2 LA TERCERA Domingo 28 de febrero de 2010
Política
Terremoto
Editorial
Un desastre que
nos pone a prueba
E
l país despertó la
madrugada de ayer
sorprendido por una
tragedia que pone a
prueba su capacidad
de organización y de levantarse
de nuevo, tal como lo ha hecho
antes en otros desastres.
Incluso para Chile, una socie-
dad con larga experiencia en sis-
mos, el terremoto fue un golpe
de proporciones cuya real mag-
nitud todavía es imposible
dimensionar, con una cifra de
víctimas aún no definitiva y
masivos daños materiales.
Todo indica que el de ayer fue
uno de los terremotos más fuer-
tes desde que existen registros.
De ello también dan cuenta el
interés y la solidaridad de líderes
globales y personas comunes de
todas partes del mundo, quienes
hicieron llegar condolencias y
gestos de apoyo a través de dis-
cursos, declaraciones o redes
sociales de internet.
El terremoto azotó la espina
dorsal del país, en sus zonas más
pobladas y donde se desarrolla la
mayor parte de la actividad, lo
que aumenta el desafío de hacer
frente a sus consecuencias.
El primer test será exhibir
una capacidad de respuesta
acorde con la gravedad de la
situación. Aparte de las doloro-
sas pérdidas humanas y del
sufrimiento al que está siendo
sometida la población, la des-
trucción también es enorme en
materia de infraestructura, con
el derrumbe total o parcial de
edificios, casas, autopistas,
puentes y otras construcciones,
Director: Cristián Bofill Rodríguez Subdirector: Pablo Gazzolo Gómez Editor General: Felipe Contreras Pedreros Representante Legal: Francisco Sánchez Barros.
Domicilio: Avenida Vicuña Mackenna 1870, Santiago. Impreso en Santiago por Copesa Impresores S.A., quien sólo tiene la calidad de impresor. Teléfono de Atención a Suscriptores: 600 8 372 372.
y tsunami en Chile
incluyendo algunas destinadas a
auxiliar a las personas afectadas,
como los hospitales.
Lidiar con la emergencia exi-
girá de todos los actores involu-
crados -autoridades nacionales y
regionales, municipios y particu-
lares- una gestión eficiente. En
primer lugar, desde luego, para
hacer frente a la urgencia de res-
catar de entre los escombros a
quienes lo necesiten y para aten-
der a los heridos y damnificados,
lo que supondrá armonizar los
esfuerzos de rescatistas, bombe-
ros, paramédicos y otros que pue-
dan contribuir a esta tarea.
También, para enfrentar
otras consecuencias del terremo-
Chile atraviesa una coyuntura que demanda de sus autoridades y
ciudadanos una enorme dosis de unidad, entrega y generosidad. Se trata
de un desafío de proporciones, pero no desconocido para un país que se
ha hecho a sí mismo luchando contra la adversidad.
to, como la necesidad de evacuar
estructuras en peligro, aislar las
zonas de riesgo, mantener el
orden y, por supuesto, manejar el
envío y distribución oportunos
de la ayuda de todo tipo, así
como para restablecer en el
menor lapso posible el suminis-
tro de servicios básicos, como
electricidad, agua, gas y telefo-
nía. En esto será clave aplicar el
Plan de Emergencias Sísmicas
creado en 2002, que fija los pro-
cedimientos a seguir en este tipo
de situaciones.
Ante estas complejas cir-
cunstancias, las autoridades de
gobierno han reaccionado con
rapidez, decretando zona de
catástrofe el territorio compren-
dido entre la V y la IX regiones,
y anunciando la suspensión del
regreso a clases -previsto para el
miércoles- y de los eventos
masivos en esa parte del país,
entre otras medidas. También se
hacen esfuerzos para restablecer
la conectividad en las áreas
afectadas por cortes de vías y
para socorrer zonas como Juan
Fernández, Constitución y otras,
golpeadas por marejadas que
dejaron muertos y desapareci-
dos. Son también de gran impor-
tancia las intervenciones de la
Presidenta, sus ministros y otros
actores -incluidos los del gobier-
no que asumirá en unos días-,
destinadas a transmitir confian-
za a la ciudadanía de que se está
haciendo todo por enfrentar
adecuadamente la catástrofe.
V
endrá a continua-
ción un proceso de
evaluación de lo
sucedido y de
reconstrucción. En
éste habrá que hacerse pregun-
tas sobre los aspectos en los que
es necesario introducir correc-
ciones y cambios en materias
como normas de construcción
antisísmica y fiscalización de las
mismas. Seguramente, la
reconstrucción deberá contem-
plar la entrega de recursos públi-
cos -por la vía de subsidios,
bonos, préstamos u otros meca-
nismos de ayuda- ahí donde ésa
sea la mejor manera de paliar lo
peor de los efectos del desastre,
especialmente para quienes han
perdido sus casas o sufrido otros
perjuicios de consideración.
Una situación como ésta
supone también un desafío de
unidad para el país. Como pocas
veces, Chile atraviesa una coyun-
tura que exige de sus autoridades
y ciudadanos una enorme dosis
de entrega y generosidad.
Las prioridades han cambia-
do: en 2010 nos preparábamos
para festejar el Bicentenario;
ahora deberemos centrarnos en
el apoyo a los más afectados y,
luego, en la reconstrucción. Se
trata de un desafío de proporcio-
nes, pero no desconocido para
un país que se ha hecho a sí
mismo luchando contra la
adversidad. No obstante la
devastación que dejó el terre-
moto de ayer, Chile tiene una
nueva oportunidad de demos-
trar que en las horas más duras,
sus habitantes pueden dar lo
mejor de sí, contribuyendo con
unidad, solidaridad y esfuerzo a
superar este trance.