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lo que tenemos encuentra sus races en l. 1. Posteriormente enunciar la condicin del hombre
como ente dbil, manchado desde el inicio por el pecado original y despus hablar de cmo
sigue ofendiendo a Dios a lo largo de su vida por influencia del mal presente en el mundo.2
Estas dos condiciones del individuo, como ser creado y dbil pecador, son suficientes para que
reconozca que no es autosuficiente, pues necesita de Dios. Pedir vergenza y confusin de m
mismo, viendo cuntos han sido daados [] por un solo pecado mortal y cuntas veces yo
mereca ser condenado para siempre por mis tantos pecados.3 En este pargrafo y unos cuantos
siguientes, San Ignacio ilustra perfectamente la bajsima condicin humana mediante el mtodo
de la desolacin e invita al ser a mirar dentro de s lo pequeo que es y su fragilidad para, una vez
reconocido esto, pueda obtener la gracia del entendimiento que le dar humildad y lo ayudar a
despojarse de la soberbia.
Pero la sola desolacin no animara a nadie a salvarse, antes bien lo deprimira de por vida. Es
por eso que el autor tambin cita en la primera semana el gran amor de Dios hacia los hombres,
por el cual ha dado a su Hijo para que no paguen la deuda de sus grandsimos pecados:
Imaginando a Cristo Nuestro Seor delante y puesto en cruz, hacer un coloquio; cmo de
criador es venido a hacerse hombre, y de vida eterna a muerte temporal, y as a morir por
mis pecados. Otro tanto, mirando a m mismo, lo que he hecho por Cristo, lo que hago por
Cristo, lo que debo hacer por Cristo4
Cristo sufriente, la conversin por la renuncia, son los elementos fundamentales del retiro
ignaciano.5