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org Informe N° 608
Política Nacional 24/05/2007
03/05/2007
Política Nacional
A un Año de Bachelet: Los desarrollos llevados a cabo por la teoría de sistemas indican que,
¿Gobierno Ciudadano? dados los procesos de creciente diferenciación y complejización social,
¿Qué Pasó?
los diversos subsistemas de la sociedad se tornan autónomos entre
s í , d e s ar ro l l a n d o l óg i c a s p ro p i a s y a u t o rr e fe r en t es .
27/04/2007
Política Sectorial Este modelo de análisis ha sido aplicado con ciertos matices a la
Propuesta de una Nueva
Política Para el realidad latinoamericana, específicamente por Cousiño y Valenzuela
Patrimonio Cultural ( 199 4), qu ienes afirman q ue con los aju stes estru cturales
implementados en América Latina, es decir, con la implementación
El listado sólo muestra los 6 últimos de un sistema de mercado, nos enfrentaríamos ante un proceso de
informes publicados. Para obtener autonomización del sistema económico respecto a los restantes
información anterior, visite nuestro
sistemas sociales, incluyendo el sistema político.
sitio web www.asuntospublicos.org
como el tipo de cambio, no pueden ser arbitrariamente manejadas por el Estado, puesto que dependen
del comportamiento de otras monedas"(Cousiño y Valenzuela; 1994:128).
¿Y las Personas?
Sin embargo, esta lógica deja fuera del análisis a los sujetos. La implementación de reformas orientadas
a la liberalización de la economía, es una opción política, implica la búsqueda de cierta finalidad valorizada
por quienes toman la decisión de realizar las reformas.
Una visión planteada también desde la sociología es la de Manuel Antonio Garretón, quien, si bien comparte
la apreciación respecto a que los ajustes contribuyeron a generar grados de autonomía entre ambos
campos, no pierde de vista que éstos responden a opciones políticas y que no permiten explicar de manera
definitiva una separación radical entre economía y política: "Los ajustes estructurales resolvieron algunos
problemas de corto plazo y agravaron otros, prepararon el terreno para un nuevo modelo de desarrollo
en el largo plazo y contribuyeron a autonomizar la economía de la política. Pero siempre estas medidas
fueron postuladas e impuestas ideológicamente como modelos definitivos y, en todos los países, han
significado un aumento de la pobreza y un aumento de las desigualdades, lo que es el punto clave de
un modelo de desarrollo a largo plazo. Las nuevas fórmulas de relación entre el Estado, la política y la
economía, por lo tanto, entre sus actores sociales y políticos, están lejos aún de haber sido definidos"
(Garretón; 2000: 21).
Más allá de las valoraciones que hace el autor respecto al modelo económico imperante, nos parece
interesante que problematice las nuevas relaciones entre política y economía, a diferencia de Cousiño y
Valen zuela, qu ienes plan tean un a relac ión d efin itiva d e au ton omí a ent re am bos camp os.
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(1998), quienes plantean más bien una relación bidireccional entre el campo económico y el campo político.
Desde el enfoque de la Nueva Economía Política (NEP), estos autores critican la tesis de la autonomización,
ya que esta nueva corriente "… no ve a la economía como un mecanismo que se autosustenta
independientemente del entorno social más amplio del cual ésta es parte. Entre otras cosas, la NEP presta
particular atención a la determinación de las políticas económicas, reconociendo que las mismas no son
llevadas a cabo por planificadores omniscientes y benevolentes, sino que son el resultado de complejas
interacciones entre múltiples actores con intereses, información y creencias particulares, en el contexto
de determinados marcos institucionales" (Saiegh y Tommasi;1998:10).
En otras palabras, podemos decir que la NEP considera en su análisis los sujetos concretos que desarrollan
tanto la actividad económica como política, así como también el contexto en que opera la economía.
Neo-institucionalismo
Una de las corrientes de la Nueva Economía Política que más influencia ha ganado en los últimos años
ha sido el Neo-institucionalismo, cuyo análisis se centra en las relaciones entre la institucionalidad política
y el desarrollo económico.
Si dirigimos nuestra mirada a la función que cumplen los marcos institucionales actualmente en las
economías de mercado encontramos las primeras luces que nos permitirían refutar o al menos problematizar
seriamente la tesis de la autonomía de la economía respecto a la política. El académico chileno Leonardo
Letelier plantea que en un marco de economía de mercado, donde hay permanente competencia entre
actores privados, es papel de la política a través de la elección de gobernantes y representantes entregar
un marco que regule la competencia entre estos múltiples competidores privados: "Por una parte, tenemos
un conjunto de votantes que delega en el gobierno y en el Parlamento el beneficio de decidir por ellos
sobre un conjunto de materias. Por la otra, el reconocimiento de que los individuos son esencialmente
optimizadores pone a los ciudadanos ante la necesidad de establecer normas institucionales que resguarden
el cumplimiento de los mismos objetivos para los cuales tales representantes han sido elegidos" (Letelier;
2003: 42)
En este sentido la regulación institucional del escenario en que se desarrollarán los procesos económicos
sigue siendo producida desde la política. El Estado cumple cada vez menos el rol de competidor, pero
mantiene centralidad como agente regulador. En este punto cobran gran relevancia los aportes del Premio
Nobel de Economía 1993, Douglass North, quien plantea que es el Estado (es decir, la política) el que
genera el marco institucional que determinará el desarrollo económico en un sistema de mercado: "El
marco institucional es un compuesto de reglas, restricciones formales (normas de comportamiento y
convenciones) y sus características en términos de enforcement. Todos juntos definen las restricciones
que determinan la interacción humana. Son las reglas del juego, y por tanto definen la manera en que
se juega. Las organizaciones que surgirán consecuentemente, reflejarán las oportunidades disponibles
en este conjunto institucional. Esto es, las restricciones inst itucionales, junto con las restricciones
tradicionales (ingreso, tecnología), definen las oportunidades potenciales de maximización de riqueza de
los entrepreneurs ('emprendedores o empresarios' políticos o económicos) de las organizaciones" (North;
1998:109)
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Credibilidad y Confianza
Kenneth Shepsle (1998), por su parte, nos señala que las instituciones políticas, al proporcionar reglas
del juego claras, y mecanismos que obliguen a ceñirse a ellas, estableciendo de manera correcta los
derechos de propiedad, le entregan credibilidad a los actores que participan del juego económico, siendo
de esta manera facilitadoras del desarrollo económico. Shepsle nos dice que las instituciones políticas
son las llamadas a generar confianza entre los distintos actores que participan en el campo económico.
En Chile, el ex Ministro de Economía, Jorge Marshall, coincide con los autores antes citados, en cuanto
a lo determinante que es la institucionalidad política para el desarrollo económico de los países: "El
desempeño económico que alcanza una sociedad depende de las conductas y decisiones de cada uno de
sus miembros, las que, a su vez, dependen del sistema de incentivos que ofrecen los arreglos institucionales.
Si los sistemas de incentivos funcionan bien, estaremos en presencia de un círculo virtuoso: hay reglas
del juegos que favorezcan la eficiencia, y las organizaciones exitosas, eficientes e innovativas refuerzan
dichas reglas" (Marshall; 1998:192).
Desde esta perspectiva, se puede afirmar que las instituciones son las encargadas de generar los incentivos
y las reglas del juego para los actores económicos, y, en la medida que las instituciones son generadas
políticamente, no podemos hablar de un sistema económico autónomo respecto al sistema político.
Dentro del marco general de la Nueva Economía Política nos encontramos con otra corriente específica
que nos permite analizar la relación entre economía y política, y también cuestionar la tesis de la autonomía
entre estos dos campos: se trata de la Teoría de la Elección Pública.
Esta corriente se enmarca en la idea general de relación bidireccional planteada por Saiegh y Tommasi,
en la medida en que toma parte del instrumental desarrollado por la ciencia económica para analizar la
actividad de los agentes políticos. Samuelson y Nordhaus plantean que en los sistemas económicos de
libre mercado el Estado debería intervenir cumpliendo cuatro funciones básicas (Samuelson y Nordhaus;
1992: pp. 880 a 882):
- Establecer el marco jurídico de la economía de mercado, es decir, fijar las reglas del juego económico
a las que deben someterse todos los actores económicos incluido el propio Estado. En este sentido
podemos encontrar un cruce con el enfoque neoinstitucionalista.
- Asignación de recursos, para cumplir de manera óptima esta función: el Estado debería intervenir
en busca de una asignación socialmente deseable de los recursos, ya que el mercado autorregulado
no siempre permit e una asignación de los recursos que satisfaga el interés colect ivo.
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Siguiendo este esquema tenemos que el Estado sería el encargado de canalizar los intereses colectivos
en el marco de una economía de mercado. Sin embargo, tanto Samuelson y Nordhaus (2002) como
Letelier (2003), sostienen que el Estado no siempre logra canalizar el interés colectivo de manera eficiente,
vale decir que así como el mercado tiene ciertas fallas (que el Estado debería corregir) el Estado también
presenta falencias a la hora de intervenir en el proceso económico.
Letelier nos indica que los actores concretos que administran el Estado no siempre actúan siguiendo el
interés colectivo.
Por su parte, Samuelson y Nordhaus nos advierten de las limitaciones de la intervención estatal en la
economía desde la perspectiva de la eficiencia: "… las decisiones colectivas pueden dividirse en tres
categorías generales: perjudiciales, redistributivas y eficientes….esta distinción entre los tres tipos de
resultados es de suma importancia pues, como veremos, la acción colectiva no puede construir con
seguridad reglas que siempre mejoren el bienestar de todo el mundo" (Samuelson y Nordhaus; 1992:
pp 886-887).
En este sentido es necesario dejar en claro que si bien desde el enfoque de la elección pública es necesario
que el Estado intervenga en la economía de mercado, no existen garantías de que siempre lo haga de
m anera correct a, en ten dien do que lo co rrecto sería la sat isfacció n d el in terés colect ivo.
A pesar de esto último, tenemos que más allá de las fallas que puede tener la intervención estatal en la
práctica, la Teoría de la Elección Pública asume que en el marco de una economía de mercado el Estado
debe intervenir en el proceso económico (a través d e las cuatro fun ciones antes señaladas).
Si partimos del supuesto que el Estado debe intervenir en la economía de mercado, y que detrás de estas
intervenciones hay un proceso deliberativo, es decir, una discusión política tenemos que más allá del real
grado de representatividad del interés colectivo y del nivel de eficiencia que alcancen estas intervenciones,
estas siempre tienen una raíz política, por lo cual desde este enfoque también podemos criticar la tesis
de la autonomización de ambos campos.
En la actualidad nos encontramos con que en la gran mayoría de los países latinoamericanos cuentan con
un mecanismo de elección pública de carácter netamente político: la democracia representativa, en la
cual se eligen las autoridades y representantes. Estos deliberan políticamente acerca de las intervenciones
económicas que llevará a cabo cada Estado, es decir, definirán la política económica del país, la que sigue
siendo decisiva para el éxito o fracaso económico de una nación.
En síntesis, podemos decir que más allá de los altos grados de autorregulación que pueda alcanzar la
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economía de mercado, ésta presenta ciertas fallas que requieren la intervención estatal. Detrás de estas
intervenciones, independientemente de su eficacia, siempre existe un proceso de deliberación política,
por lo cual desde el enfoque de la elección pública también se hace impensable la plena autonomización
entre economía y política.
Conclusiones
En el presente trabajo se analizó la relación existente entre política y economía, dado el actual desarrollo
de la economía de mercado en América Latina. El punto de partida de la reflexión fue la tesis desarrollada
por Cousiño y Valenzuela, según la cual a partir de la implementación del sistema económico de mercado
en nuestro continente, luego de los ajustes estructurales de mediados de los ochenta y principios de los
noventa, la economía se vuelve un sistema autónomo respecto a la política.
Si bien esta tesis es interesante en la medida en que da cuenta de ciertos procesos de autonomización
económicos que se ven en la práctica, como la creciente autorregulación de precios y la tendencia a la
tecnocratización de la administración económica, presenta falencias. En primer lugar la radicalidad de su
planteamiento, ya que si bien efectivamente la economía se ha autonomizado del control político en ciertos
aspectos, tampoco existe una desconexión absoluta.
En este sentido planteamos que esta tesis excluye de su análisis a los sujetos concretos que implementaron
las reformas estructurales, obviando que la liberalización de la economía es una opción política, que busca
un fin valorizado por los sujetos que toman la opción.
Para discutir la tesis de la autonomía de la economía respecto a la política utilizamos el marco conceptual
de la Nueva Economía Política, el que, a nuestro juicio, sí toma en cuenta a los sujetos que planifican y
ejecutan las políticas económicas. Este enfoque plantea la existencia de una relación bidireccional entre
ambos campos.
Analizando los argumentos desarrollados por los enfoques específicos de la Nueva Economía Política,
tenemos que el Neo-institucionalismo nos permite afirmar que el marco institucional es el encargado de
generar las reglas del juegos, los incentivos y fundamentalmente la confianza entre los actores económicos.
En tanto las instituciones son generadas políticamente, no podemos entender a la economía como una
esfera completamente autónoma respecto a la política. Por el contrario, están vinculadas en la medida
q ue la p ol ít ica es la pro veed ora d el ma rco i ns ti tu ci on al p ara la ac ti vid ad econ óm i ca.
La Teoría de la Elección Pública, por su parte, nos muestra que la intervención estatal es necesaria y de
hecho sigue existiendo en la economía de mercado. En este sentido el Estado vendría a ser el canalizador
del interés colectivo. El punto vinculante entre economía y política en este enfoque especifico, es que en
las sociedades democráticas la definición de este interés colectivo, así como la elección de representantes
y autoridades, remiten necesariamente a un proceso de deliberación política. En síntesis, las decisiones
colectivas que se materializan en las intervenciones estatales (como es la política económica de un país),
son tomadas a través de un sistema o mecanismo político, por lo cual desde la Teoría de la Elección Pública
t a m p o co p od e m o s p e n sa r a la ec o n om ía co m o u n ca m p o p l en a m e n t e a u t ó n om o .
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A manera de conclusión general, podemos señalar que las instituciones, así como los mecanismos y
procesos propios de la política, siguen siendo relevantes para los procesos económicos de los países, por
lo que para proyectar metas ambiciosas de desarrollo económico, los países latinoamericanos deben
necesariamente pensar paralelamente en fortalecer la institucionalidad democrática, de manera de
garantizar transparencia, incentivos y confianza entre los actores económicos, como también para lograr
una representación eficaz del interés colectivo de la ciudadanía.
BIBLIOGRAFÍA:
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Instit uto d e Sociolog ía de la Pontificia U niversidad Cat ólica de Chile, Sant iago, 199 4.
- Garretón, M.A., Política y Sociedad ent re dos épocas, Homo Sapiens, Argentina, 20 00.
- Marshall J., Orientaciones para la acción reguladora del Estado, en Revista Estudios Públicos, Nº
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S. & Tomassi, M, compiladores, La Nueva Economía Política: Racionalidad e Instituciones, EUDEBA,
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- Samuelson, P. & Nordhaus, W, Economía, decimotercera edición, México, Mc Graw Hill, 1992.
- Shepsle, K., Discrecionalidad, instituciones y el compromiso del gobierno en Saiegh, S. & Tomassi,
M, compiladores, La Nueva Economía Política: Racionalidad e Instituciones, EUDEBA, Buenos Aires,
1998. págs. 113-138.
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