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CHAPTER 7 CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL EN LOS ORIGENES DE LA CIVILIZACION RUTH SHADY SOLIS 1 oy a sus antiguas y en esta fe estom snds las ids ue ol dicho tole Guar ‘pire las chacasy sec la equiasy por ets le dan tado cute yveneraciin y le bacon frendas de diay de mache ‘es necesario conocer las condiciones naturales y sociales del ambito donde se formé la civili- zacién més antigua de América, el mayor, a nivel del nor-central del Perd, en el que ha'sido iden- tificado un conjunto de asentamientos del periodo Areaico Tardio; y el inmediato, en el valle de Supe, en relacién con los otros sitios pertenecientes al mismo perfodo. Con este marco referencial, del area y del valle, adquieren significacién y verdadera dimensién los resultados de Ia investigacién en Caral, en los aspectos social, econémico y politico, que presen tamos en este articulo. Desde que iniciamos las investigaciones en el valle de Supe en 1994 y, posteriormente, a partir de 1996 las cexcavaciones en Cara,’ éstas han continusdo en forma PS COMPRENDER EL DESARROLLO de Caral ininterrumpida, con a metodologia de excavaciones cn érea y de andlisis multidisciplinario en gabinete. Se hhan hecho estudios del entorno y se han comparado los resultados de Caral con los de otros asentamientos del valle y del érea en esa etapa del desarrollo. Diversos aspectos del sistema social, modos de vida y cultura, inferidos a partir de los trabajos en Caral, y de su vinculacién con otros asentamientos coetiineos, han venido siendo presentados desde 1997 en sucesivas publicaciones y a través de exposiciones y muestras museoldgicas (Shady 1997-2004). Estos resultados han sido entiquecidos con las investigaciones que Pierre Duviols, 1986 simulténeamente hemos emprendido, con similar meto- dologia, en otros cinco asentamientos del valle de Supe (Chupacigarro, Miraya, Lurihuasi, Allpacoto y Aspero), ademds de Vichama en el valle de Huaura; dispo- nnemos, as, de In informaci6n de cuatro asentamientos Y contamos con mejor sustento para aproximarnos al ‘conocimiento de la sociedad de Supe en los albores de lacivilizacién. LOS ORIGENES DE LA CIVILIZACION: NUESTROS PLANTEAMIENTOS, Los resultados obtenidos hasta la fecha nos permiten plantear que la sociedad de Supe vivi6 en asentamientos, rucleados de diversos tamafos, distribuidos a lo largo del valle, desde el litoral hasta la terminacién del valle ‘medio; sustentados por una economia autosuficiente; cada uno con sus respectivas autoridades pero articu- lados en un sistema, que fomenté una dinémica esfera de interaccién supralocal y contactos interregionales a larga distancia asi como la formacién de un gobierno centralizado. i bien los 20 asentamientos, que hemos recono- ido en Supe del Arcaico Tardio, varian en cuanto a su extensién, miimero y tamaiio o complejidad de sus componentes arquitecténicos (Shady, Dolorier, etal. 2000), comparten, por otro lado, caracteristicas en 100 ANDEAN CIVILIZATION Ja composicién de las construccciones y en el disefio arquitecténico de algunas edificaciones. Todos los asen- tamientos tienen algin tipo de construceién paiblica, en particular un edificio anexado a una plaza circular hhundida, en asociacién con plataformas y conjuntos residenciales. Es en base a los rasgos compartidos y a las diferen- cias entre los asentamientos que sustentamos: (1) La poblacién del valle resdia en asentamientos nucleados con su respectivo territorio de produccién y su propio gobierno y autoridades. Esta forma de organizacién social y territorial, “pachaca”, continmuaria en el érea a lo largo de la historia prehispinica. (2) Pero, asimismo, se constata que, alrededor de los 2600 a.C., los ocupantes de estos asentamientos se integraron en un sistema social organizado y jerarquizado, con una “zona central” en ¢l valle medio inferior donde Caral habria sido el eje de inradiacién social y cultural més destacado de la época. A nivel del rea norcentral, la zona de influencia directa de Caral comprendiG el espacio entre el valle del rio Santa por el norte y el valle del rfo Chillén por el sur, tanto en las regiones de costa como de sierra y selva andina, La informacién cultural y temporal disponible sugiere que la influencia del sistema social de Supe fue avanzando progresivamente, primero a las poblaciones de los valles inmediatos, del Pativilea, Fortaleza y Huaura; pero hacia los 2200 a.C. ya habia alcanzado por el sur a los constructores del Paraiso en el valle del Chillin. Cabe sefalar, sin embargo, que los asentamientos de esta zona (con excepcién del Paraiso, ue se construye al final del periodo) y de toda el érea norcentral se diferencian de los Garal-Supe en cuanto su menor extensiGn o tamafio, al menor nimero de ‘componentes arquitecténicos, complejidad y volumen constructivo, ademas de los rasgos propios de los res pectivos modos de vida y culturas de sus habitantes; Jo primero indicarfa un mayor desarrollo en “la zona central” de Caral, donde habia estado la sede mas des- tacada del sistema social de Supe y de mayor prestigio ‘en el rea norcentral en los albores de la civilizacién, Sobre la base de los hallazgos en los asentamientos del Areaico Tardio del area de algunos elementos cul- turales compartidos ya se habia reconocido que cellos articiparon en una esfera de interaccién, que fue deno- minada “tradicién Kotosh” (Burger y Salazar 1980), pero no se tenfan evidencias suficientes para evaluar la ‘magnitud y relevancia que ésta habia alcanzado. Los resultados que se van obteniendo de las inves- tigaciones en Caral indican, asimismo, que la sociedad de Supe produjo conocimientos avanzados en ciencia y tecnologia; construyé las primeras ciudades planificadas del Nuevo Mundo y senté las bases estructurales de lo que serfa el sistema social y de gobierno en los Andes Centrales. La antigtiedad de este proceso, entre 2900 y 2000 a.C,, estd sustentada en los 73 fechados radiocarbénicos obtenidos en Caral, Chupacigarro, Miraya y Lurihuasis y se refuerza al sefialar, comparativamente, que lov asentamientos del valle de Supe estuvieron habitados casi al mismo tiempo que las ciudades sumerias de Mesopotamia 0 cuando se construyé la pirémide de Sakara o las posteriores pirdmides de Giza en Egipto Pero a diferencia de las sociedades del Viejo Mundo, como Mesopotamia, Egipto e India, que tuvieron entre ellas relaciones de intercambio de bienes y conocimientos, que les permitieron aprovechar de ls experiencias del conjunto, el proceso peruano se dio en total aislamiento no slo de otras sociedades del viejo continente sino también del Nuevo Mundo, pues se adelanté en, por lo menos, 1500 afios al de Mesoamérica, lotro centro de civilizacin pristina de América. PUEBLOS Y CULTURAS DEL AREA NORCENTRAL Y SU MAYOR DESARROLLO. tin cuando el poblamiento del territorio del Pert se produjo alrededor de los 12,000 afios a.C. com actividacles de apropiacién de los recursos naturales en los diversos patajes de la costa y sierra de los Andes, como indican las evidencias arqueol6gicas de Lauricocha, Taquepala, Junio, ena sierra, o de Pan, en los desiertos del toral ‘occidental, hubo distintos procesos culturales en relacion con las condiciones naturales del medio habitado, que son muy diversas en los Andes Centrales. Alrededor de Jos 8000 atios a.C. se habian conformado asentamientos sedentarios de pequefias aglomeraciones, cuyas activi- dades de subsistencia ya incluian a la agricultura. Se ha identificado a cazadores-agricultores en las zonas altoare dinas; agricultores-cazadores en los valles de la sierra; pescadores, recolectores de moluscos y agricultores en Ja costa, ete. (Shady 1995). Aparte de poser modos de vida y culturas distintivos, estas poblaciones tenian diferentes ritmos de desarrollo. Hacia los 5000 aos a.C. s6lo en una parte del Perd, en el rea norcentral, confluyeron condiciones sociales, culturales y naturales para el surgimiento de la cvilizacién, Los nueve valles de la vertiente occidental del érea (Santa, Casina, Huarmey, Fortaleza, Pativilea, Supe, ESTED STS CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL 1 Shancay y Chillén), estén geogrificamente coneetados entre si a través de la meseta altoandina tle conde nacen sus respectivos rfos. La misma meseta Js vincula también hacia el oriente con las eueneas lol Marafién y el Huallaga, puertas de ingreso a la ‘Amuzonta. En esta érea, ai geogrificamente articulada, {jue comprende regiones de costa, sierra y selva andina, jn sido identificados asentamientos de variadas dimen ones con arquitectura pablica y doméstica En Ia costa: El Paraiso en el valle del Chillén {Quilter eval. 1991), Rio Seco en el litoral de Chancay © (Wendt 1964), Bandurriaen el ltoral de Hluaura (Fung 1988), Aspero en el litoral de Supe (Feldman 1980), “Gara y otros en el valle de Supe (Shady 19972, 2000a, | Shady y Leyva 2003), Las Haldas en el litoral de ma, En la sierra: La Galgada en el Tablachaca- “Buna (Grieder et al. 1988), Huaricoto en el Callején Huaylas (Burger y Salazar-Burger 1980). En la selva andina: Kotosh en la cuenca del Huallaga (Zaumi 'y Sono 1963; Izumi y Terada 1972) y Piruro en la jenca del Maraficn (Bonnier y Rozenberg 1988). La formacién arqueolégica disponible permite inferir ¢ ellos no eran exclusivamente santuarios 0 centros igiosos sino més bien asentamicntos organizados on edificaciones residenciales y piblicasy donde se lizaban actividades domésticas, econémicas, admi- plstrativas, politicas, religiosas, sociales y culturales. ‘fa conjuncién en estos asentantientos de unidades “domésticas con edificios piblicos para la realizacién le miltiples funciones revela autosuficiencia, cierta especializaci6n laboral y un ordenamicnto politico. Billos estuvieron sustentados en la produccién de ~ excedentes de sus habitantes, todo lo cual hizo posible, tsimismo, su participacién en las redes de interacci6n. que se tendieron en el rea entre regiones y entre ‘guencas. Compartieron productos, bienes manufac turados, elementos arquitecténicos, y conocimientos y participaron en determinadas ceremonias religiosas Y titos. La ubicacién geogréfica de Caral-Supe en el medio de esta area con producciones diversas, comu- hicada por el mar en Ia costa, por la mesera altoandina cn la sierra y pot los xfos de la Amazonia en la selva y articulad’ interregionalmente en direccién vertical ten cortas distancias; asf como su capacidad de acurmu- lacién de excedentes proveniente de una economia ‘complementaria agricola-pesquera, fueron estratégicas para las interacciones con poblaciones asentadas en ‘nas ecol6gicas diferentes, también con producciones excedentarias, poseedoras de experiencias adaptativas diversas asf como de bienes distintivos. Por todo lo indicado, consideramos que Ia ereciente complejizacién social de Supe debe ser tratada en el marco de las condiciones naturales descritas para el érea nor-central y de la situacién social de las poblaciones que habitaban en las varias regiones y cueneas durante el Arcaico Tatdio: en la regién costefia; en la regién adyacente de la sierra, en el Callej6n de Huaylas y el Callején de Conchucos; yen las vertientes orientales, en las evencas del Maran y del Huallaga (Figura 7.12). Entre estas sociedades, la de Supe pudo sintetizar cen su beneficio los logros de experiencias adaptativas diferentes y supo aprovechar el excedlente productivo del érea. Los 20 asentamientos con arquitectura péblica identificados a lo largo de 45 km en el valle de Supe, tun valle de pequefia extensidn, con escasas tierras y un rio de régimen irregular, seco la mayor parte del aiio, dificilmente hubieran sido construidos sobre la base de la productividad obtenida Gnicamente por sus habitantes. La cuantiosa inversién de trabajo en obras monumentales y su permanente remodlacién habrian sido sustentadas por la produecién de las poblaciones de Jos otros valles del rea, que las autoridades politicas del valle supieron captar. La extension de los asentamientos principales de Supe, entre 40 y 80 ha frente a las 11.6 13 hha de los asentamientos més extensos de los otros valles, cexpresa una marcada diferencia en cuanto a la capacidad de manejo econ6mico e inversién de sus ocupantes. ANTECEDENTES DE LA INVESTIGACION [A pesar de su cercania a Lima, la ciudad capital del Peri, y de conocerse que Supe contenia numerosos sitios arqueolégicos, ste valle no habia sido suiciente- ‘mente investigado, quizs porque se habia asumido sin mayores evidencias que los espectaculares volimenes arquitect6nicos estaban afiliados culturalmente al perfodo Formativo, del cual ya se tenfa informacin proveniente de valles vecinos. Debido a su complejidad arquitecttnica, estos sities no habian sido correlacio- nados con los resultados obtenidos desde la década de los setenta en Aspero, en Puerto Supe, que ya era conocido en el medio arqueol6gico por su arquiteerura ‘yantigiedad desde las investigaciones de Feldman ylos suagerentes planteamicntos de Moseley (1975). Previamente, en 1940, Kosok en un importante estudio sobre diversos valles de la costa habia visi- tado el de Supe y descrito algunos aspectos de Caral, incluyendo una impactante foto aérea sobre un sector ee ANDEAN CIVILIZATION Figura 7a. As scleaandina del ea norcenal del Pers. (© Proyecto speci a. Aseotaients del Aresco Tard en cvenen y egones de cow sera Argueoldgico Car-Sape) Figo 71b, Asentaentos el Aric Tao Menscados en el le de Sup. (© Proyecto Expaci Amuelico Cal Spe) CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL de la ciudad. Cabe resaltar en este autor su planten- miento pionero, no suficientemente valorado, acerca del destacado desarrollo alcanzado por las poblaciones costefias (Kosok 1965:219), Por esos aos, en 1941, Aspero fue reconocido por Willey y Corbett, quienes lo correlacionaron con los sitios Formativos de E Faro y Ancén (Willey y Corbett 1954:21-23), aos después, en 1971, Willey y Moseley revisitaron Aspero, entre varios sitios de la casta, que por esos aiios ya habfan identificados como pertenecientes al Arcaico fardio, como Unidad I en el valle de Asia y Rio Seco de Leén en Chancay. Esta informacién les permitig identificar los monticulos con plataformas escalonadas, y sugerir que ellos podian pertenecer al Areaico Tardio © Precerimico. Pero s6lo a partir de las excavaciones de Feldman en ese mismo aiio en Aspero se obtuvo informaci6n sobre el contenido cultural y fechados para ubicar a este sitio en el perfodo Arcaico Tardio del proceso cultural peruano. El autor atribuyé la arqui- tectura monumental de Aspero al trabajo corporativo de varias unidades domeésticas, bajo la coordinacién de un grupo dirigente; organizacién a la que caracteriz6 como jefatura corporativa. Sin embargo, no hubo una perspectiva del sitio como conjunto, no se excavaron las unidades domésticas y, tampoco, fue vinculado con los botros asentamientos del valle de Supe, que mostraban mayor extensi6n y complejidad arquitecténiéa (Feldman 1980, 1985, 1987, 1992). Por ello, en las tres décadas siguientes no destacé la importancia de Supe y del perfodo Arcaico ‘Tardfo en le formacién de la civiliza- cin, atin cuando hubo las sugerentes interpretaciones de Moseley sobre la importancia del recurso marino, que suscité la polémica en torno al rol que habian tenido el recurso marino y Ia actividad pesquera frente a 4a actividad agricola en el desarrollo civlizatorio andino (Moseley 1975; Raymond 1981; Wilson 1981). ‘Ouras intervenciones aportaron informacién sobre algunos aspectos de la arqueologia del valle de Supe, como los cateos y trincheras excavados en Caral por Engel (1987:82); el catastro de casi un centenar de sitios arqueolégicas pertenecientes a diversos periodos, efec- tuado por Williams y Merino (1979) o los sugestivos eseudios y sondeos realizados por Zechenter (1988) en ‘Supe, al sefialar las diferencias estacionales y de recursos naturales entre las ecozonas y sugirir un patrén de subsistencia complejo para los periodos Arcaico ‘Tardio y Formativo, basado en la explotacin de un conjunto diverso de recursos. Mis recientemente, la prospeccién arqueolégica conducida por nosotros a lo largo del valle bajo y medio de Supe en 1994-1995 (Shady 1995) identificé los asentamientos pertenecientes al Arcaico Tardio, determiné sus caracteristias, parecidos y dife- rencias y planted interpretaciones preliminares sobre el patron de asentamiento y el sistema social. Pero ninguna de estas aproximaciones tuvo las evidencias contextua- lizadas para evaluar la importancia y significacién de la sociedad de Supe y del periodo Arcaico ‘Tardfo en los origenes de la civilizaciOn hasta que comenzamos las ‘excavaciones en Caral en 1996 (Shady 1997, b). LA INVESTIGACION ARQUEOLOGICA EN SUPE Y LA ELECCION DE CARAL Si bien en 1994 iniciamos la investigacién en el valle de Supe mediante una prospeccién arqueolégica y dos afios después habfamos identificado la recurrencia de determinados rasgos arquitecténicos en, por lo menos, 20 asentamientos, ubicados a lo largo del valle (Shady, Dolorier, et al. 2000; Shady y Leyva 2003:51-91), no teniamos indicadores arqueolégicos para su afiliacién cultural y temporal. Por eso, en 1996 decidimos ‘fectuar excavaciones en uno de esos asentamientos y clegimos Caral, en base a cinco criterios: la ausencia de alfareria en la superficie del sitio, la extensién de éste, su diversidad arquitecténica con varios conjuntos domeésticos y edificos pablo, la distribucin ordenada de los edificios que indicaba una previa organizacion ‘espacial y la monumentalidad de por lo menos siete construcciones elevadas de las 32 que se apreciaban en sitio, Después de dos meses de trabajo en sci sectores diferentes del asentamiento tavimos las evidencias arqueolégicas suficientes para evaluar que estibamos en tun sitio del Arcaico Tirdio, a pesar de su complejidad arquitecténica (Shady 19972, b); y que estos resultados cambiaban los conocimientos que hasta entonces se tenfan sobre los origenes de la civilizacién. EL TERRITORIO HABITADO POR LA SOCIEDAD DE SUPE El valle de Supe esté en el centro del area norcentral del Pert, en las vertientes occidentales por donde dis- curre el rio desde sus nacientes hasta su desembocadura en ef Océano Pacifico, Inego de un recorrido de 92 km de longitud. A lo largo de su curso, el rio cambia abruptamente de direccién, primero va de noreste a suroeste desde sus nacientes hasta La Empedrada en elvalle medio superior, desde alli enrumba al noroeste 103, | os ANDEAN CIVILIZATION hasta el mar. Fl vale es estrecho, de 1.5 km de ancho, limitado por la cadena de certos que lo encierra por sectores y est conformado por depésitos aluviales de arena, arcillas, limos, gravas y conglomerados. El rio Supe tiene un régimen muy irregular con marcadas diferencias entre sus descargas, una mixima de 49,44 im/seg (que en algunos aitos puede llegar 2 60 m’/seg) y una media anual de 1,52 m’/seg; pero, en cambio, cuenta con permanente agua subterrinea y con los rios Pativilea y Fortaleza forma un sistema de valles {nterrelacionados. [Los asentamientos humanos del Areaico ‘Tardio se encuentran en la mitad inferior baja del valle de Supe, espacio donde se distinguen cuatro zonas: liroral y Tomas; valle bajo; valle medio inferior y valle medio superior, cada una separada de las otras por condiciones ‘geogrrficas y con sus respectivos recursos. ASENTAMIENTOS HUMANOS Y MANEJO DEL VALLE DE SUPE DURANTE EL ARCAICO TARDIO ‘A pesar de las condiciones del valle de Supe, escasas tires y régimen irregular del rio, hubo durante el Arcaico “Tardio un minimo de 20 asentamientos poblacionales, centre clitoral y los primeros 45 km. ‘Todos estos sitios contienen conjuntos residenciales y también edificios ppblicos; y més del 50% posee alguna obra de arqui- fectura monumental (Figura 7.1b). En base al estudio comparativo de los asentamientos reconocidos mediante la prospeccién de superficie y de as excavaciones que ven- {mos realizando en cuatro de ellos: Caral, Chupacigasro, Miraya y Luribuasi, planteamos la siguiente forma de asentamiento y de organizacién social: 1. Diseribuciin de las asentamientés en el valle. Los asen~ tamientos identificados ocupan cuatro zonas ecol6gicas: ‘uno en el litoral (1859,75 ha), Aspero; dos en el valle ajo (9214,5 ha), tno en la margen derecha, EL Molino ‘yuno en la margen izquierda, Piedra Parada; diez en el ‘vale medio inferior (G472 ha), seis en la margen derecha, Limén, Era de Pando, Pando, Pueblo Nuevo, Cerro Colorado, ¢ Allpacoto y cuatro en la margen izquierda, Lurihuasi, Miraya, Chupacigarro y Cara; cinco en el valle medio superior (7334,5 ha), cuatro en Ia margen. inquierda, Pefiico, Cerro Blanco, Capilla y Jaiva y ‘uno en la margen derecha, Huaeache. Como se puede apreciar, a zona del valle medio inferior, que no es la ‘is extensa, concentra, sin embargo, el mayor niimero de asentamientos, diez de un total de dieciocho. Es, ademas, interesante sefalar un aparente ordenamiento én la ubjcacidn de los asentamientos; estin en ndimero similar en ambas margenes del rio, nueve en la margen derecha y nueve en la margen izquierda; distribucién {que responderia a un patrén dual, como también se da en el interior de cada uno de los sitios que estamos exeavando. 2. Espacio ocupado. Los asentamientos poblacionales fueron ubicados en las terrazas de los conos de deyec cin perpendiculares al valle; éste fue reservado para los ‘campos de cultivo. Cada asentamicnto inchufa el espacio constraido, en el cual ubicaban las viviendas y los edifi- ios publicos,y la porcién de tierras del fondo del valle y de las terrazas aluviales, demarcada por canales de riego principales. Es posible que la distribuciOn del agua ya cestuviera regulada. 3, Extensién de los asentamientos, Los asentamientos varfan en tamafio: (a) de 80 a 55 ha; Era de Pando (79,74), Caral (66,0), y Pueblo Nuevo (55,01) (b) de 45 30 ha: Miraya (43,0), Lurihuasi 37,8), Chupacigarro 67,4), y Piedra Barada (33,5); (c) de 25 2 15 ba: Allpacoto ( 23,10), Peftieo (22,05), y Aspero (15,0); (@ de 10 2 5 ha: Huacache (7,59), El Molino (6,90) ¥ Jaiva (4,20); (© de menos de 5 ha: Pando (1,95), Cerro ‘Colorado (0,98), Cerro Blanco (0,80), Liman (0,48), y Capilla (0,16). De ellos, tres asentamientos destacan por suextensign: Bra de Pando, Caral y Pueblo Nuevo, con. €146,07% del érea total construida en el valle; le siguen fen segundo lugar otros cuatro asentamientos: Miraya, Lurihuasi, Chupacigarro y Piedra Parada con el 34,82% de la superficie total construida. Estos dos grupos tienen 11 0,89% del rea construida. Es interesante que ambos se ubican mayormente en la zona media inferior. Los otros tres grupos ocupan el 13,80%, 4,30% y 1%, respectivamente. De la comparacién se infiere que 11 asentamientos de los 18 tienen sélo un 19,11% del rea ‘construida. Estos resultados indican una distincién marcada entre los asentamientos; sugerimos que ella se ddeberfa a diferencias socioeconémicas, funcionales y de jerarqufa socal significativas entre los pobladores de las ‘cinco clases de asentamientos (Tabla 7.1) 4, Inversién de trabajo en las construcciones publica. El célculo realizado sobre la cantidad y volumen de las estracturas de cada asentamiento permite hacer €l siguiente ordenamiento: grupo 1: Pueblo Nuevo (@8,99%), y Caral @7,31%); grupo 2: Miraya (12,85%), Fira de Pando (8,54%),y Lurihuasi (7,04%); grupo 3: Allpacoto (3,76%), Pefiico (3,12%), y El Molino (2,99%); grupo 4: Piedra Parada (1,67%), y Aspero CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL ¥ SOCIAL “Tabla 7.1. Ordenamiante de los asentamienton potas estes oo 50 40 30 20 0 0 Hecthreas et Sitios (1,649); grupo 5: Chupacigarro (0,87%), y Huacache (0,57%); grupo 6: Cerro Blanco (0,30%), Cerro Colorado (0,12%), Jaiva (0,10%), Pando (0,07%), Liman (0,05%), y Capilla (0,001%). Esta informacién indica que el grupo 1 donde se encuentran Caral y Pueblo Nuevo concentra el 56,30% del total de fuerza de trabajo invertida. Le sigue el grupo 2, integrado por Miraya, Era de Pando y Lurihuasi, con una inversién de 28,43% del total, que representa la mitad del grupo anterior. El tercer y cuarto grupos, compuesto por cinco asentamientos, detentan el 13,18% del total. Es decir una cuarta parte del trabajo invertido en el primer grupo de asentamientos. Finalmente, la difer- encia es muy notoria entre aquellos y los grupos quinto y-sexto pues éstos, a pesar de estar integrados por ocho asentamientos, apenas exhiben el 2,08% del total de la fuerza de trabajo invertida. Es importante resaltar la concentracién de mas de la mitad del total de fuerza de trabajo invertida en s6lo dos asentamientos: Pueblo Nuevo y Caral. El segundo grupo de asentamientos representa un poco mds de la cuarta parte del total de la fuerza de trabajo invertida. Entre estos dos grupos es yy , SS es of & Z a Lee ESS Pease Sepundo nivel “Teer | Guar nivel 0.48 0,16 FP PCL é srqueologicos se hallan los cinco principales asentamientos del valle de Supe: Caral, Pueblo Nuevo, Miraya, Lurihuasi, ¢ Era de Pando, de los cuales destacan Caral y Pueblo Nuevo, tanto por su extensién y complejidad como por la fuerza de trabajo invertida en sus construc- ciones. Es interesante que ambos se encuentran en el valle medio inferior, en la margen izquierda y detecha, respectivamente. 5. Zona de ubicacién. Los indicadores sefialan que los centros urbanos mas extensos y complejos se encuen- ‘tran concentrados en el valle medio inferior; ésta fue la zona central de mayor poder, bienestar y prestigio de la sociedad de Supe. A lo largo de unos 6 km de esta zona se encuentran siete asentamientos con arquitec- tura monumental, tres en la margen derecha: Pueblo Nuevo, Cerro Colorado y Allpacoto, y otros cuatro en Ja margen izquierda: Lurihuasi, Miraya, Chupacigarro y Caral. Esta habria sido “la zona capital”, justamente ubicada en un espacio estratégico para la comuni- cacién con los valles laterales vecinos. De los siete asentamientos, cuatro pertenecen a los grupos Ay B de mayor extensién, asi como a los grupos 1 y 2 de 105 ——— 06 ANDEAN CIVILIZATION a zona es intermedia mayor inversi6n de trabajo. ‘entre la zona del valle bajo y el litoral, proveedora de Jos recursos de mar, y la del valle medio superior, al este, donde se encuentra la otra concentracién de asenta- mientoé pero de menor extensién y monumentalidad fue el centro del sistema. Los del valle medio inferior se articulan con la parte alta de los otros valles vecinos yen particular con la mescta atiplinica desde donde 3 Vacilia la interaccién con habitantes de otros valles, ‘en la amplia extensién del area noreentral. 6. Contunicacién. Las distancias entre los asentamientos rubicados en las diferentes zonas del valle es de 7,5 a 10 km y en el interior de una misma zona es de 2,6 04 I, a excepcia de la “zona capital” en el valle medio inferior donde Ja distancia entre asentamientos es de | 2,6 km. 7, Seguridad, El valle medio inferior esté encerrado por Ja misma configuraci6 jén morfol6gica de la cordillera y exto le da un espacio controlable, Lo separa del valle bajo la conjuncién de los cerros que forman una gar- ganta ala altura del sitio denominado Liman, pasada tn cual se abre otra vee el valle y después nuevamente es cettado por otra conjunciGn de cerros alrededor del Sitio de Las Minas. Entre ambas gargantas se halla “Ia zona capital” con sus asentamientos. 8. Vias 0 rutas de intercambio. Los asentamientos mas extensos estan cerea de vias de acceso a los valles yecinos, en quebradas que van en direcci6n per- pendicular al valle. Los centros urbanos de la “zona Central”, ubicados en Ia margen derecha, se vinculan través de Ja quebrada de Allpacoto con los valles de Pativilea y Fortaleza; y aquellos de fa margen izquierda, ‘como Caral, Chupacigarro y Lurihuasi salen a diversas vzonas ecol6gicas de los valles de Huaura y de Chancay- Tgualmente, ene valle medio superior tienen ubicacion estratégica los centros urbanos de Pefico, para la aarticulacién de la sierra de Supe y su entorno colindante on el valle de Huaura, y el centro de Huacache, para Ja comunicacién entre las dos zonas del valle medio de Supe con los poblados de la sierra de Pativiles y Fortaleza. Hacia la costa, Era de Pando articulaba 2 Jos asentamientos del litoraly los valles bajos de Supe, Pativilea y Fortaleza; mientras que: Piedra Parada lo hace con el valle bajo y el litoral de los valles de Supe y Hluaura. Esta seleccin del terrtorio en relacion con utas de trinsito indica la importancia del intereambio tentre poblaciones asentadas en zonas ecolégicas con recursos y bienes diferenciados. 9, Jerarguizaién. El patron de asentamientos de Supe no muestra un sistema de asentamientos que haga suponer un ordenamicnto jerarquizado lineal como hha sido deserito para otras reas del mundo bajo un sistema politico integrado (Wright y Johnson 1975), tomo se esperaria ep un Estado territorial, En base los indicadores mencionados para Supe se puede distin- gir en el valle dos concentraciones de asenramientos, tina principal, de primera categoria, ubicada en el valle ‘medio inferior y otra menor, con asentamientos may formente de cuarta categoria, en el valle medio superior. Pero, ademas de estas dos concentraciones hay algunos otros asentamientos de segunda importancia, distri- buidos en el valle bajo; y uno de tercera en el litoral. Se have evidente que no sélo hay variables politicas que ‘explican este ordenamiento sino sociales, econémicas y de mercado. Por otro lado, los rasgos arquitecténicos recurrentes ¥ compartidos por la mayoria de sitios, atin cuando sean a diferentes escalas indican que ellos tenfan determinadas fanciones similares. Los asentamientos serian unidades sociales autosuficientes y multifuncionales, donde se efectuaban actividades politicas, administrativas y religiosas. Ain cuando mantuvieron esta identidad y fanciones, los asentamientos habrian sido inregrados, en un periodo medio, a un sistema econémico com- plementario conducido por un Estado pristing. Un modelo intermedio ener las ciudades-estado y elestado territorial, Este modelo de organizacién se extenderfa ten el Peri prehispénico y perduraria atin durante el imperio Inca. ‘Los rasgos arquitectnicos similares alos del valle de Supe, que se encuentran en los asentamientos de los valles de Pativilca y Fortaleza, indican que las poblaciones de los tres vllesescuvieron estrechament® frticuladas, tanto en la zona del valle bajo como en las del valle medio; no obstante, como se ha indicado, el valle de Supe contiene los asentamientos més extensos ¥ycomplejos,y debi6 ser el asiento principal del poder y ‘de mayor prestgio. Estos tres valles habrian constituido elterritorio donde tuvo su directa aplicaci6n el sistema social y politico de Supe. Sin embargo, Ia influencia dde esta civilizacién se extendié tambien a toda el rea norcentral ya sefialada, LA CIUDAD SAGRADA DE CARAL Cora ubicada a 184km al norte de Lima y @23 km desde cl litoral, est asentada sobre una terraza aluvial desés- tica, en el valle medio inferior de Supe, a 350 msntm. En esta zona, e rio pasa casi a nivel del valle con peces y CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL ‘camarones en la temporada de Iluvias en la sierra; estaba contenido en ambas méxgenes por el monte riberefio, tun paisaje de bosque enmarafiado y casi inexpugnable con gran variedad arbérea y arbustiva, como sauce, caia brava, carrizo, cola de caballo, etc. y animales como venados, roedores y aves, del cual quedan pequeiios relictos. Esta zona cuenta, ademés, con los espacios caltivables del fondo del valle, de 1 a 1,5 km de ancho; con las terrazas aluviales, pobladas con guarangos y otras especies, también cultivables mediante irrigacién; y con las tierras imundadas u “oconales”, donde crecen totoras y juncos. Si bien el rfo esté seco en la mayor parte del esta zona del valle dispone de una rica napa frestica, aprovechada en las actividades domésticas como también cen la irrigacién de los campos cultivados. El espacio construido de Caral se encuentra, sin ‘embargo, en un ambiente desértico, por encima del valle, a unos 25 m, rodeado de cerros rocosos y dunas, aislado de los campos de cultivo de los cuales lo separa ‘un denso bosque de guarangos. ASPECTOS SOCIALES Y CULTURALES DE LA CIUDAD Caral ocupa unas 66 hectares y comprende una zona nuclear, con 32 estruceuras puiblicas, ademas de varios conjuntos residenciales, y una zona en la periferia, aque limita con las terrazas de guarango y el fondo del valle, donde se construyeron varios conjuntos de vivi- ‘endas (Figura 7.2). La disposicién de las estructuras arquitect6nicas indica un ordenamiento espacial de acuerdo a un disefio planificado de la ciudad antes de su construceién. En éte se tuvieron en cuenta criterios importantes de la organizacién social, como los estratos sociales jerarquizados y las divisiones simbélicas de los linajes: matrilineales-patrilineales, originarios- advenedizos, reflejadas en dos mitades: alta y baja, derecha e izquierda. A estos criterios se le sumaron otros, astronémicos, asociados, también, con deter- ‘minadas deidades del panteén religioso; y funcionales: politicos, administraivos, econémicos, ocupacionales, residenciales y de mercado. Si bien, no hay murallas defensivas en torno a la ciudad, éstas fueron construidas en cl interior de ella para separar algunos edificios 0 recintos de acceso muy En el espacio del miicleo, las edificaciones estén distribuidas en dos grandes mitades: Caral alto, donde se pueden apreciar los voliimenes piramidales mas destacados, uno de ellos con una plaza cireular hun ddida; y Caral bajo, una mitad con estructuras péblicas ide menores dimensiones, entre las que destaca, sin embargo, un edificio que tiene anexada la més grande plaza circular hundida de la ciudad. Esta organizacién ‘espacial responde a la divisiGn dual tradicional andina de Hanan y Hurin, ‘La Mitad Alta de Caral En la mitad alta de Ia ciudad todas las construcciones han sido ubicadas alrededor de un gran espacio abierto 6 plaza, que tuvo también funciones piiblicas, de tipo politico, econémico y manufacturero. Se pueden distin- guir dos grandes subespacios: uno, al oeste, conformado por los conjuntos piramidales, que hemos denominado la Pirémide Mayor y su plaza circular, la Pirdmide Central, la Pirimide de la Cantera y la Piramide Menor (Figura 7.2); el otro hacia el este constituido por la Pirimide de In Galeria y la Pirimide de la Huanca, con un monolito hineado en el espacio entre ambas (Figura 7.2). Ademés de las estructuras mencionadas se encuentra en el lado sur de esta mitad alta, a todo fo largo de la terraza que la separa de la mitad baja, un cextenso conjunto residencial distribuido en forma orde- ‘nada en varios subconjuntos (sector A). Pero, también, cada una de las estructuras piramidales estin asociadas a dos. tres residencias, ubicadas en su entorno Figura 7.3). Un mausoleo saqueado se halla hacia la periferia, aleste de la mitad alta Shady y Gonzales 2000; Shady y Leyea 2003:229-235). Por su ubicacién, tamafio, volumen constructive y por la asociacién con la plaza circular destaca la Pirimide Mayor como el principal edificio piblico de Ia ciudad (sector E). La Mitad Baja de Caral En este Ambito de la ciudad la distribucién de las eon strucciones es diferente a la otra mitad pues éstas se encuentran alineadas en un eje este-oeste sobre una tet~ raza baja, pero las fachadas de los edificios ya excavados estin en direcci6n a la mitad alta. Los edificios, en gen- eral, son de menores dimensiones y no se encuentran cstructuras piramidales altas ni medianas sélo pequefias pero tiene un conjunto arquitecténico especial, ¢l denominado ‘Templo del Anfiteatro, justamente por estar conectado a la plaza circular hundida mas grande de a ciudad (sector L). Esta mitad también contiene un conjunto residencial (sector NN2), algunas unidades domésticas al lado de cada edificio piiblico, talleres (Gector K) yun mausoleo saqueado en la periferia sur. 07 108, ANDEAN CIVILIZATION Figura 72. El espacio construido de Caray su orgenzacn dul (Foto por George Steinmetz) CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL 109 Figura 73. Dos unidades muifunionales,vneuadas con los fancinaros dela "Pieimide dele Huane.” (© Proyecto Especial Arquecigico Caral= Supe) —————————— 0 ANDEAN CIVILIZATION Concepcitn Arquitectinica de la Ciudad de Caral Los 73 fechados radiocarbénicos indican que la cindad estuvo funcionando a través de casi un milenio; y los edificias contienen, asimismo, las evidencias de esta, prolongada ocupacién con sucesives periodos de con- struccién y remodelacién, Se han distinguido grandes periodos de construccién y enterramiento de los edi ficios; pero, ademés, entre cada uno de estos perfodos sucesivas fases de remodelacién arquitecténica o de ‘cambios menores, Jo que hace un promedio de 20 a 25 fases constroctivas por cada monumento o unidad doméstica. Cada periodo esti diferenciado del anterior por algunos elementos del estilo y de la téenica con- structiva, materiales y por el color de la pintura aplicada 4 las paredes. Se conservé, sin embargo, el disefio general, relacionado con la funcionalidad del edificio pero sobre todo con Ia memoria social que reforzaba la jddentidad cultural y le daba a a sociedad la percepcién de continuidad y seguridad (Hodder y Cessford 2004). Sugerimos que las actividades relacionadas con los cambios mayores y con los cambios menores 0 emodel- ‘aciones estuvieron concordadas con ciclos astronémicos yycon eventos sociales de gran significacién. “Todas las edificaciones de la ciudad, por lo menos a partir del periodo Medio, alrededor de los 2600 a.C., hasta donde ha llegado nuestra investigacion en la mayorfa de edificaciones excavadas, muestran similares periodos constructivos y el mismo disefio, estilo, mate- riales y técnica arquitecténicos; por tanto, se puede inferir que estas obras debieron ser ejecutadas bajo un ordenamiento planificado, a eargo de autoridades, ati- culadas por un sistema politico eentralizado. “Haan sido excavados los siguientes espacios con- wruidos: Los edificios pilblicos En los periodos Medio y ‘Tardfo del largo funcio- namiento de la ciudad se construyeron edificaciones piramidales de diverso tamafio, con determinada orien tacién estelar y bajo un similar disefio arquitecténico: tun eje de ordenamiento interno, marcado por la escalera central, que conduce desde la base a la cima y la divide ‘en dos cuerpos, cada uno de los cuales tiene una serie de terrazas superpuestas en forma escalonada, contenidas por muros de piedra. Hlacia los ads del cuerpo prin~ cipal se agregaron otros cuerpos o alas siguiendo un ‘modelo escalonado, usando éngulos rectos y monolitos cen las esquinas. Todos los edificios de la mitad alta presentan su fachada hacia el espacio abierto central. Por Ia similitud en el diseio y en el estilo arqui- tecténico ast como por el contexto de los materiales ecuperados en los varios componentes excovados se ha inferido que estos edificios fueron construidos en los tmismos periodos y que en sus ambientes se realizaron similares fanciones miiltiples: rligiosas, politicas, eco- némieas y administrativas. Sin embargo, las diferencias aque ellos muestran entre si, en cuanto a ubicacion dentro de Ia ciudad, extensin y volumen, cantidad de componentes y contextos especiales, podrian indicar distinciones de poder entre sus autoridades o gestores asf como otras de indole social, que todavia no logramos: probar, Estamos trabajando con la hipétesis que estos edificios sirvieron como un calendatio urbano, vincu- lado con la celebracién de fiestas, marcadas en relacion. con determinados astros,identificados con deidades del pantedn supano y coordinado también con la conduc Cin de las actividades laborales.. En has construcciones més destacadas utilizaron la piedra; otros edificios tuvieron recintos con paredes de palos y cafas entrabadas, construidas sobre las terrazas contenidas con muros de piedra. En el periodo Tardio se generaliz6 el uso de blogues de piedra cortados, entra- tbados con mortero de arclla y “pachillas” o piedras de menores dimensiones. Las patedes llevaron, por igual, cenlucidos de arcillay pintura de color blanco, amarillo cere, amarillo, rojo 0 blanco, segin los periods cons- tructivos de la efudad. Las plazas piiblicas En la cindad se realizaron concentraciones péblicas con diferentes participantes y con fines distintos en. diversas clases de espacios: dos abiertos y otros dos ‘construidos formalmente. Los dos espacios abiertos ‘se encuentran en Ia mitad alta de la ciudad en asoci- acién con los dos subconjuntos de edificios pablicos, uno al oeste, el més grande, adonde conluyen todas las fachadas de los edificios (Figura 7.2); y otro al este, en relacidn con los dos edificios vinculados con tun monolito, denominado “Huanea” (Figura 7.2). ‘Ambos espacios muestran huellas de los postes de tiendas temporales y sirvieron para la instalacién de ferias en algunos periodos del calendario festivo. Estas reuniones habrian sido masivas y acudirian grupos de comerciantes y peregrinos desde diferentes lugares del rea noreentral. En cambio, las plazas conscruidas estén en cada una de las mitades de a ciudad y forman parte dela estruc- ‘ura arquitect6nica mis destacada de ellas: a Pirdmide “Mayor en la mitad alta y el Templo del Anfiteatro en Ia Leg CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL tnitad baja. Tuvieron diferente uso, en concordancia con, la fanci6n del edificio al que estaban asociadas. La plaza circular de la Pirimide Mayor consiste en un espacio hundido, de 21,5 m de dismetro, delimitado por dos murallas circulares paralelas que formaron una plaaforma circular elevada, @ 3,0 m de altura del piso interno, Las escaleras de acceso estin presididas cada. tuna por dos grandes monolitos parados y uno central dle posicidn desconocida, Ta escalera norte de la plaza llega hasta la escalera central de la estructura piraridal (Figura 7.4) Ghady, Machacuay y Aramburu 2000). Ta plaza circular hundida del Templo del Anfiteatro tiene dos escalinatas de acceso, ubicadas en el eje central, al que se alinea también el vano de ingreso al ceificio piramidal. Se diferencia de la otra plaza por sus mayores dimensiones, 30 m de diémetros earece de los monolitos pero en cambio se recuper6 de ella, en el lado suroeste superior tn conjunto de 32 flautas; en el lado Este un conjunto de 38 cornetas; y del centro de la plaza varias vasijas de mate, principalmente botellas pequefias. Presenta, ademés, una graderia semicircular cen la mitad superior (Figuras 7.5, 7.6) Estas dos plazas comparten rasgos arquitecténicos, cen la forma circular y hundida con dos escaleras de acceso alineadas en el eje del respective templo pero también muestran diferencias en cuanto a ubjcacién, dimensiones, algunos elementos formales y contextos. Se puede inferir que en ellas se realizaron actividades ceremoniales relacionadas con la de-los edificios a los aque estuvieron anexadas. Las unidades residenciales multifuncionales En la ciudad hay varios sectores residenciales, que contienen conglomerados de unidades domésticas; éstos varian en cuanto a ubicacién, contexto ambiental, dimensiones, técnica y materiales constructivos; y, al iggnal que los edificios piblicos muestran sucesivos cambios a través del tiempo. En el perfodo antiguo las paredes tuvieron soportes de madera entretejidos con caiia brava (Gynerium sagitatcum), revestidos con argamasa de barro y arcilla, pintadas; en el perfodo ‘Tardio fueron construidas con piedras cortadas de ‘odiorita. En los lados externos de las viviendas se depositaron los desechos domésticos; en el lado poste rior estin las piedras quemadas y los hoyos donde se cocieron alimentos bajo la modalidad de “pachamanca” fo de piedras calientes. Las unidades residenciales comparten una serie de componentes y en ellas se cfectuaban actividades tanto domésticas como de manu- factura, sociales y ritvales. Hemos distinguido las siguientes cases de unilales residenciales: 5] Conjunto residencial Mayor, conglomerado dle ‘nidades domésticas, dispuesto en un ordenamiento espacial en la mitad alta de la ciudad, subdividido en subconjuntos, separados entre si por espacios abi- certos, todavia no bien definidos. Las fachadas estin dirigidas hacia los edificios piblicos (sector A). 2, F1 Conjunto residencial Menor, de la mitad baja de Ja ciudad, acondicionado sobre una terraza aluvial al norte de los edificios pablicos. El tamafio de las viviendas es comparativamente més reducido que en el conjunto residencial de la mitad alta de la ciudad, de la cual se diferencia también por las menores dimensiones del conglomerado. Esto permite intet- pretar que sus ocupantes constituian un grupo més reducido y tenfan un estatus de menor jerarquia que los habitantes de la mitad alta (Sector NN2). 3. El Conjunto residencial de la Periferia esté confor- mado por varios subconjuntos 0 islotes ubicados a lo largo de la terraza que colinda con el valle. Las ‘unidades domésticas son més pequefiasy su construc- ci6n se adecué a la topografia del lugar. El material utilizado es muy similar al de los otros sectores. Por su ubicacién y su menor tamafo y formalidad se ‘puede interpretar que sus ocupantes pertenecieron al estrato social de menor estatus, quienes consti- tuyeron la fuerza laboral mas importante de la ciudad (sector X). 4, Las unidades residenciales de elite se encuentran. en tomo a cada uno de los edificios péblicos con los cuales estuvieron vinculados y, aunque mues- tran un tamafio variado, en general son de mayores dimensiones que las unidades domésticas de los otros sectores. Por la ubicaciin, el tamatio, el mat structivo utilizado y el contenido, se ha interpretado aque estas viviendas pertenecieron a un grupo social cde mayor estatus, relacionado con el funcionamiento dc los edificios piramidales. TALLERES DE ESPECIALIZACION ARTESANAL Se han identificado dos en el extremo este de la mitad aja de la ciudad. Excavamos uno, conformado por tres recintos cuadrangulares. En los pisos se hallaron pequeiias oquedades selladas con una capa de arcilla, que contenjan cuentas de crisocola, cuarz0 lechoso, cristal de roca, Spondylus y opérculos. Junto a ellas se rn ANDEAN CIVILIZATION — circular © Proyecto Especial Arqueokigio CaralSupe) CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL ¥ SOCIAL ENAPCUDENAA mI HT a {UDC ‘Figura 7.6. Des conjuntos masiles: 2, fauastaverss;b, comets. (@ Proyecto Especial Arqueoléyic Caral-Sope) CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL ¥ SOCIAL encontraron desechos de talla asicomo herramientas de piedra y hueso. Estos recintos eran usados como talleres dle produccién artesanal para el suministro de articulos suntuarios Figura 7.7). SISTEMA ECONOMICO DE LA SOCIEDAD DE SUPE Se ha recuperado en Caral ingentes cantidades de pes- cados y mokscos no obstante su distancia al mar, entre 23 y25 ken, Predominan: anchovetas (Engraulisringen:), sardinas (Sardinops sages), machas (Mesadevna donaciunt) y choros (Choromytilus chorus) (Shady 2000; Shady y Leyva 2003:107-122; Béarez y Miranda 2003:123-132). [La ausencia de redes o instrumentos de pesca en la ciudad sugicre la adquisicién de tales productos por ‘medio del intercambio con poblaciones del itoral, como sus coenfneas de Bandurria y Aspero (Supe), donde se han encontrado anzuelos y redes, y con las cuales com- parte clementos culturales. Por otro lado, la abundante presencia en Caral de semillas de algodén (Gassypivm barbadense) indica el especial énfasis que los habitantes del valle pusieron en «se cultivo, cuya fibra era demandada por los pobladares del litoral para la confeccién de las redes de pesca y de ropa. En el valle también cultivaron mates (Lagenaria siceraria), para la manufactura de los flotadores de las redes de pesca y cle cuencos y vasos;y, fundamental- mente, plantas destinadas a su alimentacién, como calabazas y zapallos (Cucurbita spp,), fijol (Phaseolus ‘vulgaris, pallar (Phaseolus kinatus), achira (Canna edulis), camote (Ipomoea batatas), yaca (Manilot esculenta), pajuro (Erytbrina edulis), mani CAvackis bypogaea), palta (Persea americana), guayaba (Paidiamn guajava), pacae Inga feuilet), Wicumna (Pouteria bucuma) y af (Capsicum JSimtesens), Se ha recuperado, asimismo, plantas como palillo (Campomanesia lineatifeia), achiote (Bixa orel- Jana), buayruro (Ormasia sp), tutumo (Cresentiacujet) ylloque (Kageneckia lanceolata), probablemente legadas de otras zonas; asf como junco (Schoenoplectus sp.) y ‘otras, recogidas de las zonas pantanosas del valle (Shady 1999b, 2000b). El maiz. (Zea muy’) aparece slo en el perfodo tardfo y en poca cantidad (Shady 2006). La informacién sobre el patrén de asentamiento y las evidencias recuperadas de las excavaciones, en particular en las unidades domésticas, indican que la poblaciéa de Supe residia en asentarientos rucleados, “pachacas”, distribuidos tanto en el litoral como en el valle, con acceso a los recursos de uno de los mares mas Productivos del planeta, a ls tierras del valle, mayor mente Ianas, de fécil riego con aguas del rio y de los ‘manantiales, a las zonas de humedales y Lomas, que son todavia extensas y a la flora y fauna del monte riberefio. En esas condiciones se desarroll6 una economia produc- tiva, internamente complementaria, agricola-pesquera, articulada por el intercambio. Los agricultores del valle produefan plantas ali- menticias e industriales, como camote, zapallo, frjol o algodén, mates y maderos; en cambio, los asentamientos de pescadores del litoral extrafan preferentemente anchovetas y sardinas, que deshidrataban en grandes ‘cantidades, ademués de moluscos y algus, entre otros. La productividad de ambos sectores econémicos, la disponibilidad de excedentes y Ia interdependencia entre sus componentes ocupacionales: del algodén, ates y madera los pescadores para la confeccién de sus embarcaciones, redes de pesca, flotadores y remos, y de 11 proteina del recurso marino los agricultores, fomen- ‘ron un intenso intercambio interno entre pescadores y agricultores y generaron una esfera econdmica supra- comunal. Esta actividad conducida por las autoridades de los asentamientos o “pachacas” habria beneficiado ‘econdmicamente a ésas, Et hilado y Ia manufactura de tejidos de algodén Je agregaron un valor adicional en beneficio de los productores del valle. Por otro Iado, al intercambio interno se adicioné un intereambio externo, para cubrir Ja demands de las autoridades, actividad que crecis y se extendi6 a otras dreas costefiasy alas regiones de sierra y selva del érea norcentral, de donde los funcionarios de Caral adquirieron bienes como Spondylus, madera, caracoles, plantas medicinales, fibras vegetales, piedras semipreciosas, pigmentos, etc. La conexién aleanzé a grupos de lugares distantes, como la costa del extremo norte del pafs 0 Ecuador, para la adquisicién del pre- ciado Spondylus, con el cual manufaeturaron objetos de valor simbalico, Aquellas y estas actividades favorecieron la acu- mulacién de riqueza, el incremento de prestigio y Ja formacién de clases sociales y le permitiezon a la sociedad de Supe captar-en su beneficio los excedentes producidos en el érea, asi como fortalecer el poder de sus autoridades, que habrfan iniciado un proceso de integracién politica, bajo la forma de un gobierno centralizado. Estos excedentes se invirtieron en: 1. Obras de infraestructura econémica, como la con- strucci6n de reservorios, eanales de riego y su ‘mantenimiento. ANDEAN CIVILIZATION Figura 7.7, Recotos uss como sales de podusineresas.(© Proc es Arquecico CaraSupe) SS CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL ¥ SOCIAL 2. La construecidn y permanente remodelacién de los edificios piblicos. 3. El mantenimiento de los funcionarios politicos, administrativos y religiosos. 4, El trabajo de especialistas dedicados a la produecién de conocimientos en los campos de la astronomia, aritmética, geometria, medicina e agricultura y a sw aplicaci6n en la elaboracién del calendario, en el diseio y construccién urbanos, en el acondiciona- :niento de los campos de cultivo y Ia administracién de las aguas, ete. RELACIONES SOCIALES DE. PRODUCCION La comunidad o “pachaca” era la unidad bisica de pro- duccién, yen el easo del valle, a encargada de habilitar periédicamente los eanales de riego y de distribuir las tierras de cultivo, que eran de su propiedad entre las familias o ayllus, que la componfan, para su cultivo y sustento. El trabajador pertenecfa a una “pachaca” ya través de ella accedfa al medio de produccién. La “pachaca” congregaba a un niimero de unidades domésticas,linajes 0 ayllus, en torno a-una porcién de tierras regada por un sistema de canales, tenfa sus pro- pias autoridades y sus respectivos edifcios piblicos para fines multifuncionales, politicos, religiosos, econsmicos, administrativos, a la par que estaba articulada al sistema mayor del valle. El Estado integré a las “pachacas” de pescadores del litoral, de tejedores de juncos y esteras y de agricultores. Como hemos indicado, han sido iden- tificados 20 asentamientos de “pachacas” a lo largo de los primeros 45 km del valle de Supe (Shady, Dolorier et al. 2000), La Organizacién Sociopalitica y Polftica y la Formacién del Estado Los centros urbanos 0 “pachacas” contienen varios conjuntos de unidades residenciales y edifcios piblicos, cuyas diversas caracteristicas son indicadores de las distinciones sociales al interior de cada asentamiento asi como entre asentamientos. En las “pachacas” se realizaba un conjunto de actividades para garantizar el autosostenimiento como también de los especialiseas yy autoridades. Estos dirigian y controlaban a la fuerza de trabajo para Ia realizacién de todo tipo de actividad, ‘en base a una ideologia que justificaba la inversi6n y la distribucién de la riqueza producida. la ncia de determinados elementos arquitec- ‘t6nicos y formas culrurales asf como la distineién social al interior de cada asentamiento y entre el conjunto de ellos indican la integracion de estas comunidades ‘utosuficientes 0 “pachacas” a.un sistema mayor que mantuvo, sin embargo, las autonomias de gobierno. La presencia de determinadas estructuras arqui- tect6nicas, como el edificio escalonado o ushmy, la plataforma con 13 cubiculos, los recintos con horna- cinas, entre otros, que aparecen en Caral, continuaria como simbolos del poder politico y religioso a lo largo del proceso eultural andino hasta el imperi inca En varios edificios de la ciudad se han encontrado centierros humanos, mayormente de nifios, todos vincu- lados con detetminados rituales. Los objetos asociados a estos entierros indican diferencias de estatus, que en el caso de los niios, de menos de dos afios, eran adscritos. Un diferente acceso a los bienes de consumo y de prestigio revela, asimismo, a una sociedad con desigual distribucién de la riqueza. La desigualdad social se hace también notoria en los resultados aleanzados por los estudios de paleopato- logia de los restos mortales de un individuo de 20 25 aiios. El cadaver habia sido depositado junto con la capa de tierra y la Pirémide Mayor. El cuerpo estaba desnudo con los brazos extendidos y cruzados en Ia espalda y no levaba ninguna ofrenda. Los estudios indican que tuvo una salud precaria en su infancia (espongiohi- perortosis, cibra orbitalia ¢ hipoplasia del esmalte, ademés de una patologia oral profusa) derivada de ‘una dieta hipoproteica asociada a anemia crénica; padecié de osteoartritis precoz. de la columna dorsal baja y lumbar, patologia asociada a trauma crénico por motivos laborales como la carga de peso excesivo por tiempo prolongado (transportando materiales para Ia construccién y remodelacién de los templos para el comercio a largas distancias), asi como de osteocondritis dissecans, lesiones en las articulaciones metatarso falingicas de ambos pies, patologia que se da en varones jévenes que esfuerzan mucho sus pies; musié como consecuencia de un traumatismo crineo-encefitico frontal. BI hallazgo de falanges en nichos de! templo enterrado corrobora Ia hipstesis de sacrificio de este individuo, perteneciente a la clase trabajadora de la estratificada sociedad de Supe (Lombardi y Gareia 2004:1-16). ras al enterrarse un atrio de Ww ry ANDEAN CIVILIZATION EL ROL DE LA RELIGION Para algunos se requiere constatar que hubo un ejército fuerza militar para probar la existencia de la forma politica estatal. Pero en el estado inicial de Ia formacién cstatal tal control de Ia poblacidn no fe necesario; la religion era el instrumento de cohesi6n y de coercién de la poblacién, de gran efectividad (Shady 1999,b). La ideologia prestigiada por el Estado de Supe habria actuado como el nexo de cohesién més importante de los grupos sociales o “pachacas” que se encontraban bajo la dominacién del gobierno centralizado; ellos shabrian compartido dioses generales y tepresentaciones simbélicas de preceptos religiosos y cosmolégicos. Como indican algunos documentos coloniales sobre el 4iea, dioses como Huari habrian ensefiado a los pobla- dores a preparar sus chacras, trazar sus canales, sembrar Jas plantas, mejorar sus cosechas y @ poner sus hitos en. defensa de sus pertenencias. Al sol, ala kuna, a la tierra yal agua, simbolizados con determinadas formas, habia que rendir calto, hacer ritas propiciatorios y cumplir con el calendario de ceremonias, asociado con los trabajos en los edificios priblicos, en las tierras de los dioses, y de quienes eran sus intermediarios CCONCLUSIONES, 1. El temprano desarrollo de la civilizacién de Supe se bid a la ereciente complejizacién de los sistemas sociales que se consolidaban en las varias regiones del rea norcentral. Todos habfan aleanzado a producir cexcedentes y a tener un nivel de organizacién que les peimitia cierta especializacién laboral, la construc cién de edificios piblicos y su participacién en redes de intercambio interregional. 2, Las sociedades costefias del érea norcentral lograron significativos avances en el aprovechamiento de los recursos de la regién alrededor de los 3000 a.C. Aplicaron nuevas tecnologfas en la pesca, como has redes de algod6n para la extraccidn masiva de anchovetas y sardinas, yen la agricultura, los canales de riego y la construccién de terrazas. Estas innova- ciones incrementaron Ia productividad y fomentaron el intercambio de productos. 3. Los pescadores y agricultores de Supe a la par de su cespecializacién laboral estuvieron integrados en un sistema econémico complementario. Los pescadores dependian del algodén de los agricultores para la con- feccién de las redes de pesca y los agricultores recibian a cambio pescado deshidratado (Shady 19972). 4, El intercambio econémico interno, local y regions primero, e interregional y a larga distancia después, beneficié a los asentamientos ubicados en vias de comunicaci6n y propicié la acumulacién desigual de riqueza y la formacién de clases sociales. La proteceién de los intereses de la clase enrique- ccida foment6 Ia integracién de las comunidades © “pachacas” a un sistema politico estatal. Su smbito de manejo y control directo incluy6 primero a las poblaciones de Supe, Pativilea y Fortaleza, pero su interaccién y prestigio se extendieron por toda el area noreentral. Cuarenta y dos fechados radio- carbénicos han confirmado su antigticdad como la ivilizaci6n mas antigua del Perit y de América 6. El sistema social de Supe se caracterizé por una divisién compleja del trabajo, con especialistas en actividades diversas a la de aquellos dedicados a la produccién de bienes de subsistencia. Fstin los pes- adores de anchovetas; los agricultores de algodén ‘¥ mate; los artesanos; los constructores de las obras arquitecténicas; los artfices del calendario de activi- dades; las autoridades, etc. 7. El templo y las unidades domésticas de las autori- dades fueron instituciones multifuncionales, para la conduccién de las diversas actividades sociales, ceconémicas, politicas, religiosas y para el ejercicio del poder sobre la poblacién. 8. Caral fue el centro urbano donde residieron auto- ridades, especialistas, funcionarios, artesanos y servidores. 9. El valle medio inferior de Supe fue la sede donde se asenté el primer gobierno del sistema central, alrededor de los 2600 a.C. La cuantiosa inversién de trabajo en obras monumentales y su permanente remodelacién fueron sustentadas por la produc~ tividad del drea, que el Estado pristino capté. La desigual distribucién de la riqueza esté indicada por la jerarqufa de unos asentamientos sobre ‘otros; la distincién entre unidades domesticas; el tratamiento diferenciado en los entierros de nifios yde adultos. 10.E1 Estado us6 a la religiGn como instrumento de cohesidn y control social. Ella garantizaba la repro- duocién de las condiciones materiales de vida pero cjereia también sancién y castigo. 11.Caral ha sido el modelo de organizacién social que desarrollaron otras sociedades en perfodos posteri~ ores en el territorio del Peri. CARAL-SUPE Y SU ENTORNO NATURAL Y SOCIAL NOTA 1. "Tomamos el nombre de Caral dela toponiana lal, cor ‘espondiente al pueblo mds cercano, Anteriormente, se conocia| ‘como Chupacigarro a éste ya otros tres asentamientos. 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