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de puta por metro cuadrado, y su naturaleza se llama guerra civil. As que hazte
catlico, pon a los obispos de tu parte y unifica, que algo queda. Si no, esto se
va al carajo. Recaredo, chico listo, abjur del arrianismo, organiz el tercer
concilio de Toledo, dej que los obispos proclamaran santo y mrtir al capullo
de su hermano difunto, desaparecieron los libros arrianos -primera quema de
libros de nuestra muy inflamable historia- y la iglesia catlica inici su largo y
provechoso, para ella, maridaje con el Estado espaol, o lo que esto fuera
entonces; luna de miel que, con altibajos propios de los tiempos revueltos que
trajeron los siglos, se prolongara hasta hace poco en la prctica (confesores
del rey, pactos, concordatos) y hasta hoy mismo (vase la simptica cara de
monseor Rouco) en las consecuencias. De todas formas, justo es reconocer
que cuando los clrigos no andaban metidos en poltica desarrollaban cosas
muy decentes. Llenaron el paisaje de monasterios que fueron focos culturales y
de ayuda social, y de sus filas salieron fulanos de alta categora, como el
historiador Paulo Orosio o el obispo Isidoro de Sevilla -San Isidoro para los
amigos-, que fue la mxima autoridad intelectual de su tiempo, y en su
influyente enciclopedia Etimologas, que todava hoy ofrece una lectura
deliciosa, resumi con admirable erudicin todo cuanto su gran talento pudo
rescatar de las ruinas del imperio devastado; de la noche que las invasiones
brbaras haban extendido sobre Occidente, y que en Hispania fue
especialmente oscura. Con la nica luz refugiada en los monasterios, y la
influyente iglesia catlica moviendo hilos desde concilios, plpitos y
confesionarios, los reyes posteriores a Recaredo, no precisamente
intelectuales, se enzarzaron en una sangrienta lucha por el poder que habra
necesitado, para contarla, al Shakespeare que, como tantas otras cosas, en
Espaa nunca tuvimos. De los treinta y cinco reyes godos, la mitad palmaron
asesinados. Y en eso seguan cuando hacia el ao 710, al otro lado del
Estrecho de Gibraltar, reson un grito que iba a cambiarlo todo: No hay otro
Dios que Al, y Mahoma es su profeta.
(Continuar).