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LA RAZON HUMANA EN
LA TEOLOGIA
Introduccin a la teologa.
I.
El cardenal Joseph Ratzinger por otro lado nos clarifica el desarrollo histrico del
origen del cristianismo:
La opcin original cristiana es completamente distinta. La fe cristiana opt, como
hemos visto, por el Dios de los filsofos en contra de los dioses de las religiones, es
decir por la verdad del ser mismo en contra del mito de la costumbre. En este hecho se
apoya la acusacin formulada en contra de la primitiva Iglesia que calificaba a sus
miembros de atestas; tal acusacin nace que la primitiva Iglesia rechaz todo el mundo
de la antigua religio, de que no aceptaba nada de ella, sino que todo lo consideraba
como pura costumbre vaca erguida en contra de la verdad. Para los antiguos, el Dios
1 Cf. RATZINGER J., Cristianismo. La victoria de la Inteligencia sobre el mundo de las religiones. 30 Das en la
Iglesia y en el mundo, (1), 49-60.
8 RATZINGER J., Fe y ciencia, un dialogo necesario. Ed: Sal Terrae, Satander,2011, p.112
San Agustn uno de los ms grandes telogos de la Iglesia latina antigua que
elabora su teologa no desde el escritorio sino desde la experiencia personal de su
conversin, desde su trabajo pastoral y desde las diversas crisis a las que est
expuesta la Iglesia y la sociedad, se convierte en un modelo significativo del
encuentro armonioso del mensaje evanglico con el pensamiento filosfico:
En la vida de San Agustn encontramos un ejemplo significativo de este camino en el
que la bsqueda de la razn, con su deseo de verdad y claridad, se ha integrado en el
horizonte de la fe, del que ha recibido una nueva inteligencia. Por una parte, san Agustn
acepta la filosofa griega de la luz con su insistencia en la visin. Su encuentro con el
neoplatonismo le haba permitido conocer el paradigma de la luz, que desciende de lo
alto para iluminar las cosas, y constituye as en smbolo de Dios. De este modo, san
Agustn comprendi la trascendencia que puede reflejar la bondad de Dios, el Bien ()
Comprender que Dios es luz dio a su existencia una nueva orientacin, le permiti
reconocer el mal que haba cometido y volverse al bien 11.
15 Cf. CONCILIUN ECUMENICUM VATICNUM II, Constitutio: Lumen Gentium, 21 novembris 1964, en AAS,
LVII (1965) ,52-53, n.17.CONCILIUN ECUMENICUM VATICNUM II, Decretum: Ad Gentes, 7 decembris1965, en
AAS, LVII (1965) ,494-495, n.9.
II.
III.
ETERNO
ESPRITU