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Conocer acerca de este tema ha hecho un impacto favorable a mi vida profesional, personal
y académica y tal impacto me ha llevado a realizar estas reflexiones que hoy quiero
compartir con ustedes.
Como alternativa de pensamiento para un mejor disfrute y saber abordar nuestro entorno
altamente dinámico y complejo, el pensamiento lateral ha sido definido por Julio César
Arboleda en su libro El pensamiento lateral y aprendizaje como “La serie de
operaciones mentales, estrategias y representaciones que alguien usa en su experiencia de
mundo en razón de capturar las situaciones, fenómenos y objetos de conocimiento como
unidades complejas y de diversas dimensiones”. Desarrollar este pensamiento es un
desafío, sobre todo para quienes hemos sido formados con un pensamiento único,
secuencial y lógico.
Un primer paso para adquirir la destreza de ver más allá de lo obvio es, según Arboleda
(2007), reconocer la limitación del desarrollo del pensamiento lateral, ya que “este tiene
relación con la capacidad de ver lo que rutinariamente sólo miramos”. Y la verdad es que
esta capacidad no viene con el individuo. Estamos tan acostumbrados a hacer las cosas de
la misma manera siempre que no vemos más allá de nuestras narices, de lo que está frente a
nosotros y esto nos impide desarrollar percepción, imaginación, creatividad e intuición. Ser
conscientes de nuestra limitación nos convierte en candidatos para aprender a usar el
pensamiento lateral.
Ahora bien, miramos sin ver aquellas cosas que nos están impidiendo a diario salir de la
comodidad en la que estamos, a la que nos hemos acostumbrado, a seguir pensando como
pensamos. Evitamos vivir la incomodidad de emigrar del preciado territorio en el que no
hacemos nada diferente (Arboleda, 2007). En este estado, la vida se nos pasa sin un
propósito, haciendo siempre las mismas cosas. La complejidad en la que estamos inmersos
requiere que tengamos claro un proyecto de vida, no podemos enfrentar el mundo actual
con pensamientos como “así es como lo he hecho siempre o, así es como lo aprendí ó, por
qué hacerlo diferente si hasta ahora ha funcionado”. Estamos viviendo un momento de
tanto dinamismo que debemos enfrentar situaciones impensadas, debemos hacerles frente
pues es la realidad que vivimos, así que requerimos de percepciones y actitudes dinámicas,
aprender, ser y actuar de manera flexible, de emanciparnos a la rutina y tomar acciones
nuevas que mejoren nuestra calidad de vida.
¿Cómo entonces podemos vernos desde esta perspectiva del pensamiento lateral y
considerar la importancia de adoptarlo como parte de nuestra compleja humanidad? A esto
Arboleda responde:
Considerando pues nuestra esencia en cada dimensión y como un solo ser compuesto de
estas, no podríamos adoptar en nuestra vida un esquema rígido para enfrentar la vida, sería
imposible adaptarlo a la complejidad que nos caracteriza.
Ahora bien, este pensamiento lateral no es algo nuevo que mágicamente busca solución a
las cosas, no podemos descartar la importancia que tiene y ha tenido siempre el
pensamiento vertical, ambos tienen en común que son procesos mentales conscientes y
deliberados, su diferencia radica en el modo de empleo de la información y el enfoque para
utilizarla.
Los pensamientos lateral y vertical se complementan entre sí. El pensamiento lateral provee
la posibilidad al racionalista de confiar en la submente y el no racionalista de valorar las
bondades de la razón (Arboleda, 2007), esto significa que el pensamiento lateral no
pretende descartar el pensamiento lógico y se presenta como alternativa que fortalece el
pensamiento lógico.
Tal como lo expresa De Bono (1986), no es que el pensamiento lateral venga a ser la
panacea, la mejor manera de resolver dificultades, de tomar decisiones, ni tampoco se trata
de decidir si este es más eficaz que el razonamiento lógico, tal y como se dijo antes, ambos
son complementarios; sin embargo, las bondades del pensamiento lateral se presentan como
alternativa ante la consideración de que el pensamiento vertical es la única forma de
pensamiento efectivo.
Quizás sea un ejemplo simple y que cotidianamente, para los que tenemos hijos pequeños,
esto sea común, pero yo les invitaría a reflexionar acerca de cómo estamos manejando
nuestras emociones donde la lógica en la gran mayoría de las veces no hace más que
alejarnos de los seres a quienes amamos.
Mirar a través de los ojos de nuestros pequeños nos brindaría un amplio espectro de
soluciones tan sencillas a esas dificultades, que por no darnos el tiempo para reflexionar
convertimos en grandes problemas. Mirar la vida tan sencilla como que ante la pérdida de
un ser querido los niños no piensan en pérdida sino que simplemente se han separado
momentáneamente, y lo digo con propiedad, pues al vivir esa experiencia, mi pequeña me
dijo, luego de la muerte de su hermanita: “Seguro la abuela le está dando teta allá en el
cielo”. Es así de sencillo.
Dejemos sólo de mirar, comencemos a ver más allá del horizonte complejo que tenemos
enfrente. Hay que dar paso a la lateralidad del pensamiento, dejar que fluyan la intuición e
imaginación, equilibrar la rigidez con la flexibilidad, permitir lo que no es evidente, de esta
manera podremos llegar a resolver problemas con menos tensión y por qué no hasta llegar a
disfrutarlo.
REFERENCIAS