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CAPITULO I
Elegir siempre las decisiones de lo que Dios espera de nosotros como del
ministerio tratando siempre de agradarlo a l y no a los hombres.
Fundamentar las bases del ministerio juvenil en la Palabra de Dios, para as
poder estar seguros y sujetos al pensamiento de lo que Dios quiere para
todos y cada uno de quienes forman el ministerio juvenil.
Conducir y dirigir a cada uno de los jvenes para que puedan alcanzar la
madurez en Cristo y as cada uno pueda agradarlo a l con su vida.
CAPITULO II
Crear relaciones que valgan la pena, las cuales son relaciones con Dios, los
cristianos y el mundo para as provocar un cambio en nuestro alrededor.
Buscar la llenura del Espritu Santo para que cambie nuestro interior, para
as reflejar cada da ms el hecho de que somos de Dios y vivimos para l.
Hacer liderazgo de la manera correcta, no atrayendo a los jvenes a
nosotros, sino guindolos a la voluntad de Dios.
CAPITULO III
No somos un grupo ms, hay algo especial que nos tiene que caracterizar y
es la comunin, esta debe de ser con el Padre, el Hijo, el Espritu Santo y
los unos con los otros como lo era con los primeros cristianos quienes
perseveraban en la comunin fraternal.
Debemos de cuidar a los jvenes, ya que siempre no hemos preocupado
por cosas que son secundarias como por ejemplo: que actividades hacer,
cuantos jvenes asisten a las actividades, etc., pero la realidad es otra ya
que en la vida no todo sale bien, a veces tenemos problemas familiares e
individuales, fracasamos, pecamos, nos sentimos mal, nos desesperamos y
perdemos el sentido de la vida. No siempre estamos alegres, no siempre
somos tan espirituales como aparentamos, existen crisis y algunas son muy
serias.
Lo ms importante en la vida es desarrollar una relacin de amor con otros,
esa es la gran expectativa de Dios.
Hacer del grupo de jvenes un lugar donde todos y cada uno puedan tener
una comunin entre ellos, pero ms importante an, que cada quin pueda
desarrollar un amor y una relacin personal con Dios para que seamos ms
agradables a l.
Cuidar a los jvenes en la medida de lo posible, lo cual lo lograremos
desarrollando conexiones vitales con ellos.
Lograr que todos y cada uno de los que asisten a la reunin de jvenes
puedan alcanzar una relacin de amor con el prjimo.
CAPITULO IV