Grupos cooperativos.

ÓRGANOS COMUNES Y FACULTADES

CEDIDAS
Working Paper octubre de 2015
 Grupos cooperativos. ÓRGANOS COMUNES Y
FACULTADES CEDIDAS

1. El hecho de que los grupos cooperativos sean

contractuales o, tal y como se ha dicho anteriormente,
son de índole amistosa, no significa que no accedan o
aspiren a acceder a un mayor grado de consolidación.

2. En cualquier caso, cuanto mayor sea la consolidación,

mayor será también la complejidad de los órganos de
gobierno, y mayores asimismo las tensiones que
surjan entre las cooperativas de base y la cooperativa
de segundo grado o entidad comúm. Nos vamos a
centrar en esta cuestión relativa a la gobernanza del
grupo, y más en concreto a los modos en que se
articula el control de las entidades y las personas
titulares de las facultades traspasadas.

3. ¿A quién se ceden las facultades? Teóricamente

existen al menos cuatro posibles líneas:

a. Un órgano compuesto por directores o

gerentes de las cooperativas

b. Un único ejecutivo del grupo

c. Un Consejo designado por los consejos rectores

de las cooperativas de base

d. Una asamblea general designada por las

distintas cooperativas

4. Se puede entender la enumeración precedente como

una gradación en función del incremento de
complejidad y/o mayor número de cesiones
competenciales al grupo. Es decir, en la medida en que
se incrementan las facultades cedidas a la entidad u
órgano común, se incrementan también la
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complejidad de la estructura orgánica de la misma, y

en consecuencia, también se complican y se hacen
más severos los mecanismos de control.

5. Si las facultades cedidas son pocas y muy concretas, el

control del ejercicio de las mismas puede estar
exclusivamente en manos de los gerentes de las
cooperativas, que pueden crear o no para ello un
órgano específico y común.

6. En un segundo nivel, si se ceden facultades

estratégicas o que comprometen el desarrollo
cooperativo o del grupo, los consejos rectores de las
cooperativas de base deberían controlar la gestión
desarrollada sobre estas facultades. Para ello se suele
constituir un consejo a nivel de grupo compuesto por
representantes de los consejos rectores de las
cooperativas.

7. Ampliando aun más el espectro, y en la medida en que

se atribuyan al grupo facultades que afecten al ámbito
decisorio habitual de las cooperativas de base (p.ej.:
reconversión de resultados o puesta en común de
parte/total de los beneficios; regulación estatutaria o
reglamentaria; etc.), se empieza a hacer necesario
crear un órgano común que sustituya en el ámbito
grupal las facultades ejercidas por las asambleas de las
cooperativas de base.

8. Esta última posibilidad no implica necesariamente que

la decisión se adopte en las asambleas de base. Es
frecuente que sean los consejos rectores los que
designen los miembros de las asambleas de grupo a
que se hace referencia en el punto anterior. Pero si el
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grupo avanza hacia una mayor consolidación, parece

adecuado adoptar medidas como las siguientes:

a. Que los representantes de las cooperativas de

base en las asambleas del grupo sean
designados por las propias asambleas de las
cooperativas

b. Que el número de miembros de la asamblea de

grupo vaya incrementándose en la medida en
que las facultades de la entidad común se
incrementen con el fin de conseguir una mayor
implicación de la base social en las decisiones
cedidas al grupo

9. Nos detendremos un momento en el punto (b) para

explicar porque a nuestro juicio debe existir una
correlación entre número de representantes en
asamblea y facultades cedidas. La cesión de facultades
supone un alejamiento entre decisiones y base social.
Es crucial que los socios de las cooperativas perciban
que participan globalmente en las decisiones de
conjunto, pero esta necesidad es aun más acuciante si
cabe respecto de las facultades cedidas. La
representatividad de los órganos comunes se
convierte así en un asunto de interés primordial, y
nada cohesiona más que unos órganos
verdaderamente representativos.

10. En este sentido, y añadiendo a la representatividad la

variable de la elección de los representantes del
órgano de representación, existen en la práctica dos
sistemas de designación:
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a. Designación de este órgano por la asamblea

general del grupo

b. Designación de miembros del órgano rector por

los consejos rectores de las cooperativas de
base

11. Cuando las facultades son reducidas, parece que lo

más adecuado sea la segunda de las posibilidades
expuestas. En la medida en que sean más las
facultades cedidas, parece más adecuado preservar
una cierta independencia de las cooperativas, y por
ello optar por una elección por la asamblea general de
la organización común.

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