de 1521. Se ordenaba a Tapia tomar la gobernación del territorio, sustituyendo del cargo a
Cortés. A pesar de que la Audiencia de la Española no estaba conforme con la determinación, Tapia
viajó a la Villa Rica de la Vera Cruz y fue recibido por el alcalde Rodrigo Rangel y por el regidor
Bernardino Vázquez de Tapia en diciembre de 1521. Se enviaron mensajeros con las nuevas noticias a
Coyoacán, en donde ya residía Cortés.[213]
Con su acostumbrada diplomacia ante estas situaciones, Cortés envió una carta de bienvenida al veedor.
La misiva fue llevada por fray Melgarejo y en ella se explicaba que los trabajos de conquista no habían
sido concluidos, y por tanto, se excusaba de no poder asistir a la entrevista personalmente. Los
procuradores de las villas de Vera Cruz y Segura de la Frontera, coludidos con el plan, hicieron eco a las
aseveraciones de su capitán. De manera atenta reconocieron la autoridad de Tapia, así como las
instrucciones reales pero le solicitaron retirarse por el bien de los trabajos de la conquista. Tapia no tuvo
más opción que acceder, y zarpó de regreso a La Española.[214] Casi de inmediato arribó procedente de
Cuba Juan Bono de Quejo. Velázquez lo había enviado con cartas en las cuales el nombre del
destinatario era un espacio en blanco para ser llenado. Los documentos estaban firmados por el obispo
Fonseca y en ellos se ofrecían beneficios a quienes aceptaran reconocer a Cristóbal de Tapia como
nuevo gobernador. Para mala suerte de Velázquez, el veedor se había marchado a La Española, en donde
había determinado no interferir más, por el bien de la conquista.[213]
En enero de 1522, el cardenal Utrecht fue nombrado sucesor del papa León X. A partir de entonces los
asuntos de Indias fueron atendidos por el tesorero de Castilla, Francisco Pérez de Vargas. El nuevo papa,
Adriano VI, ratificó al emperador Carlos V, la bula Exponi nobis fecisti y la intención de enviar frailes
de la orden mendicante y frailes menores de orden regular a los territorios recién conquistados por
Hernán Cortés.[170]
En marzo de 1522 ya habían llegado noticias del sometimiento de la ciudad de México-Tenochtitlan.
Carlos I organizó un nuevo comité que fue antecedente del Consejo de Indias. Confirmó la decisión de
Adriano VI, de excluir al obispo Fonseca de los asuntos de la Nueva España.[215] Entre los miembros que
participaron en esta ocasión estuvo el doctor Diego Beltrán, el licenciado Francisco de Vargas, el
canciller Mercurino Gattinara, el comendador de la orden de Santiago Hernando de la Vega, el consejero
real Lorenzo Galíndez de Carvajal y los consejeros flamencos Charles de Poupet, señor de la Chaulx, y
De La Roche.[216]
A fin de llegar a conclusiones, el comité analizó las cartas de Diego Velázquez, las quejas de Vázquez
de Ayllón, el informe de Cristóbal de Tapia, las cartas de Hernán Cortés y las cartas firmadas por los
procuradores de la Villa Rica de la Vera Cruz. Así mismo, se entrevistaron a diversos testigos, entre los
más importantes Andrés de Duero, Benito Martin, Diego de Ordás, Alonso de Mendoza y Francisco de
Montejo.
Se determinó que no había razón para que Diego Velázquez tratara como suya la conquista, pues
solamente había gastado parte de dinero para financiar la empresa y eso podría ser reembolsado por
Cortés, siempre y cuando el gobernador demostrase que era su propio dinero y no de la corona. Además
se concluyó que el documento con el que había nombrado a Cortés como capitán no tenía validez pues
carecía de autoridad.[216]
El 11 de octubre de 1522 se nombró oficialmente a Hernán Cortés como «adelantado, repartidor de
indios, capitán general y gobernador de la Nueva España». Cortés quedó obligado a reembolsar los
gastos erogados por Diego Velázquez. A este último se le indicó que no volviera a inmiscuirse en los
asuntos de Cortés y se le ordenó presentar una probanza por su conducta.[217] Cuatro días más tarde, el 15
de octubre de 1522, se firmó un decreto real en el cual fue nombrado Alfonso de Aragón y de Estrada
como tesorero real de la Nueva España, Gonzalo de Salazar como factor, Rodrigo de Albornoz como
contador y Pedro Almíndez Chirino como veedor para ayudar a Hernán Cortés en su gobierno.[170]
Los primeros frailes que viajaron a Nueva España en 1523 fueron Juan de Aora, Juan de Tecto, y Pedro
de Gante. En mayo de 1524 llegaron a San Juan de Ulúa los franciscanos Martín de Valencia, Toribio de
Benavente «Motolinía», Francisco de Soto, Martín de Jesús, Juan Suárez, Antonio de Ciudad Rodrigo,
García de Cisneros, Luis de Fuensalida, Juan de Ribas, Francisco Ximénez, Andrés de Córdoba y Juan
de Palos, conocidos como los doce apóstoles. En 1528 Juan de Zumárraga fue nombrado primer obispo
de la Nueva España.

Detalle de la costa americana en el mapa del cartógrafo portugués Diego


Ribeiro de 1529.
Debido en parte a ausencias frecuentes de Cortés y también a permanentes
intrigas, Alfonso de Aragón y de Estrada, Rodrigo de Albornoz y Alonso
de Zuazo sustituyeron a Cortés en varias ocasiones entre 1526 y 1528.
Debido a las mismas intrigas y con el objeto de restar poder a Hernán
Cortés, el 13 de diciembre de 1527 se confió el gobierno a la primera Real
Audiencia de México, presidida por Beltrán Nuño de Guzmán y cuatro
oidores, la cual entró en funciones los primeros días de 1528. Ese mismo año, Carlos I de España
también nombró a Nuño de Guzmán como gobernador de la provincia de Pánuco y como capitán general
de la Nueva España en 1529. El nuevo gobernador se comportó como un acérrimo enemigo de Cortés,
llegando al punto de arrestar a Pedro de Alvarado sólo porque éste hablaba bien del conquistador.
En 1529 Carlos I ordenó a Cortés regresar a España recibiéndole en Toledo. El rey ya no le devolvió el
cargo de gobernador de Nueva España, pero le nombró «marqués del Valle de Oaxaca», con veintidós
villas y veintitrés mil vasallos.[218] Después de esto Cortés volvió a casarse, esta vez con Juana de
Zúñiga, hija del conde de Aguilar y sobrina del duque de Béjar y en 1530 regresó a México con el
encargo de organizar expediciones al Pacífico sur.[219]
Nuño de Guzmán comenzó una campaña cruenta, sitiando poblados, arrasando cultivos, torturando y
ejecutando a los jefes de las poblaciones. Quebrantó la paz con el cazonci purépecha Tangáxoan
Tzíntzicha a quién asesinó. Su pueblo se sublevó y fue sometido. Nuño de Guzmán continuó su campaña
por los actuales territorios de los estados de Nayarit, Jalisco, Colima, Aguascalientes y partes de Sinaloa,
Zacatecas y San Luis Potosí, fundando el reino de Nueva Galicia. Fueron siete años hasta que las quejas
hicieron que la Corona española lo enjuiciara y mandara regresar preso y con grilletes a España.
El 17 de abril de 1535 se creó el Virreinato de Nueva España y Antonio de Mendoza fue nombrado
virrey, gobernador, capitán general y presidente de la Real Audiencia de México. Durante su período los
viajes de exploración fueron apoyados. Hernán Cortés realizó las expediciones a la península de Baja
California; en 1540, Francisco Vázquez de Coronado encabezó una expedición a los actuales territorios
del noroeste de México y suroeste de Estados Unidos, en 1542 Juan Rodríguez Cabrillo realizó una
expedición a las costas de las actuales ciudades de Los Ángeles y San Diego en California. Había
concluido la conquista. Empezaba la época colonial propiamente dicha.

*CONQUISTA MATERIAL*

Esta representada por el poder militar desplegado por España contra los pueblos
indígenas de America y las formas de sometimiento administrativas. Existen 4 etapas
históricas en el desarrollo de la conquista.

La primera etapa representa los primeros momentos expedicionarios de Hernán Cortes,


desde su salida de Cuba hasta la fundación de la Villa Rica de la Vera Cruz y su
desobediencia al poder que representaba el gobernador de Cuba, Diego Velásquez.
Destacan además de Cortes, Pedro de Alvarado, Bernal Díaz del Castillo y Francisco de
Montejo, además de Malinalli y Jerónimo de Aguilar, como interpretes del español al maya
y del maya al nahuatl.

La corona Española estableció una serie de convenios particulares llamadas


Capitulaciones, que les permitía financiar y llevar a cabo las expediciones.
La segunda etapa ubica a Cortes en su entrada al interior del territorio mesoamericano,
hacia Tenochtitlan hasta conformar la alianza con los tlaxcaltecas. El objetivo era
apropiarse del poder y de las riquezas del imperio mexica. Se aprecio ampliamente las
grandes diferencias en la tecnología armamentista utilizadas por ambas culturas. Al
aliarse españoles y tlaxcaltecas, deciden avanzar hacia la capital mexica, pero antes
llegan a Cholula, donde se registra la brutal masacre denominada la Matanza de Cholula.

La tercera etapa refleja la llegada de los españoles al Valle de México, el recibimiento de


Moctezuma y la famosa batalla en la que los españoles huyen de Tenochtitlan,
desarrollándose la llamada Noche Triste. La creencia de Moctezuma de que los españoles
representaban a Quetzlcoatl, permitió a los españoles entrar a territorio mexica sin ningún
problema; fueron bienvenidos y vivieron como huéspedes en el palacio de Axayacatl.

Diego de Velazquez manda a Pánfilo de Narváez a someter a Cortes y despojarlo del


mando, Cortes se ausenta para defenderse del ataque, Pedro de Alvarado se queda al
mando, y ordena atacar por traición a los aztecas durante la fiesta del Toxcal, esto se
conoce como la Matanza del Templo Mayor, sucedió aproximadamente por el año de
1520.

La retirada de la ciudad se hace inevitable, pero los aztecas, ahora dirigidos por
Ciutlahuac, atacaron duramente al español y la pérdida de los tesoros que Cortes había
ido acumulando. A esta derrota sufrida por los españoles el 30 de julio de 1520 se le
reconoce como “la noche triste”, según Bernal Díaz del Castillo porque a Cortes “se le
salieron las lagrimas”.

La cuarta etapa significa el sitio y la caída de México Tenochtitlan y la conquista del


interior de lo que hoy es este país. El 30 de mayo de 1521 inicia el asedio formal de los
españoles a la ciudad de México, apoyado por aproximadamente 80,000 soldados
tlaxcaltecas y por la capacidad de los europeos para construir embarcaciones. Se pueden
sumar a esta fuerza la destrucción causada por las epidemias traídas de Europa, como la
viruela. El siguiente emperador azteca y ultimo Tlatoani fue Cuauhtemoc, quien defiende
de la ciudad y al pueblo mexica incansablemente; el 13 de agosto de 1512, la ciudad cae
y con ella la ciudad mas majestuosa de America y quizás del mundo; México Tenochtitlan.

*CONQUISTA ESPIRITUAL*

Corresponde al proceso de cristianización de las poblaciones indígenas, así como al


establecimiento de las jerarquías eclesiásticas.

La idea religiosa fue para los españoles el mejor pretexto para el desarrollo de la
conquista. Podemos identificar dos periodos que nos explican como se presento la
conquista espiritual:
El primero se considera desde la llegada de la primera misión de franciscanos, en 1523,
hasta mediados del mismo siglo; resalan las ideas utópicas de los misioneros que
buscaban en los pueblos puros de America la sencillez, la humildad, el amor a los
semejantes y la colaboración humana.

El segundo periodo inicia en 1555 con la definición de la situación que dominará durante
la etapa colonial hasta culminar con una gran estructura jerárquica.

Después de la llegada de los franciscanos, arribaron a la Nueva España las siguientes


ordenes religiosas, que son consideradas de las mas importantes; Dominicos en 1528,
agustinos en 1533, jesuitas en 1572 y carmelitas en 1585; se distinguieron por su respeto
a la forma de vida indígena a sus costumbres y tradiciones.

El clero se había organizado en dos grandes sectores: el clero regular y el clero secular. Al
primero grupo pertenecían aquellas ordenes misioneras que estaban representadas por
frailes sujetos a determinadas reglas o regulaciones en su forma de vivir. Los frailes más
representativos fueron: Fray Bartolomé de las Casas, Fray Pedro de Gante. Al clero
secular, le correspondía la administración espiritual de los fieles, eran denominados
secular porque vivían en el siglo; es decir, en el comercio y el trato de los hombres.

2
LLEGADA A AMÉRICA
.

Zempoala

A los 19 años, se embarcó con rumbo a Santo Domingo, en donde actuó como escribano en la villa de
Azua. Acompañó a Diego Velázquez de Cuéllar en 1511 en la conquista de Cuba. Fue luego secretario
del mismo y más tarde alcalde de Baracoa. A pesar de que tuvo dificultades con Diego Velázquez, al
casarse en 1514 con Catalina Juárez Marcaida, logró que él fuera su padrino. Esta relación, así como el
conocimiento de las capacidades de Cortés, propiciaron que, después de las dos expediciones a la tierra
firme de lo que hoy es México, las capitaneadas por Francisco Hernández de Córdoba y Juan de
Grijalva, confiara el gobernador Velázquez a Cortés la organización de una tercera expedición.
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Lectura adicional
Encuentro entre Hernán Cortés y Moctezuma II
El cronista español Bernal Díaz del Castillo escribió en el tercer cuarto del siglo XVI el relato de la
conquista y primera colonización de los territorios mexicanos, bajo el título de Historia verdadera de la
conquista de la Nueva España. En tanto que testigo, el autor describió los acontecimientos como una
gesta dirigida, pero no protagonizada en exclusiva, por Hernán Cortés. Los dos capítulos de esa obra que
reproduce el siguiente texto están dedicados a uno de los hechos históricos más trascendentales de la
historia americana: el encuentro en 1519 entre un guerrero europeo, Cortés, y uno de los últimos
soberanos aztecas, Moctezuma II.
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El gran interés que puso Cortés en la preparación de lo tocante a la Armada que iba a capitanear,
despertó en Diego Velázquez sospecha de traición. Sin embargo, no pudo impedir que el 18 de febrero
de 1519 zarpara llevando 11 navíos, más de 500 soldados, cerca de 100 marineros, 16 caballos, 14
cañones, 32 ballestas y 13 escopetas. Pocos días después llegó a la isla de Cozumel, de la que los
indígenas se habían retirado. Entrando al fin en contacto con algunos, inquirió acerca de los náufragos
españoles que sabía se hallaban cautivos en las tierras cercanas. Para sorpresa general, apareció entonces
Jerónimo de Aguilar, que habría de convertirse en inapreciable colaborador de Cortés, gracias a su
conocimiento de la lengua maya. A través de él se supo que el otro náufrago sobreviviente, Gonzalo
Guerrero, no había querido salir al encuentro de los españoles.
Las embarcaciones de Cortés costearon luego los litorales de la península de Yucatán hasta el río de
Tabasco, que se conoció ya como Grijalva. En el pueblo de Centla, en Tabasco, ocurrió el primer
enfrentamiento bélico con los indios. Consumada la victoria de Cortés, los señores mayas agasajaron a
los españoles haciéndoles entrega de veinte jóvenes mujeres entre las que estaba la célebre Malintzin o
Malinche. Esta última fue entregada a Alonso Hernández Portocarrero.
Continuando la navegación, llegó Cortés a la región conocida como Chalchicueyecan (‘el lugar de la
diosa de la falda de jade’), en donde el Viernes Santo de 1519 hizo la fundación de la Villa Rica de la
Veracruz. Cortés, decidido a romper toda relación de obediencia con Diego Velázquez, creó el cabildo
de esa Villa Rica, el cual a su vez lo nombró capitán general y justicia mayor. Acerca de esto informaría
él muy pronto al emperador Carlos V (Carlos I de España). De este modo, su única vinculación iba a ser
ya con la monarquía.

Hernán Cortés y Moctezuma II

Estableció luego Cortés contacto con indígenas totonacas en Zempoala. Recibió también una primera
embajada del soberano azteca Moctezuma II con grandes presentes de joyas, oro, plumajes y varios
atavíos. Según los testimonios indígenas que se conservan, Moctezuma, hondamente preocupado por las
noticias que le llegaban de las costas del golfo de México, pensó que los recién venidos eran
Quetzalcóatl y otros dioses que lo acompañaban. Nuevamente envió mensajeros que llevaron, entre otras
cosas, dos grandes discos, uno de oro y otro de plata, artísticamente trabajados. Esos mensajeros
regresaron a Tenochtitlan y refirieron a Moctezuma todo lo que habían visto. El señor de los aztecas
(mexicas) se sumió entonces en profunda consternación.
Hernán Cortés dispuso una embajada que debía zarpar con rumbo a España. Se redactó entonces la que
se conoce como Carta del Cabildo, fechada el 10 de julio de 1519. En ella se hacía saber a Carlos V que
el dicho cabildo había nombrado a Cortés capitán general y justicia mayor. Dos semanas después, se
embarcaron los enviados de Cortés, yendo como procuradores Alonso Hernández Portocarrero y
Francisco de Montejo. Llevaron consigo presentes para el Emperador, entre ellos algunos códices
indígenas. Poco después, Cortés ordenó el desmantelamiento de sus naves, y, a mediados de agosto de
ese mismo año, emprendió su salida hacia el interior de México.
Dejando en la Villa Rica de la Veracruz al ayuntamiento que había fundado, salió con 400 peones, 15
jinetes, 6 piezas de artillería, así como varios centenares de indígenas que llevaban los alimentos y la
impedimenta. Después de cruzar la sierra, se aproximó a la región tlaxcalteca. Valiéndose de un grupo
otomí sometido a ellos, los tlaxcaltecas pusieron a prueba la fuerza militar de los españoles. Al ver cómo
los otomíes eran fácilmente vencidos, quedaron persuadidos de que esos blancos barbudos eran mucho
más poderosos. Decidieron entonces aliarse con ellos, con la esperanza de derrotar así a sus antiguos
enemigos, los señores de Tenochtitlan. A finales de septiembre de 1519, los españoles entraron en la
capital de los tlaxcaltecas, Ocotelulco, quedando desde entonces como aliados.
Cortés prosiguió su avance hacia la metrópoli de los aztecas. Según los cronistas españoles, al pasar por
la gran ciudad de Cholula (ciudad sagrada de los aztecas, en la actualidad Cholula de Rivadabia),
sometida entonces al poderío azteca, se descubrió una traición de sus habitantes dirigida a dar muerte a
los españoles. Según las crónicas indígenas, la traición fue perpetrada en realidad por los mismos
españoles y los aliados indígenas. El hecho es que allí tuvo lugar una matanza de indígenas por orden de
Hernán Cortés.

3
.
CONQUISTA DE MÉXICO

Bernal Díaz del Castillo

El 8 de noviembre de 1519, después de atravesar los volcanes, Cortés y su gente hicieron su primera
entrada en Tenochtitlan, llegando por la calzada de Iztapalapa que unía por el sur a la ciudad con la
ribera del lago. Alojados en los palacios reales, pudieron percatarse de la grandeza y poderío de la
ciudad. Moctezuma, que los recibió como huéspedes, pronto se convirtió en su prisionero. En mayo de
1520, llegó Pánfilo de Narváez a la región de Zempoala, enviado por el gobernador de Cuba para
deponer y hacer preso a Cortés. Éste salió de Tenochtitlan para hacerle frente y derrotó a Narváez en
Zempoala, lo cual le permitió acrecentar el número de sus hombres, ya que muchos de los que venían
con Narváez se pasaron a sus filas. En tanto que Cortés había estado fuera, Pedro de Alvarado acometió
súbitamente a los aztecas durante la gran fiesta de Tóxcatl, en honor de su dios Huitzilopochtli. Los
textos indígenas que hablan de ese episodio son en verdad dramáticos.
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La Noche Triste
En el siguiente texto se narra el trágico episodio conocido como la Noche Triste, acaecido en tierras
mexicanas durante la colonización española. En ausencia del conquistador Hernán Cortés, su
lugarteniente Pedro de Alvarado, que se había granjeado no pocas enemistades entre la nobleza azteca
debido a los métodos poco honestos que había empleado para enriquecerse, dirige una matanza en
Tenochtitlan que provoca el levantamiento del pueblo contra los españoles y sus aliados tlaxcaltecas;
éstos son obligados a huir de la ciudad la noche del 30 de junio de 1520.
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Al regresar Cortés a la ciudad, y encontrarla muy agitada, consideró que lo mejor era salir de ella a
ocultas. Fue entonces cuando perdió la vida Moctezuma. Según unos, al tratar de apaciguar a los aztecas,
le lanzaron éstos varias pedradas, una de las cuales lo hirió en la cabeza; según otros, a mano de los
españoles, que le dieron más de una cuchillada en el bajo vientre. La noche del 30 de junio de ese año,
Cortés y sus hombres, con gran sigilo, abandonaron la ciudad. Los aztecas, que dieron la voz de alarma,
los acometieron con furia. Los españoles perdieron entonces más de la mitad de sus hombres así como
todos los tesoros de que se habían apoderado. Esta derrota se conoce con el nombre de la Noche Triste.

Batalla de Otumba

Los conquistadores marcharon en busca del auxilio de sus aliados tlaxcaltecas y no fue sino hasta casi
un año después, es decir, el 30 de mayo de 1521, cuando dieron principio al asedio formal de la ciudad
de Tenochtitlan. Para ello, Cortés concentró a más de 80.000 tlaxcaltecas y reforzó sus propias tropas
con la llegada de otras varias expediciones a Veracruz. Desde finales de abril de ese mismo año, había
botado al agua trece bergantines que jugaron un papel muy importante en el asedio de la isla, donde se
erigía la ciudad que habría de pasar a ser conocida como México.

Hernán Cortés y Cuauhtémoc


Las crónicas indígenas hablan de la elección del señor Cuitláhuac como sucesor de Moctezuma y de la
epidemia de viruelas en la que murieron él y otros muchos. También describen con pormenor la nueva
elección y actuaciones del joven príncipe Cuauhtémoc. Unos y otros, los cronistas españoles e
indígenas, refieren luego lo que fueron el asedio y la resistencia indígena a lo largo de casi ochenta días
de sitio. El 13 de agosto de 1521, cayó la ciudad de México-Tenochtitlan en manos de Hernán Cortés,
quien aprisionó al joven Cuauhtémoc. Cortés se establece entonces en Coyoacán, en tanto que se
procedía a la reconstrucción de la ciudad de México, concebida con nueva planta al modo renacentista.
Su mujer, Catalina Juárez Marcaida, llegó procedente de Cuba y unos meses después falleció
misteriosamente en Coyoacán. En agosto del mismo 1523, desembarcan los tres franciscanos flamencos,
Pedro de Gante, Juan de Tecto y Juan de Ayora. Enterado Cortés de que Cristóbal de Olid, enviado suyo
a la región de las Hibueras, se había rebelado, dispuso entonces una expedición para someterlo.
Abandonó Cortés la ciudad de México en 1524, dejándola al cargo de varios oficiales reales, los cuales,
además de reñir entre sí, cometieron numerosos atropellos. Cortés, tras una expedición llena de
sinsabores e inútil, porque, al llegar a las Hibueras ya había muerto Cristóbal de Olid, regresó a la
ciudad de México hacia mediados de 1526.
Casi simultáneamente, recibió una orden de Carlos V para que enviara una armada hacia las Molucas en
auxilio de las que, zarpando desde España, habían llegado a esas islas. Coincidió todo esto con la venida
del juez Luis Ponce de León para tomar juicio de residencia a Cortés. Muerto aquél poco tiempo
después, se hizo cargo del juicio Marcos de Aguilar. Éste falleció asimismo en pocos días. Cortés, que
tenía ya en construcción varias embarcaciones, despachó tres con rumbo a las Molucas y a las órdenes
de Álvaro de Saavedra Cerón, su primo, para auxiliar a la armada de fray García Jofre de Loaisa. Esa
armada zarpó de Zihuatanejo el 31 de octubre de 1528. Uno de los barcos de la misma llegó a las
Molucas.

4.
GOBIERNO DE
CORTÉS

Entrado ya el año siguiente, y obedeciendo instrucciones de Carlos V, Cortés emprendió un viaje a


España. Llegó al puerto de Palos de la Frontera (Huelva), y, tras pasar por Sevilla, Medellín (su
localidad natal) y el monasterio de Guadalupe (Cáceres), se entrevistó con el Emperador en Toledo.
Aunque no recobró el gobierno de Nueva España, obtuvo al menos el título de marqués del Valle de
Oaxaca, así como 22 villas y 23.000 vasallos. Casado con Juana de Zúñiga, hija del conde de Aguilar,
regresó a México hacia mediados de 1530.
Nueva España se encontraba entonces perturbada debido a los desmanes de Nuño Beltrán de Guzmán,
que había sido nombrado presidente de la primera audiencia. Cortés tuvo que hacer frente a los
miembros de dicha audiencia, que le impidieron la entrada a la capital. Hallándose en Texcoco, su
madre, Catalina Pizarro, que había venido con él, terminó allí sus días. Un año después, se instaló una
segunda audiencia, con Sebastián Ramírez de Fuenleal como presidente de la misma.
Con base en las capitulaciones que había celebrado durante su estancia en España, Cortés emprendió en
1532 una serie de expediciones en el mar del Sur (océano Pacífico). A mediados de ese año, envió dos
naves al mando de Diego Hurtado de Mendoza, sin alcanzar resultado alguno. El propio Cortés dirigió
personalmente en Tehuantepec la construcción de otras naves. Al año siguiente, zarparon otras dos
embarcaciones desde el puerto de Santiago, en Colima. Una de ellas, al mando de Hernando de Grijalva,
descubrió en 1533 algunas de las islas que componen el archipiélago que, muchos años más tarde,
recibiría el nombre de Revillagigedo. La otra, al frente de la cual iba Diego Becerra, tras un motín a
bordo, alcanzó a llegar al extremo sur de la Baja California, donde la mayor parte de los que iban a
bordo perdieron la vida en un enfrentamiento con los indios.
5.
ÚLTIMOS AÑOS
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Lectura adicional
El pálido sol de la gloria
Los primeros mexicanos, ensayo que Fernando Benítez subtitula La vida criolla en el siglo XVI, refleja
una época trascendental en la historia de México: el surgimiento de los criollos, hijos de los
conquistadores españoles nacidos en ese país, y que con el tiempo participaron en la configuración de la
nacionalidad mexicana. El fragmento extraído gira en torno a la figura odiada y admirada de Hernán
Cortés, conquistador de México, ya de regreso en España.
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Porfiando con la fortuna, según la expresión de su mujer Juana de Zúñiga, Cortés emprendió en 1535
una tercera expedición yendo personalmente al frente de ella. Fundó entonces una pequeña colonia en la
bahía de la Paz, que designó como de la Santa Cruz. Más de un año después, regresó a México sin haber
alcanzado cosa alguna en esa tierra que más tarde se llamó California. Incansable, envió luego dos naves
con rumbo al Perú para auxiliar a Francisco Pizarro, quien se encontraba sitiado en Lima. En 1537, dio
principio a una ruta de comercio marítimo, desde el puerto de Huatulco hasta Panamá y el Perú. En
1539, despachó su cuarta expedición al mar del Sur. Encomendó esta empresa al capitán Francisco de
Ulloa, que penetró hasta la desembocadura del río Colorado y, regresando hasta el extremo sur de la
península, remontó por el Pacífico hasta más allá de la isla de Cedros. Como muestra la cartografía
universal que se producía entonces, gracias a las expediciones de Hernán Cortés comenzó a conocerse
mejor el perfil geográfico de los litorales del Pacífico norte.
Para hacer defensa de sus derechos, Cortés emprendió un nuevo viaje a España. Entre otras cosas dirigió
allí un memorial a Carlos V quejándose de los agravios que, en su opinión, había recibido del primer
virrey de Nueva España, Antonio de Mendoza. En 1541, participó en la fracasada expedición a Argel.
Los restantes años de su vida, que transcurrieron todos en España, fueron para Cortés un tiempo difícil
en el que se vio envuelto en una serie de litigios y agobiado por el nunca terminado juicio de residencia.
Con intención de regresar a México, llegó a Castilleja de la Cuesta, cerca de Sevilla, donde dictó su
testamento. El 2 de diciembre de 1547 murió a la edad de 62 años. Le sobrevivieron su mujer, sus hijos
Martín y Luis; así como el otro Martín que había tenido con Malinche, y María, Catalina y Juana,
nacidas de su esposa, además de otros tenidos también fuera de matrimonio, como aquella Leonor
nacida de Isabel de Moctezuma.
El primer entierro de Cortés fue en la iglesia de San Isidoro del Campo, en Sevilla. Años después, sus
restos fueron trasladados a Nueva España y enterrados en la iglesia adjunta al convento de San
Francisco, en Texcoco. De allí pasaron a la capilla mayor del convento de San Francisco, en la ciudad de
México. Su último reposo lo alcanzó en la iglesia de Jesús Nazareno, contigua al hospital de Jesús
fundado por él. En la actualidad, se conservan en una urna colocada en un nicho en el muro del costado
del Evangelio. Numerosas son las biografías que se han escrito acerca del conquistador de México.
Algunos lo han considerado un villano y otros un héroe. La historiografía moderna ha logrado una
imagen más equilibrada de este personaje ciertamente extraordinario.

Los misioneros católicos [editar]

Nacido en Trento, cuna del concilio de la Contrarreforma, Eusebio Kino adoptó su segundo
nombre en honor a Francisco de Asís, a quien admiraba. Llegó a la Nueva España en 1682,
y se dedicó a difundir el cristianismo. Fundó misiones en Sonora y Arizona, y la mayor de
ellas lleva su nombre. Murió en 1711.En el siglo XVI, los españoles al mando de Hernán
Cortés conquistaron a los mexicas y se hicieron de sus propiedades. La labor misional de
la Iglesia Católica inició con el arribo de las órdenes mendicantes: franciscanos, dominicos
y agustinos, quienes evangelizaron partiendo del Altiplano Central hacia fuera las
localidades más pobladas y creando nuevas en donde eran dispersas. En el transcurso de
la segunda década de tal siglo, Cristóbal de Olid, Pedro de Alvarado y Nuño Beltrán de
Guzmán, se apoderaron de gran parte del territorio mexicano, salvo el norte del país,
donde las tribus chichimecas perduraron hasta principios del siglo XVII, cuando fueron casi
exterminadas. En ese mismo siglo, la labor de los frailes llegados a Nueva España,
permitió la extensión de los núcleos poblacionales a Nuevo León, donde se fundaron
Cerralvo, Cadereyta y Sabinas Hidalgo.[9]

En ese mismo período de tiempo, la labor de los franciscanos hizo posible la fundación de
Paso del Norte, en 1682. Carlos de Sigüenza y Góngora, intelectual y geógrafo mexicano,
se dedicó a tareas de cartografía en las Nuevas Filipinas (Tejas) y en el puerto de
Panzacola, donde se edificó el fuerte de San Carlos para defender la localidad de ataques
piratas.[10]

La Compañía de Jesús sustituyó paulatinamente la labor de los franciscanos, pero la


amplió en el aspecto cultural y educativo. Eusebio Francisco Kino fue un misionero nacido
en Trento, Italia llegado a la Nueva España alrededor de 1680. Sus misiones se difundieron
por Sonora y Arizona, pero su mayor obra fue haber fundado Magdalena de Kino, en el
norte del territorio sonorense. Su trabajo de fundación y conocimiento geográfico quedó
resumido en la obra del también jesuita Francisco Javier Alegre, Los apostólicos afanes,
dedicada al Papa Benedicto XIV, y que fue publicada en Roma en 1749.[11]

La labor de Kino inspiró a otros jesuitas para continuar la obra de fundación, ya entrado el
siglo XVIII, con la fundación de San Antonio de Béjar y la bahía del Espíritu Santo, ambas
en Texas. Pero en 1767, Carlos III expulsó a los jesuitas de sus dominios por atentar contra
las doctrinas de la Iglesia y del rey, y sus antiguas misiones pasaron a ser de los
dominicos, quienes las extendieron hasta Paraguay y Ecuador. Junípero Serra, natural de
las Islas Baleares, fundó en Monterrey las misiones de San Diego y San Carlos Borromeo,
ambas en Monterrey. Su labor fue llevada hasta California, donde creó las misiones de San
Gabriel, San Luis Obispo, San Francisco de Asís y San Juan de Capistrano. El italiano Peri
recibió mandato de Pío VI para evangelizar las tierras de Chihuahua, donde fundó en 1798
la misión de San Luis Rey. La labor de evangelización y población no se detuvo hasta
1830, cuando el Virreinato no existía y ya habían logrado su independencia muchos de los
países que lo integraban.[12

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