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Octubre de 1871 - Debate parlamentario sobre la Primera Internacional

Joel Delhom
Université Européenne de Bretagne (HCTI – EA 4249)

Publicado en Cien imágenes para un centenario. CNT (1910-2010), Juan Pablo Calero (ed.), Madrid,
Fundación Anselmo Lorenzo, 2010.

“Los diputados republicanos defendieron el derecho que asistía a los internacionales,


según la Constitución, para asociarse con arreglo a la ley. Fuera de algunos bellos discursos y
de muchas demostraciones de erudición, nada positivo dijeron sobre la grave cuestión que allí
se trataba. La cuestión social, que dentro de poco matará las sociedades modernas, no fue ni
siquiera comprendida. La Moral, el Derecho, la Justicia y todas esas grandes cosas que tanto
interesa definir para el bien de la humanidad, dieron motivo para que salieran de la boca de
los sabios sublimes sandeces, y que al enseñar algunos las orejas se convencieran muchos de
que una sabia rutina guía los pasos de esta estúpida sociedad burguesa1.” Así es como el
Consejo de la FRE juzga el debate verificado en las Cortes del 7 de octubre al 10 de
noviembre de 1871, que concluye por un voto de confianza al gobierno, declarando a la
Internacional anticonstitucional por la abrumadora mayoría de 191 votos contra 382.
Hay que buscar el origen del asunto en el terror producido en la burguesía española
por la insurrección parisina de la Commune (18 de marzo-28 de mayo de 1871), cuya
instigación atribuyen los políticos y la prensa a la AIT. Aumenta la alarma cuando, en mayo,
el ministro de la Gobernación, Sagasta, anuncia que se han infiltrado desde Francia unos 300
revolucionarios. Durante el mes de junio, las Cortes dedican algunas sesiones al obrerismo,
que se convierten después de las vacaciones en un largo debate.
Los diputados del centro y de la derecha consideran que la Internacional es inmoral y
peligrosa para el orden social. Según Sagasta, su “finalidad es destruir la familia, destruir la
sociedad, borrar la patria; hacer desaparecer por la fuerza todos los elementos de civilización
conocidos3”, especialmente la propiedad privada; para Cánovas del Castillo “es un terrible
foco de inmoralidad [...] el más grande peligro que hayan corrido las sociedades humanas4”.
Con respecto a las injusticias, los liberales rechazan la intervención estatal y opinan que todo
se resolverá por la iniciativa individual, mientras los tradicionalistas preconizan la caridad.
Hay también quien niega la cuestión social, como Moreno Nieto que proclama: “nada hay que
no sea conforme a la justicia, nada fundamental que engendre perturbación y que sea
obstáculo al crecimiento general5”; o quien cree, como Cánovas, que “la miseria es eterna [...]
es un mal de nuestra naturaleza, lo mismo que las enfermedades” y que una dictadura
terminará oponiéndose a la “invasión bárbara del proletariado ignorante6”.

1
Memoria presentada por el Consejo Federal en el Congreso de la FRE, en Zaragoza, en abril de 1872, citado
por Oriol VERGÉS MUNDÓ, La I Internacional en las Cortes de 1871, pról. de C. Seco Serrano, Barcelona, Univ.
de Barcelona, Fac. de Filosofía y Letras, Publi. de la Cátedra de Historia General de España, 1964, pág. XIV.
2
El debate completo en el Diario de Sesiones, 1871-1872, t. IV, págs. 2882-3256, y t. V, págs. 3335-3543.
3
Discurso pronunciado por Sagasta, entonces ministro de la Gobernación, el 14 de junio de 1871. Citado por O.
VERGÉS MUNDÓ, op. cit., pág. 51, n. 29.
4
Discurso de Cánovas del Castillo del 3 de noviembre de 1871, reproducido por O. VERGÉS MUNDÓ, ibid., págs.
162-163.
5
Citado por O. VERGÉS MUNDÓ, ibid., pág. 70.
6
Citado por O. VERGÉS MUNDÓ, ibid., págs. 165 y 170.
Por su parte, los republicanos defienden el carácter legal y legítimo de la
Internacional, insistiendo en su acción pacífica, pero se manifiestan también contrarios a la
propiedad colectiva. Exigen reformas sociales y advierten que la represión sólo provocará una
radicalización obrera. Salmerón es alabado por los internacionalistas porque asume que el
Estado podría disolverse en la organización económica y porque declara: “la propiedad es
justa y es legítima, en tanto que viene a servir a los fines racionales de la vida humana: y
cuando esto no sucede, la propiedad es ilegítima, es injusta, la propiedad debe desaparecer7.”
Al contrario, Pi y Margall los decepciona una vez más8 al recomendar: “debemos combatir [la
Internacional] en lo que tenga de quimérico y de absurdo; debemos ir buscando lo que hay en
ella de racional y de aplicable, y realizarlo y aplicarlo. Así es como se verifican las grandes
revoluciones; así es como las sociedades se salvan de grandes conflictos9.” Los republicanos
demuestran que aspiran a orientar a la organización obrera, cuyos líderes se van apartando de
la política conforme se adhieren al anarquismo bakuninista.
El 17 de octubre de 1871, el Consejo Federal concluye su “Protesta a todos los
trabajadores” desafiando a las Cortes: “Si la Internacional viene a realizar la justicia y la ley
se opone, la Internacional está por encima de la ley. Los trabajadores tienen el derecho
innegable, indiscutible, de llevar a cabo su organización y realizar la aspiración que se
proponen. Esto lo conseguirán con la ley o a pesar de ella10.”

7
Citado por O. VERGÉS MUNDÓ, ibid., pág. 72. Aunque después reprocha a Salmerón de ser un hombre
inconsecuente, A. Lorenzo cita ampliamente el discurso en sus memorias: Anselmo LORENZO, El proletariado
militante, pról. y notas de J. Álvarez Junco, Madrid, Alianza Ed., 1974, págs. 213-223 (Salmerón) y 225-228 (Pi
y Margall).
8
Véase además el extracto de un artículo de La Federación (Barcelona) citado por A. LORENZO, El proletariado
militante, ibid., págs. 225-226. Críticas anteriores figuran en el artículo “Las clases trabajadoras y la política”,
La Federación (Barcelona), 12 de junio de 1870, n° 45, reproducido por O. VERGÉS MUNDÓ, op. cit., págs. 91-
94.
9
Legalidad de la Internacional. Discursos íntegros pronunciados en la discusión habida en el Congreso sobre
la Asociación Internacional de Trabajadores por los ciudadanos Fernando Garrido, Emilio Castelar, Nicolás
Salmerón y Pí Margall, precedidos de una introducción de Ramón de Cala, Madrid, Oficinas de La Igualdad,
Imp. de F. Escamez, 1871, pág. 107. <http://biblioteca.universia.net/html_bura/ficha/params/id/44247433.html>.
10
Legalidad de la Internacional, ibid., pág. 144.

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