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LA CRISIS DE 1898
La pérdida del imperio de ultramar fue considerada un desastre tanto militar como diplomático,
sobre todo porque desde la prensa y los púlpitos se había propagado desmedidamente la creencia en la
superioridad militar española. A pesar de ello, la derrota no provocó el fin del régimen político de la
Restauración. A cambio, se crea una fuerte corriente de opinión a favor de la "regeneración" de España.
Una regeneración que habría de acometerse en todos los órdenes, desde el político al social, pasando
por el económico e intelectual.
Las consecuencias del desastre a medio plazo fueron relevantes:
a) La vieja presencia en ultramar se trató de sustituir con una mayor atención al norte de
África. El africanismo sustituyó al colonialismo ultramarino y al recogimiento diplomático.
Pero es evidente que España pasa de ser una potencia mundial con territorios en los cinco
continentes, a ser una pequeña potencia regional.
b) Se abrió un gran debate sobre los defectos que padecía la nación española y las medidas
que había que adoptar para remediarlos. Este era el mensaje del regeneracionismo, que
rechazaba el sistema político y social de la restauración al considerarlo una lacra para el
progreso de España o incluso un símbolo fiel de la decadencia moral y espiritual de España.
Entre sus representantes más ilustres cabe señalar a Unamuno, Joaquín Costa y Ángel Ganivet.
El regeneracionismo tuvo una vertiente literaria, la generación del 98, que dio nuevos impulsos
a la vida intelectual y política del país en las primeras décadas del siglo XX.
c) La pérdida de los mercados coloniales favoreció el viraje hacia el proteccionismo
económico, que ya había comenzado unos años antes con el arancel de 1891.
d) El resentimiento de los militares hacia los políticos, que los habían utilizado haciéndoles perder
la guerra.. A cambio, el crecimiento de un antimilitarismo popular. La circunstancia de que el
reclutamiento pudiera evitarse pagando una cantidad en metálico, y el espectáculo de la repatriación de
los soldados heridos y mutilados, incrementó el rechazo al ejército entre las clases populares. El
movimiento obrero hizo campaña contra ese reclutamiento injusto, lo que provocó, a su vez, la
animadversión de los militares hacia el pueblo y las organizaciones obreras.
La Guerra del Rif (1909-26), también llamada Guerra de Marruecos o Guerra de África, fue un
enfrentamiento originado en la sublevación de las tribus rifeñas (región montañosa del norte de
Marruecos), contra la ocupación colonial española y francesa,. La Conferencia de Algeciras (1906) y
el posterior Tratado hispano-francés (1912) establecieron el protectorado español en el Norte de
Marruecos.
Las tropas españolas, en el proceso de ocupación de la zona norte del país, encuentran varios focos de
resistencia. En 1909, los rifeños infligieron una importante derrota a las tropas españolas en el
Barranco del Lobo, lo que decidió a las autoridades a aumentar el número de efectivos militares en la
zona llamando a los reservistas, muchos de ellos casados y con hijos.
La guerra de Marruecos fue en general mal vista por la opinión pública y provocó importantes
conflictos en la sociedad española del momento. Era del dominio público la pobreza del Rif y muchos
no comprendían la pertinencia de una guerra tan sangrienta y costosa sólo por una cuestión de prestigio
(o por intereses mineros de la burguesía industrial y financiera). Por otro lado, las tropas eran de
reemplazo, es decir, reclutadas obligatoriamente. Sin embargo, los jóvenes pudientes podían en general
librarse del servicio militar pagando a alguien para que fuera en su lugar. Esto reforzaba la idea de que
eran los "hijos de los pobres" los enviados a morir en Marruecos.
España mantuvo una posición de neutralidad frente al conflicto europeo. Esto se explica por el
tradicional aislamiento de la política exterior española, que había dejado el país al margen de los
sistemas de alianzas. Además, España carecía de importancia política y de fuerza militar como para
convertirse en un aliado deseado por los contendientes.
A pesar del aislamiento oficial, la sociedad española tomó partido a favor de uno u otro adversario y
hubo fuertes polémicas entre "aliadófilos" (los grupos más progresistas) y "germanófilos" (los más
conservadores). Las fuerzas obreras y sindicales defendieron la neutralidad al considerar el conflicto
como una pugna entre potencias imperialistas.
La neutralidad favoreció una importante expansión económica, ya que la guerra redujo la capacidad
productiva de los paises beligerantes y España se convirtió en suministradora de productos industriales
y agrarios de todos ellos. El incremento de la demanda exterior estimuló el crecimiento de la
producción , pero también trajo consigo un aumento de los precios, lo que desató un proceso
inflacionario sin precedentes. Esto afectó en especial a las clases populares, que conocieron un
empeoramiento de su nivel de vida, dado que la inflación no fue acompañada de un aumento
equivalente en los salarios.
La crisis militar
El ejército español, como consecuencia de las guerras coloniales, presentaba un número excesivo de
oficiales en relación al de soldados. El fuerte descontento entre los oficiales de baja y media graduación
desembocó en la formación de las llamadas Juntas de Defensa, una asociación de militares nacida en
Barcelona y que se extendió por la mayoría de las guarniciones peninsulares. Reclamaban un aumento
salarial y se oponían a los ascensos por méritos de guerra, reivindicando la antigüedad como único
criterio. El gobierno, presionado, cedió a las demandas de las Juntas, y favoreció así el retorno del
ejército al intervencionismo político.
La crisis política
El gobierto liberal de Dato suspendió las garantías constitucionales, clausuró las Cortes e impuso la
censura de prensa . Como reacción, y a iniciativa de la Lliga Regionalista, se organizó en Barcelona la
Asamblea de Parlamentarios catalanes, que exigió la formacion de un gobierno provisional que
convocase unas Cortes constituyentes capaces de reestructurar el Estado sobre la base de la
descentralización. Desde la Asamblea se convocó una reunión de todos los diputados y senadores
españoles el 19 de Julio de 1917, a la que sólo acudieron catalanistas, republicanos y socialistas, y que
acabó disuelta por la Guardia Civil.
La crisis social
Los sucesos de 1917 no consiguieron poner fin al sistema político de la Restauración, que logró
sobrevivir a la crisis y se mantuvo todavía durante un quinquenio debido, en parte, a la heterogeneidad
y debilidad de la oposición.. Sin embargo, el régimen entró en una progresiva descomposición y
desgaste y muchos vieron en la intervención del ejército la solución a esta situación.