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EDITORIAL

La Nueva Nortinidad, no es un Institución cultural, ni una entidad, es como le define


Juan Castillo Yupanqui, un “Colectivo Imaginario”, compuesto por un grupo de creadores
cuya edades varían entre los 20 y 42 años, dedicados a la literatura, la mayoría han
cultivado blogs para la difusión de sus obras. Actuaban todos por separado, la gran
mayoría conocían sus respectivos trabajos, además de una afinidad entre ellos, sus
trabajos son de buena calidad, la generalidad se ha destacado a través de premios y
concursos. En esta edición Incluimos el estudio elaborado por Álvaro López Bustamante,
uno de los pilares de la N.N., que cuenta entre sus filas a los anteriormente nombrados se
encuentra Rodrigo Ramos Bañados, el autor de la novela “Alto Hospicio” conocida a nivel
nacional, los demás desempeñan una labor constante en la literatura de Antofagasta, por
medio de impartir talleres, publicar libros, ganar proyectos, etc.
Esta publicación tiene por objetivo difundir sus textos, ya publicados por blogs y por
otros medios, bienvenidos a esta aventura de cada 15 días, hay en este agrupación “virtual”
autores reales y sus alter egos, desafiando a los lectores en descubrir quién es quien,
encontramos a Jaime Cortés, Kamila López, Jorge García, Víctor Escobar, Alejandro Mamani
entre otros.

Entonces abramos los fuegos o tomen su escafandra y sumérjanse en la Nueva


Nortinidad.
"La Nueva Nortinidad": Primera Aproximación (Por Alvaro López
Bustamante)

A raíz de ciertos hechos muy interesantes, que no viene a cuento mencionar por ahora,
sostuve una discusión que derivó, afortunadamente, en ciertas consideraciones respecto a la
“nortinidad” en la literatura.
Usualmente, se considera literatura nortina a aquella que habla de la pampa, en lo posible
situada antes de 1960. Dejando aparte el valor histórico-testimonial, se trata generalmente
de literatura orientada a generar una cierta modorra intelectual, pues existe un concepto
entre místico y cómodo de lo nortino. Un misticismo de cartón piedra, en que se añora la
época feliz de la juventud, sumado a la comodidad de aceptar ciertos estereotipos por su
forma, no por el trasfondo histórico, emocional, o social que los originó.
Ocurre que las cosas han cambiado en 50 años, y si literatura nortina es aquella que habla
de lo que pasa, digamos, más al norte de La Serena y, mejor aún, desde Vallenar al
norte,entonces tenemos que hablar de otras cosas, todas derivadas de la condición de región
extrema y fronteriza: La inmigración, el tráfico de drogas, el tráfico de mujeres y hombres,
la pobreza, el encarecimiento material y el empobrecimiento intelectual y espiritual de la
vida, y la brutal desigualdad con que todo esto pinta a la sociedad donde estamos inmersos.
El lenguaje, entonces, no es precisamente de academia, más bien, se profieren palabrotas y
palabrones, las situaciones no son en general del agrado de reunioncillas de salón, sino que
todo es más sucio, más violento. Menos cómodo.
Queda una sola oficina salitrera, y los íconos ya no son los mismos. Se pasa de Sabella a
Bolaño, de la imitación de Neruda a la imitación de Bukowski,y ya internet no es nada
especial.
¿Reivindico Norte Grande? Por supuesto, pero con narcotraficantes, y asesinos en serie. Es lo
que nos tocó vivir. Es la nueva “nortinidad”. Es lo que hay
125/ 65/ 107 (De Antonia Paz Hernández)

"Marcela (125/65/107) caliente, potoncita,


senos grandes. $15.oooo.
Galleguillos Lorca, al lado del Chifa,
tocar timbre puerta roja"

Marcela es de San Antonio. Por necesidad -no hay otra razón- se hizo prostituta. Trabaja en
la habitación cinco, que da a la calle, en un segundo piso. Abajo hay un chifa. El olor a
comida se escurre en las pequeñas habitaciones que tienen decoración china en el techo.
Marcela no tiene una belleza delicada. Es grande como una osa. Tiene el pecho blando. Sus
senos se mueven con el vaivén. Dice que en la calle lo primero que le miran son las tetas.
Hay abundancia en sus caderas. Le gusta sudar cuando hace sexo. Finge orgasmos a la
primera penetración. Es su trabajo.
-¿Por qué llegaste o caíste en esto?
-Por causas de la vida. Tengo que mantener a toda una familia, a mis papás y tengo un hija.
Mi papá está enfermo y tuve la obligación de ganar más plata.
-¿Te tocan muchos viejos guatones y feos?
No. Toca de todo. Todos los hombres son distintos y todos tienen su gracia, pero bueno es lo
que nos toca y hay que vivirlo. Uno tiene que tratar de hacerlo de la mejor forma.
-¿Qué significa ser puta?
-Es feo pararse en la calle y detener autos. Lo mío es más fino. Si me dices que me molesta
que me digan puta, no. Me considero un puta más, es el trabajo que yo hago.
-¿Cómo anda la autoestima?
-Bien, igual ya me acostumbre. El puterío es aquí adentro. De la puerta para fuera soy otra
persona.
-¿Te tocan gueones muy depravados?
-Hombres que andan buscando cariño. La mayoría separados. Más que puta soy un poco más
sicóloga. Aquí te cuentan los problemas. Me engañó con este, y eso.
1. EL GENESIS ( POR PERRO)
Enviado por Eduardo Jeraldo Farías Alderete el 15/01/2010 a las 04:51 PM

Vengo de una familia evangélica, o canuta como le llaman popularmente con desprecio. No
es gente culta, aunque se saben la Biblia completa y a veces de memoria. Para ellos la Biblia
es más importante que cualquier libro de literatura, filosofía, historia o sociología. La Biblia
es la verdad que está inspirada por Dios, de ahí la razón de todo, de ahí el tapa boca.
Mi tío –el hermano de mi mamá- es el pastor y se llama Augusto y mi otro tío el tesorero, se
llama Toribio (obvio que no se llaman así, pero la comparación me parece acertada por la
cuota de poder que tienen en el destino de su gente, su iglesia). Todo queda en familia.
Mi familia le da más validez a la historia de los hebreos y sus luchas con los filisteos que a
las historias del país. Moisés es más importante que Allende o Prat. Comprenderá que
Allende y Prat no existen o no tienen peso pues no están en la Biblia.
Hace un tiempo me saturé de mi familia y su forma de vida, pero no lo canalicé en algo. Sólo
me comí la mierda. Por años me he comido la mierda. Bueno, llegó el momento de defecar.
Tengo tanto que escribir sobre esto (de ahí este blog). Ellos dirán que me utiliza el diablo o
que soy producto del alcohol o las drogas. Me siento como Linda Blair.
Empezaré diciendo que son manipuladores, manipuladores de vidas. Hablan de la vida ajena,
de los pecados de otros, con el fuero de un legislador. Sus vidas marchan desde hace 20
años parejitas, ejemplares, con buenos ahorros y acumulación de bienes. Mantienen familias
grandes, de pieles como durazno y todos van por el mismo camino: la iglesia. Augusto y
Toribio son bendecidos. Dios provee y Dios bendice, también, al dador alegre. El diezmo me
emputece. El diezmo está en la Biblia y es obligatorio. 10% del sueldo a Dios y la cadena es:
Dios-Pastores-buena vida de los pastores. Alguien que gana 60 mil pesos mensuales, como
los hay, no puede dar diezmo, pero los da por eso que llaman fe (la convicción de lo que no
se ve, según la Biblia); como le dolerá dar diezmo a quien gana sobre el millón de pesos. El
diezmo garantiza bendiciones, es como un ahorro, una inversión a largo plazo. En la iglesias
gustan más los que ganan un millón de pesos al mes. El pastor está más cerca de ellos
igualmente la congregación o las ovejas.
El pastor viaja, no al Caribe, pero viaja en avión. El pastor tiene auto y vive bien. Se lo
merece como administrador de la fe, dicen los hermanos. No sé de las finanzas de mi otro tío
con respecto a la iglesia, pero la va bien en su trabajo, es bendecido según una medición
material, como le gusta medir a los canutos. Toribio tiene dos autos y varios departamentos.
En lo económico ellos se pueden calificar como neoliberales y siguen el ejemplo de los
gringos, de Estados Unidos. Votarían por Sebastián Piñera en Chile y por los republicanos en
Estados Unidos. Estados Unidos es la primera potencia mundial porque Dios los bendijo,
dicen. Estados Unidos es evangélico. Chile, en cambio, está regido por una mujer agnóstica y
por eso las cosas andan mal. Seríamos bendecidos, si nos guiara Piñera o Lavín. Los
evangélicos son machistas, además. El hombre a la cabeza, la mujer detrás.
Augusto y Toribio son conservadores extremos. Se horrorizan con el aborto, la eutanasia, los
casamientos homosexuales y todo lo que sale o dan en la tele, pero culean igual que todos,
por detrás, a lo perrito, por delante y se los chupan ¿Es pecado culiar? Por lo menos los
canutos pueden culear, por lo menos.
Los domingos por la mañana y noche toda mi familia va al templo, es la fiesta, la onda. Todo
bien vestidos como muñecos de torta de novios. Saltan, cantan y bailan. Oran a Dios. Caen
aturdidos como epilépticos algunos y otros oran tanto que lengua se sale para afuera. Es la
catarsis. El éxtasis. Podrían decir lo mismo de las fiestas electrónicas o las conciertos de
rock. Son maneras de convivencias por gusto, nadie va obligado está claro. Sin embargo son
varios los que le creen a Dios y se entregan. Varios. La mayoría llega con el autoestima
hecha pedazos, trizas, a punto del suicidio algunos o en la búsqueda de algo duradero para
sus vidas, algo que trascienda más allá del Tarot. Dios los recupera y los renueva. De ese se
trata el negocio. Las historias de esos, los otros, son comentadas con lujos y detalles, los
viernes, cuando toda mi familia se reúne a tomar té con la matriarca, mi abuela, también
evangélica, la primera de todas. Se comentan desde como iban vestidos hasta sus problemas
íntimos: ese era medio alcohólico, abandonó la familia o tenía un espíritu de sexo (veía
películas porno y se corría la paja). Son verdaderos maestros chasquillas de la sicología,
sicología barata, claro está.
Yo, para ellos, debo ser como una especie de demonio, una posesión, pues no lo pesco ni me
intereso en sus temas, a veces les he dicho en su cara mi aversión a su religión. Aclaro que
no tengo nada contra Dios, ni Alá ni Buda, pero me molestan los circos, los circos bien
armados y en estos casos, exitosos.
Ahora comprenderán porque yo no participo en el Año Nuevo con mi familia, u en otra
actividad. Somos incompatibles aunque en un principio, cuando niño, cuando no se tiene
mucha capacidad de descifrar, fui parte de su circo y me vistieron como un mono de torta de
novio para ver a Rex Humbard en un estadio.
A COMER SE HA DICHO ( POR JUAN CASTILLO YUPANQUI)

“-¿Oye? – le preguntó a una mina en la disco.


-¿Qué?- respondió ella.
-¿Tú tienes anorexia?-continuó.
-No ¿por qué?- preguntó ella a su vez.
-Es que quería echarte carne.”

Poema “Trastornos alimenticios”, Roberto Durán Manríquez

¿Qué podemos decir de una enfermedad donde la enferma no percibe su cuerpo como es, y
que se aprecia siempre más gorda de lo que es? ¿Quién se atrevería a afrontar esta situación
como lectura social y que traducida en muerte, se percibe como un cáncer estético?

Tiendo a pensar que los trastornos alimenticios van de la mano con las mujeres y los
hombres a través de sus relaciones estéticas. Todo en una mezcla herencia-ambiente que en
su justa dosis provoca el desorden de los ojos, pero siempre en plena conexión con el
espíritu. Es increíble cómo desde afuera, la forma afecta el espíritu, el alma, la conciencia, la
nada (elija Ud.), disociándolo y convirtiéndolo en una masa amorfa que amplifica la realidad
con tal desmesura, que cuerpo y alma cooperan, y caen y se abisman hasta que, completa,
como humana más de hueso que de carne, se despide de nosotros esa hada enferma de sí
misma, dándole el beso de buenas noches a la tierra.

Sentencias como: “Filo con vos guatona, por eso no te gusta ir a la playa, por eso no te
gusta el verano, por eso te bañai con polera”, evidencian el maltrato de la vista, el canon
social que puja y tira a todas las mujeres del mundo. Y más allá, una flaca se mira al espejo
aterrada porque alucina con un rollo que no tiene, pero que aún así no le permitirá lucir en
verano el cuerpo que desea. Conspirar contra uno mismo debe ser uno de los trabajos más
fáciles.

Antonia Paz Hernández propone en su blog Putafina, en el post “El no ser perfecta me
hiere”*, la siguiente puesta en escena:

“Estuve el fin de semana, el sábado en la noche para ser más precisa, con mi amigo Roberto.
Él es un soñador y a mí a veces me gusta soñar, me refiero, cómo decirlo, a que estar tan
conciente todo el tiempo y sufrir de eso que llaman realidad me marchita. Necesito espacios
letárgicos, de tontos o tontas olvidados o de esos seres etéreos que casi rozan el mundo.
Como sea, fuimos al Pub Babilonia. “Pulguilonia”, como dice Roberto. Pasaron rápido los
coments sobre nuestros vívidos y poco trascendentes sucesos eróticos, lo importante surgió
de improviso, como todo lo importante, cuando Roberto me comentó sobre su idea de crear
una marca de ropa para adolescentes. Partió diciendo que ya tenía el nombre y el concepto,
cosa difícil según él que no es más que un periodista a mal traer que sueña proyectos que no
realiza. Como tantos, digo yo. La ropa se llama “KUL”. Me dijo que era precisa porque
contenía la contracción del lenguaje que se sintetiza en el chateo: “tres letras para
comunicar efectivamente que eres bacán”, me explicó. Entonces le pregunté qué tenía esa
ropa a parte de esa ensoñación de marca. “Es ropa, en verdad tengo la primera prenda
recién, una polera ajustada para pendejas quinceañeras cuicas, la idea es poner en las
prendas trozos de poesías famosas ancladas con motivos contemporáneos”. “Y cómo cresta
es eso”, le pregunté. Y me lanzó el ejemplo de la polera que llevaba delante la imagen de
una gran hamburguesa, debajo de ella la palabra ANOREXIA, y por la espalda un verso de
una poetisa suicida que se llamó Silvia Plath. El verso decía: “El no ser perfecta me hiere”. Y
Roberto arremetió, “este modelo es sólo para pendejas ricas, esculturales, que se atrevan a
mostrar gráficamente una cosa tan contradictoria como la búsqueda de la belleza y la
perfección a costa de cualquier cosa”. Yo lo quedé mirando y me reí, ya iba en el tercer
happy hour”.

Resulta interesante el post en la medida que, de producirse una prenda con ese concepto, se
establecería un cartel en movimiento y de denuncia a la vez, sobre la contradicción constante
entre realidad y apariencia que conllevan en sí los trastornos alimenticios. Un disco pare.

No veo en el ambiente este tipo de propuestas, más activas, sobre un problema que está
entre nosotros a diario pero que muchas veces, valga la paradoja, no vemos o no sabemos
ver.

Quizás el hambre sea la clave de estos trastornos. El antihambre física en oposición al


hambre brutal de los ojos. Desde ahí quién sabe.

En la película “El viaje de Chihiro”, de Hayao Miyazaki, probablemente el cineasta más


dotado de imaginación que haya conocido en mi vida, Chihiro emprende una aventura tipo
Alicia en el país de las maravillas para salvar a sus padres de quedar definitivamente
transformados en cerdos. Para cumplir la empresa y no desaparecer, Chihiro debe darle su
verdadero nombre a la bruja Yubaba, quien la rebautiza como Sen, esperando que al pasar
el tiempo y su estadía, Chihiro olvide su nombre y permanezca definitivamente en ese
extraño mundo, que no es otra cosa que un spa para dioses.

La metáfora de perder el nombre, la identidad en el más esencial sentido de la palabra, me


parece exacta cuando nos introducimos en la filosofía de una anoréxica. Recuerdo
nítidamente a Yubaba haciendo firmar el contrato a Chiriro, sacando enseguida con una de
sus uñas el nombre verdadero de la hoja. La sentencia es no volver a ser la misma, no
volver al mundo al que pertenece.

Una mujer anoréxica tiene su identidad quebrada entre el mundo de lo que quiere ver y lo
que realmente es. Alguna bruja, algún señor sin fe, algún mal recuerdo, alguna pena
heredada, la ha enviado a un mundo del que quizás no pueda regresar.

La oscuridad subyacente a esta mirada, se origina principalmente en cómo la afirmación de


una identidad es dramáticamente preponderante a la hora de caer en el hoyo, y - a su vez -
en cómo también puede ser el mejor de los escudos para no pisar el palito. Cuestión por lo
demás difícil, ante tanto estímulo externo que les dice a las mujeres desde pequeñas a qué
deben tender estéticamente.

Y si vamos más allá, cuando todo comienza, deberíamos estar lo suficientemente atentos
como para percatarnos de que la generalidad ni siquiera roza el canon. Y es en ese punto
donde todo se complica aún más, porque ¿qué mujer no quiere ser bella?

Dentro de la sicología, y de las incipientes políticas de gobierno, el tema del apego ha venido
tomando cada vez más importancia. Según Wikipedia, el apego se define como “una
vinculación afectiva intensa, duradera, de carácter singular, que se desarrolla y consolida
entre dos personas, por medio de su interacción recíproca, y cuyo objetivo más inmediato es
la búsqueda y mantenimiento de proximidad en momentos de amenaza ya que esto
proporciona seguridad, consuelo y protección”.

Me suena a identidad. Coherencia. Cosa rara. Según los preceptos conservadores, la familia
es la base de la sociedad. Según los locos y locas que no tuvieron cariño ni apego suena a
mentira. Una sociedad que remite a sus ciudadanos a consumir éxito, indefectiblemente
provoca el desapego desde la cuna.

Entonces se me hacen más humanos y claros los gritos y la violencia de las mamás hacia sus
hijos en las poblaciones, y el grito sordo del vómito de una bulímica, o la negación brutal del
alimento en el caso de las anoréxicas. Y hay disparos.

Ahora viene lo bueno. Creo.

Existe un tipo alternativo de trastorno alimenticio que de cualquier modo sigue el estigma del
abandono. Cero identidad. Persiste aún el sustrato: este que veo no es mi cuerpo.

En este caso, la TV es el espejo donde esta sofisticada anoréxica de alma visualiza lo que
quiere ser y no puede. Por esa contradicción alimentada en los programas juveniles tarderos,
esos donde los cabros y cabras lo pasan chancho hablando, cantando o bailando como
monos esquizoides, la anoréxica de alma no tiene más remedio que el sentimiento
encontrado. Odia lo que ve pero quiere ser lo que ve. Y lo peor, no puede ser lo que ve
porque es irremediablemente gorda y morena.

En ese sentido también podríamos llamarla anoréxica de farándula, más allá de sus huesos,
su alma se va vaciando ante la pantalla, quedando un dolor latente y el odio a sí misma y
hacia los demás. “Ama a tu prójimo como a ti mismo”, dice el segundo mandamiento.

Conozco una anoréxica de farándula, que ha intentado a través de la literatura sortear su


carencia. Con sus palabras ha buscado quebrar ese espejo tecno, pero no lo ha logrado. Ha
hecho diatribas contra estos programas sin glam, como se deduce de sus escritos, y al
hacerlo más se ha puesto en evidencia. Definitivamente está atrapada. Pero ¿quién no lo
está, de algún modo?

Puntualmente en Antofagasta, quedé impactado cuando Peka me comentó sobre su visita al


doctor. Ella tiene resistencia a la insulina, por lo que tiende a la gordura. Se ayuda con unas
pastillas mágicas, además del glafornil. Intenta comer sano. Todo legal. El médico esta vez le
cambió las pastillas. Le recetó un preparado no anfetamínico, el otro tampoco era. Así de
grande está la ciencia. Sin embargo, para acceder a esta maravilla tuvo que esperar
alrededor de una hora y media.

El doctor, con una diligencia a toda prueba, le pidió disculpas por la tardanza, comentándole
si había visto a la niña que acababa de salir de la consulta de la mano de su padre. Peka
asintió. Le comentó al doctor a su vez que la niña le había llamado la atención por su
extrema delgadez. “Si pues”, respondió él, “bueno, cuando entró -continuó- le pregunté a
qué venía, y ella me dijo que, obvio, para que le diera pastillas por su problema de gordura”.
“Sabes -siguió- tiene 17 años y pesa 42 kilos, ese pobre caballero estaba muy preocupado, y
en eso estuvimos, convenciéndola de que no necesitaba adelgazar más y que, al contrario,
debía engordar un poco, a lo que ella se negaba rotundamente, de hecho, se había ofendido
porque no mostrábamos comprensión ante su evidente sobrepeso”.

La imagen del papá, según Peka, era la cara misma de la desesperación. El doctor le
recomendó llevarla al siquiatra, de hecho la derivó por interconsulta. Peka se quedó
pensando cómo alguien podía llegar a tal estado de irracionalidad.

Me pregunto qué me llevó a escribir sobre los trastornos alimenticios. Me respondo ahora: el
hambre es un tema mundial.

La anoréxica o la bulímica padecen un hambre de identidad, de deseo profundo de ser lo que


no pueden. Esta perspectiva invariablemente la traslado hacia otros escenarios tal vez
menos graves para la salud pero igual de dramáticos y tristes. Hambre también siente el
drogadicto cuando no tiene su comida, y aunque coma y coma siempre va a necesitar más.
Porque su comida es la droga.

Creo que otro post de Antonia Paz Hernández, “Golfistas y Cadis”, explica mejor mi visión.

“Emilia, una amiga antigua, de esas que te encuentras después de harto tiempo y te
reconoces y te conectas en pocos minutos, como si nunca hubiese pasado un pedazo de
vida, me invitó a un asado. Nada qué hacer, viernes sin happy hours. Me animé. Era donde
su amiga Nuri, ingeniera comercial de la norte que hablaba como si fuese una cuica de las
más alcurniosas. Pero una raíz, una pequeña mueca falsa y enseguida podías saber que era
de la provincia, que por el estudio había escalado alguna posición. No era para nada
desagradable pero ese rasgo la hacía poco interesante, derechamente tonta. Los demás
fueron llegando y ese mismo aire medio cuico, algo estirado y sin sustancia fue llenando el
lugar. Emilia quizá era la única real en ese espacio. Me llamó la atención por qué se juntaba
con esa gente si hasta en la luz más baja ella se veía distinta. La soledad, me dije, la misma
que hoy me trajo acá. Entonces llegó German, apurado, como si viniera de algo intenso e
importante o quizá como si quisiera que lo dejáramos descansar un rato después de una
larga jornada. En su mano derecha traía algo. Al comienzo pensé que era un palo de pool o
algo así, pero no. Un brillante y largo palo de golf se asomaba delante de mis ojos que a
estas alturas ya estaban un poco desorbitados por el vino blanco helado que había bebido.
German se sentó en el sillón moviendo sus brazos con efusividad mientras relataba cómo lo
habían tratado de asaltar y con qué pericia había logrado zafarse del maleante a puros
golpes de golf. Era entretenido, chistoso. Hasta que un rato después supe que era un
empresario exitoso del sur que estaba instalando una empresa de ingeniería en la zona. Algo
no me calzó al ver la cara sobre todo de Nuri que a su vez se esmeraba por parecer más
refinada y cuica que antes. Bebí hasta que me sentí con sueño y me fui. A los tres días me
reencontré con Emilia quién estaba muy nerviosa porque su pololo, un ingeniero de la
pampa, estaba de cumpleaños y no había encontrado el regalo que quería. “Carlos juega golf
y no sé dónde hay artículos de golf en Antofagasta”, me dijo. “Ubica a German, el del asado,
él por lo que se vio juega golf también”, contesté. Emilia llamó a Nuri quien a su vez llamó a
German quien recomendó fuéramos al Mall porque ahí habían artículos de golf. No sé
cuántas vueltas nos dimos por ese maldito lugar. Cuatro a lo menos. Emilia llamó a Nuri.
German esta vez no contestó. Nuri llamó a su amiga Rosa que ubicaba a German de la
Xtres . Rosa le dio el número telefónico de la empresa donde trabajaba German porque
conocía a otro ingeniero de ahí. “Aló”, dijo Nuri“. ¿Sí?”. “Se encontrará German García”.
“Disculpe ¿quien dijo?”. “German García, el gerente”. “Señorita, el único German García que
trabaja aquí es el junior pero en estos momentos no se encuentra”. Y Nuri lanzó un ramillete
de chuchadas al aire perdiendo toda esa fineza que exhibió cuando la conocí en el asado”.

Este patético ejemplo es un apéndice de la ferocidad de los espejos, la estética de los


modelos, la esencia de una anoréxica.

Cabe la pregunta de qué hacer ante un problema de esta magnitud. Probablemente bien
poco. Es una desviación sistémica, como diría un ingeniero. Un fenómeno dentro de un
cosmos equilibrado. Pero esa no sería una respuesta válida y oportuna para el padre de la
niña de la consulta. Quizás sea conveniente observar mejor. Humanizar la mirada, generar
apego, quebrar espejos.

En mi caso particular la literatura y la expresión de la palabra me han servido para hacer el


ejercicio. Es una función válida. Otros buscarán su propia posibilidad en la religión, en el
deporte, en fin. De eso se trata. Quizás.

Los más ambiciosos buscarán el poder, el dominio del otro. Eso que algunos llaman servicio
público. Allá ellos.

Un amigo poeta pudo haber sido un sicópata. Eso de sentir demasiado, ser ultrasensible,
derivó en alejarse de todo sentimiento. El rechazo y la burla, el buling en el colegio, la
separación de sus padres, las drogas y el alcohol, pudieron haberlo alejado del centro
humano a tal punto de que sólo la venganza fuese el consuelo adecuado.

En ese caso la venganza podría haber tomado distintos caminos. Uno de las más comunes
hubiese sido asumir el poder de tener el control dañando al otro. Cobrando la deuda a la
sociedad.

Pues bien, la poesía y el nacimiento de su hija hicieron del sicópata un hombre, el arte y la
vida misma salvó al ser humano, nosotros, sus amigos, estuvimos presentes en esa
transformación, y creímos más que nunca en ese poder que ilumina a los que no tienen
religión ni iglesia.

Las anoréxicas se vengan de sí mismas. El autocastigo es su salida. Por eso siempre me miro
en el espejo y me digo: al fin y al cabo todo se trata de uno mismo.
*Del diario de Sylvia Plath (Estados Unidos-1932/1963)
LA BARCA DE CARONTE ( POR ALVARO LOPEZ BUSTAMANTE)

La Barca de Caronte: texto a la usanza tradicional

A Bernardo López Silva, que por esas casualidades es mi padre.

"Heracles: Ve al Cerameico.
Dionisos: ¿Y ahí qué hago?
Heracles: Trepa a la punta del pináculo de la torre.
Dionisos: ¿Y entonces?
Heracles: Observa cómo empieza la carrera de antorchas, y cuando la multitud grite
"déjenlos ir", déjate ir.
Dionisos: ¡Ir! ¿Adonde?
Heracles: Al suelo."

Aristófanes, “Las Ranas”.

antes de las doce estaremos ebrios, padre


el reloj nos traiciona –
Coriolano es nuestro pálido reflejo – las lágrimas de mujer nos

detienen

en qué sentido transcurre el tiempo


pareciera que los días retroceden
1999 no es 1959
y el dolor es un río que no nos atrevemos a cruzar por

completo

sin embargo, montamos alegremente la barca de Caronte


nos arrojamos a la nada riendo tan ausentes como cínicos
tan muertos como antes de existir

tu Estigia es la lectura – el mío, claro, escribir


aún cuando la diferencia es nula

somos ceniza, padre mío,

me dices — "las palabras son inmortales"

pero nosotros, sabes,


nos deshacemos como humo en el aire

tornamos nuestros sueños en horror, fácilmente


decapitando
al espíritu como quien rasga la piel de bebés muertos

es aquí donde puedo intentar lo imposible


morder algunas palabras,
sin sentir ni contemplar
"vivimos una vida plena
viajamos por cada carretera"
y el vacío es nuestra recompensa, cenizas en el camino

te amo pero

nos fuimos a pescar demasiado lejos, padre

de noche, intentamos iluminar


el océano – ahora viene la metáfora –
capturamos los peces, como Pedro sus discípulos
mas al igual que con Pedro,
nuestros peces murieron antes de aprender a nadar
Brekekekex, ko-ax, ko-ax,
cantaban

nos tenemos el uno al otro


y nada más allá
en el desierto, aferramos la sombra un espejismo
como poesías leídas a mitad de la noche
imprecisas,
hilos de sangre apuntando rutas equívocas
palabras revelando el incierto paso de los años
abriendo puertas que conducen a muros que conducen a muros que

/ conducen a muros

[ahí donde tu carne y el tiempo se hielan]


– distingo las palabras, no sus mentiras
anoche, ayer, luego, entonces, hay

un

un

cadáver tras cada ojo


una piscina con nubes
grises, putrefactas
donde la noche se refugia

tenue coágulo

los días caen


deshaciéndose

eso fuimos: reflejos en el agua


líneas como peces huyendo

bajo un tejido de sangre

fuimos abandonados

Dionisos y Xanthias

cierta vez remontaron el Estigia


como una herida
Brekekekex, ko-ax, ko-ax,

cantaban
EL CIELO DE TIERRA ( POR ROBERTO DURAN MANRIQUEZ)

Mi primer paso, y mi primer error para rehabilitarme, será decir: “no soy como cualquier
adicto”. Tengo esperanzas y sueños pero una idea fija: fumar pasta. Aunque, debo decirlo,
ahora que veo el cielo de tierra que me cubre me ha dado miedo y pienso desechar esa
visión para explicarme el ciclo de hechos que me llevaron a esta rara escena. Ha llegado mi
amigo y compañero de casa, El Negro, y me ha visto tendido en el suelo, transpirando a
mares por la angustia. Tengo la pipa en la boca y la boca está rodeada en sus comisuras por
una línea negra y seca. El alma de mi vicio hecha carne. Le digo, paranoico: “tranquilo,
calladito mejor”. Él hace un gesto típico que me dice: “está mal este hueón”, esboza una risa
y va a su pieza. Luego vuelve y concluye, esta vez en voz alta: “te falta el piso de tierra
nomás”.
SATAN EN LOS SUBURBIOS O AQUI SE FABRICAN
HORRORES (POR VICTOR ESCOBAR D.)

Estudiar a Bertrand Russell cuando se estudia lógica es como estudiar el “Curso de


Lingüística General” de Saussure en Lingüística I, una muralla obligada contra la que casi
todos los ilusionados e ilusos estudiantes de primer año de letras se da de bruces. Sin
embargo, encontrarse leyendo a Bertrand Russell como cuentista es algo completamente
diferente, algo, por decir lo menos, singular.
Me sucedió hace un tiempo cuando rescaté de la biblioteca de mi casa materna un viejísimo
ejemplar de “Satán en los suburbios o aquí se fabrican horrores” de Bertrand Russell, año de
edición 1953.
Me di a la tarea, entonces de leer aquel texto con avidez. Como el buen alumno que se
encuentra con una lección incompleta a media noche. La verdad sea dicha, leer a Russell
nuevamente me agobiaba y agotaba con sólo pensarlo. Volver al Sir que me había dado
tanto padecimiento en su inglés de Cambridge con su “Principia Matemática” y su “Misticismo
y Lógica” durante dos años completos. Pero, como ya dije, el buen alumno debe tener
disciplina férrea frente a la lección del maestro. Para mí, la mayor parte del tiempo como
estudiante esas imposiciones no eran más que una forma de matar intelectualmente a mis
maestros.
El libro estaba escrito en inglés secular y no en el usual pomposo inglés de Russell. Eso me
sorprendió gratamente. Luego de finalizado el primer cuento sonreí y me dije a mi mismo:
aquí te pillé, Bertrand. Lleno de gozo me di a la tarea de desmenuzar el libro con esta
columna en la cabeza y ya podía saborear la forma en que me vengaría del viejo Russell (la
ironía siempre tiene más de un revés)
Demostrando el axioma que dice que ningún buen filósofo es un buen escritor –de ficciones,
se entiende-.
“Satán en los suburbios o aquí se fabrican horrores” es un libro de cuentos: Satán en los
suburbios o aquí se fabrican horrores, Las ordalías corsas de la señorita X, El
infrarrojoscopio, Los guardianes del Parnaso y El beneficio de la Clerecía. El libro fue editado
en 1953 cuando Russell, como el mismo lo declara en el prólogo, ya contaba con ochenta
años. La empresa narrativa de Russell es básica a primera vista. Cuentos entretenidos, a la
manera en que los ingleses son entretenidos. Sin mayores pretensiones aparentes. La forma
narrativa de cada texto podría clasificarse, según los tratados de narratología vigentes, como
“narración lineal de composición 3”. Es decir, en cristiano, una historia contada en primera o
tercera persona, ad ovo, con esquema de narración aristotélico y desenlace sorprendente.
Más cercano al esquema estructural de una leyenda o una parábola que al esquema
peregrino del cuento fantástico, tan usado por estos lados, que popularizó Todorov. En
general, sus personajes son mecánicos y fríos, los diálogos carecen de ritmo y pulso, la
sugerencia entre sema, tema y rema queda relegada a tercer o cuarto plano. Las historias,
amoldadas según bloques anecdóticos completamente discernibles, son como un edificio sin
estucar.
Russell es un pésimo escritor de ficciones, como todos los que alguna vez han pensado que
leyendo a Hegel van a ser buenos narradores (sobre este tópico pueden consultar
“Pregúntale al polvo” de Fante). Pero ahí no acaba el asunto.
Me ha tocado leer legos que postulan el matrimonio feliz entre Literatura y Filosofía. Uno de
mis mejores amigos, profesor de filosofía de la PUC, siempre responde a esta afirmación
diciendo que no es posible meter en la misma cama a un lobo y a una oveja. Nunca me ha
aclarado cuál es el lobo y cuál la oveja en su analogía. Con este supuesto podría haber
desechado con presteza el libro de Russell y darme por vengado cuanto desde mi
especificidad del conocimiento su texto no estaba a la altura del mito. Pero he ahí donde
ataca la maestría del que sabe. Mientras la mayor parte de filósofos-escritores-filósofos
tratan de sorprender mediante despliegues de manejo intelectual-conceptual-antropológico
que no llegan a generar más que un par de bostezos en la audiencia, Russell pone el ojo
debajo de esa aparente inocencia tópica, “Satán en los suburbios o aquí se fabrican horrores”
es un largo y extenso tratado sobre la culpa. Desde el masoquismo de la culpa y la
conciencia occidental del pecado y el mal, hasta la propaganda, la publicidad y el fin del
mundo. Russell va descascarando, como buen padre de la lógica moderna, el problema de la
culpa.
Aunque el formato y la técnica literaria parezcan dar a Russell un aire de pollo en corral
ajeno, puesto que no es lo mismo escribir sobre análisis lógico de la falacia naturalista o las
implicancias ético-filosóficas de las relaciones prematrimoniales, que escribir cuentos y tratar
de sobrepasar la barrera de la obviedad con ellos.
Bertrand Russell crea en este texto un excelente ejercicio parabólico y a la vez corrobora que
filosofía y literatura corren por aguas distintas. Principalmente porque, ontológica y
epistemológicamente, narradores y filósofos se miran con el mismo recelo que dos asesinos
con perversiones muy símiles pero con métodos de exterminio completamente distintos e
inconfesables.
A QUIEN LE ESCRIBO ESTO ( POR PERRO)

Un algodón que seda y retuerce el rojo del corazón


Y yo
Y Tú
Que remiendas los años de vida y esperanza
Amando un singular espejismo
Nosotros mismos
Mi amor
Nosotros mismos
Estrujando el alma en perfecta armonía
Mi amor
Y tú
Y yo
Mi amor
LA PARIS HILTON DEL LUCIFER DE CALAMA ( POR BELLACO)

Paris Hilton en una suite de su famoso hotel Hilton de Miami hace rodar un globo
terráqueo dorado. Elige su próximo destino para hacer un reality junto a su chihuahua
que bebe agua mineral marca Evian, y sus amigas como Lindsay Lohan y Nicole
Richie.

Su largo dedo casi estrangulado por un anillo de diamantes de Sudáfrica se detiene


sobre un punto que dice Calama. Ca-la-ma, pronuncia cada sílaba como ahogada,
mientras un rubio, ucraniano, de dos metros, mayordomo, corre en busca de un vaso de
agua mineral.

Paris Hilton pone en el Google de su Laptot dorado –bañado en oro- la palabra Calama,
y brotan una serie de fotos que no entiende. Aparece un equipo de fútbol color naranja;
un tipo gordo y bigotudo, con un casco blanco; una mujer semidesnuda y un cráter
gigante en la tierra. -¿Qué es eso? ¿Un meteorito?- pregunta Paris mientras acaricia al
Chihuahua. .

El rubio le dice que es el Tercer Mundo. Sudamérica. Chile. La rubia Paris lo mira con
cara de asco ¿Ají mejicano? No, Chile es un país de Sudamérica, repite –gesticulando-
el rubio mayordomo. Chile es el país con el mejor PIB de Latinoamérica, dice el rubio
leyendo Wikipedia. No encontrará rubios ni europeos para el casting. Aquí dice que la
población es un 90% mestiza ¿No me sirve Calama? afirma Paris con un dejo de
molestia y luego pregunta -con la vista pegada en los dibujitos, imitación de Joan Miró,
pintados en el techo- ¿Qué es el PIB?

Marjorie Alejandra Moya Pérez se siente orgullosa que la presenten como la Paris
Hilton del “Lucifer” de Calama. Es delgada y dura como palo, tiene el pelo color paja –
de tanto tintura de mala calidad-, los ojos verdes y un arete en el ombligo. En el día usa
gafas marca Louis Vuitton que adquirió en Tacna, al igual que una ceñida polo marca
Givenchy –Givenchy escrito con lentejuelas doradas-. Su jornada laboral comienza a las
16 horas que es lo mismo que su noche parta a esa hora. Por eso está blanca como
papel. La dueña de la pensión le dice “la vampira”. Ella hace un desprecio como
molesta.
Su receta es tomar a diario una Cebion 2000 para no resfriarse. Come poco, como
“pájaro” –dice la dueña de la pensión-. Nada de alcohol, aunque tiene que fingir que
bebe. Los parroquianos lo exigen. Odia a los parroquianos, pero trabajo es trabajo.
Tiene 22 años, un Nokia rosado y llegó a Calama porque en Santiago no ganaría nunca
aquel dinero salvo en la profesión más antigua del mundo. En Calama sólo baila, aclara.
Su sueño es recorrer Chile en un convertible rosado.
EXORCISMO I ( POR EDUARDO J. FARIAS ALDERETE)

Quizás quién,
por quiénes
y por cuánto
Quizás ya nada
Con los monos
o sin ellos
A campo traviesa
En descampado
Corriendo,
aullando,
blasfemando
Quemando banderas,
quemando naves
En zigzag
Sangrando de narices
(Epistaxis,
dirían los chamanes)

Por qué,
Para qué y Por quién
Flotando
o de vuelo en picada
Gravitando
En juicio ejecutivo
y a fojas cero
Desnudo de alma
Murmurando cavilaciones
sin sentido
Ya no sufrir
la pasión desenfrenada
De aguardar tu llamado
Te imaginé
entre oscuras sábanas
Que se asemejaban
a mortajas de sólo verte

Y quizás tú,
quizás ella,
quizás yo mismo
Rasgando el paño
de la mesa de billar
Pateando puertas
Elevando polvaredas
Oraciones
Alguna solicitud
Y escribiendo por precio
por recompensa
Con premeditación
A través de medios
catastróficos
Con ensañamiento
e ignominia
En nocturnidad
y en despoblado
Escuchando atentamente
Voces pasajeras- estáticas
E inhumanas
En críticos decibeles
y fugacidad
Marchando en fila india
Como estandarte
O a la retaguardia
A paso redoblado
Porque el final
es el comienzo
de otro final

Por quién,
por qué,
por cuánto
o por dónde
Esperando,
esperando
y esperando
Las últimas ondas
en la laguna
del delirio
En que tu mano
se sumerja y
desaparezca

O meditando
trascendentalmente
Humanamente
vociferando
frases entrecortadas
Cometiendo salvajadas
Con razón o sin razón
Por la razón
sin la fuerza
O por la fuerza
de la sin razón

Estallando al azar
Ebrio, preclaro,
preconcebido
Mas nada te interesa,
nada, bien
Que así sea
Doble sanforizado- extra liso
con alas

Sin embargo

Escapar
A vuelo de pájaro
A ras de suelo
A toda víscera
diseminada
A mordiscos,
amoratado
Avergonzado
Un tunante
de última clase
Vil caricatura
Mal fuego
sobre mala leña

Sinuoso
Con las manos limpias
y las uñas sucias
Socavado- sardónico
y condenado
A horcajas
y sangrando
y sangrando
Y sangrando
Con un escopetazo
en el alma
Exorcizado.

Bajo persecución de
Súcubos y lamentos
Súcubos y exigencias
Rogativas varias,
dispersas osamentas
Y frías cenizas

Sereno,
expectante
y exterminado
Por algo menos
que treinta monedas
Por algo más
que un plato de comida
O por sólo bagatelas
Con dignidad o un poco de ella
Y con la frente en alto
Con las botas puestas.

Por ti,
Por quién,
Por alguien más
O por ese afán
de congraciarme
Con tu existencia
Tu substancia
casi ultra terrena
O pedestre

Por dolor o por angustia


y todo por ti
Por ti, por todo
por nada.

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