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Concepto de Civilización:

Este término ha experimentado una fuerte evolución, antiguamente se refiere a la vida en torno
a la civitas (ciudad), en oposición a la vida rural o campestre, más propia de los bárbaros. Alguien
civilizado era alguien culto y refinado, inspirado en la vida cívica, por oposición a la ignorancia y
a la simpleza de la vida del campesinado.
Así, el concepto surgiría en Francia en el siglo XVIII, siendo impuesto por los enciclopedistas
(seguidores de Diderot y D´lambert) como oposición a barbarie. ¿El motivo? Pues para ellos había
pueblos primitivos o bárbaros, y pueblos civilizados y progresistas por otro.
Ya en el siglo XIX este término se pluraliza y significará al conjunto de caracteres que presenta la
vida de un grupo en determinada época. La palabra propiamente dicha, proviene del latín
“civitas” y ésta a su vez de “civis” que significa ciudadano, habitante de una ciudad.
Los antropólogos hoy en día expresan que la civilización sería la etapa en la que el hombre se
organizó en ciudades, dando origen de esta forma a la vida urbana.
El concepto de civilización se define en relación con las ciencias del hombre: geografía,
sociología, economía, psicología colectiva e historia. Se emplea también referida a los logros de
la humanidad, es decir a la herencia cultural.

Las Personas que forman parte de una Civilización tienen su propia concepción del mundo y
comparten “señas de Identidad Común”:
• Lengua
• Religión
• Costumbres
• Mentalidad
• Técnicas
• Instituciones

Dos aspectos fundamentales:


1.-Religión:
Aspectos relevantes: individuos que comparten creencias, ritos, celebraciones, comportamientos
e instituciones.
Cristianismo, Islamismo, Hinduismo, Confucionismo.
2.-Lengua: sistema de signos y sonidos establecidos que permite la comunicación de ideas y
sentimientos, rasgo distintivo que permite transmitir cultura de una generación a otra.

Dos ideas sobre la Civilización:


Fernand Braudel: Hacia 1960 el historiador Fernand Braudel definió las civilizaciones como
espacios, sociedades, economías, mentalidades colectivas y continuidades. Estas categorías se
refieren a que cada civilización se desarrolla en un espacio concreto, por lo que las condiciones
naturales influyen en sus características. Se sustenta en una sociedad jerarquizada y presenta
condiciones materiales distintas, en el plano demográfico, económico y técnico; además, ofrece
una concepción propia del mundo y de la realidad, y se desarrolla a lo largo de la historia, es
decir tiene un pasado.
Braudel distingue dos grandes agrupaciones: las civilizaciones europeas y las civilizaciones no
europeas. Las civilizaciones europeas comprenden Europa y los territorios colonizados por los
europeos, lo que Braudel llamaba la Europa de Ultramar, donde se incluían América Latina,
Estados Unidos, Canadá, Australia y Nueva Zelandia. Estas civilizaciones se caracterizan por
construir sociedades industriales y urbanas. El cristianismo es la base de muchos principios,
comportamientos y costumbres, pero la mentalidad predominante tiende al racionalismo,
alejándose de la religión. Las civilizaciones no europeas corresponden a los países árabes, África
negra, China, India, Japón, Corea, Filipinas, Indochina e Indonesia. Se trata de sociedades donde
conviven tradiciones milenarias con un esfuerzo de modernización o industrialización,
caracterizadas por la dualidad entre la ciudad y el campo. La religión es un rasgo fundamental en
estas civilizaciones, ya que condiciona todos los ámbitos de su existencia.

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Samuel Huntington: en la década de 1990 el académico estadounidense Samuel Huntington
planteó que la religión es el principal elemento diferenciador entre las civilizaciones. Según este
criterio, distingue a las siguientes civilizaciones: occidental, confucionista, japonesa, islámica,
hindú, ortodoxa, latinoamericana, africana y budista. Este académico introdujo la idea del
“choque de civilizaciones” como una de las características del mundo actual, ya que considera
que la antigua rivalidad ideológica que imperó durante más de 40 años entre Estados Unidos y la
Unión Soviética (Guerra Fría), habría sido reemplazada por un conflicto abierto entre
civilizaciones. Los países conformados por diversas culturas y etnias presentan una creciente
tensión en su interior que incluso puede llevar a su desintegración. De este modo, según
Huntington, el escenario del mundo actual se basa en el fortalecimiento de las civilizaciones no
occidentales, especialmente China, India y el Islam, que podrían llegar a disputar la superioridad
económica, política y militar ejercida por Occidente durante el siglo XX. Para enfrentar esta
creciente tensión, Huntington propone impulsar una política de contención cultural para debilitar
la amenaza, que según él, representa el Islam para Occidente. Sin embargo, varios investigadores
y organismos internacionales han criticado esta idea, ya que tiende a la intolerancia y al no
respeto de la diversidad. Por el contrario, se estima que es necesario cultivar la
multiculturalidad, que se basa en el reconocimiento de los derechos de todas las culturas y en la
búsqueda de lograr la convivencia pacífica entre las distintas civilizaciones.

Las primeras civilizaciones:

“El desarrollo de la primera civilización urbana y con un sistema de escritura, al sur de


Mesopotamia hacia el año 3.500 a.C., tendría unas consecuencias profundas sobre la historia
humana posterior. Al cabo de pocos siglos, un proceso de desarrollo similar e independiente
conllevó el surgimiento de una civilización en Egipto (aprox. 3200 a.C.), el valle del Indo (aprox.
2500 a.C.) y en la región septentrional de China (aprox. 1800 a.C.). Estas fueron las cuatro
primeras civilizaciones de los tiempos antiguos.
Estas cuatro civilizaciones compartían una característica. Cada una de ellas se había asentado en
una llanura aluvial fértil con el potencial de una agricultura próspera necesaria para mantener a
poblaciones elevadas. En cada caso, una parte de la población vivía en las ciudades, gobernadas
por estados independientes o como partes de un reino más grande o imperio. (...) En las cuatro
regiones, la agricultura productiva era la base para el surgimiento de las ciudades. El desarrollo
de las ciudades fue el punto culminante de un largo proceso de expansión de la población. Las
primeras ciudades tenían una población entre mil e incluso diez mil veces más elevada que la de
los primeros poblados agrícolas, que tan sólo habían alcanzado unos centenares de habitantes. La
aparición de poblados de este tamaño precipitó cambios notables en la actividad económica, la
organización social y la forma de gobierno. Todas las primeras civilizaciones se caracterizaban
por un estado centralizado o administraciones en forma de ciudad-estado.
La escritura significó un avance decisivo para la administración de las primeras civilizaciones y
conllevó el surgimiento de una nueva clase especializada, los escribas. El aumento de esta y otras
ocupaciones especializadas fue una característica importante de todas las primeras civilizaciones.
Muchos habitantes de las ciudades no participaban directamente en ninguna tarea relacionada
con la subsistencia debido a la elevada productividad de la agricultura en estas regiones.
Parte de la riqueza “excedente” estaba en manos de las clases gobernantes, cuya demanda de
artículos de lujo creó un mercado creciente para la artesanía. (...) La artesanía estaba ligada
directamente con el comercio. A cambio de materias primas, las poblaciones de las tierras bajas
exportaban artículos manufacturados, extendiendo de este modo su influencia hasta comunidades
remotas”.

Referencias:
-Historia y Ciencias Sociales. Iturriaga, J.,Coquelet, J. y colaboradores. Editorial Santillana.
Santiago. 2009
-Atlas de la Arqueología. Plaza y Janés Editores, Segunda Edición en español, 1992.

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