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La violencia se ha visto en aumento en nuestro país y así lo confirma el

periódico La Nación cuando habla acerca de algunos acontecimientos recientes.

Uno de los principales estereotipos que Costa Rica tiene de si misma, se está
desboronando. “Somos un país de paz”, pero ¿qué sucede con la violencia que
está cada día más agravada?, para sorpresa de muchos, esta violencia no suele
ser iniciada por delincuentes o criminales, si no ejecutada por la policía y
especialmente por el gobierno.

Algunos ejemplos de la política de represión aplicada por las autoridades, son


las recientes acciones policiales en el barrio de La Carpio y en contra de una
secta religiosa pacifista denominada "Boboshanti", integrada en su totalidad por
jóvenes.

El día 8 de junio del presente año, el director de la Comisión para la Defensa


de los Derechos Humanos en Centroamérica, Daniel Camacho, declaró en el
periódico La Nación, que en el caso de los disturbios ocurridos la semana
anterior en La Carpio, que dejaron a siete heridos de bala (seis policías y un
niño de 13 años) y decenas de afectados, "el gobierno demostró que no tiene
política de diálogo".

La Carpio es un barrio pobre y marginado, ubicado al oeste de San José y se


estereotipa y discrimina pues se dice que está habitado en su mayoría por
inmigrantes nicaragüenses.

En el artículo del 8 de junio se leía: “La semana anterior los vecinos


bloquearon la calle de acceso a la localidad en protesta por el incumplimiento de
compromisos de ayuda comunal de una empresa privada que opera un relleno
sanitario en las cercanías. Los disturbios iniciaron cuando la policía levantó el
bloqueo.”
Como muchas otras comunidades del país, los vecinos de La Carpio querían
defender sus derechos y con el bloqueo de la calle buscaban llamar la atención
del gobierno, para que se les cumpliera con los compromisos y la ayuda de esa
empresa privada, sin embargo las autoridades reaccionaron de manera
agresiva, y en vez de hallar una solución pacífica, a las que supuestamente “los
ticos estamos acostumbrados”, vemos como antes de la paz en nuestro país se
incita la violencia.

"Ahora usan primero la fuerza y después el diálogo. Hay una evidente


escalada de violencia oficial", dijo el señor Camacho.

Es imposible pensar que si un pueblo se ve amenazado y su gobierno no le


ayuda, o por lo contrario lo agrede , este no va a defenderse. Es también por
todos los estereotipos con los que se discrimina al barrio de La Carpio, que se
cree, que la policía puede hacer con ellos lo que le venga en gana, y no se les
respeta, ya que no son vistos como personas y ni siquiera como ciudadanos
costarricenses, sino como delincuentes e inmigrantes nicaragüenses, algo que
para muchos ticos es la misma cosa.

En el caso de los jóvenes "boboshanti", que son una secta de origen


jamaiquino que prodiga la paz, el respeto y la espiritualidad, la policía antidrogas
allanó sus viviendas el viernes 4 de junio, por sospechas de que los jóvenes
tenían un plantío de marihuana.

Sin embargo, después de mantener detenidos a los adolescentes por horas,


la policía reconoció que no encontró ninguna evidencia de que en el lugar se
cometiera algún acto delictivo.

Costa Rica, “un país de democracia”, donde “todos somos igualiticos”, se está
decepcionando a si mismo. Cantamos himnos de paz, y atentamos contra esa
paz todos los días. Siempre discriminamos y ahora despojamos de sus
derechos, a quien se ve diferente o a quien no creemos digno de vivir en nuestro
suelo.

En el mismo artículo, la madre de uno de los miembros de la orden, Elizabeth


Monge, comenta que la policía esposó a su hijo menor de edad, a pesar de que
éste no opuso ninguna resistencia al arresto. Además aseguró que los
muchachos recibieron amenazas de los policías, quienes además se burlaron de
ellos por sus creencias, sus formas de vestir, comer y vivir.

Es realmente indigno ver como la fuerza pública en nuestro país puede


juzgar, criticar, denigrar, y discriminar a las personas, solo por que son
diferentes; tiene el poder de hacer lo que quiera “si tiene sospechas”, aunque
estás no estén justificadas.

"Les destruyeron su huerta, sus muebles, les escupieron las casas y robaron
su dinero, y en algunos casos hasta los hicieron desnudarse", comentó Elizabeth
Monge.

“La represión gubernamental contra los sectores socialmente excluidos ha


alcanzado niveles sin precedentes, pues justifican las acciones argumentando
que son de carácter preventivo.” Explica Cecilia Jiménez, presidenta de la
Comisión Costarricense de Derechos Humanos, en el periódico La Nación.

¿Cómo puede ser preventiva la violencia?, ¿qué busca prevenir, si son estás
acciones policiales las que están agravando más la situación en el país?

Para terminar, este artículo se menciona como otro claro ejemplo de violación
de derechos humanos, el caso del desalojo del que fueron víctimas los
campesinos de la finca de Bambuzal (en la zona norte del país). La excusa de
las autoridades esta vez fue que las tierras que habitan los campesinos son
propiedad de la (bananera) Standard Fruit Company a pesar de que esto aún no
está del todo comprobado.
Los campesinos de Bambuzal continúan defendiéndose, permanecen desde
hace más de un mes en la Catedral Metropolitana, en el centro de San José,
Ellos piden a las autoridades judiciales la realización de un juicio agrario que
determine la propiedad del terreno, pues fueron desalojados por la policía a
principios de este año y tienen una orden de no acercarse a la zona, explica el
artículo, y todavía seguimos discriminándolos con indiferencia.

Por último el artículo cierra con un comentario muy acertado por parte del
señor presidente del Servicio para la Paz y Justicia en América Latina, Gustavo
Cabrera, quien dijo: "la situación en Costa Rica es alarmante, pues da una
imagen internacional de un país ejemplar en el respeto a los derechos humanos,
pero dentro, el panorama es muy diferente".

Es cierto, a los ticos nos enorgullece nuestro país, nuestra democracia, “la
paz en la que vivimos”, pero nos hacemos de la vista gorda antes estas
realidades. Los mupies (anuncios luminosos que nos encontramos en las
paradas de lo buses) muestran afiches con el eslogan del ICT, que dice:
“Orgullosamente tico”. Este orgullo es una farsa, pues ya se nos está cayendo la
máscara de “blanca y pura descansa la paz”.

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