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Resumen
En su búsqueda de una alternativa a la forma tradicional de plantear las relaciones entre el conocimiento teórico y la
práctica educativa, Clarà y Mauri incorporan un tercer elemento, el conocimiento práctico, y proponen una aproximación
“anclada” en la “psicología histórico-cultural”. Esta propuesta aporta elementos de gran interés para comprender el ori-
gen de las dificultades de articulación entre teoría y práctica y para buscar vías de actuación que ayuden a enfrentarlas.
Sin embargo, presenta también algunas ambigüedades que limitan su alcance y sus implicaciones. Los autores insisten en
una visión del conocimiento práctico como resultado de un proceso de construcción, lo que acerca su propuesta a otras “con-
ceptualizaciones constructivistas”. En cambio, no prestan una atención suficiente a la centralidad de la práctica en las
relaciones entre conocimiento teórico y conocimiento práctico, que es donde reside la auténtica ruptura epistemológica de su
planteamiento y lo que diferencia su propuesta de otras que tienen también una orientación contructivista en el “plano psi-
cológico”. La profundización de esta idea es fundamental a mi juicio para superar algunas de las carencias más impor-
tantes de la propuesta en su formulación actual como, por ejemplo: la dificultad para establecer una distinción clara entre
el conocimiento práctico y la práctica educativa, la ausencia de una reflexión específica sobre las exigencias que plantea la
práctica al conocimiento teórico, o aún la ausencia de hipótesis sobre el origen y la génesis del conocimiento práctico.
Palabras clave: Conocimiento práctico, conocimiento teórico, constructivismo, práctica educativa, psicolo-
gía histórico-cultural.
Correspondencia con el autor: Departamento de Psicología Evolutiva y de la Educación, Facultad de Psicología, Universidad
de Barcelona. Paseo del Valle Hebrón, 171, 08035 Barcelona. Tel: 93 312 5825. Fax: 934 021 368. Mail: ccoll@ub.edu
© 2010 Fundación Infancia y Aprendizaje, ISSN: 0210-3702 Infancia y Aprendizaje, 2010, 33 (2), 151-159
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mas que postulan una traslación o transposición del conocimiento teórico a la práctica,
ya sea directamente, ya sea a través de eslabones intermedios.
El interés innegable de la propuesta de Clarà y Mauri no debe hacernos olvidar, sin
embargo, que su planteamiento abre numerosos interrogantes y presenta todavía
importantes lagunas y ambigüedades, como no podía ser de otra manera en un trabajo
que explora nuevas vías de aproximación a un problema enormemente complejo que
venimos afrontando desde hace muchos años. En las páginas anteriores he señalado
algunas de estas lagunas y ambigüedades. Quisiera ahora concluir estos comentarios
apuntando dos carencias cuya superación me parece fundamental para poder desarrollar
la propuesta más allá de los términos en los que ahora está formulada. Es una carencia
que se manifiesta con toda claridad, a mi entender, cuando se acepta con todas sus con-
secuencias la centralidad de la práctica en la articulación de las relaciones entre teoría y
práctica y su corolario de que el conocimiento práctico no se construye a partir del cono-
cimiento teórico, al igual que el conocimiento teórico no se construye a partir del cono-
cimiento práctico, aunque ambos interactúen y se influyan mutuamente.
La primera carencia tiene que ver con algo que ya he mencionado antes; a saber, que
la caracterización que los autores hacen del conocimiento práctico está tan pegada a la
práctica que no se alcanza a ver si estamos ante dos fenómenos distintos o ante el mismo
fenómeno visto desde dos perspectivas diferentes. El esquema explicativo de los autores
postula que son dos fenómenos o dos constructos distintos, no reductibles el uno al otro,
pero lo cierto es que esta diferencia no se percibe con claridad en la caracterización que
hacen del conocimiento práctico ni de su concreción en términos de artefactos prácticos.
La segunda, estrechamente relacionada con la primera, concierne al origen del conoci-
miento práctico o, si se prefiere, de los artefactos prácticos. Si el conocimiento práctico
no se construye a partir del conocimiento teórico, ¿cómo se genera, de dónde surge, cuá-
les son los mimbres con los que se elabora? Los autores aluden a la necesidad de postular
una “génesis” característica de los artefactos prácticos, lo que indica que son conscientes
de la importancia de esta carencia en su esquema explicativo, pero añaden inmediata-
mente que “no disponemos de datos que nos permitan ir más allá en esta hipótesis”
(Clarà y Mauri, 2010, p. 138). A mi juicio, sin embargo, en el nivel en el que se sitúa el
trabajo, el problema no es la falta de datos, sino la ausencia de una hipótesis clara sobre
esta génesis más allá de la conjetura de su existencia.
Rechazada la posibilidad de que el conocimiento práctico se construya a partir del
conocimiento teórico –ya sea directa o indirectamente–, la única alternativa posible es
que se construya a partir de la práctica. Pero, ¿cómo se lleva a cabo esta construcción?,
¿mediante la simple experiencia y familiaridad con la práctica?, ¿por “decantación” o
toma de conciencia a partir de la práctica?, ¿como resultado de una retroalimentación de
la práctica?... No encuentro ninguna pista para orientar las respuestas a estas preguntas
en la propuesta de Clarà y Mauri. Para poder formular una hipótesis clara en este senti-
do sería necesario someter a un análisis crítico el concepto mismo de práctica, y en espe-
cial de práctica educativa, lo que los autores no hacen, así como eliminar algunas ambi-
güedades sobre el manejo de estos conceptos en su planteamiento. Así, y por mencionar
sólo la que me parece más evidente, es cuanto menos problemático, al menos desde una
perspectiva histórico-cultural, plantearse las relaciones entre conocimiento teórico y
práctica educativa sin tomar en consideración el hecho de que las prácticas educativas
son prácticas profesionales y se construyen y evolucionan en el marco de unas comuni-
dades de práctica en el sentido de Wenger (1998). En definitiva, es en estas comunida-
des de práctica donde se construye el conocimiento práctico, y también donde el conoci-
miento teórico y el conocimiento práctico pueden llegar a interactuar e influirse mutua-
mente. No hay razón pues para dejarlas al margen de la conceptualización de las
relaciones entre conocimiento teórico y práctica educativa. A no ser que nos empeñemos
en seguir planteando estas relaciones en términos de cognición (y emoción), aprendizaje
y acción de los profesionales individualmente considerados, lo que por cierto no sería muy
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Referencias
BODKER, S. & ANDERSEN, P. B. (2005). Complex Mediation. Human-Computer Interaction, 20, 353-402.
CLARÀ, M. & MAURI, T. (2010). El conocimiento práctico. Cuatro conceptualizacones cosntructivistas de las relaciones
entre conocimiento teórico y práctica educativa. Infancia y Aprendizaje, 33 (2), 131-141.
COLL, C. (1988). Conocimiento psicológico y práctica educativa. Introducción a las relaciones entre psicología y educación. Barcelona:
Barcanova.
WENGER, E. (1998). Communities of practice: Learning, meaning, and identity. Cambridge: The Press Syndicate of the Uni-
versity of Cambridge. [Trad. cast. de G. Sánchez Barberán, Comunidades de práctica. Aprendizaje, significado e identidad.
Barcelona: Paidós, 2001].