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Un gran combate est por librarse pero tendr lugar dentro de nosotros mismos.
Es la Gran Batalla que menciona el Bhagavad Gita y la Gran Guerra Santa de la
que habla el Corn. El esfuerzo debe ser hecho ahora por cada uno: es la Ley de
la Vida.
El tiene un libro en la mano, al que sostiene con cuidado pues cree que su tesoro
es la ciencia vulgar y materialista pero ha desdeado lo ms valioso, volcando la
copa que contiene el nctar de la Sabidura Espiritual. Su orgullo y suficiencia lo
pierden y descalifican. Cree saberlo todo y en realidad lo ignora todo. Su humildad
es fingida y an cuando implora de rodillas l es bruscamente rechazado. Nadie
engaa a Dama Sabidura y ella sabe que l ha derramado el nectar de la
inmortalidad, negndose a conocerse a s mismo. Esto ltimo le inspira mucho
temor a tal sujeto pues le horroriza enfrentarse a ss mltiples flaquezas. No es
ms que un usurpador burlado y que se aferra a la letra que mata, rechazando e
ignorando al espritu que vivifica.
Sin duda aqu nos vemos frente a un suicida, pero no en el sentido ordinario del
trmino. Este hombre sacrifica a su naturaleza superior, ignorndola pues para l
su naturaleza inferior es todo lo que cuenta. Desdea lo mejor de s mismo para
atender solo a sus necesidades materiales y a sus vicios. Posterga el llamado del
espritu para acudir presuroso al de la materia. Su actitud se resume en dos
palabras: NECEDAD y NEGLIGENCIA. Se engaa a s mismo diciendo, a veces,
que ms adelante cambiar de actitud, pero ni l cree esto. Su vida se disipa y
transcurre en pequeeces sin emprender la bsqueda de lo verdaderamente
grande. Esto por cuanto es un ser pequeo que solo se ocupa de lo ms bajo de
su persona. Su voluntad y deseos no van ms all de lo material. Su hora no ha
llegado todava.
como una roca y no como una nube, mi pensar, que es como el viento, me
abandonara".
Pero tal vez lo ms terrible es lo que se representa claramente en este relieve de
la Catedral de Metz. Se trata de la idea pequea y despreciable de Dios que
tienen estos fanticos. Su concepcin es tan grosera y mezquina que en realidad
ya no adoran a un dios sino a un demonio. Ya lo dijo magnficamente Jernimo
Savonarola, mrtir de los fanticos ignorantes, en estos versos inmortales:
DIOS
"Dicen que no comprendo Tu Existencia,
que el fuego de los rprobos me quema,
que mi lengua sin cesar blasfema
y que no entiendo la plabra DIOS.