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Ideas SOL

Esos libros olvidados... Los libros de conocimientos


6-8, 9-11, 12-14, 15-18

¿Cómo alimentar a mi mascota? ¿Por qué entran en erupción los volcanes? ¿Por qué las ballenas son
mamíferos y tienen cola? ¿Quiénes fueron los mayas, dónde vivieron? ¿Qué escritura se utiliza en Corea?
¿Qué es la arqueología? ¿Cómo llegó el hombre a la luna? ¿Cómo puedo preparar una pizza casera? ¿Quién
fue Carlomagno? ¿Cómo se rueda una película? ¿Cómo funciona un acelerador de partículas y para qué
sirve? ¿Qué es un partido político? ¿Por qué nos morimos? Para los nacidos en la era de Internet, las
respuestas a estas preguntas –y a todas las que puedan plantearse- se encuentra en la red y sólo en ella,
pero es evidente que en nuestro entorno existen otras muchas fuentes para obtener respuestas y, entre
ellas, los libros de conocimientos resultan una de las más eficaces.

Hasta hace pocos años, los libros de conocimientos eran el recurso de información por excelencia aunque,
en la actualidad, han quedado relegados ante la inmediatez de las respuestas proporcionadas por este
oráculo que es Google. Sin minimizar la utilidad de Internet y de la información que puede proporcionar
una búsqueda bien realizada que nos permita acceder a una fuente de calidad, adaptada a las capacidades
de quien debe comprender los contenidos, lo cierto es que para determinadas funciones los libros de
conocimientos o libros informativos siguen teniendo hoy todo el sentido.

En efecto, estos libros pueden responder a estas y otras preguntas, puesto que en su mayoría aportan
datos, describen realidades, relatan hechos y exponen opiniones de expertos sobre temas más o menos
amplios. Pero también son libros que interpelan al lector con preguntas, directas o indirectas, que le
permiten reflexionar, crearse una opinión sobre la cuestión y tomar postura ante las informaciones que se
contienen en ellos. Como es lógico, este planteamiento es más frecuente en aquellas obras que tratan los
temas más polémicos, que suelen analizar los distintos puntos de vista con que la sociedad aborda dichos
temas. A preguntas como ¿qué es el cambio climático?, algunos libros se limitarán a establecer las causas
y los efectos, priorizando un enfoque esencialmente científico –por otra parte, imprescindible-, mientras
que otros propondrán algunas buenas prácticas, siempre al alcance de los lectores, encaminadas a
minimizar sus efectos.

Los libros de conocimientos, a semejanza de los libros de divulgación para adultos, son productos
pensados específicamente para satisfacer la curiosidad y la necesidad informativa de niños y jóvenes, que
se dirigen a públicos muy diversos, determinados por las capacidades e intereses de los lectores. Por eso,
el mercado ofrece una extensa variedad de propuestas, a cuál más atractiva, que tratan todos los temas,
por inusitados que nos parezcan, y que los plantean de manera asequible a lectores de todas las edades.

Una ojeada a los mostradores de una librería medianamente surtida, nos permitirá distinguir libros que
desentrañan los secretos del trabajo de un forense, de un detective o de un arqueólogo; libros que
introducen en el mundo de la microbiología y son de gran ayuda para utilizar aquel microscopio
arrinconado en un estante, libros que explican todo sobre el mundo de las carreras de motos, libros que
inician en las bases de la filosofía a partir de la propia reflexión o libros que aportan las bases técnicas
para aprender a dibujar cómic… Libros para cada lector y para cada ocasión.

Al margen de lo interesante que pueda resultar el tema para determinado lector, lo cierto es que uno de
los aspectos que más contribuye al éxito de estos libros radica en su presentación. Los libros de
conocimientos infantiles y juveniles se distinguen de todos los demás por sus formatos más cuadrados y
más grandes y por el uso sistemático de llamativas fotografías a todo color en las cubiertas. Los más
actuales suelen combinar una gran variedad de textos –en tipografías diversas, según su función- con
imágenes fotográficas, dibujos, esquemas y otros elementos gráficos, en disposiciones muy eficaces y
atractivas y que aportan una valiosa información que enriquece el texto. Algunas colecciones incorporan
elementos móviles en forma de desplegables, pestañas y variados mecanismos de superposición, como los
acetatos, que, cuando se manipulan aportan nuevas posibilidades informativas a las imágenes puesto que
permiten modificar el aspecto de los objetos, intuir el paso del tiempo o situar las imágenes en otro
contexto. Otras, incluyen discos ópticos que amplían los contenidos y permiten acceder a imágenes
móviles y a sonido, como complemento al texto. Todo ello con el doble objetivo de aportar modernidad al
libro y de facilitar su lectura.

Este aspecto atractivo, unido al concepto de lectura útil y provechosa que de estos libros tenemos los
adultos, les ha convertido en un típico libro de regalo que, no nos engañemos, no suele despertar grandes
alegrías entre la mayoría de chicos y chicas. Ello es debido, en parte, a que estas obras suelen llevar
aparejada una carga “escolarizante”, como de complemento del libro de texto. Son libros presentes en el
aula, en la biblioteca escolar y en la biblioteca pública, y una parte de sus lectores potenciales no se
sienten interesados en ellos. Y, sin embargo, si son muchos los chicos y chicas que no acaban de

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sintonizar con las obras de ficción, pero que leerán encantados cualquier libro de conocimientos que
conecte con sus aficiones o con sus intereses, o que simplemente les muestre otra manera de ver y
conocer el mundo. A menudo, estos chicos y chicas llevan mal el tema de la lectura y, más todavía, el de
la lectura obligatoria escolar, que suele dar prioridad absoluta a la narrativa, frente a cualquier otro tipo de
lectura. En una palabra, son considerados malos lectores cuando, simplemente, lo que ocurre es que
prefieren leer otro tipo de libros.

Y es que la lectura de estos libros puede ser algo apasionante, en especial para aquellos lectores curiosos
que buscan saber más sobre sus temas preferidos o ampliar sus conocimientos, que agradecen poder
contrastar pareceres o que, simplemente, están encantados de dejar vagar la vista sobre las imágenes de
estos libros y descubrir nuevas maneras de mirar.

Mònica Baró

Ed. Centro internacional del Libro Infantil y Juvenil. FGSR

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