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Carlos Verdaguer
Madrid
1997-1999
Primera nota introductoria
La primera versión del presente texto fue escrita a principios de 1997 y publicada de forma
resumida en el número 51 de la revista Arquitectura Viva a modo de reseña de la exposición
Situacionistas inaugurada en el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona en enero de aquel
año. El principal objetivo del artículo era enfatizar la importancia de los situacionistas en el
campo de las ideas y de la crítica global a la cultura por encima de su relativamente breve
trayectoria como vanguardia `artística´, ante la evidencia de que es este último el cómodo papel
que se le asigna a la Internacional Situacionista dentro de la operación generalizada de
recuperación de las experiencias radicales de esta segunda mitad de siglo.
Por ello, tanto en su primera versión como en su versión ampliada de agosto de 1997 (la aquí
publicada), el texto adquirió inevitablemente un carácter informativo e histórico, sacrificando las
disquisiciones críticas en aras de solventar de algún modo tanto el absoluto desconocimiento
oficial como la visión parcial propiciada por la izquierda radical. En cualquier caso, la
información histórica seleccionada responde claramente al objetivo ya mencionado de recalcar la
importancia ideológica de la experiencia situacionista y su íntima trabazón con el clima político
y cultural de la época, en la idea de que su importancia como vanguardia artística y su ideas en el
campo de la arquitectura y el urbanismo han quedado sobradamente cubiertas tanto por el
catálogo como por el material original publicado por el MACBA con motivo de la mencionada
exposición.
Dicho objetivo, así como la compleja trama de influencias que caracteriza la experiencia,
explican en parte tanto la quizá excesiva densidad de datos del presente texto como su tono
deliberadamente reivindicativo. En este sentido, la intención era trazar unos ejes de referencia
más amplios para, en una entrega posterior, entrar plenamente en el análisis de las ideas
situacionistas, así como en sus secuelas e influencias. Además de la consulta a los textos
originales situacionistas, para la elaboración de este texto ha sido crucial la reveladora lectura del
magnífico artículo de Peter Wollen, Bitter Victory: The Art and Politics of the Situationist
International, escrito para el catálogo de la primera exposición dedicada a los situacionistas, la
organizada por el propio Wollen junto con Mark Francis y celebrada en Londres y Boston en
1989.
En el año transcurrido desde que se acabó de escribir la versión final de este texto, y aún por
elaborar dicha entrega posterior, la `moda situacionista´, sobre todo en Francia y en Estados
Unidos ha empezado a adquirir el carácter de fenómeno cultural y la bibliografía académica ha
seguido creciendo exponencialmente, superando incluso las lúcidas previsiones de los
situacionistas al respecto y confirmando con creces algunos de sus análisis: en un momento de
miseria ideológica y de parálisis en el ámbito plástico como el presente, una concentración de
ideas y de propuestas como la emitida por la IS está inevitablemente condenada a convertirse en
material espectacular de primera categoría. En España ya son pocos los intelectuales exquisitos
que se permiten una expresión de extrañeza ante el adjetivo situacionista y los más à la page son
incluso capaces de pergeñar alguna disquisición sobre el elitismo de Debord o la rabia juvenil de
los letristas. Sin embargo, las aportaciones de los situacionistas en el campo de la crítica radical a
la vida cotidiana y a las formas tradicionales de organización de lo político, por ejemplo, siguen
sin estar presentes en los debates de la izquierda en un momento en el que son más oportunas que
nunca. Por lo pronto, y valga ello como irónica anécdota `situacionista´, el propio término
situacionismo, rechazado explícitamente por quienes trataron de dinamitar el propio concepto de
ideología, ha empezado a formar parte, espectacularmente tergiversado, del vocabulario
cotidiano de algunos políticos y comentaristas, ignorantes de su origen, como sinónimo de
`oportunismo´ o de `capacidad de adaptación´, según se aplique en sentido negativo o positivo.
Esta súbita explosión situacionista, cuyas ondas expansivas europeas no tardarán en llegar a
España, tiene como positivo la oportunidad que brinda de poner al alcance del lector actual los
textos originales producidos por los situacionistas, cuya vigencia en algunos casos resulta
asombrosa.
La vía de debate más interesante, sin embargo, y la que rendiría una mayor justicia a la radical
propuesta situacionista, aceptándola como algo vivo y susceptible de ser desarrollado, es la que
liga las ideas de la IS con las corrientes ecologistas y feministas. Es este ámbito de cruce de
corrientes y cuerpos de ideas, en el que más claramente se hacen patentes los puntos más débiles
o menos desarrollados del discursos situacionista (ya que no del propio Debord), el que puede
dar lugar a un debate rico y fecundo, cuyo eje central sería las nociones de progreso y de vida
cotidiana. En este sentido, la particular lucidez y contundencia de las formulaciones
situacionistas, incluso las más dudosas y claramente ancladas a las circunstancias de su tiempo,
brinda un armazón inigualable para engarzar y debatir muchos de los temas cruciales en un
momento actual dominado por el pensamiento único: las formas del poder político, el debate de
las necesidades, los límites de la tecnología, el fin del trabajo, la construcción física del territorio,
etcétera.
Por estas vías se internaría la segunda entrega del presente texto, en caso de que, para cuando
fuera posible su elaboración definitiva, no hubieran salido la luz una plétora de textos dedicados
a estos temas que hicieran felizmente innecesario seguir ahondando en ellos a quien esto escribe.
Mientras tanto, sirva el siguiente texto de esquemático mapa introductorio y orientativo dentro
del vasto territorio situacionista.
Ha transcurrido más de un año desde que se redactó la anterior introducción y las circunstancias,
básicamente la falta de tiempo y la desazón por parte del autor ante la idea de dar a la luz un
texto tan evidentemente incompleto, han impedido que este opúsculo apareciera en este tiempo a
pesar de la insistencia y los justificados sarcasmos por parte de los pacientes editores.
Finalmente, dentro de este amplio proceso de `recuperación espectacular´, que no podemos dejar
de aplaudir aún a riesgo de ser acusados de incoherencia y cinismo, en Francia se anuncia la
inminente publicación de la Correspondencia de Guy Debord, tras la publicación póstuma de del
segundo tomo de sus pseudomemorias, Panegyrique, Tome 2 y en España se prepara la
traducción de la mayor parte de su obra.
Pero es en el otro extremo del escenario cultural peninsular donde se están produciendo los
fenómenos más interesantes de recuperación, análisis y crítica vivos del discurso situacionista,
más allá de su integración académica, a través, por ejemplo, de la serie de opúsculos Radikales
Livres (Guy Debord ha muerto, La vanguardia ante el siglo XXI, No Copyright, Mitología,
Acción directa en el arte y la cultura) editados por Industrias Mikuerpo de Madrid (Apdo 36455,
28080 Madrid, http://www.fortunecity.com/victorian/duchamp/33mikuerpo@redestb.es) o de los
numerosos lugares en la red a los que se puede acceder simplemente introduciendo la palabras
situacionista, situationist o situattioniste (entre ellos el exhaustivo Archivo Situacionista
Hispano: www.geocities.com/SoHo/Lofts/8666).
Ante esta acumulación incesante y casi agobiante de información pierde evidentemente sentido
el carácter que pudo tener en principio este opúsculo de introducción a un fenómeno casi
marginal y oculto. Sin renunciar a que pueda servir como estimulante transmisor del `virus
situacionista´ a las nuevas generaciones, quede al menos como testimonio de la deuda que el
autor siente por quienes hace ya casi un cuarto de siglo supieron transmitirle la necesidad de
construir la revuelta contra los valores del Viejo Mundo desde el gozo y la inteligencia.
Por último, es preciso señalar que no es accidental el que este texto se edite y difunda desde el
barrio de Prosperidad, en el que siempre ha existido una rica tradición alternativa y
autogestionaria y cuna de una de las experiencias de cultura radical más importantes de la
segunda mitad de los años setenta como fue el Centro Mantuano, una experiencia intensa a pesar
de su carácter relativamente efímero (1977-1980) a la que no fue en absoluto ajena el germen
situacionista.
No tiene sentido hablar, pues, de fracaso o éxito de la Internacional Situacionista. Como decían
en uno de sus textos de recapitulación: «la parte del fracaso de la IS es lo que normalmente se
considera su éxito: el valor artístico que se comienza a apreciar entre nosotros; la primera moda
sociólogica o urbanística que se adhiere a algunas de nuestras tesis; o simplemente el éxito
personal prácticamente garantizado para todo situacionista desde el día siguiente de su
exclusión». Esto está escrito en 1969, no ahora en 1997, cuando ya existe una abundante
bibliografía académica dedicada a desmenuzar el fenómeno y el anecdotario situacionista. Y
quizás es esta cáustica lucidez lo que produce irritación: en lo único que no acertaron es en
vaticinar la rapidez con que alcanzarían el éxito los ex-situacionistas. Pues es sólo hoy cuando
algunos de ellos empiezan a conseguir un cierto estatus dentro del ámbito de la cultura
convencional. De hecho, cuanto mayor fue su cercanía al epicentro del fenómeno, como ocurre
con Constant, uno de los fundadores de la IS, más difícil les ha sido alcanzarlo.
El éxito de la IS no está, pues, en que la Academia haya conseguido por fin, treinta años después,
deglutir algunas de sus propuestas y recuperar a algunos de sus protagonistas, como no está su
fracaso en el hecho de que la historia no haya desembocado en un «mundo de amos sin esclavos»
a través de una revolución en que lo colectivo y lo individual se fundieran en una estrategia
presidida por la pasión del momento presente. Porque el discurso político situacionista, a pesar
de sus cimientos marxistas, no estaba vertebrado en torno al determinismo histórico sino a la
pasión y la voluntad. La revolución que propugnaban no estaba regida por la promesa de que la
historia acabaría inevitablemente por ponerse de parte de los oprimidos, sino de que eso sólo
ocurriría si cada persona tomaba las riendas de su propio destino, arremetiendo contra todos
aquellos que se autoerigieran en sus salvadores. Sus demoledores análisis y propuestas no eran
profecías, sino invitaciones apasionadas a tomar al pie de la letra la promesa de libertad
contenida en el mito del progreso y a no dejarse engañar por las estrategias que ofrecía el viejo
mundo para conseguirlo. No se ofrecían como la vanguardia final, sino como el fin de todas las
vanguardias. No querían construir una nueva ideología, sino proponer herramientas para la
crítica de todas las ideologías. Hablar de fracaso de la IS no sería, en este sentido, sino otra forma
de constatar el fracaso del pensamiento emancipador occidental.
Tal como hace Greil Marcus en su cuasi-novela sobre los situacionistas, Rastros de Carmín, o
como en el palíndromo latino que da título a la penúltima película realizada por Guy Debord, In
girum imus nocte et consimimur igni, la historia podría comenzar por cualquier punto y discurrir
en uno u otro sentido: podría iniciarse con los Hermanos del Libre Espíritu en el 1300 o con un
concierto punk en el Londres de principios de los 80, en el Cabaret Voltaire dadaísta o en una
manifestación ácrata en el Madrid franquista, en el mayo de 1937 barcelonés o en el mayo de
1968 parisino. No obstante, la fecha de 1946 puede ayudar a simular esa imagen de objetividad
que se asocia con el recuento lineal de los hechos.
Es, de hecho, en torno a la deseada muerte de estos padres como se vertebran todos los
movimientos de contestación política y cultural que habrían de alcanzar el clímax a finales de los
sesenta. Paradójicamente, la base para perpetrar el golpe mortal consistirá en una vuelta a los
orígenes, al debate en torno al marxismo autoritario llevado a cabo principalmente en Alemania
antes de la muerte de Lenin en 1923, por una parte, y a las vanguardias más radicales surgidas en
el mismo país en plena revolución alemana de los consejos obreros, especialmente el dadaísmo y
el expresionismo, por otra.
Todos los protagonistas de aquella `reunión tumultuosa´ de la que habría de surgir la IS,
englobados fundamentalmente en sendos grupúsculos llamados respectivamente el Movimiento
por una Bauhaus Imaginista y la Internacional Letrista, tenían en común un historial de lucha
tormentosa en los tres frentes, representado a su vez por dos experiencias cruciales en el campo
del arte de vanguardia desarrolladas durante la inmediata posguerra, el grupo CoBRA y el
movimiento letrista, así como por su postura de rechazo al comunismo oficial y a la declaración
por parte de Moscú del realismo socialista como `arte revolucionario oficial´.
El leninismo en entredicho
Ungidos por el prestigio de su importante papel en la lucha contra el nazismo y el fascismo y por
la heroica resistencia rusa ante las tropas de Hitler, después de la guerra, los Partidos Comunistas
europeos volvían ser el referente para todas las fuerzas mayoritarias de izquierda. Las críticas a la
revolución soviética y al marxismo leninismo iniciadas en la Europa de entreguerras
principalmente en Alemania habían quedado en el olvido y la opción parecía ser tan sólo entre
sociademocracia y estalinismo, y era este difícil equilibrio el que trataban de mantener en Francia
Sartre, Camus, Aron y Merleau-Ponty en la revista Temps Modernes, fundada en 1946. El
troskismo, el único referente antiestalinista de la izquierda marxista, seguía afanándose desde el
asesinato de Trosky en 1940 por mantener el equilibrio entre la denuncia al régimen soviético,
calificado de `estado obrero degenerado´, y la fidelidad al marxismo -leninismo. Fue un grupo de
antiguos trotskistas, encabezados por el griego exiliado Cornelius Castoriadis y por Claude
Lefort quienes fundaron en 1949 la revista Socialismo o Barbarie y consiguieron cortar el nudo
gordiano, al identificar sin ambajes el sistema imperante en la Unión soviética como un nuevo
capitalismo de estado. Hegel, el joven Marx y sobre todo las obras de los marxistas no leninistas
Karl Korsch y George Luckacs son recuperados y leídos a la luz de los nuevos acontecimientos.
La experiencia y el debate en torno a la Revolución Española, las colectivizaciones y el
enfrentamiento en 1937 dentro del bando republicano entre el POUM y la CNT-FAI con el PSU,
y el asesinato de Andreu Nin por parte de agentes estalinistas pasarán a ocupar también un lugar
importante dentro de esta revisión del pensamiento marxista. La publicación en 1946 de Crítica
de la vida cotidiana del filósofo marxista, miembro del PCF, y antiguo surrealista Henri
Lefebvre inaugura un nuevo ámbito de análisis y práctica que habría de ser fundamental para las
tesis situacionistas.
Dentro del movimiento libertario, mientras tanto, también aparecen líneas y corrientes que tratan
de hacer frente a los aspectos más sectáreos y dogmáticos del pensamiento anarquista y de tender
puentes entre las diversas familias teóricas del socialismo: en Francia, Daniel Guerin lo intenta
ya desde finales de los años 40 a través de su propuesta de un marxismo libertario, en el que trata
de sintetizar la potencia del marxismo como herramienta de análisis con las prácticas
organizativas libertarias, basadas en la autogestión y el antiautoritarismo. Esta línea de reflexión,
coincidente en muchos puntos con el consejismo del holandés Anton Pannokoek, dará lugar a lo
largo de las décadas siguientes a una serie de pequeños grupos y publicaciones que contribuirán
en gran medida a la renovación del pensamiento anarquista y que ejercerán una importante
influencia en el mayo francés. Tanto Guerin como algunas de estas publicaciones, entre ellas
Noir et Rouge, donde militará Daniel Cohn Bendit, constituirán un referente constante para el
debate, en ocasiones encarnizado, dentro de la revista de los situacionistas.
Este magma efervescente que comienza a bullir en la posguerra por debajo de la izquierda
`oficial´ representada por los partidos socialista y comunista dará lugar a lo largo de las dos
décadas siguientes a un denso cuerpo de ideas, reflexiones y prácticas en continuo conflicto y
debate que se englobará en Europa bajo la etiqueta genérica de izquierdismo, en referencia a la
`enfermedad infantil` tan denostada por Lenin.
Dentro de este magma, tendrán un importante papel tanto la Revolución China y el maoísmo,
cuya fascinación se extenderá por Europa bajo la forma de una de la corrientes más mesiánicas
del izquierdismo, como los procesos de descolonización y las `guerras de liberación` del Tercer
Mundo.
La herencia de Dadá
En París, mientras tanto, el poeta rumano de origen judío Isidore Isou (nacido en 1925) y el
francés Gabriel Pomerand (1926) irrumpían en el mundo cultural de posguerra con su
Movimiento Letrista, concebido deliberadamente como la siguiente fase histórica en el proceso
de destrucción del lenguaje iniciado por la explosión Dadá. Impulsado por la personalidad
megalómana y las teorías delirantes de Isou, el movimiento habría de atraer a varios jóvenes
radicales de la bohemia de posguerra. En 1950, Jean Louis Brau (1930), Gil J. Wolman (1929) y
Maurice Lemaitre (1926) pasaron a formar parte del grupo, al que se uniría en 1951 Guy-Ernest
Debord (1931). Inicialmente centrado en la poesía, el grupo no tardó en volcar toda su energía en
el lenguaje cinematográfico. Entre 1951 y 1952, nada menos que siete películas experimentales,
desde `Traité de bave et eternité (Tratado de baba y eternidad)´ realizado por Isou con fotofijas y
colas de películas rayadas, que consiguió el Premio de la Vanguardia en el Festival de Cannes de
1951 gracias a Jean Cocteau, hasta `Hurlements en faveur de Sade (Gritos en favor de Sade)´, la
primera película de Debord, en la que la pantalla completamente negra se tornaba blanca para
acompañar el diálogo que sonaba esporádicamente. En 1952, el sector más radical del
movimiento letrista, formado entre otros por Guy Debord, Michel Bernstein, Serge Berna y Gil
Wolman rompió definitivamente con Isou, a raíz de la irrupción de aquéllos en una rueda de
prensa de Charles Chaplin en la que repartieron panfletos donde entre otras cosas le
denominaban `insecto fascista´. Imposible de asumir por parte de Isou, para quien Chaplin era
un genio del lenguaje cinematográfico, esta intransigencia frente al progresismo
bienintencionado y conformista se convertirá en otro de los rasgos del discurso situacionista.
Los conflictos de Argelia e Indochina, en los que Francia estaba plenamente implicado en
aquellos momentos, la destrucción de algunos enclaves parisinos considerados por los letristas
como plenamente `psicogeográficos`, el nouveau roman, todos los temas del arte, la cultura y la
política se dan cita en una hoja volandera pobremente mecanografiada, sin ilustración ninguna y
de aparición cada vez menos regular. El sarcasmo, la radicalidad, la contundencia y la elegancia
de estilo caracterizan aquel panfleto del que aparecen 22 números y que presagia el carácter de la
revista Internationale Situattioniste. De hecho, el último número de Potlacht se anuncia como
boletín de la IS, y en el primero de la revista situacionista se hacen referencias a los textos
letristas.
En torno a este concepto se enhebran en el texto, adoptado por todos los participantes como
documento fundacional, el conjunto de análisis y propuestas que, a modo de programa transitorio
o «plataforma de oposición provisional», constituirán la estrategia situacionista futura. El papel
central de la vida cotidiana en esta estrategia se explicita una y otra vez en el texto: «Deseamos el
cambio más liberador para la sociedad y para la vida en las que nos hallamos encerrados»; «una
acción revolucionaria en el campo de la cultura no tendría como objetivo traducir o explicar la
vida, sino ampliarla. Hay que hacer retroceder la infelicidad en todas partes» y, sobre todo,
«Debemos oponer concretamente, en toda ocasión, a los reflejos del modo de vida capitalista,
otros modos de vida deseables; destruir, a través de medios hiperpolíticos, la idea burguesa de
felicidad». Sin embargo, también se recalca que, para llevar a cabo este programa no hay que
caer en los errores de las anteriores vanguardias de las que los situacionistas se declaran
herederos -«el futurismo italiano se descompuso (effondra p.690 IS), desde el nacionalismo al
fascismo, sin alcanzar nunca una visión teórica más completa de su época»; «la disolución casi
inmediata del dadaísmo era necesaria debido a su definición enteramente negativa»; «el error que
se encuentra en la raiz del surrealismo es la idea de la riqueza infinita de la imaginación
inconsciente. La causa del fracaso ideológico del surrealismo es haber creido que el inconsciente
era la gran fuerza, descubierta al fin, de la vida p. 691 IS»- ni de las experiencia inmediatamente
anteriores a la IL, el MIBI y lo demás grupúsculos presentes en aquella primera conferencia:
«...la falta de rigor ideológico [de CoBRA], el aspecto principalmente plástico de sus
indagaciones, la ausencia sobre todo de una teoría global de las condiciones y las perspectivas de
su experiencia supusieron su dispersión», «... habiendo admitido de forma general [el grupo
letrista] que las disciplinas estéticas debían adoptar un nuevo arranque dentro de un marco
similar al antiguo, este error idealista limitó sus producciones a algunas experiencias risibles». Es
este énfasis en el rigor ideológico y en la necesidad de una teoría lo que otorgará a la IS su
carácter singular y su densidad conceptual. La teoría, por otra parte, se concibe como una
construcción continua de carácter colectivo e íntimamente ligada al programa y la acción:
«Debemos definir colectivamente nuestro programa y realizarlo de una manera disciplinada, por
todos los medio, incluso los artísticos». En esta formulación se presagia y resume el debate entre
las tendencias `políticas`y `artísticas` que habrán de marcar el primer periodo de la IS.
Todas estas propuestas, así como las acciones, declaraciones y actividades de los situacionistas
se plasman en lo que habría de convertirse progresivamente en el núcleo principal de la
experiencia y el epicentro desde el que habría de difundirse la onda expansiva de la explosión
situacionista: la revista International Sittuationiste, un cuaderno tamaño cuartilla de cuya edición
francesa habrían de aparecer 12 números entre junio de 1958 y septiembre de 1969.
Impecablemente impresa, con fotos en blanco y negro y un texto apretado y denso maquetado
convencionalmente, la revista tenía el aspecto inofensivo de un boletín filosófico o parroquial.
Tan sólo las tapas de cartulina metalizada en colores vivos y el contenido inquietante o
desconcertante de algunas imágenes revelaba antes de penetrar en los textos las `verdaderas
intenciones´ provocadoras de sus promotores. La palabra que se encerraba entre aquellas tapas,
sin embargo, no dejaba el menor lugar a dudas respecto a estas intenciones: una mezcla
explosiva de causticidad y hermetismo, de deslumbrante lucidez en los análisis y crueldad
deliberada en las descalificaciones, un uso sistemático de la inversión del genitivo hegeliana (de
la filosofía de la miseria a la miseria de la filosofía), eran las características de un inconfundible
`estilo situacionista´ que generaba irritación y fascinación en dosis iguales y que no tardó en
extenderse como un virus entre los ambientes estudiantiles e intelectuales más radicales, atraídos
por un discurso que dinamitaba y denunciaba desde dentro el habitual lenguaje panfletario de la
izquierda y parodiaba el mesianismo vociferante de los manifiestos de las vanguardia artísticas.
Este primer período de expansión, durante el que Pinot-Galizio y su hijo Melanotte, Asgern Jorn
y Constant realizan varias exposiciones en diversos puntos de Europa y la IS en conjunto prepara
otra en el Stedjlik Museum de Amsterdam que no llega a realizarse, se traduce en una imparable
actividad situacionista que atrae a otros grupos radicales de dentro del ámbito del arte. La
experiencia comienza así a adquirir un carácter verdaderamente internacional, y aparecen
versiones de la revista en Italia, Inglaterra y Estados Unidos, aunque es en Alemania y
Dinamarca donde se crean los focos más activos. En el primero de estos dos países, es la revista
Spur, aparecida en agosto de 1960, muy próxima a los planteamientos de Jorn y Constant, la que
habría de convertirse en plataforma del movimiento situacionista, aunque con un enfoque mucho
más volcado en la contestación artística, al igual que el grupo danés, impulsado por el hermano
de Jorn, Jorgen Nash. Las diferencias entre este enfoque y el cada vez más volcado en la política
del núcleo francés van haciéndose más acusadas y ello se refleja en los sucesivos congresos
anuales situacionistas que se van celebrando: el segundo en París (1958), el tercero en Múnich
(1959), el cuarto en Londres (1960),el quinto en Göteborg (1961) y el sexto en Amberes (1962).
Ya casi desde los primeros momentos, esta diferencia comienza a traducirse en la retahíla de
expulsiones, dimisiones y exclusiones que, en la mejor tradición de las vanguardias del siglo,
comienzan a caracterizar el trayecto de la IS: Olmo, Simondo, Verrone y Rumney, todo ellos
fundadores, son excluidos en 1958, Constant dimite en 1960 y Jorn lo hace al año siguiente. Esto
aceleró la ruptura entre ambas facciones que se hizo definitiva tras el congreso de Goteborg de
1961 y la expulsión del grupo Spur. En marzo de 1962, Jorgen Nash y la sección danesa crean la
Segunda Internacional Situacionista, que habría de publicar la revista Drakabygett. El grupo
alemán y el danés siguieron colaborando en una serie de actividades exclusivamente centradas en
el campo del arte experimental, aunque manteniendo en sus textos los aspectos externos del
característico `estilo situacionista´.
Nadie mejor que el propio Debord para poner punto final a este texto y exponer de forma
sintética, con su mezcla de lucidez y petulancia, el trayecto que hemos tratado de seguir aquí
desde el ámbito de la cultura y el urbanismo hasta el de la contestación global al sistema:
«Es sabido que inicialmente los situacionistas deseaban como muy poco construir ciudades, el
entorno adecuado para el despliegue ilimitado de nuevas pasiones. Pero, naturalmente, esto no
era posible y nos vimos obligados a hacer mucho más» (1972, en el texto homenaje a su amigo
fallecido Asgern Jorn, Sobre la arquitectura salvaje)
Madrid, 1997-1998
ANEXO 1
La recuperación espectacular: exposiciones y catálogos
Ocurre con la Internacional Situacionista un fenómeno que ha hecho más difícil su inevitable y
anunciada integración dentro de los circuitos de la cultura convencional y la aplicación de las
metodologías académicas al uso para el análisis de las vanguardias artísticas y políticas del siglo
XX: a modo de un virus informático, la esencia deliberadamente antiespectacular de su discurso
teórico se activa ante cada intento de recuperación y obliga a un proceso de tergiversación
(detournement) del mismo que siempre acaba por hacerse manifiesto de algún modo y además,
en los propios términos del mecanismo integrador. No se trata de un fenómeno accidental, claro
está, sino que los propios situacionistas, muy conscientes de su papel en el curso de los
acontecimientos y verdaderos `expertos´ en el desvelamiento de tales mecanismos, fueron
quienes introdujeron este virus en toda su producción teórica a partir del momento en que fueron
conscientes de sus riesgos. Y así, las críticas más lúcidas al discurso situacionista y las
previsiones más certeras con respecto a su futuro siguen encontrándose entre los propios textos
de la IS, o han sido hechas recurriendo a los instrumentos de análisis puestos a punto por sus
miembros.
Muy conscientes de esto, Peter Wollen y Mark Francis, los
comisarios de la primera exposición convencional sobre los situacionistas que se realizó en 1989
en el Centro Pompidou y el ICA de Boston, aceptaron sin ambajes la contradicción inherente a
realizar una muestra museística sobre una experiencia radical cuyo carácter mítico se había
forjado en el campo de la crítica global al sistema considerado como espectáculo y optaron por la
única solución posible: recurrir, por una parte, a los materiales formales producidos en el primer
y corto periodo fundacional de la IS, perfectamente asimilables con cualquiera de las
producciones convencionalemente vanguardistas ya integradas desde hace mucho tiempo en el
discurso académico, y por otra, a una selección sesgada de las realizaciones en el campo del arte
incluidas de algún modo en la onda expansiva de la explosión situacionista (Jamie Reid, Gordon
Matt-Clark, Jenny Holzer, Barbara Kruger, Cindy Sherman, Richard Prince, Robert Longo,
Krzysztof Wodiczko). Entre ambos, el `soporte físico´ de la ideas situacionistas del periodo más
fecundo (la propia revista Internacional Situacionista, panfletos, pasquines y boletines), se
exhibía con un mínimo de material interpretativo, dejando esa labor para el catálogo, que ha
quedado como uno de los documentos imprescindibles para aproximarse al fenómeno
situacionista. A pesar de esta aproximación cautelosa al hueso situacionista, representada por la
introducción claramente autojustificatoria de Elizabeth Sussman en el catálogo, la exposición no
pudo evitar ser contestada y denunciada por nostálgicos y radicales. Una huelga general de
museos vino a añadir otra nota `situacionista´ a la andadura de aquella exposición inaugurada, al
fin y al cabo, en el epicentro parisino del fenómeno situacionista y a pocos metros de donde se
había levantado uno de sus lugares míticos para sus `derivas´, el mercado de Les Halles.
Una vez abierto el fuego en la tarea de integración del fenómeno situacionista, la exposición que
actualmente presenta el MACBA en Barcelona hasta el 6 de enero de 1997, organizada a través
del Departamento de Arquitectura del museo por su director Xavier Costa y por Libero Andreotti
en una instalación diseñada por Enric Miralles y Elías Torres, ya no se plantea ninguna
contradicción al respecto y da un paso más en el ejercicio de detournement, centrándose
claramente en uno de los fundadores de la IS, el holandés Constant y en particular en el proyecto
urbanístico-arquitectónico New Babylon en el que trató de explorar y plasmar uno de los
conceptos situacionistas fundamentales, el llamado `urbanismo unitario´. Los cuadros
tergiversados de Asgern Jorn, los rollos de pittura industriale de Pinot-Gallizzio, los fragmentos
de películas del letrista Maurice Lemaitre y de Guy Debord, y el material textual letrista y
situacionista, organizado sobriamente sobre unas laberínticas mesas de madera que tratan de
evocar una exposición situacionista en el Museo Stedjlik que no se llegó a realizar, se ofrecen
deliberadamente como material de acompañamiento a las, por otra parte, interesantes maquetas,
planos y cuadros de Constant que constituyen el núcleo de la exposición. Esta operación,
justificable y legítima en parte por el hecho de haber sido ejecutada desde el ámbito de la
arquitectura y por el propio interés que tiene por sí misma la figura del artista holandés, es
historiográficamente dudosa al presentarse bajo la ambigua etiqueta `Situacionistas´, que induce
al espectador no enterado a considerar que la experiencia de la IS fue fundamentalmente la de
una vanguardia `artística´ y a otorgar a Constant una importancia dentro de la misma que
históricamente no tuvo durante el largo periodo de maduración y fecundidad ideológica de la
organización. Los breves textos dispersos no ayudan a compensar este desequilibrio ni a sacar de
su desconcierto al visitante que no quiera recurrir al catálogo. Éste, por otra parte, aunque
indudablemente lleno de interés, se incluye dentro de la ya abundante literatura académica sobre
los situacionistas y carece de la `tensión´ intelectual y la visión más global que hacían tan
atractivo el editado en 1989. Impresindible es, sin embargo, la magnífica selección de textos
originales letristas y situacionistas editados como complemento del catálogo de dicha exposición,
la gran mayoría de ellos inéditos hasta entonces en castellano.
Y, sin embargo, la historia y la andadura de la Internacional Situacionista, ya que no la
interpretación y la valoración sobre la importancia de sus actividades y sus ideas dentro del
panorama de esta segunda mitad de siglo, responden, como hemos visto, a unas pautas
relativamente lineales fácilmente comunicables. Los propios situacionistas, por otra parte, se
encargaron muy bien de dejar bien documentadas sus actividades, dentro de su característico
afán autopublicitario, no completamente paródico, por dejar constancia de su importancia para el
desarrollo futuro de la Historia. Así, la edición facsímil de los 12 números de su revista, de la que
se han extraído diversas antologías de sus textos, y las dos obras cruciales escritas ambas en
1967, justo antes de la explosión del mayo francés, La sociedad del espectáculo de Guy Debord
y el Tratado de saber vivir para uso de las jóvenes generaciones de Raoul Vaneigem, son el
material imprescindible para acceder directamente al discurso situacionista. En el campo de la
interpretación, los catálogos de las dos exposiciones (On the passage of a few people through a
rather brief moment in time: the Situationist International 1957-1972 (1989) y Situacionistas
(1996), junto con el editado, con tapas de papel de lija, por el ICA londinenese para la primera de
las dos, An endless adventure... an endless passion... an endless banquet), así como `The assault
on culture: utopian currents from lettrismme to class war´, de Stewart Home y el ya clásico
`Rastros de Carmín´ de Greil Marcus, son los textos más importantes.
ANEXO 2
Los situacionistas: cuestionario banal (o todo lo que Marta Hanecker nunca quiso saber
sobre los situacionistas)
Fundada en 1957, fue un colectivo formado inicialmente por artistas radicales de varios países
unidos por un común origen básicamente surrealista y unos objetivos de transformación
revolucionaria de la sociedad dentro de la tradición de las vanguardias político-artística de
entreguerras. Aunque en su primera época tanto sus actividades como sus análisis se centraron
básicamente en el ámbito de la contestación al arte, el discurso directamente político y de crítica
radical a la cultura en todos los campos fue adquiriendo cada vez más preponderancia dentro de
su principal órgano de difusión, la revista Internationale Situationniste. Sus ideas, inmersas
dentro del debate ideológico en torno al marxismo, así como sus novedosos métodos de agitación
y propaganda, basados en una íntima comprensión de los mecanismo mediáticos, ejercieron una
profunda influencia en el movimiento estudiantil francés de mayo del 68. En 1972, considerando
cumplidos sus objetivos y muy reducida en número de miembros, la I.S. se autodisolvió.
La crítica de la vida cotidiana: el eje central del discurso situacionista, fuertemente influido por
Henri Lefevbre. El único rasero con el que medir el carácter progresista o reaccionario de todo
discurso o propuestas social es la vida cotidiana. Sólo desde la consciencia de que el tiempo de
ocio está tan colonizado como el tiempo de trabajo por los mecanismos de mercado y que, por lo
tanto, su miseria es equiparable, se puede aspirar a transformarla realidad.
La crítica de la ideología, entendida como falsa consciencia, como construcción destinada a
situar a un nivel inferior el ámbito de la experiencia.
La sociedad del espectáculo. Mientras todos los anteriores conceptos y métodos pueden
considerarse derivaciones de elementos existentes, el concepto de sociedad del espectáculo fue
acuñado por los situacionistas y es su principal aportación conceptual. Desarrollado a partir de
conceptos como el del fetichismo de la mercancía del joven Marx y el de alienación de Lúcacks,
la idea de espectáculo sitúa en primer plano la apariencia y la imagen asociada a la mercancía.
En segundo lugar existe una clara diferenciación entre el peso de estos dos ámbitos según los
países de que se trate. Podrían distinguirse las siguientes áreas de influencia:
La anglosajona, principalmente británica. Los exégetas situs gustan de establecer una línea
directa entre dadaísmo, situacionistas y punk. Esta es la tesis tanto de Greil Marcus como de
Stewart Home.
La estadounidense, donde a su vez existe una corriente de arte conceptual radical (Cindy
Sherman, Matta Clark, Wobicszko, etc) y otra casi simultánea con la I.S. relacionada con el
movimiento alternativo de los 70 (Yippies). Ambas, de todas formas, están relacionadas.
La francesa, centrada básicamente en la filosofía heredera del marxismo. Baudrillard, Virilio,
Lyotard, etc.
La española, donde el discurso situacionista fue adoptado por el movimiento libertario radical e
incorporado a las formas de lucha anti-franquistas, hasta el punto de que la concepciones
artísticas eran consideradas una mera curiosidad de la prehistoria situacionista. Tan sólo en lo
sectores de arquitectura y bellas artes del movimiento estudiantil adquirieron importancia estas
manifestaciones. En cualquier caso, la situación represiva del régimen franquista y la propia
situación económica del país otorgaba un carácter particular al discurso situacionista trasladado a
España.
Italia, las Brigadas Rojas y Autonomia Operaria, sobre todo esta última adoptaron muchas de las
tácticas de guerrilla urbana ensalzadas por los situs a raíz de los disturbios de Watts en Los
Ángeles.
Holanda. La figura de Constant propició el que primara la conexión arquitectónica, cuyo retoño
final es Rem Koolhaas. Por otra parte, el marxista holandés Anton Pannekoek es otra de las
figuras recurrentes en los textos consejistas de los situacionistas.
Alemania. Las peculiares condiciones, con una imagen especular burocrática, así como la propia
tradición marxista eran muy propicias al discurso situ. Muchos de los planteamientos influyeron
en la aparición de los Verdes.
¿Cuáles han sido las principales vías de recuperación del discurso situacionista por parte
del sistema?
En primer lugar, todos sus métodos sin excepción forman parte de un ámbito u otro de la cultura
contemporánea. La tergiversación es uno de los mecanismos fundamentales del discurso
publicitario al que ha llegado vía la cultura underground en uno de los procesos de recuperación
y detournement por parte del sistema más exitosos.
La utilización tergirversada de los comics y otros productos de la cultura popular más allá del
fetichismo pop.
Las ideas del urbanismo unitario sobre lectura y diagnóstico del fenómeno urbano han sido
plenamente incorporadas por el urbanismo más progresista, dentro de cuyo ámbito se incluyen,
por otra parte.
El mundo de la arquitectura adoptó con entusiasmo los delirios tecnológicos de la primera
versión del urbanismo unitario, la desarrollada por Chteglov y Constant, muy dentro del
optimismo tecnológico de los años 60. El primer high tech, en su versión Archigram, puede
considerarse directamente relacionado con la I.S. El deconstructivismo, por otra parte, sobre todo
en su versión Zaha Hadid y Rem Koolhaas, tienen muchos puntos en común con los aspectos
más formalistas y tecnocráticos del discurso situacionista.
La ideología posmoderna, con su énfasis en la vida cotidiana, supone también una versión
banalizada del antimilitantismo y antiburocratismo situacionista.
¿Qué partes del discurso situacionista pueden mantenerse y desarrollarse como propuestas
radicales y transformadoras dentro el discurso emancipador de la izquierda?
El concepto de espectáculo.
La idea de la vida cotidiana como centro de equilibrio y medida de toda propuesta.
La necesidad de generar teoría que no se convierta en ideología.
El papel de la voluntad y la pasión.
La capacidad de seducción de las propuestas.
La coherencia entre teoría y práctica, entre fines y medios.
La crítica a la política como actividad separada.
¿Por qué es importante ahora la Internacional Situacionista?
Tras la debacle del comunismo real y ante el avance arrollador del neoliberalismo bajo el manto
de consenso a la fuerza del Pensamiento Único, adquieren cada vez más importancia todas
aquellas reflexiones que en su momento contribuyeron a desenmascarar el rostro real del
régimen soviético. El discurso situacionista, como producto más depurado del comunismo
consejista, constituye uno de los puentes más importantes entre las dos grandes corrientes
socialistas de la Primera Internacional, el marxismo y el anarquismo. El marco de referencia
dentro del cual habría que revisar las reflexiones de una y otra corriente sería el del pensamiento
ecológico.
No, una de las claves del discurso anti-ideológico reside en saber renunciar a las etiquetas
`contaminadas´ ya por el virus espectacular. Puestos a recuperar y descontaminar palabras, sería
preferible reinvidicar de nuevo los términos `socialismo´ o `comunismo´ sin adjetivos.
19 de junio de 1997