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Los comicios en Israel

Del ´49 al 2009:


Otro país

Por Moshé Rozén


El 25 de enero de 1949 se realizó en el naciente Estado de Israel el primer
acto eleccionario, cuyos resultados conformaron a la Asamblea
Constituyente, el organismo parlamentario predecesor de la Knesset.
En aquella oportunidad, Ben-Gurión –figura rectora del movimiento nacional judío y de
su conducción laborista- recibió un 36% del total de los 435 mil votos registrados.
El Partido Obrero Unificado, más conocido por su sigla MAPAM, obtuvo casi un 15%
accediendo así a 19 de los 12 escaños.
Esta mayoría parlamentaria -vertebrada en torno al laborismo bengurionista y a la
izquierda sionista socialista- se mantuvo hasta mediados de la década del 70, si bien
distintos y complejos procesos sociales –viraje del colectivismo pionero a modelos
capitalistas- y la influencia de los enfrentamientos bélicos con los vecinos árabes, a lo
que se debe sumar la incidencia de corrientes inmigratorias que modificaron el
discurso político de la vanguardia constructora del estado, ya erosionaron
sustancialmente el liderazgo ideológico del movimiento obrero mucho antes del
ascenso de Beguin y el sionismo revisionista.
El 28 de marzo de 2006, Kadima, un partido cristalizado en función de consignas
pragmáticas, carente de los sustentos discursivos de los bloques históricos –sionismo
obrero y derecha liberal- se afirma como primera fuerza con un 22 por ciento de de los
votos.
Ahora –tras los comicios para la 18· Knesset- la decadencia de la centroizquierda y el
apogeo de corrientes ultranacionalistas aparecen con dramática claridad como un
factor decisivo y no como un fenómeno transitorio y coyuntural.
Para tratar de comprender el pasaje del electorado de hace 60 años a la nueva
realidad israelí, es menester incorporar analíticamente la percepción de desamparo
que acusan poblaciones golpeadas doblemente: los habitantes de la meridional Sderot
no sólo sufren el impacto de los misiles disparados desde la vecina Gaza; en Sderot,
desde hace años, se anota una marginación socioeconómica importante. Pero es
más: muchos de los ciudadanos de Sderot heredaron la percepción de
discriminación de sus padres, oriundos de comunidades afroasiáticas ortodoxas que
se consideraron ajenas al proyecto revolucionario del sionismo fundacional y a su
discurso laico y progresista. Para Sderot y –por lo que se lee en los resultados
electorales- amplios sectores de la sociedad son impermeables el mensaje de
laborismo –heredero de Ben Gurión- o de Meretz –otrora MAPAM- formulado este
último en derredor de artistas, escritores y el ámbito académico, que, según vemos,
no es el código imperante en las calles de Israel del 2009.

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