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Crisis de la Restauración

La derrota de 1898 sumió a la sociedad y a la clase política española en un estado


de desencanto y frustración. Como consecuencia, el régimen de la Restauración
entró en una nueva fase, marcada inicialmente por la subida al trono de Alfonso
XIII (1903). El régimen de la Restauración, a pesar de sus promesas
regeneracionistas, fue incapaz de ensanchar su base social y arreglar los
problemas del momento (como por ejemplo la crisis de Marruecos), por lo que,
con la irrupción cada vez más fuerte de sus opositores (republicanos, obreros,
nacionalistas) y la fragmentación de los partidos dinásticos tradicionales, se
fueron sucediendo las crisis y los conflictos que provocaron, inicialmente, la
intervención del ejército en 1923 (Dictadura de Primo de Rivera), y, finalmente,
la caída final del régimen en 1931 con la proclamación de la Segunda República.
No debemos olvidar, para entender mejor esta época, la situación internacional
del momento: la Gran Guerra (1914-1918), la revolución bolchevique en Rusia
(1917) y la aparición del fascismo italiano (Marcha sobre Roma, 1922) y de otros
regímenes dictatoriales en la Europa de entreguerras.

LA CRISIS DE 1898

El fin del imperio español

La crisis del Sistema de la Restauración comienza con las guerras coloniales de


Cuba y de Filipinas. En el año 1892, José Martí fundó el Partido Revolucionario
Cubano, protagonista de la revuelta independentista iniciada el 24 de Febrero de
1895 ( El grito de Baire ). La insurrección se extendió rápidamente por toda la
isla.La falta de éxitos militares españoles decidió el relevo del general Martínez
Campos por el general Valeriano Weyler, que llegó a la isla con la voluntad de
emplear métodos más contundentes : la ofensiva de Weyler fue acompañada de
la "concentración" de los campesinos para aislarlos de las tropas insurrectas. Pero
la dificultad de proveer alimentos y de facilitar asistencia médica, tanto al ejército
como a los campesinos, trajo consigo una elevada mortalidad.. La opinión pública
internacional, en especial la norteamericana, denunció este tipo de guerra.

Tras el asesinato de Cánovas ( agosto de 1897 ), un nuevo gobierno liberal


decidió, a la desesperada, probar la estrategia de la conciliación y concedió a
Cuba una autonomía ( Noviembre de 1897 ), y la autonomía arancelaria. Pero las
reformas llegaron demasiado tarde: los independentistas, que contaban con el
apoyo estadounidense, se negaron a aceptar el fin de las hostilidades.

Coincidiendo con la insurrección cubana, se produjo también la de Filipinas


( 1896-97). El levantamiento filipino fue también duramente reprimido y su
principal dirigente, José Rizal, acabó siendo ejecutado mientras los insurrectos,
que habían fundado un movimiento independentista llamado Katipunan,
capitularon en poco tiempo.

En 1898, EE.UU se decidió a declarar la guerra a España. El pretexto fue el


hundimiento de uno de sus buques de guerra, el Maine, anclado en el puerto de
La Habana. El 18 de Abril, los americanos intervinieron en Cuba y en Filipinas,
desarrollando una rápida guerra que terminó con la derrota de la escuadra
española en Santiago ( Cuba ). Al mismo tiempo, la intervención de EE.UU en
Filipinas (derrota naval de Cavite)propició un nuevo alzamiento en la isla que
finalizó con la expulsión de los españoles. En diciembre de ese mismo año se
firmó la Paz de París, que significó el abandono, por parte de España, de Cuba,
Puerto Rico y las Filipinas que quedaron a partir de ese momento bajo la
influencia y dominio americano como protectorados.

Las consecuencias de 1898

La pérdida del imperio de ultramar fue considerada un desastre tanto militar como diplomático,
sobre todo porque desde la prensa y los púlpitos se había propagado desmedidamente la creencia en la
superioridad militar española. A pesar de ello, la derrota no provocó el fin del régimen político de la
Restauración. A cambio, se crea una fuerte corriente de opinión a favor de la "regeneración" de España.
Una regeneración que habría de acometerse en todos los órdenes, desde el político al social, pasando
por el económico e intelectual.
Las consecuencias del desastre a medio plazo fueron relevantes:
a) La vieja presencia en ultramar se trató de sustituir con una mayor atención al norte de
África. El africanismo sustituyó al colonialismo ultramarino y al recogimiento diplomático.
Pero es evidente que España pasa de ser una potencia mundial con territorios en los cinco
continentes, a ser una pequeña potencia regional.
b) Se abrió un gran debate sobre los defectos que padecía la nación española y las medidas
que había que adoptar para remediarlos. Este era el mensaje del regeneracionismo, que
rechazaba el sistema político y social de la restauración al considerarlo una lacra para el
progreso de España o incluso un símbolo fiel de la decadencia moral y espiritual de España.
Entre sus representantes más ilustres cabe señalar a Unamuno, Joaquín Costa y Ángel Ganivet.
El regeneracionismo tuvo una vertiente literaria, la generación del 98, que dio nuevos impulsos
a la vida intelectual y política del país en las primeras décadas del siglo XX.
c) La pérdida de los mercados coloniales favoreció el viraje hacia el proteccionismo
económico, que ya había comenzado unos años antes con el arancel de 1891.
d) El resentimiento de los militares hacia los políticos, que los habían utilizado haciéndoles perder
la guerra.. A cambio, el crecimiento de un antimilitarismo popular. La circunstancia de que el
reclutamiento pudiera evitarse pagando una cantidad en metálico, y el espectáculo de la repatriación de
los soldados heridos y mutilados, incrementó el rechazo al ejército entre las clases populares. El
movimiento obrero hizo campaña contra ese reclutamiento injusto, lo que provocó, a su vez, la
animadversión de los militares hacia el pueblo y las organizaciones obreras.

e) La emergencia de los nacionalismos, la otra vía alternativa de la


identidad española tras la pérdida del imperio. De igual forma surge un
republicanismo distinto del que había tenido lugar durante el Sexenio.

En 1903, Alfonso XIII nombró presidente del gobierno al político conservador


Antonio Maura. Intentó lo que él llamaba “la revolución desde arriba”, un intento
de limpiar el sistema político, pero no pudo limpiar el poder de los caciques ni las
inercias del sistema. Su fracaso, favoreció la extensión del republicanismo,
aunque sólo consiguiera una presencia electoral destacada en Madrid y en
algunas otras grandes ciudades.

La Guerra de Marruecos y La Semana Trágica


(1909)
La Guerra de Marruecos

La Guerra del Rif (1909-26), también llamada Guerra de Marruecos o Guerra de África, fue un
enfrentamiento originado en la sublevación de las tribus rifeñas (región montañosa del norte de
Marruecos), contra la ocupación colonial española y francesa,. La Conferencia de Algeciras (1906) y
el posterior Tratado hispano-francés (1912) establecieron el protectorado español en el Norte de
Marruecos.

Las tropas españolas, en el proceso de ocupación de la zona norte del país, encuentran varios focos de
resistencia. En 1909, los rifeños infligieron una importante derrota a las tropas españolas en el
Barranco del Lobo, lo que decidió a las autoridades a aumentar el número de efectivos militares en la
zona llamando a los reservistas, muchos de ellos casados y con hijos.

La guerra de Marruecos fue en general mal vista por la opinión pública y provocó importantes
conflictos en la sociedad española del momento. Era del dominio público la pobreza del Rif y muchos
no comprendían la pertinencia de una guerra tan sangrienta y costosa sólo por una cuestión de prestigio
(o por intereses mineros de la burguesía industrial y financiera). Por otro lado, las tropas eran de
reemplazo, es decir, reclutadas obligatoriamente. Sin embargo, los jóvenes pudientes podían en general
librarse del servicio militar pagando a alguien para que fuera en su lugar. Esto reforzaba la idea de que
eran los "hijos de los pobres" los enviados a morir en Marruecos.

La Semana Trágica de Barcelona

La movilización contra la guerra se inició en el puerto de Barcelona el día 18 de


Julio 1909, mientras se realizaba el embarque de tropas hacia Marruecos. El día
24 se constituyó un comité de huelga, con la participación de republicanos,
socialistas y anarquistas, que hizo un llamamiento a la huelga general para el día
26. Pero la iniciativa popular desbordó a los propios convocantes y ésta acabó
siendo un estallido espontáneo de todas las tensiones sociales acumuladas. Los
incidentes en la calle se multiplicaron, se levantaron barricadas, se produjeron
enfrentamientos con las fuerzas del orden público y, finalmente, explotó un fuerte
sentimiento anticlerical. La revuelta popular se prolongó durante una semana Las
autoridades respondieron declarando el estado de guerra y enviando refuerzos
para reprimir las manifestaciones. A mediados de semana, el ejército comenzó a
poner fin a la revuelta, y el 2 de agosto la ciudad retornó a la normalidad.

La represión posterior resultó muy dura y numerosos anarquistas y grupos


radicales fueron responsabilizados de los hechos, sin demasiada razón.
Centenares de personas fueron detenidas, se celebraron 216 consejos de guerra
y se dictaron 17 condenas a muerte, de las cuales sólo se ejecutaron cinco. Entre
ellas destaca la de Francisco Ferrer y Guardia, pedagogo librepensador e impulsor
de la Escuela Moderna, que, sin haber participado en los hechos, fue acusado de
ser el inspirador ideológico. La represión de la Semana Trágica levantó una
oleada de protestas (incluso internacionales) por injusta y violenta, y acabó con el
gobierno conservador de Maura ("¡Maura, no!").

El impacto de la Primera Guerra Mundial y la crisis de 1917


España y la Primera Guerra Mundial

España mantuvo una posición de neutralidad frente al conflicto europeo. Esto se explica por el
tradicional aislamiento de la política exterior española, que había dejado el país al margen de los
sistemas de alianzas. Además, España carecía de importancia política y de fuerza militar como para
convertirse en un aliado deseado por los contendientes.

A pesar del aislamiento oficial, la sociedad española tomó partido a favor de uno u otro adversario y
hubo fuertes polémicas entre "aliadófilos" (los grupos más progresistas) y "germanófilos" (los más
conservadores). Las fuerzas obreras y sindicales defendieron la neutralidad al considerar el conflicto
como una pugna entre potencias imperialistas.

La neutralidad favoreció una importante expansión económica, ya que la guerra redujo la capacidad
productiva de los paises beligerantes y España se convirtió en suministradora de productos industriales
y agrarios de todos ellos. El incremento de la demanda exterior estimuló el crecimiento de la
producción , pero también trajo consigo un aumento de los precios, lo que desató un proceso
inflacionario sin precedentes. Esto afectó en especial a las clases populares, que conocieron un
empeoramiento de su nivel de vida, dado que la inflación no fue acompañada de un aumento
equivalente en los salarios.

La crisis militar

El ejército español, como consecuencia de las guerras coloniales, presentaba un número excesivo de
oficiales en relación al de soldados. El fuerte descontento entre los oficiales de baja y media graduación
desembocó en la formación de las llamadas Juntas de Defensa, una asociación de militares nacida en
Barcelona y que se extendió por la mayoría de las guarniciones peninsulares. Reclamaban un aumento
salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra, reivindicando la antigüedad como único
criterio. El gobierno, presionado, cedió a las demandas de las Juntas, y favoreció así el retorno del
ejército al intervencionismo político.
La crisis política

El gobierto liberal de Dato suspendió las garantías constitucionales, clausuró las Cortes e impuso la
censura de prensa . Como reacción, y a iniciativa de la Lliga Regionalista, se organizó en Barcelona la
Asamblea de Parlamentarios catalanes, que exigió la formacion de un gobierno provisional que
convocase unas Cortes constituyentes capaces de reestructurar el Estado sobre la base de la
descentralización. Desde la Asamblea se convocó una reunión de todos los diputados y senadores
españoles el 19 de Julio de 1917, a la que sólo acudieron catalanistas, republicanos y socialistas, y que
acabó disuelta por la Guardia Civil.
La crisis social

El protagonismo de la protesta antigubernamental recayó en el movimiento obrero y sindical. La


conflictividad laboral fue motivada por el descenso de salarios reales por la fuerte inflación, en un
momento en el que las empresas acumulaban considerables beneficios. En 1916 se produjo ya un
importante movimiento huelguístico y las centrales sindicales CNT y UGT acordaron firmar un
manifiesto conjunto en el que se instaba al gobierno a intervenir para contener los precios bajo la
amenaza de convocar una huelga general. La tensión estalló en Agosto de 1917 cuando la UGT con el
apoyo del PSOE, decidió llamar a la huelga general. La tensión estalló en agosto de 1917 cuando la
UGT, con el apoyo del PSOE, decidió llamar a la huelga general

Los sucesos de 1917 no consiguieron poner fin al sistema político de la Restauración, que logró
sobrevivir a la crisis y se mantuvo todavía durante un quinquenio debido, en parte, a la heterogeneidad
y debilidad de la oposición.. Sin embargo, el régimen entró en una progresiva descomposición y
desgaste y muchos vieron en la intervención del ejército la solución a esta situación.

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